DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO Y SU APORTE...

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C. Sepúlveda (2012) Domingo Faustino Sarmiento y su aporte cultural en ChileClío38 http://clio.rediris.es ISSN 1139-6237 Domingo Faustino Sarmiento y su aporte cultural en Chile Cristian Sepúlveda Irribarra Resumen El presente artículo da cuenta de la influencia que ejerció en Chile una de las personalidades culturales de mayor relevancia en la América decimonónica, Domingo Faustino Sarmiento, intelectual argentino. Se pretende por medio del siguiente artículo, demostrar la incidencia de dicho personaje en diferentes áreas de la esfera cultural chilena del siglo XIX, principalmente en el ámbito educacional. Se analiza sus diversas ideas y cómo éstas, no solo influyeron, sino que determinaron y sentaron las bases del sistema educacional chileno post independentista basados principalmente en el desarrollo de la Instrucción Pública y Primaria y en su rol de Director de la Escuela Normal de Preceptores que marcará un cambio profundo en el ámbito educacional. Abstract This article reports on the influence exerted in Chile one of the most important cultural figures in nineteenth-century America, Domingo Faustino Sarmiento, Argentine intellectual. It is intended by the following article, show the incidence of this character in different areas of the Chilean cultural sphere of the nineteenth century, mainly in the educational field. It analyzes their different ideas and how they not only influenced, but determined and laid the foundations of the Chilean education system based mainly on post-independence development of Public Instruction and Primary School and its role as Director of the Normal School for Teachers who mark a profound change in the educational field. Palabras claves: Educación popular, civilización, intelectual, instrucción primaria, romanticismo Para adentrarnos a analizar los variados aportes y legados culturales que Sarmiento dejó en su paso por Chile, nos es necesario y de suma importancia indagar en torno a la noción que nuestro personaje poseía de civilización y progreso, dado que ello nos otorgará nuevas luces a la hora de analizar sus aportes culturales en nuestra patria.

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C. Sepúlveda (2012) “Domingo Faustino Sarmiento y su aporte cultural en Chile” Clío38 http://clio.rediris.es ISSN 1139-6237

Domingo Faustino Sarmiento y su aporte cultural en Chile

Cristian Sepúlveda Irribarra Resumen El presente artículo da cuenta de la influencia que ejerció en Chile una de las personalidades culturales de mayor relevancia en la América decimonónica, Domingo Faustino Sarmiento, intelectual argentino. Se pretende por medio del siguiente artículo, demostrar la incidencia de dicho personaje en diferentes áreas de la esfera cultural chilena del siglo XIX, principalmente en el ámbito educacional. Se analiza sus diversas ideas y cómo éstas, no solo influyeron, sino que determinaron y sentaron las bases del sistema educacional chileno post independentista basados principalmente en el desarrollo de la Instrucción Pública y Primaria y en su rol de Director de la Escuela Normal de Preceptores que marcará un cambio profundo en el ámbito educacional. Abstract This article reports on the influence exerted in Chile one of the most important cultural figures in nineteenth-century America, Domingo Faustino Sarmiento, Argentine intellectual. It is intended by the following article, show the incidence of this character in different areas of the Chilean cultural sphere of the nineteenth century, mainly in the educational field. It analyzes their different ideas and how they not only influenced, but determined and laid the foundations of the Chilean education system based mainly on post-independence development of Public Instruction and Primary School and its role as Director of the Normal School for Teachers who mark a profound change in the educational field. Palabras claves: Educación popular, civilización, intelectual, instrucción primaria,

romanticismo

Para adentrarnos a analizar los variados aportes y legados culturales que Sarmiento

dejó en su paso por Chile, nos es necesario y de suma importancia indagar en torno a

la noción que nuestro personaje poseía de civilización y progreso, dado que ello nos

otorgará nuevas luces a la hora de analizar sus aportes culturales en nuestra patria.

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1. Sarmiento y sus Ideas

En la obra de Sarmiento, el debate sobre la cultura y civilización nos parece

especialmente fructífero, dentro de esta lógica y del amplio contexto de sus obras nos

preguntamos qué elementos atraen a Sarmiento y cuales busca desarrollar e

implementar en nuestro país.

Es preciso señalar que el concepto de civilización no es propio de Sarmiento, sin

embargo, éste le otorga una connotación propia, la adecua a la cultura europea,

contraponiéndola con la barbarie, término con el que califica a las tribus aborígenes.

Sarmiento en su celebrado libro Facundo considera bárbara a la España intolerante y

reaccionaria cuya herencia, en este sentido, pesa todavía sobre los nuevos países que

antes habían constituido sus colonias. En efecto, en su libro Viajes, describe una

España atrasada declarando que si hubiera viajado a España en el siglo XVI mis ojos no

habrían visto otra cosa que lo que ahora ven (Sarmiento, 1841).

Para Sarmiento, la vida en las ciudades y el conocimiento de las ciencias, es la

civilización que llevará al progreso de la humanidad. Claro ejemplo serán los franceses,

por quienes Sarmiento sentía un profundo respeto y admiración, quienes según su

percepción representaban claramente la imagen de civilización en el mundo. La cultura

como refinamiento de las costumbres en el plano más personal tiene para nuestro

autor, por tanto, un paradigma europeo, concretamente el del pueblo galo:

"El francés de hoy es el guerrero más audaz, el poeta más ardiente, el sabio más

profundo, el elegante más frívolo, el ciudadano más celoso, el joven más dado a los

placeres, el artista más delicado, y el hombre blando en su trato con los otros. Sus ideas

y sus modas, sus hombres y sus novelas, son el modelo y la pauta de todas las otras

naciones; y empiezo a creer que esto que nos seduce por todas partes, esto que

creemos imitación, no es sino aquella aspiración de la índole humana a acercarse a un

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tipo de perfección, que esta en ella misma y se desenvuelve más o menos según las

circunstancias de cada pueblo. " (Sarmiento, 1841).

Las palabras son claras y evidencian una profunda admiración por la cultura gala, el

modelo de civilización que maneja y pretende desarrollar nuestro autor está

estrechamente ligado al desarrollo de las ideas. Junto con ello, el prototipo francés

presenta niveles de progresos ejemplares para Sarmiento, de ahí que los presenta

como ejemplos de civilización.

De acuerdo al filósofo argentino Héctor Félix Bravo, civilizar era para él proveer lo

conducente a la prosperidad del país y al adelanto de todas las provincias, dictando las

leyes y reglamentos necesarios para crear un Estado de derecho promoviendo la

inmigración, pero también era atender al progreso de la cultura, organizando la

educación nacional y asegurando el bienestar y la libertad de todos y cada uno de los

habitantes (Bravo, 1993)1. Para el sanjuanino el mundo liberal-capitalista representa,

con su progreso técnico y material y con sus instituciones democráticas y

parlamentarias, la civilización. La barbarie es la decadencia mientras la civilización

representa el orden y el progreso, y sólo este último es capaz de garantizar a los

individuos la libertad y el bienestar.

En palabras de Sarmiento: “La civilización de un pueblo sólo pueden caracterizarla la

más extensa apropiación de todos los productos de la tierra, el uso de todos los

poderes inteligentes y de todas las fuerzas materiales, a la comodidad, placer y

elevación moral del mayor número de individuos” (Sarmiento, 1841). y precisamente

la elevación moral nos da a conocer que será manifestada en los pueblos a medida que

adquieran mayores grados de instrucción educacional, es por ello que la educación

primaria para Sarmiento sería el fundamento de la civilización popular.

El sanjuanino estaba convencido de que la educación nacional primaria era condición

sine qua non para el logro del desarrollo industrial, pues permite generar nuevas

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actitudes, elevar el sentido moral y, en definitiva, lograr la prosperidad general. El

progreso de un país y su grado de civilización, por consiguiente, se fundará en el

desarrollo social, y por cierto en la educación. Esta debe ser un derecho del pueblo y

un deber del Estado el cual debía asumir un fuerte compromiso con ella.

La idea basal de Sarmiento para el logro de la civilización y el progreso será potenciar,

por tanto, la instrucción primaria por medio de su difusión en los sectores más bajos

de la sociedad. Siguiendo a Bravo, Sarmiento concebía la escuela como un factor

dinámico que opera sobre la sociedad, transformándola en todos sus aspectos. Junto

con ello, de los estudios de las obras del sanjuanino se desprende que la educación era

la piedra basal de la democracia, además de ser un derecho del pueblo. No en vano

consigna en sus escritos, en reiteradas ocasiones, la idea de democratizar la

educación. En su libro Viajes afirma dichas ideas, destacando que las “sociedades

modernas tienden a la igualdad; no hay ya castas privilegiadas ni ociosas; la educación

que completa al hombre, se da oficialmente a todos sin distinción” (Sarmiento, 1841).

De lo anterior se desprende claramente el principio de democratización social, idea

bastante progresista para la época, considerando el precario desarrollo de la

democracia en el contexto sudamericano. Es importante hacer notar que para aquella

época ya Sarmiento entendió la importancia de este principio considerando que el

contexto hispanoamericano no era muy prometedor en este orden. Sin duda, su

pensamiento es influenciado por los principios difundidos en Europa. En teorías de

personajes tales como Condorcet sobre el deber del Estado de proveer a todos los

individuos una instrucción para asegurar su pleno desarrollo espiritual, político,

económico y social, mediante una efectiva igualdad de hecho y la institución del

laicismo, calaron profundos en su persona. Así como las de Guizot, ( el cual según

relata en su libro Viajes, lo conocía) que a través de sus ideas difundía la educación

popular en Francia defendiendo el principio de libertad de la enseñanza. Recordemos

que para aquella época, primero en Francia y luego en Europa, se promulgan las

primeras leyes de Instrucción Primaria, laica, pública y obligatoria. Es la época en la

cual se pretende expandir los niveles educacionales en toda la sociedad, luchando por

dar acceso a ésta a los sectores más bajos. En efecto, aparecen los primeros

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ministerios ligados a la educación y junto con ello la inversión en este ámbito se

incrementa significativamente.

