Dormir

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Dormir, tal vez soñar (Obra en un acto) Héctor Cortés Mandujano Con base en ideas generadas colectivamente por Jorge Zárate, María Eugenia Meza, Saúl Gohé, Marihana Zárate, Roxana Carbajal, Alejandro León, Alfredo Espinosa y Héctor Cortés. En el escenario habrá seis cubos, que servirán de sillas, camas, edificios, peñascos, tren, lo que se necesite. UNO: DE NOCHE, VIENDO EL MAR (1) HUGO (desde un peñasco): El mar. Sólo este fragmento que ni siquiera veo con claridad, pero imagino claramente, es una representación del mundo. La espuma que surge del choque de la ola con la piedra sería un pueblo completo, las gotas que salpican son las multitudes aturdidas que caminan por la vida sin saber qué hacen y adónde van. La playa, la vasta arena de sed inextinguible es la muerte. Allí vamos todos. La gente que algún día fue parte de la ola y ahora es parte de la playa, es decir, que algún día vivió y que ahora ha muerto, sólo es espíritu disuelto en el aire. Los muchos que han muerto nos rodean, están aquí junto a nosotros, los respiramos. Y así los muertos reviven en nuestra vida y, a veces en calma, a veces violentamente, nos conducen hacia el final. Mientras tanto, nuestra vida puede tener instantes felices que un día sólo serán olvido: Las torres con sus nubes, los regios palacios, los templos solemnes, el inmenso mundo y cuantos lo hereden, todo se disipará y no quedará ni polvo. Estamos hechos de la misma materia de que están hechos los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir eterno. DOS: LA LLEGADA Se oye ruido de llegada de tren, de estación multitudinaria…

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Dormir, tal vez soñar(Obra en un acto)

Héctor Cortés Mandujano

Con base en ideas generadas colectivamente por Jorge Zárate, María Eugenia Meza, Saúl Gohé, Marihana Zárate, Roxana Carbajal, Alejandro León, Alfredo Espinosa y Héctor Cortés.

En el escenario habrá seis cubos, que servirán de sillas, camas, edificios, peñascos, tren, lo que se necesite.

UNO: DE NOCHE, VIENDO EL MAR (1)HUGO (desde un peñasco): El mar. Sólo este fragmento que ni siquiera veo con claridad, pero imagino claramente, es una representación del mundo. La espuma que surge del choque de la ola con la piedra sería un pueblo completo, las gotas que salpican son las multitudes aturdidas que caminan por la vida sin saber qué hacen y adónde van. La playa, la vasta arena de sed inextinguible es la muerte. Allí vamos todos.

La gente que algún día fue parte de la ola y ahora es parte de la playa, es decir, que algún día vivió y que ahora ha muerto, sólo es espíritu disuelto en el aire. Los muchos que han muerto nos rodean, están aquí junto a nosotros, los respiramos. Y así los muertos reviven en nuestra vida y, a veces en calma, a veces violentamente, nos conducen hacia el final. Mientras tanto, nuestra vida puede tener instantes felices que un día sólo serán olvido: Las torres con sus nubes, los regios palacios, los templos solemnes, el inmenso mundo y cuantos lo hereden, todo se disipará y no quedará ni polvo. Estamos hechos de la misma materia de que están hechos los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir eterno.

DOS: LA LLEGADASe oye ruido de llegada de tren, de estación multitudinaria…Estación de un tren. 23:00 horas. Cada uno de los personajes va entrando con mucha prisa y se detiene en posición de correr, llevan una maleta que pasan brincando antes de llegar a detenerse.

Realizan un juego de manos entre ellos, caídas hacia los otros cuerpos, huidas constantes. Los movimientos son rápidos, casi siempre por el nivel medio, buscando constantemente un sitio donde no hayan pasado. Los personajes se usan entre sí para realizar cargadas, brincos, etc. Sin embargo, no existe ningún tipo de relación entre ellos.

—Voy de viaje. —Espero que sea largo, largo. —No quiero estar solo. —Quiero encontrar algo, alguien. —Algo nuevo. —Algo viejo.

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—Respuestas. —Algo perdido. —Lo que me quitaron.

Hay mucho caos en el escenario, aparente desorden; empiezan a lanzarse las maletas entre ellos. De pronto un pitido de tren, agarran la maleta más cercana y salen corriendo. El astronauta queda flotando…

TRES: DESDE LA TIERRA, LA LUNALU: ¿Y mi maleta? ¿Y mi maleta? ¿Y MI MALETAAAAAA? Nadie contesta. ¿Pensarán que sólo soy un traje de astronauta abandonado en la estación, que no hay nadie dentro? ¿O al fin llegué a la luna? No, esos de allí no parecen marcianos. ¿O sí?

La primera vez que floté me sostenían dos manos fuertes y giraba muy rápido, volaba. Tenía siete años. La segunda vez me cargaba un brazo metálico: el estómago se desprendió de su lugar y es lo más cerca que, hasta ahora, he estado del cielo. No es cierto. 20 años después las estrellas estuvieron junto a mí; flotaba de nuevo, volaba. Por fin pude ver el mundo hacia abajo.

