Derechos de edición lesei'vados para todos los países por...

14
© 11172, HtRNARDÍUltRDICHfWSKV Inscripción N" 40,734. Santiago de Chile. Derechos de edición lesei'vados para todos los países por © Editorial Universiiaria, S.A. María Luisa Santander 0447. Fax: 55-2-2099455 Santiago de ChUe. . e rnail: ediiuniv&reiina.cl Ninguna pane de este libro, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, iraiisniilida o almacenada, sea poi procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor. ISBN 956-11-1452-6 Texto compuesto en tipografía BaiknvilU Se terminó dt imprimir esta SÉPTIMA EDICIÓN, de 1.000 ejemplares, en los talleres de Impresos Universitaria. .Av. Las Marcelas 5588, Santiago de Chile, en octubre de 1998, Cl'BItKTA Novi Or\'is India Occidenialis, Fr. Honorio l'hiiufjonoOfiH, ¡621. i>tCLAR,\m) MATERIAL um,Á(:iK:n rn,\ipi.t:\ii"STAkio V/O ut COVSl LTA Dt lA tül (-W ION C:illLL\.\l N ORO, l»'./li-)7 DEL -H nr M.W'O Of Mm l.MI'HKbO EN CIlílE / t'RlNTED l \E Bernardo Berdichewsky EN TORNO A LOS ORIGENES DEL J HOMBRE AMERICANO*

Transcript of Derechos de edición lesei'vados para todos los países por...

Page 1: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

© 11172, H t R N A R D Í U l t R D I C H f W S K V

Inscripción N" 40,734. Santiago de Chile.

Derechos de edición lesei'vados para todos los países por © Editorial Universiiaria, S.A.

María Luisa Santander 0447. Fax: 55-2-2099455 Santiago de ChUe. .

e rnail: ediiuniv&reiina.cl

Ninguna pane de este libro, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, iraiisniilida o almacenada, sea poi

procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias,

sin permiso escrito del editor.

ISBN 956-11-1452-6

Texto compuesto en tipografía BaiknvilU

Se terminó dt imprimir esta SÉPTIMA EDICIÓN, de 1.000 ejemplares,

en los talleres de Impresos Universitaria. .Av. Las Marcelas 5588, Santiago de Chile,

en octubre de 1998,

C l ' B I t K T A

Novi Or\'is India Occidenialis, Fr. Honorio l'hiiufjonoOfiH, ¡621.

i>tCLAR,\m) MATERIAL um,Á(:iK:n rn , \ ip i . t : \ i i"STAkio

V / O u t C O V S l LTA Dt lA t ü l (-W ION C : i l l L L \ . \l N

O R O , l»'./li-)7 D E L -H n r M.W'O Of Mm

l.MI'HKbO EN C I l í l E / t'RlNTED l \E

Bernardo Berdichewsky

E N T O R N O • A LOS ORIGENES DEL J HOMBRE A M E R I C A N O *

Page 2: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

cioncs sociales preagrícolas de bandas de caz adores-reco­lectores. Indudablemente que en el estudio de la historia concreta de las tradiciones culturales particulares ya sea locales, regionales o más amplias a ú n , este estadio básico f)odrá dividirse en subestadios o etapas y en periodos cro­nológicos específicos- Esto es vál ido, igualmente, para los dos o tres grandes estadios evolutivos, irreversibles, que suceden en Amér ica al mencionado y los cuales ya escapan a los l ímites de estudio de este irattajo (véase Cuadro v i i ) . L o fundamental es que corresponden a la evolución de distintos modos de producción y al paso desde unos a o í ros .

Las historias concretas de las tradiciones culturales pre­colombinas, como sus secuencias temporales, p o d r á n y de­berán modificarse de acuerdo al avance de la invest igación; pero la carac ter izac ión y definición de los estadios y etapas de su proceso evolutivo o de sus modos de producc ión ten­d r á n una sobresaliente trascendencia y una permanencia

1 6

I I . L a p r o b l e m á t i c a y las fuentes

1. L A PREHI STORI A A M E R I C A N A Y SU P R O B L E M Á T I C A

De acuerdo al estado actual de la investigación es posible obtener ya una visión aproximada de las más lejanas época: prehis tór icas de América , las que, indudablemente, se re­montan a algunas decenas de miles de años a t r á s . Se puede lograr ahora un cuadro rclativamenie correcto y objetive '>{ en lo que respecta a los or ígenes del hombre en este conti- ) | neme y a la formación y desarrollo de sus más antiguas culturas.

La prehistoria americana se está reconstruyendo basan ) dose en datos objetivos aportados, especialmente, por la a rqueo log ía . Sin embargo, es necesario hacer notar que. a veces, los té rminos de historia y prehistoria, como asi tam )\ bien los límites temporales que estos implican, suelen pro-ducir confusiones y malos entendidos, l 'or otro lado, hay que indicar que la marcha del desarrollo prehis tór ico hi . M sido, en algunos casos, interrumpida bruscamente por he -¡y chos positivos, como por ejemplo el descubrimiento y con­quista de América que lanzó a los pueblos del Nuevo Mundo ' al escenario histórico, sepultando en cierto modo sus uso y costumbres y truncando su normal desarrollo cul tural . ^

Se justifica así la labor de los prehistoriadores que inten­tan reconstituir, no tan sólo en América , sino que en t . ' mundo entero, la completa historia de los pueblos desd ^ sus propios or ígenes . En el continente americano el trabajo es muy ampl ío y la reconstrucción histórica del pasado más ' remoto americano se realiza, especialmente, considerand ' i los datos concretos aportados por la ciencia arqueológica apoyándose además en todas las posibles fuentes que pue­dan ser clarificadas también pt)r otras ciencias y disciplina. | (Berdichewsky, 1 9 6 5 ) . ^

Como es dable imaginar, donde es posible realizar un-"" reconstrucción más completa y comprehensiva del pasado ' prehis tór ico de la América indígena es en sus período (

1 7

Page 3: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

finales, así llamados protohistóricos, quedando para las épocas más antiguas la posibilidad de una reconstrucción sólo fragmentaria y casi exclusivamente de historia cultural .

E l p&Víodo protohistórico- americano corresponde a aque­lla extensión de tiempo en que comenzaron a ponerse en cónfá 'cto^^S pucbJos indígenas a m c r i c á h b s ' c o n los descu-bi^idores y conquistadores europeos y de la cual resultan fuentes escritas, de origen europeo, 'sobre las culturas i n ­dígenas. Muchas de ellas están inspiradas en relatos de los propios indígenas e inclusive, en raras ocasiones, escri­tos hasta por algunos de los más cultivados de ellos.

