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DEMOCRACIAY SOCIALISMO

EN CHILE

Tomás Moulian

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO

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A mis padres

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PRESENTACION:

UNA REFLEXION SOBRE INTELECTUALES YPOLITICA

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Este libro esta formado por un conjunto heterogéneo de artículos que fueronpublicados de manera casi artesanal entre 1973 y 1981 y que aquí sonordenados en dos grandes secciones temáticas.

La forma precaria de la publicación y distribución primitiva s e correspondía -en verdad- con el carácter provisorio de estos artículos. Entonces, ¿porquerecopilarlos en la forma de un libro, forma que el sentido común fetichiza?Este libro es más necesario para el autor que para los lectores. Le permiteenfrentarse con su quehacer a través de una mirada retrospectiva y convertirloen objeto de análisis.

Ese es el sentido de este artículo de apertura. Es una reflexión que,prolongando los textos que presento, toma como objeto las variaciones de lafunción de cierto tipo de intelectuales en la sociedad chilena. Se trata de uninterrogatorio crítico sobre el desempeño de un oficio, generalizable enalgunos aspectos, en otros, estrictamente personal.

Cierta tradición ha reservado el titulo de intelectual para una elit e escogida yrevestido sus funciones de un aura casi sagrada, como si significara laposesión de la sabiduría. Esa visión proviene de una tradición romántica,equivalente de aquella que define el artista como un ser inspirado, habitantedel mundo espiritual de lo bello. Todo intelectual era confundido con lo queGramsci llamo un “gran intelectual”, un creador en el terreno de las ciencias ode la filosofía.

Ese titulo, que socialmente operaba como un verdadero titulo de nobleza, eranegado en especial a quienes reflexionaban sobre lo político. Por mucho quese ampliara la definición del intelectual debía conservarse un límite. Lapolítica representaba esa frontera por ser un mundo opuesto al de la razón, ununiverso tan deleznable como el de las creencias de la fe, plagado de pasiones,de intereses, de juicios de valor.

La tradición opuesta, la de la acción, miraba en forma peyorativa atintelectual. Lo rechazaba como un ser abstracto, distante de lo popular,enredado en el artificioso mundo académico, incapaz de transformar lasociedad. En las últimas décadas ese clima cultural predominabaespecialmente entre los intelectuales de izquierda, que se avergonzaban de simismos.

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Los académicos, los estudiantes, o escritores de esa tendencia eran impulsadosa “salvarse de la torre de marfil”. Primero que nada y por encima de tododeseaban demostrar que eran militantes revolucionarios. Se ufanaban de serintelectuales al servicio del partido, aceptaban como un sacrificio permaneceren tareas puramente académicas. Cuando eso sucedía la disculpa, esgrimidacomo una demostración de disciplina y de entrega a la causa, era “estoytrabajando en el frente”. Con esa frase sacramental queríamos demostrar queestamos a salvo del pecado de aislamiento, nuestras tareas e ran políticas,aunque no trabajáramos en el sector popular o en el “aparato”.

Este intelectual, avergonzado de serlo, se salvaba así mismo cuando losatributos de su oficio perdían, dentro de la organización, el poder dedistinguirlo y diferenciarlo. Buscaba anularse, estaba feliz cuando solamenteera un militante más, equivalente a muchos otros en todos lo s terrenos,incluidos aquellos que eran propios de su vocación, o sea la elaboraciónteórica, la programación técnica o la educación política. No nos ufanábamosde las preguntas que planteábamos, de nuestra capacidad de elaboraciónsistemática de la práctica colectiva, de lo que escribíamos. Nuestro orgullo eraconstituir un engranaje en el trabajo de la organización. Ser verdaderosmilitantes era salir a pintar con las brigadas de propaganda, hablar en losmítines, ser capaces de una constante disciplina.

La consigna de entonces era la proletarización. ¿De que manera un intelectual,siempre un privilegiado o un pequeño mandarín, podía adecuarse a esaexigencia? El requisito era la fidelidad, no solamente la menor, ladisponibilidad para las pequeñas tareas, sino la mayor, la del pensamiento. Elintelectual debía dar permanentemente pruebas de su transformación, debíaexigírsele al máximo porque en su interior vivía agazapado el pequeño -burgués. Era un peligro. Por los atributos del oficio el intelectual podía darcontenido y forma a intereses estamentales, a resentimientos anti -obreros,justificar las vacilaciones de esa capa social sin destino histór ico. Debíamostener las riendas cortas, rendir permanentes pruebas de adjuración parahacernos dignos de las posiciones de clase que adoptábamos. Como teníamosla nítida y alegre conciencia de haber elegido el lad o bueno de la historia ¿quenos importaban estos sacrificios? (1).

Entre los intelectuales de mi generación y de mi ambiente, llegados almarxismo desde el campo cristiano, ese clima se vivía con connotacionesespeciales.

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Ese grupo tenía en común con los fundadores del Partido Socialista el ori genprofesional o universitario predominante, pero se diferenciaba en algunospuntos centrales. En realidad, el principal rasgo diferenciador no fue haberllegado .a la izquierda en un momento de auge. Finalmente la formación delPartido Socialista coincidió con el comienzo de la fase de “estatalidad” de lapolítica de la izquierda, pues desde 1936 se abandono con éxito la estrategiarevolucionaria extra-estatal que había postulado el Partido Comunista. Para laizquierda el Partido Socialista representó la posibilidad de alianzas dentro delsistema político, hizo factible la competencia por el poder dentro del Estado yla participación en ese poder.

La diferencia radical entre una generación y otra se deriva de sus referenciasculturales. La primera fue formada en el anarquismo o en el positivismo,representaba el segmento laico de la sociedad en una época en que todavíaestaban vivas las polémicas religiosas y se afirmaba la oposición absolutaentre razón y fe. Fue una generación empapada de las ideas americanistas quereivindicaban el carácter mestizo de la cultura y el dualismo de la sociedad,obsesionada por la necesidad de una alternativa revolucionaria original, cuyoprincipal referente inicial había sido el Apra.

La otra generación provenía del cristianismo. Dentro del campo católico seenfrentaron con el predominio socialcristiano, que limitaba las opcioneshistóricas de los cristianos. Las concepciones conservadoras, con su visiónprovidencialista de las desigualdades sociales ya habían sido -se creía- parasiempre superadas. Como la generación fundadora del movimiento demócratacristiano derivaron hacia la política desde la militancia eclesial, peroconocieron el “aggiornamiento” del Concilio y, anteriormente, la etapa masintensa del dialogo cristiano-marxista. Esa experiencia de renovación de laIglesia fue decisiva en la formación de esa generación de esa generación,porque les permitió ampliar sus horizontes intelectuales.

Pero además les toca vivir otra importante experiencia de renovación: eldeshielo del marxismo, las esperanzas susc itadas por las evoluciones post -stalinianas de algunas sociedades socialistas como China, y el desarrollo de larevolución cubana, mucho tiempo modelo de “otro socialismo”. En todo caso,junto con estas esperanzas conocimos importantes frustraciones, entre ellas lainvasión de Checoslovaquia. Pero todas esas experiencias no debilitaron lafascinación que empezábamos a experimentar por el marxismo. Nuestroorigen cristiano nos hacia sensibles a la ambivalenci a del mundo (la luchaentre la gracia y el pecado) y nuestras ilusiones de conversos nos permitían

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juzgar el presente a la luz de la utopia. En realidad, no es que creyéramos quese había recuperado la raíz democrática del socialismo. Más bien pensábamosque la construcción de la “ciudad feliz” valía el sacrificio de la libertad de losque no eran justos.

Esta fascinación por el marxismo fue posible porque este había recuperado suinterés y su prestigio intelectual, después de un largo período decongelamiento. Tradicionalmente Francia había sido el lugar desde donde seimportaba, normalmente con considerable retraso, las modas intelectuales. Elliberalismo avanzado del siglo XIX se había nutrido de las ideas de larevolución de 1848 y de doctrinas positivistas, que también recogieron losradicales. El social-cristianismo se inspiraba en Maritain, se fascinaba con los“grandes conversos” como Bloy y Peguy, se nutria de l as experienciasrenovadoras de la Iglesia francesa, con sus sacerdotes obreros novelad os porCesbron.

Mi generación, desde 1967 en reciente ruptura con el social -cristianismo, sesintió atraída por el marxismo revitalizado por Althusser. Este lo despojó delos residuos mecanicistas y economicistas, lo doto de un nuevo rigorconceptual y además abrió puertas al dialogo con otras tendencias culturales.Curiosamente, Althusser tenia un origen semejante al nuestro, se habíaformado en el cristianismo. Pero no fue ese pasado, que entoncesdesconocíamos, lo que nos acerco a su obra.

Intuitivamente nos atrajo que fuera una afirmación y una critica. Entre “PourMarx” y los pedestres manuales que circulaban existía un abismo. La primeraera una obra densa, multiforme, que leímos con esfuerzo pero tambiénfascinados, tanto por lo que creímos entender como por el estilo, por ellenguaje en ocasiones poético. Era una obra que proporcionaba claves y pistaspara adentrarse en el mundo marxista. Liberaba el materialismo histó rico delos habituales ropajes triviales; asumía la crítica del pasado teórico peroafirmaba el valor intelectual d el marxismo, deteriorado por años deconformismo.

Nos hicimos “althuserianos”. Nuestro entusiasmo de conversos ante una obracuya importancia entendíamos a medias, no nos permitió reflexionar sobre lacrítica radical que contenía. Casi sin reparar asumimos su anti -humanismoteórico, nos hicimos participes del cuestionamiento de la moral en que noshabíamos formado. Quizás nuestra renuncia fuera propia de toda ruptura, perola crítica de Althusser comprendía tanto la moral idealista como la totalidad de

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la tradición filosófica humanista. No sospechamos el significado real decalificar al humanismo como una ideología, de “reemplazar el binomioindividuos-esencia humana por los nuevos conceptos de fuerzas productivas yrelaciones de producción”, de descartar la idea que la libertad es un atributohumano esencial o de criticar al “humanismo socialista”. La noción dehistoricidad -recién asimilada- nos era útil para reemplazar el estérildoctrinarismo, el discurso normativo y esencialista, que construía solucionesbasándose en el deber ser de las cosas y no en su realidad.

Seducidos por el “Nuevo Mundo” cultural, denso y sofisticado, no percibi mosque la critica al “humanismo socialista”, denunciada como una ideologíaliberal, representaba una forma alambicada de plantear las viejas tesis deLenin sobre la dictadura del proletariado. Las fallas de nuestra culturamarxista no nos permitían captar el oculto significado de la ironía con queAlthusser caracterizaba ciertas imprecisiones teóricas de la época d eKruschov, insinuaciones reveladoras del profundo trasfondo ortodoxo que seescondía tras los conceptos renovados, muchos de los cuales tomaba prestadolibremente de fuera del marxismo.

Esa seductora sensación de libertad crítica que emanaba de la obra deAlthusser fue muy importante en nuestra aproximación al marxismo. Aparecíacomo una superación de la ortodoxia y de la escolástica, como una revoluciónteórica. En realidad, procuraba una reformulación , en un nuevo códigoconceptual, de las principales tesis del marxismo-leninismo.

La trayectoria intelectual de mi generación es ta marcada por otro rasgocultural, derivado de la raíz cristiana.

Alimentamos una visión religiosa de la política, que nos llevaba a pensar elmarxismo como “Saber total” ; a tener una relación de culpabilidad con lopopular que originaba practicas testimoniales, donde el militante de origenburgués se purificaba; a admirar el calvinismo organizacional, expresado en ladisciplina, en el sacrificio de los estudios, en la renuncia de la vocaciónintelectual, en la aceptación de trabajos rutinarios o finalmente, en ladefinición de la militancia como una especie de sacerdocio laico. Había untraslado hacia la política de las funciones de sentido de la fe religiosa.

Esa pauta cultural, que envolvía a la política d e un sentido moral fuerte,condiciono las relaciones entre algunos intelectuales y el partido. Estarepresentaba más que una instancia de articulación, era el lugar colectivo de

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definición de valores de vida (el comportamiento revolucionario). “Fuera delpartido no hay salvación”: esta definición de sentido, atribuible a loscomunistas, calzaba perfectamente con nuestra visión de la política. Laorganización estaba dotada del carisma y l a dirección poseía una especie degracia de estado. Alejado de la organización el individuo se reencontraba consus instintos y pasiones; el intelectual retornaba a su individualismo y a susambigüedades, apartándose inevitablemen te de la clase obrera.

Esta socialización, velozmente adquirida cuando rompimos con el universocultural de los orígenes a la búsqueda del marxismo, permite entender lasmodalidades de la militancia de la mayor parte de esos i ntelectuales. Nuestropapel estaba definido por los cánones de la teoría del partido. Se pensaba quela función intelectual debía residir, en última instancia en la dirección , dotadade la capacidad de desceñir lo que era revolucionario. Los “intelectualesprofesionales” no tenían aportes particulares en el terreno teórico, sino lacontribución indiferenciada de cualquier militante. Esta concepción apuntabacontra la idea elitista de la “intelligentzia” pero para caer de rebote en un ladopeor: el despotismo ilustrado, a veces iletrado, de la dirección. Es ta era lacabeza y la voz del partido, la instancia de síntesis y de control ideológico, el“intelectual colectivo”.

Aceptar esta subordinación era la manera consagrada de ser orgánicos. Esdecir, lo orgánico significaba la disciplina de ajustar las hip ótesis einterpretaciones personales con aquellas que la dirección calificaba comoformas proletarias de pensar. Los desajustes que a menudo se producían eranresueltos a través del disciplinamiento o del cultivo de un doble discurso, unopara la esfera de lo académico y otro, diferente por los contenidos y códigos,para la esfera política.

No debe sorprender, entonces, la débil influencia de los intelectuales deizquierda en el periodo de la Unidad Popular. Fuera de los escritos de JoanGarcés no se produjeron muchos aportes originales. Es sintomático que esasúnicas contribuciones provinieran de un extranjero, no asociado a ningunatendencia y, por tanto no sometido a ninguna disciplina de pensamiento.Curiosamente se repitió la misma pauta de mediados de la década del sesenta.Entonces las ideas de Frank, Theotonio dos San tos y Marini, todos ellosextranjeros, remecieron las bases teóricas e históricas de las versionesizquierdistas de la modernización, sustentadas durante largo tiempo por elPartido Comunista.

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Las razones de esta debilidad de lo s intelectuales son múltiples y profundas,además compromete a toda la gama de ellos. Casi no puede hablarse en Ch ilede creación de un pensamiento nacional, porque existía una práctica ancestralde importación de ideas. La imitación teórica ha sido el principal aporte de losintelectuales y su capacidad mas relevante la aclimatació n de las “especies”foráneas. En el campo de las ideas políticas contemporáneas los únicosproductos que reflejaron un esfuerzo por superar la imitación perezosa y lafascinación euro-céntrica fueron el pensamiento socialista hasta 1958, cuandose completo el proceso de la leninización, y el pensamiento demó crata-cristiano desde fines de la década del cincuenta, cuando las ideas prove nientesde Maritain se fusionaron con el desarrollismo de la Cepal.

Como se observa la pauta tiene un carácter recurrente. Pero me interesa masrecalcar los aspectos específicos que afectaron la inserción de algunosintelectuales de izquierda que recubrir piadosamente ese fenómeno con elmanto de la comprensión de las razones históricas. La ausencia de unaverdadera critica teórica de la práctica política de la Unidad Popular,proveniente de la propia izquierda, fue efecto de una verdadera dimisión, deuna renuncia a identificarnos con lo que éramos, para así ser aceptados en elmundo de los proletarios. Nos conformamos con ser intelectualesorganizacionales, preocupados de justificar en términos teóricos la línea de lospartidos, en vez de ser intelectuales orgánicos. Carentes de distancia respecto alos procesos, absorbidos por la lucha política directa, a veces sobrecargados detareas organizacionales, no valoramos la necesidad de funciones propias de losintelectuales, más allá del campo de la asesoría técnica. Simples militantes otecnócratas, esas eran las dos figuras posibles, las ma s aceptadas por la culturapolítica predominante.

Se creía vivir una situación revolucionaria, el momento por excelencia de laacción, en que toda la fuerza y la ene rgía había que concentrarla en losproblemas del poder. “Primero transformar”. Someter el proceso a una críticateórica era situarse fuera, restarse del compromiso revolucionario. Nosobsesionaba el temor del bizantinismo. Alegremente y sin prevencionesrenunciamos al oficio por otras tareas que se definían como más urgentes:participar del combate político contra lo s enemigos o luchar por la hegemoníade la “tendencia correcta”.

Ocurrió una doble renuncia: la de los intele ctuales que abandonaron lasfunciones propias, ganados por el vértigo del poder y de la acción y la de lospartidos que, concentrados en la guerrilla táctica, en lo s conflictos internos, en

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la administración de las cuotas de poder e influencia, no actuaron como“intelectuales colectivos”. Era imposible, entonces, que fuera surgiendo unateoría desde el análisis de la práctica, pero no por una fatal opacidad de losprocesos. El trabajo intelectual especializado estaba subordin ado al controlorganizacional y a las exigencias de la acción.

La idea subyacente era que la teoría ya estaba construida, puesto que elmarxismo-leninismo proporcionaba el método y los conceptos para el análisiscientífico de cualquier realidad histórica. Por tanto, no se percibía la necesidadde crear teoría. Existía una imagen errada de las verdaderas dimensiones de lastareas intelectuales. Se creían limitadas a la aplicación de un “modelo”. Así ladimisión de los intelectuales no estaba provocada po r una pura debilidadmoral o por la hipnosis de la acción. En realidad se fundaba en una teoríasobre el estatuto teórico del marxismo. El leninismo se definía como unconjunto de leyes de la revolución, cuya aplicación a la realidad chilenarequería solo operaciones de sentido común , era un asunto de adecuadodiagnostico y de justa dosificación . Según esta tesis la tarea intelectual delpartido no era la creación teórica, lo que hubiera requerido un papel activo deintelectuales consagrados a la reflexión y a la investigación, sino la utilizaciónde un sistema teórico construido. Este arsenal cognitivo se utilizaba de l amanera como se eligen libros en una biblioteca pu blica, según el tema y elcódigo de clasificación conocido.

Estas definiciones provenientes de la cultura marxista de nuestra izquierda,han sufrido el impacto del golpe militar de 1973. Y de la consolidación de unEstado autoritario. En primer lugar, cambian algunos sentidos de la polí ticapor la transformación del paisaje social y cultural. Los partidos dejaron de seresos absorbentes ámbitos cotidianos que consumían casi toda la capacidadactiva de los militantes; concentrándolos en la vida política. Diezmados yperseguidos los partidos no pueden continuar siendo las “instituciones totales”que fueron para aquellos militantes que internalizaban las pautas delcompromiso exigido.

Muchos intelectuales que habían vivido en y para el partido se hicieron“públicos”, debieron recontactarse con la vida profesional y académico . Esaexperiencia representó el descubrimiento de la autonomía de pensar, hastaentonces acostumbrados a orientarnos por la “razón de partido”. En la mayorparte de los casos no se trató de una renuncia al pasado, a las convicciones,sino de una secularización. Se pone en cuestión el vinculo religioso, la formaautoritaria de la relación, la cual se había basado en la hipótesis de que, como

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intelectual, se estaba obligado a purificarse de las tendencias individualistas,adoptándose al pensamiento colectivo .

También ocurrió una crisis cognitiva, la cual forma parte del proceso demodificación del sentido de la política y de la militancia. Cada acto represivoreflejaba al régimen imperante , era el espejo de una razón polí tica pervertida einquisitorial. Pero también era una expresión renovada del fracaso de laizquierda. Una forma de entender, pensar y proyectar la sociedad quedaba enjaque. Habíamos ofrecido la liberación de los trabajadores y creado laesperanza del socialismo, por cuya búsqueda despreciamos las “libertadesformales” y mezquinas de la democracia. Arriesgamos lo que se habíaconseguido en cuarenta años de gradual democratización del Estado,hipnotizados por lo que creíamos leyes del desarrollo revolucionario: l a rígidadistinción entre reforma y revolución, la desconfianza en las reformasgraduales y escalonadas, la exigencia de destruir el Estado burgués , laimposibilidad del desarrollo capitalista en un país periférico, la necesidad de lasubordinación política de las capas medias y de la hegemonía obrera en todoslos momentos del transito al socialismo.

Esas certezas entraron en crisis con la derrota, que mucho tenia de un fracaso.Nuestra firme creencia que el marxismo era la ciencia infalible, de la historia yde la revolución se debilito. Empezamos a mirar críticamente lo que esa teoríahabía construido. Afloraron las tensiones largo tiempo contenidas, lascontradicciones latentes y silenciadas.

Al experimentar en carne propia el peso de una dictadura y ser victimas deoprobiosas “razones de Estado” nuestra visión se hizo mas critica. Nuestrodiscurso recupera la democracia, reivindica la libertad y los derechoshumanos. La necesidad y el deseo de no permanecer en la esquizofreniapolítica llevo a algunos a revisar su visión de los “socialismos históricos” sinrenunciar por eso ni al marxismo ni at socialismo. ¿En virtud de que principiode legitimidad era posible atacar los autoritarismos de derecha sisimultáneamente se justificaba la “dictadura del proletariado”? La superaciónde un discurso escindido, por el cual n uestra práctica adoptaba una modalidadmaquiavélica, un aspecto equivoco y oportunista, era una exigencia política,una necesidad. Después de la derrota necesitábamos reconquistar credibilidad,por tanto se nos planteaba con enorme fuerza el problema de la relación entrediscurso y acción. Por imagen moral y por motivos de eficiencia histórica nosera imposible tener dos discursos, -uno despiadado para denunciar lo sautoritarismos de derecha y otro benevolente para juzgar las sociedades

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socialistas. Si aceptábamos esa lógica éramos atrapados por el principio deque la verdad tenía derechos de los cuales el error carecía, racionalidad queesta en el centro de todo pensamiento totalitario.

Fueron las experiencias polí ticas de este periodo las que nos condujeron acriticar los socialismos históricos y la teoría ideologizada que los justifica.Esta operación crítica fue realizada especialmente por intelectuales, puestoque son estos los que han tenido oportunidades de reflexión y difusión de susideas.

Este hecho expresa las nuevas funciones que a doptan, en parte producto de lasdiferentes condiciones que enfrenta el quehacer político. La mayor autonomíade los intelectuales y su activa participación en la crítica del pensamientotradicional de izquierda ha generado, sin embargo, una seri e decontradicciones.

Una de las mayores ha sido la difusión de un anti-intelectualismo, detrás delcual se parapetan posiciones ortodoxas. Se esgrimen las acusaciones debizantinismo o de encierro en la torre de marfi l: las sospechas del hombre deacción contra el intelectual. Se supone la intención de acomodarse, de realizarun discurso tolerante, el deseo de renegar del pasado: las sospechas del“militante proletario” contra el intelectual. Al fin y al cabo este protegí a susintereses, como manipulador de ideas tiene mas posibilidades de conseguirinfluencia política cuando no es decisivo el liderazgo de masas.

Se trata de la renovación del anti-intelectualismo tradicional de ciertossectores de la izquierda chilena. Esta actitud atávica adopta las formas delquisquilloso “obrerismo” de algunos viejos militantes: para ellos losintelectuales tornan complejo lo simple por medio de un lenguaje sofisticado.Esa visión de sentido común, tan verosímil y, en ocasiones, tan ajustada a larealidad, procede del campo ortodoxo. Su indiferencia o su intolerancia frentea los intelectuales se basa en la tesis de que las únicas tareas teóricas útiles sonla aplicación y la divulgación del marxismo-leninismo. El intelectual con suspretensiones de innovación o creación, con su espíritu crítico y sus ínfulaseruditas intenta un rol protagónico. El diagnostico de una crisis del marxismoy la afirmación de su renovación son los argu mentos que utiliza para legitimarsu influencia política.

Al identificar renovación de la política con intelectuales se busca debilitar losprocesos de cambio, generando anticuerpos. En su des arrollo real la

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renovación sobrepasa las fronteras de un estamento. Aunque haya tenido suorigen entre los intelectuales representa una resp uesta a la experiencia de laderrota y del autoritarismo y también una respuesta a la crisis de lassociedades socialistas que ha movilizado una gama diversificada de militantes.

Uno de los sentidos más importantes de la búsq ueda de renovación es larecuperación de la esperanza perdida. El esfuerzo revolucionario pretendíarealizar un gran ideal ético, perseguía el “Reino de este mundo”, buscaba la“ciudad feliz”. Hasta el triunfo de los bolcheviques no existía un lugar dondeaquello se concretara. Significaba una promesa, nada podía exigírsele, nodebía dar cuenta, no tenia historia. Hasta la muerte de Stalin fue posible debuena fe negar la naturaleza despótica de la sociedad soviética. Se podíaactuar como Sartre que se niega a denunciar los campos de trabajo para nofavorecer al capitalismo contra el socialismo. Actúa así porque sigue creyendoen la promesa que significaban los países socialistas, confiaba en su capacidadde reforma. Después de Checoslovaquia y ahora después de Polonia es casiimposible mantener esa esperanza.

En nuestro tiempo renovar la fe en el socialismo requiere replantear las for masy las condiciones de posibilidad a través de una critica y de una denunciapolítica de la estatización de las sociedades socialistas. La noción desocialización del poder constituye el nexo de continuidad entre el pensamientoliberal democrático y el marxismo y el principio de superación. En esa ideareside el núcleo anti-autoritario del socialismo, aquello que constituye el rasgocentral del proyecto de emancipación: en esos términos debe hacerse la críticade los socialismos históricos.

Es evidente que la idea de Marx sobre el comunismo como momento deextinción del Estado y como acceso al reino de l a igualdad (a cada uno segúnsus necesidades) hoy debe ser problematizada en cuanto finalidad. Ha sidocorriente justificar los problemas del socialismo actual en función de laplenitud del mañana. Detrás de esa argumentación subyace la idea delPurgatorio, un momento transitorio de preparación donde continuara elsufrimiento y la injusticia, pero para llegar al Reino. Esa situación final degracia, ese paraíso terrenal es declarado posible: en algún instante sematerializara. Pero para llegar a ese momento es necesario aceptar la“dictadura del proletariado”. Lo existente es legitimado por lo que vendrá.

Aunque es problemático afirmar el comunismo, como finalidad factible dematerialización, es fundamental percibir su importancia como deseo, como

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encarnación en el campo político de la figura de Eros opuesta a Tanatos. Setrata del principio de solidaridad, de lo comunitario, de lo igualitario encontraposición con el principio de la competencia, del individuo. En lassociedades socialistas significa, primero, la lucha por la política, después porla socialización del poder, por la activación de los elementos consejistasoriginales. La “extinción del Estado” aparece planteada como perspectiva delucha más que como una forma terminal de sociedad. Las reivindicaciones porla socialización del poder significan formas culminantes del combatedemocrático. No implican la creencia que en un tiempo futuro y plenamentefeliz desaparecerá el poder y la dominación. El desarrollo político consiste enaproximaciones hacia la utopia, consegui das a través de la lucha.

Las sociedades socialistas actuales son las antípodas. En ellas la política estaen interdicción, por lo tanto el Estado no aspira a la hegemonía, no existe unacompetencia permanente por la representación de lo popular, de las masas. Elpoder se burocratiza, las divergencias se ocultan hasta que repentinamenteestalla la rebelión o, como en Polonia, aparece una sociedad, una cultura y unliderazgo alternativo, inexistente (en forma of icial) hasta que salta alescenario. Entretanto el “Partido dirigente” nada ve, cree estar representandolos intereses proletarios, orientando a la sociedad. No esta en condiciones deresponder más que por la represión, el control, el disciplinamiento. En esasociedad no representa una fuerza moral y cultural, capaz de movilizar yorganizar las energías del pueblo.

Las búsquedas e interrogantes que en estos años nos hemos planteado,tratando de redefinir una política de izquierda y socialista, no corresponden auna problemática nacional. La necesidad de una redefin ición del carácterdemocrático del socialismo tiene que ver con los errores que cometimos (lasubvaloración de las libertades “formales” y la incomprensión de lacomplejidad del Estado y de la estructu ra de clases) pero sobre todo con unacrisis general del socialismo. Afganistán y Polonia son los últimos jalones,una nueva demostración que la esperanza en el socialismo exige lucharsimultáneamente contra las clases explotadoras del capitalismo y contra lasburocracias del llamado “socialismo real”.

Al mismo tiempo enfrentamos lo s cambios que el Estado autoritario haimpuesto en la sociedad. Estamos obligados a plantearnos preguntas que en elpasado tenían respuestas obvias, de sentido común. Hubie se sido inverosímilinterrogarse sobre que era hacer polí tica o incluso sobre los contenidos

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esenciales de una posición de izquierdas. Para cada una de esas preguntasexistían respuestas evidentes.

Hasta el golpe militar de 1973 se consideraban las estatizaciones como los ejescentrales de una política popular. La respuesta espontánea l os problemas deldesarrollo, desde la izquierda e incluso desde el centro, era aumentar lacapacidad de control del Estado sobre la economía, nacionalizar, incrementarla participación en salud y educación, fomentar desde arriba la cultura y lasorganizaciones sociales, regular las relaciones laborales . No era costumbrerecordar que la definición de este papel progresista del Estado no secompadecía con la teoría de la dictadura del capital. Mas bien esas políticascorrespondían a las tesis inversas. En la practica el Estado era en siconsiderado un regulador de desigualdades, aunque el discurso teóricoexplicito dijera lo contrario. Se caía en la misma inge nuidad doctrinaria deaquellos que definían at Estado como realizador del bien común.

Estando en la oposición la tarea de la izquierda era la intermediación de lasmasas frente al Estado y, para resolver lo s problemas de fondo, la proposiciónde políticas que aumentaran la ingerencia estatal. Habiendo ganado elgobierno correspondía acelerar la estatiza ción de la economía, como condiciónde una apropiación social del excedente, y favorecer el desplazamiento de loprivado por lo público, como garantía de socialización creciente. Sefuncionaba con la idea de una “revolución pasiva”, de una transformaciónglobal realizada desde arriba en la cual los partidos o las instituciones estatalesfueran los sujetos principales y la participación popular fuera la de masasmovilizadas o reguladas, en todo caso “encuadradas” por las organizaciones.

La política tenia como objetivo el poder estatal, el cambio social se realizabadesde el Estado. Los esfuerzos de renovac ión desde abajo de la sociedad eranmenospreciados como idealismos utópicos o fagocitados por la políticaestatizante. Por lo mismo no tenían espacio mo vimientos como el feminista niexperiencias sociales cuyo centro era la fábrica, la familia o el barrio, puestoque no provocaban resultados políticos directos, “efectos pertinentes al niveldel Estado”.

La autonomía y la vitalidad propia de la “sociedad civil”, las experiencias decambio molecular, la preocupación por la vida personal o por los problemasde la afectividad, del “desarrollo interior”, eran menospreciados paraprivilegiar las instituciones políticas, las reformas estructurales, elcompromiso revolucionario como sentido de la vida, la actividad polí tica en el

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Estado. Los partidos constituían las principales instituciones de la cadenaorganizativa; eran el eslabón decisivo que conectaba la base con la cumbre.

En la actualidad el estrechamiento del Estado y la debilidad de los partidos seamalgaman con grandes cambios culturales y sociales: ambos factoressuscitan el surgimiento de nuevos temas. Los principales son la autonomía delmovimiento social, la reformulación del “locus” de la política y de susobjetivos, entre los cuales cobra importancia el reforzamiento de la “sociedadcivil”, el cuestionamiento del rol de los partidos.

Mis escritos tratan de dar cuenta de estas experiencias. Están señalados por elperíodo de la Unidad Popular, por los años de autoritarismo, por lasevoluciones del movimiento comunista internacional, por la situación de lateoría marxista. Han sido elaborados en el período de la derrota, que estambién un momento en que se agudizaron problemas en las sociedadessocialistas y se expandió la imagen de una crisis.

La derrota y la crisis suscitan la renovación, puesto que obligan a revisar laspremisas teóricas, las prácticas cristalizadas. La profundidad de los procesosregresivos y de los intentos de refundación que han tenido lugar en Chile nohan permitido fáciles acomodaciones ideologizadas, en la forma de respuestasdefensivas o de pequeñas modificaciones del sistema interpretativo que evitenel cuestionamiento global del paradigma teórico. Sin embargo la reno vaciónse ha mantenido dentro del campo del marxismo, continuando la tradición dela izquierda chilena. Renovación e historia intentan conjugarse. Los escritosque aquí presento están en esa línea de reflexión sobre los problemas delsocialismo.

Me he mantenido en ese campo por razones históricas y teó ricas. DesdeRecabarren el marxismo ha estado ligado al desarrollo del movimiento obrero.Constituye un universo cultural compartido que suscit a identidades,negaciones, símbolos y referencias históricas. Representa la historia epificadade la URSS, los combates del pueblo vietnamita, las luchas contra lo sdictadores reaccionarios hasta la poesía de Ernesto Cardenal, los mil símbolosde la lucha centenaria de los trabajadores.

Una faceta de la eficacia hegemónica del marxismo en la sociedad chilena eshaber logrado representar, para parte importante de los sectores populares, lasansias de libertad y las luchas contra la explotación. La otra faceta es haber“popularizado una filosofía”, logrado hacer prevalecer la idea que el

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socialismo constituye el camino de la emancipación, las concepciones sobrelas clases o la definición, del Estado. Algunas de las principale s tesis que elmarxismo ha elaborado se han difundido como “sentido común”, constituyenpartes medulares de la cultura polí tica popular.

Esa situación cultural constituye un dato sobre la forma como se organizanideas, representaciones y símbolos en la conciencia popular. También delimitaun campo de lucha contra concepciones rudimentarias, simplificadoras yreduccionistas que forman parte de la “filosofía popularizada”.

El valor teórico del marxismo es su esfuerzo par fundar racional ehistóricamente la necesidad del socialismo como momento de la emancipaciónhumana. Pero desde sus orígenes han luchado en su interior dos tendencias.Una define a la sociedad socialista como “dictadura del proletariado”, pone elénfasis en la fuerza y en la coerción contra los enemigos de clase y en laestatización de la economía como la reorganización fundament al de lasociedad. La otra define el socialismo como “democracia de trabajadores”,pone el énfasis en la capacidad hegemónica, de dirección por parte de lostrabajadores del conjunto de la sociedad, en l a socialización del poder comorequisito de una autentica reorganización social de la economía.

La “filosofía popularizada” en Chile como cultura política de masas combina,en la forma inorgánica característica del “sentido común”, la creencia (hoy díarevitalizada) en el valor de la democracia con las con cepciones de la“dictadura del proletariado”. Este sincretismo cultural define a losintelectuales importantes tareas en la lucha ideológica.

En eso reside para mí la importancia política de la preocupación por la teoríamarxista. En lo fundamental no intento hacer aportes en un debate que ocu rreen Europa, participando del coro de la “escuela italiana”. Si bien me interesael marxismo como el esfuerzo intelectual más global y fundamentado deplantear el socialismo, mi principal preocupación es por la c ultura nacional-popular. En ese terreno busco la “popularización” de una concepción ético-política mucho mas que un aporte teórico -conceptual.

No puedo estar de acuerdo con aquellos que creen que plantear estos debate esbizantino. Para mi se trata de una acción política. Mucho menos puedo estarde acuerdo con aquellos que creen que es distractivo o divisionista. El futurode la democracia y el socialismo en Chile dependerá, en una importante

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medida, de la capacidad de proponer una concepción alternativa de la políticade izquierdas, que para ser eficaz, debe recoger la cultura de masas.

Enero de 1982.

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PRIMERA PARTE: HISTORIA

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LUCHA POLITICA Y CLASES SOCIALES ENEL PERIODO 1970-1973 (*)

(*) Este artículo fue escrito entre octubre y noviembre de 1973. Para ser publicado comoDocumento de Trabajo de FLACSO en 1976 se corrigió la redacción de la versión origi nal. Paraincorporarlo en este volumen se elimino la prim era parte y se volvió a retocar el estilo.

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LAS CONTRADICCIONES DE LA LINEA DE LA UNIDAD POPULARY LOS PROBLEMAS GENERALES DE DIRECCION

l. La importancia de la dirección política

Inicialmente la Unidad Popular tenia, más allá de diferencias de perspectiva yde línea política-coyuntural, un discurso común, resumible en la tesis que conel “gobierno popular” se creaba la oportunidad de la conquista del poder desdedentro del Estado. Esta idea (donde se expresa una concepción del marxismosobre la relación poder Estado y transición al socialismo, bastante comúndesde el XX Congreso), contiene un supuesto estratégico, sin cuya realizació nseria imposible la meta fijada. Ese supuesto era que el ejercicio del poderobtenido permitiría la acumulación de fuerzas necesaria para la transformacióncualitativa del proceso, como un transito desde una situación en que secontrola una parte del aparato estatal hasta el control del Estado en suconjunto. La perspectiva estratégica fijada y las condiciones en que debe ríadesarrollarse la acción del gobierno planteaban como requisito esencial laadecuada dirección política.

Durante el periodo de la Unidad Popular esta variable acrecentó suimportancia, puesto que las contradicciones generales d el desarrollo capitalistachileno (entre ellas los desajustes entre sistema polí tico y sistema económico)se amplificaban por los efectos de un proceso de cambios a todos los niveles ypor los consiguientes movimientos de desarticulación -rearticulación. Ademásese proceso de cambios, que pretendía modificar la estructura d el sistema,intentaba realizarse manteniendo intacto el cará cter del Estado cuyasinstituciones fundamentales no podían ser cambiadas. Así el sistema políticopermaneció como sistema abierto, sin que operara ninguna restricción políticaefectiva, ni aun respecto de las organizaciones declaradamente golpistas. Estoobligaba al gobierno a actuar dentro de un campo complejo de fuerzas,debiendo subordinar el ritmo y las características del proceso de cambios tantoa las limitaciones institucionales, emanadas de las normas pre -establecidasrespecto a los procedimientos de cambio , como a las limitaciones de lacorrelación de fuerzas. Cualquier medida debía ser evaluada no sól o enfunción de sus efectos sobre el rendimiento del sistema y del proceso decambios previstos (efectos técnicos) sino, sobre todo, en sus efectos de clases.En las condiciones de un proceso de cambios acelerados y profundos, como elque se pretendía, esas limitaciones no tienen parangón histó rico. Incluso losprocesos como la industrialización temprana en los países europeos,

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prolongados además a trabes de las décadas, requirieron y se hicieron bajocondiciones políticas mucho más favorables, como lo recuerda cualquieranálisis histórico sobre los orígenes sociales de la democracia .1

Por lo tanto, los intentos por parte de la Un idad Popular de provocar uncambio radical enfrentaron desde el comienzo un conjunto de obstáculosestructurales. Algunos eran de naturaleza semejante a aquellos que habíanbloqueado el desarrollo capitalista en los períodos anteriores, contradiccionestípicas de una economía dependiente con un desarrollo desigual entre susestructuras. Esas contradicciones “viejas” se aceleraron durante el periodo, porla acción de la lucha de clases, y se combinaron con contradiccionesoriginadas por la situación nueva, que tendía a producir efectos dedesarticulación.

En este marco el factor dirección del proceso llega a ser un elementopredominante. Los mecanismos de reproducción del sistema anterior, quegarantizaban una cierta perpetuación por inercia, funcionan mal o no se deseaque funcionen. Una situación de cambio tan compleja , realizada encondiciones de poder institucional tan precarias y con una agudización tanintensa del conflicto social, exigía intensificar los esfuerzos de control políticoracional.

Por eso, casi la totalidad de los problemas, vacíos o fallas detectadas en unanálisis retrospectivo de los tres años, remiten en ultimo termino a laadecuación o inadecuación de la dirección política. Pero ¿cual es elsignificado preciso de ese concepto? Asignarle tanta importancia, ¿nosignificaría alinearse en las posiciones historicistas o voluntaristas del cambiosocial, que privilegian los factores subjetivos: proyecto, conciencia, heroísmoo lucidez? En realidad se cae en esa tentación si se concibe la direcciónpolítica como la imposición sobre la realidad de una idea a priori sobre sudevenir y no como una operación de lec tura, especialmente de la estructura declases y de las relaciones de poder entre ell os; como la lectura que debeindicar lo necesario y lo posible en cada momento.

Durante los tres años de la Unidad Popular nunca se resolvió concretamente elproblema de la dirección. Sin embargo, señalar esa carencia pasó a ser unlugar común, reconocido por todos, aunque no siempre hu bo la mismacoincidencia para explicar el proceso que producía el fenómeno y ni siquierapara describir sus características. Muchos insistieron, desde la reunión de ElArrayán para adelante o incluso desde el comienzo, en la necesidad de una

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dirección única y centralizada, muchos señalaron los efectos perniciosos queesa ausencia provocaba, pero el problema se arrastró durante los tres años sinsolución.2 Incluso no es fácil recordar un diagnóstico completo y enprofundidad sobre los factores que producían esas fallas de dirección. Sinembargo, la ausencia de un discurso explicativo convincente esta directamenterelacionado con la naturaleza del fenómeno que hubiera debido explicar.

2. La inconsistencia de las dos líneas

Los problemas de dirección del frente estaban relacionados con una crisispolítica en la Unidad Popular, la cual era, en alguna medida, originaria perofue sobre todo progresiva. Esa crisis tuvo dos aspectos principales: l) laexistencia de una dualidad de línea estratégica que, a partir de un momento, seempieza a reflejar en el análisis de cada coyuntura y, 2) La incapacidad decada una de las tendencias de establecer su predominio o su hegemonía. Através de este articulo se tratará de demostrar que el segundo aspecto fue tanimportante como el primero, adquiriendo incluso, algunos momentos, un papeldecisivo.

En primer lugar se caracterizaran sintéti camente cada una de las dos líneas.Para hacerlo habrá que descartar los discursos textuales, pues todos ell ostienen necesariamente aspectos ideológicos excedentarios que es difícilseparar del núcleo esencial. Se intentará entonces reconstruir una lógica depensamiento. El primer tipo de análisis es aquel cuy o esfuerzo teórico centralera señalar los aspectos singulares del proceso chileno , entendido este comouna forma original de transito hacia el socialismo. La singularidad postuladano se definía por el carácter institucional o “pacifico” del transito, sino masbien en el hecho que las características del régimen político y de la lucha declases hicieron posible en Chile copar la dirección del órgano principal delEstado burgués. Ese era el hecho esencial y especifico, el que permitía lautilización del poder adquirido para acumular fuerzas, mediante la realizaciónde un programa que pretendía combinar medidas democráticas, nacionales y“socialistas”.

Por cierto que el “gobierno popular” funcionaba, por así decirlo, inmersodentro del Estado burgués, limitado por lo tanto por una legalidad cuya razónultima, aunque no todos sus aspectos ni po r cierto su apariencia, era la dereproducir las relaciones vigentes de producción. Por tanto era necesario

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pensar la relación del gobierno con esa normatividad preexistente bajo laforma de utilización-transformación. El programa a realizar reposaba, segúneste análisis, sobre una alianza entre la clase obrera, cuyos partidos deberíanasumir la dirección del frente, las capas no monopólicas de la burguesía yotros sectores englobados en lo que la literatura sociológica llama clasesmedias.

En un segundo momento discursivo este tipo de análisis experimentavariaciones, al enfrentar propiamente el problema del transito hacia elsocialismo. Para algunos, el Gobierno de la Unidad Popular abría laposibilidad de un transito institucional, mediante el copamiento sucesivo, deacuerdo a reglas pre-establecidas, de los otros órganos del Estado. Para otros,el gobierno de la Unidad Popular sólo permitiría crear las condicionespolíticas (avance en la correlación de fuerzas y reformas en el aparato estatal)-para enfrentar mas adelante- la ruptura del Estado burgués. En esa segundaperspectiva la dialéctica utilización -transformación se cerraba con ladestrucción del antiguo Estado, pero entendiéndose la palabra “cerrar” en susentido fuerte, es decir, el termino del m ovimiento dialéctico no era posiblesin los momentos anteriores.3

Este tipo de análisis, que intentaba teorizar la singularidad del caso chilenoera, sin embargo, “clásico” en la literatura marxista. En lo sustancial afirma laexistencia de una fase o etapa democrático-nacional dentro del proceso de larevolución socialista. El hecho que este “clasicismo” fuese normalmenteignorado, no conceptualizándose nunca de este modo, esta relacionado con lalucha política existente en el seno de la Unidad Popular. En realidad, elPartido Comunista había afirmado desde 1933 la necesidad de una etapaintermedia de carácter democrático-nacional.4 Sin embargo, durante el periodode formación de la Unidad Popular su posición se hizo mas ambigua, aceptóque el programa debía tener un carácter antiimperialista y antila tifundista perotambién socialista, con medidas que ponían en jaque al sistema capitalistachileno, sometido en los años del gobierno de Frei a un proceso decentralización y concentración. Además en el periodo 70-73 el PartidoComunista no fue nunca explícito y claro para definir el carácter presocialistadel proceso. Muchas de sus posiciones, como la política de consolidación, eranecesario entenderlas en ese sentido, pero pocas veces defendióexplícitamente la idea de una “transición a la transición”. Las razones son queeste partido nunca enfrentó teóricamente el significado de la llamada “crisisdel reformismo” ni nunca elaboro una teoría alternativa a la tesis delagotamiento del capitalismo chileno. 5 El fracaso político de Frei para formar

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un bloque reformador mayoritario era confundido, enton ces, con laimposibilidad de una etapa democrá tico-nacional. Pero estas insuficiencias delPartido Comunista hubiesen tenido menor importancia en el futuro de laUnidad Popular si el viraje hacia la derec ha del gobierno demócrata-cristianoen 1967 (marcha lenta en las reformas) y el surgimiento de un movi mientoinsurreccional, influido por Cuba, no hubiesen desarr ollado en el PartidoSocialista un análisis diferente sobre el carácter de la revolución chilena.

El segundo tipo de línea, que coexistía en la Unidad Popular con la anterior, seconstruyo sobre la idea del carácter socialista de la etapa.6 Esa tesis no niega,por lo menos en sus versiones más consistentes, la singularidad del procesochilena, resultado del control alcanzado sobre el gobierno dentro de un Estadoque conservaba su naturaleza de clase anterior. Pero definía un programa cuyoénfasis estaba puesto en los aspectos socialistas, los cuales -durante untiempo- significaron la constitución del APS, y mas adelante el desarrolloinmediato del “poder popular,” alternativo al Estado.7

Este tipo de análisis, que afirmaba el carácter ya socialista de la etapa, nopostulaba -por cierto- que el Estado burgués ya había sido destruido. Pero suestrategia era profundizar al máximo el programa, en sus aspectos menosaceptables para el sistema, con el objeto de l levar de ese modo lascontradicciones a su grado máximo y producir las condiciones de surevolución en el corto plazo.

Lo interesante de este análisis es su proceso de constitución. La viabilidadpolítica de esta línea en los momentos iniciales del proce so (y sólo en esosmomentos) es aceptable al nivel hipotético. Sin embargo, justamente entoncesella no estaba lo suficientemente desarrollada. Se hace necesario explorar lascondiciones sociales de este desfase.

Se dijo ya que el análisis del Partido C omunista en el periodo de 1969-1970estaba determinado par el llamado “fracaso de Frei” y por la crítica absolutaque entonces surgió contra cualquier nuevo reformismo. Asimismo el análisisdel MIR, que representaba las tesis izquierdistas, estuvo determinado en sudesarrollo por la incorrecta comprensión inicial de la elección del 70 y de laviabilidad política del frente creado.8 Los errores de análisis políticocometidos en el periodo preelectoral y electoral produjeron como efecto unrepliegue teórico momentáneo. El tipo de análisis “izquierdista” remonta afines de 1972, fecha en la cual comenzó a perfilarse como una tendenciaorgánica dentro del frente. Sin embargo, en esos momentos habían

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desaparecido las condiciones de su viabilidad polí tica y comenzaba la largacrisis que culmina el 11 de septiembre. En ese periodo, tomaron cuerpopolítico las consignas sobre desarrollo del poder popular y sobre la necesidadde radicalizar el proceso. Es decir, aparecieron cuando las condicio nes que laspodían hacer factibles habían desaparecido: oposición desunida y confusa,crisis económica todavía no desencadenada; en general, condiciones para unacorrelación de fuerzas favorables.

Esta exploración permite indicar sintéticamente algunos hechos: l) lainconsistencia de la línea democrático-nacional, incapaz de desarrollarseorgánicamente 2) la ahistoricidad de la lí nea izquierdista que analiza de unmodo abstracto, principista y general la coyuntura de la lucha de clases; 3) eldesarrollo de la dualidad estratégica justamente en el período en que seaceleraba la crisis social.

Sin embargo, la existencia de una dualidad de línea no habría significadoproblemas tan graves si algunas de las tendencias hubiera definido claramentesu hegemonía, imponiendo su lógica de pensamiento sobre las otras yrealizando una política consistente. Sucede lo contrario, priman las tendenciasal eclecticismo, a la conciliación permanente entre los dos enfoques. Uno delos efectos de este modo de combinación de tendencias contradictorias fue elcarácter errático de las políticas aplicadas y, por ultimo, la existencia de unaespecie de empate que paralizó la acción del gobierno, dejándolo aisladopolíticamente y cercado institucionalmente.

Esta ausencia de una hegemonía efectiva estaba relacionada con dos factores:l) la importancia asignada por el Partido Comunista y el Partido Socialista a sualianza y, 2) el rol asumido por Allende en las luchas internas del frente . Losdos principales partidos le daban una significación estratégica a su unidad,subordinando a ella los problemas de conducción del bloque. Ese factor leimpidió al Partido Comunista, donde existía cohesión en torno a una línea,impulsar hasta el final las medidas consistentes, por temor a debilitar los lazoscon el aliado principal o agudizar sus conflictos internos, puesto que a este ladualidad estratégica lo atravesaba. El segundo factor estuvo relacionado con elrol de conducción asumido par Allende. Este, cuya propia visión del procesocoincide con la tendencia democrática-nacional, asumió sin embargo un papelde arbitraje, sacrificando siempre la consistencia a la preservación de launidad y de la cohesión interna del frente.

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Tomando como criterio de periodización la variable homogeneidad -dualidadde línea pueden distinguirse dos momentos históricos . Desde noviembre de1970 hasta agosto de 1972 la situación se caracterizó por una homogeneidadgeneral de línea política con contradicciones secundarias. Pero esahomogeneidad se basa, no en la consistencia sino e n una conciliación prácticade puntos de vista que permite la coexistencia sin luchas visibles. En agosto de1972 se origino la primera confrontación estratégica seria a propósito de lapolítica económica.9 La polémica generada permite leer en sordina lacontradicción que se agudizó mas tarde y que tuvo como escenario principal alMAPU, llevándolo a la división.

Pese a que en la primera fase existía unidad general, el periodo no secaracteriza por una dirección política consistente. El ejemplo de laconstitución del APS permite ilustrar esa afirmación y tratar de ubicar susraíces. Este tema tuvo durante todo el periodo una significación casi míticapues encarnaba para muchos (o para todos) el carácter revolucionario delproceso. El énfasis programático estuvo puesto en la construcción de esa área ,como si pensara que el requisito úni co o principal de existencia del socialismoera la propiedad estatal de los medios de producción. Para impulsar esapolítica se minimizaron los temores respecto a los efectos de desarticulacióndel sistema económico o respecto a los efectos ideológicos sobre las capasburguesas no monopólicas. Pero además, se descartó también la necesidad demodificar la legalidad vigente, asegurando con ello el saneamiento del APS.El argumento fue que la flexibilidad del sistema legal chileno permitía operareste tipo de transformaciones acudiendo a ciertos residuos legalesarqueológicos, remanentes de la frágil “Republica Socialista” de 1932.10 Elrelato revela una curiosa concepción idealista respecto al predominio de laforma jurídica sobre la correlación de fuerzas. Esa confusión se amparaba enla impotencia demostrada por la Derecha para retener la ofensiva, aunque -enrealidad- ese fenómeno de inercia política opositora estaba relacio nado conuna debilidad puramente coyuntural, que a fines de 1971 estaba siendosuperada.

El eclecticismo que pone en evidencia el ejemplo, no se explica sólo por elanálisis de las tendencias de uno u otro personaje político. Su raíz es lainconsistencia teórica y política de la línea democrático-nacional, cuyaexplicación remite a la crisis teórica de la izquierda chilena en 1970, es decircuando el Partido Comunista impone la línea de la Unidad Popular contra latesis socialista del Frente de Trabajadores o la tesis mapucista del FrenteRevolucionario.11 Entonces el Partido Comunista enfrento fuerzas que l e

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impusieron condiciones desde el punto de vista del programa, obligándolo aceder en algunos puntos esenciales. Pero esto no sucedió sólo por efecto de l acorrelación de fuerzas sino también porque no tenía un análisis alternativo quediera cuenta de los fracasos sucesivos del reformismo y que cuestionará lastesis de moda sobre la inviabilidad de un desarrollo que no fuera socialista. Enese contexto, el Partido Comunista no se encontraba políticamente capaz delegitimar una tesis que seria catalogada de reformismo obrero, con el resultadode aislarlo dentro del frente como sospe choso de revisionismo.

Pero además hay otros factores que aparecen con post erioridad. Uno de elloses que el proceso de la Unidad Popular fue vivido espontáneamente comosocialista, exigiéndosele resultados y medidas rápidas que prefiguraran elfuturo. Esta conciencia espontánea no fue dirigida ni regulada, pero setransformo a la larga en una especie de ideología semi-oficial. Nadie se atrevíaa confesar con voz demasiado alta que el proceso no podía tener un carácterinmediatamente socialista y que las posibilidades de transformación estabantrabadas y limitadas por la capacidad de acción adquirida dentro del sistema.El elemento agravante era que esta vivencia espontánea gen eraba demandas,pero no era capaz de producir valores socialistas (disciplina, sacrificio por elfuturo, solidaridad). Su contenido efectivo significaba la exacerbación de lasexpectativas populistas, dentro de una ideología donde todos los deseos yreivindicaciones secularmente postergadas eran imaginativamente resueltas.Se trataba, por cierto, de concepciones pre-marxistas pero ellas tenían elprestigio casi sagrado de surgir de las masas.

Para visualizar más de cerca algunos aspectos de la historia ideológica delperiodo es interesante hablar de un caso sintomático, la evolución interna delMAPU. 12 Este es el primero de los partidos integrantes de la U nidad Popularque surgió con un discurso de ruptura con lo que se denominaba elreformismo. La ideología inicial de aquel grupo se constituyó cuando todavíaestaba dentro de la Democracia Cristiana, mediante una critica al viraje de1967 y a los intentos de una solución capitalista de desarrollo. En e semomento plantearon como altern ativa programática una plataforma deorientación democrático-nacional que debía realizarse mediante la ampliaciónhacia la izquierda de la base política del gobierno de Fr ei, en una formulaparecida a la que luego esgrimió Tomic. Al escindirse de la DemocraciaCristiana y constituirse como movimiento autónomo, la ideología del MAPUrepresento una ruptura súbita con su propia tradición, ubicándose hastanoviembre de 1970 en una posición “izquierdista”, dentro de la izquierda. Esaubicación esta determinada por razones tácticas, entre ellas la necesidad

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política de encontrar una especificidad diferente de la de ser cristianos, perotambién expresaba la típica crisis de identidad de los grupos escindidos delreformismo. En ese primer período el MAPU elaboro y desarrollo, con masinsistencia que nadie la consigna del Frente Revolucionario, la cual recogía laidea socialista de un frente de clases (formado solo por partidos yorganizaciones obreras), agregándole la exigencia de la constitución desde labase, definiendo como núcleos aglutinantes los movimientos sociale s mas quelas organizaciones políticas. Estas ultimas estaban contaminadas detradicionalismo político, es decir, infecta das par su participación yconvivencia dentro del sistema democrático-liberal. La incorporación delMAPU dentro del frente fue importante en la definición del carácter delprograma y para imponer la concepción sobre la simultaneidad de tareasdemocráticas, nacionales y también socialistas. Mas adelante el MAPUinvierte un gran esfuerzo teórico en el análisis de las particularidades delproceso chileno. Así su concepción se fue liberando de las tentaciones delperiodo a la ruptura con el Partido Demócrata Cr istiano. Sin embargo, pese aque en algunos documentos oficiales es posible discernir una teoría de larevolución por etapas y tesis sobre el predominio que debían tener las tareasdemocrático-nacionales respecto a tareas las socialistas, esa tendencias fueronoscurecidas en su forma de expresión teórica, durante el periodo de agosto -diciembre de 1972, como consecuencia de la lucha intern a contra el“izquierdismo” en la preparación del II Congreso. Allí también, por lo menoshasta el momento de la división en marzo de 1973, se impuso el eclectivismocomo mecanismo de rearticulación interna. 13

La conclusión es que la inconsistencia del modelo democrático nacionalresultaba de la combinación compleja y diversificada de tres factores: deinsuficiencias de naturaleza teórica que impidieron su constitución como unesquema coherente y viable, utilizable en la lucha ideológica (efectos políticosde la insuficiencia teórica); de factores relacionados con la correlación defuerzas en el frente y del desarrollo de una conciencia en las masas que tendíaa definir el proceso como socialista y a exigir soluciones que solo seríanposibles (aunque tampoco de un modo automático) en el momento de larevolución socialista.

También esta inconsistencia genera un desfase en tre la coyuntura propicia y eltiempo en que ese modelo, relativamente más concie nte de sí mismo, intentoser aplicado. El momento de viabilidad máxima era el inicial, por cuanto laaplicación de aquella estrategia reposaba sobre la posibilidad de constitu ir unaefectiva alianza entre las organizaciones políticas que predominaban en la

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clase obrera y las representativas de las capas medias. Solo este tipo dearticulación de fuerzas le otorgaba sentido a ese proyecto político porquepermitía aislar a quien se definía como el enemigo principal (la burguesíamonopólica), anulando de ese modo su capacidad de atracción y hegemoníarespecto a los sectores medias. Sin embargo, en vez de estimularseconscientemente las condiciones (o pre-requisitos) del modelo en ese periodoinicial, se crearon hechos que entraban en contradicciones con sus supuestos.Lo más significativo de este terreno fue 1) la falta de preocupación porotorgarle seguridad ideológica a los sectores medios, eliminando los factores(muchas veces coyunturales) que agudizaban su sensación de inseguridad o depánico por el futuro y 2) el tratamiento inadecuado respecto a la DemocraciaCristiana, representante político de esos sectores. Los efectos de estascarencias se hicieron sentir en agosto de 1972, cuando el Partido Comunistatrato de imponer una política económica alternativa a la de Vuskovic, sobre labase de la consolidación del proceso y del restablecimiento de las condicionesde una alianza con las capas medias. En ese momento el intento estabacondenado al fracaso, no principalmente (como se dijo) porque susconsecuencias en el terreno de la redistribución del ingreso afectarían a la basesocial de gobierno (clase obrera y capas pobres), sino porque toda posibilidadde articular una alianza con los sectores medias requería 1) que la DemocraciaCristiana mantuviera su influencia efec tiva en esos sectores y 2) que laDemocracia Cristiana hiciera de mediador entre el gobierno y ellos. Ambascosas eran ya difíciles porque la Derecha disputaba activa mente ese campo deinfluencia.

Uno de los aspectos principales de la i nconsistencia del modelo democrático-nacional se expresó en el énfasis o núcleo central del programa para losprimeros meses del gobierno, esto es, cuando la coyuntura política era masfavorable.14 La ofensiva principal de la Unidad Popular estuvo concentrada enlas transformaciones económicas. Esta elección coincidía perfectamente con elclima ideológico de esos meses. La expropiación de los monopolios erapercibida como aquello que le daba a la Unidad Popular su significadorevolucionario, por tanto el desarrollo de esas medidas o su apresuradaprogramación que las puso desde temprano en el tapete de la discusión,permitía hacer coincidir la apariencia del proceso con las esperanza s difusasde las masas o con las esperanzas de sus dirigentes, creyentes fervorosos deque así aseguraban la irreversibilidad del proceso. En reali dad la elección deese campo de batalla representó, desde el punto de vista estratégico, un graveproblema. Este no consistió tanto en la definición de la burguesía monopólicacomo un enemigo principal sino en el descarte operado, consis tente en la

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eliminación de las reformas políticas como área de principal preocupación. Larazón de esta eliminación también estuvo relacionada con un cierto climaideológico, puesto que esas reformas de la normativa constitucional solopodían tener un alcance parcial. Por definición la transformación socialista delEstado requiere como cuestión previa la resolución del problema del poder.Por eso, en vez de aprovechar las posibilidades todavía existentes de articularfuerzas para transformar la institucionalidad pre -existente, se prefirió operarcomo si ella no existiera; es decir, se actúo con la modalidad de quien tienetodo el poder y puede crear su propia legitimidad. Las consecuencias de estaelección fueron graves, pues las modificaciones de la legalidad vigente eranindispensables en la perspectiva de un programa democrático -nacional viablepara Chile, el cual debía realizarse (cualquiera fuese la voluntad de losactores) respetando la institucionalidad.

En este momento de la exposición es posible explorar mas a fondo lafactibilidad del esquema representado por la tendencia del polorevolucionario. De entrada es necesario descartar como viable una de lasmodalidades de esa tendencia, la insurrecci onal, pues su realización habríachocado (al principio como durante todo el periodo) con la realidad de lacorrelación militar de fuerzas. La hipótesis que es verosímil anal izar se refierea otra modalidad de la misma tendencia, aquella que postulaba un programadonde tuvieran prioridad las llamadas med idas socialistas, como laeliminación rápida y masiva del monopolio privado o el desarrollo del poderpopular. No existió una fase de aplicación sostenida y sin contrapesos de unprograma de este tipo, pero aplicando el razonamiento lógico se concluye queel tiempo racional para intentarlo era la coyuntura inicial, cuando secombinaban condiciones políticas favorables que no se volvieron a repetir.Fue durante el primer periodo cuando esa línea, que sólo más tarde se articulópara disputar la hegemonía del frente, tuvo su posibilidad lógica, pero estabatodavía en una situación de repliegue en esa coyuntura aparentemente maspropicia. Por cierto que sus sustentadores no podían adivinar de antemano eldeterioro posterior pero, eso es lo importante, este era predecible sobre la basede los propios supuestos estratégicos en que se basaba esa tendencia.

Como sabemos el desarrollo de esa línea estuvo condicionada por su análisisoriginario, por la desconfianza hacia las características heterodoxas (diferentesde la revolución rusa, cubana o china, por lo tanto alejadas del clasicismo) querepresentaba el proceso chileno. Resumiendo s u pensamiento, puede decirseque contenía dos ideas centrales: 1) la legalidad burguesa era concebida comopura negatividad, como una camisa de fuerza que entrababa la acción de las

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masas y atenuaba o institucionalizaba la lucha de clases, por lo tanto no podíaser un instrumento para realizar objetivos revolucionarios y 2) e l ejercicio delgobierno no permitía, dadas esas condiciones, la acumulación de fuerzasnecesarias. La consecuencia racional de esas premisas debería haber sidoapresurar la ofensiva, tirarla lo más temprano posible. En ese sentido lainconsistencia principal de la línea del polo revolucionario fue haber nacidodemasiado tarde, puesto que su propio análisis predecía un deterioro,consecuencia del ejercicio del poder dentro del marco burg ués.

Sin duda, las inconsistencias teóricas y políticas de las tendencias en pugnafacilitaron el rol asumido por Allende. Este jugaba un papel cohesionador queconsistía en presionar en nombre de la unidad y de las urgencias planteadaspor el ejercicio del gobierno, con el objeto simultaneo de mantener laintegridad del bloque y de resolver las diferencias. La resolución de ellaspodía hacerse en dos formas. Una sobre la base de una hegemonía efectiva deuna tendencia sobre la otra. La segunda, sobre la base de la reconciliaciónprogramática. En la práctica, esta última fue la pauta que se impuso. Alasignarle a la unidad un valor estratégico permanente, inmutable y absoluto, laformula de las concesiones mutuas permitía cada vez que era necesariorearticular la cohesión interna.

3. Las raíces históricas.

Descrito así el panorama es fácil comprender que la falta de una direcciónefectiva, tal como ella se observo en el periodo 1970 -73, estuvo estrechamenteligada a la prolongación bajo nuevas formas y condiciones, de los problemaspolíticos de la izquierda chilena del periodo 1964 -70.15 Esa problemática fueparticular y especifica, es decir determinada por factores emanados del propiodesarrollo de la lucha de clases en Chile. Fue determinada por la historia delos partidos, por sus procesos de constitución y por sus disputas de unaclientela común. También fue el resultado de las sucesivas derrot aselectorales, del fracaso de las experiencias frente-populistas que culminarondurante el gobierno de González Videla con la interdicción legal del PartidoComunista, del fracaso de la experiencia del populismo caudillista de Ibáñezdonde se comprometieron a fondo algunos sectores del Partido Socialista.Todos esos recuerdos (o pesadi llas) del pasado entraron en fermentacióndespués de la derrota de 1964. En esa atmosfera se creo un modeloexplicativo, según el cual los males sucesivos eran el resultado del predominio

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del modelo soviético de la revolución para los países subdesar rollados,importado a Chile por el Partido Comunista: alianzas con los sectores medios,disputa electoral del poder como forma única de lucha, programasdemocráticos-nacionales, etc.

Pero esa crisis estaba, pese a sus particularidades evidentes, dentro de la grancrisis mundial del movimiento obrero, agravada después de 1950 en adelantel) por el descubrimiento del stalinismo y a causa de ello, por el comienzo de ladestrucción del papel conductor de la Unión Soviética ; 2) por la pugna chino-soviética, en medio de la cual empieza a emerger una alternativa de reemplazodel antiguo culto y 3) por el fenómeno cubano que redemuestra la viabilidadhistórica de la vía armada y la necesidad de superar rápidamente el marcoestrecho de la revolución democrática.

En resumen, se pusieron en cuestión las certidumbres estratégicas masarraigadas, incluso respecto de aquellos países que los teóricos clasificabanentre las excepciones (Uruguay y Chile de aquel entonces). Además la unidadinterna del movimiento obrero mundial se destruyo en sus mismos santuariosy empezó a ser permitido discrepar usando el nombre de Lenin. El periodo dela ortodoxia había tocado así fin.16

Por otra parte, ya desde la época del 3 0 existían en Chile tendenciasdivergentes dentro del movimiento obrero, comparables entre si por su fuerzarelativa. El Partido Socialista, 17 surgió después de la revolución fallida de1932, como una entidad que agrupaba a corrientes progresistas dispers as,todas ellas, de confusa afiliación socialista. Su nacimiento coincidió con unauge populista en America Latina; se desarrollaron una serie deorganizaciones progresistas y policlasistas, como el APRA fundado en 1923.Inmerso en esa trayectoria común a una serie de organizacioneslatinoamericanas, el Partido Socialista chileno vivió mucho tiempo al borde deconvertirse en otra expresión de la vapuleada herejía social demócrata. Pese asu composición de clase (desde el principio atrajo contingentes de pequeñaburguesía, de burguesía mediana y de grupos medios en general), pese a quesurgió después que el Partido Comunista y que su hueco en el sistema políticolo construyo disputándole a este la masa electoral de izquierda, eludió esatentación, no sin fuertes luchas que a veces produjeron su división. Laintención original de construir una alternativa de izquierda nacional, en la cualse vislumbraban rasgos comunes con el APRA peruano, se diluyo. En vez deeso se constituyo un partido que er a marxista-leninista por el instrumentalteórico conceptual y por sus referencias, señales y ritos; una organización que

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razonaba los problemas de la revolución chilena en términos comparables conlos del Partido Comunista. Después del fracaso del Ibañismo y con laformación del FRAP (1956) se solidificaron los lazos que unían a las dosorganizaciones, las discrepancias pasaron a ser contradi cciones dentro de unmarco común. Como efecto de esta evolución no logro madurar una ideologíaprogresista nacional, al contrario de los otros países de America Latina. Esverdad que el APRA o Acción Democrática derivaron hacia el tipo demovimientos demócratas-reformistas, pero esta clasificación rutinaria oculta elhecho que intentaron, durante un periodo, crear una ideología de izquierda noeuro-céntrica que reconociera y transmutara experiencias culturalesespecificas, por lo tanto adaptadas a la base ideológica popular.

