Democracia Antigua y Moderna a. de Benoist

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1 DEMOCRACIA ANTIGUA Y "DEMOCRACIA" MODERNA Alain de Benoist [Traducción de C. G.] "Los defensores de todo tipo de régimen gustan decir que el suyo es una democracia" escribió George Orwell (1). Este no parece ser un fenómeno reciente. Guizot remarcaba en 1849: "tan poderoso es el atractivo de la palabra democracia, que ningún gobierno o partido desea existir sin inscribir esta palabra en su bandera." (2) Esto es mas cierto hoy que antes. No todos son demócratas, pero todos pretenden serlo. No existe ninguna dictadura que no se considere como una democracia. Los antiguos países comunistas del Este de Europa no solo se describían como democráticos, según sus constituciones; (3) sino que se presentaban como las únicas democracias reales frente a los democracias "formales" de Occidente. La casi unanimidad del uso de la palabra democracia da un contenido moral y casi religioso a la noción de democracia, que impide cualquier discusión. Muchos autores han reconocido este problema. Así, T.S. Eliot declaro en 1939: "Cuando una palabra adquiere un carácter universalmente sagrado . . . como hoy lo tiene la palabra democracia, yo comienzo a preguntar, si, por todo lo que intenta significar, aún significa algo?" (4) Bertrand de Jouvenel fue mas explícito: "la discusión sobre la democracia, los argumentos a su favor o en su contra, muestran frecuente un grado de vacío intelectual, porque no esta claro sobre lo que se discute." (5) Giovanni Sartori agrego en 1962: "La democracia podría ser definida como un nombre grandilocuente para algo que no existe." (6) Julien Freund decía, en un tono similar: "Declararse demócrata significa poco, porque uno puede ser un demócrata en una forma contradictoria: ya sea en la forma de los norteamericanos y los ingleses, o como los comunistas congoleños, cubanos y del Este de Europa. Es perfectamente natural que bajo tales circunstancias yo rechace ser un demócrata, porque mi vecino podría ser un simpatizante de las dictaduras mientras que invoca para si la palabra democracia" (7) Así podemos ver que la propagación universal del termino democracia no contribuye mucho a la clarificación del significado de la democracia. Por lo que, indudablemente, necesitamos ir mas allá. La primera idea que necesita ser abandonada, una idea aún mantenida por algunos, es que la democracia es un producto especifico de la era

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    DEMOCRACIA ANTIGUA Y "DEMOCRACIA" MODERNA Alain de Benoist [Traduccin de C. G.] "Los defensores de todo tipo de rgimen gustan decir que el suyo es

    una democracia" escribi George Orwell (1). Este no parece ser un fenmeno reciente. Guizot remarcaba en 1849: "tan poderoso es el atractivo de la palabra democracia, que ningn gobierno o partido desea existir sin inscribir esta palabra en su bandera." (2) Esto es mas cierto hoy que antes. No todos son demcratas, pero todos pretenden serlo. No existe ninguna dictadura que no se considere como una democracia. Los antiguos pases comunistas del Este de Europa no solo se describan como democrticos, segn sus constituciones; (3) sino que se presentaban como las nicas democracias reales frente a los democracias "formales" de Occidente.

    La casi unanimidad del uso de la palabra democracia da un contenido moral y casi rel igioso a la nocin de democracia, que impide cualquier discusin. Muchos autores han reconocido este problema. As, T.S. Eliot declaro en 1939: "Cuando una palabra adquiere un carcter universalmente sagrado . . . como hoy lo t iene la palabra democracia, yo comienzo a preguntar, si, por todo lo que intenta signif icar, an signif ica algo?" (4) Bertrand de Jouvenel fue mas explcito: "la discusin sobre la democracia, los argumentos a su favor o en su contra, muestran frecuente un grado de vaco intelectual, porque no esta claro sobre lo que se discute." (5) Giovanni Sartori agrego en 1962: "La democracia podra ser definida como un nombre grandilocuente para algo que no existe." (6) Julien Freund deca, en un tono similar: "Declararse demcrata signif ica poco, porque uno puede ser un demcrata en una forma contradictoria: ya sea en la forma de los norteamericanos y los ingleses, o como los comunistas congoleos, cubanos y del Este de Europa. Es perfectamente natural que bajo tales circunstancias yo rechace ser un demcrata, porque mi vecino podra ser un simpatizante de las dictaduras mientras que invoca para si la palabra democracia" (7)

    As podemos ver que la propagacin universal del termino democracia

    no contribuye mucho a la clarif icacin del signif icado de la democracia. Por lo que, indudablemente, necesitamos ir mas all.

