Después de cazar pulpos

3
Columna: A ras del suelo Después de cazar pulpos. Etiquetas: Danza, Becas y Apoyos, Teatro El Milagro, Instituciones. “Este es un pulpo que nos abraza para despedirse de nosotros para siempre. Esto es un adiós” LOO SERGIO, Operación al cuerpo enfermo. Terminaba enero y quedé de ir a comer con Zulai para ponernos un poco al día. Después de La muerte del pulpo, en el Teatro El Milagro en el mes de noviembre, difícilmente logramos encontrarnos otra vez todo el Colectivo AM, el bombardeo de mails había bajado y todos estábamos agotados, ni una idea más, ni un debate más, ni una negociación más, cada uno en una pequeña crisis, cada uno entendiendo cómo debía seguir funcionando esto (después de un año de trabajo, se habían establecido ciertos roles que ninguno deseaba seguir cumpliendo), algunos querían que siguieran pasando cosas y otros que no apareciera nada más por un rato. La prioridad eran las vacaciones y probablemente juntarnos a platicar de cualquier otra cosa que no estuviera relacionada con la coreografía. Zulai fue por mí al trabajo. Por precavida, conociéndome y para evitar sufrir un vacío después de los viajes, las funciones y dejar de contar con una beca, decidí entrar a trabajar. No lo busqué mucho en realidad, un día lo pensé, lo comenté en una reunión y a los pocos días me estaban ofreciendo algo, no podía decir que no. Hace cinco años que no trabajaba en un lugar fijo, pero realmente estaba agotada de tenerme que inventar todos los días de mi vida, necesitaba un poco de orden, pensar en una entrada fija de dinero y en relacionarme con la danza desde un lugar distinto, en el que pueda elegir qué hacer y no hacer, entendiendo ya lo difícil que es vivir de esto y estar detrás de las becas. Aunque al final acepto todo, pues siendo sinceros no son tantas las propuestas que se reciben. Me habían dicho de un lugar de comida corrida yucateca en la calle de Acapulco, “delicioso” me aseguraron, así que se lo propuse a Zulai, cuando llegamos descubrimos que no era comida yucateca si no guerrerense, obviamente dudamos de todo lo demás, pero no estuvo nada mal. Después de averiguar que son los chaneques y hacer el pedido, comenzó la conversación; hacía unos meses que no nos veíamos, así que fue ponernos al tanto de todo.

description

 

Transcript of Después de cazar pulpos

Page 1: Después de cazar pulpos

Columna: A ras del suelo

Después de cazar pulpos.

Etiquetas: Danza, Becas y Apoyos, Teatro El Milagro, Instituciones.

“Este es un pulpo que nos abraza para despedirse de nosotros para siempre.

Esto es un adiós”

LOO SERGIO, Operación al cuerpo enfermo.

Terminaba enero y quedé de ir a comer con Zulai para ponernos un poco al día. Después de La muerte del pulpo, en el Teatro El Milagro en el mes de noviembre, difícilmente logramos encontrarnos otra vez todo el Colectivo AM, el bombardeo de mails había bajado y todos estábamos agotados, ni una idea más, ni un debate más, ni una negociación más, cada uno en una pequeña crisis, cada uno entendiendo cómo debía seguir funcionando esto (después de un año de trabajo, se habían establecido ciertos roles que ninguno deseaba seguir cumpliendo), algunos querían que siguieran pasando cosas y otros que no apareciera nada más por un rato. La prioridad eran las vacaciones y probablemente juntarnos a platicar de cualquier otra cosa que no estuviera relacionada con la coreografía.

Zulai fue por mí al trabajo. Por precavida, conociéndome y para evitar sufrir un vacío después de los viajes, las funciones y dejar de contar con una beca, decidí entrar a trabajar. No lo busqué mucho en realidad, un día lo pensé, lo comenté en una reunión y a los pocos días me estaban ofreciendo algo, no podía decir que no. Hace cinco años que no trabajaba en un lugar fijo, pero realmente estaba agotada de tenerme que inventar todos los días de mi vida, necesitaba un poco de orden, pensar en una entrada fija de dinero y en relacionarme con la danza desde un lugar distinto, en el que pueda elegir qué hacer y no hacer, entendiendo ya lo difícil que es vivir de esto y estar detrás de las becas. Aunque al final acepto todo, pues siendo sinceros no son tantas las propuestas que se reciben.

Me habían dicho de un lugar de comida corrida yucateca en la calle de Acapulco, “delicioso” me aseguraron, así que se lo propuse a Zulai, cuando llegamos descubrimos que no era comida yucateca si no guerrerense, obviamente dudamos de todo lo demás, pero no estuvo nada mal. Después de averiguar que son los chaneques y hacer el pedido, comenzó la conversación; hacía unos meses que no nos veíamos, así que fue ponernos al tanto de todo.

