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CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO EN ZONAS RURALES' Eduardo Moyano Estrada

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CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLOEN ZONAS RURALES'

Eduardo Moyano Estrada

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RESUMEN

En este trabajo el autor revisa el concepto de "capital social" y planteasu utilidad para el análisis de las dinámicas de desarrollo. En primer lugar,analiza el carácter polisémico de este concepto, mostrando cómo ha sidodefinido de modo diferente desde los diversos enfoques teóricos de lasociología. En segundo lugar, comenta algunas de las dimensiones delconcepto de capital social, fundamentalmente las de embeddedness (enrai-

zamiento) y autonomy (autonomía), y selecciona aquellas que resultan demayor utilidad para el análisis de los procesos de desarrollo. En tercerlugar, siguiendo el modelo de M. Woolcock, el autor presenta, redefinién-dolo, un marco teórico en el que sitúa las distintas dimensiones del capi-tal social para analizar las dinámicas "descendentes" (top-down) y"des-

cendentes" (bottom-up) de desarrollo en las zonas rurales. La tesis funda-mental que está implícita en este marco teórico es que el concepto de capi-tal social es útil para analizar los procesos de desarrollo si se amplía paraincluir dimensiones que den cuenta no sólo de las relaciones de integra-ción intracomunitaria, sino también de la capacidad y autonomía de losindividuos para relacionarse con grupos externos a su propia comunidad,así como de la sinergia entre instituciones y de su eficiencia y credibilidad.

ABSTRACT

In this paper, the author reviews the concept of social capital andposes its usefulness to analyse of dynamics of development. Firstly, heanalyses the polysemic nature of this concept, showing how it has beendefined in different ways from the sociological approaches. Secondly, hecomments some of dimensions of the social capital, particularly those ofembeddedness and autonomy, and selects those dimensions that are moreuseful to analyse the processes of development. Thirdly, according to themodel elaborated by M. Woolcock, the author redefines it and presents atheoretical framework where the dimensions of social capital are placedand combined to each others to analyse the bottom-up and top-down

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dynamics of development. The most important idea of this paper is thatthe concept of social capital is useful if its definition is extended to inclu-de some new dimensions that take into account not only the processes ofsocial integration within the rural communities, but also the autonomy ofindividuals to establish social and economic relations with external indi-viduals and groups, as well as the synergy between local institutions andtheir efficiency.

PALABRAS CLAVE: Políticas de desarrollo, Sociedad rural,Cambio social, Sociología del desarrollo

KEY WORDS: Development policies, Rural society, Social change,Sociology of Development

DATOS BIOGRÁFTCOS: Doctor Ingeniero Agrónomo (SociologíaRural) por la Universidad de Córdoba (1982). Licenciado en Sociologíapor la Universidad Complutense de Madrid (1983). Actualmente esProfesor de Investigación (catedrático) del CSIC y Vicedirector delInstituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) en Córdoba (Andalucía,España). Sus trabajos de investigación versan sobre acción colectiva yarticulación de intereses, desarrollando análisis comparados sobre lasorganizaciones de naturaleza representativa (sindicatos, asociacionesprofesionales y federaciones de cooperativas) a nivel europeo, con espe-cial referencia a la agricultura, la política agraria y el desarrollo rural. En1996 recibió el Premio Arco Iris al mejor estudio sobre cooperativismopor su trabajo sobre las federaciones de cooperativas en la agriculturaeuropea, y en 2001 el gobierno francés le concedió la Orden del Méritode la República por sus trabajos sobre asociacionismo agrario en la UE.

INTRODUCCIÓN

Muchos estudios sobre el desarrollo de las zonas rurales vienen desta-cando la existencia de importantes diferencias en materia de bienestar ycalidad de vida entre sociedades situadas en un mismo ámbito geográficoy dotadas de recursos económicos similares. Tales estudios muestran, enefecto, cómo existen comunidades locales que no han logrado alcanzarunas cotas mínimas de bienestar ni organizar adecuadamente sus recursos,junto a otras similares que sí han sabido aprovecharlos y están mejor arti-culadas para llevar a cabo proyectos individuales o colectivos. Puede inclu-

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so que ambas sociedades hayan sido objeto preferente de similares progra-mas de desarrollo recibiendo fondos económicos de parecida magnitud. Larealidad nos dice, sin embargo, que mientras en unas zonas esos programasno han tenido el éxito esperado, en las otras sus efectos han superado concreces las expectativas. Estas últimas se convierten además en centros deatracción de nuevas inversiones, al comprobazse que ofrecen un dinamis-mo que no existe en las otras comunidades y que son garantía para la buenarealización de los proyectos que se ponen en marcha: sus instituciones fun-cionan con eficiencia, sus recursos humanos son cualificados, existe segu-ridad jurídica para la iniciativa privada, la ciudadanía confía en sus gober-nantes y éstos en las capacidades de su población; en definitiva, son socie-dades en las que hay confianza entre los ciudadanos para emprender pro-yectos colectivos, confianza que se transmite hacia el exterior contribuyen-do a dar una buena imagen de su comunidad y su entorno institucional.

Estos contrastes en los resultados de los programas de desarrollo hanoriginado una ingente cantidad de estudios intentando explicar sus causas(Halfacree, Kovac y Woodward, 2002; Pérez Correa y Sumpsi, 2002; PérezYruela et al. 2003). Después de la hegemonía, primero, de los estudiosbasados en los enfoques de la modernización, y, más tarde, del predominiode los que explicaban el problema del subdesarrollo a partir de las teoríasde la dependencia, o de los que insistían en recetas orientadas a la liberali-zación de los mercados y la reducción del intervencionismo estatal en laeconomía como la mejor vía paza impulsar las iniciativas locales, másrecientemente se han venido realizando algunos trabajos que enfatizan laimportancia de aspectos como la confianza, los flujos de información o lasnormas de reciprocidad existentes en una comunidad. El Banco Mundial,en su Informe de 1997, ya señalaba cómo en algunos estudios se estabademostrando el potencial impacto de estos otros factores no económicossobre el desarrollo de las comunidades locales -factores a los que elInforme agrupaba ya bajo la noción de "capital social" (pág. 114 delInforme del Banco Mundial, citado por J. Fedderke et. al., 1999). Para ilus-trazlo, dicho Informe ponía algunos ejemplos concretos de comunidadesafricanas donde se podía comprobaz la relación dŭecta entre su grado debienestaz y el nivel de capital social. En algunas regiones europeas dondese vienen aplicando desde hace casi quince años programas de desarrollodentro de las iniciativas europeas Leader, también podemos encontrar estasdiferencias entre comunidades, diferencias que están dando lugar a intere-santes estudios sobre el impacto de estos programas en las zonas rurales^.

