Dialgo Extraordinario/ La última entrevista a María Vilanova de Arbenz (1915-2009)

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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES FLACSO SEDE-ACADÉMICA GUATEMALA La última entrevista a María Vilanova de Arbenz (1915-2009) FLACSO-GUATEMALA, 1987-2009, MÁS DE DOS DÉCADAS AL SERVICIO DE LA INVESTIGACIÓN Y LA DOCENCIA EN CIENCIAS SOCIALES No. Extraordinario Tercera época Guatemala, octubre de 2009

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La última entrevista a María Vilanova de Arbenz (1915-2009) / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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FACULTADLATINOAMERICANADE CIENCIAS SOCIALESFLACSOSEDE-ACADÉMICAGUATEMALA

La última entrevista a María Vilanova de Arbenz

(1915-2009)

FLACSO-GUATEMALA, 1987-2009, MÁS DE DOS DÉCADAS AL SERVICIO DE LA INVESTIGACIÓN Y LA DOCENCIA EN CIENCIAS SOCIALES

No. Extraordinario Tercera época Guatemala, octubre de 2009

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Este es un breve recorda-torio sobre la última en-

trevista que el autor mantuvo con doña María Vilanova y que flacso-Guatemala se compla-ce en publicar como homenaje a una gran mujer, cuyo aporte a la historia contemporánea de este país es aún desconocido para la mayoría de guatemal-tecos y guatemaltecas.

La entrevista fue realizada por Roberto García Ferreira, historiador uruguayo, sin duda un investigador privilegiado al ser el último en trabajar con doña María sobre su pasa-do. En el texto se utilizan materiales del archivo parti-cular de la señora Vilanova.

La úLtima entre-vista de maría viLanova de arbenz (1915-2009)

Roberto García Ferreira*

A los 93 años de edad, el pasado 5 de enero fa-

lleció la salvadoreña María Vilanova de Arbenz, viuda del ex presidente de Gua-temala Jacobo Arbenz. Tres décadas atrás se había ins-talado definitivamente en San José, Costa Rica, últi-mo país del largo y doloro-so destierro que se había iniciado forzosamente cin-cuenta y cinco años antes, cuando su esposo fuera derri-bado del poder por un golpe militar inspirado, diseñado y financiado por Estados Unidos a través de la Agencia Central

de Inteligencia (cia).

En palabras de un suspicaz funcionario estadounidense de la época, el problema era que el exitoso ejemplo arbencista –cuya piedra angular fue la Reforma Agraria– pudiera ex-pandirse:

“Guatemala se ha conver-tido en una amenaza cre-ciente para la estabilidad de Honduras y El Salvador. Su reforma agraria es una

poderosa arma propagan-dística; su amplio programa social de ayuda a los traba-jadores y a los campesi-nos en una lucha victoriosa contra las clases altas y las grandes empresas extran-jeras tiene un fuerte atracti-vo para las poblaciones de

los vecinos centroamerica-nos, donde imperan condi-ciones similares”.1

En medio de las tensiones propias de la guerra fría, aque-lla osadía de repartir tierras a indígenas y campesinos rá-pidamente fue asociada a la intervención del “comunismo internacional”. Como se recor-dará, a la acción encubierta de la cia se sumó la vehemente presión internacional del De-partamento de Estado que ais-

ló a Guatemala, presentándola como la “oveja negra”. Fue en-tonces que sobrevino el golpe militar que culminó con la re-nuncia del presidente Arbenz en la tarde del 27 de junio de 1954.

La Primavera Democrática había llegado a su fin y este evento decisivo de la guerra fría latinoamericana fue insis-tentemente debatido por los

estudiosos. Sin embargo, sus consecuencias no han reci-bido igual atención de los in-vestigadores.2 Entre ellas, una nada menor ha sido la de des-entrañar las principales peri-pecias del exilio de la familia Arbenz-Vilanova, cuyas penu-rias, en palabras de la propia doña María, no tuvieron com-paración.

Tal es el tema de mi tesis, cuyo objetivo central es de-mostrar el estricto control que la cia mantuvo sobre el ex pre-sidente y su familia desde que partieran al exilio y hasta 1971 en que Jacobo falleció.