Quizás la temprana influencia trotskista en el Partido Socialista ahogó losintentos de pensar el desarrollo revolucionario chileno en términos“nacionales”. El hueco fue copado por el Partido Comunista que impusofórmulas “internacionales”, algunas surgidas en el contex to de la luchaantifacista en Europa. Esa influencia terminó por subordinar ideológicamenteal Partido Socialista.18

El Partido Comunista funciona ideológicamente con el es quema del paíssocialista guía, dependencia racionalizada por el internacionalismo proletari o.En realidad esa subordinación era el efecto de muchos factores, entre ellos laestructura del movimiento comunista internacional, el monolitismo que ladirección lograba imponer en su interior y la lealtad política inalterable alPCUS considerado como modelo y a la URSS, la “patria de los trabajadores”.

Esta dependencia ideológica produjo un desarrollo del marxismo nocomparable con el desarrollo del partido y con su influencia en el movimientoobrero. Pese a la importancia de masas y estatal que adqu ieren los partidos deizquierda, el cultivo de la ciencia marxista no es impulsado por lasorganizaciones políticas, mas bien se desarrolla tardíamente desde lasuniversidades. Es allí donde se intenta interpretar el desarrollo chileno usandolas categorías marxistas, es allí donde se intenta eliminar las rutinasescolásticas de esa teoría y vincular al marxismo con la ciencia socialcontemporánea.

Por cierto que a la dependencia ideológica del Partido Comunista se le agregaotro fenómeno, el evidente desnivel de desarrollo de las ciencias de lasociedad en Chile respecto de los países industrializados. Por ello lo que sehace en las universidades en materia de la investigación marxista era imitativo

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de modas o corrientes universales, copiando o adaptando sus métodos ycontenidos.

Pero lo que importa es señalar los efectos polí ticos de la falta de culturamarxista, directamente ligados a los problemas de dirección política en elperiodo 1970-73. El modo dependiente o imitativo de pensar creo hábitos dedogmatismo, desprecio por la investigación de la realidad, acostumbro arepetir slogans o teorías sin preocuparse del problema de la historicidad. Elresultado fue que la realidad compleja y concreta era pensada de maneraabstracta; el proceso de análisis se convirtió en una aplicación por analogía deconclusiones validas en otra parte o en simples deducciones de una teoríageneral. Chile era pensado como equivalen te a Rusia, el desarrollo capitalistachileno era pensado con las palabras de Lenin mas que en su historiaespecifica o mas que con el método que Lenin utilizaba para investigarpacientemente el capitalismo ruso en desarrollo.

La subordinación ideológica del Partido Socialista al Partido Comunista, tieneaspectos negativos porque inhibe la posibilidad de desarrollo autónomo de unpensamiento político, capaz de pensar en términos de un proyecto nacional almismo tiempo que popular. Pero tiene también efectos positivos: favorece laconvergencia política entre ambas organizaciones, que se expresa en el FRAP.No obstante, después de la derrota de 1964 se intensifican las contradiccionesde línea estratégica. En verdad, ya no se trata de las mismas divergenciasoriginarias (cuando el Partido Socialis ta era todavía una organizaciónideológicamente semi-marxista) sino de otras, con una base común de enfoqueo perspectiva, lo que significa que la lucha se realiza dentro de un campoteórico mutuamente compartido. Sin embargo, no por eso las divergenciasdejan de tener efectos en la es tabilidad y dirección de la alianza, sobre tododesde el triunfo de Frei. Después de este, los comunistas reafirmaron susviejas posiciones, apenas remozadas, sobre el carácter de la revoluciónchilena; insistieron en su naturaleza antiimperialista y antioligárquica,repitiendo a la letra el programa elaborado en 1956.

Mientras tanto en el Partido Socialista tomaba cada vez mas fuerza una críticaradical de la línea frente populista. Ella encontró un apoyo sustancial, venidodel mundo universitario: la teoría sobre la imposibilidad del desarrollocapitalista chileno (incluso modernizado o reformado), como efecto de laprimacía de la contradicción satélite-metrópoli que generaba la debilidad deuna burguesía nacional autónoma y dinámica. Desde mediados de la décadadel sesenta se desarrollo una polémica sobre el carácter de la sociedad chilena

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y sobre su proceso de constitución, uno de cuyos temas era la persistencia deuna economía agraria feudal.19 Esta polémica, de apariencia inocente ybizantina (por lo menos desde el punto de vista político), buscaba nada menosque socavar la base teórica o histórica sobre la que se afirmaba la tesis delPartido Comunista: por la persistencia de re siduos feudales tenia espaciohistórico un programa reformista y moderni zante, aunque con direcciónobrera.20 .

Paralelamente se desarrollo la critica de la vía-pacifica con el refuerzo teóricode Debray 21 y se constituyo en Chile una tendencia política que trataba deaplicar esas tesis. También aquí se procedió por la vía de la importación, sinhacer ningún esfuerzo para pensar las condiciones de la lucha de clases en elmarco de un Estado liberal desarrollado.

Pero lo importante en este artículo no es la crítica de los contenidos sino elinventario de los fenómenos y la indicación de sus efectos, que se relacionancon un tema mas vasto, el del papel de los intelectuales en la política chilena.Parece ser que la crisis ideológica de la izquierda después del 64, al poner entela de juicio los apriori y las convicciones solidamente establecidas, aumentola significación relativa de los intelectuales. Sus polémicas, antes circunscritasa la capilla académica, tuvieron en ese periodo (y también entre 1970 y 1973)una creciente importancia política.

Las condiciones generales del periodo 1964-1970 permitieron que esa doblecrítica de la estrategia predominante, aquella que afirmaba la necesidadinmediata del socialismo y aquella que señalaba la necesidad de la vía armada,empezara a tomar cuerpo y a provocar efectos políticos. La situaciónideológica del periodo produjo como resultado que la experiencia demócratacristiana fuera juzgada, desde el punto de vista de la izquierda, como un purointento retrasado, pues ella ocurrió cuando ya habían fracasado otras de sumismo tipo general. Era sin duda el experimento reformista más avanzado ytambién más radical pero encontraba a los partidos de izquierda vacunados porsus experiencias históricas.

Entonces el triunfo de Frei no fue apreciado, por lo menos por una parte de laizquierda, en sus aspectos progresistas sino en sus insuficiencias, como unúltimo episodio de un ciclo que ya debía haber concluido. Además fue vividopor esos sectores como aquello que des encadenaba la propia crisis de la teoríade la izquierda, como la demostración viva que no podían alentarse esperanzasen la vía electoral. Esa convicción aparecía reafirmada por las contradicciones

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del Partido Demócrata Cristiano, donde urgieron sectores que apuntaban endirecciones semejantes.

4. El Rol crucial del Partido Socialista.

En ese marco surgieron, a fines de los sesenta, dos caracteri zaciones polaresdiferentes de la revolución chilena, una de las cuales se acerca mas a l a líneademocrático-nacional y la otra la línea “socialista”, 22 la cual además afirmaba,por boca del MIR de “Punto Final” e incluso del Partido Socialista, la“inevitabilidad de la violencia revolucionaria ”. Esas dos líneas estabanvigentes cuando empezaron las negociaciones para la constitución de laUnidad Popular. Ellas se enfrentaron durante ese periodo en dos terrenosprincipales: la amplitud del frente (participación del Partido Radical y a travésdel de los grupos medios) y el carácter del programa (problema de las medidas“socialistas”).

En el marco de la correlación de fuerzas existentes la resolución de esascontradicciones de línea tomó la forma, ya señalada, de la transacción mutua.El Partido Comunista creyó ver en los acuerdos obtenidos una conciliacióntáctica que quizás la experiencia se encargaría de rectificar, mientras quemuchos sectores del Partido Socialista esperaban encontrar en el procesoelectoral que, se avecinaba una ratificación de sus tesis respecto a laimposibilidad de avanzar decisivamente en la resolución del problema delpoder a través de esos medios. Pero la dualidad de enfoques no era simple sinocompleja: entre el Partido Comunista y el Partido Socialista y también dentrode este ultimo, porque estaba dividido en tendencias con análisis estratégicosdiferentes.

A consecuencia de esa situación del Partido Socialista (carácter inorgánico ycontradicción de proyectos internos) cualquier acuerdo sobre la línea debía serel fruto de un compromiso intraorganizacional que le permitiera a las dostendencias encontrar su punto de articulación. Esa heterogeneidad del PartidoSocialista constituye una clave decisiva para entender los problemas dedirección durante el periodo 1970-1973. La experiencia durante esa etapa,sobre todo en su fase final (marzo a septiembre de 1973), demostró que laresolución de las discrepancias de línea de la Unidad Popular debía adaptarseal ritmo y condiciones (tiempo interno) de la lucha dentro del PartidoSocialista.

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Esa determinación del enfrentamiento general por el ritmo que asumía la luchaen el Partido Socialista esta demostrada con lo ocurrido después de la divisióndel MAPU. Esta última fue la consecuencia directa del carácter antagónicoque tomaba la oposición entre las dos líneas. El acto de la división estabapolíticamente orientado a producir las condiciones de una dirección única,sobre la base del reforzamiento de la tendencia que definía la etapa comodemocrático-nacional. Pero la realización efectiva de ese plan requería laresolución del problema del Partido Socialista. Esa solución podía tomar dosmodalidades: el control del partido por parte del grupo “moderado” o ladivisión. Sin embargo, ninguna de las dos ocurrió y la ofensiva iniciada sóloconsiguió el repliegue temporal del “izquierdismo”. Naufrago de ese modo sudesignio más importante, establecer un predominio dentro de l a UnidadPopular. Eso ocurría en un momento en que la inconsistencia inicial de la líneademocrático-nacional había sido parcialmente superada, por lo tanto en unacoyuntura en que era posible intentar rectificaciones que tomaran en cuenta laslimitaciones reales de la correlación de fu erzas. Es posible que el resultado deesas modificaciones solamente hubiese permitido encontrar puntos deequilibrio inestable, dada la agudización extrema de la lucha de clases. Pero detodos modos, aun con resultados precarios, esas rectificaciones habríansignificado el desarrollo de una línea coherente en vez del inmovilismo quecaracterizó el periodo entre marzo y septiembre de 1973.

Sin embargo, lo que efectivamente ocurrió demuestra la realidad interna delbloque gobernante. El efecto principal de la heterogeneidad del PartidoSocialista consistía en que, dado el estado de la correlación de fuerzas, lasolución de los conflictos requería de un tiempo o ritmo absolutamenteincompatible con una situación critica, de lucha de clases desencadenada. Elocaso del régimen demuestra de un modo trágico los resultados de esaestructuración del campo de fuerza: Allende no tuvo posibilidad de tomar unaresolución política que amainara o estancara la crisis porque no se decidía aafrontar la ruptura del Partido Socialista.

5. Conclusiones.

En una sociedad como la chilena, con un fuerte desarrollo de los sistemas dedecisión estatal centralizados, el erratismo de las políticas produjo efectos dedesarticulación. Esos desajustes fueron, sin duda, agravados por la naturaleza

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del proyecto político en curso, que intentaba reformar de un modo profundolos sistemas y procesos sociales.

En realidad esta situación no era enteramente nueva porque el sistema políticochileno sufría, desde la crisis del Estado oligárquico, de un debilitamientoprogresivo como sistema hegemónico, La creciente apertura del sistemapolítico produjo como efecto que las decisiones ce ntrales fueran objeto denegociación y arbitraje. Este fenómeno se hacia sentir en la política económicay en general en las relaciones entre asalariados y empleadores. La explotaciónde la fuerza de trabajo, por ende los procesos de acumulación y repartición delexcedente económico, eran regulados en gran parte por la dinámica de la luchade clases.

Las condiciones señaladas afectan las condiciones de reproducción delcapitalismo chileno, generando incompatibilidades relativas entre lasrelaciones políticas y las relaciones de producción. A fines del gobierno deFrei, como consecuencia de la concentración sobre la base de la inversiónextranjera acrecentada, ese antagonismo empezaba a agravarse. Eseagravamiento tomo la forma política de una división del frente anti-izquierdista. Los sectores monopólicos comienzan ya a discernir la necesidadde restaurar la hegemonía política en crisis. Por cierto que el triunfo deAllende interrumpió la maduración natural de ese proceso perosimultáneamente lo agudizo, lo llevo hasta puntos extremos de tensión. Esaagudización adoptaba un doble sentido: 1 ) la posibilidad de hegemoníaburguesa y, por ende, la posibilidad de reproducción del esquema dedesarrollo se hacia problemática y 2) no logro imponerse una hegemoníaalternativa, al continuar funcionando con la misma institucionalidad, con unsistema político abierto, mucho mas sensible que los anteriores a las presionesy demandas, y además sin una dirección política coherente.

El 11 de septiembre se interrumpió algo más que la presidencia de Allende, secortó una larga tradición de arbitraje y articulación de intereses. Esa situaciónde negociación era típica de todos los sistemas políticos democráticos, aunquela forma que asume esta, en cada caso, determinada por la estructura de clasesy por los efectos de esa estructura en la coyuntura política. En el caso chilenola combinación entre régimen democrático-liberal y estructura de clases congran desarrollo de las capas medias y coaliciones estables durante algunosperiodos entre capas medias y clase obrera, producen el incremento delpopulismo. Este pasa a ser una constante de la polí tica de los diferentesgobiernos, aún para aquellos que reniegan de el. Puede decirse que se

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convierte en una especie de secreción automática, imposible de evitar en unasociedad con ese tipo de estructura de clases, con ese desarrollo delmovimiento obrero. De esa situación fueron tributarios todos los gobiernosdespués de la década del 30, lo que provocaba inconsistenc ias einestabilidades en las políticas destinadas a mejorar las condiciones deldesarrollo capitalista.

La situación general no era nueva pera si lo era el proyecto político en cursoentre 1970-1973 y por ello la intensidad de los efectos. En alguna medida elgobierno de la Unidad Popular intentaba lo imposible: sin tener la fuerzanecesaria, sin ser capaz de proveerse de una dirección única, sin poder realizarla alianza de clases adecuada, sin cambiar la institucionalidad vigente o sinpoder cambiarla, buscaba transformar a fondo la sociedad chilena.

Sin embargo, describir de ese modo la alternativa que la Unidad Popularencarno no es condenarla a priori, haciéndose eco de aquellas tesis del periodopreelectoral que señalaban la inviabilidad absoluta de la experiencia,sospechosa de violar todos los cánones clásicos en materia de transición. Hoydía esas tesis, olvidadas en el periodo del auge, reaparecen con fuerza,sostenidas por algunos que quieren reivindicar su profecía o por otros queprefieren culpar del triste final al destino o las leyes inviolables de lanecesidad histórica. En realidad lo sucedido pudo no suceder. No fue elresultado de lo dado sino de lo hecho. Por cierto que existieron desde elprincipio condiciones estructurales que estrechaban el campo de acción y losmárgenes de maniobra pero los efectos conocidos son la consecuencia, no delo inevitable, sino de errores, entre ellos equivocaciones de cálculo respecto alos limites de tolerancia del sistema en condiciones de lucha de clases aguda.

Un ejemplo esclarecedor fue lo sucedido con la política antimonopolio y porende con la formación del área de propiedad social.23 Cuando se señalan aquíciertas reservas no es para sentar la premisa de una incompatibilidad absolutaentre un programa democrático-nacional y ese tipo de medidas, sino solo paraindicar dudas respecto a las condiciones en que se desarrollo en Chile.Dejando de lado la relación con la política económica (acumulación ycirculación del excedente) es necesario señalar dos aspectos que merecenreflexión: l) la relación de esas medidas con un cierto clima ideológico y 2) surelación con la alianza de clases programada.

Merece la pena investigar por que razones la política de nacionalización delaparato industrial y financiero fue razonada co mo el aspecto socialista del

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programa, cuando, en realidad, solo ampliaba el ámbito de la propiedad estatalen el marco de un Estado que la teoría en boga llamaba burgués. Pero aquellailusión era explicable. La formación del área de propiedad social era pensadade esa forma por la necesidad ideológica de vivir el proceso general comosocialista, como prefiguración o como preparación (por larvaria que fuera) delsocialismo próximo. La forma mas refinada de presentación de este deseo erala hipótesis sobre la simultaneidad de tareas. Los efectos de desarticulaciónsobre la estructura capitalista vigente que esa estrategia provocaría, conduciríaa una transformación cualitativa del proceso, el cual solo podría estabilizarsebajo la forma de dictadura del proletariado. Aunque este razonamiento eraclásico, su realización exigía determinadas condiciones históricas objetivas.No podía pensarse como la emanación milagrosa de una voluntad racional quecreía interpretar las leyes de la historia.

De ese modo, a través de la internalización del mito del socialismo inmediato,la Unidad Popular vivió, como la Democracia Cristiana durante el gobierno deFrei, una ruptura semántica entre el discurso que expresa el deseo o lavoluntad y la practica efectiva. Ese desajuste se observaba en muchos ámbitosy niveles. Uno de ellos era la relación entre la alianza de clases prevista odeseada y la efectiva articulación de fuerzas que se fue produciendo.

Hemos dicho que la constitución del área de propiedad social, sobre la base denacionalizaciones, fue vivida como aquello que hacia socialista el proceso, porlo tanto como aquello que lo legitimaba. Pero la realidad de la lucha de clasesentablada mostraba que lo que posibilita cualquier avance (por lo tanto elpresente y también el futuro) era la progresiva acumulación de fuerzas. Paraconseguir eso era necesario pensar cada medida y cada paso de acuerdo a lológica del poder (de la correlación de fuerzas) y no de acuerdo a una lógicadireccional abstracta que subordinaba lo p osible a un fin ultimo, imposible derealizar en la coyuntura del momento. Lo que llama la atención respecto dealgunas de las tareas que la UP se planteaba era que fueron pensadas en unmarco político inexistente.

Detrás de esos intentos de imposición de la voluntad abstracta o de esadeformación del análisis político subyacía una teoría, un modelo estratégicoque, a partir de mediados de 1972, se expreso en el postulado sobre el carácterininterrumpido de la revolución socialista. Aunque sus autores no usabancomo fuente el concepto trotskista sino una referencia a Marx en 1850 , lo quese quería decir puede expresarse en los términos clásicos de Trotsky: alaplicarse el modelo de la simultaneidad se desencadenaría un proceso cuyo

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único punto de equilibrio estable seria el socialismo 24. Pero todos esospostulados, con apariencia de teóricos, no son más que una mera imitación, sinraíces históricas, que suponían circunstancias y condiciones que faltaban enChile, que no tomaban en consideración aquellas que pesaban, como elcarácter complejo del Estado.

La falsa teoría hacia perder de vista los problemas esenciales. Las medidasantimonopólicas, incluyendo entre ellas las expropiaciones, eran posiblesdentro del marco de un programa democrático-nacional. Pero con la condiciónde haber creado un frente político adecuado, que hubiera permitido hacerefectiva la alianza con las capas medias no monopólicas y con los sectoresmedios en general.

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LAS RELACIONES ENTRE LA UNIDAD POPULAR Y LAS CAPASMEDIAS

La posibilidad efectiva de un programa democrá tico-nacional y por ende laviabilidad política de la Unidad Popular, se basaba en la alianza con lossectores medios. Esa premisa será demostrada recurriendo al análisis de lacrisis de octubre y del proceso de radicalización política de las capas medias.

l. La necesidad del bloque y la teoría sobre el bloque.

En primer lugar la afirmación de la necesidad política de esa alianza estuvopresente en la formación del frente y en la elaboración del programa. Fueincluso un elemento importante de la polémica entablada entonces, aunquepuede discutirse si la presencia del problema era real o simbólica. Es decir, sieste fue analizando en sus verdaderas proporciones, explorándose lanaturaleza de clase objetiva (y no imaginaria) de los diferentes segmentos quese agrupaban bajo el nombre genérico de sectores medios, las relacionesefectivas de ellos con la fracción burguesa dominante, los mecanismos yformas de su representación política y las característica principales de su o susideologías de clases. La duda es legítima, porque existían factores históricos eideológicos que conspiraban contra un análisis objetivo y en profundidad, conuna verdadera investigación. El análisis sobre las capas medias que hacía laizquierda estaba condicionado por la aciaga historia de las antiguascoaliciones y también por los desarrollos clásicos de la teoría políticamarxista, muchas veces aceptados como teóricos y generalizables sin mayorinvestigación histórica sobre el objeto.

Un ejemplo típico de análisis marxista sobre las relaciones entre la claseobrera y las organizaciones pequeño burgueses es el de Lenin. 25 Estecontradijo los supuestos teóricos del populismo ruso, combatiéndolo sinpiedad en el plano político. Pero simultáneamente trabajo en la perspectiva deuna alianza con el campesinado o con la pequeña burguesía rural, para lo cualera necesario arrancarla de la dominación ideológica de quienes asumían surepresentación política. El clásico punto de vista de Lenin era que la pequeñaburguesía debía ser solo una clase apoyo, es decir, una clase movilizada,representada en sus intereses, pera políticamente subordinada. Su ambigüedadpolítica permanente y su incapacidad para generar modelos de organizaciónsocial global en torno a intereses propios (consecuencias ambas de susituación objetiva de clase de transición) impedían su participación decisiva

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dentro del bloque revolucionario en el poder. Se tenía la sospecha(históricamente comprobada) de oportunismo y vacilación. Para Lenin larelación clase obrera-capas medias debía tomar una modalidad instrumental,precaviéndose de toda forma de contaminación.

Durante el periodo del comunismo de guerra, Lenin analizo repetidas vecescual debía ser la forma conveniente de tratar a las capas medias. Concluía quela modalidad era la fuerza más que las concesiones, esas clases debían sentir laimposición de la autoridad y someterse a la voluntad de poder de la clasehegemónica. Igual que en muchos otr os textos leninistas no es fácil deducircon claridad si se trataba de una receta universal o solo de una formula deadecuación a las condiciones sociales imperantes en la Rusia de 191 7,culturalmente asiática y con tradición despótica. De todos modos, laafirmación de que las capas medias debían ser atraídas al campo proletariomás por demostración de la fuerza que por el halago o las conciliaciones, hapasado a ser una ley general.

Esa actitud dual hacia las capas medias, que preside los análisis de Lenin,estuvo presente en la actitud de la Unidad Popular. Pero en Lenin, su posiciónpolítica sintetizaba los elementos disímiles de necesidad y desconfianza; enChile el clima ideológico general hizo que, en sectores importantes, primaranlos elementos de desconfianza, sin conseguirse una síntesis efectiva. Loscontactos con las capas medias era vistos como culpables o sospechosos, actosque solo podían ser aceptados después de laboriosas justificaciones. Losfantasmas de González Videla, de Ibáñez o de Frei actuaban por presencia,recordando los sucesivos fracasos del reformismo. Ese clima fue uno de losfactores que hicieron que los llamamientos programáticos a las capas mediasno tuvieran un correlato efectivo en la práctica política del periodo.

2. Las características de las capas medias.

Por otra parte, ¿cuáles constituían los intereses centrales de esas capas? Aunhoy se trata de una tarea de investigación pendiente. En ese terreno la UnidadPopular compartía una ignorancia generalizada, que no superaba el nive l de lainformación periodística, del ensayo especulativo o del empirismo vulgar.

Esa carencia no era sin embargo demasiado excepcional en el ámbitolatinoamericano. Mucho se ha escrito sobre el tema, pero todavía seencuentran definiciones de las capas medias donde estas cubren el amplio

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espectro de intereses que limita por un lado, con la ol igarquía (latifundaria) y,por el otro, con el proletariado. Esta definición era usual entre loshistoriadores de comienzos del capitalismo. Pero usada en America Latinarepresenta una extrapolación de la estructura de clases europea durante elperíodo en que la burguesía emergía en la competencia por el poder. Hoy dí aella solo sirve para indicar posiciones en un espacio donde la burguesía puedeser todavía intermedia en relación a otras clases, pero sin que ese datodescriptivo permita conocer la realidad de sociedades donde el capitalismoaparece como estructura dominante y donde la burguesía ya no es claseemergente en la lucha para destruir la sociedad señorial. La definición usadapor el lenguaje político de la Unidad Popular compartí a los problemasreseñados. Ella comprendía todos los sectores que se ubicaban entre el polomonopólica-latifundio y el polo proletariado rural -urbano. Ese concepto eraequivalente al de pequeña burguesía en el lenguaje de Lenin. En su teoría lanoción tenia un doble sentido, uno restring id y el otro amplio. En su sentidorestringido el concepto se refería sólo al pequeño productor mercantil yprincipalmente al campesinado, la clase más numerosa en la sociedad rusa. Ensu sentido amplio, agrupaba categorías tan diferentes entre si como laburocracia estatal de rango medio o inferior, los intelectu ales, losprofesionales independientes o asalariados o los estudiantes, tanto como lospequeños productores y comerciantes. Esa definición amplia era la de usocomún, recogida por el lenguaje político de la Unidad Popular. Aunque dentrodel bloque hubo intentos de elaborar definiciones que permitieran diferencia rentre los elementos y precisaran mejor los limites de cada categoría, esasnociones mas reformadas no pudieron nunca reemplazar a los términos de usocomún.27

Sin embargo, pese al fracaso en imponer un lenguaje mas científico, vale lapena preguntarse si el termino de uso habitual constituía una nocióninadecuada o imprecisa o si, al contrario, existía alguna base común deintereses que permitieran tratar conceptualmente a esos componentesdiferentes como una unidad. La respuesta a esa pregunta requiere describirbrevemente el proceso de constitución histórica de las capas medias en Chile.

La formación de esos grupos adopto un desarrollo acelerado, como resultadodel triple movimiento urbanización-desarrollo del aparato estatal-crecimientodel sistema educacional. Lo que interesa subray ar respecto a esos fenómenoses que el crecimiento de los sectores medios no fue, como en otros países, elcorrelato de la modernización productiva de la sociedad sino de otra forma demodernización, ya que el desarrollo que experimentaron en Chile no fue

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proporcional al ritmo de la industrialización. El proceso de urbanizaciónacelerado, que produjo reacondicionamient o de la vida social, era mas elefecto de la crisis agrícola que de un aumento proporcionado de la demand a demana de obra industrial. El mercado laboral urbano, presionado por unademanda acrecentada, la localizaba en los sectores residuales de la economíacapitalista (producción artesanal, pequeña producción, comercio al por menor)o en el sector servicios. Esa inflación del terciario, tan característica de paísescomo Chile, era posibilitada 1) por el fortalecimiento del Estado como órganocentral de decisiones, con la consiguiente constitución de una burocraciaestatal ampliada y 2) por la preocupación educadora del Estado, desarrolladapor la propia acción de las clases medias, para quienes la educaciónrepresentaba un mecanismo socialmente sancionado de movilidad social.

A partir de la década de 1920 el acceso creciente al poder político de lossectores medios les permitió generar condiciones para su desarrolloautosustentado como clase. Ellos presionaban por formas de modernización,poniendo énfasis en medidas de democratización política, que les permitíanobtener un hueco dentro del sistema de decisiones. El desarrollo paralelo (eincluso anterior) del movimiento obrero, la combatividad y el poder que esterevela en determinadas coyunturas, convirtieron a las organizaciones políticasconsideradas de capas medias en reguladores indispensables de la correlaciónde fuerzas, atraídas simultáneamente por la izquierda y por la derecha. Eseesquema favoreció su desarrollo político autónomo. Les otorgaba un margende maniobra muy amplio y permitía, además, ciertas formas especificas de suorganización política. Estas tomaban diversas modalidades: el surgimiento departidos que presentaban una ideología adaptativa de capas medias (losradicales) o que fundían en un todo las reivindicaciones del artesanado, deotras capas medias y de la clase obrera, unidas por su oposición a la oligarquíadominante (los demócratas de principios de siglo) o finalmente lasorganizaciones que se aproximaban a lo que Henessy ll amo el populismotransclase (la democracia Cristiana del programa nacional -popular y de laRevolución en Libertad).28

Es decir, el Estado capitalista de democracia representativa le proporcionaba alas capas medias la posibilidad de un rol político significativo, que laspreservaba de los riesgos de una economía de crecimiento lento e inestable. Eldesarrollo de las funciones de bienestar social q ue el Estado chileno asumió, elperfeccionamiento de la legislación laboral y principalmente de la seguridadsocial, fueron el resultado de una confluencia de intereses entre clase obrera y

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capas medias asalariadas, que se realizo de preferencia en los per iodos queestas controlaron el gobierno.

Las capas medias que en el año 20 hicieron suyo un programa que tenía parala época significaciones revolucionarias (como en Uruguay con Battle o enArgentina con Yrigoyen), luchaban contra la hegemonía oligárquica cerrada yabsoluta. Ellas clamaban por sus derechos de integración plena dentro delsistema político.

Pero la situación era diferente en 1970. Entonces, ellas creyeron enfrentar unpanorama semejante al que describió Furtado para Brasil en 1964 29: temieronla destrucción de las posiciones que habían obtenido, las cuales les asegurabaciertas prerrogativas, un status social super ior al de otros asalariados, cláusulasdiscriminatorias respecto a seguridad social, el uso y control del sistemaeducacional. Ellas percibieron, sobre todo, el peligro de perder su rol políticoprivilegiado, a veces como representante de las fracciones burguesasprincipales, a veces como clase colchón, a veces como aliado de los partidosobreros. Temieron que se terminará una situación caracterizada, más allá delas variaciones, por una constante: la posibilidad de múltiples combinacionespara proteger sus intereses.

En la década del 70 las condiciones ya no eran las del periodo que se inauguroen 1920 en Chile o un poco antes en Uruguay y Argentina, ya no buscaban,como las clases medias que apoyaban el “tenentismo” en Brasil, golpeando loscuarteles para luchar contra la oligarquía, o como aquellas que en Chilevibraban entusiastas con el León, abrirse un hueco que les permitiera combatirun estatuto de exclusión. En 1970, al contrario, eran sectores solidamenteintegrados, que habían probado una y otra vez su fuerza y capacidad denegociación, que estaban en general satisfechas par su flexibilidad política ycapacidad de adaptación al sistema.

A esto hay que agregar que su integración no era vivida solo o principalmentecomo una relación instrumental, sino que tomaba la forma de integraciónideológica y valórica. Ese tipo de legitimidad tuvo en Chile condicionesfavorables de desarrollo, puesto que las capas medias aparecían comoproductoras de la ideología y no como clases subordinadas, victimas pasivasde la dominación ideológica de otras clases.

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3. El programa de gobierno y las capas medias.

Sin embargo, ninguna de las amenazas que las llevaron a la movilizacióncontra Allende se desprendía o deducían directamente del programa escrito dela Unidad Popular. Todo lo contrario, una lectura sin segunda intención noencontraría allí argumentos para temer por el futuro inme diato. Ese programaestaba construido sobre la afirmación de la compatibilidad de intereses entrelas capas medias y la clase obrera durante el periodo del “gobierno popular”.El análisis que allí se hacia era extraordinariamente explicito respecto a lossectores medios capitalistas no monopólicos y de pequeña producciónmercantil. Respecto a ellos se señalaba una base de intereses en común con laclase obrera, base creada por las contradicciones que el propio desarrollocapitalista había generado entre esas capas medias y la llamada burguesíamonopólica. Incluso se diseño una política orientada a satisfacer los interesesinmediatos de esos sectores, otorgándoles creaditos preferenciales que losliberaban de la tutela del capital financiero y que les permitiría aprovechar laexpansión económica derivada de la política económica aplicada.

Es evidente que, desde el principio, hubo medid as que afectaron las relacionesentre las capas medias profesionales y el gobierno recién instalado(discriminación en las industrias, topes máximos de sueldos, sectarismo,perdida de status y de autoridad en las em presas). Pero, hasta agosto de 1972,la Unidad Popular vivió en la ilusión -por lo menos publica- de la vialidad dela tesis, expresada en el programa, respecto de la alianza con las capas medias.Por cierto que desde temprano aparecieron algunas dudas. Por ejemplo secriticaron las actitudes que tomaban algunos colegios profesionales ( médicos)o se indicaba la responsabilidad de los comerciantes en general ( tambiénpequeños y medianos) en el desabastecimiento y la especulación en desarrollo.Aunque los datos empíricos que revelaban desajustes eran múltiples yabrumadores, en general se atribuían esos defectos a algunas fallas reparables.Se decía, la alianza no esta funcionando pero era todavía viable. Persiguiendoesa viabilidad, el llamado ““Plan Millas” busco producir efectos favorables enla relación con las capas medias...Pero todas esas especulaciones y previsiones estallaron estrepitosamente conocasión de la crisis de octubre de 1972.

4. Octubre de 1972: la génesis

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El análisis de esa crisis, generada por un movimiento social de clases medias,será el centro del capitulo. Esa crisis fue una especie de escenario donde serepresentaron los principales problemas que interesa estudiar respecto al tema.

El primer punto es el de las características generales del movimiento encuestión. El rasgo dominante fue su carácter de movilización semi-fascista.Esa denominación ya era entonces motivo de escándalo y polémica. Lasrazones son obvias ya que el término tiene una connotación precisa y fueusado, en un contexto determinado, con la intención política de desenmascararintenciones ocultas. Sin embargo, en su sentido riguroso, -el termino calzaperfectamente con las características del movimiento de octubre. Tal como esutilizada la noción de fascismo implica la movilización de la clase media porparte de las fracciones burguesas dominantes, con el objeto de defender elstatus quo. Esa defensa se intentó con métodos y procedimientos que yarevelaban el cuestionamiento y el intento de superar el esquema democrático-liberal, lo que anunciaba por lo tanto la voluntad de reemplazar el viejomodelo por otras instituciones esta tales que limitaran el pluralismo político.30

Octubre significo el estreno en sociedad de una ideología y de un movimientosocial cuyo centro era la critica a las ineficiencias de la democracia liberal.Esta era vista como un tobogán por el cual la Nación se deslizaba oprecipitaba hacia la decadencia, en este caso hacia el estatismo generalizado ohacia el socialismo; todo lo cual amenazaba ciertos intereses burguesía-clasemedia, en esa coyuntura imbricados entre si por el peligro de perder losprivilegios obtenidos en el marco inst itucional vigente hasta 1970.

En el período que se estudia, la aspiración autoritaria no era visualizada ocompartida por todo el frente opositor. En su discurso público la DemocraciaCristiana definía el movimiento social como una respuesta de continuidad conel esquema liberal de la lucha política. Para ella el movimiento de octubre solobuscaba obligar a los gobernantes a rectificar-negociar. Según decían; setrataba de desencadenar el mecanismo clásico del juego político liberal, lapresión de grupos que hacían valer su fuerza para determinar -condicionar lasconductas de quienes detentaban la autoridad legal.

Pero aunque los objetivos de los componentes del frente no eran homogéneos,el movimiento lo era en su conjunto. ¿Por que y como? El punto central delrazonamiento es que el contenido autoritarista del movimiento se expresabacasi sin contradicciones, en los métodos y procedimientos utilizados. Su usorevelaba el estado ideológico de las clases participantes y a su vez servia paradesarrollar y amplificar esas condiciones ideológicas. El despliegue de un

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movimiento como el que se estudia requería que se hubiera alcanzado undeterminado estado de la conciencia política. Requería que las clases enacción reconocieran en la práctica que el sistema liberal o sus métodos eranineficaces para combatir los peligros que lo asediaban. En este caso concretoera necesario que se extendiera e internalizara la idea que la ilegalidad eilegitimidad de los gobernantes obligaba a los opositores a utilizar cualquiermedio para derrotarlo, poniéndose en duda de ese modo los cimientos de laracionalidad democrática. El clima que se necesitaba crear implicaba laintroducción de una conciencia maniquea que permitiera una distinción simpleentre lo bueno y lo malo, generando un rechazo en bloque hacia todo lo querealizara la Unidad Popular. Para conseguir eso era necesario poner en marchaun movimiento que llevara hasta su máximo limite la acción opositora, quedesafiara a la autoridad constituida, que la obligara a radicalizarse para asífortalecer la cohesión férrea de los opositores, convencidos cada vez mas delmaquiavelismo del otro, porque empezaban a. sentir en carne propia lacoacción legal previsible.

No todos los participantes querían el golpe en ese momento, ya que algunossolo buscaban deteriorar políticamente al gobierno; los que deseaban el golpe,no estaban totalmente de acuerdo con sus características. Lo cierto era que,para cumplir sus objetivos explícitos, unos y otros requerían formas similaresde acción. Todos necesitaban generar un movimiento social como el deoctubre, utilizando métodos y procedimientos que llevaban la lucha de claseshasta límites extremos. El drama político de aquellos que pensaron en el golpecomo un instante excepcional, de corta duración, que resquebrajaba pero norompía el esquema liberal, era que el desarrollo de su táctica requería hacermadurar el mismo tipo de conciencia ideológica que el esquema autoritario.Dentro de ese cuadro, tratar de captar las condiciones que hicieron posible unmovimiento social como el de octubre (o sea, estudiar la génesis de lacoyuntura) constituye una tarea de máxima importancia. Esas pre-condicionesfueron de naturaleza económica, ideológica y política. Las tres no pueden serentendidas como reacciones mecánicas sino como el resultado de la lucha declases en acción, donde cada fuerza buscaba conseguir ciertos objetivosponiendo en práctica un plan de acción.

Uno de los factores que posibilitaron la crisis de octubre fue el comienzo de ladesarticulación de la economía cuyos primeros signos extremos (escasez,colas) aparecieron a. fines del año 1971 . Esos efectos fueron, por una parte,resultado del agotamiento del modelo aplicado ( expansión sobre la base decopamiento de la capacidad ociosa) pero también fueron resultado de la acción

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política opositora que le negó al gobiern o los instrumentos de acciónnecesarios, por ejemplo los medios financieros.

Lo importante no es averiguar las causas de la crisis económica, todavía enciernes, sino solo señalar los efectos que ella creo en las relaciones UnidadPopular-sectores medios. Por un lado, el esquema desabastecimiento -inflacióngolpeo económicamente a los gropos capitalistas de los sectores medios queempezaron a tener dificultades para la reposición de stocks y que se veíanasediados por una demanda que les convenía diferir. Por otr o lado les creozozobra económica, los hizo sentir el porvenir como incierto, sin saber queharía el gobierno, temiendo que se radicalizara para superar la crisis . Másduramente aun golpeo el par desabastecimiento -inflación a los gruposasalariados de las clases medias. Pero el factor principal fue la evidencia deuna crisis (negada) y la sensación de una dirección económica dual o errática.En este período se hicieron sentir con dureza los efectos de la carencia de unadirección política centralizada y coherente, capaz de articular un programatotalizante.

La crisis económica que se hacia visible creo condiciones objetivas para quecobrara cuerpo la ofensiva ideológica de la Oposición. Ella había sidopermanente durante periodo, pero tomo en la fase agosto octubre unaintensidad especial. La campaña desencadenada giro en torno al binomioilegalidad-ilegitimidad, tratando de mostrar a un gobierno que pisoteaba laConstitución, que permitía la violencia y además era ineficaz. Por ese tiempoapareció con fuerza la idea de una ineficacia racional, resultado maquiavélicoy no fruto del error, de la inexperien cia, de la ausencia de dirección efectiva ode poder estatal suficiente. Como se señalaba antes, con esa idea se buscabacrear una conciencia primitiva de rechazo, cuyo elemento constitutivo era latesis de las intenciones demoníacas del otro y so potencia temible.

Esta ofensiva opositora no tuvo una contrapartida eficaz, a causa de dosfactores principales: 1) porque la Unidad Popular no cumplía uno de losrequisitos básicos que la posibilitaba la unidad de dirección y 2) porque no sedio a la lucha ideológica el rango de un problema principal. No se captó queesa carencia permitía consolidar la hegemonía ideológica efectiva de la “granburguesía”, cuyos análisis, puntos de vista e intereses aparecían dotados deuniversalidad, como discurso, común denominador de todos los que luchabancontra el Mal, a favor de la Libertad y de la Democra cia. Esta capacidad deatracción ideológica era facilitada por la práctica política de la UnidadPopular, en parte por algunas medidas aplicadas, Pero sobre todo por una línea

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general de acción y por un esti lo. Por lo tanto, no es el resultado simple deerrores al nivel de la comunicación de mensajes.

La ideología de las capas medias estaba centrada, al nivel visible, en elbinomio legalidad-democracia. Ese núcleo era aparente, porque no eran esoslos principios que la articulaban efectivamente, pero de to dos modosrepresentaba una zona sensible, que no podía ser tocada sin producir rechazo.Aunque ellos no representaran los aspectos movilizadores reales eran, por lomenos, aquellos por los cuales las clases medias aceptaban aparecer luchando.

Por las necesidades miméticas de toda ideología (la exigencia de envolver enun aura de legitimidad general los intereses concretos), las func ionesambiguas del binomio legalidad-democracia le creaba problemas a la UnidadPopular (por su dialéctica respeto-manipulación en relación a la legalidadburguesa), pero también a los sectores golpistas o de oposición radicalizada.El problema era que la Unidad Popular menosprecio o sub -valoro esefenómeno y siempre elaboro el tema de la legalidad en su propio lenguaje,tratando lo aparente como hipócrita, sin comprender, por lo tanto, losmecanismos del sistema ideológico. Al contrario, la oposición supocomprender el carácter ambiguo de la ideología clase media, actuando sobre elverdadero núcleo de intereses y no sobre aquellos que se mostraban en lasuperficie, pero basándose siempre en ellos como si fueran los únicos reales.

Así procedió a desmistificar ese corpus ideológico usando, quizás sin saber losprincipios marxistas: que ninguna clase se guía por valores generales y -abstractos, pero que los valores ideológicos que ella esgrime en sus discursostienen consistencia social. Esas invocaciones eran simultáneamen te reales yaparentes. La clase media luchaba por la defensa de la situación socialobtenida y no por la democracia y libertad en general. La acción políticaopositora mostraba esas ventajas en peligro, directo e indirecto, perorespetando el mito ideológico de la clase media, las ideas d e libertad ydemocracia. Para ello siempre invirtió el significado de su acción,representándola como la defensa de esos valores sagrados, aunque estuvierabuscando activamente la caída del gobierno o luchando por intereseseconómicos.

Dentro de ese esquema, la crisis económ ica tenía un enorme significadopolítico porque ella efectivamente amenazaba el nivel de vida de algunossectores medios y sobre todo creaba un clima de incertidumbre, de caos,haciéndoles temer que un diluvio arrastraría todo lo conseguido. Además le

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permitía sentir sobre si la espada de Damócles de la hegemonía obrera que laizquierda esgrimía sin recato; es decir, sentir la amenaza de un nuevo tipo desociedad en la cual ella ya no tenia las ventajas acumuladas por la negociacióny perdería, sobre todo, su significación política.

Demuestra palpablemente el carácter abstracto del análisis de la UnidadPopular respecto de las clases medias el desconocimiento de una característicacentral, que eran sectores tributarios de la política. Su desarrollo como clasefue el resultado de su papel político y no el antecedente de él. Ellas dependían,más que ninguna de las otras clases, del acceso al poder estatal y por ello de lasobrevivencia de un juego político donde fueran significativas. Por eso, elpunto nodal de las relaciones de la Unidad Popular y las clases media s era surepresentación política. Dentro de la Unidad Popular esa participación tenía uncarácter simbólico, a través del Partido Radical. Pero incluso esa formaprovoco múltiples problemas que casi frustraron, antes de nacer, laexperiencia. En la Unidad Popular predominaban los sectores que creían en elagotamiento de todos los modelos intermedios y de las alianzas con el centro.Dadas esas condiciones estaba descartada la posibilidad de un bloque de laizquierda con la Democracia Cristiana. El problema residía en que ese partidoera el representante efectivo de las capas medias. Su aislamiento en el centro ola falta de una “entente” estable entre las dos grandes corrientes reformadorasprodujeron las condiciones decisivas para la radicalización hacia la derecha delas capas medias.

A través del periodo que se prolonga desde noviembre de 1970 hasta octubrede 1972 el problema principal de la oposición fue el establecimiento de unacoalición estable entre el Partido Nacional y la Democracia Cristiana.Seguramente la Derecha, cansada de las vacilaciones de la DemocraciaCristiana, muchas veces descarto in mente la empresa unificadora o declaroprescindibles los servicios del asociado díscolo. Sin embargo, esto último eraimposible por el carácter y las funciones políticas de la Democracia Cristiana.Como se sabe ella era el mas importante de los representantes políticos de lossectores medios y, simultáneamente, era una organización que expresaba asectores obreros y campesinos. Por lo tanto aportaba el cont ingente de masasque era necesario para restarle legitimidad a la Unidad Popular comorepresentante único del pueblo.

Algunos analistas han atribuido esta significación política de la DemocraciaCristiana a la seriedad e incorruptibilidad de sus líderes del período falangista,verdaderos ejemplos en medio de la mediocridad y corrupción generalizada.

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Lo cierto es que el éxito político de la Democracia Cristiana se debió a querepresento, en un momento adecuado, una alternativa populista-tecnocráticafrente al fracaso del populismo-caudillista de Ibáñez y del fracaso posterior delas soluciones ortodoxas de derecha. La Democracia Cristiana era el únicopopulismo posible después de las experiencias ya vividas, puesto querepresentaba su expresión teórica y organizacional más perfeccionada.Después el punto de vista ideológico esta perfección no residía en lacoherencia. Al contrario, más bien radicaba en el carácter totalizante y enabanico de su corpus ideológico simultáneamente utópico (comunitarismo),filosófico (bien común, persona humana), tecnocrática y populista.31 Todasesas capas de su ideología no siempre estuvieron bien integradas sino masbien superpuestas, muchas veces formando una tramp a confusa ycontradictoria. Sin embargo, esa ambigüedad constituía un factor de éxito,justamente porque multiplicaba la capacidad de atracción y representación deintereses, le otorgaba la cualidad de atravesar todas las clases (transclases).

Una organización política con esas características, enfrentada a la agudizacióndel conflicto social provocado por el triunfo de la izquierda y habiendodescartado la posibilidad de una coalición estable con los ganadores, seencontraba presionada permanentemente por exigencias contradi ctorias. Porun lado su populismo ideológico la arrastraba a mirar con simpatía elprograma de la Unidad Popular, por otra parte su alternativismo y lascondiciones tácticas la empujaban a formar frente con la Derecha y adisputarle la dirección. Por ello, la conducta de la Democracia Cristianadurante el periodo, tendió a ser la típica de una organización extero-dirigida,que adoptaba, ajustaba o subordinaba su línea al estado de conciencia de lamasa representada. Para obtener la dirección del frente opositor ese modo deadaptación era necesario, puesto que el ingrediente populista de la ideologíaDemócrata Cristiana empezó a dejar de ser representativo de la masa clasemedia. Esta, en una previsible reacción frente a la agudización del conflicto, sefue derechizando.

En octubre ese proceso de derechización de su clientela, que ponía a laDemocracia Cristiana en un callejón sin salida, no estaba todavía completo.Pero ya existían síntomas peligrosos. En diciembre de 1971 la Derecha habíademostrado que era capaz de desarrollar acciones autónomas, que mostraransu propio carácter de vanguardia y perfilaron su rol dirigente a una masa concrisis de identidad o abrumada por un porvenir incierto. Por ello puedeafirmarse que al cerrarse, en julio de 1972, las posibilidades de acuerdo delargo plazo entre la Unidad Popular y la Democracia Cristiana se determino la

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suerte de las relaciones entre las capas medias y el go bierno. En el marco deun gobierno izquierdista, solo una forma de colaboración o convivencia entreesas dos fuerzas políticas le podía dar garantías suficientes a los sectoresmedios. Ese esquema aseguraba la posibilidad de estabilizar la relaciónclientelística Democracia Cristiana-capas medias: volvía a ser para ellas unafuerza negociadora viable, Pero al imposibilitarle esa formula, l a DemocraciaCristiana no podía aislarse en el centro, golpeando hacia los lados. Debíaintentar encabezar la lucha política en las condiciones que tomaba durante elperiodo. Esa lógica de sobrevivencia institucional hizo valer sus exigencias.Por otro lado, la línea de la Democracia Cristiana también estaba determinadapor la presencia interna de sectores obreros, por la acción socializadora de unaideología reformadora, por el temor de alejarse de una tradición histórica o derenegar de un pasado de lucha popular.

Esta superposición de exigencias origino la ambivalencia que caracterizo a laDC. Esas racionalidades contradictorias poseían un carácter objetivo, por loque trascendieron la lucha de tendencias internas. Ell as crearon los límites oparámetros que enmarcaron la acción de esas tendencias, ninguna de las cualespodía ignoran el componente populista o ignorar la necesidad de construir unbloque de oposición.

Dentro de este cuadro debe insertarse el fracaso de las conversaciones sobre elÁrea de Propiedad Social, ocurrido en julio de 1972. Ese fracaso significo elcierre definitivo de las posibilidades de colaboración o de dialogo. Por ciertoque las escenas de esa índole se repitieron hasta poco antes del epilogo, peroentonces tenían un carácter diferente, casi puramente ritua l. Entre julio yseptiembre de 1973 la posibilidad de llegar a acuerdos signi ficaba para laDemocracia Cristiana perder la hegemonía del frente, porque la masaopositora había acabado entonces su proceso de radicalización.

5. Octubre de 1972: el desarrollo

La crisis de octubre tuvo lugar, en una medida importante, para acabar yperfeccionar este divorcio entre la Unidad Popular y las capas medias y, porende, para afirmar la unidad de la Oposición. De hecho en octubre seconstruyo el bloque opositor como una unidad, porque cuando el movimientose inicio, esta cohesión existía sólo en germen. Esta función cohesiva fueconsecuencia de la agudización de la lucha de clases, en parte provocada

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racionalmente para generar un clima ideológico que radicalizara una ampliamasa, que expandiera esa conciencia primitiva de adhesión maniqueanecesaria al surgimiento de la violencia política. Esa radicalización de laclientela fue uno de los factores decisivos para la estabilización de laDemocracia Cristiana en la Derecha. Su populismo debió subordinarse, demanera definitiva, al objetivo de dirigir el frente. A partir de entonces esasubordinación aparece como un requisito de sobrevivencia, destinado a evitarel aislamiento político y una brusca caída electoral en marzo de 1973.

El estudio de la táctica de octubre revela la importancia que l e fue asignada,por parte de la dirección política efectiva del movimiento, a esta función depegamento entre componentes disímiles. Para el desencadenamiento delconflicto fue necesario idear una fórmula que neutralizara las vacilacionesprevisibles de la Democracia Cristiana. Para ello se uso la táctica de loshechos consumados, descontándose que una vez incorporada la mismadinámica del movimiento le impediría desertar.33 En el desarrollo de este planjugo un rol decisivo la apariencia autónoma de la acción gremial, aunque paraalgunos fuera solo un recurso táctico que permitía resolver problemas y paraotros un principio estratégico, componente decisivo para una ideologíacorporativista.

En síntesis: crisis económica, ofensiva ideológica persistente de la oposición,radicalización de la masa derechista, unificación del frente opositor yautonomía de la acción gremialista fueron los factores que hicieron posibleoctubre y que determinaron, al mismo tiempo, sus características.

En este articulo el estudio del movimiento en sí se limitará a tres aspectosdiferentes: 1) la dirección política, 2) los objetivos y 3) los métodos, lo que suelección y uso revelan.

El análisis de la dirección política del frente opositor durante la coyuntura deoctubre pone de nuevo en el tapete la distinción entre apariencia -realidad o porlo menos la problematización de lo visible. La crisis se originó como unmovimiento gremial de clase media, cuya autonomía y apoliticismo eranrealzados. Sin duda, el movimiento estaba articulado al nivel político yademás favorecía los intereses de sectores capitalistas afectados. Pero laapariencia no era una pura cáscara. La forma gremial que asumió elmovimiento expresaba un esquema de acción nuevo, en el cual lasorganizaciones económicas de clase aparecían en la superficie subordinando laacción de los partidos. Estos últimos participaban en los acontecimientos, unos

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desde el principio, otros mas adelante, pero no podían ejercer la direccióndesde el escenario. Esta parte se explicaba por determinados designiostácticos. El esquema permitía resolver las vacilaciones de la DemocraciaCristiana y permitía ampliar el frente, dándole a las capas medias la sensaciónde ser las fuerzas sociales dirigentes y no sólo las clases actuantes. Pero habíaalgo más que acomodaciones tácticas. Al final los partidos terminarondirigiendo el movimiento, regulándolo y condicionándolo a las exigenciasderivadas de los objetivos políticos de cada uno, pero lo hicieron en el marcode nuevas condiciones. En octubre entraron en escena fuerzas que defendíansu autonomía relativa respecto a las organizaciones políticas. Lasubordinación de lo gremial a lo político dejo de ser consentida a priori. Lasorganizaciones políticas pasaron a ser representantes precarios de la clasemovilizada, obligados a merecer o ganar su papel, y no ya representantes porderecho propio.

El problema de la dirección del frente opositor está relacionado con losintereses en juego. Octubre mostró una clase media movilizada, a lavanguardia de la lucha contra el gobierno. Sobre sus hombros descansaba elpeso visible del movimiento desencadenado por los camioneros (sector dondese combina pequeña burguesía y burguesía mediana), sostenido por loscomerciantes y los profesionales, principalmente los médicos. Según eldiscurso de la Unidad Popular, el papel de los gremios y colegiosprofesionales revelaba (mas bien ocultaba) una clase media bajo la hegemoníaideológica y la dirección política efectiva de algunas fracciones burguesas,aquellas que buscaban apresurar el desenlace. En realidad, existían fraccionesburguesas que necesitaban resolver rá pido el problema del poder, por quetemían que la Unidad Popular acumulara fuerzas suficientes, por ende que elproceso de nacionalizaciones se continuara y profundizara. Pero esasfracciones fueron capaces de atraer a las capas medias hacia sus posicionesporque se había producido una convergencia de intereses. Por lo tanto elfenómeno no se puede explicar sobre la base de una interpretaciónconspirativa sino como el efecto de un deterioro real de la situación de lascapas medias. Ese deterioro no sólo era económico, consistía sobre todo en lainternalización masiva de la amenaza de una posible destrucción del Estadocompromiso. Ese factor ideológico jugo un rol determinante, pero también seprodujo una pauperización relativa que afecto a los sectores asalariados declase media. Algunos estudios sobre el proceso redistributivo del período1970-1973 demuestran que fueron esos grupos de ingresos y no los sectoresempresariales los que soportaron los mayores impactos. 34

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Octubre fue el resultado de una acumulación de factores y condicionesfavorables, aunque en ningún caso fue una reacción mecánica, de ajusteespontáneo. Constituyo más bien un movimiento racionalmente orientadohacia ciertos fines y objetivos. Esos objetivos no eran unívocos u homogéneosni tampoco fueron estables a través de toda la crisis. Es fácil distinguir en lasdeclaraciones y editoriales de prensa del periodo una soterrada polémica de laOposición respecto de la línea política. En ese bloque también se presentabanproblemas de dirección que tenían su origen en discrepancias estratégico-tácticas. Sin embargo, los desacuerdos no alcanzaron, como en la UnidadPopular, la forma de una dualidad. El carácter no antagónico de lascontradicciones permitía que la mayor parte de los actos políticos de laOposición, aun aquellos en que las tendencias pretendían la autonomía y ladiferenciación, calzaran y convergieran en una misma dirección general. Estose observa con facilidad en la coyuntura. En esa ocasión les objetivos de losdiferentes participantes no eran idénticos puesto que solo para un sector (laDerecha mas Patria y Libertad) la meta explicita era el derrocamiento deAllende. Esa tendencia ya tenía una ideología autoritaria, en sentido estricto,cuyo núcleo era la idea que el esquema liberal de la lucha política debía sersuperado para conseguir los objetivos de largo plazo. Esos fueron los gruposque buscaron infructuosamente articular el movimiento civil con unasublevación militar, calculando que los efectos caóticos del paro del transporteactuarían como causa desencadenante. Esos sectores tenían objetivos mínimosalternativos, con el objeto de permitirse ajustes flexibles en el curso de losacontecimientos. Era en ese nivel donde se producían las convergencias entrelas dos líneas. Pero lo importante era que las metas mínimas no tenían unadiferencia de naturaleza respecto a las máximas, ambas se orientaban hacia lamisma dirección. Si el derrocamiento de Allende no era posible en loinmediato, el objetivo alternativo buscaba crear condiciones de difí cilrecuperación; así el objetivo máximo deseando continuara vigente peromediato.

Para los demócrata cristianos no se trataba de derrocar al gobi erno sino masbien de conseguir su rectificación polí tica, obligándolo a realizar el clásicoviraje hacia la derecha del tercer año que había sido, desde Aguirre Cerdahasta Frei, el tributo pagado por lo s gobernantes reformistas de turno a laestabilidad política. En la coyuntura estudiada, la Democracia Cristiana noestaba por el golpe inmediato, aunque las declaraciones públicas de laizquierda afirmaron lo contrario repetidas veces. Por cierto que el movimient otal como se desarrolló contenía la posibilidad golpista, que sería consecuenciadel caos provocado por el paro de transporte y del uso de métodos de lucha

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ilegales y casi insurreccionales. El putsch constituía un desarrollo posible,quizás constatado y reflexionado políticamente, pero que era sólo un derivadoeventual (no virtual) del movimiento y en todo caso no era el objetivo quecorrespondía a los intereses coyunturales de al gunos actores, por ejemplo laDemocracia Cristiana. ¿Por que? En esa época todavía estaba pendiente elproblema de la hegemonía dentro del bloque. La Democracia Cristiana nohabía tenido una iniciativa decisiva en el origen del movimiento y en susprimeras escaramuzas, además esperaba con optimismo el test electoral demana de 1973 que, según creían, permitiría revelar la impopularidad delgobierno y demostrar definitivamente su propio carácter de partido popular demasas. Para la Democracia Cristiana, en octubre de 1972 no estaban reunidaslas necesarias condiciones políticas para infringirle a la Unidad. Popular laderrota decisiva. Pero sí era un momento adecuado para obligarla atransacciones importantes, para debilitarla y asediarla, para comenzar unhostigamiento in crescendo. Lo que la Democracia Cristiana buscaba en lacoyuntura era la agudización de la lucha de clases a través de la ofensivaopositora, obligando con ello a la Unidad Popular a un repliegue defensivo. Elobjeto era impedir que pudiera continuar adelante con el programa o queconsiguiera formas de ajuste o equilibrio estable. Eso era el núcleo central desu táctica, expresada descarnadamente por sus ideólogos.

Ya se ha anotado que esas dos líneas diferentes se superpusieron ycoexistieron en lucha durante la primera parte del conflicto, hasta el momentoque la contraofensiva de la Unidad Popular hubo cerrado defin itivamente laalternativa golpista. Pero esas discrepancias, aunque eran contradictori asrespecto a los objetivos asignados a la coyuntura, no lo eran (de un modogeneral y absoluto) respecto a los aspectos de largo plazo. Esa compatibil idadpermitió que las dos líneas coexistieron sin graves danos de dirección.

Ambas líneas coincidían en un diseño táctico semejante. En ese nivel dos eranlos puntos esenciales: 1) producir el máximo de efectos caotizantes y 2) usarmétodos y formas de lucha que, por desafiar la autoridad gubernamental,demostrarán su incapacidad de mantener el orden frente a la “rebelión masivadel pueblo”. De más esta decir que octubre de 1972 fue el ensayo general deseptiembre de 1973, en el sentido que Trotsky hablaba en 1917 como unarepetición perfeccionada de 1905. Esto se observa con claridad en el niveltáctico, puesto que los elementos centrales en 1 972 también estuvieronpresentes en 1973 aunque con un ritmo distinto de desarrollo. En ambos casosse trataba de alargar al máximo los conflictos para prolongar los efectos

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caóticos. Esto buscaba crear un clima ideológico, apto para socializar la ideaque era necesario optar por el mal menor.

A su vez, la contra ofensiva de la Unidad Popular estuvo b asada en otros dosprincipios: 1) mantener la economía funcionando aunque fuere sobre la basede sus propias fuerzas y 2) buscar la solución del conflicto en punto nodal dela coyuntura, la relación con las Fuerzas Armadas.35

6. Octubre de 1972: La resolución

La crisis de octubre contenía en potencia la posibilidad de un desenlacegolpista, pero solamente en el sentido que ese era el objetivo conciente dealgunas de las fuerzas actuantes. Sin embargo, ese objetivo era prematuro ypor ello voluntarista. Su realización en ese momento hubiera significado ladestrucción institucional de las Fuerzas Armadas. Por lo tanto iba a contrapelode los intereses organizacionales básicos de esta. En la coyuntura estudiada launidad constitucionalista de las Fuerzas Armadas (que preservo la estabilidaddel gobierno) fue el resultado no de una adhesión abstracta a la ley y menos alprograma de la Unidad Popular, sino del de scubrimiento, por parte de losmilitares, de sus posibilidades como fuerza social dirigente, capacidad quedependía de la mantención de la unidad institucional. Entonces cualquier otrasolución la debilitaba, le restaba fuerzas y la sometía al juego de influencias ypresiones civiles. Es posible que el dilema en cuestión no fuera vivido ypercibido en octubre de esa forma, pero el desenvolvimiento posterior de loshechos y la articulación casi general de las corrientes castrenses internas entorno a un programa militar, demuestra que esa racionalidad jugo un papelimportante. Por eso en octubre, las intencion es abiertamente golpistas de laDerecha fracasaron.

Pero en ese cuadro ¿como fue posible una solución sobre la base de laparticipación de las Fuerzas Armadas en el gobierno? En apariencia losucedido parece contradecir la lógica del rol político autónomo. Pero, enrealidad, esa participación represento una forma de desarrollo de ese objetivo,precaria aun, pero la única posible entonces. Desde el punto de vista de losintereses propios de los militares esa formula les permitía jugar un rol políticosignificativo y también compatible con las condiciones de su integridadinstitucional en ese momento. Representaba una formula que permitía

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satisfacer simultáneamente, aunque por razones diferentes, a todos lossectores; era por lo tanto una formula de consenso interno.

Quizás el error básico de la Unidad Popular en las relaciones con los sectorescastrenses fue no percibir el desarrollo creciente, determina do por la situación,de una racionalidad de autonomía. La orientación de la Oposición fuejustamente el llamamiento mesiánico, el cual atribuía a las Fuerzas Armadas lacapacidad de salvar a Chile. Fueron los sectores civiles de la ultra derechaquienes primero lanzaron la idea de un partido militar, como la únicaalternativa de solución de la crisis.

Pero en octubre, la Oposición no resolvía todavía correctamente el problemamilitar. Seguía creyendo que bastaba golpear los cuarteles o desencadenarmovimientos como el de octubre para arrastrarlas tras sus posiciones. Nocaptaba todavía que los criterios de actuación de las Fuerzas Armadascorrespondían a un proyecto propio, no reductible de un modo simple a unaideología. No constituye un accidente que pos teriormente hayan elegido comodivisa del gobierno militar el “portalianismo”. Esa elección expresaba laimagen que querían dar de sí mismos: Portales fue representado como aquelque intento diferenciar, hasta el límite posible, los intereses del Estado de losintereses particulares, encarnando de ese modo la raci onalidad general de lasociedad.36 La interpretación asumida era discutible pero revelaba un proyectopolítico, cuyo elemento constituyente era la idea que las Fuerzas Armadas noexpresaban los intereses de una sola clase particular.

La solución encontrada a la crisis de octubre de 1972 provoco una violentapolémica en la Unidad Popular, la cual no se aplaco hasta el final. Lossostenedores de la tesis de la participación militar centraron su anál isis en lossiguientes puntos: 1) el movimiento de octubre representaba el comienzo deuna nueva fase de la lucha de clases en Chile, puesto que el objetivo delderrocamiento empezó a ser visualizado, por algunos sectores, como una metafactible a corto plazo, 2) la realización de ese objetivo fracaso en la coyunturade octubre porque no estaba resuelto el problema militar, 3) la Unidad Popularnecesitaba ganar fuerzas en ese campo, que constituía el nivel crucial para laestabilidad del gobierno y para el desarrollo del programa, 4) la forma maseficiente de ganar fuerzas era incorporando a los militares a la tarea delgobierno.37 Las tesis contrarias veían en esa participación un obstáculo para eldesarrollo de un poder popular de masas autónomo . El enfrentamiento delpeligro golpista lo veían ligado a: l) profundizar el desarrollo del programa,sin aceptar los limites fijados por el carácter burgués del Estado y 2) a

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desarrollar al máximo la fuerza propia (poder popular de masas) para evitar deese modo la dependencia respecto a las formas asumidas por las supuestascontradicciones internas de las Fuerzas Armadas.

Esta segunda tesis no razonaba en los términos requeridos por la propia formacomo planteaban el problema. Aquel diagnóstico no negaba la exist encia deuna ofensiva golpista, pero su razonamiento no partía visiblemente de esapremisa. Hacerlo hubiera requerido centrar el análisis en el problema de lacorrelación militar de fuerzas. En vez de eso centraron el problema en eldesarrollo de un poder militar de masas, el cual -paradojalmente- nunca fuepensado bajo la forma de un “Ejercito Popular”. Parecían concebir la defensadel gobierno sobre la base de fuerzas propias, emanadas de la organización yconcientización de las masas. Al contrario, la tesis que sostenía la necesidadde la participación militar centraba su aná lisis en la correlación de fuerzas. Sinembargo, el éxito de la táctica de estos últimos requería determinadascondiciones, las cuales no fueron posibles en el período comprendido entreoctubre de 1972 y septiembre de 1973.

La polémica sobre la incorporación de las Fuerzas Armadas en tareas degobierno tenía como telón de fondo la discusión sobre el carácter de clase deellas y sobre sus funciones en el aparato del Estado chileno. Al gunos de losanálisis realizados fueron una simple repetición de las tesis generales deLenin, otros aportaban un análisis mas riguroso, pero partiendo de la mismaconcepción general. En ese sentido, el análisis mas interesante es el deCastells.38 Este partía rechazando la idea de la neutralidad de las FuerzasArmadas, noción que tendría como fundamento la concepción revisionista dela neutralidad del Estado. De esa premisa no dedujo la consecuencia que se hahecho clásica, las Fuerzas Armadas como un instrumento dócil de laburguesía, su “brazo armado”. Para el las Fuerzas Armadas eran las defensorasde la institucionalidad como tal mas que guardianes de los intereses de laburguesía o de algunas de sus fracciones. Castells no elaboró a fondo lasconsecuencias de esa tesis y por ello dio forma teórica a un análisis de lacorrelación de fuerzas que separaba la “fuerza en las masas” del conceptogeneral. Sin embargo, su análisis de las funciones de las Fuerzas Armadas enel interior del aparato del Estado chi leno aportaba elementos que merecían unaelaboración mas detallada. A partir de ellos hubiese sido posible comprender atiempo que era imposible una colaboración estable gobierno-Fuerzas Armadasteniendo en frente una coalición burguesía-clase media. Esas clases en alianzapodían redefinir las opciones políticas de las Fuerzas Armadas.

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Ese esquema permite entender por que la colaboración de las FuerzasArmadas tuvo dos momentos cualitativamente distintos. El primero duro entrenoviembre de 1972 y marzo de 1973. En ese lapso se consiguió quebrar elconflicto que había paralizado el país y detener la ofensiva opositora. Elsegundo momento cubre el periodo julio-septiembre de 1973, durante el cualla participación de las Fuerzas Armadas agudizo los conflictos en vez dedetenerlos. Esta diferencia de efectos se explica porque durante la primera fasela contienda electoral de marzo desplazó el nivel del conflicto a un terrenodiferente y sobre todo por el hecho que la participación militar fue vista comouna garantía electoral. Pero durante la segunda fase los militares debieronenfrentar la rebelión abierta de gremios y partidos opositores, lo cualevidentemente aceleró al extremo sus contradicciones internas. En esemomento la participación de los militares en e l gobierno de la Unidad Popularles significaba enfrentarse con aquellos que siempre habían representado a susojos los valores de la institucionalidad.

