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    - 1 -ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOSConsejo Interamericano para el Desarrollo Integral

    (CIDI)

    Estudio del Tema 1: La cultura como generadora de crecimiento econmico, empleo ydesarrollo

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    LA CULTURA COMO GENERADORA DE CRECIMIENTO ECONMICO, EMPLEOY DESARROLLO1

    Introduccin

    Los estudios y polticas que abordan la relacin entre cultura y economa tienen ya algunatrayectoria dentro del continente americano. Sin embargo, dependiendo del pas o la regin, estarelacin se ha asumido de manera diferente. Adems, los estudios fueron en principio abordadosdesde una perspectiva sociolgica o, en todo caso, terica. Solo es hasta hace relativamente pocoque el sector cultural ha sido formalmente estudiado desde la economa y la estadstica. Por loanterior, hasta ahora se crea un marco de las estructuras econmicas que observa el sector culturalen el continente americano. Y, por esta misma razn, el debate sobre las polticas pertinentes paraabordar el sector cultural, tambin como un sector generador de dinmicas importantes desde loeconmico, data de no ms de 10 o 15 aos. El presente documento trata de entregar una visinregional de la cultura como sector econmico, subrayando temas cruciales y vigentes, antes queagotando la totalidad de coyunturas especficas que se crean al interior de la relacin entre culturay economa.

    El documento se divide en dos partes. En la primera parte se aborda al sector de la cultura desdeuna perspectiva econmica. Despus de tratar brevemente las relaciones entre los conceptos decultura y economa, se propone una definicin de sector cultural con la cual se trabaja a lo largodel documento. Posteriormente, y a partir de estudios estadsticos y analticos recienteselaborados en el hemisferio americano, se estudian y analizan las relaciones entre cultura,crecimiento econmico y empleo. Este anlisis entrega una visin global del peso del sectorcultural a nivel econmico, teniendo un carcter sinttico ms que comparativo, en la medida enque los datos encontrados no son completamente homogneos. Cerrando esta primera parte, seaborda el tema del sector cultural desde la perspectiva ms amplia y compleja del desarrollo.

    La segunda parte del documento, propone algunos ejes de poltica econmica y social para el

    sector de la cultura. Estas propuestas se hacen con una doble intencin. Primero, permitir unmayor crecimiento del producto y empleos del sector cultural. Segundo, y ante todo, reconocenlas especificidades de los sectores y mercados de la cultura para proponer aspectos clave en losque la poltica est llamada a jugar un papel imprescindible en la construccin de un desarrollocultural diverso y equitativo. Finalmente, el documento se cierra con algunas conclusiones.

    1El Estudio fue comisionado por la Unidad de Desarrollo Social y Educacin de la OEA con el objetivo de

    brindar insumos a la discusin del Tema 1 de la II Reunin Interamericana de Ministros y AltasAutoridades de Cultura. El documento fue elaborado por Javier Machicado, Candidato a Doctorado enEstudios Iberoamericanos. Universidad de Pars X.

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    Primera parte - La cultura como sector econmico

    1. El estado actual de las relaciones entre cultura y economa

    La cultura es la actividad humana que por excelencia produce sentidos e imaginarios en lasociedad. Tambin refuerza el sentido de la identidad y de la ciudadana en los pueblos. De

    entrada, este concepto supone una particularidad en el continente americano: la coexistencia demanifestaciones culturales prximas a lo que podramos llamar la cultura tradicional, producto deuna multilpicidad de etnias y subculturas que han participado en la construccin de la identidad yla historia de la regin, y de manifestaciones ms prximas a lo que podramos llamar una culturamoderna o, ms alla, industrial, tambin caratersticas de la cultura continental contempornea.La sustentabilidad de todas las manifestaciones culturales sin excepcin es entonces una garantainsalvable de una sociedad que se pretende multitnica y pluricultural.

