Doppelganger espejo malvado. LITERATURA FICCION PSICOLOGIA CONDUCTA HISTORIA
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Doppelgänger:
Espejo malvado
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Arianna Bañuelos Zetina
Doppelgänger: El Espejo Malvado Arianna Bañuelos
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Espejo malvado
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“El que ve a su doble es el que va a morir”
Strindberg
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PREFACIO
Voltear la cara, ver la hora con los días,
no saber por qué o cómo
nos afianzamos en la gente.
Ser ojos en la paja del extraño,
luego placer como un segundo cuerpo.
Al mismo tiempo ángeles y demonios,
amor y desamor al prójimo,
admiradores y admirados,
equilibrio del desequilibrio,
guerra de la paz.
No saber cuál es la historia verdadera
de nosotros mismos, igual sensatos que coléricos,
locos cuerdos, desgarradores presos.
De una excepcional muestra de arte
pasamos a ser escombro, nos liberamos
cuando estamos presos, lloramos más
después de haber reído
(nos apartamos a menudo).
Escribir hermoso cuando está lloviendo,
ser portador de voces olvidando el eco,
juez de padres y enemigos,
ser humanos, ser sencillamente complicados.
A pesar de esta naturaleza diáfana,
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laberinto de todos en el fugaz olvido,
volteamos a la autenticidad equívoca,
queriendo transformar al mundo
con pensamientos ya ilustrados.
Cuando queremos ser portadores del
Milagro, la Voz Creadora nos opaca,
porque en sí el Milagro ya existía.
La palabra no escrita
ya se había encontrado; a menudo ,
la pintura ya se había creado, la
poesía ya existía, la razón se fundaba
a sí misma, la inteligencia empezaba a terminarse.
Y nada excepto esto nos sorprende, que encontremos
un camino ya trazado, cuyo momento
debió de haber sido siempre el último de todos.
La dicha de renacer por tanto,
es la capacidad que tenemos para sorprendernos,
pero sobre aquello que se repite constantemente
y no envejece, sino que eternamente se consagra.
La dualidad entonces, la que existe en todas partes;
entre la sombra y la luz, la riqueza y la pobreza,
la soledad y la abundancia, tiene su parte en la misma ley:
decidimos amar después de haber odiado, y conocemos
la paz después del infortunio de la guerra.
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Por eso, a quienes lloramos todavía, nos complace
saber que la palabra nace de la herida;
El Milagro, vitalmente humano.
Este libro por tanto, se trata de un final que empieza
con el principio, a través del reencuentro con un
revelador de voces; el silencio,
hablante de la vida, sonámbulo descubrimiento.
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CAPÍTULO 1
“Este ser afín, (Hyde), que yo había llamado del seno de mi propia alma y a quien concedí toda la anchura que pedían sus excesivos placeres, era un ser incoherentemente maligno y villano, en
quien cada acto y pensamiento tenía por único centro a sí mismo, bebiendo ávido un placer bestial a la tortura de otros, implacables como el hombre piedra”
Henry Jekyll
Espejo malvado
Existe una cara más o menos blanda de la palidez voracea. Se parece a mí, pero no soy
yo. Tiene sonrisa y no es la mía. Tiene sombras, luces y centinelas de madrugadas: es
bosque, pintura, caldo de eucaliptos verdes, negros crustáceos, se confunden todos como
luces de colores. Estoy jugando a caracterizarme en el espejo. Aunque me reconozco,
encuentro formas que no caben en mi persona. La figura me da miedo, siento pánico
escénico de verme a los ojos. Empieza una espiral sin bordes, quiero ser el centro y se me
escapa el centro, germina mi alma como flor de sentimientos, me reclama cuántas cosas y
voces irreales (en su conjunto son reales).
— Si tienes boca, que sea otra, no la mía (sin voz me ensordeces, parece que del vacío
me iluminas).
— Estoy jugando al monólogo, desde el eco te pregunto si te reconoces.
— ¿Qué es el reconocimiento? Se consume como negación, te explico lo que no soy frente
al otro, me parece inapropiada la marginación del auténtico, iluminado o prodigioso. No soy
simplemente de nadie ni del todo, me mantengo al margen de la afirmación.
—Antes de negarte, ya te habías reconocido. ¿De dónde partes entonces? Una cosa es la
nada, otra el algo a la inversa. Aún, si fueras nada o nadie, existe un todo que has
nombrado (te olvidas de nombrar lo innombrable).
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—Soy ese algo que niega las leyes antes y después del hombre: equilibrio, castigo, orden y
control. La búsqueda de discontinuidad no me hace un alguien, me constituye un anti-
alguien, un prototipo de no-ser. De ahí deriva mi miedo, querer el escarnecimiento del
mundo para llenar vacíos, la pequeña venganza encuentra la destrucción de uno mismo,
una caída en revés.
—Hace rato hablábamos de estereotipos y ahora de moral. ¿No será que el revés en ti
misma es un prototipo de anti-felicidad?
—La felicidad, como la excelencia, se buscan todo el tiempo; de ahí que, mi rebelión como
premisa, tome como punto de partida un modelo fraccionado y ya menoscabado. Parte de
mi felicidad se reivindica en una lucha por terminar algo que sé de antemano no ha
funcionado.
—Soy ahora la voz de tu conciencia. Tu rostro refleja la voz de la duda (algo que no es fe
te consume lentamente). Tus ojos esquivan el enfrentamiento, desvías tu mirada, te da
miedo verme. ¿Dime qué tan grande es el daño encontrado, que tu valentía no esté a la
altura de reivindicar la lucha?
—Las caídas son parte del recuerdo (el corazón vive con ellas todo el tiempo). Tengo
miedo a mi ser cobarde, es un mal espejo, buen compañero en la soledad, mejor rincón de
heridos; pero también hipocresía, me impide soñar, es como la presunción, mejor máscara
que hombre, mejor superficie que vulnerable mar.