Como señala M. Woolcock (1998 y 2000), los estudios sobre el des-arrollo han recuperado, redefiniéndola, la vieja noción de "capital social",

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ofreciendo la posibilidad de establecer puentes entre disciplinas hastaahora separadas en el análisis de estos problemas (economía, ciencia polí-tica, sociología, antropología, psicología social, historia,...). En este artí-culo presentaremos, en primer lugar, la noción de "capital social", ofre-ciendo un breve recomdo por el pensamiento sociológico, de modo quepodamos encontrar sus fuentes intelectuales. En segundo lugar, se revisa-rán críticamente los dos más importantes enfoques que han intentado estu-diar los problemas del desarrollo a partir de esta noción, a saber: el enfo-que del empresariado en grupos étnicos y el enfoque del institucionalismohistórico. Finalmente, se presenta el marco teórico elaborado por M.Woolcock (1998), como un modelo-síntesis que intenta superar las insufi-ciencias mostradas por esos dos enfoques, y lo discutiremos a la luz de losproblemas que plantean las políticas de desarrollo en las zonas rurales.

BREVE APROXIMACION AL ENFOQUE DEL CAPITAL SOCIAL

El enfoque del "capital social" utiliza una noción que no es nueva, sinoque hunde sus raíces en los primeros trabajos de las ciencias sociales. Laidea de que es necesario que existan determinadas normas de cooperaciónpara guiar las transacciones mercantiles, puede ya encontrarse en D. Humey E. Burke, si bien de un modo ambivalente. Por su parte, A. Smith ya seña-ló en su Teoría de los Sentimientos Morales que el mercado necesitaba deciertas instituciones y normas de carácter moral para funcionar eficiente-mente, dado que su capacidad de autorregulación es limitada. Los trabajosde los primeros sociólogos franceses del siglo XIX y, más tarde, los reali-zados en el marco de las tradiciones marxista, durkheimiana y weberianade la sociología clásica, enfatizaron el papel de las instituciones y las nor-mas sociales, planteando muchas de las ideas que ahora se incluyen dentrode la noción de capital social. Debates similares rodearon la entrada de lasociología en las universidades norteamericanas a través de la de Chicagoa principios del siglo XX: el énfasis en la autonomía de las fuerzas socia-les como factores determinantes en la configuración del desarrollo urbano,servía para diferenciar a los primeros sociólogos de los economistas.

En los años 60, economistas neoclásicos, como Th. Schultz (1963) yG. Becker (1962), señalaron que la existencia de una población formadapor ciudadanos con buenos niveles de salud y formación (estudios, edu-cación,...) y bien preparados profesionalmente, es un factor determinan-te para la buena utilización de los tres factores considerados entoncescomo básicos en el crecimiento económico: el trabajo, la tierra y el capi-

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tal. A ese otro factor le llamaron "capital humano", considerando que sinél de poco servía la presencia de estos otros tres factores básicos a la horade impulsar el desarrollo económico. Más tarde, al final de los años 80,sociólogos, politólogos y algunos economistas -que trabajaban en elcampo de la "nueva sociología económica" y que intentaban situarse enuna posición intermedia combinando enfoques macro y micro sociológi-cos para explicar el comportamiento económico de los individuos(Swedberg, 1991, y Swedberg y Smelser, 1994)- consideraron que elcapital físico (tierra y capital) y el capital humano (nivel de estudios) eraninsuficientes para explicar las diferencias en los procesos de desarrolloentre comunidades. Consideraban que en estos procesos intervenían otrosfactores no económicos de gran importancia explicativa, que, sin embar-go, no eran tenidos en cuenta en los análisis. Por eso, añadieron un tercerfactor, que llamaron "capital social", recuperando una noción que estabasiendo utilizada en el campo de la sociología desde final de los años 60en áreas diversas de investigación"'. En esta nueva forma de capital incluíandeterminados tipos de normas, valores y creencias (como la confianzaentre vecinos, el respeto a la palabra dada o la credibilidad de las institu-ciones), así como redes sociales (de ahí que también suela denominarse"capital relacional"), que, según esta perspectiva teórica, son importantespara el desarrollo porque favorecen la realización de acciones colectivasen beneficio de la propia comunidad y repercuten en el buen aprovecha-miento de los otros dos tipos de capital (Fedderke et al, 1999).

No obstante, y precisamente por no ser una'noción de nuevo cuño, lautilización de la noción de capital social presenta el problema de que losautores que lo han recuperado en sus estudios sobre el desarrollo, lo hanhecho sin prestar mucha atención ni a su historia intelectual, ni a su sta-tus ontológico, sino simplemente enfatizando aquellas dimensiones delmismo que les son más útiles para sus particulares propósitos investiga-dores. Por ello, nos encontramos con una noción polisémica que no pre-senta una acepción única en la comunidad científica, sino una gama designificados según la dimensión enfatizada.

LA NOCIÓN DE "CAPITAL SOCIAL" EN LOS ESTUDIOSSOBRE DESARROLLO

Aunque los primeros estudios que utilizaron la noción de capitalsocial, tal como hoy se entiende, datan, como se ha señalado, de finalesde los años 70, el avance más significativo se produjo al final de los 80 y

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durante toda la década de los 90. Tal avance fue inducido por dos pers-pectivas diferentes dentro de lo que se denominaba la "nueva sociologíadel desarrollo", a saber: en el nivel micro, la perspectiva de los Ilamadosestudios étnicos sobre el empresariado, asociados en gran medida a lostrabajos de A. Portes (1998) y A. Portes y J. Sensenbrenner (1993); y enel nivel macro, la perspectiva de los estudios institucionalistas sobre lasrelaciones Estado-sociedad civil, asociados a trabajos como los de P.Evans (1995 y 1996). Estas perspectivas venían realizando sus investiga-ciones con escasa conexión entre sí, y eso a pesar de que proponían ideassusceptibles de ser utilizadas en una síntesis que podía haber sido de granfertilidad para los estudios del desarrollo. En efecto, ambas perspectivasutilizaban dos dimensiones fundamentales del capital social: embedded-ness -que en español podría traducirse como enraizamiento, incrustacióno inserción- y autonomy (autonomía).

