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    Revista TENDENCIAS Vol. III No.1

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    TENDENCIAS

    Revista de la Facultad de CienciasEconmicas y Administrativas.Vol. III. No.1

    Julio de 2002, pginas 43-62Universidad de Nario

    LA CRISIS DE VISION EN EL PENSAMIENTO ECONMICOMODERNO

    Julin Sabogal Tamayo*

    RESUMEN

    Se analiza el libro (con el mismo nombre del ttulo de este artculo) de loseconomistas norteamericanos Robert Heilbroner y William Milberg, el cualse propone mostrar el carcter de la crisis actual de la ciencia econmica.Entre los objetivos se plantea definir el problema formulado en la obra, ex-

    plicar el concepto de situacin clsica (a partir de la misma), analizar el con-tenido de la crisis actual de la teora econmica y exponer la alternativa denueva situacin clsica.

    PALABRAS CLAVE: economa, pensamiento econmico, crisis, situacin

    clsica.

    INTRODUCCIN

    Con este ttulo apareci recientemente un libro del economista norteameri-cano Robert Heilbroner, escrito en compaa de William Milberg. Heilbro-ner es uno de los economistas ms importantes de la segunda mitad del sigloXX, la nica razn para que sea poco conocido en los programas de Eco-noma de nuestro pas es, sin duda, el hecho de que no sea un economistaortodoxo; l es uno de esos pensadores que jams obtendrn un Premio No-

    bel. A principios de la dcada de los aos cincuenta este autor escribi una

    de las obras ms importantes de la Historia del Pensamiento Econmico,

    *Director del Sistema de Investigaciones de la Universidad de Nario, Profesor Titular delDepartamento de Economa, de la misma Universidad.

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    titulada Vida y doctrina de los grandes economistas,cuyo mrito principal,

    adems de su indudable valor pedaggico, consiste en haber incluido entrelos grandes a muchos economistas que los ortodoxos no suelen mencionar,entre ellos Robert Owen, Charles Fourier, Saint-Simon, Carlos Marx yThorstein Veblen. Despus de este libro temprano siguieron otros treinta,relacionados con problemas econmicos y sociales; actualmente Heilbroneres profesor Emrito de laNew School for Social Researchde Nueva York.

    Si bien los mismos autores nos dicen que su obra se refiere fundamental-mente al pensamiento econmico norteamericano, y tal vez se pueda exten-der a los economistas de habla inglesa, sera bueno que los economistas co-lombianos recordemos aquello de que de te fabula narratur. Por esta razn

    he querido escribir el presente artculo, con el fin de poner al alcance de losestudiantes de ciencias econmicas de la Universidad de Nario y, en gene-ral, de las universidades colombianas, los interesantes razonamientos deHeilbroner y Milberg.

    La preocupacin principal de los autores en esta obra es dilucidar las ten-dencias de la ciencia econmica, a partir de la dcada de los aos setenta delsiglo XX, as como las razones que alimentan dichas tendencias. Todos losque estamos familiarizados con la historia del Pensamiento Econmicohemos podido notar que a determinadas etapas de la historia les correspondealguna escuela de la ciencia econmica. Hacia mediados del siglo XIX es

    claro el dominio de la escuela Clsica; al final del siglo XIX e inicios delXX, es evidente la preponderancia de la escuela Neoclsica y en la segunda

    postguerra nadie duda de que la escuela del momento es la Keynesiana; peroen los ltimos tiempos, aproximadamente siete lustros, no existe una escuelaeconmica identificable. Una de las razones fundamentales para que estosuceda est en el alejamiento de la ciencia econmica contempornea, conrespecto a la realidad econmica:

    El signo de la economa de nuestros das es su extraordinariaindiferencia en relacin a este problema. En sus momentos lgi-dos, la fuerte teorizacin del presente periodo alcanza un gra-

    do de irrealidad que solo se puede comparar con la escolsticamedieval (HEILBRONER y MILBERG, 1998:18).

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    La ciencia econmica debe tener, segn los autores, dos componentes: el

    anlisis y la visin. Pero la teora actual se ha concentrado exclusivamenteen aquel. Esto la ha llevado a que se logren construcciones tericas cadavez ms perfectas y, desafortunadamente, cada vez ms alejadas de la reali-dad. En otras palabras, tenemos una ciencia econmica con perfecta ele-gancia en su exposicin, pero impotente frente a los problemas econmicos.

