De la improvisación a las teorias conspirativas

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De la improvisación a las teorías conspirativas Desde el inicio de la época otoñal es de esperar la aparición de un mayor número de casos de diversas formas de gripe o influenza. Este año y por fenómenos agregados difíciles y extensos de explicar, era de esperar la extensión de otras formas de esta enfermedad -ya en México se habían iniciado casos de gripe porcina- conocidas como gripe tipo A N1H1. Sin embargo y como sucede frecuentemente en nuestro país (donde en salud acostumbramos a actuar como “bomberos”) la improvisación retomó su acostumbrada presencia. Acciones y mensajes encontrados, no dejaron de ser percibidos por el público que entró en justificado pánico, con sus inevitables consecuencias. Se desbordaron los centros asistenciales, se centralizó la compra por el Ministerio de Salud de medicamentos antivirales, se informó inadecuadamente porque en nuestro país la información que requiere suficiencia, calidad y oportunidad en sus atributos, no es suficiente, no es de calidad, ni llega oportunamente para tomar las decisiones políticas correctas. Se sabe si, que hasta el momento los muertos llegan a ser hasta hoy cerca de 90, pero no se conoce en realidad el denominador por lo que resulta imposible calcular la tasa de letalidad. Si fueran ciertas las cifras expresadas por el recientemente nombrado Ministro de Salud: que la cantidad de infectados estimados llega a 100 mil (aunque pueden estimarse en muchos más), la tasa de letalidad calculada demostraría que la epidemia es sumamente benigna e incluso muchos más que en otros países. Sin embargo las acciones continúan con vehemencia (la gripe de cualquier tipo ha ocupado el centro de la escena): confusas indicaciones de “aislamiento responsable” vs. suspensión total de actividades, reparto indiscriminado de antivirales -cuyos efectos adversos son todavía desconocidos- (ver: http://en.wikipedia.org/wikiIOseltamivir#Adverse_effects ), reunión urgente del COFESA no se sabe bien si para consensuar acciones conjuntas de las provincias con la Nación ante el virus conspirador, o para respaldar al nuevo ministro que (sacado de una conocida galera) parece necesitar urgente apoyo y asesoramiento. Desde el punto de vista sanitario la gripe es un episodio más de la multiplicidad de enfermedades que afectan al hombre. No desmerezco su importancia, por el contrario, la asumo, como así también sus “costos agregados” y no solo los de su atención. Pero nadie dice de la multiplicidad de enfermedades descuidadas (tuberculosis, malaria, leishmaniasis, dengue, chagas, etc. por solo citar algunas), así como niños que mueren por EDA e IRA, o accidentes domésticos, y otras causas evitables, que afectan a nuestras poblaciones y que matan a mucha más gente, pero de las que no se dice nada. El sistema sanitario ha seguido la ruta del dinero (y muchos lo han hecho con él): ya que solo se asisten enfermedades,… la medicina ha perdido su objetivo de “cuidar”, para caer en la rentable ocupación de “curar”. La población y los niveles políticos poco saben de esto, así es que la supuesta “conspiración” del virus se ve potenciada por el grave desconocimiento que se tiene de cómo debe gestionarse un área tan sensible como es la salud y que sin embargo no está en la agenda política. La gripe pasará, con el exigido esfuerzo de los trabajadores del área y con la improvisación permanente de los responsables políticos nacionales, que además de no respetar que “las políticas sanitarias son definidas por las provincias”, que son las que tienen facultades de

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Una visión de un sistema de salud que solo puede dar respuestas improvisadas, dadas sus graves falencias organizacionales y financieras, todo lo que atenta contra la eficiencia, calidad y equidad que debiera alcanzar a toda la población

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De la improvisación a las teorías conspirativas