Las relaciones militares-gobierno tuvieron una lógica y estuvieron regidas porciertas reglas. Esas pautas nunca fueron comprendidas por l a Izquierda quiencreyó más en la influencia carismática de Allende. La regla principal que loshechos posteriores confirmaron, era que la participación militar necesitabaadquirir una forma estable, expresada en un programa que también permitieraexpresar los intereses o la ideología militar. En caso contrario era preferibleprescindir de ella. Solo esa forma de participación, que por cierto limitaba lainiciativa de la Unidad Popular, le hubiera permitido a las Fuerzas Armadasoperar como mediadora respecto a la s clases medias, para detener suacercamiento con las fuerzas golpistas. Esta solución, que implicaba unareorganización política global, no fue nunca comprendida por algunos sectoresde la Unidad Popular. Por cierto que el problema de su viabilidad constituyeuna incógnita. Sin embargo, es claro que solo tuvo una hipotética viabilidadinmediatamente después de marzo de 1973, es decir, cuando el confl ictogobierno-gremios-clase media estaba provisionalmente aplacado y cuando sehabía despejado la incógnita electoral.

En síntesis, las relaciones del gobierno con los militares siguieron el mismomodelo que sus relaciones con las capas medias y la Democracia Cristiana. Enambos casos el desarrollo estable de esas rel aciones requería la opción por unprograma democrático-nacional. Eso hubiera implicado garantizar fo rmas departicipación de las capas medias en el bloque en el poder, sea bajo la fo rmade una alianza política formal, sea bajo la forma de acuerdos programá ticospuntuales, Al no existir ese entendimiento las capas medias (mas bien su

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organización política) reivindico el reconocimiento expli citó por parte delgobierno del rol del Parlamento, lo que les hubiera per mitido recuperarparcialmente su capacidad de control y dirección del gobierno. Esareivindicación tenía una base objetiva. Al dislocarse parcialmente el sistemade la separación de poderes, a causa de la táctica política de la Unidad Popular(resquicios legales), la burguesía y también la clase media, cuyo poder políticoestaba localizado en el Parlamento y en el Poder Judicial, quedabanmarginadas del sistema central de decisiones. Ese fue otro de los elementosque explican los procesos de radicalización. Todos esos factores ycontradicciones se manifestaron en la crisis de octubre, expresión de la rupturaentre las capas medias y el gobierno. En ese sentido constituyo una coyunturacrucial.

La hipótesis general de este artículo es que la única alternativa viable para laUnidad Popular era la aplicación de un programa democrático-nacional sobrela base de una alianza efectiva con los sectores medios. La permanencia de lainstitucionalidad pre-existente que no era posible destruir, porque no se teníala capacidad militar, ni modificar porque no se tenía fuerza parlamentaria,creaba límites ineludibles, que se estrecharon en la medida que se desa rrollo laofensiva opositora. El criterio de realidad, sobre el cual tanto insiste elleninismo (“real politik”), debió obligar a la Unidad Popular a actuar deacuerdo al poder adquirido, evitando las ensoñaciones ideológicas. Sinembargo, la aplicación de la línea viable enfrento obstáculos poderosos quenunca fueron superados.

7. Los obstáculos de una línea democrática nacional

En primer lugar, la factibilidad del modelo no fue homogénea a través deltiempo. La evolución de los acontecimientos acentúo progresivamente elproceso de fascistización de las capas medias. Por ello el tiempo ideal parahaber intentado crear condiciones políticas efectivas fue antes que se hicieranvisibles los síntomas de la crisis económica y se agudizara la rupturaideológica de las clases medias con la Unidad Popular, como consecuencia dela propaganda ideológica, de la tensión provocada por la agudización de losconflictos, de la sensación de amenaza, del deterioro de las condiciones devida. Ese tiempo ideal era el principio del gobierno, incluso hasta diciembrede 1971. Junio de 1972, cuando fracasaron las conversaciones de acuerdo,hasta octubre de 1972 fue el tiempo de germinación de la crisis. Después de

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octubre todos los intentos de restablecerlos lazos con las capas mediasconstituyeron remedos o soluciones fallidas, destinadas a fracasar por laacción de condiciones objetivas. Sin embargo, cuando la posibilidad dealianza efectiva, con los requisitos que ell a involucraba, era más factible sehizo imposible: 1) por el clima ideológico en que vivía la Unidad Popular y 2)por las contradicciones internas de la Democracia Cristiana.

A medida que se desarrollaba y acentuaba la crisis económica y que por ende,la lucha de clases tomaba formas mas agudas y amplias, se fue desarrollandoel proceso de radicalización de las capas medias, como consecuencia de lascondiciones existentes y también de la lucidez con que la dirección política dela Derecha comprendió el rol que esos sectores podían jugar. Ese proceso, quelos convirtió en masas movilizadas tras objetivos golpistas, significó unamutación ideológica de las capas medias, por lo menos de su discurso. Elprincipal elemento mutado fue la nueva vinculación que se empezó a realizarentre la defensa del status quo vivido como defensa de la libertad o de losvalores cristianos, y el cambio en la forma del Estado. El principal problemaque enfrenta hoy día el desarrollo político de Chile es saber si esos contenidoshan adquirido estabilidad o si sólo fueron una respuesta reactiva.

A esta altura es importante distinguir entre radicalización y fascistización,términos que hasta el momento hemos usado como sinónimos. La segundamodalidad tenia como contenido preciso la aspi ración del Estado autoritariomientras que la primera constituía una forma de rechazo, si se quiere extrema,a la política de la Unidad Popular, pero dentro del marc o liberal. El proceso defascistización estuvo estrechamente ligado con la desarticulación y la crisiseconómica chilena. El vinculo entre ambas variables era resultante: 1) deldeterioro de las condiciones de vida, que creo condiciones subjetivasfavorables para la radicalización de las posiciones políticas de las capasmedias y para que su critica a la Unidad Popular involucrara al sistemapolítico que la hacia posible, 2) de la agudización de la lucha de clases en elterreno económico, la cual aumento la intensidad de los enfrentamientos entreciertos grupos de las capas medias y el gobierno.

A partir de diciembre de 1971 ya se observaban indicios de una radicalizaciónideológica y política de las capas medias. Pero ese proceso sol o tomó la formade fascistización después del fracaso de las conversaciones con la DemocraciaCristiana. De ese modo se abrieron las compuertas para que se desplegara lamarea de octubre.

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Esa fascistización no era, en sentido es tricto, la adhesión a una doctrinacoherente que planteara un modelo corporativo de organización de lasociedad. Más bien era una posición que se fundaba en la crítica al populismo,a los supuestos excesos del liberalismo político y que recurría, para sustituir elpasado, al ideal del gobierno autoritario. Esa ideología había tenido, en lahistoria política chilena después de 1930, algunas manifestaciones larvarias yconfusas: de ese carácter pre-fascista fueron algunas de las expectativas quedespertó Ibáñez. El fenómeno tenía además claros antecedentes históricosexternos. Por ejemplo, las relaciones entre la pequeña burguesía y el fascismo,en especial el papel que esas capas jugaron como clase -apoyo para la defensadel orden en determinadas situaciones históricas habían sido investigadasrespecto a los casos clásicos de Alemania e Italia y también respecto al casobrasileño.39 Esos libros circulaban entre nosotros, pero sus amenazas nofueron recogidas y asimiladas. Nuestro modelo era la Rusia de 1917. Algunosllegaron a preguntarse si la coyuntura se asemejaba a 1905 o a 1917, si a abrilo a julio o a septiembre.

La derrota de la Unidad Popular no fue entonces la obra de una simple“conspiración” de la burguesía monopólica que utilizo como brazo armado alos militares. Represento algo mas grave y profundo. Fue el resultado de lacapacidad de una fracción, mas interesada que nadie en derrotar al gobierno,para generar un movimiento social amplio, para aislar a la Unidad Popular,para exacerbar y movilizar a las capas medias socavando la ideología quesostenía el Estado liberal chileno y para hacer su rgir sobre sus cimientos unaideología inversa que se cubrió de los propios ropajes de lo que destruía.

Un nudo gordiano de este proceso fueron las relaciones entre la UnidadPopular y las capas medias. Un tratamiento distinto del problema de laDemocracia Cristiana, cuyo requisito político era la definición del carácter delproceso como democrático-nacional, hubiese quizás evitado tanto laradicalización como la fascistizacion de las capas medias. Pero cuando esteúltimo proceso ya se desencadeno era imposible crear condiciones políticas deestabilidad, porque sus efectos repercutieron en las Fuerzas Armadas. En elesquema descrito ellas se sienten obligadas a una opción aparente entre la“institucionalidad democrática” y la alianza con la izquierda para enfrentar alas capas medias movilizadas. Los resultados son los conocidos.

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CONCLUSION: DE LA ILUSION DEL SOCIALI SMO ALPOPULISMO DE IZQUIERDA

Los vietnamitas dijeron muchas veces “Ustedes hablan demasiado delsocialismo. Es una tarea lenta y larga. Nosotros somos mas prudentes”. Perolas ilusiones, que son de por si tenaces, lo son mucho mas cuando creenbasarse en la ciencia. Socialismo o fascismo era la divisa. El principioestratégico fundamental era la afirmación que ninguna forma societalintermedia entre el capitalismo y el socialismo podía alcanzar la estabilidadnecesaria.

Pero las ilusiones no tienen la suerte de las sombras platónicas del mito de lacaverna. Enfrentadas a la realidad ellas no construyen lo deseado sino socavanlas condiciones que lo harían posible. Cuando se persigue la ilusión delsocialismo sin poder concretarla, o sea como un mito, el resultado no puedeser otro que derivar hacia una forma aparente, el populismo de izquierda.Forma aparente, no porque se aproxima al modelo, sino porque lo imita,porque copia sus elementos externos y superficiales, porque se reviste con losropajes que puede.

Durante el periodo 1970-1973 se verifico una doble imposibilidad: la deimponer un modelo democrático-nacional o en su reemplazo un esquemainsurreccional que resolviera (quizás con que futuro) la impasse de poder. Esasituación condujo a la Unidad Popular a intentar una forma de conciliaciónentre un modelo y otro. Esa forma transaccional no podía ser otra cosa que lacaricatura de ambas, puesto que estaba compuesta por elementos diferentes. Elresultado fue que la Unidad Popular combinaba el liberalismo políticoexacerbado con un programa de reformas radicales, que algunos queríanprofundizar como si tuvieran la totalidad del poder. El presente era planificadosobre la base de la hegemonía obrera. Pero la realidad decía otra cosa a cadamomento. El enfrentamiento a fondo burguesía-proletariado, en el marco deun Estado liberal representativo, agud izaba la crisis hegemónica: la Oposicióntuvo éxito en cercar institucionalmente al gobierno, haciéndole perder sucapacidad de ejercer la autoridad y de desarrollar políticas.

Dentro de este esquema emergieron todas las contradicciones del desarrollochileno. La imposibilidad de una autent ica disciplina económica, laincapacidad para construir con los sectores medios un consenso mínimo, lafuerza de las ideologías redistributivas y populis tas, impidieron crear

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condiciones para regular y minimizar las contradicciones entre el nuevodesarrollo económico en gestación y las reivindicaciones políticas. Cuando laizquierda estaba en la Oposición esa asimetría favorecía su propiocrecimiento. Pero la situación se modifica en 1970 . Al acceder la UnidadPopular al gobierno la contradicción referida se desarrolla y multiplicavolviéndose contra ella.

La pregunta que la afirmación anterior suscita es esta: ¿En Chile, país pobre yperiférico, el Estado liberal-democrático es compatible con las condiciones deldesarrollo económico acelerado? La experiencia de la Unidad Popular parecenegar esta hipótesis, incluso al nivel de universalidad con que esta aquíplanteada (desarrollo económico en general). Sin embargo, lo que hizofracasar a la Unidad Popular fue el carácter populista de su política, por lotanto la incapacidad de implementar un proyecto de desarrollo sobre la basedel consenso y la disciplina de la clase obrera y las clases medias. La alianzaentre ambas fuerzas sociales era lo único que permitía resolver lacontradicción manteniendo al mismo t iempo las libertades políticas y elsistema de negociación.

Un elemento característico del populismo de izquierda es su incapacidad parasuperar el esquema de una relación clientelistica con los trabajadores. Estosson tratados como si sólo entendieran el lenguaje de sus intereses inmediatos.Lo clásico de ese modelo es que no se recurre a la clase como sujeto, es decirllamándola a realizar un proyecto histórico en las condiciones reales, conlimitaciones que afectan su poder y sus intereses. No se le tra ta como si ellafuera capaz de entender fronteras y restricciones. En ese cuadro la hegemoníaobrera era entendida en la perspectiva populista, como la primacía de losintereses, demandas o aspiraciones inmediatas o espontáneas de la claseobrera.

Par eso se trata de un populismo, porque la relación con la clase se basa en unelemento de oculta manipulación. En eso reside la incapacidad de aglutinar omovilizar, porque en el fondo los partidos tienen c on la clase a la que recurrenuna relación paternalista. La relación que se establece efectivamente (más alláde las palabras) es entonces la típica vinculación de la organización del lídercon la masa disponible, a quien se l e retribuye sus vítores o sus votos conalgunas ventajas.

La búsqueda o persecución ilusoria del socialismo no podía conducir a la metaesperada. Condujo más bien hacia aquello que preparaba el autoritarismo, el

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populismo de izquierda. En ese tipo de régimen lo que parecía hegemoníaobrera no era mas que el barniz del espontaneí smo obrero o la oportunistaadulación pre-electoral. Este tipo de populismo era incapaz de conseguir ladisciplina social necesaria para un proyecto de transformación real, eraineficiente para movilizar las energías sociales requeridas. Desencadenabaexpectativas, desarticulaba la sociedad pero no tenia el poder, ni la capacidadde re-estructurarla. No era capaz de manejar la contradicción entre elcrecimiento económico y las masas populares o grupos de presión movilizadosdentro de un esquema político liberal; todo lo contrario, la amplificaba alextremo.

Las contradicciones y ambigüedades de la Unidad Popular le impidieronrealizar un gobierno democrático-nacional sobre la base de una alianzaefectiva con los sectores medios. Aquello no era lo bastante, se qued aba amedio camino de la meta. Pero el modelo democrático-nacional, si hubiesesido intentado cuando sus condiciones de posibilidad estaban vigentes, podíaasegurar niveles adecuados de estabilidad, por que permitía crear un frentesocial muy amplio, aislando políticamente a las fuerzas contrarias. No fue así.El resultado es conocido. Parece que los mitos siempre cobran sus víctimas.

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1. Carlos Marx, El Capital, Fondo de Cultura Económica, 1958. Ver Tomo I, cap. XXIV;Barrington Moore, “Social origins of dictatorship and democracy”, Beacon Press 1968.2. Ver por ejemplo: MAPU, El primer año de gobierno popular, Ed. Roda, 1971 y NuevasTareas para el Gobierno Popular (Acuerdo de El Arrayán), Ed. De Frente, 1972.3. Las mejores expresiones teóricas de esta tendencia son: Joan Garcés, entre otrosartículos: “Estado burgués y gobierno popular”, en Cuadernos de la realidad nacional,diciembre de 1972; José Antonio Viera Gallo, “El segundo camino hacia el socialismo:aspectos institucionales”, en Cuadernos de la realidad nacional, diciembre de 1972; SergioRamos, “Capitalismo de Estado, dependencia y transición al socialismo”, entrevista de laUniversidad Técnica, abril de 1972.También: Eduardo Labarca, “Corvalán 27 horas”, Ed. Quimantú, 1972; Jorge Insunza,“Nuevos problemas tácticos”, Principios N°138; MAPU, El carácter de la RevoluciónChilena, 1970.4. Luis Corvalán, Camino de Victoria, septiembre de 1971 . Este libro contiene artículos ydocumentos que cubren el periodo 1964 -1970.5. Esa tesis tiene su expresión política en la Revista Punto Final. Uno de los principalesfundamentos teóricos es: Andrew Gunder Frank, Capitalism and underdevelopment inLatin America, Historical studies of Chile and Brasil, Monthly Review Press, 1967.6. Respecto a las expresiones técnicas de esta línea: Manuel Castells, La lucha política declases y la democracia burguesa, CIDU, Documento de Trabajo N° 60 ; MAPU, Informe dela Dirección Regional al Segundo Congreso Regional, diciembre de 1972. También:Revista Marxismo y Revolución, N° 1, julio-septiembre 1973; en Cuadernos de la realidadnacional, Hugo Zemelman “La significación del poder popular ”, julio 1973.7. Para un esbozo de crítica del concepto, tal cual el era utilizado: Segundo Funes, “Ladualidad del poder”, en De Frente, N° 13, octubre de 1 972. Sobre el uso leninista delconcepto ver: Lenin, Las tareas del proletariado en nuestra revolución, Tomo IV, ObrasEscogidas, Ed. Cartago y en general el Tomo IV.8. En general los análisis izquierdistas del periodo se basan en: Milles Wolpin, “Factoresestructurales que impiden el triunfo de la Unidad Popular ”, Revista Pensamiento Crítico1970.9. La posición de Millas esta planteada en su articulo, “La clase obrera en las condicionesdel Gobierno Popular”, El Siglo, 6 de agosto de 1972.10. A propósito de este tema ver: Eduardo Novoa, “El difícil camino de la legalidad”, enRevista de la Universidad Técnica, abril de 1972.11. Sobre esa polémica ver Carlos Cerda, “El leninismo y la victoria popular”, Ed,Quimantú, 1971. Especialmente la segunda parte.12. Hoy día las únicas publicaciones accesibles (relativamente) del rico material de luchainterna de este periodo son: El primer añ o de gobierno popular, Ed. Roda, 1971 y Elsegundo año de gobierno popula r, 1972. También: Octubre 72. El Partido ante la ofensivafascista, Edit. Barco de Papel, 1972. Ver especialmente “La crisis de Octubre y la líneaproletaria”.13. Esta división ocurrió el 7 de marzo de 1 973.14. Este aspecto también esta indicado en: Manuel Castells, op. cit.15. Un importante estudio sobre esa crisis es: Raúl Ampuero, La Izquierda en PuntoMuerto, Ed. Pla, 1969.16. Fernando Claudin, La crisis del Movimien to Comunista Internacional, Tomo I, Ed.Rueda Ibérica, 1970.

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17. Sobre el desarrollo histórico de este partido: Alejandro Chelé n, Trayectoria delsocialismo, Ed. Astral; Julio Cesar Jobet, El Partido Socialista de Chile, Ed. Pla, 1971, dostomos.18. Sobre la historia del Partido Comunista: Elias Lafferte, Vida de un comunista, E d.Astral, 1972; Luis Corvalán, “Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar”, Ed. Austral, 1972;José Miguel Varas, “Juan Chacon Corona”, Ed. Austral 1972; Galo González, La lucha porla formación del P.C. chileno, 1958.19. Para un comentario critico sobre esta polémica: Ernesto Laclau (h), “Feudalismo ycapitalismo en America Latina”, en Sociedad y Desarrollo, N° 1, enero - marzo de 1972.20. Un libro de un economista comunista contemporáneo que caracteriza de ese modo l aformación social chilena: Jose Cademá rtori, La Economía Chilena, Editorial Universitaria,1966.21. Regis Debray, La Revolución en la Revolución”, Ed. Punto Final.22. Ver: Julio Cesar Jobet, op. cit. Tomo II.23. Sobre este tema ver la sección titulada “Materiales para el estudio del Área dePropiedad Social”, en Cuadernos de la realidad nacional, N°l, enero de 1 972.24. León Trotsky, La Revolución permanente, Ed. Granito, s.f.25. Muchos textos de Lenin tratan este tema. Citamos al azar: El contenido económico delpopulismo y su critica en el señor Struve, Obras Completas, Ed. Cartago, Tomo I; Elprograma agrario de la social democracia en la primera Revolución Rusa de 1905 - 1917,Obras Escogidas, Ed. Cartago, Tomo II ; L”impot en nature, o, C. (Ed. francesa), tomo 3226. Nos referimos a un análisis tan importante como el de José Nun, “El golpe militar declase media” en Claudio Veliz, El conformismo en America Latina, Ed. Universitaria,1970.27. Ver: MAPU, El carácter de la revolución, 1970.28. Alistair Henessy, “America Latina”, en Ionescu y Galiner (comp.) Populismo, Ed.Amorrortu, 1970.29. Celso Furtado, “Brasil: de la republica oligárquica al estado militar”, en Jean ClaudeBernardt, Brasil Hoy, Ed. Siglo XXI, 1970 .30. Para conocer el pensamiento del fascismo doctrinario: Pablo Rodríguez Grez, Entre laDemocracia y la Tiranía, Imprenta Printer Ltda., 1971 .31. Por ejemplo: Claudio Orrego, El paro nacional: vía chilena contra el totalitarismo, Ed.Del Pacifico, 1972.32. Confrontar por ejemplo, Jaime Castillo, Los caminos de l a Revolución, Ed. Pacifico,1972 y Eduardo Frei, La verdad ti ene su hora, Ed. Del Pacifico, 1955. Estos dos l ibrosrevelan dos estilos, pero también dos contenidos, porque ambos (pese a su diferencia deniveles de abstracción) tratan el problema de la revolución.33. MAPU, octubre de 1972: el Partido frente a la ofensiva fascista, Ed. Barco de Papel,1972.34. Arturo León, “Los cambios en la distribución del ingreso en el gran Santiago. 1970 -1972”. Versión Preliminar, junio de 1973.35. Para un estudio general sobre las Fuerzas Armadas en Chi le ver: Alain Joxe, Para unanálisis de las relaciones de la Unidad Popular con l as Fuerzas Armadas, desde unaperspectiva teórica marxista; Manuel Castells, op. cit. y Fernando Castillo, RafaelEcheverria, Jorge Larrain: “Las masas, el Estado y el probl ema del poder en Chile”, enCuadernos de la realidad nacional, abril de 1973, N° l6 .

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36. Esta interpretación esta incluida por Alberto Edwards, ver por ejemplo. La organizaciónpolítica de Chile, Ed. Difusión, 1943.37. El texto mas explicito es “La crisis de octubre y la línea proletaria”, en MAPU, op. cit.38. Manuel Castells, op. cit.39. Nicos Poulantzas, Fascisme et dictadure, Ed. F. Maspero, 1970; Helie Jauguaribe,“¿Estabilidad social por el colonial fascismo? ”, en Jean Claude Bernard, op. cit.

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EVOLUCION HISTORICA DE LA IZQUI ERDACHILENA:

LA INFLUENCIA DEL MARXISMO (*)

*Este artículo fue presentado en el Seminario de CLACSO , realizado en Punta de Tralca (Chile)sobre el tema “¿Que significa hacer política?”. Este texto fue publicado en un libro editado porNorbert Lechner que recoge los trabajos del Seminario.

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Para la izquierda chilena, ¿cuales eran las concepciones de la revolución y delsocialismo o el enfoque de la política dentro del Estado en que se negociaba,participaba del poder estatal y competía por el control del gobierno?:Contestar esa pregunta puede parecer un ejercicio rutinario. Lo elijo porquepermite explorar el universo cultural de la izquierda, una de sus facetas comosujeto político. Hacerlo crea condiciones para enfrentar con una perspectivaaccional las tentativas inciertas y las direcciones contradi ctorias del periodo dela Unidad Popular, así como las insuficiencias, debi lidades y fragmentacionesposteriores.1

Esa izquierda tuvo, desde el Frente Popular triunfante en 1938, gran influenciapolítica y capacidad de movilización electoral. Ese periodo culmina con eltriunfo de 1970 y con la derrota de 1 973. Como se sabe, ella no fue laresultante de una conspiración castrense o de un complot de la CIA, sino dealgo más complejo, una crisis del Estado en cuyo desarrollo semetamorfosearon las ideologías políticas democráticas de los sectoresburgueses, pero también de segmentos de las capas medias y de los sectorespopulares.2

Después del derrocamiento de 1973 la persistente y violenta represión explica,en parte, la impotencia actual de la izquierda para hacer política. Además,desde 1976 tomó cuerpo una critica radical de la teoría preexistente, la queerosionó el universo sobreviviente de certezas; desde 1979, la divisiónsocialista acelero la atomización y la dispersión y desde 1980, la previsiblederrota plebiscitaria permitió el auge de las tesis sobre la impasse de las“soluciones políticas”. Muchos retoman los modelos revolucionarios clásicosy eligen la lógica de la guerra o, por lo menos, la aceptan.

Gran parte de la izquierda razona en 1982 desde el mismo punto que en 1970 ;se trata todavía de la izquierda nacida a la vida estatal entre 1932-1938 y cuyoperfil se había cristalizado en 1958; una izquierda anti-reformista, en cuyodesarrollo cobro una gran influencia la Revolución Cubana. Muchos de susdiscursos actuales se nutren de esa misma fuente teórica; por ello son claros,pero anacrónicos. En medio esta la derrota, el despliegue de las armas, elpoder desnudo e inconmovible que arraso el antiguo Estado co n susinstituciones representativas, sus pactos y alianzas interclasistas, suscompromisos cruzados entre actores múltiples. El surgimiento de unaizquierda que abandona la rotunda distinción entre reforma y revolución y queelabora un nuevo discurso, es todavía débil. Sus palabras son vacilantes,

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elusivas, porque no tienen un claro principio de identidad ni un universo dereferencia.

El tema principal de este artículo es la naturaleza de los sistemas teóricos enuso por parte de la izquierda: el análisis de su estructura conceptual, surelación con los militantes, su relación con la cultura popular. No intentodesnudar “la pobreza de la teoría” porque el problema no es conceptual, nisiquiera intelectual, en un sentido restringido; no tiene que ver con el “papelde las ideas”, sino con problemas de construcción de hegemonía. Es decir, serelaciona con organizaciones, sujetos, aparatos, con los bloqueos que la teoríaen uso genera para la política democrática de la izquierda.

La primera proposición de este artículo se refiere a la relación entre marxismoe izquierda. Desde la fundación de ese tipo de partidos, el marxismo fue elprincipal sistema teórico utilizado, pero no siempre de la misma forma o conel mismo estatuto. En los momentos constitutivos se le mencionaba como unsistema flexible y relativamente abierto, o bien ocurría que la realidad socialdel partido era multifacética y compleja pese a las referencias teóricasrestrictivas. Con la evolución histórica, especialmente desde 1 958 haciaadelante, los sistemas teóricos se homogeneizaron y sufrieron un proceso deprogresiva “vulgarización”. En la primera parte de este articulo trato demostrar ese proceso.

1. Hegemonía del marxismo en la izquierda chilena

Desde sus orígenes históricos, la principal referencia “ideal” de la izquierdachilena ha sido el marxismo. Casi es ocioso decir que se trata de u n hechooriginal. Aunque este se defina a si mismo como la sistematización teórica delos “intereses objetivos” del proletariado, “su esencia trasmutada en ciencia”,la simple postulación de ese carácter no ha asegurado la equivalencia entre laconciencia histórica imputada y la conciencia empírica o real. En lassociedades capitalistas, el marxismo no es frecuentemente la principalideología operante en el proletariado. La mayor parte de las veces no se puederecurrir a la explicación “teórica”, a la ausencia de “una organización políticaautónoma de clase obrera”. Casi siempre estas existen, aunque a menudoaquellas “vanguardias” únicamente constituyen pesados esqueletos quecumplen con los requisitos doctrinales y las legitimaci ones externas, pero sinninguna difusión entre la clase obrera o en los sectores populares.

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Por el contrario, en Chile los partid os de izquierda han recurrido al marxism ocomo su concepción de la política y del socialismo sin, por ello, quedarconfinados en un ghetto. Desde la década del 30, con solo algunasdiscontinuidades, han movilizado a los sectores populares, convirtiéndose ensus principales representantes políticos. En America Latina esa pauta eraatípica. A menudo los partidos comunistas constituían formacionesminoritarias, aislados de la cultura popular, representando las inquietudes deuna elite política euro céntrica y filosoviética.

La energía y las ilusiones de las masas eran encabezadas por Perón por Vargaspor Velasco Ibarra. El populismo carecí a de consistencia teórica, de unproyecto vertebrado y se movía en otro espacio distinto a la dicotomíacapitalismo/socialismo. Apelaba a las energías primarias y a los símbolosnegativos, al rechazo pasional contra los explotadores, los opresores, lacorrupción, más que a la razón, expresada en las figuras de la estrategia, delproyecto, de la necesidad histórica de la etapa democrática, de las condicionessociales de la emancipación. Movimientos carismáticos, con una ideologíaconfusa donde se mezclaban ingredientes de diverso género: todo en ellosescandalizaba las ínfulas racionalistas y científicas que los marxismos criolloshabían heredado de las tradiciones teóricas de la IIa. y IIIa. Internacionales.Pero, ¿que fuerza popular tenían Vitorio Codovilla o Prestes, compar ados conPerón o con Vargas?

En muchos países latinoamericanos, la importancia de los movim ientospopulistas y la incomprensión de ese fenómeno por parte del marxismo criollosignifico el aislamiento de este último respecto de la cultura popular y de susformas políticas de expresión. En Chile, desde la década del 30, losfenómenos populistas tuvieron una importancia solo ocasional y sefortalecieron las instituciones partidarias, entre ellas las organizacionesmarxistas, que lograron movilizar en forma estable una parte importante de laclase obrera y de los sectores populares .

La hipótesis de este articulo es que el marx ismo represento en Chile algo masque la ideología de un conjunto de partidos, con una relación superficial yaparente con las masas, una simple referencia ritual, importante para losintelectuales políticos, pero carente de sentido para los “hombres comunes”.Es posible afirmar que constituyo un componente importante de la culturapolítica nacional, especialmente entre los sectores popu lares. Se habíadesarrollado como uno de los sistemas hegemónicos en el ámbito de lasideologías políticas, cuya influencia se hacia sentir mas all á de los partidos

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políticos de izquierda. Era uno de los más importantes referentes “ideales”operantes en la sociedad chilena. Era el sistema teórico en uso por parte de lospartidos de izquierda, pero además significaba otras cosas.

Esa posición del marxismo en el sistema cultural esta demostrada por lossiguientes hechos: a) por la importancia que adquirió en las universidadesdesde el momento de la reforma, o sea cuando se empezó a expresar en lasaulas la voluntad de estudiantes y profesores; b) par la importancia queadquirió en el mundo intelectual, donde l legó a ser un referente teórico de lasinterpretaciones y análisis de todas las corrientes avanzadas; c) porque seconvertía en el marco ideológico alternativo que atraía a los sectores políticosen proceso de radicalización, especialmente en el campo cristiano y d) porquese difundió como “filosofía popularizada”, mucho mas allá de la capa de.intelectuales profesionales.

Quizás sea eso ultimo lo mas importante, imposible de reali zar sin la activaparticipación de. “intelectuales difusores” (individuales o colectivos, lasorganizaciones partidarias) que tradujeron las tesis abstrusas y sofisticadas dellenguaje filosófico, científico o político del marxismo, exhalando este ultimoun fuerte aire clausewiano, en ideas-fuerzas y en símbolos movilizadores.

Desde la década del 60, esos objetivos los consiguió en Chile con mayoreficacia que otras ideologías. Su desarrollo solamente se puede comparar conla penetración cultural conseguida por la Democracia Cristiana, que contabacon el auxilio de los aparatos hegemónicos de la Iglesia. Tuvo una capacidadde expansión mucho mayor que la del liberalismo. Esta ideología de las clasesdominantes tenía una composición diluida, tibia, inconsistente, muy diferentede la que ha adquirido ahora. Vivía en una perpetua posición defensiva,siempre dispuesta a las soluciones eclécticas.

En esa etapa el marxismo salvo algunas barreras importantes en su luchaideológica con el social-cristianismo. Había logrado penetrar el bastióncatólico, desterrando el veto moral al socialismo y consiguiendo que fuesepermitida la opción revolucionaria; había quebrado el monopoliosocialcristiano del pensamiento avanzado en algunas universidades y habíaerosionado la unidad de la Democracia Cristiana, aprovechando la frustraciónidealista y doctrinaria por los resultados del gobierno. Sin embargo, pese aque, a fines de la década del 60, el social-cristianismo experimento undesgaste, no vio aniquilada su capacidad hegemónica. Basaba su fuerza enproporcionar motivos ético-religiosos a las opciones políticas, en que tenia el

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carácter de ideología “unificante”, con capacidad de penetración en capassociales muy diversas, con cuyos intereses y “visiones de mundo” searticulaba.

En los años 60, especialmente al final, el marxismo expandió su influenciaentre los intelectuales y consolidó sus posiciones como “filosofíapopularizada”: era el sistema hegemónico entre las masas obrerasradicalizadas y entre otros sectores en mutación o crisis de identidad que seacercaban a la izquierda.

No obstante su capacidad de dirección cultural unificadora estaba frenada porla influencia socialcristiana en la cultura política popular. La izquierda nuncapudo abarcarla entera. Ese universo se escindió en dos segmentos querepresentaban concepciones de mundo contradictorias en sus fundamentosfilosóficos. Uno apuntaba a la lucha de clases y a la revolución como mediosde la emancipación humana, el otro a la justicia social y a la caridad; uno a laposibilidad del bien absoluto sobre la tierra, el otro a la salvación divina, a lacreencia de que la historia temporal reflejaba la lucha sin termino entre lagracia y el pecado.

La polarización entre esos dos mundos culturales contribuyo a impedir que laizquierda fuese capaz de elaborar un proyecto expansivo, con una perspectivanacional. La articulación con la tendencia socialcristiana, que cumplía unafunción de mediación de otros sectores sociales con lo popular, quizás hubiesepodido contrabalancear el “clasismo” del marxismo en uso. Paradójicamente,la misma fuerza cultural que este había conseguido le impidió contar con unapercepción acabada de sus limites, de su dimensión nacional precaria, de suincapacidad de unificar a la clase obrera y a los sectores populares, de lasituación de “equilibrio hegemónico” con la Democracia Cristiana entre esossectores (por la capacidad de esta para movilizar una masa irreductible condimensiones estables).

Influencia en la capa de intelec tuales y en el sistema de enseñ anzauniversitaria, atracción respecto a sectores en proceso de cambio ideológico einfluencia en los sistemas teóricos de otros cuerpos doctrinales, difusión como“filosofía popularizada” entre parte importante de los sectores populares: esosson algunos indicadores de la hegemonía alcanzada por el marxismo en Chile.Pero existía la otra faz; la imposibilidad de neutralizar la influencia cultural delos sectores reformistas competitivos dentro de la clase obrera o de articularsecon ellos; por lo tanto se vislumbraba la ausencia de una mediación

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ideológicamente eficiente de la izquierda, formulando el discurso de la luchade clases y del socialismo, con los sectores no populares o con los segmentosno radicalizados de la clase obrera.

2. La evolución histórica de la teoría marxista de los partidos

Se ha dicho que el vínculo estrecho entre marxismo y movimiento popular fueoriginario. Efectivamente, provenía de Recabarren, surgido de la tradición delPartido Demócrata, una combinación de reformismo avanzado y desocialismos pre-marxistas. Conocedor de Proudhon y de los u tópicos, enestrecho contacto con las ideas anarcosindicalistas que prolif eraban en elnaciente movimiento obrero, fue atraído por el “socialismo científico” y larevolución rusa, aunque sus principales escritos pertenecieron al mundo del“humanismo moral” mas que al marxismo.3 Las paginas que escribió sobre elsocialismo y la felicidad humana demuestran lo lejos que estaba de la“necesidad histórica”. En 1922, cerca del final de su vida, fundo el PartidoComunista, el cual se vinculo desde el principio a la IIIa. Internacional . Lanaciente organización se incorporaba así a los debates del movimientocomunista internacional, se obligaba a la disciplina en materia doctrinal yestratégica que el organismo mundial exigía a los partidos afiliados y seproclamaba marxista-leninista, adoptando las concepciones, entoncespredominantes, sobre los contenidos y el significado de esa teoría.

a. La evolución de los comunistas

Tres grandes momentos pueden encontrarse en la evolución teórica del PartidoComunista. El primero duro desde la fundación hasta 1933, el segundo desdeesa fecha hasta el X Congreso de 1956 y el tercero hasta fines de 1980 ,momento en que se abrió una interrogante sobre el contenido de la línea.4

Pese a que es posible, y heurísticamente necesario, distinguir estas diferentesetapas, debe decirse que se trata de un desarrollo, en algunos terrenos, sinquiebras ni rupturas. La referida pauta estuvo caracterizada: a) po r lamantención invariable del marxismo -leninismo como marco de referenciateórica; y b) porque las evoluciones se adaptaron a los ritmos de cambio delmovimiento comunista internacional, cualesquiera fuesen los organismos dedirección que marcaban las modificaciones o virajes y los sistemas de señales

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que las indicaban, cuando en 1946 se eliminaron los vínculos organizacionalesexplícitos.

El primer momento ha sido caracterizado como la etapa “izquierdista”5 Desdela misma fundación hasta 1933, durante casi todo el periodo de crisis políticadel Estado oligárquico, en que se produjeron esfuerzos de reacomodaciónreformista, bonapartista o populista, el partido permaneció casi al margen dela escena política estatal. Esta ausencia tenia que ver con un tipo de líneapolítica que propiciaba el enfrentamiento “clase contra clase” y la revoluciónsocialista como tarea inmediata, lo que dejaba al partido aislado y condificultades para situarse entre las fuerzas validas de una crisis estatal quecreaba potencialidades reformadoras.

Esta línea de revolución socialista y de rechazo de principios a las so luciones“intermedias”,6 que tenia como fundamento una visión catastrófica sobre laevolución del capitalismo mundial, constituía una repetición ritual de las tesis,por otra parte chocantes en su izquierdismo economicista, del VI Congreso. 7

Se trataba de un partido sin capacidad de organización clandestina, diezmadopor la represión de Ibáñez entre 1927-1931, integrado al movimiento sindical,pero sin capacidad de movilización política de la clase obrera, sobrepasadopor la constante movilidad de escenario que generaba la cr isis estatal,segregado de las corrientes civiles y militares progresistas.

En dicho momento político, postular la línea de una revolución democrático-burguesa, tan tradicional en las posiciones del marxismo, podría haberadquirido significación política porque proponía una alternativa, en uncomenta de descrédito de la oligarquía y de fracaso de los caudillosrenovadores. En cambio, el partido propuso una solución maximalista, carentede toda capacidad de ejecutar, actuando como una caja de resonancia de lasresoluciones de la Internacional.

Sin embargo, tanto la tesis de la revolución socialista como la ausencia de laescena estatal, como efecto del carácter mítico de la línea, no constituyeronuna consecuencia mecánica de la influencia de la Internacional. Se encarnaroncon fuerza en el partido chilena porque eran concordantes con su raíz históricaprimordial. Por las condiciones en que fue elaborada, esa línea representabamás un gesto de rebelión ética que una formulación estratégica, realizadasegún las reglas del cálculo de fuerzas. Había un barniz marxista-leninista,impuesto por las relaciones con el mundo externo; pero, apenas se rasguñabaesa capa, surgían las raíces obreristas, el humanismo moral de las enseñanzas

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de Recabarren, las tendencias antiestatistas del viejo cuño anarquista, quecalzaban con los llamados a la “revolución-social” mucho mejor que con elformato “etapista”.

El partido vivía, entonces, una doble realidad: por una parte, pesaba lainfluencia de dirección de la IIIa. Internacional, que impuso esa línea como larealización del leninismo en “la fase de crisis aguda del capitalismo mundial ”;por otra parte, actuaban raíces obreras, moralistas, anarquizantes de losmilitantes que la acogían, porque esa línea representaba su tradición históricamucho mejor que las tesis clásicas del Lenin de “Las dos tácticas”. Aunqueimpuesta por la IIIa. Internacional, en la línea de la revolución socialistaresonaba la voz moralista de Recabarren, las viejas tradiciones obreristas queveían en el Estado un enemigo, mas que un campo de operación para la claseobrera; clase que, por purismo, no concebía la formación de alianzas y quemiraba la política con ojos maliciosos.

El partido era todavía una prolongación del movimiento obrero de lassalitreras y de las mancomunales; surgía de ese mundo cultural8. Lavinculación con la Internacional recubrió superficialmente ese esqueleto conlos ropajes de las teorías y polémicas elaboradas en el movimiento obreroeuropeo. Aunque parezca paradójico, la línea de lucha por la revoluciónsocialista tenía la virtud de hacer compatible el análisis estratégico de laInternacional con los impulsos y tradiciones en que se había formado elpartido.

Pero el costo que esto significo fue doble. En primer lugar, favoreció lacreación, desde el comienzo, de un hábito de dependencia intelectual, ypolítica respecto a las instancias de dirección del movimiento comunistainternacional y, en segundo lugar, también favoreció la conducta apática delmovimiento obrero en la crisis estatal. Estar activamente presente hubierarequerido pensar en términos de alianzas en el Estado más que en ladestrucción de ese Estado, en la necesidad de su absoluta sustitución.

En 1933, bajo la influencia de las discusiones sostenidas en el BureauLatinoamericano de la Internacional, se produjo el viraje que ha marcado laevolución posterior del partido. El primer paso consistió en abandonar la líneade la lucha por la revolución socialista a favor de la vieja concepción de lasetapas, que afirmaba la necesidad de un momento democrá tico-burgués 9. En1935, cuando ya la Internacional había lanzado la consigna de los “frentespopulares”, esa primera aproximación de 1933 fue perfeccionada: se l e agrego

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una propuesta de alianza de base amplia, en que debían participar radicales ysocialistas. Comenzaba la etapa de “estatalidad” de la política de la izquierda,interrumpida en 1973.

En lo sucesivo las modificaciones de la línea fueron solamente críticasparciales de las formas de aplicación de la tesis de la revolución democrático-burguesa, o profundizaciones de esa misma línea.

El cambio de 1933 represento una modificación del análisis del capitalismomundial y de las posibilidades de desarrollo del capitalismo en Chile. Asícomo la línea previa se inspiraba en la creencia en un capitalismo agonizanteque estaba a punto de sucumbir a sus crisis y, por ende, sostenía suincapacidad para jugar un papel “progresista” en el desarrollo nacional, lanueva línea se inspiraba en las teorías clásicas sobre la necesidad de culminarlas tareas de industrialización y modernización que correspondían alcapitalismo, antes que fuera posible pensar en una etapa superior deorganización. El atraso de la sociedad chilena era interpretado en términos deun dualismo estructural, consecuencia de insuficiencias en el desarrollocapitalista y de la incapacidad de la oligarquía para crear, desde el Estado, lascondiciones de la industrialización. En esta teoría se le asignaba un papelimportante a las burguesías nacionales, de las cuales se tenía una visión másoptimista que la del propio Lenin, teorizador de la incapacidad de la burguesíapara cumplir un rol importante en la revolución democrática.

Entre 1933 y 1956, esta línea sufrió modificaciones o criticas, ninguna de lascuales afecto el diseño estratégico ni el marco analítico global.

Entre 1938 y 1945, las relaciones entre los comunistas y la alianza de centro-izquierda estuvieron plagadas de malentendidos. Una de las primeras razonesdel distanciamiento fue el cambio de posición de la URSS en sus relacionescon la Alemania de Hitler, producida por el pacto Molotov -Ribbentrop. Mastarde, los problemas surgieron como consecuencia de la “políticacontemporizadora” de los socialistas. En particular, las intervencione s deSchacke en la Conferencia Panamericana de 1940 fueron blanco de la criticade los comunistas debido a la total ausencia de una “dimensión clasista” en elanálisis de la política internacional.

Pero la critica mas incisiva tuvo lugar en el IX Congreso de 1945. La temáticacentral fue la del “seguidismo” del movimiento obrero frente a la “direcciónburguesa”, lo que involucraba un balance muy negativo sobre la profundidad

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de las reformas emprendidas. La alianza de centro -izquierda no había sidocapaz de cumplir acertadamente con las reformas exigidas por la etapa. Lacausa de esto se advertía en las vacilaciones de la burguesía, en su incapacidadpara jugar un papel consecuentemente democrá tico. Era necesario asegurar ladirección obrera y popular de la revolución democrática. Con el fin de laguerra terminaba la etapa de la “gran alianza”, se acercaba el momento de lalucha por la “repartición del mundo”. En ese marco se entiende el énfasispuesto en la crítica al “browderismo”, teoría típica de la fase de comunidad deintereses entre la URSS y la alianza occidental.

En las elecciones de 1946, los comunistas formularon como requisito políticosu plena participación gubernamental, única forma de garantizar la “influenciaobrera” en la dirección del proceso de cambios. Con esas condicionesapoyaron a González Videla. Dicha decisión, adoptada al término de la guerra,cuando se preparaba un cambio decisivo en las relaciones entre la URSS y lospaíses capitalistas, constituyo una reedición atrasada de los “frentespopulares”. Como es sabido, ella termino con la ilegalización de loscomunistas, decisión inspirada por la política norteamericana, perodesencadenada por la fuerza electoral que los comunistas demostraron en laselecciones municipales de 1947 y en las movilizaciones obreras de aquel año.

Resulta importante consignar que ese cambio estatal no produjomodificaciones esenciales en la línea. Más bien significo su reforzamiento yprofundización, por la importancia asignada a la lucha democrática y por laformulación táctica de reinserción en el Estado. Fue en este periodo en que elpartido desarrollo más activamente las tesis sobre la necesidad de lademocracia, convirtiéndose en un portavoz de las “libertades publicas”,primeramente en oposición contra el gobierno de González Videla y, mastarde, contra las veleidades antiparlamentarias que se suscitaron en los círculosibañistas, algunas de ellas teñidas de un populismo militarista. A esos gruposque proponían “reformas profundas por la fuerza” los comunistas opusieronun programa de democratización legal. La dirección comunista combatiófuertemente el “reinosismo”, tendencia interna (surgida en 1949) quepreconizaba el paso a la acción directa como medio para conseguir unasuperación revolucionaria de la “dictadura legal”.10 Orientaron sus esfuerzosen el camino contrario, hacia la reforma política del Estado, por mediospacíficos y construyendo una amplia coalición contra las medidas represivas.11

En síntesis, la ilegalización permitió que ganase fuerza el tema de lademocracia, el cual se transformo en eje central del discurso del partido. Sinembargo, la teoría predominante dentro del movimiento comunista

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internacional no dejaba espacio para una reelaboración del conjunto enfunción de ese tema, revisión que hubiera permitido una critica de lasnociones utilizadas y de las realidades que ellas denotaban. Se vivía el periodotranscurrido entre el término de la guerra y el XX Congreso, cuando se habíaabandonado el uso del término democracia a secas del periodo de la luchaantifascista. La tendencia consistía en diferenciar entre las distintas formas ydenunciar las “falsificaciones burguesas”, criticar las nociones de igualdadempapadas de formalismo jurídico. Era el momento de construcción de las“democracias populares”.

En esta etapa se introdujo, además, otro elemento nuevo. Se trataba del temade la lucha anti-imperialista, cuya inserción correspondía a variacionesexperimentadas en la política del movimiento comunista internacional. Comoconsecuencia de la guerra fría y de la ampliación del campo socialista, de lasintervenciones, norteamericanas en diversas partes del mundo, se desarrollo lateoría del papel decisivo de las contradicciones entre el campo so cialista y elimperialismo, en la cual existía más de algún resabio de preocupaciones quesuscitaron las tesis del “socialismo en un solo país”. En el marco de ladescolonización y las revoluciones nacionales se relanzo la temática de lasburguesías nacionales, ahora en función de una estrategia de cortenacionalista.

La política aplicada por los comunistas en esta fase de ilegalización, donde envez de sucumbir a la tentación rupturista redimensionarón el valor de lademocracia y se orientaron a la reinserción en el Estado, estuvo influida por laproblemática internacional del mundo socialista. La respuesta de este a laofensiva de la guerra fría no fue una recaída en el clasismo de 1927, sino todolo contrario: la definición de una línea de frentes amplios con signa anti-imperialista. El reordenamiento del mundo después de la guerra, con laparticipación norteamericana en el resurgimiento de Europa y del Japón ya nopermitía alimentar esperanzas respecto del derrumbe del capitalismo.

En esta etapa, que comenzó en 1933 y duro hasta el XX Congreso , se produjola “normalización” del Partido Comunista. Desapareció esa tensión de la faseprevia, entre las viejas tradiciones ideológicas de origen popular y el marcoeuro-céntrico que imponía la Internacional. El partido se reorganizo y seeliminaron los vestigios de ese leninismo “incompleto” de la etapa precedente.Asimiló las versiones estalinianas del marxismo-leninismo como su propiomarco interpretativo y su perspectiva de análisis. Fue un partido fiel en elterreno doctrinal y estratégico, inteligente y flexible, además, para aplicar en

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la realidad chilena las líneas del movimiento internacional, que entoncesexistía como realidad monolítica.

Su línea internacional estaba basada en la teoría de la equivalencia entre elsocialismo y la URSS. Defendió todas las posiciones que esta asumió enpolítica exterior: el pacto germano-soviético, la definición de la guerradespués de la invasión hitleriana, o el juicio sobre el socialismo yu goslavo,que el partido chileno no trepidó en calificar de social -fascista, cuando esta erala definición que utilizaba Stalin. Aceptando ciegamente la tesis del partido -guía y la existencia de leyes generales de la revolución se situó entre lospartidos mas “conservadores” del sistema, aquellos que participaronactivamente en la excomunión de los herejes que preconizaban las víasnacionales.

Este dogmatismo teórico y esta fidelidad sin crítica a la política de la URSS secombinaba con una gran capacidad para a prender de la realidad históricanacional, demostrada cuando la aceptación de las presiones norteamericanasmarginó a los comunistas de la acción política estatal. Esta ilegalizaciónsignifico un retroceso importante para un partido que había definido laparticipación gubernamental y la influencia electoral o parlamentaria comomecanismos de realización de su línea de revolución democrática. En esecontexto represivo que, durante mucho tiempo, pareció difícil superar sinpérdidas importantes para el partido y para su basamento sindical, fue capazde elaborar una línea de recuperación democrática y una táctica de reinserciónlegal en el Estado que dio sus frutos en 1958.

La evaluación global de dicho periodo, como de la totalidad de la evoluciónteórica del partido desde 1933, es inevitablemente ambigua debido a que teníamúltiples significaciones. Demostró la capacidad de elaborar de manerafecunda y de imponer como política popular la línea de redemocratización delEstado, así como de asignarle un papel importante a la preservación yvigorización del régimen democrático dentro de su estrategia de “liberaciónnacional”. Pero, simultáneamente, este período significó el alineamiento totalcon las tesis del movimiento comunista internacional dirigido por el PCUS.Por tanto, representó la extirpación de los elementos de la tradición nacional-popular, ligados a la herencia de Recabarren y a los procesos primitivos deconstitución del movimiento obrero, donde se mezclaban de un modoheterogéneo elementos culturales diversificados. El partido limpio esos“escollos” a fin de dejar campo libre a la plena introducción de la “ideologíauniversal del proletariado”. Los militantes disidentes, acusados de

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divisionistas y pequeño-burgueses, engrosaron casi siempre las filas delsocialismo.

El partido definía sus funciones intelectuales de esta manera: a) aplicar a larealidad nacional la línea “leninista” universal, b) difundir esa línea,considerada un saber teórico ya constituido y probado, c) absorber lasmodificaciones que, al ritmo de los cambios históricos, debían producir loscentros dirigentes del movimiento.

El más importante de esos cambios se produjo en 1956, co n ocasión del XXCongreso. ¿Cómo fueron recibidas las denuncias contra la polí tica estalinianaque implicaban confesar treinta años de un falso endiosamiento teórico ypolítico, así como aceptar que las criticas de los socialistas chilenos,violentamente combatidas, eran veraces y acertadas?

Como en la mayor parte de los países, el XX Congreso tuvo mayorrepercusión en los partidos comunistas debido a sus tesis sob re la coexistenciapacifica y sobre las formas de transición al socialismo. Por tanto, no provocóuna reflexión en profundidad sobre la naturaleza del socialismo impl antado enla URSS, sobre el carácter de los partidos o sobre la estructura monocéntricade dirección del movimiento internacional. El esta linismo fue considerado unfenómeno ya superado, cuya existencia no remeció la conciencia política delpartido ni ocasiono una reevaluación del juicio sobre el socialismo real. Se leconsidero una desviación ocasional de los principios de la dictadura delproletariado. Pero esta noción siguió siendo definida a la manera estaliniana,como la dirección del Estado y de la sociedad por un partido que se asigna larepresentación de la clase obrera, con el fundamento básico de que esta habíaconquistado el poder. Las modificaciones terminológicas introducidas en laURSS, como el abandono del nombre de “Estado de clase” para adoptar el de“Estado de todo el pueblo” no se concretaron en una nueva teoría de ladictadura del proletariado ni en nuevas formas socializadas de organizacióndel poder.

Asimismo, las publicaciones del partido en Chile se centraron en larenovación teórica producida por el XX Congreso y en los éxitos del planquinquenal, empequeñeciendo la crítica a Stalin. Esa actitud era doblementecomprensible porque las nuevas tesis confirmaban la línea seguida. El partidohabía agitado las consignas de la democratización con gran éxito político. Peroestas no tenían, en su discurso teórico, una prolongación estratégica.Correspondían a las necesidades defensivas que planteaba el agitado

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momento. Los combates ganados por evitar que, en el cl ima tenebroso de laguerra fría y del macartismo, los comunis tas fueran aislados como fuerzas“peligrosas” que merecían estar en la ilegalidad y, por ultimo, que fueranempujados a la “guerra a muerte” contra el sistema, demostraban la grancapacidad política del partido. Las líneas aprobadas en el XX Congreso lepermitieron ir más allá. Dos cosas aportaron al partido chileno las decisionesde 1956. En primer lugar, la tesis de la “transición pacifica” que permitía ligaren un solo todo la lucha por la democratización y la lucha por el socialismo.En segundo termino, la línea del “frente único” entre socialistas y comunistas,en reemplazo de la política de enfrentamiento que la guerra fría habíarelanzado en el mundo.

En su X Congreso de 1956, el partido chileno ratifico plenamente la línea delucha dentro del sistema político y de avances graduales hacia el socialismo,línea ya insinuada en el periodo anterior, pero que entonces no contaba conuna teoría, legitimada como marxista-leninista, con la cual formularse. Estaprofundización se vio favorecida por ciertos procesos políticos que tuvieronlugar entre 1956 y 1958, periodo en el cual se produjeron hechos quedemostraron el carácter históricamente viable de la línea. 12

A comienzos de 1956, incluso en forma paralela a la realización del XXCongreso, se inicio la formación de un frente entre socialistas y comunistas.Este culmino favorablemente cuando recién fueron conocidas las resolucionesdel evento del PCUS. A mediados de 1 957 se reunificaron las dos tendenciasen que se había dividido el socialismo, lo cual favoreció la solidez del reciéncreado “Frente de Acción Popular”. En 1958 se aprobaron en el Parlamentodos importantes reformas políticas. La primera fue la derogación de la Ley deDefensa de la Democracia, fruto de la lucha de los partidos de izquierda y desu capacidad de movilización de otras fuerzas; la segunda fue la reforma de lalegislación electoral, la cual favorecía la representatividad del sistema,propiciada por los demócrata-cristianos. Por último, en septiembre de 1958, laizquierda casi alcanzó el triunfo en las elecciones presidenciales: Laposibilidad de ganarlas empezó a visualizarse como la forma concreta derealización de la estrategia de la “transición pacifica”. Para ello se requería elfortalecimiento de la unidad socialista-comunista. Se abría una nueva etapa enlas relaciones entre los dos partidos, las cuales se habían caracterizado hasta1956 por la lucha más que par la colaboración.

La necesidad política de la unidad permitió empequeñecer las diferencias que,sin embargo, eran bastante significativas. Los comunistas mantuvieron su

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línea de un “Frente de Liberación Nacional”, que se concretaba en unprograma de reformas con contenido antim onopólico, pero no anticapitalista,puesto que se le seguía asignando un papel a las burguesías nacionales. Enconcordancia con ella, proponían una concepción amplia de las alianzas quebuscaba atraer a las fuerzas de centro. Los socialistas opusieron a la tesis deuna coalición de “partido populares” la de una coalición de “partidosizquierdistas”. La unidad se realizo, pese a las diferencias. Para los co munistasexistían dos hechos nuevos, a los cuales subordinaron constantemente suspropias opciones tácticas: a) la posibilidad de un “gobierno popular”; y b) laimportancia decisiva de la alianza con los socialistas, sin la cual seaminoraban las expectativas electorales y se aumentaba la posibilidad de uncatastrófico aislamiento. 13

El triunfo que Frei logro en 1964, cuando infligió a la izquierda una derrota,que no esperaba, afecto seriamente las posibilidades de la línea de “liberaciónnacional”, la cual proponía movilizar, tras un programa popular, a las capasmedias y a sectores burgueses no monopólicos. En primer lugar, las eleccionespresidenciales de 1964 y las parlamentarias de 1965, posteriormente,modificaron la representación política de las capas medias y, ocasionalmente,de los sectores burgueses más modernos. Estos se desplazaron hacia unaDemocracia Cristiana que constituía una organización de centro con unprograma de modernización avanzado y coherente con pretensionesalternativas (el comunitarismo como formula “ideal” de sociedad). Ensegundo lugar, la tesis de una etapa democrática de la revolución afronto undoble ataque. Uno por el lado de la experiencia cubana que, en ese terreno,“demostraba” la necesidad de una rápida transformación de la etapademocrática en socialista. El otro como consecuencia de la critica de un grupode intelectuales, la mayoría extranjeros avecindados en Chile, quienesobtuvieron gran audiencia en las unive rsidades en proceso de reforma. Frank,Theotonio dos Santos y Marini sometieron a una devastadora critica históricay teórica las teas tradicionales de los comunistas acerca de las supervivenciasfeudales existentes en la sociedad chilena, el papel de las burguesíasnacionales, así como el enfoque global, la estrategia de las reformasmodernizadoras como una etapa previa del socialismo. Estas tesis fueroncalificadas como la versión izquierdista de la teoría “burguesa” de lamodernización. 14

Por otra parte, la importancia asignada por los comunistas a la alianza con lossocialistas redujo considerablemente su margen de maniobra. Tuvieron quesubordinar su actitud ante el Gobierno demócrata-cristiano a las posiciones

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más rígidas de los socialistas. En esas condiciones, la política de alianzasamplias no pudo desarrollarse en la dirección del principal partido centrista ydebió reducirse al esfuerzo de atraer a los radicales, quienes habían dejado deser la fuerza electoral decisiva.

Las líneas generales de la etapa anterior se mantuvieron. En momentos en queel marxismo aumentaba su fuerza hegemónica y ganaba cuerpo entre losintelectuales y en las universidades, los comunistas mant uvieron su fidelidadal marxismo-leninismo, cuyo estatuto de ciencia única y excluyente se estabaafianzando dentro de la izquierda chilena, justo antes de su periodo de crisismundial; provocada por la invasión checoslovaca y el eurocomunismo.Además conservaron su adhesión irrestricta a la política soviética, debilitadapor el cisma chino. En relación, los problemas con la revolución cubana y lasintervenciones militares se adhirieron a las posiciones del país-guía. Paraellos, los intereses del socialismo seguían siendo idénticos a los intereses de laURSS, en un periodo en que se resquebrajaba el monolitismo del movimientocomunista internacional.

Tanto las tesis del XX Congreso como, posteriormente, la crisis delmovimiento a nivel mundial, legitimaron la preocupación por las “víasnacionales”. Había terminado una fase en que dicha inquietud representabauna herejía, la causa de la excomunión contra los yugoslavos y de múltiplessospecha., contra Togliatti. En este marco hay que apreci ar los esfuerzos delos comunistas por la “vía chilena”, por elaborar la especificidad del casonacional. No obstante, es necesario destacar que l o hicieron en un momento enque el marxismo latinoamericano era invadido por nuevas pretensiones degeneralidad, derivados en este caso de la línea guerrillera, inspirada en larevolución cubana.15

En todo caso, el carácter esencial asignado a la unidad de la izquierda obligo alos comunistas a adoptar posiciones de compromiso respec to a muchosproblemas. Como consecuencia de esa subordinación se resintieron ydebilitaron algunas de sus tesis históricas, entre ellas las que apuntaban a laconstitución de una gran coalición popular, donde estuvieran representadas lasprincipales fuerzas reformadoras, y la que asignaba al “gobierno popular” unnítido carácter de etapa diferenciada en la construcción de largo plazo de lascondiciones políticas del transito al socialismo. El claro “etapismo” que sehabía formulado desde 1933 dejo paso a la idea de la “combinación de tareas”,forma particular de definir el programa de la etapa democrática. 16

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En esta etapa, que se prolongo de 1958 hacia adelante, donde uno de los ejespolíticos de la izquierda era la esperanza en un “gobierno popular”, serevelaron las debilidades de los comunistas para influir intelectualmente en laizquierda. Algunos de los signos más visibles fueron: a) la incapacidad parareformular sus interpretaciones históricas tradicionales sobre la sociedadchilena, uno de los fundamentos cuestionados de su proyecto político dealianzas, b) su debilidad frente al “veto socialista”, lo cual los obligaba aacomodarse y contemporizar con la visión izquierdista en boga dentro de esacolectividad, y c) su apego a la tradición teórica impuesta par los análisis delPCUS, visión que le impedía desarrollar a fondo una concepción de“socialismo nacional” que tomase en cuenta las particularidades de l Estado yde la estructura de clases en Chile.

b. La evolución del socialismo

El Partido Socialista fue fundado en 1933, agrupando a nuevas fuerzas que sehabían incorporado a la política después de la caída de Ibáñez y que estuvieroncomprometidas en el putsch populista-revolucionario de 1932. La actitudreticente de los comunistas frente a ese proceso político, que fue el verdaderoacto constituyente” de la nueva organización (desvalorización que provenía deuna visión izquierdista), definió por mucho tiempo las relaciones entre ambasorganizaciones, fortaleciendo la vocación de los socialistas por “representaruna alternativa dentro de la izquierda.

Dos grandes momentos pueden señ alarse en la evolución teórica de lossocialistas. La primera etapa comprende desde l a fundación hasta lareunificación de 1957; la segunda abarca desde ese momento hasta la divisiónde 1979.17

La primera etapa se puede definir como el momento nacional-popular. Susprincipales características están marcadas par una clara pretensión dediferenciación ideológica y política con los comunistas. Esos rasgosdistintivos pueden sintetizarse en la forma siguiente: a) una definición masflexible sobre el papel del marxismo como “guía teórica”; no se le confería uncarácter exclusivo puesto que debía combinarse con los aportes de la “cienciasocial moderna”; b) la mantención, no obstante lo anterior, de los temasidentificadores de una perspectiva revolucionaria, como el papel de la lucha declases, la necesidad de reemplazar al Estado burgués por un “Estado detrabajadores” y el socialismo como superación del capitalismo; c) la critica alInternacionalismo eurocéntrico de los comunistas y su reemplazo por una

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perspectiva americanista, nutrida en las posiciones originales del aprismo; d)la critica sin concesiones al estalinismo como deformación del proyectosocialista y, por tanto, el rechazo a aceptar la equivalencia entre el socialismoy la URSS; e) el cuestionamiento de la política Internacional de la URSS, loque llevo a los socialistas a adoptar una clara posición favorable a losyugoslavos y a rechazar la invasión de Hungría; f) la definición del partidocomo popular y no exclusivamente obrero; g) la participación activa de lossocialistas en los gobiernos de tipo “frente popular” donde desarrollo unprograma de reformas democratizadoras, de fomento de la industrialización yde fortalecimiento del papel del Estado como regulador de desigualdades,colaborando en la definición del estilo peculiar del desarrollo chileno; h) elaprecio por las experiencias revolucionarias latinoamericanas, desde larevolución mexicana hasta el proceso boliviano dirigido por el MNR; i) lavoluntad de elaborar una alternativa nacional de construcción socialista,proyecto formulado en los tiempos difíciles en que las posturas estalinianasconvertían dicha pretensión en una herejía.

La riqueza de la perspectiva teórica y política que inspiro este periodo de lossocialistas les permitió, mediante la crítica al estalinismo, mantener viva l aimagen de un “socialismo humanista”. Pero el verdadero sello que marco laacción del partido fue su forma particular de “estatalidad”, la participación enlas coaliciones gubernamentales. El referido periodo estuvo caracterizado poruna contradicción entre los proyectos de reformas que e l partido proponía ylas realizaciones efectivas. Esa situación mantenía dentro del partido una luchapermanente entre los grupos críticos y los defensores de la política utilizada,lo que promovía tendencias cristalizadas e incluso rupturas. La másimportante fue la protagonizada por el grupo de los “inconformistas” que sesepararon del partido en 1940 para terminar posteriormen te entre loscomunistas.

Los sectores disidentes formulaban tres criticas principales: a) la incapacidaddel partido para influir decisivamente en la dirección del Gobierno, lo quesignificaba que sus proyectos de reforma eran postergados, cuando nosimplemente rechazados; b) el “seguidismo” del partido frente a una direcciónburguesa vacilante y comprometida con los intereses econ ómicos, lo queadelantaba un tema comunista de 1 945; y c) la ausencia de una perspectivaestratégica que ligara “la actual etapa de reformas” con el proceso deconstrucción socialista.

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Esas disensiones internas reflejaban un problema de fondo: la convive nciaconflictiva entre una tendencia con pretensiones revolucionarias, donde teníaninfluencia intelectuales trotskistas como Humberto Mendoza, 18 y unatendencia que definía al partido como una organización que promovíareformas desde el Estado, próxima al diseño de partido del socialismo francésde la época; fuertemente implantado en el Estado y participando como el alaizquierda en los gabinetes de coalición. Los primeros veían en esa actitud ladisolución de las posibilidades revolucionarias y el abandon o del proyecto deconstituir una alternativa de los comunistas en el campo del socialismo y noen otro espacio, el de la social-democracia.

Estos grupos, más o menos estructurados según el carácter de la coyuntura, seenfrentaron en numerosas oportunidades. En 1943, los sectores más radicalesimpusieron el retiro del partido de los gobiern os de coalición. Pero losenfrentamientos mas importantes tuvieron lugar a propósito de la colaboraciónsocialista en el Gobierno provisorio de Duh alde y, mas tarde, en el momentode la aprobación de la Ley de Defensa de la Democracia, cuando algunosgrupos socialistas la apoyaron y se manifestaron disp uestos a colaborar con elGobierno de González Videla. Dicha situación provocó la división del partidoen 1948, la cual perduro hasta 1957. El grupo “colaboracionista” fundo elPartido Socialista de Chile y el sector mayoritario el Partido SocialistaPopular, que recogía las tradiciones teóricas de carácter nacional-popular: laperspectiva revolucionaria y la crítica a los “socialismos históricos” y alestalinismo, la valoración de las experiencias populistas que se desarrollabanen America Latina. 19

El sentido de la incorporación de los socialistas populares en la experiencia de1952 fue vincularse a las energías desplegadas en las masas por lamovilización carismática de Ibáñez, critico de la corrupción política, de lasvinculaciones militares con los Estados Unidos, que prometía reformassociales y una mayor intervención estatal. Buscaban orientar desde dentro esemovimiento heterogéneo en una dirección nacional-popular. Con ello sepretendía concretar, dentro de las posibilidades que ofrecía la coyuntura, unanueva estrategia donde la vinculación al populismo sirviera para construir lasbases de la construcción socialista. La incorporación en la experiencia ibañistano era considerada una reedición de los gobiernos de coalición, dondepredominaba un centrodirigido por los “sectores burgueses”, sino como algodistinto, la vinculación con un movimiento popular movilizado por un lídercarismático, sin apoyos partidarios sólidos y estables y, por lo tanto, en unasituación de disponibilidad que permitía intentar orientado hacia una política

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de reformas profundas. Esa opción de los socialistas populares (la cual losaíslo de las fuerzas de izquierda que lanzaron un candidato propio),demostraba la intención de vincularse al movimiento popular real para, desdesu seno, disputar la dirección a las fuerzas heterogéneas que rodeaban alcaudillo.

