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    SO CIOL OG A DE LA ILUSTRA CIN

    FRANCESA

    I . Los SUPUESTOS

    Toda sociedad es una unidad, en que cada parte est solida-

    riamente referida a las otras, constituyendo as elemento y resul-

    tante, factor y producto al par. Cuando las partes son hechos emi-

    nentes parecen desprenderse de la totalidad, y poder examinarse

    por s mismas. No discuto la legitimidad de tal empeo. Lo que

    postulo es que una comprensin exacta de la inteligencia, y mu-

    cho ms de la inteligencia poltico y social, requiere un conoci-

    miento de la realidad que es su base y complemento. En nuestro

    caso,

    la Ilustracin francesa forma parte del despligue de la so-

    ciedad moderna en su conjunto y, de modo especfico, del des-

    envolvimietno de la sociedad francesa. Una sociologa de la inte-

    ligencia no queda adjetiva a la inteligencia misma.

    Dando por supuesto un conocimiento sumario de la sociedad y

    vida inglesas, vecinas e influyentes en la que vamos a considerar,

    destaquemos slo, como prembulo a justificar, que en Francia.

    al comienzo de la poca moderna, la situacin es en unos respectos

    anloga y en otros distinta de Inglaterra (i). Anloga, porque tam-

    poco hay una brusca cesura con la Edad Media ni con la organiza-

    cin econmico-social que ella comporta, y existe un poder real

    que,

    aunque continuacin de la monarqua medieval, posee otras

    prerrogativas, ocupa otro lugar, tiene un espritu distinto, ins-

    pira otros sentimientos. Distinta, porque la total evolucin so-

    cial se produce con otro ritmo y estilo. Tocqueville ya lo advirti

    con singular precisin. Mientras Inglaterra supo introducir modi-

    (i) El artculo que sigue constituye, en sustancia, el captulo V de la

    obra en prensa Historia de la estructura y del pensamiento social. Se ha

    acortado el texto y suprimido el aparato de notas, dejando slo las refe-

    rencias indispensables para hacerlo inteligible.

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    E N R I Q U E G.VEZ ARBOLEYA

    ficaciones, poco a poco y con arte, en el viejo cuerpo med ieval,

    dando vigor a las formas antiguas y haciendo que en ello coope-

    raran las fuerzas sociales nuevas; en Francia, las antiguas formas

    fueron disolvindose y cayendo en decrepitud, y sobre ellas se

    alz un poder poltico que aspir a regir todo el conjunto desde

    un centro. De este modo, (Ja Inglaterra del siglo XVII es ya una

    nacin completamente moderna que nicamente ha conservado en

    su seno, y como embalsamado, algunos restos de la Edad Media,

    mientras que en Francia hay una tensin singular y no resuelta

    entre tradicin muerta y modernidad, entre realidad y exigencia

    o, si se quiere, y tal como lo expres la poca, entre poder cons-

    titudo y orden natural de la sociedad. La dialctica entre socie-

    dad moderna y Estado se marc en toda su potencia, y haba de

    provocar, en su despliegue, consecuencias inditas.

    Pero no adelantemos acontecimientos. Contemplemos detalla-

    mente el suceso. Consideremos la vida econmica y social del

    pas que nos ocupa.

    i. Indiquemos, en primer lugar, qu e en el siglo xvn y bien

    avanzado el XVIII, la economa y la vida francesas tenan su base

    en el campo. Y que en el campo, como ha dicho Marc Bloch,

    la vieja armadura continuaba sin sufrir una transformacin to-

    tal. Tan slo pueden constatarse dos modificaciones importantes.

    De un lado, jurdicamente, la decadencia de las justicias seoria-

    les y la transformacin de la servidumbre agraria. De otro, eco-

    nmicamente, la crisis de las fortunas seoriales. En la primera

    influye, bien directa o indirectamente, la constitucin del Estado

    centralizado. La complicacin del sistema jurdico, y una regla

    precisa vigente desde el XVI, impidieron al seor desempear

    personalmente las funciones judiciales. Era necesario un tcnico,

    que se pagaba en dinero. Los tribunales del Estado extienden,

    adems, su competencia. Ahora bien, la misma transformacin

    de la estructura social que se expresa por la accin cada vez

    mayor del Estado y de sus tribunales, se vuelve a econtrar en la

    raz de las vicisitudes que sufre la servidumbre (M. Bloch). El

    movimiento general, determinado por mltiples causas, fue la li-

    beracin de los siervos. La influencia del derecho romano ha sido

    constatada mltiples veces (2).

    (2) M.

    B LOC H: Les caracteres o riginaux de VhisUiire rurale }rancase,

    I,

    2 .

    a

    edicin, pgs. 107 y sigs.

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    SOCIOLOGA

    DE LA ILUSTRA CIN FRANCESA

    La otra transformacin es la crisis de las fortunas seoriales

    y la transmisin de muchas tierras nobles a los burgueses y cam-

    pesinos. La aristocracia sufre la depreciacin del dinero y el au-

    mento de los precios y tiene que recurrir a los burgueses provis-

    tos de numerario, recibir prstamos en dinero, e hipotecar sus

    tierras. Llega un momento en que tiene que vender sus bienes

    y an seoros a sus prestamistas (3). La extensin de tierras

    en poder de los nobles vara mucho de provincia a provincia. La

    proporcin es mayor en el Oeste que en el Este, y ms dbil en

    las cercanas de las ciudades que en los lugares apartados. Ade-

    ms, muchas tierras, en una proporcin difcil de establece r, han

    pasado a manos de los cultivadores mismos. M. Bloch ha exami-

    nado cuidadosamente este fenmeno. A veces, la extensin del

    terreno es mnima, ms como el nmero de los poseedores es con-

    siderable, el fenmeno tiene una decisiva importancia en el r-

    gimen agrario y en la estructura social de Francia. El hecho lla-

    mar la atencin de uno de los primeros viajeros ((modernos:

    Arthur Young. No tena ni idea, nos dice repetidamente, de un

    tal estado de cosas (4).

    Et, en effet, un pareil tat de choses ne

    se trouvait a lors nelle part ailleurs q u'en France, 011 dans son

    voistnage le plus proche,

    Tocqueville apostilla (5).

    En todo caso, ninguno de estos hechos borra la realidad emi-

    nente, sealada muchas veces, que el rgimen seorial, tal como

    se haba fijado en la Edad Media, se perpeta hasta la Revolu-

    cin (6). Las obligaciones del campesino, respecto al seor, varan

    muchos segn los sititos. Las cargas feudales

    aveu, censes, cor'

    ves, redevan ces en na ture, rachat, banaU ts du mou lin, du fonr

    et du pressoir, etc., etc. co ntin an. La situacin sigue siendo

    opresiva. A agravarla vinieron los impuestos del Estado. Los cam-

    pesinos son casi los nicos que pagan la talla en sus dos for-

    mas : talla real y personal. Incluso los impu estos nue vos ('(capita-

    cin y diezmo) revierten tambin sobre ellos. A lo anterior

    hay que unir la tasa de artculos: la gabela, sobre todo la gabela

    sobre la sal; lo que se les debe a los clrigos, etc. De este modo.

    (3) V id. en J. Loc KE :

    Travels in France,

    el. J . Lough. 1953, pg. 3,

    los efectos en los alrededores de Lyn.

    (4) A.

    YOUNG:

    Travels in France,

    ed. C. Maxwell, 1929, pg. 295.

    (5) A.

    TOCQUEVILLE:

    L ' A u n e n

    Rgime et la Revoluton,

    Oeuvre s ,

    ed. J . P. Mayer, II , 1, 1952, pg. 101.

    (6) H . SE:

    H istoire conom ique de la France,

    I, 1948, pg. 182.

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    E NRI QUE GMEZ ARBOLEYA

    el rgimen seorial ha continuado, y la aparicin del Estado mo-

    derno slo lo ha dulcificado en unos respectos; en otros, lo ha

    agravado.

    La persistencia de la Edad Media respecto al campo se mani-

    fiesta tambin en el modo de explotar las tierras. En tal aspecto

    se ha avanzado muy poco. De un lado, por la situacin econ-

    mica. El campesino, ag obiad o por las cargas seoriales y fiscales,

    no tiene reservas para mejorar el cultivo. Ya Vauban se apercibi

    de ello. II est done manifest que la premiare cause ce la diminu'

    tion des biens de la campagne est le dfaut de culture, et que le

    dfaut provient de la maniere d'imposer les tales et de les le'

    ver

    (7). Y A. Young capitalizar el acre de tierra francesa en

    una media de 40 chelines, encontrando una diferencia de 3 libras

    y 10 chelines respecto al capital empleado en un acre de tierra

    inglesa (8). Por otro lado, la tcnica agrcola no ha avanzado.

    Los procedimientos de cultivo son, en casi todos los sitios, muy

    primitivos, y los progresos muy lentos, si se exceptan las re-

    giones ms ricas y frtiles (9). En la mayor parte de las regio-

    nes, el cultivo in tensivo era desconocido. El sistema de rotacin

    no se haba introducido, y el suelo se tena que dejar en bar-

    becho un ao cada tres, o un ao s y otro no, segn los sitios.

    Se calcula que, por esta causa, dos quintos por lo menos de las

    tierras laborables quedaban anualmente improductivos. El suelo no

    era trabajado con bastante profundidad. El arado era primitivo.

    El ganado era escaso: faltaban abonos animales. Se quera com-

    pensar lo anterior con un exceso de semilla, y, con ello, no slo

    se perda grano, las espigas nacan demasiado espesas y el fruto

    no tena suficiente sol. En todo caso, los rendimientos eran m-

    nimos. Algunos cultivos parecan ms prsperos, por ejemplo, el

    de la via. C est

    la vigne qui ja.it la richesse du royanm e,

    dice el

    diputado de Nantes en su informe (10). El cultivo de la via

    es mejor que el del trigo, subraya Young (n). Pero tambin

    aqu se tropieza con inconvenientes. La falta de buenas comu-

    (7) M . DE

    VAUBAN

    :

    Pro;et d'une Dixme royale,

    ed. E. Coornaert , 193?.

    pginas 28 y sigs.

    (8)

    Y O U N G :

    Travels, ci t . , pg . 287.

    (9) SE:

    Histoire,

    ci t . , I, pg. 195.

    (10) A . AT. DE Bo iSU SL E:

    Corre spondence des C ontrleurs gnraux

    des jinances ave c les Indentants des provinces,

    II, pg . 488 .

    (n) YOUNG:

    Travels,

    ci t . , pg . 294.

    4

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    SOCIOLOGA

    DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    nicaciones hace que no se obtenga el provecho debido. En ge-

    neral, no slo falta el cultivo intensivo, sino la especializacin. El

    cultivador hace de todo.

