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48 49 personaje J osé Saborit (1961, Valencia) es pintor y poeta además de catedrático de la facultad de Bellas Artes, donde imparte cla- ses desde mediados de los ochenta. Este abril expone nueva obra en el IVAM. Por títu- lo, Más al Sur. Una exposición comisariada por el también poeta valenciano Carlos Mar- zal. Hacia ese punto cardinal ha dirigido su mirada durante estos años de silencio des- de su última exposición Con el aire, en el 2008. Un silencio por otra parte doblemente roto. Porque José Saborit también presen- ta nuevo poemario: La eternidad y un día. Un espacio temporal que no ha sido elegido al azar. Porque es el tiempo que el artista desea celebrar el hecho de estar vivos. En su caso particular, plasmado tanto sobre un lienzo como en un folio en blanco. Esta- mos ante un creador de ambiciones infini- tas como el horizonte. Un hombre que no ha renunciado a mirar ingenuamente lo que le rodea; a recuperar la emoción del niño que ve el mundo por primera vez. Aunque a veces haya que marcharse muy lejos para recuperarla. Si es necesario, hasta la Isla Rey Jorge, en el continente Antártico, un espacio que le ayudó a descubrir de nuevo “la belleza que se oculta en el mundo” . Pala- bras que el propio autor emplea para expli- car su modo de entender la pintura. La pintura como un modo de descubrir la belleza que se oculta en el mundo. ¿Toda una declaración de intenciones? Toda una declaración, porque el arte de las últimas vanguardias, de las últimas tendencias, pare- cía más preocupado por abolir la estética y por buscar un compromiso ético o una fun- ción social. Sin embargo, creo que la función estética del arte es algo reivindicable, puesto que el mundo ya está lleno de fealdad sufi- ciente para que añadamos más objetos feos. Y la búsqueda de la belleza es una de las fun- ciones del arte, aunque no la única. Antes de entrar en materia. ¿Qué es la belleza para usted? Según el precepto clásico, la belleza debe de corresponder- se con la verdad y con la bondad. Pero la verdadera belleza no es la que cumple con nuestras expectativas y con nuestros modelos preestablecidos, sino la que los amplía y cuestiona. La belleza es lo que nos conmueve, lo que forcejea con nuestro gusto para ampliarlo y hacernos crecer en esa contemplación. Atendiendo al mundo que nos ha tocado vivir. ¿Deberá de decapar a fondo para dar con ella? Ese es el problema precisa- mente. En gran medida la pintura nos ayu- da a encontrar el detenimiento, la lentitud, y la concentración que hemos perdido con la adicción al consumo masivo y repetitivo de imágenes. En ese sentido, la pintura celebra el don de la visión, y a la vez lucha contra la mirada teledirigida por las pantallas. En la sociedad actual hay un deseo de consumir y ver muchas cosas, y eso supone un menoscabo de las capacidades anteriores. La pintura nos obliga a mirar de una forma diferente a la que se nos impone por todas partes. En ese sentido, la pintura es una gimnasia que nos ejercita para una mirada más profunda, más contemplativa, y más densa, más concentrada. ¿Entonces la pintura nos obliga a deshacernos de todas las capas que se nos han adherido con el paso del tiempo? Es recuperar la emoción del niño que ve el mundo por primera vez. El niño tiene una capacidad de sorpresa impresionante. Cuando hemos vivido y hemos visto mucho, esa capacidad de sorpresa se erosiona, se desgasta, se cubre de muchas capas. De lo que se trata es recuperar esa capacidad de emoción, de sorpresa, ese vértigo del ver, del mirar, del descubrir la belleza y el conocimiento que nos viene por la visión, y celebrar eso rememorándolo por medio de la pintura. ¿Ese es el primer paso de un proceso creativo que aspira a ser arte? El primer paso es emocionarse ante algo. Que puede ser lo más cotidiano y lo más normal del mundo. Un rayo de sol que entra por la ventana y se posa sobre un pedazo de pan; una pues- ta de sol; unas nubes que se escapan con la ventisca; un árbol que se inclina por el efecto del viento. Emocionarse tanto que uno quiera repetirlo, recordarlo. Y la pintura es un modo de recordar, de producir un cuadro que intente recobrar esa sensación, provo- cando en el espectador una sensación parecida al vértigo que tú sentiste ante la visión de algo que te conmovió. ¿Cómo calificaría las producciones que no se rigen por esa idea del arte? En el arte de los últimos años hay mucha ocurren- cia, mucho ingenio, mucho guiño cultural, pero falta, a mi modo de ver, intempestividad y alma. Falta pasión, y un despojarse de todo lo anecdótico para recuperar las raíces del ver y la emoción desnuda del mirar. Esa es la utopía que a mí me mueve a pintar este tipo de cosas desnudas, despojadas, donde no hay anécdo- ta. Muchos pensarán que mi pintura es aburrida, porque no pasa nada; pero otros muchos se detendrán, mirarán, y se perderán “Dicen que somos lo que comemos, pero también somos lo que vemos” ENTREVISTA A JOSÉ SABORIT. PINTOR, POETA Y SOCIO DE TYRIS SPA+FITNESS Texto Rubén López Morán Fotografía José Manuel Torres