¿Y mi maleta? ¿Qué voy a hacer en esa casa desconocida sin poder cambiarme ni de calzones? Bueno, esa es una de las ventajas de estar encerrada en este traje, detrás de esta escafandra. Además, don Hugo, ese millonario que me pidió que viniera a visitarlo, tendrá dinero hasta de más como para comprarme otro traje. ¿Me gustaría tener otro traje? No creo. Estando aquí, sólo conmigo, nada necesito. ¿Entonces por qué acepté venir a ver a un hombre tan lleno de riquezas? Por la duda. Soy una astronauta con las dudas de un gato. He vivido en el aire durante mucho tiempo y tengo muchas preguntas que contestarme. Un día volví a la tierra y traté de vivir en una casa. No pude. Lo mío es la calle, el bosque, el aire. Me gusta la soledad y también, un poquito, bailar.

Lo hace como si fuera el doctor Simi.Lo único de lo que me arrepiento es de no haber traído a mi perro. Sanguinario se

llama. Pero es súper flaco y súper cobarde. Me encanta, porque así ha sobrevivido a todo, como yo. Una vez, caminando por cualquier calle, encontré una estrella. Brillaba tanto. Era un diamante supongo… Lo dejé tirado. No quiero riquezas. Ese mismo día, de noche, corrí tras una luciérnaga. Me agarré de una de sus patitas y volé con ella. Me llevó al desierto. Qué paz, qué felicidad. Allí supe que la felicidad era tan fugaz como la luz de las luciérnagas. Por eso las busco, para volar de nuevo y ser feliz. Tal vez por eso vine aquí, tal vez con don Hugo pueda encontrar otra luz, mi luz.

¿Y MI MAALEETAAAA? Le cae una en la cabeza. Oscuro.

CUATRO: EL SUEÑO DE HUGOHugo está en el piso, hincado, con el rostro hacia abajo. Levanta las manos como en un ritual religioso. Hécate, quien surge detrás de él, toma una de ellas.HUGO: ¡Ay!

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Jala su mano y se levanta violentamente.HUGO: ¿Quién eres? ¿Eres un zopilote, la muerte o el zopilote de la muerte?HÉCATE: No seas ridículo, viejo, soy uno de tus sueños, ¿no te gusto?HUGO: ¿Gustarme? ¿A ti te gusta comer limones podridos, meter las manos al fuego, bañarte todos los días? No, ¿verdad? No me gustarías ni aunque te vistieras como la gente. Estás horrible. No eres un sueño, sino una pesadilla. ¡Aléjate! HÉCATE: A ver, viejo cascarrabias, no vine aquí por mi gusto, ni para que me insultes, vine porque tú me soñaste.HUGO: Está bien, bruja espantosa, ya te vi y me dio mucho susto, ahora márchate y déjame en paz.HÉCATE: Estas más solo que un cactus en la ventana de un edificio, ¿y aun así quieres que me vaya?HUGO: Tengo el dinero suficiente como para comprarme la compañía que quiera, ¿por qué tendría que aguantarte a ti, que eres tan fea?HÉCATE: Ah, ¿por eso convocaste a las cinco personas que van a llegar mañana? ¿Los quieres comprar?HUGO: No, no, al contrario, quiero regalarles lo que quieran. HÉCATE: ¿Y eso?HUGO: Tengo demasiado, siempre he tenido demasiado. Por eso contraté a Hércules, un detective, y él me ayudó a encontrar a los otros cuatro. Esos cinco nunca han tenido dinero ni propiedades ni una vida cómoda. Quiero conocerlos para saber cómo han sido felices así.Tal vez, bruja espantosa, lo que estoy haciendo es tener por lo menos unos días, unas horas en compañía de personas como las que nunca fui ni podré ser. Yo sólo conocí esta vida de fastos y grandeza, y me rodeé de una corte de halagos; ahora quiero asomarme a corazones limpios, sencillos…HÉCATE: ¿Y no es otro de tus caprichitos de millonario?HUGO: No, nunca había hecho algo con más sinceridad que esto. ¿Y a ti quién te mandó a mi sueño? ¿No me digas que Dios o algún espíritu de bondad?HÉCATE: No, de ninguna manera. No pertenezco al sistema, soy una bruja independiente.HUGO: Fíjate, bruja horrorosa, que antes de tener el disgusto de soñar contigo, soñé conmigo mismo. Era de noche y estaba frente al mar, hablando sobre la vida y la muerte, sobre la felicidad.HÉCATE: ¿Ah sí? Qué curioso. Yo también tuve un sueño y estaba como tú, de noche y frente al mar hablando de la vida y la muerte…HUGO: ¡Por Dios, bruja horrible, ¿estás loca? Tú eres un sueño, ¿cómo vas a soñar que estás soñando?HÉCATE: Eres un viejo zoquete, amargo como el chocolate.HUGO: Rico como el chocolate.HÉCATE: No entiendes nada.HUGO: ¡No entiendo que haces aquí: vete!

