Diarios por Europa y China

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DIARIOS POR EUROPA Y POR CHINA Conchita Castro Carrillo 2004

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Diario por Europa y China

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DIARIOS

POR EUROPA Y POR

CHINA

Conchita Castro Carrillo

2004

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EUROPA

Del 27 de abril al lo. de junio de 1981:

Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia y España.

LUNES 27 DE ABRIL.

2.15 p. m. ¡Listos en el aeropuerto! Solamente

Carlos pudo acompañarnos, aunque, en espíritu,

todos estuvieron con nosotros. 3.40 p. m. Momento

solemne: el despegue. Comienzo a creerlo, que es

cierto lo del viaje... Ya en pleno vuelo, nos tocó

separados a Armando, mi esposo, y a mí. La comida

fue rica: pechuga rellena, ensalada, pastelito, de

todo lo que uno pida. Después de una hora en

Houston, continuamos el vuelo. Sólo me separa de la

primera clase una cortina y me divierto viendo el

trato que les dan los sobrecargos a los pasajeros,

sólo falta que los acunen en los brazos.

No nos podemos quejar; nos traen pantuflas,

bolsitas con cepillo, pasta y toallitas húmedas,

bocadillos... ¡Dios!, acabamos de comer y están

sirviendo la cena. Anacé y Martha, ¡cómo hubieran

disfrutado estos pequeños refinamientos: vasos de

cristal, porcelana, vinos, cubiertos de veras! Nos

traen audífonos para disfrutar la música. Encuentro

un canal que trasmite música buena. Así nos

disponemos a dejar pasar las 9 horas de vuelo

3

continuo. De pronto, una azafata aprieta un botón y

del techo sale un proyector y comienza la película,

pero sólo los de primera clase tienen los audífonos

de sonido, al fin que está en inglés y es musical,

para colmo. A las 12.30 comienza a amanecer. A las

3 a. m. nos sirven ¡el desayuno!

Por fin, el sonido anuncia la proximidad del Reino

Unido.

Avistamos tierra inglesa. Toda se ve verde y

cultivada hasta la última partícula. Un aeropuerto

(Gatwick) común y corriente, muy vacío, a 70

kilómetros de Londres; un autobús de la agencia nos

espera. Por caminos vecinales nos vamos acercando a

Londres. Hace mucho frío (10 u 11 grados

centígrados), pero la primavera es esplendorosa.

Cada casa es un jardín florido. Se ven castillos a

lo lejos. Árboles, arbustos, plantas, todo florece.

La campiña tiene increíbles colores. Sin darnos

cuenta entramos a la City y de pronto, el Támesis:

sus puentes, el Big Ben, el Parlamento... no es

exageración, se queda uno sin habla. ¡Es otro

mundo! Imposible asimilar la idea de que esta

ciudad fue destruida por los bombardeos. Bordeamos

el Támesis; pasamos frente a la Abadía de

Westminster, vemos el famoso número 10 de Downing

St. Desembarcamos en Trafalgar St. y pasamos frente

a la National Gallery.

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Necesitamos con urgencia un descanso. Las emociones

cansan más de lo que uno piensa. Llegamos al hotel.

El embajador nos invita a una cena en la embajada.

Un hermoso edificio curiosamente decorado con

multitud de pinturas religiosas mexicanas. Nuestra

primera cena en Londres: todo el grupo en el

restaurante Simpon´s el que, según nos cuentan,

tiene una tradición de 300 años sirviendo roast

beef. Nos lo sirven con papas al horno, acelgas,

pudding de Yorkshire y una ensalada cruda. Los

meseros son italianos o españoles, así que ¡no hay

problema!

Nuestro hotel es el Strand Palace, en la calle

Strand. Estamos muy cerca de todo. Tenemos baño

privado y una pieza chiquita con dos camitas

angostas, todo limpísimo, aunque no de lujo. Sin

embargo, el cuarto cuesta 35 libras, $ 2,100.00

diarios aproximadamente.1

Antes de acostarme doy una mirada al paisaje: más

típico no podía ser; neblinoso, frío, con tejados

en punta, bohardillas, torres... en fin, Londres,

London, Londinium.

MIÉRCOLES 29 DE ABRIL.

1 Debe tomarse en cuenta que esta conversión de monedas (y todas las que siguen), son antes de 1993 en que se suprimieron tres ceros al peso. N. del E.

5

Marcado con piedra blanca... Nuestro primer día

completo en Londres. A las 7 ya estábamos caminando

por Parliament St., por Whitehall St, por no sé

cuántas calles de nombres evocadores. Llegamos al

pie mismo del Big Ben, lo oímos dar las 8. Las

palomas nos acosaron en Trafalgar Sq. Vimos el raro

edificio (¿la embajada?) sudafricano, todo adornado

con bajorrelieves de elefantes, antílopes,

leones... En un aparador hay diamantes en bruto y

tallados, tanzanita, 2 manganeso, oro... todo lo

que los magnánimos ingleses extraen de Sudáfrica.

Más tarde vemos el cambio de guardia de la

caballería de la Reina. Impresionan varias cosas:

la puntualidad (comienza al dar la primera

campanada de las 11); los hermosos caballos y el

pensar que han estado haciendo lo mismo por siglos

sin alteración ni negligencia alguna. Comemos

hamburguesas baratas. Por la tarde, una simpática

chica de la embajada nos lleva a Hyde Park, el

corazón de Londres, hermoso, verde, pulcrísimo,

jardines increíbles y el también increíble

monumento dedicado por Victoria a Alberto. Tomamos

una copa (cognac y no me produjo alergia) en el

vigésimo piso del hotel Hyde Hilton, ante una

panorámica de película, también de Londres. Cenamos

con dos buenos amigos en el sótano de un pequeño

2 Piedra preciosa azul violeta, quebradiza, introducida al mercado en 1969.

6

restaurante italiano, (lasagna, ravioli, candoni3 e

buen vino). Un día perfecto. Me olvidaba decir que,

casi accidentalmente, conocimos el famoso mercado

de Covent Garden. Está a 2 cuadras del hotel.

Tienditas exclusivas, boutiques, clásicos pubs,

artesanías africanas e hindúes y un patiecillo

tranquilo donde los estudiantes del conservatorio

tienen permiso de tocar para ayudarse en sus

estudios. Nos tocó oír un recital de flauta y

píccolo4 con canciones isabelinas... (no es posible

describir los sentimientos)

JUEVES 30 DE ABRIL.

Nos escapamos de un tour obligado para todo el

grupo (15 libras por cabeza) y nos fuimos con Hugo

y Ada por nuestra cuenta a visitar el Parlamento y

la Abadía de Westminster. Los diputados sesionaban

y no se permitían visitas en el interior. Nos

contentamos con oír el Big Ben, otra vez, y dar las

12. En la Abadía se siente algo abrumador. El peso

de la historia agobia. Están las tumbas de Isabel

I, de María la Sanguinaria, del fundador San

Eduardo, llamado El Confesor, la capilla de María

Estuardo... es una lista interminable de músicos,

estadistas, soldados. Resulta conmovedora la lápida 3 Pasta con salsa especial. 4 Flautita.

7

del Soldado Desconocido. La iglesia es inmensa,

fría, altísima, con arquería cruzada y vitrales,

rosetones y ventanas góticas. La están renovando,

es decir, limpiando la fachada para las próximas

bodas reales. Después, para disipar la tensión,

caminamos a Oxford, St., el distrito comercial,

común y corriente, agringado, sin el esplendor que

ellos. Comemos en un restaurante francés con

mesitas en la banqueta, sólo que nosotros nos

sentamos en el sótano, pues hace un frío que hiela.

Para terminar tan bello día, por la tarde nos

lanzamos a recorrer la City of London, la ciudad

vieja, primer asentamiento de Londres. Cenamos

comida china en un lindo lugar y seguimos caminando

por calles y callecitas tan viejas que es difícil

asimilar. Este es el Londres de Oliverio Twist o de

Shakespeare.

VIERNES lo. DE MAYO.

Hoy madrugamos, otra vez, y por un pequeño callejón

bajamos al Támesis que está a dos cuadras del

hotel. Nos encontramos con un jardín que sigue la

ribera del río, muy bien cuidado, lleno de flores.

Allí, espléndido, está el monolito de Cleopatra.

Cruzamos el puente de Waterloo, es feísimo, y por

él cruza también el tren suburbano. A las 10

8

salimos a Greenwich (por donde pasa el meridiano 0)

y visitamos la Escuela Naval. También vimos el

buque mercante Cutty Sark. Salimos en tren a

Portsmouth y ahí visitamos un barco de Su Majestad,

el Exeter. Y el Victory, barco insignia del

almirante Nelson. Regresamos al nuevo hotel. Es el

Kensington Hilton. Es elegante. Los cuartos estilo

americano, con bellas lámparas de cerámica amarilla

y un aparato como computadora que es servibar que

lo que uno toma se marca automáticamente en la

cuenta. Tiene desayunos congelados, horno diminuto,

cafetera eléctrica y un surtido bar. Este hotel

está en un elegante distrito residencial. Cerca. En

Kensinston Garden. Es la residencia de la princesa

Margarita. Bajamos a cenar y el grupo se agranda. A

Armando se le ocurre decir que es mi cumpleaños y

empiezan los brindis. Subimos a acostarnos y al

rato tocan la puerta. Me sorprendo pues son más de

las doce. ¡Sorpresa! Son varios matrimonios con los

que más hemos simpatizado y que me cantan a grito

abierto Las Mañanitas. La calma británica quedó

destrozada. Y nos invitan a seguir festejando a un

cuarto vecino. Ahí nos dan las 3.30 de la mañana,

contando charras y escuchando música mexicana. Por

lo menos el botón de Silencio no se prendió.

SABADO 2 DE MAYO.

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¡Nos despertamos a las diez! Ada y Hugo nos habían

dicho que irían a visitar la tumba de Marx.

Nosotros nos fuimos al Museo Británico. Tomamos un

taxi (Son tan corteses los choferes) y nos costó 3

libras, pero llegamos. (¡Cómo siento que no estén

aquí mis hijos!) Es increíble lo que estos

condenados ingleses se han traído del resto del

mundo. Tratamos de limitar nuestra visita, pues

siente uno un deseo compulsivo de ver todo. Es

inmenso, victoriano y lleno de gente. Nos

impactaron especialmente la sala del Partenón y la

sala Asiria. Desafortunadamente gran parte de las

salas egipcias estaban cerradas. Al volver al

hotel, rendidos, nos encontramos con una invitación

del vicealmirante López para asistir a un lugar

típico. (Nunca digas no). Nos fuimos en un camión

de dos pisos; son rojos, grandes, muy limpios, y

carísimos. La dejada cuesta 46 centavos de libra.