    Lo anterior es ms grave dado el aumento de poblacin que

    tiende a superar las subsistencias. Las crisis econmicas se pro--

    ducen peridicamente y afectan a todos, pero mucho ms a las-

    capas nfimas, sobre todo a los campesinos. La muerte hiere el

    campo ms que a la ciudad. Son, de un lado, los perodos de

    hamb re que constatan los historiadores: 1629-1630, 1648-1649,

    1660-1661, 1693'1694, P

    a r a

    limitarnos al siglo XVII. Pero son tam-

    bin las pequeas crisis: no hay ao sin hambre en alguna pro-

    vincia. Indudablemente, la situacin puede matizarse, porque en

    el mismo lugar existen diversos grados sociales y econmicos.

    Pero el resultado general es sombro. Todo ello da lugar a revuel-

    tas campesinas, casi continu as. El Estado n o perman ece indifere nte

    a estos problemas: muchas veces, el monarca interviene directa-

    mente a favor del campesino; otras, favorece la obra de los se-

    ores ; p ero , en todo caso, su accin es insufic iente. Y el resul-

    tado general es que el campesino que, formalmente, haba ga-

    nado con la constitucin del poder central, materialmente tiene

    una situacin srdida (12). H ay un divorcio en tre el fausto y re-

    finamiento de la corte francesa y la realidad natural, entre forma

    y

    contenido, o entre poder y elementos econmicos sociales a su

    base. La mente nueva no dejar de apreciarlo. Los fisicratas lo

    elevarn a teora.

    Pero de ello trataremos despus. Continuemos nuestra expo-

    sicin. H em os dicho que el prestigio y la solidez de la propiedad

    agraria haban hecho que muchos burgueses enriquecidos adqui-

    riesen fundos. No sabemos exactamente la proporcin del fen'

    meno, aunque en algunas regiones tengamos datos aproximados.

    En todo caso, es indudable que el centro de la vida del burgus

    francs, como el de toda la burguesa europea, es la ciudad, y

    sus fuentes de riqueza originarias (ya veremos qu queremos decir

    con este trmino) son industria y comercio. Pero tambin aqu

    la situacin es peculiar. Por lo pronto, en la poca moderna con-

    tinan muchos elementos de la Edad Media. Sigue la pequea

    explotacin medieval. Aprendices, compaeros y maestros forman

    una unidad. Los maestros de un mismo oficio se organizan en

    (12) M. AUG-LARIB: La rvolution agricole, 1955, pg. 43.

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    ENRIQUE GMEZ ARBOLEYA

    gremios o gildas

    (corporation, jurande).

    Eligen un cierto nmero

    de jurados, para velar por el cumplimiento de las regulaciones

    sobre el trabajo: calidad de los productos, rgimen de aprendi-

    ces y compaeros, etc. En muchos sitios hay oficios libres; sus di'

    ferencias con los gremios no son grandes, y a veces adoptan pos-

    teriormente esta forma institucional. Dos causas favorecen el fe-

    nmeno de la persistencia e, incluso, de la extensin de la orga-

    nizacin co rpo rativ a: (a), el poco desarrollo de la tcnica. La

    persistencia de los pequeos talleres se explica al advertir que

    en la mayor parte de los oficios la tcnica no ha tenido trans-

    formacin profunda desde la Edad Media. El hecho es notorio,

    incluso en una industria m odern a como a de a imprenta (13).

    El pequeo taller podra adoptar la forma libre, pero se inclinaba

    por la organizacin tradicional. Sobre todo porque (b) el poder

    central favoreca la organizacin corporativa. Desde el edicto de

    1581 hay una legislacin continua, y as al comienzo del si-

    glo xvii aument notablemente el nmero de las corporaciones,

    y la realeza acab de fijar los principios de su autoridad sobre la

    organizacin del trabajo, autoridad que tiende a suplantar cada

    vez ms los poderes municipales y seoriales, y a hacerse sentir

    en toda la extensin del reino (14). El poder lleva consigo el

    control, y el control tiene una gran importancia para la percep-

    cin de los impu estos. H ast a aqu parece que continuam os, con

    leves modificaciones, la lnea medieval. Sin embargo, algo est

    aconteciendo y de la mayor importancia. En primer lugar, en la

    corporacin m isma. H emo s hablado del control del Estado, que

    sirve para mantener y acrecer la organizacin tradicional. Pero

    ste es slo uno de los aspectos del fenmeno. El otro es que

    ello lleva consigo un comienzo de organizacin racional de la ac-

    tividad industrial, desde un centro, y una cierta unificacin de

    ella, en vista a un incipiente mercado nacional. Por otro lado, y

    continuando en el gremio mismo, existe una curiosa evolucin,

    que no detallaremos, y que podemos llamar cristalizacin de la

    condicin de maestro, hasta devenir casi hereditaria, y un inte-

    (13)

    H . S E :

    L'volution comm erciale et industrielle de la France sou s

    I'Anden Rgime, 1925, p g. 5 1 . Cf r. P . BoiSSONNADE: Colbert. Le Triomph e

    de l'Etattsme. La Fcm dation de la suprm atie industrielle de a France . La

    Dictature du Travail (1661-1683), 1932, pgs. 25 y sigs.

    (14) SE: Com m. et Industr., ci t . , pg . 38. El n me ro de corporacione s

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    SOCIOLO GA DE LA ILUST RACI N FRANCESA

    resante cambio de espritu en sus titulares. Dejemos de lado la

    acentuacin de ciertos defectos tradicionales: querellas por moti-

    vos ftiles, y rivalidades de oficio y personas. Lo importante es

    algo ms profundo, sealado por H en n Se, siguiendo a Boisson-

    n a d e : La organizacin es en cierto sentido dem ocrtica, pue sto

    que tiende a establecer la igualdad entre los maestros, la igualdad

    en la mediocridad. Pero esta concepcin ya no est de acuerdo coa

    las necesidades de la poca, con una produccin y un movimiento

    econmico ms intensos. A pesar de todos los estatutos y de to-

    das las reglamentaciones, se manifiesta un progreso del individua-

    lismo ; el inters personal em puja sin cesar a los maestros a p er-

    seguir su provecho particular a costa del inters colectivo; se mul-

    tiplican la acumulacin de profesiones, los acaparamientos, las ven-

    tas clandestinas, y los maestros se ingenian para quitarse mutua-

    mente sus obreros o su clientela (15). La competencia moderna

    destroza desde dentro la organizacin corporativa, privndola de

    su propia justificacin. Pero no es ello an lo ms grave. Conexa

    con lo anterior va ctra consecuencia. La fijacin de su condicin

    y el afn de lucro, hacen que los maestros comiencen a constituirse

    como un grupo en cierto modo capitalista, frente al cual se dibuja

    un grupo de obreros, los

    com:agnons,

    ccn caracteres ya de prole-

    tariado. La mayor parte de los

    coinpagnons

    conservan toda su vida

    su condicin de tales, en virtud de la misma organizacin de los

    oficios, y forman una mano de obra que puede ser utilizada ven-

    tajosamente por los maestros. Rota la capilaridad en virtud de la

    cual los compaeros podan ascender, la situacin real es la quiebra

    de la comunidad corporativa. Durante el siglo XVII empiezan a

    surgir innumerables organizaciones obreras, an poco eficaces. Se

    producen conflictos espordicos y fcilmente dominables. El fen-

    meno contina y se ampla en el decurso. Son dos clases frente a

    frente y en lucha (16).

    Si esto sucede en el interior del gremio, los eventos se acumu-

    lan tambin en el exterior de la corporacin misma. Es, sobre

    todo, la aparicin de industrias libres, privilegiadas o no. Desde ef

    Renacimiento, el desarrollo tcnico, por le nto e insignificante q u e

    fuera, exigi una organizacin nueva. Se concedieron privilegios

    para instalar o perfeccionar industrias o explorar invenciones: asi

    (15) SE:

    Comm. et Industr.,

    c;t., p g. 79.

    (16) BOISSONNANDE: Colbert, pg. 271.

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    E N R IQ U E GMEZ ARBOLEYA

    a Etienne Turquet, a Abel Foulon, a tres caldereros de Pars.

    Enrique II formula un principio general: C est chose de tout

    temps permise aux trangiers apportans en nostre royanme mo-

    yen ou pratique de quelque art ou metier encor peu cogneu en

    icelluy.

    Enrique IV instala en el Louvre artesanos elegidos y ar-

    tistas;

    en 1607, se les otorgan cartas patentes que les autorizan a

    trabajar para el pblico sin control de la corporacin. En forma

    anloga, los

    ouvriers suivant la cour

    escapan tambin a la antigua

    organizacin. La accin del Estado es decisiva a este respecto. Ya

    Sombart llam la atencin sotre ello en sus estudios sobre el ca-

    pitalismo. El Estado se constituy en empresario capitalista, crea-

    dor y promotor de industrias. Es bien conocida la accin de Col-

    bert. El rgimen de manufacturas es protegido ampliamente. La

    mayor parte de ellas dependen, ms o menos directamente, del

    Estado. Tres clases se distinguen : las manufacturas reales, en que

    el Estado es empresario (Gobelms, Beauvais, arsenales de Brest,

    Toulon y Rochefort, etc.); las llamadas tambin manufacturas rea-

    les, pero que el Rey nicamente funda o fomenta, dndoles deter-

    minados privilegios; y las manufacturas privilegiadas, que no

    tienen el ttulo de reales. Las dos ltimas categoras son las ms

    importantes. Para favorecerlas, Colbert se esfuerza, en mayor es-

    cala que en los siglos anteriores., en atraer a Francia fabricantes y

    artesanos extranje ros; en estimular el celo de sus conc iudad anos;

    concede prstamos sin inters; da taller y maquinaria; releva de

    ciertas obligaciones fiscales y militares a los obreros; otorga r-

    gimen de monopolio, etc. La mayor parte de estas industrias son

    de artculos de lujo. Sin embargo, no son las nicas. Las industrias

    de bonetera, paos, metalurgia, progresan tambin. En la ma-

    yor parte de los casos, agrupan mltiples talleres pequeos bajo una

    direccin nica: slo excepcionalmente dan lugar a una concen-

    tracin industrial, anloga a las modernas fbricas (17).

    Y lo ms importante no es este incipiente capitalismo del Es-

    tado, considerado en s mismo, sino en cuanto acta como pa-

    trn o modelo de la actividad particular. Comerciantes poderosos

    constituyen un nuevo tipo de empresarios, que fomentan o con-

    trolan la produccin de pequeas industrias, procurando evitar las

    restricciones de los gremios. La conexin con el Estado puede ser

    estrecha o laxa. Los talleres pueden estar en la ciudad o en el

    (17) BOISSONNADE: Colbert, pgs. 133 y sigs.

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    SOCIOLOGA DE L ILUSTRACIN FRANCESA

    plat pays

    ; losobreros.ewiterement

    occupsa leur metier

    o

    ne s y

    adonnant que dans le temps que labourage et culture des tenes

    ne fournissent pasassezde travail,

    la especializacin mayor o me-

    nor. En todo caso, el fenmeno es importante. Los mismos con-

    temporneos

    lo

    percibieron.

