Decada

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DÉCADA LUIS ORMACHEA (Q’OSQO, PERÚ, 1974)

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Poemario de Luis Ormachea - Cuzco 1974

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DÉCADA

LUIS ORMACHEA (Q’OSQO, PERÚ, 1974)

PALABRA DE HOMBRES REUNIDOS BAJO ÁRBOL EXTRANJERO

Iban conmigo, ninguno era nadie. MARTÍN ADÁN

(elegía coral)

Vía dolorosa la que te unía al mundo

cual a ombligo de tus hijos Padre escultor de la necesidad

Vía dolorosa, creció en tu corazón

apenas hubo llegado la noche con su enorme cabeza de caballo

enloquecido por la guerra

Vía dolorosa la que ataba navajas Besó tu mejilla

o vigilaba el nacimiento de tus brazos en un frasco de repentinas escapatorias

Vía dolorosa

Arduo es

Migrar sobre los surcos que una afanosa civilización ha preservado Esa totalidad jalonada por humanas estaturas cromáticas

Esa habitual fractura del horizonte

Arduo es

Cerrar los ojos ante la tempestad mineral de un torso que no duerme Rostro abrasado por los bosques

Extraña metáfora de alguna inadmisible redención

(piara)

Muslos cuya noche luce cinto de oro Y brillantes, auténticas las páginas de su ribera solar

¡Allá, tras rastro milenario, allá! Circulares océanos insuficientes, reflejan

Nube enorme de aquello que acaece Perdida en espiral la luz, la luz lejana

En túmulo y plumaje y vértigos de cacería En el insomnio, en el insomnio susurrante

Lengua oscura Astilla de plata han cubierto nuestros rostros, tejido música difícil

Extraviado a los carros en campos de presente Y registrado su rueda sobre la materia que al hombre arranca

del secreto origen de una tierra llovida Piedra cortada a golpes, época del prado inagotable y lo rojo

de las carnes exhaustas: Triunfantes, ¿habrán hallado guarida, solaz? Estación cuando el fruto se viste lujosamente

Y la muchacha de grandes ojos como ciruelos dulces Y el río creador de recintos simétricos: ha tejido escrituras escalonadas

Rapsodia maxilar que una ciudad recuerda Oculta entre capullos de nieve y apartada del sol

Ardiente Ha dejado su huella de cenizas favorables

De páginas grabadas con intenso transcurrir del rezo, aves exactas

…aquella flor que agobiaba al instinto… Y callada

Silueta medular, sumergía en el astro su espejismo Ictiológico anverso de la luz, humana sombra Eslabonó las manos, la cualidad inexplicable Y modeló nuestras voces en un único idioma

Aquello que surcaba, acrobacia del pez, las olas altas Y arañó la guitarra que acaece

De guijarro en guijarro, y en todos los colores Su tejido, su lengua nebulosa

PALABRA DE HOMBRES REUNIDOS BAJO ÁRBOL EXTRANJERO

Puras, puras las bocas de tus semejantes Exhalan rituales de odio ruginoso Describen enérgica la abreviatura del oleaje conmovido Esconden una poesía pura como la sangre del roedor sacrificado para las fiestas Pura como el sonido de las máquinas alegres Bocas de tus semejantes Vueltas en contra de los sembríos que auspician puras Puras frentes desmoronadas sobre los rostros en los que arden inscritas: cambiantes escapularios Tan cercanas al afiebrado amor que ha derribado imperios desnudándolos en las cascadas Tan cercanas al filoso elemento que las domestica Pero alejadas, tanto, del oro sonriente de unos ojos cerrados sobre tu hombro

La flor asesinada, los caballos brutales tejen mi plumaje de sabio Mi avenida se adorna con restos refulgentes En la mitad del humo que persigue a las aves Su canto cicatriza sobre mi lomo expuesto Al río he suplicado, mi rodilla escarlata al quieto río -Bocas hay, las que anuncian Dulces y jóvenes muslos impacientan el sueño Esa flor que describe tu ceguera- No es por las máquinas: el hambre cuando habla El labio delicado de los perros. Nos vigilan Abiertos desde siempre, extensa multitud -Hay la noche que canta entre las piedras descalzas del refugio, en las lianas que ascienden a la noche atmosférica- Aroma de mi lengua bestial, humana sangre Humana e idéntica como una piedra es a otra si la esgrime el suicida; si la compran Pero un brazo que ha cubierto con hojas Ha dado de beber al fuego igualitario -y modelado a los peces y con flautas- Mi hogar Mi dulce flor de olvidos me arranca la vejez

