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Desafíos de América Latina en el siglo XXI La crisis mundial: ¿el fin de un sistema? Una mirada histórica sobre la las transformaciones económicas, sociales y políticas desde 1970 a la actualidad Autora: Mara Daniela Espasande 1

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Desafíos de América Latina en el siglo XXI

La crisis mundial: ¿el fin de un sistema?

Una mirada histórica sobre la las transformaciones económicas, sociales y políticas desde 1970 a la actualidad

Autora: Mara Daniela Espasande

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Resumen

El presente trabajo analiza las transformaciones acontecidas a partir de la crisis de 1973 y en particular luego de la caída del mundo socialista. ¿Comienza la construcción de un nuevo orden mundial? De ser así ¿qué características posee el mismo, qué lugar ocupa América Latina en las relaciones internacionales y en el sistema económico mundial? Frente a la crisis desatada recientemente se intentará dilucidar la naturaleza histórica y las consecuencias de dichos cambios.

Teniendo en cuenta las diferentes visiones desde los países centrales y periféricos y las distintas posturas ideológicas, en el presente trabajo se reflexionará cómo son percibidas e interpretadas la cuestión del liderazgo hegemónico de Estados Unidos, los dilemas que enfrenta esta potencia y el surgimiento de India y China como regiones de gran dinamismo económico. También la relación de Estados Unidos con la Unión Europea y con los países asiáticos, la estrategia norteamericana en Oriente Medio y los cambios desatados a partir del 11-S, punto de inflexión en el análisis de la geopolítica global.

A partir de estos tópicos, entender los procesos económicos y sociales desarrollados en América Latina, analizando las transformaciones ocurridas desde la década de 1970 con el desmantelamiento del estado de bienestar, el ajuste neoliberal y su posterior crisis. Por otro lado, se considerará también, el fracaso rotundo del ALCA, el actual funcionamiento del MERCOSUR y los proyectos de integración regional como el ALBA, propuesto por Venezuela.

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Introducción

“Vivimos en un mundo cautivo, desarraigado y transformado por el colosal proceso económico y técnico científico del desarrollo del capitalismo que ha

dominado los dos o tres siglos precedentes. (…) Nuestro mundo corre riesgo de explosión y de implosión, y debe cambiar”.

E. Hosbswamn

“Lo viejo está muriendo y lo nuevo no termina de nacer. En este inter--regnum se da entonces una gran diversidad de síntomas moribundos”.

A. Gramsci

“La lucha no es entre globalizantes y globalizados, sino entre imperialismo y dependencia, entre ricos y pobres”.

A. PLA

Crisis, cambio, transición, movimiento, aceleración, transformación, interregno son algunos de los conceptos que caracterizan nuestro presente. A partir de la caída del muro de Berlín, el mundo de posguerra comienza a desestructurarse para dar paso a un conjunto de cambios sociales políticos, económicos y culturales1. Interpretar estos cambios siendo contemporáneos a ellos se presenta como uno de los desafíos más complejos de las ciencias sociales.

La crisis del sistema capitalista es evidente. Los grandes centros de poder mundial ya no pueden ocultarla. Durante muchos años Estados Unidos disimuló la recesión económica que atravesaba2. Pero desde el estallido de la crisis económica del 2008 resulta imposible negar los síntomas moribundos de la hegemonía norteamericana. Sin embargo, la principal potencia bélica del mundo no aceptará ser desplazada tan fácilmente. Los signos del caos económico y social son consecuencia del intento de sostenimiento de un sistema que presenta fisuras cada vez más profundas.

Pero la historia nos enseña que el capitalismo ha superado diversas crisis ya que posee gran capacidad de adaptación. Por eso, es importante la reflexión y el estudio crítico de los cambios que se van produciendo para interpretar la realidad y poder generar estrategias económicas, políticas y culturales contrahegemónicas.

En estas circunstancias, como latinoamericanos podemos soñar con la construcción de alternativas liberadoras. América Latina se encuentra frente a un desafío: continuar el proceso de unificación comenzado en el siglo pasado -a la 1 Se adjunta un mapa conceptual de elaboración propia donde se observan los cambios que caracterizan a la crisis de estado de bienestar: ver anexo Nº 1.2 En el anexo Nº 2 y 3 puede observarse el crecimiento vertiginoso de la deuda pública interior norteamericana y el freno del crecimiento del PBI de los países desarrollados en general.

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luz de las guerras de la independencia e interrumpido por la balcanización generada por las potencias imperialistas con la complicidad de las oligarquías locales- o someterse a la nueva oleada neoconservadora que acecha al continente y que amenaza los avances populares de esta última década en países tales como Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.

Para entender entonces, estos cambios, debemos bucear en nuestro pasado. El conjunto de transformaciones acontecidas a partir de la crisis de 1973 y en particular luego de la caída del mundo socialista abren una nueva etapa en el sistema mundial. Podemos preguntarnos si a partir de esta crisis comienza la construcción de un nuevo orden mundial. De ser así ¿qué características posee el mismo? ¿qué lugar ocupa América Latina en las relaciones internacionales y en el sistema económico mundial? ¿qué lugar tiene nuestro continente en el nuevo contexto económico mundial? ¿qué posibilidades de transitar caminos para terminar con la dependencia económica de nuestros países periféricos? Frente a los signos evidentes de crisis de un modelo, se intentará dilucidar la naturaleza histórica de dichos cambios.

Teniendo en cuenta las diferentes visiones desde los países centrales y periféricos, y las distintas posturas ideológicas, en el presente trabajo se analizará a nivel mundial cómo son percibidas e interpretadas la cuestión del liderazgo hegemónico de Estados Unidos, los dilemas que enfrenta esta potencia y el surgimiento de India y China como regiones de gran dinamismo económico. También la relación de Estados Unidos con la Unión Europea y con los países asiáticos, la estrategia norteamericana en Oriente Medio y los cambios desatados a partir del 11-S, punto de inflexión en el análisis de la geopolítica global.

A partir de estos tópicos, entender los procesos económicos y sociales desarrollados en América Latina, analizando las transformaciones ocurridas desde la década de 1970 con el desmantelamiento del estado de bienestar, el ajuste neoliberal y su posterior crisis. Por otro lado, se considerará también, el fracaso rotundo del ALCA, el actual funcionamiento del MERCOSUR y los proyectos de integración regional como el ALBA, propuesto por Venezuela.

¿Cómo se percibe este cambio de época? ¿Qué significa vivir en el inter-regno? ¿Cómo hacer inteligibles los cambios profundos en nuestro presente? ¿Cómo se observan estas transformaciones en Latinoamérica? ¿Qué diferencias podemos encontrar en las formas de percibir estos cambios entre los países desarrollados y aquellos en los cuales la mundialización muestra su rostro más cruel? Son algunos de los cuestionamientos sobre los cuales reflexionaremos.

La complejidad del actual sistema mundial nos plantea como desafío abordar la realidad desde diferentes ópticas. Las Ciencias Sociales en su conjunto permiten un análisis de los problemas planteados. Por eso, además de las transformaciones económicas es fundamental considerar las consecuencias sociales, políticas que acompañan este proceso; y también los cambios culturales. Las interpretaciones y prácticas discursivas que surgen sobre el actual sistema son -muchas veces- falacias impuestas por la clase dominante “globalizada”, tendientes a legitimar y sostener la hegemonía capitalista. Buscar otras voces, otros discursos para interpretar la realidad es necesario para

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comprometernos con un profundo cambio social que permita la liberación de nuestro continente.

Siglo XX-XXI: Rupturas y continuidades

Transformaciones mundiales desde 1970

Eric Hobsbawm3 divide al “siglo XX corto” en distintas etapas. Con la Primera Guerra Mundial se inicia la llamada “Era de las Catástrofes” (1914-1945) hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Allí desaparecen los grandes imperios coloniales. Además, en esta etapa comienza el derrumbe de la “civilización occidental” construida durante siglos, con su máximo desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX. El liberalismo y la idea del progreso indefinido, entran en profunda crisis. También se construye la alternativa al mundo capitalista: la formación del comunismo en la URSS.

En 1945 comienza lo que el autor denomina la “Edad de Oro” por el acelerado crecimiento económico mundial hasta la crisis del petróleo de 1973. Durante esta etapa se instala el Estado Benefactor dentro del sistema capitalista. Acompañan la época profundas transformaciones sociales y culturales, según el autor las más significativas de toda la centuria. En el plano político-diplomático-militar se desarrolla el enfrentamiento entre el bloque capitalista, liderado por Estados Unidos, con el bloque comunista, liderado por la Unión Soviética.

La última parte del siglo la identifica con el derrumbamiento de la URSS y del socialismo real. La crisis universal es lo que predomina en esta etapa, donde se desarticula el Estado Benefactor, con todas las consecuencias sociales que esto significa. La ideología del laissez faire se impone con toda su fuerza dando origen al neoliberalismo, sintiéndose victorioso, luego de la caída el muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. La década del noventa se caracteriza a nivel mundial por la inestabilidad e incertidumbre política y el aumento de la polarización social.

En cuanto a la importancia de los bloques geopolíticos Hosbswamn afirma que luego de la caída del muro de Berlín el mundo dejó de ser eurocéntrico. Por su parte, Javier Paredes4 identifica la decadencia europea con el fin de la segunda guerra mundial y el inicio de la guerra fría ya que Estados Unidos asume su papel de potencia económica mundial, además de la fuerte influencia sobre el estilo de vida y de imponer su sistema político como modelo.

Ambos autores coinciden en que a partir de 1973 se abre un período de crisis del modelo keynesiano y se impulsa desde Estados Unidos e Inglaterra el modelo neoliberal donde se observa como elementos fundamentales la reducción del gasto público, la expansión de las privatizaciones y el individualismo.

