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Parece insólito hablar de la devaluación de la movilización social;
aunque se consideraba, antes, en los tiempos de las movilizaciones
vitales, la circunstancia del desgaste de algún tipo de movilización; por
ejemplo, la huelga, por su uso constante. Sin embargo, de lo que
hablamos, ahora, es distinto, pues se trata no de una devaluación por
su uso, si se quiere, su abuso, debido al desgaste; sino de la
devaluación de acuerdo a los contenidos y fines de la movilización
misma. Las movilizaciones sociales, sobre todo, las anti-sistémicas, se
caracterizan por sus demandas de contenido social. Esta característica
lleva a la composición de la organización del movimiento social, a las
organizaciones y sujetos sociales involucrados, a interpelar al gobierno,
a sus políticas, también al sistema mismo. La historia de los
movimientos sociales habla exhaustivamente de esta característica
interpeladora de los movimientos sociales. No vamos a retenernos en
esta rica historia de la movilización social; nos remitimos a los textos
donde nos ocupamos de los tópicos y temáticas de los movimientos
sociales bolivianos y latinoamericanos1. Lo que interesa ahora es
detenernos analizar un fenómeno, que no deja de ser sorprendente, el
que denominamos la devaluación de los movimientos sociales; se trata
de una devaluación estructural. Nos referimos al empobrecimiento de
los proyectos sociales, sin hablar todavía del empobrecimiento de los
proyectos políticos; también del empobrecimiento de los contenidos y
los fines de la movilización.
Por ejemplo, si antes, durante el lapso de la movilización prolongada
en Bolivia (2000-2005), incluso antes, las movilizaciones sociales se
constituían por la defensa de los derechos adquiridos, conquistados y
plasmados normativamente. En la medida que la movilización social
se conforma haciéndose cargo de demandas de mayor alcance,
adquiriendo una connotación política, el alcance de la interpelación
adquiere proyecciones nacionales; la defensa de los derechos se puede
convertir en defensa de la soberanía; por ejemplo, defensa de los
recursos naturales. En la movilización prolongada, se sucedieron
movilizaciones sociales de connotación nacional, cuando la defensa de
los bienes comunes interpela directamente al gobierno y al proyecto
neoliberal, embarcados en una agenta de privatizaciones, de los
recursos naturales, de las empresas estatales, de los ahorros de los
trabajadores. El 2000, particularmente la defensa del agua deviene en
una movilización regional, que compromete a la ciudad capital de
Cochabamba y a la región misma valluna. La forma de organización de
1 Ver Acontecimiento político. https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/23/acontecimento-politico-i/. https://pradaraul.wordpress.com/2016/09/10/ideologia-juridico-politica-ii/.
la movilización social fue la Coordinadora de la Defensa del Agua y de
la vida. La secuencia de movilizaciones que atraviesan seis años de
luchas sociales, corresponde a la historia reciente de las luchas sociales
y políticas emancipadoras, en el contexto de la implementación del
proyecto neoliberal.
Si comparamos esa etapa de movilizaciones con las que se dan después
del 2009, año de la promulgación de la Constitución del Estado
Plurinacional de Bolivia, veremos un contraste marcado. La mayoría de
las movilizaciones cambian de sujeto social, cambian sus objetivos y
trastocan sus contenidos. Un ejemplo particular es el movimiento de
los que venden ropa usada, que llega de contrabando. El sujeto social
es casi, por así decirlo, gremial; se trata de comerciantes al por menor,
atados a comerciantes al por mayor, que encuentran una estrategia de
sobrevivencia en la venta de ropa usada. Si se quiere, por lo menos
gran parte de los “ropavejeros” son más pobres, más vulnerables y
dependientes; sin embargo, sus objetivos son extremadamente
limitados, circunscritos a una demanda de carácter, más bien
provisoria; además, inscrita en la demanda del derecho a comerciar,
en condiciones no normadas, ni aceptadas por la estructura
institucional de la economía.
No se trata de desconocer el derecho a defender la fuente de trabajo,
que, en este caso, es la venta informal de ropa usada, sino de
comprender las condiciones y las características de estas
movilizaciones sociales no-anti-sistémicas. Comprenderlas, más bien,
como síntomas de su incompletud del sistema; también de su
decadencia. Hay que leer qué nos dicen estos movimientos,
circunscritos a su provisionalidad propia, y a su extremadamente corto
alcance. Hay que entender el funcionamiento del contexto donde se
mueven estas movilizaciones provisorias.