Fuimos a un lugar llamado Tuder´s Rooms. Fue muy

divertido. El show consiste en música isabelina al

principio; después sale Ana Bolena y Enrique VIII y

hacen un espectáculo divertido aún cuando no

entendíamos el idioma. El público interviene y,

¡por supuesto!, el grupo mexicano destacó por

alegre y bullanguero. A la 1 regresamos en taxi

cantando a pecho abierto canciones mexicanas.

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DOMINGO 3 DE MAYO.

Dormí hasta la una. No puedo creerlo. Nunca me

había sucedido. Sintiéndome culpable me vestí y

salimos a desayunar. Después con Ada y Hugo salimos

rumbo a la National Gallery. Hace 5 grados

centígrados de temperatura y llueve. Tomamos el

camión que nos deja muy cerca. Fue otra gran

sorpresa.

LUNES 4 DE MAYO.

Hoy festejan el Día del Trabajo, así que todos los

museos cierran. A pesar de todo, nos fuimos a la

Torre de Londres. Fue inútil. Caminamos hasta la

Catedral de San Pablo; es la más importante iglesia

gótica de Inglaterra. Es enorme, impresionante.

Tomamos un camión que nos deja en la Gallery.

Cerrada. Decidimos caminar por Regent St. hasta

Oxfort. Nos encontramos en Carnaby St., una

callecita típica llena de tiendas de souvenirs y de

ropa hindú. Vemos muchachas punk con el pelo rosa o

azul. Nos perdemos y después de dar muchas vueltas

comemos en un pequeño restaurante inglés típico.

Seguimos caminando dando un enorme rodeo.

Reconocemos Charing Cross, una callecita que nos

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lleva otra vez a la Gallery. Allí tomamos el camión

rumbo al hotel. La temperatura es un poco más alta

(diez grados centígrados) y ¡hay sol! Terminamos el

día viendo el crepúsculo desde nuestro cuarto. A

las 8.15 se metió el sol.

MARTES 5 DE MAYO.

¡Último día en Londres! Salimos muy temprano.

Terminamos de ver las salas de la Gallery que nos

faltaron (renacimiento italiano y escuela

holandesa) y nos vamos rumbo a la Torre en un

camión. Como fortaleza es impresionante. Hoy, tan

llena de gente y con un día asoleado, pierde la

lobreguez que debe haber tenido. Tuve la impresión

que ya no alberga nada, que es un cascarón vacío.

Es hermosa la capilla normanda, distinta a cuanto

conocemos ¡y tiene mil años de construida! Me

sorprendió el tesoro. Nunca me imaginé ver tanto

oro junto, por no hablar de los hermosísimos

diamantes, esmeraldas, etc. Al salir tomamos un

vaporcito que nos lleva a Westminster por el

Támesis. Visto Londres, desde ahí, nos llena la

certeza de estar viendo el siglo XV, nada moderno

se advierte. Después caminamos despreocupadamente,

recorriendo por última vez, Parlament St. (Los

diputados están en sesión, para variar) Nos

12

detenemos bajo el Big Ben y oímos la hora. Seguimos

por Whitehall, Trafalgar Sq., el Strand, Covent

Garden, Market, Pall Mall, Regent. Cansados y

contentos regresamos a preparar nuestra salida.

MIÉRCOLES 6 DE MAYO.

A las 7 salimos rumbo al aeropuerto de Heathrow, el

más famoso de Londres, y a las 9 salimos por KLM

rumbo a Ámsterdam. Hacemos 45 minutos, pero hay una

hora de diferencia. Son las 11 cuando el Embajador

nos recibe en un salón especial. Nos llevan al

hotel Caranza, en lo que imagino que es la ciudad

vieja. El hotel es antiguo, pero el cuarto es

bonito, con un baño complicado y un gran ventanal.

Se ven los canales y las torres antiguas. El clima

es mejor que en Londres. Salimos a dar una vuelta

en la tarde. Cuando vemos el reloj son las 9.30 y

aún hay claridad del sol.

JUEVES 7 DE MAYO.

Nos levantamos temprano pero sin prisas. La

compulsión que nos atormentó en Londres, ha

desaparecido. Hoy iremos a La Haya. El camión nos

recoge en el hotel y nos internamos en el bello

paisaje holandés. Es un país admirable, ordenado,

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limpio, colorido. Los campos de tulipanes son

indescriptibles y los molinos nos transportan a

otra época. En La Haya nos llevan a visitar el

Palacio de la Paz, un bello lugar de mármoles y

bronces. A poco de comenzar las explicaciones me

doy cuenta que estamos en la sede de la Corte

Internacional de Justicia, organismo de la ONU, y

nada menos que en el salón de deliberaciones. Nos

recibe el Presidente en turno, un inglés, persona

gentilísima. Nos ofrecen café y refrescos. Después

visitamos los jardines. Al salir, los señores se

van a visitar los astilleros y nosotros a ver un

centro comercial (nada especial, excepto las

verdulerías y las tiendas de hierbas y especias).

Nos aventuramos a regresar solas, en tren, a

Ámsterdam. Nadie habla inglés, mucho menos

holandés, pero encontramos gente amable que nos

guía. Por fin, a bordo del tren. Hacemos un

trasbordo en Leyden y llegamos a tiempo de una rica

comida china. Los señores llegan más tarde. Cuando

salíamos a cenar encontramos con Ada y Hugo. Los

acompañamos. Son las 10 y hay claridad- Casi todos

los restaurantes cierran a esa hora. Entramos a uno

indonesio y, sin saber, ellos piden algo. Les traen

una comida de ¡19 platillos!. Buen provecho.

VIERNES 8 DE MAYO.

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Este es un día marcado con el signo del agua.

Viajamos a Rotterdam, un bello puerto. Las

autoridades municipales reciben con honores a los

señores y nos invitan a un paseo por los canales

portuarios. Es asombroso como un país tan pequeño

pueda ser tan poderoso. El puerto tiene ¡45

kilómetros de largo! Vamos en un barco con cubierta

turística. Nos obsequian con pastas y bebidas y

después sirven una exquisita cena francesa (pienso

que Holanda no tiene comida típica) en mesas

elegantísimas. Regresamos a Ámsterdam como a las 6

y a las 9 tomamos un tour por los canales. Nos

sirven queso y vino y disfrutamos de esta rara

ciudad surcada por canales regulados, según nos

explica la guía, por exclusas. Hacemos picadillo el

español de la pobre guía. Vamos en un barco

pequeño, turístico, y a la luz de las velas.

SÁBADO 9 DE MAYO.

Día de cambiarnos de ciudad. A las 10 salimos hacia

La Haya (Des Hage) y nos llevan al hotel Des Indes,

un típico ejemplo de hotel europeo. Es grandioso en

su estilo, con un lujo pasado de moda, con

mármoles, arañas de cristal y airosas escaleras

curvas con alfombra roja. Tiene un vestíbulo

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acogedor con impecables meseros que sirven café y

licores y donde desentona (como siempre) un gritón

grupo de mexicanos. Debe ser un hotel de categoría,

pues tiene una lista larguísima de huéspedes, (pero

muy notables) con fotos y autógrafos. Los cuartos

no son la gran cosa, pero las flores naturales que

adornan los pasillos y salones, valen por todo. En

cuanto llegamos, nos vamos a buscar, a pie, por

supuesto, un lugar llamado Madurodam, que es un

jardín que tiene maquetas de las principales casas

y edificios públicos de Holanda. Es como un cuento.

Castillos, palacios, plazas medievales, estaciones,

trenes, la zona portuaria, todo está ahí.

(¡Martita, espero que lo conozcas!) Volvimos

rendidos y ya tarde, Ada y yo salimos a ver

tiendas. Todo está cerrado, pero recorremos

callecitas con escaparates. Por la noche bajamos al

grill donde nuestros maridos nos ofrecen una cena

del Día de las Madres. (Todo es tan distinguido que

es posible que algo se nos contagie)

DOMINGO 10 DE MAYO.

Día de las Madres. A las 9 salimos para Bruselas.

Ilusionados por recorrer parte de un país que no

está en el programa. La campiña no es diferente a

la de Holanda. Nadie nos pide el pasaporte.

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Solamente advertimos haber entrado a Bélgica porque

todos los letreros están en dos idiomas: francés y

alemán (¿). En Bruselas hay ambiente de fiesta,

lleno de fiesta, flores y música por todas partes.

No teníamos ganas de ver museos, así que nos

dedicamos a caminar, a pie, por los lugares

célebres. La Plaza Mayor corta el aliento por su

belleza y porque es única. Hay un incongruente

espectáculo de música moderna, grabada,

altisonante. Tomamos café y cerveza en los cafés al

aire libre. Todos es carísimo: café y cerveza para

cuatro personas salen en casi 300 pesos mexicanos.

Recorremos las tiendecitas. Hay maravillas en

encajes. Después vamos a la catedral góticas de

Saint Michel y Saint Gudel. Me gustó más que la

Abadía de Westminster, es más sobria, altísima y

con unos vitrales dignos de admiración. Tomamos

fotos, compramos postales y nos vamos a comer.

Queremos conocer el famoso Meneken Pis y hacia allá

nos encaminamos. Un español que encontramos nos

dijo: “No vayan, eso no es cosa para señoras”. Está

cerca y llegamos pronto. Es sólo una estatuilla de

unos 40 centímetros de alto, orinando graciosamente

en una pequeña fuente, adorno de una esquina

ochavada. Seguimos callejoneando; todo es bilingüe

y se habla bastante español. Todo el mundo nos

pregunta que de donde somos. La ciudad es bella.

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Visitamos el Palacio Real, (el de Baldwina y

Fabiola) por fuera (¡claro!) y un hermoso jardín

cercano. Hacemos tiempo tomando cerveza, café y

pastel de manzana hasta la hora de regresar en el

tren. El pasaje nos costó 55 florines por persona

(unos 550 pesos), ida y vuelta. Pasamos por

Amberes, otra bella ciudad. Estamos rendidos.

Dormitamos las dos horas de viaje. Al llegar

hablamos a México, a La Paz, para saludar a las

madres. Todo bien por allá.

LUNES 11 DE MAYO.

Hoy es día de relax (necesidad urgente). Dejamos a

las 10 a. m. el hotel Des Indes con algo parecido a

la nostalgia. No tenemos hotel este día. Estaremos

en La Haya hasta las 8 p. m. Casi hacemos un

campamento del loby del hotel Des Indes y, después,

vestidas de coctel, nos vamos a caminar por las

innumerables tiendecitas, ¡hay tanto que ver! Me

compro unos suecos holandeses que resultan

italianos, comemos pizzas, tomamos cervezas... los

señores están visitado los astilleros. A las 5 nos

reunimos en el vestíbulo del hotel, pues en el baño

nos daremos una manita de gato para llegar

presentables al otro cóctel en la residencia del

embajador mexicano. Resulta muy agradable. (Hay

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taquitos, tostadas y otras delicias mexicanas). A

las 8 regresamos a Amsterdam, en autocar, pero ya

no entramos a la ciudad. Nos quedamos en un hotel

del área del aeropuerto de Schiphol. Hay que

descansar. Mañana es el día.