Con respecto a la dimensión de embeddedness querían enfatizar latesis -ya planteada por K. Polanyi en su clásica obra The GreatTransformation (1957) si bien introducida en la sociología contemporá-nea por M. Granovettter (1985)- de que, frente a la teoría neoclásica dela maximización de utilidades, toda acción económica está enraizada(embedded) en relaciones sociales. Su principal corolario era que lo quedistingue a unas empresas de otras no son sus cualidades formales einformales, sino las estructuras y redes de relaciones personales que exis-ten entre y dentro de ellas.

Tal como se ha señaládo, la tesis del embeddedness fue incorporada alo largo de los años 80 en las investigaciones sobre el desarrollo, tanto enlos estudios centrados en el nivel macro, como en el nivel micro. Tresideas comunes a esos estudios surgieron de los resultados de sus investi-gaciones empíricas. La primera -que recogía literalmente la tesis de M.Granovetter- es la de que todas las formas de intercambio económicoestán enraizadas (embedded) en relaciones sociales; de ahí que muchasinstituciones económicas sólo pueden explicarse por las relaciones socia-les en las que están insertas -se puede poner el ejemplo de pequeñasempresas, tales como muchas explotaciones familiares agrarias, cuya per-manencia no puede explicarse con criterios de viabilidad económica, sinopor su funcionalidad social-. La segunda idea es la de que el proceso deenraizamiento (embeddedness) se produce de distintas formas: comolazos sociales, como prácticas culturales, como contextos políticos,...todas ellas con efectos importantes en la conformación de las oportunida-des y constricciones a los que se enfrentan los individuos cuando empren-den proyectos de desarrollo. La tercera es la de que los beneficios que, en

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una comunidad concreta, se obtienen de ese proceso de enraizamientovan siempre acompañados de costes, y que el cálculo de esos beneficiosy costes cambia conforme avanza el proceso de desarrollo. Así, lo que enuna fase inicial puede ser catalogado como beneficio, en una fase másavanzada puede haberse convertido en un coste para la continuidad delproceso de desarrollo. Por ejemplo, la existencia de un alto grado deenraizamiento de los individuos en su comunidad puede ser un factorpositivo en una primera fase -al facilitar la ayuda mutua y la solidaridadentre los individuos-, pero una vez que el proceso está avanzado, esestock de capital social en forma de integración puede convertirse en vehí-culo de nepotismo o corrupción, y, en consecuencia, ser una traba paraque dicha comunidad dé un salto cualitativo en su desarrollo.

Con el fin de establecer si el proceso de enraizamiento (embedded-

nes) en una situación dada provoca costes o beneficios para el desarrollo,algunos analistas comenzaron a sugerir que era necesario complementaresa dimensión del capital social con una segunda dimensión: la de auto-

nomy (autonomía). Esta segunda dimensión se refiere a dos aspectos rele-vantes para las dinámicas del desarrollo: el primero, referido al nivelmicro, hace alusión al grado en que los miembros de una comunidad tie-nen posibilidad de acceder a grupos o áreas de interés situados fuera dela propia comunidad; el segundo, referido al nivel macro, alude al gradoen que los responsables políticos locales son independientes respecto delas élites económicas a la hora de tomar sus decisiones, y al grado en quetales responsables políticos están, como señala M. Woolcock (1996 y2000), impregnados de un ethos profesional que les lleva a perseguir elbien colectivo y a reclutar y dar recompensas en función de los méritos yno del tráiico de influencias. Para que el capital social se convierta en unfactor positivo en el desarrollo de una comunidad sería necesario, portanto, que las relaciones sociales entre sus miembros estén impregnadasde esas dos dimensiones: embeddedness ^nraizamiento en la propiacomunidad y en el grupo de pertenencia- y autonomy ^apacidad de losindividuos para relacionarse con grupos más amplios`".

En la realidad empírica, ambas dimensiones se manifiestan de diver-sas formas, teniendo cada una de ellas efectos diferentes sobre las diná-micas de desarrollo, efectos que deben ser objeto de análisis en cada caso.Centrándonos, por ejemplo, en la realidad de las zonas r^rales, y másconcretamente en organizaciones como las cooperativas agrarias, ladimensión de embeddedness -es decir, la identificación de los socios conel correspondiente proyecto cooperativo- es una condición necesaria porsus efectos positivos en una primera fase, pero no suficiente para hacer

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que el proceso de desarrollo sea sostenible en el largo plazo. En efecto,una vez constituida la cooperativa y alcanzado su proyecto inicial un cier-to grado de desarrollo, es cuando se hace necesario que sus asociados ysu consejo rector tengan capacidad para establecer relaciones autónomascon actores económicos externos a la propia cooperativa, o incluso exter-nos a la propia comunidad local, con objeto de avanzar en la dinámica deldesarrollo evitando que el proyecto se estanque en una dimensión exce-sivamente localista. Es entonces cuando la dimensión de autonomíaresulta imprescindible, pues un excesivo grado de enraizamiento (embed-dedness) de sus miembros en la comunidad local puede tener efectosnegativos para afrontar proyectos de cooperación más ambiciosos. Otroejemplo sería el de los "grupos de desarrollo rural" creados en el marcode la ya mencionada iniciativa europea Leader, grupos que constituyenuna vía de enraizamiento de la población y de identificación con proyec-tos de desarrollo local, muy útil para el arranque de las dinámicas de des-arrollo, pero que si no se abren y cooperan con otros grupos pueden con-vertirse en una rémora para avanzar en esas dinámicas (Moyano, 2005).

Hasta el final de los años 80, la búsqueda de una combinación ópti-ma de esas dos dimensiones del capital social (embeddedness y auto-nomy) se convirtió en el elemento fundamental del marco teórico que lanueva sociología del desarrollo utilizaba para analizar los niveles macroy micro de los procesos de desarrollo económico. Se pensaba que, encon-trando para cada realidad empírica, la combinación óptima de esas dosdimensiones, podrían resolverse algunos de los llamados "dilemas de laacción colectiva" ^1 problema de explicar por qué la gente coopera enausencia de mecanismos de carácter obligatorio- que han ocupado a losinvestigadores sociales desde el comienzo de la sociología como discipli-na científica. Hacia mediados de los años 90, sociólogos que trabajabanen el ya mencionado campo del empresariado étnico y del neoinstitucio-nalismo advirtieron de la dificultad de encontrar la combinación óptimade ambas dimensiones del capital social, debido a que las relacionessociales enraizadas (embedded) y autónomas (autonomous) pueden mani-festarse de modo diferente en los niveles micro y macro de los procesosde desarrollo.

