Edicion de Feligres (parishioner Spanish) - Aug 2014 v1 · cago IL 60622. Derechos Reservados....

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TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL Arquidiócesis de Chicago Libro de Trabajo de Misión Revisado agosto 2014

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TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL 

Arquidiócesis de Chicago Libro de Trabajo de Misión 

Revisado agosto 2014

TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL: Arquidiócesis de Chicago Manual de Misión – Edición Parroquial © 2014 Arquidiócesis de Chicago. P.O. ox 1979, Chicago, Illinois 60690.   Derechos Reservados.   Reconocimientos de ilustraciones: “Mark 6:7” cover, pp. 5–12, y “Transfiguration,” p. 44, por Julie Lonneman, de Clip Art for Sundays and Solemnities © 2003 Archdiocese of Chicago: Liturgy Training Publications, 1800 North Hermitage Avenue, Chi-cago IL 60622. Derechos Reservados. “Church Spires” cover, pp. 14–28, por Suzanne Novak, de Clip Art for Parish Life ©2000 Archdiocese of Chicago: Liturgy Training Publications. Derechos Reservados.

TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL Libro de Trabajo de Misión 

Edición de Feligrés 

Introducción a Transformación Parroquial: Misión .......................................... 4

 Fundaciones para la Misión

Reflexión y Visión ........................................................................................................................... 6 Misión en el Corazón de la Vida Parroquial .................................................................................... 8 Resumen Parroquial ....................................................................................................................... 12 La Perla de Gran Valor ................................................................................................................... 14 Ejemplos de una Narración Espiritual para la Misión ................................................................... 16 Comenzar a Configurar la Misión .................................................................................................. 18

Plataformas para la Misión 

Evangelización ............................................................................................................................... 22 Catequesis ....................................................................................................................................... 26 Oración y Culto .............................................................................................................................. 30 Communio ...................................................................................................................................... 34 Espiritú Misionero .......................................................................................................................... 38 El Llamado a la Santidad ................................................................................................................ 42 Co-responsibilidad Espiritual ......................................................................................................... 46

Nuestra Misión

Configurar la Misión ...................................................................................................................... 52 Evaluando Nuestra Narración de Misión ....................................................................................... 53

Nuestra Plan de Acción 

Resumen de Plan de Acción ........................................................................................................... 56 Vino Nuevo / Envases Nuevos ....................................................................................................... 58 Plan de Acción de Misión .............................................................................................................. 62 Plan de Acción de Finanzas ........................................................................................................... 64 Lograr la Misión—Preparandonos para la Implementación .......................................................... 65 Lograr la Misión—Preparar el “Lanzamiento” .............................................................................. 67

Oraciones ...................................................................................................................... 68 Apéndice ........................................................................................................................ 71

TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL

INTRODUCCIÓN: MISIÓN

J esús no estableció parroquias pero si reunió a sus discípulos, comió con ellos, les instruyó, los sanó y les envió como misioneros. "Vayan y hagan discípulos de todas las naciones." (Mt 28; 19). Jesús construyó su Iglesia sobre Pedro, su piedra (Mt 16:18). Él les prometió que donde dos o tres se reunieran en su nombre, allí estaría El entre ellos (Mt 18:20). La imagen de la primera comunidad Cristiana que encontramos en los

Hechos de los Apóstoles (2: 42-47) quizás es una imagen idealista de la iglesia pero esta sirve para inspirarnos a tratar de construir parroquias fuertes y vibrantes. "Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones”. El componente de Misión en Transformación Parroquial da a comunidades la oportunidad de renovar y fortalecer su parroquia que por medio de la oración examinará algunos elementos esenciales que uno espera encontrar en cualquier parroquia Católica. El reconocer nuestras fortalezas e identificar nuestras debilidades para después crear un plan creativo que ayude al crecimiento y desarrollo nos ayudará a cosechar parroquias más efectivas que a su vez avancen la misión de Cristo. Los Párrocos y el liderazgo parroquial serán invitados a involucrarse en una auto-evaluación de la misión de su parroquia a luz del ministerio de Jesús y la misión de la Iglesia. Después de examinar los Fundamentos para Misión, se encontrarán con siete plataformas para apoyan la misión parroquial. Sin estas plataformas se le dificultará a su parroquia sostener su misión. Al examinar estas plataformas busquen encontrar que hay que fortalecer o animar para que sean mas efectivas en la creación de una parroquia mas vibrante. Además de este manual de Misión, su equipo de Transformación Parroquial recibirá un equipo de herramientas financiero para revisar el presupuesto parroquial y recursos materiales. Una parte de los participantes se enfocarán mas intensamente el los aspectos financieros mientras que otros se enfocarán en aspectos sobre la misión. Se supone que la misión y los componentes financieros de Transformación Parroquial deben complementarse el uno al otro con el fin de crear una parroquia que es impulsada por la misión. Nuestros sueños y planes para la pa-rroquia requieren recursos apropiados que le permitan continuar con la misión que Jesús nos ha encomendado. El propósito de trabajar con el Manual de Misión y el Equipo de Herramientas Financiero es ayudarles a gradual-mente llegar a un resumen de lo que es la misión primordial de su parroquia. Se le pedirá definir claramente la mi-sión de su parroquia y su visión para lograr su misión. Se espera que su visión incluya estrategias concretas, una línea de tiempo para las metas al igual que asignación de personas responsables de llevar hacia adelante la misión. El equipo de Transformación Parroquial también tendrá que delinear un plan de implementación para que el traba-jo de transformar su parroquia pueda continuar después de que termine el proceso formal. El trabajo ante nosotros es un proceso de discernimiento espiritual y no una reunión de tareas o de negocio como si fuese alguna corporación. Es por eso que se debe incluir la oración, las escrituras y reflexión. La meta de Transfor-mación Parroquial no es de simplemente llenar encuestas o calificar a la parroquia sino de involucrarse en una conversación sobre como revigorar nuestras parroquias. Esto exige creatividad e imaginación, un evaluó sincero, un fuerte compromiso del liderazgo al igual que tener fe y valentía para hacer los cambios necesarios. En el trans-curso de este proceso es importante recordar la promesa del Buen Pastor: "Vine para que tengan vida y vida en abundancia: (Juan 10:10).

Fundaciones para la Misión 

ud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Fil. 2, 5). Los escritos y las meditaciones que encontrará en este Libro de Trabajo de la Misión complementan los fundamentos bíblicos de nuestra misión, tienen la in-tención de estimular su imaginación para soñar con un futuro grandioso para su parroquia. Los pasajes bíbli-cos en cada capítulo y los que se incluyen al final del libro ofrecen un buen punto de partida para la refle-xión.

Ábranse al Espíritu Santo Les exhortamos a abordar el proceso de Transforma-ción Parroquial como si fuera un retiro y no como un ejercicio de planeación empresarial. Aunque es impor-tante utilizar las herramientas prácticas de planeación, y plantear acciones específicas, metas medibles, y ca-lendarios de realización en la elaboración del plan que su equipo parroquial eventualmente va a desarrollar, Transformación Parroquial da fruto solamente donde hay una atmósfera que nos inspira al discernimiento espiritual y una apertura a la acción del Espíritu Santo. Una parroquia transformada necesita de feligreses transformados.

Ya que somos tan propensos a movernos rápidamente hacia la etapa de planeación y soluciones en cualquier proceso, muchas veces no tomamos el tiempo suficien-te para dejar que la semilla que Dios ha plantado en nuestros corazones germine y crezca. Creemos que el Espíritu Santo sigue trabajando en su Iglesia. Pero necesitamos abrir nuestras mentes y nuestros corazo-nes para escuchar la voz de Dios y las indicaciones del Espíritu Santo.

Conozcan a los miembros de su parroquia y apro-vechen las ideas de unos y otros Formular una visión se logra idealmente en colabora-ción con los demás, utilizando los talentos colectivos de todos. Uno de los beneficios más sutiles que usted obtendrá de Transformación Parroquial es el poder construir nuevas relaciones con otros feligreses a quie-nes tal vez no ha conocido sino hasta ahora. Les exhor-tamos a utilizar las primeras juntas de Transformación Parroquial para familiarizarse con sus nombres, sus intereses, sus creencias y sus talentos.

Los americanos modernos tendemos a ser prag-

máticos. Cuando nos encontramos ante un problema o ante la necesidad de un cambio, nos levantamos la manga y tratamos de encontrar una solución inmediata para encarar la situación. Queremos arreglar el asunto y seguir adelante. Hay cierto valor en esta manera de pensar, especialmente en situaciones de emergencia o de crisis. Sin embargo, en cuanto a muchos asuntos de alcance más amplio, una solución rápida no es siempre la estrategia indicada. Criar una familia, planear una carrera, atender los problemas del medio ambiente, encontrar la cura de algunas enfermedades, etc., todo eso requiere mucho más que una solución rápida. Re-quiere utilizar nuestra inteligencia, nuestra imagina-ción, y hacer una investigación a fondo. Requiere un plan a largo plazo, un compromiso, y mucha perseve-rancia. Ante todo, debe haber una visión primordial de lo que esperamos alcanzar. Una visión nos provee un panorama de quienes somos y hacia dónde estamos siendo llamados. Una visión encierra los valores que estamos tratando de vivir, nos provee una dirección para formular metas específicas, nos mantiene enfoca-dos, y nos motiva a tomar cada uno de los pasos que debemos tomar.

Esto mismo se aplica a nuestros esfuerzos de revitali-zar nuestras parroquias. La reflexión y la creación de una visión para la parroquia es uno de los hilos más fuertes que entrelaza la estructura de todo el proceso de Transformación Parroquial. Movernos demasiado rápido hacia encontrar soluciones, nuevos programas, o estrategias sin haber reflexionado, discernido, y sin una visión firme podría llevarnos a producir planes con raíces superficiales. Tomar el tiempo para refle-xionar y discernir es un componente clave para plan-tear una visión que proveerá una base sólida para sacar adelante su parroquia.

Partimos desde Jesús Nuestra visión de la vida y la misión de la parroquia se nutre principalmente de las enseñanzas y el ministe-rio de Jesús. Reflexionar sobre las Escrituras nos plan-ta firmemente dentro de la visión que Jesús tiene para su Iglesia. Tal como San Pablo nos exhorta, “La actit

“Yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres: sus hijos y sus hijas profetiza-rán, sus ancianos tendrán sueños proféticos y sus jóvenes verán visiones.”

(Joel 3: 1-2)

Fundamentos para la Misión I. Reflexión y visión  

hacer algo y alguien nos va a preguntar: “¿En qué te basas para decir eso?” Lo que están tratando de enten-der es la razón o el fundamento de nuestra declaración o decisión. Esta pregunta nos empuja a ser más conscien-tes de nuestra visión y a tener mayor intención sobre lo que decimos y hacemos.

Podemos aplicar esto mismo a nuestra visión como pa-rroquia. Imaginen a un desconocido preguntándonos: “¿Por qué su parroquia hace esto o no hace aquello?” Es posible que no siempre seamos capaces de responder esa pregunta. Pero la pregunta nos hace mirar con más detenimiento a nuestra parroquia para ver si estamos operando a partir de una visión discernida y elegida de manera intencionada, o si sólo estamos haciendo las cosas porque esa es la forma en que siempre se han he-cho. El programa Transformación Parroquial nos ayuda a examinar de nueva cuenta nuestra visión y a ver si hay una misión identificable que surja de manera natural de nuestra visión.

Soñar en Grande Para crear una visión que nos da vida y tiene el poder de llevarnos hacia delante, necesitamos ser inspirados. Necesitamos usar nuestra imaginación para soñar, aun si nuestro sueño inicialmente pueda parecer imposible. Puede ser útil preguntar, “¿Cómo se vería nuestro sueño si no estuviéramos limitados de tiempo y de dinero?” Es importante comenzar con una visión que aspira a mucho y gradualmente irla trabajando, adaptándola a lo que puede ser realista en el futuro inmediato. Como dijo el Papa Francisco exhortando a los jóvenes, “No tengan miedo de soñar grandes cosas!” (Abril 26, 2013).

Una última palabra Reflexionar sobre las Escrituras y estudiar el material en este Manual de la Misión les proveerá la estructura ne-cesaria para crear una nueva visión para el futuro de su parroquia. Y esa visión pondrá la base desde la cual ustedes desarrollarán sus planes específicos durante la segunda mitad del proceso de Transformación Parro-quial. Pero si no se toman el tiempo para reflexionar, discernir, y plantear una visón, sus planes van a carecer de enfoque y dirección. Abran su corazón a la reflexión piadosa y al diálogo. Abran su mente a nuevas ideas. Escúchense el uno al otro. Escuchen al Espíritu Santo.

Como San Pablo nos dijo: “Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; y hay diver-sas formas de servir pero el Señor es el mismo” (1 Co-rintios 12, 4-5). Algunas personas en el equipo tendrán el don de una imaginación vívida. Otros tendrán el don de ser prácticos. Sus dones colectivos les llevarán a tener una gran variedad de ideas. Les exhortamos a edificar sobre las ideas y los talentos de unos y otros. En el diálogo entre ustedes, descubrirán que una idea inspira otras ideas. No juzguen las ideas durante las etapas iniciales de lluvia de ideas. Aun las ideas que parezcan fuera de lo común pueden guiarlos hacia la visión sobre la que han de trabajar. Ábranse al Espíritu Santo y permitan que la visión comunitaria para su pa-rroquia se desarrolle.

¿A quién estamos tratando de llegar? Cuando nos proponemos formular una visión, debemos preguntarnos a nosotros mismos, “¿Para quién estamos creando esta nueva visión? Como miembros fieles y duraderos de la parroquia, claro que queremos crear una visión para el bien de toda la iglesia. Pero nuestra pro-pia experiencia de la iglesia puede no siempre darnos una perspectiva suficientemente amplia que tome en cuenta las necesidades y puntos de vista de la gente que actualmente no están involucrados en la vida de la pa-rroquia, o que tal vez ni crean en Dios.

Si vamos a aceptar seriamente los retos de la Nueva Evangelización, debemos vernos a nosotros mismos como misioneros contemporáneos; poner una visión no hecha a nuestro propio interés sino que llegue más allá de nuestra zona de comodidad. Debemos acoger a aque-llos que al momento no están activos en nuestra congre-gación. Y debemos tratar de involucrarlos utilizando un lenguaje que ellos puedan entender. Podemos tomar como ejemplo la manera en que el Papa Francisco ha involucrado a la gente utilizando un lenguaje sencillo que todos usamos en la vida cotidiana.

¿Qué se entiende por visión? Una de las maneras de entender el concepto de visión es imaginarlo como la lente o el filtro a través del cual vemos el mundo, a nosotros mismos y a Dios. La visión intenta comunicarse con nuestros valores y prioridades más profundos. Todos nos movemos a partir de una visión, incluso si no somos conscientes de qué visión particular es esta. Tomamos decisiones todos los días con base en nuestra visión. A veces podemos decir o

“Yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres: sus hijos y sus hijas profetiza-rán, sus ancianos tendrán sueños proféticos y sus jóvenes verán visiones.”

(Joel 3: 1-2)

Fundamentos para la Misión I. Reflexión y visión  

Reflexionar sobre el ministerio de Jesús en medio de nuestras parroquias tan ocupadas renueva nuestro espí-ritu y libera nuevas energías para llevar adelante la misión de Jesús en nuestras comunidades de hoy. Si la Iglesia del mundo moderno va a ser fiel a su Señor, la Iglesia debe ser renovada continuamente en el espíritu de Jesús. Es beneficioso para nosotros entonces, regre-sar a las narraciones bíblicas del ministerio de Jesús y preguntarnos a nosotros mismos: “¿Cómo refleja nues-tra parroquia y cada uno de sus ministerios la misión fundamental y el ministerio de Jesús?”

Acercándonos a la Transformación de nuestra Pa-rroquia como Misioneros

Para desarrollar lo que es la misión de nuestra parro-quia hay ciertos pasos que podemos tomar, los cuales son compartidos con todo misionero:

Necesitamos llegar a conocer a la gente.

Necesitamos discernir cuáles son sus necesidades humanas y sus anhelos espirituales más profundos

Necesitamos tomar en cuenta la cultura dentro de la cual viven nuestros feligreses.

Necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Cuál mensaje del Evangelio se aplica a las preocupacio-nes más profundas de nuestra gente?

¿Cuál es la Buena Nueva que debe ser proclamada?

¿Qué está impidiendo que los católicos practiquen su fe?

¿Por qué hay desinterés o indiferencia hacia la reli-gión por parte de mucha gente?

Luchar con estas preguntas difíciles gradualmente nos mantendrá enfocados en elaborar la misión a la cual nos vamos a dedicar en la parroquia.

Al enfrentar las responsabilidades pastorales diarias y las cuestiones administrativas, podemos fácilmente perder nuestro enfoque en el ministerio de Cristo y nuestra identidad esencial y vocación como Iglesia. Si no estamos firmemente enraizados en la misión de Jesús y el Reino de Dios que es el centro de su misión, gradualmente perderemos la motivación de hacer los sacrificios y aceptar el trabajo que nos es requerido para ejercer nuestros ministerios y cuidar de la vida de la comunidad parroquial.

En el transcurso del proceso de Transformación Pa-rroquial, escucharán el llamado constante a la misión. Para algunos, la palabra misión evoca imágenes de misioneros en tierras extranjeras plantando la semilla del Evangelio por primera vez. Pero la misión no se trata solamente de propagar el Evangelio en esas regio-nes del mundo que nosotros consideramos como remo-tas. La misión se encuentra también en nuestras ciuda-des y pueblitos, tan cerca de nosotros como el barrio en que vivimos. Cuando fuimos bautizados, también fuimos enviados como misioneros. La fe que recibi-mos como un don debemos darla como un don a los demás. Así que aunque no queremos perder de vista la importancia del trabajo misionero lejos de nuestra tie-rra, nuestro llamado a ser misioneros, y embajadores de Cristo, comienza cerca de nuestro propio hogar.

La parroquia puede ser un lugar muy ocupado, de tal manera que pensar en el llamado a ser misioneros pue-de no ser el punto más importante en la agenda de nuestras parroquias. Las necesidades y las expectativas de los fieles son muchas. Múltiples ministerios y pro-gramas parroquiales, escuelas, juntas, comités, recau-dación de fondos, liturgias, etc., llenan el calendario parroquial y requieren de la supervisión y la coordina-ción de muchas personas. Los párrocos con frecuencia se ven estirados en muchas direcciones diferentes, incluso por las exigencias de las tareas de administra-ción. En medio de esos horarios tan ocupados, es fácil perder el enfoque de nuestra misión y la razón de por qué tenemos parroquias, en primer lugar.

Regresar a nuestras raíces El proceso de Transformación Parroquial tiene la in-tención de llevarnos de regreso hasta nuestras raíces: la misión y el ministerio de Jesús. Él nos dijo que él es la Luz, el Buen Pastor y la Puerta, El Novio, El Camino, La Verdad y La Vida. Dijo que él es la vid y nosotros los sarmientos. Cuando se puso de pie en la sinagoga de Cafarnaúm, leyó el libro del profeta Isaías: “Él me ha enviado para dar buenas nuevas a los pobres, para proclamar la libertad a los cautivos, la recuperación de la vista a los ciegos y libertad a los oprimidos, a anun-ciar el año de gracia del Señor.” Entonces agregó, “Hoy se cumple esta Escritura ante sus oídos” (Lucas 4, 16-21). El tema de su prédica y de su ministerio era que el Reino de Dios estaba próximo. Nos aseguró que él vino para que nosotros tengamos vida, y vida en abundancia. (Vea Juan 10, 10).

