El Arte de La Guerra en Roma Vegecio

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Ediciones consultadas para efectuar la traducción.-

Original en Latín, publicado en la web:http://www.thelatinlibrary.com/vegetius.html 

Libros I - II - III Publicado en la web:http://www.pvv.ntnu.no/~madsb/home/war/vegetius/ de Digital Attic - Warfare: 'De Re Militari' byFlavius Vegetius Renatus

Traductor: Teniente John Clarke. (Del Latín al Inglés.Publicado en 1767. Copyright expirado). Versión Etextpor Mads Brevik (2001)

Libros IV – V (Que comprenden la totalidad del LibroIV del original latino):Publicados en la web:

http://www.mediterranees.net/civilisation/armee_romaine/vegece/Index.html,  traducidos al francés porMonsieur le chevalier de Bongars, revisado por NicolasSchwebelius, en la colección de Autores Latinos diriginapor Nisard. Fue publicado por la editorial Firmin-Didoten 1885.

Consideraciones Previas y Prólogo:

Antonio Diego Duarte Sánchez. 

Traductores. 

- De la traducción inglesa al castellano (Libros I, II y III):

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Antonio Diego Duarte Sánchez, Murcia - España,(27.428.747-M) - 2004.

- De la traducción francesa al castellano (Libro IV: librosIV y V en la versión francesa):

 Jorge Mambrilla Royo, Sant Cugat del Vallés(Barcelona) - España, (35.003.886-W) - 2004

- Capítulos V y XXIII del Libro III, del latín al castellano:

Alfonso Rodríguez Belmonte, Santomera (Murcia) – España, (22.435.970-E)

Supervisión.- 

La supervisión de las traducciones al castellano desdelas versiones inglesa y francesa, confrontándolas con el

original latino, ha sido realizada porAlfonso RodríguezBelmonte, Licenciado en Filología Clásica, catedráticode Latín y Griego en el Instituto de Bachillerato deSantomera (Murcia).

Consideraciones previas sobre la traducción. 

A diferencia de otros idiomas (inglés, francés, alemán...)es muy difícil encontrar en Internet la obra de ciertosautores clásicos, como Vegecio, traducidos al castellano.

La que presentamos es un ejemplo claro. La obra deVegecio es citada continuamente por quienes escribensobre las legiones de Roma pero, en España, porejemplo, sólo se puede encontrar la traducción de sutexto en una edición del Ministerio de Defensa.

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Esta traducción es el resultado del interés suscitado enuna lista de correos de Internet (impromano.elistas.net) 

por Vegecio. Al buscar ediciones en castellano, nosencontramos con que no existía ninguna. Y una mezclade rabia y frustración nos incitó a, por lo menos, iniciarla tarea de la traducción a partir de textos en inglés,francés y latín.

Hallamos, primero, la traducción inglesa de John Clarkey comenzamos por ella. Lamentablemente, dichatraducción alcanzaba sólo hasta el Libro III, lo que nosdejaba un gusto a trabajo no terminado. Encontramosluego la traducción francesa del chevallier de Bongars,que sí contemplaba el Libro IV y Jorge Mambrilla Royose ofreció a traducirla; debemos señalar aquí que eltraductor al francés dividió en dos libros: el IV y el V loque en el original latino sólo era el Libro IV.

Quedaba, no obstante, el convencimiento de que la

traducción de una traducción (aunque mejor queninguna) sería insuficiente y mostraría carencias. Porejemplo, la traducción inglesa del primer libro estádividida en 23 capítulos y un prólogo, obviando lasprimeras siete líneas del original, mientras que eloriginal latino está dividido en 28 capítulos. Para loslibros II y III la situación es la misma: 25 y 26 capítulosen el original latino, respectivamente, por 17 y 23,

respectivamente, en la traducción inglesa. Además, eltraductor al inglés, John Clarke, no tradujo los capítulosV y XXIII del libro III. Posteriormente, por si lo anteriorno bastase, descubrimos la carencia de algunas frasesque sí existían en el original latino.

Necesitábamos que alguien supervisase la traducción,cotejándola con el original latino, y ése alguien debíatener un dominio fluido del latín; también le incumbiría

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traducir del latín aquellas frases que no constaban en lastraducciones al inglés y francés. Alfonso Rodríguez

Belmonte vino en nuestra ayuda y se encargó de estalabor imprescindible para ofrecer una traducción lo másfiel posible.

Se ha intentado (el lector dirá si se ha conseguido) queel resultado muestre, sin omitir ninguno, todos losconceptos y temas sobre los que escribió el autor. Altratarse de la traducción de una traducción, el resultadofinal difiere en el estilo del que, sin duda, alcanzaría unatraducción directa del latín. Se han detectado casos enque las traducciones inglesa y francesa se alejaban deltexto original y en tales casos nos hemos servido de lasindicaciones de Alfonso Rodríguez para mantener lafidelidad con el texto original, indicándolo así en lacorrespondiente nota a pie de página. Cuando lastraducciones se ajustaban a los textos inglés y francés ycontenían la información objetiva existente en la obra

latina de Vegecio, hemos preferido dejarlos así paramantener la libertad de derechos de esta obra.

Ponemos esta traducción al castellano a libre y gratuitadisposición de todo el que lo desee, pudiéndosedistribuir de manera igualmente libre y gratuita porcualquier medio. Esperamos que cuantos esténinteresados en la misma la encuentren tan ajustada al

original como a nosotros nos gustaría. Pedimos que secite el origen de la traducción y a sus autores en cuantouso se haga de la misma.

 Antonio Diego Duarte Sánchez. Murcia, España.Traductor del inglés. 

 Jorge Mambrilla Royo , Sant Cugat del Vallés (Barcelona),España. Traductor del francés. 

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 Alfonso Rodríguez Belmonte , Santomera (Murcia),España. Supervisión latín-castellano y traducción del latín al

castellano de los capítulos V y XXIII del libro III. 

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PRÓLOGO 

de EPITOMA REI MILITARIS, de Flavivs VegetivsRenatvs. 

No sabemos demasiado de Flavivs Vegetivs Renatvs;poco más que lo que él mismo nos dice y algunasdeducciones que podemos obtener de su obra. Sedescribe a sí mismo como un "vir illustris et comes",

pero no podemos precisar el alcance de su posición enla corte ni su poder..., ni siquiera podemos precisar elEmperador a quien dedica su trabajo como era normaen la antigüedad. Se suele aceptar un periodo queabarca entre el año 383 d.C. y el 450 d.C. La primeracifra se basa en que menciona al emperador Graciano(375-383 d.C.) como ya deificado, o sea, muerto.

No era un soldado y algunos sostienen que su falta de

conocimientos profesionales debiera prevenirnos contrael uso que hace de algunos términos. Otros consideranque, precisamente por saberse (y declararlo él mismo)un no profesional de la milicia, tendería en su trabajo aser tan minucioso como pudiera con la terminologíaempleada..., aunque sólo fuera para no quedar enridículo ante sus iguales en la corte. A nosotros nosparece que el hecho de que los libros II, III y IV fueran el

resultado de una orden del Emperador hubo, asímismo, de acusar el celo de Vegecio en la precisión desu obra.

Vegecio nos insiste continuamente en la falta dedisciplina y desidia observables en los ejércitos romanosde su época. Y los contrapone a los del pasado, tanto alos del alto imperio como a los de la república. Idealizael pasado y echa mano de cuantas autoridades puede

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para que su trabajo sirva de guía a la reforma militarque permita reverdecer los viejos laureles. Su uso, a

veces, de términos arcaicos (como triarii, princeps,hastatii, etc.) nos viene de perlas en la actualidad paracomparar la evolución del armamento y la doctrinamilitar romana.

Su breviario ha tenido una gran difusión, habiendo sidocopiado frecuentemente y resultando muy popular en elMedievo y Renacimiento. Resultó un manual prácticopara militares con poca experiencia, que lo podían usaren campaña por su poco volumen. Su latín claro yconciso también resultó de ayuda para emplearlo singrandes dificultades.

 Antonio Diego Duarte Sánchez. 

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El Arte de laGuerra en Roma

Flavio Vegecio Renato

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FLAVIO VEGECIO RENATOEl Arte de la Guerra en Roma

Epitoma institutorum rei militaris

El libro primero enseña a fondo sobre la elección delos más jóvenes, de qué lugares o cuáles han de seraceptados como soldados, o con qué ejercicios de

armas han de ser instruidos. El libro segundocontiene la costumbre de la antigua milicia en la quepuede formarse al ejército de infantería. El librotercero expone todas las clases de artes que parecennecesarias para el combate en tierra. El libro cuartoenumera todas las máquinas con las que se atacan ose defienden las ciudades; también añade los

preceptos de la guerra naval. (En todo combatesuelen proporcionar la victoria no tanto el número yel valor instintivo como el arte y el ejercicio).

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LIBRO I

PREFACIOHa sido una antigua tradición de los autores la deofrecer a sus Príncipes los frutos de sus estudiossobre las artes liberales, desde el convencimiento deque ningún trabajo puede ser publicadoadecuadamente sino bajo los auspicios delEmperador, y que el conocimiento del Príncipedebiera ser más general, y de la mayor importancia,pues su influencia es sentida notoriamente portodos sus súbditos. Tenemos muchos ejemplos de lafavorable recepción que Augusto y sus ilustressucesores concedieron a los trabajos que se lespresentaron; y este estímulo del Soberano hizoflorecer las ciencias. La consideración de la superiorindulgencia de Vuestra Majestad hacia intentos deesta clase, me indujo a seguir este ejemplo, y almismo tiempo casi me hizo olvidar mi propiaincapacidad al compararme con los escritoresantiguos. Una ventaja, no obstante, se deriva de lanaturaleza de este trabajo, pues no necesitaelegancia de expresión, ni una porciónextraordinaria de talento, sino solamente grancuidado y fidelidad al recopilar y explicar, para usogeneral, las instrucciones y observaciones denuestros antiguos historiadores de asuntosmilitares, o de aquellos que escribieronexpresamente sobre ellos.

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Mi plan en este tratado es presentar con ciertoorden las costumbres peculiares y usos de los

antiguos en la elección y disciplina de sus nuevaslevas. Lejos de mí la presunción de ofrecer estetrabajo a Vuestra Majestad desde la suposición deque no estáis al tanto de cada parte de su contenido;sino que podéis ver que las mismas saludablesdisposiciones y regulaciones que Vuestra propiasabiduría indicó para la felicidad del Imperio,

fueron anteriormente observadas por los mismosfundadores de esta materia; y así Vuestra Majestadpuede hallar con facilidad, en este breviario, cuantoresulta más útil en asunto tan necesario eimportante.

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I LA DISCIPLINA ROMANA: LA CAUSA DE SUGRANDEZA.

La victoria en la guerra no depende completamentedel número o del simple valor; sólo la destreza y ladisciplina la asegurarán. Hallaremos que losRomanos debieron la conquista del mundo aninguna otra causa que el continuo entrenamientomilitar, la exacta observancia de la disciplina en suscampamentos y el perseverante cultivo de las otras

artes de la guerra. Sin esto, ¿qué oportunidadhabrían tenido los insignificantes ejércitos romanosfrente a las muchedumbres de los Galos? ¿O conqué éxito podría su pequeño tamaño haberseopuesto a la prodigiosa estatura de los Germanos?Los españoles nos superaban no sólo en número,sino en fortaleza física. Siempre fuimos inferiores a

los africanos en riqueza y desiguales en engaño yestratagema. Y los griegos, indudablemente, fueronmuy superiores a nosotros en la destreza con lasartes y toda clase de conocimientos.Pero a todas esas ventajas, los romanos opusieronun cuidado inusual en la elección de sus levas y ensu entrenamiento militar. Comprendieron

completamente la importancia de endurecerse conla práctica continua y de entrenarse en cadamaniobra que pudiera ocurrir en la formación y enel combate. Tampoco fueron menos estrictos alcastigar la desidia y la pereza. El valor de unsoldado se enaltece con el conocimiento de suprofesión, y sólo desea una oportunidad para

ejecutar aquello que él está convencido de haber

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aprendido perfectamente. Un puñado de hombres,curtidos en la guerra, marcharán a un victoria cierta

mientras que, por el contrario, ejércitos numerososcon tropas indisciplinadas y novatas no son sinomultitudes de hombres llevados al sacrificio.

II LA SELECCION DE LOS RECLUTASPara tratar nuestra materia con algún método,deberíamos antes examinar qué provincias o

naciones van a preferirse para proveer de reclutas alos ejércitos. Es cierto que cada país produce tantohombres valientes como cobardes; pero esigualmente cierto que algunas naciones sonnaturalmente más aguerridas que otras y que elvalor, así como la fortaleza de cuerpo, dependengrandemente de la influencia de los distintos climas.

III QUÉ PROCEDENCIA ES MEJOR PARA LARECLUTA: LA CIUDAD O EL CAMPOExaminaremos a continuación si la ciudad o elcampo producen los mejores y más capacessoldados. Nadie, imagino, puede dudar que loscampesinos son los más capacitados para empuñar

las armas pues desde su infancia han estadoexpuestos a toda clase de climas y criados para eltrabajo más duro. Son capaces de soportar el mayorcalor, desconocen el uso de baños y les son extrañosotros lujos de la vida. Son sencillos, se contentancon poco, están acostumbrados a toda clase defatigas y preparados, en cierta medida, para la vida

militar por su continuo empleo en labores agrícolas,

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en manejar la azada, cavando zanjas y llevandocargas, soportando el Sol y el polvo. Sus comidas

suelen ser rústicas y moderadas; deben estaracostumbrados a descansar ora al aire libre, ora entiendas. Tras esto, deben ser instruidos en el uso desus armas. Si se planea alguna larga expedición,debería acampárseles tan lejos como se pueda de lastentaciones de la ciudad. Con estas prevenciones,sus mentes y sus cuerpos serán adecuadamente

adiestradas para el servicio.

Me doy cuenta de que en las primeras épocas de laRepública, los romanos siempre levantaron susejércitos en la misma ciudad, pero esto sucedía enuna época donde no había placeres ni lujos que lesenervaran. El Tíber era, entonces, su único baño y

en él se refrescaban, nadando, tras sus ejercicios ysus trabajos en el campo. En aquellos días, el mismohombre era soldado y granjero, pero un granjeroque, llegada la ocasión, dejaba a un lado susherramientas y empuñaba la espada. La veracidadde esto se confirma con el ejemplo de QuintiusCincinnatus, que estaba arando cuando llegaron a

ofrecerle la Dictadura. La fortaleza principal denuestros ejércitos, así, debe ser reclutada del campo.Pues es cierto que cuanto menos familiarizado estáun hombre con los placeres de la vida, menosmotivos tiene para temer la muerte.

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IIII LA EDAD ADECUADA DE LOS RECLUTASSi seguimos la costumbre antigua, el momento

adecuado para alistar a un joven es a su llegada a lapubertad. En este momento, las prácticas de todaclase son más rápidamente asimiladas y másprofundamente impresas en la mente. Además deesto, los ejercicios militares de correr y saltar debenser adquiridos antes de que los miembros esténdemasiado castigados por la edad. Así, tal

actividad, acrecentada por la práctica continua,moldea el mejor y más útil soldado. Antiguamente,dice Salustio, la juventud romana, tan pronto comoalcanzaban la edad de portar armas, era entrenadadel modo más estricto en sus campamentos entodos los ejercicios y fatigas de la guerra. Así esciertamente mejor que un soldado, perfectamente

disciplinado, se queje de no haber llegado aún a laedad apropiada para el combate a padecer lamortificación de saber que ya ha pasado. Esnecesario un tiempo suficiente para su instrucciónen los distintos aspectos del servicio. No es cosafácil entrenar la caballería o el arquero de infantería,o instruir al legionario en cada parte del orden

cerrado , enseñarle a no abandonar su puesto,mantener las filas, apuntar y lanzar sus armasarrojadizas, y cómo detener un ataque con destreza.Un soldado, tan perfecto en sus cometidos, lejos demostrar torpeza en el enfrentamiento, estará ansiosode tener una oportunidad de señalarse.

V SU TAMAÑO

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Vemos que los antiguos procuraban disponer de loshombres más altos para el servicio, pues la estatura

normal para la caballería de las alas y las primerascohortes legionarias fue fijada en un metro y setentay siete centímetros, o al menos en un metro ysetenta y dos centímetros. Tales medidas podían sermantenidas en aquella época cuando tantos seguíanla profesión de las armas y era costumbre de la florde la juventud romana antes de dedicarse al servicio

civil del Estado. Pero cuando la necesidad loimponía, la altura de un hombre no era miradatanto como su fortaleza; y como ejemplo de ellotenemos la autoridad de Homero, quien nos cuentaque la deficiencia en estatura de Tideo estabaampliamente compensada por su vigor y coraje.

VI SIGNOS DE CUALIDADES DESEABLESAquellos que se dedican a supervisar las nuevaslevas deberían ser particularmente cuidadosos enexaminar sus caras, sus ojos y la constitución de susmiembros, para poder hacerse un juicio veraz yelegir a los más a propósito para ser buenos

soldados. La experiencia nos demuestra que hay enlos hombres, como en los perros y los caballos,signos evidentes por los que descubrir sus virtudes.Los soldados jóvenes, así pues, deben tener unamirada despierta, llevar la cabeza erguida, su pechodebe ser ancho, sus hombros musculosos y fuertes,sus dedos largos, sus brazos fuertes, su cintura

pequeña, sus piernas y pies tan nervudos como

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flexibles. Cuando tales señas se encuentran en unrecluta, una estatura pequeña puede dispensarse,

pues resulta mucho más importante que un soldadosea fuerte antes que alto.

VII OFICIOS ADECUADOS PARA NUEVASLEVAS.Al seleccionar reclutas se ha de considerar su oficio.Pescadores, cazadores de aves, sastres, tejedores y,

en general, todas aquellas profesiones más propiasde las mujeres, deberían, en mi opinión, no seradmitidas en absoluto para el servicio. Por elcontrario, los herreros, carpinteros, carniceros ycazadores resultan los más adecuados para serreclutados. De la cuidadosa elección de los soldadosdepende el bienestar de la República, y la esencia

primordial del Imperio Romano y de su poder estátan inseparablemente conectada con este cometidoque resulta de la mayor importancia que tal misiónse encargue a personas de confianza. Los antiguosconsideraron el cuidado de Sertorio, en este punto,era una de sus más eminentes cualidades militares.Al soldado a quien se confía la defensa del Imperio

y en cuyas manos está la fortuna de la guerra, debe,si es posible, pertenecer a familias reputadas eintachables en sus costumbres. De talesconsideraciones se puede esperar de esos hombresque serán buenos soldados. El sentido del honor,impidiendo el mal comportamiento, les harávictoriosos.

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Pero ¿qué bien se puede esperar de un hombrecobarde por naturaleza, aunque sea disciplinado o

aunque haya servido en muchas campañas? Unejército alistado sin la adecuada atención a laselección de sus reclutas nunca ha resultado buenoa lo largo del tiempo; y ahora estamos convencidos,por cruel experiencia, de que éste es el origen detodas nuestras desgracias. Tantas derrotas puedenimputarse únicamente a los efectos de una larga paz

que nos ha convertido en negligentes y descuidadosen la selección de nuestras levas, así como a lapreferencia mayoritaria entre los mejores denosotros por los puestos civiles del gobierno antesque por la profesión de las armas, y alcomportamiento vergonzoso de lossuperintendentes quienes, por interés o

connivencia, aceptan a muchos de aquellos hombresenviados por quienes han de proveer reemplazospara el ejército y admiten para el servicio a quienesni los maestros querrían como siervos. Así, esevidente que tal confianza no ha de encomendarsesino a hombre de mérito e integridad.

VIII LA MARCA MILITAR.El recluta, sin embargo, no debe recibir la marcamilitar tan pronto como es alistado. Debe juzgarseantes si es apto para el servicio, que tiene lasuficiente fortaleza y nervio; si tiene capacidad paraaprender su deber y si posee el suficiente valormilitar. Muchos, aunque prometedores en

apariencia, resultan inadecuados tras el

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entrenamiento. Ésos han de ser rechazados ysustituidos por hombres mejores; pues no es la

cantidad, sino el valor lo que triunfa.

Tras su examen, los reclutas recibirán la marcamilitar y se les enseñará el uso de sus armas con lapráctica constante y diaria. Pero esta costumbrebásica ha sido abolida por la relajación inducida poruna larga paz. No podemos esperar encontrar ahora

un hombre para enseñar lo que él mismo nuncaaprendió. El único método disponible, pues, pararecuperar las viejas costumbres son los libros y laconsulta de los antiguos historiadores. Pero nosresultan de poca ayuda respecto a esto, pues ellossólo relatan las hazañas y sucesos de las guerras yno dan noticia de los asuntos que ahora nos ocupan,

pues los consideraban universalmente conocidos.La negligencia de nuestra época ha hecho que tengaque exponer conjuntamente en esta recopilación loque Catón el Censor, Cornelius Celsus, Frontino yPaternvs, autor versado en esta materia, escribieronsobre la disciplina militar; y lo que Augusto,Trajano y Adriano mandaron en sus reglamentos.

Todo se ha sacado de estos autores, habiéndomelimitado a resumirlo.

VIIII ENTRENAMIENTO INICIAL: EL PASOMILITAR, LA CARRERA Y EL SALTO.Lo primero que se debe enseñar al soldado es elpaso militar, que sólo se puede adquirir con la

práctica constante de marchar rápido y juntos. Y es

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algo de la mayor importancia, tanto en la marchacomo en el frente, que mantengan sus filas con la

mayor exactitud. Las tropas que marchan demanera irregular y desordenada están siempre enpeligro de ser derrotadas. Deben marchar con elpaso normal militar veinte millas en cinco horas deverano, y a paso rápido, que es más rápido,veinticuatro millas en el mismo número de horas, sise supera esta velocidad ya no marchan sino que

corren y no se puede precisar la cadencia.

Los jóvenes reclutas, en particular, deben ejercitarseen la carrera para poder cargar sobre el enemigocon gran vigor; ocupar, si hay ocasión, un lugarventajoso con gran velocidad e impedir que elenemigo haga lo mismo; así, pueden, cuando se les

manda de reconocimiento, avanzar con rapidez,volver velozmente y enfrentar al enemigo en unapersecución.

El salto es otro ejercicio necesario, para permitirlespasar fosos u obstáculos molestos de cualquier clasesin dificultad. Hay también otra ventaja material

derivada de tales ejercicios al llegar el combate; paraun soldado que avanza con su jabalina, corriendo ysaltando, deslumbrando los ojos de su adversario, leataca con terror y le propina el golpe fatal antes deque haya tenido tiempo de alistar su defensa.Salustio, hablando de la excelencia de Pompeyo elGrande en este particular, nos dice que él disputaba

la superioridad en el salto con los más activos, en la

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carrera con el más raudo y en los ejercicios defuerza con los más robustos. No hubiera sido nunca

capaz de haberse opuesto con éxito a Sertorio si nose hubiera preparado a sí mismo y a sus soldadospara la acción con ejercicios continuos de esta clase.

X APRENDER A NADAR.Cada joven soldado, sin excepción, debe aprender anadar durante los meses de verano; pues a veces es

imposible atravesar los ríos por puentes, y losejércitos que huyen o persiguen están a menudoobligados a nadar por ellos. Una súbita fusión de lasnieves o la caída de lluvia hacen a menudo que sedesborden sus márgenes y, en tal situación, hay máspeligro en no saber nadar que en el enemigo. Losantiguos romanos, pues, perfeccionados en cada

aspecto del arte militar por las continuas guerras ypeligros, eligieron el campo de Marte como el más apropósito para sus ejercicios por su vecindad alTíber, pues los jóvenes podían lavarse el polvo y elsudor y refrescarse tras el cansancio con la natación.La caballería así como la infantería, e incluso loscaballos y los sirvientes del ejército deben estar

acostumbrados a este ejercicio pues todos estánexpuestos por igual a los mismos accidentes.

XI EJERCICIOS DE GUARNICIÓN: USO DELESCUDO Y DEL PALO.Estamos informados por los escritos de los antiguosque entre sus otros ejercicios se contaban los de

guarnición. Daban a sus reclutas escudos trenzados

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de sauce, el doble de pesados de los que solíanemplear en el servicio real, y espadas de madera del

doble de peso que las normales. Se ejercitaban conellos en el palo tanto por la mañana como por latarde.

Este es un invento de gran utilidad, no sólo para lossoldados, sino para los gladiadores. Ningún hombrede tales profesiones se distinguió nunca en el circo o

en el campo de batalla sin ser hábil en tal ejercicio.Cada soldado, pues, fijaba un poste firmemente enel suelo, de unos seis pies de altura. Contra ése,como contra un enemigo real, el recluta se ejercitabacon las armas arriba mencionadas, como si fueranlos escudos y espadas normales, apuntando ora a lacabeza o cara, ora a los lados o tratando de atacar

los piernas o muslos. Eran instruidos en el modo deavanzar y retirarse, como tomar ventaja en elcuerpo a cuerpo sobre su adversario; pero se lesprevenía a todos particularmente para no abrir suguardia al enemigo mientras le apuntaban paraatacarle.

XII NO CORTAR, SINO DAR ESTOCADAS CONLA ESPADA.Se les enseñaba, igualmente, a no cortar, sino darestocadas con sus espadas. Para los romanos, nosólo resultaba motivo de chanza quienes luchabancon el borde de tal arma, sino que constituían unafácil conquista. Un ataque con los filos, aún los

hechos con mucha fuerza, raramente mata, pues las

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partes vitales del cuerpo están defendidas tanto porlos huesos como por la armadura. Por el contrario,

una estocada, con que penetre dos pulgadas, esgeneralmente fatal. Además, en la posición delataque, es imposible evitar exponer el brazoderecho y el costado; de otra parte, el cuerpo estácubierto al dar una estocada, y el adversario recibela punta antes de que vea la espada. Este fue elmétodo de lucha usado principalmente por los

romanos, y sus motivos para ejercitar a los reclutasal principio con armas de un tal peso era quecuando al fin llevaban las normales, mucho másligeras, la gran diferencia de peso les permitíacomportarse con gran seguridad y diligencia a lahora del combate.

