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1 DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA: UNA PROPUESTA TEÓRICA DESDE LAS OBRAS DE KARL POLANYI Y NANCY FRASER Anna Grau Casajust, Personal Investigador en Formación, Área de Sociología, Departamento de Filosofía y Trabajo Social, Universitat de les Illes Balears e-mail: [email protected] Maria Antònia Carbonero Gamundí, Titular de Universidad, Área de Sociología, Departamento de Filosofía y Trabajo Social, Universitat de les Illes Balears e-mail: [email protected] Resumen La crisis financiera global iniciada en 2008 impactó de manera específica en España y destapó los excesos de una economía cuyo crecimiento se basó durante una década en la construcción, y mostrado uno de los rostros más salvajes del mercado: el problema del acceso y mantenimiento de la vivienda. Estudiar esta problemática desde la sociología requiere de un marco teórico que permita explorar las causas y alternativas. En este trabajo, queremos explorar hasta qué punto el análisis de la problemática de acceso a la vivienda, que se realiza desde el derecho, la economía o las políticas públicas, puede verse reforzado con la aplicación de la mirada de Karl Polanyi y de Nancy Fraser. El marco Polanyi-Fraser proporciona herramientas analíticas con las que aportar alternativas que parten de considerar la vivienda como mercancía ficticia, que debería estar sujeta a la ética y al derecho y alternativas basadas en una alianza de la emancipación con la protección social, para derrotar la espiral destructiva del mercado. Palabras clave: vivienda, mercancía ficticia, mercados desarraigados desmercantilización, triple movimiento

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DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA: UNA PROPUESTA TEÓRICA

DESDE LAS OBRAS DE KARL POLANYI Y NANCY FRASER

Anna Grau Casajust, Personal Investigador en Formación, Área de Sociología, Departamento de Filosofía y Trabajo Social, Universitat de les Illes Balears e-mail: [email protected] Maria Antònia Carbonero Gamundí, Titular de Universidad, Área de Sociología, Departamento de Filosofía y Trabajo Social, Universitat de les Illes Balears e-mail: [email protected]

Resumen

La crisis financiera global iniciada en 2008 impactó de manera específica en España y

destapó los excesos de una economía cuyo crecimiento se basó durante una década en

la construcción, y mostrado uno de los rostros más salvajes del mercado: el problema

del acceso y mantenimiento de la vivienda.

Estudiar esta problemática desde la sociología requiere de un marco teórico que

permita explorar las causas y alternativas. En este trabajo, queremos explorar hasta

qué punto el análisis de la problemática de acceso a la vivienda, que se realiza desde el

derecho, la economía o las políticas públicas, puede verse reforzado con la aplicación

de la mirada de Karl Polanyi y de Nancy Fraser.

El marco Polanyi-Fraser proporciona herramientas analíticas con las que aportar

alternativas que parten de considerar la vivienda como mercancía ficticia, que debería

estar sujeta a la ética y al derecho y alternativas basadas en una alianza de la

emancipación con la protección social, para derrotar la espiral destructiva del

mercado.

Palabras clave: vivienda, mercancía ficticia, mercados desarraigados

desmercantilización, triple movimiento

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EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA EN LAS CRISIS CAPITALISTAS

En España la crisis financiera global ha impactado de manera específica,

especialmente en el sector inmobiliario. El sobreendeudamiento de la población junto

con altísimos niveles de desempleo y la crisis bancaria han provocado un aumento de

ejecuciones hipotecarias.

La vivienda determina la vida familiar, comunitaria y personal (Cano y Etxezarreta,

2014), por lo que carecer de ella es uno de los principales problemas sociales. Estudiar

esta problemática desde la sociología requiere de un marco teórico amplio que permita

explorar las causas y alternativas. Este artículo presenta una propuesta de enfoque

basándose en los trabajos de Karl Polanyi y de Nancy Fraser y propone analizar los

problemas de vivienda en España desde un marco amplio de crisis del capitalismo.1

Polanyi (1944) estudió las causas de las continuas crisis económicas de principios del

siglo XX partiendo de la Gran Bretaña del siglo XIX, donde el mercado pasó a ser la

fuente de intercambio principal, no sujeta a normas morales (no arraigada en la

sociedad, hasta entonces norma histórica), propiciando una destrucción del tejido

social. Particularmente destructivo fue el considerar la tierra, el trabajo y el dinero

como mercancías (y no como bases fundamentales para su producción, por lo que las

define como mercancías ficticias).

Según Polanyi, contra este fenómeno mercantilizador la sociedad reaccionó en el siglo

XX pidiendo protección social desde opciones muy diversas, como el fascismo o el

socialismo. A esta díada de fuerzas entre mercado y protección la denominó “doble

movimiento”. Nancy Fraser (2013) analiza la crisis actual ampliando el marco

polanyiano para resaltar la capacidad transformadora de los movimientos sociales en

el siglo XX y utiliza la metáfora del triple movimiento: mercado, protección social y

1 Este trabajo forma parte de la tesis “Desmercantilizar la vivienda: discursos y marcos interpretativos” financiada por una beca FPI del Ministerio de Economía y Competitividad e iniciada en Enero de 2016, en el marco del proyecto “Nuevos retos para las políticas públicas de inclusión social en tiempos de crisis: el papel de las redes de reciprocidad y el enfoque comunitario en la producción de bienestar” (CSO2014-57084-R) dirigido por la Dra. Maria Antònia Carbonero en el Departamento de Filosofía y Trabajo Social de la Universitat de les Illes Balears. El artículo corresponde a la revisión de literatura sobre la cual construir un marco teórico para analizar el problema de la vivienda en España y para explorar la formulación de políticas públicas de vivienda.

