EFECTOS PSICOLÓGICOS del divorcio en los niños

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EFECTOS PSICOLÓGICOS DEL DIVORCIO EN LOS NIÑOS Si damos una mirada epidemiológica sabemos que el divorcio en los Estados Unidos de América y en el mundo afecta a millones de niños, situación que no deja de ser conflictiva ni para los chiquillos y los padres. En nuestra época, los índices de separación y divorcio, son cada vez más elevados, ya que entre un 40 y un 50% de los matrimonios terminan en estas circunstancias. 1 En España ha habido grandes transformaciones sociales desde hace unos treinta años; las familias mismas han tenido grandes cambios en sus costumbres y, como en el mundo, en general, han empezado a conformarse lo que se ha dado en llamar las nuevas familias, constituidas por unión libre, parejas que no desean tener descendencia, familias reconstituidas y combinadas, las de aquellos que podrían hablar de los hijos, como los míos, los tuyos y los nuestros. Además han aparecido la parejas homosexuales y las familias monoparentales, en las que un solo progenitor es responsable de la crianza y de la educación de los hijos, caso que se presenta en muchas familias en las que una madre separad o divorciada es la que se encarga de los hijos, lo cual ha hecho surgir preguntas hacer de lo que ocurre con el ajuste emocional de los niños después de la separación y el divorcio, cuando es una ley que se aprobó apenas en 1981 en España. 1 El rincón del vago. El divorcio y los hijos. http://html.rincondelvago.com/el- divorcio-y-los-hijos.html .

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EFECTOS PSICOLÓGICOSDEL DIVORCIO EN LOS NIÑOS

Si damos una mirada epidemiológica sabemos que el divorcio en los Estados Unidos de América y en el mundo afecta a millones de niños, situación que no deja de ser conflictiva ni para los chiquillos y los padres. En nuestra época, los índices de separación y divorcio, son cada vez más elevados, ya que entre un 40 y un 50% de los matrimonios terminan en estas circunstancias.1

En España ha habido grandes transformaciones sociales desde hace unos treinta años; las familias mismas han tenido grandes cambios en sus costumbres y, como en el mundo, en general, han empezado a conformarse lo que se ha dado en llamar las nuevas familias, constituidas por unión libre, parejas que no desean tener descendencia, familias reconstituidas y combinadas, las de aquellos que podrían hablar de los hijos, como los míos, los tuyos y los nuestros. Además han aparecido la parejas homosexuales y las familias monoparentales, en las que un solo progenitor es responsable de la crianza y de la educación de los hijos, caso que se presenta en muchas familias en las que una madre separad o divorciada es la que se encarga de los hijos, lo cual ha hecho surgir preguntas hacer de lo que ocurre con el ajuste emocional de los niños después de la separación y el divorcio, cuando es una ley que se aprobó apenas en 1981 en España.

Ello hace que aún en España haya tasas de separación y de divorcio menores que en otros países del entorno europeo, lo cual nos dicen Beatriz Mogardo y María del Mar González que haya pocos estudios psicológicos sobre el tema.

Domènech 2 ha efectuado un estudio en relación con madres divorciadas y hay otro de Pons-Salvador y Del Barrio 3 sobre los hijo(a)s de padres separados pero la escasez de investigaciones ha dificultado la ruptura de prejuicios asentados en una sociedad donde la impronta del catolicismo fue demasiado grande, que dictamina un futuro muy negro para los hijos de los

1 El rincón del vago. El divorcio y los hijos. http://html.rincondelvago.com/el-divorcio-y-los-hijos.html.

2 Domenech, A. Mujer y divorcio: de la crisis a la independencia. Promolibro, Valencia, 1994,

3 Pons-Salvador, G, y V. Del Barrio. Depresión infantil y divorcio. Avances en Psicología Clínica Latinoamericana, 11: 95-106.

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divorciados. 4 5 Este último tipo de investigaciones nos muestra a las claras como el supuesto pensamiento científico puede verse contaminado por prejuicios ideológicos y moralistas, que tienden a estigmatizar y a generar una mirada patogénica en relación con nuevos fenómenos sociales, al considerar el divorcio como una conducta indeseable que se aparta de las desviaciones estándares de la curva de Gauss, en la que se inscriben los seres supuestamente normales, lo cual determina que el objetivo de la investigación sea la búsqueda de alteraciones del desarrollo y del ajuste emocional de los niños para ratificar su posición prejuiciosa, lo cual puede llevar a graves problemas metodológicos, como la de tomar las muestras en clínicas de atención a niños perturbados y no tomarlas de la población general, sin categorizar las distintas edades de los niños, ni su condición social ni el tiempo de separación, lo cual hace que se encuentren artificiosamente resultados muy negativos con respecto a los hijos del divorcio, como bien lo demostraran Gately y Schwebel. 6