    EL PROBLEMA PLANTEADO EN LA OBRA

    Veamos con algn detalle los conceptos de anlisis y de visin. El autor losdefine de la manera siguiente:

    Por anlisis entendemos el proceso de deducir las consecuen-cias partiendo de las condiciones iniciales de prestar atencinescrupulosamente a las cadenas de razonamiento...Por visin en-tendemos los temores y esperanzas polticas, los estereotipos so-ciales y los juicios de valor ... que impregnan todo pensamientosocial, no mediante su entrada clandestina en el que de otro mo-do sera un mbito prstino, sino como necesidades psicolgicaso quizs existenciales. La visin y el anlisis juntos forman elfundamento de todo lo que creemos conocer.. (HEILBRONERy MILBERG, 1998: 18-19).

    La visin es un punto de partida, un sustento del anlisis; se trata de unaposicin pre-analtica que se fundamenta en criterios sociopolticos. Paraapoyarnos en un ejemplo, remitmonos a la visin de Carlos Marx. Toda suEconoma Poltica se levantaba sobre un supuesto sociolgico y poltico, sise quiere utpico, consistente en la fatalidad de la crisis del sistema capita-lista que lo llevara a su fin ineluctable. Con esta visin, sus seguidores pue-den convertir el anlisis de la Economa Poltica en una herramienta para laaccin poltica.

    Una gran dificultad de la economa moderna para anclarse en una visin

    sociopoltica consiste en sus pretensiones cientficas, y su comprensin deque cientficos son nicamente aquellos procesos analticos que se sometenal mtodo propio de las ciencias naturales. Por supuesto que una ciencia

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    econmica emparentada con la Fsica terica, poco o nada tiene que ver con

    los problemas econmicos de la realidad social, cuyo conocimiento debeapoyarse tambin en la sociologa, la historia y la poltica. Para ilustrar loque estamos diciendo, tomemos una cita de un texto de microeconoma mo-derna, donde se afirma que lo que la mayora de los economistas clasifica-ran como problemas no econmicos son precisamente los problemas que nose pueden analizar con el paradigma marginalista"(HEILBRONER y MIL-BERG, 1998: 21-22). Es decir, que no importan los problemas de la vidaeconmica en s mismos, sino solamente aquellos que pueden ser abordadoscon un mtodo preestablecido. El orden de las prioridades aparece inverti-do; no se buscan los lentes que mejor permitan ver la realidad, sino que solose toman aquellas partes de la realidad que sean visibles con los lentes que

    poseemos. Cualquier persona, que no sea un economista moderno, pensaraen sentido contrario, que los economistas deberan considerar como sus pro-

    blemas los de la economa real y aplicar en su anlisis el mtodo que mejorse adece a las posibilidades de su conocimiento. Con razn dicen Heilbro-ner y Milberg que semejante manera de entender los problemas de la eco-noma habra sido envidiado por el propio Procusto*. En todo caso, el que laeconoma moderna no responda a los requerimientos propios de cualquierciencia social no deja de ser un impasse,el cual tiene su causa fundamental,segn estos autores, en la crisis de la visin preterica.

    A travs de la historia del Pensamiento Econmico, ha habido momentos en

    los que la discusin de las distintas posiciones parece amainar y se presentauna especie de consenso entre los principales representantes de esta ciencia.Estos momentos fueron denominados por el economista austriaco Joseph A.Schumpeter comosituaciones clsicas, denominacin aceptada por los auto-res de la obra en cuestin. Schumpeter define la situacin clsica como

    ..el logro de un acuerdo sustancial tras una larga y controverti-da lucha: la consolidacin del renovado y original trabajo ante-rior1.

    *Como se recordar, Procusto era un personaje de la Mitologa Griega. Se trataba de unbandido, que asaltaba a los caminantes y, despus de haberles robado sus pertenencias, losacostaba en un lecho que posea y los haca coincidir con el mismo; a quien fuera ms cortolo estiraba y al ms largo lo cercenaba.1Citado por Heilbroner (HEILBRONER y MILBERG, 1998: 28-29).

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    Una situacin clsica consiste en un punto de llegada o resultado de la con-troversia, donde se crea un consenso sobre una visin social, poltica y valo-rativa y su correspondiente mtodo de anlisis. Lo caracterstico de una si-tuacin clsica es un alto grado de complacencia con los conocimientos do-minantes. Despus de la segunda guerra mundial, cuando se posesiona lasituacin clsica keynesiana,

    ..la visin que prevaleca era la de que la teora econmica es-taba ahora completa y solo necesitaba una comprobacin eco-nomtrica (HEILBRONER y MILBERG, 1998: 68).

    De la misma manera, Alfred Marshall, en la situacin clsica de los neocl-sicos, como recuerda Schumpeter, sostuvo

    ..que el anlisis de los clsicos ingleses necesitaba una inter-pretacin correctiva en algunos de sus aspectos, pero que nohaba fundamentalmente nada errneo en l (SHUMPETER,1975: 143).