MARTES 12 DE MAYO.

Hoy conoceremos Paris. A las 11 y 10 minutos

aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle. Hay

5 grados centígrados de temperatura y está nublado,

pero nada puede empañar la alegría y la emoción que

siento. Abordamos el autobús y poco a poco nos

vamos adentrando en la ciudad. Alcanzo a distinguir

la colina de Montmartre y la iglesia del Sacre

Coeur. Llegamos a nuestro nuevo hotel: es el

Concorde Saint Lazare, es por el estilo del Des

Indes, esplendoroso. Los cuartos están bien, pero

hay algo inapreciable en él. Está en la rue Saint

Lazare, cerca de todo, (todo) lo que me resulta

conocido de Paris: la Madeleine, la Rue de la Paix,

la Concorde, la Opera, las Gallenas, Lafallette,

etc. En cuanto nos acomodamos, salimos a comer:

¡qué lío para pedir comida! Ada es de Ensenada y

habla muy bien inglés, ella había sido nuestra

intérprete especial. Pero aquí eso no sirve.

Después de mil indecisiones y con señas y gestos

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ordenamos algo que resultó pollo al vino, pescado

con arroz y un filete; el postre fue una

adivinanza. Pero comenzamos a gozar de la buena

comida francesa: todo muy sabroso. Por supuesto,

inmediatamente después nos lanzamos a caminar.

¡Vaya que caminamos! Con un plano en la mano

emprendimos la travesía. Conocimos la Opera,

seguimos hasta la Madeleine y allí vimos, como en

un suelo, la Place de la Concorde, a lo lejos. Allá

vamos. Al llegar vemos des Invalides, el comienzo

de los Champs Elysees y asomada, entre árboles, la

Torre Eiffel. Alcanzamos a ver también los jardines

de des Tuilleries y así seguimos adelante como en

esos sueños en que cada vez que alcanzamos lo

buscado, otra cosa nos llama a lo lejos. Cruzamos

el Sena. Alcanzamos a ver las torres de Notre Dame.

El viento frío nos empuja y la Torre nos llama. Por

la rue Gauche seguimos caminando. Otra vez, como en

Londres, los nombres nos abruman. Vamos por una

callecita y, de pronto, aparece la Eiffel. Se

siente inmensa. Casi corriendo tomamos el elevador

hasta el segundo piso. El frío hiela, pero aún así,

estamos fascinados con Paris a nuestros pies. No

nos decidimos a bajar hasta que el frío nos hace

temer un resfrío. Atravesamos de nuevo el Sena

hacia Trocadero y arriba del Museo Chaillot tomamos

un camión, confiando en no equivocarnos. Estamos de

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pláceme: el camión nos deja en la puerta del hotel.

Ya son las 8 de la noche y tenemos 5 horas

caminando. Imposible hacer otra cosa que acostarnos

a ver TV (mala y aburrida). Mañana será otro día.

MIÉRCOLES 13 DE MAYO.

Me acuerdo que es cumpleaños de Gabriel y le pongo

una postal. Los hombres se van temprano. Ada y yo

salimos a caminar. A duras penas logro contener mi

compulsión de correr de lugar en lugar. Vamos por

el Blvd. Madeleine; por la Royal Avenue hasta la

Concordia y allí nos encontramos la calle Rívoli

(¡cuánta ropa bonita!), por ella llegamos a la

Plaza Vendome. La recorremos largamente admirando

las joyerías, el hotel Ritz, los palacios...

Llegamos a la Rue de Paix. Cartier me fascina.

Comemos en un cafecito con minúsculas mesitas. Ada

quiere conocer el Barrio de Saint Michel y yo

visitar Notre Dame, así que nos animamos a tomar el

metro. ¡Es tan viejo y huele tan mal!, pero es

rapidísimo. En una complicada red de 25 líneas

escogemos nuestra ruta. Es igual que en México el

mecanismo. A pesar del temor, vamos entusiasmadas.

Van pasando las estaciones. Trasbordamos. Por fin:

Saint Michel. Al salir tenemos una recompensa: las

torres de Notre Dame se levantan, inmensas, frente

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a nosotros. Después de recorrer tiendecitas, nos

vamos al templo. ¡Qué emoción tan grande! Casi no

pude hablar durante mi estancia ahí. Recorrí las

naves en silencio. ¡Es tan abrumadora la presencia

ahí! Cuando salimos caía la tarde, pero aquí el

crepúsculo es larguísimo. Caminamos sin rumbo,

pasamos por la torre de Saint Jacques y llegamos a

una estación del metro que se llama Les Halles. Es

una enorme plaza vacía, fea, que está en

construcción o en remodelación. ¿Estarían aquí los

famosos mercados? Nadie puede sacarme de la duda.

Allí tomamos el metro y nos fuimos al hotel. Los

señores llegaron cansados. Son las 8 y hay luz del

día, pero no puedo tenerme en pie, debemos

descansar.

LUNES 14 DE MAYO.

Hoy madrugaron los señores. A las 7.30 se fueron a

Brest en jet. Nosotros los seguiremos más tarde. A

las 12 abordamos un avioncito, algo así como un

DC3, traqueteante. Va lleno y huele como en el

metro. Hacemos cerca de una hora. Todas se quejaron

mucho; para mi tuvo una gran ventaja: voló tan bajo

que hasta las vacas pude ir viendo. La campiña es

preciosa; toda cultivada, con pueblecitos y granjas

aquí y allá. De cuando en cuando, un río o algún

22

castillo. Al llegar a Brest tuvimos un gran

recibimiento. Nos esperaba una exquisita comida, un

buen vino y la belleza de la costa bretona. El

hotel Oceanía es nuevo, modernísimo. Visitamos el

Centro de Oceanología de Brest y las estaciones de

acuacultura y contaminación. Caminamos por el

pueblo (tiene 225 mil habitantes). Nos cuentan que

fue evacuado y destruido por los norteamericanos

para bombardear la más grande base de submarinos

alemanes. Vemos la base al pasar: está intacta. Las

bombas no le hicieron nada. Ha sido un día de sol,

cosa inusitada aquí. Nos vamos al hotel impulsados

por la hora y por el frío. Son las 9.30 de la

noche, pero el sol brilla aún en los edificios.

VIERNES 15 DE MAYO.

Son las 6 cuando nos despierta el petit déjeuner5.

Debemos salir a las 7 para Cherbourg. El sol no

aparece y llueve. Salimos. Son 5 horas de recorrido

por Bretaña y Normandia. Al rato se aclara un poco

y podemos disfrutar tanta cosa bella. Un pueblo

tras otro, a cual más pintoresco; todos con altas

casitas de techos de dos aguas y chimeneas. Por

todos lados, iglesias con sus campanarios góticos

y, de pronto: ¡una sorpresa muy grande! A lo lejos,

5 El desayuno.

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con la marea muy baja, vemos al Monte Saint

Michel6, con su torrecita aguda. ¡Ojalá pudiéramos

acercarnos! Llegamos a Cherburgo con retraso. Nos

esperan con otra comida y vino. Caminamos un poco

mientras los hombres van a un astillero. También

esta ciudad fue destruida por el bombardeo aliado y

alemán y fue también el primer puerto que tomaron

los aliados en el Día D. Comienza a llover y nos

vamos a la estación a tomar el tren expresso rumbo

a Paris. Hace 3 horas con 37 minutos a una

velocidad promedio de 130 kilómetros por hora.

Ahora recorremos parte de Normandia7, hacia el

este. Pasamos por Lisieux y vemos el hermoso

santuario de Santa Teresita. De regreso, el tren

llega a La Gare de Saint Lazare, es decir, a media

cuadra de nuestro hotel. Son las 8.30 y está claro,

con sol. Pero debemos descansar: mañana será

nuestro último día en Paris.

SÁBADO 16 DE MAYO.

¡Último día en Paris! Aquí todo tiempo hubiera sido

corto. Temprano nos vamos al Louvre. Tenemos que

escoger lo que más nos interesa. ¡Es tan grande y

tan imponente este museo! Visitar museos agota, no 6 “La Maravilla Occidental”,” en Bretaña, de la Edad Medía, una enorme abadía con más de cien años dedicado al arcángel San Gabriel, de gran espiritualidad. 7 Región histórica el NO de Francia, limitada por el Canal de la Mancha. La ocuparon los normandos en el siglo IX, d. C. N. del E.

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sólo física, sino emocionalmente. Vemos, desde

luego, la Victoria de Samotracia, la Venus de Milo,

la sala de pintura italiana renacentista, la sala

Rubens, la sala Rembrant, la sala inglesa, la

francesa... Me es imposible expresar lo

significativa y emocionante que fue para mi esta

visita. Con verdadero pesar salí, pues teníamos el

tiempo medido. Enseguida tomamos el tour Todo

Paris, ¡qué engañosa expresión! Pero es el recurso

más accesible ante la falta de tiempo. ¡Cuántas

cosas entrevistas! Fue como entreabrir un arcón de

cosas deseadas. Después fuimos al Sacre Coeur. Nos

recreamos con una última vista panorámica de Paris

y bajamos la colina lentamente por las callejas de

Montmartre hasta encontrarnos con la Plaza Pigalle

(¡qué sórdida!) Tomamos el metro y al llegar nos

encontramos a Ada y a Hugo. Salimos a cenar. El día

terminó así.

DOMINGO 17 DE MAYO.

Salimos A Madrid. El aeropuerto de Orly nos

desilusionó. Es sucio y está lleno de gente.

Abordamos un avión de Iberia que por poco nos deja.

Es un descanso oír hablar español. Por primera vez

en muchos días oímos conversaciones inteligibles. Y

llegamos a Madrid. Nada es igual a Paris.

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LUNES 18 DE MAYO.

Hoy supimos que no podíamos ir a Italia. Siempre el

dinero. Me dejo invadir por el consumismo,

mantenido a raya, a duras penas, y nos pasamos el

día en tiendas. Compramos cositas, souvenirs, etc.

MARTES 19 DE MAYO,

Aquí siguieron 5 días, incluyendo 3 días en Palma

de Mallorca de los que nunca escribí nada, fueron

vividos plenamente. Regresamos a México el lo. de

junio con los chocolates y los puros. Fueron usados

los chocolates.

26

-¿Cuál quieres primero, la noticia mala o la buena?

-Dime la buena.

-Que vamos a Madrid, Paris y Roma.

-¡Ahhh¡ -aspiró.

-¿Y la mala?

-Que vas tú sola, con nosotros,

-¿Y por qué?

