Economía de la abundancia en la sociedad indivisa - Pierre Clastres

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  • 7/27/2019 Economa de la abundancia en la sociedad indivisa - Pierre Clastres

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    PIERRE CLASTRES.LA ECONOMA DE LA ABUNDANCIA EN LA SOCIEDAD INDIVISA. Buenos Aires, Ediciones Antropos, 1985.

    ECONOMA DE LA ABUNDANCIA CONTRA ECONOMA DE LA ESCASEZPara los economistas de la escuela inglesa, la economa era la dismal science, la ciencia

    deprimente (tambin puede traducirse como ciencia triste, tenebrosa, sombra, deprimida,lgubre, catastrfica, lamentable). Y no es para menos: segn la definicin ms en boga, laeconoma es el estudio de la forma en que los hombres y la sociedad utilizan haciendo uso ono del dinero unos recursos productivos escasos para obtener distintos bienes ydistribuirlos para su consumo presente o futuro entre las diversas personas y los diversosgrupos que componen la sociedad (Paul Samuelson).

    El trmino escasos es la clave de toda la cuestin: a ningn economista serio se le

    ocurrira siquiera pensar que pueden ser objeto de la economa bienes tan preciosos como elsol, el aire puro o la alegra. Los aparta desdeosamente de su camino, as como la sociedadque pretende ocuparse de la produccin y la distribucin de los bienes escasos ha eliminadode la vida de los hombres el sol, que ven poco, el aire puro, la alegra: los quiere tristes,porque considera que en un ambiente de fiesta, de jarana, la produccin se desquiciara.

    En otras palabras, la economa es una ciencia sombra, estudiada por personajes gravesy solemnes, apta slo para seres deprimidos y desvalorizados, que se maltratan entre s paraarrebatarse los unos a los otros esos bienes escasos y caros en relacin con lo que cuestalograrlos, en un mbito en el que el trabajo es una maldicin, si bien es an ms malditoperderlo, no slo porque implica un estigma social, sino porque puede significar el hambre, la

    desnutricin, la enfermedad, el desequilibrio mental, la muerte. Ese es el macabro modeloque Occidente ha exportado al mundo entero: todo sea por el desarrollo de las fuerzasproductivas, ese motor de la Historia, segn los marxistas.

    Desde luego, nadie se explica por qu ese desarrollo productivo, en vez de aumentar lafelicidad, acrecienta la angustia, el temor, la neurosis. No ser que la escasez esartificialmente provocada para permitir y hacer necesaria una distribucin inequitativa, quechoca contra nociones de justicia profundamente enraizadas? No ser que en ese marco nohay salidas posibles? No ser que la economa debe ser para el hombre, y no el hombrepara la economa? No ser que esta ltima opcin se resuelve mediante una decisinpoltica?

    Quien se tome el trabajo de leer el luminoso ensayo que sigue comenzar a encontrarrespuestas a algunos de estos interrogantes. Es posible tambin que se le planteen, porprimera vez, interrogantes nuevos. Eso nos alegrara, pues lo que nos hemos propuesto esgenerar un profundo cuestionamiento de ideas y prejuicios arraigados que dificultan elhallazgo de las verdaderas soluciones que todos buscamos y que tal vez, entre todosencontremos.

    M. M. PRELOOKER

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    EDAD DE PIEDRA, EDAD DE LA ABUNDANCIA*

    ROFESOR norteamericano de gran reputacin, Sahlins es un prconocedor de las so

    reduce, en absoluto, a la e

    ofundociedades melanesias. Pero su proyecto cientfico no se

    tnografa de un rea cultural determinada.Rebasando ampliamente el puntillismo monogrfico, como lo atestigua la variedadtranscontinental de sus referencias, Sahlins emprende la exploracin sistemtica deuna dimensin de lo social investigada hace ya mucho tiempo por los etnlogos,aborda de una manera radicalmente nueva el campo de la economa, planteamaliciosamente la cuestin fundamental: qu ocurre con la economa en lassociedades primitivas?1 Ya veremos que este interrogante tiene un alcance decisivo.De ningn modo porque otros no lo hayan planteado antes que l. Por qu volver,en tal caso, a un problema que pareca solucionado desde haca mucho tiempo? Seadvierte pronto, si se siguen los pasos de Sahlins, que no slo la cuestin de laeconoma primitiva no haba tenido, en la medida en que constitua un problema,

    una solucin digna de este nombre, sino que, sobre todo,numerosos autores la han tratado con una increbleligereza, cuando no se han entregado nada menos que a unaverdadera deformacin de los hechos etnogrficos. Nosvemos enfrentados de este modo no ya al error de

    interpretacin posible en el movimiento de toda investigacin cientfica sino aunque parezca imposible a la empresa todava ingeniosa, como intentaremosdemostrarlo, de adaptar la realidad social primitiva a una concepcin de la sociedady de la historia adoptada de antemano. En otros trminos, ciertos representantes delo que se llama la antropologa econmica no han sabido siempre (es lo menos que

    se puede decir) establecer la lnea divisoria entre el deber de objetividad, que obligacomo mnimo a respetar los hechos, y la preocupacin por preservar susconvicciones filosficas o polticas. Y desde el momento en que, en forma deliberadao inconsciente (importa poco), se subordina el anlisis de los hechos sociales a tal ocual discurso sobre la sociedad, mientras que la ciencia rigurosa exigira muyexactamente lo contrario, nos vemos arrastrados de una manera bastante rpida alas fronteras de la mistificacin.

    P

    la realidadadaptar la teora aa la teora, en vez deAdaptar la realidad

    El trabajo ejemplar de Marshall Sahlins se consagra a denunciar esamistificacin. Y nos equivocaramos si supusiramos que su informacin etnogrficaes mucho ms abundante que la de sus predecesores. Aunque es un investigador decampo, no aporta ningn hecho perturbador, cuyo carcter novedoso obligara areconsiderar la idea tradicional de la economa primitiva. Se conforma pero conqu vigor! con reestablecer en su realidad los datos hace ya mucho tiemporecopilados y conocidos, opta por interrogar directamente el material disponible,descarta sin piedad las ideas admitidas hasta entonces a propsito de ese material.Vale decir que la tarea que se asigna Sahlins podra haber sido emprendida antesque l: el legajo, en suma, ya estaba all, accesible y completo. Pero Sahlins es elprimero que lo ha vuelto a abrir: corresponde saludarlo como a un pionero.

