La etnografía como herramienta del artista

Este modo de accionar de las artistas, por medio del método etnográfico es propio del arte contemporáneo, cuando el arte empezó a generar cierta interdisciplinariedad, se integro con otras disciplinas, con otras áreas, en este caso de una herramienta de las ciencias sociales y la antropologia. Antiguamente en los años sesenta el artista tomo el papel de teórico, en los ochenta el papel del artista estuvo enfocado al activismo, como participe en diferentes manifestaciones, en los noventa fue mas conservador, sujeto financiado por las instituciones ya sea de carácter local o regional. El trabajo etnográfico en el campo del arte y mas específicamente al artista, según sostiene Hal Foster sustituye al autor como productor propuesto en los años treinta por Walter Benjamín, ya que el papel del artista no se limita a la producción de objetos.

El cambio en el arte contemporáneo se da con la inclusión de la etnografía, ya que se produce un quiebre a nivel espacial, se deja a un lado la galería o museo, dejo de refugiarse en las instituciones y el observador no pudo ser delimitado en términos fenomenológicos, sino como sujeto en la sociedad, debido al lenguaje y a las diferencias económicas, religiosas, éticas, sexuales, entre otras. También se da por la presión de movimientos sociales, como feminismos, la política de la homosexualidad, derechos civiles, el multiculturalismo y por desarrollos teóricos  como el psicoanálisis de Floyd.

Estos avances, constituyen también una serie de desplazamientos en la ubicación del arte. De la superficie del medio al espacio del museo, de los marcos institucionales a las redes discursivas, hasta el punto de que no pocos artistas y críticos tratan estados como el deseo, la enfermedad, el sida o la carencia de hogar como lugares para el arte. Así el arte, paso al campo ampliado de la cultura del que la antropología, se pensaba, debía de ocuparse. Perteneciente al arte avanzado de izquierda, el artista como etnógrafo, elige un sitio, entra en su cultura y aprende su idioma, concibe y presenta un proyecto, para pasar al siguiente sitio en el que se repite el ciclo. Cambio que

constituye una lógica espacial: uno no solo mapea (registra, revisa, inspecciona) sino que también trabaja en términos de tópicos, marcos etc. Este modo de trabajar demanda que artistas y críticos conozcan no sólo la estructura de cada cultura lo bastante bien como para mapearla, sino también su historia como para narrarla. Este trabajo de mapeo es una herramienta muy importante a la hora de identificar y delimitar el campo de acción.

Actuar como etnógrafo permite, entre otras cosas, ejecutar modelos que colaboren con posibles soluciones a problemas de genero, raza, identidad; criticas a la institución del arte, al mundo capitalista; reflexionar sobre el activismo, la familia o el envejecimiento; rearticular las codificaciones institucionales del arte; implicar a diversos públicos en la creación de proyectos innovadores, aprender y vivenciar una cultura y lengua distinta. Por ello, Foster advierte que una “sobre identificación reductora” con el otro no es deseable; que se necesita la “reflexividad” para protegerse contra peligros de “demasiada poca distancia” o la “autoalteración”. Y propone guardar “distancia crítica” a la sobreidentificación con el otro.

Actualmente los trabajos que se hacen en el campo del arte por medio del método etnográfico están directamente implicadas en esta relación con el otro, que en cierta medida debe ser una identificación de tipo relacional, en la búsqueda de diálogos recíprocos entre el punto de vista de una comunidad y el del artista etnógrafo, ya que es también importante el aporte que se haga de la concepción del artista, que ha vivido en un entorno ajeno o distinto al que esta investigando.