—Tu miedo al miedo crea los vacíos. Me evades porque tienes miedo a reconocer tu “yo”
incompatible frente a “ellos”. Has limitado tus posibilidades con tal de no ser criticada y
lastimada. Has evadido la sensibilidad por considerarse una debilidad, pero has generado
una espiral que impide sacar a flote tu verdadero “yo”. Te reprimes a ser lo que ellos
esperan de ti, y no lo que eres verdaderamente en el fondo de tu alma.
—El pobre niño alienta una esperanza y ensaya, en la penumbra, la mirada que quiere ser de ayer, y que no alcanza una resurrección franca y amada. El pobre niño pálido no quiere
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comprender que es inútil el sonrojo del ocaso lejano, en que se ofrece un corazón desventurado y flojo... (El, Villaurrutia).
—La esperanza no es un ayer, es una mirada amada. Te cobija con la fe, te da ojos sin
ver, voces sin bocas delineadas; silencios perpetuados. No te avergüences de mí, soy y
pertenezco a la Creación, divino presagio, herramienta izada en mares (entre más
transparente tu alma, más te besaré).
—Ahora quieres ser Dios (el ser humano es distinto a la perfección).
—La Creación no tiene miedo a ser quién es, detrás de sí, un millón de seres responden.
Se conoce a través de cielos, mares, tierras y fuegos. Es transparente y a la vez tangible,
fría y a la vez cálida. No cuestiona, se manifiesta. No pregunta, es. La sensibilidad como
Creación te pertenece, eso te acerca a la perfección.
__¿Y qué es la perfección?...
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¡Déjame callarte y quizás logre callarme!
28 de junio de 1985
Nacía sin quemarme las manos
de inocencia,
sin tristezas de rastros
los ojos me brillaban innatos.
...Sin más, cuando la nieve me cubría
era lluvia fría, y yo pensaba eran risas
en inviernos lejos. ¡Somos segundos
de alquimia!, cambiamos sin habernos conocido.
La mente como laberinto de enigmas
dice todo y dice nada.
Una gota de mi sangre cae,
muere la esperanza en un instante,
la muerte me acecha como grito infame:
¡Déjame silenciar los ruidos de tu pecho!
Miran un millón de cosas mis ojos,
aunque nosotros afuera.... lentos
hemos caído como cuerda floja
y nadie estaba.
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En la caverna
A hurtadillas escucho mi sombra,
me persigue entre la noche ciega,
cantando aforismos de placeres,
Ignominias como frutos de memorias.
Lejos de un paraíso
escucho la muerte que me acecha,
va corriendo entre pasajes fúnebres
y quieta perpleja me consume .
El llanto de un niño sin amor,
una lágrima de sal
a ciegas, en las aguas turbulentas
sus cantos en las sombras gritan:
Déjame a la espejo pedir mi carta,
a los reyes o a la luna santos,
a Gasparín, el Duende o Santa Claus,
a Juan pestañas el dador de sueños.
(Cada vez que inflo un globo rojo,
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me acuerdo que lo veo espléndido en los cielos;
sin haber soñado, he volado con las alas rotas).
¿Ya ves que sigo pataleando?
Me hago pipí sin haber marchado
al país de los milagros. El círculo de la vida
se expande para darme miedo.
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A mi enemigo
I
Hay recuerdos que impiden instantes
de sueño, rostros que desafían miedos,
parecen piel de muerte
dibujados lentos mientras miran ciegos.
Me clavé en la nada,
recuerdo que regresa lo vivido
días de hambre que parecen ciclos.
No quisiera que me robara el pasado
la desdicha de estar escribiendo
un don, heredado al clavar espinos,
ni sería gacela de viajes pasajero,
pero el espejo a uno mismo inconsciente
es reflejado, traga gritos cada día
a la vez que lloro.
Cuando habla el alma mía niña soy
y de nadie he vuelto a ser nocturna,
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soy una lágrima de todo mar
y por mí el sol veinte días ha caído.
Un yo que de costumbre interrumpe
el placer de una herida se alimenta tenue,
y deja que hable el viento a cada instante.
II
Hablo al inconsciente:
¿quién es la niña frente al espejo
traicionero?
¿El tiempo ha madurado y tú?
Hablo a la memoria olvidada
en el camino,
¿el sol fue visionario y tú?
Busco un frente cálido
que nazca sin haber caído.
Se fue el amor, se lo llevó el silencio...
caigo estos días, me voy.
Me ilumina el rocío de tu faz
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perdida, la busco y soy yo,
continua permanencia finge
ser silencio, se acobarda del amor.
Me caigo,
se me olvida el sueño
tropezando mil veces sin amor.
De callar mis labios vivos he nacido.
Me olvido,
me retraen los golpes
pensando eran horas fijas del reloj.
De contar el tiempo frágil he crecido.
Me mato,
cada día soy píldora
pensando era tu antídoto y no.
De engañarme tu palabra te imagino.
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Una esperanza de callar a quietas
El viento como brisa intensa
busca el camino con descalzas piedras.
Me da miedo salvar al mundo y perderme
en cada día y en la sombra de mi rastro,
me da miedo el brillo del sol caliente
cuando aquí es invierno y hace frío.
Me sabe a una locura que invade
las arterias de mi sangre,
revuelta con segundos moribundos
buscando su espejo entre mi almohada.
Me sabe a cuerpos hitos de nostalgia
sucumbiendo la lluvia
sin sentido de palabras, sin lunas
de queso agrio; amores laxos de alegrías.
Me sabe a un circo de payasos
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engañados, proyectando caras de ser nada,
en lugar de llantos... risas
en lugar de espinos... rosas
Ignominia: sinónimo de anomia pero con (I)
La I de ignorancia;
es decir, alienados mundos
sin saberlo.