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emancipación. Los resultados concretos de este triple movimiento dependerán del

juego de ambivalencias que se consolide en cada contexto sociohistórico. Así en la

crisis actual se ha profundizado la alianza entre la protección social, encarnada por el

Estado, y los intereses del mercado, provocando en el caso de la vivienda un desgarro

social contra el que han surgido movimientos emancipadores cuyo devenir va a

depender de hasta qué punto se alían con la protección social (Estado) proponiendo

formas de intercambio más allá del mercado.

Abordamos el problema de la vivienda en España desde un enfoque amplio de crisis

del capitalismo, y proponemos que la búsqueda de soluciones debe partir de una

alianza del estado con las fuerzas emancipadores, siguiendo la teoría del triple

movimiento de Nancy Fraser (2013).

LA PROBLEMÁTICA DE LA VIVIENDA DE LA VIVIENDA EN ESPAÑA:

MÚLTIPLES CAUSAS

ENTRE LA CRISIS FINANCIERA Y LA CRISIS INMOBILIARIA

La crisis global actual tiene su origen en la burbuja inmobiliaria y la falta de

regulación de los mercados financieros (Tapia, 2009) y ha puesto en evidencia una vez

más el rol estratégico que juega el sector inmobiliario entre el sector financiero y la

economía real (Daher, 2013).

De hecho hay un cierto consenso en señalar como fecha de inicio de la crisis el 15 de

Septiembre de 2008, día en que Lehman Brothers, entidad crediticia estadounidense,

se declaró en bancarrota. Seis años antes, en 2002, George Bush, entonces presidente

de los Estados Unidos, pronunciaba las siguientes palabras:

“Creo que ser propietario de una casa es parte del sueño americano… Y por eso, ayer mismo pedí al sector privado que nos ayude y que ayude a los que desean comprar casas. Necesitamos más dinero en el mercado de capitales para los compradores de bajas rentas que por primera vez acceden a la vivienda”. (George Bush, ante los representantes del departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano, en Washington, el 18 de Junio de 2002)

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Entonces la Reserva Federal bajó los tipos de interés para que fluyera el crédito, y la

maquinaria financiera se puso en marcha prestando dinero incluso a personas con un

alto riesgo de impago, en lo que se conoce como hipotecas subprime o hipotecas

basura, que están en el origen más inmediato de la crisis financiera.

Pero las causas más profundas de la crisis deben buscarse en la fuerte desregulación de

la banca que se estaba produciendo desde la década de los 90, que fue multiplicando

los factores de inestabilidad, primero en los sectores financieros y de allí al conjunto

de la economía (Aalbers, 2009; Torres, 2009). Esta desregulación propició el

descontrol en el sector financiero y que, entre otros, las deudas adquiridas por millones

de norteamericanos para comprar casas se vendieran por todo el planeta, una vez

transformadas en derivados financieros. El posterior impago de las hipotecas basura

produjo la insolvencia de muchas entidades de crédito lo que, debido al papel

estratégico del sector financiero en los sistemas económicos modernos, dio lugar a una

crisis generalizada.

El impacto de esta crisis ha sido distinto en cada país según las características de sus

economías. En el caso español éste ha sido más fuerte porque desde finales de los 90

el modelo de crecimiento se había basado en la expansión del sector de la

construcción, sector que opera apoyándose en la expansión de la deuda (Torres, 2012).

En España, como en Estados Unidos, se ha puesto de relieve el excesivo peso del

sector inmobiliario en los activos financieros de la banca y en la economía nacional en

general.

Así, aunque se considera que la crisis española se inició con la crisis estadounidense

de las hipotecas basura, lo cierto es que ésta hunde sus raíces en el estallido de la

burbuja inmobiliaria (Tapia, 2009) y que se ha visto agravada por la imposibilidad de

reajustar los problemas internos de sobreendeudamiento recurriendo, como

anteriormente, al mercado internacional (Torres, 2012).

La crisis financiera y el problema consiguiente de la deuda externa provocó la subida

de los tipos de interés y por tanto el corte del crédito, aspecto clave en el sector de la

construcción. La dependencia productiva respecto de un sector en caída libre hizo

aumentar el paro de manera vertiginosa. Ante esta crisis, agravada además por la

implementación de medidas de austeridad basadas en los recortes de inversión y gasto

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público, así como de prestaciones y subsidios, muchas familias no pudieron hacer

frente a las cuotas hipotecarias y perdieron sus viviendas (Sabaté, 2014).

¿DERECHO A LA VIVIENDA?