XIII EL EJERCICIO LLAMADO ESGRIMA.Las nuevas levas deben también ser instruidas porlos maestros de armas en el ejercicio llamadoesgrima, que aún se conserva parcialmente entre losnuestros. La experiencia, aún en nuestros tiemposnos persuade de que a los soldados,experimentados en ella, les resulta del mayor valor

en el combate. Y les proporciona pruebas ciertas dela importancia y efectos de la disciplina por ladiferencia que vemos entre aquellos adecuadamenteentrenados en esta instrucción y las demás tropas.Los antiguos romanos eran tan conscientes de suutilidad que recompensaban a los maestros dearmas con doble ración. Los soldados que se

quedaban atrás en la instrucción de este ejercicio

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eran castigados obteniendo su ración en cebada. Nitampoco la recibían, como era normal, en trigo,

hasta que habían demostrado, en presencia delprefecto, de los tribunos u otros oficiales superiores,suficientemente su conocimiento de cada parte desu instrucción.

Ningún Estado puede estar feliz ni seguro si esremiso y negligente con la disciplina de sus tropas.

Pues no es la profusión de riquezas o el exceso delujuria lo que pueda inducir a nuestros enemigos a juzgarnos o respetarnos. Esto sólo se conseguirá porel terror a nuestras armas. Es una observación deCatón el que se puede recuperar el malcomportamiento en asuntos comunes, pero resultamuy de otra manera en la guerra, donde los errores

son fatales y no tienen remedio, siendoinmediatamente seguidos de castigo. Aconsecuencia de enfrentarse al enemigo sin valor ocoraje, es esta parte del ejército abandonada en elcampo de batalla, y aquellos que permanecenreciben tal impresión de su derrota que no osanluego mirar la cara del enemigo.

XIIII EL USO DE ARMAS ARROJADIZAS. Junto al antedicho ejercicio de los reclutas en elposte, se les proporciona jabalinas de más peso quelas normales, con las que son enseñados a arrojarlasal mismo poste. Y los maestros de armas teníanmucho cuidado en instruirles en cómo lanzarlas con

adecuada puntería y potencia. Esta práctica

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fortalece el brazo y convierte al soldado en un buentirador.

XV EL USO DEL ARCO.Un tercio o un cuarto de los soldados más jóvenes ycapaces deben también ejercitarse en el poste conarcos y flechas construidos expresamente con estepropósito. Los instructores de este arma deben serelegidos con cuidado y deben aplicarse

diligentemente para enseñar a los hombres aagarrar el arco en la posición adecuada, a tensarlocon fuerza, a mantener la mano izquierda estable, atirar acertadamente con la derecha, a dirigir suatención y su mirada al objetivo y a tomar punteríacon igual precisión tanto a pie como a caballo. Peroesto no se adquiere sin gran dedicación, ni se

conserva sin ejercicio diario y práctica.

La utilidad de los buenos arqueros en el combate esclaramente demostrado por Catón en su tratadosobre la disciplina militar. A la constitución de uncuerpo de tropas de esta clase debió Claudio suvictoria sobre un enemigo que, hasta ese momento,

se había mostrado superior a él. Escipión elAfricano, antes de su combate con los Numantinos,que habían hecho pasar al ejército romano bajo elyugo, consideró que no tendría ninguna posibilidadde éxito a no ser que incorporara cierto número dearqueros selectos con cada centuria.

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XVI LA HONDA.Se debe instruir a los reclutas en el arte del

lanzamiento de piedras tanto a mano como conhonda. Se dice que los habitantes de las islasBaleares han sido los inventores de la honda, y quesu sorprendente destreza en el manejo la debían a laforma de enseñar a sus niños. Sus madres no lespermitían coger su comida si antes no la habíanderribado con sus hondas. Los soldados, a pesar de

su armadura defensiva, quedan a menudo másvejados por los cantos rodados que por las flechasdel enemigo. Las piedras matan sin lacerar elcuerpo y la contusión es mortal sin pérdida desangre. Es universalmente sabido que los antiguosemplearon honderos en sus combates. Existe elmayor motivo para instruir a todas las tropas, sin

excepción, en este ejercicio, pues la honda no sueleconsiderarse de gran importancia y a menudoresulta del mayor servicio, especialmente cuando seestá obligado a combatir en poblaciones de piedra, oa defender una montaña o promontorio, o alrechazar al enemigo que ataca una ciudad o castillo.

XVII LOS DARDOS PESADOS.El ejercicio de los dardos pesados, llamadosmattiobarbuli, no debe omitirse. Antiguamenteteníamos dos legiones en Iliria, de seis mil hombrescada una, que por su extraordinaria destreza yhabilidad en el uso de tales armas fuerondistinguidas con el mismo nombre. Soportaron

durante mucho tiempo el peso de todas las guerras

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y se distinguieron tan reseñablemente que losemperadores Diocleciano y Maximiano, en su

acceso al trono, las honraron con los títulos de Joviana y Herculana y las prefirieron sobre las otraslegiones. Cada soldado lleva cinco de tales jabalinasen el hueco de su escudo. Y así el legionario parecesustituir el lugar de los arqueros, pues hieren tantoa los hombres como a los caballos del enemigo antesde que entren al alcance de las armas arrojadizas

normales.

XVIII ENSEÑAR EQUITACION.Los antiguos obligaban estrictamente, tanto a losveteranos como a los reclutas, a la prácticaconstante de la equitación. Ha llegado incluso anuestros tiempos, aunque se le dedique hoy poca

atención. Tienen caballos de madera, con estepropósito, situados en invierno a cubierto y enverano al aire libre. A los jóvenes soldados se lesenseñaba a saltar sobre ellos, al principio sin armasy luego completamente armados. Y era tal suatención hacia este ejercicio que estabanacostumbrados a montar y desmontar por cualquier

lado, indistintamente, con las espadas empuñadas ocon lanzas en las manos. Con la práctica continua entiempos de paz, su caballería fue llevada a talperfección de disciplina que montaban sus caballosen un instante incluso en la confusión de la sorpresay de las alarmas inesperadas.

XVIIII Y A LLEVAR CARGAS.

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Acostumbrar a los soldados a llevar cargas estambién parte esencial de la disciplina. A los

reclutas, en particular, se les debe obligarfrecuentemente a llevar un peso de no menos desesenta libras (lo que pesan sus armas) y marcharcon ellos en las filas. Esto se debe a que, en lasexpediciones difíciles, a menudo se hallaban en lanecesidad de llevar sus provisiones y sus armas. Nolo encontrarían problemático cuando lo tomaron

por costumbre, lo que facilita todo. Nuestras tropas,en los tiempos antiguos, eran una prueba de esto, yVirgilio lo remarcó en los siguientes versos:

Los soldados romanos, criados en las alertas de la guerra,encorvados con pesos injustos y armas pesadas, alegressobrellevaban sus penosas marchas, y levantaban prestos

sus campamentos ante el enemigo.

XX LAS ARMAS DE LOS ANTIGUOS.Pondremos ahora a consideración el modo de armarlas tropas. Pero ya no se sigue el método de losantiguos. Pues aunque tras el ejemplo de los Godos,los Alanos y los Hunos, hemos hecho algunas

mejoras en las armas de la caballería, todavía esevidente que la infantería está totalmente indefensa.Desde la fundación de la ciudad hasta el reinado delemperador Graciano, los infantes llevaron corazas ycascos. Pero la negligencia y la pereza crecientes hallevado, de hecho, a una total relajación de ladisciplina, los soldados empezaron a pensar que sus

armaduras eran demasiado pesadas y raramente selas colocaban. Primero pidieron permiso al

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emperador para dejar las corazas y después elcasco. A consecuencia de esto nuestras tropas, en

sus enfrentamientos con los Godos, a menudoresultaron desbaratados con sus lluvias de flechas.De ahí la necesidad de obligar a la infantería arecuperar sus corazas y cascos, pese a las repetidasderrotas, cuya ausencia llevó a la destrucción detantas grandes ciudades.

Las tropas, indefensas y expuestas a todas las armasdel enemigo, están más dispuestas a huir que aluchar. ¿Qué se puede esperar de un arquero de apie, sin coraza o casco, que no puede empuñarenseguida su arco y escudo, o de losportaestandartes cuyos cuerpos están desnudos yque no pueden llevar a la vez un escudo y los

colores? El soldado de infantería encuentra el pesode una coraza, o incluso de un casco, intolerable.Ello es porque raramente se entrenan y se lasponen.

Pero el asunto podría ser muy distinto, aunquefueran más pesados de lo que son, si por la práctica

constante estuvieran acostumbrados a llevarlas.Pero parece que muchos de tales hombres, que nopueden soportar el peso de la antigua armadura, nopiensan que se exponen sin defensa a las heridas yla muerte ni, lo que es peor, a la vergüenza de serhechos prisioneros o de traicionar a su patria con lahuida; y así, para evitarse una incierta cantidad de

ejercicio y fatiga, sufren la ignominia de ser hechos

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pedazos. ¿Por qué podrían llamar los antiguosmuro a la infantería, sino porque en cierto modo lo

recordaban la armadura completa del legionario,con escudos, cascos, corazas y grebas de hierro en lapierna derecha; y los arqueros que llevabanguanteletes en el brazo izquierdo? Tales eran lasarmas defensivas de los soldados legionarios.Aquellos que luchaban en primera línea de susrespectivas legiones eran llamados principes, los

que luchaban en segunda línea, hastati, y quienes enla tercera, triarii.

Los triarii, conforme a su sistema de disciplina,descansaban en momentos de acción sobre unarodilla, bajo la cubierta de sus escudos, pues en estaposición estaban menos expuestos a los dardos del

enemigo que si permanecieran en pie; y además,cuando había necesidad de llevarles al frente,estaban frescos, con todo su vigor y cargaban con lamayor impetuosidad. Han dado muchos ejemplosde ganar una victoria tras la completa derrota de lospríncipes y los hastati.

Los antiguos tenían así mismo un cuerpo deinfantería ligera, honderos y ferentarii, que sesituaban normalmente en las alas y daban comienzoal combate. Los hombres más activos y másdisciplinados se elegían para este servicio; y comosu número no era muy grande, se retirabanfácilmente, si les rechazaban, entre los intervalos de

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la legión sin ocasionar el menor desorden en laslíneas.

Los gorros panónicos de piel que llevan nuestrossoldados, fueron inicialmente introducidos con undiseño distinto. Los antiguos obligaban a loshombres a llevarlas siempre para que estuvieranconstantemente acostumbrados a llevar la cabezacubierta y que fueran menos sensibles al peso del

casco.

Como armas arrojadizas de la infantería, llevaban jabalinas con una punta triangular de hierro, deonce pulgadas o un pie de largo, que llamabanpilum. Una vez fijados en el escudo era imposiblearrancarlos, y cuando se los lanzaba con fuerza y

destreza, penetraban la coraza sin dificultad. En laactualidad son raramente empleados entre nosotros,pero son el arma principal de la infantería pesadabárbara. Ellos la llaman bebrae, y cada hombre llevados o tres de ellas en la batalla.

Ha de observarse que cuando los soldados emplean

la jabalina, el pie izquierdo debe adelantarse pues,con esta postura, la potencia del lanzamiento seincrementa. Por el contrario, cuando están lobastante cerca para usar sus pila y espadas, el piederecho debe adelantarse para que el cuerpopresente menos blanco al enemigo y que el brazoderecho esté más cerca y en posición más ventajosa

para atacar. De aquí aparece la necesidad de

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proporcionar a los soldados armas defensivas decada clase y enseñarles el uso de las ofensivas.

Pues es cierto que un hombre luchará con más valory confianza cuando se encuentre adecuadamentearmado para la defensa.

XXI CAMPAMENTOS ATRINCHERADOS.Los reclutas deben ser instruidos en el modo de

atrincherar campamentos, no habiendo parte de ladisciplina tan útil y necesaria como ésta. Pues en uncampamento, bien elegido y afosado, las tropaspueden descansar seguras tanto de día como denoche entre su obra, aún cuando estén a la vista delenemigo. Parece imitar una ciudad fortificada queellos pueden construir para su seguridad donde

quiera que les plazca. Pero este valioso arte estáahora totalmente perdido, pues ya hace muchodesde que nuestros campamentos fueranfortificados con foso o empalizadas. Por estanegligencia nuestras fuerzas han sido a menudosorprendidas por el día y por la noche, por lacaballería enemiga, sufriendo severas pérdidas. La

importancia de esta costumbre se muestra no sólopor el peligro al que las tropas que acampan sinprecauciones están constantemente expuestas sinopor la desastrosa situación de un ejército que, trasrecibir un castigo en el campo de batalla, se halla sinretaguardia y, consecuentemente, a merced delenemigo.

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XXII DE LA ELECCIÓN DEL LUGAR DELCAMPAMENTO.

Un campamento, especialmente en la cercanía delenemigo, debe elegirse con gran cuidado. Susituación debe ser fuerte por naturaleza y debe estarbien provisto de madera, forraje y agua. Si elejército va a ocuparlo durante un tiempoconsiderable, se debe prestar atención a lasalubridad del lugar. El campamento no debe estar

dominado por terrenos más altos desde los que elenemigo les pueda insultar o vejar, ni estarexpuesto a corrientes que pondrían en gran peligroal ejército. Las dimensiones de los campamentoshan de estar determinadas por el número de tropasy la cantidad de bagajes, que un ejército pueda tenersuficiente espacio y que uno pequeño no le obligue

a extenderse fuera de su propia extensión.

XXIII DE LA FORMA DE LOS CAMPAMENTOS.La forma del campamento debe estar determinadapor la orografía del terrero y de acuerdo con ellaserá cuadrado, triangular u oval. La puertapretoriana debe dar frente al este o al enemigo. En

un campamento temporal, debe dar frente a la rutapor la que marcha el ejército. Dentro de esta puerta,se ponen las tiendas de las primeras centurias ocohortes y se plantan los dracos y otras insignias.

La puerta decumana está directamente opuesta a lapretoriana, en la parte de atrás del campamento, y

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por ella son llevados los soldados al lugar señaladopara el castigo o la ejecución.

XXIIII FORTIFICACION DE CAMPAMENTOS.Hay tres formas de atrincherar un campamento.Cuando el peligro no es inminente, llevan unaestrecha zanja alrededor de todo el perímetro, desólo dos metros de ancho y dos de hondo. Con laturba que se ha sacado, se hace una especie de muro

o terraplén de noventa centímetros de alto en la carainterior del foso. Pero donde haya motivo paratemer ataques del enemigo, el campamento derodearse de un foso regular, de metros y medio deancho y, metros de hondo, perpendicular a lasuperficie del terreno. Se eleva entonces unparapeto en el lado próximo al campo, de una

altura de cuatro pies, con obstáculos y fajinas (hacesde palos) adecuadamente cubiertas y aseguradas ala tierra sacada del foso. Un número suficiente deazadas, zapapicos, canastas de mimbre yherramientas de toda clase han de proporcionarsepara tales trabajos.

XXV FORTIFICACION DEL CAMPAMENTO ENPRESENCIA DEL ENEMIGO.No hay dificultad en fortificar un campamentocuando no hay enemigo a la vista. Pero si elenemigo está próximo, toda la caballería y la mitadde la infantería deben formar en orden de batallapara cubrir al resto de las tropas que trabajan en el

atrincheramiento y estar dispuestos a enfrentar al

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enemigo si se deciden a atacar. Las centurias seemplean por turnos en el trabajo y son llamados

regularmente al relevo por un pregonero hasta quese completa el trabajo. Luego se inspecciona y midepor los centuriones, que castigan tanto a losindolentes como a los negligentes. Este es un puntomuy importante en la disciplina de los jóvenessoldados quienes, cuando están adecuadamenteentrenados en ello, son capaces en una emergencia

de fortificar su campamento con habilidad yrapidez.

XXVI MANIOBRAS.NInguna parte de la instrucción es más esencial encombate que los soldados mantengan sus filas conla mayor exactitud, sin abrirlas o cerrarlas

demasiado. Las tropas demasiado cerradas nuncaluchan como debieran, y sólo se molestan unas aotras. Si su orden es demasiado abierto y laxo, ledan al enemigo la oportunidad de penetrar.Siempre que ocurre esto y son atacados por laretaguardia, son inevitables la confusión y eldesorden general. Los reclutas, así pues, deben estar

constantemente en el terreno, formados según su roly dispuestos en una sólo línea. Deben aprender aformar en línea recta y mantener la misma distanciaentre hombre y hombre. Se les ordenará luego endoble fila, lo que ejecutarán rápidamente, cubriendoinstantáneamente a sus guías de fila. Acontinuación doblarán otra vez y formarán en

profundidad de a cuatro. Y después el triángulo o,

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como se le llama normalmente, la cuña, unaformación muy útil en combate. Debe enseñárseles

a formar el círculo u orbe; para tropas biendisciplinadas, tras haber sido rotas por el enemigo,haberse colocado en esta posición ha evitado lacompleta ruptura del ejército. Estas maniobras,practicadas a menudo en el terreno de ejercicios, seejecutarán con facilidad en el servicio actual.

XXVII MARCHAS MENSUALES.Era una costumbre constante entre los antiguosromanos, confirmada por las ordenanzas deAugusto y Adriano, ejercitarse tanto la caballería yla infantería tres veces al mes con marchas de ciertalongitud. La infantería era obligada a marchar,completamente armada, la distancia de diez millas

desde el campamento y regresar con el mayor ordeny con el paso militar, que cambiaban y acelerabanen ciertos momentos de la marcha. Así mismo, sucaballería, con tropas y apropiadamente armadas,ejecutaba las mismas marchas y se ejercitaban almismo tiempo en sus movimientos y maniobraspeculiares; a veces, como si persiguieran al

enemigo, ora iban o volvían otra vez con granimpetuosidad a la carga. Hacían tales marchas nosólo en terrenos llanos o de tierra, sino que tanto lacaballería como la infantería eran llevadas aterrenos difíciles y abruptos y a ascender odescender montañas, para prepararles a toda clasede accidentes y familiarizarlos con las distintas

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maniobras que las diferentes orografías de un paíspodían requerir.

XXVIII EXHORTACION SOBRE LAS VIRTUDES YEL ARTE DE LA GUERRA.Estas máximas militares e instrucciones, invencibleEmperador, como prueba de mi devoción y celo envuestro servicio, he reunido cuidadosamente apartir de los trabajos sobre el tema de los autores

antiguos. Mi deseo aquí es apuntar el método ciertopara formar buenos y útiles ejércitos, lo que sólo sepuede alcanzar mediante la exacta imitación de losantiguos en su cuidado en la selección y disciplinade las nuevas levas. Los hombres no handegenerado en su valor, ni están todavía exhaustoslos países que produjeron a los lacedemonios,

atenienses, marsianos, samnitas, pelignos e inclusoa los propios romanos. ¿No alcanzaron los epirotasen tiempos anteriores gran reputación en la guerra?¿No penetraron los macedonios y tesalianos, trasconquistar a los persas, hasta la misma India? Y esbien conocido que la disposición a la guerra dedacios, moesios y tracios dio lugar a la leyenda de

que Marte nació entre ellos.

Pretender enumerar las diferentes naciones de losantiguos, tan formidables, que están ahora bajo eldominio de los romanos, sería tedioso. Pero laseguridad establecida por la larga paz ha alteradosus disposiciones, arrastrándolos fuera de la milicia

a ocupaciones civiles e infundiéndoles amor la

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desidia y la comodidad. De aquí se sigue unarelajación de la disciplina militar, luego la

negligencia en ella, para hundirse después en uncompleto olvido. Ahora parecerá sorprendente queesta alteración pueda haber ocurrido en los últimostiempos, si consideramos que la paz de unos veinteaños o algo más tras las Primera Guerra Púnica,desmadejó a los romanos, antes por doquiervictoriosos, por desidia y negligencia de la

disciplina hasta tal punto, que en la SegundaGuerra Púnica no fueron capaces de mantener elcampo frente a Aníbal. Al final, tras la derrota demuchos cónsules y la pérdida de muchos oficiales yejércitos, se convencieron de que el resurgimientode la disciplina era el único camino a la victoria yasí recuperaron su superioridad. La necesidad de la

disciplina, así pues, no puede a menudo inculcarse,así como el requisito de la estricta atención en laselección y entrenamiento de nuevas levas. Estambién cierto que es mucho menos caro para unEstado entrenar a sus súbditos en las armas quepagar extranjeros.

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LIBRO II

PREFACIOTal serie continuada de victorias y triunfos hanprobado incontestablemente el completo y perfectoconocimiento de Vuestra Majestad de la disciplinamilitar de los antiguos. El éxito en cualquierprofesión es la muestra más cierta de la habilidaden ella. Por vuestra grandeza de mente, por encimade la comprensión humana, Vuestra Majestadconsiente en buscar consejo de los antepasados,pese a que Vuestras recientes y propias hazañassobrepasan las de la misma antigüedad. Al recibirórdenes de Vuestra Majestad para seguir con estebreviario, no tanto para Vuestra instrucción comopara Vuestro interés, no supe cómo conciliar midevoción a Vuestras órdenes con el respeto debido aVuestra Majestad. ¿No podría resultar la mayor delas presunciones, pretender mencionar el arte de laguerra al Señor y Maestro del mundo y alConquistador de todas las naciones bárbaras, amenos que fuera describiendo sus propias acciones?Pero la desobediencia al deseo de tan gran Prínciperesultaría tan grandemente criminal comopeligrosa. Mi obediencia, por lo tanto, me hizoconfiado de la aprehensión por parecerlo más quepor lo contrario. Y en esto no fui poco osado, por laindulgencia, en última instancia, de VuestraMajestad. Mi tratado sobre la selección y disciplinade nuevas levas encontró la favorable recepción de

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Vuestra Majestad, y ya de un trabajo con tanto éxitofinalizado, compuesto a mi propio entender, no

podía temer de uno emprendido por Vuestrasexpresas órdenes.

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I DE LAS DIVISIONES DE LA MILICIA.La institución militar (según un egregio autor latino

atestigua en el comienzo de su poema, consta de lasarmas y los hombres) se compone de tres partes: lacaballería, la infantería y la marina. Las alas de lacaballería se llaman así por su similitud con las alasque se extienden a ambos lados del cuerpo para suprotección. Ahora se les llama vexillationes por laclase de estandartes peculiares a ellos. La caballería

legionaria son cuerpos particularmente anexadas acada legión y de una clase diferente; y sobre sumodelo fue organizada la caballería llamada ocreati,por las botas ligeras que llevaban. La flota consisteen dos divisiones, la primera, llamada liburnia y laotra con balandros armados. La caballería estáideada para planicies. Las flotas se emplean en la

protección de mares y ríos. La infantería esadecuada para la defensa de prominencias, para laguarnición de ciudades y son igualmente útiles enterrenos llanos como abruptos. La última es, portanto, por su facilidad para actuar en cualquierlugar, ciertamente la más útil y necesaria pues apesar de su mayor número puede ser mantenida

con poco gasto. La infantería se divide en doscuerpos: las legiones y los auxiliares, estandocompuestos los últimos por aliados o confederados.La fortaleza peculiar de los romanos consistiósiempre en la excelente organización de suslegiones. Se denominaron así como la expresión "abeligendo", por el cuidado y exactitud puestos en la

selección de los soldados. El número de tropas

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legionarias en un ejército es generalmente másconsiderable que el de los auxiliares.

II DIFERENCIA ENTRE LAS LEGIONES Y LOSAUXILIARES.Los macedonios, los griegos y los dárdanosformaban sus fuerzas en falanges de ocho milhombres cada una. Los galos, celtíberos y muchasotras naciones bárbaras dividían sus ejércitos en

cuerpos de seis mil hombres cada uno. Los romanostenían normalmente en sus legiones una fuerza deseis mil, a veces más.

Explicaremos ahora la diferencia entre las legiones ylos auxiliares. Los últimos eran cuerpos deextranjeros a sueldo, de distintas partes del Imperio,

compuestos de diferente número, sin conocimientoentre ellos o clase alguna de lazo de afecto. Cadanación posee su propia disciplina particular,costumbres y modos de luchar. Poco se puedeesperar de fuerzas tan disimilares en todo aspecto,pues es uno de los más esenciales puntos del mandomilitar que todo el ejército debe poder ponerse en

movimiento y gobernado por un único y mismoorden. Pero es casi imposible para los hombresactuar en concierto bajo tan variables e inusitadascircunstancias.

La legión estaba compuesta de cohortes en las quehabía infantería pesada como los príncipes, hastatii

o lanceros, los triarii y los antesignarios; y otros

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armados a la ligera como los ferentarii, los arqueros,los honderos y los ballesteros. También había una

sección de caballería, llamada legionaria. Y todasestas fuerzas estaban unidas por un mismo ánimo,obrando así juntos cuando había que establecer uncampamento, formar para el combate o luchar; cadalegión era una unidad perfecta que no necesitaba deayuda extraña para vencer a cualquier número deenemigos. Y así lo prueban las numerosas victorias

alcanzadas sobre los enemigos cuando fuemenester, señalando la gloria romana.

III CAUSAS DE LA DECADENCIA DE LALEGIÓN.El nombre “legión” permanece hasta hoy ennuestros ejércitos pero su fuerza y esencia se fueron

pues, a causa de la desidia de nuestrospredecesores, los honores y ascensos, que habíansido antiguamente las recompensas por los largosservicios, pasaron a ser obtenidos solamente porinterés y favor. Ya no se pone cuidado al sustituirlos soldados, quienes tras servir su periodocompleto han recibido sus licencias. Las bajas que se

producen continuamente por enfermedad,permisos, deserción u otras causas, si no se cubrencada año o incluso cada mes, pueden con el tiempodeshacer los ejércitos más numerosos. Otra causa dela debilidad de nuestras legiones es que, en ellas, lossoldados hallan el servicio penoso, las armaspesadas, las recompensas lejanas y la disciplina

severa. Para evitar tales desventajas, los jóvenes se

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alistan como auxiliares, donde el servicio es menostrabajoso y pueden esperar recompensas más

rápidas.