Voy a la orilla de los juncos Para el sol de abiertos pétalos Para las formas de espino de los peces saciantes Yo buscaba con intenciones de simio en los pelajes Perfecta cicatriz, incendiaba praderas -¿Desde un valle hasta otro valle? ¿Desde un amor hasta otro amor?- Fue tanto lo esperado, terrible muchedumbre que me hiriera no bien sincera lealtad mostró fulgente entre mis ropas el vértice exquisito del cuchillo Huí del fuego que las ciudades cruza con delgados pentagramas de odio -Huyeron tus dos piernas ladradas por los sabios- Así, desde esta quieta orilla quiero ahora cantar Nombrado, ya no por una sucesión de estirpes sino por lo que cerca otorga paz Mar con el mar Arena con la arena disgregada

Viajo hacia el amanecer, sobre el oeste El oeste a mis pies ha transmutado en fórmula rutinaria y concéntrica He comenzado a razonar el futuro -Desconfianza que excedió los límites de tu más ardua bondad- Razonar el futuro es contentarse con la parte más elemental de los frutos Soy el mismo animal que los arranca de mis manos Existo en las florestas Quiero pensar que de mi paso raudo no sólo ha persistido el pálpito arriesgado de esta hoja Ante mí la planicie invisible El futuro desaparece en un coro de elipses y guijarros No fue poco haber hallado dios que a todos sostiene sobre su caparazón Confiarle con serenidad el momento de la discordia La voz que ato a migratorias bandadas parece no encontrar a nadie y regresa desde la oscuridad: madeja intacta Viajo sobre el oeste -Hacia el amanecer- Creía recordar: El amanecer se oculta en todos los cuerpos Era una sensación anterior a la sonrisa y a la lágrima Un agradable suspenso

-Debatirse enredados en una túnica de sueño que no arropa Acercar el tacto al tacto dócil de una luna que pastaba sobre nuestras ventanas- Hace frío en lo más abierto del alma y es año de transformaciones Persiste en la memoria: cada conversación debía yacer finalizada junto a esa tristeza dulce de cáscaras expuestas sobre la mesa y despojadas de su sol sudoroso, sus cetáceos de musgo transparente Cada palabra buscaría las fuentes de un conocimiento ideal -Hoy somos contigo carrusel de pormenores- Aun pendiente el caer del soberano a manos de ciega multitud cercana al heroísmo o la barbarie pero alejada en la reflexión: inconsolable limadura de barrotes -Se hizo urgente fervor consagrado al peligro, a la cima- ¡Frágiles lenguas! ¡Extenuados constructores! Su saber de silicios cuando al desmoronarse susurran: ¡Basta! ¿Ignora con pureza el compás si quedará por fin olvidado o un golpe de vientos piadosos…? -Fue de noche y difícil sostener nuestros cráneos lejos de su natural utilidad bajo la pensativa lumbre del artista-

Yo era esa pregunta, esa nieve, esa marca inequívoca de sueño rechazado No en vano la virtud, la voz multiplicada en transparencias de una multitud de metales sobre círculos Si fuese arte el universo, confluencia de lianas para mis manos hábiles Acaso en mi memoria, en mi frente, la ola en espiral Al ascender, navío iluminado, devuelta a su constelación la señal del profeta, el aprendiz que tejió un puente Trenzó una voz con otra en procura de mundo:

-Si la sangre está abierta Si las ciudades se pudren a la sombra recordadas por el sacrificio de la res- Y, animales o árboles talados, mis cuatro extremidades se separan y me entierro, héroe exigido por el odio, en un territorio de fábula Si mi alegre cornamenta y el trazo sensorial de las calles que busco royéndome la espalda Un camino de sangre en cada brazo Hambriento, cuerpo hambriento que no ha sido tocado desde mucho Mía la inquietud del astro que acontece en la noche Mía la boca que construye. Una rama de olivo, una fe de cadáveres expuestos -Al ojo de los buitres, polvo y profundo silencio circular- He sido una canción de sal, amonesté con la mirada furiosos árboles de fuego, ellos, más tarde, persistentes en la lengua del ahogado Ellos, más tarde, trazarían mi desgracia Si una profusión de cardúmenes ascendiese hasta mi refugio Si el animal que espera vigilando mi sueño desde el rincón humilde de la casa Y la red La que se teje a diario en la inconsciencia …Despierto, me descubro cerrado ante el olor de los enigmas funerarios, y distante como el tiempo que encanece en las olas del invierno pacífico…