¿Se trata de movimientos sociales que se hacen visibles cuando un
gobierno popular no resuelve, de manera integral, la problemática
social y económica del país? ¿Se dan porque todo el mundo, sobre
todo, los que fueron excluidos, en este caso, los más excluidos, hasta
ignorados, pues no pertenecen a ninguna clase social, clasificada por
la sociología, consideran que, ahora, en las condiciones democráticas
del gobierno popular, pueden manifestarse? ¿Estos movimientos
señalan los límites de las ciencias sociales, por lo tanto, los umbrales
de su desconocimiento de la complejidad social? Estas preguntas
requieren investigaciones en profundidad, de caso y comparativas. En
espera de ellas, lanzaremos algunas hipótesis interpretativas y
orientadoras.
Movimientos sociales provisorios
1. Toda sociedad o, mejor dicho, formación social, sobre todo,
estructurada sobre la base de la diferenciación social, económica,
cultural y política, supone una pluralidad de demandas distribuidas
en el tejido social. Estas demandas se hacen visibles cuando se
manifiestan, en los pliegos petitorios, en las movilizaciones, en los
reclamos e interpelaciones; incluso, realizándose, en las conquistas
de los derechos a las demandas; mejor, aún, materializándose en
los hechos. Sin embargo, esta evidencia de las demandas, no quiere
decir que no haya demandas latentes o no dichas, no dadas a
conocer; también, demandas que no han adquirido una dimensión
mayor al tamaño del fragmento local, siendo débil en su enunciación
o, incluso ocultada.
2. Visto de esta manera, no debería sorprendernos, que aparezcan
demandas de carácter provisorio, muy circunscritas,
correspondientes a sujetos sociales arrinconados más allá de los
mismos márgenes reconocidos por las ciencias sociales. Estas
demandas, que podían haber estado en su condición latente o,
desconocidas, por su debilidad expresiva o por haber sido
francamente ignoradas, aparecen cuando se dan las condiciones de
posibilidad de hacerlo.
3. En el caso de los “ropavejeros”, la demanda, si se quiere, de
carácter “informal”, por las características mismas de lo
demandado, la demanda aparece con la movilización de los
“ropavejeros”. Las condiciones en las que aparece son las que
permite el gobierno popular, que según su auto-identificación es un
“gobierno de los movimientos sociales”.
4. Lo sugerente es que este movimiento de los “ropavejeros” afecta al
supuesto proyecto de industrialización, así como a la política de
defensa de la producción nacional. El gobierno popular es
cuestionado, no políticamente, menos ideológicamente; tampoco
por un discurso elaborado, sino de manera existencial, por así
decirlo. La presencia de los “ropavejeros” muestra los rincones de
una sociedad desconocida, a pesar de la ideología y de las
pretensiones de verdad de las ciencias sociales.
5. La pregunta: ¿Puede viabilizares un proceso de industrialización;
disminuyendo el alcance, un proyecto de defensa de la economía
nacional, en sociedades donde habitan sujetos sociales que se
encuentran más allá de la pobreza, y no tienen existencia legal en
el campo económico? Para decirlo rápidamente, los proyectos de
industrialización, en su versión general, de “desarrollo”, son
elaborados considerando el referente de una sociedad estructurada
acorde al imaginario institucional y a como las ciencias sociales lo
define. No se trata pues de la sociedad efectiva, que responde, mas
bien, a la complejidad dinámica singular de la sociedad particular.
Sin considerar nuestra posición crítica de la economía política de
desarrollo2, diremos que no hay condiciones de posibilidad del
desarrollo, menos en su versión de industrialización, cuando las
sociedades institucionalizadas se componen de estas exclusiones
dramáticas y extremas, que convierten a parte de la población en
exceso desechable. La incorporación al trabajo industrial, de la
revolución industrial, de la población migrante a las ciudades y
despojada de los medios de producción o trabajo, es ya un
reconocimiento implícito en el campo económico y en el campo
jurídico. En sociedades donde no se produce esta incorporación,
estas poblaciones quedan en condición de exceso desechable. Son
un síntoma categórico de la ausencia de condiciones de
posibilidades para el “desarrollo” y la industrialización. Si alguien se
le ocurre decir, que precisamente por esto, por esta situación
desesperada, es urgente el “desarrollo” y la industrialización; hay
que decirle que la industrialización no es un desenlace de las buenas
intenciones, sino de la combinación de disponibilidades de fuerzas,
de recursos, de masa crítica científica, de capacidad tecnológica y
dosis de ampliaciones democráticas. Esto, comprendiendo, la
imbricación del contexto nacional y el contexto internacional. Si no
se da la industrialización y la presencia de las poblaciones del exceso
desechable persiste, es porque no existen las condiciones de
posibilidad para la industrialización. Que lo urgente es atender a
estas poblaciones ignoradas y así poder hablar con alguna
coherencia de democracia, de profundización de la democracia, de
“revolución democrática y cultural”.