3 HOBSBAWM, Eric. Historia del Siglo XX. Editorial Crítica, Buenos Aires, 1994. 4 PAREDES, Javier. Historia Universal Contemporánea. Editorial Ariel, Barcelona, 1999.

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El Estado de Bienestar constituido durante la Guerra Fría en el mundo capitalista occidental va a ser desmantelado en sus principales funciones. Aspectos políticos, económicos e ideológicos constituyen algunas de las causas que explican este proceso.

En el aspecto económico se produce el aumento el desequilibrio entre la recaudación y el gasto público y la inflación crece notablemente. Las medidas económicas adoptadas para hacer frente a esta coyuntura llevará a la pérdida de legitimidad el Estado de Bienestar ya que se quiebra el pacto entre trabajo y capital en el cual se sostenía.

Las causas económicas de esta crisis debemos explicarla en el marco del desarrollo del Capitalismo Tardío, tal como lo entiende Ernest Mandel5. Este autor lo define como una fase dentro de la última etapa monopolista-imperialista del capitalismo6. El capitalismo tardío se caracteriza por la aceleración las transformaciones tecnológicas producidas a partir de la Tercera Revolución tecnológica - industrial (revolución informática, microelectrónica, la biotecnología, la robótica y las telecomunicaciones), promovida por las necesidades de renovación de armamento impuestas por la Guerra Fría, ya que impulsó la investigación científica y la producción planificada.

A partir de dicha revolución tecnológica se produce una profunda transformación a nivel económico mundial caracterizada por la revolución en la información y en las comunicaciones. A este fenómeno se lo ha denominado “globalización”.

A fines de los años ´60 Marshall McLuhan habla por primera vez de “global village” aludiendo a un mundo transformado en una gran “aldea” globalizada a través de los medios de comunicación. Con la caída del muro de Berlín el concepto se fue transformando y tomó una importancia incalculable, dada por el impulso de la ideología que se sentía triunfante, la del sistema capitalista.

Pero sus bases y premisas las podemos encontrar cuando finaliza la segunda guerra mundial y la potencia triunfante, Estados Unidos, presiona para crear diversos mecanismos de control mundial. Así, surge la alianza militar dirigida liderada por dicho país (O.T.A.N.), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945 se crea como organismo mundial de seguridad con sede en Nueva York. Además de estas apariciones institucionales los Estados Unidos realizaron el Pacto Atlántico (NATO) para controlar militarmente al bloque del este.

Hasta 1989 las cuestiones de primer orden eran mantener la paz y seguridad en torno a la cuestión nuclear, en segundo plano se encontraban las cuestiones de la economía, la política interna y lo social. La forma bipolar de la Guerra Fría había ordenado la situación internacional, con definiciones ideológicas claras a partir del alineamiento con alguna de las dos potencias, Estados Unidos o la URSS. Cuando se desestructura el mundo conocido surge

5 MANDEL, Ernest. El capitalismo tardío. Méjico, Ediciones Era, 1987.6 Recordemos aquí el aporte de Lenin en “El Imperialismo, etapa superior del capitalismo” donde ya indicaba la tendencia monopólica de este modo de producción hacia fines del siglo XIX en el contexto del reparto del mundo.

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esta imagen de un solo mundo, una sola “aldea global” homogeneizada, en parte, por el gran alcance de los medios de comunicación.

Durante la década del ´90 el término globalización, junto al fin de la historia, la muerte de las ideologías como parte de la “vulgata planetaria” neoliberal, en palabras de de Pierre Bourdieu7. El capitalismo se presenta como triunfante. La desarticulación del socialismo real, abre espacio para que este discurso se convierta en dominante.

Sin embargo, desde las más diversas áreas, como la política, la geografía, la historia, entre otras, aparecen cuestionamientos y críticas a esta legitimación ideológica. Tomando la clasificación de E. Saavedra8 las explicaciones pueden ser divididas en apocalípticas e integradas. En ambos casos parece tratarse de un proceso inevitable que transforma radicalmente a las sociedades mundiales. Los integrados ven en la globalización una oportunidad de ampliar los beneficios de la modernidad a toda la humanidad; por el contrario los apocalípticos interpretan a este proceso como una gran amenaza sobre la cultura y la autonomía nacional que socava la identidad.

En realidad el término globalización es ambiguo y confuso ya que trata de definir gran cantidad de elementos de diversa índole que conforman el escenario mundial actual. Algunas de las características más sobresalientes son “el ascenso de la sociedad al conocimiento, creciente importancia de la ciencia y la técnica, mayor integración mundial en lo político, lo económico, lo tecnológico, lo social y lo cultural”9.

Rapoport también define algunas de las características para él fundamentales del presente proceso: la diferente dimensión del tiempo y espacio dada por la instantaneidad e intensificación de la información; la progresiva separación de las actividades comerciales y de producción con al esfera financiera; concepción dominante del círculo de poder intelectual de la concepción liberal; concepción del mundo como espacio ecológico único; la tendencia por demás preocupante de la marginación de amplios sectores de la población mundial, incluso dentro de los países con mayor desarrollo; la respuesta a la globalización de muchos grupos separatistas regionales a partir de reivindicaciones étnicas, culturales o religiosas.

El incremento del porcentaje del comercio mundial en manos de las empresas trasnacionales es otra de las características fundamentales de este proceso: 270.000 empresas asociadas en el mundo concentran dos tercios del comercio mundial, produciendo un tercio del producto bruto mundial, utilizando sólo el 3 % de la mano de obra industrial del mundo.

Este proceso resultado de la transformación tecnológica Mandel lo denomina capitalismo tardío, identifica que dentro de este sistema se desarrollan fases de ascenso y de descenso. La primera etapa se caracteriza por la revolución tecnológica, por el contrario durante la fase de descenso no aparecen innovaciones importantes y decrece la tasa de ganancia. Según Mandel desde

7 BOURDIEU, Pierre. “La nueva vulgata planetaria” en Le Monde Diplomatique, Año 2000.8 SAAVEDRA, Eduardo Jorge. Geopolítica y Globalización. Estado-Nación, autodeterminación, región y fragmentación . Editorial Eudeba, Buenos Aires, 2001. Pág. 35. 9 SAAVEDRA. Op Cit. Pág. 37.

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1966 estamos transitando esta segunda etapa, lo cual se observa en las periódicas recesiones de los países del capitalismo central.

Dentro de este marco, es importante destacar las transformaciones en el modelo productivo que se producen a partir del desarrollo del “toyotismo”. El mismo, aumenta la necesidad de reajustar los costos de la industria para lograr una mayor competitividad en el mercado, profundizándose así la tendencia ultraliberal.

Numerosos autores destacan en este proceso la importancia de la llamada “tercera fase de la revolución industrial”, motivada por la revolución informática, la biotecnología y fibra óptica.

James Petras es una de las voces críticas que delatan la otra cara de la triunfante transformación tecnológica. La fuerte influencia de estas innovaciones en el campo productivo queda restringida a un número pequeño de empresas que no constituyen un factor dinámico sino más bien fuente de inestabilidad y disminución de la productividad.

Esto se articula con otro aspecto fundamental del capitalismo desde esta década: la especulación global a partir de las finanzas internacionales, que se ha convertido en una de las prácticas globales de mayor rentabilidad sin correlato con el crecimiento de la economía real, disminuyendo el capital productivo generador de empleo.

Asimismo, la incorporación de la mano de obra femenina al mercado laboral y el desplazamiento industrial hacia países con mayor rentabilidad para las empresas (por los bajos costos en la mano de obra, como por ejemplo la sobre explotación en los países asiáticos) genera un gran crecimiento del desempleo, una fuerte flexibilización laboral y una ampliación de las diferencias entre las retribuciones salariales, inclusive en los países desarrollados.

Buscando respuestas frente a este contexto económico países como Estados Unidos e Inglaterra avanzan hacia el desmantelamiento del Estado de Bienestar, realizando un fuerte ajuste estructural.

Las bases ideológicas que sustenta a este tipo de Estado se fundamenta en la “creencia en la omnipotencia de la tecnología” exaltándose así la racionalidad tecnocrática. Este tipo de estado, en contraposición al Estado de Bienestar, plantea que la intervención pública es ineficaz para el control de la inflación y que posee efectos negativos sobre el incentivo del trabajo, ahorro e inversión. Desde esta concepción neoclásica “el Estado debe retirar sus manos de la economía y permitir que el mercado cumpla su papel darviniano de eliminar a los más ineficientes”.10

En el caso norteamericano Procacci se plantea como problemática a estudiar “por qué esta movilidad social coincidió con una estabilidad política superior a diez años”11. Como claves para comprender este proceso el autor analiza la política llevada adelante por la gestión de Ronald Reagan destacando los siguientes aspectos: rebajas fiscales a favor de las empresas de rentas más elevadas, contención del nivel de los salarios y del gasto público en asistencia social, fuerte apelación al sentimiento individualista (en el marco del surgimiento 10 PAREDES,. Op. Cit. Pág. 247.11 PROCACCI, . Historia General del Siglo XX. Editorial Crítica, Barcelona, 2001. Pág. 539.

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del Neoliberalismo) y nativista que llevará hacia una política exterior imperialista y al odio exacerbado hacia el comunismo. A partir de estas características se originará lo que se ha denominado la “Segunda Guerra Fría”, fundamental para generar consenso tanto para su política interna como para la externa.

Con respecto a la política exterior predomina la lógica imperialista, por lo cual aumenta notablemente el gasto militar. Podemos mencionar así, algunas de las intervenciones en los conflictos internacionales de la época, tales como la invasión a Granada, la asistencia a la guerrilla antisandinistas (los “contras”), la ayuda económica a Jordania, Arabia Saudita y Kuwait y el apoyo a Israel.