Catón el Mayor, quien fue varias veces Cónsul ysiempre victorioso a la cabeza de los ejércitos, creíaque él prestaría a su país un servicio más acusadoescribiendo de asuntos militares que con susvictorias en campaña. Pues las consecuencias de las

acciones valerosas son solamente temporales,mientras que lo conseguido al escribir para el bienpúblico era beneficioso a largo plazo. Algunos otroshan seguido su ejemplo, particularmente Frontino,quien ideó trabajos sobre este asunto que fueronbien recibidos por el divino Trajano. Éstos son losautores cuyas máximas e instituciones he tratado de

resumir del modo más fiel y conciso.

El costo de mantener tropas buenas o malas es elmismo; pero depende completamente de Vos, muyAugusto Emperador, recuperar la excelentedisciplina de los antiguos y corregir los abusos delos últimos tiempos. Es ésta una ventaja que se

dejará sentir tanto en nosotros mismos como ennuestra posteridad.

IIII DEL NÚMERO DE LAS LEGIONES.Todos nuestros escritores coinciden en que nuncamás de dos legiones, junto a sus auxiliares, sedebían poner al mando de cada cónsul para

enfrentar a los ejércitos enemigos más numerosos.

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Tal era la confianza que tenían en su disciplina yresolución que este número se creyó suficiente para

enfrentar cualquier guerra. Explicaré, por lo tanto,la organización de la antigua legión de acuerdo conla ordenanza militar. Pero si la descripción pareceoscura o imperfecta no se me ha de imputar a mí,sino a la dificultad del asunto mismo, el cual seráasí examinado con la mayor atención. Un príncipe,habituado él mismo a los asuntos militares, tiene en

su mano convertirse en invencible alistando elnúmero de fuerzas bien disciplinadas que considereapropiadas.

V DE CÓMO LEVANTAR UNA LEGIÓN.Los reclutas, tras haber sido así elegidoscuidadosamente, con la adecuada atención a sus

personas y cualidades, habiendo sido entrenadosdiariamente durante al menos cuatro meses, formanla legión a las órdenes y bajo los auspicios delEmperador. La marca militar, que es indeleble, seimprime primero en las manos de los nuevosreclutas y cuando sus nombres son consignados enel libro de las legiones pronuncian el juramento

habitual, llamado el juramento militar. Juran porDios, por Cristo y por el Espíritu Santo; y por SuMajestad el Emperador quien, tras Dios, ha de serprincipal objeto del amor y veneración de laHumanidad. Pues cuando él ha recibido el título deAugusto, sus súbditos están obligados a prestarle sumás sincera devoción y homenaje, como

representante de Dios en la tierra. Y todo hombre,

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tanto en un puesto civil como militar, sirve a Diossirviéndole a él con fidelidad, pues reina por Su

Autoridad. Los soldados, así pues, juran queobedecerán deseosos al Emperador y todas susórdenes, que nunca desertarán y estarán siempreprestos a sacrificar sus vidas por el ImperioRomano.

VI DE LA COHORTES EN UNA LEGION Y LOS

SOLDADOS DE CADA COHORTE.La legión debe consistir en diez cohortes, la primerade las cuales excede a las otras tanto en el númerocomo en la calidad de sus soldados, quienes sonseleccionados para servir en ella como hombres deciertas familias y educación. Esta cohorte tiene lacustodia del Águila, la insignia principal de los

ejércitos Romanos y común a toda la legión, asícomo las imágenes de los emperadores, quesiempre se han considerado sagradas. Consta de milciento cinco infantes y ciento treinta y dos caballosacorazados y se distingue con el nombre de CohorteMiliaria. Es la cabeza de la legión y forma siempreen primer lugar a la derecha de la primera línea,

cuando la legión forma en orden de batalla.

La segunda cohorte consta de quinientos cincuentay cinco infantes y sesenta y seis caballos, y esllamada Cohorte Quingentenaria. La tercera constade quinientos cincuenta y cinco infantes y sesenta yseis caballos, generalmente hombres escogidos, de

acuerdo con su posición en el centro de la primera

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línea. La cuarta consta del mismo número dequinientos cincuenta y cinco infantes y sesenta y

seis caballos. La quinta tiene, así mismo, quinientoscincuenta y cinco infantes y sesenta y seis caballos,y debieran ser algunos de los mejores hombres,siendo situados en el flanco izquierdo como laprimera cohorte lo está en el derecho. Estas cincocohortes componen la primera línea.

La sexta consta de quinientos cincuenta y cincoinfantes y sesenta y seis caballos, quienes serán laflor de los soldados jóvenes pues forman aretaguardia del Águila y las imágenes de losemperadores y a la derecha en la segunda línea. Laséptima consta de quinientos cincuenta y cincoinfantes y sesenta y seis caballos. La octava consta

de quinientos cincuenta y cinco infantes y sesenta yseis caballos, todas tropas elegidas, pues ocupan elcentro de la segunda línea. La novena tienequinientos cincuenta y cinco infantes y sesenta yseis caballos. La décima consta del mismo númerode quinientos cincuenta y cinco infantes y sesenta yseis caballos y necesita buenos hombres, pues cierra

el flanco izquierdo de la segunda línea. Éstas diezcohortes forman la legión completa, constando entotal de seis mil cien infantes y setecientos veintiséiscaballos. Una legión no debe constar jamás de unnúmero menor de hombres, pero puede serfortalecida por la adición de otra Cohorte Miliaria.

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VII NOMBRES Y GRADOS DE LOS OFICIALES DELA LEGIÓN.

Habiendo mostrado la antigua constitución de lalegión, explicaremos ahora los nombres de susprincipales soldados o, para usar el términoapropiado, los oficiales, y sus rangos de acuerdocon la estructura actual de las legiones. El tribunomayor es designado por elección y comisiónexpresa del Emperador. El tribuno menor alcanza

ese rango por sus servicios. Los tribunos se llamanasí porque manda sobre los soldados que fueronalistados al principio, por Rómulo, a partir de lasdistintas tribus. Los oficiales que mandan en acciónlos órdenes y divisiones se llaman Ordinarii. LosAugustales fueron añadidos por Augusto a losOrdinarii; y los Flaviales fueron designados por el

divino Vespasiano para duplicar el número de losAugustales. Los Aquilifer y los Signifer son los quellevan el Águila y las imágenes del Emperador. LosOptiones son oficiales subalternos, así llamados porhaber sido elegidos por sus oficiales superiores,para cumplir sus obligaciones y sustituirles en casode enfermedad u otro accidente. Los signifer llevan

las insignias y se les llama ahora Draconarii. LosTesserarii llevan la palabra y órdenes del general alos distintos grupos de soldados. Los Campignei oAntesignani son aquellos cuya obligación enmantener la adecuada disciplina y adiestramientoentre las tropas.

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Los Metatores están encargados de allanar el suelopara los campamentos. Los Beneficiarii se llaman así

por haber obtenido su promoción por interés oconveniencia de los Tribunos. Los Librarii llevan lacontabilidad legionaria. Los Tubicines, Cornicines yBuccinatores derivan sus nombres de que soplan latuba, cornu y buccina. Aquellos que, hábiles en sustareas, reciben doble ración de provisiones, sonllamados Armaturae Duplares y los que reciben

ración simple, Simplares.

Los Mensores se encargan de medir y marcar elterreno para las tiendas en el campamento, yasignar a las tropas sus respectivosacuartelamientos en la guarnición. Los Torquati, asíllamados por los collares de oro que se les han

concedido en recompensa por su valor, tienenademás de este honor otras ventajas. Aquellos quehan recibido dos son llamados Torquati Duplares yquienes sólo uno, Simplares.

Había, por el mismo motivo, Candidatii Duplares yCandidatii Simplares. Estos son los soldados

principales u oficiales distinguidos por su rango yprivilegios. El resto son llamados Munifices, osoldados trabajadores, ya que están obligados atodos los trabajos militares sin excepción.

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VIII NOMBRES DE LOS MANDOS DE LOSANTIGUOS.

Antiguamente, era norma que el primer Princeps dela legión fuera ascendido regularmente al empleode Centurión de los Primipile. No sólo se leconfiaba el Águila sino que mandaba cuatrocenturias, o sea, cuatrocientos hombres en laprimera línea. Como cabeza de la legión él teníadistinciones de gran honor y provecho. El primer

Hastatus tenía el mando de dos centurias odoscientos hombres en la segunda línea y se lellama hoy Ducenarius. El Princeps de la primeracohorte mandaba una centuria y media, o sea,ciento cincuenta hombres y mantenía en granmedida el detalle general de la legión. El segundoHastatus mandaba igualmente una centuria y

media, o ciento cincuenta hombres. El primerTriarius tenía el mando de cien hombres. Así lasdiez centurias de la primera cohorte eran mandadaspor cinco Ordinarii, que por las disposiciones de losantiguos disfrutaban de grandes honores yemolumentos que se añadían a su rango parainspirar a los soldados de las legiones por la

emulación, para obtener tan grandes yconsiderables recompensas. Designaban tambiéncenturiones para cada centuria, que ahora se llamanCentenarii y Decani, que mandaban diez hombres,ahora llamados cabeza de contubernio. La segundacohorte tenía cinco Centuriones; y todo el resto, elmismo número. Había cincuenta y cinco en toda la

legión.

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VIIII DEL LAS OBLIGACIONES DEL PREFECTO

DE LA LEGIÓN.Los legados del emperador, de dignidad consular,eran enviados, antiguamente, para mandar en losejércitos, y su autoridad se extendía tanto sobre laslegiones como sobre los auxiliares en tiempo de pazcomo de guerra. En vez de tales oficiales, personasde alta alcurnia son ahora sustituidas con el título

de Magistros Militum. No se limitan al mando desólo dos legiones, sino que a menudo lo hacen sobremás. Pero el oficial propio de la legión es elPrefecto, quien siempre fue un conde de primerorden. En él recae el mando en ausencia del legado.Los tribunos, centuriones y todos los soldados engeneral están bajo sus órdenes: Da los comunicados

y órdenes para la marcha y las guardias.

Y si un soldado comete un crimen, bajo suautoridad es juzgado y castigado por el tribuno.Está a cargo de las armas, caballos, vestidos yprovisiones. Es también su obligación elentrenamiento diario de la caballería legionaria y de

la infantería y mantener la más estricta disciplina.Debe ser un oficial diligente y cuidadoso, pues lasola obligación de formar la legión con regularidady obediencia depende de él y la excelencia de lossoldados redundará enteramente en su honor ycrédito.

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X DE LAS OBLIGACIONES DEL PREFECTO DELCAMPAMENTO.

El Praefectus Castrorum, aunque inferior en rangoal anterior, tiene un puesto de no menorimportancia. La ubicación del campamento, ladirección de los atrincheramientos, la inspección delas tiendas o cabañas de los soldados y laimpedimenta están dentro de sus obligaciones. Suautoridad se extiende sobre el enfermo, y los

médicos que cuidan de ellos; y controla los gastos.Está a cargo de suministrar carruajes, herraduras yherramientas adecuadas para serrar y cortarmadera, hacer trincheras, aprestar parapetos,obtener bienes y llevar agua al campamento.También está a su cargo suministrar a la tropamadera y paja, así como los arietes, onagros, balistas

y otras las demás máquinas de guerra bajo sudirección. Su puesto se concede siempre a un oficialde gran competencia, experiencia y largo servicio,siendo por tanto capaz de instruir a otros enaquellos aspectos de la profesión en los que se hadistinguido él mismo.

XI DE LAS OBLIGACIONES DEL PREFECTO DELOS OBREROS.La legión tenía un tren de adjuntos, albañiles,carpinteros, herreros, pintores y trabajadores detoda clase para la construcción de barracones en loscampamentos de invierno y para hacer o reparar latorres de madera, armas, carruajes y las distintas

clases de máquinas e ingenios para el ataque y

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defensa de las plazas. Tenían también fábricasportátiles en la que construían escudos, corazas,

cascos, arcos, flechas, favalinas y armas ofensivas ydefensivas de todas clases. Los antiguos hicieroncuanto pudieron para tener todos los servicios delejército dentro del campamento. Incluso tenían uncuerpo de mineros que, trabajando bajo tierra yhoradando los cimientos de los muros, de acuerdocon las prácticas de los Bessos, penetraban en el

interior de una plaza. Todos ellos estaban bajo ladirección de un oficial llamado Praefectus Fabrum.

XII DE LAS OBLICACIONES DEL TRIBUNOMILITAR.Ya dijimos que las legiones tenían diez cohortes, laprimera de las cuales, llamada Cohorte Miliaria,

estaba compuesta por hombres elegidos de acuerdocon sus circunstancias, nacimiento, educación,persona y valor. El tribuno que les mandaba sedistinguía, así mismo, por su competencia en suprofesión, por las virtudes de su persona y laintegridad de sus costumbres. Las otras cohorteseran mandadas, de acuerdo con los deseos del

Emperador, tanto por tribunos como por otrosoficiales designados con tal propósito. En losprimeros tiempos la disciplina era tan estricta quelos tribunos u oficiales arriba mencionados no sóloobligaban a las tropas bajo su mando a entrenarsediariamente en su presencia, sino que ellos mismoseran tan diestros en su ejecución que les servían de

ejemplo. Nada hace tanto honor a las habilidades o

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aplicación del tribuno como el aspecto y disciplinade los soldados, cuando su apariencia es limpia y

clara, sus armas brillantes y en buen orden ycuando ejecutan sus ejercicios y evoluciones condestreza.

XIII DE LAS CENTURIAS Y BANDERAS DE LAINFANTERÍA.La insignia principal de la legión es el Águila y es

llevaba por el aquilifer. Cada cohorte tiene tambiénsu propia insignia, el Dragón, portada por elDraconarius. Los antiguos, sabedores de que lasfilas eran fácilmente desordenadas en la confusióndel combate, dividieron las cohortes en centurias ydieron a cada centuria una enseña inscrita con elnúmero tanto de la cohorte como de la centuria,

para que los hombres, teniéndola a la vista, evitaransepararse de sus camaradas en los mayorestumultos. Además, los centuriones, ahora llamadoscentenarii, se distinguían por diferentes cimerasatravesadas sobre sus cascos, para ser másfácilmente conocidos por los soldados de susrespectivas centurias. Tales precauciones evitaban

cualquier error, pues cada centuria era guiada nosólo por sus propias insignias, sino así mismo por laforma peculiar del casco de sus oficiales al mando.Las centurias estaban además divididas en gruposde diez hombres que dormían en la misma tienda yestaban bajo las órdenes e inspección de unDecanus o caput contubernii. A tales grupos se les

llamaba también Manípulos, por su constante

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costumbre de combatir juntos en la mismacompañía o división.

XIIII DE LAS TURMAS DE CABALLERÍALEGIONARIA.Así como las divisiones de la infantería sondenominadas centurias, así aquellas de la caballeríason llamadas turma. Una turna consiste en treinta ydos hombres y es mandada por un Decurión. Cada

centuria tiene su insignia y cada turna unestandarte. El centurión en la infantería es elegidopor su tamaño, fortaleza y destreza en lanzar susarmas arrojadizas y por su habilidad en el uso de suespada y escudo, así como por su experiencia entodos los ejercicios. Debe ser despierto, moderado,activo y presto a ejecutar las órdenes que recibe, en

vez de discutirlas. Estricto en el ejercicio y enmantener la adecuada disciplina entre sus soldados,en obligarles a permanecer limpios y bien vestidos yen tener sus armas constantemente bruñidas ybrillantes. Del mismo modo el Decurión espreferido para el mando de la turma por suactividad y habilidad en montar su caballo

completamente armado, por su destreza al cabalgary en el uso de la lanza y el arco, por su atención alinstruir a sus hombres en todas las evoluciones dela caballería, y por su cuidado al obligarles amantener sus corazas, lanzas y cascos siemprebrillantes y en buen estado. El esplendor de lasarmas no tiene una importancia menor en infundir

terror al enemigo. ¿Pueden ser considerados buenos

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soldados quienes dejan, por negligencia, sus armassucias y cubiertas de polvo? En fin, es obligación del

Decurión estar atento a cuanto concierne a la saludo disciplina de los hombres o caballos de su turma.

XV DE LA FORMACIÓN DE BATALLA.Mostraremos el modo de formar un ejército enorden de batalla con el ejemplo de una legión, quepuede servir para cualquier número de ellas. La

caballería se sitúa en las alas. La infantería empiezaa formar en una línea, con la primera cohorte a laderecha. La segunda cohorte se sitúa a la izquierdade la primera; la tercera ocupa el centro; la cuarta secoloca a continuación y la quinta cierra el flancoizquierdo. Los ordinarii, los demás oficiales y lossoldados de la primera línea, extendidos delante y

alrededor de las insignias, eran llamados Príncipes.Eran todos tropas pesadamente armadas y teníancascos, corazas, grebas y escudos. Sus armasofensivas eran espadas largas, llamadas spathae, yotras más pequeñas llamadas semispathae, así comocinco dardos pesados en la concavidad del escudo,que arrobajan en la primera carga. Así mismo

tenían otras dos jabalinas, la mayor de ellascompuesta por un hasta de cinco pies y medio delargo y una punta triangular de hierro de nuevepulgadas de largo. A ésta se la llamabaantiguamente pilum aunque ahora se la conocecomo spiculum. Los soldados se entrenabanespecialmente en el uso de esta arma porque,

cuando se la arrojaba con fuerza y habilidad, a

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menudo penetraba los escudos de la infantería y lascorazas de la caballería. La otra jabalina era más

pequeña; su punta triangular tenía sólo cincopulgadas de largo y el hasta tenía tres pies y medio.Antiguamente se le llamaba vericulum, pero ahorase le dice verutum.

La primera línea, como dijimos, estaba formada porlos Principes; los Hastati formaban la segunda y

estaban armados del mismo modo. En la segundalínea, la sexta cohorte estaba situada en el flancoderecho, con la séptima a su izquierda; la octavaformaba en el centro; la novena estaba acontinuación y la décima siempre cerraba el flancoizquierdo. A retaguardia de estas dos líneas estabanlos ferentarii y la infantería ligera, a quienes ahora

denominamos exculcatores et armaturasy las tropasarmadas con escudos, plumbata, espadas y armasarrojadizas normales, a la manera de nuestrossoldados de hoy. Este era también el lugar de losarqueros, que llevaban cascos, corazas, espadas,arcos y flechas; el de los honderos que arrojabanpiedras con la honda normal o con el fustibalus y el

de los tragularii, que fustigaban al enemigo confechas desde las manubalistas y arcubalistas.

XVI DEL ARMAMENTO DE TRIARIOS YCENTURIONES.En la retaguardia de todas las líneas, formaban lostriarii, completamente armados. Tenían escudos,

corazas, cascos, grebas, espadas, puñales,

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plumbatas y dos armas arrojadizas comunes.Descansaban, durante la acción, sobre una rodilla,

de manera que si las primeras líneas eran obligadasa retroceder, ellos permanecían frescos cuando selanzaban a la carga y de tal modo se detenía laretirada y se alcanzaba la victoria. Todos losportaestandartes de la infantería llevaban corazasde menor tamaño y cubrían sus cascos con las pielesvelludas de bestias para hacer su visión más terrible

al enemigo. Los centuriones llevaban corazascompletas, escudos, y cascos de hierro cuya cimera,situados transversalmente, ornamentaban con platapara poder ser más fácilmente distinguidos por sussoldados respectivos.

XVII EL COMIENZO DE LA BATALLA: UN

MURO DE ARMADURAS PESADAS.La siguiente disposición merece la mayor atención.Al empezar el enfrentamiento, la primera y segundalíneas permanecían inmutables en sus puestos y lostriarii en su formación habitual. Las fuerzas ligeras,compuestas como se dijo arriba, avanzaban al frentede las líneas y atacaban al enemigo. Si les podían

hacer huir, les perseguían; pero si eran rechazadospor el número superior o por el valor, se retirabantras su infantería pesada, la cual parecía un muro dehierro y renovaban el ataque, lanzando primero susarmas arrojadizas y luego con las espadas. Sirompían al enemigo nunca lo perseguían por si,desordenadas sus filas, tomando ventaja de su

desorden, volvía el enemigo al ataque y les

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destruían sin dificultad. La persecución, así pues,era dejada a las tropas ligeras y a la caballería. Con

estas precauciones y disposiciones la legión obteníala victoria sin peligro, o si sucedía lo contrario, sepreservaba sin pérdidas considerables pues asícomo no estaba pensada para perseguir, del mismomodo no era fácilmente conducida al desorden.

XVIII EN NOMBRE Y EL GRADO DE LOS

SOLDADOS ESCRITOS EN SUS ESCUDOS.Para que los soldados, en la confusión de la batalla,no se separen de sus camaradas, cada cohorte teníasus escudos pintados de un modo propio. Elnombre de cada soldado se escribía, también, en suescudo, junto con el número de la cohorte y centuriaa la que pertenecía. De esta descripción podemos

comparar la legión, formada, con una ciudad bienfortificada que contenía en sí misma todo lonecesario para la guerra, donde quiera que fuese.Estaba asegurada contra cualquier intento repentinoo por sorpresa del enemigo por su métodoexpeditivo de atrincherar sus campamentos, inclusoen terrenos abiertos, y estaba siempre provista de

armas y tropas de toda clase. Para alcanzar, asípues, la victoria sobre nuestros enemigos en elcampo de batalla, debemos suplicar sin desánimo alcielo para que el Emperador reforme los abusos alhacer levas y que reclute nuestras legionessiguiendo el método de los antiguos. El mismocuidado al elegir e instruir a nuestros jóvenes

soldados en todos los ejercicios militares y

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maniobras les hará pronto iguales a las antiguastropas romanas que subyugaron el mundo entero.

Que esta alteración y pérdida de la antiguadisciplina no afecte en modo alguno a VuestraMajestad, pues es una felicidad reservadaúnicamente a Vos el restaurar las antiguasordenanzas y establecer otras nuevas para elbienestar público. Todo trabajo, antes de intentado,tiene apariencia de difícil; pero en este caso, si las

levas se hacen por oficiales cuidadosos yexperimentados, se puede levantar un ejército,disciplinarlo y prepararlo para el servicio en uncorto tiempo, pues una vez dispuestos losnecesarios gastos, la diligencia pronto surte efectouna vez acometidos aquéllos.

XVIIII ELEGIR RECLUTAS QUE SEPAN LEER YESCRIBIR, ADEMÁS DE TENER UN CUERPOROBUSTO.Varios puestos en la legión precisan hombres decierta educación, los superintendentes de las levasdeben elegir algunos reclutas por su habilidad enescribir y llevar cuentas, además del resto de

características necesarias en general como tamaño,fortaleza y adecuada disposición al servicio. Para elcompleto detalle de la legión, incluyendo las listasde los soldados exentos de servicio por asuntosparticulares, la lista de sus turnos de servicios y laslistas de pagos, se inscribirán diariamente en loslibros legionarios y se guardará cuanto ya hemos

dicho, con mayor exactitud que las regulaciones de

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las provisiones u otros asuntos civiles en losregistros de policía. Las guardias de día en tiempo

de paz, las guardias avanzadas y escuchas entiempo de guerra, que se establecerán regularmentepor centurias y contubernios, por su turno, seguardarán así mismo puntualmente en rollos coneste propósito, con el nombre de cada soldado cuyoturno haya pasado, para que no se le haga injusticiao sea eximido, por favoritismo, de su obligación.

Serán, además, exactos al asentar el tiempo y límitesde las licencias, que antiguamente no se solíanconceder sino con gran dificultad y sólo por asuntosverdaderos y urgentes. Así no sufrirán los soldadospor atender sólo a sus personas ni por ocuparse ennegocios privados, pues es absurdo e impertinente

pensar que los soldados del Emperador, vestidos ymantenidos a expensas públicas, siguierancualquier otra profesión. Algunos soldados, sinembargo, eran destinados al servicio de losprefectos, tribunos e incluso los demás oficiales,llamados accensi o supernumerarios, o seincorporaban una vez completada la legión. Las

tropas regulares estaban obligadas a llevar sumadera, heno, agua y paja al campamento, por talclase de servicio a sí mismos se les llamabamunifices.

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XX LA MITAD DE LOS INGRESOS DELSOLDADO SE DEBEN DEPOSITAR EN EL SITIO

DE LAS BANDERAS.Las disposiciones de los antiguos que obligaban alos soldados a depositar la mitad de los donativosque recibían bajo las enseñas era sabia y juiciosa; laintención era preservarlos para que no fuerangastados en lujos ni gastos semejantes. La mayoríade los hombres, particularmente los de la clase más

pobre, pronto gastan todo cuanto obtienen. Unareserva de esta clase, así pues, resultaevidentemente del mayor servicio a los propiossoldados; ya que son mantenidos a expensaspúblicas, su ahorro, por este método, seincrementará continuamente. El soldado que sabeque su fortuna está depositada bajo sus insignias no

tiene pensamientos de desertar, concibe la mayorafición por ellas y lucha con la mayor intrepidez ensu defensa. Se mantiene así, también, por su interés,que es lo que más cuidan los hombres. El dinero sedepositaba en diez bolsas, una por cada cohorte.Había una undécima bolsa con las pequeñascontribuciones de toda la legión, como un fondo

común para subvenir a los gastos de enterramientode cualquiera de sus camaradas. Estos ahorros seguardaban en cestas bajo la custodia de losSigniferos, escogidos por su integridad y capacidad,para hacerles cargo de los depósitos y que dierancuenta a cada uno de lo que le tocaba.

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XXI DE LAS PROMOCIONES EN LA LEGIÓN YENTRE LAS COHORTES.

El Cielo inspiró, ciertamente, a los Romanos, con laorganización de la legión, pues parece algo superioren vez de una invención humana. Así son elalineamiento y disposición de las diez cohortes quela componen, que semejan un cuerpo perfecto ycomponen un todo completo. Un soldado, alascender, lo hacía por rotación entre los distintos

grados de varias cohortes, de tal manera que quienera ascendido pasaba de la primera cohorte de ladécima e iba pasando regularmente por todas lasdemás, incrementando su rango y paga, hasta llegarotra vez a la primera. Así el centurión primipilo,tras haber desempeñado el mando en las distintasfilas de cada cohorte, llegaba a la mayor dignidad

en la primera con infinitas ventajas sobre toda lalegión. El prefecto principal de la GuardiaPretoriana ascendía por el mismo método derotación hasta tan lucrativo y honorable puesto. Asíla caballería legionaria contraía un sentido de afectohacia la infantería de sus propias cohortes, a pesarde la natural antipatía existente entre ambos

cuerpos. Y esta conexión establecía una unión y lazorecíprocos entre todas las cohortes y la caballería einfantería de la legión.