    Algunas de las actividades ligadas a la cultura generan adicionalmente un impacto econmicoanlogo al producido por otros sectores en la economa. En una palabra, la cultura es, adems deun elemento indispensable en la cohesin social y la reconstruccin de una identidad, un sectoreconmico tan o ms importante que cualquier otro sector productivo. Las transacciones

    econmicas en el seno de la cultura generan efectos econmicos positivos como el aprendizaje yel conocimiento. Es decir que el sector cultural contribuye al desarrollo tanto desde los mbitossociales e identitarios que le son propios, como desde su participacin en lo econmico.

    Cultura y economa, como disciplinas, han empezado a dialogar desde hace relativamente poco.Una primera vertiente de la economa de la cultura se desarroll en los Estados Unidos durante ladcada de 1960. Los trabajos que se desarrollaron a partir de esta vertiente observan dosproblemticas principales: la de la legitimidad de la intervencin estatal en el sector cultural y lade la utilizacin eficiente de fondos pblicos por parte de los organismos que los reciben (Farchy,1994; Heilbrun, 2001). El rango de alcance de dichos estudios abarca las artes en un sentidoanglosajn (artes escnicas, creacin en pintura, escultura, museos, patrimonio, entre otros), o loque anteriormente se consideraba como alta cultura. Bajo esta perspectiva, todo aquello que no

    entraba dentro de esta definicin, segua estando en manos del mercado y, por lo tanto, delanlisis de la economa industrial.

    Una segunda vertiente de la economa de la cultura empez a ser desarrollada durante el cambiode dcada de 1970 a 1980, cuando los recortes presupuestales de los gobiernos europeos llevarona repensar el papel de los gastos pblicos en el sector cultural. En un contexto de crisiseconmica, haba que priorizar el gasto para estimular los sectores ms productivos. Dentro deesta coyuntura, el entonces ministro francs de cultura, J. Lang, emple un discurso de dosniveles. Por una parte, subray las mltiples instancias en las cuales el sector cultural pasaba deser un sector sostenido a ser un sector creador de empleo y valor agregado. Adicionalmente,afirm que el apoyo a la creacin cultural no deba hacerse en detrimento de una sana gestin, ypuso entonces este ltimo criterio dentro de las prioridades de la poltica cultural.

    Para poder demostrar que el sector cultural generaba crecimiento y empleo se hizo necesarioadoptar una mirada que trascendiera el caduco anlisis que separaba alta y baja cultura. Fueen este momento cuando las industrias culturales empezaron a ser el centro de las preocupacionesde la poltica cultural. Se comenz a generar cifras y anlisis estadsticos que fijaron la atencinsobre expresiones culturales antes perifricas, como los conciertos de rock, las grabaciones dejazz o la televisin. En general toda expresin creativa que fuera reproducible en gran escala. Losresultados revelaron que las industrias culturales no solo generaban un valor agregadoconsiderable y vehiculaban contenidos de las artes tradicionales otorgndoles nuevos soportes,

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    sino que ante todo significaban una verdadera revolucin en la forma como los grandes pblicosvivan la cultura. Desde esta perspectiva, el gasto pblico de la cultura alcanzara nuevosdestinos, que soportaban mucho mejor la prueba econmica del costo-beneficio.

    Las fortalezas, pero tambin las debilidades, de estas dos concepciones de lo cultural han venidogenerando una nueva vertiente de la economa de la cultura. Si bien la herencia de los primeros

    estudios aport elementos analticos pertinentes para el anlisis de la inversin pblica en elsector cultural, dej de lado el tinglado de las industrias culturales con sus consecuencias sobre elcrecimiento econmico y sobre la forma como el pblico viva las nuevas manifestacionesculturales. Por su parte, la reflexin que subrayaba el papel de las industrias culturales como unimportante apndice del sistema productivo, haba mostrado que las acciones de la polticacultural deban abarcar un espectro ms amplio, pero no deca mayor cosa sobre la capacidad desubsistencia de las manifestaciones que no necesariamente encontraban un nicho en el juego delmercado. Por ltimo, las realidades de un continente como el americano, en donde el desarrollode la industria cultural no ha significado la destruccin de culturas tradicionales, aunque s sutransformacin y acomodamiento, pone un desafo a la concepcin de lo cultural nicamentedesde lo industrial. La evidencia de la produccin de la cultura a nivel industrial no sabra dejarde lado a otros sectores que siguen subsistiendo y readaptndose en esta especfica modernidad de

    nuestro continente, como las artesanas o el gigantesco patrimonio intangible generado por lascostumbres y saberes propios a nuesta multiplicidad de etnias y culturas.