Las problemáticas económicas antes mencionadas también se encuentran presenten en Europa, donde había comenzado un proceso de integración en el bloque de la Comunidad Europea. En este marco, en Inglaterra Margaret Thatcher abandona las políticas keynesianas adoptando una política monetarista y liberalista orientada a reducir la inflación y el déficit fiscal. Al igual que la política exterior norteamericana, Inglaterra impulsó un afianzamiento de la nacionalidad y prestigio internacional basándose en los valores tradicionales victorianos. La guerra de Malvinas es un ejemplo de este proceso.

La Unión Europea, finalmente institucionalizada en Maastricht en 1992, fue el ámbito desde el cual los diferentes países continentales llevaron adelante procesos de ajuste estructural, caracterizados por las privatizaciones de empresas y la disminución del gasto público. Con respecto al papel de Europa en este nuevo orden mundial Eric Hobsbawm plantea que hacia finales de este siglo Europa deja de tener la importancia geopolítica de otro tiempo: “El mundo (…) no es ya eurocéntrico. A lo largo del siglo se ha producido la decadencia y la caída de Europa, que al comenzar el siglo era el centro incuestionado del poder, la riqueza, la inteligencia y la civilización occidental”.12

Cabe aclarar, que la formación de bloques económicos no se contrapone con la lógica de la creciente mundialización, ya que constituyen instancias claves para realizar una mayor liberalización económica, un proceso de ajuste estructural y un medio por el cual vincularse en forma más competitiva y efectiva con el mercado mundial. La Unión Europea fue la pionera de este proceso que se extenderá hacia otras regiones del mundo (MERCOSUR, NAFTA, ASEAN, entre otros).

El regionalismo abierto nace como propuesta funcional al neoliberalismo. Sienta las bases para la apertura comercial y la integración al mercado mundializado. Promueve el desmantelamiento de la protección industrial y genera la transnacionalización de las economías.

En las décadas del `80 y `90 el incremento de comercio se desarrolla especialmente a escala intrarregional, dentro de cada bloque económico. En este contexto es que las regiones toman un rol fundamental en cuanto son las que facilitan “la construcción del entorno favorable para el alcance de adecuadas condiciones de competitividad de las empresas”13. El rol de las regiones es generar un sistema o red de actividades conectando las diferentes partes del

12 HOBSBAWM, Eric. Op Cit. Pág. 23-24.13 ALBURQUERQUE, Francisco. Competitividad internacional, estrategia empresarial y papel de las regiones. Editorial Eudeba, Buenos Aires, 2001 Pág. 20.

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sistema productivo (entrega de insumos, fabricación, distribución) es de vital importancia para la gestación de un clima de competitividad.

Con respecto a la liberalización económica hay autores que afirman que en realidad nos encontramos ante una etapa neomercantilista. Tal es el caso de James Petras, quien afirma que esto “implica un poderoso estado imperialista, donde la lógica del mercado está en función de las posibilidades que abre el Estado; lo mismo ocurre con la crisis, cuando hay crisis o amenaza de no pagar la deuda, interviene el Estado imperialista y sus mensajeros del Fondo Monetario Internacional, para implementar las políticas de chantaje. En este sentido creo que debemos abrir un debate sobre la naturaleza del imperialismo que estaba ausente”14.

El último año ha estallado la crisis económica más importante desde 1929. Se desató en el centro del poder financiero: Wall Street. La burbuja especulativa comenzó a desvanecerse en las hipotecas inmobiliarias pasando luego al sistema bancario. Los millones de dólares destinados a salvar al sistema bancario en Estados Unidos es un ejemplo claro de que este pensador estaba en lo cierto. Cuando la burguesía trasnacional se enfrenta con una crisis generada por la propia lógica del sistema que ellos impusieron, reclaman la fuerte intervención del estado, que en la etapa histórica anterior había sido vapuleado al extremo de predecir su desaparición.

Podemos afirmar entonces, coincidiendo con F. Alburquerque que inclusive durante la década de los ´90 donde se sostiene las políticas neoliberales a ultranza, se produce “la existencia de un proteccionismo “de facto” practicado de diferentes formas por las principales potencias, así como el unilateralismo que lleva a cabo los Estado Unidos de Norteamérica a través de su política comercial.”15 Utilizando para esto diversos mecanismos que trasciende la tradicional política arancelaria: la fijación de volumen máximo de importación, restricciones “voluntarias” del país exportador, requisitos técnicos o sanitarios, formalidades aduaneras y otras trabas burocráticas. Esto tiene incidencia directa en el comercio que encarar las diferentes regiones ya que en la mayoría de los casos no es el libre juego del mercado el que regula las transacciones sino un comercio administrados por los actores con mayor poder de negociación.

También Rapoport pone en duda uno de los mitos de la globalización: la idea de que se haya instaurado de manera definitiva el libre comercio con un creciente multilateralismo. Los que sostienen esto mencionan la creación de la Organización Mundial de Comercio vigente desde 1995, pero como afirmar este autor, esta institución es de dudosa originalidad, siendo la última fase del cumplimiento de los acuerdos de Bretón Woods (1948). La organización referida al comercio mundial no logró instaurarse en aquel en entonces por la falta de aprobación de Estados Unidos.

Desde una óptica de análisis político, durante el capitalismo tardío, las estructuras estatales van a modificarse sustancialmente. Se mantiene como prioridad garantizar las condiciones generales de la producción -lo cual implica la

14 PETRAS, JAMES. “El Capitalismo a fin de milenio”. En www.eurosur.org/rebelion/petras.htm.15 ALBURQUERQUE. Op Cit. Pág. 16.

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represión de cualquier intento revolucionario de modificar el sistema- y disminuye notablemente la capacidad integradora de las masas al sistema político.

La representación política tradicional también aparece cuestionada: una profunda crisis de los partidos políticos tradicionales y el surgimiento de numerosos movimientos sociales que se originan alrededor de reivindicaciones y luchas específicas, tales como la igualdad de la mujer, la protección de la naturaleza, entre otros.

Aparece también una nueva forma de asociación entre partidos políticos y movimientos sociales, ejemplo de esto son los Partidos Verdes europeos que han experimentado un fuerte crecimiento en estas últimas décadas. Sin embargo, a pesar de la profunda crisis de legitimidad los partidos políticos tradicionales continúan siendo la principal vía de representación y prevalecen como forma dominante de la democracia.

Los bloques geopolíticos, ¿hacia un Nuevo Orden Mundial?

Hasta aquí se han analizado las transformaciones en el mundo capitalista. Pero la Unión Soviética también atraviesa una profunda crisis que desembocará en la caída del régimen comunista. La crisis económica radicaba en la inviabilidad del modelo de crecimiento extensivo basado en el aumento del uso de recursos naturales, incrementada además por el escaso progreso técnico y organizativo y la regulación exclusiva por parte del Estado. Los movimientos nacionalistas dentro de la URSS constituyen una problemática sin resolver. Reclaman libertades políticas y participación ciudadana.

La combinación de estos problemas económicos, sociales y políticos llevará a Gorvachov a proyectar un profundo plan de reformas estructurado en la Perestroika y la Glasnost. Incapaz de mantener el gasto militar, Gorvachov comienza una lenta retirada de los conflictos internacionales. Como ejemplos podemos mencionar el abandono de las tropas de Afganistán y de Angola y la finalización de la ayuda a los Sandinistas.

Otro espacio que cobra un nuevo protagonismo en el contexto de la posguerra es el área del Pacífico, donde surge Japón como segunda potencia mundial. ¿Cuáles son las claves de el vertiginoso crecimiento de la economía japonesa? Los bajos salarios existentes por la abundante mano de obra, la estabilidad política, el casi inexistente gasto militar y la permanente intervención del Estado (a través del MITI) para fomentar la pequeñas y medianas empresas. Estas características permiten que Japón obtenga una rápida recuperación frente a la crisis de 1973 y continúe creciendo durante la década del ´80. El impulso estatal de este país deja al descubierto la falacia ya analizada sobre la necesidad del achicamiento del estado para lograr el desarrollo económico. Recién en los noventa comenzarán a surgir algunas interrogantes sobre la viabilidad del desarrollo económico de dicho país.

A partir de la caída de la URSS y de la finalización de la Guerra Fría se generó un profundo debate dentro del ámbito de las ciencias sociales sobre como interpretar la nueva etapa que acontecía ¿Estamos frente a un “nuevo orden

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mundial”? Elementos viejos y nuevos al decir de Gramsci, se combinan en esta difícil etapa de transición.

La desaparición del mundo bipolar aumenta la interdependencia de los diferentes bloques que conforman la realidad global. El mundo se ha convertido en una “única unidad operativa”, tal como lo llama Hobsbawm, en donde las antiguas políticas de los estados territoriales y sus respectivas economías nacionales se ven cuestionadas por la presencia de las empresas transnacionales. Sin embargo parece no estar claro que organismos o países ordenarán este nuevo sistema. Por esto, la lógica del mercado se impone. Las consecuencias caóticas sociales -en primer lugar- y también económicas resultan hoy evidentes.

¿Cuál es el rol de Estados Unidos dentro de este nuevo orden mundial? Las miradas según de dónde provengan difieren absolutamente. Los norteamericanos están convencidos de que por ser la primera potencia militar son los únicos capaces de sostener un “gobierno mundial”. Geopolíticos norteamericanos se han preocupado por analizar cómo se producirá la evolución del sistema mundial, para generar estrategias sostenedoras de sus políticas imperialistas.