Vayan y anuncien ¡El Reino de los Cielos se acerca! Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los leprosos y expulsen a los demonios. Ustedes recibie-ron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo. (Mt 10:7-8)

Fundamentos para la Misión II. Misión en el corazón de la vida parroquial 

El Reino de Dios está en el corazón de misión El Reino de Dios no es algo lejano ni completamente en el futuro. “Después de que tomaron preso a Juan, Jesús fue a Galilea y empezó a proclamar la Buena Nueva de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva (Mc 1:14-15). Jesús pudo decir que este es el tiempo de cumplimiento porque el Reino de Dios estaba encarnado en Jesús mismo. El proclamó el Reino de Dios sobre toda la creación. Los Milagros que el lle-vo acabo fueron señales del poder de Dios que abría paso para renovar toda la creación. Por medio de la muerte y resurrección de Jesús podemos llegar a conocer y creer que la Buena nueva del Reino de Dios el poder salvífico de Dios que conquista el pecado y la muerte y nos da la esperanza de la vida eterna.

El Reino de Dios no se identifica completamente con la Iglesia pero si podemos ver señales del Reino de Dios en la Iglesia. Cada parroquia Católica debe ser una revela-ción al mundo de que el Reino de Dios esta abriendo paso en nuestras vidas. El Reino de Dios se encuentra dondequiera que la paz y la justicia triunfen, donde abunde el amor y la rectitud. Vivir bajo el Reino de Dios es vivir en armonía con los propósitos de Dios. Nuestra oración continua es: “Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad”.

El ser un fiel Cristiano es vivir como ciudadano del Reino de Dios reconociendo que a veces los ciudadanos del Reino de Dios viven en contradicción a valores mun-danos. En el Reino de Jesús:

Los primeros serán los últimos y los mayores serán servidores de todos y todas.  

No tendremos que preocuparnos de que comeremos o como vestiremos.  

Debemos amar a nuestros enemigos y rezar por quie-nes nos persiguen.

Debemos negarnos a sí mismos, tomar nuestra cruz, y seguir al Maestro.

El pobre y el que trabaja por la paz serán bendecidos. Se nos pide tener corazón de niño.

No es difícil concluir de esto que el Reino de Dios re-quiere conversión de mente y de corazón. Podemos en-tender porque después de decir el Reinos ya está aquí Jesús añadió: “renuncien su mal camino”.

El estar arraigados en la misión de Jesús es vivir en ar-monía con el Reino de Dios. Es mas, el Reino de Dios debe radicar en nosotros mismos. Participar en el proce-so de Transformación Parroquial es una oportunidad para dirigirse más hacia el Reino, ponerse más de acuer-do con la buena nueva que Jesús predicó sobre el Reino de Dios. Todos somos llamados como individuos y co-mo Iglesia ha avanzar el Reino de Dios y a difundir la buena nueva del Reino de Dios.

El cumplimiento del Reino vendrá al final de los tiempos cuando Cristo regrese y presente a Dios Padre, “un reino de verdad y de vida, un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, amor y de paz”. (Prefacio de la Misa Solemne de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo).

El Tiempo Para El Cambio Es Ahora

Hay una urgencia en el trabajo que estamos tratando de lograr con Transformación Parroquial. Recientes investi-gaciones indican que católicos que se alejan de la Iglesia o se separan por completo dicen que no encontraron sufi-ciente profundidad espiritual en sus parroquias. Confron-tados con desafíos financieros, bajo bajos índices de ma-triculas escolares, censos disminuyentes del conteo de Octubre, mantenimiento de viejos edificios, etc. podría-mos caer en la tentación de querer “corregir problemas” y fallar a proclamar a Cristo viviente y a llamar a nuestros hermanos y hermanas a una conversión de vida mas pro-funda. Nuestros feligreses agradecerán las reformas insti-tucionales a las que daremos inicio. Pero, ¿escucharán el Evangelio más claramente? ¿Saciarán su sed espiritual? ¿Se lograrán obras de paz y justicia? ¿Serán alimentados los pobres y alentados los que viven en soledad? ¿Habrá nuevos Santos y Santas que surjan de entre nuestros feli-greses? Estas son preguntas que misioneros preguntan. Y esos es precisamente a lo que somos llamados a ser. La esperanza es que durante las próximas semanas, al refle-xionar sobre los ensayos en este manual, gradualmente comenzaremos a formular la misión de nuestra parroquia. Por medio de nuestras reflexiones personales y nuestras conversaciones el uno con el otro aumentará nuestro sen-tido de misión.

En los capítulos siguientes, examinaremos las siete plata-formas primordiales que sostienen la misión de una parroquia. Algunas de estas plataformas pueden también inspirarles a tomar ideas para lo que es su misión directa-mente de una de estas plataformas. Otras veces puede ser que nos demos cuenta que una o algunas de estas platafor-mas necesitan ser reforzadas, elevadas a un nivel más alto o reinterpretadas para que atiendan las necesidades actua-les de la parroquia.

También necesitaremos revisar el panorama financiero de la parroquia y la manera en que utilizamos todos nuestros recursos. La meta es transformarnos en parro-quias impulsadas por la misión. Pero para alcanzar ese ideal, todos necesitamos trabajar juntos con actitud de apertura, honestidad y respeto. Algunas veces las decisio-nes más impactantes que tomamos ocurren cuando decidi-mos “dejar de hacer” ciertas actividades y re-enfocamos nuestra energía y nuestros recursos. Ciertamente estas pueden ser decisiones tremendamente difíciles, pero son decisiones necesarias debido a que los recursos son limi-tados. Tener claro cuál es nuestra misión y cuáles son nuestros valores nos ayudará a alcanzar buenas y pruden-tes decisiones sobre dónde dar prioridad a nuestros recur-sos de tiempo, talento y bienes materiales.

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PARA MEDITAR “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discí‐pulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu San‐to, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mt 28:19‐20) 

 

“Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos « discípulos » y « misioneros », sino que somos siempre « discípulos misioneros ». “ 

(Papa Franciso, Evangelii Gaudium, #120)  

“Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente injertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dra‐mas. A menudo el contexto social, sobre todo en ciertos países y am‐bientes, está sacudido violentamente por fuerzas de disgregación y deshumanización. El hombre se encuentra perdido y desorientado; pero en su corazón permanece siempre el deseo de poder experi‐mentar y cultivar unas relaciones más fraternas y humanas. La res‐puesta a este deseo puede encontrarse en la parroquia, cuando ésta, con la participación viva de los fieles laicos, permanece fiel a su origi‐naria vocación y misión: ser en el mundo el «lugar» de la comunión de los creyentes y, a la vez, «signo e instrumento» de la común vocación a la comunión; en una palabra ser la casa abierta a todos y al servicio de todos, o, como prefería llamarla el Papa Juan XXIII, ser la fuente de la aldea, a la que todos acuden para calmar su sed.” 

(Juan Pablo II, Los Miembros Laicos del Pueblo Fiel de Cristo, #27)  

“En efecto, uno de los objetivos centrales de la misión es reunir al pueblo para la escucha del Evangelio, en la comunión fraterna, en la oración y la Eucaristía. Vivir « la comunión fraterna » (koinonía) signifi‐ca tener « un solo corazón y una sola alma » (Act. 4, 32), instaurando una comunión bajo todos los aspectos: humano, espiritual y material. De hecho, la verdadera comunidad cristiana, se compromete tam‐bién a distribuir los bienes terrenos para que no haya indigentes y todos puedan tener acceso a los bienes « según su necesidad » (Hechos 2, 45; 4, 35). Las primeras comunidades, en las que reinaba « la alegría y sencillez de corazón » (Hechos 2, 46) eran dinámicamen‐te abiertas y misioneras y « gozaban de la simpatía de todo el pueblo » (Hechos 2, 47). Aun antes de ser acción, la misión es testimonio y estilo de vida que brilla a los demás. (Misión del Redentor, #26)  

“Es el misterio difícil de quien abandona la Iglesia; de aquellos que, tras haberse dejado seducir por otras propuestas, creen que la Iglesia —su Jerusalén— ya no puede ofrecer algo significativo e importante…Hace falta una Iglesia que no tenga miedo a entrar en la noche de ellos. Nece-sitamos una Iglesia capaz de encontrarlos en su camino. Necesitamos una Iglesia capaz de entrar en su conversación. Necesitamos una Iglesia que sepa dialogar con aquellos discípulos que, huyendo de Jerusalén, vagan sin una meta, solos, con su propio desencanto, con la decepción de un cristianismo considerado ya estéril, infecundo, impotente para generar sentido.”

Papa Francisco, Encuentro con el episcopado brasileño, Jornada Mun-dial de la Juventud 2013 

 

REFLEXIÓN  PERSONAL 

¿Qué entiendo yo que es la misión y el ministerio de Je‐sús? 

¿Cómo se refleja la misión y el ministerio de Jesús en mi vida? 

 REFLEXIÓN  SOBRE LA PARRO‐

QUIA 

¿Ha habido una descripción escrita de misión en mi parro‐quia anteriormente? 

¿Cuál es el fundamento espiri‐tual/bíblico de la misión y mi‐nisterio de nuestra parroquia? 

¿Cómo podría la demografía de la parroquia dar forma a nuestra misión? 

¿Que impacto tiene nuestra parroquia en nuestro vecinda‐rio? 

¿Cuál de las siguientes metáfo‐ras mejor relata lo que Ud. le gustaría que su parroquia fue‐se? 

o  Fuente del pueblo o  Invernadero de discípu‐

los o  Oasis de esperanza o  Sitio de encuentro di‐

vino o  Centro de aprendizaje y 

plataforma de lanza‐miento para misión 

o  Un sacramento vivo de            Cristo y una voz moral            en el mundo o  Otro 

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre como misión es el corazón de la vida parroquial? ¿Acaso mi reflexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la iden-tidad y propósito de mi parroquia?

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Fundamentos para la Misión III. Resumen Parroquial  

Para poder discernir hacia dónde está siendo lla-

mada nuestra parroquia por El Señor, es provechoso reflexionar sobre la historia de nuestra parroquia, y sobre quienes somos como parroquia hoy día. Refle-xionar sobre nuestro pasado y nuestro presente y apre-ciarlos, nos ayuda a construir la base para discernir y expresar hacia dónde estamos siendo llamados. En una de las primeras juntas de Transformación Pa-rroquial, revisarán la información general de su parro-quia, que puede incluir un vistazo de: La historia parroquial La historia del santo patrono de la parroquia Un resumen del estado actual de la parroquia Un panorama de los ministerios actuales Tendencias Sacramentales, p.e., el número de ca-

samientos, bautismos, funerales Las tendencias demográficas de la comunidad en

rededor de la parroquia El panorama financiero Esta conversación tiene la intención de ayudar a todos los miembros del equipo de Transformación Parro-quial de su parroquia a comenzar desde el mismo pun-to en cuanto al entendimiento de su parroquia. Si he-mos de acordar hacia dónde estamos siendo llamados como parroquia, necesitamos también estar de acuerdo en cuanto a dónde nos encontramos hoy día. Desde este punto de común entendimiento, podremos enton-ces reflexionar de manera colectiva, dialogar, discer-nir, y planear hacia dónde somos llamados como pa-

rroquia en las próximas semanas.  La información contenida en el Resumen Parroquial debe ser utilizada como un recurso a través de todo el proceso de Transformación Parroquial. Los relatos sobre la historia de la parroquia y el santo patrono pue-den proveer una base importante para su Narración de Misión. El entender las tendencias demográficas de su

Algunas de las preguntas y la información que les ex-hortamos a revisar como equipo son: Historia Parroquial ¿Cómo comenzó la parroquia? ¿Quiénes fueron los fundadores? ¿Cómo ha cambiado la parroquia durante los últi-

mos 5 años? ¿10 años? ¿20 años? ¿50 años? ¿100 años?

¿Cómo ha cambiado la comunidad local de la pa-

rroquia durante los últimos 5, 10, 20, 50, o 100 años?

Situación Actual ¿Quiénes son ustedes hoy? ¿Cuál es la composi-

ción demográfica de la parroquia? ¿Son una parro-quia de barrio o un punto de concurrencia para fieles que vienen desde muchas millas a la redon-da?

¿Cómo interactúa la parroquia con la comunidad

local? ¿Es la parroquia un centro de actividad co-munitaria

Santo Patrono ¿Cuál es la historia del santo patrono de su parro-

quia? ¿Tiene el santo patrono un carisma particu-lar que podría servir de inspiración para la misión particular de su parroquia?

Ministerios Parroquiales ¿Cuáles son los distintos ministerios de su parro-

quia? ¿Quiénes están involucrados? ¿A quién dan servicio estos ministerios?

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Fundamentos para la Misión III. Resumen Parroquial  

Historia Parroquial: La Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe es la primera parroquia de habla hispa-na en el Medio Oeste superior. Abrió sus puertas el 8 de diciembre de 1923. En 1924, los Misioneros Claretianos comenzaron a hacer ministerio con la comunidad Mexicana local y lo hacen hasta el presen-te. En 1929, el Santuario a San Judas brotó como una respuesta a un pueblo sumergido en la Gran Depre-sión. En 1948, la escuela fue inaugurada, volviéndose en otra ancla de la comunidad de Sur Chicago. En 1980-90, las fundidoras de acero cerraron y el lado sureste se transformó en una zona con muchos retos económicos. La parroquia, bajo el liderazgo de los Claretianos, respondió a tres necesidades fundamen-tales al abrir el Centro Médico Claretiano (salud), Villa Guadalupe (ancianos), y los Asociados Claretia-nos (vivienda). A través de su historia, Nuestra Señora de Guadalupe se ha convertido en parte importan-te de la comunidad de Sur Chicago y el Noroeste de Indiana. Situación Actual: Actualmente, nuestra parroquia está compuesta en un 99% por México-americanos de primera, segunda y tercera generación. Un pequeño porcentaje de nuestros feligreses habituales es hai-tiano. Además, debido al Santuario de San Judas, nuestra parroquia es enriquecida por la visita de pere-grinos que llegan constantemente desde diferentes estados y países. A través de la historia, nuestra parro-quia se ha convertido en un lugar donde un gran número de familias continúan llegando en busca de apo-yo moral y espiritual, particularmente en esos momentos de vulnerabilidad así como en los momentos de nueva vida y nuevos comienzos. Aunque nuestra comunidad parroquial es mayormente Latina, nuestro vecindario es predominantemente Afro-americano. Por algunos años, hemos estado trabajando para construir un relacionamiento cristiano con nuestros vecinos a través del diálogo interreligioso y la cele-bración de eventos en común. Santo Patrono: El 9 de diciembre de 1531, Juan Diego, un campesino azteca recién convertido, tuvo una revelación de una jovencita, mientras pasaba por un cerro en el desierto de Tepeyac, cerca de la Ciu-dad de México. La señora, en esa visión, le pidió que se construyera una iglesia en el lugar donde se en-contraban. Juan Diego le contó de la aparición al obispo local, Juan de Zumárraga; quien lleno de dudas pidió una prueba. Juan Diego después regresó al cerro del desierto de Tepeyac; nuevamente, la señora se apareció a Juan Diego, quien le dijo que el obispo pedía una prueba de su aparición. La señora indicó a Juan Diego que fuera hasta la cima del cerro, donde él encontró rosas de Castilla –originarias de Duran-go, el pueblo español de donde era el obispo – y que no florecían en el invierno. Juan Diego cortó las rosas, las colocó en su tilma, y las entregó al obispo; una imagen de la Bendita Virgen María apareció en la tilma, rodeada por el barro y las rosas de Castilla.   

EJEMPLO 

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preguntas deben llevarle mas cerca a identificar las “perlas de gran precio” las cuales son fuente de orgullo a los feligreses. Nombra estas “perlas de gran precio” y los valores que representan son los cimientos sobre cual el resto del proceso de Transformación Parroquial se construirá. Al encontrar el tesoro escondido, den gracias a Dios por ese descubrimiento y celebren sus dones, las perlas de gran precio. Estos tesoros de la parroquia no solo son posesiones con las que uno presume o para exhibir como si fuesen trofeos. Los dones que recibe una pa-rroquia son regalos de Dios para cumplir con su mi-sión. Tienen el potencial de ser señales del Reino de Dios entre nosotros. Y recuerden, avanzando el Reino de Dios es el propósito de la parroquia.

C ada parroquia es bendecida con tesoros – perlas de gran valor. El Tesoro bien puede ser un templo hermoso, una escuela exitosa, una comunidad multicultural, una larga tra-

yectoria de servicio a los pobres, líderes laicos talento-sos, o quizás un coro que atrae a la gente al culto. Aun cuando una parroquia se encuentra luchando contra cambios o recursos disminuyentes, siempre hay algo bueno que está en vigor en la parroquia. Es fácil fijar-nos solo en lo que nos falta o lo que es problemático. Sin descartar asuntos que necesitan nuestra atención, debemos fijar nuestros corazones en buscar de aquellas perlas de gran precio, es decir, las bendiciones y todas aquellas cosas de las cuales merecidamente estamos orgullosos. Mientras que ninguna parroquia es perfec-ta, cada parroquia puede identificar algo valioso y digno de preservar como “perla de gran precio”. Po-dría ser una larga tradición de buena liturgia, o educa-ción adulta o una despensa de comida que sirve a cien-tos de personas. Podría ser el involucramiento de la parroquia en asuntos comunitarios, su ubicación cén-trica, o el espíritu hospitalario de la congregación. Cual sea la “perla de gran precio”, la parroquia que falla en reconocer sus dones, puede perder el mismo don que podría ser la llave para renovar la misión y la visión de la parroquia. Al comenzar su participación en el proceso de Trans-formación Parroquial, tomen el tiempo necesario para identificar la “perla de gran precio” en su parroquia. La intención aquí es que este sea un ejercicio positive. Comiencen por sus fortalezas y denles nombre. Enor-gullécenos en los dones de la comunidad. Iluminen sus grandes tradiciones. Quizás se pregunte a sí mismo porque ha escogido esa parroquia para su hogar espiri-tual. En grupo, compartan el uno con el otro porque personas han escogido a su parroquia para pertenecer y no a otra que quizás este a igual distancia de su hogar. ¿Qué es más atractivo de su parroquia? ¿Que valoriza mas su parroquia? ¿Que impacto hace su parroquia a la comunidad donde está ubicada? Las respuestas a estas

El Reino de Dios es como un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene y la compra. (Mt 13:45-46)

Fundamentos para la Misión IV. La Perla de Gran Valor 

EJEMPLOS  La parroquia Beato Tito Brandsma descubrió que tienen un inesperado número alto de abo‐gados en la parroquia. Esperan poder formar su propio ministerio legal Cristiano para ayu‐dar a feligreses con necesidades legales y ayu‐dar a los pobres de la tercera edad a obtener beneficios médicos y otros que por ley les co‐rresponde. El Ministerio Legal Cristiano tam‐bién se compromete a dar voz a asuntos de paz y justicia y los cuales preocupan a los feli‐greses.  