    * Prefacio de Pierre Clastres a la obra de Marshall Sahlins: Stone Age Economics (Economa de la

    Edad de piedra).1 Aclaremos sin tardanzas un eventual malentendido. La economa de la edad de piedra de la cualhabla Sahlins no se refiere a los hombres prehistricos sino claro est a los primitivosobservados desde hace varios siglos por los viajeros, los exploradores, los misioneros y los etnlogos.

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    PIERRE CLASTRESDe qu se trata? Los etnlogos economistas han desarrollado incesantemente

    la idea segn la cual la economa de las sociedades primitivas es una economa desubsistencia. Es del todo evidente que tal enunciado no quiere ser simple repeticinde una perogrullada, a saber, que la funcin esencial, cuando no exclusiva, delsistema de produccin de una sociedad dada consiste, desde luego, en asegurar lasubsistencia de los individuos que componen la sociedad en cuestin. De lo cual

    resulta que al establecer que la economa arcaica es una economa de subsistencia,se designa en menor medida la funcin general de todo sistema de produccin quela forma en que la economa primitiva cumple esta funcin. Se dice que unamquina funciona bien cuando cumple satisfactoriamente la funcin para la cualha sido concebida. Mediante un criterio similar se evaluar el funcionamiento de lamquina productiva en las sociedades primitivas. Esta mquina funciona deconformidad con los objetivos que le asigna la sociedad, asegura de maneraconveniente la satisfaccin de las necesidades materiales del grupo? He aqu elverdadero problema que se debe plantear con respecto a la economa primitiva. Laantropologa econmica clsica lo soluciona con la idea de la economa desubsistencia: la economa primitiva es una economa de subsistencia, en el sentidode que a duras penas alcanza, en el mejor de los casos, a asegurar la subsistencia

    de la sociedad. Su sistema econmico permite a losprimitivos, a costa de una labor incesante, no morir dehambre y de fro. La economa primitiva es una economa desupervivencia, en el sentido de que su subdesarrollo tcnico

    le impide irremediablemente la produccin de excedentes y la constitucin dereservas que garantizaran por lo menos el futuro inmediato del grupo. Tal es, en supoco gloriosa convergencia con la certeza ms tosca del sentido comn, la imagendel hombre primitivo transmitida por los sabios: el salvaje aplastado por suambiente ecolgico, acechado sin cesar por el hambre, atormentado por la angustia

    permanente de procurar a los suyos lo necesario para no perecer. En pocaspalabras, la economa primitiva es una economa de subsistencia porque es unaeconoma de la miseria.

    Una economa desubsistencia?

    Sahlins opone a esta concepcin de la economa primitiva no otra concepcinsino, muy simplemente, los hechos etnogrficos. Entre otras cosas, procede a unatento examen de los trabajos consagrados a aquellos entre los primitivos que esfcil imaginar como los ms desprovistos de todo, al estar condenados por el destinoa ocupar un medio eminentemente hostil, donde la escasez de los recursos sumarasus efectos a la ineficacia tecnolgica: los cazadores-recolectores nmades de losdesiertos de Australia y de frica del Sur, aquellos que precisamente ilustraban a la

    perfeccin, a los ojos de los etnoeconomistas comoHerskovits, la miseria primitiva. Ahora bien, qu ocurre enrealidad? Las monografas en que se estudian,respectivamente, los australianos de la Tierra de Arnhem ylos bosquimanos del Kalahari brindan la novedosa

    caracterstica de presentar datos cuantitativos: all se miden los tiemposconsagrados a las actividades econmicas. Y se advierte entonces que, lejos deconsagrar toda su vida a la bsqueda febril de un alimento aleatorio, estospretendidos miserables le dedican a lo sumo cinco horas por da en promedio, y conms frecuencia entre tres y cuatro horas. De lo cual resulta que en un lapsorelativamente breve, australianos y bosquimanos aseguran de un modo muy

    conveniente su subsistencia. Adems, hay que observar, en primer trmino, queeste trabajo cotidiano raras veces es persistente, pues lo cortan frecuentesdetenciones para descansar; en segundo lugar, no abarca nunca la totalidad del

    Cinco horas diariaspara encontrar ali-mentos

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    LA ECONOMA DE LA ABUNDANCIA EN LA SOCIEDAD INDIVISAgrupo: dejando de lado que los nios y los jvenes participan en escasa o nulamedida en las actividades econmicas, ni siquiera el conjunto de los adultos seconsagra simultneamente a la bsqueda de alimentos. Y Sahlins seala que estosdatos cuantificados, recopilados en fecha reciente, confirman en toda la lnea lostestimonios mucho ms antiguos de los viajeros del siglo XIX.

    Por consiguiente, es por medio de la ignorancia voluntaria de informacionesserias y conocidas como algunos de los padres fundadores de la antropologaeconmica han inventado en todas sus partes el mito de un hombre salvajecondenado a una condicin casi animal por su incapacidad de explotar de unamanera eficaz el medio natural. Estamos muy lejos de la realidad, y el gran mritode Sahlins ha consistido en rehabilitar al cazador primitivo, restableciendo, contrael disfraz terico (terico!), la verdad de los hechos. En efecto, de su anlisis resultaque no slo la economa primitiva no es una economa de la miseria, sino quepermite, por el contrario, designar la sociedad primitiva como la primera sociedadde abundancia. Expresin provocadora, que perturba el entorpecimiento dogmtico

    de los seudosabios de la antropologa, pero expresin justa:

    si en perodos cortos, y con intensidad dbil, la mquina deproduccin primitiva asegura la satisfaccin de lasnecesidades materiales de la gente, es porque como loseala Sahlins esa mquina funciona sin llegar a agotar