Es obvio que la experiencia del divorcio no es banal para ninguna de los sujetos que la vive, desde los distintos lugares de la estructura familiar, en tanto comporta toda una serie de cambios, para empezar el no poder vivir con ambos padres dentro del hogar, además que muchas veces conlleva un descenso de las condiciones económicas de la familia y cambios de entorno, vivienda, barrio, escuela, para citar algunos y el hecho de que el divorcio afecta grandemente a los miembros de la pareja parental, de lo cual no hay lugar a dudas, lo cual en un principio puede afectar a los niños aunque también es cierto, que una vez superada la crisis, van dándose procesos de adaptación a los nuevos cambios, como lo han demostrado varios estudios longitudinales, al concebir la situación inicial de los padres divorciados como una crisis vital, que induce una reacción adaptativa, ya que es innegable que el divorcio en sí mismo induce todo un desequilibrio de la homeostasis tenida hasta entonces, la cual hace que los sujetos que la viven, tengan que hacer toda una reorganización para lograr un nuevo equilibrio, para lograr una mayor estabilidad, con la asunción de nuevos roles, nuevos vínculos y nuevas tareas, proceso que tiene una duración variable, que puede ir de unos meses a unos dos años. 7 8 9 10

4 Comellas, M.J. Educación en las familias atípicas en J.M. Quintana Cabanas, Pedagogía familiar, Narcea, Madrid, 1993.

5 García Castrillón de la Rosa, C. Hijos de padres divorciados, Vox Pediátrica 3(1):89-91, 1995.

6 Gately, D.W. y A. I. Schwebel. Favorable outcomes in children after parental divorce. Journal of Divorce and Remarriage, 18(3/4): 57-79, 1992.

7 Hetherington, E. M., M. Cox y R. Cox. Effects of divorce on parents and children en M. Lamb Nontraditional families 1982.

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Una de las estrategias metodológicas que se han empleado para el estudio de los niños de padres separadas es el comparativo con un grupo control de niños que continúan viviendo con sus padres y, la verdad, es que al comparar los dos grupos no se notan diferencias significativas entre uno y otro grupo o si lo son, lo son en grados muy pequeños como lo han demostrado Amato y Keith., quienes tras un estudio de unos 13000 niños, concluyen que el divorcio no es una experiencia cualquiera, a la que siga una adaptación sin ningún costo pero que no se puede afirmar que los efectos sean tan negativos, amplios, sólidos y generalizados, ya que en niños que han vivido esta experiencia, entre un 70 y un 80 % tienen perfiles psicológicos caracterizados por el ajuste emocional y el bienestar, una adaptación sana y armónica a la nueva situación.

La contraparte sería ese 20 a 30 % restante que presentan trastornos del comportamiento, merma de la autoestima y disminución de competencias sociales y académicas en relación con el grupo control.

Los resultados encontrados por Mogardo y González en un estudio realizado en niños de colegio, con un grupo control y evaluación de distintas competencias mediante escalas y cuestionarios fueron en relación con el ajuste psicológico de los niños que la competencia escolar estaba en un nivel promedio; la cognitiva se comportaba de una manera muy similar. Los niños resultaban ser poco problemáticos y la autoestima se situaba en un polo positivo, lo cual corrobora los resultados de investigaciones realizadas en otros países, con lo cual se desmienten prejuicios sobre los daños irremediables causados por el divorcio.

En otros estudios realizados en España se ha observado que la situación económica de las familias después del divorcio puede ser seriamente preocupante, ya que tienen menos ingresos por unidad de consumo que las familias biparentales, de tal forma que se encuentran con dificultades para cubrir las necesidades de las familias, dato que puede ser muy importante para considerar, desde el punto de vista de la salud pública, factores de riesgo y de protección de estas familias, aunque en la revisión de Gately y Schwebel se dan evidencias de que los niños de padres separadas suelen ser más maduros, responsables, empáticos y flexibles, que en las parejas

8 Wallersetein J. S, y S. Blakeslee. Padres e hijos después del divorcio. Ed. Vergara, Buenos Aires, 1990.

9 Hetherington, J.M. y M.M. Stanley-Hagan. Parenting in divorced and remarried families en M. H. Bornstein, Handbook of Parenting, 1995.