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HÉCATE: Eres un bobo. No te mereces mi ayuda, pero te voy a enseñar una fórmula mágica para que este sueño termine.HUGO: ¿Y cuál es?HÉCATE: No es una palabra como “Abracadabra”. Es más fácil: ¡Despierta! (Hécate da una palmada y desaparece. El viejo se da cuenta que está solo, pero oye la voz de su sueño.) Nos volveremos a ver… Te lo juro…

CINCO: LA FLOR ES EL INSTANTE PERFECTOHércules mira sospechosamente a Narciso. HÉRCULES: ¿Qué escondes en el corazón?NARCISO: ¿En el corazón? Fragancias, perfumes, aires antiguos y nuevos aires. Mi corazón es un jardín.HÉRCULES: ¿Y no tiene espinas?NARCISO: En el corazón tenía, la espina de una pasión, logré arrancármela un día…ahora ríe mi corazón. Ah, ese verso también estaba allí, ¿ves?HÉRCULES: Mmm…, te me haces sospechoso.NARCISO: A mí también te me haces conocido. Te vi en el tren. HÉRCULES: ¿Conocido? Dije sospechoso. No importa. ¿Por qué vendes flores?NARCISO: Las vendo y las regalo. Dar una flor es enseñar qué es la vida, la muerte y la felicidad.HÉRCULES: ¿Cómo?NARCISO: Una flor vive, pero morirá en poco tiempo. Sólo tiene un momento para ser feliz, que es el instante de su eclosión. Allí ella se pinta de colores maravillosos, se vuelve hermosa, plena, feliz. Si te doy una flor, tú, aunque nada sepas de nada, aprendes eso. Basta con saber mirar, con querer y saber usar el cerebro y el corazón. No sé si algo así enseñen en las escuelas de detectives…HÉRCULES: ¿Cómo sabes que soy detective?NARCISO: Porque te vistes como detective y te la pasas pregunta y pregunta. HÉRCULES: Ahora que me has descubierto, tengo que confesarte un secreto.NARCISO: Yo también quiero confesarte un secreto.HÉRCULES: Tú primeroNARCISO: No, los chaparros primero.HÉRCULES: ¿Conoces a don Hugo, el viejo gruñón que nos convocó?NARCISO: No. ¿Cómo es?HÉRCULES: Viejo y gruñón.NARCISO: ¡Claro! Ya sé de quién me hablas.HÉRCULES: ¿De quién?NARCISO: De don Hugo, el viejo gruñón.HÉRCULES: ¿A dónde ibas en el momento justo cuando te encontré?

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NARCISO: Acabamos de bajar del tren, ya nos han puesto a cada cual en su recámara, pero me aburre el encierro. Yo soy un hombre de jardín. Por eso salí, para buscar si hay flores aquí y de qué tipo.HÉRCULES: ¿Y sabes cuándo será la reunión?NARCISO: ¡Por todas las acacias del mundo! ¡Claro que sí!HÉRCULES: ¿Y cómo lo supiste?NARCISO: Porque me dejaron una tarjeta enorme, una invitación con todos los datos.HÉRCULES: Tomo nota. Dijiste antes que ibas a contarme un secreto.NARCISO: Sí. Mi secreto es que soy un jardinero inventor y he logrado cultivar flores exóticas.HÉRCULES: ¿Cómo cuáles?NARCISO: Muchas. Unas que besan, otras que cantan. Muchas. Flores que se enojan y flores enamoradas. Muchas. Flores chistosas, flores sorpresas, flores mágicas. Unas hacen cosquillitas en la mano y tú, aunque no quieras, tienes que reírte; otras, cuando te las acercas a la nariz te hacen ¡BU! y con otras, si las pones debajo de tu almohada, sueñas los sueños más bellos del mundo. ¿Para ti qué sería lo más bello?HÉRCULES: ¡Encontrar al asesino! NARCISO: ¿Cuál asesino?HÉRCULES: No te hagas, tú sabes más de lo que dices.NARCISO: Perdona, ¿me podrías detener esta flor?HÉRCULES: Con mucho gusto.NARCISO: Huélela, tiene un olor delicioso.Hércules lo hace y comienza a sentir sueño, cae dormido.HÉRCULES: Esta es una flor dormilona y dormidera. Agradece que no te di la mordelona. (La quita de la mano de Hércules.) ¡Me chocan los detectives!

SEIS: TIEMPO PARA SOÑAR JOAN: Qué bueno, querida hermana, que quisiste venir a mi cuarto y no quedarte solitaria en el tuyo, como los peces que viven en los abismos del mar. Mañana estaremos en el cardumen de la reunión. Pero hoy bastó que vinieras para que brotara en nuestro alrededor un arcoíris de buenos sentimientos. La buena onda. Además, tengo una pregunta que nace en la pura intensidad de mi centro gris: ¿cuánto tiempo nos queda para soñar?LU: No lo sé, pero tenemos que hallar la vía de las luciérnagas. El camino está lleno de niebla y de miedos… JOAN: No hay sendas conocidas, no hay vías invisibles. Nosotros somos la vereda y el caminante. Tú, yo, todos, somos el cruce del camino donde se saludan la vida y su pareja pálida, la felicidad y su hermana agria, la noche y su gemelo luminoso. Yo voy soñando caminos… LU: Las estrellas son el recuerdo de aquello que aún no vivimos. Estamos parados con un pie en el pasado y otro en el futuro, mientras el presente está pasando sobre nosotros a mil