Las puertas de mi guarida, medité, se han abierto y cerrado tantas veces durante mi vida Difícil conocer quién las transita pues a mi vez permanezco pendiente de otras puertas que muy pocas veces me enfrentan a la verdad de las cosas Si el alma de un profeta gravitara por encima de mi cuerpo seguramente acertaría a concederme una enseñanza inmortal Pero a veces creo que mi alma es pobre como el hueso de las manzanas Cuando la mañana está por la mitad de su círculo y el sol incendia las descubiertas carnes: -Tus garras nuevas y tu fe…- Tan costosas que otros desearían para mí la muerte a fin de poseerlas Sospeché a la sombra de la espiral: Sé que los astros giran en secreto, ocultos por mi propia ceguera En cambio, las palabras muertas y sujetas a las páginas con alfileres blancos me procuran paciencia y religión La eternidad, sugieren, se extiende hacia el pasado de toda creatura Gloriosa cicatriz, atavía los muros Coronada muy pronto la mitad del día quise construir una hoguera de cordiales maderos para esa forma que oía sin temerme entre los árboles: si hubiese sido capaz de conquistar su idioma Decidí caminar

Para creer, amaestrado, inolvidable desvarío de vegetaciones Una metáfora celeste El sol: amada parcela Mis domésticas flores entornaban sus párpados Paciencia venida hasta mi boca -Se congregaba el geranio en la mitad del día- Y serenos los tallos Y sacrificadas las crines cuando expuesta la carne en carrillos verdosos de hojas que no llegaron a escribirse Quise con una sonrisa hacerme a los cielos Cantaba para los hostiles, arrastraba mi contextura de árbol torcido Di gracias por la violencia que me apartó cual a vicioso fruto Pensé en el naufragio urbano En los cansados que despiertan sin poder recordar -¡Qué podrían recordar!- Enfermo, vicioso fruto que relamió sus labios Quise creer: flor del torrente de la sangre Suaves civilizaciones de asombro en el tobillo de las vírgenes Conjugación de cañas y danzantes anónimos, mi canción

-Una manzana en eclipse, entre las hojas-

Verano de mi época, de mi calle despierta en el tobillo de las vírgenes Rostro mío y de materias dispersas, extrañaba Extrañaba mis dos alas de arena, por el hambre y la sed volví a tierra Mi boca era muy frágil ovillo de serpientes. Pregunté, ¿habrá a quien este delirio colme con un fuego sensato? Pensaba: brillará la franca luna de las fábricas, y esa brisa incoherente que congregaba al mundo en un solo silencio hecho a dos voces No fue posible retener la inusual estructura de mi espíritu

Sin reflejo y de espaldas… -¡Cárcel! ¡Púrpura!- …sobre la arena de largas crines solares Llegaron desde todos los nortes a calzar sus rostros con lo que del mío hubiera quedado De hocico en hocico era arrojado mi cráneo, pobre talismán Brazalete elegíaco y asido a epidermis imperial, mi lengua encallecía Y sin otro sustento que el licor anochecido a carcajadas contra la brisa rodante de los senderos -¡Círculos trazados por el desaliento! ¡Mareas que anudaron destierro y cicatriz! ¡Planeta de incendiados andamiajes!- Llegaron desde todos los nortes Intentó detenerlos el aire cortado por los dedos del espino, el de jugoso fruto Mi edad era una fecha de papel, se desgajaba en dos Sangró cadáveres y caballos en ruinas Y esta pausa, freno mordiente No fue para labrar crepitante alarido de monedas dispuesto este corazón Pero a un costado del agua Sin partido y sin cauce, y solidario hallaba tregua Las palabras servirían, acaso Para anidantes nómadas desorientados Salar costuras, alejar al tóxico enviado del Altísimo