  La parroquia Cristo Nuestra Esperanza tiene uno de los mejores órganos de tubos en la arquidiócesis y uno de los organistas más ta‐lentosos como su director de música. La parro‐quia piensa utilizar su “perla de gran valor” para crear un Concilio de Artes Religiosas el cual planificara festivales de artes para atraer a mas gente a la iglesia a través del arte.  

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PARA MEDITAR  El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre, lo vuelve a esconder; su alegría es tal, que va a vender todo lo que tiene y compra ese campo. Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tie‐ne y la compra. (Mt 13:44‐46)   "En lo que nos enfoquemos se convertiré nuestra realidad. Si nos enfocamos en lo que está mal o en lo que falta, tendremos la tenden‐cia de ver todo a través de ese filtro y marco".  (Sue Annis Hammond, The Thin Book of Appreciative Inquiry, Thin Book Publishing Co., Bend, OR, 1996).   "Creemos simplemente que la antigua y venerada estructura de la Parroquia tiene una misión indispensable y de gran actualidad; a ella corresponde crear la primera comunidad del pueblo cristiano; iniciar y congregar al pueblo en la normal expresión de la vida litúrgica; con‐servar y reavivar la fe en la gente de hoy; suministrarle la doctrina salvadora de Cristo; practicar en el sentimiento y en las obras la cari‐dad sencilla de las obras buenas y fraternas"    (Papa Pablo VI, Discurso al Clero Romano, 24 de Junio de 1963)   

REFLEXIÓN  PERSONAL  ¿Qué valoro más de mi parro‐quia? ¿Cuales son las “perlas de gran valor?” 

¿Qué consejo daría a alguien que busca una parroquia al cual pertenecer? 

¿Cuales son las tres cosas más importantes que Ud. cree se deberían comentar de cada parroquia? 

 

REFLEXIÓN  SOBRE LA PARROQUIA  ¿Qué comentarios escucho sobre nuestra parroquia entre mis vecinos o de personas que visitan? 

¿Que podríamos edificar sobre nuestras “perlas de gran va‐lor” para lograr la misión de Cristo en nuestra parroquia? 

 

Lo que no quiero olvidar de este capítulo para mí mismo y para mi parroquia:

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Para comenzar a pensar sobre cómo articular la MISIÓN de su parroquia, lean las si-guientes Narraciones de Misión. Estas parroquias han tratado de incluir lo que está al centro de su misión en estas narraciones.

Ejemplos de una narración Espiritual para la Misión 

Nosotros, la gente de la parroquia de Sta. Bárba-ra, creemos que somos llamados a ser un Pueblo de Pentecostés. Unidos en la fe, la esperanza y el amor, proclamamos la verdad y la belleza del evangelio de Cristo. Somos una comunidad diversa y celebramos nuestras diferencias, nuestros talentos y nuestros dones. Buscamos utilizar todos estos al unirnos para llevar la buena nueva de Cristo a todos los pueblos y para construir el Reino de Dios. El Espíritu Misionero siempre ha sido una perla de la parroquia de Sta. Bárbara a todo lo largo de su historia de 100 años. Como dice San Pablo en su carta a Timoteo, (2: 1, 14), “Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado.” Nosotros hemos hecho justamente eso como parroquia. Hoy día, el Espíritu continúa guiándonos a extender nues-tros brazos a los pobres y necesitados entre noso-tros, a llevar el consuelo a los que están tristes, y esperanza a los oprimidos. Es en las obras de jus-ticia y caridad donde la gente ve de lo que ser iglesia se trata y quiénes somos nosotros como cristianos. Como Pueblo de Pentecostés, somos testigos evangelizadores de nuestra fe católica proclaman-do el Evangelio en todo lo que hacemos y deci-mos, tal como Jesús mandó a sus discípulos que fueran e hicieran en todos los rincones de la tie-rra. En el hogar, en la escuela, en el trabajo o en la comunidad, nuestra misión es ser Cristo para los demás y siempre reflejar el amor del Señor a pesar de los retos que enfrentamos. La catequesis es igualmente importante. Al esfor-zarnos para profundizar nuestros conocimientos y nuestra fe, y para desarrollar nuestra relación con Cristo, nos volveremos más Cristo-céntricos y

podremos compartir con los demás el amor y la fe que tenemos. Todos estos esfuerzos se centran en nuestro amor por la Eucaristía, que es la fuente y la cúspide de nuestra fe católica. Es en el cuerpo sagrado de Cristo donde somos nutridos y fortale-cidos para seguir adelante y hacer el trabajo que Jesús pide de nosotros. Estas son las plataformas sobre las que desarro-llamos nuestra misión como parroquia y nuestra visión para el futuro. El fuego del Espíritu Santo no solamente ilumina nuestro camino, sino que arde en nuestros corazo-nes encendiendo el fervor por nuestro Dios, por Su pueblo y por Su iglesia. En la Carta a los Ro-manos, 15, 13, San Pablo dice: “Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo Por nuestro esfuerzo y nuestra voluntad de servir, de evangelizar y catequizar, y con la ayuda del Espíritu Santo, podemos convertirnos en un mo-delo del amor de Cristo para la gente y las comu-nidades que nos rodean.

Parroquia de Sta. Bárbara 

Preguntas: ¿Qué imágenes vienen a la mente al leer la Na-rración de Misión de Sta. Bárbara? ¿Cómo provee la Escritura la inspiración para la Narración de Misión de Sta. Bárbara?

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Para comenzar a pensar sobre cómo articular la MISIÓN de su parroquia, lean las si-guientes Narraciones de Misión. Estas parroquias han tratado de incluir lo que está al centro de su misión en estas narraciones.

Ejemplos de una narración Espiritual para la Misión 

Nosotros, el Pueblo de Dios de la Parroquia de Sta. Catalina de Siena-Sta. Lucía, nos es-forzamos por ser una escuela de santidad pa-ra la gente de todas las edades y de todos los vecindarios. A través del estudio fervoroso de la Biblia y de nuestra fe, somos nutridos como iglesia peregrina respondiendo a nues-tro llamado compartido a la santidad. Trans-formados por el Espíritu Santo, acogemos y proclamamos la Buena Nueva del Evangelio y la presencia de Jesús resucitado en el mun-do. Sta. Catalina de Siena y Sta. Lucía estarían orgullosas de nosotros. Sta. Catalina, quien vivió en el siglo catorce, es un modelo de fortaleza, de una mente sagaz, de disposición para hablarles a las autoridades, de compa-sión por todos, y de devoción para reformar la Iglesia. Sta. Lucía, nuestra otra patrona, aunque era ciega, podía ver con luz y clari-dad su papel dentro del Cuerpo Místico de Cristo. La tradición nos dice que aun cuando ella estaba siendo torturada, seguía instruyen-do sobre la gloria de Dios. Todos estamos unidos en esto; después de todo, somos el cuerpo de Cristo. Somos una parroquia que se encuentra en una encrucija-da. Con unas instalaciones grandes pero ya envejeciendo, y una congregación relativa-mente pequeña, somos llamados a revitalizar y a evangelizar para poder crecer en nuestra fe y como familia eclesial. Somos una parroquia que está en un cruce de caminos. Situados literalmente en los límites entre la zona urbana y la suburbana, somos

llamados a enseñar, a guiar y a servir a la gente de Chicago, Oak Park, y los muchos otros vecindarios de donde proceden nuestros feligreses. Tenemos una larga tradición de incluir y acoger la diversidad que servirá co-mo base de nuestro esfuerzo. Es como si estuviésemos en un nuevo Pente-costés. Los discípulos fueron enviados al mundo, “Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la pala-bra.” (Hechos 6, 4), y ahora somos llamados a vivir una vida abundante y llena del Espíri-tu Santo. Confiamos en nuestra fe católica y en las Es-crituras, y recordamos el relato de la apari-ción de Jesús en el camino a Emaús: “No sentíamos arder nuestros corazones dentro de nosotros cuando nos habló en el camino y nos explicó las Escrituras?” (Lucas 24, 32).

Parroquia de Sta. Catalina de Siena—Sta. Lucía  

Preguntas: ¿Cómo reconoce esta Narración de Misión los factores culturales que influyen en la misión de la parroquia de Sta. Catalina – Sta. Lucía? ¿Cómo pueden las historias de las santas patro-nas influir en la misión de la parroquia?

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Comenzar a Configurar la Misión 

Continuando a construir sobre nuestras reflexiones, vamos a querer hace hincapié de temas que se presen‐tan y que podrían ser bases de nuestra misión parroquial. Poder pensar sobre nuestra misión parroquial a través de una variedad de perspectivas podría ayudarnos a identificar nuevos temas para nuestra misión.  

Perspectivas Temas Posibles que Influyen Nuestra  Misión de Parroquia 

Carisma de nuestro patrón o la congregación de religiosos que sirve en la comunidad.

 

Desafíos y oportunidades demográficas que se presentan.

 

Nuestras perlas de gran valor.  

Cuento bíblico a pasaje de las escrituras que toca la experiencia de nuestra aparroquia.

 

Desafío espiritual particular a nuestra parro‐quia.

 

Censo de la parroquia (ejemplo: tipos de tra‐bajo)

 

Otras posibles perspectivas  

Regresaremos a esta pagina en el transcurso del proceso para continuar a identificar y re‐definir posibles temas. Mas adelante en el proceso, los reduciremos para determinar cuál es el tema o los temas centra‐les que definirán nuestra misión parroquial.  

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Comenzar a Configurar la Misión  Al comenzar a desarrollar nuestra narración especifica de misión, deberíamos estar consientes de los atri‐butos de una narración de misión fuerte y revisarlos seguidamente. 

Atributos  Explanacion 

Nuestra narración de misión tiene su fun‐damento engendrado en las Escrituras, La Liturgia, y/o el carisma de nuestro santo patrón. 

Es importante fundamentar la misión en la Escritura, La Liturgia y/o el carisma del santo patrón de la parroquia para que haya la fuerza crédula que maneja la misión. Queremos atraer nuestra inspiración de estos recursos en vez de sencillamente seleccio‐nando un verso de Escritura después de que hayamos escrito nuestra narración de misión para que le quede a lo que quere‐mos hacer. 

Nuestra narración de misión mueve la ima‐ginación usando lenguaje concreto y vivi‐do. 

Puede ser fácil escribir la misión estilo tarjeta “Hallmark” que aplique a todas las parroquias Católicas en el mundo, por ejem‐plo, “Somos llamados a amarnos unos a los otros como miem‐bros del Cuerpo de Cristo.” La Transformación Parroquial nos da el reto de estirarnos mas allá de donde la parroquia esta hoy en día, considerando ideas nuevas, tomando riesgos, articulan‐do una narración que llama a la parroquia a la acción. 

Nuestra narración de misión claramente articula como somos llamados únicamen‐te para vivir nuestra misión y ministerio de Jesús en este tiempo y en este lugar, y ha sido formado por circunstancias particula‐res, historia, y la cultura de nuestra comu‐nidad. 

El contexto local forma las necesidades de nuestra comunidad y como nosotros, como misioneros, somos llamados a respon‐der a esas necesidades.  Asi como la demografía, economía, etc, cambia, asi las necesidades de la comunidad cambian.  Si‐milarmente, deberíamos reconocer que la manera en que so‐mos llamados a responder a esos cambios y nuestra misión única como parroquia también cambia. 

Nuestra narración de misión nos llama a replantear y fortalecer nuestras relacio‐nes, no solamente iniciar cambios a los programas. 

Creando un programa nuevo quizás no sea la primera solución para engranar mas intensamente a la parroquia y la comunidad general. Quizás primero necesitamos cambiar nuestras relacio‐nes y lenguaje y modos en los cuales nos comunicamos con otros. 

Nuestra narración de misión es relevante a los feligreses quienes ya están engrana‐dos activamente en la parroquia, al igual aquellos quienes quizás todavía no toman un papel activo en la vida parroquial. 

La intención no es de que Transformación Parroquial solo sirva a las necesidades de aquellos quienes ya están activos en la parroquia.  Mas bien, es la oportunidad para descubrir maneras nuevas de engranar a otros, aun si no van a misa regularmente, se hayan alejado de la iglesia, o quienes no hayan encontrado a Cristo en sus vidas. 

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Plataformas para Misión  

    

21 

Misión Nuestra 

Espíritu Misionero  Llamado a la Santidad  Co‐Responsabilidad  

Espiritual  

Evangelización   Catequesis   Communio Oración y Culto  

Estamos listos ya a considerar las “Plataformas” de la vida parroquial. Estas “Plataformas” son el núcleo fun‐damental de toda parroquia por lo cual llevan acabo su misión y el ministerio de Cristo y crecen a semejanza de El. La clave para entender la misión parroquial de alguna parroquia normalmente esta integrada en estas plataformas.    

Al reflejar en cada uno de los siguientes capítulos de esta sección, favor de considerar las siguientes pregun‐tas:  ¿Acaso esta plataforma nos da idea de cómo podría ser la misión particular de nuestra parroquia? Por ejem‐

plo, alguna parroquia podría escoger a la evangelización como el asunto clave en su misión enfocándose en evangelizar una sociedad que cada día es más secular. Otra parroquia podría enfocarse en la cateque‐sis aprovechando la cercanía de algunos seminarios que podrían proveer una nueva manera de presentar la catequesis para jóvenes‐adultos quienes podrían tener deficiencias en la formación que obtuvieron años atrás.  

  

¿Es esta una plataforma fuerte para nosotros? ¿Necesitamos mejorar en esta área para asegurar que la fun‐dación de nuestra parroquia este segura? Por ejemplo, alguna parroquia podría descubrir que no tiene oportunidades específicas, disciplinas espirituales, ni opciones de guías espirituales disponibles a católi‐cos que buscan más profundidad en su vida espiritual e involucramiento en la iglesia (el llamado a la santi‐dad). Otra parroquia podría darse cuenta que necesita ofrecer liturgias de más devoción, mejor música y mejor formación de ministros litúrgicos (Oración y Culto). 

  

Después de reflejar sobre estas plataformas, volveremos a identificar la misión parroquial general así como las plataformas fundamentales que podrían necesitar un enfoque mas intensivo en nues‐tra parroquia.   

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lización e irnos corriendo directo a la catequesis aún antes de que la persona haya conocido al Cristo viviente. La catequesis va después de la evangelización.

Uno de los medios más eficaces de evangelización es compartir abiertamente nuestra relación con el Señor y dar testimonio de su amor que actúa en nosotros. Como católicos, tenemos la ten-dencia a ser más bien tímidos o reservados cuando se trata de hablar de nuestra relación con Dios. Quizá tengamos miedo de que alguien pueda pensar que estamos haciendo proselitismo o que estamos siendo demasiado religiosos. Pero es natural com-partir con otros lo que valoramos y lo que encontramos esperan-zador y significativo en nuestras vidas y por el bien de la socie-dad. Nuestro testimonio del amor y la misericordia de Dios ne-cesita ser tan evidente que provoque que otros comiencen a preguntarnos por qué tenemos tanta alegría y esperanza. Como leímos en 1 Pedro 3,15, “Estén siempre dispuestos a dar una respuesta a quien les pida cuenta de su esperanza”.

¿Ha sido nuestro testimonio del Evangelio lo suficientemente valiente y alegre para romper las barreras y los obstáculos que impiden a las personas descubrir al Señor en medio de noso-tros? ¿Hemos sido lo suficientemente claros de que no somos seguidores de una filosofía espiritual, sino seguidores de una persona, el Cristo Viviente? ¿Coinciden nuestras acciones con nuestras creencias? ¿Hay una simplicidad atractiva en la forma en que seguimos a Jesús que deja a otros preguntándose qué es eso que nos mueve y nos inspira? ¿Estamos preparados para desafiar, así como para consolar a las conciencias de aquellos que buscan la verdad? Reflexionar sobre nuestra vocación como evangelizadores podría llevarnos a admitir honestamente que necesitamos una mejor formación y orientación como católicos para ser más efectivos en compartir nuestra fe.

No debemos tener miedo a escuchar todos los obstáculos que impiden que nuestros prójimos escuchen el Evangelio. Necesi-tamos ser compasivos de manera genuina y libres de juicio al tratar de entender las razones en las que las personas basan su creencia e incredulidad. Esto toma tiempo y paciencia. También sirve para recordarnos, como lo hizo el Papa Pablo VI, que al ser “evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma” (Evangelii Nuntiandi, # 15). Siempre estamos siendo llamados a una conversión más profunda.

Hora de “volver a proponer el Evangelio” El Papa Benedicto XVI hizo un llamado urgente para una Nue-va Evangelización y dijo que es hora de “volver a proponer” el Evangelio. Expresó un sentido de urgencia sobre dirigirnos de manera especial a aquellas zonas del mundo que se sabe han sido cristianas pero que en tiempos recientes han perdido el interés o el entusiasmo por el mensaje de Cristo, si acaso alguna vez verdaderamente escucharon el mensaje del Evangelio.

La reacción que se nos relata de los primeros discípulos que encontraron la tumba vacía fue correr a decirles a los otros discípulos lo que habían experimentado. María de Magdala les anuncia: “He visto al Señor” (Juan 20, 18). Cuando Pedro fue a la tumba, las Escrituras nos dicen que “volvió a casa preguntándose lo que había ocurri-do” (Lucas 24, 12). Los dos discípulos en el camino a Emaús descubrieron a Jesús resucitado en el partir del pan y enseguida regresaron corriendo a Jerusalén a anun-ciarles a los 11 y quienes estaban con ellos que habían visto al Señor (Lucas 24, 33-35). Hay un sentido de gozo y de entusiasmo en estos relatos. Los discípulos no po-dían guardarse para sí mismos lo que habían experimen-tado. Su experiencia es la esencia de lo que significa evangelizar: conocer al Cristo Viviente y compartir la Buena Nueva con los demás.

Conocer a Jesús ¿Hemos nosotros visto al Señor y escuchado su voz? Necesitamos tener muy claro que la esencia del cristia-nismo no es una filosofía o una ideología, sino la persona misma de Cristo Jesús. Ser cristiano no significa sola-mente creer en el Cristo de los Evangelios, sino también tener una relación con el Jesús resucitado que vive y se hace presente entre nosotros. Tal vez podemos encontrar un consuelo en la experiencia de los apóstoles que pare-cen haberse tardado en entender y creer mientras crecían en su relación con Jesús. Recuerden a Tomás, quien le dijo a Jesús: “Maestro, no sabemos hacia dónde te diri-ges; ¿cómo podemos nosotros conocer el camino? Jesús le respondió, “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.” (Juan 14, 5-6). Felipe dijo: “Maestro, muéstranos al Padre y eso nos basta-rá” (Juan 14, 8). Jesús tuvo que decirle con audacia, “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14, 9). La evangelización despierta el deseo de conocer a Cristo más íntimamente y de seguirle más estrechamente.

La evangelización pide un testimonio y una escucha valientes Cuando algunos católicos escuchan la palabra “evangelización”, quizá les viene a la mente los evange-listas de la televisión o es posible que confundan la evan-gelización con la catequesis. La evangelización es com-partir las Buenas Nuevas de nuestra fe en palabras o ac-ciones para que Cristo se manifieste a través de nosotros. La evangelización lleva a la conversión, una rendición ante Cristo como el fundamento de nuestra vida. Con demasiada frecuencia queremos pasar por alto la evange-

María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor» y añadió todo lo que él le había dicho. (Jn. 20:18)

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La influencia de una cultura secular, los rápidos cam-bios en la sociedad, el relativismo, la dependencia en comprobar todo científicamente, y la desilusión con la autoridad han jugado un papel y afectado la manera en que las personas de hoy se relacionan con la religión. Todos tenemos algún vecino o pariente que ya no van a Misa ni participan de la vida de la Iglesia. Muchos aun dicen creer en Dios pero ya no son influenciados por las enseñanzas religiosas a la hora de tomar decisiones en su vida. Puede ser que Dios ya no esté al centro de sus vidas. Aun así, hay otros que siguen buscando a Dios con mucho empeño.