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por hora. ¿Deberíamos esperar sentadas a que el caos llegue? Prosigue la matanza, se extiende el hambre, la muerte…JOAN: ¿Qué es la muerte, hermana, sino este segundo que expira; esta palabra que sólo ilumina apenas cuando sale de mis labios y muere pronto tragada por la nada cotidiana?LU: Somos polvo de estrellas. JOAN: Y las estrellas no más que un recuerdo fugaz, un remedo de olvido.LU: ¿Somos un error?JOAN: ¿Es un error la luna? LU: La luna es el hogar de los sueños.JOAN: La luna es el origen de la flor.LU: La luna es la autora del ocaso.JOAN: Pero la tierra es la casa de los abrazos, hermana. LU: La tierra es el tránsito a la luna.JOAN: Y aquí volvemos a nacer en cada niño nuevo, que rompe lo viejo que hay en las vidas. LU: Aunque él un día será viejo…JOAN: Y volverá a ser nuevo, hermana. Estamos gravitando siempre sobre nosotros mismos, somos la humanidad que circula de ida y vuelta. LU: ¿Y eso debe darnos esperanza?JOAN: La esperanza vive en los sueñosLU: ¿Qué son los sueños?JOAN: El mundo perfecto donde no existe el tiempo. LU: ¿Y la vida?JOAN: Respirar, latir, estar. La sencillez del árbol. LU: Vivir para vivir. Sólo vale la pena vivir para vivir. Allí (señala hacia arriba) vivía yo.JOAN: Somos un milagro, aunque no nos entiendan, aunque no entendamos. LU: Yo nunca he podido entender a las personas.JOAN: Siempre están jugando al todo o nada. LU: Como don Hugo, parece.JOAN: Como nosotros, parece.LU. Como nosotros, como todos.JOAN: ¿Cuánto tiempo nos queda para soñar?

SIETE: LA CANCIÓN FELIZLos seis personajes están sobre el escenario o sobre los cubos, sentados, parados, acostados, y poco a poco se van integrando a la primera voz que canta hasta terminar en un coro.Cuando nací, yo no lloré,lo mío fue una carcajada;por eso es que la soledadha sido todo, ha sido nada.

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Tiempo después me enamoréy me volví una apasionada,y en cada nuevo amanecer,agradecí lo que me daban.

La lluvia siempre me bañó,la luna fue mi compañía,las aves saben mi canción,la tierra es mi querida amiga.

Por eso es que la libertadno la confundo con el dañoy tengo la felicidaddía tras día, año tras año,y tengo la felicidad día tras día, año tras año.

OCHO: BOLETOS PARA TODAS PARTESEstán reunidos todos fuera de la sala de reunión. Es casi la hora. Hugo está en la sala, esperándolos.HÉCATE: Un día me golpeé la cabeza en un accidente que no recuerdo. Me atendieron y cuando vieron que sobreviviría me dejaron en mi casa. Mis vecinas me cuidaron hasta que me repuse totalmente. Vi mi casa llena de muebles, de trapos, de chucherías. Decidí dejarlo todo y comencé a vivir en la calle y a descubrir el milagro de la bondad: me invitaban a comer, me daban ropa, me regalaban sonrisas y palabras amistosas.

Esto era mejor que vivir sola, esto era ser feliz. Y con el ánimo de conocer algo más que las calles donde antes viví, dejé el barrio, la ciudad, el país; viajé sin nada más que mi gusto por viajar, sin pensar en si me alejaba del lugar en que había nacido o si estaba a punto de regresar. He ayudado a cuantos he podido ayudar y he sido ayudada por muchos. He descubierto en la práctica que los seres humanos somos lo mismo: hermanos del mismo tiempo, del mismo mundo. Alguna vez me encontré con una frontera pero me di cuenta que podía saltarla, alguna vez me enfrenté a la maldad pero me di cuenta que nada puede hacerte daño si llevas sólo amor entre las manos.

No creí que alguien, aunque quisiera, pudiera encontrarme. Hace unos días me di cuenta que el mundo es un pañuelo: un niño me entregó un sobre muy grande y se fue corriendo sin que nada pudiera preguntarle. Cuando iba a abrir el sobre un hombre viejo se acercó y me dijo que me daba un dulce a cambio del sobre. ¿Un dulce? Bien, le dije y acepté el cambio.

Iba a desenvolver el dulce cuando una anciana me dijo que no tenía dinero para llevarle una sorpresa a su nieto. Le di el dulce y ella me dio un imperdible que se quitó del

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cabello. Quedé sola y se acercaron dos ladrones y me exigieron, con cuchillo en mano, que les diera el imperdible. Se los di, claro. Uno de ellos al correr dejó caer un arma vieja. La tomé y grité llamándolo para entregársela. No me oyó. Un coche lujosísimo se detuvo casi frente a mí y de allí bajó una mujer muy adornada, quien me pidió el cuchillo. Se lo di. Entonces, ella sacó de su lujosa bolsa de mano un sobre, un sobre muy grande y me dijo: “Creo que esto es suyo”.

Era el sobre del principio. Tenía dinero y boletos de avión, de ferrocarril, de autobuses; papeles con mi nombre, Hécate, y una invitación firmada simplemente por “tu amigo Hugo”. Me pedía venir aquí, y eso hice. Aquí estoy.