Brzezinski es uno de los principales referentes e ideólogos de la política internacional norteamericana de las últimas décadas. En el Gran Tablero Mundial16 plantea que Estados Unidos debe evitar el peligroso aislamiento político generando una alianza estratégica con Europa a partir de la incorporación de Rusia a la OTAN, para poder neutralizar el rápido crecimiento de China. Además, deberá estabilizar la zona de Medio Oriente y el latente conflicto entre India y Pakistán. Para este geopolítico el liderazgo de Estados Unidos a mediano plazo es fundamental, ya que sino puede gestarse una situación prerrevolucionaria. A largo plazo afirma que el poder de las empresas transnacionales crecerá en forma tan notable que ni siquiera el gobierno de Estados Unidos ejercerá control sobre las mismas. Deja abierta la cuestión sobre si la sociedad norteamericana está en condiciones de aceptar los costos de ser la potencia hegemónica.

“Las relaciones internacionales se vieron significativamente afectadas por el 11-S…”17. A partir del impacto sufrido por este atentado y de la clara fricción con Europa luego de la invasión a Afganistán, este autor realiza su nueva obra El dilema de EE.UU., ¿Dominación global o liderazgo global? En la misma retoma gran parte de los postulados enunciados con anterioridad y profundiza sobre cuál debería ser rol de EE.UU. en el mundo global.

A diferencia de su obra anterior, aparece la idea del declinismo como inevitable, “… la actual preponderancia global estadounidense, que también decaerá en algún momento, probablemente después de que algunos desean y antes de lo que muchos norteamericanos asumen. La pregunta es: ¿qué la sustituirá? Un final abrupto de la hegemonía precipitaría sin duda alguna un caos

16 BRZEZINSKI, Zbigniew. El gran tablero Mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2001.

17 BRZEZINSKI, Z. El dilema de EE.UU. ¿Dominación global o liderazgo global? Editorial Paidós, Buenos Aires, 2004. Pág. 105.

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global, en el que la anarquía internacional reinante se vería salpicada de erupciones de destructividad auténticamente masiva”18.

Se trata entonces de generar una estrategia para la etapa final de la hegemonía norteamericana, en palabras del autor “…el dominio global de Estados Unidos acabará por desvanecerse. Así pues, no es demasiado pronto para que los estadounidenses decidan qué forma quieren que tenga el legado final de su hegemonía.19”

El caos se presenta por no existir otro bloque de poder que sustituya al EEUU quien detenta una hegemonía indiscutida. Este autor afirma que la Unión Europea presenta dificultades para lograr la unidad política necesaria para afrontar el rol de potencia hegemónica. A pesar del crecimiento económico desarrollado estas últimas décadas la falta de unidad y los enfrentamientos internos socavarían las bases de su potencial poder. Rusia por su parte, luego del 11-S optó por alinearse con occidente y debido a los numerosos conflictos internos dejó de ser una amenaza para el poder norteamericano.

La región más dinámica en el tiempo que transcurre entre los dos trabajos de este autor es Extremo Oriente, en particular China e India. A pesar de ser dos regiones muy favorecidas por la economía global este autor considera que aun es largo el camino de crecimiento interno, dado los altos índices de pobreza; además de los potenciales conflictos regionales latentes en la región.

Estados Unidos deberá optar por constituirse en una superpotencia que domine por la fuerza o por el contrario que sea capaz de construir una legitimidad que lo convierta en líder hegemónico de una alianza que logre neutralizar los latentes conflictos en esta era globalizada.

En esta obra retoma la idea de que debe evitar el aislamiento, pero a partir de los últimos acontecimientos su análisis de enfoca hacia cuales son los peligros de que la elite norteamericana pueda asumir el rol de liderazgo global. El dilema se presenta entre obtener cooperación internacional a partir de alianzas multilaterales o el ejercicio unilateral del poder soberano que traería el peligro del aislamiento. En este aspecto cabe destacar el lugar de la sociedad norteamericana frente a la política exterior cuánta vulnerabilidad está dispuesta a soportar.

Para este autor es necesario sostener el poder alcanzado ya que le otorga una importancia fundamental a la cuestión de la seguridad. Sobre esto realiza un análisis detallado, en particular de los siguientes tópicos: la relación con el mundo islámico, el conflicto palestino – israelí, la relación con Europa y con Rusia, el lugar de extremo oriente, las posibilidades de la formación de una alianza contranorteamericana, el lugar de los derechos civiles frente a la amenaza de seguridad interna.

Con respecto a sus consideraciones sobre el estado nación podemos observar un cambio notable entre sus dos obras. En la primera se planteaba que el debilitamiento de los Estado Nación era constante y que inclusive EEUU se vería afectado por este proceso por el cual las empresas multinacionales se habían convertido en agentes de poder político. En su obra más reciente no niega 18 Íbidedm. Pág. 20.19 Íbidedm. Pág.239.

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las fuerzas propias del sistema global que disminuyen la soberanía estatal, sin embargo afirma que “el Estado-nación continúa siendo el actor primordial en la escena mundial”20.

A pesar de las diferentes maneras de analizar el mundo posguerra fría, todos los autores coinciden en reconocer que la interdependencia mundial ha crecido notablemente y que a raíz de ésta han surgido problemáticas que exceden las fronteras de los estados nacionales, tales como el aumento de las desigualdades sociales entre ricos y pobres, la droga, el sida, la explosión demográfica y el terrorismo.

Otro factor crucial de la geopolítica actual es la importancia de la región denominada por Brzezinski como los “balcanes globales”, que abarca Medio Oriente hasta la India. Esta región posee características similares a los Balcanes en el siglo XIX por la complejidad étnica, los enfrentamientos constantes, sumado a ser la reserva de energía más importante del planeta. Eurasia se presenta como la zona de mayor peligrosidad por los elevados índices de pobreza, el continuo crecimiento demográfico y los conflictos interétnicos.

Las estrategias de los nuevos “enemigos de EEUU”, tal como los llama Brzezinski, son resultado del “poder de la debilidad” donde las amenazas ya no son en primer lugar de ataques nucleares sino atentados anónimos que atenten el sistema eléctrico y de comunicación, o que puedan generar un colapso social o económico producto del pánico generado por dichos atentados.

En el mediano plazo el autor plantea que EEUU debe reafirmar una alianza estratégica con la Unión Europea, a fin de que esta última aumente su compromiso y voluntad política para sostener la estabilidad global. Al mismo tiempo EEUU debe dejar de actuar en forma unilateral a fin de buscar consenso para las decisiones tomadas. La guerra de Irak constituye un caso emblemático: luego del 11-S los diferentes estados nación emiten su apoyo y solidaridad con Norteamérica. Rápidamente, a partir del accionar de la administración Bush se producen controversias e incluso enfrentamientos en el seno de la ONU, en particular con los países europeos.

Para Brzezinski la verdadera amenaza reside en el aislamiento de EEUU, si no reafirma su alianza estratégica con Europa podría iniciar un período de desestabilización en Medio Oriente (en particular por el enfrentamiento palestino- israelí) y el Lejano Oriente (por ejemplo frente al conflicto de Cachemira). Además, evalúa que la Unión Europea podría ser el único rival que le dispute la hegemonía si se unificara en sus intereses y decidiera invertir en el plano militar, superando los problemas antes mencionados.

En su análisis de la relación entre EEUU y Europa el autor realiza la única referencia a América Latina, planteando que en caso de que Europa asuma esta vocación hegemónica podría disputar el control inclusive de esta región, alentado por los vínculos culturales e históricos con el viejo continente. En este sentido el “nacionalismo latinoamericano reaccionaría de manera bastante favorable a la intensificación de lazos políticos, económicos y culturales con Europa…”21.

20 Íbidedm, Pág. 37. 21 Íbidem. Pág. 111.

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A diferencia de su obra anterior, este autor dedica parte de su obra a analizar los dilemas de la globalización, no sólo la problemática del terrorismo sino también contempla las problemáticas sociales tales como el aumento de la polarización social, la explosión demográfica en los países subdesarrollados, la creciente ola de migraciones hacia las economías más industrializadas, entre otros. Afirma que a partir de estos factores se ha generado ideologías antinorteamericanas con tendencia a la anti-globalización. Esto muestra claramente el desarrollo de los movimientos contrahegemónicos durante los primeros años del siglo XXI. Desde adentro del país imperialista se reconoce por un lado el inevitable declinismo, y por el otro el ascenso del nivel de conflictividad social y cuestionamientos políticos a la hegemonía norteamericana.

Desde una concepción ideológica opuesta, I. Wallerstein22 plantea que Estados Unidos es una potencia en decadencia, ya que para definir el juego geopolítico debe recurrir al uso de la fuerza. Para este autor la verdadera hegemonía norteamericana se desarrolló entre 1945 y 1970, durante la guerra fría. Luego de la caída del Muro, la competencia económica de Japón y Europa y la inestabilidad en Medio Oriente muestran que la supremacía norteamericana se encuentra en decadencia. Por esto, ya en el año 2002 afirmaba que transitamos el inicio del fin de la hegemonía norteamericana, afirmando que el mismo sistema capitalista está presentando una crisis terminal.

Ahora bien, ¿es posible lograr una hegemonía norteamericana basada en el consenso y el liderazgo? Por el contrario los últimos acontecimientos internacionales lejos de mostrar la búsqueda de consenso y accionar multilateral, Estados Unidos puesto en evidencia aquellos rasgos más crudos de la barbarie occidental, que se contradicen profundamente con los ideales del humanismo propio de la modernidad. Podríamos incluir la justificación teológica de la administración Bush como continuadora de aquella “barbarie religiosa” por la cual el cristianismo se convirtió en herramienta constituyente de los estados modernos, por la cual se debía “depurar” la nación de cualquier otra tradición religiosa.