    En un

    pasaje

    de su

    obra, Savary

    nos

    dice que t y a plusiers ngociants associsqui font le commerce

    des matieres qui y sont nc^ssmres, qu'ils vendent aux ouvners

    et qui achHent d'eux des marchandises qu'ils on manufactures

    pour

    les

    vendr ensmte

    a

    ceux

    des

    autres villes

    qui les

    vont ache*

    tersur leslieux en donnent lacom mission

    (18).

    Industria

    y

    comercio

    van

    unidos,

    y el

    capitalismo comienza

    como capitalismo comercial ms que industrial. Dobb ha sealado

    que

    una

    condicin fundamental

    del

    capitalismo,

    o

    pre-capitalismo,

    de esta poca es el desarrollo del comercio {i9). Ahora bien, co-

    mercio interiory exterior progresan, segnyaadvertimos,a distinto

    ritmo.

    Son muchos los obstculos e inconvenientes para el pro-

    greso del comercio interior. En primer lugar, el estadode las co-

    municaciones. Por ejemplo, los caminos. Enrique IV haba he-

    cho ya intentos para mejorarlos. Sully dedica a ello grandes su-

    mas. Colbert reconstruye la administracin des Pont et Chaus-

    ses; las vas principales mejoran gracias a ello, pero su estado

    es todava poco satisfactorio

    y,

    sobre todo,

    el de los

    chemins

    de

    traverse

    es muy

    malo. Esto explica

    la

    importancia concedida

    a

    las vas fluviales; la navegacin del Sena, del Loira y del R-

    dano es considerable, y la construccin de canales contina: en

    1640 se termina el de Briare; en 1681; el del Languedoc.Tam-

    bin mejora el servicio de correos. Su reforma la inicia Enrique

    I V ; esregularizado y desarrollado porRichelieu, y a su cabeza se

    coloca un director y un intendente general; en 1776, todo el

    servicio de correos y mensajeras se arrienda a un

    fermier general,

    redactndose aos

    ms

    tarde,

    en 1678, un

    reglamento general para

    su regulacin. Pero en todo caso, el transporte es todava primi-

    tivo.Los transportes pblicosno partan hasta que haban reunido

    un nmero suficiente de viajeros. Se tardaba dos das de Pars a

    Orleans, cuatro

    a

    Lille, cinco

    a

    Calais, diez

    u

    once

    a

    Lyon

    {20).

    (18)

    ]. SAVARY:

    Le

    Parfait ngociant, 2 vol., 1675, II, pg. 10.

    (19)

    DOBB, M. H. :

    Studies in The Development of Capitalism,

    1946.

    (20) Sobre servicios de transportes terrestres y fluviales,

    Bissonnade

    :

    Colbert, pgs. 86 y sigs.

    3

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    ENRIQUE

    GMEZ ARBOLEYA

    Esto de un Jado. De otro, y en segundo lugar, el rgimen mone-

    tario pesaba tambin duramente sobre las transacciones comercia'

    les. Sobre todo, las manipulaciones con el valor de la moneda,

    que realizaba el poder pblico en momentos de apuro, y que

    eran ms perjudiciales para el comercio que beneficiosas para el

    tesoro. As, el luis de oro sube en 1709 a trece libras, en 1713 a

    catorce (21). Pero lo peor son los derechos que tiene que pagar

    la mercanca a los seores y a la administracin local en los di-

    versos lugares de Fra nci a: los peajes, derechos de ferias y m er-

    cados,

    las aduanas interiores o

    traites.

    Colbert intenta corregir

    muchos de estos abusos, sobre todo el ltimo, pero sin xito.

    Cuando la nueva inteligencia contemple el panorama comercial

    de Francia, destacar estos obstculos: as en la serie de memo-

    ras de diputados sobre el estado del comercio, que se remiten al

    Consejo General de finanzas entre diciembre de 1700 y abril de

    1 7 0 1 ,

    se repite con tinuam ente la queja que toma en un mom ento,

    por la pluma del diputado de Nantes, una forma particular acu-

    sada : Los peajes particula res d e los ros sen una de las prin-

    cipales causas que pierden el comercio (22). Vauban insistir:

    Otra causa de la disminucin de la riqueza agraria es

    le hanteur

    et la multiplicit des droits des aides et des douanes provinciales.

    Con ello se convierte a los franceses en extraos entre s:

    rend

    les francais trangrs du frangais meme;

    se lesiona la unidad de

    la monarqua, y se ocasiona un grave perjuicio econmico, pues

    le proptetaire et le paysan aiment mieux laisser pnr leurs denres

    chez eux que de leur transporter avec tant de risques et si peu de

    p r o f i t 2 3 ) . Y B o i s g u i l b e r t e j e m p l i f i c a :

    ...La

    r o v e n c e

    a des den'

    res que l'on ne prend pas presque la peine de ramdsser de terre

    sur le lieu, lesquelles sont vendue a un tres grand prix a Parts, en

    Normandie et autres contres loignes. Cependant, on n'en fait

    venir que pour I'extreme ncessit ...a cause des frais qui accor'

    pagnent une si longue voiture ... La Normandie a semblablement

    des denres, comme des todes, tres rares et tres chres en

    Pro-

    (21) Cfr. VoLTAIRE: Siglo Luis XIV, tr . esp . N . O. Reyn al, 1954, p-

    gina 346.

    (22) BoiSLISLE:

    Correspondence,

    cit., II, 1883, p g. 486 .

    (23)

    VAUBAN

    :

    Dixme Royale, ed. Coornaert,

    pg s. 29-30.

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    vence, qu e la certitude d'un paretl sort empche d e se mettre en

    chemin

    {24).

    Por eso, aunque algunas ramas de este comercio interior (por

    ejemplo, al por mayor) crezcan continuamente, es el exterior el

    que tiene mayor importancia y donde se registran fenmenos

    ms interesantes. Colbert instaura un rgimen proteccionista: a

    ello responde la tarifa aduanera de 1664, aumentada en 1667, y

    la de 1669, qu e amalgama las dos anteriores. Pero ya en 1703

    puede constatarse una tendencia liberal, que lleva a una poltica

    de tratados comerciales. Con ello se desarrolla el comercio francs

    con los pases europeos, sobre todo Inglaterra (aunque Savary se

    queja de las dificultades que los franceses encuentran en este pas),

    H olan da (con ciertas intermitencias) y Espaa (uno de los me -

    jores clientes de Francia), etc. Importancia especial tiene el co-

    mercio con frica, unido a la iniciacin de una poltica colonial

    francesa en este continente, y con los pases de Ultramar. Se

    fundan, para ello, Compaas, casi todas con escaso xito. En

    todo caso, el comercio de las Islas de Amrica, que har la for-

    tuna de La Rochela, Run y, sobre todo, de Burdeos y Nantes,

    est destinado a jugar un papel de primer orden en la actividad

    econmica de Francia. De este modo, se calcula que, en 1716,

    las importaciones totales se haban elevado a 92 millones de libras

    y las exportaciones a 122; clculos que, probablemente, se pueden

    reputar aproximados. Todo ello da origen a una nueva clase de

    comerciantes poderosos que domina la organizacin de las corpo-

    raciones y que est muy prxima a la aristocracia (25).

    Sin embargo, estos nuevos comerciantes e industriales tienen

    en Francia un destino distinto al qu e alcanzan en H oland a e

    Inglaterra. En Inglaterra y H olanda, el comerciante o indu strial

    que ha adquirido una fortuna contina en la direccin de sus

    negocios, y los lega a sus hijos para que prosigan la labor donde

    l la dej. La clase burguesa adquiere as propio y peculiar re-

    lieve en la vida econmica y social. En Francia, el burgus enri-

    quecido desea abandonar cuanto antes comercio e industria, y

    subir en la escala social. El hecho est repetido una y otra vez

    (24) BoiSGUILEBERT:

    L e Dta de la France, la cause de la diminution

    de ses btens, et de la facilit du remed e, en

    E . DAIRE : Economse-/t( ion-

    cieres du

    XVIIIe

    siecle,

    I , 184}, pg s. 233 y sigs.

    (25) SE:

    Comm. et Industr.,

    pg s. 111 y sigs.

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    E N R IQ U E

    GMEZ ARBOLEYA

    en las

    Memoires des diputes

    a que ya hemos hecho mencin,

    unido a la constatacin del dao causado por la revocacin del

    Edicto de Nantes. As, Mesnager, diputado de Ran, cree que el

    comercio necesita que los que lo practican tengan algunas prerro-

    gativas de honor que los distingan y que, como en Inglaterra e

    Italia, la nobleza lo ejerza sin perder rango; slo as verrions les

    enfants de nos bons marchands continuer a ngocier comme leurs

    peres, y no abandonar el negocio por los cargos pblicos en cuanto

    tienen capital para ello, slo as tambin repararamos la prdida

    de los que han huido au sujet de le religin (26). Igual Anisson,

    dipu tado por Lyon. H ay que otorgar hono res a los comerciantes

    para que estn satisfechos y sus hijos puedan continuar el co-

    mercio. La continuidad es la fuerza de los comerciantes holandeses,

    ingleses, venecianos y genoveces. Y Des Casoux du H allay, dipu-

    tado de Nantes, insistir. La continuidad es lo que hace que los

    extranjeros ont tant d'avantages sur nous dans le commerce, par'

    ce que le ngoce et les habitudes ne se perptuent pos dans nos

    familles.

    La queja responda a una realidad. La monarqua slo

    consider el provecho inmediato y favoreci a estos burgueses en

    su empeo de ascender, mediante la venta de rentas cargos y

    oficios, que ofrecan medios de invertir el capital, adquiriendo

    rango, y que al par canalizaba la riqueza hacia el tesoro real, im-

    pidiendo su expansin y desarrollo en el comercio e industria.

    La burguesa se pone al servicio del Rey (27).

    Esta burguesa de funcionarios es muy compleja. Pueden dis-

    tinguirse distintas jerarquas. En primer lugar, los miembros del

    Parlamento. Los puestos del Parlamento se pudieron adquirir por

    compra y herencia. La herencia tendi bien pronto a sustituir

    la venalidad. El Parlamento se convirti en una casta cerrada.

    Junto a la noblesse d'pe surge la noblesse de robe. El segundo

    grado est constituido por los miembros de los diferentes Conse-

    jos reales, y los representantes del Gobierno central en las pro-

    vincias : los inten den tes. Son tambin de origen burgus, nicos

    que tienen educacin legal y, por tanto, capacidad para manejar

    la complicada mquina administrativa. La tercera clase la forman

    los colectores de impuestos o financieros. En ellos cabe distin-

    guir grupos diferentes, que aqu no especificaremos. Despus est

    (26)

    BOISLISLE;

    Corresponder,

    II, 1883, pg s. 478 y sig.

    (27) BoiSLISLE: Corresponder, II, 1883, pg. 48 1.

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    todo el conjunto de oficios menores {28). De este modo, gran

    parte de la burguesa tiene un destino peculiar, implicado en el

    despliegue poltico de la monarqua francesa.