He visto la inocencia en una chimenea,
en los portales de las calles de limosna,
donde solía mi madre consolarme
eran almas confrontadas de hambre.
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Me sabe a que el hombre es mortal
Todo nos amenaza y nada cambia: raza de millares
en la conjugación del tiempo escrito,
religión de transgresores, balaustre de ocasión,
ojos deliberados con sabor a sangre,
traicioneros (petrificados visionarios).
Juego de espejos
vas de nuevo invisibilizándonos
en un retorno a lo moderno:
cielo con infierno se conjuran como
huecos (si acaso la miseria al bienestar).
¿Cómo decir voraz que el mundo extiende hoy sus ojos,
cuando sin ojos vamos caminando?
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Un todo saber quisiera
Encontrar el instante preciso del anhelo,
en los rostros del viajero,
por los siglos de los siglos en los hombres,
entre las piedras y en la lluvia,
en el pasado y el futuro de sus profesiones.
Busco segundo a segundo un solo nombre,
país, nación, regionalismo u organismo
hecho de hombre a hombre
como de mar a tierra o de madre a hija;
y algo que busca dentro de mí
la presencia de un cuerpo con formas apenas se suspende,
retrayendo mi voz se esfuma cuando –no hubiese nadie -.
Siempre invisible entre los nombres
tiempo enmascarado.
¿Cómo te llamas instrumento: arma de poder,
si no tienes sangre y nombre propio?
Me sabe una atroz huella de miradas enterradas en el vaho,
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fantasmas de los hombres que se ciegan al final del tiempo,
trampas de la muerte como llamas sufragando,
un cuarto de espejos donde nos hemos ya perdido.
Un grito exalta la marea turbulenta
cuando el viajero exhausto come tierra y pan del mundo,
son sobres y lágrimas letradas
en su corazón de alma soñada.
Astillas, nocturnos obeliscos
derribados en la sombra,
cenizas, días pasados de una voz desnuda
en llamas y de hormigas enjutadas.
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Desde afuera
...En el mismo rincón de ayer,
el drama ligero de la nada encogió,
los pájaros pasaron
sobre las manos de la rosa;
al sentarse, en el labio sucio
me dijeron una cosa:
¡Es de uno mismo el espejo del placer!
Pensé y escribí la frase,
me abrigué las manchas
de hollín con pinturas nuevas,
deseaba ser el color
que echara con mis dados otra suerte.
De nuevo me hallé,
el amor cuyo misterio
más profundo que el Hades fue.
De nuevo fui,
me senté en la piedra y lloré….
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El juego
¿Cómo serán esas plegarias
cuando tengas un escalofrío
del color del cielo?
Debajo de tu piel inmaculada
se esconden tus múltiples andanzas:
El masoquismo, una misoginia viva,
vive al punto del calibre en flamas,
reinventa con la herida al cuerpo
fantasías nuevas, sanguinarios erotismos.
El vouyerismo, en los ojos
de lo que siempre ves,
deseas lo que no has tenido,
al límite entre el “tú” y el “yo”
la imposible entrega, regresa el vicio.
El fetichismo separa al cuerpo
del objeto. - No estoy al tanto de tu piel-.
el vacío de la máscara en los huecos.
A pesar de todo tus caprichos,
hubiera preferido desnuda tu espalda
a tu inconsciente magia negra ,
pero tus sombras son mis sombras
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bajo la misma red entrecruzada.
Si te quiero desear, pequeño simulacro,
que haya de ser en vida tu retrato,
mujer revelada, niña de tu infancia,
no escapes bajo tu muro a la ventura.
Hubiera el tiempo inhalado tus caricias,
así serías como caliente cera
en mi escasa forma, y las formas
enclaustradas devorarían la madrugada.
Sin embargo, te rebelaste,
extraña forma de hacer el amor en brasas…
el grito, el grito del dolor…
(junto y dejo en la cama el pliegue,
un manual de besos incompletos).
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El contra-juego
Algo nuevo muere, la inocencia,
el recuerdo manifiesta semejanzas.
Cuando tú mueres en el fuego
yo soy hielo, hasta frígida me he vuelto.
Es un miedo de confianza,
nadie se quejó, confiaba en mis andanzas,
unas puertas invisibles
pero calladas de vergüenzas.
Suspendida en el corazón de apoteosis,
voy de nube en nube sin aterrizar,
me persigue la Iglesia, mi alud
entre la infamia y la promiscuidad.
Alguna vez me dijeron que para mi humildad,
siempre habitada, había que esperar
al hombre de tu vida, igual estaba hermoso
el viaje, pero por mucho me faltaba amor.
Apolo en coma, Venus resucita
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en su lugar; bajo su forma,
los ángeles caídos cantan:
¡Otro cielo de colores,
agua en arcos con ritmos de pasiones!
¡Vaya formidable forma!
Está encerrada en el triángulo de las bermudas
y es un círculo que nadie ve.
Entre locos que gritan altanerías,
en los libros que nadie lee,
mi palabra encuentra un vestigio inmenso
del mundo que me sorprende en vano:
un orgasmo...
¿Curioso no?
¡Cómo grito diciendo que existo
y que estamos vivos.!
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La ausencia vuelve
Ni en un millar de años mis labios
alcanzarán tu tacto, me sé en la
sombra temprana de ti, lejana
letanía de un cielo que una vez estuvo.
Como en el daño de un niño escondido
en su pena, agonizando a cada instante,
en los ojos abnegados del sueño,
tu sexo separa al mío y lloro ausente.
Niégame en mi memoria, en los recuerdos
que alcanzan café la lluvia, dime
que existimos solos como espejos fríos,
que nos vimos besando grises al futuro.
Absórbeme la sangre cuando vivo ausente,
he de vivir el miedo indiferente de extrañarte siempre;
o ser luna en mis rezos un desquicio,
enturbiando con mis sombras tus excesos.