    La primera idea que necesita ser abandonada, una idea an mantenida por algunos, es que la democracia es un producto especif ico de la era

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    moderna, y que la democracia corresponde a un "estadio superior" en la historia de los regmenes polt icos. (8) Eso no parece substanciado por los hechos. La democracia ni es mas "moderna" o "evolucionada" que otras formas de gobierno. Gobiernos con tendencias democrticas han existido a lo largo de la historia. Notamos que la perspectiva l ineal usada en ese tipo de anlisis puede ser particularmente engaosa. La idea del progreso, cuando es aplicada a un rgimen polt ico, parece vaca de signif icado. Si uno subscribe ese tipo de razonamiento l ineal, es fcil avanzar el argumento del carcter "auto-evidente" de la democracia, que segn los l iberales, aparece "espontneamente" en el plano polt ico as como el mercado coincide "espontneamente" con la lgica de la oferta y la demanda. Jean Baechler nota: "Si aceptamos la hiptesis de que los hombres, como especie animal, aspiran espontneamente a un rgimen democrtico que les promete seguridad, prosperidad y l ibertad, debemos tambin concluir que en el momento en que esos requisitos hayan sido cumplidos, la experiencia democrtica emerge automticamente, sin necesitar siquiera el marco de las ideas." (9)

    Cuales son exactamente esos "requisitos" que producen democracia en la misma forma que el fuego causa el calor? Ellos deben ser sujetos a un cuidadoso examen.

    A diferencia de Oriente, el despotismo absoluto ha sido siempre raro en Europa. Ya fuese en la Roma antigua o en la I l ada de Homero, en la India vedica, o entre los hit i tas, uno puede observar la existencia de asambleas populares, mil i tares o civi les. Usualmente, en las sociedades indoeuropeas los reyes eran electos; de hecho, todas las antiguas monarquas fueron, en primer lugar, monarquas electivas. Tcito relata que entre los germanos, los jefes eran elegidos tomando en cuenta su valor, y los reyes segn su origen noble (reges ex nobil i tate duces ex virtute sumunt). En Francia, por ejemplo, la corona fue tanto electiva como hereditaria. Fue solo con Pipino el Breve que el Rey fue elegido dentro de la misma famil ia, y solo fue despus de Hugo Capeto que el principio de primogenitura fue adoptado. En Escandinavia, el Rey era electo por una asamblea provincial; y esa eleccin tenia que ser confirmada por las otras asambleas nacionales.

    Entre los pueblos germnicos la practica del "escudamiento" o alzar al nuevo rey en los escudos de sus soldados, estaba muy extendida. (10) El sacro emperador romano tambin era elegido y no debe ser negada la importancia de los electores de prncipes en la historia de Alemania. Fue solo con el comienzo del siglo doce que en Europa la monarqua electiva dio lugar a la monarqua hereditaria. Hasta la Revolucin Francesa, los reyes gobernaron con la ayuda de parlamentos que posean considerables poderes ejecutivos. En casi todas las comunidades europeas era el status de hombre l ibre que confera derechos polt icos al ciudadano. Los "ciudadanos" eran miembros constitutivos de comunas populares l ibres, que, entre otras cosas, posean sus propias constituciones municipales, y los gobernantes

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    soberanos eran rodeados por consejos en el proceso de decisin. Es ms, la influencia de la ley de la costumbre en la practica judicial era un ndice de la "participacin" popular en la definicin de las leyes. En pocas palabras, no se puede decir que las viejas monarquas europeas estuvieran exentas de legit imidad popular.

    El parlamento mas antiguo en Europa, el althing, la asamblea federal de Islandia, cuyos miembros se reunan anualmente en el paraje inspirador de Thingvell ir, apareci en el 930 D.C. Adam von Bremen escribi en 1076: "Ellos no tienen rey, solo las leyes." El thing o parlamento local, designaba tanto una locacin como a la asamblea donde los hombres l ibres con iguales derechos polt icos se reunan en una fecha fi ja para legislar e impartir justicia.(11) En Islandia, los hombres l ibres disfrutaban de dos privi legios inalienables: el derecho a portar armas y a tener una plaza en el thing. "Los islandeses," escribe Frederick Durand "crearon y experimentaron lo que podramos l lamar en una analoga sugestiva pero incierta una Hellas nrdica, es decir, una comunidad de hombres l ibres que participaban activamente en los asuntos de su comunidad. Esas comunidades eran bien cult ivadas y productivas intelectualmente, y, adems, estaban unidas por lazos basados en la estima y el respeto." (12)

    "La democracia escandinava es muy antigua y podemos trazar sus orgenes a la era vikinga", observa Maurice Gravier.(13) En todo el norte de Europa esta tradicin "democrtica" estuvo arraigada en un fuerte sentimiento comunitario, en una propensin a "vivir juntos" (zusammenleben), que constantemente postulo la primaca del inters comn por encima del individual. Tal democracia, tpicamente, inclua una cierta estructura jerrquica, que explica porque deberamos describir la mejor como una "aristo-democracia." Esta tradicin, basada tambin en el concepto de asistencia mutua y en un sentido de responsabil idad comn, permanece viva en muchos pases hoy, por ejemplo, en Suiza.

    La creencia en que el pueblo era originalmente el poseedor del poder fue comn a lo largo de la Edad Media. Mientras el clero se l imito a la proclamacin del omnis potestas a Deo , otros tericos argumentaron que el poder poda emanar de Dios solo por medio de la intercesin del pueblo. La creencia en el "poder de derecho divino" debe ser vista, por consiguiente, en una forma indirecta, y no excluyente de la realidad del pueblo. As, Marsil io de Padua no dejo de proclamar el concepto de soberana popular; y l lo hizo as para defender la supremaca del emperador (en aquel t iempo, Ludwig de Bavaria) por encima de la Iglesia. La idea de relacionar el principio del pueblo con sus l ideres fue enfatizada en la formula populus et proceres (el pueblo y los nobles), que aparece frecuentemente en los textos antiguos.