De acuerdo con esa argumentación, el sentido de las nociones de enrai-zamiento (embeddedness) y autonomía (autonomy) no sería el mismo enlos niveles micro y macro. Así, por ejemplo, mientras que, en el nivelmicro, la noción de enraizamiento (embeddedness) se refiere a los lazosintracomunitarios que se establecen entre los individuos en una comunidady a las estrechas relaciones de éstos con sus grupos primarios de pertenen-

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cia, en el nivel macro dicha dimensión se refiere al grado de interacciónentre el Estado (organismos y entidades públicas) y la sociedad civil (aso-ciaciones y demás formas vertebradas de articulación de intereses) en elámbito local o comarcal. Por su parte, la dimensión de autonomía (auto-

nomy) se refiere en el nivel micro a las redes extracomunitarias -es decir,las redes que establecen los miembros de una comunidad local con los deotras comunidades distintas de la suya-, mientras que, en el nivel macro, serefiere a la capacidad (eficiencia) y credibilidad de las instituciones encar-gadas de gestionar los asuntos colectivos (sean entidades públicas o priva-das) en una comunidad. De ahí se deduce que la noción de "capital social"puede presentarse en la práctica de diversas formas según cómo se combi-nen estas dos dimensiones (embeddedness y autonomy) en los nivelesmacro y micro de los procesos de desarrollo. De la combinación de esasdos dimensiones, y a la luz de determinadas experiencias, algunos estudiosempíricos han señalado que altos niveles de capital social (en su dimensiónde enraizamiento) pueden ser positivos en la medida en que dan a los indi-viduos de una comunidad apoyo y acceso a recursos privilegíados, al tiem-po que reducen los costes de transacción (Fedderke et al, 1999); pero tam-bién han señalado que pueden ser negativos si restringen las posibilidadesde expresión y autonomía individual o si favorecen el free-ridding (el

gorroneo) sobre los recursos de la comunidad (Olson, 1965 y 1982).Este modelo de análisis, surgido, como se ha señalado, de los traba-

jos sobre el empresariado étnico, es útil porque da interesantes clavessobre varias cosas: sobre cómo pueden "crearse" las dimensiones positi-vas del capital social en aquellas comunidades donde tales dimensionesestán ausentes o están erosionándose; sobre cómo los aspectos negativosdel capital social pueden ser disipados o superados; o sobre cómo relacio-nes mutuamente beneficiosas entre comunidades e instituciones externasa ellas pueden ser promovidas y mantenidas en el tiempo. Estos últimoselementos han sido tratados con más detalle por los neoinstitucionalistas.Así, autores como D. Rueschemeyer y P. Evans (1985) arguyen que lacapacidad del Estado para promover el desarrollo depende de su volun-tad y capacidad para construir a nivel local un aparato burocrático-admi-nistrativo eficiente y creíble que haga posible la coordinación de inter-cambios cada vez más complejos entre actores económicos, tesis que hadespertado un interesante debate sobre el rol del Estado y sus relacionescon la sociedad civil en los procesos de desarrollo. En ese debate se plan-tean dos cuestiones diferentes: de un lado, la capacidad del Estado parainducir capital social en zonas donde la sociedad civil está débilmentearticulada, y de otro, su función ante situaciones en las que la sociedad

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civil está bien dotada de asociaciones que reclaman canales adecuados deinterlocución con las poderes públicos.

Tal modelo, basado en la combinación de las dimensiones de enraiza-miento (embeddedness) y de autonomía (autonomy) en los niveles microy macro, comenzó a encontrar problemas cuando se intentaba aplicarlo alanálisis dinámico de los procesos de desarrollo; es decir, cuando lo quese quería analizar no eran sólo las condiciones que permiten^iniciaz conéxito la fase de implementación de tales procesos, sino también conocerlos factores que pueden condicionar su viabilidad y sostenibilidad en elmedio y largo plazo. Con objeto de superar las limitaciones del modeloelaborado por la perspectiva étnica del empresariado y por la perspectivaneoinstitucionalista, M. Woolcock (1998) propone un modelo-síntesis alque dedicazemos el próximo apartado.

UN MODELO-SÍNTESIS

Si queremos que la noción de capital social mantenga su estatus comoconcepto significativamente importante en los niveles teórico y empírico,debe ser ampliada. No basta con entender el capital social como un recur-so que ayuda a los grupos sociales a superaz los dilemas estáticos de laacción colectiva -los problemas de la cooperación entre los individuos enproyectos de tipo colectivo- por muy importantes que éstos sean. La granaportación de M. Woolcock consiste en plantear la necesidad de que elmodelo bidimensional del capital social debe ser ampliado incorporandootras dimensiones que permitan resolver los llamados dilemas dinámicosdel desarrollo, es decir, los que surgen cuando el éxito de una determina-da acción colectiva en pro del desarrollo influye de tal modo en las rela-ciones sociales dentro de una comunidad, que es necesazio que éstas secoordinen paza garantizar que el desarrollo siga teniendo éxito en el futu-ro. En esta misma línea puede situarse el trabajo ya comentado de J.Fedderke et al. (1999), publicado con posterioridad al de M. Woolcock yen el que se analizan distintos escenarios dinámicos del desarrollo y seplantea la utilidad del enfoque del capital social para desentrañaz los dile-mas de la cooperación. No obstante, por considerar que las aportacionesde J. Fedderke et al. se limitan a los procesos de desarrollo económico^oncretamente a los factores que inciden en el crecimiento de la renta ydel PIB en una sociedad-, creemos de mayor interés presentar el modelode M. Woolcock, que es más amplio y puede aplicazse a dinámicas dedesarrollo que no estén centradas sólo en los aspectos económicos.

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M. Woolcock considera necesario como ejercicio previo definir conmás detalle los conceptos de enraizamiento (embeddedness) y autonomía(autonomy) y analizar mejor cómo se manifiestan en los niveles macro ymicro. En el nivel micro, amplía el concepto de embeddedness -que enel modelo bidimensional se refería, sobre todo, a los lazos sociales intra-comunitarios, y más concretamente a las relaciones de los individuos conlos de su propio grupo de pertenencia- y lo sustituye por el de integra-tion (integración) -incluyendo también las relaciones de los individuoscon otros miembros de la comunidad, aunque no de su mismo grupo depertenencia-; el concepto de autonomy (autonomía) ^ue hacía referen-cia en el modelo bidimensional a la participación de los individuos enredes extracomunitarias- es sustituido en su modelo ampliado por el delinkage (conexión) -incluyendo la interacción de los individuos con lasinstituciones de la sociedad civil y los lazos estables que mantienen conellas-. En el nivel macro, el concepto de embeddedness -referido en elmodelo bidimensional a las relaciones Estado-sociedad civil- es sustitui-do ahora por el de synergy (sinergia institucional) -incluyendo la coope-ración entre instituciones, sean públicas o privadas-; el concepto de auto-nomy -que en el modelo bidimensional se refiere a la capacidad, compe-tencia y credibilidad de las instituciones políticas locales- es ampliado ysustituido por el de organizational integrity (integridad o eficiencia orga-nizacional) -incluyendo la eficiencia de la burocracia administrativatanto en las instituciones públicas locales como en las organizaciones pri-vadas°`.