    Una visin renovada de la economa de la cultura es ahora necesaria. Cierto es que un nmerocreciente de estudios econmicos, incluyendo unos cuantos bastante recientes en las Amricas,han hecho evidente que la liberalizacin del comercio y las inversiones a escala mundial, comoconsecuencia obligada de la globalizacin, han permitido un desarrollo formidable de lasindustrias culturales. Pero tambin es cierto que, en ese mismo contexto, se han formadoestructuras de mercado heterodoxas, en las que oligopolios mediticos de carcter transnacionalacaparan segmentos cada vez ms grandes del mercado cultural mundial, abarcando al tiempo unbuen trecho de la cadena que va desde el creador hasta el pblico. En esta medida, la decisin delo que circula o no circula en el mercado cultural globalizado est en buena parte en manos de

    estos grupos. O, de otra forma, las expresiones culturales que no sean rentables para losconglomerados, no encontrarn un lugar en el mercado global. De cualquier forma, esta visin dela economa de la cultura, concluye que la diversidad de expresiones culturales est en juego, todavez que lo que el mercado privilegia no est forzosamente ligado a la multiplicidad de laproduccin cultural que actores independientes, etnias y culturas innumerables generan.

    Desde un punto de vista sociolgico, por otra parte, esta nueva vertiente se ha preocupado pordescribir detalladamente los procesos de produccin y consumo de los productos de las industriasculturales. A grandes razgos, la visin sociolgica ha hecho evidente que los intercambiosrealizados en estos mercados esconden verdaderas dinmicas de cambio en la concepcin de losocial. Efectivamente, segn estos estudios, es indudable que lo que hoy en da entendemos porciudadana e identidad, se reconstruye a travs de los mltiples contenidos que entregan las

    industrias de la cultura.

    Estas dos evidencias juntas, la econmica y la sociolgica, han mostrado ser un verdadero desafopara la poltica cultural. Esta debe, por una parte, propender por el desarrollo de las industriasculturales y, por otra, velar porque la poblacin tenga acceso en condiciones de igualdad a lamayor variedad y calidad de contenidos culturales posible. En el contexto de convergencia en laproduccin y comercializacin de estos productos, los estados se enfrentan a la disyuntiva de laintervencin en los mercados culturales. Es una decisin especialmente difcil, en un contexto enque el clsico equilibrio entre eficiencia y equidad se hace bastante esquivo.

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    Por todo lo anterior, lo que se entiende por sector cultural ha ido amplindose hasta abarcar elconcepto de industria cultural, pero no ha dejado de lado las manifestaciones que siguenexistiendo en el lmite entre la produccin en masa y la creacin tradicional. El universo de lasactividades culturales es entonces bastante amplio: desde expresiones del folclor, la culturapopular y la cultura meditica, hasta manifestaciones de la cultura de lite o bellas artes y el

    patrimonio histrico. Las manifestaciones econmicas que se hallan dentro de esta tipologatambin son variadas. Algunas se desarrollan en los mercados, otras son subvencionadas por elEstado o por mecenas; en muchos casos, las motivaciones de la creacin residen en mbitosdistintos al de obtener ganancias y no necesariamente participan en dinmicas econmicas deoferta y demanda donde el valor econmico se vea reflejado en un precio. Ingresen o no almercado, tienen dimensiones econmicas, pues para su realizacin se necesitan recursos como encualquier otra actividad econmica. (Ministerio de Cultura de Colombia, Convenio AndrsBello, 2003).

    Parafraseando al estudio sobre el Impacto Econmico de las Industrias Culturales en Colombia,podemos tomar la definicin de industrias culturales de la UNESCO. Segn esta definicin laindustria cultural tiene las siguientes caractersticas:

    Su materia prima es una creacin protegida por el derecho de autor y fijada sobre un soportetangible o electrnico.