XXII DE LAS TROMPETAS, TROMPAS YCUERNOS.La música de la legión consiste en trompetas rectas,

cuernos y trompetas curvas. El sonido de la tuba

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marca la carga y la retirada. Los cornu se usabansólo para regular los movimientos de las insignias;

las bucinae sirven cuando los soldados estánordenados para hacer algo sin las enseñas; pero enel momento de la batalla las tuba y los cornu tocan juntos. El classicum, que es un sonido propio de latuba o del cornu, es propio del comandante en jefe yse emplea en presencia del general o en la ejecuciónde un soldado, como señal de que se ejecuta por su

autoridad. Las guardias ordinarias y los puestosexteriores se montan y relevan con el toque de tuba,que además dirige los movimientos de los soldadosen las partidas de trabajo o en días de maniobras.Los cornu tocan siempre que las insignias se izan oplantan. Tales reglas deben ser observadaspuntualmente en todos los ejercicios y revistas, para

que los soldados estén prontos a obedecerlas enacción sin titubeos, conforme a las órdenes delgeneral de atacar o detenerse, de perseguir alenemigo o de retirarse. Por esta razón estamosconvencidos de que lo que será necesario acometeren el calor del combate debe ser constantementepracticado en tiempo de paz.

XXIII DE LOS EJERCICIOS DE LOS SOLDADOS.Habiendo así explicado la organización de la legión,volvamos a los ejercicios, de donde deriva elnombre ejército. Los soldados jóvenes y los reclutasefectuarán todas sus maniobras cada mañana ytarde y los veteranos y más expertos una vez al día.

El tiempo de servicio o la edad, por sí solas, no

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formarán nunca un militar, pues tras servir muchosaños, un soldado indisciplinado es todavía un

novato en su profesión. No sólo aquéllos, bajo losmaestros de armas, sino todos los soldados engeneral fueron antiguamente entrenados sin cesaren los ejercicios de esgrima, que ahora sólo seexhibe en paradas en el circo, en ciertassolemnidades. Sólo con la práctica se alcanza laagilidad de cuerpo y la habilidad precisa para

enfrentarse a un enemigo con ventaja,especialmente en el combate cuerpo a cuerpo. Peroel punto más esencial de todos es enseñar a lossoldados a mantener sus filas y no abandonar nuncasus insignias durante las evoluciones más difíciles.Los hombres así entrenados nunca se perderánentre la confusión de la muchedumbre.

Los reclutas, igualmente, deben ejercitarse conespadas de madera en el palo, para aprender aatacar a este enemigo imaginario en todas partes,apuntando a los costados, pies o cabeza, tanto con lapunta como con el filo de la espada. Se les debeenseñar a herir y a saltar, a mirar por encima del

escudo y luego volverse a cubrir tras él, así como aavanzar y retirarse. Deben también arrojar sus jabalinas al palo desde una distancia considerablepara adquirir buena puntería y fortalecer los brazos.

Los arqueros y honderos ponían blancos de leña opaja y les lanzaban flechas o piedras con el

fustibalus a una distancia de hasta seiscientos pies.

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fuerza; pero si se omite la disciplina, no haydiferencia entre el soldado y el paisano.

XXIIII EJEMPLOS EXTRAIDOS DE ALGUNASARTES, DONDE SE PRUEBA LA NECESIDADDEL ARTE MILITAR.Los atletas, los cazadores o los aurigas, por interés opor conseguir el favor del pueblo, se entrenancontinuamente para mantener o aumentar su

habilidad. Los soldados, que sirven al bien público,se deben entrenar diariamente, con mayor motivo,en todos los asuntos de la guerra. No solo la victoriapremia su habilidad, también los botines, objetos yascensos con que les premia el Emperador. Si unactor ensaya sin descanso para obtener el elogio delpueblo; ¿Qué no debe hacer el soldado, aunque sea

veterano, juramentado y obligado a mantener supropia vida y la libertad pública? Es cierta la viejamáxima de que la esencia de todo arte consiste ensu práctica incesante.

XXV ENUMERACIÓN DE MÁQUINAS YPERTECHOS DE GUERRA DE LAS LEGIONES.

La legión debe su éxito tanto a sus armas ymáquinas como al número y valor de sus soldados.En primer lugar, cada centuria tiene unacarrobalista montada en un carro tirado por mulas yservida por un contubernio, esto es, por diezhombres de la centuria a la que pertenecen. Cuantomayor es la máquina, mayor es su alcance y su

fuerza. Se emplea no solamente para defender los

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atrincheramientos de los campamentos, sino que sesitúan en el campo de batalla a retaguardia de la

infantería pasada. Y es tal la violencia con quearroja los dardos que ni las corazas de la caballeríani los escudos de la infantería pueden resistir suimpacto. El número de carrobalistae, en la legión, esde cincuenta y cinco. Junto a ellas hay diez onagros,uno por cada cohorte; son arrastradas en carrostirados por bueyes. En caso de ataque, defienden los

muros del campamento arrojando piedras tal ycomo las balistas hacen con las fechas.

La legión lleva un cierto número de canoas, cadauna ahuecada y con una pequeña pieza de madera,así como cables y cadenas de hierro, para unirlascon rapidez. Estos botes, unidos y cubiertos con

tablas, sirven como puentes sobre ríos no vadeablessobre los que puede pasar la infantería y lacaballería sin riesgo. La legión lleva ganchos dehierro, llamados lupos, y guadañas de hierro unidasa largas hastas; y con horcas, azadas, palas,zapapicos, carretillas y cestas para cavar y llevartierra; junto con hachuelas, hachas y sierras para

cortar madera. Además de esto, un tren detrabajadores diestros y provistos de todos losinstrumentos necesarios para la construcción detortugas, musculi, arietes, vineas, torres móviles yotras máquinas para el ataque de las plazas. Y comola enumeración de cada una de ellas seríademasiado tediosa, diré sólo que la legión las

llevará consigo, donde quiera que vaya, todo lo

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necesario para el servicio y que los campamentostengan la fortaleza y lo propio de una ciudad

fortificada.

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LIBRO III

PREFACIOLos atenienses y lacedemonios dominaron en Greciaantes de los macedonios, como nos informa laHistoria. Los atenienses sobresalieron no solamenteen la guerra sino en las demás artes y ciencias. Loslacedemonios hicieron de la guerra su estudioprincipal. Afirmaban ser los primeros querazonaron sobre los sucesos de las batallas ypusieron por escrito sus observaciones con tantoéxito que resumieron el arte militar, antesconsiderado como dependiente en todo del valor ola fortuna, en reglas determinadas y principios fijos.Como resultado, establecieron escuelas de tácticapara la instrucción de la juventud en todas lasmaniobras de la guerra. ¡Cuán dignos deadmiración son tales pueblos por aplicarse en elestudio de la guerra, sin el que no podría existirningún otro! Los romanos siguieron su ejemplo,tanto practicando cuando dispusieron comopreservándolo mediante su escritura. Tales son lasmáximas e instrucciones dispersas por los trabajosde diferentes autores, que Vuestra Majestad me haordenado resumir, pues la lectura cuidadosa detodos ellos sería demasiado tediosa y la autoridadde sólo una parte insatisfactoria. El resultado de lapropiedad de las disposiciones lacedemonias parala disciplina militar aparece evidentemente en elúnico ejemplo de Jántipo, que ayudó a los

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cartagineses. Su sola habilidad y superior mandoderrotó a Atio Régulo a la cabeza de un ejército

romano, hasta aquel momento victorioso. Jántipo lehizo prisionero y así terminó la guerra, con una solaacción. Aníbal, además, antes de acometer suexpedición a Italia, tomó el consejo de loslacedemonios en asuntos militares; y por su consejo,aunque inferior a los romanos tanto en númerocomo en fortaleza, derrotó muchos cónsules y a tan

poderosas legiones. El que desee la paz, así pues, hade prepararse para la guerra. Quen aspire a lavictoria, no reparará esfuerzos en entrenar a sussoldados. Y quien espere el éxito luchará segúnreglas, no según la fortuna. Nadie osa ofender oinsultar a una potencia de reconocida superioridaden el combate.

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I LA DIMENSIÓN ADECUADA DE UN EJÉRCITO.El primer libro trata de la selección y entrenamiento

de nuevas levas; el segundo explica la organizaciónde la legión y el sistema de disciplina; y el tercerocontiene las disposiciones para el combate. Con estaprogresión metódica, las siguientes instruccionessobre las acciones generales y la consecución de lasvictorias serán de mayor utilidad y mejorcomprensión. Se llama ejército a una cantidad de

tropas, legiones y auxiliares, caballería e infantería,destinados a hacer la guerra. Este número eslimitado, según los jueces de la profesión. Lasderrotas de Jerjes, Darío, Mitrídates y otrosmonarcas que condujeron innumerables multitudessobre el campo de batalla, muestran claramente quela destrucción de tan prodigiosos ejércitos se debió

más a su propio número que al valor de susenemigos. Un ejército demasiado numeroso estásujeto a muchos peligros y desventajas. Su volumenle hace lento al ejecutar sus maniobras; y estáobligado a marchar en columnas de gran longitud,expuesto al riesgo de ser continuamente acosado yofendido aun por escasos enemigos. La multitud de

bagajes es a menudo motivo de ser sorprendido asu paso por lugares difíciles o incluso ríos. Ladificultad de proveer de forraje para tantascaballerías y otras bestias de carga es muy grande.Además, la carestía de provisiones, contra la quehay que precaverse en todas las expediciones, dehecho arruina a tan grandes ejércitos, donde el

consumo es tan alto, pues no obstante el cuidado

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que sus pequeños ejércitos enfrentaran a todos susenemigos con éxito. Pero fue una regla invariable de

sus ejércitos que el número de los aliados oauxiliares nunca excediera al de los ciudadanosromanos.

II MEDIOS PARA MANTENER LA SALUD.El siguiente punto es de la mayor importancia: losmedios para mantener la salud de las tropas. Ésta

depende de la elección del asentamiento y agua, dela estación del año, de los médicos y del ejercicio. Encuanto a la situación, el ejército no debe nuncapermanecer por mucho tiempo en la vecindad depantanos insalubres, o en planicies secas yprominencias sin alguna clase de sombra o techo.En verano, las tropas no deben acampar nunca sin

tiendas. Y sus marchas, en esta época del añocuando el calor es excesivo, deben comenzar alromper el día para que lleguen al punto de destinocon tiempo agradable. De otro modo, caeránenfermos por el calor y la fatiga de la marcha. Eninviernos severos, no marcharán nunca por lanoche, con hielo y nieve, ni se expondrán sin

madera o abrigo. Un soldado aterido por el fríonunca estará saludable ni será adecuado para elservicio. El agua debe ser salubre y no estancada. Elagua insalubre es una especie de veneno y la causade enfermedades epidémicas.

Es obligación de los oficiales de la legión, de los

tribunos y aún del propio comandante en jefe,

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procurar que a los soldados enfermos se lessuministre una dieta adecuada y sean atendidos con

diligencia por los médicos. Pues poco se puedeesperar de hombres que han de combatir tanto conla enfermedad como con el enemigo. Sin embargo,los más expertos en la materia han sido siempre dela opinión de que la práctica diaria de los ejerciciosmilitares es mucho más eficaz para la salud de unejército que todo el arte de la medicina. Por este

motivo, ejercitaban a su infantería sin cesar. Si llovíao nevaba, lo hacían a cubierto y, si el tiempo erabueno, en el campo. Solían también ejercitar a sucaballería, no sólo en las llanuras, sino también enterreros quebrados y horadados por zanjas. Loscaballos, igual que los hombres, estaban asíentrenados del modo antes indicado y preparados

para el combate. De aquí podemos percibir laimportancia y necesidad de una estricta observanciade los ejercicios militares en un ejército, pues lasalud en el campamento y la victoria en la batalladependen de ellos. Si un ejército numerosopermanece largo tiempo en un lugar, en verano uotoño, las aguas se corrompen y el aire se infecta.

Enfermedades malignas y fatales proceden de esto yse pueden evitar sólo mediante cambios frecuentesde asentamiento.

III CUIDADOS PARA LA PROVISIÓN DEFORRAJE Y PROVISIONES.El hambre provoca más destrozos en un ejército que

el enemigo y es más terrible que la espada. El

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tiempo y las ocasiones pueden ayudar a repararotras desgracias, pero cuando no se proporcionan

víveres y forrajes cuidadosamente, el hambre notiene remedio. El mayor y principal punto en laguerra en asegurarse provisiones de sobra ydestruir al enemigo por hambre. Un cálculo exacto,así pues, debe ser efectuado al comienzo de laguerra teniendo en cuenta el número de tropas y elgasto a realizar; para que las provincias puedan

reunir y transportar en tiempo el forraje, grano y lasdemás clases de provisiones que se les requieran.Deben ser más que suficientes en cantidad yalmacenadas en las ciudades más fuertes yconvenientes antes de dar comienzo a la campaña.Si las provincias no pueden suministrar sus cuotas,se les permutará por dinero para comprar todas las

cosas necesarias para el servicio. Pues lasposesiones de los súbditos no se pueden asegurarmás que con la defensa de las armas.

Tales precauciones a menudo resultan doblementenecesarias pues los sitios a menudo duran más de loprevisto y los sitiadores terminan por sufrir ellos

mismos los inconvenientes de querer levantarpronto el asedio, si tienen esperanzas de rendir laplaza por hambre. Se deben dictar bandos para quelos campesinos recojan su ganado, grano, vino yotras provisiones en guarniciones fortificadas ociudades seguras, para que no sean de utilidad alenemigo. Y si no cumplen con tal orden, se

destinarán oficiales para obligarles a hacerlo. Los

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habitantes de una provincia deben, así mismo, serobligados a retirarse, con sus efectos, en algún lugar

fortificado antes de la irrupción del enemigo. Lasfortificaciones y todas las máquinas de diversa clasedeben ser inspeccionadas y reparadas a tiempo.Pues una vez que resultas sorprendido por elenemigo antes de estar con la adecuada disposicióndefensiva, se te arroja en una confusiónirrecuperable y no puedes esperar ningún apoyo de

sitios vecinos, pues las comunicaciones habránquedado cortadas. Sin embargo, una administraciónfiel de los almacenes y una distribución frugal delas provisiones, habiendo tomado al principio lasadecuadas precauciones, asegurarán unabastecimiento suficiente. Una vez que empiezan afallar los víveres, la parsimonia es inoportuna y

llega demasiado tarde.

En las expediciones dificultosas, los antiguosdistribuían las provisiones de un modo fijo a cadahombre, sin distinción de grado; y cuando laemergencia había pasado, la República proveía lasproporciones completas según el grado de cada

cual. A las tropas no les ha de faltar madera yforraje en invierno o agua en verano. Debensiempre tener grano, vino, vinagre y sal. Lasciudades y fortalezas guardadas por tales hombreshan de ser provistas también para la batalla. Se lessuministrará con toda clase de armas, flechas,fustibales, hondas, piedras, onagros y ballestas para

su defensa. Se pondrá gran cuidado para que la

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sencillez de los habitantes no sea motivo de que elenemigo les engañe o hiera, pues las conferencias

fingidas o las apariencias engañosas han sido confrecuencia más fatales que la fuerza. Observando lasprecauciones anteriores, el sitiado puede tener en sumano rendir al enemigo por hambre, si mantienesus tropas juntas o si las divide, con salidasfrecuentes y por sorpresa.

IIII MÉTODOS PARA PREVENIR MOTINES ENUN EJÉRCITO.A veces, un ejército disperso por diversos lugares,se amotina. Y las tropas, aunque no estén inclinadasa la lucha, fingen estar enfadadas porque no se lasconduzca contra el enemigo. Pero la disposición a lasedición se muestra mayormente en aquellos que

viven acuartelados, ociosos y afeminados. Taleshombres, desacostumbrados a la necesaria fatiga dela campaña, se disgustan con su severidad. Suignorancia de la disciplina les hace temer la acción yles hace ser insolentes.

Hay varios remedios para este mal. Mientras las

tropas estén aún separadas y cada cuerpo siga ensus respectivos cuarteles, mandaréis a los tribunos,sus lugartenientes y a los oficiales, en general,ocuparse de mantener una disciplina tan estrictaque no se les de ocasión a albergar pensamientosque no sean los de sumisión y obediencia. Se leshará trabajar constantemente tanto en maniobras

como inspeccionando sus armas. No se les permitirá

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ausentarse con permisos. Se pasará revista y se lesimpondrá en la observancia exacta de cada orden.

Se les entrenará en el uso del arco, lanzando armasarrojadizas y piedras, tanto a mano como con lahonda, así como con la espada en el palo; se les harárepetir todo esto continuamente y se les mantendrábajo las armas hasta que estén cansados. Se lesejercitará en la carrera y el salto para facilitar el pasode zanjas. Y si sus cuarteles están cerca del mar o de

ríos, se les hará a todos, sin excepción, practicar lanatación. Se les acostumbrará a marchar porespesuras y terrenos estrechos y quebrados, a talarárboles y hacer tablones, a deshacer tierra ydefender un puesto contra sus camaradas, a quienesse habrá dispuesto para desalojarles; y en elenfrentamiento, cada parte debe emplear sus

escudos para desalojar y derribar a su antagonista.Todas las distintas tropas, así entrenadas yejercitadas en sus cuarteles, se hallarán inspiradaspor emulación para la gloria y prestos para la accióncuando vayan a la batalla. Un soldado que tengaconfianza en su propia habilidad y fortaleza noguarda pensamientos de sedición.

Un general debe estar atento para descubrir a lossoldados turbulentos y sediciosos en el ejército,legiones o auxiliares, caballería o infantería. Debeprocurar obtener esa inteligencia no deinformadores, sino de los tribunos, suslugartenientes y los demás oficiales de indudable

veracidad. Debe entonces ser prudente para

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separarles de los demás [fingiendo que les encargaservicios que les agraden o enviándoles de

guarnición a ciudades o castillos, pero con taldiscreción que piensen que los honra o que se creantratados con preferencia y favor. Una multitud noentra nunca enseguida abiertamente en sedición sinunanimidad. Se les prepara y excita por unos pocossediciosos, que esperan asegurarse la impunidad desus crímenes por el número de sus cómplices. Pero

si la gravedad del motín precisara remediosviolentos, será más aconsejable, al modo de losantiguos, castigar a los cabecillas para que, con elsufrimiento de unos pocos, todos queden asustadoscon el ejemplo. Pero es más merecedor de créditoun general que induce a sus tropas a la sumisión y ala obediencia que el que se ve obligado a forzarlos a

cumplir con su deber mediante el terror o el castigo.

V DE LAS SEÑALES MILITARES.Muchas son sin duda las cosas que han de decirse yobservarse por los que luchan, supuesto que no hayninguna condescendencia a la negligencia, cuandopor la salvación se lucha. Pero entre las restantes

nada más hace avanzar hacia la victoria quesometerse a los avisos de las señales. Pues como conla voz sola entre el tumulto de los combates nopuede mandarse a la multitud, y como pornecesidad muchas cosas han de mandarse y hacerseal tiempo, el uso antiguo de todos los pueblosinventó de qué manera lo que solo el jefe

considerara útil por medio de señales lo percibiera y

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lo siguiera el ejército todo. Y así consta que existentres clases de señales: vocales, semivocales y mudas.

De ellas las vocales y semivocales se perciben porlos oídos, pero las mudas se emiten para los ojos.Vocales se llaman las que se pronuncian por la vozhumana, como en las guardias y en el combate sedice por ejemplo “victoria”, “palma”, “valor”, “Dioscon nosotros” “el triunfo del Emperador” ycualesquiera otras que quisiera dar el que en el

ejército tiene la máxima potestad. Sin embargo, sedebe saber que esos vocablos deben variarsediariamente, para que los enemigos no conozcan laseñal con el uso ni sus exploradores se muevanentre los nuestros impunemente. Semivocales sonlas que se dan con la tuba, el cuerno o la bocina;tuba se llama la que es recta; bocina la que se dobla

sobre sí en un círculo de aire; cuerno el que de urossalvajes, engastado en plata, templado con el arte yel aliento del que toca, emite un sonido conocido.En efecto, siendo indudables los sonidos de estos, elejército sabe si conviene resistir o avanzar o bienretroceder (o si perseguir lejos a los que huyen otocar a retirada). Las señales mudas son las águilas,

los dragones, los estandartes, los banderines, lospenachos, las plumas; en efecto, a donde quiera queel jefe mande que sean llevadas estas, allí esnecesario que acompañando a su señal continúenlos soldados. Hay también otras señales mudas queel jefe del combate manda que se guarden en loscaballos o en las ropas y en las armas mismas, para

que se distinga el enemigo; además hace alguna

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señal con la mano, o con un látigo, según lacostumbre bárbara, o con un movimiento del

vestido el que lo usa. Todas estas acostumbran aseguirlas y a entenderlas la totalidad de lossoldados en los campamentos, en las marchas encualquier ejercicio castrense. En la paz parece, pues,necesario el uso continuo de este asunto, para quesea observado en la confusión del combate. Asímismo, mudo y común signo es siempre que surge

polvo que se levanta a semejanza de las nubes poruna tropa que avanza, y muestra la llegada de losenemigos. De modo semejante, si las tropas estándivididas, hacen señales que de otro modo nopueden comunicarse a sus aliados, con fuegosdurante la noche, por el día con humo. No pocoscuelgan vigas en las torres de los castillos o de las

ciudades, con las que, unas veces levantadas, otrasdepuestas, indican lo que pretenden.

VI MARCHAS EN PROXIMIDAD DEL ENEMIGO.Está asegurado por aquellos que se han dedicado alestudio de su profesión que un ejército estáexpuesto a más peligro durante las marchas que

durante las batallas. En un combate, los hombresestán adecuadamente armados, ven a sus enemigoscon anterioridad y se preparan para la lucha. Peroen una marcha el soldado está menos alerta, notiene siempre dispuestas sus armas y se le lleva aldesorden por un ataque sorpresa o una emboscada.Un general, así pues, debe ser muy cuidadoso y

diligente al tomar las precauciones necesarias para

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prevenir una sorpresa sobre la marcha y en rechazaral enemigo, si tal sucede, sin pérdidas.

En primer lugar, debe tener una descripción exactadel país, o sea, el mapa de campaña, en el que lasdistancias de las plazas, especificadas por el númerode pasos, la naturaleza de los caminos, las rutas máscortas por caminos, montañas y ríos, debenreflejarse correctamente. Se nos ha dicho que los

más grandes generales han llevado susprevenciones sobre este extremo tan lejos que, nosatisfechos con la simple descripción del país dondeestán empeñados, ordenaron no sólo delinear, sinopintar planos para llevarlos en campaña y regularsus marchas con sus ojos con mayor seguridad. Ungeneral debe también informarse por sí mismo de

aquellos particulares sobre personas honradas y debuena reputación y conocimiento del país,examinando por separado sus descripciones y luegocomparándolas para conocer la realidad concerteza.

Si surge cualquier dificultad sobre la elección de los

caminos, debe procurar tener guías adecuados yhábiles. Debe ponerles bajo custodia y esperar que olas promesas o las amenazas les hagan mantener sufidelidad. Ellos mismos accederán de grado cuandose den cuenta de que les resulta imposible escapar yque serán recompensados por su fidelidad ocastigados por su perfidia. Debe estar seguro de su

capacidad y experiencia, y no se debe poner en

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peligro a todo el ejército por los errores de dos otres personas. A veces, las gentes del común

piensan que saben lo que realmente no saben, y, porsu ignorancia, prometen más de lo que son capaces.

Pero de todas las precauciones la más importante esguardar completo secreto sobre cuál ruta o por cuálcamino va a marchar el ejército. Pues la seguridadde una expedición depende de la ocultación de

todos los movimientos al enemigo. Existíaantiguamente entre las enseñas legionarias la delMinotauro, significando que este monstruo, segúnla fábula, estaba oculto en el mayor secreto en loshuecos y alas del laberinto, justo como los deseos deun general debieran ser impenetrables. Cuando elenemigo no está al tanto de una marcha, ésta se

hace con seguridad; pero como a veces losexploradores sospechan o descubren ellevantamiento del campamento, o los desertores otraidores proporcionan informes de ello, seráadecuado mencionar el modo de actuar en caso deun ataque sobre la columna en marcha.

El general, antes de poner sus tropas enmovimiento, debe enviar destacamentos desoldados experimentados y de confianza en buenasmonturas, para reconocer los lugares por los que seva a marchar, al frente, a la retaguardia y a laizquierda y la derecha, para no caer en emboscadas.La noche es más segura y ventajosa que el día para

que nuestros exploradores hagan su trabajo, pues si

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se les toma prisioneros nosotros, si así fuere, nostraicionaríamos. Tras esto, la caballería debe salir

primero y después la infantería; el equipaje,arqueros, sirvientes y carruajes siguen, en el centro,y parte de la mejor caballería e infantería irán a laretaguardia pues ésta parte es más a menudoatacada, durante las marchas, que la vanguardia.Los flancos de los equipajes, expuestos a frecuentesemboscadas, deben ser también cubiertos con

guardia bastante que los asegure. Pero, sobre todo,la parte donde más se espere el ataque enemigodebe reforzarse con alguna de la mejor caballería,infantería ligera y arqueros de a pie.

Si se es rodeado por todas partes por el enemigo,deben tomarse disposiciones para afrontarles por

donde quiera que ataquen, y los soldados se debenprecaver de antemano para tener listas sus armas yestar prestos a prevenir los efectos indeseables deun ataque por sorpresa. Los hombres se atemorizany caen en el desorden por accidentes repentinos ysorpresas, que no tienen consecuencias cuando seprevén. Los antiguos cuidaban mucho que los

siervos y seguidores del ejército, si eran heridos o seatemorizaban con el ruido de la batalla, no pudieraninducir el desorden entre las tropas mientrascombatían, y también para evitar que se extravíen oque en la multitud se alejen los unos de los otros yentorpezcan a sus propios hombres y den ventaja alenemigo. Alistaban los bagajes, así pues, del mismo

modo que a las tropas, bajo sus propias enseñas.

