Drama Rural

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Drama rural en el cine español

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  • Material indito sujeto a derechos de autor Citacin obligatoria en cualquier medio Prohibida su reproduccin Uso docente exclusivo para estudiantes MATRICULADOS en la asignatura HISTORIA DEL CINE ESPAOL. Campus virutual Universidad Complutense de Madrid Drama rural I. Definicin y caractersticas. II. Los inicios y la consolidacin del gnero. III. La posguerra y los cincuenta. IV. Hacia la actualidad. I. DEFINICIN Y CARACTERSTICAS. Si se consideran los gneros como categoras artsticas clsicas que facilitan al espectador el conocimiento previo de la obra que escoge para su disfrute, o como modelos culturales que renen cdigos ms o menos cannicos, hablar de drama rural supone un esfuerzo adicional de definicin de este gnero respecto a otros ms fcilmente reconocibles por el gran pblico. No se trata de considerar de manera extensiva dentro de esta categora a todos los films que tengan como teln de fondo o espacio dramtico el campo o el mundo rural, sino ms bien matizar el drama rural como aquel drama (diferenciado del social, pasional o laboral) que surge en lo rural o de lo rural, precisamente por las especiales caractersticas de ese universo concreto. Como bien lo ha definido en alguna ocasin Jess Gonzlez Requena, el drama rural se sita en ese espacio donde lo rural y el drama cinematogrfico se enlazan. Sin duda, el cine no hace ms que recoger una antigua tradicin del teatro decimonnico y la novela de principios de siglo, pues el drama rural aparece ya como un gnero literario muy reconocible en el siglo XIX y se desarrolla en el XX de la mano de autores como Benavente, Quiroga, Lorca, Dicenta, Blasco Ibez, Valle Incln, Cela, Delibes, etc., que son adaptados al cine con prontitud. Para marcar los perfiles ms ntidos y transparentes del gnero se debe hablar de dramas que se desarrollan en el opresivo, conservador, inmovilista y claustrofbico mundo del campesinado, en el que las trasgresiones a los cdigos sociales ms rgidos e inflexibles se publicitan y magnifican con facilidad por las caractersticas del pequeo y cerrado territorio en el que se producen. Lo que lleva ineludiblemente al cuerpo social en pleno a intervenir y participar en el conflicto dramtico como principal parte acusadora. En cualquier caso, se debe tener en cuenta cuando se analiza este fenmeno artstico, la vocacin realista del cine en determinados periodos de su historia, que refleja casi de forma especular una realidad social concreta. En este sentido, es innegable que Espaa es un pas cuya definitiva trasformacin social se ha realizado en muy poco tiempo y slo en los ltimos aos. Si a comienzos del siglo XX Espaa es un pas con un 91% de poblacin campesina (con un 51% de analfabetismo y slo un 16% de trabajadores en la industria o en el sector servicios), esta situacin vara substancialmente en los aos cincuenta, pero las cifras cambian muy lentamente (51% poblacin agraria a mediados de siglo) con el aadido de las fuertes migraciones internas que hacen aparecer un nuevo problema social: el enfrentamiento entre la cultura rural y la urbana. El paso a la modernizacin, que se produce en los ltimos cincuenta aos, aade por tanto nuevas realidades que se traducen en situaciones dramticas susceptibles de convertirse en historias para llevar al cine. Pese a la inevitable visin urbana del cine, casi siempre pensado para un espectador de ciudad y clase media, los relatos de odios ancestrales,