    Y, el mismo tono se puede sentir a mediados del siglo XIX, en la situacinclsica de la escuela Clsica, cuando Jonh Stuart Mill afirmaba lo siguiente:

    Afortunadamente no queda nada que aclarar en las leyes delvalor [1848], ni para los escritores actuales ni para los del por-venir: la teora est completa; la nica dificultada a vencer es lade exponerla en forma tal que se resuelvan por anticipado lasdudas ms importantes que se presentan al aplicarla, y para con-seguirlo es inevitable cierta minuciosidad en la exposicin y unagran paciencia en el lector (MILL, 1978: 386).

    Una situacin clsica entra en crisis cuando grupos nuevos de cientficosproponen alternativas distintas, bien sea de visin o de anlisis; pero la cadade una situacin clsica hace presencia, fundamentalmente, cuando surgen

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    ..disonancias entre la visin del mundo econmico y su fun-

    cionamiento inmediato... y la teora conserva su fuerza sobrenuestros intelectos mientras su visin subyacente siga movili-zando nuestras simpatas morales (HEILBRONER y MIL-BERG, 1998: 40, 69).

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    LAS SITUACIONES CLSICAS Y SUS CARACTERSTICAS

    A mediados del siglo XIX tiene lugar una situacin clsica, despus de unlargo periodo de surgimiento, desarrollo y controversia de los economistasclsicos. Los principales representantes de este periodo pueden ser AdamSmith, David Ricardo y James Mill, cuya sntesis se encuentra en el hijo deste, Jonh Stuart Mill. Este economista, como ya vimos, consider cerradala discusin sobre los problemas econmicos fundamentales. l, con suobra, en consecuencia, no se propone aportar nada nuevo, sino actualizaralgunos aspectos particulares de la vida econmica. Ya en el prefacio a suobra econmica ms importante, es explcita esta intencin. All se afirma:

    El que esto escribe opina que en la actualidad la economa pol-tica precisa una obra semejante en sus objetivos y en su concep-cin general a la de Adam Smith, pero adaptada a los conoci-mientos ms extensos e ideas ms adelantadas de la poca ac-tual (MILL, 1978: 25).

    Para caracterizar la visin de esta situacin clsicade Mill, podemos decirque la misma cuenta con dos componentes fundamentales: la aceptacin dellaissez fairecomo la mejor forma de funcionamiento del sistema econmi-co, y la divisin de la sociedad en clases. Primero fue Adam Smith, quienafirm:

    En toda sociedad, pues, el precio de las cosas se resuelve porltimo anlisis en una u otra de estas partes, o en las tres a untiempo, y todas tres entren en la composicin de aquel preciocon ms o menos ventajas, o con ms o menos parte en l, segnlos progresos o adelantos de la sociedad (SMITH, 1985: Tomo8, 97).

    Al dividir el precio en salario ganancia y renta, Smith estaba de hecho supo-niendo la existencia de tres clases sociales: trabajadores, capitalistas y terra-tenientes. David Ricardo no solamente acepta esta divisin sino que se pro-

    pone demostrar que las ganancias del capital y los salarios del trabajo cons-tituyen una proporcin inversa; no es posible aumentar ganancias sino acosta de una baja de salarios y viceversa. Es esta, a propsito, la razn para

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    que algunos historiadores consideren a Ricardo como el pionero de la teora

    de la lucha de clases. Es evidente que tanto la libre concurrencia, como ladivisin de la sociedad en clases, son supuestos pre-analticos: son compo-nentes de la visin.

    En esta situacin clsica, John Stuart Mill era algo as como el portador dela verdad compartida. Solo un economista de aquel momento, de nombreCarlos Marx, se declaraba especialmente descontento con los planteamien-tos de Mill. l deca:

    Por consiguiente, para defender a Ricardo, J. St. Mill renunciaa lo que constituye el principio fundamental de su teora y des-

    ciende muy por debajo de Ricardo, de Adam Smith y de los pro-pios fisicratas. Abandona el principio esencial: el de que la ga-nancia es, simplemente, parte integrante del valor, o sea deltiempo de trabajo materializado en la mercanca, parte que elcapitalista vende para hacer efectiva su ganancia, sin habrsela

    pagado al obrero (MARX, 1965: Tomo II, 221).

    La situacin clsica no es necesariamente una cima en el camino de la teoraeconmica. Es perfectamente posible que en la bsqueda de consenso, en lacreacin de una situacin clsica, los principios fundamentales sean desna-

    turalizados o, al menos, debilitados en sus aspectos esenciales. Pero lasopiniones de Marx tienen poca importancia, en este caso, porque l no for-ma parte del grupo de economistas cuyas opiniones son tenidas en cuenta

    por la autoridad acadmica; la opinin de Carlos Marx no cuenta con fuerzaen el pensamiento oficial, como para descomponer la situacin clsica.Cuando se habla de consenso, se tiene en cuenta el acuerdo entre los cient-ficos que cuentan con la autoridad formal, en un momento dado.