2. Aportes en la Educación Chilena “Educación primaria e instrucción pública como

fundamento.”

Por todos es conocido que en enero de 1842, la Escuela Normal de Preceptores

de Chile fue creada por ley. Esta fue la primera de su clase creada en América

Latina. Su misión fue preparar a docentes de enseñanza primaria durante tres

años en diversas disciplinas.

Uno de los gestores y precursores de estas iniciativas vinculadas al desarrollo y a la

mejora de nuestro sistema educacional fue precisamente Sarmiento que, como

sabemos, fue el primer rector de la Escuela Normal y jugó un rol

preponderante y muy activo en la configuración y desarrollo de la educación

primaria del siglo XIX.

Cabe destacar que tempranamente el argentino se interesa por la situación y estado

de la educación. Su cercanía a ella le hizo en su país de origen experimentar

tempranamente, a los 15 años de edad, la labor docente y fundar su primera escuela,

tanto así que algunos autores consideran este acto como el primero de su vocación

(Ponce, 1890). Para él no había carrera más honrosa que la enseñanza y a ella consagró

gran parte de su vida. Toda la experiencia anterior lo hizo llevar a cabo reflexiones muy

profundas que quedaron plasmadas en sus libros cuyos resultados fueron muy

gratificantes llegando a ser un aporte muy significativo para nuestra joven república.

Al momento de exiliarse en nuestro país, en 1831, uno de sus primeros trabajos fue

desempeñarse como director de una escuela en la provincia de Los Andes, con el

sueldo de trece pesos al mes. En la enseñanza adoptó, por falta de colaboradores, el

sistema de Lancaster; pero no encontró elementos básicos necesarios para lograr un

verdadero avance en la incipiente educación nacional. Pues la instrucción primaria

adolecía de muchos aspectos y apoyo por parte del gobierno de la época.

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En su primera visita a nuestro país se dio cuenta que habían muy pocas escuelas, y las

que existían no tenían los suficientes métodos pedagógicos y recursos para llevar a

cabo una tarea satisfactoria. Los programas de estudio de las escuelas solo

contemplaban enseñar a leer, escribir y contar. Por otra parte, se dio cuenta que los

preceptores no tenían mayor preparación. La educación era tan mal vista y los

educadores tan mal considerados que cualquiera podía ejercer como educador2 El

estado de la instrucción primaria por aquellos tiempos era desolador. El número de

escuelas era insuficiente para el país, y su asistencia de era casi nula. Los preceptores,

por su parte, estaban desprovistos de herramientas pedagógicas que demandaba su

cargo. Al respecto Barros Arana afirma que:

“al terminarse la administración del jeneral Prieto, no había en toda la República mas

que cincuenta i seis modestísimas escuelas publicas sostenidas por el estado… Las

pocas escuelas publicas que había en Chile eran dirijidas por hombres cuya preparación

intelectual rara vez pasaba de saber leer i escribir. Algunos de ellos eran soldados

realistas, prisioneros en la guerra de la independencia, mientras otros provenían de

filas menos estimables. Se recuerda el proceder de una corte de justicia que juzgando a

un individuo por el delito de robo en una iglesia, lo condenaba a ser maestro de

escuela” (Barros Arana, 1905)

Sin duda el problema más importante de lo anteriormente señalado por Barros Arana,

era la idoneidad de las personas que enseñaban, pues en muchas ocasiones apenas

sabían un tanto mas que los niños a los que enseñaban. La tarea se presentaba dura y

compleja, se debía mejorar urgentemente la calidad de la educación, por tanto era

imperativo generar planes de mejora al respecto.

2 Al respecto Barros Arana consigna que en cierta ocasión el propio año de la llegada de

Sarmiento a Chile, los tribunales condenaban a un ladrón a servir de maestro de escuela. Al respecto, describe de forma sucinta la Educación del periodo afirmando que “habían pocas escuelas, estaban éstas miserablemente instaladas i tenían por preceptores a hombres generalmente de la mas escasa instrucción” (Barros Arana Diego, Un decenio en la Historia de Chile (1841 – 1851) Tomo II, ed. Imprenta Universitaria, Santiago Chile, p. 377)

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Sarmiento, por su parte, al ser testigo de esta situación prefiere alejarse de ella, por lo

menos en una primera instancia, ocupándose en otros oficios que puedan sustentar

económicamente su pasar en Chile. Tiempo después, decide volver a su patria natal y

en San Juan funda una escuela femenina (Colegio de pensionistas de Santa Rosa)3 que

contó con una gran variedad de disciplinas particularmente provechosas para las

mujeres de la época. Sin embargo, ante el panorama político hostil argentino contrario

a sus ideales, decide abandonar nuevamente su país.

Impulsado a buscar nuevos horizontes se radica en Santiago en 1840, para este año se

advierte un escenario educacional más prometedor, pues se realizan esfuerzos por

parte de las autoridades de la época destinadas a mejorar la educación. En este nuevo

escenario, las ideas de Sarmiento caen en tierra fértil y de esta manera se prepara el

camino en la contribución que realizará a nuestro ordenamiento cultural.

Esta vez el sanjuanino venía resuelto a luchar por ganarse un espacio, de esta manera

hace sus primeras incursiones en la prensa enviando cartas al Mercurio con el objeto

de hacerse notar. Una de las primeras que tenemos registro es la del 18 de enero de

1841, día que decide opinar en torno a un concierto llevado a cabo en Santiago. Propio

de su estilo, critica y analiza un comentario elaborado por el diario El Araucano,

reparando algunos errores cometidos por el autor, y junto con ello polemiza en torno

al análisis publicado, encontrando serias falencias conceptuales en el.

3 Sarmiento en su libro “Recuerdos de Provincia” consigna: “Algunos años después, yo

emprendí con Doña Tránsito de Oro, hermana del Obispo, i digno vástago de aquella familia tan altamente dotada de capacidad creadora, la realizacion de una parte del vasto plan de Fr. Justo, aprovechando los claustros concluidos, para fundar el Colejio de Pensionistas de Santa Rosa, advocacion patriótica dada por él al monasterio i que cuidamos de perpetuar nosotros. Hija única de doña Tránsito i de uno de mis maestros era una niña que desde su mas tierna infancia revelaba altas dotes intelectuales. Fr. Justo, habiéndome conocido en Chile en 1827, i gustado mucho de hallarme mui instruido en jeografía i otras materias de enseñanza, escribió más tarde a su hermana que me confiase la educacion de su hija; i de mi aceptacion i de los resultados obtenidos, salió entero el programa de educacion, i el intento del colejio de Pensionistas de Santa Rosa, que abrimos el 9 de julio de 1839, para conmemorar la Declaracion de la Independencia, en que Fr. Justo habia tenido parte, i hacer de los exámenes públicos del Colejio, una fiesta cívica provincial, puesto que Láprida el Presidente del Congreso de Tucuman, era nuestro compatrióta i aun deudo mio”( Sarmiento Domingo F. Recuerdos de Provincia, Imprenta Julio Belin y Compañía, Santiago 1850, p. 38)

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Más adelante tiene la suerte de hacerse notar ante el intelectual chileno, José

Victorino Lastarria, el que leyó uno de sus artículos y lo consideró digno de ser

publicado, de esta manera, lo recomienda a Manuel Rivadeneira, editor del Mercurio,

quién le acogió en su diario publicando su artículo el 11 de febrero de 1841, el artículo

termina llamando la atención de los más notables intelectuales de la época. El mismo

Sarmiento hace alusión de esta situación en su obra Recuerdos de Provincia señalando

que:

“Los que han recibido una educacion ordenada, asistido a las aulas, rendido exámenes,

sentídose fuertes por la adquisicion de diplomas de capacidad, no pueden juzgar de las

emociones de novedad, de pavor, de esperanza i de miedo que me ajitaban al lanzar mi

primer escrito en la prensa de Chile. Si me hubiese preguntado a mí mismo entonces, si

sabia algo de política, de literatura, de economía i de crítica, habríame respondido

francamente que nó, i como el caminante solitario que se acerca a una grande ciudad

vé solo de léjos las cúpulas, pináculos i torres de los edificios excelsos, yo no veia

público ante mí, sino nombres como el de Bello, Oro, Olañeta, colejios, cámaras, foro,

como otros tantos centros de saber i de criterio… Bajo el aguijón de la duda, como el

dramatista novel, aguardé la llegada del Mercurio del 11 de Febrero de 1841. Un solo

amigo estaba en el secreto; yo permanecia en casa escondido de miedo. A las once

trájome buenas noticias; mi artículo habia sido aplaudido por los arjentinos; esto era

ya algo. A la tarde se hablaba de él en los corrillos, a la noche en el teatro; al siguiente

dia supe que Don Andres Bello i Egaña lo habian leído juntos, i halládolo bueno. Dios

sea loado! me decia a mí mismo, estoi ya a salvo... Yo era escritor, por aclamacion de

Bello, Egaña, Olañeta, Orjera, Minvielle, jueces considerados competentes. Cuántas

vocaciones erradas habia ensayado antes de encontrar aquella que tenia afinidad

química, diré así, con mi esencia” (Sarmiento, 1850)

Ciertamente sus artículos publicados en El Mercurio de Valparaíso le valieron el

reconocimiento en los círculos intelectuales, especialmente en asuntos pedagógicos y

culturales. En sus palabras se advierte un gran nerviosismo y destaca su gran ansiedad

por ver los resultados de su artículo publicado. Las horas de espera se hacían eternas,

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por lo menos las primeras noticias eran alentadoras, sus compatriotas habían

aprobado su artículo calificándolo de interesante, pero aun faltaba lo más difícil: la

aprobación de la elite intelectual chilena. Los resultados fueron gratificantes, ni aun

Sarmiento se imaginaba que su artículo iba a ser leído por éstos, por tanto, este hecho

constituye el inicio de una de sus verdaderas vocaciones, y según se desprende de sus

últimas palabras, se aclara el camino que debía tomar, desarrollar y perfeccionar en

Chile.