  • de dramas provocados por los tabs ms atvicos, de la destruccin familiar por la migracin forzada, etc., tienen en el cine espaol una importancia radical y, algunos de ellos, marcan precisamente puntos de inflexin muy reconocibles en la historia de nuestra cinematografa. II. LOS INICIOS Y LA CONSOLIDACIN DEL GNERO. Ya desde los escasos 301 metros de alguna de las pelculas de ficcin ms antiguas (El ciego de aldea, A. Garca Cardona, 1906) se observa una fuerte preocupacin por lo rural. Este pionero film valenciano de la productora Films Cuesta, pese a plantear un asunto de bandoleros detenidos por la Guardia Civil, es fundamentalmente un rural romance de ciegos ambientado en la pequea poblacin de Godella. Parecido es el caso de La Dolores (F. Gelabert y E. Jimnez, 1908), en la que, en menos de 15 minutos de duracin, se adapta el famoso drama de J. Feli y Codina sobre la tragedia provocada por los amores de la mesonera exilada en Calatayud, debido a las habladuras del pueblo. Una historia que vuelve a tener nuevas adaptaciones en el cine mudo (M. Thous, 1923) y en el sonoro (F. Rey, 1939), siempre con el mismo ttulo y siempre asociada a la famosa copla. Varias versiones cinematogrficas tiene tambin el clebre drama rural de J. Dicenta Nobleza Baturra (en 1925, adaptado por J. Vil Vilamala; en 1935, por F. Rey; y en 1964, por Juan de Ordua). Otras pelculas como Misterios de dolor (A. Gual, 1914), rodada en las montaas de Catalua; Carmia, flor de Galicia (R. Lupo, 1926), pese a ser quiz ms un melodrama amoroso con final feliz; La Malquerida (R. de Baos, 1914), basada en el drama de Benavente, que tiene una nueva versin en 1940 dirigida por J. Lpez Rubio, o La Bejarana (C. Fernndez Ardavn, 1925), marcan los inicios de este gnero de dramas rurales y recios melodramas del mudo y colocan las bases estilsticas y formales de lo que va a ser su desarrollo. Pero es La aldea maldita (F. Rey, 1929) la pelcula que no slo cierra el periodo mudo en Espaa, sino que se constituye como la autntica cumbre de esta etapa y la ms representativa de este gnero. La clebre pelcula, cuyo estudio pormenorizado ocupa demasiado espacio para ser tratado aqu en profundidad (y que tiene una versin ms descafeinada, realizada tambin por Florin Rey en 1942) plantea con cierto barroquismo los estilemas ms reconocibles de lo que podramos llamar drama rural en estado puro. Las desdichas de Acacia, esposa de un campesino que observa impotente como se pierde toda su cosecha como la del resto del pequeo pueblo castellano, se relatan con austera planificacin y mucha escasez de medios (las 22.000 pesetas del coste de la pelcula son sufragadas por la cooperativa montada por el director y el actor principal, Pedro Larraaga) pero con una concisin y efectividad dignas de elogio. Al margen de algn destello de drama calderoniano sobre la moral, el honor y el perdn, el film plantea los cdigos ms precisos del gnero: trasgresin de una ancestral prohibicin social (Acacia, incitada por su amiga Magdalena, se dedica a la prostitucin en la ciudad de Segovia, tras abandonar a su hijito) y terrible castigo por su acto (no poder tocar ni dar cario a su hijo, al que ve crecer, tras retornar al hogar paterno), todo ello con el trasfondo de la hambruna, la forzada emigracin de toda la aldea y las costumbres ancestrales del conservador campo espaol, que se erigen en norma justiciera. Florin Rey, con un especial regusto por los recursos flmicos aprendidos del cine sovitico y del expresionismo alemn, realiza quiz uno de sus mejores films y, con toda seguridad, la mejor pelcula del cine mudo en Espaa. Pero, sobre todo, para lo que aqu interesa, La aldea maldita marca el paradigma del gnero que se trata de definir. III. LA POSGUERRA Y LOS CINCUENTA. Durante la etapa blica y la primera posguerra, no aparecen pelculas significativas que se pueden adscribir a este gnero.

