Daniel Moyano. Regresa El Trino

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Amigo del Che Guevara, fue calificado por Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Julio Cortázar y Juan Gelman como "uno de los narradores más brillantes de la segunda mitad del siglo XX en lengua española". Tropo Editores recupera con la edición del libro "El trino del diablo" la obra de un importante escritor poco conocido en España, aunque residió en este país desde principios de los 70 hasta su fallecimiento en 1992. Oscar Sipán, de Tropo, celebra esta concreción diciendo: “Daniel Moyano merece una reedición de todas sus obras, es tremendamente injusto que un autor de su categoría no pueda conseguirse en España”. El trino del diablo sostiene una atmósfera mágica desde el primer capítulo (“Sobre el arte de fundar ciudades”), donde se inicia la trama con la fundación mítica de La Rioja en 1591. Con prosa magistral, este autor postergado —admirado por Gelman, Cortázar, Rulfo— nos provoca a aceptar y comprender que en su mundo la música salva al hombre, así describe y narra maravillosamente la vida de sus personajes como el arte de sobrevivir en una sociedad condenada por la pobreza. La cosmovisión de Daniel Moyano, presente en cuentos memorables, incluso en la novela Tres golpes de timbal, implanta ese mundo que alcanza una ética a través de la música. Tropo Editores recupera con la edición de "El trino del diablo" la obra de un importante escritor argentino desconocido en España aunque residió en nuestro país desde principios de los 70 hasta su fallecimiento “Al cuento hay que tocarlo en un buen violín y bien tocado”, solía decir, a sus alumnos. Pero Moyano llega a más: la música salva a sus personajes. Acaso el ejemplo más claro de esta cosmovisión se da en El trino del diablo cuando —en la fundación inicial— dos mil indios se acercan con flechas untadas con veneno, pero al escuchar el Kyrie en el violín de Francisco Solano, conmovidos por la música, destruyen sus arcos y flechas. Trás esta puesta en escena, histórica y geográfica, aparece el protagonista, Triclinio, un violinista que simboliza la pureza en un país desangrado ante la locura y la barbarie de la dictadura. En varías ocasiones Moyano ha dicho que la literatura es uno de los «primeros territorios libres» de América porque por medio de la imaginación se puede transformar la realidad y restarle fatalismo, sin resistirse a pesar de todo adejar de ser, en palabras de Virginia Gil Amate, conciencia fabuladora de su sociedad. Por eso la mayoría de sus obras tiñen su realismo con un registro alegórico que conjura «con verdades auditivas, como las que soporta la música», el clima de incomunicación y aislamiento. La música, su profesión, está presente en cada llínea, fusionando letras con corcheas. “El trino del Diablo” regresa a España

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Extenso artículo sobre Daniel moyano. El trino del diablo. Tropo Editores 2009

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Amigo del Che Guevara, fue calificado por Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Julio Cortázar y Juan Gelman como "uno de los narradores más brillantes de la segunda mitad del siglo XX en lengua española".

Tropo Editores recupera con la edición del libro "El trino del diablo" la obra de un importante escritor poco conocido en España, aunque residió en este país desde principios de los 70 hasta su fallecimiento en 1992. Oscar Sipán, de Tropo, celebra esta concreción diciendo: “Daniel Moyano merece una reedición de todas sus obras, es tremendamente injusto que un autor de su categoría no pueda conseguirse en España”.

El trino del diablo sostiene una atmósfera mágica desde el primer capítulo (“Sobre el arte de fundar ciudades”), donde se inicia la trama con la fundación mítica de La Rioja en 1591. Con prosa magistral, este autor postergado —admirado por Gelman, Cortázar, Rulfo— nos provoca a aceptar y comprender que en su mundo la música salva al hombre, así describe y narra maravillosamente la vida de sus personajes como el arte de sobrevivir en una sociedad condenada por la pobreza. La cosmovisión de Daniel Moyano, presente en cuentos memorables, incluso en la novela Tres golpes de timbal, implanta ese mundo que alcanza una ética a través de la música.