Dentro de dichos caminos lo encontramos preocupado especialmente por la

Educación. En abril de 1841 Sarmiento, hace público su interés por el futuro de la

educación chilena, publicando en El Mercurio un comentario en torno a una

problemática suscitada en el Instituto Nacional4 relacionada con una protesta por

parte de los alumnos exigiendo mayores libertades en la enseñanza. En dicho artículo

Sarmiento destaca la expresión de los jóvenes reiterando incluso su interés por llegar a

ser Director de dicho Instituto: “No queremos con esto, continuan los chiquillos,

autorizar una licencia desenfrenada, queremos sí que no se nos restrinja la libertad de

los estudios. ¡ Libertad y mas libertad ! Me parece, sin embargo mui útil la apuntacion,

y si yo logro ser director de instituto, que solicito hace dos años, presentaré a mis

jóvenes por la mañana, la lista de los estudios; entónces alguno pedira un poco de

gramática a la parrilla, cual un trozo de derecho romano, con una terrible tostada del

profesor, y cual un vaso de romanticismo volando los corchos como la chicha baya; en

fin, un postre jeneral de novelas, romances de Bukarelli, segun el gusto y constitución

de cada cual.” (El Mercurio, 3 de abril de 1841) Más allá de mostrar el interés de

Sarmiento por el Instituto Nacional, este pasaje denota el despertar paulatino de los

alumnos por el saber y la libertad del conocimiento lo cual constituirá un cambio

tremendamente significativo en la futura elite intelectual chilena. Sarmiento denota en

estas palabras el alto interés por lograr culturizar a la juventud intelectual chilena por

medio de una gran variedad de disciplinas, y de esta forma, lograr en ellos una

verdadera integración de conocimientos que los llevaran a una mayor madurez

4 Respecto al conflicto que sufría el Instituto nacional Siguiendo a Ruth Aedo-Richmond la

educación entregada por el Instituto Nacional era muy similar al periodo colonial, especialmente en lo que se refiere a las metodologías, calidad de profesores y cursos que se enseñaban, lo cual podría haber sido una causal del malestar de los alumnos.

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intelectual que contribuirá al desarrollo cultural nacional. Sarmiento está conciente de

la contribución que puede aportar al país en materia educacional, por tanto este texto

nos deja en evidencia también, que sus ambiciones estaban dirigidas a adquirir un

puesto de mayor relevancia que le permitiese influenciar de mejor forma el sistema

educacional chileno.

3. Sarmiento y la Escuela Normal de preceptores.

Una vez que Sarmiento hizo notar su presencia en los círculos intelectuales chilenos,

aparece en escena uno de los hombres de mayor relevancia en la vida de nuestro

personaje, nos referimos a Manuel Montt. La amistad con Lastarria llevó al sanjuanino

a encontrarse con él, iniciando una fructífera amistad cuyos resultados serán muy

beneficiosos para la educación, específicamente para el desarrollo y mejoramiento de

la instrucción primaria de nuestra joven república.

Justamente en el periodo que Sarmiento llega a Chile existieron discusiones y debates

en torno a la educación chilena, pues se estaban haciendo variadas propuestas al

respecto y el Ministro Montt fue uno de los que más contribuye a ellas. Es importante

destacar la importancia del ministro en el desarrollo educacional chileno. Encina lo

destaca muy bien en su libro, consignando que don Manuel Montt fue el estadista

chileno que realizó la labor mas fecunda en el desarrollo y mejoramiento de la

Instrucción Primaria en el país. Al asumir el mando, constata Encina, había 571

escuelas de enseñanza primaria, con 17.528 hombres y 5.603 mujeres. Al dejarlo,

funcionaban 911 escuelas con 43.418 alumnos” (Canihuante, 1999) Otras de las

iniciativas patrocinadas por Montt fue que por decreto el 21 de noviembre de 1840 se

mandaron a hacer escuelas dominicales en los cuarteles cívicos de Santiago. Para

aquella época, si bien la influencia de inmigrantes extranjeros en el país trajo como

consecuencia el florecimiento cultural y junto con ello una preocupación especial por

mejorar los niveles educacionales, también debemos valorar los esfuerzos por parte de

algunos sectores chilenos en el mejoramiento educativo.

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Montt presenta, por ejemplo, el 28 de julio de 1841 los gastos extraordinarios

destacando: “Para el establecimiento de fomento de las escuelas de primeras letras i

fundacion de una escuela normal, 10000 pesos”( Barros Arana, 1905), esto presenta

un gran precedente en la inversión pública a la educación que hasta el momento era

extremadamente precaria.

En virtud de lo anterior, en ocasiones se cae en un error pensar que la Escuela Normal,

por ejemplo, fue solo y exclusiva obra de Sarmiento, sin embargo, a propósito de esto

y a nuestro juicio, el mismo Sarmiento sobreestima su contribución en su obra

“Recuerdos de Provincia” señalando:

“He creado escuelas donde no las habia; mejorado otras existentes; fundado dos

colejios, i la Escuela Normal me debe su existencia. De allí han salido una multitud de

jóvenes distinguidos que se han hecho una profesion relijiosa de la enseñanza, i

prometen a Chile nuevos i mas seguros progresos en la carrera de la civilización”

(Sarmiento, 1850).

Si bien, estas declaraciones poseen grandes verdades, sería erróneo afirmar que

Sarmiento fue el único fundador de la idea y de la institución señalada, aunque no

estamos desmereciendo su obra, al contrario, la destacamos, debemos ser precavidos

en la interpretación de ciertas frases y declaraciones de Sarmiento, pues muchas de

éstas han sido movidas por el impulso incontrolable por destacar entre los demás

intelectuales.

Considerando los datos que disponemos, la idea nace en diversos ámbitos políticos y

culturales, de hecho Andrés Bello en 1836 en un artículo publicado por el Araucano ya

proponía la fundación en el país de Escuelas Normales de preceptores y recomendaba

una mayor preocupación por parte del gobierno en relación a las escuelas públicas:

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"Nunca puede ser excesivo el derecho de los gobiernos en un asunto de tanta

trascendencia. Fomentar los establecimientos públicos destinados a una corta porción

de su pueblo no es fomentar la educación: porque no basta formar hombres hábiles en

las altas profesiones; es preciso formar ciudadanos útiles, es preciso mejorar la

sociedad y esto no se puede conseguir sin abrir el campo de los adelantamientos a la

parte mas numerosa de ella. y esto no se puede conseguir sin abrir el campo de los

adelantamientos a la parte mas numerosa de ella. ¿Que haremos con tener oradores,

jurisconsultos y estadistas, si la masa del pueblo vive sumergida en la noche de la

ignorancia; y ni puede cooperar en la parte que le toca a la marcha de los negocios, ni a

la riqueza, ni ganar aquel bienestar a que es acreedora la gran mayoria de un Estado?

No fijar la vista en los medios mas a propósito para educarla, seria no interesarse en la

prosperidad nacional. Abogo por el fomento y el mejoramiento de la instrucción

primaria con un plan de estudios bien meditado. En las escuelas primarias debia

enseñarse lectura, escritura, gramatica castellana, aritmetica y catecismo de la

religión, y con el propósito) de enriquecer la educacion popular” ( Jobet,1960)

En sus palabras advertimos una total coherencia con los pensamientos del sanjuanino,

conceptos que éste desarrolló en extensión y que formaron parte de los ideales

educacionales de la década de 1840 y que analizaremos en parte en el presente

capítulo. Más adelante Andrés Bello añade "para generalizar y uniformar a un mismo

tiempo la instrucción nada más obvio y eficaz que la creación de escuelas que formen a

los profesores".(García Bacca, 1947) Por tanto, antes de la llegada de Sarmiento, la

idea ya estaba tomando fuerza bajo el auspicio de Manuel Montt y Andrés Bello.

El resultado de estas discusiones y debates dio fruto el 18 de enero de 1842. Barros

Arana lo recuerda de esta manera: “el ministro de instrucción pública servido siempre

por don Manuel Montt, espedia un decreto cuyo primer artículo dice lo siguiente: “ Se

establece en Santiago una escuela normal para la enseñanza e instrucción de las

personas que han de dirijir las escuelas primarias en toda la estension de la República.”

La enseñanza que allí se iba a dar era leer i escribir con perfeccion, i un conocimiento

completo de los métodos de enseñanza mútua i simultánea : dogma i moral religiosa:

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aritmética comercial: gramática i ortografía castellana: jeografía descriptiva: dibujo

lineal: nociones jenerales de historia i particulares de la de Chile. Los alumnos

pensionados serian por entónces solo veintiocho, todos esternos, cada uno de los

cuales recibiria una gratificación de cien pesos anuales para su mantencion i vestuario;

pero contraian la obligación de servir siete años como preceptores en el lugar que les

designare el gobierno. La escuela podría recibir mas alumnos, pero no

pensionados(García Bacca, 1947). La educación chilena ya consideraba en sus gastos

estos incentivos cuyo único objetivo era dar mayor relevancia a la educación y

enaltecer la vocación docente. La conciencia del aporte monetario a la educación

estaba en fases preliminares, sin embargo, fueron extremadamente significativos para

lograr los objetivos que se perseguían.