-Porque la esposa de quien acompaño, no va. De

última hora.

-¿Y luego?

-Te manejas tú sola. Mientras trabajamos, visitas.

Ya conoces.

-Me canso. Y aunque no conozca.

27

-Salimos mañana.

28

EUROPA

Del 26 de octubre al 5 de noviembre de 1985:

Madrid, Paris y Roma.

SABADO 26 DE OCTUBRE.

A las 11,30 abordamos el avión de Iberia. Nos

acomodamos. Vamos en el 747, “Cervantes”, en los

asientos 7A y 7B. Me tocó ventanilla. La clase

preferente es comodísima. Nuestros asientos están

en la trompa del avión. Tenemos pantalla de

proyección y nos comenzaron ya a pasar videos con

las ordenanzas de rigor. Nos brindaron una

exquisita copa de jerez. Todos los asistentes son

españoles, chaparritos y feítos, atentísimos.

Comienza el largo viaje, larguísimo viaje.

DOMINGO 27 DE OCTUBRE.

A la 1 nos sirven el almuerzo. Ponen mantel, sirven

entremeses: jamón serrano, queso con piña, salmón

ahumado. Después un aguacate con cangrejo de

Alaska, diversos quesos y luego el platillo

caliente: turnedo8 con ejotes Amandine9. De postre,

un rico milhojas, vino de Rioja, brandy, en fin, lo

que uno quisiera. El servicio abarca todo. Cuando 8 Medallones de filete. 9 Ejotes con almendras y otras cosas.

29

vuelvo la vista a la ventanilla, el Golfo de México

brilla en toda su larga extensión; veo la Laguna de

Tamiahua10. El aire es claro; el día soleado, de

pronto, una ciudad conocida se perfila: Houston con

su grupo inconfundible de edificios; hasta el

edificio Zapata se puede ver. Sobrevolamos su

puerto y al cabo de unos minutos, vemos New

Orleans, el lago Mississippi, el lago

Pontchartrain, el Gateway, todo se ve en la clara

atmósfera. Sin embargo, un banco de nubes empaña la

visión, sólo a trechos se ve la tierra. Duermo un

buen rato, hasta que el aviso con algo me

despierta. Falta poco para llegar a Montreal.

Volamos sobre un enorme valle, abundan los lagos y

los ríos. Creo que es la cuenca del río San

Lorenzo. Aterrizamos y bajamos del avión. Sólo

recorremos el aeropuerto, pues nos dicen que en 15

minutos abordamos de nuevo. Don Antonio, compañero

de viaje, nos ha amenizado la ocasión con

anécdotas, cuentos y comentarios sin fin. Es un

viajero inveterado (o lo fue) y conoce casi todo el

mundo. Nos dice que este aeropuerto es uno de los

más eficientes (y caros) del orbe. Es hermoso. Una

amplísima sala adornada con banderas de todos los

países, penden del techo. Nos dice que fue

construida para la olimpiada. He vuelto a dormir,

10 En la costa de Tamaulipas.

30

no veo la película, ni puedo leer; me siento muy

cómoda. Despierto para cenar. Son las 8 de la

noche. Me vuelvo a dormir. Me sacude una voz dando

unos alegres ¡buenos días! Me siento como si

hubiera dormido muy poco y veo mi reloj. He

dormido, en efecto, muy poco. Son las 10.30 de la

noche, pero en Madrid son algo así como las 4 de la

mañana, sirven el desayuno. No podemos creerlo. No

lo comemos. Llegamos. Nada contable. Volvemos al

avión, me duermo. Me despierta un nuevo y rico

desayuno. Por fin, ¡Paris! Escogí la ventanilla

equivocada y sólo vi barrios nuevos. Ni siquiera la

Torre Eiffel, pero ya estamos aquí.

LUNES 28 DE OCTUBRE.

Como a las 12, hora de Paris, encontramos las

jóvenes que nos guiarían. Nos llevan al hotel

Victoria Palace. Cuando llegamos me doy cuenta de

que estamos a una cuadra de Montparnase y a dos de

Galerías Lafayette. Me agencio un plano. ¡Aleluya!

Caminando podemos ir a Notre Dame, Luxemburgo,

Saint Germain des Pres, Saint Sulpice, los

Inválidos, el Louvre, prácticamente todo el Paris

que quiero volver a ver. El barrio de Saint Michel

y el museo de Cluny, la torre de Saint Jacques,

todo a la mano. No puedo creer mi buena suerte. El

31

hotel está en una calleja tranquila y fea, pero es

acogedor, lujoso, al modo europeo; nuestro cuarto

es pequeñito y las camas con edredón tienen balcón

y se puede abrir. Al llegar estamos tan cansados

que nos dormimos inmediatamente, pero cuando

despertamos, como a las 5, aún hay sol y nos vamos

a caminar por las calles Rennes y Bonaparte hasta

el Sena. Visitamos Saint Germain y está terminando

una misa en español. Pongo un cirio en memoria de

la Chiqui que tanto disfrutó y me platicó de estos

lugares. Ya en el Sena divisamos las torres de

Notre Dame, pero es tarde y regresamos. Cenamos en

un autoservicio. Hasta mañana.

MARTES 29 DE OCTUBRE.

Despertamos A las 5. Leí, cosí, platicamos, y me

volví a dormir hasta las 8. El petit déjeuner11 nos

estaba esperando (verdaderamente petite) A las 9,

los señores se van a sus asuntos y yo, plano en

ristre, me lanzo a visitar lugares. Me voy por rue

Rennes hasta la rue Vaugirard. Por allí llego al

jardín de Luxemburgo, es pequeño, quizá como la

Alameda, pero cercado como Chapultepec, con bellas

rejas negras y doradas. Cuando uno entra se aleja

del mundo; da, en algunas partes, la impresión de

11 Pequeño desayuno.

32

que nadie lo cuida; tiene un aire silvestre,

natural, a pesar de que hay una sección con canchas

de tenis y de patinaje. Los árboles, álamos,

castaños, chopos, están verdes y dorados; el otoño

se retasó, me dijeron, y comienzan a caer las

hojas. Vuelan en remolinos con el viento helado.

Hay semiocultas en el bosque estatuas de poetas y

filósofos y huele como debe haber olido Chapultepec

hace muchos años: a bosque, a tierra removida, a

hojas que se pudren en la tierra. Es algo que no

olvidaré. Hay sillas de hierro que uno puede

colocar donde mejor le convenga y muchos parisinos

desayunan en grupos hablantines. Salí por la puerta

de Saint Michel y seguí por el boulevard del mismo

nombre. Por aquí está la Escuela de Minas y varios

institutos. Divisé el Panteón: imposible ir; mi

meta es Notre Dame. Saint Michel es una calle

alegre del barrio latino, llena de tienditas,

estudiantes, librerías y turistas. Localizo el

museo medieval de Cluny y lo visito. ¡Qué

maravillas contiene! La Chiqui me habló tanto de

él, y no exageraba. Al salir me encontré con el

ángel Miguel; guarda la entrada al barrio haciendo

flamear su espada. Me dirijo a Notre Dame. La

impresión no es menor porque sea la segunda vez que

la visito. Queda uno mudo. Hay ahora mucha gente.

Está iluminada, al menos, la nave central. Están

33

diciendo una misa por la paz del mundo y me quedo a

oírla. Después visito las capillas. Puse el cirio

ofrecido y otro a la Virgen de Guadalupe. Cuando vi

el reloj era la 1.15 y yo había quedado de estar a

la 1 en el hotel. Sacando fuerzas de flaqueza, tomé

el metro. En 15 minutos estaba entrando al hotel.

Comimos y me fui a las Galeriess Lafayette y ¡oh,

desilusión!, está todo tan caro y entiendo tan poco

francés que me esperé a hacer compras en España.

MIÉRCOLES 30 DE OCTUBRE.

Día de San Judas. Hoy me levanté con el ánimo para

museos: el Louvre, el Jeu de Paume. Pero el hombre

propone...Los martes cierran todos los museos de

Paris. Me di cuenta al llegar al Louvre. Decidida a

tomar un tour por la ciudad que comienza a las 1.30

me dispuse a pasar el tiempo visitando todo lo que

se pudiera al paso. Conocí así la iglesia de Saint

Germain L´Auxerrois, frente al Louvre. Es una

hermosa iglesia gótica, antiquísima, oscura y

solemne, invita al recogimiento; tiene vitrales y

rosetones del siglo XIII. También visité una

iglesia redonda, cerca de la plaza Vendome que

resultó ser la parroquia polaca de Paris de la

virgen de Czestochowa (Chestojova) 12 y tiene

12 Dicen que Lourdes tiene como cien milagro, la Chestojova tiene miles. N. del E.

34

inscripciones y avisos en polaco. Una monja que

limpiaba los candelabros de hierro como si

estuviera en el patio de su casa, me hizo perder

toda devoción. Caminé por la rue Rivoli buscando

los carteles que Carlos me encargó, viendo

perfumerías y tiendas de recuerdos. Es todo tan

caro. Llegué a un gran almacén que se llama

Samaritaine. Aquí encontré la agenda de Ale (o algo

que se le acerca a lo que ella me pidió). Curioseo

por todo el almacén. Está en gran barata. Al pasar

por el piso (¡un piso completo!) de los juguetes,

me parece que estoy en Estados Unidos: Mattel,

Playmobile, Tonka, etc. ¡qué desilusión!, ositos

cariñositos, barbies, robots y todas esas

tonterías, es lo único que se ve. Además, una

simple muñeca, ni muy grande ni muy bonita, cuesta

250 francos, o sea, casi 30 mil pesos. Por fin

llega la hora de mi tour Paris Visión. Es la única

forma de recorrer, en poco tiempo, lo que yo

quisiera caminar. El camión es muy cómodo: voy en

el piso alto; llevo audífonos y un argentino me

narra al oído las bellezas de Paris. Todo vuelve a

pasar ante mis ojos: la Opera, la Madeleine, el

boulevard Haussmann, la Gare Saint-Lazare, la

Trinité, el Sagrado Corazón, Montmartre, la Plaza

Pigalle, los Inválidos, el Arco de Letoile,13

13 del Triunfo

35

(cuando pasamos por los jardines de Luxemburgo me

doy cuenta que justamente rodeé el Palacio de María

de Medici que está ahí y que ahora es el Senado);

la plaza des Vosgues, (con el museo Víctor Hugo),

la Sorbonne, la iglesia de St. Denis, la de Saint

Severin, la de Saint Gervaise, la Bastilla, la

Conserjería y no sé cuantas cosas más. No hay un

lugar que no esté lleno de historia: aquí vivió

Mazarino, allá Richelieu, en esta esquina murió

Voltaire, aquí se reunía Sartre con los filósofos y

nació el existencialismo, en esta casa Berlioz

compuso su Sinfonía Fantástica. No es posible

recordar ni asimilar todo; es una ciudad

avasallante. Cuando el tour terminó eran las 4.30;

el sol está bajo y pronto comenzará a oscurecer.