6. Estas demandas y estos movimientos sociales provisorios, son
también intermitentes y discontinuos; aparecen y reaparecen, en
sociedades institucionales que no se abarcan, no se completan, no
reconocen la existencia de todos los sujetos sociales.
2 Ver Crítica de la Ideología. https://pradaraul.wordpress.com/2015/12/18/critica-de-la-ideologia-i/. https://pradaraul.wordpress.com/?s=Cr%C3%ADtica+de+la+ideolog%C3%ADa+II.
Ahora bien, lo que vimos, en el caso particular, el de los “ropavejeros”
que usamos como ejemplo, se trata de uno de los movimientos sociales
no-sistémicos, que se evidenciaron, después del 2009, incluso antes,
el 2006, cuando estalló el conflicto entre cooperativistas mineros y
obreros mineros de la empresa estatal. No nos vamos a referir, ahora,
al cuadro de estos movimientos sociales; lo hicimos al respecto del
movimiento social del cooperativismo minero en otros escritos3;
queremos, más bien, contrastar este movimiento social no sistémico,
de carácter provisorio y discontinuo, con otro movimiento social no-
sistémico, de otras características. Hablamos de movimientos
corporativos o sindicalizados, que, a diferencia, del ejemplo anterior,
no son pobres, ni se encuentran en el más allá de la pobreza; sino que
son relativamente privilegiados al contar con la propiedad del
instrumento de trabajo, tener ingreso constante, aunque variado.
Estos movimientos sociales no-anti-sistémicos manifiestan demandas
del sector, que buscan mejorar las condiciones de trabajo, las
condiciones de acceso a los medios de trabajo, a las condiciones
tributarias que los favorezcan. Tendremos como ejemplo, al sindicato
de los transportistas, sus demandas y sus movilizaciones.
La movilización social no-anti-sistémica de los transportistas, responde
a una estructura de demandas gremial, que exige exenciones, que
ayuden a mejorar sus condiciones de trabajo, de ingreso y de
desenvolvimiento. Como se puede ver, los objetivos son limitados y
circunscritos, benefician al gremio; están lejos de una convocatoria
más allá del gremio. No es una convocatoria a la sociedad o parte de
ella, solo al gremio mismo. Se podría hablar hasta de una demanda
egoísta, pues desconoce el derecho de los usuarios. Por lo tanto, la
legitimidad del derecho reclamado no se legitima, pues, al desconocer
otros derechos, pierde el valor de principio político y democrático. Ya
no es un derecho, sino una reivindicación que adquieren el perfil de un
chantaje.
3 Ver Humanidades vulnerables y Oikos despojado. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/humanidades-vulnerables-y-oikos-despojado/.
No se dice, de ninguna manera, que no se puede y no se tiene
“derecho” a reclamar por mejores condiciones de trabajo, de acceso al
medio de trabajo, a sus repuestos y otros accesorios; a buscar mejores
condiciones tributarias. Nada de esto, si se quiere, están en lo justo,
desde la perspectiva de que todo el mundo tiene derecho a mejorar
sus condiciones de vida. Sino, que si la demanda se plantea en el
campo de los derechos, para que sean tales, es menester reconocer
otros derechos y no tirarlos por la borda, como si los únicos que
existieran o tuvieran “derecho” a tener derecho y reclamar, fueran los
del auto-referido gremio. Cuando ocurre esto, se cae en lo que
llamaremos el chantaje emocional.
Es a esta clase de movimientos sociales que nos referimos cuando
hablamos de devaluación de la movilización social. Obviamente, el
movimiento social no-anti-sistémico de los transportistas no es el único
perfil de los movimientos mencionados. Los hay variados y distintos.