    Y la situacin sigue siendo anloga respecto a esta gran parte

    de la burguesa, que vemos crecer y afirmarse cada vez ms en

    estos decisivos aos y que, en cierta medida, est mezclada o

    interfiere con la an te rio r: la burguesa de las profesiones liberales.

    En cuanto tal, es mltiple y diversa. En esta enorme masa de la

    burguesa, no se encuentra una y sola jerarqua de profesiones,

    sino muchas jerarquas paralelas (29). Primero, los abogados. Son

    muy numerosos, sobre todo en Pars y en las grandes ciudades,

    pero no faltan tampoco en las pequeas. Se encuentran siempre en-

    tre los primeros de la villa; tienen tradicin (a veces el despacho

    pasa de generacin en generacin), fortuna, nombre. Luego los

    notarios reales, los procuradores. Paralela a esta jerarqua corre

    ot ra : la jerarqua m dica, boticarios, etc. Pero ni an as he -

    mos agotado la cuestin. Las profesiones liberales son mltiples:

    proliferan continuamente. Las fomenta el progreso de la vida in-

    telectual y art stica: sobre todo, justo es decirlo, el fausto de la

    Co rte. Den tro de ellas cabra dis ting uir: el grupo de los hom bres

    de letras y entre ellos el dramaturgo quiz sea el que obtiene

    ms provecho econmico de su profesin; el de impresores, li-

    breros, etc., cada vez ms importante, porque la librera francesa

    est en trance de convertirse en universal; el de actores y gentes

    de teatro, los del Te atro du M arais o los del H otel de Bourgogne

    tienen gran relieve social y econmico, incluso los de una tropa

    ambulante, la de Poquelin-Moliere, ganan muy bien su vida; el

    de los arquitectos, artistas, grandes decoradores, etc. (30).

    La corte es su centro. En realidad, el Estado es el eje impul-

    sor de la vida. A l se subordina todo, La nobleza ve limitados

    sus derechos y prerrogativas. De un lado, pierde sus atribuciones

    en el gobierno central y en la administracin local; de otro, las

    (28) Sobre el carcter jurdico de oficio mueble o inmuebles?,

    P. BARDET:

    Reruei

    d'arrets du Parlement de Paris,

    I, 1690, pgs. 355 y

    y siguientes.

    (29) P H .

    SAGNAC: La Form ation de la Socit F ranfaise m oderne,

    I, 1945,

    pgina. 29.

    (30) ]. LOUGH :

    An lntroduction to XV th Century France,

    1954, pgi-

    nas 173 y sigs. Cfr. T. E.

    LAW RENSON:

    T h e French Stage in the XVlth

    Century,

    1957.

    4

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    ENRIQUE GMEZ ARBOLEYA

    nuevas fuentes de riqueza le son ajenas. Desde el comienzo de

    la poca moderna, disminuye el poder poltico y econmico de

    la aristocracia. Indudablemente, la nobleza no constituye un grupo

    hom ogneo . H abra que disting uir, por lo pronto, los nobles pre-

    sentados en la corte, la nobleza provincial, la nobleza media. Los

    primeros constituyen un sector privilegiado. Bajo Luis XIV estas

    presentaciones se acrecen: muchos gentilhombres de provincias

    solicitan y obtienen tal honor. La presentacin tiene ciertas con-

    secuencias : da ventajas, sobre todo, en el ejrcito; permite ob-

    tener cargos y posiciones lucrativas, concedidas por el Rey, etc.

    Gracias a ello, la nobleza de corte se puede permitir una vida fas-

    tuosa en la capital o en sus castillos. Pero tales ventajas no de-

    jan de pagarse. En primer lugar, mediante ellas se consuma una

    dependencia cada vez mayor respecto al Rey, como centro o eje

    de la vida. El Rey, domestica la nobleza, haciendo que el mayor

    honor que pueda recibir sea pertenecer a su intimidad y servicio.

    A ello ayuda el complicado ceremonial. Desde el cargo de gran

    maestre, pasando por el de gran chambeln, hasta los puestos

    menores, hay una rigurosa jerarqua. El rito de los actos de corte

    es muy estricto. Los mismos conteporneos se dieron cuenta de la

    subordinacin que ello entraaba. Y tal subordinacin no slo era

    una subordinacin ritual, sino real. La vida fastuosa que impone

    la corte, y que el Rey fomenta, exige cuantiosos gastos. Las deu-

    das slo pueden enjugarse con el favor del monarca. La nobleza

    pierde independencia. Pero an acontece otro fenmeno. La vida

    mundana tiene para la alta aristocracia consecuencias funestas. Tcc-

    queville lo apunt sagazmente: Cuando se ha perdido el poder

    efectivo, es peligroso el juego de querer retener las apariencias.

    La nobleza no slo hipoteca su autonoma, sino su prestigio ante

    la opinin pblica. Mucho antes de la Revolucin, el Marqus de

    Argeson, declaraba que haba que destruir por completo la ri-

    queza de los grandes seores. Contra la nobleza se dirigir un-

    nimemente todo el tercer estado. Los campesinos, quejndose del

    rgimen seorial y de los abusos que se cometan con ellos. La

    burguesa, cor las exenciones de impuestos y los privilegios en

    materia judicial de que el noble gozaba. La aristocracia no se de-

    fiende ms que espordicamente. Su misma diversidad le impide

    tener conciencia de un inters comn. An los nobles, que dis-

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    S O C I O L O G A D C LA ILU STRA CI N FRA N CESA

    ponen de una cierta autoridad pblica, no saben cmo usarla {31).

    Finalmente, la Iglesia. Tampoco socialmente constituye un

    grupo totalmente homogneo. Dentro de la Iglesia hay diferen-

    cias. A la nobleza pertenece solamente el alto clero, pues la ma-

    yor parte de los sacerdotes, los pequeos beneficios eclesisticos y

    las parroquias y capillas modestas, se dejan para una especie de

    burguesa clerical y de pueblo campesino; en forma que el con-

    junto del sacerdocio comprende por lo menos tres grandes clases,

    unidas ciertamente por la profesin y el ministerio sagrado, pero

    muy diferentes en nacimiento, fortuna, modos de vivir y cultura

    intelectual {32). Institucionalmente, sin embargo, la Iglesia se pre-

    senta como una unidad, / como tal acta. A diferencia de la no-

    bleza que se disuelve en individuos aislados y que no se rene

    ms que en los Estados de algunas provincias, el clero francs

    forma algo m s que un orden o estamento ; un cuerpo po-

    deroso que se constituye cada cinco aos en una Assemble ge-

    nrale, que tiene adems rganos permanentes, y que ejerce

    una presin y direccin continua sobre los rganos del poder po-

    ltico.

    A diferencia tambin de la nobleza, el clero francs no

    ha perdido nada de su riqueza, antes bien, en muchos casos la

    ha acrecido. Los clculos son difciles, y frecuentemente se ha

    exagerado. Vauban supona que le clerg de France de tous ordres

    et de tous sexes peut avoir soixante quince millions de rev-

    nes (33). Las memoires sur les finances, declaraban en 1700:

    Tout le revenu de la France se monte a

    1.100

    millions de livres

    tournois. Le clerg et les cloitres possedent presque le quart de

    cet immense revenu, c'est'h-dire,

    268

    millions de livres tournois.

    Le ro joint d'un peu plus de la neuvieme partie (34). A. Young

    indicaba que se ha exagerado mucho sobre las riquezas de la

    Iglesia, un escritor reciente dice que posee la mitad del reino (35).

    La crtica moderna ha procurado restablecer la verdad. En todo

    (31) Sobre la incapacidad de los nob les y su desco nocim iento n o solo

    aux affaires p ubliq ues , mais leur pro pre s affaires; LA BRUYERE: Les

    Caracteres, IX, 24. Sobre las mesalliances como final obligado, BoiLEAU:

    Satire, V, ed. C. Boudhors, 1934.

    (32) PH . SAGNAC:

    Socit Francaise,

    I , pg. 31.

    (33)

    VAUBAN

    :

    Dixme Royale,

    ed. Coornaert , pg. 257.

    (34)

    Memoire sur les finances de

    1700. en

    SAINT-SIMON: Oeuvres,

    edi-

    cin Boislisle, VII, pg. 516.

    (35)

    Y O U N G : Travels,

    pg. 337.

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    E N R IQ U E

    GMEZ ARBOLEYA

    caso, sea como fuere, indica uno de los ms grandes historiadores

    de este perodo, posee una riqueza inmensa, muy superior a to-

    dos los otros ingresos del Estado (Ph. Sagnac).

    Pero hay que ponderar exactamente esta influencia y este

    poder econmico. De hecho, la primera se ve mediatizada por la

    intervencin del rey en los nombramientos de los altos cargos.

    En el mometo que vacan obispados o abadas, qu de intrigas e

    influencias se pone nen movimiento. La Corte se agita, y el Arz-

    obispo de Pars y el P. Annat, jesuta confesor del rey, son

    solicitados por todos, porque de ellos y del Rey depende, de

    hecho, el nombramiento. Esta dependencia se manifiesta en los

    nombramientos. Muchas veces en la eleccin del rey entra en cues-

    tin la familia ms que las cualidades del elegido. De aqu que

    parte de la Iglesia es cortesana. Esto por lo que respecta al aspecto

    social. Por lo que respecta al econmico, tampoco la Iglesia puede

    impedir que los reyes de Francia consideren, cada vez ms insis-

    tentemente, los bienes eclesisticos como suyos propios; y a la

    Iglesia slo como administradora (tal es la opinin, sobre todo,

    de Luis XIV). Administradora celosa en verdad, que goza de

    una exencin de impuestos que defiende a toda costa; que no

    se excede en el don gratuito que concede cada cinco aos al

    monarca; que conserva su boato y fasto; pero administradora

    mediatizada por el poder creciente del monarca. Sumado todo: los

    eclesisticos componen, desde luego, el primer orden del Es-

    tado. El Rey les rinde acatamiento. Pero acatamiento ms for-

    mal y exterior que autntico. Luis XIV se considera amo tam-

    bin del clero. Le basta para ello nombrar los altos cargos de las

    familias devotas a l, sobre todo de las familias de estos robins,

    parlamentarios y consejeros de Estado, instruidos celosamente en

    el servicio del monarca. Slo estn libres de esta influencia los

    prelados ntegros, frecuentemente alejados de la corte, los p-

    rrocos y eclesisticos de ncleos urbanos menores y, sobre todo,

    el clero rural, con una fermentacin espiritual y social, a veces

    muy activa {36).

    En todo caso, la imagen que nos ofrece la vida francesa es cla-

    ra. La monarqua constituye el pice o centro de la vida poltica

    y social. Centro proderoso y autnomo. Segn es notorio, al da

    siguiente de morir Mazarino, el rey anuncia, ante la sorpresa e

    (36) SAGNAC: Socit Franfaise, I, 33.