    En la dcada de los aos setenta del siglo XIX comienza una nueva revolu-cin en el pensamiento econmico, con el nacimiento del pensamiento neo-clsico, que pone fin a la paz terica de la situacin clsica existente. Esta

    revolucin plantea un nuevo paradigma en el anlisis y empieza a construiruna nueva visin.

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    La nueva visin deja de lado la importancia de las clases sociales para pasar

    a dar toda la importancia al individuo, negando incluso la existencia de di-chas clases. Sobre las causas de este viraje en la visin hay mucha discu-sin. Los propios Heilbroner y Milberg atribuyen el cambio a una nuevavisin democrtica, que traslada el individuo al sitial de honor; losmarxistas, por su parte, opinan que se trat simplemente de un viraje haciaun pensamiento apologtico del capital, que quiere dar la apariencia deigualdad entre todos los individuos frente al mercado. Sea cual sea la razn,el hecho es que con los Neoclsicos las clases sociales desaparecen de lavisin de la ciencia econmica. En el aspecto analtico, la teora del valortrabajo, componente esencial del anlisis clsico, no responde a la nuevaconcepcin social y poltica y, en consecuencia:

    ..ante una visin de la economa como el lugar de interaccinde actores dispares individuos y empresas-,...surge una concen-tracin analtica en las fuerzas que determinan las ganancias dedichos actores, individual o colectivamente (HEILBRONER yMILBERG, 1998: 41).

    Esta es una poca en la cual ciencias naturales como la Fsica terica y laBiologa estn en un gran auge, lo que jug un papel decisivo para que susmtodos fueran trasladados a la economa y se instituyeran las pretensionescientficas de sta. Los mtodos de las ciencias naturales no se prestan para

    la interpretacin de procesos sociales, pero s para anlisis microeconmi-cos, propios de la teora neoclsica. La ciencia econmica, en ese momento,

    pierde su condicin de Economa Poltica, propia de los Clsicos, paratransformarse en simple Economa, como si se tratara de una ciencia na-tural ms.

    Alfred Marshall, a finales del siglo XIX, alcanza el consenso alrededor de lavisin marginalista de la Escuela Neoclsica para constituir una nueva si-tuacin clsica.

    En el periodo en el que surgi la visin marginalista como pun-

    to de vista consensuado, fue el enfoque marshalliano el que con-sigui la aceptacin popular y acadmica (HEILBRONER yMILBERG, 1998: 48).

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    Esta situacin clsica mantiene su reinado hasta el ingreso de John M. Key-nes en el panorama del Pensamiento Econmico. El primer indicio de que elconsenso neoclsico empezaba a averiarse lo constituye la depresin eco-nmica, que tuvo lugar fundamentalmente entre los aos 1929 y 1933. Estadepresin plante preguntas, frente a las cuales el anlisis neoclsico semostr impotente. La nueva realidad econmica puso sobre el tapete una

    ..serie de preguntas, cuyas respuestas, como escribi el mismoKeynes, simplemente desconocemos (HEILBRONER yMILBERG, 1998: 62).

    Los problemas nuevos de la dcada de los aos treinta simplemente no cab-an en los marcos neoclsicos, ni encontraban espacio en su visin, ni podanser atacados con sus herramientas de anlisis.

    Los problemas keynesianos de equilibrio del desempleo, tram-pas de liquidez, multiplicadores y similares no se eluden enlos mundos marshallianos o walrasianos. Ah simplemente noexisten, puesto que la base preanaltica para su comprensin to-dava no existe. El comportamiento del mercado existe como al-go dado, no como variable dependiente (HEILBRONER yMILBERG, 1998: 60-61).

    No importa el grado en que abramos las lentes marshallianas, elproblema de establecer el volumen de producto aadido quedadesenfocado (HEILBRONER y MILBERG, 1998: 58).

    La pregunta sobre la demanda efectiva, cuya insuficiencia caus la crisis,segn Keynes, no haba tenido lugar en la situacin clsica anterior. Naceuna visin indita, que da un giro espectacular al pasar de una concepcin

    basada en el individuo a otra basada en los grupos, y categoras nuevas co-mo la incertidumbre hacen presencia, con lo cual, por supuesto, la cientifi-cidad neoclsica, entindase el uso de los mtodos de las ciencias naturales,

    se revela demasiado estrecha. Esta nueva situacin es resumida de la si-guiente manera:

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    La amplitud del mercado, o sea, la demanda agregada de be-

    neficios, se convierte en la fuerza conductora, no las rarts; y lademanda aadida es menos proclive a ajustarse a la representa-cin terica que la (idealizada) demanda individual.