Esta postura en la actualidad presenta grandes dificultades políticas. Si la barbarie se impone sobre los criterios de racionalidad y búsquedas de estrategias geopolíticas creemos que se acelerará la caída de la actual hegemonía norteamericana. Es significativo que un autor como Brzezinsky -representante de los intereses norteamericanos- afirme y reconozca la inminencia del fin de la hegemonía norteamericana. Plantear veinte años en términos históricos es referirse a un período temporal muy reducido. Se observa claramente el declinismo inclusive en los autores defensores del poderío norteamericano actual.

La crisis económica desatada en el gigante del norte desencadenó el corrimiento de los Republicanos del gobierno. Obama se presenta como una alternativa más moderada, tendiente a buscar consensos. ¿Será que la clase dominante estadounidense necesita adaptarse a la nueva crisis buscando una figura más conciliadora, que pueda revivir la estructura del “estado salvavidas” para salvaguardar sus intereses? ¿Será que reconociendo el declinismo como inevitable han decidido generar estrategias diferentes a las de la era Bush? 22 WALLERSTEIN, Emmanuel. Un mundo incierto. Libros del zorzal, Buenos Aires, 2002.

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Dudosa es la respuesta. La tibia postura ante el golpe de estado de Honduras, la continuación de la política agresiva hacia medio oriente, parecen poner en duda que la política exterior norteamericana haya cambiado rotundamente de rumbo.

Es evidente que la hegemonía norteamericana esta presentando problemas para lograr la legitimidad en base al consenso para actuar como regulador global. La alianza estratégica con la Unión Europea no parece concretarse en un corto plazo. Europa no logra la unidad política e ideológica necesaria como para articular una estrategia como la recientemente explicada: el avance de la derecha deja al descubierto el aumento del sentimiento xenofóbico y chauvinista que la alejan de una pacífica integración político económica. Por otro lado, la integración en términos neoliberales es resistida por gran cantidad de países europeos que se oponen a nuevas leyes de flexibilización laboral y ajuste estructural, además de cuestionar abiertamente el accionar de Estados Unidos en Oriente Medio.

Por otro lado, resulta muy claro que las instituciones posguerra que fueron funcionales durante la Guerra Fría hoy no ofrecen respuestas ante los múltiples conflictos. La invasión de EEUU a Irak dejó en evidencia el escaso margen de acción que conserva la O.N.U. Otro ejemplo del debilitamiento de estas instituciones es como la no adhesión de EEUU a los tratados internacionales sobre el cuidado del medio ambiente.

Perspectivas actuales del orden mundial:

Reflexionando sobre lo anteriormente expuesto y a partir de los últimos sucesos mundiales parece más correcto hablar de un mundo fuertemente “unimultipolar”. Este concepto es tomado de Huntington por Jaguaribe23 y lo define como un sistema donde impera una sólo potencia: Estados Unidos. Un gigante que está por caer pero lucha con sus últimas armas para no ser desplazado. Y la maquinaria que aún conserva fuerte e intacta es la militar. Desde el atentado del 11 de septiembre del 2001 ha recrudecido su política agresiva, en diferentes partes del mundo, movido por intereses geopolíticos para mantener su hegemonía.

La política interna de democracia de masas se presenta incompatible con un imperialismo declarado, tal es la causa de la continua propaganda política y manejo de los medios de comunicación y de la opinión pública que hacen para justificar la constante intervención en diferentes partes del mundo, especialmente demonizando a sus enemigos políticos. Acompañado esto de una creciente persecución a las voces disidentes, y la restricción de las libertades individuales de las que tanto se han jactado los norteamericanos.

Las insistentes críticas de Europa, China, Irán, entre otros, permiten reflexionar sobre la posibilidad de marchar hacia un mundo multipolar semejante al del siglo XIX. Actualmente parece estar jugándose esta pulseada en la cual

23 FERRER, Aldo; JAGUARIBE, Helio. Argentina y Brasil en la globalización ¿MERCOSUR o ALCA?. Fondo de Cultura económica, Buenos Aires, 2001. Pág. 67.

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Estado Unidos busca con todas sus herramientas relocalizarse como eje de poder en el nuevo sistema multilateral.

Hay quien afirma que el predominio del capital financiero sería la última etapa del modo de producción capitalista, preanunciando la aparición de un nuevo sistema aún desconocido. Esto es sostenido por Imanuel Wallerstein quien en el Foro Social de Porto Alegre sostuvo: “Esta globalización es pura retórica, nada agrega a un desarrollo sistémico iniciado en el siglo XVII. Se usa para hacer creer que no hay alternativa al neoliberalismo y para barrer trabas al gran capital. Y agregó: Este sistema ya lleva 400 años y no es previsible que sobreviva en los próximos 50. Caerá como todo sistema histórico y asistimos a una transición que se hará cada vez más caótica.”24

Esta afirmación realizada en el año 2002 parecía aventurada y hasta un tanto exagerada. Sin embargo las contradicciones del mismo sistema, evidentes en este último año permiten reflexionar sobre la inminente crisis estructural del sistema. Ahora bien, nada nos garantiza que su reemplazo implique una mejor distribución de la riqueza y la liberación de los pueblos oprimidos. Por eso la acción política y la unión de los países dominados es fundamental para incidir en el desarrollo histórico, que se va configurando lentamente por factores estructurales, pero también por el accionar de los colectivos sociales.

La transición es siempre incierta y caótica. Los poderosos del mundo no permitirán que la situación se agrave sin intentar cambiarla en una dirección que les permita crear un nuevo sistema donde sea posible preservar lo esencial: la jerarquía diferenciada entre unas clases y otras. Esa jerarquía no deriva necesaria y únicamente de un sistema capitalista, lo muestra la historia. Ese reacomodamiento lo buscan el Foro de Davos, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio, entre otras instituciones. James Petras sostiene “el imperialismo norteamericano actual, quiere todo: todo el poder y toda la dominación, toda la riqueza, y no está dispuesto a compartirlas con nadie, ni con los aliados europeos, ni con los cipayos presidentes de otras partes, regiones del mundo.”25

En esta lucha claro queda que Estados Unidos se ha decidido a disputarle

a Europa los últimos espacios de influencia. Por esto es fundamental el control sobre oriente medio para ganar peso, no sólo sobre Europa, sino también sobre China y Japón.

En este marco América Latina aparece como lugar geoestratégico para lograr un control más eficaz, por eso es vital estudiar su situación y dentro de ella el bloque más importante que se ha generado: El MERCOSUR, a fin de intentar comprender las posibles estrategias ante esta realidad internacional.

América Latina en el marco de las transformaciones mundiales

24 WALLERSTEIN. Inmanuel. “Este Sistema no sobrevivirá 50 años.” En Clarín, 17 de Marzo de 2002.25 PETRAS, James. Op Cit.

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“Mestiza de médula y, por ello, sin médula, América Latina sigue sin estar dentro de sí, siempre arrojada desde afuera al fondo de su no-adentro,

succionada por su no-centro hacia lo que no ha podido ser del todo. América Latina, desigual y descentrada.”26

Los “años dorados” se desarrollaron para los países de Latinoamérica de forma dispar. Aquellos que no habían logrado una buena incorporación al mercado mundial, sufrieron fuertes crisis económicas por la imposibilidad de generar divisas y equilibrar sus balanzas comerciales. Las inversiones externas se dirigieron hacia sectores muy limitados de la economía, sin extender sus beneficios a la sociedad en su conjunto. Esto se tradujo en procesos permanentes de ajuste interno, acompañados de represión sistemática de los sectores populares.

El estrecho espacio político abierto fomenta también, la temprana aparición de movimientos guerrilleros. La polarización se observa a su vez, en el aspecto ideológico entre el proyecto de integración liberal-conservador y la posición de la izquierda revolucionaria (como la Revolución Cubana) o nacionalista popular (como es el caso de Velazco Alvarado en Perú).

En cuanto a lo ideológico se desarrolla un espectro más amplio: el nacionalismo popular, el desarrollismo, el liberalismo y la izquierda; se articulan con las distintas fuerzas sociales y políticas del período, caracterizado por el fortalecimiento de las clases medias y los trabajadores urbanos.

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 fue la primera experiencia de socialismo en la región. Repercute profundamente en la misma, donde se oscila entre gobiernos moderados en general demócratas cristianos (como por ejemplo en Venezuela) y la imposición de las oligarquías tradicionales, cada vez más a través de dictaduras militares.

En Brasil, Perú, Panamá y Bolivia acceden al poder movimientos populares nacionales. El triunfo como presidente por vía democrática del líder socialista Salvador Allende en Chile en 1970 completa el panorama regional, constituyéndose un horizonte crítico para los Estados Unidos y para sus intereses en la región en el contexto de la Guerra Fría.

El desarrollo del enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética había llevado al crecimiento del sentimiento antiimperialista en Asia, África y América Latina. En el caso de Latinoamérica el sentimiento antinorteamericano obtiene un lugar cada vez mayor. La derrota de Estados Unidos en Vietnam, la Revolución cultural en la China Maoísta, el Mayo Francés, son algunos de los signos que muestran el gran crecimiento de los movimientos “antisistemas” de la época.

El Presidente Kennedy, elabora para América Latina un plan para colaborar con el desarrollo socioeconómico en la región, a fin de frenar el 26 HOPENHAYN, Martín. América Latina, desigual y descentrada. Buenos Aires, Grupo Editorial Norme, 2005. Pág. 19.