Señor de la paciencia, el cielo vibraba iluminado por claros peces de espejismo -Mirar desde el acantilado que en sus bocas empieza, saltar mil veces invocando a la muerte: a diario regalaba sombra para ropajes nuestros- Tuve prisa Enredada la mueca del rumiante en mis manos, tuve prisa Ciudad, la recordada y vuelta a florecer, fue denso musgo Si al observar cuando sus calles se sumergen, buscaba en mis bolsillos Y era nadie Afrontar las licencias de una noche pendiente de lo extenso Y era nadie De retorno en retorno Del andar a la horca floreciente Cada siglo entre sábanas, esfera, sus doce moribundos O al mañana apostados los frutales canastos del hambriento En la vereda cómplice se hacía inofensivo mi reclamo patriótico -Ya todo lo que fue clausura tu guarida, te enceguece-

Noche desértica cuando las copas danzan -Perfume inagotable, extraño elemento del susurro- Cadena y suelo de quien acorralado ante muy reciente causalidad Las fugaces orquídeas de los libros, el satisfecho artesano de la corrupción Fueron soñados en mi tiempo -Tu tiempo, costosa cruz echada a las cascadas- La memoria era bosque de pelajes en fuego, una desaparición de fugitivos Y fuertes extremidades, ágiles osamentas señaladas por boca descarriada y juglar, el galope del enemigo llegó a puertas de mi antigua habitación infructuosa Mercaderes desplegaban cánticos Anunciaban lagos de utopía al mundo -para todos amante, para todos ajeno- Necesitó el artífice la honesta servidumbre de unos ojos Cayó muy hondo al buscar raíces que lo ataran a tierra, alto pez espacial Cada palabra poseería graciosos perfiles ciudadanos Y la luz amarilla del expendio Esa joya de futuro y arena que bebí muy entrada la desértica noche

Despertaba para hallar siempre establecidos mis dos pies Mis uñas, herramientas asesinas en constante relevo Había de talarlas, asumir el oneroso reto de la civilización Extraía de mi pensamiento una última hilacha de sueño Buscaba en los rincones lenguaje a cuyo madero asirme Vestía mi cuerpo, pronunciaba sin percatarme de hacerlo la palabra siglo Rápidos alimentos excedían la medida de mis necesidades, tanto era el aire a ser respirado Yo aparecía en la ventana, alguien pudo haber estado a punto de llegar Mis frazadas de olor arqueológico hacinaban perentorios mortales, perentorios mortales a diario atravesaron calles decapitadas Huir hacia la azotea, izar y arriar atuendos cuidando otorgarles su forma natural En el centro del cosmos se cocía el almuerzo Examinaba sus vapores pero no era responsable de la sal Mi corporalidad hacía sentir su presencia El humilde aroma del jabón cubría mis manos, anudaba de nuevo la horca del calzado Era llamado a mesa de amigables desconocidos, desplazaba a petición un depósito de hortalizas para cruzar metales sobre mi plato vacío Y capaz de reír frente al ingenio eléctrico Porque sus historias flagrantes adelantaban la hora de encender fuegos Administrar el agua que debía permaneces caliente, morder el pan Cerraba contra vendavales toda posibilidad de mi cardiaca anarquía Una luminosa nocturnidad hizo presente su circo tenebroso Revisé descripciones, intervine en el color de las fábulas Puse mis pies por vez última sobre la casa, en lo alto la ciudad fue congestión de gametos Ante ese helado diente nocturno sentí miedo, temí Acomodé la blandura habitual sobre la cual mi cráneo aprendería a olvidar ¡A punto de dislocarse, el maxilar que aun me adorna dibujó una bocanada!

Mi corazón, pie a estribos del amanecer, ha decidido Ha calzado mis ojos la luz hiriente Cadáveres en ánforas esperan con su insomne conversación -Cada cifra que otros observamos, cubierta por el fácil centavo de este siglo En vano a los maestros encargamos Las botellas regadas, los ojos de la nieve adormecida Rotulado el ayer, sus dos alas jurásicas jamás alzarán vuelo, y será dulce la sabia podredumbre de las cátedras- He abierto en dos mi fruto de naufragios He recibido el falaz escupitajo de quien cansado ahora y militante Cómo duelen mi asombro, lo robado Mi sonriente destrucción -Sangre de cuanto aun por conquistar permanece proscrito, lateral- Ha engordado el grillete, la levedad ha arqueado ése que fuera lomo joven cual la piedra que avergonzó sus manos, cantada al despedir -Amor bueno de las buenas tardes- Desciendo desde mis cejas un par de anteojos inusuales En la pendiente que me incendia Razonada estructura rodante y heredera del aire, mi bufanda señala hacia atrás Y en su butaca apacible Y en la cama el bostezo y en las jaulas los tallos oxidados de la alfalfa: yo sonrío