En el presente ensayo, no vamos a ser exhaustivos con el cuadro de
estos movimientos; nos interesa remarcar en el contraste entre este
movimiento social no-anti-sistémico, que no es provisorio, ni
intermitente, ni discontinuo, pues su organización sindical permite la
continuidad, la permanencia, la recurrente demanda, y el movimiento
social no-anti-sistémico provisorio. También ocurre porque son
reconocidos, existen legalmente en el campo económico y en el campo
jurídico.
Se puede decir que el conjunto de estos movimientos sociales no anti-
sistémicos, gremiales y corporativos, tiende a convertir los reclamos
en derechos. No hay que olvidar que los derechos son universales, no
particulares, atendiendo a la formación discursiva moderna. Para
aclarar y evitar confusiones daremos un ejemplo; los derechos de las
naciones y pueblos indígenas son derechos en el campo jurídico y en
el campo político, considerando lo que podría llamarse la evolución
jurídica. Son concebidos en la ideología jurídica como universales. Son
universales también filosóficamente; corresponden a la humanidad, a
la composición plural, múltiple y diferencial de la humanidad. La
humanidad no sería humanidad sino por su composición combinada,
variada y múltiple de sus manifestaciones histórico-culturales.
Como se puede ver, no es el caso de los reclamos gremiales, que se
circunscriben a un discurso meramente gremial, quedando su demanda
limitada al gremio. Para decirlo con tono teórico, sin pretensiones de
verdad, diremos que los movimientos sociales no-anti-sistémicos,
orgánicos y hasta sindicalizados, circunscritos al sectorialismo o al
gremialismo, buscan la movilidad social, no la reforma social, menos
la transformación social. No son, en estricto sentido, movimientos que
pueden convertirse en políticos, aunque puedan ser usados por
políticos, pues su limitación gremial los circunscribe a los límites de la
economía institucionalizada.
Si se dan estos tipos de movimientos sociales no-anti-sistémicos, se
debe a los desajustes del sistema mismo; también a las concurrencias
entre sectores y gremios, de contar con más privilegios. No persiguen
cambiar el sistema, tampoco reformarlo; solo quieren ser parte de él,
en las mejores condiciones posibles.
Solo al populismo, al “gobierno progresista”, se le puede ocurrir
confundir este movimiento social no-anti-sistémico con los
movimientos sociales anti-sistémicos, de los que se reclama ser
gobierno. Esta confusión comparte con otra, se considera “gobierno de
los movimientos sociales”; no puede serlo, no solo porque es una
contrasentido decirlo; no puede haber un “gobierno de los movimientos
sociales”. El gobierno ya no es movimiento, ni corresponde a la
movilización, sino a la gubernamentalidad. Dejando de lado esta
observación teórica, la otra confusión es que no entiende que fue parte
del conjunto de los movimientos sociales anti-sistémicos durante la
movilización prolongada; nada más. Para ser “gobierno de los
movimientos sociales” se debe reconocer al conjunto de los
movimientos sociales, ser parte de este conjunto; abarcar sus
pluralidades y sus demandas, sus derechos, sus proyectos, sus formas
propias de participar y ejercer la democracia. En la medida que su
particularidad, la particularidad populista, pretende absorberlos y
subsumirlos, restringiéndolos a la trivial imagen que tiene de ellos, no
hace otra cosa que ratificar ser un gobierno como cualquier otro, que
pretende representar a la totalidad, cuando esta totalidad ha
desaparecido de la proyección de sus políticas.
Diseminación de la política
Dijimos que la política desaparece justo cuando se nombra como tal en
la modernidad; la política, cuyo sentido deriva de polis, que connota el
cuidado de la ciudad, el cuidado del cuerpo, el cuidado de la sociedad,
que, por lo tanto, articula ética y política, desaparece en la modernidad,
cuando precisamente se separa ética de política; reduciéndola a un
método de astucia chabacana, el que enuncia el fin justifica los medios,
que no es otra cosa que el enunciado de la dominación descarada4.