La prehistoria de Amér ica debe entenderse pues como el estudio histórico y cultural de los pueblos aborígenes americanos, desde el propio origen del hombre en América hasta el per íodo protohis tór ico. Por lo tanto, no debe coin­cidir siempre y necesariamente con una época precolombina, sino que, en ocasiones, esta reconstrucción se prolonga hasta períodos, ligeramente postcolombinos. Hay que hacer notar, igualmente, que ella no está del todo aislada, sino que forma parte también de la historia universal del hombre sobre la Tierra .

La problemát ica que se presenta, en primera instancia, es la de dilucidar, tomando en cuenta todas las fuentes disponi­bles, cuál era el panorama de la América indígena en la épo­ca protohis tór ica del contacto europeo, tanto en lo que se refiere a la densidad demográfica, como a la composición racial y lingüística de los diferentes pueblos existentes e, igualmente, a los distintos niveles socioculturales en que estos pueblos se encontraban. Pero a aquello se suma la prob lemát ica de establecer, en segundo lugar, el pasado histórico de esos pueblos y sus l íneas de desarrollo cultural , sus contactos e influencias mutuas y la reconstrucción de las diferentes tradiciones culturales y formaciones sociales. Pero esto nos lleva a un tercer aspecto que es el que desa­rrollaremos, especialmente, en este trabajo, o sea el del origen mismo de los propios indios americanos.

18

Esta problemát ica podría plantearse en los té rminos de las conocidas preguntas que al respecto formulara Pablo Mar t ínez del Río en su divulgado l ibro (1952:21) . ¿Son autóctonos, en el sentido riguroso de la palabra, los indios americanos? Si no lo son, ¿cuándo vinieron? ¿ C ó m o vinie­ron? ^A qué raza per tenecían? ¿ E n q u é estado de cultura se hallaban? ¿ H a s t a q u é grado afectaron los pueblos y las influencias de ultramar el nacimiento y desarrollo de las civilizaciones ind ígenas del Hemisferio Occidental?

2. L A S FUENTES

En cuanto a las fuentes del conocimiento de la Prehistoria americana, podemos distinguir diferentes grupos, entre los cuales tenemos las fuentes escritas o hislórico-l i lerarias , las fuentes de carácter antropológico, las etnológicas y etno-lingüístícas y, sobre todo, las fuentes arqueológicas . A estas fuentes básicas podemos agregar otras de tipo complemen­tario, como las proporcionadas por las ciencias naturales.

I":

2.1 . Fuentes escritas

Con respecto a las fuentes escritas, ellas están constituidas, especialmente, por las crónicas de viajeros, frailes y soldados de la conquista y otros individuos, los que han sido agrupa­dos por algún autor ( H o r k h e í m e r , 1930) en cronistas de origen español , indios y mestizos, los cuales naturalmente presentaron puntos de vista diferentes. En lo que respecta a la civilización andina, por ejemplo, los más importantes serían: J o s é de Acosta (1590)*, Miguel Cabello de Balboa

*La mayoria dr las fechas aquí indicadas para las obras prinrípalcs de los cronistas de América corresponden a fechas aproximadas y que se refieren, especialmente, a cuando la obra fue escrita y no a la fecha en que sr publicó, con excepción de aquellas que se imprimieron cuando sus autores aún vivían. Como es sabido, la mayoria de estas obras quedaron manuscri­tas publicándose postumamente y, en general, varios siglos después de la muerte de sus autores En nuestra bibliografía dichas fechas originarias se anotan entre paréntesis. (Nota a la T edición).

19

Page 4: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

( ' 5 9 ° ) . Padre Las Casas (1550) y J e r ó n i m o R o m á n y Za-mora(?), los que escribieron sobre los abor ígenes en general, en lan ío específicamente sobre el Perú lo hicieron Fray Pa­blo J o s é de Arriaga (1621), Pedro Cieza de León (1554), O i s t ó b a l de M o l i n a (E l C u z q u e ñ o ) (1560), Fernando M o n -lecinos (1644), M a r t í n de Morua(?) , Juan Polo de Onde-gardo{?), Fernando de Santillana (1570) y Pedro Sarmiento de Gamboa (1590). Entre los mestizos se anota a Garcilaso de ta Vega (1609) y Blas Valera(?), finalizando con los m -dios Felipe Guarnan Poma de Ayala (it>i3) y Juan de Santa Cruz Pachacuii (1600). Todos estos cronistas hacen también lelerencia a per íodos prehis tór icos y p ro toh i s tó r i cos ' .

Con respecto a Cubile: podemos indicar como luenies de estudio a los siguientes cronistas: J e r ó n i m o de Bivar (1538), Alonso de Ercílla y Zúñ íga (La Araucana) ('5(>9-7H), Pedro de O ñ a (Arauco Domado) (i59<>), Alonso de G ó n g o r a y Marmolejo ' (Crónicas) (1575), cuya obra fue revisada por el J e su í t a J o s é de Escobar; Pedro de Valdivia (Cartas a Carlos V) (1531) y la obra (Furén Indómito) atribuida a Diego Arias de Saavedra. Posteriores son: el Padre Rosales (1674), G o n z á l e z de Nájc ra (1614) y Alonso de Ovalle (1646) que ya corresponden al siglít xvii"^.

Las fuentes escritas nos dan, en realidad, una visión más o menos confiable, además del periodo propiamente his tór i ­co, sólo de la época protohis tór ica , siendo sus referencias a periodos más antiguos muy poco de fiar, por lo que deben ser tomadas con espír i tu muy crít ico y cotejadas con las otras fuentes. Además , las limitaciones de estos cronistas, con muy honrosas excepciones, son grandes. Se pueden anotar, entre otras, su falta de p repa rac ión , sus marcadas tendencias polít icas en desmedro de la objetividad, la in ­fluencia renacentista y la ausencia, en esa época, de una verdadera ciencia histórica.

En los escritos de dichos cronistas de Indias que actuaron en el escenario histórico de la época del descubrimiento, conquista y colonia de América , encontramos testimonios sobre el pr imi t ivo poblamicnio americano y sobre las carac­

ho

teristicas físicas y culturales de los pueblos abor ígenes . Sin embargo, la lectura y el estudio de estas fuentes, como lo hemos indicado más arriba, deben hacerse con gran precau­c ión y fundamentalmente bajo un anális is crít ico. Es fre­cuente que los núcleos de datos verídicos se encuentren d i ­simulados y a veces ocultos o deformados por prejuicios, interpretaciones mít icas , generalizaciones superficiales, teor ías sin mayor fundamento, tendencias polí t icas e ideo­lógicas, animosidad contra cienos personajes o apología de otros, intentos de probar cienos esquemas e ideas pre­concebidas o de orientar la política indiana de las potencias coloniales hacia determinados intereses. También , marca­das tendencias a denigrar o ensalzar y muchas otras moti­vaciones, entre las cuales h a b r í a que mencionar ígua lmenic el espíritu df la época, empapado en los valores de una so­ciedad feudal europea agonizante, mezclados con los rena­centistas que de ella su rg í an , en el marco del naciente capi­talismo mercantil

Estas crónicas representan relatos de observaciones directas, transcripciones de leyendas ind ígenas y a veces propias narraciones de los indios, recogidas directa o indi ­rectamente.

