Deficiencia de Calcio en Tomate

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EL CALCIO EN EL CULTIVO DE TOMATE Y LA PODREDUMBRE APICAL

El calcio es uno de los elementos más abundantes en la litosfera y dependiendo de la roca madre

puede encontrarse en el suelo en diferente proporciones, de las cuales el 60-80% se encuentra como

Ca2+ y aunque las raíces aprovechan menos del 3% del calcio disponible, esta cantidad es suficiente para

satisfacer la demanda de las plantas (BABER et al., 1963) No obstante, es común que aparezcan

problemas por carencias de este elemento.

El calcio es un nutriente esencial para las plantas ya que realiza funciones vitales para su

crecimiento:

• Promueve el alargamiento celular.

• Toma parte en la regulación estomática.

• Participa en los procesos metabólicos de absorción de otros nutrientes

• Fortalece la estructura de la pared celular - el calcio es una parte esencial de la pared celular

de las plantas. Este forma compuestos de pectato de calcio que dan estabilidad a las paredes

celulares de las células.

• Participa en los procesos enzimáticos y hormonales.

• Ayuda a proteger la planta contra el estrés de temperatura alta - el calcio participa en la

inducción de proteínas de choque térmico.

• Ayuda a proteger la planta contra las enfermedades - numerosos hongos y bacterias secretan

enzimas que deterioran la pared celular de los vegetales.

• Numerosas investigaciones demuestran que un nivel suficiente de calcio puede reducir

significativamente la actividad de estas enzimas destructivas y protegen las células de la

planta de invasión de patógenos.

• Afecta positivamente a la calidad de la fruta aportando consistencia.

La absorción de calcio en la planta no se produce mediante aporte de energía, si no transportándose

éste de forma pasiva junto al agua a través del xilema, ocasionando así, una relación directa entre la

absorción de calcio y la transpiración de la planta. La reducción de la absorción de agua provocará la

reducción en la absorción de calcio. Este hecho implica la necesidad de asumir dos condiciones

esenciales para la asimilación del calcio:

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• Una adecuada transpiración disponiendo así del agua necesaria.

• Presencia de raíces adventicias jóvenes lo suficientemente permeables que permitan la

entrada tanto de agua como de los iones.

El calcio se caracteriza por ser un elemento inmóvil y además suele acumularse en las partes viejas

de la planta, mientras que los órganos más jóvenes como hojas en crecimiento, fruto, flores y la zona

apical son los que necesitan un mayor aporte y es donde se manifestará su deficiencia.

Fotos 1, 2 y 3: Carencia de calcio en los ápices de los nuevos foliolos. En tomate es muy común la manifestación de la carencia empezando por la punta del primer foliolo de las hojas del ápice. Se da sobre todo en momentos de crecimiento vegetativo muy intenso, y no tiene porqué presentarse unido a carencia en fruto, también se puede ver carencia en fruto sin verse esta carencia en hoja ya que depende mucho de la sensibilidad varietal, aquí en una variedad sensible (tyriade, de SyG) Como se ve comienza por un amarilleo, para rápidamente necrosar los tejidos afectados. Si la carencia persiste, las nuevas hojas tendrán limbos más reducidos con bordes necrosados, “quemados” y el tallo aparecerá de menor diámetro y con desarrollo anormal, se disminuyen también las brotaciones laterales.

Debido a esta inmovilidad, las hojas viejas pueden tener concentraciones normales de calcio,

mientras que las jóvenes, frutos u otros pueden presentar niveles por debajo de las necesidades.

Cualquier factor que reduzca los flujos xilemáticos para la asimilación del calcio ocasionará problemas en

la planta. Influirán en ello factores como la temperatura, estrés hídrico, salinidad del suelo y factores que

condicionen el estado del sistema radicular. Sin embargo, niveles de calcio bajo en determinados

órganos de una planta no siempre son el resultado de una absorción de calcio insuficiente, sino que

puede deberse a problemas de distribución (PAIVA et al., 1998).