    sus posibilidades objetivas; es porque podra, si lo quisiera, funcionar durante unperodo ms largo y con mayor rapidez, producir excedentes, constituir reservas. Enconsecuencia, si pudiendo hacerlo la sociedad primitiva no lo hace, es porque noquiere hacerlo. Los australianos y los bosquimanos, no bien estiman haberrecolectado una cantidad suficiente de recursos alimenticios, dejan de cazar y derecolectar. Por qu deberan cansarse en recolectar mucho ms de lo que puedenconsumir? Por qu los nmades deberan agotarse en transportar intilmentepesadas provisiones de un punto a otro, dado que, segn lo seala Sahlins, lasreservas estn en la naturaleza misma? Los salvajes no son tan locos como loseconomistas formalistas, los cuales, por no haber descubierto en el hombreprimitivo la psicologa de un empresario industrial o comercial, preocupado poraumentar sin cesar su produccin con miras a acrecentar su beneficio, deducen,como necios, la inferioridad intrnseca de la economa primitiva. Por ende, essaludable la accin de Sahlins, quien desenmascara apaciblemente esta filosofaque hace del capitalista contemporneo el ideal y la medida de todas las cosas. Noobstante, cuntos esfuerzos para demostrar que si el hombre primitivo no es unempresario, es porque el lucro no le interesa; si no rentabiliza su actividad, como

    gustan de decir los pedantes, no es porque no sabe hacerlo, sino porque no se le dala gana!

    El capitalista ac-tual: ideal y medidade todas las cosas

    AHLINS no se limita al caso de los cazadores. Bajo el ttulo de Modo deProduccin Domstico (MPD), examina la economa de las sociedadesneolticas, de los agricultores primitivos, tales como se puede observarlos

    todava en la Melanesia, en Vietnam o en Sudamrica. En apariencia, nada hay encomn entre los nmades del desierto o del bosque y los sedentarios que, sindescuidar la caza, la pesca y la recoleccin, son tributarios en lo esencial del

    producto de sus huertas. Por el contrario, se podra esperar, en funcin del cambioconsiderable que representa la conversin de una economa de caza en una

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    PIERRE CLASTRESeconoma agraria, la aparicin de actitudes econmicas del todo nuevas sin hablar,se sobreentiende, de las transformaciones en la organizacin misma de la sociedad.

    Basndose en una masa muy importante de estudios llevados a cabo endiversas regiones del globo, Sahlins somete a un examen detallado las figuraslocales (melanesias, africanas, sudamericanas, etc.) del MPD, cuyas propiedadesrecurrentes pone de manifiesto: predominio de la divisin sexual del trabajo;produccin segmentada con fines de consumo; acceso autnomo a los medios deproduccin; relaciones centrfugas entre las unidades de produccin. Dando cuenta

    de una realidad econmica (el MPD), Sahlins pone en juego,con razn, categoras propiamente polticas, en el sentido deque afectan el ncleo mismo de la organizacin socialprimitiva: segmentacin, autonoma, relaciones centrfugas.Existe una imposibilidad esencial de pensar lo econmico

    primitivo al margen de lo poltico. Lo que debe retener, por ahora, nuestra atencin,es que los rasgos pertinentes mediante los cuales se describe el modo de produccinde los agricultores de rozado permiten igualmente delinear la organizacin social de

    los pueblos cazadores. Desde este punto de vista, una banda nmade, al igual queuna tribu sedentaria, est compuesta por unidades de produccin y de consumo los hogares o las casas en cuyo interior predomina, en efecto, la divisinsexual del trabajo. Cada unidad funciona como un segmento autnomo delconjunto, y si bien la regla de intercambio estructura slidamente la bandanmade, no por eso est ausente el juego de las fuerzas centrfugas. Ms all de lasdiferencias en el estilo de vida, las representaciones religiosas, la actividad ritual, elarmazn de la sociedad no vara entre la comunidad nmade y la aldea sedentaria.Que haya mquinas de produccin tan diferentes como la caza nmade y laagricultura de rozado y que sean compatibles con formaciones sociales idnticas: heaqu un punto del cual convendr medir todo el alcance.

    El armazn de lasociedad: una estruc-tura invariable

    Desde el punto de vista de su produccin para el consumo, toda comunidadprimitiva aspira a la autonoma completa; aspira a excluir toda relacin dedependencia respecto de los grupos vecinos. Expresado en una frmulacondensada, es el ideal autrquico de la sociedad primitiva: produce un mnimosuficiente para satisfacer todas las necesidades, pero se las arregla para producir latotalidad de ese mnimo. Si bien el MPD es un sistema congnitamente hostil a laformacin de excedentes, no es menos hostil a dejar que la produccin se deslicepor debajo del umbral que garantice la satisfaccin de las necesidades. El ideal dela autarqua econmica es, de hecho, un ideal de independencia poltica, que estasegurada hasta tanto no se tiene necesidad de los otros. Naturalmente, este ideal

    no se realiza ni en todos lados ni siempre. Las diferencias ecolgicas, las variacionesclimticas, los contactos o los prstamos pueden llevar a una sociedad aexperimentar la necesidad de un determinado producto o material, o de un objetoque otros saben fabricar, sin poder satisfacer esa necesidad. Por ese motivo, comolo muestra Sahlins, ciertos grupos vecinos, o incluso alejados, se encuentranempeados en relaciones ms o menos intensas de intercambio de bienes. Pero,como tambin lo precisa en el transcurso de su paciente anlisis del comerciomelanesio, las sociedades melanesias no conocen mercados, y lo mismo ocurre,sin duda, con las sociedades arcaicas. El MPD tiende as, en virtud del deseo deindependencia de cada comunidad, a reducir en la mayor medida posible el riesgo

    en que se incurre en el intercambio determinado por la necesidad: la reciprocidadentre asociados comerciales no es slo un privilegio sino tambin un deber. En

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    LA ECONOMA DE LA ABUNDANCIA EN LA SOCIEDAD INDIVISAtrminos especficos, crea la obligacin de recibir, as como de devolver. Elcomercio entre tribus nada tiene que ver con el import-export.