Nuestro deber es pensar creativamente sobre cómo po-demos mostrar la relevancia del Evangelio a la sociedad contemporánea utilizando un lenguaje, una metodología y sistemas de comunicación que sepan llegar a la cultura moderna de hoy. El uso creativo de la tecnología es ver-daderamente invaluable para nuestro ministerio y ya no podemos calificarlo como opcional. Utilizar nuestra imaginación para mostrar una cara nueva de nuestra parroquia puede ser la puerta abierta que lleva a otros a re-descubrir lo que la Iglesia tiene para ofrecer.

Hay mucha esperanza para el futuro Hay un lado positivo de la urgente necesidad por la evangelización hoy día. Mientras que muchos se han desligado de la práctica activa de su fe, muchos otros aun tienen sed de encontrar un significado, una esperan-za y una verdad. La sociedad contemporánea deja a mu-chos sintiéndose vacíos y aislados de los demás. Mu-chos jóvenes tienen un corazón generoso y quieren ha-cer una diferencia en el mundo pero con frecuencia no están seguros de dónde o cómo o a qué dedicar sus vi-das. Al ir cambiando los pareceres sobre el matrimonio y la familia, y los valores tradicionales son ignorados, las personas buenas quedan confundidas e inseguras sobre qué dirección tomar. La búsqueda por la verdad continúa.

En este breve panorama de la vida, podemos ver cómo la Iglesia podría tener un impacto real sobre las personas y eventualmente sobre la sociedad. Pero todo comienza por escuchar con un corazón abierto y un espíritu alegre y amoroso. Al ir conociendo lo que hay en los corazones de quienes buscan un significado y una esperanza, esta-remos en una mejor posición de ser los evangelizadores que Cristo nos llama a ser. La calidad de nuestra venera-ción comunitaria, nuestra confianza para enfrentarnos a la maldad y la injusticia, nuestra capacidad de perdonar cuando nadie más lo hace, de ser una comunidad atracti-va y acogedora, de dejar a un lado nuestros prejuicios, de defender a los pobres, de tener esperanza aun en

tiempos difíciles – todo esto es el campo fértil de la evangelización. Es bueno recordar la declaración que se atribuye a San Francisco de Asís: “Proclamen el Evangelio, y si es necesario utilicen palabras para ha-cerlo.”  

PARA MEDITAR  

Nacida por consiguiente, de la misión de Jesucristo, la iglesia es a su vez enviada por El…..Es así como la Iglesia recibe la misión de evangelizar y con la activi-dad de cada miembro constituye algo importante para el conjunto. (EN, #14-15)

“La preocupación de evangelizar nunca debe dejarse al margen de la actividad de la iglesia y de la vida perso-nal de los Cristianos. Pero si debe ser fuertemente ca-racterizada por el conocimiento de ser beneficiarios y a la vez, misioneros del Evangelio”.

(Papa Benedicto XVI, 25 de Enero del 2012)  

“Es verdad que el testimonio de la fe tiene muchas formas, como en un gran mural hay variedad de colo-res y de matices; pero todos son importantes, incluso los que no destacan. En el gran designio de Dios, cada detalle es importante, también el pequeño y humilde testimonio tuyo y mío, también ese escondido de quien vive con sencillez su fe en lo cotidiano de las relacio-nes de familia, de trabajo, de amistad… Recordémoslo bien todos: no se puede anunciar el Evangelio de Jesús sin el testimonio concreto de la vida. Quien nos escu-cha y nos ve, debe poder leer en nuestros actos eso mismo que oye en nuestros labios, y dar gloria a Dios.” Papa Francisco, 14 de abril 2013

“A veces perdemos a quienes no nos entienden porque hemos olvidado la sencillez, importando de fuera tam-bién una racionalidad ajena a nuestra gente. Sin la gramática de la simplicidad, la Iglesia se ve privada de las condiciones que hacen posible «pescar» a Dios en las aguas profundas de su misterio.”

Papa Francisco, Encuentro con el episcopado brasile-ño, Jornada Mundial de la Juventud 2013

“Hoy, en este « id » de Jesús, están presentes los esce-narios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva « salida » misionera. “

Papa Francisco, Evangelii Gaudium, #20  

 

1:Evan 

María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor» y añadió todo lo que él le había dicho. (Jn. 20:18)

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María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor» y añadió todo lo que él le había dicho. (Jn. 20:18)

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REFLEXIÓN PERSONAL 

El Papa Francisco dijo durante la celebración del Día Mundial de la Juventud, “La experiencia de este encuentro [con Jesús] no puede permanecer encerrada en su vida o en el grupo pequeño de su par‐roquia, en su movimiento, o en su comunidad. Eso sería como quitarle el oxígeno a una llama que ardía fuertemente. La fe es la llama que se hace fuerte cuanto más se comparte y se pasa a los demás.”        

¿Cómo puedo yo avivar la llama de la fe? ¿Cómo estoy siendo llamado a ir más allá de mi zona de confort para compartir y pasar a otros mi fe?   

 

¿Qué creo yo es la buena nueva del Evangelio que una gran numero de gente no escucha hoy? 

 

¿Cómo ejerzo mi vocación siendo evangelizador?  

 

¿Qué oportunidades tengo yo en mi sitio de trabajo?  ¿Qué necesito de mi parroquia para ser yo un fiel evangelizador?  

 

Jesús preguntó a sus discípulos, “¿Quién dicen que soy yo?” Después les preguntó, “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” ¿Cuál es tu respuesta a Jesús?  

 

¿Cómo he experimentado yo el gozo que viene de conocer a Cristo?  

 

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA  

¿Cómo podemos aplicar la encomienda del Papa Benedicto de re proponer el evangelio en nuestra par‐roquia?  

 

¿Cuáles son algunas maneras en que nuestra comunidad está escuchando los corazones de aquellos que ya no practican su fe católica?   

 

¿Cuál es el signo más poderoso de esperanza y de compasión que nuestra parroquia tiene para ofrecer?   

 

¿Quiénes son, en efecto, los evangelizadores en nuestra parroquia  

 

¿Cuál es la nueva imagen que nuestra parroquia necesita para poder llamar la atención de aquellos quienes han descartado a la Iglesia como algo que no tiene nada que decirles a ellos?   

    

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Evangelización? ¿Acaso mi reflex-ión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

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ran a los jóvenes para la Confirmación, un equipo de RICA catequiza los catecúmenos preparándolos para la iniciación sacramental, un ministro de acompañamien-to prepara a un feligrés que no puede salir de casa para el Sacramento de Unción de los Enfermos. Ya se trate de una joven pareja preparándose para el matrimonio, un niño de Primera Comunión, o los padres que se preparan para bautizar a su hijo, una catequesis efecti-va fomenta la fe.

Todos Somos Catequistas El ministerio de la catequesis no está reservado para unos cuantos profesionales o voluntarios entrenados. Todos podemos ser catequistas en las experiencias diarias de la vida. Los padres de familia, por ejemplo, tienen la responsabilidad principal de instruir a sus hijos en los caminos de la fe; un niño escucha por pri-mera vez el nombre de Dios de labios de sus padres. Podemos ser catequistas en nuestro lugar de trabajo cuando los compañeros nos hacen preguntas sobre la Iglesia o cuando un vecino que pasa por una crisis cuestiona el amor y la misericordia de Dios. Nuestra propia catequesis continua nos ayuda a estar prepara-dos para estas oportunidades inesperadas de catequi-zar.

La Vida También es Maestra El Catecismo de la Iglesia Católica es un recurso ex-celente. Sin embargo, nuestra fe no se limita a lo que podemos encontrar en un libro. En cada etapa de la vida y con cada experiencia, tenemos una nueva opor-tunidad de integrar el Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia dentro de una espiritualidad que nos sirva para vivir. En tiempos de crisis y de pérdida, por ejemplo, nuestra fe puede ser probada. Pero con la oración, el consejo, y un profundo examen de lo que creemos como católicos, podemos alcanzar una fe más fuerte y un más sólido compromiso con Cristo. También pode-mos ser de gran ayuda unos a otros para conocer mejor nuestra fe al caminar juntos en nuestro viaje de fe.

La catequesis de adultos es crucial porque las pregun-tas que tenemos como adultos no son las mismas que teníamos cuando éramos niños. La vida nos plantea nuevas preguntas, dudas y retos. Necesitamos crear un ambiente en el cual los feligreses no tengan miedo de hacer sus preguntas o buscar ayuda para entender lo que otros feligreses pueden dar por hecho.

La evangelización y la catequesis van mano en mano. Por medio del ministerio de evangelización de la Iglesia, escuchamos la Buena Nueva del Evangelio y se nos da a conocer el Cristo viviente. Somos llamados a convertir nuestra mente y nuestro corazón al ir aprendiendo a ca-minar por el camino que Cristo abre ante nosotros. La catequesis se desarrolla desde la conversión y busca hacer crecer nuestra relación con Dios. La catequesis nos ayuda a conocer la persona, el mensaje, y la misión de Cristo para que todas nuestras vidas se centren en Cristo. Como San Pablo dijo en tan bellas palabras, “Y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” (Gálatas 2, 20). En otras palabras, el propósito principal de nuestro esfuerzo al catequizar es hacer crecer nuestra relación con El Señor. No es simplemente comunicar la doctrina, aunque eso es importante, sino fortalecer una relación con Dios que incite nuestro deseo por encontrar la ver-dad.

La Iglesia siempre ha valorado la importancia de una fe iluminada. Esto quiere decir que la fe es más que sólo un asunto de sentimientos o emociones y ciertamente más que la opinión personal de cada uno. Hay una verdad objetiva que nos ha sido revelada por Cristo Jesús. La Iglesia enseña esta verdad por medio de su ministerio de la palabra, y su compromiso con la catequesis en todas las etapas de la vida. Nuestras escuelas católicas, nues-tras universidades católicas y todos nuestros programas de educación religiosa para adultos y para niños se ba-san en la creencia de que un entendimiento más profun-do nos lleva a una fe más firme. Entre más llegamos a saber de nuestra fe, más puede resonar nuestra fe dentro de nosotros y motivarnos a ponerla en práctica.

Obstáculos e Interpretaciones Erróneas La catequesis es multifacética. Primeramente, hay una catequesis que nos da a conocer al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Luego la catequesis nos lleva hasta la Cruz y nos sumerge dentro del misterio de la Resurrec-ción de Cristo. También hay una catequesis de discipu-lado según vamos aprendiendo a practicar nuestra fe dentro de la sociedad, trabajando por la paz y la justi-cia y aprendiendo a vivir una vida santa y virtuosa.

Tal vez nos es más familiar la catequesis que recibi-mos como preparación para los sacramentos; una cate-quesis sacramental efectiva despierta en nosotros el don de la fe y nos predispone a recibir los sacramentos dignamente y fructíferamente. Los catequistas prepa-

    

« ¿Acaso no sentíamos arder en nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24:32)

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Debemos aprender a ir al encuentro con la gente en el punto en que se hallan en su camino de fe. El modo de emprender la catequesis de alguien que apenas está comenzando a creer en Dios es necesariamente dife-rente al de alguien que ya tiene una fuerte creencia en Dios. Necesitamos fomentar en nuestras parroquias un ambiente en el que las personas se sientan cómodas haciendo preguntas sin tener miedo a ser juzgados.

La Catequesis Contemporánea Requiere Creativi-dad Los retos de nuestros tiempos modernos requieren de nosotros ser creativos en las maneras en que fomenta-mos la fe y transmitimos las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia. El Papa Benedicto XVI hizo un fuerte lla-mado a que se utilice la tecnología moderna en trans-mitir la fe. El Papa dijo:

“Nuevos horizontes se han abierto que hasta hace poco eran inimaginables; nos estimulan a reflexionar sobre las posibilidades que ofrecen los nuevos medios y al mismo tiempo, urgentemente exigen de nosotros una reflexión seria sobre el significado de la comuni-cación en la era digital.”

Los medios audiovisuales y la tecnología no son la única respuesta en la búsqueda de una catequesis más eficaz. Tenemos que considerar otras nuevas técnicas de aprendizaje para niños y adultos. Un formato tradi-cional de salón de clases, por ejemplo, no es el único formato para la catequesis. ¿Existen otros modelos para la catequesis que no hemos explorado? ¿Tenemos que reconsiderar la manera en que forma-mos a los catequistas para nuestros programas parro-quiales? ¿Asumimos como única vía enseñar la fe de la misma forma en que enseñamos la historia, la cien-cia o las matemáticas? ¿Cuáles son los obstáculos que se interponen en el camino de comunicar la fe de la Iglesia? ¿Cómo involucramos a toda la familia en una catequesis permanente? Es posible que diferentes grupos de edades y culturas aprendan de manera dife-rente, por lo que nuestros enfoques de catequesis de-ben adaptarse para dar cabida a diferentes patrones de aprendizaje. La catequesis no es sólo una cuestión de transmitir un cuerpo de conocimiento doctrinal. La catequesis tiene como objetivo integrar la fe de la Iglesia con la vida espiritual de la persona y la fami-lia. Hay mucha oportunidad para crecer en esta área.

Juntos Somos Catequistas ¿Qué podemos aprender de las experiencias pastora-les de nuestras parroquias vecinas? La colaboración con parroquias vecinas para ofrecer programas creati-vos para niños y adultos puede ser más efectiva que si cada parroquia tiene que crear y planear sus pro-pios programas.

Promover el conocimiento de la fe; Promover el conocimiento del significado de la

Liturgia y de los Sacramentos;

Promover la formación moral siguiendo el ejem-plo de Cristo Jesús;

Instruir en cómo orar con Cristo;

Preparar al Cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente de la misión de la Iglesia

Promover el espíritu misionero que prepara a los fieles para estar presentes en la sociedad como cristianos

(Directorio Nacional para la Catequesis, #20) 

Desde estas seis tareas podemos comenzar a revisar el ministerio catequético de nuestra parroquia. Sin embargo, las tareas aquí mencionadas nos presentan solamente un panorama preliminar. Es la responsabi-lidad de cada parroquia rellenar los espacios en blan-co, dar una respuesta y seriamente considerar lo que debe ser presentado. No estamos instruyendo a futu-

ros teólogos; más bien estamos formando discípulos que tendrán la suficiente confianza en su propia fe para eficazmente transmitir a los demás la alegría de creer.   

    

    

« ¿Acaso no sentíamos arder en nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24:32)

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« ¿Acaso no sentíamos arder en nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24:32)

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PARA MEDITAR Porque todo el que invoque el Nombre del Señor se salvará. Pero, ¿cómo invocarán al Señor sin haber creído en él? Y ¿cómo podrán creer si no han oído hablar de él? Y ¿cómo oirán si no hay quien lo proclame? Y ¿cómo lo pro‐clamarán si no son enviados? Como dice la Escritura: Qué bienvenidos los pies de los que traen buenas noticias.  

(Romanos 10:13‐15)  

El objetivo de la catequesis es estar en comunión con Cristo Jesús. La catequesis guía a personas a entrar en el misterio de Cristo para encontrarse con el y descubrirse y el significado de sus vidas en EL… La meta definitiva de la catequesis es no de solo poner a personas en contacto con El sino que también en íntima comunión con Jesucristo; solo Él puede llevarnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos participes en vida de la Santísima Trinidad”.   

(Directorio Nacional para la Catequesis, Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, Washington, D.C., p. 55)  

“Le (El catecumenado bautismal ) recuerda a la Iglesia que su catequesis acompaña una conversión continua hacia Cristo, y acompaña también una iniciación continua a la celebración de los sacramentos y la vida de la Igle‐sia. Así como el catecumenado bautismal es responsabilidad de toda la comunidad cristiana, es  también la Igle‐sia entera la que tiene la obligación de proveer una catequesis continua para todos los fieles.”  

(Directorio Nacional para la Catequesis #35.D)    

“Si se utiliza inteligentemente, la [tecnología] puede contribuir a la satisfacción de la búsqueda de significado, de la verdad y de la unidad; que siguen siendo la aspiración más profunda de cada ser humano.”   

(Papa Benedicto XVI) 

REFLEXIÓN PERSONAL 

¿Qué ha sido lo mas efectivo en mi vida para aprender la fe de la iglesia?   

¿Cuáles son algunas preguntas que escucha a la gente preguntar acerca de la fe?  

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA  

¿Cuáles son las oportunidades para catequesis de adultos y formación en la fe en nuestra parroquia?  

¿Qué piensa de la calidad, creatividad y eficacia de los programas catequéticos para niños, niñas y jóvenes en nuestra parroquia?   

¿Qué tan efectiva es la escuela parroquial en formar una nueva generación de líderes católicos iluminados?  

¿Hacia donde soñaríamos podría ir una catequesis familiar al igual que una catequesis continua para adultos?   

¿Proveemos oportunidades a distintos segmentos de la población, en momentos distintos y en diferentes formatos?   

 

¿Cómo podemos colaborar con las parroquias vecinas para proveer eventos catequéticos que puedan tener un fuerte impacto en nuestra área local?   

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Catequesis? ¿Acaso mi reflexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

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perder interés y poco a poco dejar de venir a Misa. Una adoración significativa y llena de energía se fo-menta en una comunidad que toma en serio su vida de oración.

No hay duda de que aprender a orar es lo que llevó a San Juan Pablo II a afirmar que nuestras parroquias necesitan convertirse en “escuelas de oración”. ¿Hemos ofrecido la catequesis adecuada en cuanto a la oración y el ritual? ¿Tiene claro la congregación la diferencia entre la oración privada y la liturgia? Por que no venimos a la liturgia como adoradores indepen-dientes pensando en decir nuestras oraciones para nuestras propias necesidades. Nos reunimos como el Cuerpo de Cristo, ofreciendo una oración y la interce-sión por las necesidades de todo el mundo. La oración comunitaria requiere una actitud de “communio”, es decir, de vernos en la oración unidos con otros como el único Cuerpo de Cristo.

Cultivar la práctica de diversas formas de oración per-sonal y comunitaria es esencial para el desarrollo de la vida litúrgica de una parroquia y de cómo la experi-mentamos. Enseñar el arte de la oración ayudará a formar una comunidad litúrgica, es decir, una comuni-dad que obtiene de la liturgia su vida y su misión espi-ritual. Esto requiere reflexionar sobre las palabras y acciones de la liturgia y aprender cómo conectar el lenguaje de la liturgia con la vida personal de cada uno, con la misión y con el estado del mundo. Nues-tros programas de formación en la fe y nuestras reuniones parroquiales son lugares potenciales a través de los cuales puede nutrirse la vida de oración y de adoración de la parroquia. Cuanto más sólida es la vida de oración parroquial, más probable será que su culto comunitario sea vibrante y haga participar a toda la congregación en la acción de la liturgia.