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La deficiencia de calcio interfiere en el proceso fotosintético provocando descensos importantes en la

producción de biomasa de las plantas afectadas, es decir, toma un papel importante en el desarrollo y

crecimiento de ésta. En numerosos estudios en hidroponía, donde se ha prescindido de aporte de calcio

para un determinado espacio de tiempo se ha comprobado una parada vegetativa en el cultivo donde se

interrumpía el crecimiento de los tallos y la aparición de hojas nuevas. Además algunos autores aseguran

que la falta de calcio reduce la elongación de los pelos radiculares que son vitales para la absorción de

nutrientes.

Son numerosas las fisiopatías que pueden aparecer en cualquier cultivo que se pueda mencionar,

aunque cobra más importancia en hortícolas. Si nos centramos en el cultivo estrella en el levante

almeriense, el tomate, también sufre la demanda de calcio como un macronutriente imprescindible.

Asimismo, la no disponibilidad de este nutriente interferirá en su desarrollo, apareciendo síntomas de la

escasez de calcio en diferentes partes del vegetal. Como se ha comentado anteriormente, la zona joven

de la planta es la que manifiesta el déficit. Aunque el ápice de la planta de tomate y las hojas nuevas

pueden exteriorizar la carencia de calcio, es el fruto el mayor perjudicado. A causa de la demanda de

calcio en el fruto, el tomate puede presentar una de las patologías que provoca de las mayores perdidas

en la producción de tomate, denominada podredumbre apical.

Podredumbre apical en tomate

Fotos 4, 5 y 6: Diferentes formas de carencia de calcio en fruto, podredumbre apical. En la foto 5 se observa que después de verse afectado por BER, el fruto ha seguido creciendo dejando así la mancha hundida.

Conocida también internacionalmente como Blossom end rot (BER) o según zonas “peseta”, la

podredumbre apical es uno de los principales problemas en cultivo de tomate tanto al aire libre como en

invernadero, asociada a la deficiencia de calcio, teniendo como resultado final una detención del

crecimiento del fruto, pardeamiento de la zona afectada y necrosis apical.

La aparición de la podredumbre apical del tomate tiene lugar en frutos jóvenes pocos días después

del cuajado, siendo excepcional en estados avanzados. Comienza manifestándose como una mancha

acuosa debajo de la epidermis en la zona del ápice, desarrollándose rápidamente, tornando al final a un

color negruzco y hundiéndose el área afectada adquiriendo un aspecto de cuero seco.

El motivo por el que este desorden se muestra en la zona apical del fruto es debido a que ésta es la

región donde se concentra una mayor división celular destinada al crecimiento del fruto para el que es

necesario el calcio, por lo que el déficit se declarará en esta zona, exteriorizándose con la sintomatología

anteriormente descrita.

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Son varias las causas que pueden provocar esta alteración en el fruto.

Si atendemos a factores fisiológicos, estos están relacionados con el movimiento de calcio hacia

zonas donde el nivel de AIA (Ácido Indol Acético) es elevado. El AIA es una hormona de crecimiento

dedicada principalmente a regular la elongación de tallos jóvenes, por lo que las podas tempranas de

estas brotaciones podrían contribuir a reducir el problema.

Además, genéticamente existen diferencias varietales en el comportamiento de las plantas ante la

absorción y el transporte de calcio, pudiéndose hablar de variedades más eficientes que otras

(Lozano1996). De esta manera, podemos valorar las condiciones de las que disponemos para el cultivo y

elegir en base a ello una variedad que responda ante un posible problema de asimilación de calcio.

Cabe destacar la importancia que ejercen los factores ambientales en la aparición de la pudrición

apical, como son la humedad ambiental, la temperatura y la radiación.