    Ahora bien, la voluntad de independencia el ideal autrquico inmanente alMPD en la medida en que concierne a la comunidad como tal, en su relacin con lasotras comunidades, esta voluntad opera igualmente, en cierto sentido, en el interior

    de la comunidad, donde las tendencias centrfugasimpulsan a cada unidad de produccin, a cada casa, aproclamar: cada uno atiende lo suyo! Desde luego, tal

    principio, de un egosmo feroz, raras veces encuentra la ocasin de ser llevado a laprctica: requiere circunstancias excepcionales como el hambre cuyos efectosobserv Firth sobre la sociedad tikopia, vctima en 1953-54 de huracanesdevastadores. Esta crisis, escribe Sahlins, revel la fragilidad del clebre nosotrosNosotros, los Tikopiaal mismo tiempo que demostr en forma evidente la fuerzadel grupo domstico. La casa apareci como la fortaleza del inters privado, el delgrupo domstico, una fortaleza que en caso de crisis se asla del mundo exterior,levanta sus puentes levadizos sociales, cuando no se esfuerza en saquear las

    huertas de sus parientes. Hasta tanto no se produzca nada grave que altere elcurso normal de la vida cotidiana, la comunidad no deja que las fuerzas centrfugasamenacen la unidad de su entidad, y se continan respetando en su seno lasobligaciones de la parentela. Por ese motivo, al final de un anlisis muy tcnico delcaso de Mazulu, aldea del valle de Tonga, Sahlins cree poder explicar lasubproduccin de ciertas casas por la certeza de saber que la solidaridad de losmejor provistos jugar a su favor: pues si algunas fracasan, no es acasoprecisamente porque saben de entrada que pueden contar con otros? Pero dejemosque ocurra de improviso el acontecimiento imprevisible (calamidad natural oagresin exterior, por ejemplo) que trastrueca el orden de las cosas; entonces latendencia centrfuga de cada unidad de produccin se afirma, la casa tiende areplegarse sobre s misma, y la comunidad se atomiza, esperando que pase el malmomento.

    El nosotros es fr-gil

    Eso no significa de ningn modo que aun en condiciones normales se respetensiempre de buen talante las obligaciones del parentesco. En la sociedad maor, lacasa enfrenta constantemente un dilema, obligada incesantemente a maniobrar,

    a transigir entre la satisfaccin de sus necesidades propias ysus obligaciones ms generales hacia los parientes alejados,que debe esforzarse en satisfacer sin comprometer su propio

    bienestar. Y Sahlins cita algunos sabrosos proverbios maores, en los cuales semanifiesta con claridad la irritacin que se siente ante parientes demasiado

    pedigeos y el malhumor que enmascara muchos actos generosos, realizados sinagrado si quien recibe el don slo puede invocar un dbil grado de parentesco.

    Dones y malhumor

    El MPD asegura de este modo a la sociedad primitiva una abundancia que semide por la igualacin de la produccin con las necesidades; funciona con miras asu total satisfaccin, negndose a ir ms all. Los salvajes producen para vivir, noviven para producir: el MPD es una produccin de consumo cuya accin tiende afrenar los rendimientos y a inmovilizarlos en un nivel relativamente bajo. Talestrategia implica evidentemente algo as como una apuesta sobre el porvenir: asaber, que estar hecho de repeticin y no de diferencia, y que la tierra, el cielo y losdioses velarn para mantener el eterno retorno de lo mismo. Y, en general, es eso lo

    que ocurre: es excepcional el cambio que (como la catstrofe natural de la quefueron vctimas los Tikopia) deforma las lneas de fuerza de la sociedad. Pero estambin en la rareza de estas circunstancias cuando quedan al desnudo las lneas

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    PIERRE CLASTRESde su debilidad: la obligacin de la generosidad, inscripta en su estructura, noresiste la prueba de la desgracia. Imprevisin incurable de los salvajes, como lodicen las crnicas de los viajeros? En esta indiferencia se puede leer ms lapreocupacin fundamental por su libertad.

    Es efectivamente una teora general de la economa primitiva la que nospropone Sahlins a travs del anlisis del MPD. Del hecho de que en esa economa laproduccin se encuentra exactamente adaptada a las necesidades inmediatas de lafamilia, el antroplogo norteamericano infiere con gran claridad la ley que sostieneel sistema: el MPD entraa un principio antiexcedentario; adaptado a laproduccin de bienes de subsistencia, tiende a inmovilizarse cuando alcanza esepunto. La comprobacin, fundada desde el punto de vista etnogrfico, de que poruna parte las economas primitivas son subproductivas (trabajo slo de una partede la sociedad, durante tiempos cortos y con intensidad dbil) y de que por la otrasatisfacen siempre las necesidades de la sociedad (necesidades definidas por la

    misma sociedad y no por una instancia exterior), talcomprobacin impone pues, en su verdad paradjica, la idea

    de que la sociedad primitiva es, en realidad, una sociedad deabundancia (con seguridad la primera, tal vez la ltimatambin), pues en su seno se satisfacen todas lasnecesidades. Pero hace aflorar igualmente la lgica que

    opera en el corazn de este sistema social: estructuralmente (escribe Sahlins) all laeconoma no existe. Equivale a decir que lo econmico, como un sector que sedespliega de una manera autnoma en el campo social, est ausente del MPD; esteltimo funciona como produccin de consumo (asegurar la satisfaccin de lasnecesidades) y no como produccin de intercambio (lograr beneficioscomercializando los excedentes). Lo que se impone, en resumidas cuentas (lo queimpone el gran trabajo de Sahlins), es el descubrimiento de que las sociedades

    primitivas son sociedades del rechazo de la economa.2

    La sociedad primiti-

    va: una sociedad deabundancia, que re-chaza la economa

    Los economistas formalistas se asombran de que el hombre primitivo no estimpulsado, como el capitalista, por el gusto del beneficio: en cierto sentido, se tratade eso. La sociedad primitiva asigna a su produccin un lmite estricto que seprohibe a s misma franquear, bajo pena de ver que lo econmico escape de lo socialy se vuelva contra la sociedad, abriendo en sta la brecha de la heterogeneidad, dela divisin entre ricos y pobres, de la enajenacin de los unos por los otros.Sociedad sin economa, sin duda alguna; mejor todava, sociedad contra laeconoma: tal es la verdad manifiesta hacia la cual nos conduce la reflexin deSahlins sobre la sociedad primitiva. Reflexin rigurosa por su movimiento, que nos

    ensea ms sobre los salvajes que cualquier otra obra del mismo gnero. Perotambin es una empresa de verdadero pensamiento, pues al estar libre de todadogmtica, abre paso a las cuestiones ms esenciales: En qu condiciones unasociedad es primitiva? En qu condiciones la sociedad primitiva puede perseveraren su ser indiviso?