Con este decreto se daba inicio a un largo proceso de mejoras de la educación en el

que Sarmiento será protagonista en base a su nombramiento como Director de la

Escuela Normal, cargo desde el cual podrá llevar a la práctica todas sus ideas

pedagógicas. La creación de la Escuela Normal, marca un hito fundamental en la

historia de nuestro sistema educativo, pues le va a otorgar sustento y fundamento a la

enseñanza, y lo más importante de todo, es que contribuirá a lograr profesionalismo

en el oficio de preceptor.

Según Ruth Aedo Richmon, el programa de estudios de la Escuela Normal

comprendía en el primer año: Lectura, Escritura, Religión, Ética, Geografía

Aritmética, Gramática Castellana, Música. Elementos de Historia Universal,

Historia de Chile, Dibujo Técnico, Pedagogía y Agricultura; en el segundo año

se estudiaban Elementos de Contabilidad como formularios de cuentas, la

correspondencia epistolar, y otros escritos de carácter comercial. El tercer

año, era dedicado a la realización de la práctica profesional , la que se

desarrollaba en la Escuela Anexa a la Escuela Normal, periodo durante el cual

cada profesor debía concentrarse en aquellas asignaturas que había estudiado

en los dos primeros años( Richmon, 2000). De lo anterior se desprende que la

preparación inicial de los primeros docentes fue bastante variada y completa y

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considerando la precaria formación de los que postulaban a la Escuela. En

cuanto a su ingreso era necesario un examen, ya que los cupos eran limitados. Esta

preparación variada que van a adquirir los futuros docentes será de suma importancia

y el inicio de la profesionalización vocacional, pues será el primer paso para preparar

formadores profesionales, principalmente dirigidos a enseñar en las escuelas primarias

del país.

4. El pensamiento educativo de Sarmiento y su contribución al Sistema Educacional

Chileno

Sin duda que el aporte educativo de Sarmiento a nuestro país lo vemos reflejado a

través de su pensamiento el cual presenta variadas aristas que pasaremos a analizar a

continuación.

El primero de ellos lo inferimos de su especial interés por la Instrucción primaria, él

mismo lo afirma cuando consigna que:

“Mientras todos se afanan por extender y perfeccionar la instrucción superior, yace en

el mas completo abandono la que sirve de introducción á aquella, y que es común á

todas las clases de la sociedad y por este respecto la única que es verdaderamente

nacional, pues que tanto interesa al rico como al pobre, al habitante de las ciudades

como al triste labrador de nuestros campos.” (Sarmiento 1899)

Por ello que el sanjuanino evocará en una primera instancia toda su mirada y

esfuerzos en el desarrollo de la Educación primaria. Nuestro autor consideraba que en

ella se establecían las bases del conocimiento posterior:

“La hora de la instrucción primaria ha sonado ya para Chile, si Dios en su alta sabiduría

no ha puesto una espesa venda en los ojos de los pueblos que necesita suprimir, y tiene

destinados los nuestros a desaparecer del haz de la tierra. Tal es la convicción profunda

que campea en las páginas que preceden, en que hemos querido mostrar a la vez cómo

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la instrucción primaria es la base de la religión, de la libertad y de la prosperidad

nacional, y cómo de su difusión depende la suerte próxima de este país”(Sarmiento

1856) y añade que “la instrucción primaria es la base en que deben cimentarse la

mejora de las costumbres i todo progreso intelectual, sólido i verdadero; que aquella

instrucción no puede llenar tan importante objeto sin que sea comunicada por

maestros idóneos i de conocida moralidad, i mediante métodos fáciles, claros i

uniformes, que ahorrando tiempo i dificultades, la hagan ostensiva a todas las clases

de la sociedad; [que]... sin un establecimiento central en que se formen los preceptores,

se estudien i aprendan los métodos i se preparen i practiquen las reformas necesarias

para la mejora de la enseñanza, no es posible por ahora llegar a aquel término... Se

establecerá en Santiago una Escuela Normal de enseñanza e instrucción de las

personas que han de dirigir las escuelas primarias en toda la estensión de la República”

(El Monitor de las Escuelas Primarias 1856)

La Escuela Normal por tanto, tenía una razón de ser, dado que estaba específicamente

destinada a formar preceptores para las escuelas primarias del país. Es interesante

hacer notar que este pensamiento trascendió a tal magnitud que incluso lo vemos

reflejado tiempo después en un decreto del mismo presidente Montt el 12 de julio de

1853 llamando a concurso público. En el se ve reflejado claramente el pensamiento

Sarmentino en lo que se refiere a las preocupaciones del gobierno en torno a la

educación5 Este hecho valoriza aun más los aportes del sanjuanino, puesto que no solo

5 “Con fecha 12 de julio de 1853 S. E. el presidente de la república espidió el siguiente decreto:

Considerando: 1.° Que la jeneralizacion de la instrucción primaria en todas las clases de la sociedad es una de las necesidades mas urjentes de la república. 2.° “Que conviene llamar al examen de los medios prácticos de conseguir este fin a todas las personas que por sus luces puedan ilustrar la materia . He venido en acordar i decreto: I. El consejo de la universidad ofrecerá un premio de mil pesos al autor, sea nacional o estranjero, del mejor libro en que se desenvuelvan los puntos siguientes: 1. Influencia de la instrucción primaría en las costumbres, en la moral pública, en la industria i en el desarrollo jeneral de la prosperidad nacional. 2.° Organización que conviene darle, atendidas las circunstancias del país. 3.° Sistema que convenga adoptar para procurarle rentas con que costearla. II. El consejo de la universidad acordará la forma en que debe adjudicarse el premio. El concurso quedará cerrado en el mes de abril del año entrante. Comuniqúese i publíquese. MONTT.” ( Miguel Luis y Gregorio Victor Amunategui, De la Instrucción Primaria en Chile, lo que es , lo que debería ser, Imprenta El Ferrocarril, Santiago 1856. P. II

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fueron valorados en el momento de su aplicación sino también trascendieron en los

años asentando las bases de nuestra educación actual.

No podemos dejar de señalar que el pensamiento de Sarmiento fue extremadamente

enriquecido cuando tuvo la posibilidad de viajar a Europa. En esta ocasión, el Gobierno

chileno pretendía conocer los sistemas educativos de los países más avanzados de

manera de establecer fundamentos para la importante reforma que estaba

impulsando en el ámbito de la educación primaria. En este marco, financió una

iniciativa que dará forma a la inicial educación chilena; de esta manera encarga a

Sarmiento, que investigue en torno a las características y metodologías asociadas a la

educación primaria en los países más avanzados. Por ello recorrió; Francia, España,

Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra y los Estados Unidos. Cómo resultado de toda esta

experiencia que adquiere en el extranjero, Sarmiento estructura sus ideas pedagógicas

y establece los fundamentos de la educación primaria por medio de la publicación de

un libro en 1849 llamado "De la Educación Popular" que servirá como base a Montt

para el proyecto de Instrucción Primaria presentada tiempo después.

Como ya se ha apuntado, existen dos grandes aspectos que Sarmiento debió

considerar para promover la anhelada Civilización, y lo deja muy claro en su obra: La

Instrucción pública, y ligada a esta, la Educación popular o común. Según las palabras

del sanjuanino, la primera de éstas, la instrucción pública, tiene por objeto preparar

las nuevas generaciones en masa para el uso de la inteligencia individual, por el

conocimiento aunque rudimental de las ciencias y hechos necesarios para formar la

razón, es una institución puramente moderna, nacida de las disensiones del

cristianismo y convertida en derecho por el espíritu democrático de la asociación

actual.(Sarmiento, 1849) Para ello, la participación del Estado y el rol de éste en la

educación debe ser protagónico. Sin duda que la democratización de la educación será

clave en el proceso de difusión de la Educación Común y constituye un gran foco de

atención de nuestro autor. La intención de Sarmiento era cambiar una serie de

estructuras arraigadas desde la época colonial, etapa en que solo las clases mas

elevadas tenían acceso a la educación, como el mismo lo consigna, era necesario que

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la cultura y educación se dilate desde las clases gobernantes, la aristocracia y el

sacerdocio y llegue a perfumar a las clases inferiores.

Para Sarmiento la base del poder, la riqueza y fuerza de una nación tanto moral como

intelectual, dependía de la educación pública, dado que ésta debe tener por objeto

potenciar dichas fuerzas aumentando cada vez más el número de individuos que la

poseía. En virtud de lo anterior es necesario, por tanto desarrollar la inteligencia

predisponiéndola a la acción ordenada y legítima de todas las facultades del hombre.