Cantar y huir porque se ha hecho necesario Porque la seda del oeste de un sol moribundo -Y los chiquillos atados a sus ruedas- Llega otro año de carretas en vuelo Eran pacíficas esas tardes de arcilla Las harmónicas cincelaban con fuego, con ámbar Ahora solamente capaces de cantar -Artificios de luto coronan nuestra edad desde ya tanto, nos son incomprensibles las bocas de los sabios Nuestros ojos no alcanzan una lágrima y lo demás es luz ajena En casa, cualquiera de las nuestras…- Cose esta boca humilde, en el viento Enciende mi vieja cicatriz y rastrilla tu guitarra -Lunes que al recorrer tu voz habrá ya envejecido- Lo demás, los huesos de las aves, el verano de una sonrisa cortada hasta las sienes -Muestra huesos la carne del insomnio, los quemados querrían extirpar nuestros dientes. Tú sabes qué consiguen- Tan cansado me siento, devoraría tus manos sin hacer uso antes de amenaza Llámalo sueño, culpa -Ya sólo capaces de cantar- Un hombre que se incendia en otro hombre, o ardua, quizás, mujer que en otra mujer yace incendiada Y el brazo aprisionado por la argolla, y el barbado animal que lo condujo desde algo que debió permanecer secreto y peligroso Su cuello, su cuello irrespirable

Caminante, mi sombra posee tatuada sobre su lengua oscurecida por la horca el nombre de la ciudad en la cual soy ejecutado y predica sabiamente callada y callada sabiamente es resplandor y vestidura de fragatas Porque el tiempo que hoy la erosiona apunta hacia vitales florestas Porque así custodiada por las fauces del carnívoro, su peor enemigo y el que ignora De cada dentellada ha extraído lección aliciente Apoderada del potro aunque apresada por él como por una misión Está de pie, y descalza es geranio para los huracanes Sobreviviente por definición y materia, ha declarado la potestad diluvial de su boca sobre la boca enfurecida de la historia Y cantada en los poemas de los hombres conoce el círculo mortal que el desaliento niega Porque sobre la peligrosa escultura de la propaganda ha escupido con asco y con ternura Porque es hacha de sol y no será llamada a sacerdocio de humo provocado por la pólvora fácil de unos panes -¿Conoce, pues, la poesía esencial de los naufragios?- Porque no ha venido a abrir las cárceles para que el siamés regrese a su hermano rendido ante la victoria, enrojecido por la necesidad de acostar cadáveres sobre el papiro del recuerdo Porque dejará que los huesos se pudran en la luz de las veredas cegadoras, y dirá que aquello no basta Es pasto de la murmuración pero siendo invaluable pradera aquella que a todo lo colma con lozano tormento y emoción de túnicas violadas… Porque ha descubierto el labio intempestivo que la exonera del común y procaz beneficio del secreto -Sombras Etéreo espejismo, paciente red del pescador inmóvil ante lienzo oceánico-

Las amables personas me preguntan

-¿Vigorosos existen en tu cruz el instinto, la función estelar,

la paloma de aplausos que te hablaba en secreto?- Extienden este mapa de cenizas Apuntalan con dardos mi garganta, y recelosas las amables personas me preguntan He traficado atuendos, he anudado los dos pares de puntas cardinales en mi tela y emboscado al alisio hasta que sangraron mis pies pues fue veloz cada ciudad labrada por el odio, cada violento surco de cascajos Y en mis manos las ondas, y en mi derecho, incólume, la caída del vino calcinante Con mis dos manos y con miedo y por no se herido, carne a diario del bronce, cuidadoso escapé Como en cada función, abierto el mundo Aquella dulzura interrogante, el ejercicio de mis alas en tránsito

-En tránsito rebelde- Supe reír con ellos, até un lazo a la garganta del sol amablemente contraído A gritos abordé la caravana ajena y aquello fue aún más justo que en mi boca los clavos inocentes del arca El patíbulo en llamas

Brisa de mi norte, brisa, quieren los prados de hojarasca que los incendios pastan con ojos incapaces de dormir Y del cielo las cuerdas, el ingenioso fruto de todo maxilar Cuando exigido por el hambre no regresa