    Por tanto, el comportamiento econmico se vuelve menos de-terminado desde un punto de vista analtico, con lo que las ex-

    plicaciones econmicas se ven despojadas de su aparienciacientfica (HEILBRONER y MILBERG, 1998: 55).

    Al mismo tiempo, el cambio de maximizacin de beneficios amotivos menos claramente especificables introduce otro elemen-

    to en la visin del comportamiento totalmente ausente en losmarshallianos. Se trata de la incertidumbre (HEILBRONER yMILBERG, 1998: 56).

    De esta manera, Keynes rompe con una ciencia econmica basada en leyesnaturales, para pasar a conceptos como la incertidumbre y los espritus ani-males, que permiten decisiones irracionales en los mercados de capitales.De la misma manera, las decisiones de acumulacin pueden tener un conte-nido ms social que natural, como puede verse en la obra keynesiana deJoan Robinson. La economa, con estos nuevos planteamientos, se aleja dela naturaleza y se acerca a la sociedad y la historia y le da oportunidad a la

    voluntad humana, por medio del gobierno como un actor fundamental. Lapresencia del gobierno es uno de los distintivos ms importantes de la visinkeynesiana, presencia que era absolutamente innecesaria en la visin margi-nalista.

    Si existe una presuncin visionaria que aleja el anlisis deKeynes de todas las situaciones clsicas previas es su decididaadscripcin del gobierno a un papel central en la determinacindel mpetu del mismo sistema (HEILBRONER y MILBERG,1998: 35).

    Todo esto sita las preguntas ms cerca de la sociedad real y a la vez mslejos de la cientificidad de la economa anterior.

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    En el campo analtico, el cambio ms significativo es el paso de la determi-

    nacin del precio individual a la demanda agregada y de la micromaximiza-cin a

    ..una concepcin del comportamiento que altera de un modoradical tanto los fundamentos motivacionales para la actividadeconmica como el producto objetivo de la misma (HEIL-BRONER y MILBERG, 1998: 54-55).

    Las posiciones keynesianas fueron sometidas a la elaboracin de sntesis,igual que los clsicos y los neoclsicos en su momento, para construir elconsenso entre los principales tericos del momento. Esta sntesis se logr

    con el modelo IS/LM, que emparentaba a Keynes con Marshall, sin importarque la aceptacin de tal modelo dejara por fuera uno de los principios mscaros al pensamiento de aquel, como es la incertidumbre. En todo caso:

    ..en los primeros aos de la posguerra haba aparecido una ver-dadera situacin clsica. Los economistas haban aceptado lateora general de Keynes de un modo que habra ms que satis-fecho las esperanzas del autor, aunque a expensas de un conside-rable debilitamiento de su poder y originalidad (HEILBRO-

    NER y MILBERG, 1998: 67).

    La situacin clsica keynesiana alcanz un reinado significativamente mscorto que su antecesora. Sus signos de debilitamiento empiezan a notarse afinales de la dcada de los aos sesenta. Algunos fenmenos nuevos, surgi-dos en dicha dcada, como es el caso de la estanflacin, empezaron a mos-trar baches en el aparato analtico de la teora keynesiana. Y, a pesar de lafortaleza de su visin, esta situacin clsica no resisti el embate. Al res-

    pecto dice la obra comentada:

    La conclusin que aparece con gran fuerza es la de que el en-foque keynesiano est profundamente, tal vez incluso fatalmen-te, daado por un marco analtico inadecuado para su tarea,

    equivocado en algunas de sus secuencias causales principales, ydesencaminado con respecto a la dinmica global del sistema

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    econmico en su conjunto (HEILBRONER y MILBERG,

    1998: 77).

    Analticamente el keynesianismo, en el mejor de los casos, esadaptable a la estanflacin, pero evidentemente no la anticipa.Desde el punto de vista de la visin, sin embargo, el keynesia-nismo alcanza un fuerte sentido explicatorio, puesto que nos

    permite comprender las exigencias socioeconmicas en las quela estagflacin puede llegar a dominar la escena (HEILBRO-

    NER y MILBERG, 1998: 84).

    La crisis de la situacin clsica keynesiana puede ser situada a inicios de la

    dcada de los aos setenta; desde ese momento, la historia del pensamientoeconmico no ha conocido una situacin clsica nueva. En opinin de losautores, la ausencia de una nueva situacin clsica obedece a la crisis devisin, reinante desde entonces.

    Desde el punto de vista analtico, varias tendencias se disputan la primaca,ellas son: monetarismo, expectativas racionales, neoclsica y neokeynesia-nismo. Todas estas propuestas tienen puntos coincidentes. Ellas dejan delado las propuestas no naturales de Keynes y regresan a los principiosfundamentales, propios de finales del siglo XIX, tales como el microanlisisy el concepto de individuo, a cambio de la sociedad. Hace presencia de nue-

    vo Rbinson Crusoe en la ciencia econmica. A todas estas tendencias seles podran dirigir las palabras de Marx, cuando hablaba de las robinsona-das dieciochescas.