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peligroso avance del socialismo. La “Alianza para el Progreso”, tal como se la denominó, fue aprobada por todos los países latinoamericanos en 1961 en Punta del este. Pero en la puesta en marcha, el plan nunca se realiza con la fuerza necesaria para dar buenos resultados. Se implementaron entonces, otras estrategias para disciplinar la región. Nace así, la “Doctrina de Seguridad Nacional”, que planteaba la existencia de “fronteras ideológicas”. El enemigo ya no lo constituía un agente externo sino que dentro de la sociedad cualquier grupo podía adherir al socialismo y por ello ser considerado enemigo. El papel de las fuerzas armadas era vigilar a la sociedad y evitar cualquier núcleo de “subversión”. Esta Doctrina será la predominante en la Escuela de las Américas, en Panamá, donde asistieron gran cantidad de militares latinoamericanos. Desde allí se coordinará la política antisubversiva norteamericana.

Hacia fines de los ´60 en Chile llega al poder por vías electorales el socialismo con la Unidad Popular, llevando como presidente a Salvador Allende. Sólo gobierna tres años: la CIA y las fuerzas armadas lideradas por Pinochet terminan con el gobierno. En los setenta se desarrollaron las dictaduras más sangrientas en América Latina: Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, entre otros vivieron, el terrorismo de estado.

La década de `80 se caracteriza por la relevancia de la estrategia geopolítica impuesta por Reagan que se caracterizó por una renovación del conflicto con la URSS en el contexto de la Guerra Fría. Tal es así que finaliza la etapa de distensión y se abre una nueva de militarización y amenazas constantes de enfrentamientos abiertos. Declara así una nueva etapa en la lucha contra el comunismo, apostando al armamentismo como estrategia. Los derechos civiles en Estados Unidos son claramente recortados, la persecución ideológica crece en las universidades y el neoconservadurismo gana posiciones.

Con respecto a América Latina se escribe el documento de Santa Fe, donde se caracteriza en forma detallada los aspectos más importantes de la política norteamericana hacia esta región. Se define así un avance agresivo destinado a lograr el control político y geográfico de las zonas en teoría perdidas por la administración Carter. Este documento definía al enfrentamiento con la URSS como la Tercera Guerra Mundial y a los países periféricos como escenario de la misma. En este marco, se interviene Colombia y Costa Rica, se apoya a los “contras” en Nicaragua, naciendo así el concepto de “Guerra de Baja Intensidad” (GBI).

A pesar de su política agresiva algunos autores afirman que durante esta etapa se produce un aislamiento internacional, inclusive reconocido por los mismos analistas que habían creado el documento de Santa Fe, plantearon que el unilateralismo llevó a prescindir de los organismos internacionales para resolver conflictos hemisféricos. En particular esto se observa en el Caribe y Centroamérica, considerado como el natural “espacio colonial” donde se autoriza a la CIA a realizar operaciones por fuera de cualquier marco del derecho internacional.

Ya en el año 1988 en el documento de Santa Fe II aparece el argumento lucha contra el narcotráfico como una de las urgencias para la década entrante.

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Establece el uso de fuerzas militares norteamericanas para su erradicación. Es notorio como no se intenta combatir esta problemática, ya que no se realiza ningún plan en relación a Estados Unidos, cuando este es el mayor consumidor.

Para llevar adelante la estrategia de dominación, se plantea como fundamental influir en la cultura: “la apropiación de los medios de comunicación masiva (…) ayudaría a la desculturalización continental y afectaría a la juventud, que además quedaba mayoritariamente fuera del proceso educativo, al avanzar la pobreza”27. Para lograrlo el documento plantea “cultivar los valores del régimen democrático junto con las Fuerzas Armadas de la región”, curiosa contradicción por otra parte impulsar la democracia mediante la fuerza e imposición militar y cultural.

El objetivo es lograr el apoyo de la población, combatir al “supuesto enemigo”, desde el ámbito de la opinión pública. Aparece el concepto de “guerra psicológica” aliado fundamental de las guerras de baja intensidad. La propaganda es fundamental, el objetivo es atacar a aquellos principios que estén en contra del “estilo de vida norteamericano”. Podemos relacionar este planteo con la política de Brzezinski cuando afirma que la defensa de la cultura norteamericana debe ser el legado para defender y expandir el poder de su nación. Vemos así, como en diferentes etapas históricas e inclusive en diferentes sectores políticos funciona el mismo discurso legitimador de la expansión nacional.

Por otro lado, en este mismo período aparecen los primeros intentos de integración en Latinoamérica. La Asociación de Libre Comercio (ALALC–1960) y a nivel regional con el Pacto Andino firmado en 1969. Por diversas causas la caída de ambos proyectos es inminente y genera dos corrientes: una que tiende a la microintegración bilateral y otra a la adopción de un mercado común. De esta última nace en 1980 la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) manteniendo como principios la pluralidad, flexibilidad y multiplicidad.

En la década del ´70 Uruguay profundizó su relación comercial con Brasil a través del Protocolo de Expansión Comercial (PEC) y con Argentina a través del Convenio Argentino Uruguayo de Cooperación Económica (CAUCE).

A pesar del fracaso de estos proyectos quedó una propuesta seria en Argentina y Brasil de buscar la integración como forma de definir el lugar de las elites de ambos países en el sistema internacional. Como principal obstáculo para que se concrete esto se presenta la geopolítica brasileña y argentina que históricamente se enfrentaron por el espíritu nacionalista y expansionista de ambos países, tendientes a ser reconocidos como potencias en el cono sur.

Los países más pequeños (Uruguay, Paraguay) fluctúan entre inclinarse hacia uno u otro de los grandes del subcontinente, de acuerdo con las peculiaridades de cada uno. De todas maneras han optado por intentar unificar sus políticas, reconociendo que deben adherirse a los intentos integradores de Argentina y Brasil. Este último es quien logra aventajar a la Argentina con respecto a la influencia que obtiene sobre los tres países más pequeños.

En 1985 se firma el Acta de Iguazú entre Argentina y Brasil, favorecido por el contexto del “retorno de la democracia, la apertura de las economías y los

27 CALLONI; DUCROT. Recolonización o independencia. América Latina en el siglo XXI. Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, 2004. Pág 107.

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objetivos pacíficos de los programas nucleares de ambos países.”28 En junio de 1986 se firma el Acta para la Integración Argentino-Brasileña y en noviembre de 1988 los mismos presidentes suscriben el tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, tomando como ejemplo la integración de Francia - Alemania, y Estados Unidos - Canadá. Este tratado asevera que la democracia es necesidad ineludible para el desarrollo y la integración. También propone la creación de un espacio económico común y la integración intrasectorial entre ambos países, con un programa gradual y flexible. Muestra a su vez, la voluntad de que éste sea el inicio de un proceso integrador latinoamericano, para fortalecer la posición de la región en el mundo, lo cual comienza a ser realidad con la presencia continua del presidente de Uruguay, Sanguinetti, apoyando esta iniciativa. Se crean instrumentos de corrección de las desviaciones comerciales, con el objetivo de proteger ambas economías pero principalmente la de Argentina, en profunda crisis desde ´80.

El mismo contempla el análisis de cada una de las potencialidades de los países en cuestión, que deberán tenerse en cuenta para alcanzar un desarrollo efectivo y parejo en diferentes áreas: alimentos, bienes de capital y empresas binacionales, energía, biotecnología, tecnología nuclear, cooperación aeronaútica, industria automotriz y la moneda. Con respecto a este último tema propone avanzar hacia la unidad monetaria, pero para el autor este tema plantea más interrogantes que soluciones. El objetivo final del tratado es lograr un mercado común, sin barreras arancelarias, que estaría funcionando en diez años.

En 1990, Argentina y Brasil suscribieron y registraron en ALADI un Acuerdo de Complementación Económica, en el que sistematizaron y profundizaron los acuerdos comerciales bilaterales preexistentes. En ese mismo año, representantes de ambos países se reunieron con autoridades de Uruguay y Paraguay, ocasión en la cual estos últimos expresaron la firme disposición de sus países de incorporarse al proceso bilateral en curso. Se convino entonces, que era necesario suscribir un acuerdo creando un mercado común cuatripartito.

Finalmente en 1991 se firma el Tratado de Asunción entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, quedando constituido así el Mercado Común del Sur. Este tratado se puede considerar más como un punto de partida que una conclusión de un proceso intergubernamental, ya que no incluye temas fundamentales para la formación de un mercado común como la reconversión estructural, los mecanismos de fomento económico, el rol de la representación parlamentaria y las condiciones o movilidad del factor trabajo. Los instrumentos creados para lograr el mercado común (arancel externo común, acuerdos sectoriales, etc) dependen de la presencia de gran voluntad política y su cumplimiento está muy influenciado por las circunstancias individuales de cada país29.

Las causas de este acercamiento están dadas por diversas circunstancias que atravesaron tanto Argentina como Brasil. La crisis del modelo estatal sustitutivo de importaciones (acrecentado por la deuda externa), de la década del

28 FERRER, Aldo; JAGUARIBE, Helio. Op. Cit. 30. 29 BERNAL-MEZA, Raúl. América Latina en el Economía Política Mundial. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires. 1994.

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´80 hizo replantear a ambos países la viabilidad de un modelo de crecimiento nacional sostenido. Otro factor de influencia fue la necesidad de Argentina de reducir el déficit comercial respecto a Brasil. También para Brasil significaba eliminar un foco de tensión en la frontera sur y obtener gran influencia en el espacio subregional hispano parlante.

El MERCOSUR constituye uno de los temas de mayor importancia de la política exterior de la década del ´90. Las dos posiciones dominantes sobre su origen sostiene que nace como estrategia central de inserción internacional del país o que simplemente como un instrumento para negociar mejores condiciones frente a la posible integración en el mercado común americano, propuesto por Estados Unidos.