10 Emery, R. E. Marriage, divorce and children’s adjustment. C.A. Sage, Thousand Oaks, 1999.

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biparentales. 11 De ahí se ha concluido que es importante ver el divorcio más que desde el modelo de crisis, desde el de reto, ya que la experiencia puede aportar oportunidades para el proceso evolutivo del sujeto, eso sí dependiendo de todo un conjunto de factores.

Muchas de las familias que sufren la separación conyugal y el divorcio tienen antecedentes de ellos en sus propios grupos familiares ampliados.

Éstos se preguntan cuál será la reacción de sus hijos ante cada uno de los miembros de la pareja parental, si se adaptarán a la conformación de nuevas parejas, a vivir en familias ampliadas de esas de los míos, los tuyos y los nuestros, si ello tendrá consecuencias sobre su vida académica o si el acontecimiento dejará secuelas emocionales permanentes en los críos.

Lo cierto del caso es que mientras mayor conflicto haya entre los integrantes de la pareja en vías de divorcio, mayor será el impacto negativo sobre los hijos, sobretodo si ello genera la pérdida de contacto de los pequeños con alguno de sus padres, si sobrevienen dificultades económicas, cambios de domicilio, pérdida de continuidad en la escuela, cambios de las rutinas hogareñas, o si se dan manifestaciones psicopatológicas en alguno de los adultos que se separan.

La epidemiología de las secuelas del divorcio en los niños, en realidad, no es suficientemente clara, ya que el evento puede ser un hecho desencadenante de alteraciones o no, aunque sí se sabe que el divorcio aumenta el riesgo de trastornos de conducta, además de afectaciones del rendimiento académico, dificultades sociales, depresión, pérdida de la autoestima, aunque no hay una diferencia muy significativa con controles de niños que permanecen en una familia integrada.

En un estudio realizado por el doctor Huntley en los Estados Unidos de América, éste observó que los varones tienen más dificultades para adaptarse a las situaciones engendradas por el divorcio y que los niños de menor edad se resienten más, ya que no tienen la capacidad cognitiva para comprender la situación, el significado de la separación y ello puede conducirlos a estados confusionales y de de ansiedad o a vivir intensos sentimientos de culpa, en especial cuando atraviesan por un período edípico crítico, que incluso hace que los niños empleen como mecanismo defensivo

11 Jiménez, I., B. Mogardo y M-M González, Recursos económicos en familias de madres separadas en Sevilla. VII Congreso Español de Sociología, 2001,

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la regresión, lo que puede hacer que vuelvan a la pérdida de control de esfínteres o al chupeteo del dedo, o tener alteraciones afectivas como la tristeza o la depresión, ya que han de lidiar con el duelo por la pareja parental perdida como tal. Los más chiquitos no entienden las implicaciones del divorcio y, al principio, también podrían estar exageradamente tranquilos pero también suelen captar la tristeza y la preocupación de sus padres y tornarse irritables, agresivos, llorones, o con miedos.

Los niños que están pasando por un período edípico, como el que clásicamente describiera Sigmund Freud, suelen sentirse culpables por la infelicidad de sus padres y sienten un gran temor al abandono por parte de estos, conflictos que van aparejados con otros síntomas como las pesadillas o las fantasías abandónicas.

Los niños en edad escolar pueden verse tristes y preocupados, tener conductas agresivas, verse como niños maleducados y de malos modales, pueden manifestar conductas oposicionistas y arbitrarias, al verse entrampados en conflictos de lealtad, todo lo cual puede tener como consecuencia una baja en el rendimiento académico.

Los adolescentes pueden llenarse de ira y culpabilizar a alguno de los padres y pueden tornarse inseguros de alcanzar un día alguna relación duradera. Los chicos, en su afán de negar la dependencia de unos padres que los desilusionaron pueden tornarse autosuficientes, cuestionadores de sus papás, a quienes lanzan un reto y tratan de poner a prueba.

El doctor Huntley aconseja:

1. No poner al hijo(a) en medio del conflicto, ya que ello suscita, a la vez, todo un conflicto de lealtades, de tal suerte, que los problemas los hablen los padres entre ellos, sin inmiscuir a los hijos. Los hijos no deben ser utilizados como espías para que informen al otro de la pareja acerca de la privada de su antiguo cónyuge, ya que la función de los hijos no es la de convertirse en un auténtico corre-ve-y-dile. Los chicos para nada se han de convertir en mensajeros de sus padres. Se ha de procurar que los padres puedan discriminar e independizar la crianza de los hijos de los resentimientos que ocasiona el divorcio.