Estas cuatro dimensiones amplían el concepto de capital social y lohacen más útil para analizar las dinámicas de desarrollo en zonas rurales,combinando los niveles macro y micro (Figura n° I). Nos referiremos aellas en adelante con los términos utilizados en español: integraciónsocial, conexión socioinstitucional, sinergia entre instituciones y eficien-cia organizacional°^

De igual modo que diferentes combinaciones de "integración social"y"conexión socioinstitucional" conducen a diferentes resultados en losprocesos de desarrollo a nivel micro, así también diferentes combinacio-nes de "eficiencia organizacional" y"sinergia entre instituciones" condu-cen a distintos resultados en el nivel macro. Estas cuatro dimensiones delcapital social (integración, conexión, eficiencia y sinergia) pueden com-binarse haciendo interactuar en los niveles macro y micro, y dando cuen-ta así de un amplio rango de dinámicas de desarrollo a lo largo de unaespecie de continuum, en uno de cuyos extremos se situaría lo queM. Woolcock denomina "individualismo anárquico" ^n la que las cua-

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FIGURA 1DIMENSIONES DEL CAPITAL SOCIAL

EFICIENCIA ORGANIZACIONAL

SINERGIA INSTITUCIONAL

CONEXIÓN SOCIAL E INSTITUCIONAL

INTEGRAC[ÓN SOC[AL

Fuente: A partir de ilustraciones de M. Woolcock (1998).

tro dimensiones del capital social brillan por su ausencia- y en el otroextremo una dinámica de "autonomía positiva" -caracterizada por la pre-sencia significativa de esas cuatro dimensiones-. Lo importante a teneren cuenta del modelo es que una misma dimensión de capital socialpuede tener distintos efectos en materia de desarrollo según con cual delas otras dimensiones aparece combinada, lo que plantea interesantesdebates. También hay que considerar que las dinámicas de desarrollopueden ser ascendentes (bottom-up) ^onde predomina la participaciónde la comunidad local en la definición de las estrategias de desarrollo-,descendentes (top-down) -donde el protagonismo corresponde a lospoderes públicos de un nivel territorial superior al de la comunidad local-o resultado de una combinación de ambas -que es lo más frecuente-,

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siendo diferentes los efectos del capital social en cada una de esas situa-ciones. Aunque sólo sea a efectos analíticos y con objeto de clarificar lasbases de este debate, analizaremos a continuación los efectos que se deri-van de la combinación de las cuatro dimensiones del capital social encada una de esas dinámicas (o tipos ideales) de desarrollo (Tablas n° 1 y2), a sabiendas de que en la práctica nunca suelen darse en estado puro(sea ascendente o descendente), sino mezcladas de elementos y factoresde diversa naturaleza (pública, privada, individual, corporativa, comuni-taria, económica, cultural, religiosa, étnica,...).

LOS PROCESOS ASCENDENTES (BOTTOM-UP) DE DESARROLLO

En los procesos ascendentes de desarrollo (Tabla n° 1), la dimensiónde "integración" constituye una importante fuente de capital social, yaque capacita a los miembros de una comunidad local a intercambiar entresí servicios y recursos escasos -desde información para encontrarempleo, hasta el cuidado de los niños o la utilización común del transpor-te-. Cuanto más intensos sean tales lazos de integración social en unacomunidad y más se extienda la mutua confianza entre sus miembros,mayor será el stock de esta forma de capital social. No obstante, surge undilema, por cuanto que más capital social de este tipo no necesariamentesignifica que sea la mejor vía para el éxito de las estrategias de desarro-llo. Por ejemplo, si el sentimiento de confianza mutua y el intercambio deservicios y recursos se extienden sólo a los miembros de la familia o a losparientes más cercanos, no es probable que eso sea un factor positivo parael desarrollo de la comunidad, ya que lo único que hace es reforzar laslealtades étnicas y familiares de los individuos, desincentivando la movi-lidad social y las relaciones extragrupales.

Esta situación, típica de las comunidades campesinas, fue calificadapor R. Bandfield (1958) de familismo amoral, dándose en ella un altonivel de enraizamiento comunitarista e"integración social", pero laausencia de autonomía y"conexión socioinstitucional". Esta noción se hautilizado para explicar el escaso impacto que tiene en las estrategias dedesarrollo local la existencia de una alta densidad asociativa de tipo pri-mario (basada en peñas, asociaciones recreativas, cofradías, asociacionesreligiosas,...) en una determinada sociedad, dado que es una red enraiza-da en lazos comunitaristas que da pocas posibilidades a las relacionesextragrupales. Asimismo, es una idea también utilizada para el debatesobre los riesgos de introducir en los países en vía de desarrollo las polí-

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TABLA 1

Estrategias bo[tom-up (ascendentes) del desarrollo

Integración social(relaciones intracomunitarias)

Nivel bajo Nivel alto

Conexión Nivel bajo Individualismo Familismo amoral

(relaciones amoral

extracomunitarias) Nivel alto Anomia Oportunidades deautonomía

Fuente: A partir de ilustraciones de Woolcock (1998).

ticas que, al estilo de los programas Leader de la UE, dan mucho prota-gonismo a la sociedad civil, ya que, en ausencia de una sociedad civilautónoma y bien articulada, tales estrategias ascendentes pueden sermonopolizadas por las oligarquías locales y sus redes de clientelismo(Graziano da Silva, 2002; Ortega y Marcio Nunes, 2005).

