Degregori Más Allá de La Toma de Rehenes

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1 Nueva Sociedad Nro. 148 Marzo-Abril 1997, pp. 6-11 Perú. Más allá de la toma de rehenes Carlos lván Degregori Carlos lván Degregori: antropólogo peruano, investigador del IEP, Instituto de Estudios Peruanos, y profesor de la Universidad de San Marcos, Lima. Actualmente es investigador visitante del inter-American Dialogue, Washington, D.C. Palabras clave: MRTA, Fujimori, terrorismo, Perú E l comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que asaltó la residencia del embajador del Japón el 17 de diciembre de 1996, tomó totalmente por sorpresa no sólo a los centenares de invitados que celebraban el onomástico del emperador Akihito, sino a todo el Perú. El año 1996 había sido el año político más complejo desde 1992. En las encuestas de opinión, la popularidad del gobierno de Alberto Fujimori había ido declinando lentamente hasta que en noviembre, por primera vez en seis años, el porcentaje de los que desaprobaban la gestión presidencial superó al de quienes la aprobaban. Es cierto que conservar más de 40% de aceptación después de tantos años constituye un récord no sólo en el Perú sino en cualquier país de América Latina. Sin embargo, también por primera vez en el sexenio, en diciembre el gobierno aparecía claramente a la defensiva. Una recesión económica persistente y una creciente desilusión respecto del modelo económico erosionaban su popularidad 1 . Más aún, en el contexto de crisis económica la confrontación como método para alcanzar sus objetivos comenzaba a resultarle contraproducente. Así, a lo largo del año, la mayoría de la opinión pública tomó consistentemente partido por el alcalde de Lima, Alberto Andrade, en su desigual enfrentamiento con el gobierno central 2 . Por otro lado, un gobierno que no era percibido como corrupto por las mayorías, se vio implicado en el proceso judicial al más importante narcotraficante peruano, apodado «Vaticano», quien acusó a VIadimiro Montesinos, principal asesor presidencial y jefe informal del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), de recibir dinero del narcotráfico. Cuando los ecos 1 En 1994, el PIB creció más de 12%, récord mundial para ese año. En 1995 la cifra bajó a 6% y en 1996 a sólo 2%. Peor aún, ni en el mejor momento el crecimiento llegó a «gotear» lo suficiente hacia los estratos más pobres. 2 El independiente Alberto Andrade asumió la alcaldía de Lima en enero de 1996 después de derrotar en las elecciones municipales a Jaime Yoshiyama, candidato del gobierno y hasta entonces heredero aparente del presidente Fujimori. Desde entonces, el gobierno central se empeñó en recortar las atribuciones de la alcaldía con el fin de asfixiar la gestión del alcalde y eliminarlo como posible rival en las elecciones del año 2000.

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el artículo de Degregori analiza el asalto a la residencia japonesa perpetrado por el MRTA en 1996, intentando dar una explicación contextual que permita la comprensión del acontecimiento. Atiende, entre otros puntos, qué era el MRTA y los impactos de la toma en la sociabilidad y gobernanza peruana.

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  • 1Nueva Sociedad Nro. 148 Marzo-Abril 1997, pp. 6-11

    Per. Ms all de la toma de rehenes

    Carlos lvn Degregori

    Carlos lvn Degregori: antroplogo peruano, investigador del IEP, Instituto de EstudiosPeruanos, y profesor de la Universidad de San Marcos, Lima. Actualmente es investigadorvisitante del inter-American Dialogue, Washington, D.C.

    Palabras clave: MRTA, Fujimori, terrorismo, Per

    El comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que asalt laresidencia del embajador del Japn el 17 de diciembre de 1996, tomtotalmente por sorpresa no slo a los centenares de invitados que celebraban elonomstico del emperador Akihito, sino a todo el Per.

    El ao 1996 haba sido el ao poltico ms complejo desde 1992. En lasencuestas de opinin, la popularidad del gobierno de Alberto Fujimori haba idodeclinando lentamente hasta que en noviembre, por primera vez en seis aos,el porcentaje de los que desaprobaban la gestin presidencial super al dequienes la aprobaban. Es cierto que conservar ms de 40% de aceptacindespus de tantos aos constituye un rcord no slo en el Per sino encualquier pas de Amrica Latina. Sin embargo, tambin por primera vez en elsexenio, en diciembre el gobierno apareca claramente a la defensiva. Unarecesin econmica persistente y una creciente desilusin respecto del modeloeconmico erosionaban su popularidad1.