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Elegían de entre los sirvientes y a los que llamabangalearios, pues llevaban las corazas de los soldados,

a los más adecuados y experimentados y les dabanel mando de cierto número de siervos y muchachos,sin exceder los doscientos, y sus enseñas lesmostraban dónde dirigirse y congregarse. Se debenmantener los intervalos adecuados entre las tropasy los equipajes, para que los últimos no estorbencuando se refugien en caso de un ataque durante la

marcha.El modo y disposición de la defensa puede cambiarde acuerdo con la naturaleza del terreno. En campoabierto estaréis más expuestos a ataques decaballería que de infantería. Pero en terrenosmontañosos, boscosos o pantanosos, el peligro sedebe esperar de la infantería. Algunas unidades,

por descuido, se pueden mover demasiado rápidasy otras demasiado lentas; se debe tener muchocuidado en que el ejército no sea roto ni de que seextienda con demasiada longitud, para que elenemigo no tome instantáneamente ventaja deldescuido y penetre sin dificultad.

Los tribunos, sus lugartenientes o los maestros dearmas de mayor experiencia, así pues, deben sersituados a distancias adecuadas para detener aaquellos que avancen demasiado rápidos yapremiar a quienes se marchan muy lentos. Loshombres a gran distancia del frente, al aparecer elenemigo, están más dispuestos a huir, no prestar

ayuda, caer masacrados por el enemigo y a su

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propio sacrificio. El enemigo, se puede concluir,buscará tanto tender emboscadas o atacar

abiertamente, de acuerdo con la naturaleza delterreno. El miramiento al examinar cada lugar seráuna seguridad contra peligros ocultos; y unaemboscada, si se descubre y se rodea prestamente,se volverá en contra de quien la intenta.

Si el enemigo planea caer en masa sobre vosotros en

un país montañoso, se deben enviar destacamentosen vanguardia para ocupar las prominencias, paraque por su llegada no osen atacaros en terreno tandesventajoso, con vuestras tropas situadas a mayoraltura y presentando un frente listo a recibirles. Esmejor enviar hombres por delante con hachuelas yotras herramientas para abrir caminos que sean

estrechos pero seguros, sin obviar el trabajo, en vezde correr más riesgos por caminos mejores. Esnecesario estar bien familiarizado sobre si elenemigo suele hacer sus ataques por la noche, alromper el día o en las horas de comida o descanso;y con este conocimiento de sus costumbres nosguardaremos de sus costumbres. Debemos también

informarnos de si son fuertes en caballería oinfantería; si su caballería está principalmentearmada con lanzas o con arcos; o si su principalfortaleza consiste en su número o en la bondad desus armas. Todo esto nos permitirá tomar lasmedidas más adecuadas para afligirles y paranuestra ventaja. Cuando tenemos un objetivo en

proyecto, debemos considerar si es más aconsejable

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emprender la marcha por el día o por la noche;debemos calcular la distancia de los lugares a los

que queremos llegar y tomar las disposiciones paraque en verano las tropas no sufran de sed en susmarchas, ni sean estorbados en invierno portorrentes o cenagales que exponen al ejército a granpeligro antes de que puedan llegar al lugar dedestino. Y nos importa mucho guardarnos contratales inconvenientes con prudencia, pues es

inexcusable no aprovecharnos de la ignorancia odescuido del enemigo para derrotarle. Debemosenviar espías constantemente, no tener miedo deatacar a sus hombres y dar facilitar sus desertores.Por tales medios procuraréis tener conocimiento desus planes presentes o futuros. Y tendremossiempre dispuestos algunos destacamentos de

caballería e infantería ligera, para caer sobre elloscuando menos lo esperen, tanto durante la marchacomo cuando estén forrajeando o merodeando.

VII CRUCES DE RÍOS.El paso de ríos es muy peligroso si se hace sin grancuidado. Al cruzar corrientes rápidas o anchas, los

equipajes, sirvientes y a veces hasta los soldadosmás incautos están en riesgo de perderse. Habiendoprimero sondeado el vado, se deben montar doslíneas de la mejor caballería, alineadas a unadistancia adecuada hasta abarcar toda la anchuradel río, para que la infantería y los equipajes pasenentre ellos. La línea superior del vado rompe la

fuerza de la corriente y la línea inferior recupera y

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ambos flancos colocando destacamentos para quelas tropas no sean atacadas y derrotadas mientras

están separadas por la corriente del río. Pero es aúnmás seguro poner empalizadas en ambos extremos,pues os permitirán sostener cualquier ataque sinmuchas pérdidas. Si se quiere mantener el puente,no sólo para este transporte sino para la vuelta ypara las expediciones de avituallamiento, seráconveniente excavar fosos para cubrir cada cabeza

del puente, y guarnecerlas con un número suficientede hombres que las defiendan tanto tiempo como lorequieran las circunstancias.

VIII REGLAS PARA EL ACAMPAMIENTO DE UNEJÉRCITO.El ejército en marcha no puede siempre esperar

hallar ciudades amuralladas en las que acuartelarsey es muy imprudente y peligroso acampar decualquier manera, sin ningún atrincheramiento. Esfácil sorprender a las tropas cuando hacen laaguada o están diseminadas en sus diversasocupaciones. La oscuridad de la noche, la necesidadde sueño y la dispersión de los caballos por los

pastos ofrecen oportunidades para la sorpresa. Unabuena situación del campamento no es suficiente;debemos escoger la mejor que podamos hallar, nosea que habiéndolo ocupado el enemigo, seamosgrandemente perjudicados.

Un ejército no debe acampar, en verano, cerca de

aguas malas o lejos de las buenas ni, en invierno, sin

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estar totalmente aprovisionados de forraje ymadera. El campamento no debe estar expuesto a

inundaciones repentinas. Las calles no deben sermuy empinadas ni estrechas para que, si se esinvadido, las puedan encontrar sin dificultad lastropas al retirarse; ni debe estar el campamentodominado por alturas desde las cuales les puedanofender las armas enemigas. Tras estasprecauciones, el campamento tendrá forma

rectangular, circular, triangular u oblonga, deacuerdo con la naturaleza del terreno. Pues subondad no depende de la forma. Aquellos que seconsideran mejores, sin embargo, son aquellos untercio más de largo que de ancho. Las dimensioneshan de medirse exactamente por los ingenieros paraque el tamaño del campamento sea proporcional al

número de tropas. Un campamento demasiadoestrecho no permitirá que las tropas ejecuten susmovimientos con libertad y uno demasiado extensoles separará demasiado. Hay tres métodos parafortificar un campamento. El primero es paracuando el ejército está marchando y permanecerá enel campamento sólo una noche. Harán un parapeto

de turba y colocarán sobre ésta una fila deempalizadas o estacas de madera. Los terrones secortarán con instrumentos de hierro. Si la tierra estáapelmazada en torno a las raíces, se cortarán conforma de ladrillos de un pie y medio de alto, uno deancho y uno y medio de largo. Si la tierra estádemasiado suelta para que se hagan ladrillos, harán

una pequeña trinchera alrededor del campo, de

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cinco pies de ancho y tres de profundidad. La tierrasacada de la trinchera formará un parapeto en la

parte interior y asegurará al ejército del peligro. Estees el segundo método.

Pero los campamentos permanentes, tanto enverano como en invierno, en proximidad delenemigo, son fortificados con mayor cuidado yregularidad. Una vez que se señala el terreno por

los oficiales competentes, se asigna a cada centuriauna porción para atrincherar. Alinean entonces susescudos y equipajes en un círculo en torno a suspropias insignias y, sin otras armas que susespadas, abren una trinchera de nueve, once o trecepies de ancho. O, si están bajo gran acecho delenemigo, la ensanchan hasta diecisiete o diecinueve

pies (es una regla general usar números impares).En el interior construyen un terraplén con haces omanojos de árboles bien asegurados con estacas,para que la tierra se aguante mejor. Sobre esteterraplén elevan un parapeto almenado como en lasfortificaciones de una ciudad. Los centurionesmiden el trabajo con varas de diez pies de largo y

comprueban que cada uno haya terminado laporción que se le asignó. Así mismo, los tribunossupervisarán el trabajo y no abandonarán el lugarhasta que no se haya terminado en su totalidad. Ypara que los trabajadores no sean interrumpidosrepentinamente por el enemigo, toda la caballería yparte de la infantería exentas, por el privilegio de su

rango de tales trabajos, permanecerán en orden de

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batalla ante el atrincheramiento, listos para rechazarcualquier ataque.

Lo primero que hay que hacer tras atrincherar elcampamento es plantar las insignias, llevadas porlos soldados con la mayor veneración y respeto asus lugares adecuados. Tras ello, el pretorio seprepara para el general y sus lugartenientes, y lastiendas dispuestas para los tribunos, quienes tienen

soldados particularmente destinados a tal servicio ypara buscar su agua, madera y forraje. Entonces laslegiones y auxiliares, caballería e infantería, sedistribuyen por el terreno para plantar sus tiendasde acuerdo con la clase de los distintos cuerpos.Cuatro infantes de cada centuria y cuatro soldadosde cada tropa se designan para montar guardia

cada noche. Como parece imposible que uncentinela permanezca toda la noche en su puesto,las guardias se dividían en cuatro partes con unreloj de agua. La caballería hace rondas por la nochey vigila los puestos exteriores por el día. Sonrelevados cada mañana y cada tarde por la fatiga dehombres y caballos. Es incumbencia,

particularmente, del general mirar por la protecciónde los pastos y de las caravanas con grano y otrasprovisiones, tanto en campo abierto como enguarnición, y asegurar la madera, agua y forrajescontra las incursiones del enemigo. Esto sólo sepuede hacer situando destacamentosventajosamente en las cimas o torreones por donde

la caravana avanza. Y si no se encuentran antiguas

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fortificaciones, se deben construir, en sitios apropósito, castillos, diminutivo del nombre castra,

rodeados con anchos fosos, para alojardestacamentos de caballería e infantería y que lascaravanas tengan la adecuada protección. Pues unenemigo difícilmente se aventura en un territoriodonde sabe que las tropas enemigas estándispuestas para enfrentarse a él donde quiera quesea.

VIIII DE LA ELECCION DEL MODO DE ATAQUE:EN EMBOSCADA O EN CAMPO ABIERTO.Los que se dignen leer este breviario esperarán,quizás impacientes, instrucciones respecto a losenfrentamientos. Más debieran considerar que unabatalla se decide normalmente en dos o tres horas

tras las que no suelen quedar esperanzas para elejército derrotado. Cada plan, así pues, debe serconsiderado, cada situación probada y cada métodoadoptado antes de llevar las cosas hasta su últimoextremo. Los buenos oficiales declinan losenfrentamientos generales, donde el peligro esgeneral, y prefieren el empleo de las estratagemas y

la inteligencia para destruir al enemigo tanto comopuedan e intimidarle sin exponer las fuerzaspropias.

Daré algunas instrucciones necesarias sobre esteasunto, tomadas de los antiguos. Es deber e interésdel general reunir frecuentemente a los oficiales

más prudentes y experimentados, de los distintos

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cuerpos del ejército, y consultarles sobre el estadode sus propias fuerzas y de las del enemigo. Toda

adulación, de la más funesta de las consecuencias,debe prohibirse en las deliberaciones. Ha deexaminar quién tiene la superioridad numérica; quétropas están mejor armadas, las propias o lasenemigas, cuáles son más disciplinadas y másresolutivas ante una emergencia. Se debe averiguarel estado de la caballería de ambos ejércitos, pero

muy especialmente el de la infantería, pues lamayor fortaleza de un ejército reside en ésta última.Con respecto a la caballería, debe insistir en cuáltiene el mayor número de arqueros o lanceros, cuáltiene más coraceros y mejores caballos. Por último,ha de considerar el campo de batalla y si el terrenole favorece a él o a su enemigo. Si es superior en

caballería, preferirá terrenos llanos y abiertos; si essuperior en infantería, elegirá lugares conestrechamientos, trincheras, cenagales o bosques e,incluso, a veces montañosos. La abundancia oescasez en ambos ejércitos se considerará de nopoca importancia pues el hambre, según losantiguos proverbios, es un enemigo interior que

provoca más bajas que la espada. Pero el asuntomás principal es determinar si es más adecuadopresentar batalla enseguida o retardarla. El enemigoa veces confía que una expedición se hagaenseguida y, si la espera se dilata por algún tiempo,sus tropas se consumirán por la ansiedad, querránvolver a su hogar para ver a sus familias o, no

habiendo hecho nada reseñable en el campo de

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batalla, se dispersarán por no haber tenido éxito.Tales números, cansados por la fatiga y disgustados

por el servicio, desertan; otros les traicionan ymuchos se rinden. Raramente se encuentrafidelidad en las tropas descorazonadas por elinfortunio. Y en tal caso, un ejército que eranumeroso sobre el campo de batalla, se diluye ennada poco a poco.

Es esencial conocer el carácter del enemigo y de susprincipales jefes; si son impetuosos o prudentes,emprendedores o tímidos, si luchan por principios ocomo mercenarios y si las naciones a las que se hanenfrentado antes eran valerosas o cobardes.

Hemos de conocer cuánto podemos confiar en la

fidelidad y fortaleza de nuestros auxiliares, laconfiabilidad de nuestras tropas y las del enemigo ycuáles están más seguras de la victoria, lo que es delmayor valor para estimar el valor de un ejército. Unarenga del general, especialmente si él mismo noparece atemorizado, puede animar a sus soldados siestán decaídos. Sus espíritus reviven si se obtiene

cualquier ventaja considerable, tanto por unaestratagema como por otro método, si empieza acambiar la fortuna del enemigo o si logramosgolpear algunos de sus destacamentos más débileso pobremente armados.

Pero bajo ningún concepto se debe guiar un ejército

irresoluto o de poco fiar a la batalla. La diferencia es

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grande, tanto si las tropas son novatas o veteranas,o si están habituadas a la guerra por servicios

recientes como si llevan varios años sin serempleadas. Pues a los soldados que llevan largotiempo desacostumbrados a la guerra se les deberámirar del mismo modo que a los reclutas. Tanpronto como las legiones, auxiliares y caballeríaestén asentados en sus distintos acuartelamientos,es obligación de un buen general que cada parte del

ejército sea entrenado en sus propios ejercicios portribunos, designados para esto, de reconocidacapacidad. Tras esto, deberá formarles en un cuerpoy entrenarles en todas las maniobras que se dan enel frente durante una batalla campal. Debeentrenarles él mismo frecuentemente paracomprobar su habilidad y fortaleza y para ver si

ejecutan las maniobras con la regularidad precisa ysi están suficientemente atentos al sonido de lastubas, el movimiento de las insignias y a suspropias órdenes y señales. Si hay deficiencias encualquiera de tales particulares, se les debe instruiry ejercitar hasta que lo hagan a la perfección.Pero aunque estén totalmente disciplinados y hayan

completado sus ejercicios de campaña, los del usodel arco y la jabalina, y las evoluciones en línea, noes aconsejable llevarles inmediatamente a la batalla.Se debe esperar una oportunidad favorable y se lesha de preparar con escaramuzas frecuentes yencuentros ligeros. Así, un general prudente yavezado pesará cuidadosamente con su Consejo el

estado de sus propias fuerzas y las del enemigo,

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como un magistrado civil juzga entre dos parteslitigantes. Si se considera superior en muchos

aspectos a su enemigo, no debe, de ningunamanera, diferir el enfrentamiento; pero si se sabeinferior, debe evitar batallas campales y procurar lavictoria mediante sorpresas, emboscadas y engaños.Éstas, cuando son manejadas con habilidad por losbuenos generales, a menudo reportan la victoriasobre enemigos superiores en número y fortaleza.

X CÓMO MANEJAR TROPAS INDISCIPLINADASY NOVATAS.Todas las artes y obras han sido siempre llevadas ala perfección por la práctica continua. ¡Cuántoconsideraremos esta máxima, cierta en asuntosmenores, para ser observada en asuntos de

importancia! Y cuán superior a todas las demás es elarte de la guerra, por el que son preservadasnuestras libertades, perpetuadas nuestrasdignidades y existen las provincias del mismoImperio. Los lacedemonios, y tras ellos los romanos,eran tan conscientes de esta verdad que a estaciencia supeditaron las demás. Y hasta las naciones

bárbaras, en nuestros días, piensan que sólo estearte merece atención, pues creen que incluye oconfiere todas las demás. En resumen, es totalmentenecesario para quienes se ven envueltos en laguerra que se instruyan no sólo en los métodos paraproteger sus vidas, sino en cómo ganar la victoriasobre sus enemigos.

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coraje, de las grandes ventajas que les ofrecen talesoportunidades. Deberán montar emboscadas con el

mayor secreto, para sorprender el enemigo en elpasaje de ríos, en los escabrosos pasos de montañas,en desfiladeros en bosques y cuando estéentorpecido por cenagales o caminos difíciles.Deben regular su marcha para caer sobre ellosmientras comen o duermen, están desarmados y suscaballos sin aprestar. El general seguirá con tal clase

de enfrentamientos hasta que sus soldados tenganla necesaria confianza en ellos mismos. Pues lastropas que nunca han entrado en acción o quellevan cierto tiempo sin hacerlo, suelenimpresionarse grandemente a la vista de los heridosy moribundos y el miedo que perciben les disponemás a huir que a luchar.

Si el enemigo efectuara salidas o correrías, elgeneral las atacará tras la fatiga de una largamarcha, cayendo sobre ellos por sorpresa, acosandosu retaguardia. Debe destacar partidas para tratarde alcanzar por sorpresa los cuarteles establecidos adistancia del ejército enemigo para el

almacenamiento de forrajes y provisiones. Talesmedidas se acometerán en primer lugar, pues sifracasan no llevarán a malas consecuencias y sitienen éxito supondrán una gran ventaja. Ungeneral prudente tratará de sembrar la discordiaentre sus adversarios, pues no hay nación, aúndébil, que pueda resultar completamente arruinada

por sus enemigos a no ser que ella misma lo facilite

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con su desidia. En las discordias civiles los hombresestán más interesados en la destrucción de sus

enemigos particulares que en el cuidado de laseguridad pública.

Una máxima se ha de recordar en estos menesteres:que nadie debe desesperar de realizar lo que yaantes se llevó a cabo. Se puede decir que, durantemuchos de los años anteriores, nuestras tropas ni

siquiera han fortificado sus campamentospermanentes con trincheras, terraplenes oempalizadas. La respuesta es clara. Si se hubiesentomado tales precauciones, nuestros ejércitos nuncahabrían sufrido las sorpresas del enemigo, de día yde noche. Los persas, siguiendo el ejemplo de losantiguos romanos, rodeaban sus campamentos con

fosos y, como la tierra de su país es normalmentearenosa, siempre llevaban consigo sacos vacíos parallenarlos con la arena sacada de los fosos y elevarcon ellos un parapeto, apilándolos los unos sobrelos otros. Todas las naciones bárbaras alinean suscarros alrededor de ellos, en círculo, un sistema queguarda cierta similitud con un campamento

fortificado. Así, pasan las noches seguros contra lassorpresas.

¿Temeremos no poder aprender de otros lo queellos antes aprendieron de nosotros? En laactualidad, todo esto sólo se puede hallar en loslibros aunque antiguamente se practicaba de

continuo. Nadie se pregunta ahora sobre las

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costumbres que hace tanto fueron abandonadas,porque en medio de la paz la guerra es mirada

como un asunto demasiado distante para tenerlo enconsideración. Pero ejemplos pasados nosconvencerán de que el restablecimiento de laantigua disciplina no es, en absoluto, imposible,aunque ahora se haya perdido del todo.

En tiempos antiguos, el arte de la guerra, a menudo

olvidado y dejado, fue recuperado con frecuencia apartir de los libros y restablecido por la autoridad yatención de nuestros generales. Nuestros ejércitosen España, cuando Escipión el Africano tomó elmando, estaban deshechos y con frecuenciavencidos bajo los generales anteriores. Él pronto losreformó con una disciplina severa y les obligó a

sobrellevar la mayor fatiga en todos los trabajosmilitares reprochándoles que, ya que no podíanmanchar sus manos con la sangre del enemigo,habrían de hacerlo con el barro de las trincheras. Enresumen, con tales tropas, después de todo, tomó laciudad de Numancia y la quemó hasta los cimientoscon tal destrucción que no escapó ninguno de sus

habitantes. En África, un ejército que bajo el mandode Albinus fue forzado a pasar bajo el yugo, fuepuesto por Metello en tal orden y disciplina, segúnel modelo de los antiguos, que después vencieron alos mismos enemigos que los vejaron con tanignominioso tratamiento. Los cimbrios derrotaron alas legiones de Caepio, Manilus y Silanus en la

Galia, pero Mario reunió los pedazos dispersos y los

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disciplinó con tanta efectividad que destruyó unainnumerable multitud de los Cimbrios, Teutones y

Ambrones en una batalla campal. No obstante, esmás fácil formar jóvenes soldados e inspirarles conideales de honor que reanimar tropas que ya hansido derrotadas alguna vez.

XI DISPOSICIONES PARA EL DIA DE LABATALLA.

Tras haber explicado los aspectos menosimportantes del arte de la guerra, el orden de losasuntos militares nos lleva naturalmente a la batallacampal. Esta es una circunstancia llena deincertidumbre y funesta para reinos y naciones,pues de la resolución de una batalla dependeenteramente la victoria. Este momento, por encima

de los demás, precisa de todas las habilidades de ungeneral y su buena conducción en tales ocasiones leganará la mayor de las glorias, aunque sus peligrosle expondrán al mayor riesgo y desgracia. Este es elinstante en que su talento, habilidad y experienciase mostrarán en toda su extensión.

Antiguamente, para que los soldados cargaran conmayor vigor, era costumbre suministrarles unrefrigerio moderado antes del combate, para que sufortaleza se mantuviera durante un largo conflicto.Cuando el ejército va a marchar fuera delcampamento o ciudad, en presencia del enemigoformado y listo para la acción, se han de observar

grandes precauciones para que no sean atacados

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mientras desfilan por las puertas y que no seanhechos pedazos. Así pues, se han de tomar las

medidas adecuadas para que todo el ejército puedasalir por las puertas y formar en orden de batallaantes de que se aproxime el enemigo. Si el enemigoestá dispuesto antes de que hayáis dejado el lugar,deberéis retardar vuestra decisión de marchar enespera de otra oportunidad o disimularla al menospara que, cuando empiecen a insultaros suponiendo

que no queréis comparecer y se desmanden paradedicarse al pillaje o para regresar, entonces salgáisy caigáis sobre ellos de improviso. Nunca seemplearán las tropas en una batalla campalinmediatamente después de una larga marcha,cuando los hombres están fatigados y los caballoscansados. La fuerza necesaria para el combate es

gastada en la faena de la marcha. ¿Qué puede hacerun soldado que carga cuando está sin aliento? Losantiguos evitaron cuidadosamente talinconveniente, pero en los últimos tiempos algunosde nuestros generales romanos por ignorancia, parano decir más, perdieron sus ejércitos por olvidarimprudentemente tal precaución. No contenderán

en igualdad de condiciones dos ejércitos: unocansado y desgastado y el otro fresco y con todo suvigor.

XII INVESTIGAR LOS SENTIMIENTOS DE LASTROPAS.Es necesario conocer los sentimientos de los

soldados el día de la batalla. Su confianza o miedos

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se descubren fácilmente por sus aspectos, suspalabras, sus acciones y sus movimientos. No se ha

de confiar en la ansiedad de los jóvenes soldadospor la batalla, pues ésta es deseada por aquellos queno la han conocido. Por otra parte, será maloarriesgar un combate si los soldados veteranosmuestran poca inclinación a la lucha. Un general,sin embargo, puede animarles y subir el valor desus tropas con arengas y exhortaciones apropiadas,

especialmente si su descripción de la batallapróxima les lleva a la creencia en una fácil victoria.En este punto, puede persuadirles de la cobardía einutilidad de sus enemigos y recordarles todas lasventajas que antes hubieran adquirido sobre ellos.Debe emplear cualquier argumento capaz de excitarlos ánimos, elevar el odio y la indignación contra los

adversarios en las mentes de los soldados.

Es natural que los hombres se vean afectados por elmiedo al principio de un combate, pero hay, sinduda, algunos de más temerosa disposición que seinquietan a la menor visión del enemigo. Paradisminuir tales aprehensiones antes de entrar en

acción, llevaréis vuestro ejército frecuentemente, enorden de batalla y en situación segura, para quevuestros hombres se acostumbren a la visión yapariencia del enemigo. Cuando se ofrezca laoportunidad, se les hará caer sobre ellos y se trataráde ponerlos en huída o matarles algunos hombres.Así se acostumbrarán a ellos, sus armas y caballos.

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Y los sujetos con los que estamos familiarizados yano serán capaces de inspirarnos terror.

XIII ELECCIÓN DEL CAMPO DE BATALLA.Los buenos generales saben bien que la victoriadepende mucho de la naturaleza del campo debatalla. Cuando intentes, así pues, entablarcombate, trata de tomar ventaja de tu situación. Losterrenos altos son tenidos por mejores. Las armas

arrojadas desde la altura impactan con mayorfuerza; y la tropa que está sobre sus antagonistas lospuede rechazar y derrotar con mayor impetuosidad,mientras que los que atacan cuesta arriba han deluchar con el terreno y con el enemigo. Hay, sinembargo, esta diferencia con respecto al lugar: Sidependes de la infantería contra la caballería

enemiga, debes elegir un lugar montañoso, desigualy quebrado. Pero si, por el contrario, esperas quesea tu caballería la que actúe con ventaja contra lainfantería enemiga, tu terreno debe ser más alto,pero llano y abierto, sin obstáculos de árboles ocenagales.