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    incluso irona de la corte, que l mismo gobernara Francia, A su

    hijo,

    mucho ms tarde, dir la razn de ello : Nada hay m s in-

    dign o que ver, a un lado, todas las funcio nes; y a otro, el slo

    titulo de rey. No quiso Luis XIV que esto sucediera: ttulo y

    funciones deban estar enlazados. Nosotros, ms alejados del su-

    ceso, podemos darle toda su importancia en el desarrollo de la

    monarqua europea. Mousnier ha hecho el intento de describir

    sus fases fundamentales, renunciando a fundar su clasificacin so-

    bre caracteres exteriores, y examinando los rganos mismos de la

    monarqua: Consejos, tribunales, agentes locales, hombres o gru-

    pos de hombres guiados en su accin por principios, costumbres,

    reglas, que daban al conjunto una estabilidad institucional; con-

    siderando la relacin de estos grupos con el soberano, entre ellos

    mismos, y con los otros grupos y cuerpos de que se compone la

    sociedad. Pues bien, con tal criterio pueden distinguirse tres eta-

    pas. En todas ellas conviene subrayar el carcter personal del ejer-

    cicio del poder. El Rey tiene toda la autoridad y debe ejercerla

    l mismo. Una de las graves quejas de la Fronda contra Ma-

    zarino era que haba usurpado poderes que no pertenecan sino

    al Monarca. El mismo Rey ha manifestado con frecuencia una

    cierta desconfianza respecto al primer ministro que poda conver-

    tirse en un peligro, en una poca de clientelas y de clanes. De

    este modo, prncipe y pueblo estaban de acuerdo. Pero la masa

    creciente de asuntos obligaron al monarca a delegar parte de su

    autoridad. La primera etapa es la del gobierno por consejos, cor-

    tes y cuerpos de carcter judicial, tal como se encuentran en Fran-

    cia bajo Carlos VIII, Luis XII, Francisco I; en Espaa, bajo los

    Reyes Catlicos y Carlos V ; en Inglaterra, bajo E nrique V II y En-

    rique VIII. La segunda etapa, impuesta por la exigencia de de-

    cisiones ms rpidas en la cabeza y las crecientes necesidades fi-

    nancieras, sera la del gobierno de gabinete con secretarios de Es-

    tado y colegios administrativos. En Francia se organiza lenta y

    progresivamente desde Enrique II a Luis XIV. En Inglaterra se

    bosqueja bajo Isabel, Jacobo I y Carlos I; en Espaa, en los l-

    timos aos de Carlos I y bajo Felipe II, sin realizarse por com-

    pleto. Se caracteriza por la separacin creciente de soberano y

    consejos, y la distincin de consejo poltico y consejos judiciales y

    administrativos; porque el soberano trabaja con un pequeo comi-

    t o consejo, y, cada vez ms, con los secretarios de Estado; por

    la especializacin, cada vez mayor, de los otros consejos, provis-

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    E N R IQ U E

    GMEZ ARBOLEYA

    tos de poderes de decisin propia; por el empleo, en las provincias,

    de colegios financieros al lado de los judicia les; por la m ultiplica-

    cin de comisarios, intendentes, presidentes de cmaras provin-

    ciales.

    En todos los pases, y unido a lo anterior, la venalidad de

    cargos se desarrolla. En ciertos casos, es un instrumento de lucha

    del Rey contra los poderes tradicionales. La tercera etapa es la del

    gobierno personal del Rey, provisto de un poder monocrtico,

    segn la expresin de Dorn, con ministros dependientes por com-

    pleto de su arbitrio; los asuntos no pasan por los consejos, ms

    que por pura forma; los consejos se reducen a la rutina adminis-

    trativ a ; las decisiones reales se ejecutan en la provincia por un a

    serie de funcionarios y consejos sobre los cuales no tienen control

    los jueces y cuerpos colegiados tradicionales. La transformacin

    fue necesaria no slo por la lentitud del trabajo en los cuerpos co-

    legiales, sino, y sobre todo, por el inconveniente que puede re-

    sultar, para el poder del Rey, de Consejos muy poderosos, pro-

    vistos de competencias que le pertenezcan en propio, y cuyos miem-

    bros tengan una situacin estable y garanta, un estado (37).

    El principio operante es distinto. El anlisis de la realidad nos des-

    cubrir su nervatura bsica.

    Lo primero que caracteriza la Francia de Luis XV es el reno-

    vado intento de unidad normativa. La unidad del poder se mani-

    fiesta en una unidad de mando. El mando es regla y ley. La

    mcnocracia debe ser monccracia del derecho. Naturalmente, los

    tiempos no estaban maduros para la unificacin del derecho civil.

    Francia posea ms de cuatrocientos pequeos cdigos civiles. Pero

    se prepararon ordenanzas que unificaran el procedimiento en for-

    ma vlida para toda la monarqua. Los resultados fueron las or-

    denan zas civil, 1667, y criminal, i66 9. La unidad de procedi-

    miento civil y criminal representaba el esqueleto formal del po-

    der real en sus conexiones con los ciudadanos. Junto a ello, el sec-

    tor econmico del comercio. Aqu encontramos una gran figura:

    facques Savary. El inspira la Ordonnance du Commerce de 1673.

    La Ordonnance no slo tiene significacin por s misma, sino por-

    que en cierto sentido va a dar origen a un comentario autorizado,

    que representa uno de los libros decisivos del tiempo. Me refiero

    (37) F. HARTUNG y R. MOUSNIER: Quelques Problemes concernant la

    monarchie absolue, en

    X Cong resso Int. Scienze Storische, V, Slona

    moderna,

    1955, pgs. 1 y sigs.

    48

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    19/50

    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    a Le parfait Ngociant de 1675. Una descripcin geogrfica de

    Francia y sus reas de comercio; un estudio de las instituciones

    ms corrientes; la estimacin de la significacin social y modos

    de obrar del comerciante, fundamentan y enriquecen la considera-

    cin formal jurdica. Ley y comentario, derecho y realidad del co-

    mercio, entran en la dialctica propia del Estado absoluto. El co-

    merciante es un servidor del rey; su actividad, acrecer la gloria y

    poder de la monarqua. Por aso hay que colocar a Savary, su Cdigo

    y comentario, dentro del esquema del poder racionalizado. Junto

    a la regulacin mercantil, pueden citarse, tambin con una sig-

    nificacin poltico-social: la

    Ordonnance de la marine,

    1680,

    des

    caux et forts, i669; en fin, en 1685, despus de la muerte de

    Colbert, el Code noir, que regulaba la condicin de los escla-

    vos negros (38).

    La razn de la ley, como cualquier forma de razn, propor-

    ciona seguridad, certidumbre y eficiencia. Las ordenanzas, regla-

    mentos, normas y disposiciones singulares, van as creando el m-

    bito escalonado que fluye de una decisin suprema y nica. Este

    mbito sera un conjunto muerto sin una administracin tcnica-

    mente adecuada y eficiente. Para que se realizaran las decisiones

    del rey

    y

    de sus tres o cuatro ministros era necesaria una mquina

    administrativa. El segundo carcter del rgimen de Luis es su r-

    gida centralizacin burocrtica. Las decisiones del gobierno cen-

    tral se realizan en la provincia por el Intendant. Los Intendants

    haban jugado un importante papel en la Francia de Richelieu y

    Mazarino, pero van a ser Luis XIV y Colbert los que de un

    modo sistemtico establecen su autoridad en las provincias. Uin-

    tendant, c'est le Roi prsent dans les provinces. Lo cual no quiere

    decir cambio brusco. Lo antiguo queda, pero despotenciado. Lo

    importante es que el mecanismo funciona desde un centro (39).

    Junto a los intendentes, aparecen las funciones peculiares de po-

    lica. En su sentido ms estricto, esta actividad no corresponde a

    (38) Ph. SAGNAC y A. DE SAINT-LGER :

    Louis XIV,

    1661-1715. Peup/e.s

    et Civisalions,

    di r . L. H alph en y Ph . Sagnac, X, 1949, pgs . 195 y sigs.

    (39) J. E. KlNG: Science and Rationalism in the Government of

    Louis XIV (1661-1685),

    e n

    T t a

    John Hop kins University Studtes in His-

    torical Science,

    LX VI, 2, 1949: Mediante su propio esfuerzo, y con la

    cooperacin de Colbert y otros ministros, Luis intent crear un Estado

    racional y mecnico que operase de acuerdo con los principios estableci-

    dos,

    pg. 238.

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    E N R IQ U E

    GMEZ ARBOLEYA

    aqullos, aunque tambin la organiza el monarca. El Estado no

    slo tiene que estar bien administrado. El orden debe reinar en

    l.

    Funcin de la polica es conservar este orden. El mecanismo

    perfecto se manifiesta, incluso en sus ltimas ruedas (40).

    Unidad de orden y unidad de ejecucin deben acompaarse

    de unidad de poder militar, industrial y econmico. La centris

    zacin les debe alcanzar tambin. Como se sabe, las guerras son,

    cada vez ms, guerras de crdito. La organizacin del ejrcito

    se va racionalizando. A pesar del fracaso de lo que se llam re-

    clutamiento por legiones de Francisco I, la idea y realidad de un

    ejrcito nacional va lentamente afirmndose. Tambin aqu lo an-

    tiguo se une con lo nuevo. Es fundamental igualmente una clase de

    comisarios o inten den tes:

    intendants d'arme, comm issaires de gue-

    rre, com missaires provincianx, controleurs, etc. Ellos vigilan todo: el

    reclutamiento por levas, fijando el cupo por parroquia; los itinera-

    r ios; los alojamientos; pasan revista; descubren los figurantes,

    que los capitanes deshonestos quieren cobrar como soldados; orga-

    nizan hospitales, forman parte de los Consejos de Guerra, etc. Los

    grados superiores del Ejrcito se obtienen por mritos de guerra. Los

    que han nacido para mandar a los otros, segn la expresin de

    Saint-Simn, tienen que adaptarse a la nueva situacin, de gra-

    do o fuerza. Desde 1662, el rey crea un regimiento modelo. En

    la artillera, Louvois reduce y ordena los calibres. La organizacin

    de los avituallamientos es la gran obra de Louvois. Los efectivos

    llegaron a cifras hasta entonce s descono cidas; 72.000 homb res, en

    1662; 120.000, en 1672. Vauban, un genio moderno, el mismo que

    vemos atacar los privilegios de los nobles y dolerse de la suerte

    del men peuple, llega a ser comisario general. La unidad de la

    monarqua y el genio burgus preparan la reforma de 1726, y

    sta, el ejrcito nacional (41).

    En todos los sectores, igual signo. Se ha hablado mucho de

    la rivalidad personal entre el clan Le Tellier y el clan Colbert,

    que el rey, buen conocedor de las cosas humanas, fomentaba. En

    realidad, unos y otros eran partes de una misma lnea de con-

    ducta. Unidad de poder, de ejecucin, de ataque y de defensa, tam-

    bin unidad de produccin. Colbert realiza una especie de en-

    (40) So br e polica, G. MONGREDIEN: La vie quotienne sous Louis XIV,

    1948, pgs. 36 y sigs.