La liturgia como fuente y culmen de la vida de la Iglesia La liturgia tiene una gran influencia en nosotros como católicos. Algunos de nuestros más preciados recuer-dos son celebraciones familiares de bautizos, primeras comuniones, bodas y funerales. Estas ocasiones sagra-das en nuestras vidas dejan una impresión duradera en nosotros. Nos moldean y nos forman como católicos. Estas experiencias sacramentales, junto con nuestra celebración semanal de la misa, nos dan nuestra identi-dad católica y siguen manteniéndonos unidos como un pueblo católico. Como afirmó San Pío X: “La liturgia es la fuente primera e indispensable del verdadero espíritu cristiano”.

La oración y la adoración son fundamentales para la vida cristiana. Ambas proporcionan las bases de nues-tra relación con Dios, como individuos y como comu-nidades parroquiales.

A pesar del papel fundamental que tienen la oración y la adoración en nuestra fe católica, es posible que mu-chos católicos necesiten una reintroducción general a la oración y una exploración más profunda de la misma. En ocasiones los católicos hablan sobre el desaliento en su vida de oración, y señalan que no saben cómo dar voz a sus oraciones, o que no oyen que Dios responda a ellas. Quizá no hayan descubierto un estilo católico de oración que sea más eficaz para cultivar su relación con Dios. La Iglesia católica ha sido bendecida con una rica tradición y variedad de estilos de oración. Aunque la mayoría de los católicos aprenden a una edad tem-prana a recitar oraciones tradicionales como el “Padre Nuestro” y el “Ave María”, no siempre son introduci-dos a otras formas de oración, como la meditación, la Lectio Divina, la Liturgia de las Horas, la Adoración, el Rosario, Taizé, etc. Tampoco las parroquias ofrecen siempre amplias oportunidades para experimentar y explorar la oración individual y comunitaria más allá de la misa dominical.

Las parroquias pueden apoyar a sus feligreses en su travesía para conseguir una vida de oración más plena. Las parroquias pueden formar patrocinadores de ora-ción que acompañen a las personas que están apren-diendo a orar. Las parroquias también pueden ofrecer temas a manera de una “escuela de oración” con el fin de introducir a los feligreses a una variedad de estilos de oración católica, así como proporcionar a las fami-lias orientación y ejemplos que ayuden a fortalecer el papel de la oración en la vida regular de su “iglesia doméstica”.

Aprender a rezar la liturgia, que es la forma oficial que tiene la Iglesia de culto comunitario, puede requerir aún más atención. No podemos suponer que todo el mundo ha aprendido el significado de la oración ritual, que incluye los signos y gestos que utilizamos en el culto, por ejemplo, el hacer una reverencia o persignar-nos. Estas también son formas genuinas de oración en las que involucramos todo nuestro cuerpo. Debe preo-cuparnos el hecho de que algunos católicos tengan difi-cultades para entender y orar la liturgia, porque pueden

Vengan, alegres demos vivas al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva; parta-mos a su encuentro dando gracias; aclamémosle con cánticos. (Salmo 95)

    

Plataformas para la Misión 3. Oración y Culto 

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nos inspira y nos conforma al pensamiento de Cristo. Cuando la liturgia se celebra así, se convierte en una puerta abierta al miste-rio de Cristo. Una liturgia pobremente celebrada puede dejar de inspirarnos; puede distorsionar nuestra comprensión de lo que está siendo proclamado y celebrado, e incluso puede desanimarnos a ir a misa. Esto no implica que debamos tener un enfoque rígido para la liturgia donde la única preocupación parecería ser una obser-vancia estricta de los protocolos. Incluso las liturgias más solem-nes deben ser celebradas con sinceridad y alegría, con rostro hu-mano que refleja el amor y la misericordia de Dios que actúa en medio de nosotros. En presencia de un misterio tan grande, la di-mensión humana hacia la liturgia no debe descuidarse en caso de que el fiel no entienda lo que se celebra o se le haga sentir exclui-do de una participación más íntima en la liturgia.

Una buena liturgia requiere que todos los que ministran estén bien formados y sean capaces de realizar su ministerio con reverencia y gracia. Formar lectores, anfitriones, ujieres, servidores, cantores, etc., debe ser una práctica constante en todas las parroquias. Los sacerdotes y los diáconos tienen que revisar de manera periódica su estilo para presidir y necesitan comprometerse con un estudio y una reflexión continuos sobre la liturgia. Una práctica parroquial consistente debe basarse en las normas promulgadas de la liturgia y no en los caprichos particulares o estilos personales de cualquie-ra que presida, músico, o director de la liturgia.

La música tiene un lugar especial en la liturgia lo que nos obliga a proporcionar música de la más alta calidad, que sea adecuada para los ritos y que conduzca a los feligreses a realizar una adoración más activa. El flujo entre la acción, la palabra ritual y la música debe ser tal que se presentan como una sola pieza en el conjunto de la adoración.

La atención que ponemos en la liturgia también incluye el cuidado que ponemos en la iglesia parroquial en la que realizamos nuestro culto y en todos los elementos necesarios utilizados en la liturgia.

¿Son hermosos nuestra iglesia y nuestro santuario y están despe-jados y accesibles a todo el mundo?

¿Están nuestra iglesia y nuestro santuario limpios y bien mante-nidos?

¿Son adecuados el sistema de sonido y la iluminación?

¿Son dignos y apropiados para la liturgia los libros, vasos, vesti-duras, instrumentos musicales, etc. que utilizamos?

Debido a que tendemos a pasar por alto las cosas cercanas a noso-tros cuando hacemos las cosas de manera rutinaria, puede ser sa-bio solicitar el punto de vista de alguien de fuera de la comunidad parroquial para revisar nuestra práctica y nuestro espíritu litúrgicos. Los observadores objetivos pueden ser muy útiles.

¿Por qué es tan importante la Liturgia? La liturgia, que es la oración ritual oficial de la Iglesia, se ubica muy por encima de todas las otras actividades de la parroquia. Esta es la razón por la cual la celebración de la Misa en el Día del Señor siempre ha sido parte de nuestra tradición católica. Desde los primeros tiempos los cristianos se reunieron en el día del Señor para recordar su identidad en Cristo. El significado y la importancia del Día del Señor y lo que hacemos en la Misa vienen de la misma raíz principal, a saber, la vida, muerte y resurrección salvadoras de Jesús.

Lo que es importante recordar, sin embargo, es que la liturgia no se limita a lo que hacemos durante el culto; también se trata de lo que Dios hace por nosotros. En la liturgia Cristo está ocu-pado, salvando a su pueblo. Cualquier idea de quedarse en casa para orar en privado en lugar de participar en la Misa ignora la dinámica más importante de la liturgia.

Otra razón por la que la liturgia es tan importante para nosotros los católicos es que las oraciones de la liturgia son también nuestro credo. Lo que oramos es lo que creemos. Y así, cada vez que oramos juntos como una comunidad, nuestra fe se re-fuerza y somos enviados en misión al final de la Misa: “Vayan y anuncien el Evangelio del Señor”.

Todos jugamos un papel importante en la liturgia Todos somos los celebrantes de la liturgia. No hay espectadores pasivos en la adoración. “Es toda la comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza quien celebra” (Catecismo de la Igle-sia Católica, # 1140). Esto debería alentarnos para asegurarnos de que nuestra adoración es inclusiva de toda la comunidad y conduce a todos a realizar una adoración activa. Aún cuando el ministerio de la asamblea es de suma importancia, también te-nemos que convocar a los laicos a asumir determinadas funcio-nes litúrgicas en el servicio a la comunidad. El liderazgo parro-quial debe invitar de manera regular a todos los feligreses, in-cluidos los jóvenes, las familias, las personas mayores y los solteros para formarse como lectores, ministros extraordinarios de la Eucaristía y para otros ministerios litúrgicos.

Incluso si no asumimos un papel como ministros litúrgicos de-signados durante la Misa, estamos llamados por nuestro bautis-mo a la adoración activa. Esta es la razón por la cual los Obis-pos en el Concilio Vaticano II enseñaron que “hay que tener muy en cuenta” la participación plena, consciente y activa de los bautizados en las celebraciones litúrgicas (Constitución sobre la Sagrada Liturgia, # 14). Nuestra disposición interior, es decir, unir nuestro sacrificio con el de Cristo, es la primera y más importante forma en que participamos en la Misa.

El cuidado de la Liturgia Debido a que la liturgia es tan fundamental para la vida de la Iglesia, el cuidado y el cumplimiento de la liturgia es de la ma-yor importancia. La liturgia celebrada con dignidad y respeto

Vengan, alegres demos vivas al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva; parta-mos a su encuentro dando gracias; aclamémosle con cánticos. (Salmo 95)

    

Plataformas para la Misión 3. Oración y Culto 

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« ¿Acaso no sentíamos arder en nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (Lc 24:32)

Plataformas para la Misión 3. Oración y Culto 

PARA MEDITAR “Oren sin cesar y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos”.                             (1 Tesalonicenses 5:17‐18)  

“Los milagros existen, pero es necesario rezar. Con una oración ferviente, insistente, perseverante, no una ora‐ción para cumplir..”                                   (Papa Francisco,  24 de mayo 2013) 

 

 

“La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautis‐mo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Se‐ñor”                                                                                            (Constitución sobre la Sagrada Liturgia, #10)  

“Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas « escuelas de oración », donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adora‐ción, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el « arrebato del corazón”. 

  (Novo Millennio Ineute, #33).  

Signos litúrgicos y efectivos tienen una función que anima participación plena, consiente y activa, expresan y fortalecen la fe, y dirigen a la genta hacia Dios. Signos utilizado pobremente o minimizados no animan la fe de la comunidad y hasta pueden disminuir la participación activa. Al igual se debe recordar que la liturgia y sus seña‐les y símbolos no solo tienen una función de enseñanza sino que también tocan y conmueven a la persona a convertir su corazón y no simplemente instruir la mente.       (Built of Living Stones, USCCB, p. 26) 

 

“La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la acti‐vidad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo.” Evangelii Gaudium, #24  

REFLEXIÓN PERSONAL  ¿Qué tan importante ha sido la celebración de la liturgia en mi vida? ¿Qué significa para mí hoy día?   

¿Hasta que punto es mi participación en Misa plena, consiente, y activa?  

¿Cómo describiría yo mi vida de oración más allá de la Misa? ¿En qué podría mejorar? ¿Qué tipo de apoyo nece‐sitaría yo de mi parroquia?    

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA   ¿Acaso la Eucaristía es la “fuente y cumbre” de nuestra vida parroquial? ¿Qué indicaciones hay de que la litur‐gia es importante a nuestra parroquia?   

¿Cuáles son las maneras en que su comunidad fomenta una vida en oración y explica el significado de la litur‐gia? 

¿Cuáles son las fuerzas y debilidades del culto en nuestra parroquia?   

Si somos una comunidad multicultural, ¿cómo refleja nuestra veneración esa diversidad?   

¿En qué formas nuestra parroquia hace una conexión entre la celebración Eucarística dominical y nuestro llamado a ser discípulos misioneros?  

¿Si alguien no ha asistido a Misa por años y viene a su parroquia un domingo, que es lo que vería? ¿Qué impresión se llevaría?  

    

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Oración y Culto? ¿Acaso mi reflex-ión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

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hay un solo pan, quienes somos muchos somos un cuerpo ya que todos comemos de un pan”. (1Cor 10:17). El Beato Juan Pablo II añade esto: “En el misterio de la Eucaristía Jesús construye la iglesia como una comunión según el modelo supremo evocado en su oración sacerdotal: “Así como tu, Padre, estas en mi, y yo en ti, que ellos también estén en nosotros para que todo el mundo crea que tu me has enviado” (Juan 17:21).” (Juan Pablo II, Mane Nobis-cum Domine, #20). Cuando nuevos feligreses llegan a nuestras parroquias, ¿qué encuentran? Solamente profesar ser un solo cuerpo no es suficiente si otros notan división y polarización. ¿Se nos da la bienvenida con un espíritu sincero de hospitalidad? ¿Vemos la inclusión en la parroquia donde la diversidad no margina? ¿Encuentran un lugar donde hay sanación y re-conciliación? ¿Encontraran señal de caridad extraordinaria y respeto para con cualquier edad? Es la experiencia genuina de communio que nos permite participar en la Misa en cualquier lugar alrededor del mun-do. Quizás hasta sin conocer a nadie y ni saber hablar el idioma pero somos aceptados y nos sentimos en unidad con la congregación porque entendemos que compartimos valores del evangelio en común, una relación a la persona de Cristo, el significado de los sacramentos y la misión de la iglesia. Nos sentimos en casa porque lo que nos une con quienes rendimos culto no son simplemente cosas externas de una comunidad humana o palabras de un ritual sino que el misterio que subyace toda nuestra experiencia de culto y nuestra identidad como iglesia. Esta realidad es el corazón de la verdadera comunidad Cristiana como la cual se nos presenta en Hechos 2 que dice “se dedicaron a las enseñan-zas de los apóstoles y a la vida comunitaria de compartir el pan y a las oraciones”. (Hechos 2: 42-47) Los esfuerzos que hacemos para ser hospitalarios e incluir a otros, el conocernos por nombre, el convivir con otros feligreses, respondiendo a las necesidades de otros- todos estos esfuerzos nos preparan y nos impulsan a una expe-riencia comunitaria mas profunda donde pensamos de nuestras hermanas y hermanos al mismo nivel profundo que pensamos en la unidad del Cuerpo Místico, y así pen-samos en ellos como “aquellos que son parte de mí”. (Papa Juan Pablo II, Novo Millennio Ineute, #43).

La mayoría de católicos quisieran decir que su parro-quia es hospitalaria y donde todos reciben la bienveni-da. Todos conocemos lo que se siente entrar a un lugar donde uno se siente incomodo y fuera de lugar, o sea, ajeno. También conocemos la alegría que se siente cuando uno entra a un lugar donde le dan la bienvenida con una sonrisa y se nos hace sentir en casa. Como católicos creemos que todo bautizado forma la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Por eso nuestra costumbre de sa-ludarnos al llegar a misa y el tratarnos como familia no es algo separado de nuestras creencias sino parte de nuestro credo. Incluso, las enseñanzas de la iglesia nos dicen que formamos un sacramento que revela a Cristo a otros y extiende su presencia y ministerio al mundo. El atestiguo de nuestra hospitalidad y nuestra caridad mutua y respeto del uno al otro es algo que esperamos encontrar en cada parroquia católica. Nuestra solidaridad como católicos no solo depende en el hecho de creer en un solo Cristo, pero que por El y con El formamos una communio. La communio que buscamos no es algo que nosotros mismos creamos. Cuando usamos la palabra “communio” para describir quien somos, nos movemos a otro nivel mas profundo de lo que es comunidad, un nivel que es formado por esfuerzos humanos de hospitalidad y fraternidad. La comunidad que presumimos es un don de Dios que merece ser descubierto y reverenciado. El misterio de la Santísima Trinidad que vive entre nosotros nos une a un nivel que en busca de comunión, nunca podría-mos alcanzar por sí mismos. Juan Pablo II dijo: “Una espiritualidad de comunión indica ante todo la contem-plación de corazón hacia el misterio de la Trinidad morando en nosotros y cuya luz debemos ver brillando en el rostro de nuestros hermanos y hermanas a nues-tro alrededor”. (Novo Millennio Ineute, #43). Ya que por el bautismo somos unidos a Cristo, debe-mos buscar como vivir nuestra communio si es que vamos a ser testigos creíbles a los demás del misterio de Cristo que vive en nosotros. Como miembros de una familia emparentados por sangre pero aun buscan-do como ser familia, también nosotros como iglesia buscamos como ser la comunión a las cual somos lla-mados. La eucaristía fomenta esa communio de mane-ra particular. En las palabras de San Pablo: “Ya que

    

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(Salmo 133)

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PARA MEDITAR Manténganse el amor fraterno. No dejen de practicar la hospitalidad, pues saben que algunos dieron aloja‐miento a ángeles sin saberlo.  

(Hebreos 13:1‐2)  

“Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.” (Mt 18:20)  

“Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas espe‐ranzas del mundo.  ¿Qué significa todo esto en concreto? También aquí la reflexión podría hacerse enseguida operativa, pero se‐ría equivocado dejarse llevar por este primer impulso. Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades. Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo mís‐tico y, por tanto, como « uno que me pertenece », para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valo‐rarlo como regalo de Dios: un « don para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido direc‐tamente. En fin, espiritualidad de la comunión es saber « dar espacio » al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engen‐dran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. No nos hagamos ilusiones: sin este ca‐mino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento. 

      (Papa Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, #43)   “La comunión es un lienzo que se debe tejer con paciencia y perseverancia, que va gradualmente «juntando los puntos» para lograr una textura cada vez más amplia y espesa. Una manta con pocas hebras de lana no calienta.” 

Papa Francisco, Encuentro con el episcopado brasileño, Jornada Mundial de la Juventud 2013   “Bien entendida, la diversidad cultural no amenaza la unidad de la Iglesia. Es el Espíritu Santo, enviado por el Padre y el Hijo, quien transforma nuestros corazones y nos hace capaces de entrar en la comunión perfecta de la Santísima Trinidad, donde todo encuentra su unidad. Él construye la comunión y la armonía del Pueblo de Dios. El mismo Espíritu Santo es la armonía, así como es el vínculo de amor entre el Padre y el Hijo.   Él es quien suscita una múltiple y diversa riqueza de dones y al mismo tiempo construye una unidad que nunca es uniformidad sino multiforme armonía que atrae. “                                  Papa Francisco, Evangelii Gaudium, #117  

    

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(Salmo 133)

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Mirad, ¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! (Salmo 133)

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REFLEXIÓN PERSONAL 

El Papa Francisco dijo en la celebración del Día Mundial de la Juventud; “Jesús no dijo: ‘Uno de ustedes vaya,’ sino ‘Vayan todos ustedes:’ somos enviados juntos. Queridos jóvenes, amigos, estén atentos al acompañamiento de toda la Iglesia y también a la comunión de los santos en esta misión. Cuando enfren‐tamos juntos los retos, entonces somos fuertes, y descubrimos recursos que no sabíamos que teníamos. Jesús no llamó a los apóstoles a vivir en aislamiento; los llamó a formar un grupo, a vivir en comunidad.”   

 

¿Cómo he yo experimentado el acompañamiento de toda la Iglesia y la comunión de los santos en mi vida?    

 

¿Cómo he yo experimentado lo que es communio en mi parroquia?   

 

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA  

¿Cómo nos ven otras personas a los de nuestra parroquia? ¿Es evidente a otros nuestra solidaridad en fe?   

 

¿Cómo podemos fomentar un sentido más profundo de communio en nuestra parroquia?   

 

¿Somos una comunidad que da la bienvenida? ¿Es acogedor nuestro ambiente? ¿Incluimos sin distinguir en cultura o edad? ¿Atendemos al forastero entre nosotros? ¿Tienen acceso nuestros edificios a personas con discapacidad físicas?   

 

¿Cuándo nos reunimos en comités o mesas directivas en la parroquia, ¿trabajamos con un sentido de que somos communio? ¿Qué diferencia haría eso?   

 

¿Cuáles han sido algunas de nuestras experiencias parroquiales cuando hemos reconocido que nos hemos mantenido juntos por algo más profundo que lo que nosotros hayamos sido capas?  