Tropo Editores recupera con la edición de "El trino del diablo" la obra de un importante escritor argentino desconocido en España aunque residió en nuestro país desde principios de los 70 hasta su fallecimiento

“Al cuento hay que tocarlo en un buen violín y bien tocado”, solía decir, a sus alumnos. Pero Moyano llega a más: la música salva a sus personajes. Acaso el ejemplo más claro de esta cosmovisión se da en El trino del diablo cuando —en la fundación inicial— dos mil indios se acercan con flechas untadas con veneno, pero al escuchar el Kyrie en el violín de Francisco Solano, conmovidos por la música, destruyen sus arcos y flechas.

Trás esta puesta en escena, histórica y geográfica, aparece el protagonista, Triclinio, un violinista que simboliza la pureza en un país desangrado ante la locura y la barbarie de la dictadura.

En varías ocasiones Moyano ha dicho que la literatura es uno de los «primeros territorios libres» de América porque por medio de la imaginación se puede transformar la realidad y restarle fatalismo, sin resistirse a pesar de todo adejar de ser, en palabras de Virginia Gil Amate, conciencia fabuladora de su sociedad. Por eso la mayoría de sus obras tiñen su realismo con un registro alegórico que conjura «con verdades auditivas, como las que soporta la música», el clima de incomunicación y aislamiento.

La música, su profesión, está presente en cada llínea, fusionando letras con corcheas.

“El trino del Diablo” regresa a España

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Cinco años sin palabras El ruido de sables acompaña a Moyano desde su nacimiento en 1930 —precedido por el golpe de Uriburu— hasta 1976 en que las fuerzas armadas entraron en su casa para encarcelarlo. Desde el primer momento la violencia está presente en su vida, y su obra queda marcada por el sentimiento de angustia que provoca el haberse criado en lo que él llama un país provisional. La música, su profesión, no logró acallar el estruendo de una historia cimentada en el desarraigo y el exilio. Nacido en Buenos Aires, formado intelectualmente en Córdoba, residente en La Rioja y exiliado en Madrid, su literature es un modo de entender lo que estas sucesiones fueron siendo para él. En varías ocasiones Moyano manifesto que la literatura es uno de los «primeros territorios libres» de América porque por medio de la imaginación se puede transformar la realidad y restarle fatalismo, sin resistirse a pesar de todo a dejar de ser. Guarda Moyano, en palabras de Virginia Gil Amate, conciencia fabuladora de su sociedad. Por eso la mayoría de sus obras tiñen su realismo con un registro alegórico que conjura «con verdades auditivas, como las que soporta la música», el clima de incomunicación y aislamiento, la sensación de tránsito y provisionalidad que siempre acompañó al escritor. Cinco años fue el tiempo que Moyano estuvo sin palabras, sin poder escribir, haciendo un esfuerzo por recuperar no sólo el país sino, sobre todo, la persona que fue antes del exilio. Las palabras, siendo las mismas, tenían para él otra historia y sobre todo sonaban de otra manera. Como buen violinista, sus relaciones con ellas se basaban mucho más en el sonido que en el significado..Este entendimiento de las palabras como objetos no sólo es un recurso literario sino que constituye también una de las obsesiones vitales del autor. Él mismo cuenta su sorpresa en un puesto de verdura madrileño cuando, en lugar de comprar patatas como era su intención, se encontró con la palabra vez, fórmula habitual de pedir el turno, extrañisima para él: «Sentía la presencia física de la vez en el bolsillo (...) Después advertí tristemente que a la vez hay que darla cuando llega otra persona (así que) empecé a irme lo más disimuladamente que pude, con la vez bajo el brazo (...) Por ahí anda todavía dando vueltas”.

El trino del diablo, más allá de su significado literario, es un homenaje a la magia de las palabras, a su poder alquímico, al reconocimiento de que no existen las cosas sin su nombre.