-Si estuvo alguna vez- Quisieron en mi escena desbaratar lo suave de las gasas… -y atar con cicatrices tu antebrazo- Digo mi vieja oración, mi página perversa En la escritura de tu nombre encontraba secreto, era feliz Brisa, brisa de mi norte Soy sólo un animal entre estos que huyen Mas es inestimable el instante de bordes peligrosos Temo aquello que tarda porque no tardará Porque las lentas naves ya crujen con el fuego, separadas Brisa de la anhelante encrucijada, norte y sereno refugio

Sin comprender del todo he llegado a esta boca que acusa pensamiento, que explica el mal dibujo de las águilas en esferas por niños sometidas en los parques como planetas propios, y he admitido Me quieren quienes me odian, quien destituye mis tejados y me arranca del común hospedaje hacia la noche -Satisfactoria que en todas las sabidurías se estableces: Para quienes a oscuras, para quienes tan frágiles Aquello que perciben existe ya dos veces en la calle y en la mitad de su sueño, en la canción y en los dos ojos brillantes que pudieron haberlos arrollado si no hablaran muy alto y elevaran el licor sobre sus cráneos- Sé de los bosques húmedos, hacia asfixia dirigen Pero, hombre que ha sido separado de su patria esencial Hombre en los puros eucaliptos registrado -con corazón, con apellido y saeta- Nada reprocha sino el viento impetuoso de la historia Lo demás, sus colmillos inocentes y su baile en secreto El humo de las casas en la tierra amarilla Gracias al enemigo por rodar sobre mi rostro Por las piedras exactas, gracias, porque amar luego de tanto no es robarse No es conceder alimento al hueso que sostiene la afilada premura, el extravío Gracias al arte del amor vencido el siglo y a la plegaria secular del horno, alabada cicatriz: A todos gracia, a todos surco, marea ilimitada, voz pulsante que del odio y la fiebre y de una madrugada veloz, a toda prisa En los incendios cumple juramento y abrojo Sin comprender, parido apenas o tan viejo que ni la fe del torso tras las sedas abriría puerta alguna en músculos vociferantes -Sin embargo, la noche-

Hecho de sal y de costuras Patria soy De geranios humildes y de rayos Cuando mi cuello se levanta para sobrevivir entre los cerdos Cuando me alumbro en el desierto de los astros con una verdad que cambia día a día Por la perfecta servidumbre que ejecutan los árboles a mi cuidado Domador de fogatas Leo en las miradas de la multitud -Partitura apagada- El desprecio La fábula Su ternura de harapos silenciosos Arrastro mi lengua hasta que mi lengua adquiere la rudeza de los arbustos Y portador de una insignia de cráneos Ignoro el número de pasos que hacen falta para callar en paz Para volver a mi país A la pasión de los cometas conciliados con su signo esencial

Ostenta rostros la inminente dispersión del mar Recortada por azoteas apela a una eternidad de hielo Miles de perros danzan para esa inminente dispersión y yo desde el pasado que cada día se vislumbra sin tregua creo haber caído exhausto: Ya no soy ese hombre que dibujaba vaivenes Mi oleaje personal y el humo de las flautas atemorizados por no poder reconocerme si cantada la noche he puesto pie en lo que permanece de mi casa incendiada huyen hacia el insomnio con sus viejas alas de niño enfermo No hay abrojos que arañen la vejez de mis pantorrillas El hielo trenza dulces arrepentimientos y de ese modo es imposible hallar aprendizaje Así fue como las décadas bosquejaron su palabra en la miel de mis huesos He atendido a quien promete desgastar los cristales de mi puerta A quien me ve desde tan lejos, desde su juventud que me halla irreconocible Todos tenemos una guerra en el corazón Explicaría mientras ato la cintura del vino a mi garganta -Con una canción de miles de cuerdas- Pero las guerras tejen guitarras personales en los hombres Los aplastan con misericordia y con auxilios de mañana Una vez más, de ese modo es imposible hallar aprendizaje