El fracaso rotundo de esta experiencia marco la línea política que lossocialistas populares desarrollaron desde entonces. Fue en ese momento enque empezó a ganar fuerza la tesis del “Frente de Trabajadores.”20 En suversión original, ella constituía una crítica a la alianza de clases que proponíala línea comunista de “liberación nacional”, en particular al papel de lasburguesías nacionales y al esquema “frentista”, que llevaba a los partidospopulares a “subordinarse” a las fuerzas de centro. Según los socialistas, laexperiencia histórica chilena había demostrado que tales coaliciones eranincapaces de promover las reformas necesarias, en particular lanacionalización de las riquezas y de la banca, la reforma agraria y lasindicalización campesina; la democratización real del Estado, las medidasantimonopólicas. Los partidos centristas constituían fuerzas comprometidascon el latifundio y el capital financiero e industrial. Como se puede observar,el contenido del programa no era muy distinto del que promovían loscomunistas. Pero había una diferencia doble que cambiaba su sentido: residíaen la concepción de la alianza de clases y en la del frente político, reducido alos partidos izquierdistas.

Pese al debilitamiento electoral y polí tico en que los sumió el fracaso de sucolaboración con Ibáñez, los socialistas populares fueron capaces de imponera los comunistas su concepción de un frente de “partidos obreros”. Además;fueron capaces de conseguir que la unificación del socialismo en 1957 serealizase en torno a las tesis del “Frente de Trabajadores”, pese a que el otrogrupo socialista estaba muy ligado a los comunistas y había llegado a serelectoralmente más poderoso.

Desde 1958 comenzó la segunda etapa en la historia ideológica del socialismo.Tal proceso puede caracterizarse po r una creciente “leninización” y por elprogresivo abandono de la perspectiva teórica original, de carácter nacional-popular.

Por otra parte, ese proceso significó un acercamiento en el terreno doctrinariocon las posiciones tradicionales de los comunista s. Ambos empezaron a actuardentro de un mismo espacio ideológico, donde compartían un conjunto de

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significados comunes. Entre ambas organizaciones se creo una zona deconsenso cognitivo, que aproximaba el tratamiento de los problemas delsocialismo y de la estrategia revolucionaria.

Sin embargo, se trataba de una aproximación con una simultáneadiferenciación. Esto significa la referencia a un marco teórico común que erainterpretado de modos diversos. No es extraño, entonces, que continuaran lasdiscrepancias en materia estratégica y táctica, e incluso que ambasorganizaciones se vieron envueltas, por ejemplo en ,1963 y 1965, enimportantes polémicas públicas. Tales discusiones, guardaban relación con laoposición entre las líneas de “Frente de Liberación Nacional” y de “Frente deTrabajadores”, con el problema de las formas de lucha, con la políticainternacional del campo socialista a propósito del cisma chino y de lareedición bajo Kruschov del problema yugoslavo o de la intervención militaren Checoslovaquia y, ultimo, con las modalidades de la oposición al Gobiernoreformador de Frei. 21 Pero todas esas diferencias, aun siendo profundas, nodebilitaron la unidad del frente político. Una de las explicaciones de estaforma de estructuración de las diferencias es que ambas organizaciones sehabían acercado en la forma de definir el socialismo o el papel de la teoría; lasdos se referían a un mismo corpus, el leninismo.“Esta “leninización” de los socialistas fue facilitada por el “arreglo de cuentas”con el estalinismo en 1956. En esa forma se derr umbo lo que constituía paralos socialistas la principal barrera política, porque el leninismo como teoría sedespojaba de la hipoteca estaliniana. Pero, además, esa aproximación fuefacilitada por la destrucción del monolitismo en el campo socialista. Elestallido de la unanimidad permitía adherir al leninismo sin alinearsesimultáneamente con la tesis del país-guía y del modelo revolucionario, sintener que hacer equivalentes la URSS con el socialismo. El leninismo se habíaconvertido en una teoría con significaciones múltiples, sin que existiera uncentro dirigente con capacidad autoritaria de interpretación.22

La “leninización” del socialismo chileno adoptó forma de izquierda,residiendo en eso su diferenciación del enfoque comunista. Tres procesospermiten entender esta forma de evolución ideológica. El primero fue laderrota electoral de 1964 y la entronización en el Gobierno de un partidoreformista con gran capacidad hegemónica, dotado de un programa global ycoherente, con cuya realización amenazaba minar la base popular de laizquierda, clausurando las posibilidades de un “Gobierno popular”. Elsegundo factor tuvo que ver con un doble aspecto: a) con la polémica que se

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suscito a propósito de las tesis de la “transición pacifica”, proceso dediscusión que terminó con el cisma chino; y b) con la experiencia de larevolución cubana, la cual problematizaba tanto la tesis de una etapademocrática prolongada contó la tesis de las formas no-violentas de lucha. Eltercer factor fue la formación del MIR, que partió de un pequeño contingenteuniversitario separado del socialismo. La crítica de las prácticas“parlamentarias” y “pacifistas” del conjunto de la izquierda que ese gruporealizaba suscitaron ecos dentro del socialismo, sacudido por la derrota de1964 y por el vigor político inicial de la Democracia Cristiana.

Entre este conjunto de factores, quizás el principal fue la influencia política y,sobre todo, simbólica de la revolución cubana, con su sentido épico de grangesta latinoamericana. Los socialistas cuestionaron la línea de la “transiciónpacifica” a la cual ya en 1962 opusieron la tesis de la combinación de formasde lucha, quizás bajo el influjo adicional de la crítica china contra el“pacifismo”. Mas adelante, en plena efervescencia de los movimientosguerrilleros, llamaron la atención contra el parlamentarismo estrecho y contrael “ilusionismo electoral”.

En el fondo, después de la derrota de 1964, los socialistas habían perdido laconfianza en la posibilidad de un “gobierno popular”. Por lo tanto, se sentíanenfrentados a una profunda impasse estratégica. En ese contexto, la referenciaal leninismo representaba un esfuerzo por replantear la perspectivarevolucionaria. Por ello extraían ciertos temas, enfatizaban las críticas a laperspectiva “pacifista”, a las tentaciones que engendraba el juegoparlamentario y la competencia electoral. Así como los comunistas,principalmente en el periodo de ilegalización, concibieron una teoría quevalorizaba la democracia política para el movimiento obrero, los socialistas,durante el Gobierno de Frei, elaboraron la crítica al entrampamiento de la“democracia burguesa”.

Los socialistas también introdujeron, fascinados por la experiencia cubana, latesis de la rápida superación de la etapa democrática. En el Congreso de 1971se afirmo el carácter “inestable” de la fase y la necesidad de “crearaceleradamente las condiciones para cambiar, durante el ejercicio de esteGobierno, el carácter capitalista del sistema vigente para transformarlo en unrégimen socialista”.23

Esta “leninización de izquierda” produjo un partido escindido, en donde elmundo de la teoría y el de la política real tendían a una creciente disociación.

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En primer lugar, porque la “leninización de izquierda” ocurrió en un partidoasambleísta y donde coexistían tendencias, unas de carácter caudillesco, otrasde naturaleza doctrinaria. En segundo lugar, porque la fuerza centrifuga delsistema político, con su dinámica electoral y parlamentaria, arrastraba alpartido. Las “nuevas” consideraciones teóricas daban escasa cuenta de lapráctica efectiva, sirviendo como sistema simbólico, mecanismo de creaciónde una imagen política, más que como “guía de la acción”.

El paso de una perspectiva teórica na cional-popular a una orientación“leninista de izquierda” genero un discurso mas sistemático y completo encomparación con algunas brumosas categorías del periodo anterior. Pero,simultáneamente, sufrió una perdida de riqueza y especialmente dehistoricidad. Aunque el discurso estaba formalmente más estructurado y, porlo mismo, mejor organizado teóricamente, representaba un universo semánticoautónomo que no daba cuenta de los significados operantes en la realidad.

Dicha transformación discursiva empobreció la capacidad del socialismo deaportar elementos validos para una estrategia revolucionaria eficiente en lacompleja realidad histórica de Chile, con un Estado desarrollado, dotado deuna “red compleja de casamatas”. El discurso binario, maniqueo, estructuradoen torno a categorías seudo-generales no estaba a la altura de esa complejidad.Ya no volvía a hablarse del “socialismo en la India”, 24 lo que significaba queel lenguaje gana en rigor, asimilando nuevos códigos clasificatorios. Encambio, empezó a hablarse, de una manera genérica y abstracta, de la“combinación de formas de lucha” o del “ilusionismo electoral”, en losprecisos momentos en que preparaban las elecciones presidenciales, o bien seagudizo la crítica a la “dictadura burguesa en el Estado”, alimentando eldesprecio por las libertades políticas “formales”.

No obstante, la capacidad política del socialismo que le permitía, desde 1958hacia adelante, afianzarse en el terrena electoral, no provenía de este discursosino de otros resortes que los conectaban con la base popular. 25 Entre ellosjuega un rol la red diversificada de caudillos locales y provinciales. Estos noutilizaban el discurso partidario o, más bien, no se constituían en líderes por elhecho de difundirlo. Los resortes reales eran la presencia en las luchaspopulares, la representación de organizaciones sociales o la posesión delcarisma populista, la capacidad de conexión empática con la masa. El otrogran recurso político de los socialistas fue contar con algunos lideresnacionales, entre los cuales el principal fue Allende, convertido con el tiempoen la principal figura que simbolizaba una posición.

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Esta dimensión popular se imbricaba en la dimensión “leninista”, dando lugara una realidad múltiple. El partido tenia numerosas facetas y significaciones:expresaba la cara democrática del socialismo por oposición a la caradictatorial de los comunistas; el partido revolucionario por oposición alpartido “moderado”, aquel que criticaba el “pacifismo”, que estaba a la cabezade la OLAS; el partido popular por oposición al partido obrero; el partidoabierto en contraste con el dogmatismo de los comunistas, pero también elpartido inflexible en su combate contra las alianzas con el centro, cont ra la“gran coalición popular”.

Dos elementos, estrechamente vinculados entre sí, deben ser consideradospara apreciar con justeza el problema de la “leninización”, uno, lamultiplicidad de significaciones del partido; el otro, su heterogeneidad interna,producto de esa capacidad de reclutami ento en abanico que provenía de laconstelación de imágenes que proyectaba.

En ese terreno, la diferencia no provenía de la mayor simplicidad o de lamenor riqueza de los comunistas. En realidad, las mayores fuerzas de estossurgían de la línea, “firme” en lo doctrinario y flexible en lo táctico, y de laférrea organización; pero también provenían del hecho de haber llegado aconstituirse en una sub-cultura dentro de la sociedad chilena, queproporcionaba desde una concepción del mundo hasta una red de re lacionessociales segregatorias o un complejo sistema de ritos y conmemoraciones, yuna historia alternativa. La diferenciación real residía en que los comunistasno representaban un conjunto de significados heterogéneos, sino un sistema designificados concordantes.

Por esa “forma de ser”, los socialistas constituían una instituciónanalíticamente muy rica, comparable desde ese punto de vista can el otropartido polimorfo, la Democracia Cristiana. Pero, po r eso mismo, eran (y son)una organización problemática desde el punto de vista político, con elagravante que fue su evolución la que definió las reglas de estructuración de laizquierda desde 1958. Esto ocurrió pese a que, entre 196l y 1969, loscomunistas fueron más poderosos electoralmente. 26

Ese hecho ilustra una situación. Pese a su relativo estancamiento electoral, lossocialistas ejercían una gran influencia de dirección en la izquierda. Loscomunistas, que en 1969 habían llegado a convertirse en el tercer partido,estaban a la defensiva en el terreno político. Se acentuaba la sensación de unaimpasse y, por lo tanto, el énfasis socialista de relativizar las elecciones se

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imponía como “sentido común”. En ese contexto, la candidatura de Allendefue percibida como la ultima oportunidad del “camino electoral”. Se habíanperdido las esperanzas de alcanzar el gobierno y, por ese medio, construir unavía de acceso al socialismo.27

c. La evolución ideológica del MAPU

El desarrollo teórico de esta organización, surgida de una división de laDemocracia Cristiana en 1969, ilustra algunos problemas analizadosanteriormente. Su evolución estuvo marcada, por la hegemonía del marxismocomo referente “ideal” de la izquierda.

Su verdadero proceso de constitución empezó, dentro de la DemocraciaCristiana, aproximadamente desde 1967, en que se constituyo como unatendencia de izquierda férreamente organizada. Provenía, por lo tanto, delcampo ideológico y político cristiano. En el terreno teórico, el principio inicialde su creación fue el comunitarismo. Ese referente constituía, hasta 1964, unaformulación compartida dentro del partido. En ella pretendía concretarse lavisión alternativa de sociedad, diferente del socialismo y del cap italismo. Ensu progresiva elaboración convergieron variadas fuentes: las tesis filosóficasde Maritain, quien planteó la temática de un “humanismo cristiano”, principioinspirador de una “política iluminada por la fe”; el personalismo de Mounier ylas posiciones de su revista Esprit; los intentos de algunos moralistas porresituar el derecho de propiedad dentro de la doctrina social de la Iglesia; lasformulaciones del grupo “Economie et Humanisme”, que planteaba laprimauté des besoins. Sin ninguna duda, se trataba de un pensamiento influidopor el marxismo, del cual se inspiro en la crítica a la explotación y alienaciónen el capitalismo. Pero constituía una formulación diferente que planteaba enforma relativamente original la necesidad de una “forma social superior”, asícomo la organización de la producción donde, sin confesarlo, se aproximaba ala línea yugoslava.

Desde la instalación del gobierno demócrata -cristiano, el comunitarismo dejade ser en el partido una referencia de c onsenso para convertirse en elparámetro “ideal” con que los grupos disidentes juzgaban la acción delGobierno. En todo caso, siguió representando la referencia teórica del grupoque después se escindió para formar el MAPU.

Lo interesante es que inmediatamente después de su paso a la izquierda, elnuevo partido trato de olvidar su tradición teórica y cultural cristiana. Desde

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sus mismos orígenes, los sectores mayoritarios impusieron el marxismo comola principal referencia teórica. Existía un deseo de exorcizar el pasado querevelaba la percepción de que, para pertenecer plenamente al mundo de laizquierda, era necesario adherir al marxismo.

Como un grupo procedente del campo juvenil e intelectual, que no tenia,además, el lastre de la tradición teórica de la izquierda chilena, sus referenciasmarxistas iniciales fueron mas complejas y mas académicas que las de losotros partidos. Al principio buscaron definir sus relaciones con el marxismo deuna manera diferente que el resto de los partidos, caracterizándolo como “unmétodo de análisis de la realidad”. La noción no era inocente: permitía eludirconsagrarlo como la única ciencia, ya constituida, de la historia y de larevolución, reduciendo su papel a un método de conocimiento.

Influidos por el auge de las interpretaciones est ructurales, esbozaron unacrítica contra el economicismo en el análisis del Estado y de la estructura declases en la sociedad chilena. Fue Ambrosio, especialmente, quien hizohincapié en el carácter simplificador de la nomenclatura “Estado burgués” y“legalidad burguesa” y en el peligro de un reduccionismo binario en el análisisde clases.28 Se trataba de un comienzo promisorio.

Sin embargo, su evolución política se vio comprometida por tres factoresprincipales. Uno de ellos fue la lucha interna con los sectores cristianos, lacual se prolongó hasta 1971 en que estos formaron un partido propio. Erareveladora la resistencia de esos grupos, en todo caso minoritarios, a aceptar la“marxistación” del MAPU y la aplicación posterior de la consigna de la“proletarización”. Sentían que, como cristianos de izquierda, cumplían unpapel político importante, ejerciendo una mediación frente a capas socialesresistentes al socialismo marxista, pero atraídos por el programa de la UnidadPopular. La lucha entre la mayoría y ese sector cristiano produjoinevitablemente una polarización y un reforzamiento artificial de lasposiciones mutuas. Los primeros veían en la adhesión al marxismo unacondición necesaria para ser un partido socialista, creían indispensableprofesar la teoría que fundamentaba el socialismo según un método científico.

En realidad, esos sectores cristianos habían permanecido fieles a lasinspiraciones iniciales cuyo centro teórico era la búsqueda de una forma desocialismo que superase las imperfecciones de las experiencias existentes. Elgrupo mayoritario, que ejercía el mayor peso en la dirección del MAPU, yahabía sido centrifugado por la lucha de poder dentro de la izquierda y su

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preocupación central era como ejercer influencia en la formación de la UnidadPopular, en la conducción de la campaña y, mas tarde, en el gobierno . Allí sesentían portadores de una realidad específica, de la cual carecía el resto. Perono veían esa especificidad en el cristianismo, sino en la capacidad de“modernizar” la política de la izquierda. Sus aportes mas import antes en elperiodo de la campaña fueron la crítica a las formas tradicionales de hacerpolítica, especialmente a la función de correa de transmisiónmasas/organizaciones/Estado que ejercían los partidos de izquierda y laimportancia asignada a los CUP como organismos unitarios de base .29

Tal definición de las funciones políticas del partido tenía relación con elsegundo factor que influyo en su evolución ideológica. Pronto el MAPU dejóde verse a si mismo como un movimiento testimonial o como el “cerebrotecnocrático” de la izquierda. Se concebía como un partido con pretensionesde integrarse plenamente en la izquierda y de competir por ser vanguardia.Para ello se sintió obligado a “proletarizarse” y a ser tan marxista y socialistacomo los otros, para no distinguirse por la curiosida d cultural de sucristianismo.

Dentro del código teórico del marxismo en uso, “proletarizarse” significabaadoptar la ideología o la ciencia del proletariado, aquella con la cual este“luchaba por su emancipación”, así como ser capaces de atraer a loscomponentes de la “clase revolucionaria”. En esta propuesta de partido,formulada por Ambrosio en el I Congreso de fines de 1970 , existía el germende la “leninización” que se hizo explicita en el II Congreso de fines de 1972.Pese a las definiciones iniciales del marxismo como un método, como uninstrumental para el análisis de la realidad y para la creación de teoría, elpartido prosiguió, a un ritmo paroxístico, propio de toda su agitada historia, uncamino parecido al de los socialistas.

Por otra parte, la lucha entre líneas estratégicas y formas de concebir laconducción del gobierno genero dentro del MAPU dos formas contradictoriasde entender el “leninismo”. Una de ellas se encontraba en las proximidades dela versión izquierdista que predominaba en los socialistas; la otra era máscercana a la forma de interpretación de los comunistas. El antagonismo entrelas dos líneas políticas, que surgían de variaciones del paradigma teórico,produjo la división de la organización en los primeros días de marzo de 1973,en el contexto de un agudo conflicto dentro de la Unidad Popular. Unaesperanza frustrada.

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Las posibilidades de renovación que esa fuerza recién creada trató de encarnaren sus orígenes se dilapidaron en el curso del proceso, como consecuenciaprincipal de las tendencias de mimetización que en ella se desarrollaron.Aceptó las formas prefijadas de ser un partido de izquierda, sin hacer realidaden si misma las críticas que inicialmente consagró a los fetichismos y rutinasde esa tradición.

3. Marxismo, izquierda e influencia cultural en la sociedad chilena

El somero análisis de lo que en el texto se ha denominado “marxismo en uso”revela la necesidad de replantear el tema de su influencia cultural en Chile.

Fue indiscutible la capacidad del ma rxismo para imponerse como paradigmautilizable por las organizaciones de la izquierda, así como su capacidad deadquirir rango teórico entre los intelectuales profesionales y en lasuniversidades, su eficacia para influir sobre sectores que evolucionaban haciael socialismo y para “popularizarse” como concepción de la política.

Sin embargo, se trataba de una influencia político-cultural que, a medida quese desarrollaba, iba produciendo mecanismos de bloqueo. Los principalesfueron los siguientes: a) el carácter restringido de la capacidad unificadora, b)el carácter neutralizador, c) el predominio de un marxismo reduccionista . d) laimportancia adquirida por cierto tipo de “intelectuales” en los partidos deizquierda. e) la adhesión “fideísta” y el sistema que creencias que se“populariza”.

Carácter restringido y capacidad articulatoria

Este rasgo de la relación marxismo/izquierda/masas populares es denotativode ciertos limites en la capacidad de penetración ideológica de ese sistema.Ella estaba circunscrita no solo hacia afuera del campo popular, lo que no esraro, sino también dentro de ese campo, respecto del cual carecía de capacidadunificadora global. Hacia el “interior” desarrollaba una acción hegemónicaque tenía dos facetas: a) ser la teoría y la “filosofía popularizada” de lasorganizaciones de izquierda y de su “masa”, y b) servir de foco de atracción delos grupos que en los partidos de centro vivían una crisis de identidad.

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Para superar ese estadio hegemónico y hacerse “expansiva” hubiesenecesitado poseer capacidad articulatoria, para integrar dentro de su visión delmundo otros elementos culturales de base popular, con los cuales elaborarnuevas formas teóricas y proyectos de transformación social. Lo que poseía,en cambio, era capacidad neutralizadora, de absorción y fagocitación deformas preexistentes que procedía a reducir a su propio patrón. Carecía deverdadera potencia universalizadora, de efectiva imbricación con otrasvisiones del mundo. No obstante, tenía la capacidad de uniformación de lodisímil en su propio paradigma. Eso es lo que hizo con el comunitarismo,ideología originaria del MAPU, o con la perspectiva nacional-popular inicialde los socialistas.

El marxismo era eficiente para proporcionar un marco de interpretaciónglobalizador y para generar identidades pero, al nivel de la teoría y de lafundamentación filosófica, formulaba un discurso segregatorio. La conjunciónde ese elemento de dualismo cultural de la izquierda con la presencia de unaorganización reformista competitiva en el campo popular le im pedía almarxismo expandirse en el campo popular. Su capacidad hegemónica no era“expansiva”, porque el tipo de marxismo predominante l e impedía vincularse,de una forma flexible, con los elementos fecundos de la exper iencia popular.

El marxismo predominante y el tipo de “intelectuales”

Es la primera parte de este articulo he indicado cual fue la evoluciónideológica de los diferentes partidos de izquierda. El marxismo que ibasurgiendo era del genero leninista, producto de sucesivas acomodaciones yagregados: par lo tanto, can remotas semejanzas con su origen histórico.Constituía, en todo caso, una versión reduccionista y simplificadora de lateoría original, una especie de “filosofía vulgar”, estragada por múltiplessubordinaciones a las necesidades polí ticas, a la razón de partido o de Estado.Fue ese el marxismo que se “popularizó”, que se expandió como sistemateórico en uso o en forma de símbolos e ideas-fuerzas.

Los sujetos de esos procesos de elaboración y de difusión del marxismo eranlos “intelectuales” que conformaban los partidos de izquierda. 30 El hecho deque predominasen en ellos ciertos tipos de “intelectuales” permite comprenderlos procesos de formación y expansión del marxismo, con las particularidadesque registraba en Chile. Podemos denominar a l os dos segmentospredominantes “intelectuales secundarios” e “intelectuales pasivos”. El primer

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tipo es aquel que, en el terreno elaborativo-creativo, se conformaba con el rolde difusión de una teoría ya constituida. En el campo teórico fueron simplesadaptadores de un discurso cuyo método, cuyos principios esenciales y“leyes” principales ya estaban formulados. Esos “intelectuales” aportaban enuna función de elaboración secundaria. No obstante, aunque eran“aclimatadores” de las categorías universales del “leninismo” a la realidadhistórica chilena, conformaban un segmento activo en comparación con elotro, el de los “intelectuales” pasivos.

La adhesión “fideísta” y las creencias

Este subtipo de intelectuales constituía la “masa” que adoptaba comocreencias las ideas formuladas par el partido a través de sus “intelectualessecundarios”. Su actitud era acrítica: habían renunciado a preguntarse por larelación entre esas “verdades” y la realidad. Ni siquiera ejercían las funcionesde adaptación y difusión de los intelectuales secundarios. Eran puramentereceptores. Trasmutaban las tesis teóricas y las ideas -fuerzas en creencias, estoes, en verdades indiscutibles, en una fe al servicio de la acción.

La importancia cuantitativa de esos “intelectuales pasivos” genera unimportante bloqueo hegemónico. Su efecto principal radicaba en que lo“teórico” se popularizaba en forma de principios de fe. La relación cognitivadel militante con la realidad se hacia bajo la forma de una adhesión “fideísta”.Se suponía la existencia de una “revelación” que se materializaba en “textossagrados” y exigía la intervención de “interpretes legítimos”.

Señalare algunos componentes del sistema de creencias predominantes,aquellas que cumplían el papel de ejes de articulación a de focos derivativos.Las principales fueron “generalizándose”, en el conjunto de la izquierda,durante la década del 60: la creencia de que el marxismo constituía la cienciaúnica o el método de todas las ciencias; la creencia en la necesidad de la“hegemonía obrera” en todas las etapas de la revolución democrática, lo cualsignificaba la dirección de los “partidos obreros”; la creencia de que elsocialismo se definía como “dictadura del proletariado” y que esta era per se lademocracia mas perfecta; la creencia de que el principio constituyente del“partido de vanguardia” era la adhesión al marxismo-leninismo mas que lacapacidad de dar sentido a las luchas populares; la creencia de que los“socialismos históricos” eran “reales”. De cada uno de estos focos se derivabauna serie de otras creencias, formando el arco completo de una visión de la

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política. El problema de ella residía en su carácter “fideísta” y no hipotético.La teoría se convertía en doctrina, un conjunto sistemático de postulados sobreel deber ser de los procesos.

La divulgación del marxismo como creencia entre los que he denominado“intelectuales pasivos” producía sus efectos en los procesos hegemónicos.Generaba incondicionalidad, fanatismo, maniqueísmo y promovía laaceptación de un método cognitivo nominalista y deshistorizado. Unaelaboración historizada, de los procesos sociales habría requerido aceptar elmarxismo como un instrumental para la producción de teoría y no como unsistema de creencias.

Los núcleos fecundos

Desde 1958 se profundiza el carácter “leninista” de la teoría en uso por partede la izquierda y las pautas de adhesión “fideísta” por parte de los militantesencuadrados en los partidos. La izquierda acentúa su carácter obrerista y sudiscurso clasista, así como desarrolla su perspectiva antirreformista. 31

Frustrada por las experiencias frentistas, en el caso de los socialistas popularespor la vinculación al ibañismo, enfrentando el reformismo demócrata-cristiano, con sus sesgos alternativistas y su gran capacidad de manejoinstrumental del Estado para ampliar sus apoyos sociales, la izquierda seenclaustro en un tipo de discurso que oponía reforma y revolución. Esaperspectiva hacia imposible la elaboración de una teoría que diera cuenta de lapractica efectiva del movimiento social y de los propios partidos y además,hacia necesario pensar el “gobierno popular” como una preparación de laruptura revolucionaria.

No obstante estos elementos obreristas y antirrefor mistas, la izquierdaconsiguió reforzar su influencia política y ganar las elecciones presidencialesde 1970, llegando en los comicios municipales de 1971 a bordear el 50 porciento. ¿Cómo se explica esta combinación de un discurso restringido yvulgarizador y de una gran capacidad de influencia político-cultural? Laeficacia ideológica de la izquierda no provenía del marxismo como sistemateórico, sino de la capacidad simbolizadora que adquirió el discurso obreristay antirreformista dentro del sector mas radicalizado del ámbito popular.Dentro de una sociedad con fuerte heterogeneidad estructural y bastanteescindida, dicho discurso operaba como principio de identidad, fijaba loslímites que singularizaban y diferenciaban a una parte de los sectorespopulares. Desde esa perspectiva, el marxismo aparecía como aquel discurso

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que permitía a la izquierda enclaustrarse y refugiarse en el mundo de lopopular-consciente, que le permitía separarse de la otra “parte” del mundopopular, adquiriendo distancia frente a él. Ese mecanismo de distanciamientoservia para connotar la naturaleza “real” del reformismo, su carácter extraño yajeno al verdadero mundo popular. El discurso marxista en uso sirvió paraseparar lo popular-revolucionario-obrero de lo popular-reformista-pequeñoburgués, para delimitar y, por ende, para cristalizar la existencia de cadauniverso. El marxismo existente operaba como discurso teórico de la entidadescindida del mundo popular, la cual nunca se constituyó en su unidad. Porende, esa teoría servia para construir una hegemonía interna, para elaborarintelectualmente y para darle sentido a la acción de una parte de los sectorespopulares. Para ese segmento aparecía como necesario construir su identidadcomo negación y diferencia.

La influencia cultural de la izquierda reposa en esta capacidad de crearidentidad. El marxismo proporciona la teoría donde el obrerismo y laafirmación revolucionaria cobran un sentido global. Su fuerza expansivaresidía en la capacidad de generar ideas-fuerzas y símbolos que lo ponían enrelación con ciertos núcleos básicos de la cultura popular radicalizada. Lospartidos recogían los deseos, aspiraciones, necesidades e intereses de esesegmento de lo popular para formar con ellas un tejido temático compuestopor las siguientes ideas-fuerzas que constituían ejes estratégicos designificación: lucha popular-emancipación, justicia social -igualdad,democratización real-libertad efectiva.

La operación tuvo un carácter doble. Por una parte hubo una apropiación de lacapacidad de definir el sentido de esos valores; por otra parte, una capacidadde simbolizarlos. La participación de los partidos de izquierda en las luchaspopulares, las persecuciones contra ellos, su constante predica igualitarista, sucritica a la “mezquindad” de las libertades formales y la asociación de laemancipación con el socialismo, la identificación incondicional con todas lasreivindicaciones, pero también la capacidad de elaborar artísticamente esasluchas, creando una épica popular que cubría de Neruda y Violeta Parra a losQuilapayún favorecieron esa capacidad de apropiación.

El heroísmo de las luchas populares, desde Santa María o Ranquil hastaPisagua o Pampa Irigoin, hasta la muerte de Ramona Parra o Alicia Ramírezeran asumidas, representadas , incorporadas a los ritos y conmemoraciones. Deese modo se fue creando una memoria colectiva y un código de interpretaciónque asociaba las luchas populares con la izquierda. Así, esta se apropiaba de la

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historia de lo popular, constituida por sus reivin dicaciones y luchas; pasaba arepresentar lo popular-activo, el polo “combativo”, por oposición a lo popular-pasivo, el polo “acomodaticio”. De ese modo, los contenidos expresados enesas luchas eran cargados del sentido que incorporaba la izquierda. Se cr eabanredes semánticas del siguiente tipo: igualdad/izquierda/socialismo o biendemocracia/izquierda/ socialismo, libertad/ izquierda/ socialismo.

La acción político-cultural de la izquierda, su capacidad de otorgarle sentido alas luchas populares y de simbolizarlas, logro conservarle al socialismo unsentido positivo, pese a la contra-propaganda, pese al estalinismo y a laestabilización de una forma de gobierno dictatorial. Se le asociaba con lasolución de los problemas de los trabajadores o de los se ctores populares, conla superación del estancamiento económico, con la salida de la crisis social. Elsocialismo como idea era descargado de su realidad histórica contradictoria,para conservar, en la conciencia de parte importante de los sectores popular es,la fuerza pura del proyecto.

Estamos en presencia de una paradoja. Las idea s-fuerza popularizadas por elmarxismo, en principio derivadas de la teoría en uso, eran mucho más ricas yfecundas que su fuente nutriente. Quizás porque en su proceso de constituciónentraban en contacto aquellos elementos provenientes de la teoría en uso conel sentido común y la experiencia popular, forjada en la lucha política dentrode un régimen democrático. Esto se observa claramente en el papel“intelectual” de los líderes locales o de algunos líderes nacionales comoAllende: en ellos, el discurso partidario con sus preocupaciones y su léxico amenudo incomprensible se encontraba tamizado y filtrado.

Esto conduce a una necesaria precisión respecto al papel de los “intelectuales”partidarios. En cuanto teorizadores eran meros “aclimatadores” de unaproducción que se elaboraba según cánones externos, o eran “hombres de fe”que habían sustituido las hipótesis por las creencias. Pero en cuantoorganizadores de vida política eran capaces de conectarse con las necesidadeso deseos inexpresados de parte importante del movimiento popular, fueroncapaces de otorgarle sentido a sus luchas, vinculando la pugna económicadiaria con la emancipación y el socialismo.

La progresiva expansión de una vulgata que se adoptaba en la forma decreencias servia a la izquierda para crear identidad dentro de una sociedadescindida y cuyas experiencias políticas “reformistas” fueron percibidas comoinsuficientes, incompletas, opuestas a lo “popular autentico”. Esa polarización

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de la conciencia política permitía a la izquierda, que pronunciaba un discurso“obrerista” y “revolucionario”, cada vez más sincretista porque la consigna del“gobierno popular” se combinaba con los llamamientos a la futura“destrucción del Estado burgués”, cristalizar su influencia sobre parte de lasclases populares. Socializaba, en ese segmento y en la zona de influenciaadyacente, una conciencia política en que la identidad significaba la negaciónde otra parte de lo popular.

El reforzamiento de esta visión de la política, que la teoría marxista en usoconsagraba con el rango de la ún ica científica, creo una cultura maniquea. Elresultado era la dificultad de unificar en un frente al conjunto de las clasespopulares. Ese bloqueo impidió a la izquierda entender la importancia de lacontradicción entre democratización y autoritarismo, resituar el tema de lademocracia política en esa perspectiva teórica. Los proyectos de“sustantivación de la democracia” que, de un modo perfeccionado, tienenlugar desde mediados de la década del 60 hasta el momento delderrocamiento, requerían de una teoría capaz de pensar las contradiccionesque su realización desencadenaba en una sociedad de ca pitalismo atrasado yperiférico. Asimismo, necesitaban de fuerzas políticas capaces de construir unnuevo bloque nacional-popular. Ese problema continúa pendiente .

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NOTAS

1. Una perspectiva accional de la política pone atención en las ideologías, los sistemasculturales o la hegemonía por su misma definición del objeto. Concibe a la política comointeracciones entre sujetos históricamente constituidos, que operan en un campoinstitucionalizado, buscan producir efectos sobre estructuras y se redefinen en la acción,dado que su proceso de constitución es permanente. Ese punto de vista busca superar tantolas imágenes mecánicas del cambio social y la visión de una historia sin sujetos, simplejuego combinatorio o despliegue automático de “fuerzas naturales”, como las concepcionesvoluntaristas que no perciben en la política una relación de sujetos con objetos(estructuras), sino solamente relaciones entre sujetos (voluntades). Como se sabe, eltérmino tiene su origen en Touraine. El uso que hago es l ibre. Además la mención en eltexto a la perspectiva accional es relativamente arbitraria y totalmente ocasional. La heconservado, pudiendo eliminarla, porque se refiere a un tema que, en otra parte, hedesarrollado un poco mas: Problemas de teoría política marxista: una critica de Lenin.Documento de Trabajo. Flacso, noviembre 1980. La definición de política no estadirectamente tomada de Touraine.2. En este trabajo no puedo extenderme demasiado en el análisis de la Unidad Popular. Hetratado de interpretar ese periodo en otros trabajos : Lucha política y clases sociales enChile: 197o-1973, Documento de Trabajo, Flacso, 1976 ; en colaboración con M. AntonioGarretón, “Procesos y bloques políticos en la crisis chilena, 1970 -1973”, Revista Mexicanade Sociología, 1, 1979, y Análisis coyuntural y proceso político. Las fases del conflicto enChile. 1970-1973.3. Luis E. Recabarren. Obras escogida s, Edit. Recabarren. Santiago, 196 5. También:Revista Principios, “Historia del Partido Comunista”, N° 45, 1957; y Julio C. Jobet, “Elpensamiento político de Recabarren”. En Luis E. Recabarren, Obras selectas. Edit.Quimantú. Santiago, 1971. Sobre el “legado” de Recabarren en el Partido Comunista hayinformación en Julio C. Jobet, Recabarren y los orígenes del movimiento obrero y elsocialismo chileno. Edit. PLA. Santiago, 1973.4. Hoy día es difícil definir, con exactitud la magnitud de la evolución que se perfilaba en1981. Al comienzo parecía más rotunda: con el tiempo se ha desdibujado, resurgiendo elrealismo típico de los comunistas. En todo caso, en este artículo nos concentraremos en lasdos primeras etapas.5 Hernán Ramírez, Origen y formación del Partido Comunista. Edit. Austral. Santiago,1965: Elías Lafferte, Vida de un comunista. Edit. Austral. Santiago, 1961 . La actitud de loscomunistas frente a la “Republica Socialista” esta referida en José M. Varas, Chacon. Edit.Austral. Santiago, 1971. Sobre el problema general también hay indicaciones en AlanAngell, Partidos políticos y movimiento obrero en Chile, Era Edit. México, 1974.6. Se enfatizaba la distinción absoluta entre reformismo y revolución, concebidos comotérminos antagónicos. Ese punto de vista motivo las exigencias de los comunistas conocasión del putsch de 1932: formación de soviets de obreros, estudiantes, campesinos ysoldados, armamento del pueblo. La experiencia denom inada “Republica Socialista” duroonce días.7. VI Congreso de la Tercera Internacional Comunista. C uadernos de Pasado y Presente,1977. Dos tomos.

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8. Esa es la tesis que se plantea en el informe de resumen s obre la situación de AmericaLatina en el V Congreso. Ver el articulo pertinente en Ibid., Jules H. Droz, “Sobre lospaíses de America Latina”, tomo segundo. También “Informe de la delegaciónlatinoamericana en el debate sobre el problema colonial”, tomo segundo.9. Ver Elías Lafferte; op. cit.; Alan Angel, op. cit.; Luis Corvalán, Ricardo Fonseca,combatiente ejemplar, Edit. Austral, Santiago 1971 ; Revista Principios, “Sobre la historiadel PCCh”. N°46. 1958.10. Galo González. La lucha par la formación del PCCh. 1958. Aunque el problema surgióa propósito de las elecciones de 1949, momento en que los reinosistas fueron acusados depredicar la abstención y convocar a la acción directa, las diferencias internas subsistieronhasta 1958. Ver: Revista Principios, “Informe al XXIII Pleno del CC”. N° 38, 1956: “Elterrorismo y otras tendencias sectarias” N° 44, 1957: “Nuevos intentos fraccionales en elPC”, N° 45, 1957. Es instructivo revisar el boletín interno En Marcha. Por ejemplo: GaloGonzález. Vigilancia revolucionaria en la lucha par la línea del Partido. Los reinosistas sonasimilados a los trotskistas y sus “desviaciones” son atribuidas a problemas de moralidaden la vida personal. Tesis: detrás de un disidente (desviado) hay siempre una mala mujer.11. Una curiosidad de la petite histoire. Entre los personeros a los que El Siglo agradecióeditorialmente después de la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia estaba elpresidente de un pequeño partido que formaba parte del Bloque de Sa neamientoDemocrático, el Nacional. Era Sergio O. Jarpa, luego presidente del Partido Nacional, queencabezo la parte civil del golpe de 1973. Para conocer las tesis de los comunistas, ver,entre los numerosos textos disponibles: Revista Principios. “La lucha por lademocratización”, N° 35, 1956: “Informe de la Comisión Política al XXIV Pleno” N° 42.1957. Es interesante el articulo de Andrew Barnard. “Chilean Comunists. Radicalpresidents and Chilean relations with the United States ”. En Journal of- Latin AmericanStudies, 13, N°2.12. Sobre el XX Congreso, el partido chileno escribió numerosos artículos: RevistaPrincipios, “El XX Congreso del PCUS”, N° 35, 1956; “La vía pacifica”, N° 43, 1957; “Lavía pacifica hacia el socialismo”, N° 34, 1956; “La posibilidad de transformaciones hacia elsocialismo”, N° 37, 1956; “El XX Congreso y el estudio de la historia del Partido”, N° 30,1956. Sobre el X Congreso del PCCh, ver: Revista Principios, “El X Congreso del PartidoComunista de Chile”, N° 35, 1956.13. Sobre la unidad socialista-comunista; ver Revista Principios: “La Unidad socialista-comunista “, N° 36, 1956. También Revista Principios, “Informe al XXIII Pleno del CC”,N° 38, 1956.14. Siempre he creído que las obras de esos autores, especialmente la de Frank,parcialmente traducida al español por Monthly Review, tuvieron una influencia políticamucho mayor que su merito intelectual. Me propongo estudiar la polémica político-intelectual suscitada por esas obras, porque creo que son importantes para entenderaspectos de la evolución política chilena. Entre los artículos críticos al enfoque de Frankcito uno del propio Theotonio dos Santos, “El capitalismo colonial según A.G. Frank”, EnMonthly Review N° 56, 1968. Sin embargo, el libro de este, Dependencia y cambio social,CESO, 1970, representa una forma culminante de izquie rdismo economicista, pues deducede la teoría de la dependencia una estrategia de “guerra popular prolongada”. En todo caso,la obra de esos autores se inscribe en la línea de la critica a las tesis del PCCh y de elogio ala solución socialista (Theotonio dos Santos: “Socialismo o fascismo”).

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15. Como caso típico se puede ver: “Discurso de Fidel Castro el 13 de marzo de 1967”. EnPunto Final, N° 24, 1967; Che Guevara, “Cuba: excepción histórica o vanguardia en lalucha anti-imperialista”, Cuba, 1961; Regis Debray, “America Latina: algunos problemasde estrategia revolucionaria. En Punto Final, N° 29, 1967, pp, 14 -16. Como contrapartida,ver Luis Corvalán: “Unión de las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas de AmericaLatina”, En Punto Final, N° 33, 1967.16. En la estrategia revolucionaria considerada ortodoxa (leninista) , dicha temática no fueplanteada exactamente en la forma chilena. Siguiendo la línea de Lenin, desde 1907 sehablaba de “dirección obrero-campesina” del bloque, pero no de “combinación de tareas”.Esta expuesta en MAPU: Carácter de la revolución. Colección Unidad Proletaria. Santiago.1970, y Primer año de Gobierno; Colección Unidad Proletaria, Santiago, 1971.17. La historia política de los socialistas es mas abundante que la de los comunistas. JulioC. Jobet, El Partido Socialista de Chile, Edit. Pla, Santiago, dos tomos, 1971 ; FernandoSanhueza y Manuel Fernández, El Partido Socialista y la lucha de clases en Chile, Edit.Quimantú. Santiago, 1973; Alejandro Chelen, Trayectoria del Socialismo, Edit. Austral s.f.;Paul Drake, Socialism, populism in Chile, 1932 -1952. University Illinois Press, 1978.18. Se trata de un intelectual cuya obra debería ser estudiada. Respecto al tema, ver: ¿Yahora? El Socialismo móvil de la postguerra, Edit. Cultura, 1 942. Ha escrito tambiénSocialismo, camino de libertad, Edit. Cultura, 1945.19. A propósito de esta división conviene hacer un listado de las divisiones de l socialismo:1940: Retiro de los “inconformistas”, quienes organizaron el Partido Socialist a deTrabajadores. Ese grupo aprobó en su II Congreso de 1951 la línea del Frente deTrabajadores. En 1944 se incorporaron al PC .1943: Se escinde la corriente Grove que rechazo la decisión de retirarse del Gobierno Ríos.Poco después se produjo la reunificación, sobre la base de una directiva colegiada. 1944: Elsector grovista crea el Partido Socialista Autentico.1948: Los “colaboracionistas” son derrotados en el XII Congreso y se retiran para fundar elPartido Socialista de Chile. El grupo mayoritario se reorganiza en el Partido SocialistaPopular. El primero arrastra a Bernardo Ibáñez y a los dirigentes sindicales de la CTCH.1950: En desacuerdo con el apoyo electoral a Ibáñez se retiro del PSP un grupo encabezadopor Allende, el cual se fusiona con el PSCh para formar el Partido Socialista (a secas). ElPSCh había tratado de formar con radicales y falangistas una alianza denominada de“Izquierda Democrática”. Con la entrada de los ex -PSP, el nuevo PS se acerca a loscomunistas para formar el Frente del Pueblo que apoyo a Allende en 1952. El grupo Grove-Ibáñez se retiro del partido, dispersándose. Los dos partidos se reunificaron en julio de1957.1963: Se retira un grupo de dirigentes es tudiantiles (Miguel Enríquez, Bautista vonSchowen) que en 1965 formaron el MIR.1967: Se escinde un grupo encabezado por Raúl Ampuero, con quien ese mismo añ oforman la USP.1979: El PS se divide en dos tendencias: una con una perspectiva de socialismodemocrático (Altamirano), la otra más próxima a los comunistas y al marxismo-leninismo(Almeyda). Hay un tercer sector que busca la reunificación y que no se matricula conninguna de las dos tendencias. Se l e denomina los “suizos”.20. En op. cit. 1971, Julio C. Jobet sostiene que la tesis del Frente de Trabajadores proveníade 1941. Pero como línea sistematizada se desarrolla en la década del 50, en especialdespués del Congreso del PSP en 1955. En 1 957 se impuso como línea del PS reunificado.

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21. Ver los intercambios epistolares entre socialistas y comunistas en 1962 y entre 1965 -1966: La polémica socialista-comunista, Edit. Pla, 1962; El socialismo y la unidad, Edit.Pla, 1966.22. Ese proceso tiene relación con el cisma chino. Ver: Alain Joxe, El conf licto chino-soviético en America Latina. Edit. Aeca, 1967: Lily Marcoy, El movimiento comunistainternacional desde 1945. Edit. Siglo XXI, 1981. Conviene destacar que el castrismo se hapercibido a si mismo como una heterodoxia. En los años 66 -67, Castro acostumbraba decir:“La revolución llego antes que la madurez”, ironizando sobre la teoría de las condicionesrevolucionarias de la mayor parte de los partidos comunistas latinoamericanos y del PCUS.Debray realizo con Castro la operación típica: lo proclamó como el desarrollo leninista masvalido para America Latina. En: “El castrismo: la Gran marcha de América Latina”. EnPunto Final, N° 30, 1967.23. Julio C. Jobet, op. cit., t. II, p. 175.24 Es interesante analizar la colección de la revista Arauco, aunque era dirigida porpersoneros de una trayectoria ideológica particular como Jobet y Waiss, muy preocupadosde la diferenciación con los comunistas. En todo caso, también en ella se reflejan lasvariaciones; menos, sin embargo, que en el discurso oficial. En 1958 se hablaba del“socialismo hindú”. Después las temáticas evolucionaron. En el XXI Congreso de 196 5(Congreso de Linares), el partido se alineó con el “internacionalismo proletario” y decíaque los del FRAP eran la “conquista del poder”, identificada con el socialismo. En el XXIICongreso de Chillan (1967) se consagro la definición de marxismo -leninismo, ya usadadesde antes.25. En 1957, las dos formaciones socialistas obtuvieron el 10 ,7%. En 196l, los socialistasunificados obtuvieron 10,76%; en 1965, 10,27%; en 1967, 12,23%.26. En 196l, los comunistas obtuvieron 11,37% contra 10,7%; en 1965, 12,35% contra10,27%; en 1969, 15,91% contra 12,23% .27. La biografía es extensa: Aniceto Rodríguez: “Una vía revolucionaria para Chile”. EnPunto Final, N° 11, 1966; Carlos Altamirano: “La lucha armada en America Latina”. EnPunto Final, N° 31, 1967; Clodomiro Almeyda (entrevista): “Dejar a un lado el ilusionismoelectoral”. En Punto Final, N° 42, 1967; “Resoluciones políticas del XXII Congreso delPS”. En Punto Final N° 46, 1968; Carlos Altamirano, “America Latina necesitaba su propiateoría revolucionaria”. En Punto Final, N° 73, 1969; Carlos Altamirano, “El P.S. y larevolución chilena”. En Punto Final, enero 1971. En l a segunda mitad de la década del 60fue clave en Chile la influencia de Debray . En Chile fueron publicados por Punto Final enel siguiente orden, inverso al de Francia: “¿Revolución en la revolución?”. N° 25-27,marzo-abril, 1967; y “El castrismo: la gran marcha de America Latina”, junio 1967. Paraconocer los debates sobre Debray, Leo Huberman, Paul Sweezy et al Debray y l arevolución latinoamericana, Edit. Nuestro Tiempo, 1970 . Contiene algunos artículoscríticos y otros elogiosos (como el de Robin Blackburn y Perry Anderson), así como unalucida respuesta de Debray.28. Sobre las tesis sustentadas por el MAPU hasta la división de 1973: MAPU, op. cit.,1970; Segundo año de Gobierno. Ediciones Barco de Papel, 1972. De Ambrosio, ver: Sobrela construcción del partido, Ed. Barco de Papel, 1973.29. MAPU, op. cit., 1971, p. 19.30. El término proviene de la teoría gramscian a. Hoy pertenece al léxico común en ciertotipo de análisis políticos latinoamericanos, igual que el concepto de hegemonía. Eso nosignifica que ellos estén exentos de problemas. En este texto, el termino hegemonía se

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refiere a la capacidad de influencia cultural y dirección política. Los sujetos son el parizquierda/marxismo.31. Este énfasis me fue sugerido por las intervenciones de Juan Carlos Pontantiero en elseminario.

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DESARROLLO POLITICO Y ESTADO DECOMPROMISO DESAJUSTES Y CRISIS

ESTATAL EN CHILE*

*Este trabajo forma parte del proyecto de investigación de Cieplan sobre Estrategias de Desarrollo yDemocracia, que cuenta con el apoyo financiero de la Fundación F. Ebert de la Republica Federalde Alemania y del Ministerio de Cooperación para el Desarrollo de Holanda. Como es obvio, elautor es el único responsable por su contenido. Este articulo fue publicado en Estudios Cieplan N°8, 1982.

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I. INTRODUCCION

El objetivo central de este trabajo es el análisis del desarrollo político chilenodesde fines de la década del cincuenta hasta 1973. La hipótesis principal quese elabora es que la crisis estatal que e stalla en 1973 tuvo una lenta incubacióndurante el periodo de profundización democrática, cuyas condicionesinstitucionales fueron creadas por las reformas políticas de mediados de 1958.Los diferentes desajustes que se desarrollaron en ese periodo, por e jemplo lascontradicciones creadas por el tipo de organización del campo de fuerzaspolíticas, están en la raíz de la radicalización de los procesos.

Esto no significa que la crisis estatal del año 1973 tuviera un cará cterineludible o fuera la consecuencia fatal de todo proceso de profundizacióndemocrática en un país de capitalismo periférico. Todo lo contrario. Laperspectiva teórica de este trabajo es que los factores de largo plazo de lacrisis política chilena no hay que buscarlos en el nivel de las determinacionesen última instancia, sino en la forma histórica, específica y particular, de laconstitución de los principales sujetos políticos.

El trabajo tiene cuatro partes principales. En la primera se intenta unaperiodización global del desarrollo político chileno desde 1938 hasta 1973. Lahipótesis fundamental es que existe un desarrollo discontinuo del proceso dedemocratización. En este terreno se distinguen tres etapas principales. Laprimera, que transcurre entre 1938 y 1947, se caracteriza por una gradualintensificación de la democratización política, en consonancia con el ritmo dela industrialización. La segunda es una etapa de retroceso democrático, que seextiende entre 1947 y 1958, durante la cual se institucionaliza la exclusiónpolítica de un sector del movimiento popular. La tercera es la etapa deprofundización democrática, la cual abarca el periodo comprendido entre 1958y 1973. En ella desarrollan los desajustes entre el tipo de Estado, en cuyointerior paulatinamente se va construyendo una hegemonía política, reformistay populista, y las condiciones del desarrollo económico.

En la segunda parte del trabajo se analiza sumariamente la fase de retrocesodemocrático, como trasfondo histórico, que permite entender las nuevascondiciones políticas que caracterizan el periodo comprendido entre 1958 y1973.

La tercera parte focaliza la fase de profundización democrática, la cual puedeser caracterizada también como una etapa de desarrollo desigual entre lo

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político y lo económico. Esta parte del trabajo esta desarrollada en cincosecciones.

En la primera sección se estudia el proyecto de Alessandri y las razones de sufracaso. Ese intento de solución capitalista del estancamiento del proceso deindustrialización no tiene éxito por su desadaptación respecto a loscomportamientos del sector empresarial. En esta sección se explicita uno delos principales ejes interpretativos del trabajo: la ausencia d e proyectomodernizador de las clases dominantes y su tendencia al conservatismopolítico y a la defensa de intereses corporativos de corto plazo.

En la segunda sección se analiza el surgimiento de la democracia cristianacomo alternativa de Gobierno, lo cual tiene que ver con la capacidadhegemónica desplegada por esa fuerza política y con la consolidación de launidad de la izquierda, vista como una amenaza potencial que condiciona lasopciones políticas de la derecha.

En la tercera sección se analiza el significado del gobierno de Frei,considerado simultáneamente como un intento de optimizar las condiciones dela industrialización capitalista y como un proyecto de reformismo populista ytambién rupturista. El fracaso de esa experiencia es considerado unaconsecuencia de su aislamiento político en un campo de fuerzas que sonirreductibles a la presión centrista.

En la cuarta sección se analiza el surgimiento de la Unidad Popular comoalternativa de gobierno. Ese fenómeno tiene que ver tanto con la capacidadpolítica desplegada por la izquierda como con el desarrollo en el centro y en laderecha de proyectos que hacen imposible la constitución de un frenteantimarxista.

En la quinta sección se estudia el desarrollo de la crisis estatal durante elperiodo 70-73. La hipótesis principal es que esa crisis tiene relación con laimposibilidad de construir un frente político y social mayoritario, ajustado conla pretensión de realizar una “revolución en democracia”.

La cuarta parte del trabajo desarrolla algunas conclusiones principales. El ejeesta puesto en la determinación de las fuerzas sociopolíticas que han cumplidopapeles pasivos y activos en el proceso de democratización. En esta sección sebusca extraer algunas lecciones históricas en la perspectiva del proceso deredemocratización.

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II. UNA PERIODIZACION DEL DESARROLLO POLITICO

l. Las tres etapas

Una parte significativa de la conciencia histórica de “sentido común” y algunaliteratura científica han fluctuado entre dos polos en el análisis del desarrollopolítico chileno. Uno de los extremos ha acentuado e l carácter formal, cuandono simplemente mítico, de la democracia chilena. El otro ha descrito unproceso de democratización lineal y continuo, como si desde 1938 paraadelante hubiera ocurrido una creciente profundización. Para no caer en elerror de considerar ese régimen democrático bajo el prisma estático y genéricode un constante mito falsificador o bajo la idea optimista de unperfeccionamiento continuo y lineal, se hace necesario intentar unaperiodización. Si se observa globalmente el periodo transcurrido entre 1938 y1973, es fácil ceder a la sensación de continuidad y progreso. Pero al trabajarde un modo más histórico, desagregando ese tiempo largo en unidades maspequeñas, cobran sentido acontecimientos y hechos que de otro modo pasandesapercibidos, absorbidos por la sensación de sólida democratización que sedespliega desde la década de los sesenta.

En realidad no hubo una democratización lineal y creciente, un proceso deavance en línea recta desde 1938 para adelante. El acceso al Gobierno de unfrente de centro-izquierda en 1938 no significo inmediatas reformas de larepresentatividad del sistema político ni tampoco significo un mejoramientode las posibilidades de integración de algunos sectores populares, como loscampesinos, al sistema de negociación social.1

Evidentemente hubo avances en el terreno de las libertades publicas, encomparación con el carácter fuertemente represivo del segundo Gobierno deAlessandri y de casi todas las administraciones del perforo parlamentarista.2

También se apreciaron avances en los derechos sociales, especialmente en elcampo de la salud publica y de la previsión. Sin embargo, la etapa de losGobiernos centristas que cubre desde 1938 hasta 1 947 se caracteriza por undesarrollo bastante equilibrado entre el nivel de desarrollo político y el nivelde desarrollo económico. El mayor espacio para la movilización de lossectores populares, la preocupación estatal por el bienestar, son amboscontrapesados por la permanencia de mecanismos de control oligárquico delEstado. Entre 1938 y 1947 la mayor democratización fue gradual, condiciónobligada por las políticas de compromiso a que se vieron forzadas las fuerzas

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gobernantes a causa del poder parlamentario que conservaban las fuerzasderechistas. En el periodo comprendido entre 1938 y 1 947 gobiernancoaliciones reformistas, pero la derecha conserva una enorme capacidad demovilización electoral. En las elecciones parlamentarias de 1932 habíaalcanzado un 37 por ciento, subiendo al 42 por ciento cinco años más tarde,justamente un año antes de la elección de Aguirre Cerda. En 1941experimentó una disminución, producto de la erosión que le ocasiono el FrentePopular: llega al 38 par ciento. En las elecciones de 1945, en las vísperas deltriunfo de González Videla con apoyo comunista, se emp ina al 47 por ciento.No obstante, en las elecciones presidenciales de 1946 los dos candidatosderechistas apenas suman el 38 por ciento, muy atrás del representante de lacoalición de centro-izquierda.3

Gran parte de esta capacidad de movilización electoral que conservó laderecha se explicaba por la sobrerrepresentación de las zonas rurales y por elmanejo electoral realizado a través del cohecho y de los caciques políticos.Las cuotas de poder político fueron usadas por la derecha para moderar losprogramas de democratización política, económica y social de las alianzas decentro-izquierda. La fuerza que mantenían los representantes políticos de lasclases dominantes explica que ninguno de esos gobiernos de centro -izquierdahaya podido enfrentar la reso lución del problema agrario, que producía lamarginación social y económica del campesinado, ni haya podido modific ar laley electoral, que favorecía el reclutamiento de la elite dirigente entrelatifundistas o caciques rurales, perjudicando incluso a los sectoresempresariales urbanos.4

Ese tipo de desarrollo político no fue un obstáculo a la industrializacióncapitalista; más bien parecía ser la condición de esta. El carácter conservadorde las clases dominantes, la hegemonía interna de los sectores lat ifundiarios,basada tanto en mecanismos culturales como políticos, impidió que laprofundización del desarrollo capitalista fuese dinamizada por lo s partidostradicionales. Por ello las fuerzas industrializadoras tienen conexión políticacon las capas medias y los sectores populares.

Se produjo entonces una situación típica de mediación, la cual explica bastantebien lo sucedido entre 1938 y 1947.5 El control gubernamental estuvo, lamayor parte de este período, en manos del centro o de coaliciones decentroizquierda. Fueron ellas las fuerzas que modernizaron la estructuraeconómica y crearon las condiciones para la superación d e la crisis del modeloprimario-exportador. Esas fuerzas debieron limitarse a un programa de

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desarrollo capitalista, sustituyendo en las tareas de modernización a los grupospropiamente burgueses.

Esas fuerzas centristas, que ocuparon los papeles políticos protagónicos, notenían un proyecto alternativo de organización económica, ni tampoco elpoder suficiente para realizar con autonomía aquello que era especifico de suprograma, el desarrollo de la democracia polí tica y social. Para hacerlohubiesen debido enfrentarse con la derecha, defendida en su enorme poderparlamentario. Este tenía como programa máximo evitar las reformas del agroy la modificación de las leyes electorales.

Por lo tanto, entre 1938 y 1946 hay un desarrollo bastante simétrico entre lopolítico y lo económico, pese al control del Gobierno por parte del centro. Elsistema de contra balances entre Ejecutivo y Parlamento, además del caráctercontradictorio y vacilante del reformismo cen trista y del mismo PartidoSocialista de la época definieron el carácter del periodo.

Esta situación amenazaba cambiar en 1946, como consecuencia del triunfo deuna coalición radical-comunista. Justamente al término de la guerra la URSShabía desahuciado la política de la “gran alianza”. Ese viraje provoco lascriticas a Browder, acusado de posiciones conciliadoras. Este, como SecretarioGeneral del PC norteamericano, había tenido una gran influencia en AmericaLatina. La organización chilena realizo su correspondiente rectificación, locual definió el carácter de la alianza electoral con los radicales para la eleccióndel 46.6 El partido analizo el desarrollo que habían adquirido hasta entonceslas alianzas con el centro y critico las “políticas seguidistas” de los partidospopulares y obreros. Para evitar ese “seguidismo”, que limitaba y neutralizabalos efectos políticos de las reformas, era necesaria la participación ministerialdel PC. en el futuro Gobierno de coalición. Su presencia gubernamental era laúnica que garantizaba la fidelidad al programa prometido. Así, los comunistasparticiparon en el primer gabinete constituido por González Videla y tuvieronalgunos puestos, más o menos claves, en la estructura de gobierno. Esasituación se modifico rápidamente con el viraje hacia la derecha iniciado en1947. Este culmino en la dictación de la llamada Ley de Defensa de laDemocracia que ponía al PC fuera de la ley y que suprimía los derechosciudadanos de sus militantes.

Ese viraje no se explicaba por la existencia de una crisis económica queobligara a moderar la movilización popular. Las razones fundamentales fueronde carácter político-ideológico, entre ellas la situación internacional. marcada

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por el comienzo de la guerra fría. Entonces se hablaba de una tercera guerramundial y de la necesidad de optar entre los bandos en pugna. A estamotivación principal hay que agregar otras dos, relacionad as con la situacióndel PC chileno. Este, pese a formar parte del Gobierno, pretendió manteneruna “independencia critica”. En algunas oportunidades movilizo a las masasobreras contra las medidas gubernamentales, lo que produjo inevitables rocesy tensiones con el Partido Radical. Además hay que agregar el éxito obtenidopor el PC en las elecciones municipales de 1947. En ellas se convirtió en unade las primeras fuerzas, demostrando que era quien mejor capitalizabapolíticamente la situación.

La dictación de la Ley de Defensa de la Democracia inauguro un periodo deretroceso democrático que duró hasta 1958. La hipótesis de que lademocratización se realizo como un proceso lineal y co ntinuo olvida eseperiodo de “democracia restringida”, que se prolongo formalmente durantediez años, aunque con importantes variaciones internas. Después de la etapa“frentista”, que abarco entre 1938 y 1947 y que se caracterizó por una políticade lenta pero estable democratización política y social, vino ese periodo enque se restringió la ciudadanía, se excluyo uno de los partidos conrepresentación popular (especialmente obrera) y se dictaron leyes quepermitían reprimir al movimiento sindical.

En 1958, cuando a fines del Gobierno Ibáñez se aprobó la derogación de laLey de Defensa de la Democracia y se modifico la legislación electoral quehabía creado numerosos vicios de presentación, comenzó una fase deprofundización democrática, cuyos puntos culminantes fueron la elección deFrei en 1964 y la de Allende en 1973 .

No hubo entonces un desarrollo lineal de la democracia política que comenzócon Aguirre Cerda y estallo en el derrocamiento de Allende. No obstante, nohay que ver en la dictación de la Ley de Defensa de la Democracia una lógica“economicista”, sino una lógica política. El “cierre” del Estado fue provocadopor el peligro comunista, más que por el desbordamiento de lasreivindicaciones populares, a causa de la aparición de fenómenos recesivos ode una situación de estancamiento. Esa nueva fase estaba caracterizada por elhecho de que el espacio político y el grado de movilización popular podían serrestringidos y, en general, regulados desde el Gobierno, en función denecesidades tácticas o estratégicas.

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Esa situación solamente se modifico en 1958 abri endo paso a la tercera etapadel desarrollo político que se prolonga hasta 1973. En este artículo meconcentrare en esa fase de democratización creciente, tratando de entenderpreviamente el sentido global de la etapa de “democracia restringida”.

2. Esbozo de análisis de la etapa de retroceso d emocrático

Antes de abocarme al estudio del periodo comprendido entre 1958 y 1 973,debo analizar rápidamente las principales características de la fase deretroceso democrático. Me detendré en dos temas, el problema de laperiodización interna de aquella fase y el problema de la conclusión o deltérmino de ella. Es indispensable hacerlo para entender la génesis de la etapaposterior.

a) Los dos momentos

Ese periodo de diez años, donde primaron medidas políticas de excepción,tales como restricciones de la ciudadanía y posibilidades represivasextraordinarias, tuvo dos fases claramente diferentes, pese a la manutención,durante todo el tiempo, del mismo marco legal. Durante los años del Gobiernode González Videla hasta la elección de Ibáñez en 1952, la represión semantuvo activa. Esa situación cambio entre 1952 y 1 958, en que se mantuvola proscripción del PC, pero donde el Gobierno uso con mayor discreción lasfacultades coercitivas.

Es posible elaborar una periodización distinta que ilustra sobre otros aspectosy utiliza criterios diferentes. Entre 1947 y 1955 se vivió un periodo puramentenegativo, de represión sin proyecto de reorganización económica. En 1956hasta 1957 la situación cambio: se entro en una fase positiva, de represión conun proyecto estabilizador y de liberalismo económico. Esa segundaperiodización me parece mucho más fructífera, desde el punto de vistainterpretativo, porque plantea el problema de las limitaciones hegemónicas delas clases dominantes.7 Hasta 1956, ellas no fueron capaces de utilizar elperiodo de excepción política para impulsar un proyecto de modernizacióncapitalista.

En 1947 la derecha reconstruyo su alianza con el centro y abandono lasposiciones defensivas que hasta entonces había ocupado. Sin embargo, suprograma de ofensiva tuvo rasgos puramente negativos. Logro eliminar el

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peligro comunista aparente, desmovilizar a los sectores populares, dividir a lasorganizaciones laborales y al Partido Socialista, pero no fue capaz de impulsarun proyecto que evitara la agudización del estancamiento económico quedesde el término de la guerra de Corea (1952) se hizo ostensible.

b) El momento positivo

Solamente a partir de 1956 se entro en el momento positivo de esta faseofensiva. Los tres primeros años del Gobierno de Ibáñez habían tenido uncarácter populista, en el momento de la colaboración con el Partido SocialistaPopular, más tarde laborista, en el momento de hegemonía de los sectorescorporativistas y antiparlamentarios, agrupados en el Partido AgrarioLaborista y en los grupos independientes del ibañismo. En 1 955 se orientahacia la derecha y opto por un programa estabilizador que se concreto desdeprincipios de 1956.8

La situación económica de 1955 puede caracterizarse como una inflación condecesión. El año 1954 se elevo el IPC en 60 por ciento, y el año 1 955 subióhasta un 84 por ciento.9 Ambos índices eran la expresión de una actividadeconómica estancada, de una crisis del comercio ex terior y de un sectorindustrial que con gran velocidad perdía dinamismo. La desocupación habíasubido hasta el 6,4 por ciento y el 9,5 por ciento, respectivamente. A causa delas restricciones legales la agitación laboral no podía reflejar con exactitudtoda la intensidad de la crisis. Sin embargo, la masividad de los paro sgenerales del 54 y 55 expresaba el deterioro de la situación. En ese marco secontrató, en septiembre de 1955, a la Misión Klein-Saks, con el objetivo deelaborar un programa de contención inflacionar ia y reordenamientoeconómico.10 Parece una paradoja hablar de “momento positivo” paracaracterizar una etapa de la acción del caótico y fluctuante Gobierno deIbáñez. Pero el hecho es que la recesión con inflación que comenzó en 1953 11

y la simultanea crisis total del ibañismo como movimiento político, empujaronal Gobierno a una nueva orientación de sus alianzas. El apoyo de la derecha l epermitió intentar un plan de reorganización económica de mayor aliento quelos concebidos por González Videla, después de la aprobación de la Ley deDefensa de la Democracia. Entre 1947-1950 este intento llevar adelante unprograma de estabilización bajo la conducción de Jorge Alessandri. Sinembargo, ese programa no contenía reformas de la organización económicatan importantes como las que intento la Misión Klein-Saks, reformas cuyoobjetivo principal era la liberalización de la economía.