En el afán de encontrar las fuentes con las que comple-mentar esta investigación pude tener el casi exclusivo privile-gio de conocer, entrevistar y trabajar junto a doña María Vi-lanova hurgando en su pasa-do. Esencialmente basado en las conversaciones que man-tuve con ella –marzo de 2007; julio y diciembre de 2008–, y de los varios materiales que conforman su archivo perso-nal –correspondencia privada; el manuscrito original de sus memorias; cartas familiares; artículos éditos e inéditos; re-cortes de prensa; información de la secretaría de la presi-dencia que incluye su actua-ción como primera dama; su biblioteca particular, etcétera, este artículo busca recordar y homenajear la memoria de una protagonista sobresaliente del proceso político más importan-te de la historia guatemalteca.

* Historiador uruguayo. Profesor del Departamento de Historia Americana de la Universidad de la República, Montevideo, Uruguay. Es autor de La CIA y los Medios en Uruguay. El caso Arbenz (Montevideo: Amuleto, 2007) que editará próximamente en Guatemala el CEUR de la USAC. Este artí-culo fue previamente publicado en periódico digital El Faro Académico de El Salvador.

1 Documento citado en Piero Gleijeses, La esperanza rota. La revolución guatemalteca y los Estados Unidos, 1944-1954 (Guatema-la: Editorial Universitaria, 2005), pág. 499.

2 Por dos aportes recientes véase Mark T. Hove, “The Arbenz Factor: Salvador Allen-de, U.S.-Chilean Relations, and the 1954 U.S. Intervention in Guatemala” en Diplo-matic History, 31:4, 2007, págs. 623-663; Max P. Friedman, “Transnational Meanings of the 1954 Coup in Guatemala: A Global Cold War Event”, inédito, 2007. Por una inteligente crítica al artículo de Hove véase Tanya Harmer, “The Arbenz Factor” en H-Diplo Article Review, November 6, 2007. [Disponible en: http://www.h-net.org/~diplo/reviews/dh/dh2007.html#hove]

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la familia y su casa paterna

María nació en El Salvador en abril de 1915, hija mayor de un matrimonio que en ese momento tenía una “sólida posición económica y social”. Su padre, José Antonio Vila-nova Kreitz, salvadoreño, se dedicaba al cultivo de café y algodón; mientras que su ma-dre, María Dolores Castro, era guatemalteca de nacimiento. Ella y sus hermanas crecieron en la finca San Francisco, una “hermosa residencia de estilo antiguo” que fue volada en un enfrentamiento entre la guerri-lla y el Ejército en 1985 duran-te la guerra civil.

Según expresó la propia doña María en el manuscri-to original de sus memorias –que contiene varias informa-

con nitidez no sólo en el pla-no económico. También la esfera política se convulsio-nó y los recordados sucesos de la “Matanza” –a inicios de 1932– habrían de pervivir para siempre en la sociedad salva-doreña. María y su familia no fueron ajenos a dichos suce-sos. Cuando la rebelión, ella tenía 16 años de edad, y en el manuscrito al que hicimos referencia consignó que re-cordaba “haber visto una mu-jer con su cabellera trenzada sobre su espalda bañada en sangre en esa época”. Su pa-dre –que era muy respetado por sus amigos que le decían “El Patrón”– participó activa-mente de la represión, pues fue llamado por el Gobierno a integrarse a las “brigadas civi-les” que castigaron a los insu-rrectos. “Recuerdo haber visto a mi padre salir a hacer ron-das con sus amigos, calzando botas y con traje de campaña” expresaba doña María.

Para una joven inteligen-te, inquieta, rebelde y sobre

de incentivar tempranamente la “sensibilidad social” de Ma-ría: “preparar los envíos para la tienda que había en una de las fincas en la que se expen-día básicamente alimentos de consumo popular”. En ella, es-cribía Vilanova, “los clientes eran los mismos trabajadores de las fincas, a quienes en un no muy lejano pasado se les pagaba con monedas acuña-das por los propietarios de las tierras”. Como me expresó el pasado año durante una de las entrevistas que mantuvi-mos, “mi familia era netamen-te anticomunista” y “yo me crié” observando cómo “el rico era dueño y el pobre no tenía nada… eso veía yo en mi fami-lia”. “Yo no estaba conforme” con ese “trabajo” proseguía, “y entonces me ponía a meditar” pues se trataba de una situa-ción que “no era justa”.