    Aqu debemos recordar las tendencias democrticas evidentes en la antigua Roma,(14) las repblicas de la Ital ia medieval, las comunas francesas y f lamencas, las municipalidades hanseticas y los cantones l ibres suizos. Notemos tambin el antiguo boerenvri jheid ( l ibertades

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    campesinas) que prevaleci en las provincias fr isonas medievales y cuyo equivalente poda ser encontrado a lo largo del Mar del Norte, en los Pases bajos, en Flandes, Escandinavia, Alemania, Austria y Suiza. Finalmente, es necesario mencionar la existencia de importantes movimientos comunales basados en estructuras corporativas l ibres, cuya funcin era proporcionar ayuda mutua y proseguir ciertos objetivos econmicos y polt icos. A veces esos movimientos chocaban con el Rey y la Iglesia, siendo apoyados por la creciente burguesa. Otras veces, sin embargo, los movimientos comunales apoyaban a la monarqua en su lucha contra los seores feudales, contribuyendo as al avance de la burguesa mercanti l . (15)

    En realidad, la mayora de los regmenes polt icos a lo largo de la historia pueden ser calif icados como mixtos. "Todas las antiguas democracias," escribe Franois Perroux, "estuvieron gobernadas por una aristocracia de facto o de jure, a menos que estuviesen gobernadas por un principio monrquico."(16) Segn Aristteles, la constitucin de Solon era oligrquica por su Areopago, aristocrtica por sus magistrados y democrtica por la composicin de sus tribunales. Combinaba las ventajas de cada tipo de gobierno. Igualmente, Polibio argumenta que Roma fue, en vista del poder de sus cnsules, una monarqua electiva; respecto a los poderes del Senado, una aristocracia; y por los derechos el pueblo, una democracia. Cicero, en su De la Republica, avanza un argumento parecido. La Monarqua no necesita excluir a la democracia, como lo muestra el ejemplo de las monarquas constitucionales y parlamentarias contemporneas de hoy. Despus de todo, fue la monarqua francesa que en 1789 convoc los Estados Generales. "La democracia en el mas amplio sentido," observo el Papa Pio XII, "puede ser realizada tanto en las monarquas como en las repblicas." (17)

    La experiencia de los t iempos modernos demuestra que ni el gobierno ni las instituciones necesitan jugar un papel decisivo en la conformacin de la vida social. Tipos comparables de gobierno pueden enmascarar t ipos diferentes de sociedades, mientras que formas diferentes de gobierno pueden cubrir realidades sociales idnticas. (Las sociedades occidentales t ienen hoy una estructura extremadamente homognea, a pesar de que sus instituciones y constituciones manifiestan diferencias sustanciales).

    As que ahora la tarea de dar definicin a la democracia parece incluso mas difci l . El acercamiento etimolgico t iene sus l imitaciones. Segn su signif icado original, la democracia signif ica "el poder del pueblo." Sin embargo, este poder puede ser interpretado en formas diferentes. El acercamiento mas razonable, por consiguiente, parece ser el acercamiento histrico, que explica a la democracia "genuina" como el primero de todos los sistemas polt icos del que los pueblos antiguos inventaron tanto su definicin como su manifestacin real.

    El termino de democracia no apareci en el pensamiento polt ico moderno hasta el siglo dieciocho. Incluso su mencin fue espordica, asociada frecuentemente con una connotacin negativa. Antes de la

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    Revolucin Francesa, la mayora de los mas "avanzados" f i lsofos fantaseaban sobre regmenes mixtos que combinaban las ventajas de una monarqua "i lustrada" y de la representacin popular. Montesquieu reconoci que un pueblo poda tener el derecho a controlar, pero no a gobernar. Ninguna constitucin revolucionaria declaro haber sido inspirada por principios "democrticos." Robespierre fue, de hecho, una rara persona en aquella poca, porque al f inal de su mandato, explcitamente menciono a la democracia (lo que no contribuyo, sin embargo, al fortalecimiento de su popularidad en los aos futuros), un rgimen que l defini como una forma representativa de gobierno, es decir: "Un estado en el que el pueblo soberano, guiado por las leyes que son de su propia autoria, hace por si mismo lo que puede hacer bien, y por medio de sus delegados todo lo que no puede hacer por si mismo." (18)

    Fue en los Estados Unidos que la palabra democracia se difundi por primera vez, notablemente, cuando la nocin de "repblica" era enfrentada a la nocin de "democracia." Su uso se volvi comn a comienzos del siglo diecinueve, especialmente con el advenimiento de la democracia Jacksoniana y el establecimiento del Partido Demcrata. La palabra, entonces, volvi a cruzar el Atlntico otra vez y se implanto fuertemente en Europa, a beneficio de los debates constitucionalistas que ocurrieron en la primera mitad del siglo diecinueve. El l ibro de Tocquevil le "Democracia en Amrica", cuyo xito fue considerable, hizo del termino una palabra popular.