El derecho a la vivienda en España está regulado por el artículo 47 de la Constitución,

donde se afirma que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda

digna y adecuada”. Si bien dicho artículo se encuentra en el Título I de la

Constitución, dedicado a “los derechos y deberes fundamentales”, se enmarca en el

Capítulo III, de los “principios rectores de la política social y económica”. Este matiz

es fundamental, puesto que el derecho a la vivienda no puede ser recurrible en amparo

(Ferrando, 1992) y por tanto no se considera un elemento básico del estado del

bienestar, como la sanidad o la educación (Tello, 2012).

Debido a su alto valor económico, la adquisición de la vivienda es uno de los gastos

más importantes en la vida de las personas, que depende del poder adquisitivo, el cual

se suele obtener mediante la participación en el empleo. Los derechos sociales, como

la vivienda, van ligados a la protección del trabajo (Arcidiacono y Gamallo, 2000),

pero en el actual contexto donde el mercado de trabajo ya no garantiza la seguridad en

el empleo como lo hacía la anterior “sociedad salarial” (Castel, 1997) para muchas

personas disfrutar de una vivienda es una quimera (Y. García, 2014).

RESPONSABILIZACIÓN INDIVIDUAL Y RESPUESTAS COLECTIVAS

Si la capacidad de adquirir una vivienda depende de la posición social que ocupa cada

persona (Alaguero y Beño, 2013), es obvio que en el contexto de crisis ha aumentado

el número de personas a las que les resulta difícil acceder a una vivienda o se han visto

privadas de ella, en un proceso que, siguiendo a Castel (1995), podríamos denominar

como de “ascensión de la vulnerabilidad”.

La paradoja española es que se construyeron más viviendas de las que se necesitaban y

quienes las necesitaban no pudieron ni pueden acceder a ellas (Alvarez, 2012). Antes

de ver las cifras escalofriantes de desahucios, plataformas como V de Vivienda con

campañas como “No vas a tener una casa en tu puta vida”, ya alertaban de las

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dificultades para acceder a una vivienda. Muchas de las viviendas que se compraron lo

fueron con fines especulativos o de inversión, o por expresarlo en términos marxistas,

podríamos decir que la mercancía vivienda vio relegado su valor de uso (vivienda

como espacio de intimidad y bienestar) a favor de su valor de cambio (vivienda como

activo de inversión y especulación).

De manera (demasiado) simple, hemos intentado mostrar la relación entre el sector

financiero y el sector inmobiliario, pero no hemos señalado un aspecto clave en esta

relación: la deuda. Graeber (2014) sostiene que las deudas son una forma de obtener el

dominio sobre la gente. La conversión de la vivienda en una mercancía, y su

financiación mediante la deuda a largo plazo, son actualmente una de las formas

principales de dominio. La deuda como mecanismo de sometimiento de la población

está, según el autor, en el centro de la globalización actual. Aunque en los últimos 30

años los salarios se han estancado, se ha mantenido la demanda mediante la inyección

de deuda al sistema, hasta que este mecanismo ha estallado en la crisis financiera

actual. Las consecuencias las está viviendo ahora la población. Siguiendo a Graeber

(2014), la cuantificación que permite la deuda, con el interés compuesto que la hace

crecer de forma exponencial, conduce a una operatividad impersonal y ésta, a su vez, a

la justificación cultural de situaciones que de otro modo serían socialmente

injustificables, como por ejemplo expulsar forzosamente de su hogar a una familia que

se ha visto privada de recursos suficientes como para hacer frente a dichos pagos.

En este contexto, el discurso de la responsabilización individual de los sujetos por la

imposibilidad de hacer frente al pago de la deuda así como los discursos sobre la

adaptabilidad a las condiciones dadas, dificultan la articulación de estrategias

colectivas y la movilización social (Alaguero y Beño, 2013). De todos modos, la crisis

ha permitido cuestionar (aunque tímidamente) el papel legitimador de los atributos

meritocráticos (esfuerzo, inteligencia, etc.) en el tipo de desigualdad a la que da lugar

el sistema de mercado (J. García, 2009).

Esping Andersen (1993:60, citado en Arcidiacono y Gamallo, 2000), afirma que “en la

historia de la política social, los conflictos han girado principalmente en torno a qué

grado de inmunidad de mercado sería permisible; es decir, los recursos, la extensión y

la calidad de los derechos sociales”. Pero como se ha comentado anteriormente, el

acceso a la vivienda solo se regula en el mercado mediante el acceso a la propiedad

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privada o el alquiler, por lo que, ante la falta de respuestas políticas y de las

administraciones públicas, como indica Tello (2012), solo caben respuestas sociales al

margen de las políticas públicas.

En este sentido, resalta el trabajo que lleva a cabo la Plataforma de Afectadas por la

Hipoteca (PAH), la más numerosa y con más incidencia de España. Desde sus inicios

la PAH ha combinado la denuncia de los abusos hipotecarios, la legislación injusta, la

falta de control público y la ausencia de políticas públicas de vivienda. La PAH ha

tratado de incidir en el estado proponiendo soluciones, como la ILP que registraron

con más de 1,4 millones de firmas (Mir Garcia, França, Macías, y Veciana, 2013) y

han dirigido su actuación a señalar la corresponsabilidad de bancos, cajas de ahorro,

notarios, agencias de tasación e inmobiliarias en el sobreendeudamiento de las

familias (Valiño, 2009). Han cuestionado, por tanto, la responsabilización individual

del problema hipotecario en España.