    2 No se puede dejar de sealar aqu las investigaciones, igualmente ejemplares, que lleva a cabodesde hace muchos aos Jacques Lizot en la ltima gran etnia amaznica, los indios Yanomami de

    Venezuela. Realizando centenares de mediciones de tiempos de trabajo entre estos agricultores derozado, Lizot ha llegado a conclusiones que convergen exactamente con el anlisis de Sahlins sobreel MPD. Cfr, en particular J. Lizot, Economa o sociedad? Algunos temas a propsito del estudio deuna comunidad de amerindios; Journal de la Socit des Amricanistes, IX, 1973, pgs, 137-175.

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    LA ECONOMA DE LA ABUNDANCIA EN LA SOCIEDAD INDIVISAOCIEDAD sin Estado, sociedad sin clases; es as como enuncia elantroplogo las determinaciones que hacen que se pueda llamar primitivauna sociedad. Una sociedad, pues, sin rgano separado del poder poltico,una sociedad que impide de una manera deliberada la divisin del cuerpo

    poltico social en grupos desiguales y opuestos: La sociedad primitiva admite lapenuria para todos, pero no la acumulacin por algunos. Lo cual revela toda la

    importancia del problema que plantea la institucin de la jefatura en una sociedadno dividida: qu ocurre con la voluntad igualitaristainscripta en el corazn del MPD frente al establecimiento derelaciones jerrquicas? El rechazo de la divisin que regulael orden econmico dejara de operar en el campo de lopoltico? De qu manera el status supuesto superior del

    jefe se articula con el ser indiviso de la sociedad? Cmo se tejen, entre la tribu y sulder, las relaciones de poder? Esta problemtica recorre el trabajo de Sahlins, quienla aborda de una manera ms directa en su minucioso anlisis de los sistemasmelanesios de grandes hombres donde se unen, en la persona del jefe, la poltica yla economa.

    S

    polticono delega el poderLa sociedad indivisa

    En la mayor parte de las sociedades primitivas se exigen al jefe dos cualidadesesenciales: talento oratorio y generosidad. No se reconocer como lder a un hombreinhbil para hablar o avaro. No se trata, desde luego, de rasgos psicolgicospersonales, sino de propiedades formales de la institucin: forma parte intrnseca

    de la posicin de lder excluir la retencin de los bienes.Sahlins examina en pginas penetrantes el origen y losefectos de esta verdadera obligacin de generosidad. En elpunto de partida de una carrera de gran hombre est suambicin desenfrenada: gusto estratgico del prestigio,

    sentido tctico de los medios de adquirirlo. Es por dems evidente que para serprdigo en bienes el jefe debe ante todo poseerlos. Cmo puede procurarlos? Si seelimina el caso, no pertinente desde el punto de vista del problema planteado, de losobjetos manufacturados que el lder recibe, por ejemplo, de los misioneros o de losetnlogos, para redistribuirlos enseguida entre los miembros de la comunidad; si setiene en cuenta, por otra parte, que en estas sociedades opera constantemente elprincipio segn el cual la libertad de ganar a expensas de otros no est inscripta enlas relaciones y las modalidades del intercambio, queda como saldo que paracumplir con su obligacin de generosidad, el gran hombre deber producir por ssolo los bienes que necesita: no puede contar con los dems. Los nicos que lebrindarn ayuda y asistencia sern aquellos que, por diversas razones, consideran

    til trabajar para l: la gente de su parentela, que mantienecon l, desde ese momento, una relacin de clientela. Lacontradiccin entre la soledad del jefe y la necesidad de sergeneroso se resuelve igualmente por el cauce de la poliginia:

    si bien en un gran nmero de sociedades primitivas prevalece en gran medida laregla monogmica, en compensacin, la pluralidad de las esposas es casi siempreun privilegio de los hombres importantes, es decir, de los lderes. Pero mucho msque como un privilegio, la poliginia de los jefes revela ser una necesidad, puesconstituye para ellos el medio principal para actuar como lderes: la fuerza detrabajo de las esposas suplementarias es utilizada por el marido con miras aproducir los excedentes de bienes de consumo que distribuir a la comunidad. En

    consecuencia, por el momento queda slidamente establecido un punto: en lasociedad primitiva la economa, en la medida en que no se inscribe en elmovimiento del MPD, es tan slo un medio de la poltica; en esa economa, la

    Explotacin de lasmujeres y acumula-cin para el poder

    El lder: buen oradory no avaro, pero po-seedor de una ambi-cin desenfrenada

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    PIERRE CLASTRESactividad productiva est subordinada a la relacin de poder, y es slo al nivel de lainstitucin de la jefatura donde aparecen a la vez la necesidad y la posibilidad deuna produccin de excedentes.

    Con razn Sahlins descubre all la antinomia entre la fuerza centrfugainmanente al MPD y la fuerza inversa que anima a la jefatura; tendencia a ladispersin del lado del modo de produccin, tendencia a la unificacin del lado de lainstitucin. En el lugar supuesto del poder, en consecuencia, se ubicara el centroalrededor del cual la sociedad, trabajada sin cesar por las potencias de disolucin,se instituye como unidad y como comunidad: fuerza de integracin de la jefaturacontra fuerza de desagregacin del MPD: el gran hombre y su ambicindesenfrenada son otros tantos medios gracias a los cuales una sociedadsegmentada, acfala y fragmentada en pequeas comunidades autnomasresuelve su compartimentacin para constituirse en un campo de relaciones msvasto y alcanzar niveles de cooperacin ms elevados. El gran hombre ofrece as,segn Sahlins, la ilustracin de una especie de grado mnimo en la curva continuadel poder poltico, que conducira progresivamente, por ejemplo, hasta las

    monarquas polinesias: en esas sociedades piramidales se ha logrado la integracinde las pequeas comunidades, en tanto que apenas se ha iniciado en los sistemasmelanesios que cuentan con un gran hombre, y es rotundamente inimaginable enel contexto de los pueblos cazadores. El gran hombre sera, pues, la figuramnima del rey polinesio, y este ltimo sera la extensin mxima del poder delgran hombre. Genealoga del poder desde sus formas ms difusas hasta susrealizaciones ms concentradas: encontraremos all, en su poco misterioso secreto,el fundamento de la divisin social entre amos y sbditos y el origen ms lejano dela mquina estatal?