    La influencia del legado de la antigua democracia era bastante dbil, pese a las numerosas citaciones, que, inspiradas por la Antigedad, adornaron el discurso polt ico y f i losfico del siglo dieciocho. Los f i lsofos parecan mas obsesionados con el ejemplo de Esparta que con el de Atenas. El debate de "Esparta contra Atenas", frecuentemente distorsionado por la parcialidad y la ignorancia, enfrento a los partisanos del igualitarismo autoritario contra los dogmas del l iberalismo moderado.(19) Rousseau, por ejemplo, que abominaba de Atenas, expreso sentimientos que eran rigurosamente pro-espartanos. En sus ojos, Esparta fue en primer lugar la ciudad de los iguales (hmoioi). A diferencia, Camille Desmoulins crit ico a Esparta, para denunciar su igualitarismo excesivo. l ataco al girondino Brissot, ese pro-Lycurgo, "que hizo a sus ciudadanos iguales como un tornado nivela a todo aquello que destruye." Este t ipo de discurso, despus de todo, era algo vaco. El culto de la Antigedad fue mantenido principalmente como una metfora de regeneracin social, como es ejemplif icado por las palabras de Saint Just en la Convencin: "El mundo ha estado vaco desde la cada de los Romanos; solo su memoria puede l lenarlo y augurar la l ibertad." (20)

    Si deseamos continuar con nuestro estudio de la democracia "genuina", debemos regresar otra vez a la democracia griega que a aquellos regmenes que el mundo contemporneo designa con esa palabra.

    La comparacin entre democracias antiguas y modernas ha devenido

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    en un ejercicio acadmico.(21) Se enfatiza generalmente que las primeras eran democracias directas, mientras que las segundas (debido a lo amplio de los territorios y las poblaciones) son democracias representativas. Por otro lado, se nos recuerda frecuentemente que los esclavos eran excluidos de la democracia ateniense, as que, pretendidamente, la idea que emergi de Atenas no era tan democrtica, despus de todo. Esas dos afirmaciones son bastante l imitadas.

    Afinada por la evolucin social y polt ica del siglo seis a.C., as como tambin por las reformas de Soln, la democracia ateniense inicio su trayectoria con las reformas de Clstenes, que regreso de su exil io en el 508 a.C. Establecida firmemente en el 460 a.C., continuo existiendo por los prximos ciento cincuenta aos. Pericles, que sucedi a Efialtes en el 461 a.C., dio una extraordinaria reputacin a la democracia, lo que no evito que l ejerciera, por mas de treinta aos, una autoridad casi monrquica sobre la ciudad. (22)

    Para los griegos, la democracia era definida (23) por su relacin con los otros dos sistemas: t irana y aristocracia. La democracia presupona tres condiciones: isonoma (igualdad ante la ley); isotimia (igualdad en derecho a acceder a todos los puestos pblicos); e isegoria (l ibertad de expresin). Esto era la democracia directa, conocida tambin como democracia "cara a cara", en tanto que se permita participar a todos los ciudadanos en la ekklesa o Asamblea. Las deliberaciones eran preparadas por el boul (Consejo), aunque era la asamblea popular la que dictaba los decretos. La asamblea popular nominaba los embajadores; decida sobre los temas de la guerra y la paz; preparaba expediciones mil i tares o l levaba al f in de las hosti l idades; investigaba el desempeo de los magistrados; hacia decretos; ratif icaba leyes; daba o quitaba derechos de ciudadana; y deliberaba sobre los asuntos de la seguridad de Atenas. En resumen, como escribe Jacqueline de Romilly: "el pueblo gobernaba, en vez de ser gobernado por individuos elegidos." Ella cita el texto del juramento dado a los atenienses: "Matar cualquier palabra, accin, voto o mano que intente destruir a la democracia .... Y cualquier otra persona que lo mate la tendr en alta estima ante los dioses y los poderes divinos, porque l ha matado a un enemigo publico." (24)

    La Democracia en Atenas signif icaba en primer lugar una comunidad de ciudadanos, es decir, una comunidad popular reunida en la ekklesa. Los ciudadanos eran clasif icados segn su pertenencia a un deme, una cualidad que tuvo una signif icancia territorial, social y administrativa. El termino demos, que es de origen drico, designa a aquellos que viven en un territorio particular, y el territorio constituye tanto el lugar de origen como el determinante del estatus cvico. (25) El demos y el ethnos coinciden: la democracia no poda ser concebida en relacin al individuo, sino solo en relacin a la polis, es decir, a la ciudad en su capacidad de comunidad organizada. Los esclavos no eran excluidos del voto porque fuesen esclavos, sino porque no eran ciudadanos. Esto nos podr parecer chocante

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    hoy, cuando la democracia incluso ha dado el derecho al voto a los no-ciudadanos. (26)

    Las nociones de ciudadana, l ibertad o igualdad de derechos polt icos, as como tambin de soberana popular, estaban ntimamente relacionadas. El elemento mas esencial en la determinacin de la nocin de ciudadana era el origen y la herencia de la persona. Pericles era el "hi jo de Xantifos del deme de Cholargo." Uno tenia que nacer de una madre y de un padre ateniense para ser ciudadano. Definido por su herencia, el ciudadano (poltes) es diferente del idites, el no-ciudadano, una designacin que pronto tomo un signif icado peyorativo (de la nocin del individuo desarraigado naci la nocin de "idiota"). La ciudadana era as una funcin derivada del status, que era el fruto exclusivo del nacimiento. Ser un ciudadano signif icaba, en el mas amplio sentido de la palabra, tener una patria, es decir, tener una patria y una historia. Uno nace ateniense, no se convierte en uno (excepto las raras excepciones). Adems, la tradicin ateniense desaconsejaba los matrimonios mixtos. La igualdad polt ica, establecida por la ley, se fundamentaba tambin en los orgenes tnicos comunes compartidos por todos. Solo el origen confera la politeia individual. (27)