Como sabemos, el impacto de la crisis fue particularmen-te violento en El Salvador y sus efectos se dejaron sentir

ciones no incluidas en la ver-sión finalmente publicada–, cursó estudios primarios en San Salvador y dos años de secundaria en el Colegio La Asunción, luego de lo cual ella y su hermana Carmen fueron enviadas a un colegio de mon-jas en Estados Unidos. Allí las sorprendió la crisis del 29, que “angustió mucho a mi padre”, decidiendo que ambas regre-saran a El Salvador aunque no habían completado el bachille-rato. En ese contexto, su pa-dre también comunicó que les proporcionaría casa, comida y que el resto de sus gastos de-bía ser costeado con su propio trabajo. Por esa razón ambas se hicieron cargo de atender la oficina que administraba las fincas, llevando la caja chica, manejando la correspondencia y elaborando alguna que otra planilla. Sin embargo, de las tareas asignadas, una habría

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todo, sensible a la pobreza, aquel ambiente no le era por demás propicio para desarro-llarse. Tenía una “evidente in-clinación artística e intelectual” y al “vacío emocional” de sus progenitores se sumó el hecho de que nadie “hubiera pensa-do en perfeccionar” aquella vocación que tanto sentía. Su entusiasmo era tal que jun-

to a su hermana pagaron “de nuestro pobre sueldo clases [particulares] de química”. Sin embargo, su deseo de realizar una carrera universitaria se vería frustrado siendo siempre vivido con una “amargura muy grande”. Empero, cultivó el de-porte, concurriendo al Campo de Marte a jugar al tenis. Allí María conoció a un deportista

mexicano del que se enamo-ró. Su familia se disgustó por la relación y esa fue la razón por la cual su madre decidió llevarla de viaje a Guatemala. Por todo ello, “mi casa [pater-na] era muy triste” resumió en un escrito inédito donde trazó su “vida a grandes rasgos”.

Jacobo, “el suizo”

Cuando viajó a Guatemala, ella estaba ansiosa por desa-rrollarse: “yo quería independi-zarme y salir de mi rutina de mujer que no se había reali-zado”. Como se sabe, aquel

viaje habría de marcarla para el resto de su vida pues estan-do en Guatemala conoció a un cadete recién egresado de la Escuela Politécnica a quien apodaban “el suizo” y cuyo nombre era Jacobo Arbenz. Desde ese momento, según sus recuerdos, el “flechazo” fue mutuo: “me impactó cuan-do lo ví… de cuerpo varonil” aunque “no con músculos ex-cesivos, nada de tonterías”. De retorno a su país a finales de 1938, María pintó “de me-moria” y “a grandes rasgos un retrato de Jacobo”. El difícil entorno familiar “me apresuró [para] que yo me quisiera ca-

María y Jacobo durante una cena de gala

Visita de Jacobo Arbenz a la Guardia de Honor en 1945

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sar fuera de El Salvador” pues si bien “mi mamá expresó ca-riño hacia nosotros” no así “mi papá [que] era firme, seco” y no aprobó la relación con aquel joven militar.

De todas formas, el amor por Jacobo era intenso: “nos quisimos mucho… éramos la misma cosa… era muy boni-to… elegante, hermoso… un ser humano como él… era extraordinariamente agra-dable…consentible”. Guia-dos de esos sentimientos, contrajeron matrimonio en marzo de 1939 comenzan-do la vida en común. Jacobo era subteniente y ganaba es-casos 68 dólares por mes. Él “quería darme todo lo que no pedía yo”. Sin embargo, “vi-víamos muy económicamen-te. Yo tomaba un bus de tres centavos en vez de tomar el de 5”. Aunque ello difería no-toriamente de lo que habían sido sus orígenes, cuya hol-gada posición económica no le había supuesto privación alguna, María recordaba que “los cinco años de pobreza, con los mismos vestidos que llevé cuando me casé, no fueron los más tristes de mi vida por la pobreza”.

El carácter de ambos era bien diferente. Él “era muy perfeccionista, muy intro-vertido, no le gustaba alter-nar con la gente” ni “transi-gir”. Aunque “conmigo llegó a exteriorizarse bastante”, “mi esposo era muy tímido y retraí-do”. Mientras, “yo era valiente y rebelde, además de haberse despertado en mí el sentido de la justicia ante la miseria de los indígenas… obligados a traba-jar sin sueldo en los caminos del gobierno”.