NUEVE: AMOR Y PAZNARCISO: Soy Narciso. Mi historia es más o menos parecida. He vivido la mayor parte de mi vida solo y feliz. Estaba en la vieja cabaña que me dan prestada en un cerro desconocido y lejano; llegaron allí un día varios y varias para hacerme lo que supuse era una broma, hasta que me vi en un autobús, luego en un barco, un avión, un tren, que fue donde los vi por primera vez. Y aquí estoy.HÉRCULES: Reunirlos ha sido una odisea y un gasto económico tremendo. De la cita que tuve con don Hugo hasta este día, hasta este momento, para mí fue trabajar con mucha gente, revisar muchos expedientes y averiguar dónde vivían los seres que no necesitaban familia ni cosas ni dinero para vivir contentos. Y luego armar fórmulas distintas para saber si no nos habíamos equivocado, después encontrar una logística que pudiera reunirlos aquí. Ustedes son una muestra de que la felicidad existe en sí misma, fuera de las convenciones sociales, de la fama, del poder, de la fortuna… LU: A mí me encanta estar apartada, vivir sólo conmigo. Sentir que no necesito algo de afuera y saber que todo –lo bueno y lo malo– está dentro en mí. A veces, nomás, me encantaría encontrarme con una luz especial que me muestre nuevos caminos. Fuera de eso, me siento completa, realizada.NARCISO: ¿Tú eres Lu, verdad?LU: Sí.NARCISO: Con razón. Pareces lu-nática.LU: Me gustaría vivir en la luna, en las nubes.JOAN: A mí me hace feliz ver las nubes, respirar, dejar que la lluvia me moje y el sol me caliente. A veces veo por la ventana del lugar donde esté (una comuna o un lugar de paso) y sólo con que se mueva una rama o cante un pájaro me doy cuenta de que es un privilegio estar viva. Siento, hermanos, que el amor y la paz transitan por mis venas. Me siento hermana, madre, amiga de todo lo que vive…NARCISO: ¿Y de cuál fumas, Joan?HÉRCULES: Creo que estamos a punto de entrar a la reunión. ¿Están listos?

DIEZ: MELANCOLÍAHugo canta, solo, sentado en algo que pareciera ser un trono.

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Cuántas veces se me olvidó reír,cuántas veces se me olvidó soñar,cuántas veces pude resistirme a ser feliz,cuántas veces no pude abrazar al mar,cuántas veces más me voy a preguntarla receta para la felicidad.

Cuántas veces he andado sin mirar la luna como mariposa posada en ti, cuántas veces he pensado que la felicidadno está ni en el dinero ni en morir,cuántas veces más me voy a preguntarla receta para la felicidad.

ONCE: EL DISCURSO DE HUGO HUGO: ¡Adelante! ¡Pasen!Entran todos y se quedan apelotonados en la puerta.HUGO: Acomódense como mejor puedan, por favor.Lo hacen.HUGO (los ve a todos): Gracias por tu excelente trabajo, Hércules. Tú eres Joan, evidentemente; tú eres Lu, el traje te delata; tú sin duda eres Narciso y tú ¡eres Hécate! ¿Te acuerdas de mí?HÉCATE: Nunca lo había visto antes de hoy.HUGO: Cómo no, te soñé hace unos días.HÉCATE: Yo suelo recordar mis sueños, no los sueños de otros.HUGO: Bueno, no importa. ¿Alguien quiere hacer una pregunta?NARCISO: La obvia, ¿qué hacemos aquí?HUGO: Será mejor que les exponga claramente mis razones, así despejaré esa y las otras dudas que quizás tengan.

Soy el último integrante de una familia que desde su origen tuvo una enorme habilidad para concentrar riquezas. De niño, de adolescente, de adulto no me di cuenta que por estar ocupado en aprender a hacer negocios y luego en hacerlos la vida se me iba escapando. No pude enamorarme porque tuve desconfianza de si me querían a mí o a mi fortuna, no hice amigos por lo mismo; lo que crecía alrededor de mí era el número de sirvientes, de empleados, de negocios, de dinero…

Tal vez hubiera seguido esta vida sin cambios, si no fuera que hace poco un médico de toda mi confianza me dijo que moriré muy pronto. Una enfermedad, de la que no quiero hablar, mina mi vida sin prisa pero sin pausa. Había que poner en orden mi testamento, ese era el consejo. Tengo propiedades en muchos lados y una inmensa fortuna. ¿A quién dejarla? Revisé los propósitos de muchas fundaciones y dispuse que recibieran a mi muerte el dinero suficiente como para que continúen sus trabajos en pro de la tierra, los animales,

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la gente vulnerable. Decidí premiar a mis sirvientes más fieles, a mis empleados más capaces. Sin embargo, me sigue sobrando muchísimo dinero.

Pedí que me buscaran un detective que fuera, al mismo tiempo, un alma caritativa y así llegué a Hércules. Lo traje a mi presencia y le pedí que encontrara a gente pobre, incluso muy pobre, que fuera feliz. En nuestra primera lista había miles. Fuimos eliminando nombres porque quería, además, que cada gente tuviera particularidades: que fuera solidaria con los otros, eventualmente, pero que la concentración de su interés fuera clara y definitivamente vivir en libertad y ser feliz. Así llegamos a los nombres de ustedes.