Con el fin de leerte y ser oyente,
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he escuchado que el pasado te devuelve
siempre, el espejo de un deshielo vive
en mí, me llama y ciega abre la llave.
La fortuna de quererte,
pensar que puedo ser amante e imaginarte,
igual que a ella mi mujer viviente,
a ti el alma como niños inocentes.
Mi paz, como en pleno auge,
me pide a destajos voces que apartadas
vuelven, se esconden de mí, me reclaman
nombres, tu nombre como presagio ausente.
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Busco amor
La muerte como un enigma en tu boca
saca fuegos de venganza lujuriosa.
A veces, cuando miras agachada,
siento tienes frío miedo o tiempo.
Me imagino volándote en tus mares,
contándote mis deseos bocas suaves,
luz de un fardo alegrías nuevas,
soledad que me llena de placeres.
Te amo por la niña de inocencias,
cuentos lejos que imagino a contra-lechos,
reposo en tu cuerpo como la mujer de sueños,
y bailando en tus pechos, delirio nube invierno.
Eres faz, devuelta misma carne,
horizontes con sabor a sueño, humedezco
silencios al desnudo, prodigiosos contornos
transformados, de cuerpo a cuerpo presos.
Tienes sed, sangre en tu pecho dice nada,
te amo cuando tienes frío, sed, o tiempo.
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Recoge alma mía tu palabra
Estallido de una boca muerta,
rompe tu silencio mientras sueño,
el relevo de una mano a destiempo,
luz contra sombra, la caricia.
Tenía un cuchillo
del tamaño de una herida.
Las estrellas me soñaban resistencia.
Ahora,
la hora es madrugada.
Dime qué es llorar
una lágrima en el mar.
Dime qué lejano corazón
siente la tristeza, el amor,
Sólo es ilusión.
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Esta noche como sueño.
Sueño que despierto el tiempo.
(Llamo a mi nombre juez del juego).
La espiral, empieza otra vez.
Tú estás viva afuera.
El color no es de mi piel;
si la bestia me exime, desnuda,
dime qué es ahora, la sombra.
II
Quizás tu nombre en el mío,
afilado cuchillo de placeres,
incandescentes noches
rasguñan una y otra vez la sangre,
la sangre en el cuerpo de todos
triturados. He causado del
placer un hueco, muchos huecos
como sombras de placeres.
Ahora, (el mismo día de ayer)
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llevo una cicatriz
del tamaño de mi nombre… (A) (a veces),
en el principio de las cosas
todo es miedo,
todo nos parece incompleto.
¿Qué faltó en la soledad?
¿Se cubrió la daga como novia?
Bajo su velo aceptamos esto…
una lluvia un sol,
un sol debajo de una lluvia,
después del mar sus olas
nos vemos desahuciados,
y en la hondura,
bajo la misma ola,
tu nombre junto al mío muerto.
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Recontamos los sucesos
Una y otra vez
juramos que nos falta
el cuerpo.
Boca a boca son
mis noches un destierro.
Ojo a ojo un espejo
pleno llanto.…
¡Libertad, soñamos libertad!
¡Delgada vena de la vida es libertad!
¿A quién?
Hola mucho gusto, me llamo Libertad.
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Auto-destrucción
(A) caso de mi madre…
(O) caso de mi padre
Ámame,
te cubriré de rosas
Ámeme,
me llamo zen…
principio Poseidón
del mar Dios.
Házme temblar
y resucitar, resucitar.
¿A quién?
¿Hablo a quién?
Yo no contesta,
cuando habla yo
es auto-
destrucción…
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Espejo malvado
Estoy enferma de los nervios. Siento un vómito regresivo de dolor y pánico en el corazón.
A veces, murmuro un sonido estrepitoso y suntuoso; otras veces me cobijo, no quiero salir
huyendo. Lo absorbo todo, se inclina hacia mí la balanza de la discordia; todo gira en torno
a mí, mi materia, la sombra de todos ante mis manos. Sencillamente, no sé que hacer con
tanto, me da miedo la inmensidad de tantos ojos en los míos. Al tocar el mundo con los
ojos, los fuegos no cesan de quemar. La noche intensa, la bellísima melodía del violín, la
última nota de los tiempos, danza sola al paso de los cisnes, (yo en medio). Una y otra vez
se regocija del amor el baile, los sonetos sin crearse; más bien los silencios de todos los
tiempos ya creados, hacedores de un tiempo que no es el nuestro. Vuelan los cisnes, se
acurrucan en el lugar de origen, cimbran, son árboles cimentando todos los años,
plantados junto a un lago obscuro y desconocido; el paradero más acertado: el
desconocido.
Como cuando mis ojos ven el mar, lo ven todo en las profundidades, todo en la extensión
de la palabra, cada gota un millar de aguas, diversos rumbos, diversas sales hechas
dulces, diversos peces, estrellas y relámpagos, cada uno un puerto, cada uno en los
abismos. Me transformo en nada, la nada que deja fluir el vaso de alquitrán. El veneno
sale, asumo el veneno como tal: es mi Hyde. Detrás de la novia el velo, un gran monstruo
viene persiguiendo al protagonismo, quiere inmiscuirse en sus fragilidades, juega al
victimario, al agresor, al poeta con sus mil connotaciones, es pantera, oráculo, veloz.
Como cuando dudo, el miedo al miedo, me resulta fácil caer en el mismo vicio, el miedo al
miedo. Estoy atrapada en el círculo de no hacer nada, paralizada en el espejo. Soy nadie,
soy locura, soy nadie. El miedo a la inmensidad lo creen los mares, pero uno mismo,
asumir un complejo tan extravagante, la esencia como tal, tomarla, es haber llegado a la
libertad. El miedo al miedo con la sangre sin subir, la respiración cortada, los cuchillos en
su lugar, todos en sus puestos, hasta las rutinas siguen caminando. Se detiene el tiempo.