Distantes en aquel aspecto, compartían una fuerte “afini-dad política y social”. Ya en-trados los años 40, Guatemala atravesaba una situación “muy

crítica” que se veía agravada por la “guerra mundial”. “Todos los sectores estaban descon-tentos con la dictadura” enca-bezada por Jorge Ubico que a mediados de 1944 decidió dar un paso al costado. Su suce-

sor, Federico Ponce Vaides, presentaba un anacrónico continuismo y sobre el mes de agosto de ese año Jacobo se enteró de que estaba en una “lista secreta de oficiales” a los que Ponce pretendía fusi-lar por conspiradores. Estaban en lo cierto ya que, poco más tarde, encabezados por él, un conjunto de militares y civiles inició un exitoso movimiento revolucionario que sobre el mes de octubre ocupó el po-der llamando a elecciones.

con arbenz en el gobierno

Tras el primer acto eleccionario en la historia del país fue elec-to Juan José Arévalo, quien le ofreció a Arbenz la cartera de

Defensa. Su actuación y cerra-da defensa del orden democrá-tico le valieron la candidatura a la presidencia, que obtuvo por una amplia mayoría de votos a finales de 1950. “Po-líticamente lo apoyé e impulsé siempre” recuerda doña María. Para ese entonces el matrimo-nio había evolucionado en su sensibilidad social: “¿por qué un pobre no puede abandonar su situación y ver la bondad y la belleza?” se preguntaban

ambos. Jacobo deseaba ser un “reformador” y Guatema-la necesitaba reformas. Entre ellas, la más apremiante tenía que ver con la tenencia de la tierra. Luego de experimentar en su propia finca y haber es-

tudiado a fondo el tema, im-pulsó la recordada Reforma Agraria. Aquel experimento amenazaba la hegemonía terrateniente y fue muy bien percibido en sus efectos: de haber proseguido el país se encaminaba hacia una refor-ma estructural. Hasta que el golpe detuvo tan significativo proceso parecía un sueño hecho realidad: sin embar-go, es “que cuando se quie-re levantar a los pobres eso es comunismo… tristemen-te”, recordaba María. Acer-ca de ello interesa citar sus últimas palabras al respecto: “Jacobo y yo vimos el comu-nismo como una cosa más… parecía el avance… el cre-cimiento de la humanidad y de los pobres”, pero eso de que éramos comunistas “me daba risa”.

las penurias del exilio

Expulsados del gobierno y del país, llegaron los días difíciles: además de afron-tar la derrota había que sa-car adelante a la familia. “Cuando cayó el gobierno… mi esposo no había previs-

to el exilio”, “los errores se los achacaron únicamente a él” y por eso “se desmoralizó desde 1954”.

Breves vacaciones en Méxi-co, luego Suiza, Checoslova-quia y Francia, pero siempre, la extrema frialdad con que eran recibidos hacía incómo-da la vida familiar. La CIA los controló de cerca de través de sus colegas en los servicios secretos de varios países;

María y Jacobo durante una gala de la transmisión de mando

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además de ello influenció decisivamente a los más importantes medios de prensa latinoamericanos y europeos, que difundie-ron una oficiosa y osten-sible “propaganda negra” contra “Jacobo el Rojo”; el Departamento de Es-tado presionó y protestó diplomáticamente inten-tando cercenar al máxi-mo sus derechos como refugiados políticos; la cancillería guatemalteca lo controló con especial cuidado vigilando siem-pre que fuera posible las actividades de Arbenz y su familia; y otro tanto hicieron, desde su propio entorno político, algunos supuestos “amigos” que en realidad trabajaban como informantes del es-pionaje norteamericano.

En ese sentido, una relativa estabilidad consiguieron en 1957 cuando arribaron como asilados al Uruguay, permane-ciendo hasta 1960, cuando la familia partió rumbo a Cuba, que parecía prometer una vida con mayor libertad. Aun-que no fue lo que espera-ban, de hecho pudo ma-nifestarse públicamente, conceder entrevistas y participar de actividades políticas. Sin embargo, allí tampoco hubo co-modidad: para los victo-riosos cubanos Arbenz ejemplificaba al “derro-tado” por el “imperialis-mo”. En 1965 sobrevi-no otro drama familiar: la hija mayor del matri-monio, con una promi-soria carrera de ac-triz, se suicidó. Seis años más tarde y en solitario, murió Jacobo. Vivía muy humildemente en México, a don-de había llegado poco antes solicitán-