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i) El programa de la Misión Klein-Saks

Evidentemente, constituye una paradoja política que haya sido el Gobierno deIbáñez el encargado de darle un contenido positivo a la ofensiva políticaderechista. Ibáñez había llegado al Gobierno con un programa nacionalista ypopulista, que propiciaba medidas antiimperialistas, una elevación del nivel devida de los asalariados, la unificación del movimiento sindical y la derogaciónde la Ley de Defensa de la Democracia. 12 No obstante, desde 1956 seembarco en un ambicioso plan de estabilización, cuya filosofía reflejaba unenfoque ortodoxo y cuyas medidas seguían de cerca las recomendaciones delFMI. 13

La importancia de este programa era que intento regular los desequilibrioseconómicos mediante una liberalización creciente en el funcionamiento de laeconomía y mediante una reducción del déficit fiscal. Por lo tanto, combinolas medidas tradicionales de control d e precios y de regulación de lasremuneraciones con otras medidas tendientes a una reorganización masprofunda de la economía.

Junto con un programa de remuneraciones sumamente estricto, que consistíaen la eliminación de los reajustes automáticos y en la fijación de topessalariales máximos inferiores al alza del costa de la vida, se aplico una políticade reducción del gasto fiscal, mediante la disminución del tamaño de laadministración publica, y se planteo una política de aumento de los ingresosfiscales, que se conseguiría a través de una reforma tributaria. Además seprogramo una flexibilización de la fijación de precios, una gradual supresiónde los subsidios y se puso en aplicación una política de comercio exteriormucho más liberal. Para complementar esas medidas se intentaron drásticasreducciones del crédito bancario, que permitirían bajar la expansión monetariaexcesiva.14

De este conjunto de medidas, las cuales fueron presentadas como un todoarmónico, no se ejecutaron ni la reforma tributaria ni la disminución sustantivade la expansión crediticia. Se mantuvo fija la tasa de interés, con lo cual elacceso crediticio siguió constituyendo una ventaja especulativa.

En el segundo semestre de 1956 los esfuerzos por disminuir los aumentos dela oferta de dinero determinaron l os problemas políticos que enfrento elprograma de la Misión Klein-Saks.

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ii) El fracaso del programa

Los sectores empresariales fueron firmes partidarios de la política deestabilización mientras este era un programa que actuaba sobre lasremuneraciones y que permitía una política de precios con ajustes flexibles.

Sin embargo, cuando el programa pretendió introducir modificaciones quepodían afectar sus márgenes inmediatos de utilidades, los sectoresempresariales se tomaron críticos y terminaron por transformarse en grupo depresión opositor. Esto sucedió cuando se tomaron medidas que afectaron losniveles de demanda y también cuando la política monetaria restringió la ofertacrediticia.

Los sectores empresariales no parecieron dispuestos a sacrific ar el corto por ellargo plazo, ni a aceptar una reducción de sus utilidades inmediatas en funciónde una reorientación del desarrollo económico. Una vez mas reaccionaron deun modo estrechamente corporativo. Antes de sa crificar sus intereses de cortoplazo, prefirieron volver a las políticas económicas inestables y a la situaciónde inflación crónica y expansiva.

Por lo demás, históricamente siempre se habían comportado así. En laadministración de Balmaceda no fueron capaces de apoyar el programarelativamente nacionalista y modernizante que se trato de impulsar. 15 Duranteel Gobierno de Arturo Alessandri también procedieron de una formaparticularista. Si bien este no tenia un programa de redefinición del desarrolloeconómico, no lo siguieron en sus políticas de modernización del Estado y delas relaciones entre capital y trabajo. 16 Asimismo, durante todo el periodo delos Gobiernos frentistas actuaron como una fuerza pasiva. 17 No fueron elsector dinámico que se puso a la cabeza del proceso de industrialización,dejándole esta tarea al poder publico. Ese comportamiento definió laestructura del campo de fuerzas y de las relaciones interclases durante todo elperiodo del Estado de compromiso.

Inmediatamente que el programa de la Misión Klein-Saks amenazo con tenerefectos sobre las ganancias de corto plazo, los empresarios se organizaroncomo “fronda política”. Su reacción negativa se reflejó casi inmediatamenteen la conducta de los partidos derechistas, los cuales moderaron suentusiasmo, insinuaron críticas, hasta que terminaron por abandonar laortodoxia estabilizadora. Pero la actitud de los partidos derechistas nosolamente estaba determinada por los intereses corporativos de los sectores

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empresariales. También influían en ella sus propias necesidades políticas,entre ellas el efecto anticipado de las elecciones presidenciales que seavecinaban. La cercanía de estas condiciono las conductas políticas,moderando las intenciones estabilizadoras mas definidas. Es evidente que,enfrentar las elecciones en medio de una situación recesiva, con precios libresy con sueldos bloqueados, constituía una enorme desventaja política. ComoIbáñez no “tenia heredero político, esos factores le importaban de o tra formaque a los partidos derechistas. La experiencia de la Misión Klein-Saks lesdemostró a estos las potencialidades de un gobierno propio, que pudieraencabezar un programa de largo plazo, dirigido por un representante delpropio sector empresarial. Todas esas esperanzas se encarnaron en lacandidatura de Alessandri. Pero el propio éxito electoral de ella exigíasubordinar la intensidad del programa estabilizador, especialmente porque laderecha requería recuperar la fuerza perdida con el maremoto del 52. En laselecciones parlamentarias de 1949 la derecha había obtenido un porcentajeestimable, el 43 por ciento. En los comicios de 1953 sufrió una drástica caída,similar a la de todas las fuerzas históricas: apenas rasguño el 24 por ciento. Yaen 1957 consiguieron una cierta recuperación: se alzaron el 31 por ciento.18

Así, los cálculos electorales estuvieron presentes en el abandono de la políticaorientada por la Misión Klein-Saks. Su programa se vio privadoprogresivamente del apoyo de los sectores empresariales y de la derechapolítica.

iii) La reorganización del movimiento popular

La política represiva del periodo de retroceso democrático, especialmente ladesarrollada entre 1948 y 1950 , produjo una profunda desorganización delmovimiento obrero. Este fue perjudicado por la coerción, pero mucho más porlas divisiones del campo popular, especialmente las del Partido Socialista, ylas existentes entre comunistas y socialistas.19

En su campaña, Ibáñez había prometido permitir la organización de unacentral unitaria de trabajadores. Este fue uno de los únicos puntos delprograma que efectivamente cumplió, pese a los intentos permanentes en elcurso de su Gobierno de volver atrás. La sobrevivencia de la CUT, creada en1953, fue el resultado de la lucha contra los múltiples intentos de gruposibañistas por crear una central oficialista. Mas tarde debió soportar larepresión desencadenada a propósito de la huelga general de 1956.20

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Pese a todo, la unidad del movimiento sindical permaneció. Ella fuecompletada por la unidad política de la izquierda, oficializada en los primerosmeses de 1956 y perfeccionada en 1 957 con la unificación del PartidoSocialista. En pleno periodo de “democracia restringida” la izquierdaconsiguió solidificar su unidad, en parte como efecto no querido de la políticaeconómica estabilizadora. La creación del FRAP a comienzos de 1956 fue unareacción ante el viraje del ibañismo, que condujo al programa estabilizador.En 1954 y 1955 el movimiento obrero habí a demostrado su potencialidad enlas grandes huelgas generales que se organizaron para protestar contra eldesempleo y la inflación. El paro general de enero de 1956 , mucho menosexitoso que los precedentes, desencadeno una ola represiva larga e intensa.Los dirigentes sindicales debieron soportar meses de prisión. De esacoyuntura, especialmente de la unidad de acción entre diversas fuerzaspopulares que suscito, surgió finalmente el FRAP.21

En la constitución de ese movimiento se reflejo la existencia de dos líneas enel interior de la izquierda. Después del fracaso del programa propiciado por elPartido Socialista Popular al apoyar a Ibáñez, ese grupo político se volcódecididamente hacia una línea clasista, que rechazaba cualquier alianza conorganizaciones “reformistas de centro”. En una posición distinta permanecióel PC, el cual postulaba una política de alianzas más abierta y flexible, enconsonancia con su programa antiimperialista y democrá tico. Desde mediadosde la década del 50 los comunistas atrajeron a esa posición a los partidos maspequeños (Socialistas de Chile y del Trabajo), organizando el llamado FrenteNacional del Pueblo. No obstante, la l ínea exclusivista del Partido SocialistaPopular triunfó en la constitución del FRAP, pues logro oponerse a lainclusión del Partido Radical, que entonces estaba en una postura izqui erdista.

De todas formas, entre 1952 y 1 958, el movimiento popular logroreorganizarse y ampliar cada vez más el espacio político. Ese periodo culminacon la elección presidencial de 1958, cuando Allen de casi triunfa. El granéxito obtenido en esas elecciones definió la línea de la izquierda hasta 1970, lacual consistió en la lucha por conseguir un “gobierno popular”.

c) El significado del “momento positivo”

El periodo de Ibáñez estuvo plagado de contradicciones. Una de las mayoresfue la de haber constituido el único intento serio de proveer de un programa dereorganización económica al periodo de “democracia restringida” que

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inaugura González Videla en 1947, cuando desahucio la coalición con loscomunistas.

Un elemento impulsor de ese proyecto fue la existencia de una crisiseconómica percibida como de carácter estructural. Desde 1953 se observo unamarcada tendencia al estancamiento del crecimiento económico.23 Esefenómeno se analiza como un efecto del agotamiento de la sustitución fácil enel proceso de industrialización, Ese esquema interpretativo ponía el énfasis enla necesidad de reformas estructurales, sin las cuales no podría conseguirseuna dinamización estable del proceso industrial izador en su etapa masavanzada.24

En toda la etapa de “democracia restringida” el último periodo del Gobiernode Ibáñez fue el intento mas serio de reorganizar la economía para afrontar laalta inflación. Justamente el plan fracaso por lo que había en el de“mediación”. La participación de los sectores empres ariales en un plan delargo aliento requería un Gobierno que representara más directamen te losintereses burgueses que, por tanto, poseye ra una base más estable delegitimidad y un mayor margen de maniobra para actuar. El Gobierno deIbáñez, con su volubilidad, con su comportamiento político cambiante ycontradictorio, no proporcionaba el marco mas adecuado para un plan de esanaturaleza. Todos esos factores actuaron como refuerzo de la tendenciatradicionalista de los empresarios, los cuales desertaron del programaestabilizador, no por motivos “progresistas”, sino por motivos “reaccionarios”.

La importancia del programa de la Misión Klein-Saks fue que ayudo a definirlos elementos de una plataforma política para la derecha. Le permitió perfilarun plan en el cual pudieran superarse, a través del gobierno propio, lasdebilidades del programa estabil izador patrocinado por Ibáñez entre 1956 ymediados de 1958.

d) El termino de la fase de democracia restringida

Otra de las paradojas del Gobierno de Ibáñez fue que termino realizando dostrascendentales reformas políticas: la derogación de la Ley de Defensa de laDemocracia y la reforma de los mecanismos electorales, cambio destinado aaumentar la representatividad del sistema político. Inmediatamente despuésdel término “político” del plan estabilizador, Ibáñez modifico el sentido de suadministración. Así como entre 1956 y principios de 1 958 había provisto deun proyecto positivo al Estado de excepción, a mediados de 1958 hizo posible

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el termino de la etapa de exclusión política. En un periodo de seis años sesucedieron cuatro momentos, uno populista, otro laborista, uno der echista enque se aplico un drástico plan estabilizador, para volver, al final, a unatendencia similar a la del principio, por lo menos en algunos aspectos. Paraentender la lógica de esas variaciones quizás sea necesario insistir en la fuertedimensión caudillista del Gobierno de Ibáñez. Muchas de las variacionesobedecieron a cambios de las ideas o proyectos, simpatías o antipatías delpersonaje y de su entorno más próximo.25

i) Efectos de las elecciones presidenciales

El viraje de fines del Gobierno tuvo estrecha relación con la incapacidad delibañismo para reproducirse o prolongarse. A esa altura estaba claro que Ibáñezno tenia herederos políticos capaces de alcanzar significación propia. Loscomicios de 1957 habían mostrado una recuperación de los principalespartidos afectados por los terremotos electorales de 1952 y 1953, undebilitamiento de los partidos del régimen (como el Agrario Laborista) y lacasi total desaparición de los movimientos políticos nucleados en torno alnombre de Ibáñez.

El Gobierno, por lo tanto, no estaba involucrado en la contienda electoral deuna manera positiva. Solamente lo estaba de un modo negativo , en función delos rechazos históricos de Ibáñez y su entorno frente al fenómeno decaudillismo alternativo representado por el alessandrismo.

En ese periodo el gran error político de la derecha fue no entender los factoresno orgánicos y los elementos personalistas que guiaban las opciones deIbáñez. La elección, como representante de la derecha, de un hijo de suancestral adversario Arturo Alessandri, significó el alineamiento contra laderecha del Gobierno y de su prensa adicta. Ese factor tuvo influe ncia en eldesahucio del plan estabilizador, pero fue decisivo especialmente en laformación del bloque que hizo posible las reformas políticas. Inmediatamentedespués que se vislumbro el triunfo de Alessandri, se abrió la posibilidad de lacolaboración del Gobierno en la aprobación parlamentaria del plan dereformas patrocinado por la izquierda.

ii) La permanencia de la unidad de izquierda

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En general fue la coyuntura electoral futura la que determino la formación deun frente tan amplio como el que se constituyo. Pero para que ese bloque seformara tuvo también influencia la estabilidad alcanzada por la unidad de laizquierda.

Los sucesivos fracasos de los gobiernos recientes, la sensación de ineptitud enla resolución de los problemas, expandió masivamente la idea de que eranecesario intentar cambios del sistema polí tico.26 Una de las áreas en que sepercibía mas nítidamente esa exigencia era respecto a las medidas deexcepción y respecto al sistema electoral. Se creo un difuso, pero extendidoclima favorable a los cambios en esos terrenos, puesto que se vivía lasensación de que parte de los males y tenían su origen en la falta derepresentatividad del sistema político.

Pero la unidad de la izquierda, perfeccionada entre 1956 y 1 957, fue la quepermitió aglutinar un abanico amplio de fuerzas, el llam ado Bloque deSaneamiento Democrático. Concretamente, fueron los esfuerzos del FRAP losque dieron vida al bloque y los que permitieron que este realizara suprograma. Esa unidad le dio al FRAP la fuerza política necesaria paramovilizar en torno a objetivos comunes a formaciones políticas disímiles, conintereses diversos.

En verdad, hasta 1956 las relaciones entre comunistas y socialistas estuvieronmarcadas por la lucha más que por la unidad. Esto sucedió incluso en periodoscomo el del Frente Popular o de González Videla. La consolidación de suunidad le permitió ser el factor hegemonizador de una serie de partidos,consiguiendo introducir decisivas reformas políticas.

iii) La formación del bloque

Poco después que unas elecciones complementarias para elegir un diputadofinalizaron con el triunfo de la derecha, se logro la formación del Bloque deSaneamiento Democrático. Los objetivos de esa coalición eran tres: derogar laley de exclusión electoral de los comunistas, provocar una reforma electoralque eliminara el cohecho, la sobrerrepresen tación de las zonas rurales y el roldeterminante de los caciques agrarios y eliminar las llamadas consejerí asparlamentarias, que favorecían practicas de corrupción política.

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El programa del frente era, como su nombre lo decía, el perfeccionamientodemocrático. La tenacidad de la izquierda y una acumulación decircunstancias coyunturales favorables permitieron movilizar una coaliciónmuy amplia que iba desde comunistas hasta falangistas, radicales yagrariolaboristas y que contaba con la colaboración del Gobierno. Laparticipación de este fue decisiva, tanto para poner en discusión las reformasen el Parlamento como para definir el ritmo de trabajo y, al final del proceso,para evitar los vetos del Ejecutivo que podrían haber trabado toda la operación

Las principales circunstancias coyunturales estaban relacionadas con el pesode las racionalidades electorales puestas en juego po r la pugna presidencial.Eso sirvió para inclinar el peso del Gobierno a favor de las medidasdemocratizadoras, puesto que ellas eran vistas como una fórmula viable deevitar el triunfo de Alessandri.

El verdadero factor unificante del bloque fue la reforma electoral. Ellaconstituía el objetivo común y general.27 Durante toda la discusiónparlamentaria hubo momentos en que pareció que algunos de los componentesde la alianza cambiarían su posición respecto a la derogación de las leyes deexclusión. Esa posibilidad fue una amenaza constante del Gobierno, el cual enun momento determinado proyectó vetar un acuerdo demasiado liberal. Lospartidos Agrario Laborista y Radical también tuvieron vacilaciones respecto ala derogación de normas políticas excluyentes. Para esas fuerzas el tema de l“peligro comunista” y sobre todo el posible fortalecimiento electoral de laizquierda representaban un freno respecto al liberalismo político de sudiscurso, dualidad especialmente fuerte en el caso de los radicales. Adiferencia de las otras formaciones centristas, la Falange Nacional tuvo unaposición de principios frente al problema de la exclusión. Simultáneamentefue una de las principales fuerzas impulsoras de la reforma electoral, por lacual venia luchando desde el gobierno de González Videla. Esa fuerza, juntocon el FRAP, fueron claves para dinamizar las reformas políticas. La Falangecumplió, además, un importante rol de mediación respecto a los sectores masmoderados o temerosos frente a las consecuencias políticas de las reformas.

Después de un difícil parto parlamentario las reformas se aprobaron. En laspostrimerías de su Gobierno, Ibáñez cumplió con una de sus más importantespromesas electorales, permitiendo dar pasos importantes en lademocratización del sistema político.

iv) La resistencia de la derecha

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La derecha intento movilizar todas sus fuerzas para impedir la aprobación delas reformas políticas planteadas en 1958. Aunque la reforma electoral laperjudicaba en sus opciones políticas concretas, era muy difícil encontrarcontra ella un discurso crítico eficaz. La razón principal era que no se podíainvocar ningún principio de generalidad. La reforma electoral solamente podíaser cuestionada en base a criterios particularistas, de conveniencia política,pero no en base a principios universales. Por lo tanto, los ataques seconcentraron en la derogación de las leyes represivas.

Al principio la derecha intento negociar con Ibáñez para evitar, por el caminomas fácil, que las reformas fueras discutidas o aprobadas. El procedimientousado era expedito, porque bastaba que el Ejecutivo retirara el tema de ladiscusión o vetara algunas disposiciones centrales, para que todo elprocedimiento se postergara indefinidamente. Sin embargo, la tenacidad delFRAP y la posición de principios de la Falange; impidieron que esasmaniobras prosperaran.

El fracaso de las tácticas destinadas a debilitar la unidad del bloque impulso ala derecha a intentar convertir la derogación de las leyes represivas en unproblema de fe, con implicancias teológicas. Ese intento buscaba crearproblemas entre los parlamentarios católicos de los diferentes partidos de lacoalición reformadora. Sin embargo, la maniobra también fracaso, puesto quehubiera implicado un compromiso más efectivo de la jerarquía episcopal, noobstante bastante conservadora. Pese a que esta jerarquía consideraba elproblema como peligroso y pese a las tradicionales tesis contra lacolaboración con el consumismo, su participación en la campanaantirreformas fue débil. La existencia de una minoría consistente entre losobispos y los seglares católicos mas incorporados a la iglesia impidió queprosperaran los intentos derechistas. Incluso la situación planteada fue menosgrave que la suscitada en 1947, cuando hubo proposiciones formales paraconseguir la excomunión de los católicos socialcristianos.28

La campaña desencadenada por la derecha y la participación de susparlamentarios en los debates del Congreso demuestran que esos grupos notenían una concepción pluralista de la democracia. Su noción “ideal” delEstado era la democracia restringida, un orden donde el sufragio noconstituyera un peligro para la reproducción del sistema. No es exacto,entonces, decir que la derecha tuvo una concepción democrática del Estado.Su posición era típica del liberalismo clásico, el cual concibe la libertadpolítica subordinada a la libertad económica, como un derecho de rango

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menor que la propiedad. Esta última constituía un derecho natural absoluto,que la autoridad solamente debía regular en función de restring idasnecesidades del bien común. La derecha, aunque vivía en el mundo concretodel Estado intervencionista, añoraba un mundo donde esos principios secumplieran.

El tema del “peligro comunista”, tratado en el lenguaje de la guerra fría, leproporciono a la derecha un principio de universalidad con el cual proponeruna concepción restrictiva de la democracia. Lo que en otras circunstanciashubiera aparecido como un intento de defender al capitalismo pudo asumir laforma de una defensa de la democracia. Encontró argumentos para rechazar elpluralismo democrático e incluso el sufragio de masas, usando comojustificación que ambos engendraban la amenaza popular.

El desarrollo cultural e ideológico adquirido por la sociedad chilena habíaimpedido que la derecha pudiera hacer público un discurso que ligara elsufragio universal con los niveles educativos. Ese tipo de discurso, que sinembargo se pronunciaba en el Congreso, era aislacionista y con el eraimposible articular y agregar fuerzas. Así, el tema del comunismo permitióalcanzar los niveles de generalidad y universalidad necesarios para la luc haideológica y para la disputa hegemónica en el marco democrático.

3. Conclusiones: Significado de la fase

Esta fase de democracia restringida es vista, desde una lógica estructural,como un intento de ajuste entre las condiciones generales de desarrollocapitalista y el tipo de Estado. Sin embargo, en el momento de la dictación dela ley de exclusión, en los comienzos del gobierno de González Videla, noexistía una coyuntura económica especialmente crítica, ni se percibía todavíaun claro estancamiento del desarrollo capitalista que pudiera atribuirse al tipode Estado. Las motivaciones políticas del “cierre” estatal tienen que ver con laalineación internacional y con la amenaza del comunismo.

La eficacia del sistema político de democracia restringida para impedircambios culturales e ideológicos se demostró muy baja. La ausencia dereformas y de una política modernizadora hacia imposible eliminar las causasdel descontento. Ese clima difuso e incierto de frustración y desesperanza quepodía expresarse en un radicalismo electoral, más que una crisis económica

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desencadenada, explica la dictación de las leyes de excepción política. Esomismo permite entender su fracaso.

De hecho en el periodo se desarrollaron proce sos contrarios a los que sepretendían. En plena fase de democracia restringida se unifico el movimientosindical, bajo la dirección de sectores populares, y se unifico la izquierda.Creció la influencia ideológica de las tendencias reformistas y aparecieron enescena nuevas fuerzas, como la Democracia Cristiana, que en un futurocercano desplazarían a las antiguas organizaciones centristas.

La candidatura de Ibáñez enarbolaba un discurso de protesta contra la ausenciade democracia política efectiva en la sociedad. Fomentaba, más allá de lasuperficie, el rechazo y la critica a ese tipo de normas. El régimen excluyenteno fue capaz de aislar al movimiento popular de aquella época, ni impedir quesu influencia ideológica contaminara a otros sectores sociales. Lo único quelogro fue evitar que se hicieran presentes los efectos más directos sobre elsistema político, pero no pudo impedir que la protesta fermentara, ni pudoimpedir la propia derogación de la legislación represiva.

El tipo de Estado de democracia restringida que se creo revelaba unaestrategia. Su núcleo racional era la idea de que los frenos legales a lamovilización popular resolverían los problemas políticos que hasta entonceshabían enfrentado las clases dominantes. El fracaso revela las limitaciones deesa concepción. Una crisis semantizada como crisis de la sociedad, no podíaenfrentarse con medidas simplemente represivas, sin un proyecto global dereorganización económica y social. Las dos respuestas que se intentaron en lafase fueron parciales. Una fue el proyecto nacional -popular inicial de Ibáñez,el otro fue el programa de la Misión Klein-Saks.

El primero proponía, al nivel de discurso, un programa político consistente.No obstante, la realización de aquel programa necesitaba otro bloque político,otro estilo y otro liderazgo. Sin embargo, en aquel intento se expresabanintuiciones políticas validas y realistas.29 Principalmente la idea de que debíanafrontarse profundas reformas sociales y realizar una política internacionalmás independiente. La experiencia de Ibáñez fracaso porque el liderazgocaudillista y personalista impidió construir el bloque político que senecesitaba, así como impidió la consolidación de cualquier alianza. Peroademás el programa, tal como estaba previsto, tenia algunas seriaslimitaciones. La principal fue posponer, una vez mas, las reformas necesariasen el sector agrario. En contraste se impulso una mayor estatización del

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sistema de decisiones económicas, medidas que sintonizaban con la idea deque todo aumento de la intervención publica, representaba un progreso.

El programa de la Misión Klein-Saks represento la alternativa de derecha parala solución de la crisis. Sin embargo, esa crisis fue percib ida de un modoparcial y estrecho, ya que lo que eran efectos fueron vistos como causas. Deese modo la regulación de los desequilibrios económicos se convirtió en elobjetivo central sin que se formulara un proyecto de desarrollo más global.

Así el periodo del Estado de democracia restringida careció de un proyectopositivo global, que asumiera la idea social de una c risis. El programa puestoen práctica por la Misión Klein-Saks el 56 fue un intento, el mas importante.Pero fue un remedo del proyecto que hubiese sido necesario, desde el punto devista el desarrollo capitalista de la sociedad. La ausencia de este proyectoverdaderamente “burgués”, que afrontara los problemas reales y no se limitaraa la solución represiva o economicista, representa una demostración de laslimitaciones ideológicas y políticas de la derecha.

Esas limitaciones se habían visto con claridad en la etapa anterior a 1947. Allíla derecha solamente fue capaz de proponer políticas defensivas, que buscabanmoderar los impulsos reformadores del centro y de la izquierda. No fue ella laque encabezo la industrialización y, por ende, el desarrollo capitalistaposterior no tuvo su sello de clases. El aná lisis de aquel periodo reveladificultades de las clases dominantes para conseguir hegemonía en unademocracia pluralista. Conspiraba contra esa posibilidad el hecho de que susrepresentantes políticos tradicionales fuesen partidos de tipo conservador,incapaces de sintonizar con la necesidad de cambios, y expresivos de unacultura elitaria aristocratizante.

Por esos mismos factores las clases dominantes tampoco fueron capaces en laetapa de exclusión política de dotar a ese Estado de una acción que tuviera uncarácter ni positivo ni global. En este periodo las clases dominantes pasaronde la defensiva a la ofensiva, pero sin superar los intereses corporativos de losgropos empresariales, sin una dirección capaz de afrontar globalmente losproblemas de la sociedad chilena. El único intento serio, paradójicamentepuesto en práctica por Ibáñez, siguió los cánones estrechos de la propuestaeconomicista de las recetas ortodoxas del FMI.

Sin embargo, cuando ya la Ley de Defensa de la Democracia había sidoderogada, la derecha obtuvo, por primera vez en veinte años, un triunfo

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presidencial. Otra de las paradojas de la política chilena. En todo caso esenuevo Gobierno enfrento una nueva situación estatal diferente de la anterior.No solamente había sido derogada la legislación que excluía los comunistas,sino también se había mejorado el sistema electoral.

III. LA FASE DE DEMOCRATIZACION CRECIENTE: 1959 -1973

En una economía cíclica, con problemas de crecimiento producidos por lasdimensiones del mercado, por los estrangulamientos del comercio exterior ypor la dependencia externa, se “incrusto” un sistema político en proceso decreciente democratización.30 Es el periodo de auge de tendencias ideológico-culturales reformadoras y “revolucionarias”, favorecido por fenómenosexternos tan disímiles como la renovación de las esperanzas en el socia lismosuscitadas por la desestalinizacion y la revolución cubana; o la consolidaciónde las ideas modernizadoras, propiciadas por el centro y por la Alianza para elProgreso. Esos procesos de cambio cultural significaron el aislamientocreciente de las posiciones derechistas.

Sin embargo, esos procesos no aparecían en el escenario en 1 958 cuando seprodujo el triunfo Alessandri. Todo lo contrario, los pronósticos anunciabanvientos contrarios: un auge de las soluciones conservadoras y tecnocráticas.

1. EL GOBIERNO DE ALESSANDRI

El triunfo de Alessandri represento una manifestación renovada de rechazo alpredominio de los partidos. Ese sentimiento de negación había estado muypresente en el triunfo de Ibáñez. La diferencia era que entonces la alter nativahabía tenido una orientación populista. Ibáñez significo un rechazo a ciertasformas tradicionales de hacer polí tica, en especial aquella representada por elPartido Radical. Su acción es vista como una forma ex trema de una política

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particularista en la cual primaban los intereses organizacionales mas estrechospor sobre los intereses públicos.

El fracaso del ibañismo significo que las estructuras orgánicas se reordenaronen 1957 y recuperaron su primacía, pero sin que desapareciera totalmente elespíritu de sospecha y rechazo frente a los partidos. Ese clima ideológicovolvió a reproducirse en las elecciones presidenciales de 1958 dondeAlessandri se presento como un independiente, cri tico frente a la políticaorganizacional y con un enfoque más tecnocrático que político.

Esa elección presidencial produjo tres hechos de importancia para eldesarrollo político posterior: a) creo una oportunidad para que la derechapudiera demostrar su capacidad de ejercer plenamente las funcionesgubernativas; b) el crecimiento de Frei y de la democracia cristiana, queapareció como alternativa reformista de centro y c) la gran votación de laizquierda, que suscito en ella la esperanza de llegar al gobierno medianteelecciones.

a) El fracaso del intento derechista

El aspecto central del Gobierno de A lessandri fue proponer una alternativa dedesarrollo cuyos agentes dinámicos principales serian los gruposempresariales.31 Su discurso elaboro el dualismo entre polític a y técnica,concebidos como mundos autónomo s y divergentes, donde el primer terminoencarna el polo negativo y el segundo el polo positivo. La política eraconcebida como el mundo oscuro de los interese s corporativos, de lademagogia; la técnica representaba el mundo de la decisión nacional, aquellaque usa como principal criterio la relación optima entre medios y fines. Esadecisión racional era pensada como contraria al compromiso o arbitraje entrepresiones cruzadas. Decía ser el resultado de un “diagnóstico objetivo” y deuna determinación de las alternativas según su eficacia. La vigencia de est avisión tecnocrática de la política, por tanto abstracta, poco útil para analizar larealidad efectiva de las fuerzas y sujetos sociales, estuvo implicada en elfracaso del Gobierno de Alessandri .

La medida central de su programa económico fue la liberalización delcomercio exterior y la determinación de un tipo fijo de cambio, después deuna devaluación de 25 por ciento respecto al nivel anterior. Con el libre accesoal mercado de divisas se buscaba atraer la inversión extranjera y aumentar lasimportaciones de bienes de capital y de materias primas que permitirían a la

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industria nacional aumentar su productividad y modernizarse para mejorar supotencial exportador.32

Esa medida se orientaba, en conjunto con otras, a eliminar las presionesinflacionarias, por la vía de la competencia de los productos importados en elmercado nacional, y a proponer un horizonte .de desarrollo, mediante ladinamización del sector industrial por la vía principal de las inversionesextranjeras.

A fines de 1961 esta política provoco una crisis de la balanza de pagos,producida por el déficit de la balanza comercial. Esa situación se explica engran parte por el comportamiento de los sector es empresariales. El programade Alessandri enfrentaba a los sectores industriales al desafío de aumentar suproductividad. En un régimen con un movimiento obrero dotado de fuerza denegociación era muy difícil que esos aumentos de productividad se realizaranmediante aumentos sustanciales de la intensidad del trabajo. Por ende debíanreposar principalmente en modernizaciones de los procesos productivos.

Parece ser que los empresarios no fueron capaces de ofrecer el tipo decomportamiento económico que se esperaba de ellas. El tecnocratismo delenfoque llevo al Gobierno a proponer un diseñ o que no tomaba en cuenta lascaracterísticas del sector empresarial, que no percibió las razones históricas desu comportamiento económico. 33

En la práctica, los sectores industriales en vez de volcarse decididamente haciael aprovechamiento del cambio fijo, de las franqu icias crediticias y de lasfacilidades de importación para mejorar tecnologías, se volcaron hacia unadoble actividad especulativa: aprovechar la liberalización para importar bienesde consumo y acumulación de divisas-. Como efecto de la especulacióncambiaria, que agravo la situación de la balanza de pagos, el Gobierno debiódevaluar en octubre de 1962 en un 33 por ci ento.

b) Una nueva manifestación de las limitaciones de dirección

Este fracaso del plan económico tiene profundas raíces político-culturales. Através de varias partes de este trabajo hemos insinuado el tema de laslimitaciones hegemónicas de las clases dominantes. Corresponde ahoradesarrollarlo con mayor extensión, porque se trata de uno de los desajustesmas importantes del desarrollo político chileno.

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En los periodos donde primaban políticamente los partidos de centro (1938-1952) o donde se impusieron alternativas de populismo inestable (1952-1958),las clases dominantes realizaron políticas defensivas. Esa estrategia no lespermitía adquirir un rango hegemónico pero si les permitía maniobrar comofuerza negociadora. Cuando, aprovechando el clima ideológico-político de laguerra fría, consiguieron imponer un viraje autoritario, su autonomía ocapacidad de dirección estuvo fuertemente limitada porque carecían delcontrol del Gobierno, en manos del radicalismo. Debieron seguir realizandoestrategias de negociación, sin poder aprovechar la restricción de lademocracia para realizar un plan de solución capitalista de la crisis. Cuandoestuvieron en condiciones políticas de hacerlo, durante el corto periodo de laMisión Klein-Saks, la realización del programa desarrollo una crisis derepresentación. Cuando la situación económica amenazó con volverse recesivalos empresarios se convirtieron en un sector crítico de la política, separándosede los sectores burocráticos que la impulsaban. Los partidos, deseosos deevitar la escisión con sus representados, se convirtieron en voceros de susdemandas corporativas y restaron su apoyo político al programa.Comportamiento paradigmático.

Esa situación volvió a repetirse entre 1958 y 196 2. De nuevo se produjo unaescisión entre la tecnoburocracia que impulsaba una determinada política,pretendido camino del desarrollo capitalista, y los comportamientos de losgrupos empresariales. Los “intelectuales”, que desde el Gobierno pretendíanconocer la “única vía”, quedaron una vez más en el aire. Su lógica abstractadel interés general capitalista choco contra los intereses inmediatos de lossectores empresariales. ¿Que pasaba?

i) Características de las clases dominantes

Las clases dominantes a quienes nos referimos han presentado doscaracterísticas basitas: la imbricación entre terratenientes y burguesía y laausencia de un proyecto capitalista modern izador.

Los ritmos graduales del desarrollo capitalista, con la consiguiente ausencia deuna “ruptura burguesa”, determinaron una pauta de imbricación entre lasantiguas clases oligárquicas (latifundio, sectores ligados al capitalismocomercial) y las “nuevas” clases industrializadoras. En realidad esas “nuevas”clases se constituyeron, en gran parte, por un proceso de reubicación de lasantiguas, las cuales aprovecharon su poder político para consolidar posicionesdentro de los espacios económicos que creo la industrialización sustitutiva.

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Aunque existieron sectores “nuevos”, provenientes normalmente de laemigración, fueron sectores subordinados dentro del bloque, sin capacidad deinfluencia política y cultural.34

El bloque dominante donde se fusionaban los latifundistas y la burguesía,estaba marcado en el terreno cultural por los rasgos prototipicos del latifundio.Así puede decirse que el elemento de fusión cultural del bloque no eran loselementos burgueses de carácter meritocratico, sino los elementosaristocráticos de la cultura del linaje y de las jerarquías sociales prefijadas.Todavía en la década del cincuenta las clases dominantes alimentaban unapretensión aristocrática, la creencia en la superioridad del nacimiento y, porparte de sectores nuevos o emergentes, el deseo de hacer olvidar su carácter denuevos ricos, la voluntad de adquirir para darse lustre los símbolostradicionales de status. 35

Ese predominio cultural tenía relación con el predominio político de lossectores latifundiarios. Entre ellos se reclutaban preferentemente el personalpolítico de las clases dominantes, por la inserción local de muchoslatifundistas y por la sobrerrepresentación elector al de las zonas rurales. Hasta1958 se agregaba un tercer factor: el control del voto campesino.

El predominio de una pauta cultural donde los rasgos aristocráticossubordinaban a los rasgos burgueses, y el hecho que los latifundistasproveyeran el personal político de las clases dominantes tienen estrecharelación con las pautas vigentes de representación política. Además, esosfactores impedían que las clases dominantes pudieran tener un proyectocapitalista general, en el cual los intereses corporativos fueran subordinados ala lógica global de la reproducción capitalista.36

ii) Ausencia de proyecto modernizador

Se ha señalado la carencia de un proyecto modernizador en repetidasoportunidades. Como he subrayado, una de las razones principales de ese tipode configuración era el predominio en el bloque dominante del mundo culturalde los sectores latifundiarios. Ese predominio no tenia base económica. Susfundamentos eran más bien políticos-ideológicos. Operaba como fusionantecultural del conjunto una visión del mundo no propiamente burguesa, a la cualno se oponía otra visión de mundo sistemática.37

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Pese a que los sectores burgueses eran los más dinámicos del punto de vistaeconómico, ellos fueron proclives en el terreno ideológico-cultural a unavisión conservadora. ¿Por que? El argumento central es este: la protecciónestatal (restricciones de importación, altos aranceles, franquicias tributarias yventajas, crediticias) hacia innecesaria una modernización porque preservabaartificialmente la industria nacional. Par lo tanto la modernización no sepresentaba para los empresarios como un interés de clase inmediato, sino masbien como un proyecto que podría afectar esas posiciones de corto plazo. 38

Otro argumento complementa a las anteriores: el papel central que deberíajugar, en cualquier proyecto modernizador, la elevación de la productividaddel campo y la integración al mercado de las masas campesinasmarginalizadas. De hecho el proyecto desarrollista del Partido Socialistadurante el periodo del Frente Popular le asignaba un papel importante a esetipo de reformas.39 El discurso principista y de justicia social con que esasreformas fueron propiciadas, ocultaba su papel en el desarrollo capitalista;primaba la función rupturista. Algunos personeros socialistas, c omo Schnake,muestran explícitamente el carácter modernizador de esas medidas. Pero, engeneral, ellas fueron percibidas desde el ángulo contrario y combatidas por lossectores de derecha como si efectivamente pusieran en peligro el desarrollocapitalista.

Esta percepción ideologizada tiene relación con la configuración de las clasesdominantes, revela una pauta de imbricación entre latifundio y burguesía. Eradifícil para un sector moderno aceptar la reforma agraria. Ese programa creabauna dinámica de ruptura del bloque. El conjunto de las clases dominantesestaba marcado por el hecho de que la agricultura constituía un sectoratrasado, no plenamente capitalista, organizado sobre la base de relaciones deproducción precapitalistas, cuyas instituciones principales eran el inquilinato yla medieria.

La existencia de las clases dominantes como bloque, donde no existíandiferenciaciones que dieran lugar a constitución de sujetos y la protecciónestatal que permitía a los industriales mantener altas tasas de ganancias sinnecesidad de elevar su productividad, son elementos que permiten comprenderpor que partidos de las capas medias y de los sectores populares impulsaronlos proyectos mas efectivos de modernización capitalista.40

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iii) La pauta de representación política de las clases dominantes

Estos elementos permiten interpretar el sentido de un fenómeno que de otromodo aparece arbitrario u opaco. Durante el periodo, pese al dinamismo de lascapas medias para impulsar la industrialización y el fomento estatal, suspartidos nunca pudieron movilizar de manera estable la adhesión de sectoressignificativos de las clases dominantes, El Partido Radical, que durante granparte del tiempo constituyó la principal fuerza política, solo representó asegmentos regionales de las clases dominantes, especialmente a losagricultores trigueros del sur. Nunca fue capaz de modificar la orientaciónpolítica de los núcleos más importantes de las clases dominantes,representados a través, de las organizaciones tradicionales, los partidosConservador y Liberal.41

En parte esa persistencia tiene que ver con cristalizaciones históricas, esto es,con un cierto tradicionalismo o inercia de las adhesiones. Pero en realidad, larazón principal era otra. La postura conservadora en el terreno político era laque mejor expresaba la constitución histórica de las clases dominantes. Latendencia cultural aristocratizante, que veía en las jerarquías socialesprefijadas, en las distancias sociales cristalizadas y e n el derecho a gobernar de“los mejores”, encontraba su referente político en esos dos partidos de tipoconservador.

Todos estos factores deben observarse en sus mu tuas interconexiones. Elorigen lógico de la pauta de representación descrita era la configuración de lasclases dominantes, pero la existencia de aquella pauta a su vez actuaba comoreproductora de la cultura conservadora. Los diferentes elementos forman unsistema de mutua refuerzo y alimentación. Así, al expresarse las clasesdominantes en partidos conservadores solo alcanzaban una visibilidad políticarestringida y particularista. Eran estrechamente clasistas, no poseían unavisibilidad como fuerzas propiciadoras de proyectos que invocaban un caráctergeneral. En esto reside el centro de las enormes limitaciones ideológicas de lasclases dominantes.

c) El error de perspectiva de Alessandri

Estas características de las clases dominantes y de su representación políticaestán en la raíz del fracaso de Alessandri.

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No interesan aquí las razones técnicas del derrumbe de esa política económica,si conviene recalcar sus razones sociales. Alessandri actúa como el caso típicode un “intelectual vanguardista”, esto es, como el propiciador de un proyectoque pretendía asumir los “verdaderos intereses” de los sectores empresariales,pero sin que los niveles de conciencia de esa clase correspondieran a la visiónque el “intelectual” construía. El “vanguardismo” representa un caso dedesajuste entre el proyecto del “intelectual” y los intereses sentidos por laclase.42

Como se sabe, esa situación se había producido otras veces. Ya se dijo que laseparación producida entre los sectores empresariales y la “burocraciaortodoxa” entre 1956-1958 reflejaba una situación semejante. En otro contextohistórico, otro tanto ocurrió con Balmaceda. A fines del siglo pasado suproyecto nacionalista represento un caso extremo del “vanguardismo”: noestaban construidas las clases a las cuales pretendía apelar, por lo tanto setrataba de una especie de “vanguardismo utópico”. En todos estos casos,incluido el del primer Alessandri en los años veinte, los proyectos tienen uncarácter inorgánico, pese a sus buenas intenciones.

El error de perspectiva de Jorge Alessandri fue no percibir lo queefectivamente eran los sectores empresariales chilen os. Mirando la sociedaddesde las alturas, de un discurso tecnocrático, no percibió el acentuadocorporativismo, la ambivalencia del estatismo económico, la falta de interés yde disposición ideológica de los empresarios para subordinar los intereses decorto plazo a la racionalidad general del sistema. El análisis social deAlessandri no era real-concreto sino normativo o doctrinario, expresaba comoreal un “deber ser”.

A su vez, ese enfoque tecnocrático de Alessandri no permitía percibir elcarácter social global que adoptaba la crisis. Ya en aquel tiempo la obra deintelectuales como Pinto o Ahumada difundía la idea de una “crisis integral”.No obstante Alessandri se conformo con una solución que buscaba mejorar elfuncionamiento del sistema. Al fracasar, se desnudaron las limitaciones de lavisión y de la perspectiva.

La derecha, que había alcanzado el gobierno después de veinte años tuvo lamisma suerte que Ibáñez: fue incapaz de reproducirse como alternativa, dandopaso a experiencias de profundización democrática que modificaron elescenario político.

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2. EL SURGIMIENTO DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA

En 1953 la Falange Nacional, que era entonces la principal organizaciónsocial-cristiana, sufrió las consecuencias del auge electoral ibañista. Enrealidad, hasta 1952 sus performances electorales habían sido bajas. En 1941alcanzó el 3,45 por ciento, en 1945 el 2,57 por ciento, subiendo en 1949 hastael 3,92 por ciento. Esos resultados eran magros, pero el repunte de lasparlamentarias de 1949 permitía despertar esperanzas. Sin embargo, losresultados de las elecciones de 1953 hicieron retroceder a la Falange a lasposiciones del año 1945; alcanzo apenas el 2,64 por ciento, porcentaje masbajo que el del Movimiento Nacional Ibañ ista y casi semejante al del PartidoNacional Cristiano, organizaciones recientemente creadas, sin otro programaque el apoyo al caudillo.

Sin embargo, en 1957 la democracia cristiana tuvo un repunte significativo.Alcanzo el 9,94 por ciento de los votos, con un 15 por ciento en la provinciade Santiago, donde Frei obtuvo la primera mayoría individual en laselecciones senatoriales. En esta sección indicare las razones de esecrecimiento y por que la democracia cristiana apareció en 196 4 como la únicaalternativa para evitar el triunfo de la izquierda. 43

a) La hegemonía socialcristiana en el campo católico

Hasta la segunda guerra mundial las opciones conservadoras aparecían para lamayor parte de los católicos como las únicas legítimas en el terreno político.Tanto es así que, cuando a fines de la década del treinta se organizo un partidoque invocaba los principios socialcristianos, ese acto provoco un verdaderoterremoto interno. Todavía en 1947 los sectores conservadores seguíanintentando que la jerarquía eclesiástica tomara medidas disciplinarias contralos católicos socialcristianos, aduciendo razones de fe: colaboración con elcomunismo, o bien tendencias liberales que vulneraban los principioscatólicos sobre la libertad religiosa, sobre la tolerancia o el pluralismo. Larazón política de esta “cruzada” era que el partido socialcristiano atentabacontra el monopolio electoral de la derecha en el campo católico.

Hasta entonces esos sectores habían constituido una reserva natural de votospara los dos partidos de tipo conservador que representaban a las clasesdominantes. En el campo de fuerzas tal como estaba constituido los católicosprácticamente no tenían otras opciones importantes. Por motivos religiosos no

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podían votar por partidos enemigos de la Iglesia, como el R adical, elSocialista o el Comunista. Al aparecer la Falange Nacional existió otraalternativa posible, difícil de deslegitimar desde el punto de vista doctrinario.

Desde entonces las fuerzas conservado ras y socialcristianas se empeñaron enun arduo debate político. Una de las principales facetas de ese combate fue lalucha ideológica. Los conservadores insistían en esgrimir acusacionesdoctrinales contra los socialcristianos, tratando de poner en duda la ortodoxiade sus posiciones. Sin embargo, con el tiempo los socialcristianos salieronvencedores de esa batalla, como consecuencia de cambios de orientación de laCuria Romana y del Episcopado chileno. Las posiciones mas avanzadascalzaban con la dirección de la tendencia histórica. Eran mucho máscompatibles con el viraje de la postguerra en que la Iglesia se puso como tareala evangelización del mundo moderno, especialmente del proletariado.

Ese cambio global, que se materializó con gran intensidad en las orientacionesde la Iglesia chilena, arrinconó a los sectores conservadores, cuyas posicionestradicionalistas fueron cada vez más marginales. No sintonizaban con laorientación democrática y socialcristiana que iba adoptando la Iglesia de lospaíses principales.

Así la tendencia conservadora perdió capacidad hegemónica dentro del campocatólico. Representaba la defensa del statu quo, de los privilegios, en unmundo que vivía las esperanzas renovadoras de la postguerr a, donde selanzaron las consignas del neocapital ismo o del “capitalismo humano”, de laparticipación de los obreros en la gestión de las empresas y donde los pa rtidossocialcristianos se convirtieron en fuerzas gobernantes en Italia, Alemania, ydurante un tiempo en Francia.

Al perder hegemonía dentro del campo católico, los sectores conservadoresquedaron sin poder invocar los principios de fe como razones de legitimidadde su proyecto político. Ya no podían seguir postulando, como lo hacían antes,que las jerarquías sociales y la distribución de la riqueza social ref lejaba undesignio divino ni podían seguir consolando a los pobres con argumentosreligiosos, llamándolos a la resignación y calificando a la pobreza comoprovidencial.

Fue muy importante para el auge político de la democracia cristiana lacapacidad que tuvo para disputar a los conservadores el control político delcampo católico. En esa evolución tuvieron importancia los cambios globales,

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que permitieron una reorientación de la jerarquía chilena. También fue muydecisiva la capacidad cultural desplegada por la democracia cristiana chilena.A través de la revista Política y Espíritu y de la Editorial Pacifico, fueelaborando pensamiento político y demoliendo a los conservadores en elterreno doctrinario.

b) La difusión de la necesidad de cambio y la corriente desarrollista

Otra de las razones importantes para el surgimiento de la democracia cristianafue su capacidad para proyectarse como respuesta a la situación de crisissocial. Los sucesivos fracasos de Ibáñez y de Alessandri para resolver losproblemas económicos habían favorecido la expansión en la sociedad deciertas ideas, por ejemplo la necesidad de importantes reformas sociales, sinlas cuales no se podría superar la situación de atraso y de estancamiento.

La democracia cristiana tuvo la virtud política de percibir esa tendenciahistórica. No solamente desarrollo un nuevo enfoque doctrinario, sobre todofue capaz de vincularse con las nuevas tendencias de análisis económico ysocial elaboradas por la CEPAL Y por los intelectuales que giraban en suorbita. Esa organización política se hizo portavoz de los enfoquesdesarrollistas, que buscaban elaborar una visión global y totalizadora delestancamiento económico y de los fenómenos de desequilibrio, como porejemplo la inflación.

En la democracia cristiana, Frei representaba mejor que nadie un tipo deintelectual que vinculaba las concepciones filosóficas generales con el análisiseconómico-social de corte desarrollista. A través de discursos parlamentarios,de artículos y de libros fue constituyendo un programa concreto.45 Ya en laselecciones de 1958 había propiciado un programa original y moderno, queretomaba la consigna de lo nacional-popular utilizada antes por el PartidoSocialista Popular. En esa ocasión había logrado convocar en torno a sucampaña un grupo importante de técnicos, con orientaciones doctrinariasdiferentes, vinculados en torno a un programa de acción.

Esta capacidad de formulación de proyectos que parecían realizables y queabarcaban los puntos comúnmente considerados decisivos, fue muyimportante en el ascenso político y electoral que experimentó democraciacristiana desde 1957. Aparecía como una fuerza moderna, con ideas concretas,con capacidad de realizar cambios profundos y que, además, tenía una claraorientación moderada y democrática.

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c) La amenaza popular

Es evidente que la democracia cristiana desarrollo durante este periodo unagran capacidad político-cultural que le permitió obtener la hegemonía delcampo católico y ser vista como portavoz polí tico de las concepcionesdesarrollistas, por ende paladín de la necesidad de reformas estructurales y deuna “revolución con democracia”.

Su auge político tiene estrecha relación con otro factor de gran importancia.En los primeros años de la década del sesenta la combinación de unademocracia cristiana en crecimiento, de una derecha que terminaba sindemasiada gloria su Gobierno y de una izquierda en ascenso, planteaba unalucha electoral a tres bandas, con un ganador incierto.

Las elecciones de 1958 significaron un alerta que marco las decisiones de1964. En aquella ocasión Alessandri obtuvo el 31,28 por ciento de los votos,mientras Allende alcanzaba el 28,51 por ciento. El análisis de la distribuciónpor sexos muestra que Alessandri triunfo gracias a la tendencia masconservadora del voto femenino. Obtuvo el 33,78 por ciento entre las mujeres,mientras Allende apenas consiguió el 22,16 por ciento, menos incluso queFrei. Entre los hombres Allende supero a Alessandri, con el 31,94 por cientode los votos contra el 20,78 por ciento de su adversario.46

Los resultados de 1958 tuvieron mucha influencia sobre la izquierda. Lepermitieron reforzar su unidad ante la perspectiva de un triunfo en laspróximas elecciones presidenciales. Durante ese periodo (1958-1964) sesolidifico, en tomo a la posibilidad de conseguir un Gobierno popular, launidad entre el PS y el PC. Como se ha d icho, la formación del FRAP en 1956se había realizado con bastantes dificultades, en un marco que presagiaba unavida azarosa. Ambas organizaciones tenían un diseño de alianzas diferentes.Mientras los comunistas buscaban un frente amplio, en función de objetivosdemocráticos y antiimperialistas, los socialistas se negaban a participar enalianzas estables con las fuerzas centristas. Los factores de división seacentuaron, al principio de la década del 60, por la polémica planteada por elXX Congreso respecto a las condiciones pacíficas del transito al socialismo.En 1962 ambas organizaciones sostuvieron una discusión publica sobreproblemas centrales de línea, por ejemplo las condiciones del transito, elanálisis del papel de la URSS y del campo socialista, el problema de lasalianzas. El éxito de la revolución cubana en transformarse rápidamente derevolución democrática en socialista constituía el telón de fondo del debate.

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Sin embargo, pese a las claras diferencias que esa polémica hizo manifiestas,la unidad del FRAP no se trizo en ning ún momento. El principal factorunificador era la convicción de que la consolidación del bloque de izquierdapermitiría afrontar con grandes posibilidades de éxito las elecciones del 64.47

d) La unificación del centro y la derecha

Así como la izquierda saco de los resultados electorales del 58 conclusionesoptimistas, la derecha recibió una enseñanza importante: el peligro querepresentaba una elección a tres bandas, cuando existía un centro concapacidad de movilización política.

Ese peligro se manifestó en una elección complementaria provincial que laizquierda gano, quedando segunda la democracia cristiana. Entonces laderecha decidió modificar su esquema de alianzas. Hasta entonces habíatrabajado el bloque con el Partido Radical, el cual desde 1963 participaba en elGobierno de Alessandri y que todavía era la principal fuerza políticaindividual.

La opción de la derecha se realizó en función de la enorme atracción quedespertaba la candidatura de Frei, la cual propiciaba un programa de cambiosprofundos con métodos democráticos (“revolución en libertad”). Las temáticasintroducidas por la candidatura socialcristiana sintoniza ban con la sensaciónque existía una crisis del orden social y también con las modificaciones de lapolítica americana, la que desde el lanzamiento de la Alianza para el Progresofomentaba cambios democráticos. Con Kennedy la política americana sedesplazo de las posiciones conservadoras de Eisenhower y Forter Dulles haciaposiciones más reformadoras. El objetivo de la sustitución de alianza realizadapor la derecha fue impedir que las reivindicaciones izquierdistas alcanzaraneco, como consecuencia de la percepción de desigualdades sociales crecientes,de la imagen de atraso y marginalización de grandes masas.

La decisión de la derecha de desahuciar su alianza con el Partido Radical paraapoyar la candidatura de Frei constituyo el caso típico de una opción políticade necesidad o mal menor, con la cual se renunciaba a las postulaciones yconcepciones propias sobre el desarrollo chileno. Nuevamente se repetía elesquema de una opción defensiva, que la derecha adopto sin poder negociarcondiciones y sumándose, sin perfil propio, al programa reformador.

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Eso demostraba el arrinconamiento ideológico y político en que habíaquedado la derecha como consecuencia de una serie de factores combinados.En la coyuntura los principales de ellos fueron la imposibilidad de presentaruna alternativa propia con capacidad de debilitar la influencia del centro, envista de la fuerza que había adquirido esa alternativa reformadora y lacapacidad de movilización política que demostraba la izquierda.

En esta situación se volvieron a hacer evidentes, una vez mas, las limitacionesde dirección política de las clases dominantes. Aparecen nuevamente lasdificultades que tenían para desplegarse como alternativa nacional, paranuclear y articular a fuerzas políticas más allá del restringido campoempresarial, en función de un proyecto con visibilidad no corporativa. Otravez se encuentra en el curso del análisis esa problemática que parece decisiva:las limitaciones de las clases dominantes para actuar con autonomía en unEstado con un campo de fuerzas caracterizado por la existencia de un centroreformador y alternativista mas una izquierda dinámica.

En ese marco la decisión de la derecha de inclinarse por la democraciacristiana, en vez del Partido Radical, tuvo una clara racional idad políticadefensiva. Representaba la renuncia a competir con su propio programa y lanecesidad de ceder su representación a una fuerza que podía competir con laizquierda por la votación de los sectores populares.

3. EL SIGNIFICADO DEL GOBIERNO DEM OCRATA CRISTIANO.

Al realizar la decisión política de apoyar a Frei, la derecha sabia que notendría capacidad ni para modificar los planteamientos programáticos que esteya había formulado ni para influir en el curso del Gobierno. Las dos cosasefectivamente sucedieron. Ese curso tiene que ver con l a naturaleza del partidoreformador que accedió al Gobierno.

a) característica del reformismo democratacristiano

Si se compara el programa de Gobierno de Frei con programas anteriores quepropiciaban cambios se llega a la conclusión que se trataba de un reformismoavanzado con un proyecto coherente y totalizador. En su elaboración tuvierongran influencia las tesis de Ahumada y los jesuitas de revista Mensaje,especialmente Vekemans.48 La argumentación central de esos análisis era que

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la superación del estancamiento económico, por lo tanto de las impasses deldesarrollo, requería de reformas estructurales que constituyeran un conjuntoorgánico.

En el programa gubernamental de la democracia cristiana podemos distinguirtres tipos de medidas: las incrementalistas, las populistas y las de ruptura.Como ellas se organizaban en una totalidad es difícil analizarlasseparadamente.49 Sin embargo puede decirse que las primeras apuntaban a unaoptimización, por la vía de profundizar la industrialización, delfuncionamiento de la economía capitalista. Las segundas eran las medidas deredistribución de ingresos y las medidas de promoción popular, destinadas aimpulsar (desde arriba) la organización de los sectores populares. Junto a esasmedidas incrementalistas y populistas, se propusieron otras de un alcancemucho mayor. La principal de estas últimas fue el conjunto de reformasrelacionadas con el agro, entre las cuales se contaba la reforma agraria; lasindicalización campesina y la organización de los pequeños propietarios. Lasotras dos fueron la reforma bancaria y la reforma urbana. 50

Estas últimas medidas adquirían un sentido de reformismo rupturista porqueafectaban intereses centrales de las clases dominantes. La aplicación de lasprincipales entre esas medidas, la reforma agraria y la sindicalizacióncampesina, complementada con la igualación de los salarios mínimos entrecampo y ciudad, significaban afectar la unidad del bloque dominante y,además, romper con la derecha, quien había permitido el acceso de Frei algobierno.

El principal esfuerzo reformador de la democracia cristiana estuvo destinado ala expropiación de los latifundistas, y a la constitución de asentamientos, unaformula provisoria de propiedad campesina común. Al ponerlo en ejecución sesatisfizo una reivindicación popular largamente pospuesta. La derecha, hastaentonces, había conseguido evitarla. 51

La importancia de los aspectos rupturistas en el programa de Frei demuestranque su proyecto apuntaba a importantes reorganizaciones de la socieda d y nose subordinaba a los parámetros y límites fijados por los intereses de las clasesdominantes, tal como estas existían históricamente. Buscaba enfrentar losproblemas de la sociedad chilena como una crisis global o integral, comoprocesos que no se podían afrontar mediante la sola resolución de losdesequilibrios económicos o de una política de reactivación de la economía,que dejara de lado las principales reformas estructurales. De hecho, fueron los

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aspectos rupturistas del programa los que definieron la imagen de la DC y losque provocaron los impasses políticos a que esta se vio abocada al final de superiodo.

b) La naturaleza del partido gobernante

Para entender por que la DC elaboro este programa y por que durante sugobierno intento realizar una parte de el es importante estudiar la naturalezadel partido gobernante, forma muy particular de partido reformista de centro.

Como se sabe, la principal fuerza centrista había sido hasta entonces el PartidoRadical. Esta constituía una organización histórica, fundada en 1858 por ungrupo avanzado que se escindió del Partido Liberal. En aquel tiempo fue lacorriente que planteó mayores exigencias de democratización en el Estadooligárquico y que propició una secularización de la sociedad, con reformasque eliminaban la influencia de la Iglesia católica en la vida cívica. Sinembargo, la mayor parte de esas reformas se realizaron a fin es del siglopasado.52

Desde entonces el Partido Radical experimentó un debilitamiento de suscompromisos doctrinarios, convirtiéndose en un partido más programático,que se identifica por el laicismo y el anticlericalismo, pero mucho más por superspectiva desarrollista y democratizadora o por la crítica al estamentalismo,por el reclamo de espacio político para nuevos sectores sociales que emergíana la vida publica.

Desde que accedió al control del Gobierno en 1 938, el Partido Radicaldemostró ser una organización pragmática, aliancista y con gran flexibilidadpara pendular hacia uno u otro extremo del espectro político. Aliado con laizquierda durante gran parte de los gobiernos de Aguirre y Ríos, impulsó conla derecha la ley represiva de 1948, que produjo diez añ os de “democraciarestringida”, Desde mediados del Gobierno de Ibáñez se ubico hacia laizquierda, colaborando para la derogación de la Ley de Defensa de laDemocracia en 1958. En 1963 entro en alianza con la derecha, para terminar,en 1969, en la Unidad Popular, decisión que le provoco una importantedivisión.

Es evidente que esta tendencia pendular del c entro y su pragmatismoideológico (todo lo cual se compatibilizaba con una marcada línea estatizante)

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servían como factores de reajuste del sistema político y también como factoresde equilibrio de los ciclos redistributivos, compensados por programasestabilizadores.

Cada cierto tiempo, el cambio de las alianzas permitía sosegar el espíritu defronda de los empresarios o, viceversa, las protestas de los sectores populares.En ese esquema de periódicos reacomodos el radicalismo jugaba un rolcentral.

Sin embargo, la democracia cristiana era un partido centrista de tipo diferente.Analizare tres rasgos característicos: el alternativismo, el policlasismo y lahegemonía de los sectores “puristas”53.

i) El proyecto alternativista

Así como el Partido Radical carecía de una base doctrinaria que tuviera uncarácter global, la democracia cristiana era lo opuesto, el caso típico de unpartido ideológico. Ni aun en los periodos en que el positivismo y laconcepción laicista constituían importantes referentes de la acción política delPartido Radical, este tuvo la pretensión de poseer una proposición alternativade sociedad.

La democracia cristiana construyo, can elementos de la doctrina social de laIglesia, de la filosofía social de Maritain y también del personalismo deMounier, una imagen ideal de sociedad, diferente del capitalism o y delsocialismo. Se trataba, por tanto, de un partido que no podía ser reducido alaspecto reformista. Más aun, pretendía que las reformas de la sociedadcapitalista, que concretamente proponía, eran una etapa en la construcción delnuevo tipo de sociedad. Como los partidos de inspiración socialista, tenia unavisión finalista de la política 54.

Esta concepción no desapareció, y ni siquiera se podría decir que se debilitó,cuando la organización se convirtió en opción de gobierno, ni tampoco cuandolo ganó. Conservo el carácter de utopia que, como todas las utopías políticas,operaba como referente mediato de la acción de corto plazo. Aun mas, desdeprincipios de la década del sesenta se intensificaron en la democracia cristianalos debates sobre la definición y las características del proyecto alternativo.Dos tendencias se enfrentaban: aquella que proponía un proyecto original, sinparentesco con otros, denominado comunitarismo, y una que proponía un

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proyecto diferente al de los socialismos históricos, pero que también buscabareemplazar la propiedad privada de los medios de producción. A ese últimoproyecto se le denominaba socialismo comunitario. Como se observa, ambosenfoques se manutenían en la perspectiva alternativista.

Para entender algunas características de la acción gubernamental de lademocracia cristiana y, especialmente, el desa rrollo de sus divergenciasinternas, es importante pesar la importancia de esta pretensión alternativista.En todo partido ideológico con una orientación finalista se genera una tensión,cuando accede al Gobierno y no puede realizar su sociedad ideal. Es esoexactamente lo que sucedió en la democracia cristiana desde 1967.

ii) La composición social policlasista

También había una diferencia marcada entre el Partido Radical y el PartidoDemócrata Cristiano desde el punto de vista de -la composición social.

La primera era una organización de capas medias, con un enorme contingentede profesionales y arraigo entre las elites prov inciales. Su nucleamiento desectores de trabajadores se limitaba a los empleados del Estado y en menornumero del sector privado, ambos pertenecientes a la categoría de los “whitecollars”. Se trataba de un partido bien implantado por to do el país, pero conalgunas localizaciones de privilegio en lugares donde representaba el partidode la región, como par ejemplo el Norte Chico y algunas provinc ias triguerasdel sur, como Cautín.

La democracia cristiana también articulaba a sectores de capas medias,especialmente segmentos provenientes de la enseñanza particular. Pero,además, era un partido policlasista-nacional que contenía en su interior a todoslos estratos sociales. El abanico iba desde burguesía industrial o de laconstrucción, de las finanzas o gestores de negocios hasta dirigentes obreros ycampesinos.

Lo que diferenciaba al Partido Demócrata Cr istiano del Partido Radical eraque el primero tenía capacidad de articular sectores obreros y no solamenteempleados. Una prueba de esa capacidad fue la presencia democratacristianaen la CUT, donde obtuvo la primera mayoría entre los partidos consideradosindividualmente en las únicas elecciones generales que hubo ocasión de hacer.Otra prueba fue la fuerza demostrada entre los campesinos organizados, donde

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controlaba dos confederaciones de asalariados, la confederación deasentamientos, la de cooperativas campesinas y la de pequeños propietarios.

Esta penetración en los sectores populares, que impedía la unificación de estosen torno a la izquierda, se comprendía por varias razones. En primer lugar,porque constituía una organización del campo católico, lo que representaba unelemento importante en la definic ión política de los creyentes. En segundolugar porque propiciaba cambios profundos y globa les. La creencia en lanecesidad de ellos se extendió con fuerza, en la medida que la economía nodaba señales de crecimiento acelerado ni producía chorreos significativos queeliminaran espontáneamente las situaciones mas chocantes de marginalidad(campesinos y “pobladores”). En tercer lugar porque ese program a dereformas profundas ofrecía respetar los marcos de libertad política, sin futura“dictadura del proletariado”. Una de las razones más fuertes del nucleamientode sectores populares por parte de la democracia cristiana fue la movilizaciónde los trabajadores que eran antimarxistas, por ideología o por experienciasnegativas en sus relaciones con los partidos d e izquierda.

La convivencia dentro de una misma organización entre esos estratos socialesdiferentes generaba tensiones, sobre todo porque los dirigentes no eranseleccionados de acuerdo a puros criterios de representación corporativa,como es en parte el caso del PRI mexicano. En los partidos policlasistaschilenos los mecanismos de reclutamiento de elites eran más diversificados,con fuerte peso de las representaciones por provincia, de las legitimacionestradicionales y de los liderazgos externos. Esas tensiones inherentes permiteninterpretar las permanentes tendencias a la división. La falla de representaciónestamental aparece, paradojalmente, como un factor negativo. Los clivajes deintereses se metamorfosean fácilmente en ideológicos. Así los conflictostienden a comprometer visiones globales y se restringen las posibilidades deacuerdo.

iii) La hegemonía de los sectores “puristas”

En el primer congreso de la democracia cristiana, realizado inmediatamentedespués de las elecciones presidenciales de 1958 donde Frei había alcanzadoel 20 por ciento de la votación, se ratificó la tesis política del “camino propio”.Esta tesis venia coronada por el relativo éxito electoral, puesto que lacandidatura de Frei había duplicado la votación alcanzada en 1957 por elpartido. En aquel entonces esa tesis antialiancista se impuso con bastantes

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dificultades. El candidato y su entorno fueron partidarios de pedir el apoyooficial de los conservadores, mientras que la mayoría de los dirigentespartidarios se negaron, aceptando a regañadientes la petición de apoyo a losliberales. Esas oposiciones fueron la consecuencia de una hipótesis: que lasformas tacticistas y oportunistas de concebir las alianzas desprestigiaban laseriedad de la política. En las elecciones parlamentarias del 57 se habíanproducido las coaliciones más contradictorias e inorgánicas, lo que generó ununánime repudio.

La tesis que se impuso en aquella ocasión fue que Frei debía ir solo, paraexpresar de ese modo su repudio a las componendas y a los hábitospolitiqueros. La organización debía presentarse como “diferente”,manifestación de una “política socialcristiana autentica”, que evitabaparticipar en esa feria de vanidades que fue la política en el periodo de Ibáñez,con los partidos desarticulados y con las entropías caudillistas.

En el congreso del 58 esas tesis fue ron ratificadas, consagrando el cambio dela conducta mantenida por la Falange Nacional durante los gobiernos radicalesy en la elección de Ibáñez. Hasta entonces había primado la línea de la alianzacon el centro radical, con excepción de la contienda presidencial de 1946 enque la Falange se embarco en la alternativa socialcristiana (Cruz-Coke). Lalínea del “camino propio”, que se determino en aquel congreso del 58conservo vigencia. Opera como el paradigma político de la organización,aplicado, incluso, cuando recibió el apoyo de la derecha en 1964 y durante elperiodo de gobierno. En las, decisivas elecciones presidenciales la democraciacristiana se negó a un pacto político formal, exigiendo el apoyo sincondiciones programáticas.