    Ms an, en el contexto de crisis econmica la confrontacin como mtodo paraalcanzar sus objetivos comenzaba a resultarle contraproducente. As, a lo largodel ao, la mayora de la opinin pblica tom consistentemente partido por elalcalde de Lima, Alberto Andrade, en su desigual enfrentamiento con elgobierno central2. Por otro lado, un gobierno que no era percibido como corruptopor las mayoras, se vio implicado en el proceso judicial al ms importantenarcotraficante peruano, apodado Vaticano, quien acus a VIadimiroMontesinos, principal asesor presidencial y jefe informal del Servicio deInteligencia Nacional (SIN), de recibir dinero del narcotrfico. Cuando los ecos

    1 En 1994, el PIB creci ms de 12%, rcord mundial para ese ao. En 1995 la cifra baj a 6%y en 1996 a slo 2%. Peor an, ni en el mejor momento el crecimiento lleg a gotear losuficiente hacia los estratos ms pobres.2 El independiente Alberto Andrade asumi la alcalda de Lima en enero de 1996 despus dederrotar en las elecciones municipales a Jaime Yoshiyama, candidato del gobierno y hastaentonces heredero aparente del presidente Fujimori. Desde entonces, el gobierno central seempe en recortar las atribuciones de la alcalda con el fin de asfixiar la gestin del alcalde yeliminarlo como posible rival en las elecciones del ao 2000.

  • 2de este escndalo an no se haban extinguido, personal del SIN apareciimplicado en atentados contra miembros del Tribunal de GarantasConstitucionales, contra estaciones de TV, as como en el arresto injustificadodel general (r) Rodolfo Robles3.

    En una coyuntura tan favorable, pareca que la oposicin comenzaba a salirdespus de mucho tiempo de su catalepsia, articulndose alrededor de larealizacin de un referndum que impidiera la postulacin de Fujimori a unanueva reeleccin en el ao 2000.

    Y entonces, sbitamente, el MRTA irrumpi de modo espectacular en esecomplejo escenario, reconfigurando en apenas 10 minutos la ubicacin de losactores, forzando a la oposicin a cerrar filas en defensa del Estado y en contradel terror y contribuyendo, como advirtieron las encuestas publicadas a un mesde iniciada la crisis, a la recuperacin de la popularidad presidencial porprimera vez en el ao.

    El MRTA

    Quines eran los asaltantes de la residencia del embajador del Japn? Si biensus antecedentes inmediatos se encuentran en los aos de la transicindemocrtica peruana (1978-80), los orgenes del MRTA se remontan a lasguerrillas del MIR, de inspiracin procubana, en 1965. Quince aos ms tarde,algunas de las fracciones en que qued dividido dicho movimiento decidieronno incorporarse al escenario democrtico abierto por la transicin y seguirpreparando el reinicio de la lucha armada. En ese camino se encontraron conun pequeo grupo suprstite del que haba sido el ala ms radical del gobiernodel general Velasco (1968-75). De esa conjuncin naci en 1983 el MRTA,alentado por acontecimientos que conmocionaron a la izquierda radical: eltriunfo del Frente Sandinista en Nicaragua y la ofensiva guerrillera en El Salvadory Guatemala; el auge de la lucha antidictatorial en los pases del Cono Sur; ascomo tambin los xitos iniciales de Sendero Luminoso en el Per4.