Los buscamos hasta hallarlos y les hicimos algo así como una broma a cada uno, les dejamos los boletos y los datos para que pudieran llegar hasta aquí. Creíamos, y no nos equivocamos, que gustarían de la aventura… JOAN: ¿Y ahora?HUGO: Ahora les digo la razón. Quiero dejarles a mi muerte, o inmediatamente si lo prefieren, a cada uno de ustedes, la cantidad que me pidan, no importa que sea exorbitante, para que hagan con ese dinero lo que quieran. Ese es, en resumen, el asunto que me hizo traerlos.NARCISO: ¿Y usted que gana con eso?HUGO: Nada; salvo, claro, premiar su forma de vida.LU: ¿Es decir que yo podría pedirle millones de pesos y usted me los daría?HUGO: Así es.HÉCATE: No entiendo.HUGO: Tal vez fui muy brusco o demasiado sintético en explicarlo. Lo reitero: les daré lo que me pidan, pero quiero que hoy en la noche piensen en lo que más han deseado y mañana nos veamos aquí mismo para que uno por uno, una por una, me cuente de su proyecto, de su petición. Lo pongo más claro: a partir de este momento, basta con que lo pidan, son millonarios; tienen en la bolsa mucho dinero, el dinero que quieran…

Así que nos veremos mañana. Me dio mucho gusto verlos. Buenas noches.Mientras Hécate habla, Hugo escribe, anota con rapidez. Eso hará en las demás exposiciones.HÉCATE: Yo no necesito esperar ni para mañana ni para al rato para decirte lo que siento. A mí ya me han regalado demasiado y tengo todo lo que quiero. No necesito dinero. Nunca lo he necesitado. No sabría qué hacer con él ni creo tener la capacidad como para administrar más que las monedas que obtengo a diario para comer y compartir mi comida. Doy y recibo. Si recibiera algo de ti, ¿qué podrías darme, si el mayor regalo que tienes y nada te costó es estar vivo? Te pido yo que pienses para mañana qué crees que puedo regalarte, que no tenga valor económico, y si no es imposible de hallar lucharé para conseguírtelo, para regalártelo. De todo corazón.HUGO: Cuando apareces en mis sueños me enojas. Pero en la realidad me has dicho cosas que reflexionaré hoy en la noche. Gracias. Hasta mañana.

DOCE: SÓLO MÚSICA

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La luz desciende de nivel y comienza a escucharse una música que está cantando la noche. Es oscura. Poco a poco se transforma y es luminosa. Amanece.

TRECE: MILLONES DE OJOS QUE NOS MIRANLu y Joan están ante la silla de Hugo.JOAN: Te llamaré Hugo, no por una falta de respeto, sino porque te considero, como a todos los demás, como a ella, mi hermana; perdón, mi hermano. Levántate de esa silla desde pareces un rey y ven con nosotras, que somos el pueblo. Te vamos a contar nuestra propuesta, pero te necesitamos cerca.Entre las dos lo ayudan a levantarse y a caminar. Van a proscenio.LU: Te escribimos unas líneas y te hicimos un dibujo para que no te tomemos por sorpresa.Lo toma.HUGO: Ya veo.JOAN: ¿Te gusta?HUGO: Ya veo que mis lentes me están fallando. No veo nada.LU: No importa, nosotras te vamos a guiar.JOAN: Siéntate, aquí, en medio de nosotras. Te vamos a enseñar el cielo y la tierra.LU: ¿Alguna vez te quedaste solo en el campo, acostado en el suelo, viendo el cielo de noche?HUGO: Creo que no.JOAN: Hazlo, es tu oportunidad. Hay millones de luces allá arriba que se han pegado a la comba del cielo sólo para que las veas. Millones de ojos del universo te ven desde la altura infinita. ¿Y oyes? Hay cigarras, grillos, ranas cantando. En este momento te das cuenta que el dinero no importa ni el poder ni las relaciones. Nada. Tu vida está en contacto con muchas vidas palpitantes y esas vidas empiezan a formar parte de la tuya. Eres uno con la noche y el universo. Más aún: eres el universo.LU: Y ahora piensa en el atardecer: el cielo como un pavorreal que luce sus colores para ti. Y piensa en cómo amanece: hay oscuridad y de pronto, segundo a segundo, el mundo se aclara otra vez, el sol viene de nuevo a estar con nosotros, a iluminarnos. ¿No te parece un milagro que debes ver siempre que puedas?JOAN: ¿Y te bañaste alguna vez en una poza alejado de la ciudad y sus ruidos? ¿Has oído como cantan los arroyos? ¿Te has dado cuenta de la orquesta prodigiosa que traen los pájaros en la garganta?LU: ¿Te pasa algo?HUGO: Sí, perdonen, me pasa algo terrible: estoy llorando. Yo renuncié a todo eso.JOAN: Nosotros tenemos todo eso siempre en nuestras vidas, ¿crees que cambiaríamos eso por tu fortuna, por encerrarnos a cuidar billetes, a contar ganancias, a tratar con contadores?HUGO: Lo entiendo, me doy cuenta de que ustedes han sido felices y yo sólo un infeliz millonario. Renuncio al intento de convencerlas de lo contrario. Si estuviera en el lugar de ustedes haría lo mismo. Gracias, ¿me pueden regresar a mi silla? Lo hacen y mientras él escribe, ellas salen. Entra Narciso.