    Ninguna de las mencionadas tendencias ha podido llenar el vaco dejado porla crisis del Keynesianismo. La nueva situacin clsica an est pendiente.Los autores de la obra comentada lo plantean de la siguiente manera:

    No se ha encontrado ningn sucesor al consenso keynesiano.El monetarismo, las expectativas racionales, el neoclasicismo yla economa neokeynesiana, todos ellos han buscado proporcio-

    nar este nuevo punto de acuerdo intelectual, pero sin xito. Porlo tanto, la caracterstica particular ms inmediatamente aparen-te de la poca despus del declive del keynesianismo es la diso-

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    nancia y el desorden que han sobresedo la unidad y la estabili-

    dad de la situacin clsica precedente. ...no podemos hallar unperiodo tal de prolongado desacuerdo en toda la historia delpensamiento econmico (HEILBRONER y MILBERG, 1998:122).

    LA CRISIS DE LA TEORA MODERNA

    El taln de Aquiles de las tendencias tericas de finales del siglo XX e ini-cios del XXI radica en su alejamiento de los problemas reales de la econo-ma, para refugiarse en las alturas abstractas del anlisis microeconmico.Y, por supuesto, como dicen los autores:

    ..hasta que el contexto social del comportamiento econmicosea reconocido abiertamente, la economa ser incapaz de tenerun papel til como intrprete de las perspectivas humanas. En untiempo ciencia en desgracia, ahora se convertir en escolsticairrelevante (HEILBRONER y MILBERG, 1998: 22-23).

    Esto ha hecho que todo intento por crear una nueva situacin clsica hayaconcluido en un necesario fracaso.

    ...el fracaso a la hora de alcanzar una nueva situacin clsica es

    el resultado del giro equivocado, en trminos de visin, que to-m el pensamiento econmico cuando se enfrent a una encruci-

    jada a principios de la dcada de los aos setenta (HEILBRO-NER y MILBERG, 1998: 39).

    Los tericos de la economa moderna dan la sensacin de que solamenterealizan esfuerzos en la direccin de perfeccionar el anlisis dejando relega-da la visin. No se puede negar, desde luego, los xitos obtenidos en trmi-nos de perfeccionamiento analtico, llegando a construir edificios lgicosadmirables. Como anotan los autores, en forma metafrica:

    El anlisis se ha convertido, por lo tanto, en la joya de la coro-na de la economa. A lo que nada objetamos. El problema es-triba en que el anlisis se ha convertido paulatinamente en la co-

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    rona misma, ensombreciendo la base material en la que se en-

    garza la joya (HEILBRONER y MILBERG, 1998: 19).

    La crisis de visin se expresa claramente en un alejamiento evidente delpensamiento econmico, respecto de los asuntos sociales y polticos y de larealidad social, en sentido general. A manera de ejemplo, veamos una citade Lucas, Premio Nobel de Economa:

    Segn el punto de vista de Lucas, una persona que pierde untrabajo puede, presumiblemente, limpiar zapatos en una estacinde tren o vender manzanas en una esquina. Si no hace ningunade estas cosas, est eligiendo no hacerlo (HEILBRONER y

    MILBERG, 1998: 149).

    Si entendemos el trabajo como una de las mercancas, las palabras de Lucassignifican que si el precio del trabajo descendiera indefinidamente, en algnmomento encontrara posible su venta. Si el precio desciende a una dcimao a una centsima parte, la venta puede realizarse, lo que es lo mismo, eltrabajador puede conseguir empleo. Si entendemos las crisis econmicas,como una situacin en la cual la oferta de mercancas es mayor que la de-manda, con la misma lgica se podra decir que los capitalistas voluntaria-mente dejan de vender sus productos, porque si los precios de stos se baja-ran a una dcima, una centsima o una milsima parte seguramente en cual-

    quier momento del descenso encontraran comprador. Existe en los econo-mistas modernos una doble manera de razonar, segn se trate de los capita-listas o de los trabajadores. No hay cierta dosis de esquizofrenia en la cien-cia econmica? En todo caso, esa manera de razonar justifica el sistemaexistente. Lucas se propone demostrar que el modelo vigente funciona per-fectamente y que problemas como el desempleo no tienen lugar realmente;todo supuesto desempleado, lo es porque voluntariamente no est dispuestoa cambiar de empleo, en el ejemplo, a pasar de gerente a vendedor de frutas.Ese es un razonamiento seguramente apologtico, defensor, en ltima ins-tancia, del sistema capitalista.