Aunque el crepúsculo es largo, no quiero llegar al

hotel Ritz tan tarde. Los señores tenían comida,

pero ya deben estar allá. Ya le perdí el miedo al

metro, así que rápidamente tomo el que tengo más

cerca, hago el trasbordo correspondiente y en 15

minutos estoy en Montparnase. Me encuentro con la

sorpresa que Armando está descansando. Me invita a

pasear en barco por el Sena. Otra vez al metro. Él

no está muy seguro de que lleguemos, pero, con sólo

un trasbordo, en 20 minutos estamos en la parada

Alma Marceau. A la salida vemos que es justo en el

embarcadero. Cuando termina, nos animamos a ir a la

36

Torre Eiffel. La acaban de iluminar y luce en la

noche parisina como un gran juguete de cristal.

Subimos hasta la tercera etapa (ahora si). La vista

es espléndida. El tiempo aclarará y vemos todo

Paris a nuestros pies. El frío nos hace bajar,

helados, pero contentos. Nos regresamos a cenar

cerca del hotel. Ya son las 11 y todo está

tranquilo. Buenas noches.

JUEVES 31 DE OCTUBRE.

Hoy sí será de museos. Me voy temprano en el

imprescriptible metro, me bajo en la Cite y voy a

visitar la Saint Chapelle. Está dentro de la

Conserjería y, quizá, por estar en este sombrío

edificio, la sorpresa sea mayor cuando se entra a

la pequeña capilla, uno de los más puros ejemplos

del gótico. La parte baja es impactante. Toda

nervaduras y columnas rojas y azules flordelisadas

en dorado, pero cuando se sube la pequeña escalera

de caracol a la parte superior, la impresión es

fulminante, no puede describirse la belleza ni

trasmitirse el sentimiento que esta joya produce.

Caminé hasta el Louvre. Lo tomé con calma, pues es

un museo tan grande que sólo puede verse una

pequeña parte cada vez. Después de ver a la

Victoria y a la Venus de Milo, tengo que escoger.

37

Voy a ver ahora los objetos personales de los reyes

franceses, algo de arte medieval, la sala Medici y

objetos de arte de los siglos XVII y XVIII. Recorrí

salas y salas repletas de cosas bellas: tapices,

porcelanas, relojes, joyas, vajillas, todo de oro,

plata, maderas preciosas, porcelana de Sevres o de

Limoges, cristales de Murano, Lalique 14, o no se

que más. Me pregunto: ¿cómo serían interiormente

las gentes que vivían rodeadas siempre de tanta

cosa bella? Ese era su mundo cotidiano. ¿Llegarían

a verlo con indiferencia?, ¿se convertiría en un

mundo no advertido, como el nuestro, lleno de cosas

feas, para nosotros? Después de ver a los Esclavos

de Miguel Ángel, me doy por vencida. Sólo recorreré

las salas de holandeses y la de italianos

renacentistas y le diré adiós al Louvre. Cuando

salgo, el día está maravilloso, claro, soleado, con

viento suave (aunque gélido). Es la 1 y me apresuro

a cruzar las Tullerías para ir a los

Impresionistas, pero no puedo retardar el paso para

gozar el paisaje. En México desconocemos lo que es

el otoño. Aquí, los árboles son dorados, rojizos,

café claro, verde amarillento... el efecto es

increíble, vivo y radiante y, al mismo tiempo,

melancólico. El inmenso bosque–jardín goza de ese

aparente descuido que los franceses dan a sus 14 René Lalique (1860.1945) es uno de los creadores franceses del Art Nouveau.; diseñador, la Casa lleva su nombre.

38

parques. Parece que así son, que nadie los cuida,

pero si uno observa bien, hay un mantenimiento

permanente. Sucede, además, algo increíble: no hay

basura, solo vuelan con el viento las hojas secas

que, a cada racha fuerte, caen como verdadera

lluvia dorada. Son todo un espectáculo los

franceses, en parejas o solos que, sentados en las

bancas o en las infaltables sillas de hierro, sacan

su botella de vino, sus vasitos y comen

tranquilamente sus provisiones. En un quiosco

compro un emparedado (un poor boy) de paté y un

café con leche y cuando llego al Jeu de Paume me

llevo la gran desilusión: está cerrado y, por mucho

tiempo. Lo abrirán hasta 1988. La colección está en

un lugar inaccesible para mi, por falta de tiempo.

Me consuelo un poco al leer que, a 300 metros, está

el museo de L´Orangerie donde hay algunas cosas

impresionistas. Renoir es lo que más me gustó y,

tal vez, Modigliani. Están ahí las famosas ninpheas

de Monet, pinturas murales de entonces, hechas

especialmente para ese lugar.

Son las 2.30 de la tarde y debo esperar hasta las

4. Estoy citada en la esquina de Rivoli y la Place

de la Concorde con Armando (un emocionante rendez

vous) Para hacer tiempo, camino hasta las tiendas

de la rue Rivoli y, callejoneando por ahí, me

encuentro con la calle Mont Thabor. De pronto

39

recuerdo que por aquí está el hotel a donde

llegaron Armando (mi hijo), mi papá, mi mamá y la

Yori en su viaje por esta tierra. ¡Claro que lo

encuentro! Se llama igual que la calle: Hotel Mont

Thabor. Se ve muy bien. Es grande y tiene un bonito

vestíbulo. Es 3 estrellas. Después camino por la

rue Saint Honoré, ¡qué preciosidades de ropa!, ¡qué

bonito es lo bonito! Hay de todo. Las joyerías, aún

las de bisutería, son bellas. Me encuentro con la

Plaza Vendome y miro un poco sus joyerías (me

acuerdo que cuando Ada y yo visitamos estos

lugares, ella enloquecía por las joyerías) Ya casi

es la hora. Me acerco a la esquina de la cita. Al

ratito llega Armando y nos vamos a caminar.

Cruzamos la Concordia. Hay un sol esplendoroso y

nos vamos por los Campos Elíseos. Yo soy, otra vez,

la guía. Vemos El Eliseo que es el palacio

nacional, el Gran Palais, convertido ahora en museo

y, nos acosa una duda, ¿encontraremos tianguis en

los Campos Elíseos? Se acaba la zona de parqueo y

empieza la comercial, Hay enormes boutiques,

zapaterías, (un par de zapato de lagarto para

hombre cuesta 2500 francos, ¡más de un cuarto de

millón de nuestros pobres pesos!). Todas las

grandes marcas están ahí representadas. Placitas

comerciales lujosísimas, perfumerías, en fin, de

todo, pero los tianguis brillaron por su ausencia.

40

Llegamos a la Plaza Charles de Gaulle, al Arco de

Triunfo. Hay pasos subterráneos para llegar a él,

pero optamos con verlo a distancia, pues hay allí

alguna ceremonia y hay patrullas, policías y

muchísima gente. Escogemos una avenida que vaya

hacia el Sena teniendo como guía a la Torre Eiffel

que se ve a distancia y seguimos nuestro lento

paseo. El sol ya casi se oculta y esta hora es casi

mágica. Avistamos el Sena a un lado del Trocadero,

cerca del Palacio Chaillot. Y ya, verdaderamente

cansados, vamos al Puente del Alma a tomar nuestro

metro. Estamos invitados a una cena, pero yo paso,

todo lo que quiero es darme un baño caliente y

acostarme.

VIERNES 1o. DE NOVIEMBRE.

¡Nuestro último día! Armando está libre así que

juntos caminamos por Rennes, Vaugirard y Saint

Michel hasta Notre Dame. (¡Armando no conoce la

catedral!) Después callejoneamos un poquito por

Saint Michel, visitamos la iglesia de Saint Severin

y la de Saint Julien le Pauvre, esta es ortodoxa

griega. Nos damos cuenta que estamos en el barrio

griego. Las callecitas son angostas, empedradas,

muy pintorescas. A esta hora se están abriendo las

innumerables tiendecitas y restaurantes típicos.

41

Los empleados lavan las fachadas y las banquetas.

Vamos rumbo a la Samaritaine, la tienda

departamental, a comprar el cartel de Carlos, mi

otro hijo. Ya no nos queda tiempo. Debemos regresar

al hotel a esperar a Isabel (la asistente) que nos

llevará al aeropuerto. Nos regresamos por una

calleja que se llama Calle de los Santos Padres,

ahí está la facultad de medicina y la escuela de

puentes y calzadas. Cansadísimos llegamos al hotel

a tiempo. Comemos y al aeropuerto. ¡Au revoir,

Paris!

SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE.

Por la noche. Air France nos lleva a Roma.

Llegamos, cansados, como a las 10 de la noche. El

Grand Hotel es elegantísimo (me siento chinche) Es,

de veras, para el jet set. Cuando los señores se

enteran que cobran 370 dólares la noche, se quieren

morir. Es un antiguo palacio con un hall amplísimo,

a todo lujo. Es muy curioso como este lujo parece

natural en un lugar como este; no es sólo su

belleza, su decoración con objetos de arte, los

candiles con miles de luces o las ricas alfombras,

es una pátina de antigüedad, es... no sé

explicarlo, sólo sé que tiene clase y, la que está

fuera de lugar, soy yo. Varios negros (pero negros)

42

con el pecho cubierto de condecoraciones, se pasean

por allí y sólo se ven mujeres jóvenes como sacadas

de Vogue; nos retiramos a nuestras caras

habitaciones. Trataremos de sacarle jugo al cuarto.

Por supuesto, es lujoso, con muebles antiguos,

laqueados, en color vino y un baño completamente

gringo. Nos levantamos temprano, pedimos el

desayuno al cuarto y llega (¡piccola colazione15!)

Listos. Los señores se irán a trabajar y, a mi, me

dejarán en San Pedro. Llegamos y algo raro pasa.

Los turistas se arremolinan frente a barreras que

cierran los accesos a la plaza. De todos modos me

bajo, pues creemos que pronto abrirán. Los señores

se retiran y espero un buen rato. Al fin, uno de

los carabinieri (guapo, alto y barbaján) explica

que hasta la 1 habrá paso pues un personaje está

visitando la Catedral. (¡Entiendo el italiano!)

Pregunto donde está el Museo del Vaticano, pues no

voy a quedarme parada 3 horas aquí. Camino a lo

largo del muro y por fin llego. Como no pude verlo

todo, lo que vi me causó un poco de desencanto,

salvo, desde luego, la Capilla Sixtina y las

estancias de Rafael. Está todo tan lleno de gente

que difícilmente pueden apreciarse a gusto las

cosas. En la Sixtina no podía ponerse un pie.