El trino del diablo, más allá de su significado literario, es un homenaje a la magia de las palabras, a su poder alquímico, al reconocimiento de que no existen las cosas sin su nombre.

Con prólogo de Mario Benedetti y publicado por “Tropo Editores”, “El trino del diablo” es una novela sobre violinistas y en ella la música tiene una importancia esencial. A lo largo de la narración aparecen lugares o personajes que existen realmente en Argentina, como la ciudad de Rioja, o como la figura del Presidente, esperpéntica caricatura del general Jorge Videla. También recoge en sus páginas algunos episodios autobiográficos de Daniel Moyano (Buenos Aires, 1930-Madrid, 1992), un autor que vivió mucho tiempo en España como exiliado. El suceso personal que más marcó al escritor en su vida fue el asesinato de su madre a manos de su padre. El libro incluye además otros seis relatos breves: “Tía Lila”, “Desde los parques”, “El halcón verde y la flauta maravillosa”, “Golondrinas”, “Tiermusik” y “María Violín”. De chico, Moyano jugaba con Ernesto Guevara en el pueblo cordobés de Alta Gracia, ambos robaban frutas del huerto de un músico español exilado, Manuel de Falla. Desde 1959 en La Rioja trabajó como periodista -durante muchos años fue allí el corresponsal de Clarín- y a la vez, docente en el Conservatorio Provincial de Música, era violinista en el Cuarteto de Cuerdas de esa institución. Una dura infancia, que definía como su primer exilio: en un ataque de furia, su padre, descendiente de indígenas, asesinó a su madre, una bella brasileña, un hecho que marcó la vida de Moyano. Con el padre en la cárcel, el chico "pasó" a rodar de tío en tío.

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El eterno exiliado El trino del diablo, más allá de su significado literario, es un homenaje a la magia de las palabras, a su poder porque tiene la cabeza llena de sonidos. Poco después llega a Rioja el interventor militar Spumarola, gran aficionado a la música y elegante violinista, el cual funda un alquímico, al reconocimiento de que no existen las cosas sin su nombre. El propio esquema formal de la novela es musical. Comienza en mayo de 1591, cuando el logroñés Juan Ramírez de Velasco funda por equivocación y casi por azar la Ciudad de todos los Santos de la Nueva Rioja sólo la música que interpreta el Padre Francisco Solano consigue calmar a los indígenas de la zona. Más de dos mil indios rompen sus flechas y arrodillados y con señas le ruegan que continúe sacando música de aquel extraño instrumento. Varios siglos después, el padre de Triclinio desea que su hijo se convierta en un violinista tan bueno, tan famoso y tan rico como Paganini pero el joven riojano no le escucha Conservatorio en la sede del partido. Este personaje resulta fundamental en la formación musical de Triclinio ya que el interventor se da cuenta enseguida del enorme potencial del chico y es quien le ayuda a desarrollar sus facultades como violinista. El cura del pueblo, tatarasobrino de San Francisco Solano, aconseja a Triclinio que marche a Buenos Aires y le regala un Maggini, uno de los mejores violines que existen ya que fue el instrumento que utilizó su tataratío para someter a los indígenas durante la fundación de La Rioja. Como muchos escritores que se exiliaron en España, Moyano se encontró frente a un aparato editorial que no buscaba obras sino campañas de marketing, donde el sujeto de la literatura ya no era el lector sino el propio editor, a quien sólo se complace con la búsqueda de la técnica que mejor se adapte a su montaje de ofertas, premios y propaganda. Todo lo que salga de esta norma, no interesa. Efectivamente, más que discriminación había indiferencia. Daniel Moyano, criado y perseguido por el país provisional, también había crecido en el miedo. Tal vez por eso no escribió núnca una novela de amor. Quizá todavía seguía apagando incendios. Decía: “En el fondo, le tengo miedo a la vida. No en el sentido borgeano, quizá Borges le tenía miedo a la vida biológica, a una mujer. Yo le tengo miedo a todo, al conjunto de la vida, donde incluyo también a las mujeres. Y como le tengo miedo a todo, creo que nunca voy a llegar a nada concreto. Pienso que nunca voy a poder realizar bien una obra literaria porque llego hasta ahí nomás y allí me quedo, tengo miedo”.