Con la revisión de la literatura sobre la crisis financiera y la crisis inmobiliaria hemos

intentado mostrar cómo aproximarse al problema de la vivienda en España requiere

poner en relación aspectos financieros con aspectos jurídicos y socioeconómicos, que

operan a tanto a nivel nacional como internacional. Por tanto, para abordar dicho

objeto de estudio, así como para explorar alternativas, necesitamos dotarnos de un

marco teórico que dé cuenta de esta complejidad. En este sentido, exploramos el

trabajo de Karl Polanyi y la revisión de Nacy Fraser como marco amplio desde donde

contextualizar el problema de la vivienda en España.

UN MARCO DE COMPRENSIÓN MÁS AMPLIO: LAS CRISIS EN EL

CAPITALISMO

Si bien podemos encontrar las causas más inmediatas de la crisis actual en el mercado

inmobiliario y el mercado financiero, y su impacto en la economía real (Tapia, 2009),

en la búsqueda de las causas profundas algunos autores señalan a las contrarreformas

de corte neoliberal de las tres últimas décadas (Torres, 2009) encaminadas a eliminar

las regulaciones que los regímenes de gobernanza imponían al mercado (Fraser,

2012b).

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Considerando este marco de comprensión más amplio es posible poner en relación la

crisis financiera con los problemas políticos, ecológicos y sociales actuales (Fraser,

2012b), vínculo que conduce el debate hacia las bases estructurales del capitalismo

(Fraser, 2014):

“La vuelta del capitalismo es, ciertamente, un cambio de agradecer, un marcador cristalino, por si hacía falta alguno, de la profundidad de la crisis actual y de la necesidad generalizada de darle a esta una explicación sistemática” (Fraser, 2014:57).

LA RECUPERACIÓN DE LA OBRA DE KARL POLANYI

En esta búsqueda de una explicación sistemática de los problemas actuales de las

economías de mercado, en los últimos años se ha producido una recuperación de la

obra de Karl Polanyi. Seguramente esta recuperación está marcada por el prólogo

hecho por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en 2001, a una reedición de la obra

magna de Polanyi, La Gran Transformación, de 1944 (Rendueles, 2014), que ha dado

lugar a una reedición de sus obras y a una gran publicación de bibliografía secundaria.

Y es que el análisis de Polanyi de la crisis de los años 30 y 40 del siglo XX y su crítica

al mercado autorregulado puede proporcionar un marco analítico adecuado para el

análisis de la crisis actual (Rendueles, 2015) y del problema de a vivienda en

particular.

En la Gran Transformación, Polanyi indaga sobre los orígenes de las crisis de

principios del siglo XX, y las explica como fenómenos multifacéticos que tienen su

origen en el surgimiento del liberalismo económico del siglo XIX en Gran Bretaña y

la imposición del mercado autorregulado en Occidente (Fraser, 2012b). En esta obra

escribe:

“Los orígenes del cataclismo, que conoció su cénit en la Segunda Guerra Mundial, residen en el proyecto utópico del liberalismo económico consistente en crear un sistema de mercado autorregulador (Polanyi, 2007:67)”.

Polanyi interpreta las crisis de principios del siglo XX combinando reflexiones sobre

la crisis financiera, el colapso económico, la degradación del trabajo, el expolio de la

naturaleza y la desintegración social (Fraser, 2012b) en un análisis multidimensional

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cuya tesis central es la imposibilidad histórica del mercado autorregulado (Maya,

2014).

Mediante el análisis histórico de la economía en distintas sociedades, expone que el

intercambio mercantil es solo una de las formas posibles en que una sociedad puede

resolver el problema de la asignación de recursos económicos para la satisfacción de

necesidades básicas. Esta satisfacción de necesidades también puede lograrse

mediante otras formas de integración social, como son la reciprocidad o la

redistribución, donde la motivación no viene dada por el egoísmo maximizador de

ganancias sino por intereses comunitarios (Maya, 2014). Polanyi expone así el carácter

excepcional del mercado autorregulado, que desplaza a las demás formas de relación e

intercambio y las basa únicamente en el intercambio en el mercado (Bugra, 1998). De

esta manera se impone la lógica mercantil, individualizadora y maximizadora de

ganancias, en todos los ámbitos de la vida social (Maya, 2014).

A partir de este análisis histórico, Polanyi diferencia dos formas de relación entre el

mercado y la sociedad (Fraser, 2012b): en la primera, que ha sido la norma histórica,

los mercados habían estado sometidos a controles morales y éticos, es decir, no

estrictamente económicos; la segunda, que es lo que Polanyi define como La Gran

Transformación, corresponde al desarraigamiento (desembededness, en el término

inglés) del mercado de la sociedad, y como consecuencia pasa a regirse únicamente

por la ley de la oferta y la demanda.