Los `90 fueron signados por el llamado “Consenso de Washington”, en el cual la formación de bloques económicos resultada funcional al aumento de la liberalización económica. Las recomendaciones realizadas por John Williamson constituyeron la política oficial de Estados Unidos para América Latina. Se presentaba como estrategia para salir de la crisis de los años ochenta los siguientes lineamientos: ajuste estructural para mejorar la competitividad; estabilización macroeconómica; desprotección a través de liberalización comercial, financiera y la inversión extranjera; desestatización mediante la privatización de empresas públicas y reducción del gasto público.

Se planteaba que estas medidas estructurales generarían el ámbito propicio para la generación de nuevas formas de acumulación de capital que ofrecerían la posibilidad de acceder a las nuevas tecnologías y a las ventajas de la reciente “globalización financiera”. Para la implementación de estas políticas debemos considerar dos procesos fundamentales: por un lado el establecimiento del terrorismo de estado en la región y la fuerte campaña mediática para generadora de consenso social. La crítica al “estatismo desmedido” hay que contextualizarla en la crisis del estado de bienestar, tema ya desarrollado.

A pesar de las enormes expectativas ante estas reformas, luego de una década de aplicación el balance no se presenta positivo, aún para los organismos internacionales que las impulsaron. El desempleo aumentó notablemente, la tasa de crecimiento disminuyó, aumentó la desigualdad en la distribución de riqueza junto a los índices de pobreza.

En el análisis de las causa de estos resultados desde los sectores liberales se planteó la necesidad de profundizar las políticas antes mencionadas. En particular avanzar en la flexibilización laboral.

Ya entrada la década del ´90 en el documento Santa Fe IV se configura el Plan Colombia, la Iniciativa Regional Andina y la propuesta del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). El ALCA era una iniciativa de Estados Unidos que tenía por objetivo lograr un área de libre comercio en toda América, de Alaska a Tierra del Fuego. Dicho proyecto se estipulaba que debía funcionar en el 2005. El proyecto implicaba la disolución de las barreras aduaneras en todo el continente la libre circulación de bienes, servicios y capitales, pero no de personas. Además de esta integración económica se toman en cuenta materias como servicios, propiedad intelectual, inversiones, políticas de competencia, compras del sector público y soluciones de controversias.

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Este proyecto surgió como iniciativa presentada por el gobierno de George Bush (padre) en junio de 1990. La misma es retomada por su sucesor (William Clinton) en 1994 en la “Primera cumbre de las Américas” en Miami. En 1998 en la “Segunda Cumbre de las Américas” se optó por un plan de acción donde se estableció que las negociaciones deberían concluir a más tardar en el 2005. Bajo la presidencia de George W. Bush se aceleraron las negociaciones, que tiene la característica de ser rápidas y unilaterales, sin consultas en instancias representativas.

Estado Unidos, veía como fundamental asegurarse el gran mercado de consumo que es América Latina, en especial de bienes de consumo, con los cuales ya ha inundado a su sociedad. En este modelo de integración aparece un problema insoslayable que es la inimaginable desigualdad entre las capacidades tecnológicas y económicas entre América del Norte y Latinoamérica. El resultado inevitable sería que se produzca una especialización excluyente: empresas norteamericanas comandando todos los sectores de valor agregado y las empresas sudamericanas reducidas a la condición de proveedora de materias primas y productos agropecuarios no elaborados.

Eric Calcagno afirma que “la opción MERCOSUR/Comunidad Andina supera lo económico y tiene un claro significado político”30, fundamental para la negociación en mejores términos con Estados Unidos. Para esto es fundamental la decisión política de Argentina y Brasil para que encuentren objetivos comunes para reforzar al MERCOSUR, capaces de resistir a las crecientes demandas externas. La presencia política de Hugo Chávez modificó las relaciones de fuerza en este ámbito. Venezuela, más aún con su incorporación al MERCOSUR, claramente pregona su política antinorteamericana y ha destinado fondos económicos y un gran esfuerzo político a combatir la propuesta del ALCA. Tal es así que en la Cumbre de las Américas realizada en el 2005 el proyecto ha quedado enterrado.

En parte, la influencia de Hugo Chávez y las propuestas concretas de ayuda financiera y firma de tratados bilaterales con diferentes países de la región. En este contexto Chávez generó la propuesta del ALBA “Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe”. En este marco podemos inscribir la compra de deuda del estado argentino por el estado venezolano, el acuerdo para la generación de gasoducto que una la región, la iniciativa de creación del Banco del Sud, entre otras.

Estados Unidos ha intentado afianzar los vínculos bilaterales con algunos de los países de la región, ofreciendo acuerdos de libre comercio. La presencia en Colombia, el control que ejerce en Perú, los apoyos a los golpistas de Venezuela, la falta de compromiso con la reconstitución del gobierno constitucional de Honduras, son algunos de las estrategias generadas para contrarrestar las fuerzas populares que desde América Latina se vienen gestando en los últimos años.

A partir de la crisis económica desatada en el país central se ha observado una fuerte contraofensiva. El apoyo a las fuerzas sediciosas de Guayaquil en Ecuador -denunciado recientemente por el presidente Correa- y a la oligarquía 30 CALCAGNO, Eric. “Sudamérica es el Camino”. En Le Monde Diplomatique Septiembre 2000.

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del Oriente boliviano se presentó como la posibilidad para Estados Unidos para desarticular el proceso de unificación latinoamericana. La convocatoria a UNASUR en Santiago de Chile y el fuerte pronunciamiento a favor de la democracia boliviana reafirma nuestra voluntad para resistirnos al avance imperialista.

El Plan Colombia y el Plan Puebla – Panamá es un intento de recolonizar América Latina, en particular la región Andino-Amazónica, un nuevo impulso del proyecto imperialista de Estados Unidos sobre todo el mundo y en particular sobre nuestra región. Una reactualización de la doctrina Monroe. Pero junto al gobierno de Venezuela y de Bolivia -en el marco de las profundas transformaciones llevadas adelante por el gobierno de Evo Morales- la resistencia de América Latina y la alternativa bolivariana de la unidad regional aparecen como caminos reales a transitar y construir.

Frente a este “Imperio global privatizado” donde Estados Unidos, la Unión Europea y Japón centralizan el 48 % del control de las empresas multinacionales, la prédica del mercado libre fue una imposición a los países del Tercer Mundo, pero como ya fue explicado, no se aplicó en los Estados Unidos, Por esto podemos afirmar que la liberalización comercial se trata más de una decisión política que de una cuestión económica. La política proteccionista es utilizada como una herramienta de negociación frente a los países latinoamericanos -en particular con el sector agrícola- para presionar a favor de la implementación del ALCA o frustrada esta iniciativa para la firma de los Tratados de Libre Comercio bilaterales.

“El neomercantilismo contemporáneo no constituye una excepción. Acompaña al proyecto ALCA un aumento importante de gastos militares de los Estados Unidos a América Latina: nuevas bases militares, la colonización del espacio aéreo, de las costas, los ríos y los estuarios.”31 En este contexto se desarrolla el Plan Colombia, el plan Puebla-Panamá y la Iniciativa Regional Andina. El control político es fundamental para la realización de los planes económicos en la región. Para ello se refuerza la presencia militar, siguiendo la misma lógica que en Oriente Medio. Para Norteamérica el “terrorismo” se redefine en esta región a partir del narcotráfico.

Los autores se cuestionan: “En los siglos XVIII y XIX, el mercantilismo obligó las guerras revolucionarias por la independencia ¿Se repetirá la historia? ¿Llegará la resistencia nacionalista a nuevas revoluciones socialistas?” 32

Por otro lado, Estados Unidos advierte la presencia de Europa y de China en las inversiones en América Latina, posible competencia para el poder norteamericano. Estas son reconocidas como amenazas al igual que la presencia de la Cuba socialista, las drogas consideradas como armas de destrucción masiva, las guerrillas “narcoterroristas”, el surgimiento de las ideas bolivarianas, la presencia de Chávez y de Evo, el retiro de las tropas de Panamá, el crecimiento demográfico continental, el creciente movimiento migratorio, la deuda externa impagable que amenaza el sistema transnacional, el creciente rechazo al neoliberalismo y la crisis sociales en los distintos países de la región. 31 CALLONI; DUCROT. Op. Cit. Pág. 63.32 Íbidem. Pág. 67

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Como objetivos estratégicos para lograr neutralizar dichas problemáticas plantean el control territorial y militar de algunos puntos estratégico, a saber: los estrechos atlánticos, el Canal de Panamá, el Cabo de Hornos y el control de los recursos naturales.

El caso más significativo es el de Colombia. Se presenta como un plan de cooperación a fin de erradicar las “narcoguerrillas” y evitar la expansión de este fenómeno por el resto de Sudamérica. Lograr la pacificación y el desarrollo eran los supuestos objetivos.

El Plan nace en 1999 y se pone en marcha con gran fuerza en el 2002, suspendiéndose las negociaciones de paz llevadas adelante hasta el momento. El mismo incluía una reforma económica destinada a lograr acuerdos de libre comercio para atraer inversiones extranjeras, acompañadas de una severa política de ajustes y austeridad a fin de generar dichas condiciones para la inversión. El interés del desarrollo de cultivos alternativos a la coca se concentra en la zona del Amazonas, fundamental en la estrategia estadounidense para asegurarse el control de riquezas, agua y biodiversidad. En el aspecto económico el plan presentaba características de la ortodoxia neoliberal, en un momento donde este sistema entraba en crisis en los estados más importantes de la región.

El Plan se presenta como una estrategia contrainsurgente, por lo cual en esencia es violatoria de los derechos humanos. A partir de este operativo se relocalizaron tropas ubicadas en el Canal de Panamá, parte hacia bases militares en el sur de Colombia y en la base aeronaval en Mantua (Ecuador) y en particular en la zona del Amazonas. Se proyecta establecer en la zona bases militares en Brasil y Perú, que dada la oposición luego del fracaso del ALCA quedaron interrumpidas las negociaciones.