Este es el contexto de la diseminación de la política. Esta diseminación
adquiere formas peculiares en los desenvolvimientos singulares de esta
diseminación, dependiendo de las formaciones sociales singulares. En
Bolivia esta diseminación de la política ha asumido las características
de una simulación barroca. El enunciado el fin justifica los medios ha
llevado a los gobernantes y partidarios populistas a los más
descarnados procedimiento de “astucia” política, que deberíamos
llamar descarnada manipulación. La ética no solo habría sido separada
de la política, sino que se hace gala de haberla excluido
completamente. En estas condiciones de la historia reciente de la
política nacional, la diseminación de la política adquiere ribetes de
decadencia desenvuelta y cruda.
No solo el autonombrarse “gobierno de los movimientos sociales” es
una sorna, ya no ironía, sino una mueca grotesca, en el contexto del
ejercicio de la convocatoria prebendal; una vez desaparecida la
convocatoria de la movilización. Cuando, además, se hacen evidentes
no solamente los límites de la segunda versión de los gobiernos
populistas, sino que considerando estos límites, deciden retroceder
más acá de lo que hicieron los gobiernos nacional-populares de a
mediados del siglo XX. Se trata de un gobierno que ha desnacionalizado
con los “contratos de operaciones” lo que el decreto “Héroes del Chaco”
había nacionalizado; se trata de un gobierno de mayor compulsión
extractivista, no solo al expandir e intensificar el extractivismo, por lo
tanto, la dependencia, sino haber ido más allá que los gobiernos
neoliberales con la Ley Minera. Esta Ley no solo mantiene las
proporciones tributarias al Estado, demarcadas por el neoliberalismo,
sino que hace concesiones inauditas a las empresas trasnacionales del
extractivismo minero, regalando el agua y entregando los espacios
anexos a las concesiones. Se trata de un gobierno que ha delatado su
vocación anti-indígena en el conflicto del TIPNIS, desconociendo
4 Ver Ethos y politeia. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/ethos-y-politeia/.
explícitamente, en la práctica, la Constitución y los derechos de las
naciones y pueblos indígenas, consagrados constitucionalmente.
Empero, no son los únicos síntomas de la decadencia y de la
diseminación de la política, hay otros, que tienen que ver con el
ejercicio cotidiano de la política. La administración pública de las
gestiones del “gobierno progresista” fue lamentable, no solo pésima
sino hasta catastrófica. Del aparato ejecutivo, el único ministerio que
funcionó y funciona es el de Economía y Finanzas Públicas. En lo que
respecta al Congreso; la mayoría absoluta populista se ha encargado
de avalar todos los actos del ejecutivo, a pesar que muchos de ellos
develaban vulneraciones de la Constitución. Aprobaron leyes y
decretos sin haber tenido tiempo de leerlos; llegando al extremo de
haber aprobado contratos o convenios que estaban escritos en inglés.
La Asamblea legislativa se ha ocupado de perseguir a los opositores,
de encontrarles toda clase de delitos, para anularlos.
El panorama municipal no deja de ser menos calamitoso; la mayoría
de los municipios administrados y gobernados por el MAS han sido
caóticos, además de haber caído fatalmente a otro método del fin
justifica los medios, el de la apropiación de los recursos municipales;
en otras palabras, la corrupción. No contentos con esto, cerrando los
ojos ante un panorama tan destructivo, creyendo que se salvan de la
responsabilidad, llevando a juicio y hasta la cárcel a unos cuantos
chivos expiatorios, desatan una actividad obstaculizadora, hasta
agresivamente intervencionista, de las administraciones y gobiernos
municipales y departamentales que gestiona la “oposición”. En algunos
casos, donde ésta ha demostrado, por lo menos, una buena
administración, lo que hacen los partidarios del “gobierno progresista”
termina tirando por la borda lo poco conseguido como autonomías
municipales y departamentales.
Sin pretender una exposición más pormenorizada sobre la decadencia
y la diseminación de la política, en la coyuntura del “gobierno
progresista” – en esta exposición no es menester hacerlo5 -, esta breve
descripción nos muestra los niveles de la decadencia y el grado de
diseminación de una forma de gubernamentalidad clientelar, de una
5 Ver Prácticas y cartografías de la impostura. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/practicas-y-cartografias-de-la-impostura/.
expresión discursiva demagógica y del ejercicio del poder barroco;
mezclando formas de poder institucionalizadas y formas de poder no
institucionalizadas, formas de poder del lado luminoso de las
dominaciones y formas de poder del lado oscuro de las dominaciones6.
6 Ver El lado oscuro del poder. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/el-lado-oscuro-del-poder/.