2. Es importante no hacer que los niños tengan que tomar partido, ya que la separación es entre adultos, que han establecido un vínculo de

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alianza pero el lazo de consanguinidad de los hijos con cualquiera de los padres es una relación indisoluble.

3. Mientras mejor se lleven los padres divorciados, mejor van a poder asimilar los chicos la separación.

4. Habría que procurar que el resto de las circunstancias cambien lo más mínimamente posible y, ojalá, no tuviera que hacerse cambio de domicilio, de vecindario o de colegio, ya que ello hace que el pequeño tenga que enfrentar aún más duelos.

5. Hay que mantener al hijo en su lugar de hijo, ya que su función no es ocupar el lugar vacío que deja uno de los padres; tampoco los hijos pueden volverse confidentes de ellos como si fueran los amigos íntimos o terapeutas, ya que para el niño es suficiente tener que cargar con el peso de las consecuencias del divorcio y la pérdida que la separación de la pareja parental representa para el vástago.

6. Ahí que detectar tan precozmente como sea posible si el chico está experimentando depresión, ansiedad, ira, o está demandando una mayor atención.

7. Hay que tener en cuenta que el muchacho puede estar echando de menos la continuidad de la vida anterior, las rutinas y tradiciones, ya que la separación ocasiona todo un cambio.

8. Lo ideal es que el niño pueda mantener la relación con cada uno de los padres, ya que ello les permite un mejor desarrollo personal.

9. Es importante que la pareja divorciada como pareja conyugal no abandone su función como pareja de padres, ya que la función parental ha de ser compartida por los padres, para que no se generen conflictos y ambivalencias, que permiten que los hijos saboteen las pautas de crianza, lo cual podría devenir patógeno. Es importante, por lo tanto que los padres estén de acuerdo con las normas que se han de impartir, sin entrar en grandes contradicciones. Es necesario que los padres puedan comunicarse para cooperar en la educación que darán a sus hijos. Siempre es preferible una relación lo más amistosa posible entre los padres y hay que hacer el mayor esfuerzo posible para superar resentimientos y el odio.

10. Los padres no deben quedar resentidos con sus hijos, ni exhibir conductas inapropiadas frente a ellos, que puedan conducirlos al

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abandono afectivo o a la sobreprotección, como formación reactiva ante el rechazo. El problema es entre las parejas y no con los hijos.

11. La nueva pareja no debe presentarse a los hijos hasta no estar seguros relativamente que el chico podrá elaborar dicho impacto y pareciera ser que el divorcio es una de las circunstancias más angustiantes que puede atravesar en un niño en la infancia. 12 13 14

Muchas son las causas del divorcio. Se encuentran entre ellas:

1. La infidelidad, con la inclusión de un tercero.

2. La violencia intraconyugal.

3. Los celos de alguno de los integrantes de la pareja.

4. Los problemas económicos.

5. Los problemas sexuales.

6. Las alteraciones del juicio de realidad de alguno de los cónyuges.

7. Los cambios que se van dando a lo largo de la vida.

El divorcio suele verse como una amenaza contra la integridad familiar pero habría que pensar el otro lado de la moneda pues muchas veces puede ser un elemento de cambio, una oportunidad para el crecimiento personal, o para la resolución de momentos de crisis mientras se logra un mejor nivel de homeostasis pero hay que aceptar que para muchos se convierte en un factor traumático, ya sea para los integrantes de la pareja y/o para los hijos, que puede desencadenar problemas emocionales y grandes sufrimientos, que pueden llevar a la angustia incontrolada, a la depresión, al suicido e incluso al desencadenamiento de enfermedades psicosomáticas. Afortunadamente la cultura se ha hecho más tolerante con el divorcio, y éste no es vivido con tanta carga social, generadora de estigmas pues parece comprenderse mejor que el divorcio puede ser una solución cuando

12 Lukor.com ¿Qué hay de mí? Los efectos del divorcio en los niños. http://www.lukor.com/hogarysalud/05032101.htm

13 Albarracín, M. Divorcio destructivo: Particularización sobre aspectos del conflicto. Revista de Sistemas Familiares (1991).

14 Hercovici, P. Terapia del divorcio y mediación familiar. Revista de Sistemas Familiares (1998).

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han surgido graves problemas, que pueden resultar irresolubles de una manera distinta.

Se sabe que la elaboración del duelo por la separación puede ser prolongada, a veces para toda una vida, de ahí la importancia que alguno de los miembros puedan recibir una adecuada ayuda psicoterapéutica que facilite los procesos elaborativos de la situación, resolver los síntomas y llegar a una recuperación favorable para el sujeto y su entorno.