    (41) P. GAXOTTE: La Frunce de Louis XIV, 1946, pg s. 126 y sigs.

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    cuesta industrial para saber las necesidades de Francia, acta con

    arreglo a ella. Todo debe estar regulado, medido, en orden. Ya

    hemos visto el aspecto econmico industrial del suceso : se as-

    pira a continuar la tendencia de Laffemas, regulando y contro-

    lando todas las corporaciones; lo anterior se enlaza con el rgimen

    de manufacturas, etc. Tambin aqu son importantes reglamen-

    tacin, vigilancia, control. Las ordenanzas de 1597 intentaron ge-

    neralizar un modelo de corporacin; la de 1673 sigue la tenden-

    cia. El rea geogrfica de las corporaciones se extiende. Las ma-

    nufacturas estn sometidas a reglamentos generales y especiales.

    Unas y otras se hallan bajo inspeccin Su produccin est regu-

    lada por standard s. To do ello concurre a un mismo fin : Francia

    debe ser rica, para servicio y gloria de la monarqua. El rgi-

    men de proteccin aduanera, la reserva de fletes a los navios na-

    cionales, las medidas contra los extranjeros: todo ayuda. N o im-

    porta que ello provoque una guerra con H olanda o con otro pa s:

    la grandeza unitaria del orden reglamentado as lo exige. Desde

    el centro se deben regular tambin las finanzas de Francia. La

    taille habr de ser el instrumento adecuado. Pero tambin aqu

    la monarqua encuentra muchas realidades muertas que impiden

    su desenvolvimiento, y exagerarn, luego, sus propios y peculia-

    res defectos.

    La direccin centralizada no queda en lo dicho. La Iglesia no

    puede oponerse a la radiante m ona rqua . H acia el fin del siglo XVI

    y comienzos del XVII los jurisconsultos han elaborado la teora de

    las llamadas libertades de la Iglesia galicana. Dupuy, en 1639,

    quiere probarlas. En 1673, Luis XIV proclama la regala espiri-

    tual en todo el reino . El mismo nos ha dado la raz n : Los

    reyes son seores absolutos y tienen naturalmente la disposicin

    plena y absoluta de todos los bienes, tantos seculares como ecle-

    sisticos, para usar de ellos como sabios ecnomos. Todo lo que

    se ha dicho sobre el destino de los bienes de la Iglesia y la in-

    tencin de los fundadores no son ms que escrpulos sin funda-

    mento. La voluntad del monarca se hace teora en las largas di-

    sertaciones sobre La Concorde du Sacerdoce et de l'Empire, carta

    del galicanismo en el ltimo siglo del

    anden Rgime, y

    sobre

    todo, en la Disertation sur l'autorit du roi en matihe de rel

    gin,

    publicado en 1688 por Le Vayer de Boutigny. La obra,

    reimpresa mltiples veces lleva desde 1700 el ttulo de

    Traite de

    l'autorit du roi touchant l'administration de l'Eglise. En ella no

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    E N R I Q U E

    G M E Z A R B O L E Y A

    se desconoce la autoridad de la Iglesia respecto a los beneficios

    con cura de alma; para su provisin, el permiso del rey es ne-

    cesario pero no suficiente; en cambio, para la de un beneficio

    simple es suficiente. En general, puede decirse que Dios ha en-

    comendado la Iglesia a un piloto y a un capitn. uEl capitn tiene

    que defender el navio contra los enemigos exteriores y hacer

    que, en el interior se obedezca al piloto, conservar la paz y disci-

    plina e impedir que no se descuiden los que deban actuar, in-

    cluso el mismo piloto. El piloto, es el Papa. El capitn, el Rey.

    La doctrina y las actuaciones tenan que llevar, y efectivamente

    llevaron, a conflictos con Roma. Alguien ha dicho con razn que

    en su conjunto, la poltica de Luis XIV respecto a Roma es una

    poltica de vaivn, al par brutal y sumisa, sin verdadera grandeza,

    sin unidad y, en el fondo, sin provecho. No expongamos sus

    detalles, porque no nos interesan. Basta con dibujar en la estruc-

    tura poltica esta pretensin oscura de sacerdote real, latente

    en lo anterior (42).

    La monarqua debe regir todo: opiniones, saberes, sentimien-

    tos, gustos. La propaganda se puede realizar por la prensa. Los

    gacetilleros se acostumbraban a reunir en las Tulleras y desarro-

    llaban una especie de diario hablado: La Gaette rale.Luis XIV

    cuida de fomentarla. Ms importancia tiene la prensa escrita.

    Richelieu hizo fundar la Gazette de France; bajo Luis XIV se

    convierte en peridico oficial. Junto a ella, an se puede utilizar

    panfletarios y publicistas para cantar las excelencias del rgimen.

    La imprenta y publicaciones deben controlarse cuidadosamente. El

    nmero de impresores decrece sin cesar: de 84 a 36 entre 1667

    y 1676. Todo libro debe pasar por la censura. La reglamenta-

    cin lo comprende todo. Las Universidades mismas deben conver-

    tirse en Universidades reales. Tambin aqu aparentemente, se

    conserva la antigua e struc tur a: pero los Rectores son nom brados

    con la aprobacin del rey; el cuerpo docente est compuesto de

    doctores, regentes y agregados, cuyos concursos son controlados

    por el monarca. Particular importancia tiene el edicto de 1679 so-

    bre las Facultades de Derecho. El Rey introduce una nueva en-

    seanza: la de derecho francs, y nombra directamente su pro-

    (42) P.

    GAXOTTE: LOTUS

    XIV, pg. 230. Cfr. E. PRECI IN y A .

    JARRY:

    Le s Luttes politiques et doctrinales aux XVI / c et XV le siecles, H. de

    l'Eglise, dir. J. B. Duroselle y E. Jarry, 19, 1, 1955, pgs. 149 y sigs.

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    fesor. La Universidad seguir siendo un cuerpo corporativo pri-

    vilegiado, pero esto no le impide servir a la unidad de Francia.

    Estado y Arte deben tambin enlazarse. El monarca vela por

    el lenguaje y por sus manifestaciones. La Academia lleg a ser

    una sociedad del Estado. El Rey, su protector. Su fin se acen-

    ta : limpiar el lenguaje d e las inmun dicias qu e haba contrado

    en la boca del pueblo, en la gente del Palacio de Justicia y en las

    impurezas de los embrollos o pleitos, o por los malos usos de

    cortesanos ignorantes. Su obra, largamente aplazada, muy con-

    trovertida : el Diccionario llamado de los cuaren tas. El lenguaje

    se reglamenta, se reduce. Es el lenguaje que impone la corte, el

    que ordena la monarqua centralizada. El buen uso es el modo

    de hablar de la parte ms sana de la Corte conforme con la

    manera de escribir de la parte ms sana de los autores de la

    poca (Vaugelas). La

    court el la ville

    manda scbre todo. Son los

    nicos que han conservado

    la naivet de la langue francaise

    (De-

    lamothe): la

    lite des voix

    (Vanugelas). Se trata, de depurar, de

    eliminar; de depurar o eliminar tcdo lo corriente, vulgar,

    bas.

    De

    establecer una jerarqua desde arriba abajo, desde el vrtice a la

    base, de fijar bien los rangos. Mucho ms tarde se ver claro el

    fenmeno. La poesa era la monarqua. Una palabra era du-

    que o par. Las palabras, bien o mal nacidas, vivan encuadra-

    das en castas: Unas yendo a Versailles en carroza ; las otras

    patibularias, habitando las provincias; las de ms all con-

    denadas a galeras en el argot, sin pelucas, marcadas por Vau-

    gelas, su jefe, con una F (familier). El ms ilustre conocedor de

    la materia lo ha resumido en trminos precisos. El lenguaje se

    orden tambin con la persuasin de que

    llegado a su punto de

    perfeccin,

    all deba quedarse para siempre.- U n sentim iento de

    orgullo haca creer que las revoluciones pasadas no se produci-

    ran ms y que el francs se iba a fijar definitivamente... en todo

    se tena un estado perfecto. Cerno toda organizacin tiene sus

    maestros de ceremonia, sta tambin. Lo mismo que Louvois haba

    transformado el ejrcito, obligndole a marchar al paso; igual que

    en la corte todos tenan un grado o nmero, como en las pro-

    cesiones exista un orden geomtrico ordenado jerrquicamente,

    igual el lenguaje. Las palabras no andaban ni se sentaban como

    le daba gana o a su guisa. Tenan su rango, sitio y papel. Tam-

    bin aqu lo nuevo se una con lo viejo: el racionalismo del or-

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    ENRIQUE

    GMEZ ARBOLEVA

    den se haca preciosismo barroco con slo pasar una inconstil

    lnea (43).

    La palabra pulida, ordenada, encuadrada, poda instaurar el

    marco para que se destacase la gloria de la monarqua. A ello

    deben ayudar todas las artes. El Rey ha de ordenar no slo

    los saberes, sino los gustos. Es un mago, dir el ingenuo persa

    de Montesquieu, porque su dominio se extiende sobre el pen-

    samiento de sus subditos;). Nada debe quedar ajeno. La litera-

    tura lo mismo que las artes plsticas. Sin embargo, en este con-

    trol y expresin hay que tener en cuenta la ley propia de lo que

    se expresa e, incluso, la de la materia o sujeto pasivo de la ex-

    presin. La ley propia del poder busca lo que puede ser medida

    de grandeza. De aqu la relacin entre poder y arquitectura. Col-

    bert se daba cuenta. Aparte las fulgurantes acciones de la guerra

    nada manifiesta ms que la grandeza y el espritu de los prncipes

    que las construcciones que hablan de ellos a la posteridad, y en

    donde se detienen con respeto los ojos de los pueblos. De aqu,

    el papel predominante que tiene la arquitectura dentro de todas

    las artes. La regulacin de stas ofreca dos aspectos: terico y

    prctico. La teora la proporcionaban las Academias. Las Acade-

    mias de las Artes llegaron a ser parte de la jerarqua estatal. Un

    orden de grados y cargos desciende desde el Protector, pasando

    por el Director, hasta los profesores, miembros, asociados y estu-

    diantes. Mediante las Academias se mantiene la unidad de la

    doctrina, aunque sus enseanzas variasen de acuerdo con el arte

    particular de que se ocupaban. En todos los casos, sin embargo,

    se supone que la aplicacin de ciertas reglas es decisiva para la

    prctica de cada arte; que estos preceptos pueden ser descubiertos

    en un proceso de anlisis racional, expresados en palabras y apre-

    hendidos por cualquier ser inteligente. Lo anterior no representa

    un triunfo puro y simple del clasicismo. La riqueza del barroco,

    como la sociedad a la que responde, no desaparece. Pero aqu

    tambin acta un nuevo elemento que lo mantiene despotenciado

    y con otro signo. El arte francs va a hacer una serie de compro-

    misos entre clasicismo y barroco. Luego volveremos sobre ello.