    Su produccin, conservacin y distribucin es hecha en serie y su distribucin esgeneralmente masiva.

    Posee procesos propios de produccin, circulacin y apropiacin social. Est articulada a las lgicas de mercado y a la comercializacin o tiene el potencial para

    entrar en ellas. Son lugares de integracin y produccin de imaginarios sociales, conformacin de

    identidades y promocin de ciudadana.

    Esta definicin reconoce plenamente la condicin econmica inherente a la industrias culturales

    en el marco de un mercado globalizado. Pero a la vez tiene la virtud de considerar el papel queellas juegan en la afirmacin y la definicin de la identidad cultural cuidadana. Es por esto que elanlisis que comporta el presente estudio privilegiar esta concepcin.

    No se dejar de lado, sin embargo, todo lo que la economa, como marco de anlisis, tiene quedecir en cuanto a la asignacin de los gastos pblicos hacia otras manifestaciones culturales queno corresponden a la reproduccin en serie, como las artes escnicas, las artesanas o los museos.Y esto por una razn fundamental, a saber, que resulta prcticamente imposible a la hora actualseparar alta y baja cultura, en un momento en que los lazos entre industrias culturales y artestradicionales se hacen ms fuertes que nunca. Las artes escnicas son la vitrina promocional de lamsica grabada. La produccin artesanal comienza a ser reproducida en masa. La venta deproductos en serie representa una de las fuentes de financiacin de los museos. En general toda

    creacin irrepetible es susceptible de ser introducida dentro de un continente reproducible aescala industrial. Todo lo cual permite generar un concepto bastante rico, y en verdad complejo,

    del campo de la economa de la cultura.

    En principio podramos inclur las siguientes actividades dentro de una definicin como la que hemosdado: Radio, Televisin, Revistas, Msica, Libros, Prensa, Cine, Video, Artes Escnicas, Artes Visuales,Artesana (aunque no est forzosamente protegida por el derecho de autor la inclumos por su importanciasocial, identitaria y econmica), Publicidad, Nuevas Tecnologas, Educacin Artstica, Patrimonio Material eInmaterial y Turismo Cultural.

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    2. Cultura, crecimiento y empleo

    Como consecuencia de la creciente importancia que han ganado las industrias culturales en laagenda cultural de buena parte de los pases del continente americano, se han realizado, con mso menos detalle y alcance, estudios destinados a medir el impacto econmico de estas industrias

    en las economas nacionales. La utilidad de estos estudios, segn lo expresado en ellos y congrandes diferencias de enfoque, podra ser resumida en los siguientes puntos:

    Generar conceptos econmicos comunes entre sectores culturales heterogneos, que permitanelaborar anlisis, comparaciones e interpretaciones globales.

    Medir el impacto econmico de la cultura a travs de variables como: incidencia en en el PIB,pago de derechos de autor, produccin, ventas, exportaciones, importaciones, empleo ypiratera.

    Conocer mejor la estructura de la oferta y la demanda, es decir, identificar la estructura de losdiferentes mercados culturales. Especficamente, se apunta a la identificacin de oferentes y

    demandantes, y al entendimiento de la estructura de la cadena que va desde los unos hasta losotros (materias primas, distribucin, concentracin de la propiedad sobre los factores deproduccin y flujos de los capitales, en particular, etc.)

    En el caso especfico del empleo cultural, se pretende conocer las particularidades que lodefinen y lo diferencian frente al de las otras industrias. Por ejemplo, se realizancomparaciones de los salarios de las actividades culturales frente a los de otros sectores; seclasifica a los trabajadores culturales dependiendo de si trabajan a jornada completa o sideben financiar su actividad trabajando a media jornada en un sector alternativo; se mide cules el nivel de retribucin por aos de preparacin; se mide si existe una verdadera atraccinpor el riesgo por parte de un trabajador que decide ejercer una actividad cultural, en la medidaen que sus ingresos son ms irregulares que los del resto de trabajadores.