  • Probablemente slo Marianela (B. Perojo, 1940), adaptacin de drama de Prez Galds, o algunas de las versiones sonoras de los clsicos mudos ya citadas antes, cumplen lejanamente con la altura dramtica que exige el drama rural. Ms destacables son Malvaloca (L. Marquina, 1942), sobre una obra de los hermanos lvarez Quintero que relata la historia de la seduccin de una bella muchacha malaguea que debe irse a Sevilla, donde vuelve a ser abandonada y de la campana rota La golondrina, que es refundida por dos amigos en un proceso paralelo a la reconversin de la mala mujer rechazada por el pueblo; Tierra sedienta (R. Gil, 1945), relato del problema social de la construccin de un pantano que sirve de marco para un drama amoroso; o Las aguas bajan negras (J. L. Senz de Heredia, 1948), basada en la novela La aldea perdida de Palacio Valds y ambientada en el duro mundo de la minera asturiana durante la guerra carlista: amenazas, crmenes y tringulos amorosos enmarcan una tragedia edulcorada por la boda final. Orosia (F. Rey, 1943) y Un hombre va por el camino (M. Mur Oti, 1949) completan esta apresurada nmina de dramas rurales de los aos cuarenta. Por su parte, la dcada siguiente marca la aparicin de un drama social fronterizo con el rural: las migraciones internas y la lucha entre dos culturas muy dispares. ste es el asunto principal de Surcos (J. A. Nieves Conde, 1951), que pese a su carcter netamente urbano (la historia se desarrolla ntegramente en el barrio de Lavapis de Madid) puede ser considerada tambin como parte de este gnero en tanto que relata la terrible tragedia de la descomposicin de una familia campesina en su intento de prosperar en la gran ciudad. Pero son otros muchos films de este periodo los que delimitan claramente el gnero. Por ejemplo, Condenados (M. Mur Oti, 1953), lejanamente inspirada en la obra de teatro de Surez Carreo y que cuenta los amores secretos de un joven por una labradora cuyo marido se encuentra en la crcel por un crimen cometido precisamente por celos: amores y odios, sin justificacin, se levantan por encima de cualquier otro contenido ms social, psicolgico o religioso. O Sierra maldita (A. del Amo, 1954), un melodrama de inspiracin neorrealista, con guin de A. Paso y J. L. Dibildos, en el que se cuenta el drama -con lejanas reminiscencias lorquianas- de un grupo de mujeres campesinas condenadas por una tradicin secular. Tambin Caas y barro (J. de Ordua, 1954), la conocida historia de la tragedia entre campesinos y pescadores en la Albufera valenciana, basada fielmente en la novela de Blasco Ibez, cumple los requisitos del drama rural: murmuraciones sociales, herencias envenenadas, odios ancestrales, muertes innecesarias, etc. Como otra pelcula del mismo ao y planteamientos similares aunque ms esperanzadora, Viento del norte (A. Momplet), basada en la novela de Elena Quiroga. Tambin es considerable la apuesta ms social de J. A. Bardem sobre una cuadrilla de segadores manchegos a la que regresa un hombre para vengarse porque ha cumplido condena por un crimen no cometido: La venganza (1957). Una pelcula cuyo contenido ms radical se encuadra tambin en los cdigos de los odios ancestrales entre parientes cercanos, las navajas sueltas y la dimensin pica de lo rural. IV. HACIA LA ACTUALIDAD. Durante las dcadas ms recientes, el cine espaol tampoco abandona el mundo rural; sin embargo, la contaminacin entre los distintos gneros y otras preocupaciones temticas ms cercanas a preocupaciones sociales y polticas obligan a plantearse el estudio del gnero desde una perspectiva diferente. Probablemente sea Con el viento solano (M. Camus, 1965), una excelente versin de la novela de I. Aldecoa, interpretada por Antonio Gades y Mara Jos Alfonso, una de las pelculas ms representativas de esta tendencia en los aos sesenta, pese a su alto contenido social y a su intento de descripcin de la cultura gitana. Otros magnficos