Nunca creí verme astillado y perseguidor de estelas Mías fueron las calles de la brisa aunque extravié, recuerdo, en la noche de celebración sortija y llaves y nadie llegará a odiarme del todo Es esta muy reciente certidumbre: Sangraba océanos por la detonación Por la escultura cósmica que abría el plomo en las praderas Estoy cansado de sangrar Quiero ser arquitecto de una granja que sé no llegará a existir en mis ojos abiertos con costuras Colecciono postales, edifico mosaicos para reemplazar ese coágulo blanco que la ceguera impone al alejado de su nacimiento Mi lámpara de alcohol ayuda a ver hacia delante -Ayuda a ver pero hace falta de inmediato- Desde esta tiniebla difícil de escalar y la última Desde esta mitad que augura pronta escasez Recibo cartas, me hacen extrañamente recordar: No he afilado en mi mejilla los metales Palabras del color del acero revolotean Sacuden en el aire sus rojas esporas sonrientes Me perdonarán por unos meses hasta que todo acertijo sea develado en mis sábanas Conozco hoy todos los significados y ese misteriosos confidente Ese cálido aroma que sustenta mis siete vértebras en peligro sonrojaría su sueño si decidiese hablar Aun es pronto, la música que se repite hace perfecta descripción de una fe que no querría consumirse pero cuyo heroísmo doloroso ha comenzado a dejar huellas de sal sobre la nieve y sobre todos los brazos del río que me arrastra

Preso de error Aúllo Observado desde entonces con natural deseo de escapatoria Me pregunto Reír así en el mundo que considero mi estatura Galopante quimera de batallas al piano Buscada y última moneda, si un agujero habitaba el secreto de mi tela y un dibujo sentimental Pero aquel que en los pasadizos de la noche ha caído, no mil veces, sino, por siempre, vez primera O a solas y silencioso recuerda: hace ya tanto Arena que no ha sido restituida en el superior recipiente Y tanto, en su desmedro Ese rostro de embriaguez que lo refleja Espacial y desterrado Siempre

Aquel que fui exhibía por cicatriz una guitarra Una guitarra le cruzaba el pecho Su vaso requería ser repleto hasta los bordes Ensayaba maldiciones y ruegos Alguna piel sin nostalgia -Perdida gratitud de su tacto al descender- En ocasiones su esperanza se elevó del papel hasta la tierra No era que ya hubiese perdido No era que el perro de la costumbre le carcomiese desde ya Calzaba su calzado, contaba con emoción esos odiados níqueles que le quemaban los bolsillos No acertó a darlos todos Era fiel a la satisfacción: saberse capaz de convertirlos en ingenuas fracciones de mal No hirieron sus oídos trompetas de generación -Su odiado sustantivo- Giraban constelaciones, azoteas abiertas Con caridad vistiéronlo traídos desde lejos los trajes del extraño Vio, toda lengua esconde un astro de contradicciones Le hicieron falta, una vez más la guitarra, la noche de lloviznas amarillas Sobre su mano izquierda acarició la sed -Esas palabras cerradas por el humo- …Ahora permanece a punto de saltar… ¿Sabrá negarse a hacerlo? ¿Sabrá cuando conozca la página oxidada de los diarios Oxidada por el sol y el olvido de cada transeúnte idéntico? -Es verano en los dientes de la ciudad y llueve con la misma ternura con que este hombre ha consagrado su cuerpo a los caminos-

Corazones se encienden, ilumina el tránsito y las charcas un zumbido volátil de muchedumbres buscadoras La enredadera ha formado tantos cuellos como ciudades se ocultan en la noche angular Tantas gargantas sabias con sus ruegos íntimos Ciencia de quien a solas y en secreto aguarda unirse al rastro de argentas caravanas Si al descender del polvo que exhalan los sacrificados Si al pronunciar palabras para denominar lo aun inexistente Mano de nadie, sembradora de ese orden paralelo

Suelen hallarse idiomas en las pieles unidas del cordero y el lobo y el día más inesperado parece repetirse

con la enigmática insistencia de una flecha arrojada al azar Pero, si una brisa disuelve frutos anaranjados sobre atmósferas del color del papiro

Desde entonces, en la piedra mordida por los constructores: el árbol Y si esta playa fuese real, si las hojas que nos sirven de lecho Si estas nubes de plata en las iglesias Cabellera dispersa de oleaje

Arcángeles fundan guirnaldas Rojo el humo reclama

Maravilla del aire, giratoria Si una brisa arranca los rostros reflejados Si al elevarse vorágines de hojarasca Ciego otoño extranjero o cercana corrupción que ennoblece el trazo como con rastro de cadáveres tirados a caballo