    Desde un principio, el MRTA apareci apretujado entre Izquierda Unida (IU), poresos aos la izquierda legal ms grande de Amrica del Sur, y la mquina deguerra senderista. Sin la base social de la una ni la ferocidad y disciplina del 3 Robles salt a la fama cuando denunci la existencia de un grupo paramilitar dentro delEjrcito, responsable, entre otros, del asesinato de nueve estudiantes y un profesor en launiversidad limea La Cantuta en 1992. Das antes de su arresto, Robles haba denunciadoen un canal de televisin a miembros del SIN como responsables de atentados contramiembros del Tribunal de Garantas y una estacin repetidora de ese mismo canal.4 Tanto Sendero Luminoso como el MRTA iniciaron acciones armadas despus de la transicindemocrtica (1978-80), que coincidi con el auge ms importante de organizacin ymovilizaciones sociales en el Per del siglo XX. Tal vez porque ninguno de los dos grupos searticul de manera significativa con esos movimientos. As, si bien toda la izquierda fueimpactada por la lucha armada en Amrica Central, en los partidos que por esos aosconformaron Izquierda Unida, la influencia lleg tamizada por una dinmica social que noapuntaba precisamente a la generalizacin de las confrontaciones violentas.

  • 3otro, trat de diferenciarse de ambos presentndose como la guerrilla buena,repartiendo vveres en los barrios pobres de Lima o bailando con los habitantesde los pueblos en los cuales incursionaba. Con los aos, sin embargo, la lgicade la guerra se fue imponiendo y la imagen inicial se fue desdibujando.Despus de casi una dcada, sus ms grandes lauros eran la toma por breveshoras de algunas capitales provinciales y el espectacular escapo de mediocentenar de emerretistas de una crcel de Lima a travs de un tnel. Haciaprincipios de esta dcada, el cambio en la estrategia de las fuerzas armadasperuanas termin de arrinconarlos. Para 1992, los ms importantes lderesfugados haban sido recapturados. El golpe de gracia lo constituy lacapitulacin del Frente Nor-Oriental, cuyos principales lderes se acogieron a laLey de Arrepentimiento promulgada poco antes por el gobierno5.

    A estos golpes se sum el fin de la Guerra Fra, la crisis de la utopa socialista yla decisin de los movimientos armados centroamericanos de entablarnegociaciones de paz. El MRTA termin como superviviente de un captulo previode la historia de Amrica Latina y culmin una evolucin que vena de tiempoatrs, convirtindose en un grupo especializado en secuestros y golpes demano, contaminado por el narcotrfico, resolviendo repetidas veces susdisputas internas por medio del asesinato. Derrotados estratgicamente, losdirigentes nacionales todava en libertad se ensimismaron en la preparacin dedos golpes de mano: la toma del Congreso, que abort en noviembre de 1995, yla toma de la residencia del embajador japons, con la cual regresaron casiliteralmente de ultratumba al escenario nacional e internacional.

    Los rehenes, el azar y los errores

    Cmo pudo un grupo tan dbil realizar una operacin tan exitosa? Aparte delazar en la historia, cabe sealar que hoy en da ataques terroristas y golpes demano similares pueden producirse casi en cualquier parte del mundo: bombasen Oklahoma y en el World Trade Center de Nueva York, gas nervioso en elmetro de Tokio, bombas en el metro de Pars, un escape cinematogrfico deuna prisin chilena de alta seguridad pocos das despus de la accin delMRTA en Lima. Pero que algo semejante pueda suceder en cualquier parte noelimina responsabilidades, que pueden advertirse antes y despus deproducida una accin de este tipo. Antes: minimizando riesgos. Despus:maximizando el control de daos.

    Antes. Minimizar el riesgo de que se produzcan acciones como las del pasado17 de diciembre, especialmente si se quiere hacerlo respetando los marcosdemocrticos, requiere hoy ms que nunca servicios de inteligencia y fuerzaspoliciales altamente profesionales, tecnificadas y no politizadas. No era el caso

    5 El denominado Frente Nor-Oriental del MRTA cubra principalmente el departamentoamaznico de San Martn y era casi el nico lugar donde el grupo armado tena ciertapresencia en organizaciones sociales como la Federacin Campesina y el Frente de Defensade ese departamento.

  • 4del Per, donde despus de la derrota militar de SL y el MRTA las fuerzas deseguridad bajaron la guardia y se concentraron en objetivos polticos,especficamente en asegurar la reeleccin del presidente Fujimori en el ao2000. As, en vez de perseguir a los restos del MRTA y SL, se dedicaron amontar operativos de inteligencia contra la alcalda limea, contra periodistas,personalidades y medios de comunicacin opositores.