    Extraamente, ningn economista moderno plantea en forma explcita quesu ciencia estudia la economa de un sistema particular, el sistema capitalis-ta. Un pensador alemn, ya mencionado, afirmaba en el siglo XIX que:

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    Los economistas razonan de singular manera. Para ellos no hayms que dos clases de instituciones: unas artificiales y las de laburguesa son naturales. Las instituciones del feudalismo son ar-tificiales y las de la burguesa son naturales. Aqu los economis-tas se parecen a los telogos, que a su vez establecen dos clasesde religiones. Toda religin extraa es pura invencin humana,mientras que su propia religin es una emanacin de Dios. ... Demodo que hasta ahora ha habido historia, pero ahora ya no lahay (MARX, 1970: 104).

    Lo interesante del planteamiento, segn el cual el sistema capitalista es el

    nico natural, es que este sistema tiene solo quinientos aos de existencia,que es uno por ciento de los cincuenta mil aos que llevan los humanos enalgn tipo de actividad productiva. Por supuesto que los economistas no hanexplicado, si solo las relaciones de produccin de los ltimos quinientosaos son naturales, las actividades econmicas de los restantes cuarenta ynueve mil quinientos aos qu seran.

    De otra parte, es pertinente preguntarse por qu el pensamiento econmicoalternativo tampoco ha mostrado una visin, que pueda llevar a una salida

    plausible del impassemoderno. Entre estas posiciones alternativas se pue-den mencionar el marxismo y el institucionalismo, en su variante inicial de

    Thorstein Veblen y John Kenneth Galbraith; ambas escuelas cuentan convisiones claras, pero nunca han logrado posicionarse en la comunidad cient-fica.

    En el caso del marxismo, las razones obedecen fundamentalmente a doshechos significativos. En primer lugar, a que cualquier versin del marxis-mo es necesariamente asociada con los hechos econmicos y sociales delllamado Socialismo Real y, en segundo lugar, a que el radicalismo insosla-yable de las posiciones marxistas no es de buen recibo en el mundo acad-mico. Y en el caso del institucionalismo, referido a los dos autores mencio-nados, ms que propuestas positivas, ofrecen posiciones crticas a la reali-

    dad existente. Y la razn de mayor peso tiene que ver con lo siguiente:

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    Es bsico aadir que el fracaso de cualquiera de estos enfoques

    alternativos a la hora de alcanzar el predominio necesario paraconstruir una nueva situacin clsica se debe en parte a la rigi-dez y a la organizacin jerrquica de la profesin econmica.Quienes detectan cargos en las pocas universidades de elite tie-nen una cantidad de poder desproporcionado sobre salarios, pu-

    blicaciones y becas de investigacin incluyendo los fondos parainvestigacin... Las principales publicaciones acadmicas estnigualmente dominadas por artculos escritos por economistas deestas mismas escuelas. ... En el seno de una estructura de estanaturaleza, las posibilidades para un cambio bsico en la direc-cin del pensamiento son evidentemente limitadas (HEIL-

    BRONER y MILBERG, 1998: 132-133).

    En la comprensin de Bourdieu, diramos que el campo del pensamientoeconmico es bastante cerrado. Este filsofo y socilogo francs, fallecidorecientemente, planteaba, al respecto, lo siguiente:

    Digo que para comprender una produccin cultural (literatura,ciencia, etc.), no basta con referirse a su contenido textual, perotampoco con referirse al contexto social y conformarse con una

    puesta en relacin directa del texto y el contexto. ... Mi hiptesisconsiste en suponer que entre esos dos polos, muy distantes, en-

    tre los cuales se presume, un poco imprudentemente, que puedepasar la corriente, hay un universo intermedio que llamo campoliterario, artstico, jurdico o cientfico, es decir, el universo en elque se incluyen los agentes y las instituciones que producen, re-

    producen o difunden el arte, la literatura o la ciencia. Ese uni-verso es un mundo social como los dems, pero que obedece alas leyes sociales ms o menos especficas (BOURDIEU, 1994:74).

    Vale la pena decir aqu que, en el caso de Colombia, ese campo es tanto oms cerrado que en los Estados Unidos. Existe, en nuestro pas, un pequeo

    grupo de economistas, situado en no ms de cinco universidades y en lasinstituciones relacionadas con el gobierno central y los organismos financie-ros internacionales, que toma las decisiones sobre la financiacin de las in-

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    vestigaciones y la publicacin de libros y revistas de circulacin amplia,

    quienes deciden en forma inapelable sobre la verdad en materia de pensa-miento econmico. Cualquier planteamiento terico, en materia de pensa-miento econmico, que caiga fuera de los linderos del mencionado campo,se torna sencillamente invisible.