 

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Comunión? ¿Acaso mi reflexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

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misión de Jesús, cada cual a su manera, en favor de la vida del mundo. Como dijo el Papa Francisco, “Todo cristiano es un misionero en la medida que él o ella da testimonio del amor de Dios.” (5 de mayo 2013).

Tú puedes ser misionero en la ciudad donde vives, en tu parroquia, en el trabajo o en la diversión, en la es-cuela o en el vecindario. Lo que importa es que vayas más allá de tus propias necesidades para servir a otros en el nombre de Jesús. Como misioneros, moldeamos nuestra vida de acuerdo al ministerio de Jesús cuando iba en busca de los pobres, los enfermos y los pecado-res. Las parroquias que son fuertes y animadas son aquellas parroquias donde los feligreses comparten de la misión de Cristo con alegría. Extienden el Reino de Dios en nuestro mundo al hacer suyo el mandato del Evangelio de ser “la luz del mundo” (Mateo 5, 14).   

Los Misioneros Deben Ver Más Allá de Sí Mismos Pensar en nosotros como misioneros nos lleva a ir más allá de nuestra zona psicológica de confort. El servicio en el nombre del Evangelio puede llamarnos a lugares donde nunca hemos estado, a estar con gente que no conocemos, y a entrar en circunstancias que nunca hemos enfrentado. Seguimos a Jesús sin miedo, y de-pendemos del consejo del Espíritu Santo. Comprome-terse con la misión significa tomar en serio el llamado a ser pacificadores y a trabajar por la justicia. La mi-sión puede llevarnos a visitar un vecino anciano, a ser voluntarios en un comedor para indigentes, a escribir una carta a nuestro congresista local, o a participar en un viaje de misión parroquial a la zona de las monta-ñas Apalaches, a Haití, o a un lugar más lejano.

Para ser un misionero eficaz se comienza por aprender a escuchar con cuidado a los demás en nuestra comu-nidad, incluyendo a aquellos que no son parte de nues-tro propio círculo de feligreses comprometidos. Nues-tra tarea no es imponer nuestra espiritualidad a los demás, sino ayudarlos a encontrar su propia bondad al compartir con ellos la alegría de nuestra fe. Como todo misionero, necesitamos aprender el lenguaje de la gente a quien esperamos alcanzar, y comunicarnos con palabras que los demás puedan entender. Piense un momento en la influencia tremenda de la tecnología en la cultura de hoy. Es un nuevo lenguaje del cual mucha gente depende. Ese es sólo un ejemplo de cómo, enten-der la cultura, va más allá del contexto étnico o racial. ¿Cómo piensa la gente? ¿Qué es lo que valoran? ¿Qué están buscando en su vida? Estas son algunas de las preguntas que se hacen los misioneros .

Todos podemos estar agradecidos por el papel tan im-portante que nuestras parroquias tienen en nuestras vidas. En nuestras parroquias, la Palabra de Dios es proclamada y predicada, la Misa y los Sacramentos son celebrados, las personas de todas las edades son instruidas en la fe, y el testimonio de una comunidad sólida nos ayuda a valorar el don de ser miembros del cuerpo de Cristo. Nuestra vida espiritual es continua-mente alimentada por medio del cuidado pastoral y los ministerios de nuestras parroquias. Sin embargo, lo que a veces no llegamos a entender es que el propósito de nuestras parroquias no es solamente alimentar la fe personal de su pueblo, sino también preparar a ese pueblo para el servicio en el nombre de Jesús. A esto le llamamos nuestra vocación misionera, lo cual signi-fica que somos llamados por Dios, en virtud de nuestro Bautismo, a compartir de la misión y el ministerio de Jesús. La parroquia no es su propio fin. Su propósito no es sólamente cuidar de nuestras necesidades espiri-tuales, sino que debe ser un centro donde los discípu-los se preparan y son enviados a poner en acción el Evangelio. Esto se nos recuerda repetidamente al ser enviados al final de la Misa con este mandato: “Vayan a anunciar el Evangelio del Señor.”

Una señal de una parroquia efectiva no es el tamaño de su boletín dominical, ni la cantidad de la colecta del ofertorio, ni el número de reuniones semanales que tiene. Más bien, el bienestar y la integridad de una parroquia se determinan por qué tan bien han aprendi-do sus feligreses a ser misioneros y a compartir de la misión de Jesús con alegría. Una parroquia saludable y animada llama a sus feligreses a la misión, les ofrece un buen número de posibilidades concretas de servir, y les provee la formación espiritual, el entrenamiento y el apoyo necesarios. Lo que hay que recordar es que la misión no es uno más de los ministerios de la parro-quia; la misión debe ser el latido que impulsa, y el propósito de cada parroquia.

Todos Somos Misioneros Toda esa idea de ser un misionero puede inicialmente hacernos preguntarnos a nosotros mismos si esta voca-ción es algo que se reserva para un grupo especial de personas, comenzando por los sacerdotes y religiosas. Podemos pensar que para compartir de la misión de la Iglesia, necesitamos viajar lejos de nuestro hogar. Lo cierto es que todos somos llamados a compartir de la

“Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cie-los.” (Mateo 5, 16).

    

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Vivir como Misionero es un Proceso Involucrarse en la misión significa más que ser un vo-luntario ocasional. Para el cristiano que ha sido bautiza-do, el espíritu misionero es parte integral de su vida. Podemos iniciar nuestra vocación misionera como aprendiz de alguien que ya tiene más experiencia. Pode-mos dar pequeños pasos al principio pero luego descu-brir que podemos tomar más responsabilidad y eventual-mente convertirnos en mentores y preparar a otros para la misión. Somos más que simplemente humanitarios, pues es el amor de Cristo el que nos impulsa a ir en bus-ca de los demás. Tomamos en serio el mandato de Jesús que dijo, “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.” (Mateo 25, 40). Tomamos las Bienaventuranzas (Mateo 5, 1-12) como nuestro carác-ter misionero, la sabiduría definitiva de nuestra vocación de misioneros.  La Misión Brota de la Eucaristía La misión brota desde la Eucaristía. En la Misa somos enviados: “Vayan en paz, glorificando al Señor con su vida.” Se nos encarga la tarea de imitar el amor y la re-conciliación, que celebramos junto a la Mesa del Señor, en todas nuestras relaciones en la sociedad. El Santo Papa Juan Pablo II lo expresaba de esta manera:  “El auténtico sentido de la Eucaristía se convierte de por sí en escuela de amor activo al prójimo… La Eucaristía nos educa para este amor de modo más profundo; en efecto, demuestra qué valor debe de tener a los ojos de Dios todo hombre, nuestro hermano y hermana, si Cris-to se ofrece a sí mismo de igual modo a cada uno, bajo las especies de pan y de vino.” (El Misterio y el Culto de la Eucaristía, 1980, #6)  Por medio del proceso de Transformación Parroquial, las parroquias están siendo llamadas a fomentar una cultura enfocada en la misión. Las parroquias que tienen un espíritu misionero no se preocupan demasiado de sus propios asuntos internos ya que esto puede llevar a un narcisismo espiritual. Atienden el llamado de Jesús que “nos exige salir de nosotros mismos, y de vivir una fe cansada y habitual” (Papa Francisco, Marzo 27, 2013). Estas parroquias ven su vocación como la vocación mi-sionera, enviados a servir y no a ser servidos. Una parro-quia con fervor misionero es una comunidad alegre por-que ha aprendido a ser una con Aquel a quien el Padre envió.

PARA MEDITAR “Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también. (Jn. 20:21) “Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.” (Mt 25:35-36) La necesidad de que todos los fieles compartan [actividad misionera] no es sólo cuestión de eficacia apostólica, sino de un deber-derecho basado en la dignidad bautismal, por la cual « los fieles laicos participan, según el modo que les es propio, en el triple oficio —sacerdotal, profético y real. (Misión del Redentor, #71) “Como, por su misma naturaleza, toda la Iglesia es misionera, y la tarea de la evangelización es deber fundamental del pueblo de Dios, todos los fieles, conscientes de su propia responsabilidad, asuman la parte que les compete en la actividad misio-nal.” (Canon 781) “Es la hora de un nueva « imaginación de la caridad », que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cer-canos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno.” (Papa Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, #50) “Cristo nos guía a salir cada vez más de nosotros mismos, para entregarnos y servir a los demás..” (Papa Francisco, 4 de junio 2013)

    

“Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cie-los.” (Mateo 5, 16).

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“Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.” (Mateo 5, 16).

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REFLEXIÓN PERSONAL  El Papa Francisco dijo en el evento del Día Mundial de la Juventud,  “Jesús les está llamando a ser un discípulo con una misión.. Hoy, a la luz de la palabra de Dios que hemos escuchado, ¿qué nos está dicien‐do el Señor? He aquí tres ideas sencillas: Vayan, no tengan miedo, y sirvan.”   

¿Cómo estoy yo viviendo como un discípulo? 

¿Cuál es la misión a la que me está llamando Jesús?   

 

El Papa Francisco también dijo en el Día Mundial de la Juventud, “No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a todos los aspectos de la vida, a los márgenes de la sociedad, aun a aquellos que parecen ser los más lejanos, los más indiferentes. El Señor los busca a todos, el quiere que todos sientan la calidez de su mis‐ericordia y de su amor.”   

¿Cómo puedo traer a Cristo a nuevas áreas de mi vida? 

¿Cómo puedo compartir la calidez de la misericordia y el amor de Cristo con otros en mi vida? 

 

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA  

¿Cómo llama nuestra parroquia a feligreses a compartir en la misión de Jesús? 

   

 ¿Cuál sería un buen ejemplo del espíritu misionero de nuestra parroquia? 

  

¿Cómo podría ser nuestra parroquia más dirigida hacia misión? ¿Qué necesidades aún no se están cumpliendo para realizar la misión de Jesús? 

   

¿Como podríamos cambiar la mentalidad de que la misión es algo “extra” que le añadimos a la vida par‐roquial en vez de entender que la misión es el corazón de la parroquia?  

En Evangelii Gaudium, Papa Francisco escribe, “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comidad de aferrarse a las propias seguri‐dades.” ($49). 

Como parroquia, ¿nos ponemos el desafío de “salir a las calles” en nuestro servicio? ¿O nos que‐damos confinados en la seguridad del campus de nuestra parroquia? ¿De qué manera somos lla‐mados a ir más allá de nuestra zona de confort en el servicio del Evangelio? 

    

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Espíritu Misionero? ¿Acaso mi re-flexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi par-roquia?

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compartida y nutrida dentro de la comunidad. Las vidas de los santos nos enseñan que el camino a la santidad no se limita a lo que hay dentro de las paredes de la iglesia. Al igual que los santos que hemos conocido y aprendido a amar en nuestra tradi-ción católica y en nuestras propias vidas, podemos acercarnos a Dios por medio de nuestro trabajo diario, del cuidado que le damos a nuestra familia, y de los sacrificios que hacemos por los demás. Podemos cre-cer en santidad cuando experimentamos pérdidas sig-nificativas en nuestra vida y dejamos que la fuerza de la cruz le de un nuevo significado a aquello que al principio se sintió solamente como un vacío y oscuri-dad. Podemos comenzar a sentir la presencia de los santos a nuestro lado cuando defendemos la justicia o cuando somos ridiculizados por escoger aquello que es lo moralmente correcto, pero que no es popular. El gozo que experimentamos cuando nace un niño, o las buenas noticias de que un amigo se ha comprometido en matrimonio pueden revelarnos el benévolo amor de Dios y motivarnos a alabar al Señor con todo nuestro ser. No hay nada en nuestra vida que pueda ser exclui-do de nuestro crecimiento en la santidad. Pues todo lo que somos y todo lo que experimentamos, debe inte-grarse en nuestra vida para que sea nuestra totalidad lo que es transformado en santidad. Además de encontrar buenos compañeros en nuestra parroquia para este caminar de santidad, espe-ramos que nuestra parroquia pueda proveer el consejo y las sugerencias necesarios para tener esa disciplina espiritual que fortalece nuestra determinación de se-guir a Cristo sin reservas. Cuando los que buscan la verdad llegan a nuestra parroquia en un punto de su vida en que se sienten que están listos para tomar su fe más en serio y a trabajar para obtener la santidad, ¿qué podemos ofrecerles? Esa pregunta no se responde con una lista de programas o con una biblioteca electróni-ca. ¿Quién va a ser el compañero de esta persona? ¿Quién le ayudará a integrar una disciplina personal, como el doctor que prescribe la dieta apropiada y la terapia necesarias para una buena salud? Si nuestras parroquias han de ser eficientes, necesitan hacer más que ofrecer algunos programas y un calendario de li-turgias y devociones. Nuestras parroquias deben con-vertirse en terreno fértil en el cual los nuevos santos puedan crecer. Y cada uno de nosotros tenemos la res-ponsabilidad de asegurar que esto suceda.

La meta más importante de todas las parroquias es ayudar a sus feligreses a responder al llamado a la san-tidad. La primera carta de Pedro nos recuerda: “Así como aquel que los ha llamado es santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir; porque escrito está: Sean santos porque yo soy santo” (1 Pedro 1, 15-16). Hablar con otras personas acerca de la santi-dad puede ser un tanto incómodo. La idea de poder ser santos como el Señor y sus santos puede parecernos como algo demasiado lejano a lo que sabemos que son nuestras vidas, o simplemente algo inalcanzable debi-do a nuestras fallas y nuestras limitaciones. Sin embar-go, el ser santo es ante todo un regalo (una gracia). Somos santos porque Dios nos hizo, y lo que es más, nos redimió en las aguas del Bautismo impartiéndonos su vida y reconociéndonos como sus hijos e hijas a quien ha escogido. Entonces, vivir una vida santa sig-nifica ser fiel a nuestra vocación de hijos de Dios. Al crecer en santidad estamos haciendo la voluntad de Dios. El discernimiento de lo que es la voluntad de Dios para nosotros es nuestra vocación de toda la vida. Aprendemos a hacer esto cuando nos revestimos de la mente de Cristo Jesús. “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Filipenses 2, 5). El leer y reflexionar sobre la Sagrada Escritura, la práctica habi-tual de la oración, la celebración de los sacramentos y el interpretar nuestras vidas a la luz del misterio de la cruz y la resurrección nos lleva a profundizar dentro de lo que es la vida de Dios. Esperamos poder llegar a decir lo que San Pablo tan elocuentemente dijo, “Ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí” (Gálatas 2, 20). Crecemos en santidad con la ayuda de otros. Los compañeros espirituales en este camino a la santi-dad no solamente nos darán el testimonio de su vida, sino que también, por amor a nosotros nos reafirma-rán, nos retarán, y nos ayudarán a escuchar la voz de Dios y a hacer su voluntad. Qué maravilloso sería si pudiésemos experimentar esta clase de compañerismo espiritual en nuestra parroquia. ¿No estamos todos en el mismo camino hacia Dios? ¿Cómo podemos apo-yarnos unos a otros en este caminar hacia la santidad? Nuestra cultura ‘nos dice’ que la fe es ‘privada’ y algo que debemos guardarnos para nosotros mismos. Pero es mejor decir que nuestra fe es personal y necesita ser

Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. (Jn. 10:10)

    

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PARA MEDITAR “En verdad eres Santo, Señor, y desde el comienzo del mundo trabajas sin cesar para que la raza humana sea santa justa como Tu mismo eres santo”.   

(Plegaria Eucarística para la Reconciliación I)   La santidad es la plenitud de la vida cristiana; consiste en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nues‐tras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. Como tal, mas que nada es obra del Espíritu San‐to que por el bautismo llena nuestros corazones y nos hace participes en el misterio pascual y nos permite vivir una vida nueva en unión con Cristo resucitado. La santidad no es sino la caridad plenamente vivida. En la búsqueda de esta santidad, dejamos que la semilla de del amor y vida de Dios sea cultivada al escuchar su Pa‐labra y al practicarla por medio de la oración y la celebración de los sacramentos por sacrificio y servicio de nuestros hermanos y hermanas. Los santos nos dicen que todos podemos recorrer este camino de plenitud hacia la vida eterna. Que por sus oraciones y la gracia del Espíritu Santo podamos cada uno vivir nuestra voca‐ción Cristiana plenamente para ser también nosotros como teselas del gran mosaico de santidad que Dios va creando en la historia, a fin de que el rostro de Cristo brille en la plenitud de su esplendor.     

(Benedicto XVI, 20 de Abril 2011)     Es, pues, completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la pleni‐tud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, y esta santidad suscita un nivel de vida más humano in‐cluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los fieles las fuerzas recibidas según la medida de la donación de Cristo, a fin de que, siguiendo sus huellas y hechos conformes a su imagen, obede‐ciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del próji‐mo. Así, la santidad del Pueblo de Dios producirá abundantes frutos, como brillantemente lo demuestra la historia de la Iglesia con la vida de tantos santos.   

(Constituion dogmático en la Iglesia, #40)     

“No nos contentemos con una vida cristiana mediocre. Caminen con decisión hacia la santidad.” (Papa Francisco, 7 de mayo 2013) 

Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. (Jn. 10:10)

    

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Yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud. (Jn. 10:10)

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REFLEXIÓN PERSONAL 

 

¿Conoces personas santas en tu vida? ¿Cómo se ven?  

 

¿Alguien en la parroquia le ha preguntado últimamente sobre su vida espiritual?  Como respondería esa pregunta?   

 

¿Has pensado alguna vez el ser llamado a la santidad como tu vocación?   

 

¿Cómo has llegado a conocer la voluntad de Dios en tu vida?  

 

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA  

 

¿Qué les ofrece nuestra parroquia a personas en el camino hacia la santidad?   

 

¿Cómo podría nuestra parroquia convertirse en campo fértil en el que crecen los santos?    

 

    

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre El Llamado a la Santidad? ¿Acaso mi reflexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

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sión de Dios para el mundo. Puede ser que responda-mos a apelaciones especiales tales como en caso de reparaciones de emergencia para el techo de la iglesia, pero luego dejamos de compartir nuestros bienes de una manera regular y constante. Lo ideal es que quera-mos agradecer a Dios siempre con un corazón genero-so por lo que hemos recibido de la bondad de Dios. Regresamos algo al Señor principal y primordialmente motivados por un sentido de amor y gratitud. Una administración espiritual de los bienes incluye todo lo que hay en nuestra vida, no solamente nuestra relación con nuestra parroquia. Cómo utilizamos nues-tro tiempo y nuestros recursos en el hogar y en el tra-bajo es tan importante como la cantidad de tiempo y de recursos que compartimos con nuestra comunidad pa-rroquial. La gente hoy día siente como que no tienen tiempo libre. Siempre estamos tratando de ponernos al corriente, siempre corriendo a lo que sigue, cansados y exhaustos ya para el medio día. El tomar seriamente una administración espiritual nos lleva a una evalua-ción de nuestros compromisos y a un cuestionamiento de si estamos utilizando nuestro tiempo de una manera prudente y saludable. ¿Destinamos tiempo a cultivar nuestras relaciones, y a obtener el ejercicio y descanso que necesitamos? ¿Nos estamos alimentando con una dieta saludable y cuidando del cuerpo que Dios nos ha dado? Un administrador fiel no espera a que haya una apela-ción especial de su tiempo, su talento o sus bienes. Él o ella comienza con Dios. El buen administrador no le da a Dios lo que le ha sobrado, sino que le da a Dios los primeros frutos de su trabajo. Una parroquia de administradores fieles es una parroquia llena de gozo porque sus feligreses saben que han sido bendecidos y viven con abundancia. Es a través de la fe y de la ad-ministración generosa de los feligreses que la misión de Cristo puede continuar.