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personaje

José Saborit (1961, Valencia) es pintor y poeta además de catedrático de la facultad de Bellas Artes, donde imparte cla-ses desde mediados de los ochenta. Este abril expone nueva obra en el IVAM. Por títu-lo, Más al Sur. Una exposición comisariada por el también poeta valenciano Carlos Mar-zal. Hacia ese punto cardinal ha dirigido su mirada durante estos años de silencio des-de su última exposición Con el aire, en el 2008. Un silencio por otra parte doblemente roto. Porque José Saborit también presen-ta nuevo poemario: La eternidad y un día. Un espacio temporal que no ha sido elegido al azar. Porque es el tiempo que el artista desea celebrar el hecho de estar vivos. En su caso particular, plasmado tanto sobre un lienzo como en un folio en blanco. Esta-mos ante un creador de ambiciones infi ni-tas como el horizonte. Un hombre que no ha renunciado a mirar ingenuamente lo que le rodea; a recuperar la emoción del niño que ve el mundo por primera vez. Aunque a veces haya que marcharse muy lejos para recuperarla. Si es necesario, hasta la Isla Rey Jorge, en el continente Antártico, un espacio que le ayudó a descubrir de nuevo “la belleza que se oculta en el mundo”. Pala-bras que el propio autor emplea para expli-car su modo de entender la pintura.

La pintura como un modo de descubrir la belleza que se oculta en el mundo. ¿Toda una declaración de intenciones? Toda una declaración, porque el arte de las últimas vanguardias, de las últimas tendencias, pare-cía más preocupado por abolir la estética y por buscar un compromiso ético o una fun-ción social. Sin embargo, creo que la función estética del arte es algo reivindicable, puesto que el mundo ya está lleno de fealdad sufi -ciente para que añadamos más objetos feos. Y la búsqueda de la belleza es una de las fun-ciones del arte, aunque no la única. Antes de entrar en materia. ¿Qué es la belleza para usted? Según el precepto clásico, la belleza debe de corresponder-se con la verdad y con la bondad. Pero la verdadera belleza no es la que cumple con nuestras expectativas y con nuestros modelos preestablecidos, sino la que los amplía y cuestiona. La belleza es lo que nos conmueve, lo que forcejea con nuestro gusto para ampliarlo y hacernos crecer en esa contemplación.Atendiendo al mundo que nos ha tocado vivir. ¿Deberá de decapar a fondo para dar con ella? Ese es el problema precisa-mente. En gran medida la pintura nos ayu-da a encontrar el detenimiento, la lentitud,