XIIII ORDEN DE BATALLA.Al formar un ejército en orden de batalla, tres cosasse han de considerar: el sol, el polvo y el viento. Elsol en vuestras caras deslumbra los ojos; si el vientoestá en vuestra contra, desviará y debilitará lafuerza de vuestras armas mientras ayudará a las deladversario; y el polvo dándoos de frente enturbiará

los ojos de vuestros hombres y les cegará. Hasta los

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En la sexta línea se colocaban los hombres

aguerridos y diestros, armados con todas las armas,que los antiguos llamaban triarios. Para poderatacar al enemigo con más vigor, reposabansentados tras las demás líneas. Si el resto de laslíneas eran derrotadas, sólo quedaba la esperanzade los triarios.

XV DISTANCIAS ADECUADAS E INTERVALOSENTRE LOS SOLDADOS.Habiendo explicado la disposición general de laslíneas, trataremos ahora de las distancias ydimensiones. Mil pasos comprende una sola fila demil seiscientos cincuenta y seis infantes, con trespies por cada hombre. Seis filas formadas en la

misma extensión de terreno necesitan nueve milnovecientos noventa y seis hombres. Para formarsólo tres filas con el mismo número se necesitan dosmil pasos, pero es mucho mejor incrementar elnúmero de filas que hacer el frente demasiadoextenso. Hemos antes observado que la distanciaentre cada fila debe ser seis pies, y el siguiente de

los cuales es ocupado por los hombres. Así, siformas un cuerpo de diez mil hombres en seis filas,ocuparán cuarenta y dos pies de profundidad y milpasos de frente. Por este cálculo es fácil calcular laextensión de terreno necesaria para formar veinte otreinta mil hombres. Tampoco se puede equivocarun general cuando sabe, así, la cantidad de terreno

precisa para cierto número dado de hombres.

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Pero si el campo de batalla no tiene espaciosuficiente o vuestras tropas son muy numerosas,

podéis formarlas en nueve líneas o incluso más,pues es más ventajoso enfrentarse en orden cerradoque extender demasiado vuestra línea. Un ejércitoque se extiende por un frente demasiado grande ycon poca profundidad, puede ser rápidamentepenetrado por la primera oleada enemiga. Tras estono hay remedio. Y por lo que hace al puesto de los

distintos cuerpos en el ala derecha, izquierda o en elcentro, es norma general formarlas de acuerdo consus rangos respectivos o distribuirlos según lascircunstancias o disposiciones del enemigo.

XVI DISPOSICIÓN DE LA CABALLERÍA.Una vez formada la infantería en línea, la caballería

forma en las alas. La caballería pesada, o sea, loscoraceros y tropas armadas con lanzas se unirán a lainfantería. La caballería ligera, compuesta por losarqueros y los que no llevan corazas, se situarán amayor distancia. Los caballos más pesados ymejores son para cubrir los flancos de la infantería ylos ligeros se sitúan en el lugar arriba mencionado

para rodear y desordenar las alas enemigas. Ungeneral debe saber qué parte de su propia caballeríaes más adecuada para enfrentarse a cualquierescuadrón de infantería o caballería enemiga. Porciertos motivos que no vienen al caso, algunasunidades concretas luchan mejor contra otras, yaquellas que han derrotado a enemigos superiores a

menudo son derrotadas por una fuerza inferior.

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Si vuestra caballería no es igual a la del enemigo, lo

adecuado, según la antigua costumbre, es mezclarlacon infantería armada a la ligera con pequeñosescudos, llamados velites, y entrenarlos en estaclase de lucha. Guardando este sistema, aún cuandola flor de la caballería enemiga os ataque, nuncapodrán copar esta disposición mixta. Éste era elúnico método de los antiguos generales para suplir

los defectos de su caballería, y mezclaban loshombres entre la caballería, armados para quepudieran correr con escudos ligeros, espadas y jabalinas.

XVII DE LAS RESERVAS.El método de tener cuerpos de reserva en la

retaguardia del ejército, compuestos de infantería ycaballería escogida, al mando de lugartenientes delgeneral, condes y tribunos, es muy juicioso y degran utilidad para vencer en la batalla. Algunos sedeben situar en la retaguardia de las alas y algunoscerca del centro, para estar prestos a acudirinmediatamente en ayuda de cualquier parte de la

línea que esté en dificultades, para evitar que seanpenetrados, para reponer las bajas durante elcombate y, por tanto, para sostener el valor de suscamaradas y detener la impetuosidad del enemigo.Esto fue una invención de los lacedemonios, en loque fueron imitados por los cartagineses. Losromanos desde entonces lo observaron y no se ha

podido encontrar mejor disposición.

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La línea está pensada únicamente para rechazar o, si

es posible, romper al enemigo. Si es necesarioformar la cuña o la pinza, debe hacerse con lastropas sobrantes estacionadas en la retaguardia contal propósito. Si se va a formar la sierra, también sehará con las reservas, pues si comenzáis a quitarhombres del frente los llevaréis a todos a laconfusión. Si cualquier pelotón del enemigo cae

sobre vuestro flanco o cualquier otra parte devuestro ejército, y no tenéis tropas sobrantes paraoponérseles o si pretendéis destacar caballería oinfantería de vuestro frente para tal servicio, portratar de defender una parte expondréis a la otra aun peligro mayor. En ejércitos no muy numerosos,es mucho mejor acortar el frente y tener reservas

fuertes. En resumen, debéis tener una reserva debuena infantería, bien armada, cerca del centro paraformar la cuña y penetrar así la línea enemiga; ytambién cuerpos de caballería armadas con lanzas ycorazas, junto a infantería ligera, cerca de las alas,para rodear los flancos del enemigo.

XVIII EL LUGAR DEL GENERAL Y DELSEGUNDO Y TERCERO AL MANDO.El lugar del comandante en jefe está, generalmente,a la derecha, entre la caballería y la infantería.Desde este lugar puede dirigir mejor losmovimientos de todo el ejército y mover lasunidades con la mayor facilidad a donde lo

considere necesario. Es también el sitio más

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conveniente para dar sus órdenes tanto a lacaballería como a la infantería y para animarles por

igual con su presencia. Es su obligación rodear elala izquierda enemiga, que se le opone, con susreservas de caballería e infantería ligera y atacarlespor su flanco y retaguardia. El segundo al mando sesitúa en el centro de la infantería para enardecerlesy darles apoyo. Una reserva de buena infantería,bien armada, está cercana a él y bajo sus órdenes.

Con esta reserva puede tanto formar la cuña parapenetrar la línea enemiga como, si ésta forma antesla cuña, disponer la pinza para recibirles. El puestodel tercero al mando está a la izquierda. Debe ser unoficial prudente e intrépido; esta parte del ejército esdifícil de manejar e imperfecta por su ubicación enel frente. Así pues, ha de disponer una reserva de

buena caballería y rápidos infantes que le permitansiempre extender su flanco izquierdo de tal maneraque no pueda ser rodeado.No se debe lanzar el grito de guerra hasta quehayan chocado ambos ejércitos, pues es señal deignorancia y cobardía lanzarlo a distancia. Esmucho mayor el efecto sobre el enemigo cuando son

alcanzados al mismo tiempo por el terror queproduce el grito de guerra y las puntas de las armas.

Debéis tratar siempre de formar vuestro ejércitoantes que el enemigo, pues así podréis tomarvuestras propias disposiciones sin obstrucción. Estoincrementará el valor de vuestras propias tropas e

intimidará a las de vuestro adversario. Pues la

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superioridad en el valor parece estar implícita enaquel ejército que ofrece batalla, mientras que las

fuerzas que ven atacar primero al enemigo sevuelven temerosas. Os habréis de asegurar de otragran ventaja, que es marchar en orden y caer sobreellos mientras están formando y aún en confusión.Parte de la victoria consiste en poner desorden en elenemigo antes de enfrentaros a él.

XVIIII CÓMO RESISTIR LOS ATAQUESENEMIGOS.Un general capaz nunca pierde una oportunidadfavorable de sorprender al enemigo, sea cuandoestá cansado por la marcha, dividido al cruzar unrío, entorpecido por cenagales, estrechado pordesfiladeros de montaña, dispersos sobre el terreno

al creerse seguros o durmiendo en sus cuarteles. Entodos estos casos, los adversarios resultansorprendidos y destruidos antes de que tengantiempo de ponerse en guardia. Pero si sondemasiado precavidos como para ofreceros laoportunidad de sorprenderlos, estaréis obligadosentonces a enfrentaros en campo abierto y en

igualdad. Ahora esto es ajeno al asunto que nosocupa. Sin embargo, la habilidad militar es tannecesaria en las batallas campales como en la guerramediante subterfugios y estratagemas.

Vuestro primer cuidado es asegurar que el enemigono rodee el ala izquierda o derecha, aunque esto

sucede menos, para que no lo rodee ni lo ataque de

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flanco o por la retaguardia con unidades volantesllamadas drungos, una desgracia que a veces

sucede. Sólo hay un remedio para esto: rotar haciaatrás vuestro flanco. Con esta maniobra, vuestrossoldados darán frente al enemigo y protegerán laespalda de sus camaradas. Y vuestros mejoreshombres se han de colocar en los ángulos de losflancos, pues contra tal lugar hace el enemigo susmayores esfuerzos.

Hay también un método para resistir la cuña,cuando la forme el enemigo. La cuña es unadisposición de un cuerpo de infantería que seensancha gradualmente hacia atrás en la base ytermina en punta hacia el frente. Penetra la líneaenemiga con una multitud de armas arrojadizas

lanzadas hacia el mismo punto. Los soldados lallaman caput porcinum. La sierra es otradisposición, formada por soldados decididos, quese envía a reparar una línea rota y desordenada porel enemigo. El pelotón, o globus, es un cuerpo dehombres separados del frente para rondar porambos flancos y atacar al enemigo cuando

encuentren la ocasión. Contra éste, hay que destacarun globus más numeroso y fuerte.

Por encima de todo, un general nunca debe intentaralterar sus formaciones o deshacer su orden debatalla durante el combate, pues tal alteraciónproducirá desorden y confusión de inmediato y el

enemigo no dejará de aprovecharse de ello.

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XX CÓMO DAR BATALLA Y GANAR CON

MENOS SOLDADOS Y MENOS FUERTES.Un ejército puede adoptar siete formacionesdistintas para la batalla: La primera formación es unrectángulo de amplio frente, de uso común tanto entiempos antiguos como modernos, aunque no se laconsidera como la mejor por varios expertos, puesno siempre se puede encontrar un terreno lo

bastante llano para adoptarlo y si se producecualquier irregularidad o hueco en la línea resulta amenudo penetrado por tal parte. Además, unenemigo superior en número puede rodear su aladerecha o izquierda, la consecuencia de lo cual esmuy peligrosa a menos que tengáis un cuerpo dereserva listo para avanzar y sostener su ataque. Un

general debe emplear esta disposición sólo cuandosus fuerzas sean mejores y más numerosas que lasdel enemigo, estando por lo tanto en su voluntadatacar tanto los flancos y rodearlos por cada lado.

La segunda y mejor disposición es la oblicua.Aunque vuestro ejército no tenga muchas fuerzas, si

se las sitúa bien y con ventaja, esta disposiciónpuede permitiros obtener la victoria, no obstante elnúmero y valor del enemigo. Es como sigue:Conforme los ejércitos marchan para el ataque,vuestra ala izquierda se debe mantener retrasada acierta distancia de la derecha enemiga para quedarfuera del alcance de sus dardos y flechas. Vuestra

ala derecha avanzará oblicuamente sobre la

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izquierda enemiga y comenzará el combate. Ydebéis tratar, con vuestra mejor caballería e

infantería, de rodear el ala con la que lucháis,hacerla huir y caer sobre el enemigo por laretaguardia. Una vez que huyen, si el ataque esadecuadamente secundado, sin duda obtendréis lavictoria mientras vuestro flanco izquierdo, queseguirá a distancia, permanecerá indemne. Unejército formado de tal manera, guarda cierta

semejanza con la letra A o una escuadra de albañil.Si el enemigo se os adelanta a esta maniobra, serecurrirá a la caballería e infantería situadas enreserva, a retaguardia, como ya dije. Debeordenárseles apoyar vuestro flanco izquierdo. Estoos permitirá oponer una vigorosa resistencia contrael artificio del enemigo.

La tercera formación es como la segunda, pero notan buena, pues os obliga a comenzar el ataque convuestra ala izquierda sobre la derecha enemiga. Losesfuerzos de los soldados de la izquierda son másdébiles e imperfectos por su situación expuesta ydifícil en la línea. Expondré esta formación con más

claridad. Aunque vuestra ala izquierda pueda sermucho mejor que la derecha, debe ser todavíareforzada son alguna de la mejor caballería einfantería y ordenársele comenzar el combate con laderecha enemiga para desordenarla y rodearla tanrápidamente como se pueda. Y la otra parte devuestro ejército, compuesta por tropas peores, debe

quedar a tal distancia de la izquierda enemiga que

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con su ala derecha y su izquierda con el flancoderecho. Si les hace huir, obtiene una victoria

inmediata y si fracasa su centro no queda enpeligro, estando protegido por la infantería ligera ylos arqueros.

La sexta formación es muy buena y casi tanto comola segunda. Se emplea cuando el general no puedeconfiar en el número o valor de sus tropas. Si se

hace con juicio, no obstante su inferioridad, tiene amenudo una buena ocasión para vencer. Conformevuestra línea se aproxima al enemigo, avanzaréisvuestra ala derecha contra su izquierda ycomenzaréis el ataque con vuestra mejor caballería einfantería. Al mismo tiempo mantendréis el restodel ejército a gran distancia de la derecha enemiga,

extendida en una línea recta como una jabalina. Así,si podéis rodear su izquierda y atacarles de flanco ypor la retaguardia, inevitablemente les derrotaréis.Es imposible para el enemigo retirar refuerzos de suderecha o de su centro para sostener a su izquierdaen esta emergencia, pues la parte restante devuestro ejército está extendida y a gran distancia de

ellos, con forma de letra L. Es una formaciónempleada a menudo en combates sobre la marcha.

La séptima formación obtiene su ventaja de lanaturaleza del terreno y os permitirá enfrentar unenemigo con un ejército inferior tanto en númerocomo en fortaleza, apoyado uno de vuestros flancos

en una altura, el mar, un río, un lago, una ciudad,

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un pantano o terreno quebrado inaccesible alenemigo. El resto del ejército debe formarse, como

siempre, en una línea recta y el flanco no aseguradodebe estar protegido por vuestras tropas ligeras ytoda vuestra caballería. Defendido suficientementepor un lado por la naturaleza del terreno y por elotro por el doble apoyo de la caballería, podréisaventuraros al combate con seguridad.

Se debe observar una regla general y excelente. Sitratáis de combatir sólo son vuestra ala derecha,ésta debe estar compuesta por vuestras mejorestropas. E igual vale para la izquierda. O si tratáis depenetrar la línea enemiga, las cuñas que forméis conéste propósito delante de vuestro centro han deestar compuestas por los soldados más

disciplinados. La victoria, en general, es obtenidapor un pequeño número de hombres. Así pues, lasabiduría de un general se muestra solamente con ladisposición y elección de tales hombres, como losmás adecuados con la razón de su empleo.

XXI LA HUÍDA DEL ENEMIGO NO DEBE SER

IMPEDIDA, SINO FACILITADA.Los generales poco avezados en la guerra creen unavictoria incompleta a menos que el enemigo esté tanencerrado en su terreno o tan rodeado por elnúmero que no tenga posibilidad de escapar. Peroen tal situación, donde no queda esperanza, elpropio miedo armará al enemigo y la desesperación

le inspirará valor. Cuando los hombres se

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encuentran inevitablemente perdidos, resuelvenmorir con sus camaradas y con las armas en las

manos. La máxima de Escipión, que se debe tenderun puente de oro al enemigo que huye, debe sermuy encarecida. Pues cuando tienen una vía deescape no piensan en otra cosa más que en salvarsehuyendo y la confusión se generaliza, haciéndosegran carnicería de ellos. Los perseguidores noestarán en peligro al desprenderse los vencidos de

sus armas para huir mejor. En tal caso, cuantomayor sea el número del ejército que huye, mayorserá la matanza. La cantidad no tiene importanciacuando las tropas han caído en la desmoralización yestán igualmente aterrorizadas por la visión delenemigo y la de sus armas. Por el contrario, loshombres encerrados, por débiles que estén o pocos

que sean, se vuelven un problema para su enemigoal entender que no tienen más recurso que ladesesperación. Así, según la máxima de Virgilio,“La seguridad del vencido es la esperanza de nohaberla”.

XXII MODOS DE REHUSAR BATALLA, SI NO

CONVIENE.Habiendo repasado algunos de los particularesreferidos a las batallas campales, queda ahoraexplicar la manera de retirarse en presencia delenemigo. Ésta es una operación que, a juicio dehombres de gran capacidad y experiencia, ha deatenderse con gran cuidado. Un general

verdaderamente desmoraliza a sus propias tropas y

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anima a sus enemigos si retira sus fuerzas delcampo de batalla sin luchar. Pero si esto debe

hacerse algunas veces, será adecuado considerarcómo ejecutarlo con seguridad.

En primer lugar, vuestros hombres no han depensar que os retiráis o que rehusáis el combate,sino creer que vuestra retirada es un engaño paratender una emboscada al enemigo, o para llevarle a

una posición ventajosa donde podáis derrotarle másfácilmente si os sigue. Las tropas que perciben quesu general no confía en el éxito están prontas a huir.Debéis ser cuidadosos para que el enemigo nodescubra que os retiráis y caiga sobre vosotros. Paraevitar este peligro, la caballería se sitúa delante de lainfantería para encubrir sus movimientos y retrasar

los del enemigo. Las primeras divisiones se retiranen primer lugar, las otras les siguen por turnos. Laúltima mantiene el terreno hasta que el resto se hamarchado y después rompen filas y se juntan conellos pausada y regularmente. Algunos generaleshan juzgado mejor ejecutar su retirada durante lanoche, tras reconocer sus rutas, y así ganar tanto

terreno al enemigo que, al no descubrir éste suretirada hasta el romper del día, no les puede seguirde cerca. La infantería ligera, además, se envía pordelante para ocupar las alturas bajo las que elejército se retirará con seguridad; y el enemigo, en elcaso de que nos persiga, estará expuesto a lainfantería ligera, dueños de las alturas y secundada

por la caballería.

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Una huida repentina y poco meditada expone a un

ejército al mayor riesgo posible, como caer enemboscadas a manos de tropas dispuestas para ello.Pues la temeridad de un ejército se incrementa y suprecaución disminuye al perseguir a un enemigoque huye; ésta es la oportunidad más favorable paratales artimañas. Cuanto mayor sea la seguridadsentida, mayor será el peligro. Las tropas, cuando

no están dispuestas, cuando están comiendo,cansadas tras una marcha, cuando sus caballosestán pastando y, en resumen, cuando se creen másseguros, pueden sufrir más fácilmente una sorpresa.Todos los peligros de esta clase deben sercuidadosamente evitados y todas las oportunidadesde destrozar al enemigo con tales métodos,

aprovechadas. Ni el número ni el valor sirven entales infortunios.Un general que ha sido derrotado en una batallacampal, aunque la habilidad y la conducta tengan lamayor parte de la importancia, puede en su defensaapelar a la mala fortuna. Pero si ha sidosorprendido, o conducido a tales trampas por el

enemigo, no tiene excusa alguna, pues debía habertomado las prevenciones adecuadas o haber usadoespías de cuyos informes pudiera fiarse.

Cuando el enemigo persigue a un adversario que seretira, se suele emplear el siguiente truco: Se ordenaa un pequeño cuerpo de caballería que le persiga a

descubierto. Al mismo tiempo, se manda

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secretamente un destacamento más fuerte por otraruta para ocultarse en el camino. Cuando la

caballería ha alcanzado al enemigo, lanza ataquesde distracción y se retira. El enemigo, creyendo queel peligro ha pasado y que ha escapado de latrampa, descuida su orden y marcha sinregularidad. Entonces, el destacamento enviado ainterceptarle, aprovechando la oportunidad, caesobre ellos de improviso y les destruye con

facilidad.

Muchos generales, al verse obligados a retirarse porbosques, envían por delante partidas para tomar losdesfiladeros y pasos difíciles, para evitaremboscadas y bloquear los caminos con barricadasde árboles cortados para impedir ser perseguidos y

atacados por la retaguardia. En resumen, ambaspartes tienen posibilidades de tender emboscadas aladversario durante su marcha. El ejército que seretira deja tropas tras él con tal propósito, situadasen valles convenientes o montañas cubiertas debosques; y si el enemigo cae en la trampa, vuelve deinmediato en su ayuda. El ejército que persigue

destaca varios grupos de infantería ligera para irpor delante y, por otros caminos, interceptar alenemigo quien así se ve sorprendido y atacadotanto al frente como a la retaguardia. El ejército quehuye puede volverse y caer sobre el enemigomientras duerme por la noche. Y el ejércitoperseguidor puede, aunque la distancia sea grande,

sorprender a su adversario con marchas forzadas. El

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primero intento puede darse al cruzar un río, paradestruir a la parte del ejército enemigo que ya ha

cruzado. Los perseguidores pueden apresurar sumarcha para caer sobre las unidades del enemigoque aún no hayan cruzado.

XXIII CAMELLOS Y CABALLERÍA PESADA.No pocas naciones entre las antiguas llevaron enformación camellos, y los urcilianos en África o los

demás maziques hoy los llevan. Con todo serecuerda que esa raza de animales, apta para lasarenas y para soportar la sed, encuentra incluso loscaminos confundidos por el viento entre el polvo ysin errores. Por lo demás, excepto por su novedad,si no se está acostumbrado a verlos, son ineficacespara la guerra. Los catafracti, a salvo de las heridas

por las protecciones que llevan, pero fáciles decapturar y expuestos frecuentemente a lasemboscadas por causa de la impedimenta y delpeso de las armas, mejores en la lucha contra lainfantería dispersa que contra la caballería, sinembargo rompen la formación de los enemigos, opuestos delante de las legiones o mezclados con los

legionarios, cuando se lucha de cerca, esto es manoa mano.

XXIIII DEFENSA CONTRA CARROS CONGUADAÑAS Y ELEFANTES.Los carros armados de guadañas fueron empleadosen la guerra por Antíoco y Mitrídates y

aterrorizaron al principio a los romanos, pero

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después éstos los tomaron a broma. Como un carrode este tipo no siempre encuentra un terreno llano y

nivelado, la menor obstrucción los detiene. Y si unode los caballos resulta herido o muerto, cae enmanos enemigas. Los soldados romanos losvolvieron inútiles por medio de la siguientecontramedida: en el momento de empezar elcombate, esparcían por el campo de batalla abrojos,y los caballos que tiraban de los carros, corriendo a

toda velocidad sobre ellos, resultabaninfaliblemente heridos. Un abrojo es una máquinacompuesta por cuatro pinchos dispuestos demanera que, al ser arrojados, descansaban sobre tresde ellos y presentaba el cuarto hacia arriba.

Los elefantes, por su gran tamaño, horrible bramido

y la novedad de su forma, resultaron al principiomuy terribles contra los romanos en Lucania,llevados por Pirro. Y después Aníbal los llevó con éla la batalla en África. Antíoco en el oriente yYugurta en Numidia tenían gran número de ellos.Muchos artificios se han usado contra ellos. EnLucania, un centurión cortó la trompa de uno con

su espada. Dos soldados armados de pies a cabezaen un carro tirado por dos caballos, tambiéncubiertos por armadura, atacaron tales bestias conlanzas de gran longitud. Habían cubierto, con susarmaduras, de los arqueros de los elefantes yevitaron la furia de los animales por la agilidad desus caballos. Soldados de infantería, con armaduras

completas y largos pinchos de hierro fijados a sus

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brazos, hombros y escudos para precaverse de latrompa de los elefantes, se emplearon también

contra ellos.

Pero fueron los vélites, entre los antiguos, quienesgeneralmente se enfrentaban a ellos. Eran soldados jóvenes, armados ligeramente, rápidos y muyexpertos en arrojar sus armas desde las ancas de loscaballos. Tales tropas se mantenían rondando los

elefantes continuamente y matándoles con lanzaslargas y jabalinas.

Después, los soldados, al disminuir la aprehensión,les atacaban en el cuerpo y, arrojando juntos sus jabalinas, les destruían por la multitud de heridas.Honderos con piedras redondas, disparadas con

hondas y fustibalis, mataban tanto a los hombresque los guiaban como a los soldados que luchabandesde las torres sitas en sus espaldas. La experienciamostró que éste era el mejor y más seguro sistema.Otras veces, al aproximarse tales bestias, lossoldados abrían sus filas y les dejaban pasar a travésde ellas. Cuando estaban en medio de las tropas,

que les rodeaban por todas partes, eran capturadoscon sus guardias indemnes.

Grandes balistas, sobre carros tirados por doscaballos o mulas, se colocaban a retaguardia delfrente, de modo que cuando los elefantes se poníana tiro podían ser traspasados con dardos. La balista

debía ser más grande, y las cabezas de los dardos

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más fuertes y anchas de lo normal, para que losdardos alcanzaran más lejos, con más fuerza y que

las heridas fueran proporcionales al tamaño de lasbestias. Era necesario describir tales métodos paraenfrentarse a los elefantes, para que sea conocido sise da la ocasión de tener que enfrentarse a tanprodigiosos animales.

XXV RECURSOS EN CASO DE DERROTA.

Si mientras una parte de vuestro ejército vence, laotra es derrotada, no debéis desesperar pues aún ental extremo la constancia y resolución de un generalpueden lograr una victoria completa. Hay muchosejemplos en que la parte que no desesperóconsiguió vencer. Donde las pérdidas y gananciasson más o menos iguales, venció quien luchó contra

sus desventajas con mayor resolución. Habéis deser, pues, el primero en tomar el botín de losmuertos y lanzar gritos de victoria. Tales signos deconfianza desmoralizan al enemigo y redoblan elvalor de los vuestros.

No obstante, aún en caso de una completa derrota,

se han de intentar todos los remedios, pues muchosgenerales han sido lo bastante afortunados comopara reparar tal pérdida. Un oficial prudente nuncaarriesgará una batalla campal sin tomar aquellasprecauciones que le prevengan contra pérdidasconsiderables en caso de derrota, pues laincertidumbre de la guerra y la naturaleza de las

cosas pueden hacer tal desgracia inevitable. La

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proximidad de una montaña, un puesto fortificadoen la retaguardia o una resistencia decidida a cargo

de un buen cuerpo de tropas que cubran la retiradapueden significar la salvación del ejército.