El miedo al miedo es ver sin contemplar, sentir sin amar, besar sin conocer, pensar sin
desear, ver la paz y dejarla correr; y caminar, cuántas veces caminar con los pies
enterrados. El miedo al miedo es la indiferencia, seguir a los demás, acompañarnos en el
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infierno o en el cielo, nunca sabiendo, nunca llegando. El miedo al miedo es otorgar
espacios a la muerte, poco a poco carcomiendo.
Como cuando no sé quién soy. En realidad lo sé pero no lo asumo. Fantaseo que llego a
ser, que hago y que deshago, pero nunca me percato que ha pasado. Siempre con mis
garras en el pasado, volviendo estúpidas a mis viejas raíces. Siempre con miras al futuro,
para que de una vez no pasen. Y ahora, no sé ni qué escribo, no quiero saber la suerte o la
fortuna del poeta. Hago como que no lo soy, como que mis dedos locamente escriben bajo
un dictado de nervios incoherentemente manipulados. Tic tac la máquina, tic tac la
máquina. Yo no sé qué escribo, o si quizás escribo algo cuerdo.
Como cuando veo el vicio, me resulta atractivo cualquiera de los placeres engañosos: el
alcohol, el vaso ahogado, el cuchillo, la piel en el cuchillo, el suicidio, el hombre sin dormir,
el hombre sin soñar, el hombre sin comer, sin amar, sin ser. Toda clase de artimañas
sucias, hasta dormir, dormir en demasía para no despertar jamás, para que el sol no salga,
y si sale, nunca lo vimos, o lo vimos gris. El vicio de los números, cada 5 minutos trabajar,
cada 5 minutos. Ir y venir. Esa mercadotecnia por más vendida que el hombre entre más
trabaje es más feliz. O los trapos sucios, paralizados en la cama, sin hacer absolutamente
nada, sin ver, sin oír. Aunque haya destellos, en el mundo todo está mal, cada cosa, todas
las cosas.
Te veo y no te veo. Sé que existes en alguna parte de mi alma. Sé que nos perdimos ahí
en el juego víctima-agresor, en la mente del psicópata y ahora nos caemos. Sé que de
alguna forma me contemplas, y desde la vasta arena movediza me has llamado por mi
nombre, mi nombre que durante tantos años sueñas. Ahí donde naciste, en el origen de las
vidas, de una a otra flor y sombra contra sombra, alguna vez la paz reinó en tu corazón.
Creaste la Creación, me Creaste, ahora déjame salir de esta telaraña que mi mente se ha
encargado de enredar más.
A mi Hyde…
Haz que un rayo de luz lo bese, un sueño sería suficiente…
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CAPÍTULO 2
“Si hubiera llevado a cabo mi experimento con ánimo más noble, si me hubieran empujado al riesgo del experimento aspiraciones generosas y buenas, los resultados habrían sido distintos y,
de aquellas angustias de muerte, yo habría sido un ángel y no un demonio” Henry Jekyll
Éxodo
Salí por un instante de mí misma
y no hay aquí,
no hay un instante clandestino
que ponga pausas en el tiempo.
Hallo en el mundo somnífera existencia,
desierta voz al otro lado de la noche,
vaga diurna en vuelo águila,
sendero en las alturas transparente,
nube que atraviesa mil años misma tierra.
Última sombra en la frente de Caín,
primera vez que somos sorprendidos
en un tiempo somnoliento,
por un lado el azar,
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por otro lado el secreto es revelado:
conscientes de un imperio dilatado
lo dicho adelante queda invalidado.
Ayer sin nombres,
(el anonimato como creces de un río disipado).
Los silencios, las leyes, pensamientos encarados.
Filosofía entre llamas se recubre,
partidismo de poder y no de hombre.
Aquí un cuarto solo, "la primera sombra;
una oscura catástrofe de sal... un declive"
-Sócrates en cadenas (el sol nace; morir es despertar).
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Dije alma: no me engañes
No seas gris en las mañanas
cuando el viento me acaricia cerca de la muerte.
Es un hecho que me olvido de la sombra
cuando llora mi arco iris triste.
Me encierra el mundo
que dibuja una quimera
represora
de saber o de poderlo todo.
¡Cierra los ojos y siente la caída!
Voy volando sin que “su” castillo
me congele dedos fríos
que construimos en lejanos sueños.
¿Ves caer el agua?
Cada gota purifica
mis oídos sordos de este mundo.
Cada día que pasa
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voy esquivando recovecos
sucios, represores y jueces
del silencio vuelto ruido.
Cada día intento ser la música,
puentes de canciones
hechos con la lluvia
aquella, la de mi mañana,
cuando tu dormías y yo sentía
tus moradas en las nubes.
Siempre te besaba en la espalda
como queriendo protegerte
de “ellos”:
el saber y los demonios.
Así, se me ocurrió un refugio,
Wilde decía:
el arte, el secreto de la vida.
Me entregaste colores de pinturas
y reinventé el arte
cual sonido de mi muerte
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liberada entre pinceles.
Mente prodigiosa que abre puertas
y construye vientos,
aquí no existen sociedades masacradas
como irrepetibles ecos.
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Amante de nostalgias
Magia de la palabra: vida,
amarte como muerte reconciliada,
después de una batalla, histriónica vida,
me vienes a ser como una bocanada fresca,
callando y levantándote desnuda,
virgen en tu soledad, el sol te iluminaba.
No dejabas de mirarme, y no te salían
fuegos con sabor de olivo,
ahora no debo llorar por verte,
no debo soñar tanto que sin alcanzarte,
fuéramos como las nubes vigilantes.
No me gritabas con los labios,
ni me quemabas con tu piel incandescente,
insaciable boca siempre al mar de sueños;
si tu saliva no fuera la última nota, indomable,
tal vez creería que estoy viva, con los muertos.