Con respecto a los cronistas mestizos, [)or ejemplo, como el famoso »lnca« Garcilaso de la Vega (ibog) y Blas Valcra , éstos trataron, especialmente el pr imero, de presentar un cuadro idealizado de los incas, de tipo renacentista euro|>eo. * Ambos son de comienzos del siglo 17 y sus fuentes no erar }\ ya legí t imas y directas. M á s importante en representar la ^ versión indígena fueron los dos cronistas indios, como Feli­pe ( luaman Poma de Ayala y Juan de .Sania C^ruz Pachacul» ' que por desgracia pencnecicron t ambién a los finales de' siglo 16 y comienzos del siglo 17 en que la cultura Inca ya estaba casi p rác t icamente muerta,

it Algunos cronistas, como el famoso Padre Las Casas q u i ) aunque escribió a mediados del siglo 16, d is tors ionó el cua­dro de las sociedades indígenas en su cruzada excepcioijai y humanitaria en pro de los indios contribuyendo al mismo J

2 . ^

>

Page 5: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

tiempo a denunciar los horrores, de la conquista, en parte también a crear la leyenda negra sobre ta conquista espa­ñola, ta que fue después aprovechada y exagerada por los ingleses.

I.os numerosos y dispares escritos de los cronistas de Indias, especialmente de! momento de la conquista, pero' en general, también de los siglos r6 y r ; e inclusive comien­zos del t8 , constituyen fuentes literarias titiles para recons­t i tu i r , en parte, la civilización prchispana. Flsta documenta­ción aporta datos importantes sobre la sociedad y cultura y aún la Historia de las épocas finales, no sólo en su fase agónica y de exterminio, a mediados del siglo i6 , sino, tam­bién, de las primeras décadas de la conquista en el segundo cuarto del mismo siglo. Arrojan igualmente cierta luz sobre las décadas inmediatamente anteriores de los comienzos del siglo 16 y finales del 13. Pero a medida que se intenta pe­netrar m á s a t r á s en el pasado histórico y en los períodos previos a la civilización indígena, las fuentes escritas son prác t i camente inoperantes.

Hay que señalar , además , que en la época en que los cronistas escribieron, o sea, siglos 16 y 17 y parte del 18, la hisloriografia científica moderna aún no existia. Los p r i ­meros pasos en la creación de una moderna y sistemática disciplina histórica lüeron dados, justamente, a mediados del siglo r8, por el italiano Juan Bautista V i r o (i744)i ruando va el periodo de los cronistas estaba p rác t i camente terminado" .

C on excepción de la escritura mesoamericana, no existió en otra parte de Amér ica una escritura y aun aqué l l a no permite, mayormente, aunque se descifrara en su totalidad, más que obtener ciertas inferencias históricas. Ls verdad que en los úl t imos liem)>os se ha estado barajando la posibilidad de la existencia de a lgún t i f » de escritura también para el á r r n atidina. r p m o l o ha indicado el etnólogtr-alentáTT-4r-Barthel (1970) Pero, en todo caso, es a ú í T s u m a m e n t e i n -rtérf(Tr~cslatido su estudio muy" en ciernes. Por lo d e m á s , aunque se confirme su existencia, esa eventual escritura

22

andina sería mucho más elemental que la jeroglífica meso-americana y, por lo tanto, más limitada aún como posible fuente histórica. Ln realidad, la civilización andina no logró desarrollar más qu&, un rudimentario- sistema, dc-regislro mncmoté^ctúco^como lo fue el de los famosoR—»>^^iií|nis!!. o series.-mull¡CQ]ores^J5;_£atdQnes anudados en diversas for­mas y t amaños . Su función n o e r a - m á s _ q u c - i i n a ayuda me- .

• 4 mona .

2.2. Fuentes arqueológicas y otras

Para reconstruir ese pasado no bastan dichas fuentes escri­tas; el prehistoriador o historiador de las culturas indígenas debe basarse además en otro tipo de fuentes del conocimien­to. Las más importantes de las cuales, sin tugar a dudas, son las aportadas por los restos materiales de aquellas pre tér i ­tas culturas, es decir las llamadas fuentes arqueológicas o, lo que es lo mismo, restos mudos, objetos fisicos de natura­leza dispar, desde un simple fragmento cerámico hasta una pi rámide y un templo, los que constituyen monumentos culturales de esas sociedades indígenas desaparecidas. Na­turalmente que el valor documental de las diferentes ruinas y objetos arqueológicos es t ambién muy variado. Pero, ana­lizadas y estudiadas s i s temát icamente con un criterio obje­tivo y científico, como lo es el de la moderna disciplina arqueológica, pueden, y de hecho lo hacen, i luminar enor­memente nuestro conocimiento sobre el pasado de las cul­turas indígenas. Es verdad que el conocimiento obtenido de dichas fuentes no podrá nunca dar un cuadro completo de las sociedades pasadas, sino que sólo una visión parcial incompleta. Sin embargo, la información que arroja será más veraz y objetiva que la que podamos obtener en base a fuentes escritas. Si mal podría la arqueología reconstituir ta historia social y menos aún política de las civilizaciones aborígenes prch ispánicas , el cuadro que tenemos en la ac­tualidad de su desarrollo cul tural , proviene en gran medida

23

Page 6: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

de los conocimientos aportados por esas fuentes {véase ca­pitulo I V , 1).

A las fuentes arqueológicas , constituidas por la infinidad de monumentos del pasado, más las dudosas fuentes litera­rias de los cronistas y las incompletas de las escrituras abo­rígenes, hay que agregar otras, estudiadas y analizadas por las diversas ciencias ant ropológicas , como ser las etnológi­cas, etnolingüísl icas y etnohis tór icas . Es decir, el estudio de las culturas indígenas actuales todavía existentes en el á r ea , especialmente aquellas más aisladas o más conservadoras, donde a ú n se preservan muchas costumbres y hasta ins i i -luciones ancestrales y que pueden arrojar luz en la inter­pretación de los hallazgos arqueológicos y en la reconstitu­ción de su contexto socioculiural. Igualmente, el estudio einohistór ico de la t ranscu l iu rac ión y dominación de las tribus indígenas a la Civil ización Hi spán ica , a t ravés del período colonial, puede esclarecer sobre el carácter original de algunas instituciones socioculturales. ' t a m b i é n los estu­dios lingüísticos, incluyendo la toponimia y la glotocronu-logia, pueden i luminar algo el pasado prehis tór ico^.