Un ejército, tras ser derrotado, a veces se harecuperado, vuelto sobre el enemigo y lo haderrotado persiguiéndolo con orden ydestruyéndolo sin dificultad. No pueden estar los

hombres en mayor peligro que cuando, en medio dela alegría de la victoria, su exultación se haconvertido de repente en terror. Como quiera quesuceda, los restos del ejército han de serinmediatamente reagrupados, reanimados porexhortaciones convenientes y provistos con nuevasremesas de armas. Se han de hacer inmediatamente

nuevas reclutas y proveer nuevos reemplazos.

Y es de la mayor conveniencia aprovechar todaoportunidad de sorprender a los enemigosvictoriosos, llevarles a trampas y emboscadas para,de esta manera, recuperar los ánimos decaídos devuestros hombres. No han de ser difíciles de hallar

tales oportunidades, pues está en la naturalezahumana el actuar con poca precaución y regocijo enla prosperidad. Si alguno cree que no queda recursoalguno tras la pérdida de una batalla, que reflexionesobre lo ocurrido en casos similares y verá que losque resultaron victoriosos al final fueron, amenudo, los que al principio parecían perdedores.

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XXVI MÁXIMAS GENERALES DE LA GUERRA.Es la naturaleza de la guerra que lo que os resulta

beneficioso va en desventaja del enemigo y que, loque a él sirve, a vosotros os daña. Es, pues, unamáxima, no nacer nunca, u omitir hacer, algo que lesirva sino atender siempre a vuestro propio interés.Os perjudicaréis si hacéis lo mismo que él hace ensu propio beneficio. Por el mismo motivo, será malopara él imitaros en lo que ejecutáis en vuestro

provecho.

Cuanto más acostumbradas estén vuestras tropas alas guardias del campamento en lugares de fronteray cuanto más disciplinadas sean, a menos riesgosestarán expuestas en el campo de batalla.

Los hombres han de estar suficientementeentrenados antes de llevarlos frente al enemigo.

Es mucho mejor derrotar al enemigo por hambre,sorpresa o terror que en batallas campales pues, enúltima instancia, la fortuna ha tenido a menudo máscuenta que el valor. Tales empeños resultan mejores

cuando el enemigo los ignora completamente hastael instante en que se ejecutan. En la guerra, sedepende más a menudo de la casualidad que delvalor.

Es de mucha utilidad atraerse a los soldadosenemigos y estimularles cuando son sinceros en su

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rendición, pues un adversario resulta másdebilitado por la deserción que por la muerte.

Es mejor tener varios cuerpos en reserva queextender demasiado vuestro frente.

Un general no será fácilmente derrotado si tiene unaidea clara de sus fuerzas y de las del enemigo.

El valor es superior al número.

A menudo, vale más la elección del terreno que elvalor.

Pocos hombres nacen valerosos; muchos lo son porla fuerza de la disciplina.

Un ejército se fortalece con el trabajo y se debilitacon la inacción.

No se han de conducir al combate las tropas sinconfianza en la victoria.

Lo novedoso y la sorpresa llevan al enemigo al

temor, pero lo conocido no le afecta.

Quienes persiguen desordenadamente a unenemigo que huye, parece rehusar la victoria queantes había ganado.

Un ejército sin suministros de grano y otras

provisiones necesarias será vencido sin lucha.

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Un general cuyas tropas sean superiores tanto en

número como en valor, luchará en formación derectángulo oblongo, que es la primera formación.

Quien se juzgue inferior debe avanzar su aladerecha oblicuamente contra la izquierda enemiga.Ésta es la segunda formación.

Si vuestra ala izquierda es más fuerte, debéis atacarla derecha enemiga conforme a la tercera formación.

El general que pueda confiar en la disciplina de sushombres debe empezar el combate atacandoenseguida los flancos enemigos; ésta es la cuartaformación.

El que tenga buenas tropas de infantería ligera, laformará delante de su centro y cargará sobre losflancos enemigos enseguida. Ésta es la quintaformación.

Quien no pueda fiar en el valor o número de sus

tropas, si está obligado a combatir, debe empezar lalucha con su ala derecha y tratar de romper laizquierda enemiga; el resto del ejército permaneceráformada en una línea perpendicular al frente yextendido hacia la retaguardia, como una jabalina.Esta es la sexta formación.

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Si vuestras fuerzas son pocas y débiles encomparación con el enemigo, debéis usar la séptima

formación y cubrir uno de vuestros flancos por unaaltura, una ciudad, el mar, un río o algunaprotección de tal índole.

Un general que tiene buena caballería debe elegir elterreno adecuado a ella y emplearla principalmenteen el combate.

Quien tenga una buena infantería debe escoger lasituación más adecuada a ella para servirse de todassus ventajas.

Si en el campamento se introduce algún espía,ordenad a todos vuestros soldados que se

introduzcan en sus tiendas y lo aprehenderéis deinmediato.Si veis que el enemigo conoce vuestros planes,cambiadlos inmediatamente.

Consultad con muchos las medidas que se hayan detomar, pero comunicad a pocos los planes que

queréis ejecutar y que éstos sean de la mayorfidelidad o, aún mejor, no lo digáis a nadie.

El castigo y el miedo son necesarios para mantenerel orden de los soldados en el cuartel; pero en elcampo de batalla se les estimula más con laesperanza y la recompensa.

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parte de vuestra sabiduría y experiencia, de las quehabéis dado tantos ejemplos con Vuestra propia

actividad. ¡Qué glorioso, así pues, resulta VuestraMajestad, con tantas virtudes unidas alconocimiento del arte de la guerra y de la conquista,y que maravilla al Imperio con su conducta y valortanto ejecutando los deberes del soldado como losdel general!

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LIBRO IV

PRÓLOGOEs gracias al establecimiento de pueblos y ciudadesque el hombre grosero y salvaje de los orígenes delmundo se distinguió de las bestias salvajes y de losanimales en general. El bien común hizo nacer elnombre de república. Es por esto que las nacionesmás poderosas y los príncipes que reciben su títulodel mismo Dios, no han podido imaginar mayorgloria que fundar ciudades o dar su propio nombrea otras ya fundadas, a la vez que las engrandecen.Es en esto en lo que Vuestra Serenidad se lleva lapalma. Otros príncipes han trabajado con pocasciudades o incluso en una sola; vuestra Piedad, porsus continuos trabajos, ha llevado a un númeroinmenso a un punto tal de perfección que menosparecen erigidas por la mano de los hombres quepor la voluntad del cielo.

Vuestra felicidad, vuestra moderación, la pureza devuestras costumbres, vuestra ejemplar clemencia,vuestro amor por las cosas del espíritu, os colocanpor encima de todos los emperadores.Contemplamos los bienes que nos vienen de vuestravirtud y vuestro reino; poseemos lo que era deseadoen los siglos precedentes y lo que la posteridadquerría ver durar para siempre. Nos felicitamos, contodo el universo, de haber recibido todo lo que losdeseos humanos pueden pedir y todo lo que la

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bondad divina les puede conceder. Nada demuestramejor la utilidad de las fortificaciones, y la sabiduría

de las ideas de vuestra Majestad en las grandesobras que ha encargado, que el ejemplo de Romamisma, que en otros tiempos debió la salud de susciudadanos a la defensa del Capitolio: un solo fuertesalvó a esta ciudad, destinada al imperio de todo elmundo. El ataque y la defensa de las plazas sonpues un tema muy importante, que entra

necesariamente en la obra que he empezado pororden de vuestra Majestad. Voy a tratarlometódicamente, según los diferentes autores quehan escrito sobre el mismo; no me quejaré por hacerun trabajo que puede contribuir tanto a la utilidadpública.

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III DE CÓMO SE DEBE USAR EN LA MURALLALA TIERRA EXTRAÍDA DEL FOSO.

Esta es la manera de construir la muralla paradotarla de la máxima fuerza: Se construyen dosmuros paralelos a veinte pies de distancia uno delotro; en este espacio, que será el espesor de lamuralla, se tira la tierra que se extraiga del foso, y secompacta a fuerza de golpes. Los dos muros no seelevan a la misma altura: el que mira hacia el

interior de la plaza debe ser mucho más bajo que elotro, a fin de poder construir una pendiente suave ycómoda para subir desde el pueblo a sus defensas.

Es difícil para un ariete derribar un muro que estásostenido por tierras; y si por azar derriban laspiedras de la muralla, esta masa de tierras

compactas aún resistirá sus golpes como si de unaverdadera muralla se tratara.

IIII DE REJAS Y PUERTAS Y DE CÓMOPROTEGERLAS DEL FUEGO.Se trata de cómo proteger las puertas del fuego quese les pueda lanzar. Para conseguirlo, se deben

cubrir de pieles frescas o de planchas de hierro;pero estas soluciones no son tan buenas como la denuestros antepasados, que consistía en añadirdelante de la puerta un espacio, en la entrada delcual se coloca una reja colgada de sogas o cadenasde hierro: si los enemigos intentan entrar, la reja caesobre ellos, los encierra y los libra a los asediados.

Es necesario, sin embargo, construir la muralla

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sobre la puerta con matacanes, para poder lanzaragua sobre ella si el enemigo consigue prenderle

fuego.

V DE LOS FOSOSEs necesario construir fosos delante de las plazas,muy anchos y profundos, para que los asediadoresno puedan llenarlos fácilmente, y para que las aguasde los mismos, filtrándose en sus minas, les

impidan continuarlas. La profundidad de los fososy sus aguas son los mayores obstáculos para esostrabajos subterráneos.

VI DE CÓMO PROTEGERSE DE LA FLECHAS DELOS ASEDIADORES.Es muy de temer que la gran cantidad de flechas

que los asaltantes pueden lanzar haga abandonarlas murallas y les facilite escalar hasta la plaza, asíque la mayoría de la guarnición debe tener grandesescudos y armaduras completas; y para protegerlosaún mejor, se deben tender sobre las murallaslienzos de tela y mantas de crin. Esta dobleprotección flotante amortigua el impacto de las

flechas, y difícilmente las deja pasar.

Se ha de añadir a todo esto la invención de lasmetellas, que son cajas de madera llenas de piedras;se colocan a lo largo de los parapetos con un arte talque los asaltantes, al subir por las escalas, nopueden tocarlas sin producir una lluvia de piedras

sobre sus cabezas.

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VII DE LOS MEDIOS POR LOS QUE LOS

ASEDIADOS PUEDEN EVITAR EL HAMBRE.En su momento hablaremos de los diferentesmétodos de ataque y defensa; pero antes esnecesario saber que hay dos maneras, en general, deatacar una plaza: la primera, tomándola por lafuerza, por medio de asaltos; la segunda cuando,después de haber sitiado la plaza, se desvían las

fuentes de agua de los sitiados, y se les corta laprovisión de víveres, para conseguir su rendiciónpor el hambre; y es la manera más fácil dedesmoralizar a los sitiados, sin correr riesgo alguno.Para no correr este riesgo, es necesario a la másmínima sospecha de las intenciones de enemigo,transportar a la plaza todos los víveres que se

puedan encontrar en el campo a fin de que lossitiados puedan tener más incluso de lo necesario, yque la escasez obligue a los enemigos a retirarse. Esadecuado salar no solamente los cerdos sinotambién todos los animales que no puedanmantenerse vivos en un espacio cerrado, paraproporcionar carne a los sitiados. La volatería es

necesaria para los enfermos y se alimenta con pocogasto en la plaza. Es imprescindible reunir todo elforraje posible y quemar todo lo que no se puedallevar. Se deben hacer también grandes provisionesde vino, vinagre, de frutas y legumbres de todos lostipos, y no dejar nada que pueda ser de utilidadpara el enemigo. Se debe tener gran cuidado de los

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 jardines públicos y particulares, pues son muyútiles en esas circunstancias.

Pero de nada sirve reunir gran cantidad dealimentos si la distribución de los mismos no sehace desde el principio con sabiduría. Aquellos quehan vivido en una economía de la abundancianunca han estado expuestos al hambre. A menudose ha hecho salir de una plaza sitiada a las mujeres,

los niños y los ancianos por temor a que la escasezde víveres forzara a la guarnición a rendirse.

VIII DEL APROVISIONAMIENTO DEMUNICIONES PARA LA DEFENSA DE LASPLAZAS.Se debe hacer provisión de betún, azufre, pez

líquida, y ese aceite al que llaman incendiario paraquemar las máquinas del enemigo. Se debe guardaren los almacenes suficiente hierro y acero, junto concarbón, para fabricar armas, y madera preparadapara fabricar astas de todo tipo y manera. Se debenrecoger de las riveras todo tipo de piedrasredondas, pues son más pesadas y se lanzan mejor.

Estos cantos se amontonan en las torres y murallas,los más pequeños para ser lanzados a mano o con lahonda o el fustibal (honda con asta), los medianospara ser lanzados con los onagros (catapultas); y secolocan los mayores y más redondos a lo largo delos parapetos, para aplastar a los asaltantes ydestrozar sus máquinas. También se construyen

grandes ruedas de madera verde, o bien se cortan

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grandes cilindros de los troncos de los árboles másgruesos, pulidos para que puedan rodar bien. Estas

masas, dejadas caer por su propio peso sobre losescombros de las brechas de las murallas, derriban alos enemigos y producen temor por doquier.También es necesario tener en el almacén postes,maderos y clavos de todos los tamaños; pues laúnica manera de enfrentarse a las máquinas de losasaltantes es con otras máquinas, sobre todo cuando

se trata de aumentar rápidamente la altura demurallas y parapetos para no ser dominados por lastorres móviles de los asediantes.

VIIII DE LO QUE SE DEBE HACER CUANDOFALLAN LAS CUERDAS DE LAS MÁQUINAS.Es necesario prestar una atención particular a

dotarse de cuerdas de nervios (tendones): Losonagros, las balistas y las otras máquinas no sirvenpara nada si no son armadas con cuerdas de estetipo. Algunos aseguran sin embargo que las cuerdasde crin de caballo sirven igualmente; y está fuera detoda duda, sobre todo por la experiencia prácticaque tuvieron los romanos en un caso de urgencia,

que los cabellos de mujer no tienen menor fuerza.

En el sitio del Capitolio, las máquinas estabandesarmadas a fuerza de usarlas, y carecíantotalmente de cuerdas de nervios, las damashicieron donación de sus cabellos a los maridos, querearmaron las máquinas y rechazaron

vigorosamente a los enemigos: loable sacrificio, que

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preservó la libertad de esas damas virtuosas y la desus esposos. También es necesario hacer acopio de

mantas de pelo y pieles crudas, para cubrir lasbalistas y las otras máquinas.

X DE LAS MANERAS DE IMPEDIR LA FALTA DEAGUA EN LA PLAZA.Es una gran ventaja para una plaza estar surtida enel interior de su cercado de fuentes que no se

agoten. Cuando no se dispone de ellas, es necesarioexcavar pozos profundos y extraer el agua concubos. Pero si el asedio se da en una fortalezaerigida en terreno montañoso, o en terreno seco orocoso como suele ocurrir, se deben buscar vías deagua más bajas, fuera del cerco de la plaza, y se lasprotege con las baterías de las murallas y de las

torres para asegurar la comunicación.

Y si la fuente está fuera del alcance de nuestrasarmas, pero a nivel inferior y del lado de la plaza, esnecesario construir entre la plaza y la fuente unpequeño fuerte, que se suele llamar burgo, en el quese colocan balistas y arqueros para alejar a los

enemigos y defender a las gentes enviadas paraacarrear el agua. También se deben excavar grandescisternas en todos los edificios públicos, y en granparte de las casas particulares, para recoger lasaguas de lluvia. Por lo demás, la sed raramente hahecho caer una plaza, por poca agua que hayadisponible, siempre que los asediados solo la usen

para beber.

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XI DE CÓMO SOLUCIONAR LA FALTA DE SAL

Si se está asediado en una villa costera, y se agota lasal, se debe desviar el agua del mar por canaleshasta estanques llanos, donde el calor del sol lareducirá a sal. Pero si el enemigo os impide recogerel agua, como puede llegar a pasar, se recogen lasarenas que la tormenta haya acercado, y se lavan enagua dulce que la acción del sol convertirá también

en sal.

XII DE CÓMO RECHAZAR UN PRIMER ASALTO.Cuando se atacan plazas por la fuerza, el peligro esrecíproco: sin embargo cuesta más sangre a losasediadores por los asaltos sangrientos que realizan,aunque los asediados sienten más el efecto del

miedo. La violencia de los asaltantes amenazandocon tomar la plaza, el aspecto aterrador de lastropas luchando bajo las murallas, el sonido de lastrompetas, los gritos de los hombres, aterrorizanmás cuanto menos acostumbrado se esté a ello.

Entonces, si los asediados no están acostumbrados a

los peligros, y se dejan sorprender por el primerasalto, se colocan las escalas y la villa puede darsepor tomada. Pero si este primer asalto es soportadode forma rigurosa por gente aguerrida, el valor secrece también entre los asediados; el miedodesaparece y las dos partes acaban usandosolamente la fuerza y el arte.

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XIII DE LAS MÁQUINAS PARA ATACAR LASPLAZAS.

Para tomar una plaza se puede usar: tortugas(testudos), carneros (arietes), guadañas, vineas(galerías cubiertas), manteletes, musculus (otro tipode galerías) y torres. Voy a mostrar la forma deconstruir estas máquinas, junto con la manera deusarlas en el ataque y de resistirse a ellas en ladefensa.

XIIII DEL CARNERO, LA GUADAÑA Y LATORTUGA.Se construye la tortuga con un armazón de tablones,y se la protege del fuego cubriéndola de cueroscrudos, mantas de pelo o piezas de lana: la tortugaprotege una viga armada en uno de sus extremos de

un hierro ganchudo usado para arrancar las piedrasde las murallas: entonces se llama guadaña a dichaviga, debido a la forma del hierro; o bien se la armade una gran pieza de hierro, a la que se llamacarnero, ya sea porque derriba las murallas por ladureza de su frente, o bien porque recula, a lamanera de los carneros, para volver a golpear

enseguida con más fuerza.

La tortuga es llamada así también por su parecido alanimal del mismo nombre. De la misma manera quela tortuga esconde la cabeza o la saca, esta máquinaretira y vuelve a sacar la viga para golpear con másfuerza.

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XV DE LAS VINEAS, EL MANTELETE Y ELCABALLERO.

Antiguamente se llamaba Vineas a las galerías deaproximación, a las que los soldados dan hoy en díaun nombre bárbaro (causias). Esta máquina seconstruye con una estructura de carpintería ligera,de siete pies de alto, ocho pies de ancho y dieciséispies de largo, con un doble techo de tablas yplanchas.

Sus lados se cubren con un tejido de mimbresimpenetrable a piedras y proyectiles; y por temor alfuego se cubre todo su exterior con cueros frescos omantas de lana; se colocan varias de estasmáquinas, unidas por el extremo, de forma que losasaltantes pueden avanzar a cubierto hasta el pie de

las murallas, para minarlas.

Los manteletes están hechos de carpintería ajustaday recubiertos de un tejido de mimbres, guarnecidode pieles frescas o piezas de lana. Se las colocan aplacer, como carretas, por medio de tres pequeñasruedas colocadas, una en el centro de la parte

delantera, y las otras dos en los dos extremostraseros. Los asediadores acercan estos manteletes alas murallas; y desde esa protección desalojan a losdefensores de las murallas a base de flechas, con lashondas y con proyectiles de todo tipo, para facilitarla escalada. El caballero es una plataforma que se vaelevando por medio de maderas y tierra contra las

murallas, para lanzar proyectiles hacia la plaza.

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XVI DEL MUSCULUS.Llamamos musculus a unas pequeñas máquinas

bajo las que los asaltantes rellenan el foso de laplaza con piedras, tierras y manojos que acercanhasta el mismo.; consolidan y aplanan el terrenopara que las torres de asalto puedan acercarse a lasmurallas sin obstáculo alguno. Se les llamamusculus por el nombre de un animal marino. Aligual que dicho pez sirve de guía a las ballenas, y

les es de gran utilidad, a pesar de su diminutotamaño, de la misma manera estas pequeñasmáquinas destinadas al servicio de las grandestorres, caminan delante de ellas abriéndoles paso yfranqueándoles el camino.

XVII DE LAS TORRES DE ASALTO.

Las torres son grandes construcciones de vigas ymaderos, revestidas con cuidado de cueros crudos omantas de lana para protegerlas del fuego delenemigo. Su anchura es proporcional a la altura, aveces tienen treinta pies en cuadrado, a vecescuarenta o cincuenta: pero su altura excede la de lasmurallas o las torres de piedra más altas. Están

construidas con destreza sobre numerosas ruedas,que permiten mover estas masas prodigiosas. Laplaza está en claro peligro cuando una de estastorres logra unirse a las murallas; sus pisos secomunican interiormente por escalas, y contiene ensu interior diferentes máquinas para conquistar lavilla. En el piso inferior hay un carnero (ariete) para

abrir brecha en las murallas; el piso central tiene un

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puente hecho con dos armazones y rodeado de unparapeto. Este puente puede ser lanzado y colocado

entre la torre y lo alto de la muralla y crea un pasillopor el que los soldados pueden penetrar en la plaza.La parte superior de la torre está ocupada porcombatientes armados de lanzas, arcos y piedraspara limpiar de defensores las murallas. Desde elmomento en que llegamos a esta situación, la villaes tomada en poco tiempo. ¿Qué recurso les queda a

los que se confían a la altura de sus murallascuando de pronto ven una más alta sobre sucabeza...?

XVIII DE CÓMO PRENDER FUEGO A UNATORRE DE ASALTO.Hay varias maneras de defenderse de estas temibles

máquinas. Si los asediados tienen el coraje y laseguridad suficiente, pueden hacer una salida contropas de élite; y después de rechazar al enemigo,pueden arrancar los cueros que cubren la torre yprenderle fuego: pero si la guarnición no osaarriesgarse a una salida, se pueden lanzar congrandes balistas unos proyectiles llamados

malleolus u otros llamados falaricas que atraviesanlos cueros y las coberturas, y llevan el fuego hastalas maderas. Los malleolus (martillitos) son unaespecie de flechas ardientes, que prenden fuego entodas las partes donde se clavan. La falarica es unaespecie de lanza armada con una gran punta, entrela cual y el asta se atan unas estopas empapadas de

azufre, betún, resina y aceite incendiario. Este

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proyectil, lanzado por las balistas, atraviesa lascoberturas de la torre, se clava en el cuerpo de la

máquina y normalmente le prende fuego. Si seescoge un momento en que los asaltantes tengan laguardia baja, por medio de cuerdas se hacedescender las murallas a unos cuantos hombres conlinternas encendidas, y se les vuelve a subir despuésde que hayan prendido fuego a las máquinas.

XVIIII DE CÓMO AUMENTAR LA ALTURA DELAS MURALLAS.Los asediados, para no ser dominados y atacadospor una máquina más alta que sus defensas,remontan la parte de muralla por donde la torreintenta acercarse; y eso se consigue con unaconstrucción de piedra y cemento, de tierra o de

ladrillo, o incluso de carpintería. Esas torrestemibles dejan de serlo en cuanto se ven inferiores alas defensas que se les oponen. Pero los atacantessuelen emplear una treta para esto.

La máquina aparece de menor altura que lasmurallas de la plaza; y de hecho lo es, pero encierra

en su interior una pequeña torreta invisible para losasediados, y que se hace subir por medio decuerdas y poleas en el momento adecuado; depronto se eleva por encima de las defensas de laplaza y los soldados que hay en ella penetran en lavilla.

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XX DEL USO DE MINAS PARA DEFENDERSE DELAS TORRES DE ASALTO.

A veces se colocan largas vigas revestidas de aceroen el camino de las torres de asalto para alejarlas delas murallas. En el sitio de Rodas los asediadoreshabían construido una torre de asalto, muy superioren altura a las murallas y torres de la villa, pero uningeniero imaginó un sistema para inutilizarla.Durante la noche excavó una galería subterránea

que pasaba por debajo de las murallas de la plaza,llegando hasta un lugar por donde la torre debíapasar al día siguiente, en su camino hacia lasmurallas. Los enemigos, sin sospechar ningúnartificio, condujeron la torre hasta el lugar minado.La galería no pudo soportar el peso enorme de latorre, y se hundió de manera que no fue posible

retirar la torre del lugar. Tuvieron que dejarla allá,lo que salvó la plaza.

XXI DE LAS ESCALAS, ARPA, EXOSTRA YTOLLENON.En cuanto la torre de asalto llegaba a las murallas,los honderos con piedras, los arqueros, los

manubalistarios y ballesteros con flechas y engeneral todos los hombres con armas arrojadizas,desalojaban a los asediados de los contrafuertes; yacto seguido se alzan las escalas: pero generalmentese está expuesto a la suerte de Capaneo, a quien seatribuye la invención de la escalada, y a quien lostebanos precipitaron tan violentamente que los

poetas temieron que hubiese sido alcanzado por un

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rayo. Los asaltantes se sirven de otros medios paratomar la plaza, como por ejemplo el Arpa o puente

colgante, la Exostra o pasarela extensible y elTollenon o báscula. El Arpa es una especie depuente levadizo, llamado así por su parecido con elinstrumento musical del mismo nombre: es unpuente de estructura ligera, unidoperpendicularmente a la torre, y es bajado pormedio de cuerdas y poleas hasta alcanzar la

muralla; e inmediatamente los soldados saliendo dela torre, y se lanzan sobre las murallas atravesandoel pasadizo. La Exostra es el mismo puente quehemos descrito antes, y que se extiende desde latorre hasta la muralla. El Tollenon es una básculahecha con dos grandes trozos de madera, la unabien plantada en tierra y la otra, mucho más larga,

bien asentada al través en la punta de la primera, yen equilibrio de manera que cuando se baja uno delos extremos, el otro se eleva. En ese extremo se atauna caja de mimbre o madera con un puñado desoldados en su interior; y bajando el otro extremo,se les hace alcanzar la altura de las murallas.