    Despus. En lo referente al control de daos y la bsqueda de una solucinpacfica a la crisis, hasta el momento de redactar este artculo el balance resultafrgilmente favorable al gobierno. El gobierno, y el pas, han sido capaces deasimilar el golpe. No estamos en 1992. El Estado se ha fortalecido y el nimode la poblacin, a pesar de las dificultades de 1996, es tambin diferente. Perola crisis ha revelado tambin, esta vez en una situacin lmite, la naturalezaextremadamente centralizada y personalizada del rgimen.

    Cuando la nube de periodistas de todo el mundo lleg a Lima, encontr que noexista un portavoz oficial del gobierno y tuvo que esperar varios das hasta queel propio presidente se dirigiera al pas. Un equipo de crisis a cargo delmanejo del problema se form mucho ms rpido en Tokio que en Lima. Si enel Per existi uno desde el principio, debe haber estado conformado por lossospechosos de siempre, actuando en el secreto de costumbre.

    El gobierno mostr asimismo su dificultad para convocar y movilizar al conjuntode la sociedad y de las fuerzas polticas en torno a intereses nacionales.Cuando convoc a movilizaciones por la paz y la liberacin de los rehenes, lohizo en trminos estrictamente partidarios. Habitantes de los Conos de Lima,beneficiarias de programas como el Vaso de Leche, marchaban a la residenciacon banderolas anaranjadas y eslganes como Estamos con el seorPresidente o Estamos con el Chino, que revelaban, otra vez, la naturalezapersonalizada de la adhesin6.

    Finalmente, pese a que la oposicin expres su disposicin a una treguapoltica, el gobierno decidi jugar el papel de los polticos tradicionalesmezquinos e inmediatistas que siempre critic. En plena crisis, con los ojosdel mundo puestos sobre Lima, la mayora parlamentaria continu su ofensivacontra instituciones como la Fiscala de la Nacin y el Tribunal de GarantasConstitucionales.

    El contexto global

    Sin embargo, en el manejo especfico de la crisis de los rehenes, la accingubernamental ha sido prudente. Desde su primer mensaje al pas, elpresidente abri el camino a una solucin pacfica al proponer la formacin deuna comisin de garantes. A partir de all, con altibajos, se ha avanzado de la 6 Naranja es el color de Cambio 90, el movimiento con el cual el ingeniero Alberto Fujimori ganla presidencia en 1990, hoy indistinguible del Estado.

  • 5incertidumbre a la precisin de ciertos marcos dentro de los cuales es posibletrabajar un desenlace incruento.

    En esta evolucin positiva ha jugado un papel importante la comunidadinternacional. El fin de la Guerra Fra, el colapso del bloque sovitico y losprocesos de paz en Amrica Central han dejado sin posibilidad de respaldointernacional a grupos como el MRTA. El apoyo de los pases latinoamericanosy del Grupo de los Siete es un activo invalorable para el gobierno.

    Comprensiblemente, Japn ha sido el principal protagonista extranjero y el queha ejercido mayor presin a favor de una solucin pacfica. En los primeros dasdel conflicto, la llegada del ministro de Relaciones Exteriores, acompaado deun numeroso equipo de asesores, parece haber tenido influencia decisiva enbloquear la posibilidad de un asalto a la residencia, formalmente territoriojapons. Luego de la partida del canciller, el embajador Terada, representantenipn en Mxico, permaneci en Lima a la cabeza de un equipo para monitorearlo que para Japn es la mayor crisis diplomtica despus de 1945 a nivelmundial y el operativo ms importante de todos los tiempos en Amrica Latina.La reunin celebrada en Toronto el 1 de febrero de 1997 entre Fujimori y elprimer ministro japons, Rytishiro Hashimoto, as como la inclusin de Teradacomo observador en las conversaciones entre el gobierno y el MRTA, subrayaneste papel.

    Ms all de la residencia

    Cul ser el impacto del golpe de mano emerretista, para el gobierno y para elpas en general? Depende, por cierto, del resultado final de la actual crisis, queal momento de escribir estas lneas contina. Un desenlace violento reabriraheridas y sera desastroso, no slo para el gobierno sino para un pas queapenas comienza a recuperarse de la dcada ms violenta que vivi en elpresente siglo.