La educación pública en Sarmiento era sinónimo de democratización y Estado Docente,

esto constituiría la gratuidad de la enseñanza primaria factor crucial para lograr su

difusión. Constitucionalmente Sarmiento poseía un gran respaldo pues la constitución

de 1833 establecía en varios de sus pasajes, el rol que debían cumplir las autoridades

en la promoción de la educación6 Sarmiento estaba conciente de esta situación y

respaldo constitucional a sus ideas y proyecto, por ello se ve alentado a escribir en el

Progreso un artículo titulado “ Instrucción Pública” en el que da cuenta de dicha

situación en este tenor:

“Me he prestado con tanto mas gusto a la invitación que los nuevos Editores del

progreso se han servido hacerme,, para llenar la seccion de diario que llevará el

epigrafe de Instrucción publica, cuanto que el interés que por este ramo se despierta

en el público, se hace mas vivo a medida que todos se persuaden de que el porvenir del

país, y las garantías y derechos acordados o reconocidos por la constitución, no pueden

6 La Constitución señalaba en el Art. 8. Corresponde a las Municipalidades en su territorio:

2° Promover la educación, la agricultura, la industria i el comercio. 3º Cuidar de las escuelas primarias i demás establecimientos de educación que se paguen de fondos municipales. Más adelante es mas explicita aun en el capítulo XI en el cual consigna: CAPITULO XI Disposiciones jenerales Art. 153. La educación pública es una atención referente del Gobierno. El Congreso formará un plan general de educación nacional; i el Ministro del Despacho respectivo le dará cuenta anualmente del estado de ella en toda la República. Art. 154. Habrá una superintendencia de educación pública, a cuyo cargo estará la inspección de la enseñanza nacional, i su dirección bajo la autoridad del Gobierno. ( Constitución de la República de Chile promulgada el 25 de Mayo de 1833 , Imprenta Opinión)

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hacerse del todo efectivos mientras la gran mayoría de ciudadanos no haya recibido

por el medio de la educación las luces jenerales, que llegarán a ponerlos en estado de

vijilar por el mantenimiento de las instituciones que aseguran el goce de la libertad.”7

(El Progreso, 29 de marzo 1844)

Había llegado el momento de hacer valer la teoría y poner manos a la obra. El primer

paso debía ser la publicación de un informe que diera cuenta de las impresiones de la

educación en los países que visitó, patrocinado por el gobierno chileno, en que se

destaquen las experiencias que podrían servir a Chile en el mejoramiento educacional.

Teniendo presente el precepto constitucional que establece el Estado Docente,

Sarmiento es categórico en señalar que:

“De este principio imprescriptible hoy nace la obligación de todo gobierno a proveer de

educación a las generaciones venideras, ya que no puede compeler a todos los

individuos de la presente a recibir la preparación intelectual que supone el ejercicio de

los derechos que le están atribuidos”. (Sarmiento, 1849)

En su opinión era imperativa la difusión de la educación en los estratos bajos de la

sociedad, pues lo consideraba el medio más eficaz para moralizar a las masas.

También, atribuye a la educación un gran valor en el desarrollo industrial al permitir la

adquisición de destrezas y habilidades tan necesarias a los trabajadores ya que les

permite valorizar el respeto a las relaciones sociales y civiles de la vida.

De los aspectos que Sarmiento destaca, es la necesidad de que la enseñanza tenga

carácter obligatoria, idea que recoge en su viaje a Prusia, al respecto indica:

“La Prusia es el primero de los Estados europeos en antigüedad, y perfección del

sistema de educación pública, y que ha prestado útiles lecciones prácticas y resultados

adquiridos a las otras naciones de Europa. La ley en Prusia obliga a todo padre de

7 El Progreso, 29 de marzo de 1844

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familia, rico o pobre, a mandar sus hijos a la escuela, a no ser que haga constar que les

da educación competente en su propia casa” (Sarmiento, 1849)

Esta idea fue objeto de un largo debate en el país que se manifestara, en parte, en

1860 con la Ley de Instrucción Primaria que se concreta recién en 1920 con la ley de

Instrucción Primaria Obligatoria.

Por otra parte, Sarmiento destaca el rol de las municipalidades como sustentadoras

educacionales, los consejos municipales según sus observaciones, deliberarán cada

año en su sesión del mes de mayo, sobre la creación o sostén de las escuelas primarias,

municipales, elementales o superiores, sobre el monto de la retribución mensual y del

salario fijo que debe acordarse a cada institutor. También a través de su libro hace

notar la necesidad de poseer agentes inspectores cuyo rol sería velar por el buen

cumplimiento educativo.

Otro tópico importante que encontramos en la obra de Sarmiento es el que gira en

torno a la mujer y a la educación que esta debía recibir, lo cual creemos que es un gran

aporte, no solo a nuestra educación, sino también a nuestra cultura y pensamiento.

Refiriéndose al tema, expresaba:

“¿Por qué perpetuar deliberadamente en el uno la barbarie que quiere destruirse en el

otro? ¿Por qué hacer lo contrario de lo que aconsejaría la naturaleza, que es instruir a

la que ha de ser maestro de niños, puesto que está destinada a ser madre y llevar con

ella los gérmenes de la civilización al hogar doméstico, puesto que ella ha de ser el

plantel de una nueva familia por la unión conyugal.” (Sarmiento, 1849)

La lectura de estas palabras resulta atractiva, dado el contexto, pues las herencias

coloniales persistían con fuerza en esta época y el tema de la educación para la mujer

siempre fue mirado con desconfianza. De hecho, el mismo Sarmiento hace una

observación al respecto señalando que muchas personas inteligentes de aquel

entonces ponían en duda la capacidad de aprendizaje de la mujer. Para Sarmiento esto

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posibilitaría a la mujer ganarse la vida de forma honrosa; por ello, fue defensor de la

educación para ellas. Agregaba , además, que abrir la mente en torno al tema de la

mujer también era sinónimo de civilización, pues en sus observaciones de sus Viajes

también destaca el rol de la mujer en Europa:

“De aquí nace a mi juicio la cultura de las mujeres en Francia, la gracia infinita de la

parisiense, i el vestir igual, en su, caprichosa variedad, de todas las clases de la

sociedad. De aquí viene tambien aquella injerencia de la mujer en todos los grandes

acontecimientos de la historia de esta nacion” (Sarmiento, 1849) .

Con estas declaraciones buscaba asignar un rol preponderante a la mujer, ya que si en

Europa existía este pensamiento, constituía un ejemplo a seguir, pues sería sinónimo

de civilización.

Sarmiento era un convencido de la igualdad entre hombre y mujer. El sabía que ambos

tenían y gozaban de las mismas competencias y habilidades, dado que “Su capacidad

de enseñar está comprobada hasta la evidencia y la educación dada indistintamente a

ambos sexos en todos los países cristianos, si se exceptúan los pueblos españoles, las

prepara suficientemente para abrazar aun aquellos ramos, que se consideran de la

exclusiva competencia de los hombres” (Sarmiento, 1849). De hecho, Sarmiento le

asigna variadas páginas al tema de la mujer, destacando su inteligencia y capacidades

en diversas disciplinas. Podemos concluir en este punto que nuestro autor poseía una

visión bastante progresista para la época llegando a afirmar que “Puede juzgarse del

grado de civilización de un pueblo por la posición social de las mujeres”. (Sarmiento,

1849)

Al respecto, el estudio realizado por Karina A. Fieletti, nos otorga interesantes pasajes

y citas de Sarmiento refiriéndose a la visión que poseía de la mujer republicana. Fielitti

subraya que durante el siglo XIX la madre republicana es el modelo femenino que va

imponiéndose, aquella mujer capaz de educar a los futuros ciudadanos de las naciones

en formación. Sarmiento cree en esto y reacciona con vehemencia contra quienes

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sostienen que ya se ha hablado demasiado sobre la condición de la mujer. Si ella es

quien "prepara los rudimentos de la sociedad en la familia" es imprescindible que se la

eduque para semejante tarea. De este modo, el acceso a la educación se justifica en el

deber maternal"(http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl)

Otra de las grandes contribuciones de Sarmiento se presenta en torno a la Ortografía.

Tema que no estuvo exento de polémica, de hecho la elaboración de esta propuesta

trajo consigo una serie de criticas por parte de algunos contrarios; entre los mas

fuertes encontramos a Bello y Minvielle.

La propuesta de Sarmiento se origina en base a una memoria presentada a la

Universidad de Chile que llamo “Memoria sobre Ortografía Americana” en 1853. A

grandes rasgos, Sarmiento proponía por una parte, elementos de pronunciación, lo

que consistía principalmente en la sustitución de z por s de v por b de g por j en los

casos en que suenan de la misma manera,'' de la y vocálica por i, de la x por s o es

contrariamente a la que por c y finalmente el reemplazo de la r por rr. Para Ivan Jaksic,

ésta era una polémica acerca del lenguaje, puesto que el punto principal era la

profundidad y alcance de las reformas lingüísticas que se consideraban necesarias en

un contexto post independentista (Jaksic Ivan, 2007).

Para Sarmiento era necesaria una reforma a nuestra ortografía, quizás movido por la

búsqueda de nuestra propia identidad latinoamericana, para diferenciarnos, según él,

de la España retrógrada y acercarnos a la creación de nuestra propia cultura e

identidad. Al polemizar con este y otros temas, la intención de Sarmiento era ampliar

los horizontes de la intelectualidad chilena generando mayor audacia y vigor en el

pensamiento, principalmente de los jóvenes intelectuales de la época; y de ese modo

alejarlas de la vieja literatura española.

La década de los 40 fue especialmente fructífera para la intelectualidad chilena, pues

se abrieron vertiginosamente los canales de participación y discusión por medio de

diferentes medios públicos. Las polémicas que se gestaron a través de la prensa fueron

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canales por los cuales se manifestaban las más altas autoridades intelectuales. Una de

ellas, y que tuvo importantes repercusiones se genero durante los primeros meses de

1842. Desde "El Mercurio", Andrés Bello y Sarmiento, entrecruzan sus ideas en la

llamada polémica lingüística más clamorosa de la época. Mientras Bello y sus

discípulos representaban la facción más clásica de la discusión, abogando por una

concepción purista y básicamente estática e inmovilista del idioma, Sarmiento postula

aplicar una norma lingüística hispanoamericana abierta, vinculada a las culturas

europeas. A diferencia de Sarmiento, Bello veía en el castellano una herencia cultural

fundamental que España había legado a América, por tanto su postura era bastante

conservadora. Bello deja en evidencia su actitud conservadora al respecto, en su obra

llamada Gramática de la Lengua Americana, aquí se refiere en los siguientes términos:

“Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible

pureza, como un medio providencial de comunicación, y un vínculo de fraternidad entre

las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes” (Bello

Andrés 1847) De lo anterior se desprende un gran conservadurismo en cuanto a la

mantención de características españolas, Bello, sin embrago, no se oponía a cambios

paulatinos señalando: “Pero no es un purismo supersticioso lo que me atrevo a

recomendarles. El adelantamiento prodigioso de todas las artes, el progreso de la

cultura intelectual y las revoluciones políticas, piden cada dia nuevos signos para

expresar ideas nuevas; y la introducción de vocablos flamantes, tomados de las lenguas

antiguas y extranjeras, ha dejado ya de ofendernos” (Bello Andrés 1847) Vemos, por

tanto, que su modelo poseía un cierto grado de flexibilidad, y que dejaba espacios

abiertos a eventuales cambios en el lenguaje.