y la concentración que hemos perdido con la adicción al consumo masivo y repetitivo de imágenes. En ese sentido, la pintura celebra el don de la visión, y a la vez lucha contra la mirada teledirigida por las pantallas. En la sociedad actual hay un deseo de consumir y ver muchas cosas, y eso supone un menoscabo de las capacidades anteriores. La pintura nos obliga a mirar de una forma diferente a la que se nos impone por todas partes. En ese sentido, la pintura es una gimnasia que nos ejercita para una mirada más profunda, más contemplativa, y más densa, más concentrada. ¿Entonces la pintura nos obliga a deshacernos de todas las capas que se nos han adherido con el paso del tiempo? Es recuperar la emoción del niño que ve el mundo por primera vez. El niño tiene una capacidad de sorpresa impresionante. Cuando hemos vivido y hemos visto mucho, esa capacidad de sorpresa se erosiona, se desgasta, se cubre de muchas capas. De lo que se trata es recuperar esa capacidad de emoción, de sorpresa, ese vértigo del ver, del mirar, del descubrir la belleza y el conocimiento que nos viene por la visión, y celebrar eso rememorándolo por medio de la pintura.¿Ese es el primer paso de un proceso creativo que aspira a ser arte? El primer paso es emocionarse ante algo. Que puede ser lo más cotidiano y lo más normal del mundo. Un rayo de sol que entra por la ventana y se posa sobre un pedazo de pan; una pues-ta de sol; unas nubes que se escapan con la ventisca; un árbol que se inclina por el efecto del viento. Emocionarse tanto que uno quiera repetirlo, recordarlo. Y la pintura es un modo de recordar, de producir un cuadro que intente recobrar esa sensación, provo-cando en el espectador una sensación parecida al vértigo que tú sentiste ante la visión de algo que te conmovió.¿Cómo califi caría las producciones que no se rigen por esa idea del arte? En el arte de los últimos años hay mucha ocurren-cia, mucho ingenio, mucho guiño cultural, pero falta, a mi modo de ver, intempestividad y alma. Falta pasión, y un despojarse de todo lo anecdótico para recuperar las raíces del ver y la emoción desnuda del mirar. Esa es la utopía que a mí me mueve a pintar este tipo de cosas desnudas, despojadas, donde no hay anécdo-ta. Muchos pensarán que mi pintura es aburrida, porque no pasa nada; pero otros muchos se detendrán, mirarán, y se perderán

“Dicen que somos lo que comemos,

pero también somos lo que

vemos”

ENTREVISTA A JOSÉ SABORIT. PINTOR, POETA Y SOCIO DE TYRIS SPA+FITNESS

Texto Rubén López Morán Fotografía José Manuel Torres

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en esa lejanía, en la celebración del color y del espacio. Dicen que somos lo que come-mos, pero también somos lo que vemos. Es necesario pasar un cierto ayuno visual, aprender a vaciar la mirada, para recuperar el apetito por mirar. Mi pintura busca ese contrapunto ante la congestión de imáge-nes que nos asaltan; se concentra en las cosas que siempre estuvieron ahí. Como el mar, la lejanía, el horizonte, en cosas que hemos dejado de ver. Eso es lo que pre-tendo, que lo consiga o no, eso no lo debo decir yo, sino el espectador.En sus anteriores colecciones subordinó la búsqueda de la belleza a un “regre-sar a la naturaleza”, “un contemplar con ojos nuevos”, un “rasgar las vendas cro-nológicas”. ¿Sigue pensando su obra de esta manera, como si el camino se hicie-ra huyendo del camino? Así es. Si uno ya sabe adonde va el camino no le puede enseñar nada, no hay aventura ni descubri-miento. Uno debe perderse para encontrar-se. Uno debe huir del camino para hacer el camino. ¿Sobre el rasgar las vendas crono-lógicas? La pintura moderna pretende ser el arte del momento, del ya. En cambio, la aspiración clásica del arte era la intemporali-dad, que las imágenes perdurasen. Yo estoy más en esa línea. Intento que lo que hago no se consuma, no sea de usar y tirar.¿Sus cuadros son huellas que le ayudan a no extraviarse? Huellas en el habitar del tiempo; son asideros donde reconocerse mirando. El cuadro es un lugar quieto al que

debemos regresar nosotros. Es un artefacto concebido para colgar en la pared en un lugar que frecuentamos. Y debemos confrontarnos con él. Y cada visión será diferente, porque nosotros no somos los mismos. El cuadro cumple esa función.

