discurso del director[1]

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Discurso el Director Cuando se alcanza una meta que algún día se vio muy lejana, la tentación de estancarse en una especie de halagadora complacencia, es muy grande. Cuando se logra un objetivo apetecido y preciado por uno; y por otros, es fácil caer en una concepción “narcisista” de uno mismo. No es ésta la actitud que deben adoptar ustedes a partir de hoy. Hoy concluyen una larga carrera de estudios, digna de admiración y respeto. Sus logros llenan de satisfacción y orgullo a sus padres, a sus profesores y a su Instituto. Pero es necesario que esta pausa en sus vidas dure poco. La vida sigue su curso. Los procesos de cambio continúan. El cambio es cada vez más acelerado.

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Este es un discurso pronunciado como padrino de promocion de graduandos en el instituto tecnologico del norte en la ciudad de san pedro sula, honduras

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Discurso el DirectorCuando se alcanza una meta que algún día se vio muy lejana, la tentación de estancarse en una especie de halagadora complacencia, es muy grande. Cuando se logra un objetivo apetecido y preciado por uno; y por otros, es fácil caer en una concepción “narcisista” de uno mismo. No es ésta la actitud que deben adoptar ustedes a partir de hoy. Hoy concluyen una larga carrera de estudios, digna de admiración y respeto. Sus logros llenan de satisfacción y orgullo a sus padres, a sus profesores y a su Instituto. Pero es necesario que esta pausa en sus vidas dure poco. La vida sigue su curso. Los procesos de cambio continúan. El cambio es cada vez más acelerado. Si se detienen, que sea solo para respirar y cobrar nuevas fuerzas. Si su “pausa” se prolonga demasiado, dejarán de vivir en la realidad; o serán ustedes mismos menos reales. Las personas que viven en continua “pausa” se dejan ganar por la rutina y la desidia. Viven la vida de otras personas y no la suya propia. Por eso son menos

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“reales”. Otros –más reales- cambian el mundo; si los rutinarios cambian, sólo es por inercia. Vivir plenamente –de una manera más “real”- significa estar alerta, concentrarse, esforzarse, poner a prueba sus aptitudes y capacidades; en fin, como decía Ortega y Gasset, “exigirse mucho a sí mismo”. La vida hay que vivirla con intensidad. Una vida “más real” reconstruye y recrea la realidad con toda su fuerza y eficacia, y ejerce una influencia más positiva en todo el entorno. Sean activos, no reactivos.Les pregunto entonces: ¿cómo se arreglarán de hoy en adelante para construir una vida llena de realidad? Ésta es una pregunta que sólo ustedes pueden responder. Aprovechen este momento para hacer un examen de sus vidas. Reflexionen sobre las cosas que de verdad son importantes.Paradójicamente, para llevar una vida “muy real” –dinámica y productiva- es necesario recorrer el camino teniendo el centro de gravedad muy claro. Una vida “real” necesita un punto fijo sobre el que actúen las diferentes fuerzas de atracción.

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Este punto fijo lo constituyen los valores que cultivamos día a día, y los principios éticos, inmutables y duraderos. Para llevar una vida “real”, deben ustedes desarrollar y perfeccionar su sentido moral y ético. Ahora bien, es imposible comprender los principios éticos, si se desconoce el valor de la libertad. Libertad es poder decir “sí” o “no”. La libertad no es un medio, sino un fin. Sin libertad yo no puedo ser responsable de mis actos.Ustedes se llevan un caudal valioso de conocimientos de esta Institucion. ¡Ojalá que se lleven también una lección más importante! Asuman responsablemente su vida. Lo mejor de la educación que se imparte en este centro educativo, consiste en convencer a nuestros graduados de que tomen en serio los valores de la civilización occidental, especialmente la vida, la libertad, la paz, la justicia y la propiedad.Aquí han recibido un bagaje de conocimientos técnicos, pero también unos valores que, en sentido humanista, constituyen su verdadera educación.

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Nosotros hacemos nuestra la queja de Ortega y Gasset:“En las escuelas… no ha podido hacerse otra cosa que enseñar a las masas las técnicas de la vida moderna, pero no se ha logrado educarlas. Se les han dado instrumentos para vivir intensamente, pero no sensibilidad para los grandes deberes históricos; se les han inoculado atropelladamente el orgullo y el poder de los medios modernos, pero no el espíritu. Por eso no quieren nada con el espíritu, y las nuevas generaciones se disponen a tomar el mando del mundo como si el mundo fuese un paraíso sin huellas antiguas, sin problemas tradicionales y complejos.”Por eso en el ITN nos propusimos infundir con ahínco en el ánimo de ustedes, unos ideales y unos principios que -¡ojalá!- lleven siempre presentes para vivir una vida “más real”.Estimados graduandos: mientras recorren el camino de su vida, recuerden lo que dijo Lord Cockburn sobre Francis Horner, un parlamentario británico del siglo XIX, que murió prematuramente, pero vivió una vida

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“muy real”: “... su historia inspirará a los jóvenes que buscan la rectitud. Murió a la edad de treinta y ocho años, pero tenía más influencia que cualquier otra persona; era admirado y querido; gozaba de la confianza de sus colegas; su comportamiento solo era deplorado por los inmorales.Jamás el Parlamento Británico se expresó tan elogiosamente de alguien. Ahora pregúntense: ¿cómo logró esto? ¿Por rango? Era tan solo el hijo de un mercader. ¿Por sus riquezas? Ni él ni sus parientes tenían riquezas. ¿Por su cargo oficial? Tan sólo tuvo un cargo, por pocos años, un cargo sin influencias y mal pagado. ¿Por sus talentos? Sus talentos NO eran espléndidos y él no era un genio. Era cauteloso y lento; su única ambición era ser correcto. ¿Por su elocuencia? Hablaba de una manera calmada, con buen gusto, pero sin la oratoria que aterra o seduce. ¿Por su afabilidad? Era tan sólo correcto y agradable. Pero, entonces, ¿por qué era tan admirado? Tan solo por su juicio moral, su laboriosidad, sus buenos principios y su buen corazón...

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Fue la fuerza de su carácter la que lo elevó tan alto; y este carácter no fue heredado, sino que, forjado por él mismo”.