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CATORCE: TE REGALO LA FELICIDADNARCISO: Hola, de entrada quiero decirte que tu broma ha sido magnífica.HUGO: ¿Te gustó la forma en que te contactaron y te convencieron de venir aquí?NARCISO: No, no me refiero a aquello, sino a esto. Esta casa es una gran simulación y los sirvientes supongo que son actores desempleados que decidieron ayudarte a hacernos esta broma. Tú no eres un millonario que enloqueció con una enfermedad terminal y tu detective es un empelado más que disfrazaste de personaje de Ágata Christie. HUGO: Cómo. ¿No crees que soy quién soy?NARCISO: No.HUGO: ¿Por qué?NARCISO: Por tu olor. No te olvides que soy especialista en flores y olores. Puedo oler hasta las florecitas simples que los demás creen que no huelen. Sí, sí huelen, pero tienen un aroma secreto que sólo los que hemos dedicado nuestra vida a conocerlas podemos sentir. Tú no hueles a millonario…HUGO: ¿Y a qué debería oler, según tú?NARCISO: No tendría caso que te explicara, porque no me entenderías.Hugo calla, toma una chequera que tiene a mano, escribe, firma y extiende el papel a Narciso.HUGO: No discutamos minucias. Te doy este cheque en blanco para que lo llenes con la cantidad que quieras. Apenas salgas habla con mi administrador para que te acompañe al banco. Con eso saldrás de dudas. Pero me interesa saber qué quieres, ¿puedes decirme en qué te gastarás ese dinero?NARCISO: Fíjate que sin ayuda de nadie y sólo con mis medios un día, luego de varios intentos frustrados, logré hacer que naciera una rosa negra y una margarita azul. A partir de ese momento cambiar colores en las plantas ya no fue desafío. Comencé con los olores y conseguí éxitos que volverían loco a cualquiera. Por tu propuesta, anoche pensé en comprar hectáreas y hectáreas para compartir mis descubrimientos con todas las personas o hacer una selva de flores que nadie ha visto para que se la considere una nueva maravilla del mundo o una isla repleta de locuras vegetales. Qué sueño. Pero me volvería famoso y sería muy cansado para mí estar lidiando con tanta gente.

Pensé también que con mi dinero podría impulsar programas para que desde la escuela se le enseñara a los niños a cultivar flores. Tal vez de ellos surgiera otro Narciso, otro yo. Pero no. Es lo mismo. Mucha gente.

Decidí, al final, ser un poquito menos narcisista y compartir contigo el mayor placer que he conseguido en un aroma. Por lo que nos dijiste anoche, la alegría ha pasado pocos minutos conmigo y conmigo lo hace cada vez que huelo la flor específica que la produce. En fin. Te lo digo fácil: voy a regalarte la felicidad. Toma esta flor y bastará que la huelas para que seas el hombre más feliz del universo.

Te voy a dejar solo para que disfrutes de esta experiencia mágica. Adiós.HUGO: Muchas gracias, Narciso. ¿Y de veras no te gustaría pedirme algo?

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NARCISO: Ah, sí, un helado de frambuesa, pero ya me lo dieron tus sirvientes; lo comí hace un momento.

QUINCE: MORIR FELIZHugo ha quedado solo. Ve la flor con detenimiento y con lentitud la acerca a su nariz. Parece recibir una descarga eléctrica.HUGO: ¡Ay!Su expresión, sin embargo, cambia de inmediato y sonríe, luego ríe, se levanta con dificultad y baila mientras ríe, ríe. Lo suyo son carcajadas y bailes absurdos: la imagen clásica de alguien feliz. En mitad de una vuelta se toca el corazón. En su cara hay dolor. Va hasta la silla casi arrastrándose. Se sienta en ella y se desmaya. Entra Hércules.HÉRCULES: Don Hugo, pues a mí usted ya me conoce. No dejaré de agradecerle que me haya contratado porque con los salarios que generosamente me pagó he estado ayudando a un orfanatorio. Ya sabe que yo soy huérfano y que mi primera investigación fue descubrir quiénes habían sido mis padres. Desde entonces una pasión se apoderó de mí: encontrar la verdad, y esa tarea ha consumido mi vida y me ha hecho feliz. No creo que haya alegría más grande que llegar al meollo del asunto, al punto clave que explica un misterio. Por ejemplo, don Hugo… (Lo ve por primera vez y nota su desmadejamiento.) Don Hugo, ¿está dormido? Ja. Si está dormido no va a contestarme. Se acerca. Luego pone su rostro cerca del rostro de Hugo. Saca su lupa y lo analiza. Toca su corazón, las venas de la muñeca izquierda. Se da cuenta de que está muerto. Piensa. Ve la hoja en que Hugo escribía. La lee, la guarda en su bolsa. Respira hondo y se acerca a la puerta y grita:HÉRCULES: ¡Vengan, don Hugo está muerto!

DIECISEIS: EL CAOS Y LA TRANQUILIDADEntran los cuatro personajes restantes y lo primero que hace uno tras otro (con movimientos coreográficos) es ir al muerto y gritar. Luego revolotean como locos por el escenario es un caos organizado. Parecen sufrir. El único que se ha hincado y permanece inmóvil en medio del desastre es Hércules. Examina con lupa el papel. Lu sale de escena antes de que Hércules se incorpore y grite, lo que hace que los demás se detengan.

DIECISIETE: EL MISTERIO DEL PAPELHÉRCULES: ¡Basta!NARCISO: ¿Basta? ¿Vamos a jugar “Basta”? Yo soy muy lento.HÉRCULES: ¿Falta alguien?Pausa. Se ven entre sí. Se oyen ruidos raros fuera del escenario. Luego vemos a Lu, quien camina como si estuviera en la luna.LU: ¡Yo, yo, falto yo!El FANTASMA DE HUGO: Ésta, como siempre, andaba en la luna. Sigue allí.JOAN: Me encanta tu traje, es la pura onda, ¿ya te lo había dicho?