Por su parte Sarmiento, a pesar de la amistad con Bello, no podía dejar de lado sus

principios. Sin duda las posiciones eran contrarias: Mientras la de Bello era

“aristocratizante”, la de Sarmiento fue democratizante, ya que, según él, un pueblo

educado sería quien regiría las normas, de hecho no estaba de acuerdo a que grupos

selectos decidieran en torno a este tema. Nuestro autor afirmaba:

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” La soberanía del pueblo tiene todo su valor y su predominio en el idioma; los

gramáticos son como el senado conservador, creado para resistir los embates

populares, para conservar las tradiciones. Son el partido retrógrado, estacionario, de

la sociedad habladora; pero, como los de su clase en política, su derecho está reducido

a gritar y desternillarse contra los abusos, contra las innovaciones. El torrente los

empuja y hoy admiten una palabra nueva, mañana un extranjerismo vivito, al otro día

una vulgaridad chocante; pero ¿qué se ha de hacer? todos han dado en usarla, todos la

escriben y la hablan, fuerza es agregarla al diccionario, y quieran que no, enojados y

mohínos, la agregan, y que no hay remedio, y el pueblo triunfa y lo corrompe y lo

adultera todo” (Jaksic Ivan, 2007).

Esta actitud democratizante de Sarmiento no es nueva, pues aquí deja ver con toda

vehemencia su liberalismo. Para él, parte integral de una nación civilizada era la

participación del pueblo, eso si, de un pueblo educado y culturizado, por tanto, dicho

pueblo tendría la facultad de incidir en los diferentes componentes de la nación. Para

Jackic, la cita anterior estaban diseñadas para provocar a Bello, de hecho, al

respecto Bello no guardo silencio y contesta públicamente el 12 de mayo de

1842 en este tenor:

“¿ Cómo podría permitirse al pueblo la formación a su antojo del lenguaje,

resultando que cada cual vendría a tener el suyo, y concluiríamos por otra

Babel? En las lenguas como en la política, es indispensable que haya un cuerpo

de sabios, que así dicte las leyes convenientes a sus necesidades, como las del

habla en que ha de expresarlas; y no sería menos ridículo confiar al pueblo la

decisión de sus leyes, que autorizarle en la formación del idioma. En vano

claman por esa libertad romántico-licenciosa del lenguaje, los que por prurito

de novedad, o por eximirse del trabajo de estudiar su lengua, quisieran hablar

y escribir a su discreción” (Jaksic Ivan, 2007).

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Estas palabras son parte de los vaivenes de ambos escritores en lo que se refiere a la

polémica, que en definitiva terminaran enriqueciendo el debate en torno a estos

temas.

Sarmiento, a diferencia de Bello, rechaza la tutoría de la Academia de la Lengua en el

uso del lenguaje en América señalando que se proponía “mostrar que ni ahora ni en lo

sucesivo tendremos en materia de letras nada que ver ni con la Academia de la lengua,

ni con la nación española” (Sarmiento, 1843) Para Bello en cambio, la Academia de la

Lengua Española era un referente importante considerándola guardadora de la norma

literaria. De hecho Bello en su obra relativa a la ortografía cita a la Academia mas de

una vez como un referente importante en el desarrollo del lenguaje

hispanoamericano. En el tomo 1 de sus Obras completas señala: “Nadie con mejor

suceso que la Real Academia Española pudiera dirigir ó corregir el uso, reducido en las

palabras de que hablamos á una esfera limitada de personas, puesto que rara vez se

oyen en el habla común. Así lo ha hecho algunas veces este sabio Cuerpo, aunque tan

circunspecto en sus decisiones. Paralelógramo, esdrújulo en la sexta edición de su

Diccionario” ( Bello Andres, 1890). Esto da cuenta del conservadurismo de Bello

expresado en su cercanía a la cultura española, que lo hacía contrario a los

neologismos que proponía Sarmiento como legítimos en nuestro lenguaje, y en sus

palabras, de hecho consigna que aunque no se quiera, tarde o temprano terminarán

aceptándolo.

Es interesante hacer notar la valentía de Sarmiento al presentar la Memoria sobre

Ortografía en la misma casa de estudio en la cual Andrés Bello era rector. No le

importaba que a través de sus opiniones ganara nuevos enemigos o detractores, aun

sabiendo que trataba y polemizaba con las más altas autoridades intelectuales del

periodo. Sarmiento en este sentido fue consecuente con sus ideas, las defendió hasta

el final, aunque a veces su ímpetu lo traicionaba y no medía sus palabras, llegando

incluso a pedir para Bello el ostracismo (Jaksic Ivan, 2007).

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Otro personaje que no estuvo ajeno a las polémicas y discusiones de la época

fue Rafael Minvielle, dramaturgo de origen español, en que en mas de alguna

ocasión entro en acida polémica con el sanjuanino. En esta carta publicada en

el Mercurio el domingo 22 de octubre de 1843 y más tarde en el Progreso en

Noviembre del mismo año, critica a la persona de Sarmiento. Comienza

cuestionándolo moralmente debido al mal trato que en su obra entrega a Andrés

Bello. Minvielle se refiere con estas palabras:

“¿Por qué no empieza V. por llamarse sarmienter, nombre que en sí solo podria

representar la literatura europea, echando en hora mala el apellido Sarmiento oriundo

del pueblo español por el que muestra V. tan despiadada saña? (El Mercurio, 3 de abril

de 1841)

A pesar de las criticas Minivielle, reconoce compartir muchas de las ideas de

Sarmiento, sin embargo los núcleos de su críticas estaban dirigidas al trato que

Sarmiento le ofrece en su memoria a la cultura española. Finaliza su carta, haciendo

sentir a Sarmiento que él era el único culpable de los constantes ataques que recibía

en el país, comentario que no esta alejado de la realidad, ya que como lo dijimos

anteriormente, el sanjuanino en muchas ocasiones se dejo llevar por su entusiasmo y

no medía las consecuencias que eventualmente podría conllevar algunas de sus

declaraciones.

Otra de las contribuciones de Sarmiento a nuestra cultura es la relativa a la lectura y

escritura, pues será un efectivo método, que será adoptado por las escuelas de la

época y que tuvo alentadores resultados. Su propuesta lleva por nombre Método de

lectura gradual o Método gradual de enseñar a leer el Castellano, que según algunos

autores, es una de las obras de mayor trascendencia dada su importancia para la

enseñanza y su permanencia en el tiempo. En enero de 1845 la presentó a la Facultad

de Filosofía y Humanidades para su examinación, luego de haber estudiado diversos

tratados referidos a la enseñanza de la lectura que eran empleados en Francia,

Inglaterra y España. En este texto el autor propuso un nuevo sistema, analítico y

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sintético, para enseñar a leer el castellano, teniendo como base el análisis de las

dificultades que se le presentaban al niño en este proceso de aprendizaje.

El Semanario de Santiago da cuenta de la publicación de la obra de Sarmiento de esta

manera:

“Con este título se ha publicado recientemente un informe pedido por el Gobierno al

director de la escuela Normal don Domingo Sarmiento, sobre las cartillas, silabarios y

otros métodos de lectura mas conocidos y practicados en Chile. El Gobierno, tan

vivamente interesado en la difusion de enseñanza primaria como intimamente

persuadido de los vicios que se notan en los métodos actualmente ……, ha creido con

razon que “cualquier paso que se intente dar en la formación de métodos, debe partir

del conocimiento de los que ya se ha establecido ántes , como hechos y como

principios” El objeto, pues, del informe encomendado al señor Sarmiento era obtener

una exposición del estado actual del arte de enseñar a leer entre nosotros, mediante el

análisis de los libros que se emplean para ello y su comparación con los que están

adoptados en otras partes”( El Semanario de Santiago el 1 de diciembre de 1842).

El informe debía salir del fructífero viaje que Sarmiento había hecho a Europa un

tiempo antes, cuyo objetivo principal era, más que copiar un modelo europeo al

respecto, elaborar uno propio en base a las observaciones hechas y experiencias

vividas.

El propósito de redactar este texto es el mismo que lo había estado guiando

permanentemente: facilitar el aprendizaje de la lectura, para que por esta vía el niño

adquiriera los conocimientos que necesitaba para el desarrollo de su inteligencia. Sin

duda, una obra de gran importancia, que podemos considerar como el primer guión

didáctico de nuestra educación, pues la estructura de la misma obedece a

orientaciones específicas a los maestros, e incluso ésta se encontraba divida por clases,

una especie de planificación pedagógica por niveles de logros de aprendizajes desde lo

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más simple a lo más complejo, terminando cada clase con la ejercitación

correspondiente.