Así, Polanyi distingue entre los mercados, un fenómeno casi universal, y el sistema de

mercado, es decir, la integración de todos los mercados en una única economía

nacional o internacional (Rendueles, 2004) y posterior sometimiento de la sociedad a

la dinámica del mercado (Maya, 2014):

“Una economía de mercado es un sistema económico regido, regulado, y orientado únicamente por los mercados. La tarea de asegurar el orden en la producción y distribución de bienes es confiada a ese mecanismo autorregulador. Lo que se espera es que los seres humanos se comporten de forma que puedan ganar el máximo dinero posible. Tal es el origen de una economía de este tipo” (Polanyi, 2007:124)”

En este proceso de subordinación de la vida social a las relaciones de mercado, que

Polanyi define como La Gran Transformación, trabajo, dinero y tierra también pasan a

ser tratadas como mercancías. Al igual que Marx, Polanyi, considera el trabajo, el

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dinero y la tierra elementos que posibilitan el aprovisionamiento material, por lo que

tratarlas como mercancías disminuye su capacidad para la reproducción social (Maya,

2014). Este tratamiento de la tierra, el trabajo y el dinero como mercancías, que

Polanyi define como “mercantilización ficitia”, puede conducir al colapso social, en

un proceso en el que más que la lógica de “la mano invisible”, opera el “pie invisible”,

aplastador, del mercado (Noya, 1994):

“Es evidente que trabajo, tierra y dinero no son mercancías, en el sentido de que, en lo que a estos tres elementos se refiere, el postulado según el cual todo lo que se compra y se vende debe haber sido producido para la venta es manifiestamente falso. En otros términos, si nos atenemos a la definición empírica de la mercancía, se puede decir que trabajo, tierra y dinero no son mercancías. El trabajo no es más que la actividad económica que acompaña a la propia vida –la cual, por su parte, no ha sido producida en función de la venta, sino por razones totalmente distintas– (...). La tierra por su parte es, bajo otra denominación, la misma naturaleza que no es producida por el hombre; en fin, el dinero real es simplemente un signo del poder adquisitivo que, en líneas generales, no es en absoluto un producto sino una creación del mecanismo de la banca o de las finanzas del Estado”. (Polanyi, 2007:129-130)

Polanyi analizó por qué surgieron movimientos como el fascismo o el socialismo,

entre los siglos XIX y XX, y concluyó que en este proceso de mercantilización de la

vida social, producto del desarraigo del mercado de la sociedad y de la

mercantilización ficticia (Fraser, 2012b) se puso en marcha lo que llamó el

“movimiento de autoprotección de la sociedad” desde distintos liderazgos (Maya,

2014).

Desde la óptica de Polanyi, el fascismo y el socialismo combatían desde diferentes

posiciones ideológicas las consecuencias nocivas de la mercantilización. Desde la

política, defendían la sociedad frente a la economía, reclamando protección social para

rearraigar a los mercados a la sociedad, para someterlas su ética y moral. Polanyi

definió esta lucha a dos bandas entre fuerzas mercantilizadoras y proteccionistas, que

se produjo durante un siglo y medio de crisis capitalistas sin que se produjera la

victoria de uno sobre otro, como “doble movimiento” (Fraser, 2012b).

Los conceptos de mercados desarraigados, de mercantilización ficticia y de doble

movimiento ocupan un lugar central en el análisis que hace Polanyi de la crisis.

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APLICACIONES DE LA OBRA DE KARL POLANYI A LA CRISIS ACTUAL Y LA

REVISIÓN DE NANCY FRASER

La recuperación de la obra de Karl Polanyi tiene que ver con los paralelismos que se

pueden trazar entre su época y la nuestra, así como en la actualidad de sus conceptos

para analizar la crisis actual.

Fraser (2013) señala que en ambas épocas encontramos la dinámica de la

“mercantilización ficticia”, que mercantiliza todas las condiciones previas necesarias

para la producción de mercancías y cuyo resultado, en ambos casos, es la

desestabilización del sistema económico, de la naturaleza y de la sociedad, debido a

que disminuye su capacidad para la reproducción social. Según la autora, el concepto

de mercantilización ficticia en Polanyi puede ser tachado de premonitorio con respecto

la época actual (Fraser, 2012a).

Otro paralelismo entre la época de Polanyi y la actual es el desarraigamiento de los

mercados, que va acompañado por la actuación de fuerzas que buscan subordinar la

sociedad a la economía (Maya, 2014). En este sentido, el análisis de Polanyi puede

iluminar el actual entramado de complicidades políticas y económicas (Rendueles,

2015), entre las cuales encontramos el apoyo o subordinación del estado en relación al

mercado. Del mismo modo, los movimientos populistas actuales, ya sean de derechas

o izquierdas, pueden ser considerados como reacciones de protección social contra los

efectos perniciosos de los mercados desregulados.