Otra ciencia antropológica , un poco diferente a todas las anteriores que puede colaborar también en la reconstrucción del pasado es la an t ropología física, a t ravés del estudio de los restos óseos o esqueletos recuperados [xir ta a rqueo log ía . A l estudio craneológico y osteológico de los restos humanos prehis tór icos , se puede sumar también el estudio que dicha ciencia hace de los caracteres somatológícos de las pobla­ciones abor ígenes actuales y los estudios nsiulógicos y ge­néticos, en especial el de los grupos sangu íneos tanto de poblaciones vivas, como de esqueletos y momias.

Con los aportes de todas las mencionadas disciplinas tenemos un cuadro bastante aproximado del per íodo proto­histórico de las Culturas Americanas en los aspectos l in ­güístico, raciológico, demográfico, socioculiural e histórico. Igualmente, tenemos una visión bastante aproximada del desarrollo cultural desde la llegada del hombre a este lugar (véase m á s adelante el pár ra fo 3).

A d e m á s de los monumentos de las culturas pasadas es­tudiados por la a rqueo log ía (incluidos los propios restos humanos estudiados por la an t ropo log ía física), los restos materiales no culturales, tanto de carác te r o rgán ico como inorgán ico , pueden constituir t ambién fuentes para el cono­cimiento del pasado. Desde luego que estas fuentes son tratadas por otro grupo de ciencias, como ser las ciencias naturales, en el sentido de obtener un conocimiento del pasado de la naturaleza de la corteza terrestre, l an ío en sus aspectos inorgánicos como de ta vida orgán ica . -Sin embar­go, consl í luyen a la vez fuentes para el cont»cimiento de los diferentes y cambiantes ambientes naturales en que se des­arrol laron las culturas pasadas, conio así t ambién sobre la inte-r re lac ión enlre las culturas y su medio (véase Cap. tv) .

i 2.3. Análisis íie las fuentes. Los comienzos ' • • - ^

E l anál is is y estudio científico de todas esas fuentes: litera-' r í a s , a rqueológicas , an t ropo lóg icas , de las ciencias natura­les, etc., tiene su ínicío, tal vez, aunque de manera incipien­te, en algunos de los propios cronistas, especialmente en los m á s serios y objetivos de ellos. E l caso m á s notable de men­cionar en esle sentido, aunque de importancia particular para el á r e a mesoamericana, es el trabajo del padre Uernar-dino de .Sahagun { '577), en el siglo 16, verdadero precursor de la moderna Etnograf ía . Para los cronistas del á rea andina, tal vez hab r í a que mencionar la Historia del padre ( ^ O I M , indudablemente una de las más objetivas, y aunque escrita a comienzos del siglo 17, tuvo acceso a muchas fuentes o r i ­ginales de los primeros cronistas ( C o l » , '653). Pero es, en realidad, en el siglo 18 donde podemos encontrar ya los primeros estwzos de investigación científica en el á m b i t o de las disciplinas americanistas Es justamente avanzado et Siglo del l luminismo, con los comienzos de la exploración científica y el gran desarrollo de las ciencias naturales en Europa, cuando aparecen los primeros gé rmenes de la in ­vestigación científica. Encabezada por franceses llega a la

24 25

Page 7: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

zona andina, por esa época, para medir un meridiano te­rrestre y obtener también muchas otras informaciones sobre la ecología de esa región, una misión científica (véase Ul loa , '944 ('792))-

Ta! vez la obra del Padre J e s u í t a chüeno , Abate Ignacio M o l i n a , estudiando la ecología fisica y humana de su país, es una de las primeras obras americanistas y americanas escritas en la t radición científica de las ciencias naturales del siglo 18 ( M o l i n a , 1776).

Dentro de este mismo espír i tu objetivista hab r í a que incluir algunos informes de funcionarios coloniales, en particular los informes especiales de Antonio de Ulloa y Jorge Juan {1748) a la corona española , algunos de ellos secretos y publicados recién un siglo después (Ul loa , i8?6). Pero esta tradición se cr is ta l izará como una tendencia defi­nitiva de los estudios americanistas con los viajes de explo­ración y las obras publicadas por los grandes viajeros y naturalistas europeos de comienzos del siglo 19. E¿ta Era se abre con los viajes^del gran científico y filósofo a l emán Alciandro_jde:.^Humboldi, r e a l i z a d o T ' í u r a n t e l Ó s a ñ o s J799-1804 (Humbold t , 1807-39)^ y una de sus primeras obras resultantes (1810) tiene importantes datos arqueológicos y geográficos sobre A m é r i c a ' .

En el siglo 19, cada vez más esta tradición de estudio y anál is is científico de las distintas fuentes se hará la norma^.

3. P A N O R A M A DF. I,A A M É R I C A I N D Í G E N A

A I . C O N T A C T O EUROPEO

Del estudio sistemático de todas las fuentes indicadas se puede resumir el siguiente cuadro general.

Ftffura I Zonas ecológtcas-cltmáttcas de las Améncas. según Finch (1954) y otros (Willey, 1966), Tipos de Climas: A = Climas tropicales húmedos: A! = Tropical lluvioso, A2 - Tropical lluvioso y seco (.Sabana); B - Climas secos: Bl - Semiári-do o Estepario, B2 = Arido o Desértico; C - Climas Húmedos mcsotcr-

2fi

iTAllfcdnR

males; C l - Subtropical de Verano seco; C2 - Subtropical húmedo; C3 - Maritimo; D = Climas Húmedos microtcrmales: DI = Coniincntal húmedo (Verano cálido), D2 = Continental húmedo (Verano fresco), D3 -Subártico; E - Climas Polares: E l - Tundra, E2 - Hielos eternos; H. I = Tierras altas indiferenciadas y alturas extensivas sombreadas

27

Page 8: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

A la llegada de los europeos, el coniinente americano estaba poblado desde las regiones subár t icas hasta el extre­mo austral, m á s al Sur de la T ie r r a del Fuego, por una d i ­versidad de pueblos, pertenecientes a distintas variedades raciales, que hablaban diferentes lenguas y se hab ían des­arrollado en variados niveles culturales y económicos. Es­tos oscilaban desde un pr imi t ivo estado salvaje hasta nú­cleos urbanos de altas culturas civilizadas (Sieward y Faron, '959)> 9 " ^ representaron el desarrollo en las Amér icas de tres modos de producción diferentes, con sus diversas for­maciones sociales.