    Si apostamos por un final incruento7, evaluar las repercusiones posterioresrequiere ponderar el peso de los actores que hoy se enfrentan. El MRTA jug sunica y posiblemente ltima carta con gran habilidad. El asalto fue militarmente

    7 Una salida pacfica y poltica a la crisis, dentro de los marcos de la legalidad, es posible ynecesaria. Necesaria, porque una perspectiva democrtica requiere que el captulo final deuna guerra interna sea un captulo poltico, por ms dbil que sea el adversario. La prueba deque no basta la derrota militar la dan tanto el surgimiento del MRTA como la reciente toma derehenes. Siendo el MRTA un grupo aislado socialmente, no cabe una solucin a laCentroamericana. No hay interlocutor vlido para un Acuerdo como los firmados enGuatemala o El Salvador. Pero es posible entablar la negociacin con el MRTA como un hechopoltico y encontrar puntos que, sin violar la legalidad, permitan la liberacin de los rehenes y,de ser posible, la renuncia del MRTA a la lucha armada y su reubicacin como actor poltico.Puntos como la salida del pas de los asaltantes, la mejora de las condiciones carcelarias paralos emerretistas presos, posibles revisiones de penas e incluso una amnista dentro de variosaos para quienes no hayan estado involucrados directamente en hechos de sangre, siemprey cuando el MRTA renuncie a la violencia, podran ser considerados.

  • 6impecable. En las semanas siguientes se las arregl para mantener la iniciativapoltica, especialmente de cara a los medios, tratando a los rehenes de manerabenvola y liberando algunos en coyunturas estratgicas. Pero la nica cartatermin por gastarse, especialmente cuando la atencin de la prensaintemacional y de la opinin pblica nacional comenz a decaer8.

    Por su parte, luego de superar el desconcierto de los primeros das, el gobiernocomenz ajugar sus cartas. El presidente reanud sus viajes fuera de la capital,opositores y gobiernistas comenzaron a retomar el hilo del debate poltico y laresidencia con rehenes y asaltantes qued como un hecho aislado. Esasensacin se acentu con la visita del entonces presidente Bucaram a Lima amediados de enero y los viajes de Fujimori a Toronto y Londres en febrero.

    De esta forma, el MRTA consigui lo que los estrategas del gobierno no habanlogrado en todo 1996: la recuperacin de la imagen presidencial9. Es que en losltimos dos aos, especialmente a partir de la derrota estratgica de SL, elproblema de orden y seguridad haba perdido importancia, mientras que laspreocupaciones econmicas saltaban al primer plano. Incluso, en medio de lacrisis econmica, los rasgos autoritarios del gobierno, tolerados mientras lainsurgencia apareca amenazante, comenzaban a volverse crecientementeincmodos. El MRTA volvi a poner a la orden del da la seguridad, dndole alpresidente la oportunidad de jugar una vez ms su papel de lder firme contra elterrorismo.

    El gobierno se encuentra, sin embargo, en una situacin extraa. Si la actualcrisis tiene un final violento, pierde l solo. Si tiene un final pacfico y sinliberacin de presos emerretistas, ganan todos: gobierno, oposicin, prensa,opinin pblica, iglesias, comunidad internacional, en fin, todos los queabogaron y pugnaron por una salida incruenta. Ms an, en el mediano plazo,por lo mismo que se trata de un grupo pequeo que perpetra un hecho aislado(aun cuando espectacular), las angustias econmicas y en menor medida elautoritarismo volvern al primer plano de las preocupaciones.

    Eso se deduce de la mencionada encuesta de Imasen. Cuando preguntancules son los tres principales problemas del pas, el desempleo encabeza lalista con un 77,5% de menciones, seguido por la crisis econmica (37,3%), lapobreza (30,3%), la delincuencia (19%) y slo despus de ella el terrorismo con(18,3%). Los problemas no solucionados en la embajada aparecen bastanterezagados con un 5,5% de menciones. Todava ms, la oposicin mayoritaria ala reeleccin del presidente el ao 2000 permanece casi invariable con un

    8 El ltimo episodio en el cual el MRTA result el gran protagonista, tuvo lugar el 5 de enero de1997, cuando los periodistas que rodeaban la residencia tomada, encabezados por unjapons, penetraron en el local y entrevistaron a Cerpa Cartolini, jefe del comando y del MRTA.9 Diferentes encuestadoras coincidieron en que el presidente haba recuperado entre 6 y 12puntos de popularidad entre diciembre y enero. Imasen, que encontr 42% de aprobacinpresidencial en diciembre, midi 50,3% de aprobacin a un mes de iniciada la crisis.