No era la grandeza de una noche en sombras,
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era la noche y sus detalles magistrales,
cada tacto era una estrella en cada
pétalo de rosa, tú eras la belleza
en cada beso, lloviéndote al cielo, inconsciente.
No me prolongo, te eternizo,
amo al amo del recuerdo ya creado,
con todo y sus nostalgias afligidas,
amo el momento de la rosa, la boca cultivada.
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Yo hice con tu cuerpo arte
Dibujé alas en tu espalda
porque pienso tienes el don
de los ángeles, que escondidos,
guardan vuelos en secreto.
Eres una finta de diablo
con corazón de ensueño.
Te percibo esa definición perversa...
Virgen
(Cuando abres al atardecer tus alas
te desprendes de “ellos” sin saberlo).
En tus pechos
se refleja un mundo
que nace cada día en mis ojos
retraídos. Con la impaciencia de mirarte
hasta el día de mi muerte voy naciendo.
--¡Pintad belleza pero dadme muerte!--
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Quiero cerrar los ojos y ver mi espejo
acariciando la dulzura de tu cuerpo
entre mis manos hacedoras de repliegues.
Pintar voces melódicas
con acento lúdico y eterno.
Dualidad de dos mundos infrahumanos:
ser inmortal y erudita al mismo tiempo.
Coinciden el sol y la luna juntos
simbolizando el cuerpo
del “tercero”:
nuestro espectro lúcido.
Pintar un mar debajo y sereno,
turbulento e impredecible el tiempo
con la vida que me cuesta soñar
mi primer y último sueño.
Pintar olas que me tranquilicen
un vaivén sensible
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de querer vivir lo ya vivido
sin saber el día que mis labios
beban corazones de oro.
Pintar olas que me ahoguen
con mi sangre pocos días
la esperanza de mis gritos
infames que han caído al precipicio.
¡Arte no existes en las sociedades!
¿Pero y Dios?
¿Se fugó de este mar
y encontrarlo dónde?
Los ángeles, el sol y el mar,
todo es mundo y a la vez nada
de curvas bellas en los caminos
del quehacer sexual.
¿Qué parte de mi invención es Dios?
Pintar un milagro coincidente:
el ojo en tu espalda baja
es visionario ( Dios nos ve detrás del sueño).
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Él libera como estruendo
la caída más prolífica
que existiera en mi “otra” vida.
Mundo interior preso, ¡te libero!
Dios: eres arte
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Un todo saber quisiera
¿Volamos un día al espacio?
¿Compramos árboles,
montes y estrellas vivas de la Tierra?,
Océanos de mar salados,
lluvias tempranas y oportunas,
sonidos de aves, de trinos,
de salvajes bestias?
¿Contemplamos (desde afuera)
los tactos de la noche?
Te compro un amor de luna o de cereza,
un caminar pausado
para recobrar nuestra memoria,
un desnudo baño con tu piel de estrellas,
y tu calor que sabe a vida en la tierra.
Te compro luz que erguida busque
la verdad, ser amada bosque,
ser deseo de arco iris;
al final profetas,
hemos de seguir creyendo.
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Te compro vaguedad en mí,
la mordida en éxtasis
y mi inocencia que me mata
cada día; volver a ser un juego,
cuantas veces perder y no morirme lento.
¡Infinita vida de eternos mares !
Quiero ser la mente con recuerdos
de aves,
transparentes ojos diáfanos
de tiempos,
deshabitando vacíos mis desaires.
Quiero ser la flecha atravesando el aire,
libertad de un sueño frente a frente
prodigioso: sed y sediento,
mirar las navajas y quebrarlas con el tiempo.
¡Ser flor y el ramaje al mismo tiempo!
De una daga espina a ceniza somos
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claros frente a lo perfecto, nos hablamos
no al escombro, al alma de los cuerpos.
Quiero tu pintura de secretos, de formas
que al invento, sean muestra de cantos
eróticos y llantos; mi delirio
sea tu figura un destierro.
¡Quiero muerte: volver!
Abandonar la forma, sentencia para nadie,
salgo de lo que nada sé y tiene oráculo
de mí, de ti, del contra-mundo.
Dame un sólo instante de silencios,
dame el punto cero indicativo
que descubra lentamente al primer ojo,
el principio de los tiempos (desde adentro).
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Si acaso
resucitados, nos viráramos;
fueras ola, yo veneno,
si a un grito me dejaras poseído,
camino de existencias muertas,
hoja cayendo, incierto rumbo;
si lloraras tanto y en tan poco tiempo
que tus ojos se disiparan por el mundo;
imposible infierno, soledad de otoño,
junto al borde de la muerte yo te canto,
soy tu brazo como al cuerpo
la función del verso, mi primer silencio.
Me perteneces hombre,
te vinculas con el astro, mi universo,
clamas con angustia la expiación del vientre
imaginario, la raíz del árbol.
Me invades, me late tienes un corazón
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dentro del mío, compartido por la daga
del pecado transgresor, quemas
mis necesidades, te escribo parte
alma, lector de partes.
Si te mueres cada día se suicida
al acto, eres mi espejo perfectamente
contemplado, nos morimos todos
con la herida, silenciosa huida.
Error de sensaciones,
primero muerto luego artista,
víctima agresor, color de ausencia,
círculo de todos en la sombra y en la luz.
Si acaso humano, burgués y moderno,
sierra de indígena abandonado,
eres mi circular de un tiempo abierto
milagroso.
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Mi Dios sin nombres
Quisiera inventar un Dios con ojos
cada vez más blancos,
cuya música para alumbrar los ciegos
fuera eterna cada día, todos los días como fe
de ciegos, porque todos somos ciegos.
Quisiera un redentor de hombres y mujeres,
niños y huérfanos, traidores y asesinos,
(locos…
entre más locos más quisiera un soberano).