    Los efectos prcticos fueron asegurados por la fundacin de los

    Gobelinos. Los Gobelinos se dividan en seis talleres: dos para

    (43) F. BRUNOT: H . Langue Franfaise des origines a 1900. IV. La

    Langue Clasique, 1660-1715, 1, 1913, pg s. 75 y sigs.

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    la tapicera; los otros cuatro para bordados, muebles, orfebrera

    y marquetera en mrmol o mosaico de Florencia. El director fue

    Lebrun. Setecientos artesanos y cincuenta pintores trabajaban en

    comn. En su organizacin es tanto taller como escuela, y asegur

    el alto nivel del mobiliario y adornos de los palacios reales. En

    realidad, la unidad de la teora y de la prctica era la unidad de

    la misma Francia en una cierta dim ensi n: la incorporacin activa

    de todas las fuerzas econmicas industriales que haba desarrollado

    Colbert a la tarea de glorificar la monarqua. Debido a la dicta-

    dura de Lebrun y Colbert, un estilo comn se impuso sobre

    toda Francia. Apenas hubo heterodoxia en las artes. Lo anterior

    tiene su manifestacin ms clara en Versalles. Versalles es el

    "miroir du Gran Sicle. dijo hace tiempo P. de Nolhac. Lo an-

    terior puede ser cierto, con tal que no lo tomemos superficial-

    mente. Versalles es la glorificacin de la monarqua. No podemos

    explicarlo por un supuesto arte puro sin tener en cuenta su co-

    nexin con el )uego concreto de las fuerzas sociales. Versalles no

    es un cuadro formal ni un cdigo de signo deducidos de una

    idea madre: sigue las variaciones de un orden social en desequi-

    librio. Enumeremos simplemente, pero con el posible rigor:

    a) Versalles est unido al desarrollo de Pars. Las grandes frmu-

    las de los palacios parisinos se potenciaron en Versalles. Alguien

    ha subrayado la importancia de la influencia de las residencias de

    la alta

    noblese de robe

    (disposicin de patios, etc.). Pero dejemos

    esta debatida cuestin, b) Versalles es, pues, palacio; si quisi-

    ramos manifestarnos con superlativo rigor, diramos que es la

    urbanizacin de la monarqua y de la nobleza. Como se sabe,

    los proyectos de reforma de Versalles se acumulan a lo largo de

    la monarqua de Luis XIV y han sido estudiados por la ciencia

    moderna, amplia y rigurosamente. Aqu slo nos importa subra-

    yar el cambio de Versalles, lugar de caza, sede de diversin de

    una monarqua y aristocracia volcada al exterior, al Versalles que

    quiere ser sede de un nuevo modo de vida. El rey que ha arran-

    cado a los nobles de sus lugares de residencia, sitios peligrosos en

    donde se fraguan disidencias, los va a domesticar)) en la corte

    de Versalles. De la caza a la vida social; desde un estilo de vida

    feudal a la urbanidad moderna, c) El proceso se realiza progre-

    sivamente. Entre la vida al exterior entregada a la caza, y la

    intimidad y rigor de la etiqueta de la corte, algunos colocan con

    razn Versalles como lugar de fiesta. Son bien conocidas las

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    ENRIQUE GMEZ ARBOLEYA

    esplndidas de Plaisirs de I'He Enchantee. Se celebraron en 1674,

    y duraron tres das. Fue un despliegue grandioso de todo lo que

    poda ofrecer, como lujo y pompa, una sociedad aristocrtica.

    Amor y Circe son los smbolos mximos: los dioses a quien se

    ofrenda. El espectculo tiene una condicin mvil, efmera y sus

    actores son los mismos cortesanos. 1 escenario es el jardn, d) Cir-

    ce y Amor van pasando a segundo plano. Apolo y el Sol son

    los centros del simbolismo. El Sol es e dispensador de la paz,

    de la prosperidad y del amor mismo. El interior

    e.

    Versalles pre-

    para la glorificacin y culto del Rey. En la Salle Jes Gardes de

    la Reine, grupos de espectadores en la decoracin mural miran

    desde balaustradas pintadas. La iconografa avanza a travs de

    los distintos departamentos. Las siete habitaciones de los appar-

    tements del Rey tienen el nombre de los siete planetas: el saln

    de Apolo es el saln del trono. En cada uno de aqullos, el sm-

    bolo ilustra una de las cualidades del Rey. Mercurio, su pruden-

    cia ; Venus, su dominio del am or; M arte, su valor. Todos sirven

    a un solo astro. En estas habitaciones tenan lugar las grandes

    fiestas de la Corte. Se asciende a ellas por la ms espectacular

    de las invenciones de Versalles: la Escc lier

    des Ambassadeurs.

    Le

    Van la cre y a ella cooper Lebrun. El espacio ntimo que es

    donde se vive, se distribuye en varias plantas. El ltimo ele-

    mento de la mise-en-scne se deber a Lebrun y Mansart: la

    Galerte des Glaces con el Son de la Querr y el Saln de la

    Paix. Se pens que. en los paneles, H ercules sustituyera a Apolo.

    Finalmente se decidi que figurara en ellos la vida del Rey ro-

    deada de todas las alegoras. El lugar ntimo de residencia se con-

    virti as en sitio de glorificacin. Y como tal domina a su en-

    torno. El jardn se dibuj desde el centro. El crden debe domes-

    ticar tambin la naturaleza, e) Con la evolucin de la misma vida

    del Rey, cambia el carcter de la Corte: cada vez se hace ms

    formal y rgida. Rito y no placer. La Corte se convierte casi en

    un encierro. Tenemos testimonios contemporneos que lo corro-

    boran. Pero eso no nos interesa por ahora. Lo que nos queda

    que subrayar es que, en ltimo trmino, Versalles en su con-

    junto lleva en s una dualidad. Los medios urbanos no slo propor-

    cionan Le Van y Lebrun, sino los artesanos de todos y cada uno

    de sus productos. Versalles no slo es Corte sino es la ltima ex-

    presin del desarrollo industrial y comercial de Francia. Y de la

    ascensin de la burguesa intelectual. Pars proporciona tambin

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    SOCIOLOGA

    DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    a La Fontaine, hombre retirado y tranquilo, a Racine, jansenista,

    o a Moliere, viajero y pobre. Tambin aqu encontramos un

    equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo. El Rey incorpora a su

    gloria toda Francia. Pero el equilibrio es inestable. La sociedad

    que sostena realmente toda la pompa de Versalles acabar triun-

    fando de ella (44).

    Por lo pronto todo es para el Rey y por el Rey. Su glorifi-

    cacin acontece tambin mediante las artes literarias. Pero, natu-

    ralmente, el artista es aqu un servidor menos fiel que el arqui-

    tecto,

    el escultor y el pintor. Slo puede citarse como glonficador

    oficial a Bossuet. Ya Le Bret, en su obra De la souverainet du

    Roi,

    1632, haba advertido que la soberana slo poda estar en

    un ser dependiente directo de Dios. El dilogo entre la providen-

    cia y la monarqua que estaba as planteado formalmente, va a

    llenarse de contenido en Bossuet. La autoridad es elemento esen-

    cial de la sociedad. Toda autoridad viene de Dios; es inmortal;

    cualquier revuelta contra ella es un acto contra Dios mismo. El

    hombre individual, pecador, no tiene poder por s. La multitud

    es incapaz de razn, pura ana rqua. H a de obedecer por la fuerza.

    La fuerza, y no un pacto originario, social o poltico es el gran

    ttulo de legitimidad. La visin del hroe trgico no degenera en

    un puro reconocimiento del poder, porque el monarca debe obe-

    decer la ley de Dios y dar justicia a sus subditos. Si no lo hace,

    sufrir el juicio del Creador. La historia es el magno tribunal

    donde este juicio se sustancia. La mano de Dios es la realidad

    que conduce y corrige a los hombres. El nico poder capaz de

    humillar a los soberbios (45).

    Todo ello subraya una realidad bsica. La gloria y el mis-

    terio de la monarqua. Luis, sagrado, es Dios sobre la tierra. El,

    dispensador y sacerdote mximo, incorpora a la historia toda la

    Nacin. El Rey, partcipe de una naturaleza superior, est despojado

    (44) Sobre Versalles, en la l i teratura lt ima: A. ELUNT: Arl and

    Archtiecture in Frunce. 1500 to 1700, 1593, pgs. 230 pgs. y siguientes;

    P. FRANCASTEL:

    uVersail les et l 'architecture urbaine au XVII

    e

    siecle, en

    Anales. Econotnies, Socitts. Cvuilisatum, X, 1955, 4. pgs. 465 y sigs. .

    que sigue las huellas de Blunt sin ci tarlo.

    (45) Se pod ra, forzando la analog a, ha blar de un ocasionalismo pol-

    tico, lt ima expresin de este racionalismo. Tambin aqu este dios, hroe,

    sol de este mundo es la realidad fundamental , y, parafraseando el texto

    de Malebranche, nous voyons toutes choses en le Ro. Cfr. MALEBRAN-

    CHE: Recherche Vent, III, 2, 5.

    57

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    E N R IQ U E

    GMEZ ARBOLEYA

    de su condicin de hombre privado y puede interpretar el bien

    comn. El mito tena una justificacin prctica. Frente al Rey no

    poda alzarse ningn partido, clase o faccin. La monarqua era

    Francia,

    y

    Francia la monarqua. Todo ira bien mientras realidad

    y mito se acordaran, y Luis fuera el Sol dispensador de bienes.

    Pero llega un momento en que el Sol comienza a declinar.

    2. Como se sabe, el Reino de Luis X IV dura cuarenta y

    cinco aos. Aproximadamente hacia 1685 puede notarse una in-

    flexin. Los enemigos externos se unen contra l. La situacin

    interna es deplorable. Ambos hechos estn enlazados. El Estado

    necesita cada vez ms ingresos, y los obtiene aumentando todas

    las formas de tributacin. Pero el pas no puede sostener esta dura

    pesadumbre. Entonces, todas las polaridades y tensiones se aumen-

    tan, y empieza a destacarse la lucha sorda entre mando poltico y

    realidad social efectiva, que no sabe claramente lo que quiere,

    pero siente con gran agudeza su propio carcter problemtico.