    Consideremos las cosas desde un punto ms cercano. Como lo dice Sahlins, el

    gran hombre accede al poder con el sudor de su frente; por no poder explotar alos otros con el objeto de producir excedentes, se explota a s mismo, a sus esposasy a sus parientes-clientes: autoexplotacin del granhombre y no explotacin de la sociedad por el granhombre, que evidentemente no dispone del poder de obligara los otros a trabajar para l, pues precisamente ese poderes el que trata de conquistar. En tales sociedades, por

    consiguiente, no se trata de una divisin del cuerpo social segn el eje vertical delpoder poltico: no existe divisin entre una minora de dominantes (el jefe y susclientes) que mandaran y una mayora de dominados (el resto de la comunidad)que obedeceran. Es ms bien el espectculo contrario el que nos ofrecen las

    sociedades melanesias. En la medida en que all se puede hablar de divisin, seadvierte, en efecto, que si existe es tan slo aquella que separa, en suma, unaminora de trabajadores ricos de una mayora de perezosos pobres. Pero (y esaqu donde tocamos el fundamento mismo de la sociedad primitiva) los ricos lo sonslo gracias a su propio trabajo, cuyos productos son apropiados y consumidos porla masa ociosa de los pobres. En otros trminos, la sociedad en su conjunto explotael trabajo de la minora que rodea al gran hombre. En consecuencia, cmo hablarde poder a propsito del jefe, si es explotado por su sociedad? es una paradjicadisyuncin de las fuerzas que toda sociedad dividida mantiene en la unidad: porun lado estara el jefe que ejerce su poder sobre la sociedad; por el otro, la sociedad

    sometiendo a ese mismo jefe a una explotacin intensiva? Pero entonces, cul es lanaturaleza de ese extrao poder del cual se busca en vano la potencia que lohabita? Qu ocurre, en resumidas cuentas, con ese poder para cuyo ejercicio la

    El gran hombreacce-de al poder conel sudor de su frente

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    LA ECONOMA DE LA ABUNDANCIA EN LA SOCIEDAD INDIVISAsociedad primitiva no brinda el menor asidero? Se puede todava hablarsimplemente de poder? Ese es, efectivamente, todo el problema: por qu Sahlinsllama poder a aquello que, segn lo demuestra la evidencia, no lo es?

    Aqu se descubre la confusin, casi general en la literatura etnolgica, entre elprestigio y el poder. Qu es lo que hace correr al gran hombre? Con qu fin

    transpira? De ninguna manera, con seguridad, con miras aun poder que aun si soara con ejercerlo la gente de latribu se negara a soportar, sino con miras al prestigio, conmiras a la ventajosa imagen que le refleja el espejo de una

    sociedad dispuesta a celebrar a coro la gloria de un jefe tan prdigo y tantrabajador. Es esta incapacidad para pensar el prestigio sin el poder lo que hacepesados tantos anlisis de antropologa poltica y lo que demuestra sersingularmente engaoso en el caso de las sociedades primitivas. Al confundir elprestigio con el poder, no se aprecia en su valor, en primer trmino, la esenciapoltica del poder y de las relaciones que instituye en la sociedad, y luego seintroduce en la sociedad primitiva una contradiccin que no se puede abrir paso.

    De qu manera la voluntad de igualdad de la sociedad podra adaptarse al deseode poder, que quiere precisamente fundar la desigualdad entre quienes mandan yquienes obedecen? Plantear la cuestin del poder poltico en las sociedadesprimitivas obliga a pensar la jefatura en el exterior del poder, a meditar este datoinmediato de la sociologa primitiva: all el lder carece de poder. A cambio de sugenerosidad, qu obtiene el gran hombre? No la realizacin de su deseo de poder,sino la frgil satisfaccin de su amor propio; no la capacidad de mandar, sino elgoce inocente de una gloria que se agota por mantener. Trabaja, en sentido propio,por la gloria: la sociedad se la concede de buena gana, ocupada como est ensaborear los frutos del trabajo de su jefe. Todo adulador vive a costa de quien loescucha.

    Prestigio y poder: noconfundir

    Por el hecho de que el prestigio del gran hombre no le procura ningunaautoridad, se desprende que no se puede localizar en l el primer grado en la escaladel poder poltico y que, muy errneamente, se crea ver en l el lugar real del poder.Por ende, cmo establecer una continuidad entre el gran hombre y las otrasfiguras de la jefatura? Aqu aparece una consecuencia necesaria de la confusininicial entre prestigio y poder. Las poderosas monarquas polinesias no provienen deun desarrollo progresivo de los sistemas melanesios con grandes hombres, porqueen tales sistemas no hay nada que pueda desarrollarse: la sociedad no deja que eljefe transforme su prestigio en poder. Como consecuencia, es menester renunciarresueltamente a esta concepcin continuista de las formaciones sociales, y aceptar

    el reconocimiento del corte radical que separa las sociedades primitivas, donde losjefes carecen de poder, de las sociedades donde se despliega la relacin de poder:discontinuidad esencial de las sociedades sin Estado y de las sociedades conEstado.

    Ahora bien, existe un instrumento conceptual, desconocido generalmente porlos etnlogos, que permite resolver muchas dificultades: se trata de la categora dela deuda. Volvamos por un instante a la obligacin de generosidad a la que nopuede dejar de someterse el jefe primitivo. Por qu la institucin de la jefatura pasapor esta obligacin? Expresa seguramente una especie de contrato entre el jefe y sutribu, de acuerdo con cuyos trminos recibe gratificaciones que son aptas para

    satisfacer su narcisismo, a cambio de un flujo de bienes que derrama sobre lasociedad. La obligacin de generosidad contiene en s, segn se ve bien, unprincipio igualitarista que coloca en posicin de igualdad a los asociados que

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    PIERRE CLASTRESintercambian: la sociedad ofrece el prestigio, el jefe lo adquiere a cambio de los

    bienes. No hay reconocimiento de prestigio sin provisin debienes. Pero sera desconocer la verdadera naturaleza de laobligacin de generosidad ver en ella slo un contrato quegarantiza la igualdad de las partes en cuestin. Bajo estaapariencia se disimula la profunda desigualdad de la

    sociedad y del jefe, porque su obligacin de generosidad es, en realidad, un deber,es decir, una deuda. El lder est en situacin de deuda con respecto a la sociedadjustamente en la medida en que es el lder. Y esta deuda no puede satisfacerlanunca, por lo menos durante el perodo en que quiere continuar siendo el lder: nobien deja de serlo, la deuda queda cancelada en el acto, pues marca exclusivamentela relacin que une la jefatura y la sociedad. En el corazn mismo de la relacin de

    poder se establece la relacin de deuda.