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Como muchos escritores que se exiliaron en España, Moyano se encontró frente a un aparato editorial que no buscaba obras sino campañas de marketing, donde el sujeto de la literatura ya no era el lector sino el propio editor, a quien sólo se complace con la búsqueda de la técnica que mejor se adapte a su montaje de ofertas, premios y propaganda. Todo lo que salga de esta norma, no interesa. Efectivamente, más que discriminación había indiferencia. Daniel Moyano, criado y perseguido por el país provisional, también había crecido en el miedo. Tal vez por eso no escribió núnca una novela de amor. Quizá todavía seguía apagando incendios. Decía: “En el fondo, le tengo miedo a la vida. No en el sentido borgeano, quizá Borges le tenía miedo a la vida biológica, a una mujer. Yo le tengo miedo a todo, al conjunto de la vida, donde incluyo también a las mujeres. Y como le tengo miedo a todo, creo que nunca voy a llegar a nada concreto. Pienso que nunca voy a poder realizar bien una obra literaria porque llego hasta ahí nomás y allí me quedo, tengo miedo”. Su larga espera en Europa tiene, al fin, su compensación: en 1985, ganó el premio Juan Rulfo, con su cuento "Relato del halcón verde y la flauta maravillosa". Posteriormente, a su actividad literaria se le fueron sumando talleres literarios, encuentros de escritores y cursos sobre literatura argentina en las universidades de Madrid, Cadiz, Móstoles y Oviedo. También trabajó como crítico literario del diario El mundo, de España. Un espaldarazo a su talento por la importancia del premio, y por fin una buena cantidad de dólares que siempre le faltaron. En 1990, el Ministerio de Educación de Francia estableció como de lectura obligatoria para los alumnos de Letras, su novela Libro de navíos y borrascas , una de sus más espléndidas obras. Daniel Moyano probablemente vivió como quiso, y murió cuando el éxito comenzaba a serle afín. Pero permanece su obra, novelas y relatos, que nada tienen que envidiar al mejor Rulfo, Márquez o Hemingway, uno de sus maestros. (Baste leer por ejemplo El Halcón verde y la flauta maravillosa). El trino del diablo permanece en nuestra memoria como un libro impactante y a menudo cruel. Moyano, Daniel, es uno de esos escritores que -además- supieron hacerse amigo de los alumnos de sus talleres de escritura.

El juego con el lector salta a la opera Uno de los mayores logros del libro reside en el juego con los límites de la realidad, la confusión del mundo real de los personajes con el de su conciencia, la entidad de lo imaginado, donde los signos son las cosas mismas, no su sustitución y los efectos que esto provoca en el plano de la «realidad». En su prosa, Moyano procede por excavación y no por acumulación.

La creación de atmósferas es más que el tratamiento abigarrado de la anécdota. Instala un tono descriptivo que es clima en cada ambiente sonoro. “Estamos frente a un realismo profundo a fuerza de ser objetivo”, escribió Roa Bastos en la primera edición española de “El Trino”. En 1997 en la iglesia Passionkirche de Berlín se estrenó una versión musical de El trino de diablo, obra del guitarrista italiano Carlo Domeniconi, colega y amigo de Ricardo Moyano, hijo del narrador. La obra musical, una estructura operística pensada para instrumentos de cuerdas, piano y percusión, luego fue interpretada en 1998 en el Philharmonic Hall de Berlín. "No me gusta fotocopiar la realidad, no me considero un escritor realista, no describo las cosas tal como suceden", decía Moyano.

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