    Demostrar que en muchos casos la cultura no es una actividad insolvente sino que, por elcontrario, puede representar un proyecto econmico. En este sentido se trata de dar a conocery ubicar al sector cultural a nivel macroeconmico. Especficamente, se trata de comparar elaporte del sector cultural al PIB y al empleo, frente el que hacen otros sectores econmicos.Esto desde una perspectiva esttica (en un momento del tiempo determinado) o dinmica (almirar y comparar la tasa de crecimiento -PIB y empleo- del sector cultural a travs del tiempocontra aquellas de los otros sectores y de la economa en general.)

    Segn lo anterior, existe tambin un objetivo poltico, en la medida en que los resultados deestos estudios serviran para justificar una intervencin estatal ms decidida en el sector de lacultura. Se trata de contar con nuevos mecanismos y argumentos de negociacin para

    obtener presupuestos que, de una parte, estn en relacin con el aporte econmico del sectory, de otra, cumplan con por lo menos dos objetivos centrales: subsidiar y cofinanciar todasaquellas actividades culturales que no son comercializables y que no rinden beneficioseconmicos pero s sociales y promover procesos industriales de indudable importancia parael desarrollo econmico y cultural del pas (Ministerio de Cultura de Colombia, ConvenioAndrs Bello, 2003: 26).

    Finalmente, y sin querer agotar los mltiples alcances de estos estudios, se pretende que alentender las dinmicas econmicas, se llegue a una concepcin mucho ms precisa de los

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    procesos de formacin de imaginarios sociales, de la identidad y los cambios en la percepcinde lo que significa la cuidadana, todo lo cual es canalizado a travs de las industrias de lacultura.

    Esta serie de estudios, si bien estn lejos de abarcar la totalidad de los pases del rea, son capacesde entregar tendencias generales sobre la capacidad del sector cultural para generar crecimiento

    econmico y empleo. En la mayora de los estudios se ha intentado igualmente dar una visinms compleja de la economa del sector cultural en un anlisis que tome en cuenta cada uno delos subsectores o subindustrias de la industria cultural global. Si en esta parte utilizamos estosanlisis subsectorizados apenas como factores explicativos del crecimiento global del sector, en lasegunda parte trataremos las problemticas propias a cada sector de la industria cultural a travsde las sugerencias de polticas.

    Realizar un cuadro comparativo de los resultados de los estudios consultados es una tareaaventurada. Existen tres razones principales para ello. Primero porque las metodologas adoptadasen cada estudio no siempre coinciden. Efectivamente, existe ms de una metodologa para evaluarel aporte de un sector econmico al crecimiento del producto interno bruto y al empleo nacional.En segundo lugar, los sectores culturales includos en los clculos suelen variar de un pas a otro,

    en funcin de lo que cada estudio cree pertinente incluir como industria cultural o, lo que tambines determinante, en funcin de lo que interesa a nivel poltico. Adems, los subsectoresproductivos en los cuales se desagregan las estadsticas de la contabilidad nacional cambian de unpas al otro, lo que hace que la informacin para algunos sectores sea a veces inconsistente oincompleta. Por ltimo, cada estudio arroja resultados para un ao o un periodo especfico, el cualrara vez coincide con el periodo trabajado por los otros estudios. Por las razones anteriores, esnecesario decir que el cuadro que a continuacin se presenta debe ser entendido ms a ttulo deresumen que como un marco comparativo. Este resumen deber entonces entregar conclusionesbastante generales, intentando no establecer jerarquas intiles entre los pases.

    Pas Aporte del sectorcultural al PIB

    Aporte del

    empleocultural al

    empleo global

    Ao de lamuestra

    Actividadesincludas en elestudio

    Fuentes(ver

    nota alpie *

    pginaanterior

    Los estudios a los cuales hacemos referencia son:

    A. Diagnstico dos investimentos em cultura no Brasil. Belo Horizonte: Minstrio da Cultura, FundaaoJoao Pinheiro, 1998.

    B. Estudio sobre la importancia econmica de las industrias protegidas por el derecho de autor y losderechos conexos en los pases de MERCOSUR y Chile / Universidade Estadual de Campinas,Organizacin Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), 2001.