Los hijos siempre deben ser tenidos en cuenta antes y después del divorcio, en procura de que éstos se afecten lo menos posible, que la familia salga también lo mejor posible de este impasse, para ello es preciso evitar toda una serie de conductas erróneas que pueden cometerse, como bien lo ha señalado el doctor Huntley.

La custodia de los niño debe indicarse a la persona que mejor pueda hacerse más cargo de ellos, de tal suerte que los ampare y proteja; por lo común, se le confía a la madre, salvo que haya una gran enfermedad psíquica en ella.

Algunos psicólogos hablan de que hay tres etapas en el proceso de divorcio:

1- La crisis, en un momento turbulento en la pareja y en el grupo familiar, que desencadena la separación, trae consigo la vivencia de intensas emociones para la pareja, con momentos de cólera extrema o de depresión, que los niños de alguna manera perciben. Se da entonces una función parental disminuida, ya que los padres están muy inmersos en su propio dolor y en su propio sufrimiento. La crisis termina por involucrar a toda la familia, ya que rompe la homeostasis anterior e implica pérdidas, dolor y cambios en la vida cotidiana. La soledad se hace sentir y el miedo se apropia de la mente. Se inicia un proceso largo y doloroso.

La mujeres muy dependientes no saben cómo van a manejarse solas y los hombres temen desorganizarse en la vida cotidiana. El clima familiar y de la pareja se vuelve sumamente caótico, con continuas peleas y reproches, que impiden pensar en el modo más adecuado de separarse; surgen el odio, los deseos de venganza y los sentimientos de culpabilidad.

2- La reorganización que puede durar hasta dos años.

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3- El ajuste que puede prolongarse aún cinco años, entonces la vida parece empezar a ser “normal” de nuevo, aunque la mayoría de padres e hijos dicen que nunca vuelven a sentirse igual que antes del divorcio. Ahora los excónyuges no parecen sentir tanta hostilidad con respecto del otro, pero puede persistir la amargura y el resentimiento, que puede invadir todo el ámbito familiar.15

Se puede dar una custodia compartida, en la que los hijos pasan la mitad del tiempo con cada uno de los progenitores y es la que más frecuentemente se indica, ya que los padres deben compartir deberes y derechos con los hijos.

Custodia separada cuando en la pareja, el padre asume unos hijos y la madre otros.

Custodia única cuando sólo uno de los padres se hace cargo de los hijos y el otro tiene derecho a visitas otorgadas por el juez.

Para tratar de evitar el desencadenamiento de cuadros patológicos los padres deben:

a. Asegurar a los niños que ambos padres lo aman y que la separación sólo se debe a sus dificultades como pareja, en la que los hijos nada tienen que ver. Hay que desculpabilizar al niño por el divorcio pero manifestarle si el caso que es un asunto definitivo para no generar falsas expectativas de reunión y que el niño pueda empezar a elaborar el duelo por la pareja perdida.

b. Tratar de preservar las rutinas de la vida diaria, lo más cerca de la vida anterior posible.

c. Afirmarle y cumplirle al niño que será visitado por el padre que se va y reasegurarle el amor.

d. Permitir al niño la expresión de sus sentimientos de dolor, sin sobrecargarlo con los problemas de los padres y hablarle mal del otro de la pareja. Hay que mantener la buena imagen que el niño pueda tener de cada uno de los padres. La rabia con la pareja es mejor

15 Abbette, A. Una mirada en las etapas psicológica del divorcio y de sus niños. http://www.content4reprint.com/view/spanish-12760.htm

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expresarla con otras personas diferentes de los hijos; es importante que los padres puedan tener vínculos con el exogrupo, sean éstos en la familia ampliada o en los grupos de amigos. No hay que pedirle al niño que tome partido en el conflicto de los padres.

e. Hay que mantener una sana disciplina en los ámbitos de cada unos de los papás.

Ésto que escribo no es un tratado que abarque toda la complejidad y profundidad del problema del divorcio pero es algo que espero que pueda ser de alguna utilidad para los padres de padres que se separan o divorcian.

Los pediatras, psicólogos, psicoterapeutas, abogados podemos ser de gran ayuda y también pueden ser muy útiles los grupos terapéuticos de personas divorciadas. 16

Revisión bibliográfica realizada por Jesús Dapena Botero

Vigo, 8 de abril del2009

16 Lanoël, A. y R. Ocaña. Problemas en el comportamiento de los niños: los niños y el divorcio. http://www.paideianet.com.ar/divorcio.htm