dole –por medio de una tan no-ble como dolorosa misiva– al presidente mexicano de turno que, aunque más no fuera, le permitiera vivir cerca de Gua-temala. Le habían diagnostica-do una enfermedad que nunca quiso atender. La noticia sor-prendió a la propia doña María

que no quería

3 María Vilanova de Arbenz, Mi esposo, el pre-sidente Arbenz (Guatema-la: Editorial Universitaria, 2000).

creerlo: “muy límpidamente bien nos amamos”, recordaba, “yo había llegado a la etapa de pensar que no había hombre bueno” pero “con Jacobo nada de vueltas…”, “él me quería de verdad y yo también a él… fui-mos muy sinceros el uno con el otro” prosigue.

la vida sin Jacobo

Pese a que nunca dejó de echarlo de menos, siguió adelante con sus nego-cios, estableciéndose definitivamente en San José durante 1979. Par-ticipó de la repatriación a Guatemala de los restos de su marido en 1995, poco después publicó un libro de memorias.3 Hasta que sus fuerzas le alcanzaron, se mantuvo activa, sobre todo leyen-do. Su poesía inédita es altamente ilustrativa de cuán doloroso fue el exi-lio:

“Mundo de afrentas. Mundo de rencores. In-justicia humana, Qué duro golpeas! Si auxi-lias a alguno, otros se

molestan. Y entre tus ‘ami-gos’ muchos te desprecian. Unos te traicionan, y otros que se quejan porque no les haces una reverencia”; “es que ya va cumpliéndo-se mi vida” y “ya he vivido exilios y desiertos, y todos los disfraces de la muerte”.

Lamentablemente, el destie-rro sólo terminó con su muerte. Con una región nuevamente acicateada por las desagra-dables consecuencias de un

golpe militar, este rápido re-paso descriptivo del altísi-

mo precio que Jacobo y María debieron pagar

por “meterse a revo-lucionarios” renueva su especial interés y en esa dirección se dirigen estos breves recuerdos.

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actividades de académicas y cuLturaLes en homenaje a La revoLución de octubre

Martes 13 de octubre: Coloquio “Periodismo y crítica cultural”. Ponentes periodistas Mar-cela Gereda, José Luis Aceituno y Rosina Cazalli, columnistas de la página cultural de elPeriódico. La mesa fue coordinada por el maestro Luis Raúl Salvadó, coordinador del Programa de derechos humanos de FLACSO-Guatemala.

Maestro Óscar Vargas Romero, guatemalteco revo-lucionario, músico, maestro, director de coros ygestor cultu-ral.

Tuvo una larga como fructífera actividad educativa, organizacional, sociopolítica y ar-tística, con especial dedicación a la música, el canto y la dirección coral, como parte de su preocupación por el desarrollo educativo y difusión de la educación estética y las otras áreas de las bellas artes.

Durante el periodo revolucionario

para impulsar proyectos similares a los realizados en Guatemala.

(1944-1954) fue el principal artífice del proyecto artístico/cultural de la Revolución. Destacan entre sus lo-gros la fundación del Departa-mento de Educación Estética (más tarde Dirección General de Bellas Artes y Extensión Cultural) y bajo su cobijo la creación de la Orquesta Sinfó-nica Nacional, el Ballet Gua-temala, el Coro Guatemala y el Grupo de Teatro Nacional. Al producirse la contrarrevo-lución en junio de 1954, el profesor Vargas Romero tuve que asilarse en la embajada de Ecuador en Guatemala. A par-tir del año de su exilio traba-jó tesoneramente en ese país

jueves 15 de octubre: homenaje a óscar vargas romero, con La participación deL coro nacionaL de guatemaLa

Viernes 9 de octubre: Mesa redonda “Las políticas y la Revolución de Octubre de 1944”. Ponentes doctor Carlos González Orellana, viceministro de Educación, durante el gobierno de Juan José Arévalo y secretario de divulgación en el perido de Jacobo Arbenz; doctor Jorge Solares, historiador y antropólogo social, director general de la Dirección de Exten-sión de la USAC; poeta Francisco Morales Santos, Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” (1988). La mesa fue corrdinada por el licenciado Hugo Leonel de León, coordinador editorial de FLACSO-Guatemala.