    La Democracia se basaba en el concepto del ciudadano autctono, que relacionaba ntimamente su ejercicio a los orgenes de aquellos que lo ejercieron antes que l. Los atenienses del siglo quinto se referan a si mismos como "el pueblo autctono de la Gran Atenas," y fue ese mito fundacional que ellos colocaban los pilares de su democracia. (28)

    En griego, as como tambin en latn, la l ibertad proceda del origen de la persona. El hombre l ibre *(e)leuderos (eleteros en griego) es, principalmente, quien pertenece a cierto "l inaje" (en latn la palabra l iberi esta relacionada con "hijos"). "Nacer de un buen l inaje es ser l ibre," escribe Emile Benveniste. (29) Igualmente en el idioma alemn, el parentesco entre las palabras frei, " l ibre" y Freund, "amigo", indica que en el comienzo, la l ibertad sanciono una relacin mutua. La raz indoeuropea *leudh-, de la que deriva simultneamente el l iber latino y el griego eleteros, tambin sirvi para designar al "pueblo" en el sentido de grupo nacional (por ejemplo, el antiguo eslavonico l jud; el alemn Leute; que signif ican "pueblo" y derivan de una raz que evoca la idea de "crecimiento y desarrollo").

    El signif icado original de la palabra "l ibertad" no sugiere una "l iberacin", en la forma de una emancipacin individual de la comunidad. En cambio, implica una herencia, que es lo nico que puede dar l ibertad. As cuando los griegos hablaban de l ibertad, no tenan en mente el derecho a romper con las obligaciones con su ciudad o el derecho a l ibrarse de los l imites a los que cada ciudadano estaba l igado. Mas bien, lo que ellos tenan en mente era el derecho, aunque tambin la capacidad polt ica, garantizada por la ley, a participar en la vida de la ciudad, al voto en la asamblea, a elegir magistrados, etc. La l ibertad no legit imaba la secesin; en cambio, sancionaba lo opuesto: el lazo que una a la persona a su

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    ciudad. Esta no era una l ibertad-autonoma, sino una l ibertad para participar; no signif icaba un medio para alejarse de la comunidad, sino que era practicado solamente en el marco de la comunidad. La l ibertad signif icaba adhesin. La "l ibertad" de un individuo sin herencia, es decir, de un individuo desarraigado, estaba completamente exenta de signif icado.

    Si asumimos que la l ibertad estaba l igada directamente a la nocin de democracia, entonces debemos decir que la l ibertad signif ico en primer lugar la l ibertad del pueblo, de la cual subsecuentemente procede la l ibertad de los ciudadanos. En otras palabras, solo la l ibertad del pueblo (o de la ciudad) puede permitir la igualdad de derechos polt icos e individuales, es decir, de los derechos disfrutados por los individuos en su capacidad de ciudadanos. La l ibertad presupone independencia como primera condicin. El Hombre vive en sociedad, y como consecuencia, la l ibertad individual no puede existir sin la l ibertad colectiva. Entre los griegos, los individuos eran l ibres porque su ciudad lo era tambin.

    Cuando Aristteles define al Hombre como un "animal polt ico," como un ser social, cuando l afirma que la ciudad precede al individuo y que solo dentro de la sociedad puede el individuo lograr su potencial (Polt ica, 1253a 1920), l tambin sugiere que el Hombre no debe ser l ibrado de su papel de ciudadano, de persona que vive en el marco de una comunidad organizada, de una polis o de una civitas. Las ideas de Aristteles se enfrentan al concepto del l iberalismo moderno, en el que el individuo precede a la comunidad, y en el que el hombre, en su capacidad de individuo autosuficiente, es algo mas que un ciudadano. (30)

    Por ende, en una "comunidad de hombres l ibres," los intereses individuales nunca deben prevalecer sobre los intereses comunes. "Todas las constituciones cuyos objetivos son el inters comn estn de acuerdo con la justicia absoluta. A diferencia de aquellas cuyo objetivo es el inters personal de los gobernantes, las cuales t ienen a ser errneas," escribe Aristteles en Polt ica (1279a 17sq). A diferencia de lo que podemos ver, por ejemplo, en los trabajos de Eurpides, la ciudad en las tragedias de Esquilo, es descrita regularmente como una entidad comunal. "Este sentido de comunidad", agrega Moses I. Finley, "fort i f icado por la religin estatal, los mitos y las tradiciones, fue el origen esencial del xito de la democracia ateniense." (31)

    Agrega Finley que en Grecia, "la l ibertad signif icaba la supremaca de la ley y la participacin en el proceso de toma de decisiones y no necesariamente el disfrute de derechos inalienables." (32) La ley estaba identif icada con el espritu de la ciudad. "Obedecer la ley signif icaba seguir la voluntad de la comunidad," observa Paul Veyne. (33) Como escribi Cicern, solo la l ibertad puede abrir el camino a la legalidad: "Legumservi sumus ut l iberi esse possimus" ("Somos sirvientes de la ley para poder ser l ibres," Oratio pro Cluentio, 53.)