Nos encontramos, entonces, con una organización que se encuentra en lasantípodas del flexible centro pendular que encamaba el radicalismo, el quejugaba un papel favorable al equilibrio del orden político. Nos encontramoscon una figura nueva, un centro que es simultáneamente céntrico yexcentrico55. El primer atributo le viene de su aislacionismo, de su pretensiónde permanecer como fuerza diferente de los extremos y como fuerzaincontaminada, resistente a los llamados para la defensa de la democracia opara la defensa del pueblo. El segundo atributo le viene de su alternativismo,de su pretensión de tener una propuesta de sociedad diferente del capitalismoy de los socialismos históricos. La mezcla de estas dos características permitecomprender un aspecto central del Partido Demócrata Cristiano.

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c) Los resultados del gobierno de Frei

Dos fueron los principales resultados económico-sociales del gobierno deFrei: el avance de la industrialización y la mayor democratización político-social56. Esta evaluación será sumaria porque constituye la introducción deltema que mas interesa, la evaluación política.

Desde principios de la década del cincuenta se venia detectando unestancamiento del dinamismo industrializador, provocado tanto por losdesequilibrios observados en el comercio exterior como por las limitacionesdel mercado interno. Pero el Gobierno de Ibáñez no había logrado diversificarla industrialización ni menos avanzar en el proceso sust itutivo y el deAlessandri lo había conseguido parcialmente57. En el Gobierno de Frei, pese ala caída que se observa después del año 67, se produjo un significativoaumento en la producción de bienes de consumo no durable, y en laproducción de bienes durables e intermedios. En 1966, que fue el añ o másexitoso, la producción del primer rubro aumento alrededor del 12 por cientorespecto al año anterior, mientras que la de bienes durables aumento un 3,0por ciento y la metal-mecánica, un 3,2 por ciento58.

Las cifras revelan la expansión de la producción en el área de bienes deconsumo corriente, que es el subsector más tradicional de la sustitución,combinada con la expansión de sectores más modernos. En este periodocuando se desarrollo mas las industria electrónica, la industria de derivadosdel petróleo y la de partes automotrices.

Puede decirse que durante el periodo de Frei se intensifico una estrategia queconducía a la creación de una estructura de industrialización mas integradaque diversificada. Esas pretensiones modernizadoras, que existían en losdiagnósticos y en el diseño, hubieran necesitado una maduración larga, unperiodo de años, en que se aplicara coherentemente una política. En elproyecto de Frei había lo que se ha llamado una “estrategia deprofundización” en que se combinaba el fomento para nuevas inversiones, unapolítica distributiva y de crédito al consumo, con una política de fomento a lasexportaciones y de desarrollo del mercado subregional andino. Se trataba deun diseño coherente, en el cual la reforma agraria buscaba resolver elproblema de la baja productividad de los grandes latifundios y lasindicalización campesina el problema de su marginación económica y social.Por primera vez, un programa de reformas abordaba el pro blema agrario,

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introduciendo una cuna al interior del bloque dominante, en tanto esa políticaera combinada con el fomento de la industrialización.

Desde otro punto de vista, el Gobierno de Frei también significo una mayordemocratización social y política. Aunque (como en casi todos los gobiernos)su desempeño se vio afectado por los sucesos de El Salvador y Pampa Irigoin,en donde las fuerzas militares reprimieron la movilización popular, latendencia fue favorecer la organización de nuevos sectores sociale s,especialmente campesinos y pobladores. Otra de las tendencias fue el aumentodel gasto social, especialmente en el sector habitacional. El financiamiento dela inversión en vivienda, par ejemplo, experimentó entre 1964 y 196 5 uncrecimiento espectacular de un 95 por ciento para el sistema nacional deahorro y préstamo. Respecto a 1964 el crecimiento de 1966 fue de 123,6 porciento, el de 1967 de l53,7 por ciento y el de 1968 de 237,4 por ciento59.

Sin embargo, a partir de 1967 el Gobierno de Frei experimentó el típico viraje.Como era tradicional, operaron los mismos dos factores de siempre, el alzainflacionaria producida por un periodo inicial redistributivo y el problema delas alianzas para la elección presidencial siguiente.

Ese viraje afectó directamente a la reforma agraria y significo la eliminaciónde una serie de reformas que estaban planteadas en el programa y que poseíanun dinamismo rupturista aun mayor. En el caso d e la reforma agraria, en elaño 1967 ocurrió una drástica reducción del total de hectáreas expropiadas.Ellas bajaron de 511.200 a 239.800, pero en 1968 subieron a 650.600 hastallegar a 9l0.950 en 1970. Hay una aparente contradicción. Lo que sídisminuyo desde 1967 para adelante fue el total de hectáreas de riegoexpropiado, de modo que la recuperación de los años posteriores se baso en elalza sustancial del total de hectáreas apropiadas de secano60. El crecimientoestuvo concentrado en tierras de menor calidad agrícola.

Por otra parte, el viraje afectó el rubro de gastos soc iales, de la políticadistributiva y algunas de las reformas prometidas, entre las cuales la másimportante era la reforma bancaria. Pero ese cambio de polí tica tuvo sobretodo un efecto político interno, ya que estimuló las divisiones dentro de laorganización gobernante.

d) La evaluación política del Gobierno de Frei

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Después de tres gobiernos radicales, en 1 952 se inicio un periodocaracterizando por los permanentes recambios en la cúpula del Estado. Elibañismo, que había despertado enormes energías de cambio, comenzó avolatilizarse apenas nacido; el alessandrismo terminó en 1964 con la renunciade la derecha a postularse como alternativa propia; por ultimo la “revoluciónen libertad” culmino con la democracia cristiana aislada en el centro y con eltriunfo de Allende. ¿Por que se produjo el aislamiento de esta fuerza que habíademostrado gran capacidad de convocatoria y que en 1964 había obligado a laderecha a plegarse al programa reformista?

En las elecciones parlamentarias de 1965 la democracia cristiana capitalizo eltriunfo presidencial erosionando el poder electoral de la derecha. Esta fuerzase vio enfrentada a un dilema político que se materializo en una discusiónentre dos corrientes. Una de ellas sostuvo l a conveniencia de desaparecercomo fuerza autónoma y de sumarse a la alternativa reformista. El objetivobuscado era producir un trasvasije de la representación política de las clasesdominantes de los partidos de tipo conser vador a una fuerza emergente,moderna y reformadora. La apuesta política de esa tendencia consistía ensuponer que un cambio de la composición social de la democracia cristianapodría neutralizar las tendencias más rupturistas del programa reformador. Laotra corriente planteo la necesidad de reconstruir una fuerza dere chista denuevo tipo, diferente de los partidos históricos y que tuviera un discurso másnacional y menos corporativa.

La primera corriente no podía imponerse porque la aplicación relativament emasiva de los planes de reforma agraria crearó n un foso insalvable entre elpartido gobernante y la elite política derechista, la mayor parte de la cualestaba ligada al latifundio. Fue la segunda corriente laque se impuso, abriendocamino a la creación del Partido Nacional.

La lucha política que se desencadeno en torno al problema del derecho apropiedad y en torno a las expropiaciones agrarias ampliaron progresivamentela distancia política entre la derecha y el Gobierno. En vez de producirse unafragmentación del bloque de las clases dominantes, que hubiese dif erenciadolos intereses burgueses de los intereses latifundiarios, se produjo una ofensivacomún de ambos sectores contra las modificaciones del derecho de propiedad.La política industrializante del Gobierno no se tradujo en el apoyo políticomasivo de la burguesía industrial, quizás por el temor de futuras“profundizaciones” del reformismo democratacristiano. La presencia en el

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interior de ese partido de corrientes radical izadas representaba la confirmaciónde ese temor.

Pero así como la democracia cristiana se vio aislada de la derecha, a causasobre todo de su política agraria, también permaneció aislada de la izquierda.Esta ultima ya no estaba en condiciones políticas de percibir de una manerapositiva el reformismo de Frei y de plantearse frente a este como un, aliadopotencial. La forma en que la izquierda se planteo frente a algunos - gobiernosradicales o, por parte del Partido Socialista Popular, frente al ibañismo, seconsideraba agotada. La historia de aquellos fracasos había llevado a laizquierda a la formula del “gobierno propio”, el cual (sin concesiones alreformismo) realizaría grandes cambios de contenido popular y de alcanceantiimperialista.

Aun más, la década del sesenta significo una fase de creciente radicalizaciónpolítica de la izquierda chilena, bajo el influjo de la revolución cubana. Seacentúo el antirreformismo y se desarrollo la tesis que solamente el socialismopodría resolver la crisis histórica de la sociedad chilena. Incluso se desarrollouna critica contra el electoralismo, el parlamentarismo y también contra elpacifismo de la política tradicional de la izquierda. 61

Además, el enfrentamiento a dos bandas entre la izquierda y la democraciacristiana en las elecciones presidenciales de 196 4 acentúo las diferenciaspolíticas y cristalizo la imagen de que la nueva fuerza gobernante constituíauna mediación burguesa. Pese a algunas coincidencias puntuales durante ladiscusión de algunos proyectos de ley, la izquierda y el centro perm anecieroncomo fuerzas antagónicas. El hecho que la democracia cristiana fuera unaorganización que nucleaba sectores populares constituía un factor agravante,puesto que le otorgaba un carácter competitivo. La obligación de neutralizaresa capacidad gravitacional de la democracia cristiana respecto de ciertossectores populares, fortaleció las necesidades de diferenciación de laizquierda. Se tradujeron en una crítica ideológica permanente contra lasinsuficiencias del programa reformista y contra las vacilaciones del centrismo.Por otra parte, la democracia cristiana sufrió una perdida de su dinamismohegemónico. Ese fenómeno tuvo relación con las pugnas internas que seacentuaron desde 1967 y también con impasses no resueltas sobre el carácterde la organización. Empezare por el último factor, puesto que tiene relacióncon el primero.

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Desde que la democracia cristiana se convirtió en un partido de masas conposibilidades de acceder al Gobierno, dejando de ser el partido de una eliteintelectual cristiana, comenzó a vivir un dilema. Dos posibil idades convivíanen esa organización. Una era ser un partido reformista-desarrollista, que nopretendía sustituir al sistema capitalista, sino modern izar y “humanizar” elcapitalismo atrasado que existía en la sociedad chilena. La otra era ser unpartido revolucionario alternativista, cuyo proyecto ideal y final era sustituir elsistema capitalista por una forma nueva de sociedad, diferente de lossocialismos históricos. Mientras el partido no llega al Gobiern o, esto es,mientras no se ve enfrentado a la materialización de sus posibilidades, estasdos corrientes o definiciones distintas convivieron con facilidad, justamenteporque la organización no tenía acceso a la posibilidad de realizar susproyectos. El partido que llegó al Gobierno en 196 4 tenia estas dos “almas” ylas dos constituían partes de el, componentes legítimos y no negados. Paraconquistar el triunfo no se vio obligado a ninguna decantación previa quesignificara la eliminación de algunas de las dos virtualidades.

Pero el ejercicio del Gobierno generó innumerables tensiones entre“reformismo” y alternativismo, creando en el interior corri entes divergentesque se nuclearon en torno a una u otra opción. Hasta 1964 el discursoalternativista o comunitario se combino sin fricciones con el desarro llista, sinque surgieran corrientes cerradas que se estructuraran a favor de uno contra elotro.

Fue el giro de 1967 el que desató con más fuerza la tensión entre esas dos“almas”. Para los sectores más radicales aquel viraje significo unademostración política cabal; que la obra del Gobierno quedaba atrapada en losestrechos límites de “lo que era aceptable para el sistema capitalista ”. Ella noiba a significar una etapa dentro de un proceso de superación del ordenexistente, sino sólo un Gobierno de reformas que no abría horizontes deruptura.

Esas fueron las condiciones culturales e ideológ icas que permitieron elsurgimiento de una facción rupturista, que se vio a si misma como receptáculode la tradición comunitaria y del espíritu popular del partido. Desde 1967, conla polémica sobre la “vía no capitalista de desarrollo”, empezó a visualizarse así misma mas allá o fuera de la organización, perteneciente a otro mundo.Creyó tener claro que para recoger la tradición comunitaria requería renunciara la pretensión de alternativa frente al socialismo.

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Ese grupo “rebelde” comenzó a definirse cada vez más por referenciasexternas. Insistió en la necesidad de resolver el dilema entredesarrollo/alternativismo. Se negó a aceptar el partido como una fuerza d ecentro, y postuló que lo distintivo era la vocación revolucionaria y rupturista,para lo cual era necesario profundizar las tareas reformadoras de la fase, sinconcesiones a la derecha ni a concepciones tecnocrático-economicistas 62. Noes que ese grupo pretendiera realizar inmediatamente aqu ella sociedad ideal,cuyos perfiles concretos, además, eran sumamente imprecisos. Sí postulaba lanecesidad de encontrar una “vía no capitalista de desarrollo”. Mientras tanto,el Gobierno afirmaba la necesidad de “estabilizar”.

La importancia política de aquella división, ocurrida finalmente en 1969, notuvo que ver con la importancia numérica de los “rupturistas” sino con otrosfactores de índole más cualitativa. La escisión produjo la renuncia al partidode una generación juvenil y de un grupo significativo de dirigentescampesinos. En ambos frentes la democracia cristiana sufrió una merma deimportancia, que en el caso juvenil represento la perdida de un grupo de edadcasi completo.

Sin embargo, lo mas significat ivo fue el quiebre de una imagen política quehabía sido importante en el dinamismo hegemónico de la democraciacristiana. La formación en 1969 del MAPU, como una organización que desdeel principio asumió una clara orientación socialista, significó que se terminabael monopolio político del “cristianismo avanzado” por parte de la democraciacristiana. La principal importancia de aquel acto fundacional fue que favorecióel desplazamiento al campo del socialismo de sectores cristianos. Se produjoun rompimiento del tabú prohibitivo, que afirmaba el irreconciliable divorciode cristianismo y socialismo marxista. Además, también produjo otra fisura dela imagen política de la democracia cristiana, la quiebra de otro monopolioque ella invocaba, el de ser la única posibilidad de nucleamiento de sectorespopulares diferentes u opuestos a la izquierda tradicional, con su imagen desectarismo y de control burocrático del movimiento sindical.

Esa ruptura no tuvo mucha importa ncia cuantitativa. Pero se sumaba a laselecciones de 1969, donde si se expresó cuantitativamente la perdida deldinamismo hegemónico. En 1965 la democracia cristiana había obtenido el42,29 por ciento de los votos, con una distribución por sexo de 28,41 porciento en varones y 46,60 por ciento en mujeres. La segunda fuerza polí tica,los radicales, obtuvieron el 13,30 por ciento, mientras que la derecha en suconjunto apenas alcanzo el 12,5 por ciento, cifra casi idéntica a la del Partido

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Comunista. Los grandes perdedores del evento fueron los do s partidosderechistas que en 1961 habían obtenido el 30,37 por ciento y, en gradoconsiderablemente menor los radicales que perdieron un 8,1 2 por cientorespecto a las elecciones de 1961.63

En las elecciones de 1969 el cuadro fue distinto. Los partidos izquierdistasexperimentaron una leve alza, convirtiéndose el Partido Comunista en latercera fuerza política del país, y los radicales mantuvieron una votaciónestable. Los grandes perdedores fueron los democratacristianos que bajaron al29,78 por ciento, disminuyendo un 12,51 por ciento respecto a la jornadatriunfal de 1965. La perdida fue levemente mayor entre las mujeres, sectordonde alcanzo el 13, 74 por ciento. El gran ganador de las elecciones fue lanueva fuerza de derecha, el Partido Nacional. Ob tuvo el 19,97 por ciento, conun gran porcentaje de alza entre las mujeres, casi idéntico a la perdida de lademocracia cristiana en ese sector. Si se analizan los resultados por provinciasse observa que la democracia cristiana solo alzo su votación en una provincia,disminuyendo en todas las otras. Los lugares de mayor pérdida fueron laszonas más metropolitanas, como Valparaíso y Santiago, algunas provinciasagrícolas del Valle Central, como O’higgins y Colchagua, una provinciaagrícola del centro (Ñuble) y otra del sur (Osorno). Además tuvo perdidasimportantes en una provincia minera del norte (Atacama) y de menorsignificación en una zona de gran densidad industrial como Concepción. Esoslugares, especialmente Santiago, Osorno y O’higgins, fueron zonas en que laderecha tuvo un alza importan te de su votación 64.

Aquella derecha que la democracia cristiana había profetizado como unafuerza en proceso de desaparición había resurgido cual ave fénix. Lossocialcristianos, en 1965 pletóricos de su mística redentora, en 1969 aparecíanen una situación centrista, sin ninguna capacidad de producir movimientoscentrífugos. Las elecciones de 1969 demostraron que ya no eran capaces demovilizar de un modo estable la votación derechista. Esos comicios tambiéndemostraron que la votación de izquierda no era un campo de reclutamiento devotantes para ese centro que en 196 5 había arrasado con la derecha y elradicalismo. En 1965 la izquierda no sufrió los efectos del maremoto freista,manteniendo una votación prácticamente igual a la de 1961. En 1969 superformance fue mucho mejor, pues fue capaz de subir su votación del 22,62por ciento al 30,29 por ciento. El centro democratacristiano que do aisladoentre dos polos que demostraron su capacidad de crecimiento electoral y sudinamismo político.

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e) El resurgimiento de elementos autoritarios en la derecha

Como se dijo, el debate político de la derecha entre el triunfo de Frei y la selecciones parlamentarias de 1965 estuvo concentrado en definir, primero, siera conveniente la existencia de un partido autónomo y, segundo, en precisarlas características de este partido.

El Partido Nacional fue una organización política diferente del modeloderechista tradicional. Esta identidad nueva surgió de la fusión de lascorrientes nacionalistas con las corrientes “históricas” en una organizaciónúnica. Eso significó la adopción de un discurso político nuevo y tambiénalgunos importantes cambios en las elites dirigentes. Puede afirmarse queaquellas corrientes nacionalistas obtuvieron gran influencia cultural y políticaen el nuevo partido, por lo que en el nivel discursivo se introdujeronmodificaciones significativas. Las concepciones del grupo “Estanquero”,nucleado en torno a la figura política e intelectual de Jorge Prat, empezaron aaparecer con frecuencia en las declaraciones del nuevo partido. En su formamas nítida ese discurso se expresaba en las siguientes im pugnacionesprincipales: rechazaba la relación necesaria entre democracia y partidos, portanto, cuestionaba que el Parlamento fuese un órgano de efectivarepresentación; criticaba la “política de compromiso”, bajo el rotulo de que enella era imposible constituir una racionalidad global que no fuera la resul tantede la lucha de intereses partidarios o de otros grupos de presión; criticaba lamovilización popular porque sobrepasaba el principio de autoridad y realizabauna denuncia global de la democracia cristiana, caracterizándola como unpartido demagógico y estatista, y en algunas ocasiones incluso como“totalitario”.

Algunas de las invocaciones afi rmativas del discurso eran las siguientes: lareivindicación del nacionalismo y de una “política nacional”, como diferentede la oligárquico-corporativa de los partidos; la reivindicación del principio deautoridad y, varias veces, de un “gobierno fuerte”; la revalorización delperiodo conservador y en particular de Portales, como referentes históricos 65.

La relativa profundidad de la reforma agraria, el tono antiderechista deldiscurso del Gobierno, la tendencia al uso del Estado para ampliar la base desustentación política del partido, permitieron que este tipo de impugnaciones einvocaciones se hicieran cada vez mas frecuentes. El antipartidismo y elantiparlamentarismo se incubaban en el interior mismo del Estado decompromiso, presagiando una crisis que estaba en gestación 66.

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Se trato de una recuperación. Constituye un mito histórico creer que la derechachilena fue democrática, en el sentido pluralista. No solamente ella impulso larestricción de las libertades políticas durante el Gobierno de González Videla,además, siempre considero que una forma de Estado, caracterizado por laciudadanía excluyente, era el “tipo ideal” de Estado. Durante el Gobierno deFrei, es decir antes que Allende llegara al poder, los na cionales sostuvieron lanecesidad de recuperar el principio de autoridad y el ideal del Gobierno c apazde realizar el interés nacional sin someterse a las presiones de masas. Sinembargo, su discurso estaba delimitado por las circunstancias políticas, por laimposibilidad de colocar al centro la idea, sin embargo presente, de que eranecesario superar el “formalismo inoperante de la democracia”. Por ello aquelautoritarismo teórico permanecía en germen, sin desarrollar plenamente sudiscurso y su práctica. Esto último sucedió durante el Gobierno de Allende,cuando las condiciones políticas y la crisis de funcionamiento de la sociedadle dieron espacio.

Pero fue durante el Gobierno de Frei cuando la derecha comenzó a ser influidapor los sectores nacionalistas. Las figuras históricas, que estaban asociadas alas políticas defensivas y de compromiso, fueron en parte desplazadas.

4. EL SURGIMIENTO DE LA UNIDAD POPULARCOMO ALTERNATIVA

Quiero señalar tres factores centrales asociados con ese proceso: el hecho deque la izquierda pudo articularse con el Partido R adical, el aislamientocatastrófico en que quedo el centro y las diferencias irreductibles entre laderecha y la democracia cristiana.

En el transfondo social seguía operando una necesidad insa tisfecha, laurgencia de cambios y la idea de una crisis de la sociedad. La elección deIbáñez significo una crítica al “establishment” político y el intento de instaurarun Gobierno “independiente”, dirigido por una personalidad política porencima de los partidos, pero también con una orientación popular. Lo quehubo fue un Gobierno cambiante, cuyos momentos finales se acercaron a laspromesas preelectorales. En el curso de el se produjo la recuperación por partede los partidos de su capacidad de acaparar adhesiones. Con Alessandri

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continuo la búsqueda del gobernante con autoridad, que en este caso noinvocaba al pueblo sino a la técnica. Ambas opciones fracasaronpolíticamente, en el sentido de que no realizaron el programa ofrecido ycarecieron de continuidad. El fracaso de la primera opción abrió el camino a lasegunda, pero el fracaso de la segunda permitió el triunfo de una alternativareformista global, la cual recogía esta aspiración de profundas modificacionessociales. Tampoco el Gobierno de Frei fue capaz de reproducirse comoalternativa. Para conseguirlo hubiese nece sitado continuar siendo un centrogravitacional, con efectiva capacidad de atracción respecto a los polos, laderecha y la izquierda. Sin embargo, ambas fuerzas fueron irreductibles,porque cada uno veía la necesidad de una opción propia. La estrategiadefensiva del “mal menor” no opera para ninguno de los extremos.

Es explicable que no hubiese operado para la izquierda. Parte importante deella no veía la elección de 1970 como un triunfo posible, sino como el fin deuna estrategia comenzada con inesperado éxito en 1958. Entonces se podíamirar el futuro con esperanza. Pero el 64, cuando se creyó firmemente en eltriunfo, llego la derrota. Por lo tanto, la elección de 1970 era concebida comola ultima oportunidad, después de la cual habría que buscar nuevasmodalidades que aprovecharan el potencial de las masas que la izquierdaconvocaba. Situada en esa perspectiva, un eventual triunfo de la derecha nosignificaba para aquella, izquierda el fin del mundo, sino quizás lo contrario,el comienzo, un marco mas real que la obligaría a modificar sus diseños. Elcarácter reaccionario que debería tomar la política de la derecha, después deun periodo reformista, crearía el clima de polarización y de agudización de lascontradicciones que era necesario para replantear los planes estratégicos.

Después del 58 la izquierda se movió a la búsqueda de alianzas que noafectaran la hegemonía de los partidos obreros. No había en elladisponibilidades políticas para pensar en un bloque nacional-popular, porquehabía identificado pueblo e izquierda. En l a constitución de la Unidad Popularse mantuvo ese diseño. Después de no pocas dificultades algunos partidosaceptaron la participación del Partido Radical que, al igual que a fines delGobierno de Ibáñez, se había izquierdizado. La incorporación de aquellaorganización, que se dividió como resultado de la operación, era formal,significaba sumar una fuerza que no podía competir ni por el liderazgo ni porel control.

La izquierda era excluyente, pero en la democracia cr istiana existía una actitudreciproca. Además, no tenía la fuerza gravitacional necesaria para atraer a una

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izquierda que desconfiaba del “reformismo” y que solamente aceptaba aliarsecon un radicalismo debilitado.

Pero lo mismo ocurría respecto a la derecha. Como consecuencia de laidentificación de la democracia cristiana can un peligro semejante a l aizquierda, la derecha ya no estuvo dispuesta a aceptar la lógica del sacrificio.En 1964 había elegido esa racionalidad con una visión abstracta de lo queseria la democracia cristiana como fuerza gobernante y con la esperanza deque podrían usarse las mismas estrategias defensivas que habían sidoeficientes contra las alianzas de centro -izquierda. En 1970 sumarse a lacandidatura de la democracia cristiana significaba aceptar un reformismo queprometía, con un lenguaje radical, la continuación de la obra de Frei.

En este campo de tres fuerzas con posibilidades semejantes era muyimportante para la izquierda solidificar la imagen de triunfo para ganar lossectores vacilantes entre Tomic y All ende. Por ello la incorporación de losradicales y la escisión demócrata cristiana de 1969, que dio origen al MAPU,cobraron importancia. Sin embargo, el factor decisivo del triunfo fue lamantención de ese campo de tres fuerzas irreductibles y equilibradas.67 Ello lepermitió a la izquierda ganar, en el momento en que menos había creído en sutriunfo y en que había trabajado menos los aspectos programáticos.

5. EL GOBIERNO DE LA UNIDAD POPULAR Y EL DESARROLLODE LA CRISIS ESTATAL

He indicado la hipótesis de que esa crisis estaba desde antes en fermentación,por lo menos como consecuencia de cambios en la conciencia política de unsector muy importante para la estabilidad del orden estatal, el partido queinvocaba la representación de las clases dominantes.

Esos indicios eran reales, pero su existencia era apenas una fisura en uncuadro de fuerte legitimación política. El hecho de que el acceso de Allende algobierno hubiese sido posible, fracasando todos los intento s golpistas o lasfórmulas de compromiso que hubieran conducido a lo mismo, solamente seexplica porque entonces romper la legalidad política significaba aislarse ydesprestigiarse68.

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¿Por que y como, a través de que procesos, se paso de una situación delegitimidad estatal, de aceptación del sistema de reglas que permitían a todaslas fuerzas competir por el poder, a una crisis estatal? Esa es la pregunta queplantea el período de la Unidad Popular. A alguien puede parecerle que lapregunta no tiene mucho sentido, porque su respuesta seria perfectamenteobvia: las clases dominantes terminarían fatalmente derrocando al “gobiernopopular”. Sin embargo, el desarrollo político chileno había conocidosituaciones que tuvieron, en su momento, significaciones sociales semejantes,porque sucedían en una sociedad más oligárquica, como el Frente Popular y laelección de González Videla. No obstante, entonces no se produjeronreacciones pretorianas sino procesos de equilibrio interno.

Lo que quiero decir es que lo sucedido con la Unidad Popular no correspondea la esfera de la fatalidad, ni significa un proceso cuyo final era conocido antesde haberse producido. En esta sección quiero explorar las razones del transitodesde la legitimidad hacia la crisis, cuyo final significo la “fascistizacion” deamplios sectores sociales y la hegemonía de la estrategia del derrocamiento.

Se exploraran los siguientes factores: a) la imposibilidad de construir laalianza social y política necesaria b) el desarrollo de una crisis defuncionamiento de la sociedad, expresada principalmente en eldesabastecimiento y el desorden político; y c) la incapacidad de la UnidadPopular de proporcionar una dirección coherente.

a) El problema de la alianza y del bloque nacional-popular

La Unidad Popular puso en el centro de su discurso la alianza con las capasmedias69. Es evidente que era una condición necesaria si le quería buscar unaestrategia de transito al socialismo desde el Estado y aun si solamente serealizaba el programa planteado para la fase70.

Esas capas medias eran numéricamente muy amplias. Además habían tenido,desde 1938 para adelante, una significación política crucial. En torno a ellas sehabían constituido las alianzas que proporcionaron estabilidad al sistemapolítico.

El programa planteado por la Unidad Popular permitía esa alianza. Susobjetivos principales inmediatos no eran contrarios sino, más bien, favorablesa los intereses de los empresarios pequeños y medianos. Por ejemplo, la

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nacionalización de la banca podía permitir una utilización más racional delcrédito y evitar la concentración de este en pocas manos; la activacióneconómica podía jugar también un papel favorable para el crecimiento de l ospequeños empresarios.

Sin embargo, detrás de aquellos cír culos había una concepción economicistade construcción de la alianza con las capas medias, la cual privilegiaba loscálculos de racionalidad económica de los sujetos. Esa estrategia deconstrucción pasaba por alto los factores políticos, ideológicos y culturales.Dejando de lado que la política de expropiación de los latifundistas y de laburguesía monopólica fue sobrepasada en numerosas oportunidades, enperjuicio de pequeños y medianos propietarios, señalare otros factores queimpidieron la realización de la alianza.

En primer lugar estaba el tipo de discurso político de la Unidad Popular, undiscurso con una clara tonalidad obrerista, cuyos temas principales fueron lahegemonía obrera de la alianza, el socialismo como realización de losintereses de la clase obrera y otros semejantes. Ese tipo de discurso no insistíaen la larga duración que debía tener la etapa democrática ni el socialismocomo interés universalizable, como forma de “vida buena”.

Pero además existían otros factores de carácter político que también tuvieronuna gran importancia. La estrategia de cambio utilizada por la Unidad Popularsignificaba quebrar la forma tradicional de la política de compromiso, cuyoprincipal espacio de negociación era el parlamento. Al imponerse algunas delas principales reformas, como la nacionalización de la banca y la constitucióndel área de propiedad social, sin discusión parlame ntaria, se violaron reglasformales de la institucionalidad política. Se cambio el principio defuncionamiento, a través de negociaciones y transacciones, del sistemapolítico. Justamente esta organización del Estado como sistema de lucha ycompromiso era el que le daba a las capas medias su enorme significaciónpolítica. Fue eso lo que temieron perder y contra esa amenaza lucharon.

En ese terreno el problema principal consistió en no darse cuenta que ningúnesfuerzo de alianza social con las capas medias tenia efectos políticos si no serespetaban las pautas de representación, mas o menos estables, de esas capasmedias a través de partidos centristas, cristalizados, desde la década delsesenta a través del Partido Demócrata Cristiano. Solamente la percepciónrealista de ese hecho podía haberle dado a la política frente a las capas mediasuna perspectiva menos abstracta que la que tuvo. En la práctica fue un

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enunciado de carácter casi doctrinario, una repetición del gran tema soc ialistasobre la alianza obrero-pequeño burguesa, más que una política propiamentetal.

En la política chilena resolver el problema de la alianza con las capas mediasrequería ser capaz de modificar las pautas de representación política o deproducir acercamientos o alianzas con los sectores representativos. En realidadel proceso fue el inverso. El análisis de las diferentes coyunturas demuestraque, después de un periodo inicial de fuerte tensión, marcada por la contiendaelectoral de comienzos de 1971, se creo un peri odo de relativa descongelaciónde las relaciones y apertura de la democracia cristiana. De hecho, la unidad dela oposición solamente se consolidó en octubre de 1972. Es verdad que desdeel asesinato de Pérez Zujovic para adelante (junio de 1971 ) se acentuó la fosaentre la izquierda y el centro, produciéndose múltiples acciones comunes entrederecha y la democracia cristiana. Un ejemplo de ello fueron lasmanifestaciones de diciembre de 1971 . Pero también es verdad que launificación estable de la oposición fue la resultante del fracaso de lasnegociaciones entre el Gobierno y el centro, producidos entre junio y julio de1972. Hasta entonces la democracia cristiana estuvo escindida entre dosactitudes políticas, las dos formando parte de una misma estrategia. Laorganización centrista busco obligar al Gobierno a la negociación y evito verseforzada a la unidad de acción con la derecha, la cual trabajaba por la estrategiadel derrocamiento. Para ello usa tanto la táctica de los entendimientosparciales con la derecha como la táctica de las conversaciones con elGobierno. Fue desde el paro de octubre de 1972, y mas precisamente desde laselecciones parlamentarias de marzo de 1973, cuando esa estrategia perdióabsolutamente su viabilidad71.

Era difícil para la izquierda aceptar la necesidad del bloque con el centro. Nohabía en su política una perspectiva nacional popular, en la medida queidentificaba pueblo con izquierda. Esa óptica le impedía plantearse comoobjetivo político la unificación de los sectores populares, puesto que negaba laexistencia misma del problema. Pero la realidad era que la democraciacristiana nucleaba efectivamente sectores populares.

No es extraño, entonces, que la izquierda prefiriera al entendimiento con lademocracia cristiana, la formula de partic ipación militar en el Gobiemo 72. Esatáctica sirvió para resolver la llamada crisis de octubre y también pudo habertenido proyecciones mayores. Pero para eso se h ubiera requerido pactarpolíticamente con los militares, de modo que estos operaban efectivamente

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como mediadores entre Gobierno y oposición. La izquierda también trató eseproblema de una manera abstracta, considerando en la práctica a los militarescomo componentes burocráticos del Estado y no como lo que habían pasado aser en la crisis, como fuerza política.

b) La crisis de funcionamiento de la sociedad

El desajuste entre estructura política y organizaciones sociales con que elperiodo termina en 1973 tuvo su comienzo y su eje central de masas en unacrisis económica que empezó a visualizarse en junio de 1971, bajo la forma deescasez y desabastecimiento provocado por la sobredemanda. Esos problemas,marginales todavía el año 1971, se agudizaron en el curso del año 197273.

Junto a esta crisis económica y alimentada por ella, se me desarrollandoprogresivamente una crisis política, cuyas expresiones principales fueron lapolarización y la violencia, especialmente aquella utilizada por ciertos gruposde ultraderecha que buscaban sobrepasar el orden político.

La huelga de sectores profesionales y pequeños burgueses en octubre de 1 972tuvo como objetivo agravar esas dos crisis. Fue tanto la manifestación de unasituación de “fascistización” de las capas medias como un elemento desobrealimentación de aquel proceso ya comenzado. De hecho, tanto la escasezcomo el desorden político, las tendencias radicalizadas que empezaron aaparecer dentro de la Unidad Popular, los continuos desbordes de la políticaexpropiatoria diseñada, creaban condiciones de exasperación entre ciertossectores de las capas medias. Octubre de 1972 expresó la voluntad, de algunasorganizaciones típicas de las capas medias y de parte de sus bases sociales, dellegar hasta las últimas consecuencias, politizando sus reivindicacioneseconómicas. Expresaba -por tanto- la renuncia de esas capas medias a loscaminos institucionales de lucha y su incorporación en una estrategia dederrocamiento. Entre esos sectores sociales, exasperados por condicionesdifíciles de la vida, cotidiana y manipulados por la propaganda, cundió la ideade que cualquier método era licito con tal de conseguir la derrota de la UnidadPopular.

Después de los resultados electorales de mano de 1 973, cuando fracaso laposibilidad del derrocamiento legal, por la vía del Parlamento, ese climaideológico se fortaleció.

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En la práctica fue la “fascistización” de las capas medias lo que produjo lascondiciones sociales para la unificación de las Fuerzas Armadas en torno a laestrategia del derrocamiento.

c) Los problemas de dirección en la Unidad Popular

Siguiendo el ritmo de la agravación de l a crisis y del fracaso de las tentativasde entendimiento con la democracia cristiana, se desarrollo en la UnidadPopular la creciente polarización interna entre dos líneas. Ese constituyó elproblema mas conocido. Pero, de hecho, hasta mediados de 1 972 habíaexistido unidad de dirección, de modo que las decisiones tomadas durante lamayor parte del tiempo no correspondieron a un enfoque ultraizquierdista. Enla practica la política del año 1971, incluyendo el programa económico, elplan de nacionalizaciones y la estrategia de cambio fueron adoptadasunánimemente.

Por tanto, existieron dos problemas distintos. Uno f ue la ausencia de unadirección democrático-popular del proceso, que defin iera con precisión lasparticulares condiciones de acumulación de fuerzas en un país como Chile. Envez de eso, la Unidad Popular en su conjunto vivió obnubil ada por lanecesidad del socialismo o bien fue incapaz de imponer una política dealianzas y cambios graduados, siendo en la práctica desbordada por el proceso.El otro problema tiene que ver con el desarrollo de la línea del “polorevolucionario”. El crecimiento de la influencia de esos sectores en 1972-1973, en particular después del 20 Congreso del MAPU, a fines de 1972,impidió las rectificaciones necesarias y, más au n, profundizó las condicionesde crisis.

Entonces, solamente en 1972 puede advertirse la influencia de una líneaultraizquierdista, que buscaba agudizar las contradicciones en vista a laaceleración del enfrentamiento decisivo. Hasta esa fecha no pu ede hablarse delefecto de una línea desviada; sino de definiciones en su conjunto erróneasrespecto a la factibilidad de determinadas políticas. No podía haber unaperspectiva nacional popular porque existía una visión abstracta de losproblemas. No se percibió la magnitud de las tensiones que provocaría, en unpaís con una estructura social diversificada y un Estado transaccional, laimplementación de un programa de reformas tan profundas75.

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La Unidad Popular en su conjunto no ligo la alianza social entre clase obrera ycapas medias con el problema del frente político. Tampoco percibió el procesode “fascistización” de las capas medias que seria provocado por l a estrategiano transaccional de reformas en un marco de desajustes económicos ypolíticos, ni percibió la profundidad de la crisis estatal que ello provocaría.

Pero el principal factor agravante de la crisis fue la ausencia de un predominiointerno, de una tendencia que se impusiera sobre la otra. La pa uta efectiva dedirección fue errática y las decisiones le adoptaban mediante el arbitraje o elcompromiso.

No es efectivo, par tanto, que en Chile haya fracasado una forma particular detransición al socialismo. En realidad no se im pulsó, con coherencia ysistematicidad, una estrategia de transito institucional. Ella hubiera r equeridosubordinar las tareas propuestas y realizadas a la construcción de una mayoría,tanto social como política. Hubiese necesitado resolver el problema de launificación de lo popular escindido y eliminar los doctrinarismos eideologismos que cristalizaban una separación suicida. El fracaso no fue de la“vía chilena”, pues ella nunca se aplico integralmente, sino de las fuerzaspolíticas de la izquierda, cuya pobreza teórica, cuya relación burocrática einstrumental con las masas y cuya falta de histor icidad están en la raíz de lacrisis estatal.

IV. CONSIDERACIONES FINALES

La forma de restructuración del campo de fuerza constituyo uno de losprincipales nudos de problemas que tensionaron el sistema político. Laexistencia de una derecha conservadora que solamente oponía una estrategiadefensiva a las tendencias de cambio y las limitaciones políticas de las fuerzasdemocratizadoras (la izquierda y el social -cristianismo) definieron lanaturaleza de los procesos. Como consideración final quiero sintetizar loselementos dispersos en el texto, que analizan ese doble desajuste del campo defuerzas.

A través del artículo he intentado mostrar las repercusiones políticas de larepresentación conservadora de las clases dominantes. Por eso las“revoluciones desde arriba”, de carácter modernizador, no llegaron hasta el

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final o fueron demasiado tardías. Ese conservadurismo explica que la desigualdistribución de la tierra, con la consiguiente marginalización del mercado delos sectores campesinos, no haya sido percibida como un problema interno deldesarrollo capitalista, que bloqueaba la expansión industrial. La resolución deese problema no fue percibida por la derecha como tarea exigida por laexpansión capitalista y -al contrario- fue vista como una reforma cargada decontenidos anticapitalistas.

A diferencia de Argentina, donde se especificaron intereses burguesesdiferenciados, lo que, en último termino, explica las vinculaciones entresectores empresariales y peronismo, en Chile los latifundistas y la burguesíaurbana aparecían fusionados en el espacio político. Pese a la fortuna que eltérmino tuvo, tenía poco sentido hablar de una burguesía nacional conproyecto político. El fenómeno del centro reformador tenía más relación conlas capas medias y con la movilización de algunos sectores populares que conla iniciativa modernizadora de alguna fracción burguesa importante.

La representación conservadora l imitaba las posibilidades de operación de lasclases dominantes dentro del sistema político. Por ello mismo se generaba unarelación equivoca de esas clases con la democracia. En realidad el pluralismopolítico fue una imposición de la correlación de fuerzas y no reflejaba unavisión ideal del Estado. La derecha debió adaptar su discurso a laestructuración política que se desarrollo desde 1958, atenuando la nostalgiapor las leyes represivas o por un sufragio selectivo. En verdad, la participaciónde la izquierda marxista en la competencia dentro del sistema políticocontinuo siendo no deseada. Era aceptada porque se carecía de capacidad dearticulación para otra línea; no eran posibles las soluciones “bonapartistas”.

Ese predominio conservador en la representación política de las clasesdominantes estaba combinado con otra característica de la estructuración delcampo político. Desde 1958 para adelante adquirió fuerza un tipo especial decentro político con pretensiones alternativistas. Los acentu ados rasgosdoctrinarios, las pretensiones de fundar un nuevo orden social y lascaracterísticas del programa de la democracia cristiana impidieron que esafuerza política pudiera capitalizar de modo estable la votación tradicional delos partidos de derecha. En 1964 el ascenso de las ideologías reformadorascreo la posibilidad de una reordenación del espacio político que pareciósignificar la desarticulación del ala conservadora. Sin embargo, con el tiempose derivo hacia un movimiento inverso, la creación de una nueva derecha queinsinuaba pretensiones autoritarias.

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Ese centro predominante con un programa re formador coherente no tenía unproyecto de constitución de bloque nacional-popular, capaz de sustituir suincapacidad de movilizar la votación derechista. He mostrado que eseantialiancismo reflejaba un enfoque de la política, que negaba loscompromisos propios de la articulación de fuerzas, cual si fueran elementoscontaminantes. Para la democracia cristiana era imposible percibir lanecesidad de un bloque nacional -popular como base de fuerza de su programa.Esto ocurría par las peculiaridades de la cultur a política de la organización,pero también por la naturaleza de la izquierda, Esta había dejado de buscar esetipo de bloques y aspiraba al gobierno propio en su conjunto no percibió lasvirtualidades y logros progresistas del Gobierno de Frei y lo analizo como unsimple intento burgués de reacomodación.

Las fuerzas activas del proceso de democratización tendían entonces, a unmutuo aislamiento. Así, ambas gestaron las condiciones políticas dereconstitución de una tendencia conservadora; La separación entre el centroreformador y la izquierda impidió que los proyectos de cada uno estuvieranapoyados en un bloque mayoritario. Ese frente podría haber asegurado lacontinuidad del proceso de cambios y garantizado la ductilidad necesaria.

No se percibió que todo programa de profundización en la democracia poníaen tensión al sistema político y tendía a incubar un clima autoritario. En vezde eso se actúo como si la democracia fuera un rasgo natural de la sociedadchilena, un constituyente del carácter nacional. No se capto que la estabilidaddel orden político había reposado en las performances articulatorias delsistema político. Reposaba sobre un complejo conjunto de mecanismos deequilibrio que, aunque los discursos fueron maximalistas a esgrimieron lapretensión de fundar un nuevo orden social, empujaba a los actores hacia unritmo gradual de cambios. Cuando esto se olvido, se rompió la delicadaarmonía de los opuestos que convivían por la vigencia de reglas de lucha,competencia y articulación.

Al final, la ilusión que el dilema histórico era capitalismo o socialismo,impidió darse cuenta como germinaba el autoritarismo 76. Crecíasoterradamente tanto en el análisis como en el programa de la nueva derechacreada en 1969. También en el periodo de la Unidad Popular como reacciónmasificada de reivindicación del orden en una sociedad caotizada por lapolarización política.77

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS .

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SEGUNDA PARTE: PROBLEMAS TEORICOS

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DEMOCRACIA, SOCIALISMOY PROYECTO NACIONAL POPULAR*

* Este artículo apareció con el seudónimo de Tomas Mouletto en el libro colectivo de CISECtitulado “Futura institucionalidad de la paz en Chile ”, 1977.

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1. La perspectiva

Un cambio importante de este periodo histórico, en el cual todo lo que parecíaimposible para el “sentido común” de la época precedente ha sido realizado ointentado, ha tenido lugar en el terreno ideológico. Consiste en el predominiopúblico y la invasión descarada de un lenguaje que antes se cultivaba e n elmicroclima de algunos cenáculos: la crítica conservadora de la democracia.

Dentro de este ambiente, la empresa colectiva, aunque no todavía común, queintenta este libro -pensar las condiciones y posibilidades del transito delautoritarismo a la democracia- constituye un desafío ideológico. Por ello esindispensable, y por ello también, es todavía débil y contradictorio (**).

Es indudable que la diversidad de nuestr os lenguajes y perspectivas no sólo sedebe a la diferencia de nuestras afiliaciones políticas o ideológicas. De algúnmodo todos estamos todavía sumidos en una común sorpresa: la destrucciónde un orden que para toda una generación de políticos y de intelectualesconstituía un referente histórico que unificaba comportamientos y prácticasdiversas.

Hoy día tratar de recuperar esa realidad destruida exige aceptar que esanegación era posible, también que ella es “real”. Pero, además, requieredestruir en nosotros mismos un elemento de nuestra conciencia históricaprecedente: la historia como continuo. No es fácil destruir las raíces de unoptimismo histórico que era nuestra experiencia. Para nosotros la historia eravivida como un lento, gradual, pero continuo progreso.

Por ello mismo no teníamos necesidad de poner en duda nuestras categorías yconceptos. Ellas se nos habían hecho naturales, porque parecían “acompañar”armoniosamente el proceso histórico. Hoy muchos aceptan la gravedad de lacrisis, porque todos los días podemos percibir no solo las tentativ as de crearun nuevo orden sino también de destruir las huellas del pasado, pera siempretendemos a vivir la historia como repetición. Es como si el devenir de nuestrasociedad y nuestra propia historia tuviera un hueco o un vacío que es elpresente. Es evidente que, a algunos, esto nos ocurre porque vivimos estepresente como negación, porque no deseamos aceptarlo como vida. Pero negar

(**) La observación se refiere, por supuesto, al libro del cual este articulo formo parteoriginalmente.

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el sentido de un orden no destruye ni sus hue llas ni sus resultados. Siemprehay que asumir, de algún modo, lo que negamos.

No se trata, sin embargo, de oportunismo, de aceptar el presente,reemplazando el viejo optimismo por un pesimismo adapt ado al reflujo ydecir: ya que la historia ha marchado hacia atrás, adecuemos nuestras ilusionesa su ritmo y volvamos a empezar desde el comienzo.

Una forma u otra de pensamiento no hace más que seguir, desde el comienzo,el medio o el final, la lógica de la repetición, como si pensar el futuro no fueramás que reproducir un pasado. Así, lo que este libro intenta plantear, eltransito de la dictadura a la democracia, tiende a ser visto o como laresurrección de un ayer próximo (la UP o sus antecesores) o como unaadaptación de la democracia, sin embargo perc ibida nostálgicamente a lascondiciones de la actualidad. La consigna es: la “ley de hierro” de la fuerzanos debe hacer prudentes.

Nuestra tentativa tratara de inscribirse en otra perspectiva. Creemos que unfuturo posible debe plantearse en forma de “utopia”. Es evidente que esteconcepto tiene la desgracia de su historia. Cuando lo oímos en la boca dealguien siempre pensamos en la ilusión o el voluntarismo, en el intento deinventar una sociedad en la forma de un modelo, sin tomar en cuenta ningunacondición histórica.

Para nosotros este concepto de utopia, o quizás mas estrictamente estametáfora, remite a la necesidad de pensar en lo posible mas allá -aunque nofuera- de las formas históricas vividas. Pero hay que tomar en cuenta quesiendo la utopia una critica de la historia, lo es sobre todo de las formas en queesa historia ha sido pensada. Así recurrimos a esa metáforas porque creemosque reflexionar sobre las condiciones de transito de la dictadura a lademocracia exige, antes de intentar la elaboración de estrategias o de nuevasformas institucionales, repensar nuestro pensamiento sobre esta sociedad.

Pero además una utopia, tal como la que hemos defin ido, busca siempreplantear la crítica de la historia, y a partir de ella un proyecto posib le, desde lahistoria de una fuerza social, el sentido cuya praxis intenta recuperar. En estecaso nuestro análisis tratara de hacerse desde el punto de vista de las fuerzaspopulares. Nada evita, por supuesto, que no sea más que el aná lisis de unindividuo, un intelectual que trata de captar el sentido de un a experiencia queno puede vivir totalmente.

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No trataremos todos los temas que requiere el análisis exhaustivo de laproblemática planteada. Más aun nos quedaremos voluntariamentecircunscritos en uno: la utopia que debe constituir la medula y el eje de lasestrategias y de los pensamientos de la izquierda sobre la historia concreta ysus predecibles o impredecibles alternativas.

Este modo de plantear el problema, se nos presenta en este momento denuestra incertidumbre, como el único posible. Escribimos así porque no somoscapaces de decir otra cosa.

2. La forma de pensar la democracia

Nuestro punto de partida será reconstruir, de una cierta manera, las formasideológicas a través de las cuales la izquierda chilena ha pensado losproblemas de la democracia y el socialismo. Por supuesto que noprocederemos como un memorialista; nuestro relato no in tenta una historia delas ideas sino solamente poner en relieve algunas dimensiones y categoríascentrales que nos permitan reconstruir como en la forma de un grabado, porello aceptando la difusividad de los contornos y la violencia de losclaroscuros, el fenómeno que aludimos.

La izquierda chilena, en su historia ideológica reciente, ha pensado lademocracia en una doble dimensión: como lo dado y como un obstáculo.

Por supuesto, la democracia era inscrita en la lógica del progreso, como unaforma superior a cualquier autoritarismo, despotismo o dictadura de laburguesía. Pero lo era porque estaba allí, por así decirlo. Su existencia eraaquello que la hacia positiva; se le imponía a la clase obrera como unanecesidad histórica.

Es evidente, sin embargo, que el desarrollo de la democracia chilena estuvoligado históricamente a la acción política de la izquierda y de las clasespopulares. Pero esa lucha era mirada siempre como una lucha por lo posible,en el sentido de aquello que se imponía como necesario, como realidadobjetiva a la cual era indispensable atenerse y no como lucha por lo mejor. Sinembargo, al ser pensada de ese modo, como lo dado -posible; la democraciaadquiría, por el mismo movimiento de la razón, un cierto carácter positivo. Lo

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dado posible, aceptable en la medida que estaba allí, como “mal menor”,adquiría el aspecto favorable de constituir un espacio de posibilidades.

La democracia era aceptada como lo dado, defin ida como necesidad histórica,no solo por la objetividad de las limitaciones de la clase obrera para constituiruna alternativa, sino también porque proporcionaba un ámbito de negociacióny porque permitía el acceso a ciertas “cuotas de poder”. Aunque no lo vivíaideológicamente como su mundo, la izquierda estaba allí tanto porque se leimponía como lo existente, como porque establecía con ese orden una relacióninstrumental. La simple confrontación con las situaciones de dictaduras haciavisibles las “ventajas” de la democracia. Una mirada hacia atrás, a losmomentos oscuros de la represión sin control, permitía descubrir que lahistoria caminaba: las clases populares habían consolidado sus organizacionesgremiales y sus partidos; su sola presencia afectaba el carácter del Estado yreforzaba los elementos mas universalistas; era posible representar a losexplotados y para ello era necesario, también posible, participar en el poder.Además, mirando desde el pasado, el espacio de posibilidades se hacia cadavez mas abierto, sin duda a causa de las luchas y sacrificios de las clasespopulares.

Sin embargo, esta misma representación ideológica que pensaba la democraciaen funciones como un existente que permitía posibilidades de desarrollo paralas clases populares, la pensaba como un obstáculo. Las clases popularesestaban en ella como en un mundo ajeno, con el cual era necesario establecersolo una relación instrumental, porque ese orden tenía dos caras, como Jano:permitía la negociación y la defensa de los explotados contra la arbitrariedad,pero les exigía la renuncia a la libertad extrema y fundamental de la negación.Para vivir en ese mundo ajeno debían limar sus aristas, demostrar a cada pasoque habían abandonado la condición de “clase peligrosa”.

Por ello mismo ese orden, cuya eficacia y estabilidad lo hacia imperativo, eratanto un instrumento como un obstáculo. Esto ultimo, porque ese espacio deposibilidades que constituía el lado sonriente de Jano representaba una tram paideológica, donde el naufragio era posible o inevitable. Era a través de eselado instrumental que la democracia escondía su aspecto burgués; la realidadde las “ventajas” conseguidas y posibles imponían la participación del juegopero también generaban una atracción. A causa de la democracia algunossectores de la clase obrera se asimila ban en lo ajeno como si fuera propio,aceptando la falsa igualdad de lo político como lo fundamental de sucondición social. Otros, que sin embargo no aceptaban ser engañados y para

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los cuales la libertad no los encandilaba, porque sabían que ocultaba laexplotación, vivían la ambigüedad, de estar en ese mundo pero no ser de el,como una tensión peligrosa.

Esa tensión llegó a las formas paroxísticas en el periodo de la Unidad Popular,porque justamente entonces se desdibuja el carácter imperativo de la relacióninstrumental. Para muchos el sometimiento al orden ya dejaba de ser unanecesidad, era solo el reflejo de la contaminación. Aunque quisieran negarlo,escudándose para ello tras la idea de transito institucional o de “vía no-violenta”, habían caído en la trampa, aceptando el mundo de la democraciaburguesa como su propio mundo.

Si quisiéramos seguir la historia ideológica de la izquierda tendríamos quemostrar con detalle la trayectoria de estas ideas. Desde antes presentaban estaseparación, donde “lo negativo” constituía el discurso total sobre lademocracia y donde “lo positivo” era recuperado como falsedad. Pero su augeideológico coincidió con el desarrollo del “debreyismo”, legitimado por eléxito revolucionario cubano y por la ola guerrillera. All í empieza adesarrollarse una especie de culpabilidad frente al pacifismo y aldemocratismo: la ambigüedad comienza a ser vivida, por algunos, comoinsoportable.

Sin embargo, esas formas paroxísticas no eran una desviación, inversiones delsentido anterior, sino mas bien una “expansión” de el. Porque, en realidad,esta doble existencia de la democracia en el pensamiento de la izquierda,donde se representaba en forma de un espacio de posi bilidades, que por sufuncionamiento eficaz se imponía como imperativo de la práctica ysimultáneamente como obstáculo limitante, no era contradictorio. Ambasdimensiones formaban una totalidad discursiva coherente y no unayuxtaposición de elementos antagónicos. La coherencia derivaba de ladiversidad de los papeles de ambos elementos: lo instrumental representaba elpapel de la táctica, de la necesidad, de la adaptación, mientras que el discursosobre los limites jugaba el papel de la teoría a de la ciencia. El lado sonrientede Jano era explicado desde su lado huraño; mirando por este á ngulo secaptaba la verdad de la democracia chilena, se desenmascaraban susapariencias.

Esta imbricación de los elementos despojaba a l as dimensiones de suneutralidad, las organizaba en una jerarquía. Pero esta estructura no constituíanecesariamente un dato de la conciencia ni una forma empírica de existencia

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del discurso sobre la democracia. Muchas veces la izquierda no se expresabani en sus prácticas ni en sus discursos reproduciendo esta configuración. No setrataba de una mentira: la izquierda no engañaba cuando elogiaba lademocracia, cuando no construía su discurso empírico sobre la base de estediscurso racional que hemos tratado de reconstru ir. Se trataba más bien de unaideología, lo que es diferente. En el discurs o ideológico, aunque loscontenidos distorsionen descaradamente a su objeto, ellos constituyen““verdad social”, sentido común, creencia generalizada.

Por otra parte, en la sociedad chilena la relación ideológica instrumental con lademocracia era cada vez mas extendida y desarrollada entre las diferentesclases y fuerzas sociales. Esta ambigü edad del pensamiento sobre lademocracia que hemos descrito en la izquierda; esta fragilidad de lalegitimidad basada en la simple instrumentalidad, era un elemento enexpansión, cuyo desarrollo desbordaba a las clases populares y sus fuerzaspolíticas.

La crisis del periodo 70-73 comenzó bajo forma ideológica, mucho antes deltriunfo de la Unidad Popular, a través de un proceso de “clientelización” de lalegitimidad. La democracia se expresaba, a través de la acción política detodas sus fuerzas, como negociación, compromiso, instrumento de presiónsobre el Estado, como puro ámbito de competencia política regulada. Lapolítica se despojo, en el clima de una democracia que era, cada vez más,simple Estado compromiso, de su papel ético (búsqueda de una “vida mejor”),para ser solo el canal de trasmisión de demandas sectoriales o individuales. Elciudadano se convirtió en clientela, a quien l a organización política debíaresponder mas con la satisfacción de sus demandas que con el estimuloideológico.

Para la izquierda chilena lo positi vo del Estado en funciones era larepresentación de intereses y la participación en el poder, aunque“interpretaba” esas cualidades a la luz de una teoría sobre el carácter burguésde la democracia. Otras clases y otras fuerzas también “hacían esta operaciónde calculo: aceptaban la democracia, porque era lo dado -posible, porque laeficacia del sistema la transformaba en el imperativo practico. Pero ladeseaban cada vez menos, no consti tuía su “utopia”. De algún modo, la crisisdel periodo 70-73 consistió en la expansión generalizada de estadeslegitimación. Lo que era percibido como un instrumento, como medio pararealizar intereses, pasa a ser percibido como boomerang.

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Esa crisis permitió darse cuenta de la fragilidad de la legitimidad donde secreía que ella era más fuerte, entre las capas medias. En gran medida, estaclientelización de la democracia era el resultado de su significación política,porque más que ninguna otra clase podía realizar sus intereses yreivindicaciones a través del Estado, acudiendo a alianzas y bloquesfluctuantes. Sin embargo, se creyó que su adhesión reposaba sobre la firmeinternalización de una ideología democrática. La radicalización de ellas en elperiodo 70-73 revelo que, tras la apariencia, se escondía también una visióninstrumentalista: cuando, por el control de las fuerzas populares, el Estadopodía perder sus cualidades precedentes -permitir la significación políticaprivilegiada del centro político, favorecer la realización de los intereses demovilidad y de consumo de las capas medias- ellas se dejaron invadir por elcatastrofismo y la decepción. Esas fuerzas, que fueron muchas vecesturbulentas, se transformaron en devotas de la disciplina y del orden.

3, La forma de pensar el socialismo

Para entender la racionalidad de ese pensamiento es necesario darse cuentaque la izquierda leía a la democracia desde el punto de vista del socialismo,contraponía a lo dado-posible una forma de su utopia. A través de elladesenmascaraba a la democracia, hacia visible su formalid ad. Pero ¿cual era elsocialismo en que pensaba la izquierda chilena? Para disculpar las breveslíneas con que trazaremos este esbozo recordemos de nuevo la metáfora delgrabado: por la economía del relato necesitamos de una técnica de espaciosfluidos, casi deslizantes y de fuertes contrapuntos y contrastes; pretendemosreconstruir una cierta estructura del pensamiento pero también un clima.

Tres dimensiones nos interesa analizar: el socialismo como necesidad, elsocialismo como “revolución”, el socialismo como “dictadura”. Quizás laprimera constituye el elemento central en torno al cual se organizan las otras.

¿Que se quiere decir con el socialismo como necesidad? Cada vez con másfuerzas, en un proceso cuyo desarrollo también coincidió can la RevoluciónCubana, se impuso la idea que el socialismo constituía la única respuestaposible a la crisis histórica en que estaba empantanado el desarrollo chileno.Este modo de pensar el socialismo como necesidad obscurece su definicióncomo opción histórica, como proyecto que expresaba la voluntad políticacolectiva de una clase. Al contrario, lo piensa como exigencia estructural,objetiva. Es evidente que esta objetividad podía ser negada, y de hecho lo era

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en múltiples oportunidades, pero la razón histórica se vengaba a través delfracaso del reformismo, haciendo naufragar todos los esfuerzos de escamotearel dilema de hierro entre socialismo y fascismo.

Entrampada en la contradicción entre lo necesario y lo posible, la democraciase desenmascaraba a si misma , deviniendo cada vez mas un sistemadisciplinario que trataba de controlar la frustración del movimiento popular.Sin embargo, sus manipulaciones resultaban inú tiles. Para salvar elcapitalismo amenazado no le quedaba otro camino que aceptar su ocaso y sunegación, haciendo de la libertad una palabra hueca, que trataba de esconder ytransfigurar, al puro nivel del discurso, su verdadero carácter de democracia-dictadura. Pero no conseguía su objetivo ideológico: nadie de buena fe podíaver en ella algo más que un mito.

Cuando se quería negar la necesidad del socialismo, cuando se eludía yescamoteaba su objetividad, había que estar dispuesto a hacerse cómplice,engañando a las masas con una democracia inviable dentro del capitalismo.No era posible escamotear la verdad, sólo el socialismo era racional.

Es evidente que no reconstruimos un discurso absolutamente real, en elsentido de consciente, pero si un discurso que da cuenta de la ansiedad quevivíamos, que explica el dogmatismo como algo más que una deformaciónpsicológica, que hace comprender el empecinamiento (marchar hacia adelanteaun a riesgo de quedar solos). Al fin al cabo éramos los instrumentos de unaverdad que se realizaba a través de nosotros, incluso pese a nosotros.

Esta dimensión del socialismo como necesidad se entremezclaba con ladimensión del socialismo como “revolución”. Es evidente que se trataba deuna dimensión complementaria: a través de la “revolución” lo necesario sehacia posible. Sin embargo esta “revolución” no era pensada por todos de unmodo simplificado, como simple asalto al poder. Si era pensada como actoespecíficamente político cuyo objetivo era el Estado. Esa forma recogía unatradición para lo cual la transformación de la sociedad se coronaba con larevolución estatal: hasta entonces -momento culminante- ella permanecía enparto.

Pero este requisito de la revolución política, sin la cual la revolución social erailusoria, estaba lejos de cualquier “blanquismo”. La tradición que recogíamosno era aquella que se fascinaba ingenuamente con la fuerza ni con las hazañas

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militares; en este sentido no éramos decimonónicos, aunque recogíamos unatradición donde el principal problema revolucionario era el poder estatal.

Sin embargo, la política la vivíamos “a la chilena”. El movimiento popularhabía acumulado experiencia para construir una práctica que tomara en cuentalas condiciones históricas. El poder como temática principal de la política y dela revolución era el poder dentro de un orden político institucionalizado,donde el Estado era eficaz para imponer ciertas pautas y norm as y dondeestaba legitimado, por lo menos instrumentalmente. Es verdad que algunossectores de la izquierda tendían a pensar el problema del poder en unaperspectiva reduccionista, como fuerza m ilitar movilizable, planteandoentonces la estrategia de una forma bolchevique. Pero la evidente diferenciaentre un Estado en desintegración y este Estado donde quizás el problema erael de un “equilibrio catastrófico”, pero en ningún caso el de la “putrefacción”,anulaba el impacto de esa forma de pensar. Ella misma debía refinarse ybuscar los matices y las adaptaciones a la situación histórica.

Para una parte importante de la izquierda el poder surgía de las alianzas, de lacapacidad de movilización de masas o del manejo de coyunturas donde seconseguía acumular, sumar fuerzas. El socialismo irí a surgiendo de estaadición, sin saber muy claramente como la cantidad se transformaba encalidad, Al aludir a la “vía chilena” se pensaba en una trayectoria de este tipo.Por cierto que esta concepción aditiva del poder estaba tensionada desdedentro por la problemática de la ortodoxia. Este modo de concebir la“revolución” no tenía el aval de ninguna experiencia histórica y podíafácilmente ser asimilada al “berstianismo” o, cuando menos, al “kautkismo”.La presencia de esta tensión dentro del pensamiento favoreció, después de lacrisis de octubre, la fragmentación de la Unidad Popular en dos tendencias.Pero ninguna de ellas pudo constituir un discurso cerrado, completo, porquecada una enfrentaba un antagonismo interior. La ll amada tendencia del “polorevolucionario” vivía la contradicción entre el realismo y lo clásico, laortodoxia. Su modo de pensar según los cánones, según el libro o los libros (lodijeron, no solo Lenin, también Mao, Fidel hasta Ben Bella) deberíaconducirla a la conclusión insurreccional como perspectiva de corto o largoplazo. Pero las exigencias de la polí tica real, el análisis de la correlación defuerzas y del Estado, operaba como corr ectivo. A su vez, los que pensaban elproblema en la línea del “transito institucional” o de la “vía chilena” vivíanesa contradicción ya descrita entre su percepción de lo objetivo o de lo real yla teoría. Esa tensión contaminaba su discurso, el cual debía hacer concesiones

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verbales o políticas, no solo a la presión de los otros, sino también a su propiaambigüedad.

En cada caso los razonamientos no pueden adquirir circularidad, no hayentonces una razón total: un pensamiento que pueda responder a losproblemas que se plantea sin la interferencia de una nec esidad exterior. Porello se multiplican las fragmentaciones, las incoherencias y el inmovilismopractico.

Como vemos la “revolución”, en cuanto dimensión del socialismo, teníaformas de expresión bastante complejas. No se decía simplemente, aunquealgunos quisieran, “cuando se tiene mas fuerza disponible que el adversario, elsocialismo es real y no sólo racional ”. Pero la posibilidad del socialismo erareducida a un problema de acumulación de fuerzas, que en el caso chileno eraposible ejecutar desde el Estado. En consecuencia el acceso al Gobiernopermitía condiciones para una revolución política desde arriba: Es evidenteque la identificación de revolución con poder es demasiado próximaconceptualmente a la definición de la revolución como fuerza. No es raro quelos desplazamientos y las transmutaciones fueran frecuentes. Hay que recordarque el socialismo era pensado como necesidad histórica, como lo racional. Sedecía, no hay otra salida del subdesarrollo, todas las formas intermedias estáncondenadas al fracaso y al estancamiento. Pero hemos visto que la necesidadentraba en cortacircuito con la posibilidad. El poder estatal se conquistaba conlentitud en el marco del Estado chileno. El éxito dependía de la manera en quese era capaz de utilizar los aparatos estatales, para sumar fuerzas. Sinembargo, este razonamiento no calmaba las exigencias de lo racional. Esosargumentos podían ser “realistas”, pero ella revelaba la profundidad de lacrisis.

Como existía esta contradicción entre lo necesario y lo posible no era raro queal agudizarse la crisis social se buscara resolverla mediante el recurso lírico: eloptimismo, la esperanza en el triunfo, el avanzar sin transar. El lenguaje seizquierdizaba cuando la realidad se degradaba. Cuando el triunfo estaba muylejos, cuando ya era imposible, se l e nombraba como próximo o inminente. Elverbo quedaba como el único recurso de un poder que estallaba.

Pero ¿que era en definitiva ese poder? Reposaba sobre los aparatos, el Estadoo las organizaciones; se alimentaba de la vigencia de un sistema derepresentación y de negociación, por ello también estaba “clientelizado”. Noes hora de criticar a fondo esta concepción del poder. Sólo hagamos una

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pregunta para dejada latente: ¿Como requisito del socialismo es suficiente unbalance favorable en la suma de fuerzas, sean ellas recursos materiales oclases? ¿La posibilidad del socialismo se reduce a eso?

Hablemos de una tercera dimensión, el socialismo como “dictadura”. Lomencionamos, no por su importancia dentro del pensamiento; sino porqueinteresa enfatizar algunos aspectos que ya hemos indic ado e insertar otrosnuevos. Podemos decir que esta dimensión existía y simultáneamente noexistía dentro del pensamiento de la izquierda chilena. Existía como vinculorespecto a la tradición marxista, pero no en cuanto concepto-concreto, cargadocomo tal de una precisa significación.