3 .1 . Panorama demográfico í

La g ^ l a c i ó n indígena de todo el continente en esa época fluctuaba, según cálcuTós m á s o menos optimistas de varios ant ropólogos (basados en algunos datos de los cronistas, inferencias arqueológicas y etnológicas y en otras fuentes) entre los 40 a 45 millones de habitantes (Rivet, 1957; Sapir, '949; Spindcn, 1930 y S i e í v ^ r d ^ P d ^ 19467 . Algunos trabajos modernos indican un n ú m e r o aún mayor (Borah, 1963). Dobyns (1966) llegó recientememe a calcular la alta cifra de hasta 90 millones para el momento de la conquista. Sin embargo, algunos cálculos más pesimistas de otro grupo de antropólogos (Ros^-mblat, 1954; Rroeln-r, 1934, Steward, 1946) ubican entre 8 a 15 millones de habitantes la pobla­ción total del continente americano. Creemos que para dicho per íodo se puede, en todo caso, estimar por lo menos una población de 25 a 30 millones, lo que hace, aproximada­mente el 8% de la población mundial en esa época*. En re­lación a la demografía urbana precolombina se ha calculado que al formarse la ciudad de T i k a l en Mesoamér i ca , en su

*Los cálculos cstimaiivos de la población mundial en diversos períodos son los siguientes: por el año 500 de nuestra era, de unos Joo millones de habitantes; por cl año 1000, de unos 500 millüncs y en el año 1650 de 45 millones; en 1750 alcanzaba a los 750 millones. Hoy U poblaciónmiuulial es de más de 3,tiüO-mUloq« de habiianies**. {Nota a la I" edición).

28

Cuadro I

DEMOGRAFIA ETNOLOGICA .AMERICANA A) Dtitnbuaón y pTopotnón dr la población mdigetia

precolombina y actual*.

Fablución ¡lidiarnos Fiiblnciúu l'unrnla

abon^en iii tniiies total u( lual

A. Aitglo Aménca l.000.000 l 300.000 260 000.000

CanAÚÁ -.i -i > fii • 250. UOO 550.000 25,000,001) 2.1

U.S A. 750.(MJ« 750.000 235.000.000 0.3

B. Latino América y Canbe 1-1.905.000 28.72S.000 366 555 000

B l . Cante 225.000 NU bny 25 695 000

Pequeñas Antillas '¿2.5.(HHÍ no hay 2.245,000 — ( í randes Antillas no hay 23,450,000 —

B2. Meio Aménca •í 620 000 U.307.000 78.350.000

México 4-620-üüO 7.800.000 72,000,000 10,8

Cudieniala 3.500.000 6,200 000 58.0

Belize 7.000 150,000 4,8

B3. Centro Amirica 570.000 618.000 ¡6.200.000 2.V%

Honduras I6Ü.WH) 220.000 4.000,000 5,1

El Salvador 10(1.(HK) 180.000 5.(H>0 (HH> 3.7

Nicaragua 8Ü.0tH) 90.000 2,7(KK>00 3,2

Cosía Rica 1'20.(100 8.000 2,500,000 0,3

Panamá I20.00U 120,000 2,000,000 6,0

B4. Sud Aménca 9.490000 ¡6.803.000 246.ÍIOOOO 6.9'^

Argentina 200 UOU 250,000 28,500 1)00 0.9

Buhvia l.ÓÜO.OÜO 3,500,000 6,000,000 59,0

Brasil l ,500.000 500,000 125,0001)00 0,4

Chile , , , I.IOO.OUO 550-OUO 11,300,000 5.1

Colombia 1.200.ÜÜO 600,000 27,000 000 2.2

Ecuador 900.000 3,200,000 9,500.000 34,0

Guyana I5ÜO0 13.000 250,000 5,0

Paraguay 250 000 130,000 ¿ 3 0 0 , 0 0 0 5.9

Perú 2.400(100 7-800.000 18 OOOllOO 45.0

Surinam 15.000 10,000 300.000 2.6

Uruguay 10 000 no hay 3.000.000 — Venezuela 300.000 260,000 15,000,000 2,0

• L a s cifras se basan en cálculos aproximados > redondeados, utili­zando diversas, y a veces contradictorias, fuentes. Se han cuiisideradd aquí tomo indígenas a iiiu< líos que son. de hecho, mestizos, pero .jue

- viven en comunidades traditioiialcs al cslilo indígena.

Page 9: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

B) Denudad de población en Sutiaménca alredfíior del nñi fSOO-

(adaptado de Steward y Faron, 1959) Iriduyf Cnilriinmérira \

Areas Población Densidad

X Milla

Andes Centrales 3.800 000 11,0

Andes Septentrionales 1,500.000 6,0

Andes Meridionales 1.150.000

a. Aiacamas-Diaguiias 150.000 0.5

b. Araucanos 1.000 000 0.7

Amazonia 3.300.000 0.6

Meseta Brasileña Oriental 400.000 •« .3 Meseta Venezolana Septentrio­

nal 150.000 ' ) ' América Central 750.000 4.9 Antillas 235.000 »,4 Chaco 370.000

a. Chaco Occidental 190.000 1,1

b Chaco Oriental 80.000 0,5

Paiagonia 110 000

a. Cazadores pampeanos loo.ono 0,13

b. Recolectores de los cana­

les 10.000 0 ,J

Total: ro.755.000

época floreciente superaba ésta, al parecer, los 100.000 ha­bitantes. Igual cosa en lo que se refiere a la ciudad de Teot i -huacán y también , posteriormente, la capital azteca de Tenoch t i t l án . Probablemente, la capital del Reino de los

Figura 2. Familias lingüisticas indígenas: a) de Norteamérica, según Willey (igW), basado en Driver (1961) y b) de Centro y Sudamérica, según Steward y Faron ( '959). basado en (íreenbcrg (1956),

Leyenda para 2a. (Noricamcrica): A = Esquimal-Alcütiano, B = Atapas-

cano, C = Wakashano, D - Salish, E = Klamalo-Sajaplino, F = Cali­

la)

forniano-Penutiano, G - Algonquino, H - Sioux. I - Iroques, J = Ca-doano, K = Muskcgano, L = Jokano, M = Coahuilteca, N = Uto-Azteca, Ñ - Otomi-Pamé, O = Maya. Leyenda para 2b. (Centro y Sudamérica): I = Macro-Chibcha: lA = Chib-cha, IB = Macro-Tucano; II - Andino-Ecuatorial: IlA - Andino. IIB = Jívaro-Kaudoshi, I I C - Macro-Tucano, I ID = Ecuatorial; IH = Gc-Pa-no-Caribe: IIIA = Macro-Gé. I IIB = Macro-Panoano, I I I C = Nambi-cuará, I IID - Huarpe, I I I E - Macro-Caribe, I l l F - Tarma; IV = Jo-cano (equivalente a L de 2a.).

31

Page 10: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

Chimu , Chan Chan, en la cosía Norte del Perú , alcanzaba también una cifra semejante. M u y poblada fue igualmente

c l Cuzco, la capital de los Incas. Esto indica que las á reas de las civilizaciones indígenas estaban notablemente más pobladas que el resto del continente''*.