Caníbales, sodomitas, asesinos y borrachos,
homo sapiens, viejos desahuciados,
(locos…
alguna vez estuvimos enlistados).
Un Dios que supiera de cualquier arte,
a lado del proxeneta y surrealista su boca
sin hablar sería silencio, sin juzgar sería amo.
Si en el terreno formal desembocado
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fuera espacio, el espacio sería su arte
y su arte sería el amo.
Mi Dios sin nombres
en el umbral del llanto postremo
es la rodilla con los dedos y el compás,
se vuelve humano para amarnos.
Siendo río, siendo piedra,
está hecho en el piso del pecado,
y cada piedra es cada paso.
Mi Dios sin nombres
no juzga su Creación, es bendición.
Antes del suicidio ya había sido ángel
de mi fe; vástago inmenso
de formas, en cada vida muerta
desdichada,
una luna en cada canto,
cada noche en cada día.
Mi Dios sin nombres es un Dios sin religión,
de prodigioso talento
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se vuelve el mar de cada oído,
es corazón de leyes naturales,
es sonido, última ola, la primer
oda en el hombre sabio es oído.
Volvimos a nacer, fuimos esclavos
de hombres y amantes sin amores,
nos volvimos trapos sucios,
bestias corrompidas y animales
vencidos por los nuestros, destruyendo
al hombre en cadenas de infinitas muertes,
salvajes sociedades divididas por colores,
amargos nos volvimos, secos
como el whiskey más añejo,
sin perfumes, sin sueños.
Volvimos a la inocencia
y todo nos parecía ya acabado,
nos hemos visto pasar tantas
veces en el camino, que
hemos dejado huellas con destino
de recién casados, muchos besos y pocos
años, muchas caricias táctiles de rosas,
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de interminables rosas, de cosas, de
vidas, de todas las vidas que se hallan.
Pero nunca nos hallamos,
nunca dejamos de ser hombres
o mujeres, nunca dejamos a las
caras servir las caras o
a los amores amar.
Nos volvimos villanos del cansancio,
manipuladores del engaño,
la soledad nos cubría con facetas
grises, cada vez más grises,
cada vez más cerca de la muerte,
y de hecho, ya tocábamos la muerte.
Nos volvimos a nombrar,
cada uno a su escoria una marca,
un partido, un equipo, muchos
nombres que dividen nombres,
y nos vemos salir huyendo
sin salir, a menos que decidiéramos morir.
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Volvimos a nacer por suerte
que alguien nos nombrara
por amor, en medio de un
torbellino de pasos dormidos
se levanta el Dios sin nombres,
una vez más el silencio sin nombrar
a nadie. Nadie es todo, todo es
hombre oyendo puertas
cuando entiende de silencios,
se vale de la coma y de la arista
para descubrir el árbol,
aunque fuera del alma, nada es nada.
Amar sin nombres es
el solvente a la herida,
la primer herida naciente
al primer llanto de inocencias,
compañía en la fe ciega,
la lenta pero instante caída
convertida un segundo
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en memorias fijas, en almas
nuevas, que renuevan la vida,
la esperanza, la herida.
Amar sin nombres traza
el papel del inconcluso,
en medio de lo que nunca
supimos que existía, borra
al hombre, de tal suerte
que lo vuelve hombre.
(Palabra),
silencio de alma, un millar
de voces en medio de almas.
Por este amor, morimos todos y resucitamos
cada voz, una tercera voz que existía
antes de escribir nos dictaba libertad,
y éramos aves, éramos vientos
con las sábanas junto a los cielos
acabados de nacer; crecer, crecimos
altos cual rasos cielos, dibujamos
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muchos nombres, nombres todos
inocentes.
Selah
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Amar la vida es resucitar
Arde en llamas tierra resucitada;
nunca una sangrienta guerra
dejaría un himno para todos,
desaparecen los nombres como vientos,
queda el ser y nada más.
Tierra donde nací, tierra de todos,
la poesía se estremece frente al mar.
Cuando el hombre esculpe la voz se oye
y broca su plata en libertad…
Por eso dictamino:
no es que queramos ser libres
pero lo soñamos.
Reclamo millones de años abandonados.
¿El loco, el sabio; azar o juez?
(Otros son ángeles de luz
y no sabemos...)
Te imaginabas nada, papel de burocracia,
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a punto contra el tirano, indiferencia;
en el monte fuera de la ley.
Te bogaban de espaldas, “patio trasero”,
lindero de diamantes en ausencia,
paraíso de turista, extranjero,
árbol oculto, raíz de sombra de árbol.
De la herida nace la voz,
de la sombra al árbol mi país.
Al genio del no lugar; expatriado,
el desierto conserva la nostalgia del mar,
testigo de mi época, despierto esa mira,
mi herida resucita al otro lado del mar.
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El otro
Me infiltro en el camino
de cualquier semáforo,
en cualquier esquina
de una ciudad adolorida:
soy espalda de trapos
de un hijo dormido,
boca de traga-fuegos,
disfraz de malabarista cirquero,
mano sucia de limpia-vidrios;
moneda que no ha caído,
ropa de frío, ventisca de sueño,
alimento de hambriento.
En caso de que seamos iguales,
que tú en mi carro me observes
y yo sea el limosnero, te concedo
mi esquina, un momento de miradas;
tú el clase mediero y yo en sueños
el segundo que nos vimos.
Mi muerte es la muerte
de todos los hombres.
¡Muero lento! …inhalo resistol de fríos.
¡Muero rápido!.. ensimismo contratiempos.
Lecturas con minutos demandantes,
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al final no hay brechas en las sociedades;
de una vida digna a otra en el desierto,
una muerte nos contempla:
¡Aquí yace tu voz!,
la penumbra de los moradores
yergue a tu llegada,
se conjura el Ave-Fénix,
símbolo de nacimiento,
vive tu esencia,
hombre a hombre conectado;
eres maíz, tierra y sembradío.