Luego de la iniciativa del Plan Colombia se realizó la convocatoria al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) realizada en el marco de la Organización de los Estados Americanos. La convocatoria consistía en armar un frente contra el “terrorismo”. En este contexto proponen el plan de Iniciativa Regional Andina, el mismo proyectaba la ayuda económica para la lucha contra el narcotráfico en Venezuela, Perú, Bolivia y Perú. Este proyecto fue para Estados Unidos una forma de ir preparando el panorama político para la implementación del ALCA, como ya ha sido comentado requiere de un componente de control territorial y por ende presencia militar.

Al mismo tiempo se propone el Plan Puebla – Panamá. El mismo es una iniciativa de G. Bush y V. Fox y entre sus objetivos declarados se encuentra la búsqueda de generar una infraestructura de comunicación desde México a Panamá a fin de lograr integración y desarrollo económico. Ahora bien, este sistema implicaría la comunicación de las distintas bases militares norteamericanas en la región, lo cual aumentaría la militarización. También coincide con zonas estratégicas por los recursos naturales que presenta.

En Argentina y Brasil se generó una fuerte protesta por la posible instalación de bases militares o la realización de ejercicios militares en la región. Tal es así que la localización de alguna de ellas fueron interrumpidas (tal es el

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caso de Tierra del Fuego y de la Triple Frontera). En Paraguay por ejemplo se aprobó el permiso y la inmunidad para las tropas norteamericanas.

Podemos destacar la crisis en la cual se encuentra la estrategia norteamericana en Colombia, en particular por los acontecimientos desde el 2007 donde se puso en evidencia el nexo entre diferentes miembros del gobierno y las organizaciones paramilitares que recibían apoyo económico directo. La trascendencia pública de estos sucesos creemos que muestra por lo menos una grieta en la formación de la opinión pública general que hasta el momento legitimaba la política gubernamental con el apoyo norteamericano. Sin embargo la intervención constante de los Estados Unidos generan la dificultad de buscar soluciones conjuntas con la intervención de los países latinoamericanos. Las gestiones de Chávez y Lula fueron constantemente boicoteadas.

Reflexiones finales

Uno de los ejes del presente trabajo lo constituyó el rol y el poder actual de Estados Unidos como potencia mundial, reguladora del actual sistema global. La idea del declinismo ya se encuentra presente en los autores incluso ideológicamente defensores de este sistema. La crisis económica, social y cultural en Norteamérica hacen pensar que estamos ante la transición de núcleos políticos de poder mundial.

En su declinar Estados Unidos intentará afianzar y no perder las zonas de control -consideradas como naturales- tal es el caso de América Latina. No es casual la aparición de diferentes proyectos y planes de tinte intervencionista que intentan asegurarse la provisión de los abundantes recursos naturales de la región, tales como el Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, el TNIR, entre otros. En este sentido se ve acompañado de un aumento de la presencia militar, recientemente resistido por numerosos países de la región.

Sin embargo, regiones de gran dinamismo que se presentan para algunos autores como continuadoras de este poderío, tal es el caso de China e India, no atraviesan un proceso lineal de desarrollo y progreso. Los numerosos problemas internos hicieron que recientemente se anunciara un freno en su crecimiento económico. La necesidad de resolución de estos problemas internos frenará por un tiempo mayor protagonismo de esta región a nivel global.

Por otro lado la Unión Europea, lejos de presentarse como apta para generar estrategias de resolución de los conflictos globales, está subsumida en los enfrentamientos internos que no terminan de definir cuál será su postura frente a la liberalización económica en la formación del bloque y su actitud frente a la política internacional de Estados Unidos. Si bien se observan algunos signos de cuestionamiento a la misma, en ningún momento se plantea la cohesión necesaria para hacer frente en forma directa y plantear alternativas geopolíticas de acción. Es innegable la tendencia hacia la formación de bloques económicos, si bien en su origen buscaron generar condiciones para la adaptación al mercado

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mundial, en la actualidad consideramos que se encuentran en un período de redefinición en particular por constituir espacios de debate político a nivel regional. En este contexto, se le presentan a América Latina claros desafíos geopolíticos. Su resolución y abordaje dependerán de la capacidad de construcción de poder político popular y nacional, en particular teniendo en cuenta la necesidad de reformular pactos sociales que vuelvan a legitimar el accionar político frente a la sociedad.

Algunos de estos desafíos radican en la ocupación del interior continental teniendo como eje la expansión de las comunicaciones; el fortalecimiento de la cohesión del MERCOSUR intentado trascender la unión económico y conformando un bloque político que comparta una cosmovisión del mundo y de los problemas a enfrentar de la región, control del espacio marítimo, aeroespacial y del área austral, incluyendo el espacio Antártico que en el siglo XXI será ocupado; la defensa de la biodiversidad presente en la región.

Para dar respuesta a este último punto es fundamental la construcción de infraestructura de integración nacional y regional: integración física (puentes, corredores bioceánicos, integración energética) como requisito para la integración regional; que pueda ser controlada y planificada por los países latinoamericanos y no por Estados Unidos o por Europa.

Por otro lado, la generación de nuevos circuitos de integración económica que trasciendan las fronteras políticas. Por ejemplo articular las provincias del noroeste argentino con Bolivia y el norte de Chile; Misiones, Formosa y Chaco con Paraguay, etc.

Resulta necesario y presenta carácter de urgencia consensuar una agenda de discusión en particular para el MERCOSUR a fin de lograr acuerdos políticos que posibiliten la toma de posiciones estratégicas sobre los temas antes enumerados. Para ello será importante la rediscusión de la política ambiental, en relación con la regulación de cuencas: la navegación, los dragados, las represas, la deforestación, las políticas migratorias, la situación de Bolivia y su salida al mar, la situación de Paraguay y el comercio ilegal, la posibilidad de generar políticas de defensa común.

Para encarar la resolución de estas problemáticas, es fundamental reconocer el papel de la política y el espacio que esta brinda para los estados latinoamericanos para profundizar la lucha por su liberación.

Por otro parte, tal vez el punto de mayor gravedad es la falta de conciencia política sobre estas problemáticas, en particular en los sectores de la juventud, no sólo en América Latina sino también en el resto del mundo. Característica inherente de nuestra época donde las contradicciones se hacen más evidentes: el aumento y la expansión de los medios de comunicación que democratizan la información se ve acompañada por la ausencia de reflexión crítica; el aumento de la conciencia de la permanente violación de los derechos humanos se ve contrarestada con la falta de participación política y compromiso en particular de los más jóvenes.

Frente a esta realidad la reflexión y el debate surgen como necesidad insoslayable. En momentos de crisis y transición, transcurrir en un período histórico caracterizado por el cambio no resulta fácil para quienes vivimos en él

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Sin embargo, se abre un espacio especial donde repensar la propia historia en forma crítica.

A nivel latinoamericano es fundamental fomentar espacios de reflexión y crítica sobre nuestro presente. Las ciencias sociales tienen mucho que aportar en este proceso donde es necesario redefinir el rol del intelectual, que como afirmaba Hopenhayn “que, pese al cansancio del desencanto, porfía en la periferia latinoamericana por más descentrada y desigual que ésta sea”.

Destacamos la importancia que tiene la búsqueda de nuevas formas de pensar lo latinoamericano en un contexto cada vez más cambiante. Consideramos que este debate es necesario para la construcción de poder político regional, fundamental para poder generar un espacio donde los Estados puedan buscar y optar las estrategias que resulten más beneficiosas para la búsqueda de su desarrollo.

En esta construcción aparece la necesidad de considerar las nuevas formas de expresión y defender los gobiernos populares que surgieron en el contexto de largas luchas, a fin de lograr profundizar la integración de los pueblos latinoamericanos, resistir a los intentos casi desesperados del imperialismo norteamericano, y posicionarnos junto a otras regiones oprimidas en el nuevo sistema mundial.

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Anexo Nº 1

Crisis del Estado de Bienestar

Capitalismo tardíoNuevo modelo de

EstadoPosmodernismo

Tercera revolución Industrial - Toyotismo

Era TecnocráticaPost-Industrial:

Economía

Ajuste estructural

PrivatizacionesDesempleo

Estado “Darwinista”Pérdida de

soberanía de Estado Nacional

Corporaciones transnacionales

Mundialización

NeoliberalismoNeoconservadurismo

Crisis de Partidos Políticos - Sindicatos

Nuevas formas de Representación

Crisis de la Flia.Individualismo

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Anexo Nº 2

1960-1967

1968-1973

1973-1974

1974-1975

1976-1980

1981-1982

1983-1989

1990-1991

1991-1992

1992-1993

Tasas de crecimiento del PBI real

5.1 4.6 2.6 0.3 3.4 0.7 3.6 1.2 1.5 1.1

Índice de precios al consumo

3.1 5.7 7.2 12.3 9.6 9 4.1 4.2 4.4 3.7

Fuente: OCDE y Banco mundial, citado en NOUSCHI, Marc. Historia del siglo XX. Todos los mundos, el mundo. Editorial Cátedra, Madrid, 1995. Pág. 368.

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Anexo Nº 3

La Presidencia y la Deuda Pública interior norteamericana

Presidente Partido político Año Deuda interna contraída (en millones de dólares)

Eisenhower Republicano 1953-1960 22.1Jonson Demócrata 1963-1968 22.3Nixon Republicano 1969-1974 178.1Ford Republicano 1974-1976 166

Carter Demócrata 1977-1980 299Reagan y Bush Republicanos 1981-1992 2709

Fuente: NOUSCHI, Marc. Historia del siglo XX. Todos los mundos, el mundo. Editorial Cátedra, Madrid, 1995. Pág. 375.

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