Desde el inicio de la época otoñal es de esperar la aparición de un mayor número de casos de diversas formas de gripe o influenza. Este año y por fenómenos agregados difíciles y extensos de explicar, era de esperar la extensión de otras formas de esta enfermedad -ya en México se habían iniciado casos de gripe porcina- conocidas como gripe tipo A N1H1.Sin embargo y como sucede frecuentemente en nuestro país (donde en salud acostumbramos a actuar como “bomberos”) la improvisación retomó su acostumbrada presencia.Acciones y mensajes encontrados, no dejaron de ser percibidos por el público que entró en justificado pánico, con sus inevitables consecuencias.Se desbordaron los centros asistenciales, se centralizó la compra por el Ministerio de Salud de medicamentos antivirales, se informó inadecuadamente porque en nuestro país la información que requiere suficiencia, calidad y oportunidad en sus atributos, no es suficiente, no es de calidad, ni llega oportunamente para tomar las decisiones políticas correctas.Se sabe si, que hasta el momento los muertos llegan a ser hasta hoy cerca de 90, pero no se conoce en realidad el denominador por lo que resulta imposible calcular la tasa de letalidad.Si fueran ciertas las cifras expresadas por el recientemente nombrado Ministro de Salud: que la cantidad de infectados estimados llega a 100 mil (aunque pueden estimarse en muchos más), la tasa de letalidad calculada demostraría que la epidemia es sumamente benigna e incluso muchos más que en otros países.Sin embargo las acciones continúan con vehemencia (la gripe de cualquier tipo ha ocupado el centro de la escena): confusas indicaciones de “aislamiento responsable” vs. suspensión total de actividades, reparto indiscriminado de antivirales -cuyos efectos adversos son todavía desconocidos- (ver: http://en.wikipedia.org/wikiIOseltamivir#Adverse_effects ), reunión urgente del COFESA no se sabe bien si para consensuar acciones conjuntas de las provincias con la Nación ante el virus conspirador, o para respaldar al nuevo ministro que (sacado de una conocida galera) parece necesitar urgente apoyo y asesoramiento.Desde el punto de vista sanitario la gripe es un episodio más de la multiplicidad de enfermedades que afectan al hombre. No desmerezco su importancia, por el contrario, la asumo, como así también sus “costos agregados” y no solo los de su atención. Pero nadie dice de la multiplicidad de enfermedades descuidadas (tuberculosis, malaria, leishmaniasis, dengue, chagas, etc. por solo citar algunas), así como niños que mueren por EDA e IRA, o accidentes domésticos, y otras causas evitables, que afectan a nuestras poblaciones y que matan a mucha más gente, pero de las que no se dice nada.El sistema sanitario ha seguido la ruta del dinero (y muchos lo han hecho con él): ya que solo se asisten enfermedades,… la medicina ha perdido su objetivo de “cuidar”, para caer en la rentable ocupación de “curar”. La población y los niveles políticos poco saben de esto, así es que la supuesta “conspiración” del virus se ve potenciada por el grave desconocimiento que se tiene de cómo debe gestionarse un área tan sensible como es la salud y que sin embargo no está en la agenda política.La gripe pasará, con el exigido esfuerzo de los trabajadores del área y con la improvisación permanente de los responsables políticos nacionales, que además de no respetar que “las políticas sanitarias son definidas por las provincias”, que son las que tienen facultades de

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ejecución de las mismas y que la Nación tiene funciones articuladoras convocando al COFESA, pero que no puede suplantarlo. Muy a pesar de ello los fondos asignados en este caso específico son manejados en un 65% por la Nación (para compra directa de medicamentos) y solo el resto será transferido a las provincias (de la manera discrecional habitual). La conspiración de la inoperancia política, perpetúa la improvisación en nuestro sistema de salud, que ante las emergencias sale como un bombero a apagar un incendio que pudo no haber sido tal (aplausos para el héroe de la película).Siempre se dice que nuestro sistema de salud está fragmentado en casi 800 organizaciones que dicen “brindar salud” (pero ello es muy diferente en cada una de ellas), o que está segmentado ofreciendo diversos grados de accesibilidad a unos y a otros según le toque en suerte, o que gastamos mucho (casi el 10% del PBI) pero no se dice que lo hacemos mal (casi el 50% es gasto directo del bolsillo de los argentinos, lo que resulta inequitativo), o se dice que muchos no alcanzan supuestos mínimos de atención o que sus condiciones de vida atentan contra su salud, o que somos ineficientes, o que es necesario corregir todo esto para que además nuestros resultados sanitarios sean aceptables.Sin embargo todo esto se dice, pero no se corrige, porque en nuestro país la salud ni está en la agenda política, ni conviene modificar aquello que ha servido (y sirve todavía) para beneficio de algunos.Desde hace muchos años nos hemos preocupado de salud, más por los anuncios de impacto mediático (y figuración política), o por ocupar atriles, que por llevar a cabo las reformas de fondo necesarias.Aunque asumo que los intereses a vencer son poderosos.

Dr. Eduardo Filgueira LimaMg. En Sistemas de Salud y Seguridad SocialJulio de 2009