En resumen un poco de mi conversación se basó en algo así:

En diciembre había logrado desconectarme del todo, sólo quería llegar a la playa, nadar, leer y comer, así lo hice por más de quince días. Estuve horas sumergida en el mar, me acompañó un libro de una escritora argentina que me encantó, Pola Oloixarac, “Las Teorías Salvajes”. No estoy segura de si es un libro que le podría gustar a los hombres, no sé por qué, cada vez que lo abría me daba esa sensación, así que no lo voy a recomendar abiertamente, aunque a mí me hizo mucho sentido y fue una buena compañía en las vacaciones; vacaciones que siempre llegan a su fin, por suerte.

Mientras escribo esto me acuerdo que cuando viví en Buenos Aires me llamaba mucho la atención que la mayoría de las personas trabajaban todo el año para tener un mes de vacaciones, ese era su objetivo, siempre en las mismas fechas y en el mismo lugar. Me encanta la idea de las vacaciones, pero no sé si podría pensar que todo mi esfuerzo de un año las tenga como destino final.

De regreso, y otra vez sentada frente a la computadora, comenzó a aparecer la ansiedad de nuevo y las miles de preguntas que me hago cada vez que empieza el año y me doy cuenta

Page 2: Después de cazar pulpos

de que estoy empezando de cero otra vez. Me encuentro de nuevo buscando convocatorias, me encuentro de nuevo dudando de mi trabajo, me encuentro de nuevo preguntándome cómo es posible que después de lo que hice el año pasado, bueno o malo, no importa, no haya una sola consecuencia de eso. “Sí, seguramente la habrá, me dicen, no será inmediata pero llegará, quédate tranquila.” Así de optimista, abro mi mail todos los días, esperando a que algo novedoso suceda, algo que yo no haya buscado, forzado o provocado y así me doy cuenta que casi termina el primer mes del año y no pasa nada, pero claro, me recuerdan: “Para las artes escénicas todo comienza a suceder entre febrero y marzo”, por suerte todavía queda algo de esperanza.

Le cuento a Zulai mi preocupación por tanta convocatoria a residencias artísticas y tan pocas para presentar trabajos o piezas terminadas. Abro mi facebook y encuentro a miles de personas felices posteando convocatorias a residencias en cualquier lugar del mundo, hecho que a mí no me genera tanta felicidad.

Mientras escribo esto reflexiono a qué se debe esta preocupación:

1. Está muy bien esto de seguir produciendo, de seguir pensando en la importancia de los procesos creativos, pero tengo la sensación de que nada llega a ningún lugar y que cada vez son menos las convocatorias para presentar las piezas terminadas.

2. ¿A qué se debe la necesidad de hacer estos procesos creativos fuera de la comodidad de tu hogar? El desgaste que significa una residencia a niveles de producción, deja a un lado la importancia que se le debería dar al trabajo que en teoría uno quiere realizar, porque son muy pocas, si no es que nulas las residencias, por lo menos en artes escénicas, que te organizan y te pagan todo. Entonces te encuentras con el que ganó la residencia preocupado por tramitar su visa o buscando quien le pague la comida o el pasaje de avión y dejando de lado su primer propósito, si es que este era el ir a crear algo y no a irse de viaje con todo pagado.

3. Alguna vez una coreógrafa española me hizo notar que en realidad estas residencias nacieron por la obligación de ocupar espacios en medio de la nada, en el caso de Europa; y así justificar su existencia, su gasto, porque si no, no tienen otro motivo para existir, esos espacios generalmente se encuentran vacíos.

4. El tener que acercarte a una institución en tu país para que te pague un pasaje de avión y ahí se justifique un gasto, sabiendo que aquí hay salones vacíos y gratuitos, surgiéndome la duda de que ya si vamos a pedir dinero, no sería más loable que ese dinero fuera para trabajar aquí y para poderle pagar a gente aquí y así evitar un gasto innecesario como un boleto de avión.

5. Entiendo perfectamente la necesidad de viajar, de refrescarse, de conocer qué es lo que está pasando fuera, la experiencia que esto puede representar, ¿pero no sería más gratificante hacerlo para compartir un resultado de un trabajo?

Zulai me cuenta de sus clases, las que toma, las que imparte y las que impartirá, de su experiencia de vivir entre Querétaro y el DF, de su perro Ramiroquai y finalmente le comento que tengo muchas ganas de escribir y que extraño la columna que tenía en Telecápita que me servía mucho como ejercicio y como tarea mensual. Vemos la hora y pedimos la cuenta.

Regresé a mi trabajo y cuando abrí el correo justo tenía un mail de la gente de Telcápita, invitándome a volver a escribir con ellos. Inevitablemente me emocioné y el resto del día me dediqué a contar todas las cosas que extrañaba o que me gustaría hacer, tal vez así lograba seguir recibiendo correos un poco más interesantes y satisfactorios que los que normalmente recibo; como en los que me invitan a cumplir con mis obligaciones fiscales.