  • films rurales como Llanto por un bandido (C. Saura, 1963) o Viridiana (L. Buuel, 1961/1983) se desmarcan mucho ms de los cnones del gnero al proponer otros temas ms candentes (el bandolerismo, en el caso de Saura, o la transformacin mstica en pasin terrenal, en el caso de Buuel) en los que el campo es un mero teln de fondo. Durante los aos setenta y ochenta, son tambin muchos los ejemplos paradigmticos de las nuevas tendencias en el drama rural. Vctor Erice sita su magnfica reflexin sobre la soledad y la oscuridad de la posguerra en el claustrofbico mbito de una pequea aldea: El espritu de la colmena (1973). Al margen de los conflictos bsicos del gnero, que aqu evidentemente no se dan cita, en la pelcula de Erice lo rural -en tanto que personaje esencial del drama- no es simplemente un decorado, sino una ntima pasin de la propia historia. Similar es el caso de Furtivos (J. L. Borau, 1975) o de Pascual Duarte (R. Franco, 1975) paradigmas del nuevo drama rural, a pesar de que la capacidad metafrica de estas magnficas pelculas aborden universos mucho ms ricos y se sumerjan en reflexiones ms profundas que las que hemos definido como consustanciales al gnero. Esa riqueza temtica, que trasciende ya los simples odios ancestrales o los amores censurados por el cuerpo social del pueblo y que matiza otros muchos conflictos en los que se debate la sociedad espaola de la transicin a la democracia, van a aparecer en pelculas tan seeras como El crimen de Cuenca (P. Mir, 1981); en Demonios en el jardn (1982) o El corazn del bosque, ambas de M. Gutirrez Aragn; en Tasio (M. Armendriz, 1984); y en Rquiem por un campesino espaol (F. Betriu, 1985). En ellas, la utilizacin de lo dramtico y de lo rural son catalizadores esenciales de la estructura de las historias narradas, pero su contenido simblico supera el mero drama rural y se expande hacia reflexiones ms ambiciosas. Aunque a veces, en pelculas muy clebres como Los santos inocentes (1984), la prosa rural de Delibes florece en las poderosas imgenes de Mario Camus retomando algunos cdigos bsicos del gnero. O en pelculas menos conocidas, como por ejemplo Monte bajo (J. Esteban Rivera, 1989), en la de nuevo los cdigos del gnero surgen de manera ms transparente, pero ahora como denuncia de una Espaa que afortunadamente comienza a superarse. Ahora bien, lo rural, como mundo mgico, que encierra mltiples y ancestrales secretos, es tambin la mdula de historias ms recientes que pese a no poder ser consideradas como dramas rurales en su sentido ms puro no es posible olvidar, pues se sitan en la frontera del gnero: por ejemplo, entre otras muchas, algunas de las novedosas propuestas del hermtico Julio Medem: Vacas (1992) y Tierra (1997). O la entraable Cuando vuelvas a mi lado (G. Querejeta, 1999). O las ms recientes incursiones de los ya avezados ruralistas Gutirrez Aragn con La vida que te espera (2004) o Montxo Armendriz con Secretos del corazn (1997) y Obaba (2005). Todas ellas ejemplos ms o menos cruciales de la pervivencia del ms moderno -pero evidentemente menos cannico- drama rural en el cine espaol actual. OTROS TTULOS SOBRE EL GNERO: 1923: Rosario, la cortijera, J. Buchs; 1928: El mayorazgo de Basterretxe, M. Azcona; 1935: El gato monts, Rosario Pi; 1941: Un alto en el camino, J. Torremocha; 1954: Todo es posible en Granada, J. L. Senz de Heredia; 1955/1956: La gata, M. Alexandre y R. Torrecilla; 1955: Orgullo, M. Mur Oti; 1965: El camino, A. Mariscal; 1970: El bosque del lobo, P. Olea; 1973: Habla mudita, M. Gutirrez Aragn; 1974: El amor del capitn Brando, J. Armin; 1979: Tierra de rastrojos, A. Gonzalo; 1980: Bodas de sangre, C. Saura; 1983: Casasviejas, J. L. Lpez del Ro; El sur, V. Erice; 1985: Padrenuestro, F. Regueiro; 1986: Divinas palabras, J. L. Garca Snchez; El ro de oro, J. Chavarri; El disputado voto del seor Cayo, A. Gimnez Rico; La mitad del cielo, M. Gutirrez Aragn; Teo el pelirrojo, P. Lucio; 1987: Jarrapellejos, A. Gimnez Rico; 1988: El viento de la isla, G. Gomerzano; 1989: El ro que nos lleva, A. del Real; Sempre Xonxa, Chano Pieiro; 1991: Martes de Carnaval, F. Bauluz y P. Carvajal; 1996: Un cosc al bosc, J. Jord; 1997: Las ratas, A. Gimnez Rico;

  • 1998: Bert, L. Casasayas; El faro, M. Balaguer; Flores de otro mundo, I. Bollan; Marara, A. J. Bentancor; Nena, X. Bermdez; 1999: La lengua de las mariposas, J. L. Cuerda. BIBLIOGRAFA: F. Llins y P. Viota (eds.): El campo en el cine espaol, Madrid, Banco de Crdito Agrcola, 1988; C. F. Heredero (coord.): La imprenta dinmica. Literatura espaola en el cine espaol, monogrfico de Cuadernos de la Academia, Madrid, Academia de las Artes y Ciencias Cinematogrficas de Espaa, 2002.

    EDUARDO RODRGUEZ MERCHN

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