En condiciones con baja humedad, alta temperatura y elevada radiación el desarrollo del fruto es más

rápido aumentando así la demanda de nutrientes y la transpiración de la planta se ve incrementada por lo

que la mayor parte del calcio absorbido va destinado a las hojas que son los órganos que más transpiran

y no al fruto, apareciendo así la fisiopatía. Se deberá considerar los niveles de humedad que tiene lugar

entre el día y la noche. Baja humedad nocturna con alta humedad diurna sería la mejor combinación para

que el calcio consiga llegar al fruto. Por otro lado, cambios repentinos de días nublados a soleados

intervienen en la aparición de esta fisiopatía. Si durante un determinado periodo de tiempo la planta se

aclimata a una tasa de radiación baja y de forma imprevista se ve incrementada por un ascenso lumínico,

esto se traduce en un aumento en la demanda de calcio mayor que el tiempo de respuesta que la planta

tiene para acomodarse al nuevo ambiente y abastecer las necesidades, apareciendo así frutos con

podredumbre apical.

También la concentración de sales en suelo perjudica de manera importante a la absorción del calcio.

Una concentración alta de sales en el suelo impide la absorción de agua por la planta, damnificando el

crecimiento de las raíces jóvenes e inhibiendo la toma del calcio necesario.

En el suelo como en la solución nutritiva pueden encontrarse iones que compiten con el calcio como

es el caso del sodio (Na+), potasio (K+), magnesio (Mg2+) y el ión amonio (NH4+) procedente de

fertilizantes amoniacados (sulfato amónico, nitrato amónico, fosfato monoamónico) presentes en la

solución nutritiva. Estos iones con el calcio pueden formar una relación antagónica la cual se debe a una

competencia entre ambos cationes por los huecos en los canales de absorción radicular o un posible

desplazamiento por los ligandos en el xilema (transporte). De todos estos iones el Calcio es el más

perjudicado al tener mayor radio atómico y ser divalente, lo que provoca que sea desplazado por

cualquiera de los otros cationes si están en suficiente concentración. El sodio en cambio tiene un radio

atómico pequeño (menor peso atómico) y es monovalente lo que hace que forme enlaces con facilidad y

muy estables y fuertes al tener la mayor electropositividad de todos.

Finalmente se destacará la estrecha relación que mantienen el boro y el calcio en cuanto la aparión

de la fisiopatía. La deficiencia de Calcio altera los niveles de Boro en las plantas de tomate y la

deficiencia de Boro afecta a la nutrición cálcica de las mismas (Lozano 1996). Dado que cada uno de

ellos participa de forma importante en la síntesis y estructura de la pared celular, la carencia de ambos en

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las plantas puede provocar daños en el sistema radicular y vascular impidiendo la absorción y transporte

de cualquier elemento.

Estudios realizados en frutos con necrosis apical presentaron malformaciones muy importantes de la

masa xilemática (Ho et al, 1993), formándose gradientes decrecientes de la concentración de Calcio

desde los tejidos del fruto más cercanos al peciolo hasta los distales (Adams y Ho, 1992).

En plantas deficientes en Boro, el efecto sería el mismo, plantas con importantes alteraciones en los

vasos xilemáticos poco eficientes en el transporte de Calcio. Agravado por el hecho de que el Boro podría

proteger al Calcio del desplazamiento por otros cationes en la pared celular o del secuestro por agentes

quelatantes (Ginzburg, 1961).

Medidas correctoras.

Observando las posibles causas que dan lugar a la pudrición apical, podemos determinar algunos

métodos de corrección para solventar el problema desde el punto de vista técnico.

Como se ha mencionado anteriormente, existen variedades más resistentes y métodos culturales de

destalle aligerado, así como mantener precaución ante posibles cambios climáticos que originen tal

fisiopatía, pero aún así pueden aparecer problemas repentinos o descuidos que fomente la aparición de

BER.

Ante la manifestación del problema podemos adoptar diferentes medidas correctoras.

Partimos de la hipótesis de que el suelo en el que trabajamos adquiere una mayor conductividad

eléctrica causada por sales ( Na+, K+, Mg2+ y NH4+) que producen antagonismo con el calcio por posibles

gestiones inadecuadas en cuanto abonado o un abastecimiento en la red de agua rica en estas sales.