Vuelvo a salir y, al regresar, compro un rosario

15 Pequeño desayuno, en italiano.

43

para Tata y una crucecita para doña Victoria, la

vecina. Son tan abusivos los italianos que no dan

ganas de comprar nada. Llego a San Pedro y nada,

todo cerrado, pero están recogiendo ya la alfombra

roja. Puede que pronto abran. A la 1.30, hora en

que los señores quedaron de pasar por mi; abren las

barreras y en tropel comienzan a pasar los fieles

¡cuánta monja y cuánto sacerdote! No me atrevo a

moverme, pues si pasan y no me encuentran, los meto

en un serio problema: no hay donde estacionarse. En

efecto, en 5 minutos pasan. Me siento triste. ¡Tan

cerca de este santuario y no haber podido

conocerlo! Nos vamos a comer y don Antonio me

asegura que iremos aunque sea brevemente a la

catedral. No vamos lejos para regresar a tiempo.

Cuando uno se detiene frente a esa catedral, allá,

donde están los accesos y se ve la plaza, no

aparenta su tamaño real. Sólo cuando uno comienza a

acercarse a las inmensas columnas de entrada, cae

en cuenta de las colosales dimensiones de la

basílica. Es grandiosa. Don Antonio, que ya la

conoce, nos guía y explica muchas cosas. Entramos a

ver La Piedad de Miguel Ángel, ahora

sobreprotegida. Todo sobrecoge. La altura, la

suntuosidad, el tamaño de las estatuas de los

santos y los Papas, pero sobre todo, pesa el lugar;

no es poca cosa pensar y sentir que es el sitio más

44

santo para los católicos. El baldaquino de San

Pedro se destaca, negro en el centro de la cruz que

forman las naves. Toda la historia pesa demasiado,

pero no tenemos tiempo ni para un poco de

recogimiento. Recorridos de prisa el santo lugar y

salimos, ¡qué pena!, al aeropuerto. (Debo anotar

que los señores venían muy contentos por el triunfo

anotado: los italianos habían pagado el hotel que

reservaron) Salimos de Roma sin conocer nada más.

Llegamos a Madrid después de algunos incidentes

molestos en el aeropuerto como a las 10 de la

noche. Estamos en el hotel Castilla Meliá, 5

estrellas. Don Antonio dice que conoció mejores

momentos en la época de Franco, pues era el hotel

especial para huéspedes distinguidos. A nosotros

nos parece lujoso, cómodo, accesible, con un

excelente servicio.

DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE.

Nos levantamos temprano ilusionados de ir a la

Plaza del Callao a ver tiendas, pero Madrid está

muerto. Es fiesta religiosa y no abre el comercio

ni restaurantes ni museos ni cines. En el Callao

nos dicen que, si queremos comprar algo, vayamos al

Rastro. Nos dan las señas y llegamos y ¡oh,

sorpresa! Es un enorme, enorme tianguis, exacto a

45

los de México, aunque sólo compramos algunas

chucherías. Nos divertimos mucho. Comimos en

cualquier parte y por la tarde encontramos un

teatro que daba función, el Alcázar, con “La Hoja

Roja” de Miguel Delibes. (En México, Salvat publicó

la novela en una edición popular) Excelente obra y

excelente actuación, en verdad. Salimos

satisfechos.

LUNES 4 DE NOVIEMBRE.

Hoy nos fuimos a Toledo en un tour de medio día.

Una hermosa ciudad. Visitamos la catedral, la

iglesia de Santo Tomé, la sinagoga de Santa María

la Blanca y el templo de San Juan de los Reyes. Por

la tarde, de compras a La Vaguada, un centro

comercial que sí abre los domingos. Compro algunas

cosas porque está muy caro.

MARTES 5 DE NOVIEMBRE.

Hoy regresamos a México. Vamos al Callao y nos

encontramos con dos pisos de ofertas en las

Galerías Preciado. ¡Qué buena suerte! Echamos el

gato a retozar. Comimos en el hotel con don Antonio

y a las 5 estábamos ya volando de regreso a

46

nuestro, -daban ganas de cantar- México lindo y

querido.

-Te la regreso, ¿cuál quieres saber primero?, ¿la

noticia buena o la mala ?

-La buena.

-El gobierno de China nos invita a visitar ese

pueblo y estoy elegida.

-¡Qué, queeé... ¡

-Que el gobierno de China nos...

-Pero, si China está lejos, al otro lado del mundo,

a tus pies.

-Pero se llega.

-¡Qué buen viaje!, ¿y la mala?

47

-Necesito muchos yuan.16.

16 Moneda china.

48

CHINA

Del 22 al 24 de abril de 1987:

Shangai, Nanjin, Hangchow, Banpo, Xi´an y Beijing.

2 DE FEBRERO.

Este día me llegó la primera noticia: el gobierno

chino invitaba a un grupo de señoras a un viaje a

China y yo estaba, entre las demás, incluida.

Cayita me preguntó si aceptaría la invitación y,

sin pensarlo siquiera, le dije que si.

LUNES 13 DE ABRIL.

Ahora, después de varios cambios de fecha estamos

iniciando este viaje tan lejano a mis posibilidades

que nunca había soñado en hacer. Desde ayer 12, a

las 8.30 de la noche, salimos de México hacia San

Francisco. Pernoctamos ahí; a las 9 bajamos a

desayunar y nos recibieron con dos gratas noticias:

el hotel y desayuno estaban cubiertos y había para

cada una un discreto sobre con un aviso

confidencial que me hicieron pensar: los Swatch de

Ana y Martha están asegurados. Esperamos un buen

rato en el aeropuerto, pues el avión venía

demorado. A las 3.30 abordamos y a las 4.15

emprendimos el vuelo. Todos son especulaciones

49

acerca de la comida, los itinerarios, el clima, por

lo pronto, el avión es como el más grande de

Mexicana de Aviación. Vamos en clase turista. Ni

una copita para brindar. Me tocó el asiento 16ª

(tiene ventanilla). Es un día soleado y tibio.

Estamos rendidas por la desvelada y las emociones.

Volamos, volamos y volamos. Comimos, dormimos,

despertamos, comimos. Son 13 largas horas de vuelo

siempre sobre un mar de nubes. Por fin a las 5 de

la mañana de nuestra hora avistamos las primeras

luces en el mar. (Aquí son las 8 de la noche) Es

Shanghai, una ciudad poco iluminada. No parece,

desde el aire, tener 10 millones de habitantes, Nos

recibe una delegación con personas llegadas

especialmente de Beijing y otras de Shanghai. Son

muy amables. En un minibús nos llevan al hotel

Peace. Es un enorme edificio que conoció mejores

días, sin embargo los cuartos son enormes (cabría

en cada uno un departamento moderno), amueblados

con lo indispensable. Es un cuarto por cabeza. El

baño está modernizado y es cómodo. Todo huele a

aromas chinos: el jabón, el armario. Hoy estamos

demasiado cansadas para pensar.

MARTES 14 ABRIL.

50

Aquí estamos, a las 7.30, a punto de salir a

desayunar. Cometí el error de no poner el reloj a

tiempo y a alguna hora de la noche me desperté sin

referencia alguna de la hora y, con temor de quedar

mal, me bañé, peiné y medio vestí y esperé la

llamada que llegó seis horas después. Todo eso

había ocurrido a la 1 a. m. Por supuesto que no

estuve despierta ese lapso. Desayunamos

puntualmente un omelette, pan, mermelada y café. El

jugo cuesta aparte (4 yuan un vaso mediano, $

1,200,00, más o menos) Salimos a pasear por el río

Hoang Po (no podemos aclarar si es el Hoang Ho que

todas conocemos). Vamos en un barco turístico; nos

toca una salita de primera con calefacción, té,

bocadillos y naranjas. Las chinas anfitrionas son

muy amables, corteses y sonrientes. Después de hora

y media de navegar por el puerto de Shanghai que es

igual a todos los puertos grandes que he visto:

Londres, New Orleans, Ámsterdam, con barcos de

varias nacionalidades, llegamos a la bocana; ahí se

reúne nuestro río y el famoso Yang Tse (Río Largo)

y se internan largamente en el mar, pero sin

mezclar sus aguas, de tal manera que pueden

distinguirse por muchos kilómetros navegando

juntos. Es emocionante ver aunque sea las aguas del

historiado Yang Tse. Al regresar nos dan una

función de malabarismo y magia. En otras salas van

51

muchos niños de primaria. Esta es una de tantas

actividades culturales que el gobierno proporciona

a toda la gente, especialmente a los jóvenes.

Regresamos a pie al hotel. Tomamos un ligero

almuerzo chino (chino, chino, chino) y salimos a

visitar el jardín Yuyuan. Nos internamos por

callecitas típicas, tan llenas de gente que no

puede uno creerlo. En todas hay ropas colgadas en

los balcones, aceras, árboles. Todo lo invaden los

ciclistas. Es un mundo tan distinto al que

conocemos que, por mucho que hayamos leído, no

estamos preparado a enfrentarlo. El jardín fue la

residencia de concubinas imperiales. Tiene unas

pagodas y construcciones hermosas, aunque poco

pudimos ver por la prisa y la enorme cantidad de

gente que va. Después fuimos a un lugar llamado el

Palacio de los Niños. Es otro enorme y feo

edificio. En él hay diversiones y para los niños,

gratuitas; es un gran esfuerzo del gobierno para

dar a los niños entretenimientos y cultivar

aficiones y aptitudes. El modelo americano que

llevamos en la cabeza, no nos permite, de pronto,

apreciar esta obra en todo su valor. Sólo vemos un

amontonamiento de niños (lindos, sanos,

sonrientes), habitaciones deslucidas, juegos

anticuados y viejísimos, pero cuando la directora

habla para explicarles el trabajo, lo hace con

52

tanto amor, con tanto entusiasmo, que comenzamos a

pensar y, al ir pasando por los salones donde las

clases de arte se dan, quedamos convencidas de lo

efectivo del trabajo. Niños de 3 ó 4 años,

dibujando cosas increíbles; niños de 7 nos

ofrecieron un pequeño concierto de violín y otros

tocaron con un instrumento típico (algo como una

mandolina). Hubo coros, pequeños discursos; un

corto festival en el que los niños actuaron con una

gracia tan espontánea que nos sorprendió. Añoramos

entonces un centro así en México, unos maestros tan

enamorados de su trabajo, unos niños que no piensan

solo en comprar o ver televisión, sino que dedican

su tiempo libre a desarrollar aptitudes y lo hacen

con gusto, alegremente. Salimos de ese Palacio

emocionadas, pero tristes por ver lo equivocado del

rumbo de nuestra educación. Más tarde vamos al

Friendship Store. Nos dan sólo una hora para

comprar; son 4 pisos y como verdaderos demonios de

Tasmania desplegamos fuerzas. Con cierta desilusión

Conchita y yo comprobamos que (sospechábamos) casi

todo lo vendían en La Paz. Compro algunas

chácharas. De regreso al hotel tenemos banquete.