    Los mayores sufrimientos los padece el campo. Son caracte-

    rsticos a este respecto los informes de los intendentes que recoge

    el Conde de Boulainvilliers en su

    Etat de la France

    {46). As el de

    la generalidad de Orleans respecto a la Be auce: "Aunq ue este

    sea el mejor pas del mundo respecto a cereales, los campesinos

    se contentan con comer cebada con trigo y centeno. El de Rouen:

    el pueblo est reducido a un estado de miseria que da compa-

    sin, porque de 700.000 almas que tiene la generalidad, si es que

    an queda este nmero, se puede asegurar que no hay cincuenta

    mil que coman suficiente pan, y que duerman en otra cosa que

    paja (47). En el Auvergne el aceite de nueces es casi el nico

    alimen to del campesino (48). En P ar s: la miseria del campe-

    sino es tal que los nios son enfermizos, dbiles y de vida cor-

    ta (49). Los testimonios continan. Particular fuerza tienen los

    del mariscal Vauban, de quien luego nos ocuparemos. Vauban nos

    (46)

    Comte de

    BOULAINVILLIERS: tat de a France, dans lequel on

    voit tout ce qui regarde le Gouvern ement cclsiastique, le militaire, la

    \ustke, les finances, le cotnmerce, les manufactures, le nomb re d es hain-

    tants, et en general tout ce qui peut faire conoitre a fond ce tte monarc hie.

    Extrait des mmm res dresse par les \ntendants du Royan me,

    3 vols . , Lon-

    dres ,

    1727-28.

    (47) tat de la France, I. pg. 132, II, pg. 13.

    (48) Ibid ., II, p g. 243 .

    (49) Ibid., II, pg . 30.

    5 8

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    SOCIOLOGA DE L

    ILUSTRACIN FRANCESA

    los ofrece por partida doble. Particulares, respecto a una regin,

    en

    su

    Description gographique de l'election de Vezelay-, gene-

    rales,

    en su

    Dixme royale. Pues bien,

    he

    aqu

    lo que

    pasaba

    en

    Vezelay. Los campesinos comen

    pan

    negro,

    los que ni

    siquiera

    lo tienen races hervidas con harina de cebada o avena y sal...

    Viven en una miseria extrema. Duermen sobre paja, slo tienen

    los trajes

    que

    llevan

    y que son muy

    pobres,

    no

    tienen muebles...

    todo indica

    su

    necesidad

    (50). Y en la

    Dixme

    ha

    reforzado

    el

    cuadro,

    y

    sacado

    las

    consecuencias, segn luego

    se

    dir. Pero

    no

    sigamos. Indudablemente tales situaciones de crisis econmicasson

    ms

    o

    menos pasajeras. Indudablemente tambin

    la

    situacin

    ju-

    rdica

    del

    campesino

    ha

    mejorado, aunque todava unos ojos pers-

    picaces

    y

    desapasionados advertirn

    los

    muchos abusos

    a que es-

    tarn sometidos bien avanzado

    el

    siglo

    xvm (51).

    Incluso cabe

    decir con un moderno que al mejorarse su posicin, toda carga

    resultaba

    ms

    pesada. Pero

    ni an eso es lo

    peor.

    Lo

    peor

    es la

    raz

    de que

    todo arranca:

    la

    situacin fundamental

    del

    campe-

    sino

    en

    cuanto

    tal, en el

    cuadro

    de la

    sociedad toda. Recordemos

    el texto bien conocido de La Bruyre, en que ste nos pinta esos

    animales feroces, machos y hembras, repartidos por el campo,

    negros, lvidos

    y

    quemados

    del sol,

    removiendo

    la

    tierra; anima-

    les

    que

    tienen

    voz

    articulada

    y

    cuando

    se

    incorporan muestran

    un rostro humano

    y son

    efectivamente hombres.

    Por la

    noche

    se

    retiran a sus cubiles, comen pan negro, agua y races... (52). Lo

    anterior es impresionismo literario, que tiene el patetismo de un

    aguafuerte goyesco. Pero

    que nos

    lleva

    de la

    mano

    a la

    situacin

    real,

    a lo ms

    grave

    de la

    situacin real. Tocqueville

    la ha

    reco-

    gido sagazmente

    en un

    texto areo:

    En el

    siglo XVIII

    el cam-

    pesino francs ya no poda ser presa de pequeos dspotas feu-

    dales; slo raramente estaba expuesto

    a

    violencias

    por

    parte

    del

    Gobierno; gozaba

    de

    libertad civil

    y

    posea

    un

    trozo

    de

    tierra;

    pero todos

    los

    hombres

    de las

    otras clases sociales

    se

    haban apar-

    tado

    de l, y

    viva

    ms

    slo

    que

    quiz haba estado nunca

    en

    otra

    parte del mundo. Especie de opresin nueva y singular (53).

    Pero sigamos.

    La

    inquietud

    y

    crisis

    no

    reinaba slo

    en el

    (50)

    VAUBAN:

    Description gographique

    de

    l 'lection

    de

    Vezelay

    en

    Dixme royale, ed.

    Coornaer t ,

    pg. 279.

    (51)

    Cfr.

    YoUNG:

    TraveU,

    ed.

    Maxwel l , pgs.

    331 y sig.

    (52) LA BRUYRE: Caracteres, XI, 128.

    (53) ToRQUEVlLLE:

    Ancien Rgitne, I, pg. 178.

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    ENRIQUE GMli / . AKBOLEYA

    campo, sino tambin en la ciudad. El fenmeno ms importante

    en ella es la decadencia de la corporacin. Por un lado, la cor-

    poracin se convierte en organismo cada vez ms cerrado, intenta

    acrecer sus monopolios, se opone a todo adelanto tcnico. Por

    otro, su vida, en lucha con industrias privilegiadas, con oficios

    libres, con grandes comerciantes, es cada vez ms difcil. Las

    corporaciones se arruinan. Muchas veces los maestros constituyen

    con los compaeros una especie de grupo proletario, en lucha y

    protesta continua. Los ms numerosos son los artesanos que se

    precipitan en la clase de los asalariados. Si a esto unimos los

    propios problemas de los compaeros, cuyas coaliciones y huel-

    gas son cada vez ms frecuente, nos explicaremos la inquietud

    que reina tambin en este sector. En los informes de los inten-

    dentes, esta inquietud aflora en su expresin ms elemental, como

    una crisis industrial y comercial. As, en Picarda, las clebres f-

    bricas de Sarga atraviesan una mala situacin. Son las nicas

    de esta clase de todo el reino y, sin embargo, la mayor parte de

    los obreros

    (ouvriers,

    dice el informe) m ueren de ham bre y tie -

    nen que abandonar su oficio, ya por la caresta de la lana, ya por-

    que los impuestos ordinarios y extraordinarios se comen toda su

    ganancia {54). En el Aubergne es la industria del papel, en donde

    ha abandonado el trabajo ms de la mitad de los maestros (55).

    En la Turena, la situacin es la siguiente: antes haba 20.000

    obreros de la seda, 8.000 telares, 700 molinos para preparar la

    seda, 40.000 personas para bobinarla; hoy quedan 1.200 telares,

    70 molinos, 4.000 personas empleadas en la seda, a causa de la

    persecucin de los protestantes y de las guerras (56). En Valogne,

    Caen, haba una manufactura de pao y gran comercio, ha des-

    aparecido casi (57). En Orleans, el comercio se ha reducido tanto

    y las imposiciones se han aumentado en tal forma que hay menos

    comerciantes (6.182) que oficiales reales o seoriales (7447) (58).

    Pero no continuemos. Porque nada de ello da la dimensin efectiva

    del fenmeno, de que es sntoma disperso y escuro. Pues la di-

    mensin efectiva del fenmeno es que nos hallamos ante una crisis

    estructura , podramos decir si se nos perm ite, de las formas d e

    (54) tat de la Trance,

    I, pg. 72.

    (55) tat de la France,

    II , pg. 266.

    (56) t at de la

    France,

    II , pg. 155.

    (57)

    tat de la France,

    II, pg. 28; II, pgs. 3 y sigs.

    (58)

    tat de la France,

    II , pg. 13.

    6 0

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    SOCIOLOGA DE LA ILUSTRACIN FRANCESA

    explotacin industrial. La corporacin era cada vez ms inade-

    cuada para las nuevas condiciones de la vida econmica. El intento

    de defender sus privilegios estaba fuera de tiempo. Cada da se

    senta ms intensamente la necesidad de terminar con cuadros de

    organizacin ((aristocrticos que coartaban la libertad de na-

    turaleza de la industria y del comercio. Cada da se destacaba

    ms la diferencia entre los que, como luego se dir, crean que

    le droit de travailler tait un droit royal que le prince pouvait

    vendr y que les sujets devment acheter,

    y la naturaleza que

    a fait du droit de trava ler la propriet de tout hom me

    (59).

    En todos los sectores se quiere terminar con el duro raciona-

    lismo externo del Estado, dejar libres las fuerzas mltiples y na-

    turales de la sociedad. El nuevo empresario, comerciante y finan-

    ciero, desea mayor campo de accin. La situacin es singular. Los

    excelentes estudios de C.-E. Laubrouse nos han mostrado el l-

    timo fondo de ella (60). Desde 1660, y casi durante un siglo,

    los precios en Francia, se mantienen en un nivel mediocre o bajo,

    con pocas oscilaciones de alza. En un pas agrcola, con industrias

    en su comienzo y dispersa muchas veces en el campo, ello da

    origen a estas crisis repetidas. Los nicos que se salvan son los

    altos burgueses, empresarios y financieros, que especulan sobre

    la miseria del pas. En medio de la tempestad, suben como si las

    desgracias temporales les sirvieran de beneficios {61). As esta

    burguesa es la que ahora reivindica su libertad. Los documentos

    ms caractersticos nos los ofrecen las defensas del comercio que

    se encierra en los informes de los diputados a qi.e antes hemos

    hecho mencin.

    La crtica se ampla en la obra de dos autores contempor-

    neos del mayor renombre: el mariscal Vauban y Pierre le Pe-

    sant de Boisguillebert. El mariscal Vauban escribe su obra en

    i698, la publica en 1707 (62). Quiere que sea real y exacta. Por

    (59) Las expre siones son de TURGOT en el prembulo de la ley que

    proclama la l ibertad de trabajo.

    (60) C. E. LABROUSE: Es' iuisse

    du mouvement

    ces

    prix et des revenus

    en France au XVHe sicle. . Les prix, 11, Les prix

    (fin).

    Les revenus,

    1933;

    La crise de l'Economie franfaise a la fin de VAnden Kpme, et pendant

    la Rvolution,

    I, 1944.

    (61)

    SAGNAC:

    Soat franfaise, I, pg. 212.

    (62) H ay dos ediciones principales : E. DAIRE:

    crits des princ. Eco-

    nomiste-Financiers du XV11U suele,

    I, 1843;

    Projet d'une dixme roya-

    le.

    ed . E. OoORNAERT, 1933 que es la que a qu se u tiliz a.

    6l

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    E N R IQ U E GMEZ ARBOLEYA

    ello la basa en la observacin directa y en la estadstica. Lavida

    errante que llevo hace ms de cuarenta aos,me ha dado ocasin

    de

    ver y

    visitar muchas veces

    y de

    muchas maneras

    la

    mayor

    par-

    te de lasprovincias de este reino (63). Las observaciones deben

    manifestarse en nmeros. La estadstica es el nico medio de

    hacer conocer el reino sin confusin y con f