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    Aristteles t iene xito en no enfatizar el factor de igualdad, al mostrar que la l ibertad es el principio fundamental de la democracia (Polt ica, VII, 1). Para los griegos la igualdad fue solo un medio para la democracia, aunque era uno importante. La igualdad polt ica, sin embargo, emanaba de la ciudadana, es decir, de la pertenencia a un pueblo particular. De esto provena que los miembros de un mismo pueblo (de la misma ciudad), independiente de sus diferencias, compartan el deseo de ser ciudadanos en la misma manera. Esta igualdad de derechos no reflejaba una creencia en la igualdad natural. La igualdad en derecho de todos los ciudadanos a participar en la asamblea no signif icaba que ellos fuesen por naturaleza iguales, sino en cambio, que ellos derivan de su herencia comn una capacidad en comn para ejercer el derecho al sufragio, que es privi legio nicamente de los ciudadanos. De hecho, no es una igualdad universal, ya que se restringe a los miembros de un pueblo particular. Como el medio apropiado a esta tchne, la igualdad permanece exterior al hombre. Este proceso, en tanto que representa la consecuencia lgica de la herencia comn, es tambin la condicin para la participacin comn. En el punto de vista de los antiguos griegos era considerado natural que todos los ciudadanos estuviesen asociados con la vida polt ica no por virtud de sus derechos universales, sino por el hecho de su ciudadana comn. As, la nocin crucial no era la igualdad sino la ciudadana. La democracia griega fue la forma de gobierno en la que cada ciudadano vio su l ibertad como fundamentada firmemente en una igualdad que le confera el derecho a l ibertades cvicas y polt icas.

    El estudio de la democracia antigua ha provocado visiones divergentes en numerosos autores contemporneos. Para algunos, la democracia ateniense es un ejemplo admirable de responsabil idad cvica (Francesco Nitt i); para otros evoca el campo de los partidos polt icos "activistas" (Paul Veyne); para otros, la democracia antigua es esencialmente totalitaria (Giovanni Sartori). (34) En general, todos parecen coincidir que la diferencia entre la democracia antigua y la moderna es considerable. Curiosamente, es la democracia moderna la que es usada como criterio para evaluar la consistencia democrtica de la primera. Este t ipo de razonamiento es perverso. Como hemos observado, fue solo recientemente que esos gobiernos nacionales modernos que se l laman "democracias" empezaron a identif icarse con esa palabra. Irnicamente, despus que los observadores terminan de investigar sobre la democracia antigua y realizan que es diferente de la democracia moderna, l legan a la conclusin que la democracia antigua era "menos democrtica" que la democracia moderna. Pero, en realidad, porque no procedemos desde un razonamiento inverso, mas cercano a los hechos histricos? Debe ser reiterado que la democracia naci en Atenas en el siglo quinto a.C. Por consiguiente, es la democracia ateniense (indiferentemente de nuestros juicios sobre ella) quien debe ser usada como un ejemplo de un tipo "genuino" de democracia frente al cual las dems deben ser comparadas para saber si son o no democracias reales. En vista de que los regmenes democrticos contemporneos

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    dif ieren de la democracia ateniense, debemos asumir entonces que son distintos de cualquier democracia. Podemos ver como esto molesta a la mayora de nuestros contemporneos. En tanto que hoy todos presumen de ser demcratas perfectos, y debido al hecho de que la democracia griega no se parece en nada de aquello frente a nuestros ojos, es natural que acusen a los griegos de ser "menos democrticos"! As l legamos a la paradoja de que la democracia griega, en la que el pueblo participaba diariamente en el ejercicio del poder, es descalif icada porque no coincide con el concepto de la democracia moderna, donde el pueblo, participa solo indirectamente en la vida polt ica.

    No debera haber duda de que las democracias antiguas y las "democracias" modernas son sistemas enteramente distintos unos de otros. Incluso los paralelos que son realizados entre ellas son engaosos. Solo t ienen en comn el nombre, porque ambas han resultado de procesos histricos completamente diferentes.

    Cual es la diferencia entre ambas? Seria equivocado asumir que su diferencia esta relacionada con la naturaleza "directa" o "indirecta" del proceso de toma de decisiones. La diferencia entre ellas, esta en que cada una tenia un concepto diferente del hombre y del mundo, as como tambin una visin diferente del lazo social . La democracia de la Antigedad era comunitarista y "holista"; mientras que la democracia moderna es principalmente individualista. La democracia antigua defini la ciudadana segn el origen del hombre (reconociendo as las distinciones entre pueblos), y le daba la oportunidad de participar en la vida de la ciudad. La democracia moderna organiza individuos atomizados de cualquier origen en ciudadanos vistos por medio del prisma del igualitarismo abstracto. La democracia antigua estuvo basada en la idea de la comunidad orgnica; la democracia moderna, heredera en ese aspecto del Cristianismo y de la f i losofa de la I lustracin, en el individuo. En ambas, el signif icado de las palabras "ciudad", "pueblo," "nacin", es completamente distinto.