Miércoles 14 de octubre: “Espectáculo de Clown”. Elementos históricos del arte como medio liberador y sus representaciones sociales. Interesante conferencia y puesta en escena a caro del maestro Selvin Sunuy.

En 1978, invitado por la Univer-sidad de San Carlos de Guatemala, regresa a su patria, donde es galardo-

nado con la medalla “Dolores Batres de Zea” y la realiza-ción en su honor del Primer Festival Internacional de Coros. El 9 de oc-tubre de 1998, en la embajada de Gua-temala en Ecuador, se le entregó la Or-den del Quetzal en el Grado de Gran Oficial. Murió en Quito, Ecuador el 2 de febrero de 2002.Foto: hdelP

Foto: JLópez

Foto: JLópez

Foto: JLópez Foto: JLópez

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Publicación mensual de flacso-Guatemala y elPeriódico

Secretario general de flacso

Francisco Rojas AravenaSan José, Costa Rica

CONSEJO ACADÉMICO DE flacso-GUATEMALAVirgilio Álvarez Aragón- director

Oscar López / Marcel ArévaloAura Cumes/Claudia Donis / Virgilio Reyes

Simona V. Yagenova/Edgar F. MontúfarLuis Raúl Salvadó/Edmundo Urrutia

Coordinación, diagramación y corrección: Hugo de León P.

Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 24147440Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gtEsta publicación es posible gracias al apoyo

financiero de asdi/sarec

Las ideas expresadas en esta publicación no nece-sariamente son compartidas por

FLACSO-Guatemala y su patrocinador

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO-Guatemala

La Facultad Latinoame-ricana de Ciencias So-ciales, FLACSO-Guatema-la, inició sus actividades en 1987 y fue reconocida formalmente por el Estado guatemalteco ese mismo año, por medio del Decre-to 96-87 del Congreso de la República. 30 mil ejemplares

eLinor ostrom, premio nobeL de economía 2009

Claudia Dary F.

Flacso se congratula por la asignación del Premio

Nobel de Economía a la doc-tora estadounidense Elinor Ostrom, el cual le fue entre-gado el 13 de octubre por la Real Academia de Ciencias de Suecia

La autora de El gobierno de los bienes comunes. La evo-lución de las instituciones de acción colectiva (1990), esta-bleció contacto con el Área de medio ambiente y desarrollo rural de flacso a mediados de los años 90. Fue específica-mente el Taller de Teoría Políti-ca y Análisis de Política Públi-ca de la Universidad de Indiana en la ciudad de Bloomington y

el Centro Estudios sobre Insti-tuciones, Población y Cambio Ambiental (cipec) de la misma universidad las que acogieron a varios investigadores de la Facultad Lati-noamericana de Ciencias Sociales-Se-de Guatema-la, quienes recibieron el curso Interna-tional Forestry R e s o u r c e s and Institutions (ifri) en dicha universidad. Ello les permi-tió afianzar sus conocimientos sobre la institu-cionalidad local para el manejo de recursos naturales de pro-piedad colectiva.

Las profesoras –ex alumnas

de la doctora Ostrom– Cathe-rine Tucker, norteamericana (cipec) y la socióloga mexicana Leticia Merino Pérez (unam), fueron docentes del curso de

Forestería co-munitaria que flacso-GUA-TEMALA, im-partió durante varios años

La doctora Ostrom de-safió la teo-ría de Garret Hardin, quien suponía que la propiedad comunal era equivalente al acceso abier-to. Para Har-

din, los recursos naturales de propiedad común tendían a ser depredados rápidamente por los pobladores, ya que cada individuo priorizaba y maximi-

zaba sus propios intereses y necesidades. Por el contrario, Ostrom logró demostrar, luego de recoger evidencia empíri-ca en muchos países de Asia, África, Europa y América Lati-na, que las comunidades son capaces de autogobernarse y dictar normas y reglas para el acceso y uso de los recursos comunales. El punto nodal de la propuesta de Ostrom es que la salud de un bosque o de un sistema de riego, son en buena medida, resultado de una organización comuni-taria en donde sus miembros han sabido comunicarse y so-cializar las normas que dictan quién tiene derecho a utilizar los árboles, los animales, el agua y los minerales que se encuentran en un terreno compartido, así como cuándo y bajo que condiciones con-cretas pueden estos recursos ser empleados.