Una forma de actuación va determinada por la intención de disminuir la conductividad del sustrato

mediante aportes de productos llamados “quitasales”. Estos formulados suelen ser de dos tipos:

Unos compuestos por ácidos orgánicos, normalmente con adicción de óxido de calcio. Los ácidos

pueden neutralizar parte del sodio formado sales orgánicas con este y además quelatan el calcio

presente en suelo o en el mismo producto haciendo que sea absorbido con más facilidad por la planta.

Otros tienen base de azufre. Aplicaciones de azufre en el agua de riego, bien sea a través de azufre

mojable o preparados de ácido sulfúrico (monourea ligada a sulfúrico, que tiene poca peligrosidad para el

manipulador), provocan la aparición de ión sulfato SO-24 que se une al sodio dando lugar al sulfato sódico

Na2SO4, compuesto soluble en agua que más tarde podrá eliminarse en profundidad. Además tienen el

efecto de bajar pH de suelo, liberando de esta forma más calcio.

Efectos similares se observa cuando el suelo está saturado por carbonatos y bicarbonatos que se

unen al calcio dando lugar a carbonato de calcio, compuesto alcalino cuya presencia en el suelo ocasiona

una subida del pH formando precipitados. El calcio que había en el suelo deja de estar disponible para la

planta y el resultado es la aparición de podredumbre apical en el fruto. En este caso, la atención debe ir

destinada a romper el enlace entre el carbonato y el calcio. Dado que el compuesto, como anteriormente

se ha comentado, es básico, se precisará de un ácido lo suficientemente eficaz, capaz de fracturar la

unión. La aplicación medida de ácido nítrico destruye los bicarbonatos presentes en el agua y, cuando el

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problema es de acumulación de bicarbonatos en suelo, una posible enmienda es la aplicación de

formulados con base de ácido sulfúrico. También se puede aplicar como abonado de fondo productos

que bajen el pH de suelo y a ser posible que contengan calcio (el Sulfato de Calcio o yeso agrícola es

ideal para estos casos).

Además de intentar corregir el problema desde el punto de vista edáfico, se puede solventar el

problema realizando aplicaciones foliares de calcio. Hay que tener en cuenta que aportes de calcio en la

parte aérea de la planta irán destinados a una corrección local en hoja y fruto, nunca tendrá un efecto

global en la planta. Para ello no debemos olvidar una fertilización radicular a base de calcio. En los dos

casos se suelen utilizar fertilizantes como el nitrato de calcio, cloruro de calcio y óxido de calcio; se

complejan con ácidos glucónicos y lecitinatos que facilitan la absorción foliar, el quelato EDTA se suele

aplicar también de forma foliar ya que hay una gran gama de productos que lo incluyen aunque son

preparados específicos para suelo.

El quelato de calcio es una opción para el tratamiento en riego. Son compuestos formados por la

unión del calcio y un agente quelatante (en la mayoría de los casos EDTA) encargado de que el calcio no

precipite en el suelo ni en el medio extracelular siendo de mejor asimilación con independencia del pH y

sin riesgo de provocar fitotoxicidad con dosis más elevadas.

Resumen

-El Calcio es un elemento imprescindible para la nutrición de la planta y en especial en tomate.

Interviene entre otros directamente en los procesos de crecimiento

-Su absorción se realiza pasivamente, por lo que esta depende extremadamente de las condiciones

ambientales: luz, temperatura y humedad

-Las carencias se ven en órganos jóvenes (también en raíz) y se puede intervenir de forma foliar para

arreglar problemas localizados

-Carencias de calcio produce daños en planta, pérdida de frutos por BER y menor resistencia a

enfermedades (sobre todo Botrytis)

-Hay que aportar soluciones fertilizantes que contengan equilibrios suficientes de Calcio, sobre todo

cuando existen conductividades altas. Hay que controlar pH de agua y suelo y aplicar enmiendas ácidas

si es necesario.

Pepi Pérez Soto técnico de tomatebroker