  • 766,3%, frente a slo un 28% que la respalda. Por ltimo, la imagen del SIN y delas fuerzas armadas, bastiones de respaldo poltico al presidente, se ha vistotambin afectada por el asalto a la residencia japonesa. Preguntados sobre elaspecto ms decisivo que ha permitido que el MRTA tome la residencia delembajador del Japn, la falta de seguridad policial (28,3%) y las fallas delSIN (22,5%), compiten con la habilidad del MRTA (27%), como las tresprincipales explicaciones. En ese sentido, el 17 de diciembre de 1996 quedirreversiblemente desacreditada la reiterada promesa de Fujimori de acabar conel terrorismo en 1995.

    Lo que le queda por delante al gobierno es una lucha cuesta arriba por revertir larecesin econmica, esperando a que las inversiones extranjeras comiencen arendir frutos hacia 199899, justo a tiempo para tener los fondos suficientescomo para hacer obras y reconquistar votos antes de las elecciones del 2000.Porque si algo ha demostrado la actual crisis es que al modelo poltico peruanovigente le resulta indispensable la reeleccin permanente de Fujimori. Veamospor qu.

    Segn ODonnell, los caudillos que encabezan las democracias delegativasprefieren los movimientos a los partidos. Fujimori no tiene ni uno ni otro. NuevaMayora-Cambio 90 (NM-C90), la agrupacin por la cual postul a la reeleccinen 1995, no es una alianza de movimientos sino una combinacin de siglas, y loseguir siendo por voluntad de su fundador y jefe nico. Las elecciones de 1995marcaron asimismo la desaparicin legal de todos los partidos polticos, puesninguno alcanz el 5% de votos estipulado por la nueva Constitucin paraconservar su inscripcin en el Jurado Electoral. Unin por el Per, la formacinencabezada por Javier Prez de Cullar que ocup el segundo lugar en lavotacin, nunca fue ms que un conglomerado de personalidades sin ningunainstitucionalidad.

    Sin embargo, lo que sorprende en el caso peruano es la mezcla de durabilidaddel modelo y fragilidad de las instituciones democrticas; de incremento de lagobernabilidad y encogimiento de la democracia representativa, todo en uncontexto de permanente inequidad. Si el equilibrio de poderes y la existencia deun sistema de partidos forman parte de la columna vertebral de un sistemademocrtico y/o de la gobernabilidad democrtica, he aqu este cuerpo polticoinvertebrado que se mantiene en pie y es capaz de resistir crisis como la actual.Cmo lo hace? En primer lugar, la cabeza contina funcionando. Nosreferimos al Ejecutivo, ms precisamente al presidente, todopoderoso y ubicuo,siempre en campaa, con un Ministerio de la Presidencia en constantecrecimiento, que fagocita las funciones de otros ministerios del sector social yque resulta extremadamente til en periodos electorales. En segundo lugar, elcuerpo invertebrado camina gracias a la existencia de un conjunto deinstituciones y personajes que lo sostienen por arriba, por los costados, pordetrs y por debajo, formando una suerte de exoesqueleto que reemplaza lacolumna vertebral hecha polvo.