La obra presenta una gran facilidad de

comprensión. Sarmiento intentó por medio de ella,

aplicar la didáctica y métodos que faciliten, tanto a

docentes como alumnos, la comprensión de las

letras. Por ejemplo, comienza señalando las

siguientes instrucciones: “Los nombres de las letras

consonantes acaban en tonos. Así no se enseñará

eme uno me: la q no se llamará cu, sino qe: la ch,

che: la v ve…”(Sarmiento, 1857)

Para hacernos una idea gráfica de la clase, exponemos las siguientes fotografías: las

cuales dan cuenta de los modos pedagógicos utilizados:

Podemos decir por tanto, que los aportes del

inmigrante argentino fueron muy significativos

para nuestra patria, llegando algunos de ellos a

constituir un verdadero aporte para la educación

nacional. Sarmiento se preocupó de casi todas las

áreas relativas a la educación, intentó de abarcar

gran parte de las preocupaciones y deficiencias

educacionales de la época, e incluso llega a

preocuparse de la situación de los castigos dentro

de las escuelas, tan comunes durante la época colonial. Al respecto, hizo anotaciones

de los métodos utilizados en Europa, los cuales destaca el de la Escuela Normal de

Versalles:

“¿Cuáles son los castigos usados?

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Los castigos que pueden ser aplicados por el director son: 1° las malas notas, 2° la

consigna, 3° la reprensión en particular, 4° la reprensión en presencia de toda la

escuela. Sobre las tres primeras vea V. el reglamento adjunto de la Escuela Normal.

Para la reprimenda pública todos los alumnos son reunidos en el anfiteatro cuando

alguno de ellos ha cometido alguna falta contra la disciplina y allí es reprendido el

culpable. O si la falta tiene un cierto grado de gravedad más, la reprimenda es hecha

por el señor presidente de la comisión de inspección; entonces se llama censura. La

censura es inscrita en el registro de las notas, y sólo puede borrarse al fin del año por

una conducta ejemplar del alumno. ( Sarmiento, 1857)

En virtud de los anterior, Sarmiento se preocupa del tema publicando una serie de

artículos en el diario El Progreso fechados entre el 13 y 20 abril de 1844 , titulados

“Instrucción pública, Castigos y Recompensas” en ellos recordaba los crueles castigos

que se practicaban antaño. El autor creía necesarios los castigos sin incurrir en abusos,

solo para corregir las faltas de orden, pero no tenía fe en la eficacia de las solemnes

distribuciones de premios. Sus ideas las planteaba de esta manera:

“De estos hechos nacen dos verdades:1.que los castigos que tienen por objeto

conservar el orden en una numerosa escuela, son una necesidad casi imperiosa de la

enseñanza , 2. que solo son necesarios para ausiliar la falta de influencia personal del

maestro. Pero como no es posible siempre poner a la cabeza de un establecimiento de

educación primaria, un hombre dotado de todas las cualidades que se requieren,

resulta en último análisis que los castigos son indispensables, con tal que no esté al

alcance del que se sirve de ellos el abusar, porque entónces no producen efecto

ninguno”. (El Progreso. Sábado 20 de abril de 1844 )

Sarmiento por tanto, pone en el tapete la discusión en torno a un tema, que ya para la

época daba qué hablar: su ideal de castigo se acercaba a la moderación, alejándose de

los brutales métodos utilizados en el periodo colonial relacionados con el castigo

corporal.

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5. La Polémica del Romanticismo como motor del origen del Movimiento literario de

1842

El romanticismo fue un movimiento de los siglos dieciocho y diecinueve que marcó una

reacción desde el neoclasicismo y la ortodoxia formal del periodo anterior en campos

como la literatura, filosofía, arte, religión, y política. Sarmiento fue uno de los

principales difusores de las ideas románticas que generaron una amplia discusión entre

los círculos intelectuales nacionales. El romanticismo se originó de forma muy gradual

y exhibió tantas fases que una definición satisfactoria no es posible. En Francia el

aspecto más destacado se refleja en la frase de Victor Hugo " liberalismo en literatura,

" lo que implica especialmente la libertad del artista y del escritor frente a las

restricciones y las reglas, y sugiriendo esa fase del individualismo marcada por la

incitación de ideas políticas revolucionarias.

El término señala una teoría literaria y filosófica que tendía a considerar al individuo

en el centro de toda la vida, y coloca al individuo, por lo tanto, en el centro del arte,

haciendo del valor de la literatura como expresión de sensaciones únicas y las

actitudes determinadas (la teoría expresiva de la crítica) y valorar su fidelidad en

retratar experiencias, de cualquier manera fragmentarias e incompletas, por más que

se valore una adherencia a lo completo, a la unidad, o a las demandas del género.

Aunque a veces el romanticismo tiende a mirar la naturaleza como extraña, ve a

menudo en la naturaleza una revelación de la verdad, la " la ropa de Dios". El

Romanticismo intenta encontrar lo absoluto, lo ideal, superando lo real, mientras que

el realismo encuentra sus valores en lo real y el naturalismo en las leyes científicas el

ceñirse a lo real. (http://mural.uv.es/mgimar/romanticismo.htm)

Mientras el neoclasismo imperaba en Europa, los hispanoamericanos volvían su

mirada al romanticismo, movimiento que en América obedecía a una reacción contra

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la época colonial. De acuerdo con Emilio Carrilla, el Romanticismo y su desarrollo

durante el siglo XIX, tuvo en América un sentido especial que no se desarrolló en

Europa. Esto debido a que fue en este siglo en el que la mayor parte de los países

hispanoamericanos se constituyeron como naciones independientes. Así, su

correspondencia con el comienzo de la vida en cierta forma autónoma, llevó a que se

le considerara el primer movimiento literario en la vida libre de estas regiones.

Ligado a lo anterior, se encuentran los primeros intentos de americanizar la lengua.

Así, la aspiración fue desde un incipiente “español de América” hasta intentos de

nuevas lenguas que diferenciaran de especial manera una región de otra. Este

fenómeno, que en un principio se vio como una posible fragmentación del idioma, no

llegó a alterar en esencia el sistema de la lengua, pero sí logró incorporar a él una serie

de neologismos, arcaismos, galicismos y americanismos, que reflejaron la nueva

situación de estas tierras. (Memoria Chilena, 2005)

Para Bernardo Subercaseaux en sentido amplio, el término romántico suele referirse a

una cosmovisión total, a una etapa en la historia de la cultura que se manifiesta no

sólo en el plano literario, sino también en la filosofía, en la historia, en la política, en un

estilo intelectual y hasta en un tipo de comportamiento. Es un término, entonces, que

encuentra su referente en la producción artística y en la historia de las ideas. En la

historiografía literaria europea y norteamericana, partiendo de esta acepción amplia,

el concepto ha sido objeto de no pocas discusiones.(Subercaseaux ,1997)

La utilización del término "romántico" para Subercaseux resulta un tanto problemática

en Hispanoamérica, como queda de manifiesto en la obra de Leopoldo Zea, publicado

en 1949 (dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica). Se trata de un estudio

dividido en dos partes, una de las cuales toca el tema del romanticismo y la otra del

positivismo. Como lo indica el subtítulo ("Del romanticismo al positivismo"),

romanticismo está usado aquí para designar una etapa del pensamiento

hispanoamericano. En la primera sección, Zea hace una síntesis de algunas ideas de

Sarmiento, Lastarria, Bilbao y otros pensadores de la primera mitad del siglo XIX.

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Señala ciertos tópicos comunes como la voluntad de independencia política y cultural,

la afinidad, en fin, con las doctrinas de progreso y con el propósito de modernizar la

sociedad. Lo que el historiador mexicano llama romanticismo parece, sin embargo,

corresponder a ciertas constantes del liberalismo hispanoamericano de la primera

mitad del siglo. Resultaría, en efecto, bastante más adecuado llamar a esta primera

etapa del pensamiento liberalismo y no romanticismo(Subercaseaux ,1997) De hecho

para Luis Suárez Fernández, historiador español, la polémica intelectual fue choque

ideológico entre el liberalismo progresista y el tradicionalismo conservador. (Suarez

Luis, 1989)

Después de esta breve introducción al concepto romántico hispanoamericano, vamos

a lo que nos convoca, que es precisamente la polémica que se gestó en torno a este

pensamiento y las repercusiones que trajo consigo para nuestro desarrollo cultural.

La polémica se gesta en torno a la publicación de un artículo en el joven Semanario de

Santiago llamado “Clasicismo y Romanticismo” desarrollada en 1842. En la polémica,

unos rechazan las exageraciones, lo antinatural del Romanticismo y los otros le

conceden gran importancia histórica, pero de vigencia ya obsoleta.

La participación de las más importantes autoridades intelectuales en la polémica

otorga mayor relevancia al hecho. Entre ellos nuevamente aparece en escena el

brillante Andrés Bello, eso sí, la participación de éste en la polémica no nos deja de

llamar la atención, pues, si bien para la visión tradicional Bello era un antiromántico,

sin embargo para algunos esto es una falacia dado que los escritos de éste se acercan

mas bien al romanticismo que al neoclasismo. Para Luis Bocaz en su Biografía Cultural

de Bello asegura que son visibles en sus versos destellos de su aceptación estética de

elementos del romanticismo (Bocaz, 2000) No obstante, vemos la participación activa

de Bello en esta ocasión abogando por el neoclacisismo.

Para Ana María Stuven la polémica, de alguna manera, reedita la disputa entre el

predominio de las instituciones o de las costumbres como agentes de cambio

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social.(Stuven, 1997) Concepción que igualmente estuvo presente en la polémica

previamente analizada respecto a la ortografía.

En la Gaceta del Comercio de Valparaíso, el 29 de julio de 1842, Vicente Fidel López

resume la posición de los argentinos por el romanticismo.