Otra situación, bastante rara es verdad -y que M. Woolcock cita uti-lizando el excelente análisis realizado por la antropóloga M. Mead de latribus IK en Uganda-, es la que algunos autores han denominado indivi-dualismo amoral, en la que no hay un sentimiento generalizado de con-fianza mutua entre los ciudadanos de una comunidad -y ni siquiera con-fianza entre los miembros de una familia- y en la que los individuosviven, por alguna circunstancia, aislados de toda forma de red social. Esuna especie de situación hobbesiana en la que están ausentes tanto ladimensión de "integración social", como la dimensión de "conexiónsocioinstitucional", situación que, en el caso de las sociedades avanzadas,puede observarse en los grupos de los "sin techo" o de algunos pobresque se dedican a la mendicidad.

Una tercera situación, generalmente asociada a la llegada masiva denuevas poblaciones a los barrios urbanos, es la de "anomia", donde losindividuos tienen libertad (recién conquistada) y oportunidades para par-ticipar en un amplio rango de actividades, pero carecen de una base esta-ble de valores comunitarios que los guíen, apoyen y den identidad a susacciones. Es una situación en la que está presente la dimensión de "cone-xión socioinstitucional" -^n la forma de unos individuos que, a su modo,se buscan la vida a través de una amplia gama de relaciones con otros

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sujetos y de aprovechamiento de las oportunidades que le ofrece el entor-no institucional-, pero no la de "integración social". Todos los estudiosempíricos realizados a ese respecto con comunidades de inmigrantesmuestran que allí donde no hay suficiente "identidad comunitaria" =-enforma de redes sociales o familiares de apoyo-, el arranque de las estra-tegias de desarrollo es muy difícil y suelen tener poco éxito en lo que serefiere a sus efectos sobre la comunidad local. En comunidades pobres,por tanto, es necesario que se dé una adecuada combinación de "cone-xión" y de "integración". Trasladando las reflexiones sobre esta tercerasituación a las dinámicas de desarrollo en las zonas rurales cabe destacarel caso de emprendedores individuales que, aprovechando sus buenasconexiones con el entorno socioeconómico e institucional exterior, hansabido tener éxito en sus iniciativas, pero cuyo esfuerzo, aislado del con-junto de la comunidad local, ha tenido un impacto limitado en el desarro-llo del territorio al no haber servido para impulsar proyectos más ampliosde cooperación. En otros casos, sin embargo, estas iniciativas individua-les han sido auténticos revulsivos y motores del desarrollo al haber sabi-do "integrarse" en el territorio aprovechando los recursos productivos yhumanos disponibles""`.

M. Granovetter (1985) estudió estos dilemas bottom-up del desarro-]lo observando que los individuos y grupos que intentan crear empresasy emprender proyectos colectivos se enfrentan, por un lado, al proble-ma de la insuficiente solidaridad entre ellos -que genera una falta deconfianza-, y por otro, al problema de la solidaridad incontrolada -queproduce excesivas demandas de tipo clientelar no guiadas por criteriosde racionalidad-. En estas comunidades, para que tengan éxito lasestrategias de desarrollo, los grupos e individuos necesitan forjar ymantener relaciones que trasciendan el ámbito de su grupo primario depertenencia. Un stock de capital social en la forma de "integración"puede ser útil en una primera fase, ya que permite iniciar las estrategiasde desarrollo, pero debe ser complementado más tarde con la construc-ción de nuevas formas de capital social basadas en el establecimientode lazos y"conexiones" (linkages en la terminología de M. Woolcock)

-con grupos e instituciones externas a la propia comunidad. En el áreade los estudios sobre el desarrollo de las zonas rurales, se ha compro-bado cómo unas estrategias ascendentes adecuadas pueden hacer quelos individuos y grupos se identifiquen con una idea supramunicipal decomarca -ya sea construida sobre bases culturales, ya sea sobre basesmeramente instrumentales- que trascienda el ámbito de las identidadeslocales y sea el caldo de cultivo propicio para abordar proyectos de coo-

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peración interterritorial. Este es el caso de ámbitos territoriales dondeno hay una clara identidad comarcal ni ha existido nunca una cultura decooperación entre municipios -bien porque los municipios son lo sufi-cientemente grandes como para considerarse autosuficientes y sercomarcas en sí mismos, o bien porque los municipios son demasiadopequeños y aislados entre sí-; en estos casos, unas estrategias adecua-das de desarrollo permiten inducir la cooperación intermunicipal en prode una visión más amplia de los problemas comunes al territorio.

LOS PROCESOS DESCENDENTES (TOP-DOWN)DE DESARROLLO

Las dinámicas internas de las comunidades rurales que emprendenproyectos de desarrollo no suceden aisladas, sino en contextos históricosconcretos y en específicos sistemas políticos de regulación que puedenfortalecer o socavar la capacidad de los grupos e individuos de la socie-dad civil para organizar sus propios intereses colectivos. A su vez, talesgrupos pueden jugar un importante papel en la configuración y resultadosde las políticas públicas. La naturaleza de las relaciones sociales es, portanto, crucial para comprender tanto los proyectos y posibilidades de losactores socioeconómicos, como su eficacia en conformar la voluntad ycapacidad del Estado -y otros grandes actores corporativos- para actuarde un modo favorable al desarrollo. Centrarse en analizar las condicionesque hacen posible una mejor complementariedad y cooperación efectivasentre el Estado y la sociedad civil, y más generalmente entre los sectorespúblico y privado, nos ayuda a forjar una vía intermedia entre los rígidosmodelos socialistas, las prescripciones comunitaristas y las simplistasdoctrinas del libre mercado, a la hora de explicar los problemas del des-arrollo. La vía que propone M. Woolcock permite comprender mejor lafunción que desempeñan las relaciones Estado-sociedad en los procesosde desarrollo, arguyendo que, en la práctica de estos procesos, se da unadiversidad de resultados según cómo se combine el tipo de estructuraorganizacional del Estado y su articulación con la sociedad civil. A1 igualque se hizo en el análisis de los procesos bottom-up, tal diversidad es ana-lizada por M. Woolcock combinando las distintas dimensiones del capi-tal social (ver Tabla n° 2) en una especie de gradación de situaciones, queilustra con distintos ejemplos de países en vía de desarrollo.