Desde su última obra expuesta, Con el aire (2008), ¿dónde ha dirigido sus ojos? ¿En qué dirección ha estado mirando hasta ahora? He prestado mucha atención al horizonte. El horizonte como quimera, que tiene algo de inexistente, porque es inalcanzable. Sin embargo, aunque nunca se puede llegar hasta él, ese mirar, ese diri-gir tus pasos hacia él, te mueve a caminar. Y me ha fascinado también el agua. En la nueva colección hay muchos cuadros dedi-cados a La Albufera de Valencia y al mar. ¿Por qué el agua?, porque el agua tiene el milagro de la transparencia, que nos permi-te mirar a través, y también posee la capa-cidad de reflejar el mundo como un espejo. Por eso la pintura está tan emparentada con el agua, porque la pintura debe ser flui-da para manejarla, ya que luego se seca, y porque la pintura, igual que el agua, duplica, refleja el mundo. ¿Y con la que está cayendo, le habrá cos-tado concentrarse? Todas las épocas han tenido sus desgracias, sus catástrofes, sus injusticias, sus guerras, sus males; si el arte hubiera estado siempre mirando eso y solo eso, no se habría hecho nada capaz de per-durar. Quizá por eso uno debe de ir un poco más allá de las amenazas inmediatas, tomar cierta perspectiva, y buscar algo que sea un asidero, un consuelo, algo que nos reinstale en el hecho singular de estar vivos. ¿No obstante son malos tiempos para la experiencia estética? Los tiempos difíciles y de crisis suelen ser tiempos en los que la

invectiva y la imaginación florecen especialmente. Con esto no quiero decir que los que nos dedica-mos al arte tengamos preferencia por ellos. Pero son tiempos que te obligan a reinventarte y a suplir con el ingenio, la iniciativa, y la imagina-ción, lo que la situación no te da. Si tuviera que pintar un

óleo a modo de espejo de la Valencia del siglo XXI. ¿Sería un borrón y cuenta nue-va, un fundido en negro? ¿O, por el con-trario, el estallido de una burbuja? Estoy pintando cuadros casi completamente blan-cos y no es por casualidad. El blanco para mí no es el vacío, la nada o el silencio, sino que es el comienzo de la aventura como un folio o un lienzo en blanco. Lo que está por hacer. Y esa es la actitud que hay que tener ahora.¿El artista de hoy tiene que ser un actor beligerante o bastante tiene con sacar obra y exponerla? Las actitudes críticas pueden ser actitudes muy obedientes con el estado de las cosas. Y otras actitudes menos llamativas pueden entrañar una crí-tica muy profunda a la mirada contemporá-nea tan teledirigida por las pantallas y por la producción de imágenes exacerbadas. Defender con la pintura aspectos como la lentitud, el detenimiento, la concentración y la manufactura, esto es, la imagen cons-truida con materia física en vez de virtual, entraña un contrapunto a lo dominante. Es una forma de resistencia. Lo que puede parecer una posición esteticista también es una forma de estar en el mundo. No obstante, usted elude el arte que necesita una explicación más o menos intelectual. Huye de la pintura como ins-trumento. Solo la concibe como un fin pleno de emociones. La pintura es una emoción y una pasión. Intentar explicar una emoción o una pasión es como estropear-las. Prefiero hablar de una necesidad y no de una producción de objetos para ponerlos en circulación en el mercado. Es una nece-sidad y no siempre cómoda. Es cierto que la pintura es un fin en sí mismo, pero a la vez es un medio que te enseña asuntos de la vida. Que nos ayuda a entender nuestra temporalidad. Pintar no es una profesión o un trabajo como otro, es una manera de sentir. Y cuando no estás pintando y obser-

vas la vida, estás mirando la realidad de otro modo. La pintura te enseña a vislumbrar, y a recuperar la emoción por lo sencillo que en ocasiones hemos perdido. Hablemos por tanto de las emociones. ¿Hay diferencias sustanciales entre las que despertaba su obra pictórica ante-rior con la que está a punto de exhibir este abril en el IVAM? Después de trein-ta años pintando no hay grandes cambios. Ahora bien la emoción que provoquen mis cuadros no me corresponde a mí decirlo, sino a los espectadores. El hecho estético no está en el cuadro en sí, sino está en el encuentro del cuadro con el espectador. Y de algún modo, el cuadro selecciona al tipo de espectador que lo va a disfrutar. No todos van a disfrutar con todos los pintores. Debe de producirse una sintonía, unas afi-nidades entre la obra y el espectador que permitan un diálogo. Aun así, y atendiendo a la reflexión de un filósofo muy apreciado en su profesión: “Ante un cuadro hay que comportarse como ante un monarca: esperar que nos hable y atender a los que nos dice.” ¿De qué nos van a hablar sus nuevos cua-dros? Nos van a hablar de la importancia del comienzo, de la importancia del vacío como condición necesaria para que ocurra o surja algo nuevo. Celebran la belleza del mundo, de lo visible, del agua, del horizonte, de la