La densidad de población, naturalmente, estaba en rela­ción a los factores ecológicos, como así t ambién a los grados y niveles de desarrollo socioeconómico. Ya hemos indicado algunas cifras demográficas para las principales ciudades precolombinas. Tomando, por ejemplo, en -Sudamérica los Andes Centrales —zona donde_se desarrollaron altas cul­turas con ciudades y con agricultura efiectiva de r e g a d í o -como punto comparativo en a densidad de población, pode­mos calcular que ella era unas 44 veces mayor que en los archipié lagos del Sur de Chile y 14 a 40 veces la de las otras tribus marginales; cerca de 20 veces más que la de las selvas tropicales y alrededor del doble de la de las Anti l las, con !as tierras altas de Colombia y América Clentral ¡untas (Steward, ed., 1946) (véase cuadro O-

Con respecto a la densidad de población de los primeros habitantes e inmigrantes que llegaron a este continente ella es, por el momento, imposible de calcular, pero podemos suponer que esas primeras oleadas de recolectores y de ca­zadores n ó m a d a s no pasa r í an , en n ingún caso, de unos cuantos miles de individuos. ;

La cantidad de j)oblación relativamente grande que exis­tía en la época de la conquista de Amér ica , jun to con la diversidad de lenguas, razas y niveles culturales pueden ser, desde ya, un índice de que el continente estaba habitado desde tiempos muy remotos.

3-2. Panorama raciotógico

Refir iéndonos ahora al a^pec torac ip jóg ico podemos indicar que a pesar de existir numerosos caracteres raciales simila­res entre los indios^aiflcricanos, lo^quc h a ü e c H o ^ ^ l a n í a r a más de alguno que con ver a un indio se les ha visto a to-

» 2

-.dos, la verdad es q u c ' ^ s - ^ i í c i x m a a s - s n n mucho más noiab' de lo que se suppne T O j "*-i:iÉJL,-f>"rmiiiendo así^ a l'>s

I an t ropó logos agru-rw ^_.aa_an'-i-^iiidios en varios-grojptn j raciales distintos. í n r i - d a b l e m c m e , so nota un iniTca^

p r s á o m i n i o mongolaide, lo que nos hace mirar en tlireccif a ^ s i a T e s p e c I á l m e n t e en cu. nto al orit^cn r a t ^ j t e l o í atner-indios s- refiere. Sin embargo, según cierto autor ameritai . . (Howells , igfió). los amerindios ser ían más bien pane d ^ tronco racial p ro tomongolo íde . del cual se hab r í an desarro-^ liado t ambién , paralelamente, los mongoloides, a los qut p e n e n e c e r í a n en América so'amente los Esquimales ); ÍRi . idos y los Atapaskanos .• ' ' n d ' j s . Ambos subtromo \racidies, monguloitles y ?nr.e.-^j.dijs h a b r í a n evolucionado diversificándose a su vez ((¡enove-:. -s^?) ^

En los estadios de grupos sangi'incos de indios americ£ ^ nos se h?. n»; nifestado_como j ^ í p j c o _ ) ^ a £ a c j e r ^ ^ el grupt O , d e f ' ' - ' - - í e - J A s j : u a t r o p-upos '- 'ásicos; pero también se cni>--^ti_, 'rejTrcia de i£rupos A y_aig/j-ilü—fe. Este últ inu .gr.p.) es predominantej^n e^j^ronco caucasoidj-, en cambii ^ i - ' « rupo O lo es entre lus mongoloides y afines. Taiiibién se !•:» verificado^ entre los amerindios la ausencia casi_ jbso-Ima del Grupo Rh-, ausen^igualmcm^een los grupos inon goioides (Sandoval. M S . 1964) 7*==^ ^

- ' C -ando los arñer indios poseen ^ g r u j ^ o j ^ y i o que es rela-¿ r i e i t e corriente en algunas tribus de indios no r t éame- )

•c nos, como los Blood y Blackfoot, i>or ejemplo, es siempre de la variedad A 1 .

V Es relevante también la existencia del grupo Hicgo entre los grupos sanguíneos de los amerindios. Dicho gru()o se da casi e: elusivamente enlre las variedades raciales de in-d.os americanos y también entre los pueblos mongoloides .gjalrnenie, en el sistema M N , el gene M es corriente entre l o s indígenas americanos (Cromas, 19**')-

Es indudable que enlre los amerindios predominan cier­tos gruptis sanguíneos y faltan o son muy escasos otros, lo que nos hace pensar en cierta homogeneidad entre ellos, aunque el problema es mucho m á s complejo y falla aún

3S

Page 11: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

suricicntc rviHcncia para t . i lal izar esa aparente y relativa homogeneidad. C'on la misma reserva, podemos afirmar que la [)resrncia o ausencia de algunos grupos sanguíneos n su mayor o menor frecuencia entre los amerindios, los rclacittna en itiuchos casos directamente con las poblaciones mongo­loides asiát icas '" .

í - o m p u t a n d o estos datos, como también otros diversos de rasgos, tanto fenotipicos como gcnotípicos. se han inten­tado diversas cla.sificaciones raciales de los indios america­nos. Presentamos a continuación una, adaptada en parte de I m M I o n i (1958) y de Schwidetzky (1952). las que se ba-•ian, a su vez, en Von Eickstedt (1934).

: Esquimales de las zonas árticas y subár t icas .

, Noroeste de Nor teamér ica (la (Co­lombia Br i tánica) .

: Pieles Rojas de las Praderas ccn-~ Iraics Norteamericanas. : La región !»oscosa de! Este de Ncr -

tcamérica , Mesoamér i ca y la Región Andina. América í ' e n t r a l . Las Pampas sudamericanas. Amazonia. Brasil : Lagoa Santa; T ie r ra del

..Fuego y , l ^ región de los Canales

1 . ESQUIMIDOS

2, P A C I F I I K K

^ . p i .ANi ix ) s

4. APAI.ACIIJOS

S PUEBLO-ANDIDOS

6, CENTRAtir ros

7. PATA( ;ONIDOS

H . BRASILIDOS

9. I.At;IDO-FUEGUIDOS

l a -Nuc ícar o Pueblos, C c n t r á l i d o T x ^ A ñ d ] ^ ^ ntC;jftiomieTsiirg'ieron l"ás~AItas , Culturasf. son

Í ) e s d e c l Sui:2csie de EE^ju.Jiasta t J h i l c C_enlral l a s raza d e A m é r i i a . i c c t i v a m e n t C ;

( í f c f c r c r H emente B r a ^ u i o d e s T T á m a y o n a de l a s razas mar-gii»a!esi ^coü io^os Fueguídos , Laguidos, .Margidps (varios j,>fquciÁir. g r u p o s y r l í u a r p t d o s (de la r e g i ó n - ' d e Cuyo), s o n ' ~ ?