  • 8Desde arriba, gobiernos, agencias y organismos internacionales contribuyen allevar adelante la reforma econmica y la reforma del Estado, y vigilan laexistencia de mnimos democrticos: elecciones, libertad de prensa, laexistencia formal del Legislativo, etc. A sus costados, las fuerzas armadas y lacomunidad empresarial apoyan entusiastamente al gobierno. Las FFAA tienenhoy una presencia nacional que va mucho ms all de lo que se puedeconsiderar la misin de los institutos armados en un sistema democrtico. Lavictoria sobre SL y la reciente guerra contra el Ecuador (1995) han legitimado supapel y sus privilegios institucionales. Por su parte, aun cuando los industrialesy los exportadores expresan su disconformidad con la poltica econmica, lacomunidad empresarial se alinea hasta el momento mayoritariamente con elmodelo. Por detrs, con frecuencia literalmente detrs de las cortinas,tecncratas y asesores que no son responsables ante nadie excepto elpresidente, han reemplazado a los intelectuales y a los idelogos, que parecenno ser ms necesarios, como tampoco lo son el militante y el votante fiel, segnanotan Grompone y Meja10. Estos poderes fcticos son legitimados ysostenidos desde abajo, por una opinin pblica que hasta principios de 1996respaldaba al gobierno con tasas que superaban a veces el 70% deaprobacin. El pas ha pasado as de los movimientos sociales con agendapropia de las dcadas previas a una opinin pblica ms vaga, pero quemantiene cierta racionalidad autnoma y ocasionalmente capacidad de vetosobre algunas decisiones del Ejecutivo11.

    Uno de los lmites centrales del modelo es que la cabeza, que juega un papeldecisivo, es nica e intransferible12. Esto condena al presidente a un activismofrentico, a estar siempre en campaa y en ltima instancia a la reeleccinperpetua. Pero al mismo tiempo, la naturaleza invertebrada del modelo lepermite asimilar fcilmente los golpes dirigidos a un Sistema poltico amorfo.Hasta el momento, los golpes contundentes han sido aquellos dirigidosdirectamente a la cabeza, o a los poderes fcticos que la sustentan13. Esto hace

    10 Romeo Grompone y Carlos Meja: Nuevos tiempos, nueva poltica. El fin de un ciclopartidario, IEP, Lima, 1995.11 Ese poder de veto debe haber influido tambin, en alguna medida, en la opcin delgobierno por una salida negociada a la toma de rehenes. En la encuesta de Imasen, slo un13,5% se manifiesta a favor de un rescate a cargo de fuerzas especializadas como forma desolucionar la crisis.12 Esto se comprob en las pasadas elecciones inunicipales, cuando el nico herederoaparente de Fujimori, Jaime Yoshiyama, cuyo slogan era: Con todo el apoyo (y lo tuvo!)result derrotado por Alberto Andrade.13 En este sentido, cabe referirse a un episodio previo. En noviembre de 1995 fue apresadoMiguel Rincn, el otro dirigente nacional del NIRTA que se encontraba todava libre, a lacabeza de un comando que preparaba un asalto al Congreso. Paradjicamente, de habertenido xito, Rincn hubiera recargado de simbolismo una institucin que el actual gobierno seha encargado de despojar sistemticamente de todo poder poltico y contenido simblico, conla cooperacin entusiasta de la mayora parlamentaria. En ese sentido, la toma de laresidencia del embajador japons tuvo mayor impacto, no slo por sus repercusionesinternacionales sino por la indiferencia que hoy produce el Congreso entre la mayora deperuanos.

  • 9muy difcil la tarea de la oposicin democrtica y, paradjicamente, terminaabrindole un espacio a la protesta extrasistmica. Que hoy el MRTA no hayalogrado simpatas no significa que en el futuro, si la situacin se deteriora y laoposicin democrtica no se convierte en alternativa viable, otras protestasextrasistmicas, incluso violentas, puedan conseguir apoyo en ciertos sectores.Para impedirlo, y para evitar la reeleccin de Fujimori, la oposicin democrticadeber trepar una cuesta todava ms empinada, elaborar alternativas, construirorganizaciones y perfilar candidatos que la ayuden a salir de su interminablemarasmo.

    Regresando a la actual crisis, lo mejor para el pas sera que, ms all deldesenlace incruento, este incidente fuera el catalizador para un acuerdo depaz entre los peruanos. En otras palabras, para que el gobierno, los partidospolticos y la sociedad reconozcamos que hay una agenda pendiente de paz,derechos humanos, justicia social y democracia en el pas; que no se puedeabrir un nuevo captulo sin una reflexin sobre uno de los periodos msviolentos de nuestra historia; que no es posible, por tanto, pretender serjaguar en el siglo XXI sin saldar cuentas con nuestros propios demonios, quese desencadenaron de manera tan brutal en la dcada de 1980.

    Washington, marzo de 1997