    C. Guzmn Crdenas, Carlos E., Diagnstico de las industrias culturales y comunicacionales en

    Venezuela. Innovatec-Innovarum Inteligencia del Entorno, 2000(?)D. Heilbrun, James, Charles M. Gray. The Economics of art and Culture. Cambridge University Press,

    2001.E. Impacto de la cultura en la economa chilena: participacin de algunas actividades culturales en el PIB

    y evaluacin de las Fuentes estadsticas disponibles / Consejo Nacional de la Cultura y las Artes deChile, Universidad ARCIS. Bogot : Convenio Andrs Bello, 2003.

    F. Impacto econmico de las industrias culturales en Colombia / Ministerio de Cultura de Colombia,Equipo Central de Economa y Cultura del Convenio Andrs Bello. Bogot: Convenio Andrs Bello,2003.

    G. Siwek, Stephen E. Copyright industries in the US economy: the 2002 report. International IntellectualProperty Alliance (IIPA), 2002.

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    )

    Argentina 4,1% aprox. 3,5% aprox.1993 (PIB)

    y 1994(empleo)

    Ver nota alfinal1

    B

    Brasil 1 6,7% 5 % 1998Idem.Argentina

    B

    Brasil 2 0,8% 0,8% 1994Ver nota alfinal2

    A

    Colombia 2,01%

    27.724empleos entres sectores

    (editorial,fonogrfico y

    cine)

    2001 (PIB)y datos

    varios entre1999 y2002

    (empleo)

    Ver nota alfinal3

    F

    Chile 1 2% aprox. 2,7%Promedio

    1990 hasta1998

    Idem.Argentina

    B

    Chile 2 1,8% - 2000Ver nota alfinal4

    E

    Ecuador 1,79% - 2001(?) - F

    Estados Unidos1

    7,75% 5,9% 2001Idem.Argentina

    G

    Estados Unidos2

    0,002% - 1997Ver nota alfinal5

    D

    Paraguay 1% aprox. 3,3%

    Promedio1995 hasta1999 (PIB)

    y 1992(empleo)

    Idem.Argentina

    B

    Uruguay 6% 4,9% 1997Idem.Argentina

    B

    Venezuela 1 2,3% - 2001(?) - F

    Venezuela 2

    3% sectoresaudiovisual y

    telecomunicaciones (proxy del total

    industriasculturales)

    35.329 encuatro

    sectores (artesgrficas,

    radio,publicidad y

    cinematografa)

    Datosvarios entre

    1997 y2000

    - C

    A partir del anlisis del anterior cuadro, podemos encontrar las siguientes lneas generales encuanto a la participacin del sector cultural en el PIB o el crecimiento del producto econmico.Como lo habamos dicho, el cuadro no tiene demasiado poder explicativo ni comparativo en tantoque no se pongan las cifras en el contexto apropiado; es por eso que las siguientesinterpretaciones se apoyarn en lo explicado en cada estudio.

    Los ndices del aporte del sector cultural al producto interno bruto pueden ser separados endos grupos. Los pases con ndices de desarrollo econmico que podramos llamar como

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    medio-bajo, como Colombia, Ecuador, Paraguay, Venezuela, observan tasas de participacindel sector cultural sobre el PIB muy parecidas, que giran alrededor del 2%. Pases con ndicesde desarrollo medio-alto, como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, observan ndices un pocomayores en promedio aunque con gran inestabilidad (con un mximo de 6,7% en Brasil y unmnimo de 1,8%-2% para Chile). Las brechas en los ndices, sin embargo, pueden tambinser explicadas por las diferentes metodologas empleadas y por las diferencias en la