Era indudable que la izquierda chilena afirmaba que el socialismo debía ser“dictadura del proletariado”. Pero con esa afirmación estaba aludiendo a unode los significados del concepto leninista: todo Estado, también la democracia,constituye dictadura, porque es el “producto y manifestación del carácterirreconciliable de las contradicciones de clases”. Ese sentido es separableconceptualmente del otro: la dictadura como tipo de régimen políticodespótico. Esta segunda acepción, que es aquella cargada de significado, noestaba comúnmente presente en la definición del socialismo. Incluso, enalgunos casos, esta ausencia esta explícitamente razonada: en Chile seriaposible hacer compatibles socialis mo y libertad porque el transito delcapitalismo al socialismo tendría características especiales.

Sin embargo, ¿por que se usaba un concepto que era ambiguo, ya que envolvíaun doble significado y además soportaba el peso de esa carga semántica?

Conocer la respuesta implica explorar esas comple jas relaciones con latradición y la ortodoxia a través de las cuales los partidos populares intentabansobrepasar su localismo para insertarse en un movimiento mundial.

Por otra parte, la presencia del concepto revelaba también ambigüedades delpensamiento. Su principal problema teórico es que no se libra, racionalmentey de un modo completo, de un cierto énfasis de la teoría marxista: concebir elpoder sobre todo como fuerza, en sentido estrecho o amplio; como capacidad.legalizada de ejercer violencia; la política como lucha por controlar el “locus”,lugar o sitio de la fuerza, el Estado; por ende la revolución pensada como actopolítico (destrucción del aparato estatal precedente o por analogía “ocupación”progresiva de ese Estado) mas que como obtención de hegemonía o comoreconstrucción del tejido social.

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Al no realizar la critica de esa tradición teórica no podíamos construir la teoríade nuestra propia táctica, a cada paso chocábamos con fantasmas que se nospresentaban como lo que debíamos ser, como si nuestra historia fuera sureencarnación.

Vislumbremos como ellos actuaban. Por ejemplo: ¿como conciliábamos con larealidad histórica chilena esas contundentes afirmaciones de Lenin en supolémica con Kaustky, “no es posible obtener la mayoría para el socialismodentro del Estado burgués”? Esas tesis no las enfrentábamos racionalmente,tratábamos de hacer como si no existieran, pero estaban presentes comonuestra mala conciencia.

Es evidente que estos modos de pensar sobre la democracia y el socialismo seinterfieren: el segundo jugaba el papel de una “utopia”. Pensábamos respecto ala democracia, el Estado chileno, la política, “desde” cierta idea delsocialismo.

Al definirlo como lo racional, necesidad histórica, única forma de resolver lacrisis chilena tendíamos a pensar la democracia, con la compleja red depoderes contrabalanceados en que se ma nifestaba, como obstáculo o limitante,tanto para la solución de los problemas estructurales como para laacumulación de fuerzas. Era difícil ganar fuerzas para la izquierda dentro deese marco. Esa lucidez favorecía tesis como las de Lenin. Sin embargo,tampoco ese pensamiento se desarrollaba como razón total. Lo dado, loinvariable (las servidumbres y las limitaciones) aparecían demasiado fuertes.Aunque quisiéramos aceptar ese pensamiento ¿que sacaríamos?, ¿quepodíamos hacer?

Entonces la teoría que la izquierda creía poseer no sólo estaba fragmentadapor la diversidad de enfoques y de líneas que se desarrollaban, sino sobre todopor esta imposibilidad de acceder a una razón total. En todas las formas depensar convivía la razón con esos fantasmas de la mala conciencia o ella sedetenía indefensa ante lo invariable o inmodificable.

4. Re-definiciones

Para poder construir un pensamiento que supere estas incongruencias ofragmentaciones es necesario abordar de un modo diferente los problemas de

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la democracia y el socialismo y -a partir de esas bases- el proyecto de unaizquierda “posible”.

Antes que nada es necesario marcar los límites de esta empresa. La política esmucho más que una teorización, es el despliegue de un sujeto histórico. Estono significa que todo pensamiento sea equivalente. Solo significa que un“buen” pensamiento no vale por sí mismo sino en virtud de lo que significapara el movimiento social. Frente a eso el intelectual esta desvalido: dice unapalabra, entre muchas.

Habitualmente la democracia era pensada por el pensamiento de izquierdacomo proyecto burgués, como una de las supremas astucias del capital: laforma política que mejor permite la reproducción social de las relaciones deexplotación. Por ello es “dictadura”, porque enmascara o esconde lo sustancialbajo la forma capciosa de la libertad y de la igualdad formal.

Ese punto de vista esclarece un problema de la democracia en el capitalismo,la dicotomía que ella crea entre la desigualdad en el ámbito de las relacionesde producción y la igualdad de los sujetos en cuanto ciudadanos. Esaseparación entre dos mundos marca evidentemente los límites de cierto tipo dedemocracia, pero no aniquila la idea de la democracia, así como tampoco elstalinismo o el burocratismo aniquilan la idea del socialismo.

Si miramos la democracia como aquel régimen donde el individuo se definecomo sujeto frente al poder; como orden que permite la constitución departidos, movimientos u organizaciones, en suma fuerzas sociales, a través delos cuales ese sujeto-ciudadano supera la atomización y el aislamiento,debemos concebirla como una aproximación. Detrás de la ciudadanía y de laparticipación, donde se condensa lo central de la democracia como idea de lapolítica, hay un concepto de la sociedad. ¿Cual es? es vista como unidad dediferentes, donde la cohesión se construye como obra de la política (consenso)y no como unidad mecánico-natural; que viene dada estructuralmente y dondeel conflicto es visto como desorden o desviación.

Cuando la democracia apareció como realidad histórica representó unmovimiento de desestatización. Ella encamo una cierta idea de la política parala cual la libertad se impone sobre la necesidad ; donde se carcome esa ideahobbesiana del orden político como impuesto por las servidumbres de lacondición humana y se apuesta al orden político como creación de la libertad.La democracia quiere representar una negación del Estado-Leviatán. Ella

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aspira, a través de la ciudadanía, a través de la posibilidad de participación, através de la libertad como derecho de oposición, de discrepancia y de críticade la sociedad, a destruir la omnipotencia del Estado. En ese sentido Marxapuntaba en una dirección semejante, a través de su crítica del Estado. Este esun momento de la necesidad, momento determinado por la existencia de lasclases. Como proyecto intelectual constituyó una crítica del capitalismo, y másen general de las sociedades clasistas, en el nombre de una “utopia” que es elreino de la libertad. Como teoría de la política lo fundamental del marxismofue su crítica de todo Estado, la aspiración de una libertad p lena donde laautoridad política es despojada de sus funciones de dominación.

Desde ese punto de vista, el marxismo crítico la democracia burguesa. Pero lohizo en nombre del mismo principio de la democracia, en nombre de lalibertad. Al razonar de ese modo estaba denunciando al capitalismo por loslímites que ponía para la realización de la libertad real. Incluso en Lenin ladictadura era el momento transitorio de la necesidad.

A nombre de esa tradición, sobreviviente al interior del pensamiento marxista,Rosa Luxemburgo criticó la revolución bolchevique diciendo que la dictaduradel proletariado no podía consistir en la negación de la libertad, que lanecesidad de un orden político con predominio de la fuerza plan teaba elproblema medular de la existencia en Rusia de condiciones para el socialismo.Esa crítica levantaba un problema central: el socialismo no podía ser elresultado de una coyuntura de la correla ción de fuerzas, sino el resultado de lamaduración del movimiento popular como sujeto histórico.

En verdad, aunque no ha existido visibilidad histórica de la conexión entresocialismo y democracia, ambas no pueden ser pensadas como categoríasseparadas sino como partes de un mismo movimiento de emancipación. Así elelemento democrático debe ser concebido como constitutivo de un ordenpolítico socialista, de modo que ningún imperativo de la necesidad legitime laaniquilación de la libertad. De otro modo e l socialismo aparece comonegación de aquello que pretende: en vez de constituir un momento desuperación de la libertad, en vez de realizarse como proceso dedesestatización, se realiza creando un Estado-Leviatán. Este tipo de Estado esaquel donde la posibilidad de crítica practica de la sociedad, generadora de suscambios, transformaciones y de su superación, aparece imposibilitada.

Afirmar esto significa decir algo provocativo: cuando el socialismo no puederealizarse como superación de los grados de libertad existentes en la

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democracia burguesa es porque todavía el socialismo no es racional, no esnecesario ni posible. Se plantea el tema de las condiciones del socialismo. Estetiende a ser visto como la consecuencia de la “crisis” del orden anterior y de lacapacidad política del movimiento popular para conseguir, en una coyunturadonde se fragmenta o atomiza el poder de las otras clases, una mayor fuerz arelativa. El surgiría de la debilidad de lo preexistente y de la posibilidad deacumular fuerza en el marco de esa debilidad. Así el socialismo puedeimponerse como resultado de la precariedad de la sociedad. En verdad, puedesurgir así y de esa manera se ha desarrollado norm almente. Por lo mismo hasido un socialismo precario que debe recubrir su debilidad con la fuerzainstitucional. Pero esa precariedad inicial no importaría si el socialismo que seconstruye permitiera, a través de la crítica de lo existente, una superacióncontinua de sus limitaciones.

Lo obvio: afirmar que la democracia, en cuanto principio de organización delorden político, debe ser constitutiva del socialismo, no equivale a decir que lademocracia en el capitalismo realiza plenamente la libertad; sabemos que esetipo de sociedad genera la separación entre dos mundos, la ciudadanía y laexplotación. Me interesa más enfatizar otra tesis provocativa: que lademocracia capitalista constituye una sociedad necesaria para la constituciónde las condiciones del socialismo. En ell a el orden político se organiza,aunque sea formalmente, sobre la base de la participación y del ejercicio deuna cierta libertad de oposición y de crítica. Esta relación se justificateóricamente por el hecho que el socialismo requiere de la hegemonía delmovimiento popular; o sea, requiere que este haya conseg uido crear un amplioy mayoritario consenso en torno a un proyecto de contenido socialista. Paraello el orden político democrático proporciona un ámbito de posibilidades.Evidentemente se trata de una lucha donde se puede ganar o perder, perodonde nada se saca con reemplazar, a través de la astucia política o militar, laausencia de hegemonía.

Este modo de plantear el problema no debe confundirse con una aceptaciónpuramente instrumental de la democracia. La democracia, en cuanto principioutópico, es un componente esencial del orden político legítimo. Por elloafirmamos que el socialismo también se plantea como tarea realizar losprincipios de la libertad y de la participación política, vinculando eso si elgrado de libertad con las relaciones de produc ción y la libertad total con ladesaparición de las clases. A su vez, la existencia de un régimen democrático,aun en su forma parcial y limitada de democracia capitalista, en la medida queefectivamente practica algún a forma de participación y que funda la política

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en el consenso, debemos concebirlo como una aproximación. Esto significacomo orden que es necesario preservar, de cualquier caída o recaída en eltotalitarismo del Estado-Leviatán; como base para una superación, dentro deotro orden, que realice más en profundidad la libertad y la participación comoprincipios utópicos de la política. Ese otro orden, donde la democracia superalos limites que le impone el capitalismo, es la sociedad socialista.

Este intento de reconciliar la democracia y el s ocialismo, separados por malosentendidos y por la historia equivoca, nos parece una operación indispensablepara pensar en la política inmediata o mediata; para reflexionar sobre elproyecto de una izquierda que viva este periodo histórico no como una simplerepetición del pasado.

Sin embargo, ni esta presentación de principios teóricos ni lo que viene pordelante son mas que prolegómenos, momentos de una reflexión que se hacepublica para avanzar a través de la discusión colectiva y no para mostrar suslogros.

5. Un proyecto nacional-popular

¿Cual deberá ser el proyecto político de la izquierda chilena en el que ellasimultáneamente se continúe y se supere, recoja lo mejor de su propio pasadoy se plantee creadoramente hacia el porvenir? Siguiendo l as ideas de Gramscihablamos de un proyecto nacional-popular. El termino proyecto no significaun programa para una fase de la lucha política; esta usado mas bien en elsentido de perspectivas y orientaciones de la acción.

¿Cuales deben ser las características de un proyecto nacional-popular?Indicaremos solamente algunas, no solo por problemas de espacio, sobre todopor incapacidad de desarrollar exhaustivamente la totalidad de consecuenciaspolíticas de lo que proponemos.

La primera característica de un proyecto nacional-popular es una ciertaconcepción de la política. Esta es pensada como constitución de voluntadcolectiva, como búsqueda racional del consenso y no como el“aprovechamiento” de coyunturas en función, de una movilizaciónmanipulada de masas disponibles. La política aparece como reino de la razónmucho mas que como reino de la astucia o de la fuerza. La praxis políticatiene como objeto la conciencia de las masas, en una dialéctica donde “el

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educador es también educado”. En esta perspectiva la tarea del político no seagota en el Estado; ella se orienta principalmente hacia la sociedad cuyareconstrucción inicia como reforma intelectual y moral.

La segunda característica de un proyecto nacional-popular es que piensa cadauno de los momentos de la política en una perspectiva utópica, comorealización de grados cada vez mayores de democracia, por lo tanto c omoproceso que debe conducir al socialismo, concebido como sistema que permitela máxima libertad real de todos. El socialismo no surge como una“maduración” deterministica o natural de condiciones, será el resultado de unconstante esfuerzo de hegemonía , de una obstinada batalla por convencer-persuadir sobre la racionalidad del socialismo como creación de libertad.

De ese modo siempre el socialismo esta presente en un proyecto nacional -popular, pero no porque se piense que este es el resultado afortunado de lacorrelación de fuerzas, o menos todavía porque se debe buscar adosar en losprogramas de gobierno algunas estatizaciones, sino por que se plantea lapolítica como adquisición de conciencia sobre la relación entre libertad,democracia y socialismo; porque se impone la lucha por la mayor libertadconcreta; por lo tanto, porque a partir de la exigencia de democracia, planteacomo horizonte necesario el socialismo, que es la superación de los limites dela libertad posible bajo las condiciones de explotación.

La tercera característica de un proyecto nacional-popular, quizás la másimportante desde el punto de vista de la acción es que el consenso obtenidodetermina en cada momento los límites del programa de cambios.

Sin embargo, para que este rasgo no sea visto como una simple repetición del“aliancismo” o de una política oportunista de bloques, debemos precisar unpoco más el sentido del término consenso. Como puede desprenderse delcontexto, la obtención de consenso representa mucho más que la articulaciónde intereses económicos y políticos. En primer lugar por su génesis, porcuanto el consenso debe ser el fruto de una abierta discusión de masas que lasdirecciones políticas solo deberían sintetizar; en segundo lugar porque elconsenso no se refiere a la pequeña maniobra parlamentaria -considerada portradición el “ámbito de la política”- si no tiene como objeto la formación debloques estables y unificados, dentro de la diversidad, para la realización deun programa de cambios históricamente posible.

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No se trata de un simple acuerdo de intereses sino de un pacta social enfunción del cambio concertado, donde se reflejan los grados posibles deconvergencia. Por lo mismo el programa convenido debe definir los objetivosy también los límites más allá de los cuales no se puede pasar, cualesquierasea la coyuntura de fuerzas. El consenso no es el producto de un juego de azarsino una construcción histórica que debe corresponder a los grados deconciencia de las diferentes clases.

Sin embargo, aunque el consenso posible determina los cambios posibles, laizquierda no se limitara al “seguidismo” respecto de los grupos y clases cuyohorizonte no este en el socialismo. Para su trabajo político de creación deconciencia y de elaboración de consenso la izquierda siempre deberá adoptarcomo programa máximo de la fase las reivindicaciones sociales delmovimiento popular. Ella busca hacer avanzar al conjunto de la sociedad haciasus posiciones, pero al mismo tiempo ella se inserta en el consensohistóricamente posible. Acepta, no por conciliación como algunos dirían, sinopor el desarrollo de su propio proyecto, todo programa de cambios querepresente la constitución de una voluntad colectiva. Ella no le teme a lastrampas ideológicas, no cree tampoco que el , “bienestar” capitalista vaya alimar la conciencia de las clases populares. Todo lo contrario, piensa quecuando eso sucede es por un fracaso de la política de la izquierda.

La cuarta característica de un proyecto nacional-popular se refiere a ladirección del cambio. Es evidente que un programa no puede ser defin idoabstractamente, fuera de las condiciones históricas de la sociedad. Pero tieneuna dirección general que deberá ser la instalación de la democracia o superfeccionamiento. ¿Por que? Porque es a partir de ella que el tema delsocialismo se plantea. Es en ella donde las clases tienen posibilidades deexistir como sujetos, libres de la coraza de hierro del autoritarismo. Hablamosde la democracia no como ficción (“democracia autoritaria”) sino de unrégimen donde el poder esta enfrentado a la sociedad; donde entre gobernantesy gobernados no existe un vacío o donde existe algo mas que una luchacorporativa de intereses fragmentados. Hablamos de la democracia como unrégimen donde los grupos y clases se enfrentan y convergen como portadorasde una idea de la sociedad,

La quinta característica de un proyecto nacional-popular es su doble carácterde unificador y de clases. Unificador porque intenta canalizar todas lasenergías posibles en la dirección de un programa democrático, porque intentaconstruir consenso que es siempre la elaboración de un compromiso racional

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entre fuerzas que no pueden conseguirlo todo para sí . También porque parte dela base de que es necesario el sometimiento de los intereses individuales ysectoriales a la lógica de un interés históricamente general, y porque concibela democracia como algo más que un terreno de enfrentamientoinstitucionalizado entre fuerzas que negocian. Pero al mismo tiempo se tratade un proyecto de clases. En primer lugar, porque desde el punto de vista delos sectores populares la lucha par una mayor libertad en el terreno político essiempre un combate por establecer una mayor igualdad. La libertad política noevita que el trabajo siga siendo una mercancía, pero por lo menos permite altrabajador alzarse como sujeto frente al capital y frente al Estado, le permiteejercer la crítica práctica de la sociedad y de los mecanismos de explotación.En segundo lugar, porque esta experiencia de la democracia genera laaspiración y la necesidad de una libertad más real. En tercer lugar, porque lademocracia permite una política de hegemonía, ir mostrando el socialismocomo racional, como “vida mejor”.

Sin embargo, el hecho que un proyecto nacional -popular tenga un carácter declases no significa un carácter corporativo, que se agote en la solución de lasreivindicaciones inmediatas del movimiento popular. El debe asumir a lasociedad como totalidad, ser capaz de presentarse como altern ativa de vidamejor no solo para los sectores populares. El será lo contrario del populismo,que nunca es más que la manipulación de masas populares a través del Estado.

La sexta característica de un proyecto nacional-popular debe definirse de unmodo negativo: no identifica un programa de cambios democráticos con unprograma estatista. Al contrario, por lo menos en un sentido este tipo deproyecto es antiestatista. La existencia de una democracia real siempre limitaen el terreno político al Estado, debilita su poderío ideológico, cultural ypolítico. Respecto a un régimen autoritario como el actual debe representaruna inversión de su estatismo político. Respecto a un régimen como elexistente antes de 1973, deberá ser una institucionalidad que le asigne mayorimportancia a los poderes locales, no solo por un problema técnico dediversificar los ámbitos de decisión, sino también para no concentrar latotalidad de las competencias y atribuciones en una elite restringida que operacomo inevitable canal de intermediación de todas las demandas yreivindicaciones.

En otro terreno, el de las intervenciones económicas del Estado rechaza elmito de reducir la libertad a la “libre iniciativa económica”, pero tampocoidentifica cualquier aumento del grade de intervención estatal como un

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progreso sacrosanto. Muchas veces las intervenciones económicas del Estadoson el sostén del capitalismo privado. Pero es evidente que deberá recuperarseel rol estatal actualmente atrofiado, siendo allí su papel principal el de reducirlas desigualdades inherentes a las relaciones capitalistas de producción.

Esto no significa que un proyecto nacional -popular no deba tener un contenidoanticapitalista. Lo tiene por principia en la medida que aspira a otra sociedad.Sin embargo no debe creerse que la realización de las condiciones delsocialismo en el marco de la sociedad capitalista consiste en ir injertandoestatizaciones. Concibe la realización del socialismo como una larga marcha:la construcción de hegemonía, la cual no se acelera por una estatización más.Por cierto que esto no significa tampoco negarlas por principio, pero su lógicales viene por otro lado; se relaciona con las necesidades del funcionamientoeconómico en un país cuyas dimensiones de mercado y cuya inserción en laeconomía mundial creen un empresariado o una burguesía industrial muydébil.

Todo lo dicho constituye un rápido esbozo. Hemos intentado mostrar algomuy simple, escondido quizás por el lenguaje: superar la situación actualrequiere construir un consenso democrático mucho más que pensar en unjuego de estrategias dentro de las posibilidades planteadas por el régimen.

Pero hacer eso requiere algo mas complicado: repensar nuestra idea de lapolítica, no a partir de un principio exterior a ella, como seria una moralabstracta del buen comportamiento y de las buenas intenciones, sino partiendode la reconsideración de la utopia o de los principios utópicos con que cadauno de nosotros, confiéselo o no, opera para criticar el presente o para pensarel futuro.

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CUESTIONES DE TEORIA POLITICAMARXISTA:

UNA CRÍTICA DE LENIN*

* Este artículo fue publicado como Documento de Trabajo N° 105 de FLACSO en diciembre de1980.

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I. LA CONSTRUCCION DE UN SISTEMA ORTODOXO

Lenin no construyo su propio mito. El termino “leninismo” fue creado comoun epíteto antes de significar dogma. Primera paradoja.

Durante algún tiempo el marxismo predominante miro a Lenin con sospechas.Su concepción de la Revolución en Rusia, que desarrolla de un modo nuevodesde la guerra europea, contradecía el enfoque determinista-economicista dela corriente kautskiana, firmemente asentada en los países con mayordesarrollo de los partidos socialdemócratas. El principal axioma de esacorriente era que el socialismo solo podía plantearse como posibilidadhistórica en los países capitalistas desarrollados. Ya Marx había demostradoque la historia avanzaba al desplegarse la contradicción entre fuerzasproductivas en expansión y relaciones sociales en retardo1. Pero aun antes deesas discrepancias sobre un punto crítico y decisivo. Lenin había sidovapuleado por su teoría centralista y vanguardista del partido. Trotsky yLuxemburgo hablaron de una visión “jacobina”, comparando a Lenin conRobespierre y Sant Just. Trotsky construyo ese símil tomando como baseciertos componentes de la idea “leninista” del partido: centralismo,verticalismo, énfasis en la “pureza” ideologica2.

En suma, al principio el término “leninismo” designaba una heterodoxia, nadamenos que la desviación de la correcta lectura. Estamos frente a la segundaparadoja: ese concepto, luego usado por Lenin a diestra y siniestra, fueintroducido por sus críticos para atacar el “leninismo” como una desviación.

Ortodoxia y desviación

Desviación: aparece un concepto cuya lógica es necesario descifrar. Sin ladefinición de una norma o medida la noción señalada no se puede construir. Eltermino afirma que existen criterios objetivos e internos a la propia teoría quepermiten afirmar una distancia o separación entre ciertas interpretaciones quese autodenominan marxistas y las concepciones de Marx. Pero no solo eso.Cuando Kautsky critica a Lenin como desviad o o como este vapulea susenemigos usando el mismo método, esta en el tapete una ampliación de esesentido convencional.

Dos argumentos se pueden señalar para fundamentar esa tesis. Primero, elconcepto de desviación en el marxismo esta referido al campo de las practicas

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políticas; con el se designa una línea, una estrategia y /o táctica incorrecta que,en general, se supone basada sobre una errónea interpretación de los principiosteóricos generales o en un falso diagnostico. Segundo, se supone que esposible juzgar y calificar en términos de verdad cualquier practica política,construyendo -por lo tanto- respecto a ella un conocimiento absoluto3.

Desviación: concepto clave, cuya integración en el mundo teórico marxista esuna de las bases en la constitución de una dogmática. Elaborado antes deLenin y paradojalmente contra el, tiene en su obra política un rol central. Sinembargo, en vida de Lenin, crítica y desviación convivían como aspectoscontradictorios pero no antagónicos. Las acusacio nes de izquierdismo oreformismo debían probarse, en una lucha abierta, en una libre confrontaciónde opiniones y razonamientos. Puesto que suponía certezas apodícticasrespecto a la práctica política, siempre que se usara “bien” la teoría, lautilización del término revelaba un método. Pero, en todo caso, la intromisióndel concepto no aniquilo la vida teórica del marxismo ni desnaturalizo elsentido crítico de la teoría.

Lo contrario sucede en el periodo staliniano, cuando la imputación de unalínea política desviada estaba asociada a un poder absoluto. En esascondiciones la resultante fue el estancamiento de la teorí a política y larepresión de sus funciones criticas. Desviación se convirtió en sinónimo deuna herejía que el Estado socialista tenia la obligación de combatir. La luchacontra la herejía siempre requiere de una Inquisición, organismo represivo quepersigue como los crímenes supremos el error y también la duda respecto a lasverdades que se creen evidentes.

“Leninismo” y principio de autoridad

Desde la muerte de Lenin sus complejas concepciones s obre la política y larevolución se convirtieron en ese inventario y catalogo de los principios yleyes de la acción política revolucionaria conocido bajo el nombre de“leninismo”. En síntesis, se le define como un corpus ya establecido deconocimiento, cuya infalible interpretación corresponde al partido.“Leninismo”: fuente del saber y depósito de la ciencia política, además cienciapractica sin cuyo conocimiento y aplicación la acción se convierte enineficiente y errática.

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Durante el largo periodo staliniano se produjo la organización de la culturamarxista como un sistema ortodoxo. Desaparecieron las instancias de libreinvestigación y critica, se cerró el espacio donde antaño diferentesinterpretaciones buscaban demostrarse por la vía de la confrontación. Lanoción de desviación adquirió un significado político nuevo. Una determinadainterpretación, legitimada por la referencia a Lenin, es impuesta en un marcoglobal de estatización de la política. Las decisiones respecto a la teoría y alconocimiento político son decisiones del aparato estatal, del cual forma parteel Partido.

La gestión autoritaria de la ciencia marxista es el principal mecanismo de suconstitución en sistema ortodoxo. La entronizac ión de ese tipo deorganización cultural significa que la concepción de la teoría como critica sedesvanece, dando paso a una dogmática. A causa de esta perdida delcomponente racional, la teoría marxista se desarrolla como un conjunto deverdades que ninguna prueba lógica ni confrontación histórica permite negar.El dogma esta muy cerca del mito: bas ta recordar las teorías sobre el derrumbedel capitalismo o aquellas otras que hace tiempo profetizan su próxima crisisfinal4.

Se deben analizar otros dos aspectos que son simultáneamente una resultante yun factor de refuerzo de la dogmatización. Se trata de la endogamia cultural yde la construcción de la teoría a través de un tipo de hermenéutica.

Endogamia cultural

Para caracterizar este rasgo bastaría reflexionar, aunque sea superficialmente,sobre la suerte corrida por el libro de Lukacs “Historia y conciencia de clase”,tan duramente criticado que obligo a su autor a la retractación5. El aparatopartidario lo acuso de voluntarismo e izquierdismo, p ero no era el pecado real.En gran medida las reacciones desencadenadas revelan las sospechasdogmáticas contra un pensamiento contaminado, el cual -según se decía-incorporaba de contrabando al marxismo influencias ajenas. Lukacs habríasido incapaz de despojarse de sus orígenes weberianos, pensamiento que noformaba parte del árbol genealógico aceptado.

El predominio de una norma endogá mica genera formas de pensar cerradassobre si mismas, que solo se alimentan de sus propios frutos, que rechazacomo contaminante el dialogo con el mundo cultural. Lo ajeno se califica

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peyorativamente con el calificativo de “ciencia burguesa”. Se desarrolla unaobsesión por la pureza, de la cual resulta la instalación de un verdadero cercosanitario para garantizar la separación de la ciencia proletaria respecto de lasideologías que en el mundo burgués toman el nombre de ciencias. La purezase consigue por el aislamiento. Ese espíritu se ubica en las antípodas de laactitud intelectual de Marx. Este crea su teoría en un dialogo fecundo con lacultura de su época, la cual toma como punto de partida de un intento desuperación. Su crítica no representa ni rechazo ni neutralización sino unesfuerzo de recreación.

Hay que esperar hasta comienzos de la década de los sesenta para que estasituación comience a cambiar. Uno de los valores de Althusser, yposteriormente de Poulantzas, consiste en que rompen esas conductasendogámicas a través del dialogo intelectual con el estructuralismo, con laepistemología de Bachelard o con los modernos historiadores de las ciencias 6.Antes de ellos Sartre había representado una forma particular de articulaciónentre las corrientes filosóficas derivadas de Husserl y Heidegger y elmarxismo. Por lo mismo su pensamiento era sospechoso, aunque Sartre se“salvo” porque vivía fuera de los partidos, no era vulnerable a la censura y alrechazo porque tenía una posición autónoma dentro del mundo culturalfrancés.

Durante largo tiempo el marxismo se niega a reconocer y recoger los aportesde las ciencias sociales contemporáneas, se encapsula en su propio universocultural. Esta endogamia produce los mismos efectos de empobrecimientogenético que la proscripción de los intercambios sexuales fuera de la tribu. Laresultante es una pronunciada infertilida d teórica.

Dentro de ese panorama Gramsci representa un caso excepcional. Uno de susvalores reside en su “impurezas”. Asimila crítica y creadoramente a Croce,Sorel, De Man, se esfuerza por reflexionar ligado a la historia cultural italiana.Trae aires nuevos al marxismo precisamente porque en sus últimos años estafuera de alcance de la ortodoxia. Las condiciones materiales en que realiza suesfuerzo de reflexión teórica, casi separado del mundo político marxista,constituye el paradojal requisito de su originalidad8.

En America Latina Mariategui representa un caso semejante. En su estanciaeuropea recoge la influencia de Croce, de Gobetti y refuerza su simpatíaintelectual por Sorel; vinculado estrechamente a la cultura peruana, sealimenta de sus raíces y dialoga con los intelectuales de su época. Por lo

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mismo su obra ha sido combatida, entre otros por los p ersoneroslatinoamericanos del Komintern, y acusada de populismo. Algunos que hanintentado “salvarlo”, demostrando su fidelidad teórica al leninismo,empequeñecen su originalidad, puesto que reducen las singularidades ycomplejidades de su pensamiento 9.

Podría continuar a través de muchas páginas con esta enumeración de señalese indicaciones de la endogamia cultural del marxismo, fosilizado por elpredominio staliniano. Agregare un último caso: la polémica suscitada apropósito del artículo de Korsch “Marxismo y filosofía”, publicado en 1923.El interés de la situación es múltiple. Korsch, a diferencia de otros pensadoresmarxistas, fue un rebelde consciente, que se enfrentó luc idamente contra laortodoxia y los dogmas. Al comienzo de su celebre “Anticrítica” escribía:

“... Los representantes oficiales de las dos corrientes principales delactual marxismo oficial, con seguro instinto, reconocier on al punto en eldocumento aparentemente inofensivo (“Marxismo y filosofía”) larebelión herética contra ciertos dogmas que, a pesar de todas lascontradicciones aparentes, son comunes a los dos cultos de la viejaiglesia ortodoxa marxista. En seguida, fr ente al concilio en pleno,censuraron las ideas que proclama el ensayo, tachá ndolas dedesviaciones de la doctrina aceptada”10.

El objetivo explicito de Korsch era enfrentar ese pensamiento rutinizado conlas exigencias de rigor de cualquier reflexión fi losófica. Pensaba que elmarxismo no podía ser una filosofía ingenua, que prescindiera de la historiaintelectual precedente, que no tomara en cuenta las respuestas intentadas enrelación con los principales problemas filosóficos. Cuando Korsch señalabaque el modo consagrado (el de Lenin) de analizar las relaciones entre ser yconciencia era “predialectico e incluso pre-trascendental” esta mostrando losestragos de un pensamiento que gira sobre si mismo y que al cerrarse dentrode sus fronteras se va volviendo primitivo11. En su propio lenguaje Korschdesenmascara las relaciones entre dogmática y endogamia. Denuncia que lafosilización resultante de la imposición de un sistema ortodoxo había creadouna actitud intelectual de paranoias y sospechas frente a la cultura no-marxista. Se debía pensar en el interior del círculo, leer a los iguales, citar alos consagrados. Esta endogamia, es reforzada por el Partido como defensacontra la contaminación de “afuera” y, sobre todo, como resguardo contra larebeldía (potencial o actual) de los disidentes de “dentro”.

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En consecuencia, el único modo de desarrollo teórico es por la vía de un ciertotipo de hermenéutica. Dogmática, endogamia y hermenéutica estánindisolublemente ligadas, son partes interrelacionadas de un todo.

Hermenéutica exegética

En gran medida, la reflexión marxista se convierte en una exegesis, unlaborioso esfuerzo de interpretación de los textos que la tradición culturalpredominante ha consagrado como clásicos (Marx, Engels, Lenin y, hasta elXX Congreso, Stalin). Esa hermenéutica procede así: i) investiga las palabrasde los clásicos con la prolijidad que el escriturista consagra a lo s textossagrados y ii) acude al principio de autoridad para resolver las polémicas ypara justificar una interpretación que es, en general, el fundamento de unalínea política.

Como botones de muestra bastaría recordar algunas polémicas del periodo dela UP o incluso algunas discusiones actuales. La investigación sobre la historiaconcreta y sobre los procesos sociales efectivos fue (y es) reemplazada por laexegesis. El conocimiento de la realidad, el estudio cuidadoso de lasespecificidades de la sociedad chilena se desplaza en beneficio de esahermenéutica exegética. Para ella el conocimiento se encuentra, co mo palabrarevelada en ese deposito de la ciencia que son los libros clásicos. De allí debeextraerse, para ser aplicado, al estudio de las realidades concretas.

Hermenéutica critica

Buena parte de la teoría marxista ha sido (y todavía es) un esfuerzo de lecturao relectura de los textos. Ese ejercicio puede ser directo o inocente, comoaquel que busca desprender directamente de las palabras de Lenin sobre larevolución en Rusia o en Europa lecciones que se ap liquen a la realidadlatinoamericana. Puede ser también un ejercicio sofisticado de lecturasintomática que busca penetrar detrás de las apariencias textuales a evidentes,para reconstruir minuciosamente las estructuras del discurso, ocultas odeformadas por las apariencias.

En verdad, que el marxismo se desarrolle teóricamente por la víahermenéutica no debería extrañar; puesto que toda elaboración científica ofilosófica se inscribe dentro de una historia particular que es la historia del

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conocimiento. Solamente un empirismo demasiado vulgar podría suponer queel intelectual se enfrenta a la realidad como un observador inocente. El únicofundamento posible de esa inocencia seria la perfecta trasparencia de lo real,que es un requisito imposible. Por ello la opacidad evidente de los fenómenostransforma la aparente virtud de la ingenuidad en una trampa. El empirismocondena al observador a la invalidez.

Como el conocimiento siempre se entronca en la historia intelectual,basándose en la acumulación conseguida por una ciencia o una corrientecientífica, debe enfrentarse con esas realidades culturales que constituyen lostextos. Por lo tanto puede afirmarse que el quehacer intelectual implica unahermenéutica que, en el fondo, serta el proceso de articu lación de una obraindividual y actual con las obras producidas o rescatadas por la cultura. Estaafirmación es verdadera siempre que se agregue que la hermenéutica debeestar en las antípodas de la exegesis. La metodología de interpretación que haprimado en el marxismo ha procedido a una sacralización de los textos. Elresultado ha sido el reemplazo de la investigación crítica por la lecturareverente.

Kolakovski señalo las consecuencias globales de esta sacralización de lostextos. La trayectoria que indicaba era dramática: el marxismo había dejado deser una noción dotada de contenido intelectual para convertirse en una nocióncon puros significados institucionales. En “El hombre sin alternativa”, libromelancólico de un marxista que vivió en Polonia hasta 1968, afirmaba:

“... El termino marxismo no pretende significar en modo alguno unadoctrina definida por su contenido, sino una doctrina que vienedeterminada de una manera exclusivam ente formal, a saber: por elcorrespondiente decreto de la “Institución Infalible” 12.

En el partido, la “Institución Infalible”, reside el poder de determinar quepensadores y pensamientos corresponden a la verdad. Ese poder respecto alconocimiento no tiene otro fundamento que el político.

En resumen, en el proceso de constitución del marxismo como sistemaortodoxo se pueden distinguir dos “momentos”, un proceso originante y uncircuito de alimentación. Lo que llamo proceso originante contiene una dobledimensión: i) un pensamiento, cuyo rasgo central era la historicidad, estransformado en una dogmática, un saber cerrado (ya-creado) que incluiríarespuestas para todas las interrogantes de la política revolucionaria o códigos

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con los cuales elaborar esas respuestas para todos los problemas y ii) laexistencia de ciertos aparatos (Estados socialistas, Komintern, par tidoscomunistas) que juegan un papel determinado en la reproducción de esepensamiento dogmatizado. Ese predomi nio de una interpretación delmarxismo sobre las otras no se realiza por la confrontación, la luchaideológica, el debate político-intelectual. Es la resultante de la acción deaparatos que la imponen haciendo uso del poder.

Los otros elementos indicados en el aná lisis (endogamia y exegesis) operancomo circuitos de alimentación. Su papel es reforzar condiciones intelectualesy una forma de organización cultural que facilite la reproducción del dogma.El pensar dogmático se convierte así en un habito que, pasado el tiempo,puede hasta prescindir de una disciplina onerosa.

La renovación del marxismo

Por todo ello la muerte de Stalin y la revelación de sus crímenes en el XXCongreso no produjo una estampida en el campo teórico. El sistema ortodoxohabía genera do sus mecanismos de inercia. Porque inevitablemente requierela renovación de los partidos, la recuperación del pensamiento marxista hasido lenta. Después del reconocimiento público de los errores del stal inismo semultiplican los pensadores marxistas creadores e independientes que sepusieron a la tarea de vivificar un mundo cultu ral fosilizado, del cual se habíanapoderado los pensadores de manual, los Lyssenko o los apologistas del“realismo socialista”. En Francia algunos discípulos de Sartre, vinculados a larevista “Les Temps Modernes”, o los intelectuales agrupados en la revista“L”Homme et la Societe” introdujeron nuevas temáticas y abordaron viejosproblemas con lenguajes y conceptos originales, sin por ello renegar de susperspectivas marxistas. Pero sus búsquedas no pudieron ligarse a la prácticapolítica. En la década del sesenta estaban menos aislados culturalmente que elgrupo que desde 1946 animaba “Socialisme et Barbarie”, pero igual supractica teórica no se fusionaba con la practica política de la clase13. Esta eramovilizada por el Partido Comunista, vi ctima pero también causante de esaausencia de cultura teórica en el movimiento obrero francés que Althusserrecuerda con tristeza en el prologo de “Pour Marx”.

En Italia la enorme renovación teórica del marxismo, alimentada por la obraprecursora de Gramsci, original en el terreno del análisis de la“superestructura”, o por los desarrollos de la corriente delavolpiana,

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despiadada en su crítica de las interpretaciones hegel inizantes, tiene su base“material” y su fundamento político en la renovación del PCI. Sin ella losesfuerzos aislados de algunos intelectuales hubieran carecido de una realsignificación social. La vinculación orgánica entre intelectuales y movimientoobrero explica tanto la vitalidad teórica del marxismo italiano como lavitalidad política del PCI.

Vivimos un momento histórico plagado de enormes desaf íos teóricos paraaquellos que yen en el marxismo el fundamento racional del socialismo. Elsistema ortodoxo se ha ido resquebrajando y hoy dí a se desmorona. No esposible enfrentar con recetas fáciles, que se difunden amparadas en el mito dela cientificidad absoluta, los problemas del socialismo histórico donde laestatización de la política ha aplastado las posibilidades democráticas, ni losproblemas de la construcción del socialismo en las condiciones actuales deldesarrollo capitalista y de la lucha política a nivel internacional.

La superación de los estragos de la ortodoxia no se resolverá mediante lareconstitución del dogma, aunque este tenga ahora contenidos nuevos. Lateoría no debe considerarse como un saber establecido y consagrado sinocomo una critica. Por lo tanto debe desterrarse esa form a sacralizada de lahermenéutica que ha primado en el marxismo como vía de construcciónteórica. Debemos renunciar a la exegesis, tanto a la de Lenin como a la deGramsci. Nuestras lecturas deben ser irreverentes porque no en vano hemosvivido años adorando mitos intelectuales que se desmoronan estrepitosamen tecuando alguna autoridad polí tica decide desmontar las estatuas. Esindispensable ejercer una hermenéutica crítica.

El esquema de análisis

La lectura de Lenin que intentare en las páginas que siguen se orienta, coninevitables imprecisiones o deslices, en la pe rspectiva indicada. Se recorrerá elsiguiente itinerario: primero, se plantea la pregunta sobre el carácter delproyecto intelectual de Lenin; segundo, se indican algunas evolucionescruciales de su pensamiento; tercero, se busca señalar el aporte principal deLenin como analista de la política y cuarto, se reflexiona sobre el proceso de“leninización” del marxismo.

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II. EL PROYECTO INTELECTUAL DE LENIN

El “Leninismo”: historicidad o universalidad

Se sabe que Stalin consagró al “leninismo” como “el marxismo de la épocadel imperialismo y de la revolución proletaria ” o como “la teoría y la practicade la revolución proletaria en general y de la dictadura del proletariado enparticular, 15. Pero entre 1924 y 1926 esas definiciones elaboradas por laautoridad política, todavía eran susceptibles de debate, aunque en un ambientecultural en que la figura intelectual y política de Lenin ya había sidosacralizada.

De hecho Stalin crítico duramente a Zinoviev por pretender restringir el aporteteórico de Lenin, cuya obra habría definido como una teorización sobre lascondiciones excepcionales y particulares de l a situación rusa, con lo que lenegaba el estatuto de universalidad o generalidad 16. En el áspero debatepolítico de la época Stalin pretendía caracterizar a Zinoviev como unsemipopulista, que enfatizaba el componente campesino de la sociedad rusapara condicionar, sobre esas bases teóricas, el desarrollo de la revoluciónsocialista. Interesa indicar que las interpretaciones que Stalin hace de Zinovievson, por lo menos, dudosas. Este razonaba como un ecléctico y no como uninnovador, capaz de enfrentar críticamente las certezas o “verdades”predominantes. Su análisis se equilibra entre el extremo (políticamentecomprometedor) de definir el “leninismo” como una teoría cuyo ámbitorestringido de generalidad eran las sociedades con un cierto tipo de desarrollocapitalista y el extremo (teóricamente aberrante) de afirmar su universalidadcomo teoría de la revolución socialista. Pero Zinoviev no se arriesgaba aafirmar francamente la historicidad del análisis de Lenin y por lo tanto suparticularidad. Su limitada audacia solamente le permite postular, con típicaastucia conciliadora, que el “leninismo” debía ser considerado, en primerlugar, como una “teoría sobre las fuerzas motrices de la revolución rusa” y, ensegundo lugar, como una teoría sobre “las fuerzas matrices de la revoluciónproletaria mundial”17. En realidad, sobre este tema básico del debate marxistano hay discrepancias fundamentales entre Stalin y Zinoviev, porque esteúltimo elude el debate de fondo con una solución ecléctica: el “leninismo” esuna teoría particular y también una teoría general. Esa dialéctica decompromiso, que armonizaba dos posiciones contradictorias, convierte lasdiferencias en un problema de matices y de prioridades.

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En todo caso, Stalin arremetió contra Zinoviev, sin que hubiera entre ambosun quiebre teórico, pero buscando cristalizar la idea de una diferencia radical.Esa actitud es el reflejo de un estilo político-intelectual. El mundo culturalortodoxo se estaba constituyendo aceleradamente ya entre 1924 -1926, al ritmode los procesos de centralización del poder (debilitamiento definitivo de lossoviets) y de personalización del poder (consolidación de la autoridad deStalin). Ese universo tiene, como una de sus características, la partidización dela teoría.

La elaboración teórica se subordina a las necesidades y exigencias de la luchapolítica, cuyo ámbito principal (y casi único, por la reducción del espaciopúblico) es el Partido.

En la disputa por el poder, enfrentada con una concepción absolutista de lapolítica, Stalin necesitaba afirmar sus decisiones respecto al desarrollo de larevolución en la URSS y en el resto del mundo, como únicas opcionesposibles dentro del espíritu y la letra del marxismo. Para Stalin la lucha porimponer su interpretación de Lenin constituye un momento básico de suestrategia de poder.

Busca convertir al “leninismo” en un cuerpo científico general, de modo quesus opciones de política nacional e internacional, pueden ser presentadas comoverdades absolutas. El dogmatismo es un arma política, un recurso que lepermite a Stalin presentar su política como si siempre estuvieraadecuadamente derivada de una ciencia que defin ía las leyes de la políticarevolucionaria 18.

Los grandes temas

Es necesario saber si existe alguna relación entre esta definición del“leninismo”, como saber absolutizado y deshistorizado, y la obra de Lenin.Para responder esa pregunta es indispensable señalar los grandes temas en quetrabaja, aquellos que constituyen los ejes de desarrollo de su pensamiento.Ellos son: el análisis histórico sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia, enespecial en relación con el problema agrario; la profundización de la reflexiónmarxista sobre el Estado y en particular sobre la dictadura del proletar iado; ladefinición de una teoría del imperialismo, como fase superior del capitalismo,por lo mismo como periodo de descomposición; la teorización sobre lapractica política revolucionaria en Rusia y en Europa; el intento de constituir

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una epistemología marxista, primero en “Materialismo histórico yempiriocriticismo” y mas tarde en los “Cuadernos Filosóficos”; por ultimo, elanálisis de la construcción del socialismo en Rusia, que constituye unareflexión sobre la practica revolucionaria realizada desde el Estado. Estos seisejes temáticos permiten clasificar casi la totalidad de la obra. Sin embargo,todos ellos no tienen la misma importancia.

La temática principal de Lenin es el análisis de la práctica política en Rusia yen Europa 19. Ella es principal por varias razones. Primero, porque constituyeel tipo de análisis mas frecuente, sobre todo si incorporamos en esta categoría(como debe hacerse) los textos consagrados a la construcción del socialismo.Además, por otros dos motivos adicionales aun mas importantes que elcuantitativo. Uno: porque la reflexión sobre los otros temas, por ejemplo losanálisis sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia o las elaboracion es sobreel Estado y el imperialismo, incluso su comb ate contra las concepcionesepistemológicas que consideraba no-materialistas, constituían modalidadesespecificas de teorización respecto a las condiciones y posibilidades de unapolítica revolucionaria en Rusia. El enfoque de esos “otros” temas,analíticamente diferentes pero imbricados, no es académico ni especulativosino político. El interés de Lenin fue, a través de todos sus escritos, incidirsobre esa práctica de transformación de las condiciones sociales dadas que esla política. En el caso de los análisis aparentemente más abstractos se buscainfluir en la política a través de la producción de insumos intelectuales para elanálisis político-practico. Dos: porque la teorización sobre las condicionesconcretas de la practica política constituye el elemento principal y masoriginal que Lenin incorpora al desarrollo del marxismo.

Lo político en las obras de Marx y de Lenin

Marx y Engels realizan algunos brillantes análisis de coyunturas políticas, unode cuyos modelos es el “18 de Brumario”. También en el “Manifiesto” y en el“Prólogo de 1859” se desarrollan los principios generales de un a teoría delcambio societal, definiéndose los parámetros de la eficacia histórica de lapolítica. Pero la obra de Marx y de Engels no tiene como centro el análisis dela acción histórica sino la elaboración de una teoría de la sociedad capitalista,principalmente de una ciencia de la estructura de ese modo de producción,operación intelectual que es concebida como requisito de la transformación dela sociedad burguesa.

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Es sabido que Marx tiene una concepción específica de lo teórico. Intenta unasubversión de las categorías y contenidos anteriores del conocimiento, porquelos filósofos se habían limitado a “interpretar de diversos modos el mundo ”cuando de lo que se trataba era de “transformarlo”. Marx partía de la doblepremisa de que hay un condicionamie nto social (de clase) del conocimiento y,además, que las clases subalternas carecían de un conocimiento que lespermitiera superar esa situación. Marx y Engels se ven a si mismos realizandoun acto fundacional, porque el socialismo utópico era una ideología o laexpresión de una voluntad humanizadora pero ineficiente, porque no se basabaen un conocimiento verdaderamente científico de la sociedad burguesa.20 Esteintento de fundar racionalmente un proyecto de emancipación y de fundarlo noen cualquier clase de conocimiento sino en una ciencia, es lo que permiteafirmar que la obra de Marx es política en su intencionalidad. Pero la grandiferencia con Lenin consiste en que no tiene como objeto especifico deconocimiento la acción política, con sus condicionantes concretos; no es unanálisis de coyunturas sobre las cuales se pretende saber en función de decidirsobre opciones y líneas de acción. La obra de los fundadores mas bien teniacomo objeto la política en sus condiciones generales, condiciones que -porejemplo- Gramsci retoma de la “Contribución a la crítica de la economíapolítica” sintetizando las en un doble aforismo: ninguna sociedad se plante atareas cuya solución no existe o esta en vías de aparición y ninguna sociedaddesaparece mientras no se hayan desarrollado todas las formas de vida queestán implícitas en sus relaciones.21 La formulación de Gramsci, siendoescueta, es rigurosa y afortunada, lo cual demuestra el carácter abstracto ygenérico de los principios que para Marx y Engels definían la eficaciahistórica de la política. Pero eso no era todo, al fin y al cabo Marx escribió el“18 de Brumario” y “La guerra civil en Francia”. También se encuentra en laobra de los fundadores el análisis ex-post de ciertas coyunturas, conocimientoútil como experiencia política sistematizada, pero que -por lo mismo- nopretendía incidir en la dinámica de las acciones en curso sino acumularsecomo experiencia.

El interés de conocimiento de Lenin es la acción política misma, a vecestambién como análisis de la práctica pasada, pero sobre todo como intento deselección racional de línea política para una practica en desarrollo. Laimportancia mayor de Lenin no es la de un teórico de la política, en sentidotradicional, sino la de un político practico que pretende un análisis racional delas condiciones y posibilidades de la acción.

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La relación con la política concreta

La originalidad de Lenin no reside solamente en la preocupación obsesiva porinvestigar la política concreta o en su constante pretensión de incidir en elcurso de la acción. Ese interés no era nuevo. En realidad, tras la aparienciaespeculativa de Locke, Hobbes o Burke hay intereses políticos inmediatos ointenciones prácticas. Con razón se ha dicho que el “Tratado sobre el gobiernocivil” constituía una justificación de la “gloriosa revolución” de 1688, análisisdestinado concretamente a otorgar legitimidad de razón al derrocamiento deJacob II22. Las elaboradas construcciones racionales de Locke, con suspreguntas sobre el origen (lógico) del poder y sobre el fundamento de laautoridad, tenían un claro sentido coyuntural, aunque las categorías de análisisfueran absolutamente transhistóricas. Lo mismo sucede con Burke cuyoanálisis, al contrario del de Locke, era marcadamente historicista. El objetivoburkiano fue fundar argumentalmente el rechazo de la Revolución Francesa.Su critica al jusnaturalismo pretendía desacreditar un tipo de pensamiento queconstituía el medio ideológico de justificación de las posturas antiabsolutistas.La negación de la razón y la reivindicación de la tradición buscaban oponerdiques y obstáculos a las doctrinas que cuestionaban los fundamentos de laautoridad. El conjunto de las categorías de análisis, así como el estilo y elmétodo, tenían directa relación con la coyuntura política de la época 23.

He señalado dos casos cuyo interés reside en que son contradictorios entre sidel punto de vista teórico, pero esta lista podría aumentarseconsiderablemente. Intento mostrar, a través de algunos ejemplos, que lanovedad de Lenin no consistía en la relación entre su obra y la políticaconcreta sino en el objeto de conocimiento que se planteaba. Locke, Hobbes,Burke, Paine y otros escribían motivados directa o indirectamente por lacoyuntura, sea por las crisis del pasad o o por las situaciones en desarrollo.Ellos también pretendían incidir en la política. Aunque usaran, como Locke yHobbes, el lenguaje abstracto que caracterizaba la teoría política de su época,aunque se remontaran al derecho natural o a las pasiones humanas esenciales,su interés de conocimiento estaba definido por las situaciones políticas encurso. Pero esos escritos eran políticos de una manera diferente a la que Leninpropone, no por mayor o menor distancia de los acontecimientos, sino por ladiversidad del objeto de estudio.

El análisis accional de la política

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Lenin realiza un tipo de enfoque cuyo predecesor más cercano fueMaquiavelo, autor que produjo una ruptura de la tradición de la cienciapolítica. Traslado la mirada del campo de la fundamentación racional de laautoridad y del Estado al campo de la acción política misma, acción que esmirada como proceso de producción-reproducción del poder. Maquiaveloredefinió el papel de la teoría política, preocupada hasta entonces de losproblemas de la legitimidad de las diferentes formas de gobierno o del análisisde las instituciones políticas. Su intento fue realizar un análisis accional cuyaunidad era el estudio de los actos políticos, en especial de las estrategias quese desarrollan para obtener-conservar el poder o de las “combinaciones” quelo producen, algunos de cuyos elementos. -como la fortuna- son calculables24.

En Lenin esa concepción accional se enriquece. Ella se desarrolla comoanálisis de coyunturas. Ese concepto apunta hacia tres s entidos diferentes:totalidad, historicidad, diacronía.

La concepción accional de Maquiavelo era todavía primitiva, puesto que suunidad analítica fueron los sujetos políticos, casi siempre tomados comoindividuos, Cesar Borgia como el caso más relevante. Sus acciones las analizacomo combinación de tres recursos de poder: fuerza, astucia, fortuna. Encambio para Lenin la unidad analí tica es un todo complejo cuyos componentes(solamente distinguibles conceptualmente) son diferentes actoresinterrelacionados, insertos en una situación histórica determinada, que acota yredefine dinámicamente sus posibilidad es. Cada acto individual esta influidopor las relaciones de un sujeto con los otros sujetos políticos (por los actos deestos), por los espacios abiertos o cerrados por esas interacciones, o sea por eljuego de fuerzas. Esta estructuración hace que los recursos, posibilidades yopciones de cada actor estén defin idas en gran parte por la presencia fáctica delímites. Esos limites no son solamente normativos, también son producidospor el despliegue activo de actores competidores o adversarios. En resumen,ese todo complejo se puede representar como un campo de fuerzas.

La idea de historicidad es inherente a esta visión. Analizar una coyunturaimplica discernir el peso concreto de determinaciones y condicionesespecíficas e irrepetibles. Conocer una coyuntura para actuar sobre ellarequiere de un análisis histórico que abarque los factores de larga duración y la“histoire evenementielle”, lo particular y lo diverso, lo irrepetible, nuevo yoriginal. Por supuesto que un protocolo de los análisis de coyunturaproducidos por Lenin permite construir un paradigma en que se detectananalíticamente elementos invariables.

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Pero lo mas interesante es ver como Lenin usa ese paradigma, nuncatotalmente sistematizado, para un análisis concreto de la situación, destinado aencontrar lo que en ella es singular, respecto a otras en desarrollo y tambiénrespecto al pasado, a los momentos anteriores.

Así historicidad implica diacronía. El esfuerzo desplegado por Lenin seorienta a determinar las variaciones de la situación, los cambios (a vecesmoleculares) que no pueden ser captados sin método y cuyo descubrimiento esbásico para determinar la línea política. Es un analista de lo actual, en sentidofuerte, y por ello también de la historia en movimiento, sobre la cual se vuelcapara interpretar su sentido y con ello transformar sus condiciones .

Teoría-ciencia

Analista de las luchas que se despliegan en un campo estructu rado. Pero, enverdad, Lenin intenta otra cosa que un escrutinio ingenioso (peroimponderable) de batallas o guerras. Piensa que el conocimiento que requierela acción política debe sobrepasar el estadio primario del cálculo que lospropios actores hacen empíricamente y donde el análisis no esta regido por unmétodo, de modo que los resultados cambian según el analista. Lenin afirma:una práctica revolucionaria requiere de una teoría revolucionaria o, como dicea menudo, debe hacerse un análisis científico de la política. Pero tambiénrecuerda que la política es “historia”, en el simple sentido que cada coyunturaes nueva e irrepetible. El conocimiento político tiene la difícil función deintentar atrapar esos movimientos turbulentos.

En todo caso constituye una decisión cargada de consecuencias el aceptar laposibilidad de una ciencia de la acción política. Eso porque el termino estacargado del sentido dogmático que ha tenido en la tradición marxistapredominante. Por ello la tentativa de cientificidad de la política planteanumerosas dudas. Implica suponer que se pueden construir generalizacionesrespecto a situaciones plenas de densidad histórica o donde interfiere laaleatoriedad o la fortuna que mencionaba Maquiavelo. Dicho de otro modo,implica que se puede construir una ciencia empírica en el terreno resbaladizode lo irrepetible.

Stalin represento una de las respuestas posibles a esta problemática. Definió el“leninismo” como ciencia general, en el sentido dogmático de la definición deleyes de la revolución socialista para la etapa imperialista, es decir para el

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periodo terminal (en realidad interminable) del capitalismo maduro y“agonizante”. Se trataba, para Stalin, de una ciencia por los “dos lados”, por ellado del método y también de la teoría, entendida como el conjunto deproposiciones sistemáticas que establecen regularidades, donde lo azaroso secristaliza en “leyes”, con lo cual tienden a diluirse los principios dehistoricidad de la política.

Una hipótesis de lectura

Es necesario proponer otra definición del conocimiento político elaborado porLenin. Hay en su obra dos elementos principales: i) un método operacional deanálisis de las coyunturas políticas y ii) una “concepción” de la política. Parafines clasificatorios diré que esta ultima corresponde a la esfera de la teoría,pero, entendida en el sentido abstracto -especulativo y no en el sentidopositivista que le asigna Stalin. No hay que buscar en Lenin “leyes” de lapráctica revolucionaria, sino una manera de abordar el análisis de la acción.

En este trabajo no analizare el problema del método operacional de análisis delas coyunturas. Solamente diré i) que suponer su existencia significa postularque los variados análisis de las situaciones políticas que hay en la obra deLenin contienen elementos conceptuales invariantes, cuya sistematizaciónpodría asegurar la “repetición” en situaciones históricas diferentes y ii) que elconcepto nuclear de su paradigma es la noción de correlación de fuerzas,indicador principal del análisis de coyuntura. Para construir ese indicadorLenin mira las relaciones de competencia-conflicto-articulación comoestructuradas en un campo de fuerzas. Esto último significa: i) describir yanalizar el conjunto de actores, sus formas de acción, orientaciones, recursos,alianzas y distancias; ii) estudiar los factores de cambio que están operando enla situación, considerándolos desde el punto de vista de su manipulación parala redefinición de las condiciones dadas. Lenin aborda la correlación defuerzas como una resultante de la acción social y no como el resultado deprocesos naturales.

Esto significa que su método operacional de análisis de las situacionespolíticas esta en estrecha relación con el tópico que estudiare en este articulo,la “concepción” de la política.

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III. LA “CONCEPCION” DE LA POLITICA

Intentare mostrar el desarrollo y constitución de la perspectiva con que Leninanaliza la política: el anti-economicismo. Esa concepción no es originaria, másbien representa el momento terminal de la obra aquel que mejor expresa suprogresiva ruptura con el marxismo .economicista -evolucionista.

En síntesis, el economicismo constituye una interpretación de la obra de Marxque deduce el principio de determinación de la superestructura por laestructura una regia de subordinación de la política como practica a laeconomía. En el terreno de la estrategia revolucionaria esa concepción seexpresa en la tesis de que a cada estadio del desarrollo económicocorresponde, como necesidad histórica, un tipo particular de revolución. Elprincipio que se afirma es que mientras el capitalismo no se halla establecidoy desarrollado todas sus posibilidades, la revolución solamente podrá asumirun carácter democrático-burgués, aun cuando se realice bajo la direcciónobrero-campesina.

Hasta su ruptura política con Kautsky, Lenin había vivido inmerso dentro deese universo cultural. Tratare de mostrar esta pertenencia a través del análisisde dos textos. Entre ambos hay una evolución y un salto critico que revelacomo se fue formando sinuosa y progresivamente la concepción leninista de lapolítica. Las obras en cuestión son “Quienes son los amigos del pueblo”,publicado en 1894, y “Que hacer”, editado en 1902. El primero se ubicaplenamente en la perspectiva determinista propia del economicismo másradical, el segundo ya inicia una paulatina “politización” de la perspectiva. Sinembargo, entre uno y otro libro la trayectoria permanece incompleta. De hecholos residuos deterministas no desaparecen nunca totalmente, aun en los textosescritos después de la toma del poder.

1. El momento determinista:el primado de la necesidad historica 25

En “Quienes son los amigos del pueblo” Lenin” dirige sus dardos polémicoscontra el empeño de los populistas rusos por demostrar la or iginalidad deldesarrollo económico de su país, lo que le permitiría ahorrarse los dolores delcapitalismo para pasar directamente, a formas superiores de organizaciónsocial. El autor, al contrario, argumentaba i) que el desarrollo económico rusoseguiría un modelo clásico; ii) que esa etapa, afirmada como necesaria, tenía

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un carácter progresista en comparación con una economía de pequeñosproductores de mercancías; y iii) que ese desarrollo ya estaba en curso, lasociedad rusa estaba en camino de ser una sociedad burguesa.

Para los objetivos de este artículo lo más importante es relevar lasafirmaciones metodológicas sobre las cuales Lenin basaba su teoría sobre eldesarrollo económico-social ruso.

La definición de la ciencia marxista

Lenin parte en “Quienes son los amigos del pueblo” de una premisa, la tesissobre la originalidad radical del marxismo como teoría de la sociedad. Marx yEngels habrían realizado un giro copernicano, su ruptura teórica con la cienciasocial precedente. A través de ese quiebre Marx y Engels construyen una“sociología objetiva”, por oposición a la vieja e insuficiente “sociologíasubjetiva”. Lenin razonaba de este modo las diferencias del marxismo con lasteorías socialistas anteriores:

“Los marxistas comenzaron precisamente por la critica de los métodossubjetivos de los socialistas anteriores: no conformándose con hacerconstar la explotación y condenarla, quisieron demostrarla”26.

Según pensaba, las teorías socialistas anteriores a Marx describen, acumulaninformación y materia prima. Pero esos esfuerzos serian insuficientes por noser capaces de mostrar la dinámica social efectiva. Por ello esas tentativas bienintencionadas y laboriosas saltaron hechas trizas al divulgarse losdescubrimientos que el marxismo había introducido, al fundar lo que Leninllamaba una “verdadera ciencia de la sociedad”, sobre los escombros de lasociología subjetiva:

“La novedad consiste en que los socialismos anteriore s, parafundamentar sus concepciones, consideraban suficiente demostra rlaopresión de las masas en el régimen contemporáneo, la superioridad deun régimen en que cada uno recibe lo que haya elaborado, demostrar quetal régimen ideal corresponde a la naturaleza humana, al concepto de unavida racional y moral, etc. Marx entendió que era imposible conformarsecon semejante socialismo. No limitándose a caracterizar el régimencontemporáneo... Marx le ha dado una explicación científica, reduciendoeste régimen contemporáneo... a una base común: a la formación social

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capitalista, cuyas leyes de funcionamiento analiza objetivamente(demostró la necesidad de la explotación en semejante régimen)... Con elmismo análisis objetivo del régimen capitalista demostró la necesidad desu transformación en régimen socialista27.

En este largo párrafo sobresalen estas cuatro afirmaciones centrales: i) no essuficiente describir el régimen capitalista, aunque hacerlo sirva para demostrarlas injusticias y la explotación concreta; es necesario explicarlo, lo que implicadescubrir las leyes de su funcionamiento y desarrollo; ii) Marx consigue ha ceresto respecto al capitalismo, explicando lo que los economicistas ehistoriadores burgueses no habían logrado; iii) al hacerlo demostró lanecesidad del socialismo como producto interno del propio capita lismo, de sudesarrollo dialéctico; y iv) con esto superó las concepciones “subjetivistas”que afirmaban el socialismo desde perspectivas humanistas (realización denecesidades humanas genéricas o universales) o desde perspectivas moralistas(condenación de injusticias).

Lo más importante es el tipo de relación que Lenin establece con la cienciamarxista pre-existente, a la cual le confiere la jerarquí a de un saber absoluto.Por lo mismo la constitución de esa ciencia aparece como la obra de un genio,en cuya teoría esta el principio constitu tivo de todas las respuestas. Algunossignos de esta devoción:

“Ahora, desde que apareció El Capital, la concepción materialista de lahistoria no es ya una hipótesis sino una tesis científicamentecomprobada”.

Mas adelante, en inimitable tono polémico:

“El materialismo no es ya una concepción preferentemente científica dela historia, como lo cree el señor Mijailovski, sino la única concepcióncientífica de la historia”28.

No por azar nos sentimos al leer este libro en plena idolatría de la ciencia y enel mito iluminista del intelectual, amparados y sostenidos por la virtud mágicadel saber. La ciencia es casi la partera de la realid ad, develada por ella y -porlo tanto- disponible para el político revolucionario. La razón dialéctica lepermite al intelectual-genio superar los límites del tiempo y proyectarse haciaadelante como aquel que lee de antemano los desarrollos futuros. Marxaparece a los ojos del Lenin de “Quienes son los amigos del pueblo” no como

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aquel que funda una ciencia y, par ello, explora territorios incógnitos, pero sinpoder dar cuenta de todos sus descubrimientos. Más bien lo ve como elcreador de un saber total y absoluto, ya constituido y solidamente establecidoen sus principios y certezas fundamentales.

Para Lenin, en el libro comentado, los conceptos constelares son tres:formación social, proceso histórico-natural y necesidad histórica.

El concepto de formación social

Así formula el primero de los conceptos:

“... Marx ha puesto fin al modo de concebir la sociedad como unmecanismo de individuos sujetos a toda clase de cambios por voluntadde las autoridades... que surge y cambia casualmente, y ha colocado porprimera vez a la sociología sobre una base científica, al formular elconcepto de formación social, como conjunto de determinadas relacionesde producción, al establecer que el desarrollo de esas formacionesconstituye un proceso histórico-natural”29.

El texto citado contiene tres elementos principales: i) la definición de lanoción de formación social, ii) en relación con ella, la aparición del conceptode proceso histórico-natural, y iii) la crítica de la teoría “voluntarista”.

Lenin, siguiendo la crítica que Engels hace de Duhring, rechaza que sea “lavoluntad de las autoridades o de los gobiernos” la que determine los procesossociales30, pero simultáneamente rechaza que esos procesos seanindeterminados. Al cuestionar lo que Engels califica como la teoría de laviolencia, aquella que postulaba que “todos los fenómenos económicos seexplicaban por causas políticas, a saber por la violencia, 31: Lenin profundizasu critica de las concepciones subjetivistas. Ver en la violencia el principio dedeterminación de los cambios sociales significaría, en el fondo, concebirloscomo objetivaciones de la conciencia, puesto que la violencia es siempre unacto, cualesquiera que sean las mediaciones que se establecen para que ellaopere. Lenin busca esquivar la determinación por la voluntad, aceptarlaimplica rendirse ante la indeterminación para el conocimiento, porque esimposible o, por lo menos, difícil descubrir el orden y regularidad de unamultiplicidad de conciencias.

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El otro razonamiento simultáneo es tan importante como e sta negación de laviolencia y, a través de ella, de la voluntad “libre” de los sujetos. Lenin afirmala cognoscibilidad de los procesos sociales. Veremos como este tópico esrazonado:

“... solo reduciendo las relaciones sociales a las de producción y estasultimas al nivel de las fuerzas productivas, se ha obtenido una base firmepara representarse el desarrollo de las formaciones sociales como unproceso histórico-natural”32.