Dolicóides y parecen corresponder a u n estrato racial m á s < a n t i g u o q u e se ha d a d o en llamar razas paleoamericanas (Rivet. 1957), Este h e c h o parecen confirmarlo también l a s

34

excavaciones arqueológicas , las que al descubrir restos óseos pertenecientes a los pueblos y culturas más antiguos l ^ n ^ dado, c a s J i o d a s ^ ^ c r á n e o s J í ü i o M d c ^ 1 con insignificantes exce(MÍoncs, Este es el caso del hombre ' de Tepcxpaii-*R-*l--Vflll)»-.de--Mcxi¿b,-dalado en unos ip^ooo años a t r á s y cuyo c ráneo es de tipo más bien braquiode o-' . mesocránco^(De Ter ra y otros, 1949; Avcleyra, 1930), Na­turalmente que la existencia de b raqu ic ráneos o dolicocrá- j neos* corresponde sólo a un factor, no de los m á s relevantes. > e insuficientes para cualquier t axonomía raciológica.

Es conocido el hecho de que los restos humanos m á s an­tiguos de! paleolítico del Viejo .VIundo, inclusive hasta el paleolítico superior, torresponden a cráneos dolícoide's (Obermeir y Pericot, '955) En America, sin embargo, los lipos arcaicos, aun siendo dolicóides, pertenecen todos a ta . especie Homo Sapiens> Esto de por sí invalida, desde ya. la hipótesis del surgimiento del hombre en este coniinente, \)r][fí^ ''^^Py^ como igualmente la idea de la llegada de otras especies o ^ , ¡ subespecies humanas, como por ejemplo Neanderthafl o \i ^'-''pi^i'»'-^^ 'j' Presapicps.

A l hablar de razas o variedades raciales americanas se hace necesaria una ac larac ión. En la actualidad ya no se considera más a estas divisiones de la especie humana como tipos fijos ni , mucho menos, permanentes. Se trata, simple­mente, de establecer la diversificación biológica de la huma­nidad, la que se caracteriza por la existencia de poblaciones genét icamente congruentes entre sí. pero entre las cuales no existe barrera biológica alguna, pues todas ellas son parte de una misma y única especie zoológica, la especie polimórfica del Homo Sapiens (Comas, 1966:334). Muchas veces hay más diferencias entre individuos de una misma variedad racial que entre ellos con miembros de otras. Una variedad racial debe concebirse, más bien, como una pobla­ción ó un conjunto de poblaciones entre las que predomina.

•Braquicránco. en el esqueleto o braquicffalo en cl vivo y dolicocraneo o dolicocéfalo, corresponden, el primero a cabezas anchas y el segundo a cabezas alargadas. (Saín n ln I" 'diriñn).

35

Page 12: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

Cuadro i i

CLASIFICACION RACIOLOGICA DE LOS AMERINDIOS

Nomines Sapientes Amencam (según Schwidczky, 1952)

Sene I: Hommes Sap. Americani Cu/rei (Gamelin, 1788) (Noncamérica)

Varíelas 1. Homo Sap. Pacificus (v. Eickstcdt, 1937,

ex Ucnikcr, 1900) P A C I F I O O

Var. 2. Homo Sap. Ceniralís (v. Eickstedt, 1937, ex

Denikcr, 1900) C E N T R A U D O

Var. 3. Homo Sap. Colombinus (Bory, 1833)

Sub-varictasa) Ho. Sa, C l . planidus P L A Ñ I D O

Sub-varicias b) Ho. Sa. C l , apaladdui (ex Imbel-

loni, 1941) APAi-\cn>o

Var, 4, Homo Sap. Marginalis (v, Eicksiedl, 1937,

ex. Id, 1934) M A R C I D O

Sene II: Nomines Sap. Amtncani Mesembnni (v, Eicksied, 1937) (Sud­

américa)

Varíelas), Homo Sap. andinus (G Kuggeri, 1937) ANomo

Var, 3, Homo Sap. patagonus (Bory, 1835) P A T A C O N I D O

Var, 3. Homo Sap, Brasilianus (v, Eicksiedl, 1937,

ex D-Orbigny, 1839) B R A S I L I D O

Var 4, Homo Sap, Lagoanus (v. Eicksiedl, 1937, ex

Hansen, 1888) L A G I D O *

Var, 5. Homo Sap, Lago-maritimus (v, Eicksiedl,

1937 ex Id. 1934) fUEGUlDO*

Sub-varíetas a) Ho, Sap. Lm fue guidus (v, Eick­

siedl, 1937, ex Imbelloni, 1937 S U B F U E C U I D O »

Sub-varieias b) Ho Sap, Lm, huarpidus (v. Eick­

siedl, ex Ganáis Frau, 1950) H U A H P I D O »

'Razas Paleoamericanas (Rivet, 1935).

36

es tad ís t icamente , una serie de caracteres gcnotípicos que contribuyen a identificar biológicamenie a esas poblaciones y a diferenciarlas, en sentido relativo, de otras poblaciones humanas. Así pues, las variedades biológicas de la especie humana deben entenderse como categor ías d inámicas y no como tipos fijos. Ellas surgen h is tór icamente y no como si fueran dadas de una vez y para siempre. Corresponden a un proceso que involucra diversas acciones, como ser, la selección natural, la deriva genética, las mutaciones, los contactos y los mestizajes, el aislamiento ecológico, etc. Es en este sentido que podemos referirnos, entonces, a la exis­tencia de razas americanas. Este hecho que produce natu­ralmente cierta dificultad para definir una variedad racial explica, justamente, los diversos intentos de clasificación con sus numerosos modelos, tanto en lo que se refiere a la humanidad en general, como a los abor ígenes americanos en particular (Comas, 1966:567).

El problema básico "que se presenta a_la investigación en la Antropoio^la~FísÍca ariiei"'icana es saber si diclias ra­zas y variedades amerindias, corresponden en su mayor ía a d i f e r e n t c r ^ l é a d a s de inmigrantes, o por el contrario, la mayor pgr tede ' ellas se Kan dívemfjcado y formado espe­cial i n t y u e a i _ e l c o n ^ ^ . >

\. M "í/ í 3.3. Panorama lingüístico

*

La etnolingüíst ica ha aportado una cont r ibuc ión importan­te al esclarecimiento del panorama lingüístico de la América ind ígena . En los úl t imos tiempos, incluso, se ha desarrollado una especie de lingüistica arqueológica o glotocronologia que se preocupa de establecer las bases sis temáticas de la periodificación respecto a fechas en las que empezaron a diferenciarse los idiomas, a partir de sus troncos originarios (Swadesh, 1964, Gr imberg, 1960, Hymes, 1957),

La complejidad idiomáiif:a-^dg_ los amerindios_no^i icda a t r á s de su complejidad racial. A m b a s e ñ í í H a d e s suponen, en todo caso, un largo proceso de desarrollo y diferenciación.

37

Page 13: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

en las propias Amér icas . corrcsponHicndo, al parecer, in i -cialmrnie a un n ú m e r o basiante reducido de idiomas, rela­cionados, a su vez, con otras tantas inmigraciones.