Pero la aportación principal de Fraser a la obra de Polanyi tiene que ver con la revisión

del concepto de “doble movimiento”. Fraser (2013) se pregunta porque no hay un

doble movimiento en la época actual, y concluye que el estado no sirve para

contrarrestar los efectos sociales de la crisis porque se ha aliado con el mercado,

incluso desde posiciones socialdemócratas. Fraser critica la concepción polanyiana

según la cual los mercados desarraigados son inherentemente malos y los mercados

arraigados inherentemente buenos, señalando que también el estado puede tener un

carácter opresor. Así, amplía el marco polanyiano para enfatizar la capacidad

transformadora de los movimientos sociales en el siglo XX utilizando la metáfora del

triple movimiento: mercado, protección social y emancipación:

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Para Fraser (2013) son los ámbitos de reproducción social (como la educación, la

sanidad, el agua, la vida comunitaria, la naturaleza, y también la vivienda) los que en

la actualidad sirven de oposición principal al neoliberalismo. Las características del

capitalismo, defiende la autora, dependen de condiciones no económicas, de fondo,

relacionadas con la reproducción social, la ecología de la tierra y el poder político y,

en el proceso de mercantilización ficticia, el capitalismo erosiona las mismas bases

que lo sustentan, las que posibilitan la producción, por lo que la autora nombra a estas

luchas “enfrentamientos por los límites” (Fraser, 2014).

Estas reivindicaciones, además, se basan en los ideales de cuidado, solidaridad y

responsabilidad mutua, asociados a la reproducción. Otros autores, como Aguilar y

Fernández (2010), también han señalado que los nuevos marcos de protesta ponen el

acento en la importancia de valores como la paz o la solidaridad y, para Fraser (2014),

estos ideales, “no económicos”, están llenos de posibilidad para la crítica política.

Pero Fraser (2013) no concibe la emancipación como la panacea, sino que señala la

ambivalencia de cada una de esas fuerzas: mercado, protección social y emancipación.

Los resultados concretos de este triple movimiento dependerá del juego de

ambivalencias que se consolide en cada contexto sociohistórico. Aunque en la época

actual la alianza entre estado y mercado es obvio (pensar por ejemplo en las políticas

de austeridad y recortes sociales en Europa en contraste con el rescate del sector

bancario), Fraser (2012b) señala que la emancipación tampoco es ajena a la

ambivalencia y que, en sus luchas contra la presión del estado, pueden contribuir a

disolver la base ética solidaria de la protección social y promover la mercantilización.

En el mismo sentido, Boltanski y Chiapello, (2002) sostienen que el capitalismo se

reconstituye a sí mismo periódicamente en parte recuperando algunas críticas dirigidas

en su contra. Para Fraser (2015) debe apreciarse esta diferencia (la emancipación

puede avanzar con las fuerzas mercantilizadoras o con las que promueven la

protección social), para así para anticipar los efectos indeseados de una alianza de la

emancipación con el mercado.

Aunque la revisión de la obra de Polanyi por Nancy Fraser no está exenta de críticas, y

autores como Mingione (2014) argumentan que el doble movimiento tiene sentido en

la medida que está constituido por dos partes (el mercado desarraigado activado por el

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mercado autorregulado y el mercado arraigado activado por la necesidad de crear

nuevas protecciones sociales) nos proporciona conceptos teóricos con los que abordar

el diagnóstico y el pronóstico del problema de la vivienda en España.

DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA: UNA PROPUESTA TEÓRICA

DESDE FRASER Y POLANYI PARA LA EXPLORACIÓN DE POLÍTICAS

PÚBLICAS

La revisión de las obras de Karl Polanyi y Nancy Fraser nos permite aproximarnos al

problema de la vivienda en España como un problema multidimensional que tiene sus

raíces en las bases estructurales del capitalismo.

LOS CONCEPTOS DE MERCANCÍA FICTICIA, MERCADOS DESARRAIGADOS Y

DOBLE MOVIMIENTO APLICADOS A LA VIVIENDA

El marco de Polanyi se ha aplicado al estudio de las formas de acceso a la vivienda

(Musterd y Murie, 2002; Teller, 2010), analizando si éste se produce mediante el

mercado, la redistribución o la reciprocidad, y se ha concluido que el acceso a la

vivienda en occidente es, mayoritariamente, vía mercado. Como la necesidad de

vivienda se cubre principalmente en el sector privado (Stephens y Fitzpatrick, 2007),

que crea desigualdades según la posición que ocupan las personas en la estructura

social, se ha delimitado la vivienda como el “pilar flojo del estado del bienestar”

(Torgersen, 1987).

Aunque la vivienda es un aspecto imprescindible de la reproducción y el bienestar

social, su valor de uso se ve subordinado a su valor de cambio por la acción de las

fuerzas del capital, que buscan obtener rentabilidad con el negocio inmobiliario. En

otras palabras, las viviendas no se están produciendo para uso de la población, sino

como simple mercancía (Alvarez, 2012) y lo que da sustento a este fenómeno es la

existencia misma de la necesidad de dotarse de un hogar (Carrasco y Calderón, 2003).

Aunque la Constitución española hace referencia al derecho a una vivienda digna, la

eficacia de este derecho depende de la actuación de los poderes públicos (Y. García,

2014). Sin mecanismos de intervención estatal, las personas con pocos medios

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materiales, en aumento en un contexto de ascensión de la vulnerabilidad (Castel,

1997), se ven abocadas a la marginalización y a la exclusión respecto a la vivienda. En

términos polianyianos, lo que está en juego es arraigar la economía a la sociedad,

señalando el carácter amoral del mercado desregulado en la satisfacción de derechos

sociales (J. García, 2009).