    Se descubre entonces un hecho fundamental: si bien las sociedades primitivasson sociedades sin rgano separado del poder, eso no significa de ningn modo que

    sean sociedades sin poder, sociedades donde no se plantea

    la cuestin de lo poltico. Por el contrario, es el hecho derechazar la separacin del poder respecto de la sociedad elmotivo por el cual la tribu mantiene con su jefe una relacinde deuda, pues es la propia tribu la que contina haciendo

    uso del poder y ejercindolo sobre el jefe. La relacin de poder existe, por cierto:asume la forma de la deuda que debe pagar el lder a perpetuidad. El eternoendeudamiento del jefe garantiza a la sociedad que el jefe permanecer exterior alpoder, que no se convertir en su rgano separado. Prisionero de su deseo deprestigio, el jefe salvaje acepta someterse al poder de la sociedad, pagando la deudaque instituye todo ejercicio del poder. Al atrapar al jefe en la trampa de su deseo, latribu se asegura contra el riesgo mortal de ver el poder poltico separarse de ellapara volverse contra ella: la sociedad primitiva es la sociedad contra el Estado.

    Como la relacin de deuda corresponde al ejercicio del poder, hay que estar encondiciones de descubrirla en cualquier parte en que se ejerza el poder. Es lo quenos ensean, en efecto, las monarquas, polinesias u otras. Quin paga aqu ladeuda? Quines son los endeudados? Se sabe bien: son aquellos que los reyes, losgrandes sacerdotes o los dspotas llaman la gente comn, cuya deuda toma elnombre de tributo que deben a los dominantes. De esto resulta que, en verdad, elpoder no va sin la deuda, y que, a la inversa, la presencia de la deuda significa ladel poder. Aquellos que en una sociedad, cualquiera que sea, detentan el poder,marcan su realidad y prueban que lo ejercen imponiendo a quienes lo padecen el

    pago del tributo. Detentar el poder, imponer el tributo, es una sola cosa, y el primeracto del dspota consiste en proclamar la obligacin de pagarlo. Signo y verdad del

    poder, la deuda atraviesa de parte a parte el campo de lo poltico, es inmanente a losocial como tal.

    Eso equivale a decir que, como categora poltica, la deuda brinda el criterioseguro mediante el cual se puede evaluar el ser de las sociedades. La naturaleza de

    la sociedad cambia con el sentido de la deuda. Si la relacinde deuda va de la jefatura a la sociedad, significa que stapermanece indivisa, significa que el poder permaneceremachado sobre el cuerpo social homogneo. Por el

    contrario, si la deuda corre de la sociedad a la jefatura,significa que el poder se ha separado de la sociedad para concentrarse entre lasmanos del jefe, significa que el ser en lo sucesivo heterogneo de la sociedad

    La sociedad primiti-va es la sociedadcontra el estado

    La deuda, categorapoltica y econmicafundamental

    All donde va ladeuda, all va el

    poder

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    LA ECONOMA DE LA ABUNDANCIA EN LA SOCIEDAD INDIVISAencierra la divisin entre dominantes y dominados. En qu consiste el corte entresociedades no divididas y sociedades divididas? El corte se produce cuando hay unainversin del sentido de la deuda, cuando la institucin desva en beneficio propio larelacin de poder para volverla contra la sociedad, dividida desde entonces entreuna base y una cspide hacia la cual asciende sin cesar, bajo la forma del tributo,el eterno reconocimiento de la deuda. La ruptura en el sentido de circulacin de la

    deuda opera entre las sociedades una particin tal que resulta impensable en lacontinuidad: no hay desarrollo progresivo, no hay figura social intermediaria entrela sociedad no dividida y la sociedad dividida. La concepcin de la Historia como uncontinuum de formaciones sociales que se engendraran mecnicamente, unas apartir de otras, se inhibe, en su ceguera, ante el hecho masivo de la ruptura y de lodiscontinuo, de formular los verdaderos problemas: por qu la sociedad primitiva,en un momento dado, deja de codificar el flujo del poder? Por qu deja que ladesigualdad y la divisin anclen en el cuerpo social la muerte que exorcizaban hastaentonces? Por qu los salvajes realizan el deseo de poder del jefe? Dnde nace laaceptacin de la servidumbre?

    La lectura atenta del libro de Sahlins suscita a cada instante semejantesinterrogantes. No los formula de una manera explcita l mismo, pues el prejuiciocontinuista opera como un verdadero obstculo epistemolgico para la lgica delanlisis realizado. Pero se ve bien que su rigor lo aproxima infinitamente a talelaboracin conceptual. No se engaa de ningn modo en lo tocante a la oposicinentre el deseo de igualdad de la sociedad y el deseo de poder del jefe, oposicin quepuede llegar hasta el asesinato del lder. Fue lo que ocurri con la gente de Paniaique, antes de matar a su gran hombre, le haban explicado: t no debes ser elnico rico entre nosotros; deberamos ser todos iguales; entonces, t, es necesarioque seas nuestro igual. Es el discurso de la sociedad contra el poder, del cual sehace eco el discurso invertido del poder contra la sociedad, claramente enunciadopor otro jefe: Soy un jefe no porque la gente me ame, sino porque me deben dineroy tienen miedo. Primero y nico entre los especialistas de la antropologaeconmica, Sahlins pone las bases de una nueva teora de la sociedad primitiva, alpermitirnos medir el inmenso valor heurstico de la categora economicopoltica dela deuda.