"Aunque el estudio de los idiomas americanos no vierte mucha luz sobre la íecha de la primera entrada del Nombre a América , ha servido a ciertas autoridades para procurar establecer determinad as re la r iones^ los [Ki<biias^dcI_yi£Ío_M

"De comprobarse que los idiomas también corresponden a ima media docena de troncos, como propone Sapir (1949) para Nor teamér ica , surgiria cierta correspondentia, aunque sólo muy relativa, entre esa docena, en total, de familias lingüísticas y ese n ú m e r o también no m á s grande de posi­bles agrupamientos raciales indicados. Esta corres[íondencia rs todavía muy hipotét ica . Por ahora, abundan, sobre todo en Sudamér ica IQS idiomas y dialectos" {Mar t ínez del Río . i9.52;M()). -"^

Lasvre lác íon í ' s ' ' ' y . •semejanzas' seña ladas entre troritos lingüísticos sudamericanos"con melanesios- y ^ australianos-(Rivetí 1937) no pueden'pasar, todavía, mucho más allá dH (atn|>o. de las coincidencias-y paralelismos. Con respecto a las relaciones con Polinesia la probabilidad es mucho mayor, como lo indican algunas semejanzas que combinan una re­lación fonética y semánt ica a la vez. como el caso de la pata­ta = Kumara o del hacha = T o k i ( Imbel loni , 1933; Swadesh, '9*'4)

Naturalmente, todas; aquellas^'rclaciones l ingüist icas qjjic se,han tratado de establecer con. los hebreos, fenicios,' egip­cios y otras l e n g u a s , d c j a r A n t i g ü e d a d no pa.san de ser meras cFÚcubraciones (Boland. 1958). M u c h o m á s factibles.sí . son

Figura Tipos lif formaciones socioculluraiei imiigrnas y principales áreas culturales: a) Tipos lie sociedades o formaciones socun iilliirales: \ Sorirrfadcs He bandas cazad oras-rccoicci oras: B y C = .Sociedades tribales aldeanas simples (R - de agricultura dr valles y oasis de zonas scmidrsériiras y templadas de las áreas íordillcranas orndrnlalrs, y C: = de a.i;ncultura de "roza y quema" de las selvas fropitnies), I ) = Confede-rariones tribales y carirazgos; E =• Sociedades estatales civilizadas.

38

b) Areas cnlturalei: I) Cazadores esquimales árticos, 2) Cazadores sep­tentrionales, 3) Pescadores de la costa Noroeste, 4) Recolectores de semi­llas y raíces, 5) Cazadores de Bisontes, 6) El Sur-Oeste, 7) El Sureste, 8) Mesoamérica, 9) Area (^ircum-Caribe, 10) Aldeanos tropicales. 1 I) Plantadores-recolectores, 12) Area Andina (a-Central, b-Sepicntrional, c-Mcridional), 13) Cazadores-recolectores pampeanos.

39

Page 14: Derechos de edición lesei'vados para todos los países por ...s99e4c72426465614.jimcontent.com/download/version... · La prehistoria americana se está reconstruyendo basan )^ dose

las"relaciones establecidas eht! e lenguas indígenas á m é r i t a -nas y lenguas asiát icas antiguas, como la ural-aliaica, etc. (Swadesh, 1964; Sapir, 1949; Hoijer , 1946).

Hasta el momento se conocen alrededor de 2.000 lenguas y dialectos diferentes hablados por los indios americano! (véase Fig. Este hecho demuestra lo inoperante de cual­quier relación mecánica entre lengua, raza y cu l tu ra ' * .* *

3.4. Panorama socioculiural

La evidencia culturológica aportada por la e tnología , la etnohistoria y la a rqueo log ía , nos indica claramente la gran diversidad sociocultural existente t ambién en la Amér ica indígena en el momento del contacto europeo. Exis t ían en csic continente en dicha época, p rác t i camen te todos los niveles culturales verificados en ei Viejo M u n d o (Childe, '95*. '954). con excepción al parecer de las sociedades pas­torales. La ganader í a o el pastoreo nur.ca ocupó un papel muy importante en las culturas abor ígenes . Pero aun esta afirmación no es definitiva, pues, en los úl t imos años , gra­cias a nuevos hallazgos arqueológicos referentes a domesti­cación de animales, se hace necesario revisar esta tesis.

En la América precolombina se distingue i ix lo el espectro de las sociedades simples basadas en las tecnologías recolccioras de alimentos, coiño ser, formaciones de recolectores puros, de cazadores y de pescadores, ya sea separadas o combinadas. Igualmente se puede apreciar la variada gama de tecnologías productoras de alimentos, tanto las formaciones de agricultores incipientes, como las de agricultores aldeanos alfareros, hasta las de agricultores avanzados con regadío de las alias culturas agrarias que dieron origen a verdaderas civilizaciones urbanas. Estas últ imas con domest icación de animales, metalurgia, inge­niería y arquitectura y gran desarrollo de ta religión, y con un arte m o n u m e n u l y hasu con escritura; también con estratifica­ción de clases sociales y la es t ruc turac ión de una sociedad políti­ca y el desarrollo de Estados (véase Fíg. 3). Es decir, tres modos de p roducc ión distintos se sucedieron en la América indígena y

coexist ían en ei momento de la r-»iiquisia, presentando, a s u vez.

diversas formaciones sociales. Esta gran diversidad cultural ^s, a -a vez, una prueba

m á s de la e;>orme profundidad tem |Xir 1 que hay que atr i ­bui r al hombre americano. Pero, con respecto al ongen de és te (lo que nos interesa dcsarroU: . - n este trabajo), sólo las culturas del primer nivel de desarrollo cultural —que corresponde al modc de oroducción r'c las bandas de los colectores de alimentos, en toda;; sus lormas y, en cl mejor de los casos, de los agricultores incipientes— son las que representan al género de vida o formaciones sociales de las culturas más antiguas de Amér ica , descubiertas por la ar­queología (véase Cuadro v i i ) . Ese per íodo es el que se ha dado en llamar horizonte prccerámico . per íodo paieo-indio, periodo lítico ü a ú n paleolí t ico americano.

Naturalmente, cuando nos referimos al aspecto culturo-lógico de la A m é n c a indígena y en especial en cuanto al origen y desarrollo de las culiL-.'-as abor ígenes , salta al tapete inmediatamente cl prob'cma de los contactos y difu­siones culturales, no sólo dentro del propio á m b i t o a -^T-cano, sino también , especia mente, en lo que respecta a ias relaciones p o s i b l c 3 d t l Viejo con el Nuevo M u n d o . Igual­mente, importan también Us relaciones entre la cultura y su medio ambiente wise Figs. 1 y 3) .

E l desarrollo de la irivcstigación sobre los or ígenes arr -ricanos se ^a ca rac t t í zar 'o , justamente , por las d i v e . j . : formas como se ha tratado de resolver tanto esta p rob l emá­tica como las otras planteadas en este capitulo.

A

4 1