    Por consiguiente, argumentar, dentro de este contexto, que la democracia griega fue una democracia directa solo porque abarc un numero l imitado de ciudadanos es una respuesta insatisfactoria. La democracia directa no necesita ser asociada con un numero l imitado de ciudadanos. Esta relacionada principalmente con un pueblo relativamente homogneo que es consciente de lo que le hace ser un pueblo distinto de los dems. El funcionamiento efectivo de las democracias griega e islandesa fue el resultado de la cohesin cultural y del claro sentido de compartir una herencia comn. Mientras mas cerca estn los miembros de una comunidad los unos a otros, es mas probable que tengan sentimientos comunes, valores idnticos, y la misma forma de ver el mundo, y es mas fcil para ellos tomar decisiones colectivas sin necesidad de la ayuda de mediadores.

    A diferencia, las sociedades modernas, al haber dejado de ser lugares de signif icado colectivo, requieren una multitud de intermediarios para

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    existir. Las aspiraciones que aparecen en este t ipo de democracia nacen de sistemas de valores contradictorios y que ya no son reconcil iables con decisiones unif icadas. Desde la poca de Benjamin Constant (y su ensayo De la l ibertad de los antiguos comparada con la de los modernos, de 1819), hemos podido medir en qu magnitud la nocin de l ibertad ha cambiado bajo el impacto de las ideologas individualistas. Por consiguiente, un retorno al concepto griego de democracia no signif ica nutrir la esperanza vaca de una transparencia social "cara a cara." Mas bien, signif ica reapropiarnos, y adaptar al mundo moderno, los conceptos de pueblo y comunidad, conceptos necesarios que han sido eclipsados por dos mil aos de igualitarismo, racionalismo y de exaltacin del individuo desarraigado. NOTAS 1. George Orwel l , Se lected Essays (Bal t imore: Johns Hopkins Univers i ty Press, 1957), p . 149. 2 . Franois Guizot , De la dmocrat ie en France (Par is : Masson, 1849), p . 9 . 3 . Georges Burdeau observa que juzgadas por sus apar ienc ias, y segn su organizac in centra l , las inst i tuc iones de la Unin Sovit ica son parec idas a aquel las de Estados Unidos, y segn su s is tema de gobierno la Unin Sovit ica es parec ida a Ing la terra . La dmocrat ie (Par is : Seui l , 1966), p . 141. 4 . T .S. E l io t , The Idea of a Chr is t ian Society (London: Faber & Faber, 1939). 5 . Ber t rand de Jouvenel , Du pouvoir (Geneva : Cheval a i l 1945), p . 411. 6 . Giovanni Sar tor i , Democrat ic Theory (Westpor t , CT: Greenwood, 1962), p . 3 . 7 . "Les dmocrates ombrageux," Contrepoint (December 1976), p . 111. 8 . Otros autores sost ienen la op in in opuesta. Para Schle iermacher, la democrac ia es una forma pol t ica "pr imi t iva" f rente a la monarqua, que se p iensa que corresponde a las demandas del estado moderno. 9 . "Le pouvoir des ides en dmocrat ie ,"Pouvoir (May 1983), p . 145. 10. De forma s ign i f icat iva, fue con e l comienzo de una invest igac in sobre los or genes de la monarqua f rancesa que la nobleza, ba jo Lu is XIV, comenz a cuest ionar los pr inc ip ios de la monarqua. 11. La pa labra " th ing" que des igno a l par lamento, der iva de la pa labra germnica que connotaba or ig ina lmente " todo lo que es agrupado junto." La misma palabra d io nac imiento a la ing lesa " th ing" (cosa) y a l a lemn "d ing" , que t iene e l mismo s ign i f icado. Parece que esta pa labra des igno a la asamblea donde eran d iscut idos los asuntos pbl icos, los asuntos de natura leza genera l y f ina lmente las "cosas" . 12. "Les fondements de l ' tat l ib re d ' Ice lande: t ro is s ic les de dmocrat ie mdivale," en Nouvel le Ecole 25-26 (Otoo 197475), pp. 6873. 13. Les Scandinaves (Par is : L id is [Brepols ] , 1984), p . 613. 14. Cf . P.M. Mart in , L ' ide de royaut . . . Rome. De la Rome royale au consensus rpubl ica in (C lermont-Ferrand: Adosa, 1983) . 15. Aqu , la "democrac ia" como en e l caso de las l iber tades campesinas, ya inc lu a demandas soc ia les, aunque no la " lucha de c lases" (un concepto ignorado por la democrac ia ant igua) . En la Edad Media e l propsi to de ta les demandas fue dar voz a aquel los que eran exc lu idos de l poder. Pero a menudo suceda que la "democrac ia" poda ser usada contra e l pueblo. En la F lorenc ia medieval , e l conf l ic to soc ia l entre e l "popolo grosso" y e l "popolo minuto" fue par t icu larmente brusco. Sobre esto escr ibe Francesco Ni t t i : " la razn del porque la c lase obrera de F lorenc ia se mostr t ib ia en su defensa de su l iber tad y a l contrar io , s impat izo con la Casa de los Medic is fue porque estaba opuesta a la democrac ia , que e l los vean como un concepto de la burguesa r ica." Francesco Ni t t i , La dmocrat ie , vo l . 1 (Par is : Fe l ix A lcan, 1933), p . 57.) 16. Esta op in in es compart ida por la mayora de los estud iosos de las democrac ias ant iguas. As , V ic tor Ehrenberg ve en la democrac ia gr iega una " forma de ar is tocrac ia a largada." V ic tor Ehrenberg, L ta t grec (Par is : Maspro, 1976), p . 94. 17. Mensaje de Navidad de Po XI I , 1944 : h t tp : / /www.ewtn.com/ l ibrary /PAPALDOC/P12XMAS.HTM 18. M. Robespierre , "On Pol i t ica l Mora l i ty , " speech to the Convent ion, February 5 , 1794: h t tp : / /chnm.gmu.edu/revolut ion/d/413/ 19. En este debate, ver e l ensayo de Luc iano Guerc i , "L iber ta degl i ant ich i e l iber ta de i modern i , " en Sparta , Atene e i `ph i losophes '