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EL FANTASMA DE HUGO: Ahora que por fin apareció la nieta de Armstrong, ¿podemos empezar?HÉCATE: ¿Podríamos ahorrar nuevas presentaciones? Tengo prisa y quisiera que esto terminara pronto.NARCISO: ¿Vas a viajar de nuevo? ¿Y trajiste tu escoba? ¿Es negra o rosa? ¿Tienes muchos modelos? Te puedo recomendar unas flores especiales para escobas de brujas.HÉCATE: ¡Por la Santa Inquisición!, don Herculano, ¿podemos comenzar?HÉRCULES: Me llamo Hércules; Hércules, doña Hécate, me parece muy sospechosa su prisa, pero de eso me encargaré en otro momento. Bien. Como todos sabemos, apenas la semana pasada cada uno de nosotros vivía su vida sin saber que un millonario excéntrico, loco…EL FANTASMA DE HUGO: ¿Loco? Más respeto para los muertos…HÉRCULES: …nos haría una propuesta que ninguno de nosotros rehusó: venir hasta su residencia y oír algo asombroso…JOAN: Todo eso ya lo sabemos, hermano, amigo, corazón… Abrevia.NARCISO: Nadie ha olvidado y creo que nadie va a olvidar lo que nos pasó.JOAN: Sólo con cerrar los ojos nos podemos sentir en la estación del tren, donde nos conocimos, hermanos míos y del universo. Hércules cierra los ojos y lo mismo hacen los demás. Un instante.HÉRCULES: Bueno, lo que hemos recordado es lo que nos pasó hasta este momento y creo que ya todos recordaron lo que había que recordar. Ahora, debo decirles que tengo en mi mano lo último que escribió don Hugo y aquí está la clave de su muerte. Por eso los he reunido, porque es necesario…NARCISO: Antes que siga, permítame darle mi más sentido pésame.FANTASMA DE DON HUGO: ¡No! ¡Aléjate, Hércules! ¡No huelas a Narciso!Se acerca, lo abraza, Hércules se desmaya y Narciso lo acomoda en el piso. Le quita el papel de la mano.NARCISO: ¡Me chocan los detectives! Vamos a ver qué dice este dichoso papelito…Empieza a leer y su cara se va iluminando. Trata de contenerse, pero empieza a reír. Se acerca Hécate, toma el papel y sucede lo mismo, Lu hace lo mismo con el mismo resultado, igual que Joan. La luz comienza descender en medio de las carcajadas. Cuando la luz se enciende sólo está el fantasma de Hugo y el cuerpo tirado de Hércules. DIECIOCHO: YO TE ENSEÑARÉEl fantasma de Hugo se acerca al cuerpo de Hércules. Lo toca, lo sacude.HÉRCULES: ¿Eh? ¿Qué pasó, qué pasó? ¿Dónde están los demás? ¿Me quedé dormido?HUGO: No, te quedaste muerto.HÉRCULES: ¿Muerto?HUGO: Mhjú. Todito.HÉRCULES: ¿Y ahora?

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HUGO: Ahora ya no te dará hambre ni necesitarás cosas. No está tan mal para ser un muerto.HÉRCULES: ¿Y el mundo?HUGO: Va a seguir dando vueltas sin ti.HÉRCULES: ¿Y qué hago ahora?HUGO: Sígueme, te voy a enseñar a ser como yo: fantasma.HÉRCULES: ¿Usted estuv…? Te puedo tutear, ¿verdad? Si ya los dos estamos muertos, no hay por qué hacer ceremonias ni formalidades.HUGO: Así es.HÉRCULES: Mi pregunta es si estuviste en esta última reunión sin que te viéramos.HUGO: Así es.HÉRCULES: ¿Es difícil ser fantasma? Y no me vayas a contestar “así es” otra vez.HUGO: No, es más difícil estar vivo. No soy un gran fantasma todavía. No puedo mover objetos ni asustar ni muchas cosas que iré aprendiendo y que te enseñaré.HÉRCULES: ¿Por dónde nos vamos?HUGO: Por aquí.HÉRCULES: Cuando sepa bien esto de ser fantasma, averiguaré cosas que me faltaron. No por chismoso, sino por detective.HUGO: Ajá.Se cruzan con Joan que entra y sube hasta el peñasco. Se oye el mar. Es de noche.

DIECINUEVE: DE NOCHE, VIENDO EL MAR (2)JOAN: Yo también soñé con Hécate viendo el mar, de noche. Ella estaba como estoy yo ahora, en este sueño extraño. Recuerdo su voz. Decía que nuestra vida a veces puede ser dura o miserable, llena de espinas y abrojos, con pantanos y serpientes, fea como una sombrilla sin sombra, como una vaca destazada. Eso puede ser si así la miramos, si así la creemos. Pero la vida no es más que una oportunidad de transformarnos. La única oportunidad.

No hay más amor que el que podemos dar, no hay mejor amistad que la que podemos sacar de nuestro espíritu, no hay más bondad que la nuestra. Nosotros somos completamente el mundo, la vida, y por nosotros la gente a nuestro alrededor podrá sentir que existe la tolerancia o la agresión, la risa o el sufrimiento, el amor o el odio, la paz o la guerra.

Tenemos que vivir a plenitud porque después vendrá lo desconocido, lo imprevisible. Pero la vida, y quizás la muerte, son sólo este momento: dormir, tal vez soñar.