Una cantidad increíble de comida; no es, por

cierto, la del Jardín Yee o las del Mauna Loa. Si

nos toca en la mesa principal, tragamos todo sin

respirar; si uno no se sirve con sus propios

53

palillos, le ponen a uno en el plato bocados

apetitosos. Hay algunas cosas ricas: los

agridulces, las verduras, los pastelillos de harina

de arroz rellenos de ajonjolí con azúcar, de frijol

dulce, de carne con col y el pan de vapor con

diferentes rellenos. Las carnes tienen un aspecto

ominoso. Nos vamos a dormir cansadísimas de tantas

cosas nuevas.

MIÉRCOLES 15 DE ABRIL,

A las 6.45 estamos desayunando. Salimos para Nanjin

(el Nankin17 del Tratado denigrante con los

ingleses) en una avioneta turbohélice. Hacemos 1

hora de vuelo sobre campos sembrados, aprovechando

increíblemente bien el terreno y el agua de los

ríos. Del aeropuerto nos llevan a conocer el puente

sobre el Yang Tse, una obra grande de esfuerzo,

tecnología y cooperación de los chinos. Ellos están

muy orgullosos. Paseamos por el famoso río; nos

obsequian té, mandarinas, dulces chinos (ojalá haya

baño cerca). Vamos después al hotel. Para sorpresa

nuestra es 5 estrellas: el Jinlin. Todo en él es

extranjero, menos la comida. Es precioso, con un

servicio excelente. Nos toca el piso 32 con una

extraordinaria vista de esta hermosa ciudad. Por la

17 Por el Tratado de Nankín, Inglaterra se apropia de Hong Kong en 1842, entre otros cosas.

54

tarde hacemos un recorrido hasta el mausoleo de Sun

Yat Sen, venerado casi como un santo (a falta de

pan... ). Es muy bonito paseo, primero por la

ciudad y por los bosques después. Nankin es muy

populosa. 4 millones de habitantes. Sus calles son

rectas, amplias, arboladas, con una sola variedad

de árbol que llama árbol francés; tiene muchos

jardines que comienzan a florecer con todos los

colores. La gente, igual que en Shangai, viste casi

toda de azul, pero aquí se ve alegre, tranquila,

los chinos son sonrientes y la ciudad limpia aun en

sus arrabales. De la ventana del hotel pude ver el

amanecer brumoso, sereno. En un jardincito, mucha

gente de todas las edades, practicaba Tai Chi y

algún otro arte marcial con sables. Volviendo al

paseo, vimos la tumba del primer emperador Ming y

la calzada bordeada de animales de piedra fabulosos

y reales, estos de tamaño natural (elefantes,

camellos, leones, caballos). Nos llevan a otra

tienda de la amistad y por la noche, ¡horror!,

banquete. Es de gala como con 20 platillos

diferentes, a cual más raro de todos: pescado del

río al vapor, sopa de aleta, (horrible) huevo de

mil años (engendro de Cthulhu)18, algo así como

angulas (no tenían ojitos), etc.

18 Personaje fantástico de H. P. Lovecraft. N. del E..

55

JUEVES 16 DE ABRIL.

Por la mañana, 5 compañeras (no quiero denunciarlas

escribiendo sus nombres) y yo, bajamos

sigilosamente a tomar cafecito y pan (rompí mi

promesa, la carne es flaca). A las 8 nos llevan a

visitar un templo budista. No podemos entrar y

vamos luego a tomar un desayuno típico chino: ricos

pastelitos de varias clases y té. Vamos a tienditas

y luego al aeropuerto. Nos embarcamos en un

avioncito de 33 plazas (descrito por alguna como

injerto o ¿monstruo? de helicóptero e hidroavión)

rumbo a Hangchow, según Marco Polo, la ciudad más

bella de China. Como a las 10.30 llegamos. Hemos

sobrevolado una región muy bella, valles y

montañas, más de una hora de vuelo y ni un pedazo

de terreno desperdiciado, salvo las montañas, que

son bosques, todo lo demás está cultivado. Hay

multitud de ríos, todos aprovechados para las

siembras. Amarilla la flor de nabo y verde el

arroz. Hay vías férreas y buenas carreteras con

algún tránsito de carros y muchos ciclistas. Del

aeropuerto y después de la bienvenida de rigor, nos

vamos a pasear un poco por la ciudad y, luego, a

las 12, al hotel. Es una “guest house”19 del

Gobierno Popular. Está enclavada en la ribera del

19 Casa para invitados.

56

famoso Lago del Oeste, entre bellísimos jardines.

¡Somos las únicas huéspedes! Toda esta belleza para

disfrutarla sin aglomeraciones, es algo que no

podemos creer. La casa debe haber sido el palacio

de algún chino rico, pero está modernizada y

amueblada sencillamente. Los cuartos son amplios,

luminosos, con colchas de seda, baños modernos y

radio y TV. El mío tiene vista al oeste y a un

brazo del lago. Después del almuerzo, damos un

paseo por el lago. Es algo inolvidable, se ven

islotes, pagodas, árboles floridos y muchos

paseantes. Nos bajamos en una isla que se llama “La

Luna Reflejada en Tres Torrecillas”, visitamos el

estanque de peces (hay miles, gordos de tanto pan)

y el hermoso jardín de peonías. Después, vamos a la

pagoda “De las Seis Armonías” y subimos hasta el

pie por escaleras de piedra. Se domina el río...

¿cómo se llama?... que es un afluente del Yang Tse.

Volvemos, cenamos. Otra vez un banquete. Para

sorpresa nuestra, la comida tiene platos sabrosos

(excepto las sopas). Nos sirven algo muy bello de

aspecto, pero horrible de consistencia: se llama

“Oreja de Buda”.

VIERNES 17 DE ABRIL.

57

Hoy madrugamos Conchita y yo a caminar por el

jardín. Fue algo hermoso. ¡Sorpresa!: desayuno

occidental. Vamos luego a visitar una fábrica de

seda. Es extraordinario el proceso de hilado, de

diseño y tejido. En la tiendita nos alocamos.

Después vamos a una tienda de artesanías. Comemos.

Por la tarde visitamos plantíos de té y la

procesadora en una aldea cercana. Cena y teatro.

SÁBADO 18 DE ACRIL.

Desayuno a las 8. Salgo a caminar por los jardines

muy temprano, todo está nebuloso, intocado. Hay

cantos de pájaros y peces que saltan con un sonido

claro. Después vamos a una fábrica de medicina

tradicional. Las fábricas son limpias, tienen un

salón de visitas y bellos jardines. Se establece

una rutina en todas. Nos recibe el director,

pasamos al salón, nos da la bienvenida y una

explicación. Visitamos las instalaciones y después

la infaltable compra. Estos chinos están dispuestos

a captar todos los dólares posibles. Compro para

Armando una mezcla de jalea real con jinseng que se

llama “Los Dos Tesoros”. De ahí nos llevan por un

bonito camino arbolado que sale de la ciudad al

templo de Buda. ¡Qué impresión! Todo rojo y dorado

con Budas enormes y todos sus atributos. Miles de

58

gentes van a prender varas de incienso, orar y

hacer reverencias frente a las imágenes. A pesar de

la multitud se siente que es un lugar sagrado.

Enfrente hay una montaña en la que en pequeñas

cuevas hay Budas tallados en la roca viva. Vimos

sólo 3 ó 4 y hay más de 300, pero hay que subir

empinadas escaleras de piedras. Almorzamos rica

comida vegetariana y partimos al aeropuerto. En un

avión sumamente incómodo y lleno a reventar nos

vamos a Xi´an. El viaje dura 2 horas con 30

minutos. Cuando llegamos la ciudad está envuelta en

niebla. Dicen que aquí no hay primavera. Hace algo

de frío. Veremos mañana. Nos llevan al hotel Ren

Mu. Dicen que aquí llegó el Presidente (de México)

en un reciente viaje. Es enorme. Está en

remodelación y lo maneja el gobierno chino. Cena

privada. Nos retiramos temprano pues hay que

madrugar.

SOMINGO 19 DE ABRIL.

A las 6.30 aúlla el teléfono. A las 7.30, desayuno,

y a las 8.30, salida a visitar un hermosísimo

museo. Es el Museo Provincial de Saanxi. Es

arqueológico y en él está el renombrado “Bosque de

Lápidas”. Son estelas grabadas hace cientos de años

que registran todos los libros famosos de la

59

antigüedad: ciencia, arte, historia, economía,

filosofía, todas las ramas del saber están ahí. El

objeto era que las generaciones futuras tuvieran un

modelo verídico y fiel de los libros que, de otro

modo, irían deformándose al ser copiados una y otra

vez. Hay muchos objetos interesantes y los jardines

son bellos. Los vestigios de la edad de piedra y de

bronce son atractivos, de esa antigüedad. Vamos

luego a una pagoda que se llama “La Pagoda del

Ganso Salvaje”. La construyó hace más de mil años

el monje que introdujo el budismo a China y es un

templo en el que velan los monjes, están sentados,

meditando, parecen estar en otro mundo a pesar del

río de gente que pasa junto a ellos. La pagoda está

en buen estado de conservación, tiene una escalera

interior para subir a su cúspide. Almuerzo en un

restaurante donde nos sirven 17 clases de ravioles.

En la tarde, visita a una guardería china. Los

niños son encantadores. Es la más grande de la

ciudad y tiene 500 niños. La sostiene una fábrica,

pero está abierta a todas las madres. Vimos algunos

trabajos y una orquesta infantil. Regresamos al

hotel y hay banquete. Ya oímos con horror esa

palabra. Comimos ravioles de huevo de mil años,

medusa en rebanadas, sopa de hongos “cabeza de

mono”, pescado salado, menudos de pollo salado,

sopa de pescado, unos tallarines gelatinosos y no

60

sé cuantas abominaciones más. Estuve en la mesa

principal y hube de tragar de todo. Lo único que me

salvó fue un vino de jerez que abundó.

LUNES 20 DE ABRIL.

A las 7.30 estamos desayunando. Si no fuera por el

café con pan y los huevos tibios, desfalleceríamos

en la jornada. Partimos a ver un interesante museo

en la aldea Banpo. Contiene los restos de hombres y

habitaciones de la edad de piedra. Los primeros son

de hace 6,000 años. Vamos luego a la tumba Shin Shi

Hiang20, el mayor mausoleo del mundo. Está como a

una hora de Xi´an. En el camino podemos observar

verdaderas aldeas chinas con casitas de barro y

tejados curvos, poco difieren de las del museo de

Banpo. Los cultivos están hermosos. La vida

campesina ha cambiado poco. No está casi mecanizada

la agricultura. El transporte de cosas se hace con

tracción animal y de hombres. Todo es muy

pintoresco. Se ve pobreza pero no miseria. Llegamos

al museo. Es una enorme extensión de terreno

cubierto por un techo para proteger las esculturas

y ahí las vemos: mil hombres en formación, caballos 20 Emperador que de da el nombre a China y comienza a construir la Gran Muralla (siglo III a. C) N. del E.