En los apartados anteriores hemos querido mostrar, siguiendo a Polanyi, el carácter

destructor del mercado, en particular cuando se mercantilizan las condiciones previas

para la producción de mercancías, como la tierra, el trabajo y el dinero. Podríamos

decir que en la vivienda entran en juego las tres mercancías ficticias descritas por

Polanyi (2007).

Respecto a la tierra, lo que marca las pautas de la producción de la vivienda es la renta

del suelo, entendida como fracciones que constituyen el valor de la vivienda (Carrasco

y Calderón, 2003). Por otra parte, y como se ha comentado anteriormente, el acceso a

la vivienda, por su valor económico, viene determinado por la participación en el

empleo y la posición social que se ocupa (Alaguero y Beño, 2013), y el actual

contexto de desregulación de los salarios y falta de protección del empleo se puede

considerar como de mercantilización ficticia del trabajo. Por otro lado, la participación

en el empleo es un aspecto fundamental para endeudarse, y la deuda es la vía de

acceso mayoritaria para la adquisición de la vivienda. Aquí entra en juego la

mercancía ficticia del dinero. En los tiempos de la burbuja inmobiliaria se produjo

una gran accesibilidad al crédito marcado por la presión hacia la productividad sobre

los empleados de banca, y la proliferación de intermediarios en busca del lucro en el

mercado inmobiliario (Sabaté, 2014). Como la obligación de devolver se halla

implícita en las relaciones de crédito, se justifica la violencia hacia las personas que no

pueden devolver la deuda (Graeber, 2014) y se tacha de problema individual lo que es

un problema colectivo y estructural.

Partiendo de esta diagnosis se considera que el marco a explorar es el de sacar a la

vivienda de la espiral destructiva del mercado, esto es, desmercantilizar la vivienda.

EXPLORAR SOLUCIONES: DESMERCANTILIZAR LA VIVIENDA DESDE UNA

ALIANZA EMANCIPACIÓN-ESTADO

15

Esping Andersen ((1993), citado en Adelantado, Noguera, Rambla, y Sáez,

(1998:143)) define la noción de desmercantilización como “la prestación de un

servicio como un asunto de derecho y cuando una persona no puede ganarse la vida

sin depender del mercado”. Adelantado, Noguera, Rambla, y Sáez, 1998:143)

completan la definición: “la desmercantilización se podría entender como el conjunto

de restricciones económicas, políticas y culturales (incluidas las de carácter ético) que

limitan la entrada de bienes en la esfera mercantil, o intervenciones que extraen

relaciones sociales de la misma”. En síntesis, se trata de “la extracción de una relación

social del mercado y su adscripción a la regulación estatal” (Arcidiacono y Gamallo,

2000:36), poniendo “bajo la responsabilidad del Estado la provisión de determinados

bienes o recursos, normalmente definidos como derechos sociales” (Adelantado,

1998:145). En términos polianyanos, se trata de poner en marcha el “movimiento

autoprotector de la sociedad”, decantando la balanza del “doble movimiento” hacia

posturas de protección social, con las que hacer frente a la desigualdad que crea el

sistema de mercado.

No obstante, y siguiendo a Fraser (2013), el estado no es inherentemente bueno,

también puede ser fuente de opresión. De hecho, es del malestar surgido por la

desprotección estatal frente al drama de los desahucios que han surgido plataformas

como la PAH. La PAH reivindica el derecho a la vivienda, paralizar los desahucios y

la modificación de la ley hipotecaria (Parcerisa, 2014), y busca incidir a la vez sobre el

estado y el mercado. Ha contribuido a señalar como problema colectivo lo que es

tachado como problema individual, la imposibilidad de hacer frente a una hipoteca,

convirtiendo a los deudores hipotecarios en un nuevo sujeto político (Sabaté, 2014).

En términos de Fraser (2013), se podría calificar como un movimiento emancipatorio

en contra de la dominación.

Pero queremos hacer hincapié en el concepto de ambivalencia de las fuerzas de lucha

por la mercantilización, la protección social y la emancipación a las que se refiere

Fraser (2013), y que la solución a la espiral destructiva del mercado solo puede venir

de una alianza entre la emancipación y la protección social. Por un lado, los

movimientos emancipatorios deben estar alertados sobre la posibilidad de que la

crítica hacia el estado acabe ampliando el proceso de mercantilización de la vivienda.

Por el otro, las políticas públicas deben incorporar las actuaciones de los movimientos

16

sociales, prestando atención científica a los cambios y a las transformaciones sociales

en materia de vivienda (Y. García, 2014).

La revisión de Fraser sobre el doble movimiento de Polanyi también puede ampliar el

concepto de desmercantilización, no solo atribuyendo al estado el papel de

sustentador, sino ampliando sus bases a los movimientos emancipatorios.

Por ejemplo, es necesario explorar, en la línea que Musterd y Murie (2002) aplican a

los países en vías de desarrollo, como los colectivos de renta baja compensan el

desigual acceso al mercado con las relaciones sociales y la ayuda mutua, y como a

falta de intervención estatal (redistribución), la reciprocidad aumenta el intercambio de

recursos entre los miembros de una red concreta (Abouelmagd, 2011). Como comenta

Fraser (2014), se trataría de analizar la crítica política que subyace estos ideales no

económicos.