“Acepta la muerte del Romanticismo, pero no su carencia de importancia histórica,

cultural y literaria, aunque admite que las condiciones sociales en que se han producido

no son las mismas en la época en que se lleva a cabo la "polémica" El romanticismo ha

muerto; es cierto ¿y qué se deduce de esto?, ¿que su vida ha sido absurda e inútil? no;

lo único que se puede deducir es que las condiciones sociales que sostenían su

existencia literaria han pasado y han sido sustituidas por otras que él no podía llenar...

(Pinilla, 1943)

Comenzada la polémica, entran al debate Sanfuentes y Vallejos, ambos discípulos de

Bello. Salvador Sanfuentes, por su parte, respondió a López en un artículo titulado

Romanticismo que publicó en el Seminario de Santiago. López, a su vez, contestó con

seis artículos en la Gaceta del Comercio de Valparaíso. Intervino entonces Sarmiento

que ya tenía ganas de dar rienda suelta a su furia contra los neoclasistas quien, con su

particular sarcasmo, califica a los estudios clásicos como podridos. Las enconadas

confrontaciones fueron dando forma a un interesante debate, que en muchas

ocasiones fueron caracterizados por el nacionalismo, pues la mayor cantidad de

argentinos cerraron filas tras el romanticismo.

Después de acaloradas discusiones, interviene Lastarria pidiendo moderación en el

tema. En virtud de ello, Sarmiento le escribe una carta que el mismo Lastarria

reproduce en su libro “ Recuerdos Literarios” en la cual Sarmiento intentaba justificar

sus ataques ante éste. Lastarria consigna en esta misma obra que Sarmiento “puso fin

a la polémica en el editorial del 8 de agosto, aludiendo a aquel artículo en tono de

chanza, y llamando a sus adversarios a la moderación con reflexiones amistosas y con

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amenazas socarronas, como lo haría un gaucho al celebrar la paz, después de una

pelea” (Lastarria, 2001).

Cabe destacar el papel que jugó el Semanario de Santiago en toda esta discusión,

periódico que se convirtió en una nave de aspiraciones intelectuales. De hecho, según

Lastarria, El Semanario se publica para demostrar a Sarmiento que nuestro país era

capaz de producir poetas. (Lastarria, 2001).El mismo periódico conciente del despertar

intelectual en Chile, señala en una de sus ediciones:

“Comienza á jerminar en la juventud de Santiago una aficion á las letras ántes

desconocida. Numerosas sociedades se forman en diversos puntos, los periódicos se

consagran á las cuestiones del gusto, el teatro apénas puede contener la brillante

concurrencia que va á poner contener allí en ejercicio el corazon y la mente. (El

Semanario de Santiago 14 de Julio de 1842)

La contribución de El Semanario fue muy importante en la difusión de la polémica, por

tanto constituyó una manifestación evidente de todo nuestro movimiento intelectual.

Para Ana María Stuven, estos debates impregnaron un lenguaje literario, agilizó el

debate intelectual, replanteando el problema del clasicismo, y provocó, a través de sus

sugerencias, una serie de conflictos que abarcaron también los aspectos sociales y

políticos.

Para la revista América, uno de los legados de esta discusión intelectual es la

contribución a la conformación de la identidad chilena, señalando que : “La polémica

de 1842 — expresión pública de una tendencia que recrea cultural historiográficamente

la recién constituida nación chilena — generó un impulso destinado a erradicar la

imagen de una sociedad feudal y atrasada. La irrupción romántica de 1842 facilitó la

emergencia de un proyecto nacional, plataforma intelectual destinada a constituir

formal y jurídicamente a Chile como Estado nacional. Si en la primera mitad del siglo

XIX el país había ensayado banderas, himnos y constituciones, si se había interrogado

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sobre la lengua, la literatura y la sociedad, en la segunda mitad fue preciso dotarlo de

una historia nacional, por lo que también ella comenzó a ser elaborada. Esta historia

será escrita por un grupo de historiadores liberales de corte positivista.(Revista

América, 1998)

La polémica generada tocó lo más profundo del orgullo intelectual chileno. Los

argentinos que abogaban por el romanticismo impulsaron a la joven intelectualidad

chilena a sacar lo mejor de sí y a proponerse ser mejores que estos extranjeros. Los

comentarios de Sarmiento, citados anteriormente, en donde había hecho una ácida

crítica a la intelectualidad chilena calificándolos de perezosos espirituales, faltos de

espontaneidad8, habían calado a fondo en la intelectualidad chilena. Lastarria, por su

parte, en su Obra Recuerdos Literarios escribe las consecuencias de dichas palabras:

“Convertida la cuestión literaria en cuestión de nacionalidad, por creerse ofendido el

honor chileno con que los argentinos apoyaran la reforma que el autor de estos

Recuerdos había iniciado, y con que, al apoyarla, reprocharan como signo de atraso las

ideas retrógradas que dominaban en el orden intelectual, surgió una aspiración, la de

mostrar que en Chile había ingenio y que sus hombres de letras podían rivalizar con sus

censores. Esta aspiración, que lisonjeaba el amor nacional, nos servía por otros motivos

y para otros fines a nosotros y a los pocos jóvenes que seguían nuestra iniciativa, pues

hacía tiempo que proyectábamos hacer una publicación literaria, no para probar

ingenio ni literatura, sino para continuar nuestro movimiento y completar nuestra

nueva educación”(Lastarria,2001).

8 El Mercurio, 22 de mayo de 1842 : “es la perversidad de los estudios que se hacen, el influjo

de los gramáticos, el respeto a los admirables modelos, el temor de infringir las reglas, lo que tiene agarrotada la imaginación de los chilenos, lo que hace desperdiciar bellas disposiciones y alientos generosos. No hay espontaneidad, hay una cárcel cuya puerta está guardada por el inflexible culteranismo, que da sin piedad de culatazos al infeliz que se le presenta en toda forma. Pero cambiad de estudios y en lugar de ocuparos de las formas, de la pureza de las palabras, de lo redondeado de las frases, de lo que dijo Cervantes o fray Luis de Leon, adquirid ideas, de donde quiera que vengan, nutrid vuestro pensamiento con las manifestaciones del pensamiento de los grandes luminares de la época ; y cuando sintáis que vuestro pensamiento a su vez se despierta, echad miradas observadoras sobre vuestra patria, sobre el pueblo, las costumbres, las instituciones, las necesidades actuales y enseguida escribid con amor, con corazón lo que se os alcance”

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La presente cita nos refuerza aun más nuestras ideas respecto a los impulsos que

generaron los emigrantes argentinos en nuestra elite intelectual, ayudando a

despertarla de un largo letargo extendido por largos años.

6. Sarmiento en la Universidad de Chile

El tema de la contribución de Sarmiento a nuestra cultura por medio de su estadía en

la Universidad de Chile se encuentra estrechamente ligado a lo anteriormente

expuesto. Dicha institución fue creada el mismo año de la creación de la Escuela

Normal que tratamos anteriormente, precisamente éste es el organismo que vincula

estrechamente a Sarmiento con la universidad.

Uno de los primeros trabajos de Sarmiento presentados a la Universidad, fue la

polémica obra, analizada anteriormente relativa a la Ortografía, la que fue celebrada

por el consejo universitario y, a pesar de las polémicas levantadas en torno a ella,

paradójicamente le valió su designación como miembro Facultad de Humanidades de

la Universidad.

Vale destacar un dato que no entrega Avila Martel en su obra, “ Sarmiento en la

Universidad de Chile” en la cual se refiere a las sesiones realizadas y subraya que

Sarmiento acudió a la mitad de ellas, esto nos refleja el gran interés del Sanjuanino por

ser parte de esta casa de estudios y estar permanentemente vinculado a ella, pues

colaboro entusiastamente en todos los trabajos de la corporación.

En la universidad Sarmiento encontró un sustento y apoyo para llevar a cabo una serie

de reformas a la educación chilena, por ello es visto como un canal sumamente

importante por el cual debían pasar sus ideas siendo concretizadas con el apoyo

institucional universitario. Todos los planes en torno a la Instrucción Primaria , debían

pasar por la Universidad, así lo constata en su Obra Educación Popular:

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“Encargada la Facultad de Humanidades de la Universidad que tan dignamente U.

preside y a la que tengo el honor de pertenecer, de dirigir y fomentar la instrucción

primaria, he creído que podrían serle de alguna utilidad para sus ulteriores trabajos, las

observaciones que he hecho asta aquí en los establecimientos que he

visitado.(Sarmiento,1849)

Esta es una carta dirigida a Andrés Bello rector de la Universidad, en la que da cuenta

de su viaje a Europa y las percepciones que ha tenido en los diversos países que ha

visitado, aquí hace un acucioso diagnostico y comentarios de las experiencias exitosas

de algunos establecimientos europeos. De La carta también podemos inferir que el

vínculo de Sarmiento con la universidad no se vio interrumpido por su viaje, dado que

estuvo en contacto permanente durante su ausencia.

Las tareas de Sarmiento en la Universidad fueron muy activas, e incluso llega a revisar

proyectos enviados por el mismo Lastarria en la cual se llevaban a cabo, según Ávila,

una serie de reformas y adiciones a éste. Esto da cuenta de la importancia que

progresivamente comenzó a adquirir el emigrado argentino en los ámbitos culturales

nacionales.

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Bibliografía

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Artículos

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Prensa

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2. El Mercurio, 3 de abril de 1841

3. El Mercurio, 3 de abril de 1841

4. El Semanario de Santiago 14 de Julio de 1842

5. El Progreso. Sábado 20 de abril de 1844

6. El Mercurio, 22 de mayo de 1842

7. El Progreso, 29 de marzo de 1844

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