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    nel la Franc ia de l Setecento (Naples: Guido, 1979). 20. Cami l le Desmoul ins, d iscurso en la Convencin, 31 de Marzo de 1794. Es s ign i f icat ivo que los demcratas contemporneos parezcan mas inc l inados a favorecer a Atenas. Esparta , a d i ferenc ia , es denunciada por su espr i tu "guerrero." Este cambio de d iscurso merece un anl is is profundo. 21. Por e jemplo, e l ensayo de Moses F in ley, Dmocrat ie ant ique et dmocrat ie moderne (Par is : Payot , 1976), que es tanto un estud io erudi to como un panf le to de gran re levancia contempornea. E l estud io es in t roducido por P ierre V ida l-Naquet , que, entre ot ros errores, a t r ibuye a Ju l ien Freund (ver la nota 7) pos ic iones que son exactamente las opuestas de aquel las mantenidas en la in t roducc in. 22. Para c i tar a Tucydides: "Grac ias a su carcter , lo profundo de su v is in, y su des in ters s in l im i te , Per ic les e jerc i en Atenas una in f luencia considerable . . . En tanto que l deba su prest ig io so lo a medios honestos, l no ten ia que recrear deshonestamente las pas iones populares. . . . En una palabra, la democrac ia daba su nombre; pero en rea l idad, era e l gobierno del pr imer c iudadano" (Guerra de l Peloponneso I I , 65) . 23. Uno de los mejores t rabajos en este tema es e l ensayo de Jacquel ine de Romi l ly Problmes de la dmocrat ie grecque (Par is : Hermann, 1975). 24. Romi l ly , Problmes de la dmocrat ie grecque. 25. La pa labra "dmos" esta opuesta a la pa labra " las," un termino empleado en Grec ia para des ignar a l pueblo, pero con e l s ign i f icado de "comunidad de guerreros." 26. En Francia, e l derecho a l voto fue implementado so lo por fases. En 1791 an se hac ia la d is t inc in entre "c iudadanos act ivos" y "c iudadanos pas ivos." Luego, e l e lectorado fue expandido para inc lu i r a todos los c iudadanos ca l i f icados capaces de pagar un numero mn imo especi f ico de impuestos. Aunque e l sufrag io un iversa l fue proc lamado en 1848, estuvo l imi tado a la poblac in mascul ina hasta 1945. 27. Sobre la evoluc in de esa noc in, ver Pol i te ia dans la pense grecque jusqu Ar is to te (Par is : Bel les Let t res, 1982) de Jacquel ine Bordes. 28. N ico le Loraux in terpreta la noc in aten iense de c iudadana como resul tado de la "per tenencia imaginar ia a un pueblo autctono" (Les enfants d 'Athna. Ides athniennes sur la c i toyennet et la d iv ison des sexes [Par is : Maspro, 1981]) . E l mi to de Er ichtonoio (o Er ic teo) expl ica, de hecho, e l carcter autctono y los or genes de la democrac ia mascul ina, a l mismo t iempo que le da fundamentos inmemor ia les a la ideologa aten iense de la c iudadana. 29. Emi le Benvenis te , Le vocabula i re des inst i tu t ions indo-europennes, vo l . 1 (Par is : Minu i t , 1969), p . 321. 30. Sobre e l t rabajo de Ar is t te les y su re lac in con la const i tuc in aten iense, ver Ar is to t le , H is tory o f Athenian Democracy (Berke ley, CA: Univers i ty o f Cal i forn ia Press, 1962) de James Day y Mort imer Chambers. 31. F in ley, Dmocrat ie ant ique et dmocrat ie moderne, p . 80. 32. F in ley, Dmocrat ie ant ique et dmocrat ie moderne, p . 141. 33. Veyne agrega: "e l l ibera l ismo burgus organiza barcos de cruceros en los que cada pasajero debe hacerse cargo de s i mismo en la mejor manera que pueda, y donde la mis in de la t r ipu lac in es so lo proveer los b ienes y serv ic ios comunes. A d i ferenc ia , la c iudad gr iega era un barco donde los pasajeros const i tu an la t r ipu lac in." Paul Veyne, "Les Grecs ont- i ls connu la dmocrat ie?" D iogne, Octubre-Dic iembre de 1983, p . 9 . 34. Para una cr i t ica l ibera l de la democrac ia gr iega, ver "Les Grecs ont- i ls connu la dmocrat ie?" de Paul Veyne y Democrat ic Theory (ver la nota 6) de Giovanni Sar tor i

    [Extrado por Tomislav Sunic del libro de Alain de Benoist Dmocratie: Le problme (Paris: Le Labyrinthe, 1985)]