S omos un pueblo bendecido. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo en Cristo con toda clase de bendi-ción espiritual en los cielos” (Efesios 1, 3).

Podemos ser bendecidos, pero con frecuencia vivimos con una mentalidad que se enfoca en la necesidad y no en la abundancia. Un tropel constante de anuncios nos persuade a comprar más y a gastar más, siempre bus-cando lo más nuevo. Tendemos a hablar más acerca de lo que no tenemos que acerca de lo que tenemos. Ten-demos a vivir con el miedo y la ansiedad de no tener lo suficiente. Los cristianos de fe son administradores agradecidos. Sus vidas se caracterizan por una espiritualidad de abundancia. Están conscientes y siempre agradecidos por lo que Dios les ha dado. Ellos reconocen que todo lo que tienen y todo lo que son es un regalo de Dios. Todo lo que tenemos se nos ha dado como custodios de la creación de Dios. Somos los administradores de los regalos de Dios. Entre más hayamos recibido, más se esperará de nosotros. Tenemos la responsabilidad de utilizar nuestros dones, no exclusivamente para nues-tro propio beneficio, sino para el bien de los demás y para extender el Reino de Dios (ver Lucas 12, 48). El Evangelio nos llama a ser administradores genero-sos y responsables. Esto significa que desde el más chico hasta el más anciano, nuestros dones personales, nuestro tiempo y nuestros bienes están destinados a ser compartidos; no acaparados o escondidos bajo un ca-nasto. Los dones únicos que Dios da a cada uno de nosotros son para que ayuden a construir el Cuerpo de Cristo. Compartimos nuestros dones todo el tiempo porque siempre estamos agradecidos; no solamente cuando una emergencia requiere nuestra atención in-mediata. Necesitamos estar alerta a cómo nuestra cultura de consumismo puede sutilmente influenciar nuestra espi-ritualidad. Si no somos cuidadosos, podemos comen-zar a enfocar nuestra religiosidad como si fuésemos consumidores y no colaboradores generosos en la mi-

Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios. (1 Pedro 4:10)

    

Plataformas para la Misión 7. Co‐responsabilidad Espiritual  

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. PARA MEDITAR No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban. Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estra‐gos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar. Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.  

(Mt 6:19‐21)     “Señor, enséñame a ser generoso. Enséñame a servirte como Tú mereces; a dar sin contar el costo, a luchar sin tener en cuenta las heridas, si no es el saber que cumplo tu voluntad”  

(San Ignacio de Loyola)    ¿Cómo se reconoce un administrador? El que salvaguarda materiales y recursos humanos y los usa responsa‐blemente es una posible respuesta; como lo es el ser generoso con su tiempo, talento y tesoro. Pero el ser administrador significa más. Como administradores recibimos dones de Dios con agradecimiento, los cultiva‐mos responsablemente, los compartimos amorosamente con justicia hacia los demás, y se los regresamos a Dios con un aumento. 

          (Stewardship; A Disciple’s Response, USCC, 1993)      

“El cuidado de la creación no es sólo un mandato divino al principio de la historia; es también para nosotros, es parte del proyecto de Dios.” 

(Papa Francisco, 5 de junio 2013) 

Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios. (1 Pedro 4:10)

    

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Que cada uno ponga al servicio de los demás el carisma que ha recibido, y de este modo serán buenos administradores de los diversos dones de Dios. (1 Pedro 4:10)

Plataformas para la Misión 7. Co‐responsabilidad Espiritual  

REFLEXIÓN PERSONAL 

 

¿Cómo trato de vivir como un fiel administrador Cristiano?  

 

¿Cuál es un obstaculo que me no permite que comparta mi tiempo, talent y tesoro con mayor generosid‐ad?  

 

¿Cómo estoy yo animando a los demás, p. e., a mis hijos, compañeros de trabajo, a vivir como un fiel ad‐ministrador Cristiano?    

 

¿Qué tensiones experimento al tratar de practicar una administración espiritual? 

 

REFLEXIÓN SOBRE LA PARROQUIA  

 

¿Cómo promovemos un espíritu de administración espiritual en nuestra parroquia?    

 

 

¿Cómo están aprendiendo nuestros niños sobre la administración espiritual en sus vidas?   

 

 

¿Acaso opera nuestra parroquia desde una espiritualidad de abundancia o deseo? 

 

    

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REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Co-responsabilidad Espiritual? ¿Acaso mi reflexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

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Nuestra Misión 

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Configurar la Misión  Continuando a construir sobre nuestras reflexiones, vamos a querer hace hincapié de temas que se presen‐tan y que podrían ser bases de nuestra misión parroquial. Poder pensar sobre nuestra misión parroquial a través de una variedad de perspectivas podría ayudarnos a identificar nuevos temas para nuestra misión.  

Perspectivas  Possible themes influencing our parish mission 

Carisma de nuestro patrón o la congregación de religiosos que sirve en la comunidad.    

 

Desafíos y oportunidades demográficas que se presentan.  

 

Nuestras perlas de gran valor.  

Los componentes que son importantes en nuestras circunstancias 

 

Cuento bíblico a pasaje de las escrituras que toca la experiencia de nuestra aparroquia.  

 

Desafío espiritual particular a nuestra parro‐quia.  

 

Otras posibles perspectivas    

Censo de la parroquia (ejemplo: tipos de tra‐bajo)  

 

Regresaremos a esta pagina en el transcurso del proceso para continuar a identificar y re‐definir posibles temas. Mas adelante en el proceso, los reduciremos para determinar cuales es el tema o los temas cen‐trales que definirán nuestra misión parroquial.  

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Evaluando Nuestra Narración de Misión  Ahora que hemos escrito nuestra narración de misión, deberíamos revisar los atributos de una narración de 

misión fuerte e evaluar nuestra narración contra estos atributos.  

Atributos de una narración de misión fuerte 

Atributos  Muy en Desacuer‐

do 

         Muy de acuerdo 

Nuestra narración de misión tiene la funda‐ción engendrada en La Escritura, La Liturgia, y/o el carisma de nuestro santo patrón. 

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Nuestra narración de misión mueve la imagi‐nación usando lenguaje concreto y vivido. 

1  2  3  4  5 

Nuestra narración de misión claramente articula como somos llamados únicamente a vivir nuestra misión y ministerio de Jesús en este tiempo y en este lugar, y ha sido forma‐do por circunstancias particulares, historia, y cultura de nuestra comunidad. 

1  2  3  4  5 

Nuestra narración de misión nos llama a replantar y fortalecer nuestras relaciones, no solamente a iniciar cambios a los progra‐mas. 

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Nuestra narración de misión es relevante a los feligreses que ya están engranados en la parroquia, al igual a aquellos quienes quizás actualmente no toman un papel activo en la vida parroquial. 

1  2  3  4  5 

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Nuestra Plan de Acción 

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Fijar Objetivos Después de dejar tiempo suficiente para la lluvia de ideas de aspiraciones, el siguiente paso es nombrar los resultados específicos que la parroquia debe intentar lograr por medio de su plan de acción de Transforma-ción Parroquial. Esto se hace fijando objetivos especí-ficos. Un objetivo describe lo que la parroquia aspira a lograr. Un objetivo es diferente de una acción porque una acción describe los pasos específicos (el cómo) que la parroquia tomará para alcanzar las metas princi-pales (los objetivos). En otras palabras, los objetivos vienen primero, y las acciones les siguen. Hemos in-cluido ejemplos específicos de objetivos y acciones en la siguiente página para ayudarles a orientarse. Para cada una de las Plataformas que su equipo ha seleccionado como área de enfoque, fijar de 1 a 3 obje-tivos es lo usualmente razonable. Tener más de 3 obje-tivos distintos para cada Plataforma es correr el riesgo de que estemos tratando de abarcar demasiado con nuestros recursos.

Este es el momento de preguntarnos:

¿En qué aspiraciones / metas debemos enfocar nuestra Transformación Parroquial, tomando en cuenta los recursos económicos y de tiempo dis-ponibles a la parroquia?

Lluvia de Ideas y Asignación de Prioridad de las Acciones El siguiente paso es hacer una lluvia de ideas de accio-nes específicas que la parroquia va a tomar para lograr sus objetivos de Transformación Parroquial, y asig-narles prioridad. En la lluvia de ideas para las accio-nes, una pregunta importante que debemos hacernos es

¿Cuáles acciones serían las que más podrían ayu-dar a la parroquia a lograr nuestros objetivos

De igual manera, al estar considerando las ideas, hacer esta pregunta:

¿Cómo ayudará una acción específica a que la parroquia alcance los objetivos a los que hemos dado prioridad

Si una acción no está claramente vinculada a un objeti-vo, el equipo debe considerar honestamente si esa ac-ción debe ser incluida en el plan. Una acción que no está claramente vinculada a un objetivo probablemen-te no resultará en el uso efectivo del tiempo y de otros recursos.

Al comenzar su equipo a desarrollar el plan de acción de Transformación Parroquial de su parroquia, es provechoso revisar primero el proceso de planificación de acciones. La planificación de acciones comienza con una lluvia de ideas y concluye con un conjunto de objetivos concretos y de acciones para los que hay metas específicas, fechas para llevarse a cabo, y perso-nas asignadas a darle seguimiento a cada acción. 1) Lluvia de Ideas de Aspiraciones 2) Fijar los Objetivos 3) Lluvia de ideas y asignación de prioridad de las

acciones para alcanzar cada objetivo 4) Fijar metas, fechas para llevarse a cabo, y persona

que dará seguimiento a cada acción Lluvia de Ideas de Aspiraciones Antes de determinar qué acciones específicas la parro-quia debe incluir en el plan, es importante darse el tiempo para soñar sobre lo que la parroquia podría lograr y para discernir hacia dónde está siendo llamada la parroquia. Comiencen pensando en términos genera-les antes de nombrar acciones específicas. Algunas preguntas que pueden ayudarles a reflexionar y a dia-logar son: ¿Hacia dónde nos está indicando el Espíritu Santo

que debemos ir? Si la parroquia tuviera recursos ilimitados

(económicos y de tiempo), ¿qué aspiraríamos a lograr?

En esta etapa, es importante mantenerse enfocados en lo que la parroquia debe tratar de lograr (los objetivos). Si algunas ideas para acciones específicas surgen du-rante la lluvia de ideas inicial, guárdenlas para un diá-logo futuro (consideren mantener un “estacionamiento de ideas” en un papel por separado para revisarlas en una junta posterior). Estas ideas pueden dar origen a nuevas aspiraciones y pueden ser acciones importantes para el plan final. Sin embargo, en este punto, es im-portante no quedarse estancados en los detalles de ideas específicas para alguna acción. Enfóquense en lo que la parroquia debe aspirar a poder lograr.

NUESTRA PLAN DE ACCIÓN I. Resumen de plan de acción  

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Asignar “Dueños”de las Acciones Cada acción en el plan de acción de Transformación Parroquial necesita un “dueño” que hará suya esa ac-ción y tomará el liderazgo en su implementación. Esto es algo crucial para mantener el ímpetu y la responsa-bilidad dentro del equipo parroquial. Apuntarse como el dueño de una acción no significa que usted tendrá que completar cada uno de los actos que se requieren para implementar esa acción con éxito. Lo que sí signi-fica es que usted acepta ser la persona que le dará se-guimiento y coordinará los voluntarios y los recursos necesarios para completar la acción.

Por ejemplo, si el miembro del equipo acepta ser el dueño de una acción para llamar a todos los feligreses que están registrados en la parroquia como parte de un censo parroquial, él o ella no tendrá que encargarse de hacer cada una de las llamadas. Sin embargo, sí tomará el liderazgo en coordinar a los voluntarios y en trabajar con el personal de la parroquia para completar todas las llamadas, poner al corriente los archivos, etc.

Ejemplos de objetivos, acciones y metas:

Objetivo 1: Aumentar la colecta semanal

Acción(es): Implementar un Programa de Donativos Planificados

durante el Otoño Promover la opción de donaciones electrónicas por lo menos una vez al mes.

Metas: Incrementar la colecta semanal de $5,000 a $6,000 en el transcurso de 1 año Incrementar el número de donantes utilizando la op-

ción electrónica de 25 a100 en el transcurso de 1 año

Objetivo 2: Expandir las opciones para catequesis de adultos

Acciones: Comenzar un programa de estudio de la Biblia du-

rante la Cuaresma Iniciar un programa de formación para padres de niños pequeños durante el próximo mes de septiem-bre

Metas: Un promedio de 20 participantes en el programa de estudio bíblico 10 parejas participantes durante el primer año del programa de formación

Fijar acciones y metas de acuerdo al plan SMART Cada acción necesita una meta. Estudie las normas del plan SMART:

Specific (Específicas) Las acciones y las metas deben ser específicas para que todos entiendan el propósito de cada acción. Ex-presar claramente las acciones y la meta ayudará a mantener al equipo alineado con su propósito durante la etapa de implementación, asegurando así que el es-fuerzo de todos se mueve en la misma dirección.

Measureable (Medibles) En todo lo posible, fijen metas de acuerdo a medidas cuantitativas. Esto permitirá a la parroquia evaluar el éxito de cada acción después de su implementación. Medir el éxito es importante para poder celebrar los logros y para considerar a cuáles acciones se les dará prioridad de continuar en el futuro; y cuáles acciones pueden requerir una estrategia diferente en el futuro.

Attainable (Alcanzables) Es importante fijar metas que la parroquia pueda razo-nablemente lograr dentro del tiempo provisto para ello. Se les anima a tener metas que aspiran a mucho, o metas que nos hacen “estirarnos” , pero pongan un tiempo límite razonable para cada meta. Por ejemplo, si la parroquia quisiera tener el doble de ingresos, esto puede ser una meta a cumplir en 5 años; mientras que incrementar los ingresos en un 20% podría ser una meta alcanzable en el 1er. año.

Relevant (Relevantes) Cada objetivo, cada acción y cada meta deben apoyar la misión de la parroquia. Si un objetivo, acción o me-ta no es relevante a la misión de la parroquia, se debe dar seria consideración a si ese objetivo, acción o meta debe ser incluido en el plan de acción de Transforma-ción Parroquial.

Time-bound (Tiempo Definido) Fijar calendarios de cumplimiento dentro de un tiempo definido específico crea un sentido de urgencia y nos ayuda a cuidar de la responsabilidad. Es de provecho asignar un tiempo en que la acción debe comenzar y un tiempo para medir los resultados.

NUESTRA PLAN DE ACCIÓN I. Resumen de plan de acción  

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¿A Quiénes Estamos Tratando de Llegar con Nuestra Plan de Acción? Para poder pensar de manera diferente, necesitamos considerar diferentes puntos de vista. Como equipo de liderazgo, necesitamos preguntarnos a nosotros mismos, honestamente, “¿A quiénes estamos tratando de llegar con nuestros intentos de Transformación Parroquial? ¿Es solamente para nosotros, los que ya estamos comprometidos con la Iglesia y amamos nuestra parroquia? ¿O nos está llamando Cristo a dejar las noventa y nueve ovejas para ir en busca de una que anda perdida?” (Lucas 15, 4). Para poder renovar nuestra parroquia, necesitamos preguntar, “¿Qué diría un nuevo feligrés de nuestra parroquia? ¿Qué diría un feligrés que se ha alejado sobre nuestra parroquia? ¿Qué diría la comunidad cívica sobre nuestra parroquia?” A veces, los comentarios que recibimos al conocer los diferentes puntos de vista nos indican que ha lle-gado la hora de realizar un cambio. Esto puede signi-ficar que debemos de dejar de hacer algunas activida-des en la parroquia para dedicarnos a algún nuevo ministerio. Esto puede significar que necesitamos arriesgarnos a probar nuevas e innovadoras maneras de llevar adelante la misión de Jesús en el mundo de hoy. A veces, el riesgo mayor que enfrenta la vitali-dad de nuestra parroquia es el riesgo a resistirse al cambio. Sin una apertura a las nuevas ideas y las nue-vas maneras de trabajar, podríamos encontrarnos frustrados y desalentados, cada vez con menos y me-nos gente a quien le interese lo que tenemos para ofrecerles. Abogar por nuevas ideas no es negar todo lo bueno que en el pasado nos ha sido útil. Una visión nueva y realizable se construye sobre las bases del pasado. Desarrollar una nueva visión no es fácil, y necesita-mos estar dispuestos a intentar muchas maneras antes de encontrar la apropiada. Pero si no soñamos y no probamos con nuevas ideas, caeremos en el gran ries-go de ver a nuestra parroquia decaer por falta de entu-siasmo.

En un mundo cambiante, debemos reconocer que

la vida parroquial y el ministerio hoy día requieren de una nueva creatividad e imaginación. Hay que tener valor para honestamente reconocer cuando las maneras y los medios de vida parroquial a los que nos hemos acostumbrado ya no pueden responder a los retos del mundo de hoy. Las prioridades de la parroquia tal vez necesiten cambiar debido a cambios demográficos, las necesidades de los feligreses, diferencias culturales, o disponibilidad de personal y de recursos. Puede ser difícil reconocer que nuestros programas, instalacio-nes, o sistemas ya no pueden apoyar eficientemente nuestra misión. Necesitamos pensar de manera innova-dora y diferente, confiar en el consejo del Espíritu Santo, y tomar los riesgos que sean razonablemente necesarios para renovar nuestras parroquias.

Al predicar sobre la lectura del Evangelio que habla de Vino Nuevo y Vasijas Nuevas, el Papa Francisco dijo:

“En la vida Cristiana, y aun en la vida de la Iglesia, hay estructuras viejas, estructuras desvaneciendo: ¡es necesario renovarlas! Y la Iglesia siempre ha estado atenta a esto, por medio de dialogar con las culturas… Siempre ha permitido ser renovada según los lugares, los tiempos y las personas. ¡La Iglesia siempre ha he-cho esto! …Y así la Iglesia siempre sigue adelante, dando espa-cio para que el Espíritu Santo renueve estas estructuras de las iglesias. ¡No le teman a eso! ¡No le teman a la novedad del Evangelio! ¡No le teman a la novedad que el Espíritu Santo produce dentro de nosotros! ¡No ten-gan miedo de renovar las estructuras!”

(6 de julio 2013)

Por medio de Transformación Parroquial, les exhorta-mos a dejarse inspirar por estas palabras y a soñar con nuevas maneras en las que su parroquia puede relacio-narse con sus feligreses y con la comunidad local. Pre-gúntense a sí mismos, “¿Cómo debemos renovar nues-tra parroquia para enfrentar los retos de los tiempos, los lugares y la gente de hoy? ¿En qué sentido debe-mos de pensar diferente para alcanzar a aquellos que se han retirado de la iglesia o aquellos que nunca han encontrado a Cristo?