61

y carros de guerra en terracota (que se destruyeron

muchos). Faltan de desenterrar 5 mil. Nos cuentan

que, originalmente, todos los guerreros portaban

armas y estandartes y sus trajes estaban coloreados

en 12 colores. Es un espectáculo impresionante como

lo es la cantidad de gente que los visita.

Almorzamos en un restaurante del camino y

regresamos a la ciudad. Podemos descansar esta

tarde y aprovecho para leer y dormir. La cena es a

las 6.30 (incomible). Vamos a un espectáculo a las

7.30. Es en otra sección del hotel. Nos encontramos

con la sorpresa de un gran teatro, pasado de moda y

algo estropeado, pero en buen uso todavía. La

función está compuesta por danza y cantos

tradicionales de a dinastía Tang. Aunque

sospechamos que algún émulo de Amalia Hernández

montó el espectáculo, es digno de verse. A todo

lujo. Con instrumentos rarísimos de sonidos muy

hermosos. Sobre todo, me gustó una especie de

zampoña21, más grande, y de sonido más dulce y

variado. Con él imitaron cantos de pájaros. Inútil

preguntar los nombres de estos instrumentos. Fue

una velada grata. Me impresionó una danza parecida

a la de las cintas, pero son las largas mangas las

que ondulan. Mañana partimos a Beijing.

21 Instrumento rústico, a modo de flauta, o compuesto por muchas flautas... N. del E.

62

MARTES 21 DE ABRIL.

A las 9.30 iniciamos el vuelo a Beijing, la capital

del norte. Alguien me cedió su ventanilla y pude

ver desfilar el paisaje ante mis ojos: los valles

cultivados, las montañas distintas en su aspecto a

cuanto yo haya visto, pues tienen las cumbres

aplanadas y sembradas y las faldas cubiertas por

las famosas terrazas. No puedo apreciar que tan

altas están. Cruzamos muchos ríos y lagos. También

otras altas montañas nevadas. No puedo ver Beijing

del aire, pues el aeropuerto está muy lejos. Es una

ciudad majestuosa. Sus calles son amplísimas y

arboladas y a pesar del frío florece la primavera

en árboles y arbustos rojos, blancos y amarillos.

Toda la ciudad verdece. Hay pocos edificios altos,

pero se ven muchos en construcción. Nos vamos a

alojar en un albergue del Estado llamado Diaoyutai

State Guest House. Son antiguos palacios rodeados

de lagos y árboles. Las casa son como 20, cada una

con unos 20 cuartos, un majestuoso recibidor y un

comedor acogedor. Las alfombras son chinas, las

habitaciones amplias, luminosas, los baños

modernos. Estamos a todo lujo. Almorzamos muy

sabroso, descansamos un ratito y nos vamos a ver el

Palacio Imperial. Es increíble, bellísimo, todo

rojo y dorado. Multitud de palios, pabellones,

63

templos, pagodas. Sólo viéndolo se puede abarcar en

toda su magnitud, no hay descripción que lo

contenga. Tomamos muchas fotos, ojalá salgan.

Regresamos. Rápida transportación, pues vamos a una

cena al gran Palacio del Pueblo. Es un enorme y

antiguo palacio de estilo indefinible por fuera,

pero bellamente amueblado al estilo chino. Nos

recibe el embajador Anguiano, su esposa y un

agregado militar. Nos presentan con el señor..

¿cómo se llama?... una persona amable y simpática

que rompe el hielo, inicia una conversación “sin

protocolo”, como afirma. Pasamos luego a tomar una

cena exquisita. Nos toman una foto del recuerdo.

Ojalá den una copia. No nos cansamos de admirar los

salones, las alfombras, los tapices, los biombos,

antigüedades, las salas son enormes, hay bonsái muy

bonitos. Regresamos cansadas. Platicamos un rato y

¡a dormir!

MIÉRCOLES 22 DE ABRIL.

Hoy desayunamos temprano y salimos rumbo a la Gran

Muralla. Hay 50 kilómetros hasta el desfiladero

Badalian que es el sitio más cercano a Beijing. En

esta zona la muralla está perfectamente

reconstruida. Es grandiosa. Yo subo hasta la

segunda atalaya. La tercera está demasiado

64

pronunciada y es una rampa. El paisaje que se

domina desde lo alto son cientos de picos entre la

tenue bruma. Es un día esplendoroso. Nos habían

pronosticado frío, pero tuvimos que quitarnos

suéteres y abrigos. ¡Por fin estrené mis tenis y me

fueron tan útiles que estuvo justificado el gasto!

Ya los chinos están descubriendo el modo de

explotar al turismo. Me cuentan que, hace pocos

años, no había fotógrafos, vendedores de todo,

tienditas, puestos, etc. Ahora abundan. Venden unos

manteles tejidos primorosos. Yo resisto

tentaciones. Regresamos retrasados. El límite de

velocidad debe ser de unos 60 kilómetros por hora,

pues hacemos como hora y media de regreso. Vamos al

Palacio de Verano. Este me desilusionó. Cada

pabellón es precioso, pero hay tanta gente que es

imposible ver nada, hasta el barco de mármol estaba

plagado de chinos. Dimos un paseo por el lago.

Resulta agradable. Comimos allí, y después,

shopping. Por la noche vemos (y dormimos) películas

sobre China y sobre acrobacia.

JUEVES 23 DE ABRIL.

Desde mi ventana vi salir el sol de este nuestro

penúltima día en Dadu, Pekín, Peiping y Beijing22.

22 Mismo nombre.

65

La jornada fue larga y llena de actividades.

Volvimos a visitar el Palacio del Pueblo. Íbamos a

entrevistarnos con el Vicepresidente de la

República, pero antes visitamos algunos salones.

Nos explicaron que el Palacio fue hecho en 1959

para conmemorar los diez años de la Liberación

(1949). Lo construyeron en 10 meses y es colosal.

Ocupa toda una enorme manzana a un costado de la

Plaza de Tan an Men. Deben haberlo construido

arquitectos extranjeros. Cada provincia cuenta con

un salón adornado con las artesanías típicas.

Visitamos el de la provincia de Sechuan y el de

Yunan, caracterizados con biombos bordados a mano,

filigranas de plata y porcelana, plata repujada,

maderas talladas en palo de rosa y ébano y otros

primores. También conocimos el gran auditorio para

10,000 personas que es, a la vez, sala de sesiones

de la Asamblea Popular. Es quizá, art-decó, con dos

galerías y un escenario inmenso que tiene en el

centro del cielorraso una estrella roja y, en el

fondo, el escudo de la República; este escudo está

formado por una imagen de la tribuna Ti´an an Men y

5 estrellas, una grande, central, rodeada de cuatro

pequeñas, todo dorado sobre fondo rojo. Las

estrellas significan, la grande, el Partido

Comunista; y las pequeñas, los campesinos, los

obreros, los intelectuales y el ejército. Después

66

fuimos recibidos por el Vicepresidente de la

República. Todo transcurrió cordialmente, sin

faltar la foto del recuerdo, cuyo destino

desconocemos. Enseguida visitamos el principal

Hospital de Ginecología y Obstetricia. Conocimos

varios pabellones y salas. No tienen salas de cuna.

Todos los bebés están con sus mamás; están

envueltos en las más increíbles mantillas rojas,

azules, verdes de vivo tono y decoradas con

crisantemos y dragones. Sólo les falta el bonete

rojo y los zapatitos atigrados. El hospital es

antiguo, las salas chicas, todo tiene aspecto de

pobreza. Dos o tres incubadoras para prematuros es

todo lo que tienen. Creo que en este aspecto

estamos mejor. El siguiente paso en nuestro

programa es ir a comer el pato laqueado, famoso

platillo de la comida imperial. Es un pato de 3

meses, cebado especialmente, marinado en miel y

cocido lentamente en un horno especial con maderas

de árboles frutales. Su aspecto es rojo dorado y

brillante como si estuviera laqueado y la carne es

tierna y jugosa. Es verdaderamente delicioso.

Cuando se sirve este pato, todo el resto del menú

está compuesto de pato: las sopas aguadas, los

entremeses y como 8 platillos más, unos dulces,

otros picantes, otros salados. Hubo también brotos

de bambú, espárragos, acelgas, (una clase especial)

67

frita, algo así como sauerkraut23, todo muy bueno y

de alta cocina. Satisfechas nos fuimos a la

Friendship Store a acabar con nuestros yuanes. A

las 4 nos regresamos a la casa, pues teníamos la

reunión con la representante de la Federación de

Mujeres Obreras. Es una increíble mujer de 84 años,

fuerte, llena de vida, que con su acento sureño,

nos hace preguntas sobre México y responde siempre

sonriente a las nuestras. También nos habla de las

mujeres la señora Chang, una frágil anciana que nos

ha acompañado en todo el viaje y que es nada menos

que la dirigente nacional de los sindicatos

obreros. Ella nos cuenta de las protecciones

legales dadas a la mujer en China. Son

extraordinarias estas mujeres, austeras en su

arreglo, no saben nada de vestidos, cosméticos o

joyas, pero saben de luchas de liberación, de

igualdad con el hombre, de trabajo sin medida; son,

realmente, las constructoras de este gran país.

Vamos después a una cena en la embajada mexicana.

Todo es muy bueno. Cocina mexicana hecha por

cocineros chinos. Decimos, ¡campai!,24 con Bacardí y

regresamos al albergue a arreglar maletas. Estoy un

poco inquieta, la vuelta a casa me emociona.

VIERNES 24 DE ABRIL. 23 Col agria. Fermentación ácida. N. del E. 24 ¡Salud! en japonés. Se utiliza también en China. N. del E.

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¡Vuelta al hogar! Se nos hará más largo el viaje de

regreso. Vamos cansadas, contentas, enriquecidas

con la experiencia. Este no fue un viaje común.

Tuvimos ventajas y privilegios que no hubieron en

otros viajes. En el aeropuerto decimos adiós a los

gentiles amigos que han tenido tanta paciencia: la

señora Chang, el señor Sung, el chinito Cheng,

sonrientes, (¡señoras, vámonos!), el señor Wu, Ema

y Susana, las traductoras, dos amables jovencitas,

esta última con un español de incongruente acento

castizo. Y nos acomodamos en nuestros asientos del

jet de la CAAC 25 para el regreso. Retornamos.

25 Civil Aviation Administration of China, CAAC,. N. del E.