    informacin utilizada. Recurdese que son precisamente los pases con altos ndices los queadoptaron un estudio regional del Mercosur con pautas metodolgicas parecidas. Vale anotaralgo para los casos de Brasil, Chile y Estados Unidos, quienes cuentan con ms de un estudio.En el caso chileno los dos estudios llegan a ndices muy parecidos, lo cual no es extrao pueslos sectores tenidos en cuenta para el clculo por cada uno de ellos no varan demasiado. Enel caso del Brasil, cuyo primer estudio arroja un ndice de 6,7% y el segundo uno de 0,8%,podemos explicar la diferencia simplemente por una cuestin de informacin utilizada. Sintemor a equivocarnos, podemos decir que el estudio del Ministerio de la Cultura (0,8%)utiliza deliberadamente una defincin de los sectores culturales estrictamente apegados a laactividad creativa, y por lo tanto no toma en cuenta actividades de difusin e insumos. Estaabstraccin cobra un carcter realmente importante al no tomar en cuenta el sector de mediosde comunicacin (radio, TV, publicidad) que representa, como veremos, una buena porcin

    explicativa de los ndices ms abultados. Finalmente los datos de Estados Unidos, cobran unmatiz parecido al del Brasil. Mientras se tome el sector cultural en su sentido ms amplio, sellega a un resultado abrumador (7,75%); si por el contrario se limita a una definicin puristaque solo mida la alta cultura se llegar a nfimos resultados (0,002%).

    En cuanto a la participacin relativa de cada actividad dentro del total de la industria culturaly, especficamente, en la explicacin del ndice de aporte al PIB, se encuentran interesantescoincidencias entre los estudios ms detallados. Para todos los pases del estudio delMercosur, Chile y Colombia, las actividades directamente relacionadas con el derecho deautor explican alrededor del 50% del ndice de aporte del sector cultural al PIB. El 50%restante se reparte entre las actividades de distribucin y los insumos, con clara ventaja de lasprimeras. Entre las actividades directas, se encuentran patrones comunes. Las industrias de

    medios de comunicacin (prensa, radio, televisin) son las que tienen el mayor peso dentrodel grupo de actividades directas; adems, en el caso colombiano y argentino vale resaltar laindustria editorial y en el Brasil la industria editorial e informtica. Enseguida, con valoresmenos importantes, se encuentran industrias como la fonogrfica y la cinematogrfica, parauna buena parte de los pases. Tambin de manera generalizada, las actividades ms apegadasa la definicin de alta cultura (museos, artes escnicas) tienen muy bajo poder explicativosobre el ndice de importancia econmica de las actividades directas y, por lo tanto, del sectorcultural en general. Lo anterior no tiene que ver con el tamao de la economa, recurdese elndice alcanzado por estas actividades en Estados Unidos (0,002%). Finalmente, en cuanto alas actividades de distribucin e insumos, y tambin de manera general, resaltan actividadesde telecomunicacin, las cuales explican buena parte del ndice del grupo.

    El comportamiento econmico del sector de la cultura tiene una alta correlacin con laevolucin de la tasa de crecimiento de la economa en general. Para pases como Colombia yChile se demostr que la elasticidad ingreso de la cultura es mayor que 1. Esto quiere decirque el mercado cultural es altamente dependiente de la actividad econmica general; si laeconoma crece un punto porcentual, el sector cultural crecer ms que proporcionalmente yviceversa. Esto se debe a que se trata de bienes que no son absolutamente necesarios para lavida, as que en periodos de recesin su consumo se deprime ms que proporcionalmente, yen periodos de auge se destinan grandes cantidades de excedentes al consumo cultural. Encuanto a la evolucin del sector a travs del tiempo, se ha demostrado en pases como Chile y

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    Estados Unidos que las tasas de crecimiento del sector estn muy por encima de las tasas decrecimiento de la economa en general. En Chile el sector duplic su tamao entre 1990 y2000, y en Estados Unidos ms que se duplic en las ltimas dos dcadas. Esto se debe, entreotros factores, a que la economa mundial, y en particular la latinoamericana, ha tenido unbuen desempeo en la dcada de los noventa. Pero quiz ms determinante aun, fue laexplosin de los nuevos formatos de la comunicacin como el Internet, televisin por cable,

    etc. que convirtieron los contenidos culturales en productos ms accesibles y masivos.