Nadie echa tampoco vino nuevo en envases de cuero viejos; si lo hace, el vino nuevo hará reventar los cueros, se derramará el vino y se perderán también los cueros. Pongan el vino nuevo en envases nuevos. (Lc. 5:37-38)

NUESTRA PLAN DE ACCIÓN II. Vino Nuevo/Envases Nuevos 

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Los cambios que la parroquia decida hacer a través del proceso de Transformación Parroquial, deben ser res-paldados por un espíritu fundamental y un renovado compromiso con la misión de Jesús. No estamos bus-cando un cambio solo por tener un cambio. Más bien, buscamos un cambio que comunique de mejor manera la misión de nuestra parroquia, nuestra pasión por ser-vir a Cristo, y nuestra pasión por extender el Reino de Dios entre nosotros. A veces se necesita que haya un cambio en la manera en que hacemos las cosas o el modo en que nos pre-sentamos públicamente para poder despertar el interés de la gente por la Iglesia. Necesitamos retarnos unos a otros a pensar de forma innovadora y no tener miedo a ir hacia aguas más profundas. (Veamos el pasaje de Lucas 5, 1-11 para ver lo que Jesús les dijo a los discí-pulos cuando no estaban teniendo éxito en la pesca).

¿Cómo Crear una Visión Innovadora en Nuestra Plan De Acción? Crear una nueva plan transformativa requiere imagina-ción y valentía. Podemos tener miedo a soñar porque somos conscientes de que nuestros recursos son limita-dos. Podemos temer expresar una idea por miedo a que se rían de nosotros y descarten nuestra idea calificán-dola de tonta. En nuestros equipos de Transformación Parroquial es crucial que mantengamos una atmósfera en la que todos puedan expresar sus sueños y buscar ideas que aspiren a lograr mucho, sin temor y libres de prejuicio. Comencemos por preguntar, “Si tuviésemos todos los recursos que queremos, y si el dinero no fuera una restricción, ¿qué haríamos?” En el transcurso del pro-ceso de Transformación Parroquial, ustedes asignarán prioridad a las ideas para eventualmente desarrollar un plan factible que quepa dentro de las posibilidades de recursos actuales en su parroquia. Pero en los ejerci-cios iniciales de búsqueda de ideas y planificación, tomen en consideración nuevas maneras de examinar su parroquia. Estén atentos para escuchar dónde hay pasión por intentar algo nuevo. ¿Son las instalaciones las que están determinando hacia dónde va la parro-quia? ¿Hay un tema intocable que todos se empeñan en ignorar? Examinen a fondo la encuesta parroquial para ver si los feligreses están sacando a la luz alguna necesidad que requiere una nueva manera de atenderla. Pidan ideas a sus amigos que no están tan involucrados en la parroquia o que no van a Misa con regularidad. Tengan el valor de presentar una nueva idea o una nueva costumbre a la parroquia. No todas las nuevas ideas tendrán éxito. Pero sin ellas, habrán pocas posi-bilidades de que haya un cambio y un crecimiento. Estén atentos más allá de su corazón a las indicaciones del Espíritu Santo, que es el que dirige y guía a la Igle-sia.

Nadie echa tampoco vino nuevo en envases de cuero viejos; si lo hace, el vino nuevo hará reventar los cueros, se derramará el vino y se perderán también los cueros. Pongan el vino nuevo en envases nuevos. (Lc. 5:37-38)

NUESTRA PLAN DE ACCIÓN II. Vino Nuevo/Envases Nuevos 

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PARA MEDITAR Esto es lo que ha de suceder después: Yo derramaré mi Espíritu sobre cualquier mortal. Tus hijos y tus hijas profetizarán, los ancianos tendrán sueños y los jóvenes verán visiones. Hasta sobre los siervos y las sirvientas derramaré mi Espíritu en aquellos días.  (Joel 2:28‐29)  Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar no existe ya. Y vi a la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo.  Y oí una voz que clamaba desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres; él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y él será Dios‐con‐ellos; él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado.» Y el que estaba sentado en el trono dijo: «Ahora todo lo hago nuevo». Luego me dijo: «Escribe, que estas palabras son ciertas y verdaderas.» Y añadió: «Ya está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin.               (Apocalipsis 21: 1‐6a)  

 

"Nacemos no para ser guardianes de museos sino que para cultivar un jardín de vida floreciente.   (Papa Juan XXIII) 

 

“Pidamos la gracia de no tener miedo a la novedad del Evangelio, de no tener miedo a la renovación que nos trae el Espíritu Santo, de no tener miedo de dejar ir las estructuras decadentes que nos aprisionan.”   

(Papa Francisco, 6 de julio 2013)  

“Algunos ven las cosas como son y preguntan ¿por qué? Yo veo las cosas como pueden ser y pregunto ¿por qué no?                                Robert F. Kennedy  

“La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del « siempre se ha hecho así ». Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades.”        Papa Francisco, Evangelii Gaudium, #33  

REFLEXIÓN PERSONAL  ¿Qué estaríamos dispuestos a sacrificar para tener “vasijas nuevas”?    Al reflexionar sobre nuevo vino/nuevos cueros, ¿hay algo que emotiva sueños sobre la parroquia en la 

cual has participado tanto tiempo?  

REFLEXIÓN PERSONAL   ¿Cuáles son esas aguas más profundas en nuestra parroquia hacia las que podemos tener miedo a nave‐

gar?     ¿Cuáles son los obstáculos al cambio en nuestra aparroquia? ¿Cuáles son los temores cuales no queremos 

mencionar?    ¿Quiénes son las personas creativas y con imaginación quienes nos podrían ayudar a hacer una lluvia de 

ideas libremente con la esperanza de poder encontrar “vasijas nuevas?” 

Nadie echa tampoco vino nuevo en envases de cuero viejos; si lo hace, el vino nuevo hará reventar los cueros, se derramará el vino y se perderán también los cueros. Pongan el vino nuevo en envases nuevos. (Lc. 5:37-38)

NUESTRA PLAN DE ACCIÓN II. Vino Nuevo/Envases Nuevos 

61 

REFLEXIONANDO SOBRE LA MISIÓN  ¿Qué iluminación puedo extraer de este ensayo sobre Vino Nuevo/Envases Nuevos? ¿Acaso mi reflexión sobre este capitulo influye mi pensar sobre la identidad y propósito de mi parroquia?

62 

A)  Después de haber orado y de haber estudiado los compo‐nentes que dan vida a la misión de nuestra parroquia, noso‐tros, el pueblo de la parroquia ___________________________ proponemos que la MISION a la cual Dios nos llama es: 

B)  Acciones necesarias para lograr nuestra misión. 

Objetivos y Acciones ¿Cuándo?   ¿Quién?   Meta (que se pueda medir)  

1. 

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‐ 

‐ 

     

2. 

‐ 

‐ 

‐ 

     

3. 

‐ 

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4. 

‐ 

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‐ 

     

TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL PLAN DE ACCIÓN DE MISIÓN 

63 

Acciones necesarias para fortalecer nuestras fundaciones.  Nuestras áreas de enfoque (seleccionar de 1 a 3) _____  Evangelización      _____ Catequesis  ____ Oración y Culto   _____ Comunión _____  Espíritu misionero  _____  El llamado a la Santidad  _____  Co‐responsabilidad Espiritual 

Objetivos y Acciones   ¿Cuándo?   ¿Quién?    Meta  con medida  

Área de Enfoque #1:          

1. 

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‐ 

     

2. 

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‐ 

     

3. 

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‐ 

     

Área de Enfoque #2:          

1. 

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‐ 

     

2. 

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‐ 

        

3. 

‐ 

‐ 

        

Área de Enfoque #3:          

1. 

‐ 

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2. 

‐ 

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3. 

‐ 

‐ 

        

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Objetivos y Acciones   ¿Cuándo?   ¿Quién?    Meta  con medida  

Área de Enfoque #1:          1. 

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‐ 

     

2. 

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‐ 

     

3. 

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‐ 

     

Área de Enfoque #2:          1. 

‐ 

‐ 

     

2. 

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‐ 

     

3. 

‐ 

‐ 

     

Área de Enfoque #3:          1. 

‐ 

‐ 

        

2. 

‐ 

‐ 

        

3. 

‐ 

‐ 

        

Asegurar nuestro Futuro Financiero  

TRANSFORMACIÓN PARROQUIAL PLAN DE ACCIÓN DE FINANZAS 

Nuestras Áreas de Enfoque  (marque todo cual aplique): _____  Ingresos de la Iglesia _____  Gastos de la Iglesia  _____  Ingresos de la escuela _____  Gastos de la escuela  _____  Capital 

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Pregunta   Comentario

Asignación de Recursos    

Dada nuestra nueva misión y áreas de enfoque, ¿necesitaremos revisar nuestros programas considerando la posibilidad de des‐continuar algunos que acaso ya no sean tan necesarios?

____ Sí    ____ No  

 

¿Necesitamos recaudar fondos adicionales para nuestras prioridades mas altas? 

____ Sí    ____ No  

Liderazgo Efectivo    

¿Acaso nuestro plan de acción exige evaluar los funciones y res‐ponsabilidades del equipo parroquial?

____ Sí    ____ No  

¿Deberíamos re‐evaluar la forma en que el Consejo Parroquial, la Mesa Directiva de la Escuela, y el Consejo Financiero sirven a nuestra parroquia?

____ Sí    ____ No  

¿Acaso deberíamos de pensar mas específicamente sobre entre‐namientos y formación de nuestro Equipo Parroquial y líderes laicos?

____ Sí    ____ No  

Comunicación    

¿Tenemos la oportunidad de utilizar métodos de comuni‐cación mas efectivos para informar a los feligreses sobre nuestra vida parroquial? 

____ Sí    ____ No  

¿Existe la oportunidad de mejorar el uso de tecnología en como nos comunicamos?

____ Sí    ____ No  

¿Existe la oportunidad de clarificar la manera en como se hacen decisiones y como estas se comunican a la parroquia?

____ Sí    ____ No  

¿Tenemos la oportunidad de atraer mas ideas y reacciones e opiniones de los feligreses? 

   

Colaboración con Parroquias Vecinas    

¿Podríamos pensar en un área de colaboración con alguna parro‐quia vecina y que sería de beneficio a ambas?

____ Sí    ____ No  

¿Tenemos dones y recursos que beneficiarían a otra parroquia? ____ Sí    ____ No  

¿Nuestros ministerios y consejos de administración tienen la oportunidad de compartir ideas, preocupaciones y me‐jores practicas con las parroquias vecindarios? 

____ Sí    ____ No  

PARA LOGRAR LA MISIÓN ‐ PREPARANDONOS PARA LA IMPLEMENTACIÓN 

66 

Acciones   ¿Cuándo?   ¿Quién?    Meta  (que se pueda medir)  

1.          

2.          

3.          

4.          

Para todas las áreas que indican "sí": ¿Que acciones son necesarias para explo‐rar estos temas mas afondo? 

67 

      

LOGRAR LA MISIÓN – PREPARAR EL “LANZAMIENTO”   ¿Cómo será integrado a la parroquia el Plan de Acción de Transformación Parroquial  

(ejemplo: se responsabilizará el consejo parroquial; continuará reuniéndose  el comité timón de Transformación Parroquial para continuar a dirigir  la implementación)? 

          ¿Con qué frecuencia se debería de revisarse el progreso? (cada mes?, cada 3 meses?)          ¿Quién será responsable de seguir la pista del progreso y de reportar?          ¿Quién será responsable de manejar el progreso continuo de la implementación – (por ejemplo: asegurar 

horario de reuniones, crear agendas, etc.)?           ¿Cómo comunicaremos a la parroquia en general la experiencia de Transformación Parroquial y del plan?    

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Citas Bíblicas Ezequiel 34:11–16 (Yo cuidaré mi rebaño) Ezequiel 36:23–28 (les daré un corazón nuevo) Deuteronomio 7:6–11 (Dios te ha escogido porque te ama) Hechos 2: 42-47 (primera comunidad cristiana) Filipenses 2: 1-11 (plegaria para humildad y unidad) Efesios 2: 19-22 (miembros de la casa de Dios) Efesios 4: 1-6 (Un Señor, una fe, un bautismo) Romanos 10: 9-18 (que hermosos los pies de quien anuncia la

buena nueva) I Corintios 3: 9-13, 16-17 (ustedes son templo de Dios) Colosenses 3: 12-17 (has todo en nombre de Jesús) Mt 9: 14-17 (Nuevo vino, Nuevos cueros) Mt 16: 13-19 (Pedo, sobre de esta roca) Lucas 5: 1-11 (redes en mar profundo) Mt 5: 1-12 (Bienaventuranzas) Mt 5: 13-16 (son sal y luz) Juan 10:10 (Vida en abundancia)

Oración antes de la Reunión Señor, que todo lo que hagamos comience con tu inspiración y continúe con tu ayuda, para que todas nuestras oraciones y obras comiencen en ti y por ti sean alegremente terminadas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oraciones 

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Oración al Espíritu Santo Parados ante ti, Espíritu Santo, consientes que somos pecadores pero también que nos reunimos en tu nombre. Ven a nosotros, quédate con nosotros e ilumina nuestros corazones. Danos luz y fortaleza para conocer tu voluntad, para que sea la nuestra y para vivirla en nuestra vidas. Guíanos con tu sabiduría, apóyanos con tu poder ya que eres Dios quien comparte la gloria del Padre y del Hijo. Tú deseas justicia para todos: permítenos defender los derechos de los demás; no permitas que seamos desviados por la ignorancia o corrompidos por el miedo o por el favor. Únenos a ti en un enlace de amor y mantennos fiel a toda verdad. Al reunirnos en tu nombre, que podamos integrar justicia con amor para que todas nuestras decisiones te agraden y podamos adquirir la recompensa prometida a buenos y fieles servidores. Tu vives y reinas con el Padre y el Hijo, Un Dios, por los siglos de los siglos. Amén. (Esta oración fue rezada antes de cada sesión del Segundo Concilio Vaticano)

Oración de Bendición sobre el Traba‐jo de Transformación Parroquial  [A] Señor, Dios, en tu amorosa bondad nos enviaste a tu Hijo para que fuera nuestro pastor y guía. Pon tu mirada sobre los esfuerzos de nuestra comuni-dad parroquia que trabaja unidos para fortalecer tu Iglesia y seguir con la misión que tu Hijo nos a confiado. Bendícenos con sabiduría y buen juicio en nuestros planes para el futuro. Protégenos de todo temor y desaliento. Confiando en la presencia de tu Hijo entre nosotros, que participemos en sus obras con esperanza y confianza, y así glorificar tu nombre por medio de nuestro labor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en comunión del Espíritu Santo, Un Dios, por los siglos de los siglos. Amén. O Dios, Tú fundaste tu iglesia sobre la fe de los apóstoles con Cristo como la piedra angular. Mira bondadosamente sobre nuestra parroquia que participa en la iniciativa de Transformación Parroquial. Que nuestros esfuerzos den fruto para tu iglesia y que renueven a nuestra comunidad parroquial en servicio del Evangelio. En nombre del Señor Jesús. Amén [C] Dios todo poderoso y eterno, En Cristo tu Hijo has manifestado tu amor a toda gente. Guía el trabajo de nuestra parroquia: ayúdale a proclamar tu nombre, a perseverar en fe, y a permanecer unidos en caridad y en paz. Haz que nuestro compromiso a Transformación Pa-rroquial renueve la misión de tu Iglesia y te de gloria y alabanza. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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APÉNDICE 

72 

EJEMPLO 

A) Having prayed over and studied the components that give 

life to a parish’s mission, we the people of St. Joseph Moscati 

Parish propose that the MISSION to which God is calling us is:  

Because our parish is responsible as chaplains for two hospitals in our community and so much of our at-tention at St. Joseph Moscati is focused on those who are ill and their families and those who care for them, our vision as a parish is strongly rooted in the image of the healing Christ. We take for our inspiration Je-sus’ cure of the paralyzed man as found in Luke 5; 11–26. The paralyzed man needed his friends to carry him to Jesus. We see our mission in the parish as friends called to bring others to Christ. The healing required is not just the healing of physical infirmities but the brokenness we often experience in life and the effects of heavy burdens we are called to carry in today’s society.

We want our parish to be a place where people can discover the living Christ and find the peace they seek. At the same time we long to have our parishioners freely share their gifts for the good of the community and beyond. Trusting in Christ who heals us and inspired by our patron St. Joseph Moscati, a remarkable holy doctor, our vision includes some of the following: training parishioners to be effective ministers to the sick, offering opportunities for evangelization of young and old, outreach to teens, and opening a family counseling center. We plan to rejuvenate our peace and justice ministry so that we can be a more effective healing element in today’s society. We will celebrate a monthly Mass with the Anointing of the Sick and prepare a shrine at which parishioners and visitors can come and place their intentions. In all that we do we will continue to ask ourselves: “Are we bringing our sisters and brothers to Christ?” “Is our parish commit-ted to extending Jesus’ healing ministry in today’s society?”

PARISH TRANSFORMATION MISSION ACTION PLAN 

Objectives and Actions  Time  Owner  Measurable Goal 

1. Establish vibrant ministry to the sick and home‐bound.   Publicize significant new parish ministry and recruit new members. 

Develop & implement new training & formation program.  

Spring 2012 

JD, BB  X participants serving Y people 

2. Rejuvenate our peace and justice ministry.  Evaluate current programs  Recruit new members. 

Fall 2012  FR  Z parishioners involved, serving W people 

3. Open a family counseling center.  Research needs  Develop detailed plan 

Fall 2015  SD, TH  Y families served 

B) Actions required to achieve our mission.  

EJEMPLO 

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Objectives and Actions  Time  Owner  Measurable Goal 

Focus Area #1: Catechesis          

1. Enhance our offerings to youth and young adults   Establish new teen program integrating social and apostolic dimensions 

Develop electronic catechesis program using social media 

Fall 2012  JS, NG, GR 

X teens and young adults participating in our programs 

2. Develop new family‐oriented Religious Education program for our children and parents 

  CM, MM, MD 

Positive reviews from parents in survey 

Focus Area #2: Communion          

1. Foster greater unity and understanding among our multi‐cultural community  Hold multi‐cultural Masses once a month (i.e., combine English and Spanish Masses) 

Hold monthly social events that take advantage of our cultural heritage 

Spring 2012 

BJ, EJ  Greater visible sense of multi‐cultural unity; visible crossing of lines of friendship 

  

C)  Actions required to strengthen our foundations  

Our focus areas (select up to 3): ___  Evangelization    X  Catechesis      ___ Prayer and Worship          X  Communion ___ Missionary Spirit      ___ Call to Holiness      ___ Spiritual Stewardship 

EJEMPLO 

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EJEMPLO 

Objectives and Actions  Time  Owner  Measurable Goal 

Focus Area #1: Church Revenue          

1. Improve communications of our financials by pub‐lishing periodic reports 

     

2. Enhance our weekly collections  Launch planned offering program  Implement electronic giving program 

Fall 2012  SS, TT  Increase weekly offer‐tory from $5000 to $6000 

3. Raise $100,000 to repair our roof  Fall 2012‐Spring 2013 

HJ, FG  $100,000 committed by Spring 2013 

Focus Area #2: School Revenue          1. Grow our school enrollment 

Develop new marketing materials  Establish a parent ambassador program  Provide greater tuition discounts for needy fam‐ilies 

Fall 2012  BJ, AL  20 new students each year for next 3 years 

2. Establish a scholarship fund  Develop a database of addresses  Prepare and send mailing(s) 

 Fall 2013   BT    

SECURING OUR FINANCIAL FUTURE 

PARISH TRANSFORMATION FINANCE ACTION PLAN 

Our focus areas (check all that apply):    X    Church Revenue ___ Church Expense    X  School Revenue    ___ School Expense  ___ Capital 

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