Hija de madre,
hijo de padre,
hermano sol, hermana luna,
descendiente del Sol, de Oriente,
has llegado a la Ciudad de la Esperanza,
una eternidad se dibuja en tu cabeza.
II
Un murmullo de agua,
un roce que mi frente
toca en la premura matutina,
una mañana aprisionada
de placeres,
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un sonido retumba cual estruendo
de la vida.
(Una gota de agua va),
disipa su naturaleza frágil,
transparente el tiempo
deja estático sendero.
(Una gota de agua viene),
el mundo es visible
cerrados una vez los ojos:
luz iluminada bajo el sabio
sabe a nada;
el ciego madura,
cada día crece como árbol de semilla,
el agua es visible por tu corazón de espinos.
Un cristal de espejo, sabe a nada el tiempo.
(Cruza un terremoto,
un huracán de vientos,
una turbulencia
de monstruosas realidades);
y el sauce, el roble,
la flor de lino bajo tu mirada clavan,
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el renacer del monte,
el caminar pausado en tus huellas permanece.
Un beso de ángel,
me sabe a que Dios existe.
Vence la muerte el cansancio de mis voces;
mis voces profanadas, mis voces gritos de hambre
(o insaciables sedes),
voces de locura acumulada,
(muchas risas tristes)
y vestigio de años en barricas añejadas;
memorias con recuerdos rojos y en la sombra.
Sabe más -última vez el llanto-.
Un tiempo sin segundo,
reloj del tiempo sin tiempo,
(más bien flotamos sin gravedad de éxodo).
La palabra nace,
el primer hombre alza una voz mortal,
llama al primer insecto por su nombre:
nada, polvo, frágil tiempo,
me sabe una caída en revés,
retrocede hasta encontrar anhelos al final del tiempo.
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Espejo malvado
-Pero…
-Ahora veo que la perfección no existe; quizás la máscara, la sombra, el engaño, la vida
material, el idealismo. En el hombre no hay nada auténtico, no hay derecho, no hay ley,
nada recto, nada íntegro, nada que se salve. Ahora veo, veo con mis ojos lagrimados,
llenos de angustias a través de años. Hay un mundo inconverso de sí mismo, un mundo
con pies en la cabeza. Hay de todo, menos del silencio. La paja es un ojo en el corazón de
cada niño, la inocencia ha muerto desde el día en que nació, y ya no hay luces ni centellas,
no hay pedazos de morados, naranjos o rojos soles, verdes pastos. Todo esto nos fue
quitado cuando envejecimos, desde el primer día que nacimos. No hay silencios, no hay
silencios.
Seguimos el rumor de la corriente: a veces religiosos, a veces humanistas. Nada es la paz,
encontramos mundos cada vez más divididos. Voz del no-amor, del no-camino, del no-
destino.
-Pero…
-Hay un plantar de pies en nuestros ojos. Cuando caemos, nacemos. Las presencias son
llamas cuando sin saciar volvemos. Nos arrulla el trino, la mañana, la que arde y satura
nuevos cantos. La lluvia, rocía la sequía con su llanto, nos alegra estar despiertos. La
noche (quizás la noche), que viene a relucir secretos, saca a flote nuestro paso, nos inspira
a ciegas la luna en su reflejo. Queda la sombra y nuestra sombra nos sorprende. Desde
que existe el miedo, existe la certeza de la muerte, y de ella la pregunta, el silencio. Esta
nota escrita al margen, abre libros hacia adentro. Si es cuerpo, con el tacto se disipa.
Empezamos a ser dedos, luego manos, luego cuerpos. Si nos miramos con el alma es que
el silencio nos habló hacia adentro. Desnudos, hemos dejado a la Creación su margen, y al
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entrar en un espejo perfectamente contemplado, somos aves, por primera vez volamos. El
hombre vuelve a ser, es una hora llamada a destiempo, es la hora en medio de un
crepúsculo solar, es un prolongado canto, es silencio, es ars poético, siempre ocultado en
siglos, en latidos. Aparece a la vista un espejo disipado, se llama vida, ración de lumbre,
libertad. En la noche al cuerpo, hay que darle al hombre su inusitada paz, pero que haya
de ser la voz del hombre hacia adentro. Si ha de ser poesía, que sea la de un soplo nacido
en estas letras:
El niño de Whitman (que es de todos) preguntó: de qué color es el
pasto, de qué color es el pasto?
Ojo viciado, ojo del mundo, tu letra siempre estaba en el principio, no en la cifra, en el
agua que despierta un sueño dilatado. Tus espejos vastos reflejan la misma cara con
nombres prolongados: eras todo con los ruidos, nada con los ojos, nada con silencios.
Querido Jekyll: habla tu Hyde iluminado.
Esta obra se escribió del 15 de enero de 2008 al 15 de marzo del mismo año.
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Sobre la autora
Arianna Bañuelos Zetina,
nació en la ciudad de México el 28 de junio de 1985, lugar donde he vivido toda su vida. Actualmente, cursa último año de estudios en la Licenciatura en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
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Su formación profesional la ha
llevado a la búsqueda incesante de diversos textos y culturas, de ahí que la poesía como voz humana le resulte ser el encuentro más transparente con la historia. Aunque ha rescatado a los contemporáneos de su país y de América Latina en particular, la poesía le parece un camino individual: primero empieza hablando el alma y después se configura la persona; en este sentido, las voces no son imitables.
La poesía como medio de expresión ha estado presente en etapas cruciales de su vida, sobre
todo porque le ha acompañado a desentrañar múltiples fantasmas de mi infancia. El recorrido pasado con encuentros sanguinarios y maniáticos desenlaza en sus palabras un remedio curativo y una oportunidad de resiliencia. Cuando se dió cuenta que la palabra era un don, no dejó la pluma en su soledad.