lejanía, desde una voz más despojada que antes, aunque no por ello ajena a los senti-dos metafóricos. ¿Tiene pensado ya el título de estos encuadres? La nueva colección se llama Más al sur, y responde a viajes que he hecho por razones académicas al sur de Sudaméri-ca. Concretamente, a Punta Arenas, y des-de allí a una isla maravillosa, la más austral habitada por el ser humano, Isla Navarino. Y de ahí a la Antártida. A la Isla Rey Jorge. Un lugar donde aprecié el vacío, el blanco, la lejanía, el silencio, y todo lo que con mi pintura intento recuperar.Y en cuanto a su otra faceta artística: la de poeta. ¿Algún poemario en ciernes? Mi primer libro de poemas salió en septiem-bre del 2008, y en marzo saldrá el segundo. Lo presentaremos en la Casa del Libro, y se titula La eternidad y un día. Un título que tomé de una película del cineasta griego Theo Angelopoulos quien a su vez lo tomó de una obra de Shakespeare, en la que uno de sus personajes le pregunta a otro cuán-to tiempo amarás y éste contesta: “Forever and a day”. Por tanto, este libro quiere ser, además de una reflexión sobre el paso del tiempo, una declaración de amor al mundo, a la existencia y al hecho de estar vivos, y que pide seguir aquí la eternidad y un día más.¿No cree que roza el milagro que uno pueda ganarse la vida pintando y ense-ñando, porque doy por hecho que escri-biendo versos...? Haciendo versos es imposible. Aunque para mí es lo más natural del mundo conciliar al pintor, al profesor y al poeta. Lo llevo haciendo desde siempre. A veces entran en pugna, porque el pintor quiere quedarse en el estudio cuando el profesor debe ir a dar clases, o el profesor desea ir a visitar el estudio de un alumno cuando el poeta debía pulir unos endecasí-labos. Vivir de la pintura también es compli-cado. Y ciertamente las clases me brindan

una situación y una tensión privilegiada para seguir pintando.

Un seguir pintando que nos traerá esta pri-mavera nueva exposición y nuevo poemario. La verdad es que el sentimiento de ir a con-tracorriente de José Saborit es fundado. Por de pronto ser pintor no es lo más moderno del mundo, reconoce. Aunque a renglón seguido advierte que más que una profe-sión anacrónica la siente como atemporal, porque ya se venía haciendo hace 40.000 años. Una atemporalidad que en esta oca-sión le ha llevado a encuadrar mares y hori-zontes de dos metros sesenta de largo por otros tantos de alto. Unos bastidores que le exigen lo mejor se sí mismo físicamente hablando. De ahí que cuando no está pin-tando está en el gimnasio echando el resto en una clase de ciclo indoor. O pegándose una panzada de largos en la piscina para for-talecer la espalda. Y si el tiempo acompaña y coincide en fin de semana, se pierda en bicicleta por su Arcadia particular: las fuen-tes de la Sierra Calderona, acompañado de la poeta Lola Mascarell o de su buen ami-go Carlos Marzal. Asegura que mezclar el subidón de las endorfinas producidas por el esfuerzo físico y la contemplación del pai-saje, es la droga más intensa que conoce. Momento en que se sabe feliz y en paz con-sigo mismo. Tan en paz y feliz como cuan-do da por rematado un cuadro. “Esa es la mayor recompensa de la pintura”, afirma. “Si además consigues un reconocimiento público y un beneficio económico, mucho mejor”, reconoce, “pero la mayor recompen-sa es la pintura en si misma”.

Tarde.195x195. Óleo-lino, 2010El mismo mar. Lección del oleaje. 265x265, Óleo-lino, 2011

Datos de interésMás al Sur. José SaboritExposición de pintura en el IVAM26 de abril a 24 de junio de 2012

José Saborit, en su taller de pintura situado en el barrio de Ruzafa