En definitiva, consideramos que esta alianza entre estado y emancipación, desde la

óptica del triple movimiento, junto con la crítica a los mercados desarraigados y la

mercantilización de las condiciones para la reproducción social, es uno de los posibles

caminos sobre los que explorar políticas públicas de desmercantilización de la

vivienda.

SÍNTESIS DE LAS APORTACIONES

El impacto de la crisis financiera global iniciada en 2008 amplificó las consecuencias

del estallido de la burbuja inmobiliaria en España. Fruto de la dependencia en el sector

de la construcción, aumentó el paro de manera desorbitada y, como consecuencia de la

crisis financiera global, las entidades bancarias cortaron el crédito. Ante esta situación

se agravó el problema de acceso a la vivienda en España, que ya se venía produciendo

por el aumento de precios debido a la burbuja inmobiliaria, por un lado, y por la

imposibilidad de hacer frente a años de deuda hipotecaria por la precarización del

empleo, por el otro.

Analizar el problema de la vivienda en España significa pues enmarcarlo en un

problema global de financiarización de la economía y precarización del trabajo, donde

se ha pasado de un régimen de acumulación fordista, basado en la producción

industrial, a uno posfordista, dominado por las finanzas (Fraser, 2013). Desde esta

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óptica es posible poner en relación distintos problemas ecológicos, políticos y sociales

de nuestra época bajo un mismo paraguas: el capitalismo en su versión neoliberal, una

de las peculiaridades del cual, en su desarrollo actual, es que trata sus relaciones

sociales estructurales como si fuesen económicas (Fraser, 2014) o, dicho de otro

modo, que convierte un sistema de mercado en una sociedad de mercado (Polanyi,

2007).

Como en la época de Polanyi, el mercado está desarraigado de la sociedad por lo que a

su vez las normas morales y éticas quedan subordinadas a los mandatos del mercado

de maximización de ganancias individuales. Este problema se ve agravado cuando no

hay un movimiento “autoprotector de la sociedad”, como el New Deal, por ejemplo

(Maya, 2014), sino que por contra nos encontramos en un contexto donde las clases

políticas ceden la iniciativa de la creación de políticas públicas a los mercados

financieros (Fraser, 2013). De este modo, bajo el paraguas ideológico del

neoliberalismo, se erosionan los regímenes de gobernanza que imponían límites a los

mercados y los regulaban (Fraser, 2012b).

En consecuencia, podemos concluir que La Gran Transformación de Polanyi,

publicada en 1944, proporciona marcos conceptuales, como mercados desarraigados,

mercancías ficticias y doble movimiento, con los que analizar los problemas sociales

que la crisis actual ha puesto en evidencia, entre ellos el acceso a la vivienda.

Por ejemplo, si consideramos las formas de intercambio descritas por Polanyi,

podemos afirmar que el acceso a la vivienda es mayoritariamente vía mercado (Teller,

2010), el cual crea desigualdades según la posición que ocupa cada persona en la

estructura social.

En el acceso a la vivienda, la acción del estado ha quedado subordinado al mercado,

ya que si consideramos la legislación actual, el derecho a la vivienda no se está

haciendo efectivo por los poderes públicos (Y. García, 2014).

En este contexto de subordinación de la sociedad frente a la economía, donde el

mercado no está sujeto a normas morales ni sociales, sino únicamente a la ley de

oferta y la demanda, es decir, en una sociedad de mercados desarraigados, solo queda

la opción de trabajar para que el estado haga efectivo el derecho de acceso a la

vivienda, esto es, desmercantilizar la vivienda.

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Desmercantilizar significa “la extracción de una relación social del mercado y su

adscripción a la regulación estatal” (Arcidiacono y Gamallo, 2000:36). Sin embargo,

autoras como Fraser, (2013) han puesto en escena que las reformas al capitalismo

neoliberal no pueden ir solamente de las manos del estado, sino que se deben

considerar las fuerzas emancipadoras. Resalta en este sentido el trabajo de entidades

como la PAH, que están dando soluciones a personas que han perdido su vivienda y

presionan al estado y a la banca.

Fraser, (2013) alerta sobre la ambivalencia de las fuerzas, y de que las críticas al

estado por parte de los movimientos emancipadores pueden llevar a un efecto no

deseado de alianza con las fuerzas del mercado, por lo que las luchas en contra el

capitalismo sólo pueden venir de una alianza entre los movimientos emancipatorios y

el estado.

Hemos intentado explorar el marco teórico de Polanyi-Fraser para analizar el

problema de la vivienda en España, considerando un escenario amplio de crisis del

capitalismo, donde las luchas principales son por la reproducción social, como el

acceso a la vivienda. Para concluir, este marco también permite explorar alternativas

que partan de considerar la vivienda como mercancía ficticia, la cual debería estar

sujeta a la ética y al derecho (es decir, debería estar arraigada en la sociedad), desde

una alianza de la emancipación con la protección social, con la que derrotar la espiral

destructiva del mercado.

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