    LA ALTERNATIVA DE UNA SITUACIN CLSICA

    Los autores finalizan su obra con una propuesta de visin, que pueda sacaral pensamiento econmico de la actual crisis y que, eventualmente, lleve auna nueva situacin clsica.

    Al hacer un repaso a los contenidos de las visiones de la economa polticadel siglo XIX, es necesario anotar que algunos de ellos han sido superados

    por la historia. Si hablamos de la divisin en clases de los Clsicos, es in-dispensable anotar que la clase terrateniente ya no juega el papel que jugen aquel tiempo y que la clase de los trabajadores ha sufrido muchas trans-formaciones. Si hablamos de la visin de Carlos Marx, es necesario anotarque hoy no es aceptable un planteamiento que espere un cambio fatal de unmodo de produccina otro, basado en las leyes naturales de la historia.

    Una nueva situacin clsica, por tanto, debe atenerse a una visin y un apa-rato analtico correspondiente a las condiciones nuevas que plantea la eco-

    noma en el mundo de hoy. La alternativa nueva propuesta por los autoresdescansa en los siguientes puntos:

    1. Se debe reconocer que la ciencia econmica funciona en un sistema detipo capitalista y, por tanto, la visin debe contemplar las relaciones

    propias de dicho sistema.2. En la economa moderna tiene presencia muy significativa el sector p-

    blico, el cual se ha tornado tan importante como el sector privado. Hoyel capitalismo no es el sistema de la empresa privada, sino de los dossectores: pblico y privado.

    3. Por lo anterior, el Estado debe tener una presencia muy activa en la pol-

    tica econmica. Ya no a la manera de Keynes, o de tericos anteriores,solo para corregir los posibles errores del modelo, sino como parte cons-titutiva del sistema econmico.

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    4. El tipo de anlisis que corresponde a esta visin no ser el que use los

    mtodos de las ciencias naturales y se limite a los microcomponentes.Por el contrario, debe permitir el conocimiento de los problemas real-mente existentes en el mundo de la economa. Debe dar razn del sector

    pblico como del privado, as como de sus interrelaciones, as como dela dialctica entre lo macro y lo micro.

    5. En definitiva, el pensamiento econmico volver a ser Economa Polti-ca, ms cercano a la Sociologa y a la Historia que a la Fsica terica,con capacidad para recoger la herencia de pensadores universales comoPlatn, Carlos Marx, Sigmundo Freud, etc., adems de la herencia de losmatemticos. El pensamiento econmico debe acercarse de nuevo a sushermanas, las ciencias sociales y humanas. Aqu es bueno recordar la

    opinin de Edgar Morin, quien opina que

    ..la ciencia econmica es la ciencia humana ms sofisticada yms formalizada. Sin embargo, los economistas son incapacesde ponerse de acuerdo en sus predicciones, que con frecuenciason errneas. Por qu?. Porque la ciencia econmica se aisl delas otras dimensiones sociales y humanas que son inseparablesde ella (MORIN, 2001: 15-16)

    6. Esta nueva Economa Poltica, ms que predictiva, desempear el papelde gua para la construccin social del futuro. Como dicen los autores:

    Como consecuencia, la funcin analtica pierde algo de su ca-pacidad de tipo cientfico de depender de regularidades de com-portamiento subyacentes y adopta aspectos de juicio poltico ysocial ausentes en la aplicacin tradicional del comportamientoguiado por la simple maximizacin....El desafo consiste en la exigencia ineludible de que la econo-ma se contemple a s misma como una disciplina ms estre-chamente aliada con el conocimiento impreciso de las intuicio-nes polticas, psicolgicas que con el exacto conocimiento cien-

    tfico de las ciencias fsicas (HEILBRONER y MILBERG,1998: 161).

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    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    BOURDIEU, Pierre (1994). Los usos sociales de la ciencia, EdicionesNueva Visin, Buenos Aires.HEILBRONER, Robert y MILBERG, William (1998). La crisis de visinen el Pensamiento Econmico Moderno. Paidos, Barcelona.MARX, Carlos (1965). Historia Crtica de la Teora de la Plusvala.Edi-ciones Venceremos, La Habana.MARX, Carlos (1970). Miseria de la Filosofa.Ediciones Signos, BuenosAires.MILL, John Stuart (1978). Principios de Economa Poltica. Fondo de

    Cultura Econmica, Mxico D.F.MORIN, Edgar (2001). La cabeza bien puesta. Nueva Visin, Buenos

    Aires.SCHUMPETER Joseph A (1975). Historia del anlisis econmico.Fon-do de Cultura Econmica, Mxico D.F.SMITH, Adam (1985). La riqueza de las naciones. En: BIBLIOTECA DEECONOMA, Orbis, Barcelona.