La primera situación, que sería la más desfavorable para emprenderpolíticas de desarrollo, es la de los que M. Woolcock denomina "Estados

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TABLA 2

Estrategias top-down (descendentes) del desarrollo

Eficiencia organizacional(eficiencia de las instituciones)

Nivel bajo Nivel alto

Sinergia institucional Nivel bajo Anarquía Ineficiencia(cooperación Estado (Estados (Estados débiles)sociedad civil) colapsados)

Nivel alto Corrupción, Cooperación,nepotismo, expoliación interlocución,

(Estados (Estados favorablesdepredadores) al desarrollo)

Fuente: A partir de ilustraciones de Woolcock (1998).

colapsados" -utilizando el tétmino de I. Zartman (1995)-, poniendo comoejemplo algunos países pobres donde reina la anarquía y donde la presen-cia de los poderes públicos a nivel local es prácticamente inexistente; esuna situación en la que, utilizando los conceptos de M. Woolcock, se diríaque no hay ni "eficiencia organizacional" ni "sinergia institucional".

Una segunda situación es la que, tomando el término utilizado por P.Evans (1992), podría denominarse "Estados depredadores", en la que hayEstado, pero no una burocracia estatal competente y eficiente a nivellocal, lo que conduce a corrupciones rampantes y a la expoliación de lapropiedad privada y los bienes comunales (donde los hubiera) y a la vio-lación de los derechos humanos. Utilizando la terminología del marcoteórico de M. Woolcock, diremos que ésta es una situación en la que hayun aceptable nivel de "sinergia institucional" -hay un aparato estatal for-malmente constituido y bien relacionado con las instituciones de la socie-dad civil, y hay cooperación entre éstas-, pero no hay nada de "eficien-cia organizacional" -el aparato estatal es poco eficiente e incluso corrup-to, y las estructuras administrativas de las asociaciones civiles acabantambién impregnándose de esa cultura de la ineficiencia y el clientelis-mo-; esta situación puede encontrarse en muchos países en vías de des-arrollo, donde las oligarquías locales campean por sus respetos atrapan-do los recursos de los programas de desarrollo rural ante la mirada inge-nua de las ONG (Graziano da Silva, 2002).

Una tercera situación es la de los Estados (o comunidades) débiles eineficientes (Migdal, 1988), en la que se da u q aceptable e incluso ele-

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vado nivel de "eficiencia organizacional" -hay aparatos estatales, ges-tionados de forma eficiente por funcionarios sometidos al imperio de lasleyes, que impregnan de esa cultura de la eficiencia al resto de las aso-ciaciones de la sociedad civil-, pero donde se aprecia un casi inexisten-te nivel de "sinergia institucional" -no existe cooperación entre las orga-nizaciones de la sociedad civil, ni se da una adecuada interacción con lasociedad civil, bien porque el aparato estatal no es capaz de responderadecuadamente a las demandas de los ciudadanos, bien porque la socie-dad civil no está lo suficientemente articulada como para plantear inicia-tivas viables de desarrollo-. Esta situación es frecuente en algunascomunidades rurales atrasadas, donde su débil vertebración hace que losprogramas de desarrollo inducidos desde los poderes públicos noencuentren la receptividad necesaria para hacerlos viables una vez des-aparecida la inicial tutela estatal. De este modo, los proyectos de des-arrollo acaban siendo proyectos permanentemente asistidos, que duranlo que dura el apoyo público.

Algunos enfoques de la teoría del desarrollo ven en estas tres situa-ciones al Estado como el problema y no como la solución. Pero, según M.Woolcock, sería necesario analizarlas desde esa otra tradición, hoy algoya olvidada, que ve al Estado, al mercado y a la sociedad civil, como pro-ductos de un entorno institucional y cultural históricamente dado, perotambién como factores que contribuyen a la creación de dicho entorno.Desde ese punto de vista, sería teóricamente posible definir una cuartasituación en la que se produce una interacción dinámica y sostenida entre,de un lado, un Estado competente y responsable de sus funciones, y, deotro, los distintos ámbitos de la sociedad civil a los que prestá sus servi-cios. Es ésta una situación que podría identificarse como la más favora-ble al desarrollo, donde se da un elevado nivel tanto de "sinergia institu-cional" como de "eficiencia organizacional". En ella emerge una estruc-tura institucional favorable al desarrollo, gracias a que el Estado estable-ce un marco adecuado para canalizar las demandas de la sociedad civilmediante un proceso continuo de negociación e interlocución (es lo queP. Evans, 1995, llama embedded autonomy) asegurando tanto la goberna-bilidad de los procesos políticos como la gobernanza en la gestión de losasuntos públicos (Uslaner, 1999). Esa dinámica cooperativa impregna lasiniciativas individuales y posibilita el encuentro entre instituciones loca-les tradicionalmente separadas, induciendo el debate y la reflexión sobrelos problemas del territorio desde una perspectiva supralocal. La coope-ración entre los responsables políticos de distintos municipios para defi-nir estrategias de desarrollo comarcal que trasciendan el ámbito local en

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un contexto marcado por la globalización, es un buen ejemplo de este tipode situaciones (Moyano y Garrido, 2003)`x.

Es importante señalar que si bien este tipo de enfoque se centra en lasrelaciones Estado-sociedad civil, lo que en él se dice puede ser válidopara cualquier otra fonma de procesos de desarrollo ascendentes en losque se implican agencias no gubernamentales que tienen que relacionar-se con los grupos e individuos de las comunidades rurales a las que diri-gen sus programas. De ahí que las conclusiones de los estudios realiza-dos desde este enfoque tengan gran utilidad para explicar una ampliagama de dinámicas de desarrollo en zonas rurales: desde aquellas en lasque el protagonismo lo asume el Estado a través de políticas públicasdirectamente aplicadas por su aparato estatal, hasta aquellas otras en lasque el protagonismo lo asumen los propios grupos organizados de lasociedad civil o incluso las organizaciones no gubernamentales (ONG)que actúan en dichas zonas.

Después de haber analizado por separado los dilemas bottom-up ytop-down del desarrollo, M. Woolcock apuesta por una combinación deambas estrategias como forma solvente de asegurar el éxito de las políti-cas de desanrollo. Señala, que, en muchas ocasiones, el fracaso de esaspolíticas se debe a que no se resuelven adecuadamente y de forma inte-grada los dilemas que acompañan a esos dos niveles del proceso de des-arrollo: en unos casos, se centran en resolver los dilemas bottom-up, peroolvidan los top-down y viceversa.