XXII DE LAS BALISTAS, ONAGROS, ESCORPIOS,BALLESTAS, FUSTIBALES, HONDAS, ETC. PARADEFENDER LA PLAZA.Los asediados oponen a las máquinas de asalto queacabamos de nombrar otras llamadas balistas,onagros, escorpios, ballestas, fustibales, hondas yflechas. La balista se monta con cuerdas de

tendones; y dispara más lejos cuanto mayor es la

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longitud de sus brazos; siempre que haya sidoconstruida según las proporciones dictadas por el

arte, y servida por personal preparado que hayaestudiado su alcance, puede atravesar todo lo quegolpea. El onagro se usa para lanzar piedras; ysegún su tamaño y el grosor de las cuerdas detendones, puede lanzar cuerpos más o menospesados, con una violencia comparable al rayo.Estas dos máquinas son las más terribles de todas.

Lo que hoy es llamado manubalista, era llamadoantiguamente escorpio, porque esta máquina matacon dardos finos y delgados. Me parece superfluodescribir el fustibal, la ballesta o la honda, armassuficientemente conocidas por el uso que se hace deellas en la actualidad. Añado que en lo referente alonagro, las masas que lanza son de un peso

suficiente para destrozar no solo a hombres ycaballos sino también a las máquinas del enemigo.

XXIII DE LOS COLCHONES, NUDOSCORREDIZOS, LOBOS Y COLUMNAS PESADASCONTRA EL ARIETE.Hay varios medios de resistir el ataque de los

arietes y hoces. Algunos bajan por medio decuerdas unos colchones y mantas de lana, a lo largode la muralla, por delante del lugar donde golpea elariete, para amortiguar la violencia de los golpes.Otros enlazan la cabeza del ariete con nudoscorredizos, tiran de ellos a fuerza de brazos desde loalto de las murallas y consiguen volcar ariete y

tortuga. Muchos cuelgan de cuerdas unos hierros

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dentados, a manera de pinzas, que se llama lobo,con el que agarran el ariete y lo levantan de manera

que no pueda seguir su labor. Otras veces se tirande lo alto de las murallas columnas y masas depiedras o mármol sobre los arietes paradestrozarlos. Si a pesar de todo esto el ariete perforala muralla, cosa que ocurre a menudo, la únicasolución posible es derruir las viviendas y construirotro muro interior, combatiendo a los enemigos

sobre las murallas si intentan forzarlas.

XXIIII DE LAS MINAS, SEAN PARA DERRUIRLAS MURALLAS, SEAN PARA PENETRAR LAPLAZA.Hay otra manera, silenciosa y traicionera, de tomarlas plazas: son las minas o conejeras, porque se

parece a las galerías de los conejos. Se emplea ungran número de trabajadores para abrir la tierra,como hacen los mineros para sacar la plata y el orode la tierra de los Besas, pueblos industriosos en laexcavación de minas de oro y plata, y se dirige haciala villa una galería subterránea. Esta obra tiene dosusos posibles: o bien los asaltantes la hacen llegar

hasta el interior de la plaza, se introducen de noche,sin que los asediados se aperciban, abran laspuertas de la plaza a sus gentes y degüellen a loshabitantes en el interior de sus casas; o bien cuandolos mineros llegan a los cimientos de las murallas,los excavan a lo largo, por gran extensión, y losapuntalan con maderos secos, que rodean de

sarmientos y diferentes materiales combustibles.

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Después de haber dispuesto las tropas para elasalto, se prende fuego al apuntalamiento y la

muralla, hundiéndose de golpe, abre una largabrecha que permite el asalto.

XXV ÚLTIMO RECURSO DE UNA PLAZAFORZADA.Hay multitud de ejemplos de villas forzadas ytomadas por sorpresa, que han logrado hacer

perecer a todos los enemigos que habían entrado enellas. En realidad la villa no se puede considerarperdida si los asediados siguen siendo dueños delas murallas, las torres y los lugares altos de laplaza. Desde la altura, la guarnición puede rodear alos infiltrados y atacarlos por todos lados, en lascalles y las plazas, mientras que desde las ventanas

y los tejados de las casas, la burguesía de todo sexoy edad hace llover sobre ellos piedras y dardos.Para no correr este riesgo, normalmente se abren laspuertas a los asediados para evitar la decisión deuna defensa obstinada, producida por ladesesperación.

XXVI DE LAS PRECAUCIONES A TOMAR PARAEVITAR QUE EL ENEMIGO TOMEFURTIVAMENTE LOS MUROS.A menudo los asaltantes usan del engaño, simulanretirarse y levantar el asedio; pero en cuanto laguarnición, creyéndose segura, abandona la guardiade las murallas, aprovechando la oscuridad de la

noche vuelven sobre sus pasos y escalan los muros.

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Por esto es imprescindible hacer una guardia másestricta cuando el enemigo se retira que antes. Por la

misma razón, las murallas y las torres deben estardotadas de garitas donde los centinelas estén acubierto del frío y la lluvia durante el invierno, y delardor del sol durante el verano. En ocasiones sealojan en las torres perros feroces, de buena nariz,para olfatear de lejos a los enemigos que seaproximan; y se cuenta que las ocas tienen similar

sagacidad para alertar con sus gritos los ataquesnocturnos.

Roma no hubiese subsistido al ataque de los galos,que ya entraban en el Capitolio, si Manlio, alertadopor los gritos de las ocas, no hubiese salvado laciudadela con su valor. Así, estos hombres que iban

a ser sojuzgados, conservaron la libertad gracias a lavigilancia de un ave, o una suerte increíble.

XXVII DE LOS ENGAÑOS DE LOS ASALTANTES.No solo en los asedios sino que en todo lo queconcierne a los asuntos de la guerra, esimprescindible estudiar y conocer a fondo las

costumbres de los enemigos. Solo se encontrará laocasión apropiada para tenderle trampas si seconocen los momentos en que relaja la guardia, quepresta menos atención: si es a mediodía, por la tardeo por la noche cuando sus soldados comen oreposan. En cuanto son conocidas estas costumbresde los asediados por los asaltantes, se suspenden los

ataques a esas horas para fomentar la negligencia; y

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cuando se han confiado lo suficiente, debido a lafalta de ataques en esos momentos, se acercan las

máquinas rápidamente, se levantan las escalas y setoma la plaza. Por esto es necesario disponer en lasmurallas montones de piedras y máquinas siemprepreparadas, para que si se produce un ataquesorpresa, los soldados que acuden a la primeraseñal de alarma tengan siempre a mano proyectilespara usar contra los enemigos.

XXVIII DE CÓMO LOS ASALTANTES PUEDENPROTEGERSE DE LOS ENGAÑOS DE LOSASEDIADOS.La negligencia expone a los asaltantes, al igual que alos asediados, al peligro de los ataques por sorpresa.Pues si la guarnición sabe aprovechar los momentos

adecuados, puede hacer una salida, matarfácilmente a los que coja desprevenidos, quemar losarietes, las máquinas y plataformas y destruir todaslas obras de asedio.

Pero los asaltantes deben excavar alrededor de laplaza, fuera del alcance de los proyectiles, un gran

foso, rodeado con una empalizada de tierra ymadera, flanqueada por pequeñas torres paraimpedir las salidas de los asediados. Esta obra sellama contravallado y suele encontrarse citado enlas crónicas, en la descripción de los asedios, que talo cual villa ha sido rodeada por una construcciónsimilar.

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XXVIIII DE LAS MÁQUINAS QUE SIRVEN PARALA DEFENSA DE LAS PLAZAS.

Las mismas máquinas sirven para el ataque y parala defensa de las plazas, con la diferencia de que lasarmas arrojadizas, ya sean dardos arrojadizos,picas, lanzas o jabalinas golpean más duramentecuando son lanzadas desde arriba. De la mismamanera, las flechas disparadas por los arcos, y laspiedras lanzadas con la mano, la honda o el fustibal,

alcanzan mayor distancia cuanto mayor es la alturadesde la que son lanzadas. En cuanto a las balistas yonagros, si son servidos por gentes hábiles,sobrepasan a todas las otras máquinas y no hayvalor ni armadura que protejan de sus golpes: comoel rayo, rompen y destruyen todo lo que alcanzan.

XXX DE CÓMO SABER LA ALTURA DE LASMURALLAS.Para que las escalas y máquinas cumplan con lafunción que se espera de ellas, es necesarioconstruirlas con una altura superior a la de lasmurallas. Hay dos métodos para encontrar esamedida. El primero consiste en atar una cinta

delgada y ligera a la punta de una flecha que selanza contra la muralla; y cuando llega a la partesuperior de la misma, se estima la altura de lamuralla según la longitud conocida de la cinta: o sise prefiere, se puede medir esa altura gracias a lasombra de las murallas y torres, sin que losasediados se den cuenta. Se planta en tierra un

poste de diez pies de altura, y se mide la longitud

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de la sombra que proyecte. Entonces se puedecalcular la altura de las murallas por la proporción

entre las longitudes de las dos sombras, al saber loque mide la sombra del poste.

A mi parecer, he redactado por el bien público todolo que los autores militares nos han legado desde laantigüedad y las novedades que la experiencia nosha enseñado en los últimos tiempos sobre el ataque

y la defensa de las plazas. Y repito una vez más quees imprescindible tomar las mayores precaucionespara evitar la falta de víveres o de agua, pues es malsin remedio. Se tienen que almacenar másprovisiones de las necesarias para subsistir elmáximo tiempo que el enemigo pueda tener laplaza asediada.

XXXI DE CÓMO LOS ROMANOS SIEMPRETUVIERON UNA FLOTA PRESTA.Después de haber tratado, por orden de vuestraMajestad, de la guerra que se desarrolla en tierra,solo queda, a mi parecer, hablar de la marina ; y nohay mucho que decir sobre este aspecto de la

milicia, pues estando la mar en paz desde hacetanto tiempo, solo tenemos pendencias con lasnaciones bárbaras en tierra.

El pueblo romano, desde el principio de su historia,siempre había tenido una flota equipada para lagrandeza y el bien del estado; no por una necesidad

bélica concreta, sino por la posibilidad de dicha

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XXXIII DEL ORIGEN DE LAS GALERAS(LIBURNAE).

A lo largo del tiempo, diversas provincias han sidomuy poderosas en el mar, lo que les ha hechoimaginar diferentes tipos de navíos. Pero debido ala gran victoria que Augusto obtuvo en Actium,debido principalmente a sus galeras de Liburnia,hizo que se les diera preferencia sobre todas lasdemás; y los emperadores romanos han compuesto

desde entonces sus flotas con navíos similares. En elpresente, todos los navíos de guerra se construyensobre el mismo modelo, y se llaman liburnas, por elnombre de Liburnia. Esta provincia formaba partede la Dalmacia, y su capital era la ciudad de Jadere.

XXXIIII DEL CUIDADO CON QUE SON

CONSTRUIDOS LOS NAVÍOS DE LIBURNIA.Si para construir una casa se debe escoger con grancuidado la calidad de la arena y las piedras, conmás razón deben ser escogidos con cuidado losmateriales para la construcción de las galeras, pueses mucho mayor el riesgo de navegar un mal navíoque el de habitar una casa mal construida. Se

construyen principalmente con ciprés, pinocultivado o salvaje, alerce y abeto; y es preferibleusar clavos de cobre para unir las piezas que clavosde hierro. Por grande que parezca el gasto, todo esose gana sin embargo en duración del barco. Losclavos de hierro, expuestos al aire y a la humedad,son rápidamente destruidos por el óxido; en vez de

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los de cobre, que se mantienen enteros incluso en elagua.

XXXV DE LAS REGLAS A SEGUIR PARACORTAR LAS MADERAS.Los árboles para la construcción de las galeras,deben cortarse entre el quince y el veintitrés de laluna; la madera cortada en este intervalo de ochodías se conserva perfectamente ; si se corta en

cualquier otro momento, se corre el riesgo de quesea comido por los gusanos y se pudra en el mismoaño: esto dicen los conocimientos del arte, esconfirmado por la práctica constante de todos losarquitectos y consagrado por la religión, verdadeterna, pues las fiestas siempre se celebran en estosdías.

XXXVI DEL MES EN QUE SE DEBEN CORTARLAS MADERAS.Las maderas para construcción de barcos debencortarse después del solsticio de verano, es decir enlos meses de Julio y Agosto, y después delequinoccio de otoño, hasta el primero de Enero: en

esos meses la savia no circula y la madera está másseca y dura; sin embargo no se debe trabajar lamadera en cuanto se abate el árbol, ni usarlo en laconstrucción de barcos en cuanto es aserrado. Losárboles cortados deben reposar cierto tiempo entierra, sin tocarlos; y los tablones que se sacantambién necesitan reposo. Si no se secan

completamente, la savia que no ha salido les hace

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germinar: así se producen las vías de agua tanpeligrosas en el mar.

XXXVII DEL TAMAÑO DE LAS GALERAS.En cuanto al tamaño de la construcción, las galerasmás pequeñas tienen una sola fila de remos, lasmedianas dos, y las de tamaño apropiado tienentres, cuatro y algunas veces hasta cinco filas deremos. Y no nos ha de parecer muy grande, pues se

cuenta que en la batalla de Actium había navíos aúnmás grandes, de seis filas de remos, e incluso más.A estas grandes galeras se les unen unos barcosdotados de unos veinte remeros por borda: losbretones los llaman barcos pintados. Estándestinados a tender emboscadas y para interceptarlos barcos de carga y provisiones del enemigo, para

observar sus movimientos y descubrir susdesignios. Pero como que el color blanco les haríamuy visible en el mar, se tiñen las velas y loscordajes de un color verde agua que imita el colordel mar, todas las partes son pintadas de ese color:incluso los marineros y los soldados se visten de esecolor, para ser menos visibles de noche y de día,

mientras navegan a la descubierta.

XXXVIII DEL NOMBRE Y NÚMERO DE LOSVIENTOS.Todo hombre que esté al mando de un ejército en elmar debe conocer el pronóstico de las tempestades;pues muchos más navíos han sido hundidos por las

tormentas y las olas que por los enemigos. Gracias

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al estudio de esta parte de la filosofía natural,aprenderá la naturaleza de los vientos y los

fenómenos del cielo que producen las tempestades.El mar es un elemento muy difícil para los hombresprudentes y mortal para los que carecen deprevisión. Por esto, la primera regla en el arte de lanavegación es conocer el número y el nombre de losdiferentes vientos. Antiguamente se creía que,según la posición de los puntos cardinales, solo

existían cuatro vientos, que soplaban desde lascuatro partes del mundo: pero por la experienciaque hemos adquirido desde entonces, ahorasabemos que existen doce. Para eliminar la másmínima duda, hemos dado a estos vientos, no sololos nombres latinos, sino también los que tienen enlengua griega; de forma que después de conocer los

cuatro vientos principales, indicamos todos los quesoplan a derecha e izquierda de las cuatrodirecciones principales.

Empecemos por el solsticio de primavera u oriente,de donde viene el viento del este, que mira al sollevante. A su derecha tiene el viento del noreste, a la

izquierda el eurus, o vulturno. A mediodía está elviento del sur, el auster. Tiene a su derecha el notusblanco, a su izquierda el corus. A poniente sopla elzéfiro o viento de poniente; tiene a su derecha elafricus; a la izquierda el iapix o favonius. Aseptentrión está el viento del norte, que tiene a suderecha el circius, y a la izquierda el bóreas, o

aquilon.

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Estos vientos soplan a menudo solos, a veces dos a

la vez, incluso tres en las grandes tempestades. Porsu violencia, los mares, que son de naturaltranquilo, se vuelven furiosos, y sus soploscaprichosos cambian según las estaciones y lascostas, la calma en tempestad o la tempestad encalma. Un viento favorable lleva a una flota alpuerto deseado, mientras que el viento contrario la

para, la obliga a recular y a afrontar los peligros delmar: pero no se ha visto naufragar a los que hanconseguido un perfecto conocimiento de los vientos.

XXXVIIII DE LOS MESES MÁS SEGUROS PARALA NAVEGACIÓN.El rigor y la inconstancia de las estaciones no

permiten navegar todo el año. Hay mesesapropiados para la navegación; los hay dudosos yotros en los que la mar es absolutamenteimpracticable. Después de la aparición de lasPléyades, desde el de mayo hasta la aparición deArturo, es decir, hasta el de septiembre, lanavegación se considera segura, porque la dulzura

del verano calma la furia de los vientos. Desde esemomento hasta el de noviembre, empieza a serpeligrosa; pues la violenta constelación de Arturoaparece a partir del de septiembre; el del mismomes llega el molesto tiempo del equinoccio; loslluviosos Cabritillos aparecen sobre el de octubre yel Toro el del mismo mes: pero es en noviembre

cuando la desaparición de las Vergilias (Pléyades)

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empieza a producir frecuentes tempestades. Así,desde el de noviembre hasta el de marzo, los

mares están cerrados. En ese tiempo los días soncortos y las noches largas: las nubes espesas, lasnieblas, el complejo rigor de los vientos, de la lluviay de la nieve, impiden el viaje no solo de las navesde la mar sino también de los viajeros por tierra. Sinembargo, después de la abertura de la navegación,que se celebra con solemnes juegos, a la vista del

pueblo y de muchas naciones extranjeras, aún haypeligro en la navegación marítima hasta el demayo, a causa de muchos astros peligrosos y de laestación misma. No digo que la laboriosa industriade los mercaderes deba quedar parada, pero haymuchas otras consideraciones, para una armadanaval, que no debe exponerse en el mar como si se

tratase de particulares, a quien el deseo debeneficios hace afrontar el peligro.

XL DE LOS SIGNOS PARA RECONOCER LAPROXIMIDAD DE UNA TORMENTA.La salida y la puesta de algunos astros producenviolentas tormentas. Aunque algunos autores les

han asignado fechas fijas, a menudo varían porcausas diversas; aunque hemos de confesar que elconocimiento perfecto del cielo está vedado alespíritu humano. Por eso, el arte náutico haestablecido tres órdenes de observación que debenhacerse. Hay que notar que las tempestades llegan,o bien el día marcado, o la víspera o al día siguiente;

de ahí la distinción que hacían los griegos entre las

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que precedían, las que llegaban el día marcado, ylas que venían después. Pero este detalle sería inútil

sin las observaciones circunstanciales, no sólo de losmeses sino incluso de los días, que tantos autoresnos han dado. Los cambios de planeta cusantambién mal tiempo, cuando entran o salen deciertos signos. Las razones de los sabios, así como laexperiencia del vulgo nos informan también que losdías interlunares son extremadamente

tempestuosos.

XLI DE LOS PRONÓSTICOS DEL BUEN Y EL MALTIEMPO.La luna es una especie de espejo donde se puedenver reflejados muchos signos de tempestades o debuen tiempo. El color rojo anuncia vientos; el

azulado la lluvia; y cuando se mezclan, anunciangrandes lluvias y furiosas tempestades. La lunabrillante y serena promete a los navíos la serenidadque refleja su pálida faz, sobre todo si al cuarto díalos cuernos del creciente no son romos, ni el discoestá enrojecido u ofuscado por vapores. Tambiéndeben tenerse en cuenta las salidas y puestas de sol.

Si ilumina de forma pareja todo el horizonte, o si lasnubes lo tapan por momentos; si es brillante o si lafuerza de los vientos hace que parezca un incendio;si se ve pálido y manchado por la amenaza delluvia, todos estos son otros tantos pronósticosconocidos. El aire, el mismo mar, el tamaño y colorde las nubes instruyen a los marineros atentos sobre

lo que pueden esperar. Los pájaros y los peces

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también les ofrecen signos. El genio divino deVirgilio los ha reunido en sus Geórgicas y Varrón

los ha descrito en sus libros sobre la navegación.Los pilotos hacen profesión de saber todas esascosas, pero la costumbre y el uso participan más desus conocimientos que la reflexión sobre susobservaciones.

XLII DEL FLUJO Y EL REFLUJO.

El mar es la tercera parte del mundo. Aparte delsoplo de los vientos que lo agitan, está animado porun movimiento y una respiración propias. A ciertashoras del día y de la noche, va y viene debido a unaagitación llamada flujo y reflujo. En un caso, comoun torrente se desborda hacia tierra, y en el otroretrae sus aguas hacia el lecho. Este movimiento

recíproco ayuda o retarda a los navíos, según seafavorable o contrario; y por eso es importante tomarmedidas cuando se quiere entrar en combate. Laviolencia de la marea no se puede vencer por lafuerza de los remos, pues hasta el mismo vientocede ante ella; y dado que varía según la diversidadde las costas y de las fases de la luna, es necesario,

antes de enzarzarse en un combate naval, conocerlas horas de la marea para las costas en las que seesté en ese momento.

XLIII DEL CONOCIMIENTO DE LOS LUGARES, ODE LA MANIOBRA.La habilidad del piloto consiste en conocer bien los

mares que navega, para poder evitar los arrecifes,

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los bancos de arena, los bajíos y otros peligros.Cuanto más profunda es la mar, más seguro se está.

Si se pide vigilancia al capitán y sabiduría al piloto,los remeros necesitan fuerza, porque las batallasnavales ocurren en tiempo de calma, cuando no sedispone del soplo de los vientos para mover lasgrandes masas de las galeras. Necesitan de toda lafuerza de los remos para golpear violentamente conlos espolones contra los barcos enemigos, o para

evitar que los enemigos choquen contra ellas. Enestas maniobras, la victoria depende en gran partedel brazo de los remeros y de la destreza deltimonel.

XLIIII DE LAS ARMAS Y MÁQUINAS NAVALES.En una batalla marítima se usan, además de todos

los tipos de armas que usan en batalla los ejércitosen tierra, algunas de las máquinas e instrumentosque se usan para atacar o defender las plazas. Nadaes tan cruel como una batalla naval, donde loshombres mueren por el fuego o por el agua. Poresto, la primera precaución debe ser dotar a lossoldados de protección suficiente, armaduras

completas o medias corazas, con cascos y grebas,más si tenemos en cuenta que no pueden quejarsepor el peso de las armas dado que el combate serealiza en los navíos, sin moverse del lugar.También se les dan escudos más duros, parasoportar los impactos de piedras, y más amplios porlas guadañas y los”colmillos” y demás armas

usadas en las batallas navales. Desde las dos bandas

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se lanzan piedras, flechas, dardos, plumbatas, pormedio de hondas, fustibales, onagros, balistas y

escorpiones: pero el abordaje es terrible. Los másatrevidos juntan sus galeras de las del enemigo,lanzan unos puentes por la borda para pasar; yentonces es cuando se inicia el combate cercano conespadas, cuerpo a cuerpo como se suele decir. En lasgaleras grandes se suelen levantar castillos y torres,a fin de poder, como desde lo alto de una muralla,

hostigar al enemigo y llegar a matarlo. Por fin, lasbalistas lanzan a los navíos enemigos flechasrodeadas de estopa embebida de aceite incendiario,azufre y asfalto, las cuales incendian rápidamentelas planchas de madera tratadas con cera, brea yresina. En estos combates algunos perecen por elhierro, otros aplastados por las piedras; otros son

consumidos por las llamas, en medio de las olas; yentre todas las muertes diferentes, lo más cruel esque los cuerpos sin sepultura sirven de pasto a lospeces.

XLV DE LOS ENGAÑOS QUE SE PRACTICAN ENEL MAR. DE LO QUE SUCEDE EN LAS

BATALLAS NAVALES EN MAR ABIERTO.ENUMERACIÓN DE LAS ARMAS QUE SONNECESARIAS. DE LOS POSTES HERRADOS, DELAS HOCES, Y DE LAS HACHAS DE DOBLEHOJA.Los engaños se dan de la misma manera en el marque en tierra. Se tienden emboscadas en las zonas

más favorables de las islas, para vencer fácilmente a

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un enemigo que no está en guardia. Si susmarineros están cansados por haber remado

demasiado tiempo; si tienen el viento o la marea encontra; si están en una rada sin salida; en fin,siempre que la situación de combate se presentecomo la hemos deseado, hay que aceptar los donesde la fortuna, y entrar en combate con las ventajasque nos ha ofrecido. Pero si, al estar vigilantes, losenemigos no caen en las trampas que les hemos

tendido, y nos fuerzan a entrar en combate,entonces debemos colocar nuestras galeras en ordende batalla, no en línea recta, como se colocan losejércitos en tierra, sino en una línea curva en formade creciente. Vuestro centro será cóncavo, y las alasse adelantarán, curvándose hacia el interior, demanera que si el enemigo quiere atravesar el centro,

se encontrará rodeado por la misma disposición devuestras alas. Por la misma razón, se deben colocarlas mejores tropas en las alas, y las galeras másfuertes de la flota.

XLVI ¿QUÉ HACER CUANDO SE EMPRENDEUNA BATALLA NAVAL EN UN COMBATE

ABIERTO?Hay que tratar de tener el viento favorable paravuestra flota y empujar la del enemigo contra lacosta, porque los navíos que son empujados haciatierra pierden el empuje necesario para la maniobraque piden las acciones navales. En estos combatesse consiguen grandes ventajas del uso de tres tipos

de armas, que son los postes herrados, las hoces y

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las hachas de dos filos. Los postes herrados por losdos extremos son largos y finos, y están colgados

del mástil a manera de verga. Cuando los navíosllegan a abordarse por la derecha o la izquierda, seponen en funcionamiento estas especies de arietesque derriban y matan a los marineros y a lossoldados, y a menudo perforan las bordas de losnavíos. Las hoces son hierros curvos y afiladosunidos a una larga pértiga: sirven para cortar de un

solo golpe todos los cordajes de las vergas y lasvelas, para inutilizar el barco enemigo. Las hachasde doble filo es un hacha doble, hecha a partir de unhierro grande y acerado, y que corta por los doslados. La usan los marineros o los soldados másosados, que, en el calor del combate y usandopequeñas canoas, disimuladamente cortan con ellas

el cordaje del timón de los navíos enemigos: lo quevuelve inevitable la toma del barco, ya que quedatotalmente fuera de combate. ¿Qué defensa puedetener una vez perdido el timón? Creo necesario nocomentar nada sobre los barcos de crucero, que seusan para las guardias diurnas y nocturnas en elDanubio: dado el gran uso que se hace de ellos en la

actualidad, ha llevado estos navíos a un punto deperfección tal que no se encontraría nada parecidoen los libros de nuestros ancestros.

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