    OR ltimo, es necesario destacar que la obra de Sahlins suministra unapieza esencial al legajo de un debate que, si bitardar mucho, no obstante, en inscribirse en el orden del da: qu ocurre

    en furtivo hasta ahora, no

    con el marxismo en la etnologa, y con la etnologa en el marxismo? Interrogantecuyo alcance es tan vasto que va mucho ms all de la apacible palestrauniversitaria. Recordemos simplemente aqu los trminos de un problema que se

    plantear, tarde o temprano. El marxismo no es slo ladescripcin de un sistema social particular (el capitalismoindustrial): es igualmente una teora general de la Historia ydel cambio social. Esta teora se presenta como la ciencia dela sociedad y de la historia, se despliega en la concepcin

    materialista del movimiento de las sociedades y descubre la ley de ese movimiento.Existe, pues, una racionalidad de la Historia; el ser y el devenir de lo real

    sociohistrico responden, en ltima instancia, a las determinaciones econmicas dela sociedad: en resumidas cuentas, el juego y el desarrollo de las fuerzasproductivas son los que determinan el ser de la sociedad, y es la contradiccin entre

    Ppropias leyesdad indivisa a susde someter la socie-

    -nEl marxismo prete

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    PIERRE CLASTRESel desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin aquello que,enganchando el cambio social y la innovacin, constituye la sustancia misma y laley de la Historia. La teora marxista de la sociedad y de la historia es un

    determinismo econmico que afirma el predominio de lainfraestructura material. La historia es pensable porque esracional, y es racional porque es, por decirlo as, natural, tal

    como lo dice Marx en El Capital: El desarrollo de laformacin econmica de la sociedad es asimilable a lamarcha de la naturaleza y a su historia De ello resulta

    que el marxismo, como ciencia de la sociedad humana en general, es apto parapensar todaslas formaciones sociales de las cuales la historia ofrece el espectculo.Aptitud, sin duda, pero ms an, obligacin de pensar todas las sociedades, paraque la teora encuentre en todas partes su convalidacin. En consecuencia, losmarxistas no pueden no pensar la sociedad primitiva: se ven obligados a hacerlo porel continuismo histrico afirmado por la teora de la cual se valen.3

    La teora marxista:un determinismo eco-nmico con predomi-nio de la infraestruc-tura material

    Cuando los etnlogos son marxistas, someten evidentemente la sociedad

    primitiva al anlisis que convoca y permite el instrumento del cual disponen: lateora marxista y su determinismo econmico. Por consiguiente, deben afirmar queaun en las sociedades muy anteriores al capitalismo la economa ocupa un lugarcentral, decisivo. En efecto, no hay ningn motivo por el cual las sociedadesprimitivas, por ejemplo, sean una excepcin a la ley general que engloba a todas lassociedades: las fuerzas productivas tienden a desarrollarse. De este modo nosvemos llevados a plantear dos preguntas muy simples: la economa es central enlas sociedades primitivas? Se observa all la tendencia de las fuerzas productivas adesarrollarse? Son muy exactamente las respuestas a estas preguntas las queformula el libro de Sahlins. Nos ensea que en las sociedades primitivas la

    economa no es una mquina de funcionamientoautnomo: es imposible separarla de la vida social, religiosa,ritual, etc. No slo el campo econmico no determina ellugar y los lmites del campo de la economa. No slo lasfuerzas productivas no tienden al desarrollo sino que lavoluntad de subproduccin es inherente al MPD. La

    sociedad primitiva no es el juguete pasivo del juego ciego de las fuerzas productivassino que, por el contrario, es la sociedad la que ejerce sin cesar un control rigurosoy deliberado sobre su capacidad de produccin. Es lo social lo que regula el juegoeconmico; en ltima instancia, es lo poltico lo que determina lo econmico. Lassociedades primitivas son mquinas antiproduccin. Cul es, entonces, el motor

    de la historia? Cmo deducir las clases sociales de la sociedad sin clases, ladivisin de la sociedad indivisa, el trabajo alienado de la sociedad que slo aliena eltrabajo del jefe, el Estado de la sociedad sin Estado? Misterios. Resulta de todo esoque el marxismo no puede pensar la sociedad primitiva, porque la sociedadprimitiva no es pensable en el marco de esta teora de la sociedad. El anlisismarxista vale, tal vez, para sociedades divididas o para sistemas dondeaparentemente, la esfera de la economa es central (el capitalismo). Tal anlisis es,ms que estrafalario, oscurantista cuando se quiere aplicar a las sociedades no

    En la sociedad in-divisa la economano es autnoma: esuna mquina de an-tiproduccin

    3 Mucho ms que en el marxismo de Marx, aqu pensamos, por supuesto, en el marxismo deaquellos hacia los cuales Marx no ocultaba su desprecio, cuando deca a Engels: T sabes que, en

    cuanto a m, no soy marxista (Citado en Maximilien Rubel: Marx crtico del marxismo, pg. 21,Payot, 1974). Epgonos sin talento, los marxistas contemporneos proclaman orgullosamente que supensamiento (!) no tiene nada que ver con el marxismo vulgar. El suyo, pues, sera tandistinguido?

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    divididas, a las sociedades que se plantean en el rechazo de la economa. No se sabesi es fcil o no ser marxista en filosofa; se ve bien, en cambio, que es imposibleserlo en etnologa.

    Iconoclasta y saludable; fue as como calificamos el gran trabajo de MarshallSahlins, que derriba las mistificaciones e imposturas con las cuales se conforman,demasiado a menudo, las ciencias llamadas humanas. Ms preocupado en elaborarla teora a partir de los hechos que en adaptar los hechos a la teora, Sahlins nosmuestra que la investigacin slo puede ser viviente y libre, pues un granpensamiento puede perecer si se degrada en una teologa. Los economistasformalistas y los antroplogos marxistas tienen algo en comn: son incapaces dereflexionar sobre el hombre de las sociedades primitivas sin incluirlo en los marcosticos y conceptuales salidos del capitalismo o de la crtica del capitalismo. Susemprendimientos insignificantes tienen el mismo lugar de nacimiento, y producenlos mismos efectos: hacen, unos y otros, una etnologa de la miseria. Y es el granmrito de Sahlins ayudarnos a comprender la miseria de su etnologa.