CONCLUSIONES

Las teorías sobre los procesos de desarrollo han intentado explicarpor qué algunas sociedades son capaces de crear y mantener entornos ins-titucionales que conducen al éxito de tales procesos y al bienestar de supoblación y otras no. Con esa finalidad han analizado las condiciones quehacen posible en una sociedad la existencia de unas relaciones adecuadasde interlocución entre los poderes públicos y la sociedad civil, es decir,unas relaciones que permitan la participación de los distintos actoressocioeconómicos en los procesos políticos de toma de decisiones a nivellocal y que, al mismo tiempo, eviten el monopolio de las élites y favorez-can la implicación sin exclusiones de todos los grupos sociales en la defi-nición de las estrategias de desarrollo. Si el "capital social" lo hemosdefinido como un detern^inado tipo de relaciones personales e institucio-nales en una comunidad, y si hemos planteado la idea de que puede ser

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un recurso positivo o negativo para el desarrollo, la cuestión sería cono-cer cuáles son las condiciones que hacen posible la existencia de un capi-tal social favorable. Lo importante a tener en cuenta es que tales condi-ciones son condiciones históricas, y por tanto sometidas a procesos cam-biantes, de tal modo que hoy pueden acrecentar el stock de capital socialde una comunidad, pero mañana erosionarlo. De ahí que sea necesarioestudiarlas en cada caso, desagregando sus distintas dimensiones (inte-gración, conexión, sinergia y eficiencia), desentrañando sus raíces socia-les y culturales y analizando el entorno en el que deben desenvolverse.

Las teorías del desarrollo que dominaron en los años 70 y 80, y partede los 90, y que enfatizaban la importancia del libre mercado, de las pri-vatizaciones y de los gobiernos democráticos mínimos en las estrategiasdesarrollistas, han dado muy poca importancia a esos otros factores liga-dos a las dimensiones del capital social que hemos estudiado aquí. Lasdiferencias entre unos países y otros en materia de desarrollo no puedenser explicadas ni por las teorías neoutilitaristas -que dicen que eso esdebido simplemente a que los agentes implicados tienen distintas actitu-des hacia la cooperación y que el Estado es el problema y no la solución-,ni por las explicaciones culturales de las teorías de la modernización, nipor los argumentos de las teorías de la dependencia ^ue enfatizan laimportancia de la explotación centro-periferia-. Para comprender esasdiferencias, señala M. Woolcock (2000), se debe incorporar un análisis delas relaciones sociales existentes en cada comunidad y de la naturalezahistórica de las relaciones Estado-sociedad civil dentro de ella. Es impo-sible comprender las posibilidades de unas políticas de desarrollo sinconocer las características de las relaciones sociales existentes tanto en elnivel micro como macro, ni sin saber cómo se articulan estos nivelesentre sí, ni cómo ese tipo de articulación ha emergido históricamente encada comunidad`.

Combinando diversas tradiciones teóricas, el enfoque moderno delcapital social ofrece un marco teórico de gran utilidad para responder aesas cuestiones, siempre que tengamos en cuenta cuáles son los funda-mentos básicos de este enfoque. Por ello, creemos que los trabajos sobrecapital social deberían centrarse menos en el debate sobre las definicio-qes ^lebate hasta ahora fértil para clarificar ideas y nociones, pero quecorre el riesgo de agotarse- y más en estudiar las fuentes de donde surge,ya que, como hemos señalado a lo largo de este artículo, los costes ybeneficios del capital social suelen presentarse asociados a una determi-nada fuente, cuya funcionalidad para el éxito de los procesos de desarro-llo puede cambiar a lo largo de tales procesos. Así, una determinada fuen-

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te de capital social -por ejemplo, unas relaciones sociales basadas en unaestrecha integración entre los miembros de una comunidad-, que en unaprimera fase produce efectos beneficiosos para el desarrollo, puede,cuando el proceso esté más avanzado, producir costes y perjuicios para lacontinuidad de dicho proceso.

Por eso, es muy importante tener en cuenta el contexto de las políti-cas de desarrollo -si es un contexto marcado por estrategias ascendenteso descendentés o por una combinación de ambas- para ver en qué senti-do pueden desplegarse las relaciones sociales e institucionales favorablespara el éxito de una determinada estrategia o programa de actuación enuna comunidad concreta. Como señala M. Woolcock (1998 y 2000), losresultados (positivos o negativos) de una determinada combinación derelaciones sociales e institucionales pueden ser un buen indicador delcapital social existente en una comunidad, pero sólo eso, un indicador,que no debe ser confundido con el capital social que refleja. El capitalsocial es precisamente esa combinación de relaciones sociales, una com-binación que no es a priori ni buena ni mala, sino que sus consecuenciasdependen del estadio en que nos encontremos del proceso de desarrollo ydel contexto en el que se despliega. Sabiendo eso, unas políticas adecua-das de desarrollo pueden intervenir sobre las dimensiones del capitalsocial en una comunidad, favoreciendo aquella combinación de relacio-nes sociales e institucionales ^s decir, un determinado tipo de capitalsocial- que sea más positiva para el crecimiento económico, la dinámicaparticipativa, la eficiencia del aparato estatal,...

En definitiva, las diferencias entre unas zonas rurales y otras en mate-ria de desarrollo pueden comprenderse mejor cuando se las ve comoresultado de procesos históricos en los que se da una determinada combi-nación de relaciones sociales e institucionales. La estructura del Estado,la naturaleza y grado en que éste se implica en la sociedad civil y la formaen que ésta se estructura al nivel de las comunidades rurales, son los fac-tores clave que explican el éxito o el fracaso de los procesos de desarro-llo en estas zonas. Como señala A. Greif (1994), el crecimiento económi-co no es una simple función de la tecnología y las preferencias de los ciu-dadanos, sino un complejo proceso en el que la organización de la socie-dad juega un papel significativo, pero que refleja, a su vez, procesos eco-nómicos, culturales, políticos e históricos; de ahí que sean muy conve-nientes los estudios históricos comparados. Estos factores han sido con-siderados por algunos enfoques de las teorías de desarrollo como epife-nómenos, dándoles una importancia secundaria, en beneficio de los resul-tados macroeconómicos de las políticas desarrollistas. Las más recientes

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aproximaciones a los problemas del desarrollo, como esta del capitalsocial, prestan atención a las bases institucionales de estos procesos, sinque ello signiiique negar la importancia que tiene obtener unos resulta-dos macroeconómicos adecuados.

En resumen, el enfoque desarrollado por M. Woolcock, ampliando lasdimensiones del capital social, tiene el mérito de posibilitar la entrada delos aspectos sociopolíticos en una aproximación multidisciplinar a losproblemas del desarrollo en zonas rurales. Antropólogos, economistas,historiadores, sociólogos, politólogos, geógrafos y responsables políti-cos, tienen posibilidad de participar en un debate común sobre estos pro-blemas gracias precisamente al marco que ofrece este enfoque amplio delcapital social.

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