Importa reflexionar sobre el significado del término “reducción” que Leninutiliza en el texto. Este termino esta presente, cumplie ndo las mismasfunciones, en varios momentos, por lo cual es legitimo pensar que constituyeun concepto orgánico. La presencia de esa noción revela lo siguiente: i) ladiferencia entre sociedad (histórico concreta) y formación social, la cual seexpresa en la afirmación que las relaciones de producción no son las únicasrelaciones sociales o los únicos componentes de una sociedad; ii) la idea deque “para que exista ciencia” la totalidad social concreta debe ser analizada enfunción de las relaciones de producción y iii) la afirmación concomitante deque toda explicación cientí fica debe entenderse como una simplificación,reducción de la variedad de las relaciones sociales al patrón explicatorioproporcionado por el conocimiento de las relaciones de producción.

Cassirer indicaba que esta definición del conocimiento como reducción esclásica. Lo que hacen los filósofos de la Ilustración es retomarla y extender ala totalidad del conocimiento los principios del cálculo matemático. En esemodelo “la forma discursiva del conocimiento lleva siempre consigo elcarácter de reducción: va de lo complejo a lo simple, de la aparente divers idada la identidad que se halla en la base”33.

Pero me parece que el uso que hace Lenin de la reducción en “Quienes son losamigos del pueblo” es más radical: tiene la tendencia a confundir el orden dela realidad con el orden del concepto 34. A través de la identificación de dosordenes diferentes, el principio de la reducción se cambia en reduccionismo.Usando esa noción “extrema” de reducción se somete a un único principio lariqueza y variedad del mundo ideológico, cultural y político. El reduccionismoproduce falsas totalizaciones, donde la superestructura es un momento oexpresión de la estructura. Como basta con decir que las ideas dominantes “noson otra cosa que la expresión ideal de las relaciones dominantes, las mismasrelaciones dominantes concebidas como ideas ”35, parece innecesario

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preguntarse porque algunos mitos se convierten en ideas generalizadas o ensentido común. Bastaría reducir el mito a su base material, de intereses. Pero,en verdad, es insuficiente descubrir el principio de inteligibilidad ultimocuando se abordan tare as políticas. En el momento de la práctica emergenvengativamente la multiplicidad de dimensi ones que parece posible pasar poralto en el momento del conocimiento “científico”. Lo que ocurre es que comoprincipio operativo no basta indicar la primacía de lo material, porque -deexistir- corresponde al orden cognitivo y a la necesidad que hay en es a esferade reducir la variedad múltiple de determinaciones. Justamente porque pareceinnecesaria la explicación “autónoma”, fuera del campo de lo material, de losfenómenos no materiales, esa idea de reducción es simplista más quesimplificadora.

Al reflexionar sobre el significado de El Capital Lenin se explaya sobre elfundamento de la idea reduccionista de la reducción. Dice:

“... este análisis (el de Marx en El Capital) no se sale de las relaciones deproducción existentes entre los miembros de la sociedad; sin recurrir niuna sola vez para explicar las cosas a los facto res que se hallan fuera deestas relaciones de producción... Tal es el esqueleto de El Capital. Pero lacuestión estriba en que Marx al explicar la estructura y el desarrollo deuna formación social determinada exclusivamente por las relaciones deproducción, Marx, no obstante, siempre y en todas partes, estudiaba lasuperestructura correspondiente a estas relaciones de producción”36.

Para Lenin, lector de Marx, un análisis científico de las formaciones socialesno necesita “salirse de las relaciones de producción”. Si lo hace no es parabuscar explicaciones más exactas o verdaderas. El interés que Lenin leatribuye a Marx por entender su mirada hacia los fenómenos de lasuperestructura constituye un gesto estético. El autor, además del trabajopropiamente científico, busca entregarle al lector la satisfacción de un cuadrovivo:

“… ha puesto ante los ojos del lector toda la formación social capitalista,como organismo vivo, con los diversos aspectos de la vida cotidiana, conlas manifestaciones sociales efectivas del antagonismo de clase propio delas relaciones de producción”37.

Para Lenin en “Quienes son los amigos del pueblo ” hacer ciencia es siempreestudiar las relaciones de producción existentes. Pero el examen de Marx

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proporciona motivos accesorios de admiración. Este tiene la austeridad delcientífico que renuncia a lo accesorio para atenerse a lo principal, pero ademástiene el talento de un escritor de genio cuya obra sob re la sociedad burguesano solamente presenta el esqueleto desnudo, también lo cubre de carne. Leninpiensa que no en vano Marx amaba a Balzac.

A partir de la concepción de la ciencia que se expone en este texto, no puedeextrañarnos que no exista en Lenin una teoría de la cultura. Para unmaterialismo con tintes -a veces estridentes- de reduccionismo ese ámbito nosignifica un espacio relevante para la constitución de un corpus teórico propio,y lo mismo vale en general para los fenómenos de la superestructura.

El concepto de proceso histórico-natural

Al plantear el concepto de formación social, Lenin elabora el de procesohistórico-natural, a través del cual profundiza su concepción deterministica.Veamos como aborda el problema:

“Marx considera el movimiento social como un proceso histórico-natural, sujeto a leyes que no dependen de la voluntad, de la conciencia yde los propósitos de los hombres, sino que, por el contrario, son los quedeterminan su voluntad, su conciencia y sus propósitos: (tomen notaseñores subjetivistas, que separan la evolución social de la evoluciónhistórico-natural, precisamente porque el hombre se fija objetivosconscientes y se guía por ideales determinados)”38.

Se observa que retorna una vez mas el tema obsesivo del libro, la critica de lavoluntad y de la conciencia como factores determinantes del desarrollo social.Arrastrado por el énfasis de su polémica política, Lenin produce una ambiguasemejanza entre sociedad y naturaleza. Parte estableciendo una diferencia: laconciencia seria un fenómeno exterior respecto a la naturaleza, mientras queen relación a la sociedad seria constitutivo, “precisamente” porque el hombrese fija “objetivos conscientes”. Pero estos propósitos no son efectivos paracambiar las leyes objetivas que rigen la evolución social; estas no dependen dela voluntad, de la conciencia. Por ende, la explicación de lo social requieredescubrir esas leyes mecánicas y automáticas, cuya efectividad no requiere elconcurso de las voluntades. La sociedad es pensada como naturaleza. No debeextrañar esa perspectiva, por cuanto los fenómenos de la conciencia,incluyendo allí los propósitos, motivaciones y fines que los hombres imputan

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a su acción, son considerados como velos que ocultan la realidad. Explicarsignifica anular esa conciencia engañada, puesto que considerarla no permiteentender los procesos sociales efectivos sino solamente sus representaciones.

Por ello el concepto de proceso histórico-natural, al enfatizar el carácter nointencional de las leyes que rigen la evolución social, tiende a diluir los límitesentre sociedad y naturaleza, por lo menos en el nivel cognitivo. En realidad ladiferencia de la que se parte (limitada al hecho que lo social esta “interferido”porque los hombres definen propósitos de su acción), esta más adelantenegada, por cuanto esas intenciones o propósitos son irrelevantes, no formanparte constitutiva del sistema de acción.

El concepto de necesidad histórica

A partir de esos dos conceptos cl aves, anteriormente reseñados, Lenin derivael de necesidad histórica. Las nociones de formación social y de procesohistórico-natural tienen una significación precisa dentro del discurso: indicarque existe un nivel determinante, l as relaciones de producción. Sin embargo,esos dos conceptos no dicen nada directamente respec to a la dirección delmovimiento. Esa es la función teórica precisa de la noción necesidad histórica:

“Marx muestra históricamente... que exactamente lo mismo que lapequeña producción con su propio desarrollo engendró las condicionesde su desaparición, ahora la producción capitalista ha engendradoigualmente ella misma las condiciones materiales que la llevaran alhundimiento...La concentración de los medios de producción y la socialización deltrabajo llegan a tal punto que se hacen incompatibles con la envolturacapitalista. Esta se rompe. La hora de la propiedad capitalista hasonado”39.

En esta cita se insiste en la idea, central dentro del universo conceptual, que elfuturo de la sociedad aparece inscr ito en el propio presente de ella, comoresultado de las contradicciones que se plantean entre fuerzas productivas yrelaciones de producción. Pero Lenin agrega un cierto énfasis en relación a lasposiciones clásicas de Marx, que se expresa perfectamente a través deltermino “ineluctabilidad”. Esa palabra define el desarrollo social comoinevitable, como un proceso contra el cual ninguna asociación de fuerzashumanas puede luchar; pero además indica que llegara a su debido tiempo y

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que su despliegue esta determinado por una maduración de condiciones queno dependen de la voluntad, porque se trata de movimientos de la estructura.

La presencia del termino indica do hay que inscribirla dentro de la tendenciageneral que se manifiesta en el libro, el cual en su totalidad plantea elproblema de la acción histórica y sus condiciones. Esta obra es expresiva deun momento particular del pensamiento de Lenin, en el cual la idea de praxisjuega un rol subordinado dentro de su concepción del mundo.

En este libro la praxis juega un rol instrumental, es determinada y nodeterminante en algún nivel. El momento de la praxis no es visto como unacto creador sino como la ejecución de un libreto, donde la acción humanasolo realiza lo que la estructura produce como posibilidad y donde la voluntadde los sujetos es eficiente nada más que en cuanto es un reflejo de esaestructura.

Por ello no es extraño que todavía no aparezca en este libro la idea de partido,la cual solo tiene sentido cuando la acción histórica se concibesimultáneamente como determinante/determinada. La praxis no puede afectar“libremente”, digamos a su gusto, una base material que tiene sus leyespropias de desarrollo, pero ella tiene campos de acción autónomos, porejemplo la misma conciencia de los homb res que no se constituye comoreflejo automático y mecánico de las condiciones materiales.

Progresivamente la acción histórica dejara de ser, para Lenin, no-autónoma. Elprimer salto se produce al elaborar su teoría del partido. Para hacerlo tiene queconstituir como objeto de investigación un nuevo ámbito: el análisis de laconciencia obrera. No le puede bastar con aplicar el principio abstracto de laconciencia determinada por el ser, debe intentar un estudio concreto de lacultura obrera.

2. Un momento de politización:la dialéctica conciencia prisionera/conciencia lu cida

“Que hacer”, escrito entre 1901 y 1902, tiene por objeto definir los contornosy limites exactos de lo que Lenin entiende por línea revolucionaria, entoncesen contraposición contra ciertas tendencias obreristas surgidas dentro delmovimiento obrero ruso. Según el análisis de Lenin, esas concepciones

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pretendían limitar la acción del movimiento obrero a la sola lucha económica,que seria el campo donde actuaba en su ámbito propio. Para criticar esasposiciones Lenin analiza en este libro dos temas: el problema de la concienciaprisionera y el problema de la importación de la conciencia lucida.

La alienación de la conciencia obrera

La temática de la “conciencia prisionera” introduce un cambio de perspectivarespecto a “Quienes son los amigos del pueblo”. El último libro reivindicacontra el idealismo la tesis materialista de la conciencia. En el contextodeterminista en que esta escrita aquella obra se desliza con cierta facilida d latesis de que la explotación desnuda, propia del capitalismo, permitiríaexperimentar lúcidamente las contradicciones de la sociedad. Sin embargo, en“Que hacer” aparece la temática opuesta:

“Con frecuencia se oye decir: la clase obrera tiende espontáneamentehacia el socialismo. Esto es completamente justo en el sentido que lateoría socialista determina, más profundamente y con más precisión queninguna otra, las causas de las calamidades que sufre la clase obrera... Laclase obrera va de un modo espontáneo hacia el socialismo, pero laideología burguesa, la mas difundida (y constantemente resucitada en lasformas mas diversas) se impone, no obstante, espontáneamente al obreromas que a nadie”40.

El análisis de la cultura obrera le permite a Lenin captar que la situaciónmaterial de clase no determina directamente la conciencia: lo hace a través dela mediación de la superestructura. Es la ideología burguesa la que conformala conciencia obrera. Se desvanece el isomorfismo del ser y de la conciencia :esta última es prisionera.

La respuesta que da Lenin a la pregunta porque la ideología burguesasubordina la conciencia obrera es reveladora del cambio de perspectivaoperado entre un libro y otro. Dice en “Que hacer”:

“Por la sencilla razón que esta (la cultura burguesa) es mucho masantigua por su origen que la ideología socialista, porque su elaboraciónes mas completa, porque posee medios de difusión incomparablementemas poderosos”41.

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No Se muestra esta capacidad como resultado de la dominación económica.Las razones que indica se refieren a la organización de la cultura burguesa, elcarácter más perfeccionado de la concepción del mundo y de los aparatosideológicos.

La otra pregunta clave que Lenin se plantea es hacia dónde va la ideologíaobrera espontáneamente, esto es influida por la dominación burguesa. Larespuesta que se proporciona es tajante: se orienta hacia “una concepcióntradeunionista de la política,42. Es interesante analizar esta respuesta, porqueredefine (como ya insinuamos) la relación ser (material)/conciencia.

Se afirma en esa frase que la influencia de la ideología burguesa no conduce auna conciencia “invertida”, la cual definiría las relaciones de produccióncapitalistas como “ideales”, construyendo así un mito total que seria lanegación por la conciencia del ser (l a alabanza de la explotación comotendencia espontánea del obrero). Más bien la influencia burguesa conduciríahacia un ocultamiento parcial de la explotación soportada por el trabajadorasalariado. Este cuestiona la situación “en un momento dado” de la claseobrera, hace un juicio de las formas de distribución, de los resultados, peroacepta como un hecho o dato (lo existente) el sistema de relaciones deproducción.

Para Lenin esta definición sindicalista de la política, que la reduciría a unasimple lucha por la repartición dentro del marco capitalista, significa elfortalecimiento de la influencia ideológica burguesa. Ella no necesariamente laproduce pero si la reproduce. Se invoca la razón que esa concepcióneconomicista impediría la elaboración de una ideología de clase,independiente, en ruptura con el marco cultural burgués. En esas condicionesla clase obrera no puede perfeccionar su propia concepción del mundo,haciéndola cada vez más compleja y coherente; asimismo no puede difundirlaporque no posee aparatos ideológicos independientes. Enmarcada dentro deese contexto cultural la praxis obrera aparece subordinada. Su acción esreactiva, responde a las fluctuaciones del mercado de trabajo, sin irprogresivamente autonomizadose de los límites que le imponen las relacionesde producción.

Para Lenin la única posibilidad de romper esta “conciencia prisionera” esintroduciendo en ella elementos conscientes, en vez de dejar librada a suespontaneidad la conciencia obrera. Esa espontaneidad, ese desarrollofalsamente “natural” de la conciencia lleva al empiricismo y a la facticidad: a

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priori acepta someterse a los parámetros estructurales. En cuanto existentes losconsidera buenos o adecuados. Se inclina an te la potencia de lo “real”, no lovalora pero lo acepta. Por ello mismo no se siente capaz de negarlo. Dado queesta allí lo toma como el campo fatal e inevitable de la acción obrera, como elresultado insoslayable de la gran industria y de la tecnificaci ón del mundo.

Sin embargo, esa conciencia espontánea descrita por Lenin no esconservadora, no se somete en general a las condiciones dadas. Lucha pormejorarlas pero sin negarlas, por ello sin pretender superarlas. Esto implicaque esa conciencia espontánea ya contiene un elemento consciente, perosolamente “en la forma embrionaria de lo consciente ”. Sin embargo, esa formaembrionaria que se manifiesta en la política economicista, no es siquiera laforma más débil del elemento consciente, pese a que repr esenta un germenrespecto a las formas desarrolladas. El economic ismo es el resultado de lasuperación de un tipo de conciencia donde lo racional -consciente es aun masembrionario:

“...los motines primitivos reflejaban ya un cierto despertar de loconsciente: los obreros perdían la fe tradicional en la inamovilidad de unorden de cosas que los oprimían... Pero esto, sin embargo, más quelucha, era una expresión de la desesperación y de ven ganza... Si losmotines eran simplemente levantamientos de gente oprimida, las huelgassistemáticas representaban embriones de la lucha de clases, pe ro nadamás que embriones. En sí esas huelgas eran de lucha trade -unionista,pero no eran aun lucha social-demócrata”43.

La conciencia lúcida

La superación que implicaba el transito de los motines a las huelgasrepresentaba solamente una expansión de lo embrionario. La superación realde ese estado, y no solo la extensión cuantitativa de esas formas insuficientesde la conciencia debía realizarse mediante el paso de la co nciencia económicaa la conciencia política. A través de ese último tipo de praxis los obrerospodrían ir elaborando su ideología, superando el corporativismo quecaracteriza la conciencia prisionera. Para Lenin la praxis espontánea mantienea los obreros encerrados dentro del campo de la relación fáctica capitalistaconcreto/trabajador concreto, enclaustrados en el campo de la luchaeconomica44. Para vencer ese aislamiento, cuyo resultado en la esfera de laconciencia es que perciben microscópicamente la sociedad, deberían ubicarse

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en otro terreno, el “único terreno” donde la sociedad es percibida comototalidad porque se presenta o se expresa como tal. Así dice Lenin:

“El único terreno donde se pueden extraer esos conocimientos es el delas relaciones de todas las clases y capas con el Estado y el Gobierno, laesfera de las relaciones de todas las clases entre sí”45.

Basta recordar “Quienes son los amigos del pueblo ”, con sus sobreénfasis enla reducción, para aquilatar la magnitud del cambio, que es producto de undesplazamiento del objeto cognitivo: ahora Lenin s e ubica en el terreno de lapraxis, antes en el terreno de la estructura.

Sin embargo, falta desarrollar un elemento importante para la comprensión deesta obra. El salto de la lucha económica a la lucha política implica el cambiode los hábitos y tradiciones del pensar. Requiere el cuestionamiento de lapropia historia anterior, porque en ella el momento cultural autónomo estaenajenado, contaminado por vestiduras y principios “burgueses”. Esa rupturacon lo precedente requiere la crítica de la experiencia y también la critica de loque Lenin llamaba el “movimiento obrero puro”46, refugio ideológicocorporativo. A través de este rechazo del “purismo” Lenin critica el mitorobinsoniano del movimiento obrero centrado en sus propias tradicionesseparado de la cultura científica, viviendo su historia pero sin trascenderla.Muestra que ese aislamiento cultural, donde parecería preservarseincontaminada la pureza de lo propio, de lo obrero, favorece el asentamientode la conciencia prisionera. Para Lenin el “obrerismo” es lo contrario de unaconciencia obrera. A través del artificio del aislamiento purificador seconsolida la incapacidad de superar la esfera corporativa y de mirar lasociedad como totalidad.

La crítica que Lenin hace de la experiencia obrera, como factor nutriente de laconciencia, es global. Incluye una critica de la lucha de clases como campodonde se operaria la superación de la conciencia prisionera. Para realizar sudemostración del postulado Lenin hace suya una larga cita de Kautsky, de lacual reproducimos algunos párrafos:

“Algunos de nuestros revisionistas creen que Marx ha afirmado que eldesarrollo económico y la lucha de clases no sólo crean las premisas parala producción socialista sino también engendran directamente laconciencia... Pero eso es falso ... el socialismo y la lucha de clases surgen

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paralelamente y no se deriva el uno de la otra: surgen de premisasdiferentes” 47.

Esta critica de la lucha de clases (o de la experiencia como vehiculo deconocimiento para la clase obrera) representa una perspectiva anti -positivistaque contiene una critica al historicismo, o a algunas de sus experiencias.Significa decir que no basta para conocer con revisar el protocolo de ensayos,errores y/o aciertos prácticos de la clase obrera; no es suficiente la simplesistematización de la experiencia. Es entonces cuando Lenin se pregunta comose puede realizar la superación del trade-unionismo, si esa superación no tienecomo fundamento suficiente la practica de la clase obrera. La respuestatambién esta basada en una lectura de Kautsky:

“La conciencia socialista moderna podía surgir únicamente sobre la basede un profundo conocimiento científico... Pero no es el proletariado elportador de la ciencia sino la intelectualidad burguesa... De modo que laconciencia socialista es algo introducido desde fuera de la lucha de clasesdel proletariado y no algo que ha surgido espontáneamente de el”48.

“Algo introducido desde fuera de la lucha de clases”: he aquí un tópico centraly también un nudo gordiano.

La teoría de la importación

Es la importación de una teoría lo que rompe el enclaustramiento del mundoobrero, conectando esa cultura particular con la ciencia contemporánea. Esaimportación de un elemento cultural, pertinente pero en rigor ajeno, le permiteal obrero captar su propia situación de clase y también los limites de unapráctica basada en la pura experiencia. Es el conocimiento de una ciencia,cuyos fundadores son Marx y Engels, lo que permite el sal to cualitativo de laconciencia obrera. La ciencia ilumina la práctica , la cual sin ella cristaliza unaconciencia espontánea-conciencia alienada. Impresiona, de nuevo, laperspectiva cientificista. Pero aquí la ciencia ocupa una posición muydiferente que en “Quienes son los amigos del pueblo”, posición definida por laexterioridad.

En “Que hacer” la ciencia es requisito de constitución de la praxisrevolucionaria, puesto que ella fija las normas o reglas de definición de lo quees revolucionario y es la vía por la cual el movimiento obrero puede escapar al

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hechizo de la espontaneidad: se desarrolla como clase adoptando esa teoríacientífica, como fundamento racional del socialismo. Evi dentemente que estaciencia, así concebida, debe ser pre-existente. En efecto para Lenin esa cienciaesta ya constituida en el marxismo como teoría (abstracto-especulativa) delcapitalismo y del desarrollo histórico, del paso del capitalismo al socialismo.

En “Quienes son los amigos del pueblo” no se produce, una relación deexterioridad, quizás gracias al enfoque determinista, porque no existe unaseparación conceptual entre praxis y estructura; dicho más radicalmente:porque la noción de praxis no es pensada teóricamente. Entonces no hayexterioridad ni teoría de la importación, pero porque se esta mas atrás. Se estaen el reino de la necesidad histórica, donde no se necesita de la ciencia comofundante de una practica revolucionaria, solo porque el desarrollo social es elresultado de la evolución de la estructura. Una historia con “actores” (quedesempeñan un libreto) pero sin sujetos.

En relación a este mundo intelectual la teoría de la importación es un avance.Pero su carácter revela los límites de la innovación producida. En efecto,Lenin parte de un análisis de la cultura obrera, de un estudio -por lo tanto- dela constitución histórica de una ideología. Pero no se queda allí; constata lanecesidad de “importar” la ciencia marxista que ilumine esas conciencias queempíricamente se deslizan al economicismo. Pero esa ciencia debe hacersecultura, solamente por esa vía será eficiente ideológicamente. No obstante, eluniverso cultural precedente no es visto como u n campo nutricio (en el sentidoque Gramsci se aproxima a lo nacional -popular) sino, mas bien, como unacárcel que aprisiona la conciencia obrera.

En rigor, una teoría de la importación solo es coherente cuando: i) se piensaen la política como realización practica de verdades y ii) se piensa que esasverdades se sitúan fuera, en rigor, mas allá de la historia de las clasesdominadas, productos de una serie histórica distinta, la historia delconocimiento. Aunque parte de estas afirmaciones parecen validas, el modelode pensamiento en que esos fragmentos se ubican consagra el p rincipio de unarazón exterior a la clase obrera y la idea de que la legitimidad de una praxis nodepende del sentido socialmente significativo q ue le otorguen los sujetos sinode la interpretación institucional, aquella realizada por la vanguardia que tie nela función interpretativa.

Las opciones tajantes entre pensamiento común/conciencia prisionera por unlado y entre conciencia lucida/Partido por el otro tienen consecuencia

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decisivas para la concepción de una política revolucionaria. Allí reside uno delos principios del burocratismo: la primacía de la ciencia, productora deverdades absolutas, se trasmuta en primacía de la raison d’Etat o en primacíade la razón tecnocrática o de la seguridad estatal.

Una trayectoria

De todos modos “Que hacer” representa un momento crucial en elpensamiento de Lenin, momento en que la praxis se constituye teóricamentecomo momento específico. Para adquirir esa posición debe ser pensada comoalgo diferente que la emanación de determinismos estructurales que crean porellos mismos las condiciones de superación de lo existente.

Entre “Quienes son los amigos del pueblo” y “Que hacer” hay un movimientotendiente a la superación del determinismo economicista. Sin embargo, latrayectoria queda inconclusa. Además la relación entre teoría/partido/clase seestablece de una forma externa, por ende iluminista. La superación delparadigma economicista solamente se completa, de un modo contradictorio ytambién inconcluso, desde la ruptura política con Kautsky, proceso queculmino en 1917.

3. Las modificaciones del esquema economicista

Al realizar la revolución de Octubre Lenin produjo la subversión práctica de laforma evolucionista-determinista de concebir el proceso histórico. Pero aunentonces no realizo la total subversión teórica que debió acompañar su gestopolítico.

Lenin impone la tesis de la revolución en Rusia luchando contra losmencheviques, que como buenos herederos de la II Internacional creían que elsocialismo debía llegar primero a los países capitalistas desarrollados.También debe enfrentarse con sectores de su propio partido que noconsideraban maduras las condiciones político-militares de la insurrección.

Es significativo señalar que Gramsci saludo el triunfo bolchevique como laderrota de una teoría anquilosada en manos de una practica original y creativa.La revolución rusa, que aquella teoría escolástica no había sido capaz depredecir y que -al contrario- consideraba una anomalía, debería significar el

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definitivo derrumbe de las tesis economicistas -evolucionistas del marxismooficial. A través de Lenin, la riqueza viviente de la historia se ven gaba de losmarxistas académicos que habían convertido “El Capital” en el libro decabecera de una política conciliadora 49.

Sin embargo, la verdad es que l os argumentos de Lenin estuvieronenmarcados dentro de los l ímites, parámetros y posibilidades del razonamientoeconomicista-evolucionista. En la justificación de la insurrección bolchevique(que algunos marxistas consagrados, como Bauer 50, consideraron un actoprematuro y voluntarista) Lenin no realizo una teorización radical de su anti-economicismo que en la practica había sido extremadamente radical. Alcontrario, trato de demostrar que la revolución bolchevique cumplía con lascondiciones planteadas por el discurso economicista.

Los principales argumentos fueron dos. Primero, que si bien Rusia no era unpaís capitalista maduro, en el cual ya se hubiera desplegado la contradicciónentre fuerzas productivas/relaciones de producción, esa contradicción estabadesarrollada al nivel del sistema capitalista mundial por lo tanto estabapresente (“¿místicamente?”) en Rusia. Segundo, que entre febrero y octubre sehabía agotado en Rusia el ciclo de las revoluciones “preparatorias”. A ritmoparoxístico se había pasado de la revolución democrático-burguesa a larevolución democrático-popular, caracterizada en “Las dos tácticas” comofase precedente de la socialista. En ocho meses Rusia había devorado lasetapas, consumiendo vorazmente una historia que Francia no había sido capazde vivir desde 1789, pese a los intentos de 1830 , 1848 y finalmente de 1871.

Con esas argumentaciones Lenin intentaba mostrar que todo estaba en ordendesde el punto de vista de la teoría marxista. La única particularidad de Rusiahabía consistido en la combinación de la debilidad del desarrollo político de suburguesía y el auge alcanzado por el movimiento popular, madurado en larevolución de 1905. Esa desigualdad convertía a Rusia en el eslabón másdébil, esto es en el lugar donde la revolución socialista comenzaba el procesode desencadenamiento a nivel europeo51. Como se observa los razonamientosde Lenin se enmarcan dentro del argumento economicista que afirm a lacorrespondencia entre tipo de revolución y nivel de desarrollo económico,pero forzando al máximo las posibilidades del paradigma.

Sin embargo, a partir de la toma del poder la concepción de la política queLenin había ido asumiendo progresivamente y que había orientado su practica,empieza a ser formulada teóricamente de un modo mas adecuado, a través de

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la introducción de conceptos que hubieran permitido sistematizaría mejor. Lanoción principal se refiere a la primacía de la política.

Esta terminología fue usada por Lenin en su polémica con Trotsky a propósitode los sindicatos, pero aparece desde antes como criterio de racionalidad deuna serie de decisiones tomadas en relación con el campesinado y de la pazseparada con Alemania. La formulación no esta expresada en un lenguajeteórico, sino en la forma de una reflexión táctica, muy ligada a lascircunstancias concretas de la construcción del socialismo en Rusia:

“La política no puede menos que tener primacía sobre la economía. Elenfoque político significa: si no se abordan bien los sindicatos, esomatará el poder soviético, la dictadura del proletariado”52.

Salta a la vista la historicidad del argumento. Para Lenin únicamente tienesentido hablar de primada de lo político en la fase de construcción delsocialismo. Es entonces cuando la acción de la clase obrera, entonces sujetoestatal, esta orientada por la lógica del poder conquistado; solamente entoncestiene algo que preservar. Ese es uno de los sentidos can que aparece elconcepto de primacía; es el significado mas evidente y también el mas obvio.Hay otros dos sentidos conectados, que sin embargo no se explicitan. Laprimacía de la política es presentada como los sacrificios que deben hacerse enfunción del poder. La principal restricción que se formula tiene que ver conlos ritmos de cambio de la economía, espacio estructurado, regido por reglasobjetivas y que no puede considerarse como una arcilla perfectamentemaleable por la voluntad de los sujetos. Pero Lenin no avanza mas all á de estavisión un poco primitiva de la primacía de lo político, visión que llevada hastaun extremo puede significar la autonomización del poder respecto a los fines.

Los otros sentidos que Lenin no explora tienen q ue ver con la exigencia que sele plantea a toda fuerza gobernante de realizar una política hegemónic a, por lotanto de ampliar el arco de intereses, demandas o contenidos que buscaarticular hasta alcanzar el espacio de la nación. Primacía de lo políticosignifica entonces rescatar la especificidad de lo político, con las redes propiasde causalidad que allí se anudan y planear la política como una acción que nose orienta de preferencia hacia la estructura ( socialización de los medios deproducción) o, mas exactamente, que no ve en eso el epitome de una acciónsocialista sino únicamente como un fin que articulado con otros (democraciasocialista) cobra sentido valido. Leni n no llega, entonces, hasta formular las

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posibilidades analíticas que se abren en el marxismo por su critica practica aleconomicismo y por algunos conceptos que elabora.

En todo caso, Lenin va progresivamente construyendo una visión máshistoricista del cambio social. Desde el determ inismo bastante radical de sustesis de 1894, ordenadas en torno al concepto de necesidad histórica, terminapor afirmar una concepción de la política como acción de sujetos y no comotrabajo de “actores” y por redefinir la problemática de las condicionesrevolucionarias, poniendo mas énfasis en los factores político-ideológico queen los factores relacionados con el desarrollo de las fuerzas productivas. Entodo caso, hay en Lenin una distancia e incluso una diferencia entre teoría ypráctica. Esta última es mucho más rica que las explicaciones que produce.

La dificultad de trasponer lo que se hacia en un lenguaje teórico adecuadotiene mucha relación con la definición reductivista del materialismo con queLenin operaba (determinación de la Superestructura por la infraestructura).Ese postulado secreta un sesgo mecanicista porque fue formulado de unamanera polémica y “pedagógica”, en oposición a las concepciones que veíanen la política la realización de voluntades o en el Estado la expresión de larazón. Por esta causa, es en el análisis de situaciones concretas donde laconcepción anti-economicista se despliega en su forma más nítida.

En el nivel de la estructuración sistemática de un discurso solo traspasa elumbral, pero sin completar un sistema orgánico de conceptos. Por ello mismolo nuevo que produce esta mezclado con la pers pectiva tradicional deleconomicismo. Por ejemplo, eso se expresa con claridad en el análisis queLenin realiza sobre la NEP 53. Esgrime argumentos duales, cada unocorrespondiente a un tipo de enfoque. El primero se deriva del postulado de laprimacía de la política. Por lo tanto pone énfasis en mirar el problema delcampesinado desde el punto de vista del campo de fuerzas. El otro argumento,que aparece mezclado con este, remite a una perspectiva evolucionista. Leninmuestra las medidas de la NEP como propulsoras de una concentracióncapitalista en el campo y esta como forma preparatoria (y casi nec esaria) de lacolectivización.

Estas tensiones, presentes todavía en 1921, no terminaron nunca de resolverse.Aun en el campo de la concepción de la política, terreno en el cual Leninrealiza un aporte al desarrollo de una teoría marxista, su obra permaneceinacabada.

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4. Conclusiones

A través de las páginas precedentes he intentado recolectar material contra lasacralización de Lenin. Esa sacralización ha adoptado formas diferentes: unoslo definen como el creador de la única ciencia de la política, ya “acabada” ycristalizada en leyes o en reglas practicas; otros realizan una lectura devotaque trata de reconciliar a Lenin con las cambiantes realidades de la políticacontemporánea, ex trayendo del vasto repertorio de su obra las citas ad -hocdestinadas a probar la visión profética.

Creo que los elementos perdurables de la obra de Lenin se reducen a dos: i) laelaboración de un método operacional de análisis de las coyunturas políticas,especialmente de la “actualidad” política, que le permite definir líneas deacción y ii) la progresiva decantación de una concepción de la política, queopera como principio analítico de las diferentes coyunturas.

Al estudiar el desarrollo de esa concepción anti-economicista, he intentadomostrar el estado práctico en que parcialmente permanece. Por ello el término“concepción” no ha sido usado por azar: con el se alude al cará cter que adoptael discurso. Este no tiene la forma de una construcción acabada y coherentesino la forma de un punto de vista que sirve para ap reciar las situacionespolíticas y que opera como principio generador de discursos teóricos. Esepunto de vista permite elaborar, en un primer nivel, las relaciones de lapolítica con la economía, la cultura y la historia pero no constituy e, en elestado que esta y permaneció, una teoría formal de la política.

Sin embargo, aun en ese estado representa el aporte más central de Lenin y esla principal herramienta de su propio análisis de la realidad, el instrumentocon que detecta los cambios de la correlación de fuerzas, dato indispensablepara la dirección política coyuntural.

La tesis que planteo es que esa concepción de la política representa, muchomás que su teoría del partido, del Estado o de la dictadura del proletariado, suprincipal aporte al marxismo.

IV. EL LENINISMO Y LENIN

No fue enteramente antojadiza la dogmatización a que fue sometida la obra deLenin. Seria simplista conformarse con atri buir a Stalin todos los

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reduccionismos que se aprecian en la interpretación que ha sido predominante.En realidad el papel de este fue prolongar y expandir ciertos elementos que yaestaban presentes en la obra original. Esto significa que Stalin no realiza unainversión (perversa) del sentido originario sino una reinterpretación queencuentra sus fundamentos en las ambigüedades de los textos escritos por elpropio Lenin, quien empobreció en varios sentidos el marxismo o riginal. Esassimplificaciones dan pie a Stalin para la sistemática construcción de unsistema dogmático.

1. El núcleo dogmático

Ya dijimos que el nudo gordiano de Lenin se encuentra en su teoría de larelación entre ciencia (marxismo)/partido. La tesis de la “concienciaimputada”, posteriormente desarrollada por Lukacs 54, representa un simpledesarrollo lógico de la concepción que Lenin produjo. Dos postuladosarticulan el conjunto: el marxismo es la única ciencia de la historia y es,asimismo, la explicación de los verdaderos intereses del proletariado, a travésde cuyo descubrimiento realiza su identidad, se constituye como sujetohistórico. La aprehensión del conocimiento aparece visualizada comoconstituyente y constitutiva del sujeto, como requisito de la propia existenciade la clase.

En este terreno Lenin va más all á de Marx y también de otros marxistas de suépoca. Primero, porque ve en el marxismo una teoría sistemática cuyasespecificaciones son deducibles de los principios básicos que están yaelaborados en los “clásicos”, Segundo, por la función que en relación a lateoría le atribuye al partido.

En un nivel epistemológico Lenin también se diferencia de otros marxistas,por ejemplo de Rosa Luxemburgo. Definiendo en la forma que lo hace lateoría ve la relación entre conocimiento/practica como “aplicación”, Laformulación de Luxemburgo es diferente. Para ella el conocimi ento seconstituye en la forma de un enfrentamiento entre practicas, de lo cual sederiva un vinculo necesario entre socialismo/libertad. La verdad no esta yaconstituida y por lo tanto no existe una instancia administradora de ella ni unarelación “esencialista” entre un partido y el socialismo.

Formulando los problemas de la forma que lo hace Lenin cae en un circulovicioso. No puede escapar de una determinación autoritario -institucional de la

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verdad. Como los principios básicos son inconmovibles e indiscutibles y noestán sometidos a la verificación histórica, el partido es, como cuidador dellegado, el único verdadero teórico.

Sobre esta temática ya se ha hablado en el análisis del “Que hacer”, por lotanto se puede terminar indican do que este es el es pacio teórico deconstitución del dogmatismo.

2. La teoría del Estado y de la dictadura del proletariado

Se dice habitualmente que el principal aporte de Lenin fue haber“desarrollado” los planteamientos de Marx-Engels sobre el Estado,prolongándolos en una teoría de la dictadura del proletariado.

Pienso que no es así: en esta área es donde Lenin se muestra másreduccionista. Las simplificaciones abarcan tres ámbitos: la propia noción deEstado, el análisis de los Estados democrático-representativos y el concepto dedictadura del proletariado.

El problema central consiste en la concepción instrumentalista del Estado queLenin utiliza. Marx habla del Estado moderno como “una junta que administralos negocios comunes de toda la clase burguesa”55. Allí el Estado es miradocomo herramienta (conectiva) que los capitalistas utilizan casi“soberanamente” para realizar sus intereses y constituir su unidad de clase.Pero es necesario comprender esa cita en su contexto: ella corresponde a undeterminado texto, con una muy concreta función política, la de ser elPrograma de la Liga de los Comunistas. Más que un esfuerz o de expresiónteórico-sintética constituye un intento de expresión pedagógica, cuyos énfasisestán definidos por la racionalidad de la lucha ideológica contra determinadasconcepciones idealistas. Quizás por ello en ese texto se elude un tópico muycentral del propio análisis marxista del Estado. Se trata de su papel demediación, que hace aparecer al Estado como realizando un interés que es declase, pero que debe asumir la forma de universalidad para consagrar unefectivo dominio 56.

Esa necesidad del Estado moderno de legitimarse frente a todas las clases esun rasgo indispensable de comprender, si se quiere analizar el sentido de lasformas estatales del capitalismo. En ellas el Estado se presenta ante lasociedad como algo mas complejo que un “aparato especial de fuerza, 57. Esa

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forma de aparecerse (o manifestarse) significa mucho mas que una apariencia(mascara o disfraz). Constituye una respu esta al imperativo de generalidad sinla cual no se puede imponer una dominación factible respecto a las clasesexplotadas ya las clases intermedias que representan un campo de alianzas.

Usando, sin distinción ni diferencias, la noción genérica del Estado comoinstrumento de la dominación de una clase, Lenin simplifica la naturaleza delas formaciones estatales capitalistas. Justamente aquello que caracteriza la“modernidad” de esos Estados es la “ampliación” que experimentan, por elpapel nuevo que juegan los aparatos ideológicos, por las funcionessubsidiarias o integrativas (de bienestar) de la intervención estatal en laeconomía o por el significado de la participación política “de masas”.

Aunque Lenin se refiere a menudo a tipos de Estado (democraci a burguesa,dictadura del proletariado), el esfuerzo que hace por desvirtuar lasconcepciones idealistas que consideran el Estado como un ámbito unitivo enque se resuelven las contradicciones sociales, lo lleva a postular unaconcepción “esencialista” que disuelve y desintegra las diferencias.

Desde la revolución de Octubre este énfasis se toma obsesivo, porqueentonces se hace necesario justificar una forma concreta de dominación. Enesa época Lenin se desliza hacia una concepción jacobina de la dictadura delproletariado, diferente de aquella que había planteado en “El Estado y laRevolución”. En ese libro de 1917, escrito en las vísperas, se hablaba de unsemi-Estado:

“… La democracia llevada a la práctica del modo mas completo yconsecuente que pueda concebirse... algo que ya no es un Estadopropiamente dicho”58.

El modelo estatal es la Comuna, con la supresión del ejército permanente y sureemplazo por el pueblo armado, con nuevas formas institucionales derepresentación y con revocabilidad de los elegidos y -en general- con unasustancial socialización del poder. Por lo tanto el modelo de Lenin, cuyoreferente histórico ruso eran los soviets como gérmenes del nuevo Estado,tenía su base en la interpretación que Marx había realizado de la revolución de1871. La idea central era que el proletariado necesitaba del Estado solotemporalmente. La forma de realizar la extinción del Estado como un procesoininterrumpido (que comenzaba durante la dicta dura del proletariado) erainstituir formas de poder que limitaran la profesionalización y los privilegios

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especiales adscritos a las funciones de representación y que, además,transformarán la dirección de la sociedad en una experiencia masificada.

Esta concepción se diluye en los textos posteriores, en los cuales esta presentela justificación de las servidumbres históricas por las que ha tenido que pasarla revolución mas que la tensión finalista. Los análisis de la dictadura delproletariado, sobre todo “El renegado Kautsky”59, representan una apasionadadefensa de “lo real” contra los críticos que -a nombre de la democraciasocialista- lamentaban el debilitamiento y -mas tarde- la dilución de lossoviets, la centralización creciente del poder, en suma la transformación delsemi-Estado en un Estado jacobino.

Olvidando “El Estado y la Revolución”, Lenin habla a nombre del realismo,ironiza contra los débiles e indecisos que solamente saben lamentar, sin tomaren cuenta que la revolución no termina en el momento de la insurrección y queella no sobreviviría si se le entregara el poder a los románticos.

Al razonar de esa manera, el mismo Lenin convierte en utópic as susconcepciones precedentes sobre la dictadura proletaria, puesto que siempre elpoder revolucionario podrá esgrimir razones de necesidad: “no se pasa por elcampo de batalla con una flor en la mano ”.

Puede decirse, no para “disculpar” a Lenin sino para indicar el marco históricode su análisis, que efectivamente la revolución vivió entre 1918 y 1923 unmomento especialmente critico, en que est aba en juego la sobrevivencia delpoder socialista. Sin embargo, Lenin comete un error teórico: no razona lanecesidad de un Estado centralizado y “fuerte” como un costo. Quizásobligado por las exigencias políticas tiende a justificar en un nivel teórico lacentralización del poder, descartando la concepción de la dictadura delproletariado que había elaborado en dialogo con las lecciones de la Comuna.En “El renegado Kautsky”, Lenin ya no define esa dictadura como un semi -Estado. Usa una definición “despótica” de dictadura, como poder que se apoyadirectamente sobre la violencia y que no esta ligado por ninguna ley 60. Esanoción no es siquiera genérica, puesto que sirve para caracterizar únicamenteun tipo especifico. El Estado democrá tico capitalista no puede definirse de esamanera ya que en ella violencia aparece diluida y se la usa como un recursocritico cuando se necesita reorganizar el orden amenazado. En ese tipo deEstado la coerción asume la figura de la norma de derecho .

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Por ello la definición “despótica” de dictadura que Lenin elabora parajustificar las restricciones de la libertad en el socialismo hace estallar suspropias concepciones originarias, que sitúan en el Estado proletario elcomienzo del proceso de extinción, Es evidente que esa noción de dictadura esperfectamente compartible con el universo staliniano y constituye la base desu propia teoría estatal.

3. En resumen

Lenin simplifica en dos aspectos centrales la visión original del marxismo:respecto a la relación establecida entre ciencia y partido y respecto de lanoción de Estado. La primera de ellas es fu ndante, constituye el eje en torno alcual se estructura, con Stalin, el sistema ortodoxo.

No hubiese importado que Lenin tuviera una concepción estrecha. Eso era másbien lógico, puesto que su reflexión sobre las democracias capitalistas y sobreel socialismo estaba históricamente determinada. Lo grave es que esasopiniones se cristalizan como las únicas posibles dentro del marxismo. Lasotras interpretaciones permanecen o lvidadas o son estigmatizadas por unaAutoridad que se asigna las funciones de vigilancia y control de la herenciateórica.

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NOTAS

1. K. Marx, Contribución a la critica de la Economía Política, Ed. La Oveja Negra, 196 8.Indico solamente uno de los libros donde Marx expone esa tesis.2. Editorial Era, 1980, publico una excelente edición de ¿Que hacer? conteniendo losartículos de la polémica con Rosa Luxemburgo y Trotsky.3. La distinción entre verdades relativas/verdades absolutas y l a concepción general de laciencia se encuentran desarrolladas en Materialismo histórico y empirio-criticismo cuyacritica filosófica se hace necesario emprender. Ver Obras Completas, Editorial Cartago,tomo XIV.4. Conviene leer la excelente recopilación de Lucio Coletti, Teoría marxista sobre elderrumbe capitalista, Cuadernos de Pasado y Presente, Ed. Siglo XXI.5. G. Lukacs, Historia y conciencia de clase, Ed. Grijalbo, 1969. Estas consideraciones sonrealizadas al margen del juicio que se merece esa o bra, discutible teóricamente también ensus juicios, por ejemplo, sobre el celebre texto de Luxemburgo en relación a la revoluciónrusa.6. En este sentido Althusser es ejemplar. Se atreve a “importar” conceptos como el desobre-determinación que toma del psicoanálisis o el de ruptura epistemológica que adoptade Bachelard.8. Sobre Gramsci hay una vasta obra analítica. Ver M.A. Macciochi, Pour Gramsci, Ed.,Seuil, 1974.9, En Perú existe hoy una abundante bibliografía sobre Mariategui. Señal are los textos masrecientes: A. Flores Galindo, La agonía de Mariategui. La polémica con el Komintern,Desco, 1980 y también Revista Socialismo y Participación, II, 1980. En ella hay artículosde J. Arico, C. Franco entre otros.10. K. Korsch, Marxismo y Filosofía, Ed. Era, 1971, p. 68.11. Ibid., p. 70.12. L. Kolakovski, El hombre sin alternativa, Alianza Editorial, 1970 , p. 8.13 Parte de la producción de esa revista ha sido publicada en la recolección de artículos deC. Castoriadis, La sociedad burocrática , Ed. Tusquets, 1976, 2 tomos.15. G. Zinoviev, Le leninisme en G. Procacci, Staline contre Trotsky, Ed. Maspero, 196 5. I16. J. Stalin, Cuestiones del leninismo, Ed. en lenguas Extranjeras, 1946 .17. Ibid., p. lo.18. Ver el folleto en torno a !as Cuestiones del Leninismo en J. Stalin, op. cit.19. Sobre este tema he escrito un articulo donde sostengo una tesis diferente a la actual peroque se inscribe dentro de la misma tendencia a desacralizar a Lenin: Acerca de la lectura delos textos de Lenin: una investigación introductoria, Cuaderno s de la Realidad Nacional,N°. 13.20. Dentro de esa perspectiva es importante el Anti-Duhring, Ed. Sociales, 1964.21. A. Gramsci, La política y el Estado moderno. Ed. Península, 1971.22. Ver. G. M. Trevelyan, La Revolución Inglesa: 1688-l689, Ed. Fondo de CulturaEconómica, 1963.23. Sobre este tema he escrito un artículo en Revista Crítica y Utopia, Burke y lasconcepciones conservadoras de la democracia.24. Entre otros ver S. Wolin, Continuidad en el pensamien to político, Ed. Amorrortu; 1970 .

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25. Esta parte es una re-adaptación del articulo que publique en Estudios Sociales Centro -Americanos, n. 21, titulado: Idolatría de la ciencia y teoría de la ideología.26. V. Lenin, ¿Quienes son !os amigos del pueblo y como luchan contra los social-demócratas?, Obras Escogidas, Ed . Cartago, tomo I, p. 124.27. Ibid, p. 90.28. Ibid, p. 74.29. Ibid, p. 74.30. F. Engels, Anti-Duhring, op. cit., pp. 191-216.31. Ibid., p. 192.32. V. Lenin, op. cit.,p. 73.33. E. Cassiner, La filosofía y la ilustración, Ed. FCE, 1964.34. El mismo Lenin previene en Materialismo y empirio -criticismo contra esa tendencia.35. K. Marx, La ideología alemana, Ed. Pueblos Unidos, 1968, pp. 50 -51.36. V. Lenin, op. cit., p. 73.37. Ibid., pp. 73-7438. Ibid., p. 99.39. Ibid., p. l06.41. V. Lenin, ¿Que hacer?, Ed. Cartago, Obras Escogidas, t . I., pp.375-558. La citacorresponde a p.416 nota.42. Ibid., p. 436.43. Ibid., p. 404.44. Ese es el centro de la critica de Lenin al economicismo.45. V. Lenin, op. cit., p. 452.46. Ibid., p. 412.47. Ibid., p. 413.48. Ibid., p. 413.49. A Gramsci, Antología, Siglo XXI, 1970. Selección, traducción y notas de M. Sacristán.50. Se sabe que la predicción estratégica de Lenin era la de l a europeización de larevolución. Esta perspectiva se modifica en el III Congreso de l a Internacional. Por eso,entre otros argumentos, la revolución no era prematura. Sobre las tesis de O. Bauer ver en:Y. Bourdet, O. Bauer et la revolutión, Ed. Edi, 1970 .52. V. Lenin, Les taches des syndicats. O.C., ed. francesa, t. 28.53. Los textos sobre la NEP se encuentran en el t. VI de las O. E. de la E d. Cartago. Verespecialmente El impuesto en especie, pp. 285-322.54. Para una critica ver: J. J. Brunner, Conciencia de clase I. Problemas de ontologíamarxista, Doc. de trabajo FLACSO, 1980 .55. K. Marx, El Manifiesto Comunista, en O. E., Ed. Progreso 1966, un tomo.56. K. Marx, La Ideología Alemana, pp. 71-72.57. V. Lenin, El Estado y la Revolución en O. E., Ed. Progreso, 1969.58. Ibid., p. 303.59. Eso es una tendencia general. Basta pensar en Comunismme et terrorisme de Trotsky oen El Programa de los Bolcheviques de N. Bujarin.60. V. Lenin, O.C., ed. francesa, t. 28, pp. 244-245.

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POR UN MARXISMO SECULARIZADO *

(*) Publicado en la revista Mensaje, octubre de 1981. También apareció, en una versión modificada,en Chile-America, noviembre-diciembre de 1981.

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Marx se ve a sí mismo como un develador de los mitos de la sociedadburguesa, sean estos el espejismo del Estado o del salario. De la mismamanera que Freud horada la idea racional -humanista de la conciencia comofiel espejo de la vida psíquica, Marx arremete contra las ilusiones discursivasde los sujetos; siguiendo a Hegel, sospecha de lo manifiesto y de lasapariencias. Para el la inteligencia cumple una misión desmistificadora, sesentiría interpretado por la metáfora del “topo critico”.

Es una paradoja que este pensador, tan pleno de historicidad y de senti dohistórico, haya sido convertido en el dios de una especie de “religióncientífica”. Nada más lejos de la perspectiva de Marx que ser el creador de unadogmática, cuya protección exige un sistema ortodoxo, consagrado a asegurarla fidelidad de los seguidores.

Ni en los tiempos en que Kautsky era la figur a central de la SegundaInternacional, ni aun en la época de Lenin el marxismo estuvo garantizado deesa forma, sino más bien como una estructura abierta y “competitiva”, dondeel saber no estaba todavía regido por el principio de autoridad. Fue Stalinquien construyó la “muralla china”, fijando, codificando y cristalizando elmarxismo como un conjunto claro, indiscutible y cerrado de principiosaxiomáticos y de leyes de la acción revolucionaria. El resul tado: treinta añosde esterilidad y de creación vigilada, en que las grandes figuras (como Lukacs,Korsch, Gramsci) son perseguidas, ignoradas, acomodadas u obligadas aescribir “El asalto de la razón”.

La muerte del “gran inquisidor” no significo la destrucción total del sistemaortodoxo: se había consolidado una cierta forma “institucional” depensamiento, en que la teoría se adaptaba a la razón de Estado. Por eso eldogmatismo es todavía una especie de reflejo condicionado del marxismo, unatendencia espuria que es necesario combatir.

LA TESIS DEL UNICO MARXISMO

Uno de los ejes centrales del razonamiento ortodoxo es la idea de que existeuna única forma verdadera o autentica de entender el marxismo. Partiendo deesa premisa de unidad y homogeneidad ¿cómo se las arreglan con ladiversidad histórica? Es imposible desconocer que Lenin, Rosa Luxemburgo,Trotsky, Gramsci o Stalin son teóricamente diferentes en relación a puntoscruciales; como tampoco es posible negar que el marxismo de la II a.

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Internacional tenia, aun antes de 1914, otras raíces teóricas que el de la IIIa, oque el XX Congreso del PCUS introdujo un importante viraje estratégico en lalínea del movimiento comunista.

El pensamiento ortodoxo, que solamente admite la existencia legitima de unmarxismo, procede de dos maneras frente a[ dato evidente de la diversidad.Primero, dice que algunas de las diferencias constituyen simples y tenuesvariaciones de [as gran des tesis de los fundadores. Segundo, afirma que otrasde las diferencias representan desviaciones graves, de formacionesfundamentales respecto de la matriz autentica.

Sin embargo, incluso un somero análisis histórico permite hacer temblar esepar de axiomas. Evidentemente Lenin es considerado un marxista “legitimo”.Sin embargo, se aparta de Marx en un punto central, el de las condiciones dela revolución socialista. Marx difícilmente hubiese imaginado la posibil idadde una revolución proletaria en un país en que el capitalismo había alcanzadoun grado ínfimo de desarrollo, en el cual la principal forma de producción erala pequeña producción mercantil. También Rosa Luxemburgo es considerada“legitima”. Sin embargo, ella se separa de Lenin en otro punto evidentementecrucial, el de la relación entre democracia política y socialismo. De la mismamanera el euro-comunismo se diferencia del ll amado marxismo-leninismo envarios puntos críticos, por ejemplo el análisis de las democracias burguesas, lanoción del Estado, la caracterización de los socialismos reales. ¿Quienaceptaría hoy, sin enormes reservas la tesis del propio Marx respecto a laevolución catastrófica de la tasa de ganancia o respec to de la pauperización enlas sociedades capitalistas, tesis de las cuales se derivaron l as teorías sobre elderrumbe que tanto daño hicieron en la política del movimiento obrero en ladécada del veinte? Más allá de las discrepancias pol íticas, ¿puede sostenerserazonablemente que los yugoslavos no son marxistas, y que la sociedad quehan construido no es socialista? Al mismo tiempo, ¿puede algui en negar lasenormes diferencias que existen entre el marxismo de los soviéticos y el de losyugoslavos?

Afirmar, pese a lo que revelan estos ejemplos, la existencia de un únicomarxismo, de una única interpretación global posible no permite dar cuentassatisfactoriamente de las múltiples variaciones de la teoría marxista y de lasconcepciones del socialismo después de la muerte de Lenin. Unainterpretación que no aprehende la realidad histórica de su propio desarrollodemuestra enormes limitaciones analíticas.

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LAS BASES DEL DOGMATISMO

Sin embargo, no se trata de caer, como un péndulo descontrolado, en el otrolado. El remedio contra el dogmatismo no es el relativismo. Por lo tanto, no setrata de negar la posibilidad de discrim inar o de descartar, de señalardeterminadas tesis como equivocadas. Es perfectamente legítimo afirmar quealgunas concepciones se apartan del marxismo. El problema consiste en loscriterios utilizados.

El procedimiento dogmático se construye sobre la base de estos dospostulados: a) una concepción objetivista del conocimiento social, que suponeque la realidad social puede ser aprehendida con iguales operaciones einstrumentos que la realidad natural, arribándose a verdades del mismo tipo;b) una concepción del marxismo como un sistema teórico formado por elmaterialismo dialéctico y el materialismo histórico, donde el primercomponente juega el papel predominante porque proporciona el fundamentofilosófico (epistemológico) de todo conocimiento.

De estos postulados se derivan dos tesis de claro carácter dogmático; a) latesis de que el marxismo es la única ciencia de la historia, lo cual convierte enuna aberración lógica la posibilidad de que existan varios marxismos y b) latesis de que el marxismo es un sabe r general, puesto que las premisas delmaterialismo filosófico (eje central del marxismo) permiten construir desdeellas no solamente una teoría social, sino también una teoría de la vidaorgánica e inorgánica, de la religión, de la estética, hasta de la genética.

Todos los manuales conocidos, desde la época stalinista hasta ahora, estánconstruidos basándose en la idea que el marxismo es un sistema global ycircular. Su principio constitutivo es una “filosofía científica” que ha resueltosatisfactoriamente el problema básico del conocimiento, el de las relacionesentre materia-conciencia y que, por ello, constituye la base objetiva de todo eldesarrollo científico contemporáneo, Konstantinov dice que, aun sin saberlo,toda ciencia autentica es tributaria del materialismo dialéctico. Como sesupone que el marxismo ha resuelto adecuadamente las pr eguntas cruciales deuna teoría científica del conocimiento, los problemas que en su desarrollo haatravesado solamente se derivan del uso del método o de la aplicación de lasleyes del conocimiento. Por definición, esta libre de toda posibil idad de crisis,porque contiene en si los elementos para la autocorrección.

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Para la corriente ortodoxa es imposible aceptar que existan diversas e inclusocontradictorias interpretaciones legitimas o validas del marxismo, comotampoco es posible aceptar que existan otras “ciencias sociales”,complementarias o diferentes, porque el marxismo es la única interpretacióncientífica del desarrollo histórico, por ser la única que aplica un enfoquematerialista. Dentro de este modo de ver l as cosas la validez del marxismocomo teoría social es meta-histórica, porque reposa básicamente en criteriosgnoseológicos.

LOS EFECTOS DEL DOGMATISMO

Concebir el marxismo como una fil osofía sobre cuya base se construye unsaber total, una serie de ciencias entre las cuales la principal, pero no la única,es la ciencia de la historia, conduce objetivamente hacia un pensamientodogmático que esta en la base de una política sectaria, difícilmente conciliablecon una concepción democrática del poder.

No es por azar que en los países socialistas el ateismo ha adquirido el rango deuna opción estatal. Por esas razones profundas perdura hasta hoy esa ideadecimonónica, la necesidad para el socialismo del ateismo, conce pción quetantos problemas ha causado al desarrollo socialista polaco. Es verdad que elcristianismo ha sido en determinadas etapas históricas un sólido sustento de ladominación capitalista, como antes lo fue del orden feudal. Pero los análisisque se hacen no son históricos, mas bien se afirman “verdades generales”sobre la religión. El fundamento último de ellas solamente podrá encontrarseen la imbricación, supuestamente indisoluble, entre materialismo filosófico y“socialismo científico”.

¿Que otra explicación tiene la obsesión por implantar el realismo socialistacomo la teoría estética oficial? Las campañas orquestadas contra la pinturaabstracta o las criticas contra el vanguardismo artístico solamente se explicanporque el realismo socialista es considerado como la única estética que se basaen la teoría del conocimiento como reflejo .

La estatización de la cultura, característica innegable de la mayoría de lassociedades socialistas, encuentra su apoyo teórico y su justificación practicaen ese tipo particular del marxismo. Su problema consiste en que es difícilelaborar des de el una concepción democrática del socialismo. Como elmarxismo es considerado una filosofía general se deducen de el un conjunto

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de verdades expresadas como valores, que se consideran elementosconsustanciales de la cultura socialista. Esta visión deductivista impide pensarque la nueva cultura debe irse construyendo experimentalmente, a través delejercicio de la libertad; que la constitución real de una nueva hegemonía nopuede consistir en la aplicación de los modelos pre-establecidos por una teoríafetichizada; que ella solo madurara solidamente a través del ejercicio por lasmasas de su libertad para encontrar formas nuevas de expresión, de vida derelación social.

EL MARXISMO IDEOLOGICO

En los socialismos históricos sucede actualmente lo contrario. Son dictadurasen que la nueva cultura se crea y se desp liega desde el Estado. Desde all í seimpone el marxismo como doctrina oficial, el realismo socialista comoideología estética; desde allí el ateismo se divulga como la paradójica nuevareligión del Estado.

No se trata de irracionalidades, sino de expresiones de una forma coherente depensar, nutrida par la idea de que el marxismo es la explicación última ydefinitiva del desarrollo de la vida y de la historia. Por ello, no es extrañ o queese pensamiento culmine en la idea que el Estado proletario tiene la función deir eliminando de la conciencia de los hombres los residuos o raíces de lasviejas supersticiones idealistas, espiritualistas y trascendentales. Dentro de esaconcepción ¿donde hay hueco para la libertad cultural real, para laconstrucción de la cultura socialista como resultante de las experiencias en quese confronte la diversidad de las luchas de los trabajadores, constituidos enpoder del Estado?

Esta forma de concebir el marxismo tiene una fuerte raíz fundamentalista, decuyos efectos maniqueos, tenemos suficientes ejemplos históricos. Esefundamentalismo no es muy diferente de otros, de raíz idealista o religiosa;por ejemplo, es posible encontrar semejanza de razonamiento con lasconcepciones católicas integristas. Durante algún tiempo la “política cristiana”consistió en imponer la Verdad; la única sociedad temporal legitima eraaquella que permitía la preservación de la única fe autentica, era aquella quese empeñaba activamente en la lucha contra los infieles. El buen gobiernodebía servir la religión, porque al hacerlo impedía la perdición y favorecía lasalvación de los hombres. Algo tiene en común ese fundamentalismo contodos los otros: Creen que la política realiza en la historia una verdad, objetiva

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y esencial, probada y evidente que solamente puede ser negada por unaconciencia moralmente corrompida o, dicho con otro código, po r unaconciencia alienada por el capitalismo.

Para los integristas católicos no era posible aceptar la libertad de cultos y elpluralismo del Estado frente a las religiones porque representa peligros para lasalud moral. Para los fundamentalistas marxistas no es po sible aceptar lasreligiones, porque representan el mundo de la superstición y del atraso, y esdifícil convivir con el vanguardismo artístico porque expresa la decadenciaburguesa. Kafka infunde el pesimismo, Joyce divulga las corrientesirracionalistas. En verdad, integristas y marxistas dogmáticos pertenecen amundos semejantes. Según ambos el error no puede tener, en el terreno de lapolítica y de la cultura, los mismos derechos que la verdad .

De ese suelo teórico se nutren las posiciones que atiborran al socialismo conuna serie de elementos, que se afirman como consustanciales pero que sonperfectamente prescindibles: que la religión es el opio del pueblo que losproblemas de la trascendencia constituyen un desvarío idealista, que Fedin oSholojov representan las figuras cumbres de la novelística mundial, que Lenin(y nadie después de el) sentó las bases definitivas de una teoría marxista delconocimiento, del imperialismo (que estaba en los albores de su desarrollo),de la revolución socialista, etc.

LA SECULARIZACIÓN DEL MARXISMO

Es posible ser marxistas de ese modo, como lo prueba la fuerza histórica deesas concepciones dogmáticas. Pero para evitar que la sociedad socialista quese pretende construir sea un universo monocorde, fosilizado por imperio deuna doctrina oficial, es necesario la secularización del marxismo.

Para impulsar, en el terreno teórico, ese proces o se requiere afirmar dospremisas básicas. Primero: que preocupados por defin ir una estrategiademocrática y socialista para Ch ile en las concretas condiciones históricasactuales, lo que interesa recoger del marxismo es la teoría social de larevolución, que elabora mejor que ninguna otra corriente del pensamientopolítico. Segundo: que cuestionamos la proposición de que esa teor ía socialque analiza las condiciones del transito del capitalismo al socialismo y alcomunismo, solamente puede sustentarse validamente basándose en elmaterialismo filosófico.

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Es imposible negar, sin embargo, que en Marx y en muchos de suscontinuadores, el materialismo histórico es inseparable del materialismofilosófico. También es verdad que la tendencia corriente ha sido establecer unarelación de necesidad entre socialismo científico y método dialéctico .

Podría intentar probarse que esas totalizaci ones iniciales que posteriormente,durante la fase de decadencia teórica que se inicia con Stalin, se consolidarony reprodujeron, se explican por condicionamientos históricos. Marx aborda suproyecto intelectual, pensar los fundamentos racionales del soci alismo y delcomunismo dentro de un universo intelectual marcado por determinadasinfluencias, con ciertas tendencias intelectuales predominantes, con vací os yausencias en el desarrollo del conocimiento. Elabora sus teorías en unmomento especial de la evolución de la filosofía alemana marcado por Hegel;del liberalismo y de la economía política burguesa. En su época existían tresparadigmas principales del conocimiento, la fil osofía especulativa, el métodocientífico empirista de las ciencias naturales, t odavía en los comienzos de suportentoso desarrollo, y el razonamiento analítico abstracto de la economíapolítica.

Todo eso es real. Pero mas decisivo es que actualmente el socialismo queMarx afirmaba, con características idénticas de las originarias ( socializaciónde los medios de producción y socialización del poder) es defendidobasándose en otras premisas filosóficas o desde corrientes culturales influidaspor el marxismo, pero que no comparten ni las concepciones epistemológicasni las tesis de la filosofía de la naturaleza, ni siquiera la totalidad de laexplicación sobre la dinámica del capitalismo.

Eso demuestra que el marxismo es mucho más importante como corrientecultural que plantea la emancipación social, pretendiendo fundamentarlaracionalmente, que como sistema filosófico. La pretensión de que el marxismorepresenta la Ciencia de las ciencias no puede ser asumida como rasgo centraldel proyecto, sino como un momento particular de su proceso de desarrollo.Los intentos de sostener que el marxismo es un saber general porque sumétodo es la base de todo conocimiento u otras tesis emparentadas, están en laraíz del maniqueísmo analítico, del reduccionismo materialista y d e lastendencias endogámicas que asolaron el marxismo e impidieron su dialogocon las modernas corrientes cientí ficas y filosóficas. El gran valor de Gramsciy del marxismo italiano es, precisamente, haber establecido ese dialogo,haciendo de la critica un aprendizaje.

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CONCLUSIONES

Dos son las grandes razones para una secularización de nuestro marxismo. Laprimera tiene relación con el problema de la hegemonía, la segunda con laconexión entre pensamiento dogmático y concepción no democrática delsocialismo.

Como se vera, ambas razones están entre si muy vinculadas. La expresión delmarxismo como un pensamiento estrecho, sectario, con tendenciasinquisitoriales, que acostumbra blandir argumentos de autoridad, habituado aresolver los problemas intelectuales recurriendo a los textos sac ros y ladesilusión respecto al socialismo como democracia de trabajadores, lo que esalgo diferente de Estado-bienestar de los trabajadores, constituyen form idablesobstáculos para una hegemonía, no solo del marxismo, sino de las mismasideas socialistas.

En el momento actual, donde los problemas reales del marxismo y delsocialismo son aumentados y distorsionados por una propaganda persistente,la preservación y el desarrollo de las ideas emancipadoras que el marxis moencarna requieren una lucha constante c ontra las versiones dogmáticas, que loestrechan y empequeñecen.

La situación genera fácilmente reflejos defensivos que favorecen elpensamiento autoritario, aquel que se niega a su propia critica, a causa de laexasperación producida por las críticas distorsionadas. Esa sensación deamenaza no es, en ningún caso, ilusoria. El marxismo no sólo es falsifica do,además es perseguido.

Sin embargo, no se debe reaccionar como defensores de guarnición sitiada. Lamagnitud de los ataques, la fanfarria con que se propagan como si fuesenverdades luminosas, hacen germinar las defensas instintivas y desesperadas,inflamadas de una suerte de chovinismo. La menor autoc rítica tiende aconsiderase un ataque a mansalva, porque viene de las propias filas. Se tiendea justificar al bulto, a. pasar por alto en el discurso publico de lo que se aceptaen el privado, se hacen concesiones para no favorecer a quienes falsifican yencarcelan.

Se deben evitar esas tentaciones “pseudopatrióticas”. El pensamiento marxistasolamente avanza cuando se analiza a si mismo con el rigor con quedisecciona las ideologías burguesas.

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