    Finalmente, un aspecto que llama la atencin, es el acento que ponen algunos estudios a nivelcomparativo con otros sectores econmicos. En Chile se demostr que el sector culturalpasaba un poco ms que el sector pesquero, el cual es visto como potencia econmica endicho pas. En Colombia, el sector cultural pesa un poco ms que la produccin de caftransformado y sin tostar. Los estudios subrayan que tanto en el caso de la pesca como en eldel caf, los gobiernos han destinado grandes energas y presupestos para mantenerestadsticas e incentivar a estos sectores, mientras que la cultura no ha sido considerada delmismo modo.

    Aunque en otras regiones del continente todava no existen estudios que midan el impacto

    econmico de la totalidad del sector cultural, s se han realizado investigaciones sobre laimportancia econmica de una manifestacin cultural en un espacio econmico. En el caso depases como Trinidad y Tobago en el Caribe, Keith Nurse ha demostrado la importancia delCarnaval de este pas, no solo a nivel social e identitario sino a nivel econmico. Estecarnaval genera un importante impacto sobre la microeconoma del pas, atrayendo cerca de40.000 visitantes al ao y generando unos US $15 milliones en divisas. Se ha calculado queel gasto del estado en el marco de este festival crea una tasa beneficio/costo de 7 a 1. Tasasparecidas se encuentran en diferentes festivales de la regin. Efectivamente, y demostrando loanotado sobre la importancia en el continente de otras manifestaciones que no estnnecesariamente atadas a lo industrial, la cultura tradicional popular se transformaconvirtindose en un fenmeno no solo importante desde el punto de vista identitario sinodesde lo econmico. Adems del estudio de Nurse, encontramos estudios sobre el Carnaval

    de Rio de Janeiro, el Carnaval de Barranquilla, la Fiesta del Trabajo en Nueva York, entremuchos otros, que demuestran que la fusin entre cultura tradicional popular e industriacultural en el continente es la mejor forma de conservar el dinamismo del patrimonioinmaterial y de crear importantes economas externas.

    Desde que Hugo Achugar (en Canclini y Moneta, et al., 1999) escribiera que existe unainvisibilidad del empleo cultural en Amrica Latina que no solo se refiere al hecho de que lasociedad no valore el trabajo cultural como fuente de empleo y de riqueza sino adems al hechode que se desconozca su importancia y su significado, las cosas han apenas cambiado. Dado quelos estudios ya citados tratan con menos detalle y alcance el tema del empleo cultural, lasconclusiones que sacamos a continuacin tienen un carcter bastante ms de caso y por lo tanto esdifcil arriesgar lneas generales.

    En trminos generales podemos decir que existe una cierta correspondencia ente el aporte alPIB del sector cultural y el aporte al empleo nacional. Esto se ve en el cuadro en las pocascifras disponibles.

    En los pases del Mercosur y Chile la tendencia general es que el empleo del grupo deactividades de distribucin cultural es un poco mayor a los empleos generados por el grupode actividades principales o directas. En los Estados Unidos pasa lo contrario. Entre los dosgrupos de actividades, adems, completan prcticamente el total de empleos del sector

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    demuestra que en el continente las industrias culturales son vehculos efectivos de crecimientoeconmico y de creacin de empleo.

    Como se haba dicho, uno de los objetivos principales enumerados por estos estudios es empezara posicionar polticamente al sector cultural dentro de las agendas polticas nacionales, y msespecficamente dentro de la reparticin de presupuestos pblicos. Se trata de demostrar que debe

    haber inversin pblica en el sector cultural dado que sta es rentable, al contrario de lo que sepensaba cuando estos estudios no se haban hecho. Esta razn tiene ms peso en coyunturas comola de Amrica Latina, cuyos gobiernos se enfrentan a reformas econmicas en las que el gastopblico debe ser recortado y, por lo tanto, destinado a actividades clave. Es una situacin anlogaa la citada atrs en la Europa de los aos 80. Y, tal y como sucedi en aquella coyuntura, existenautores bastante crticos hacia estos argumentos dentro de nuestro continente.

    Una primera crtica de J. O. Melo (Convenio Andrs Bello, 2001) tiene que ver con el hecho deque demostrar que la cultura es rentable puede llevar a un resultado paradgico. Esto, en lamedida en que de alguna manera se demuestra a travs de estos estudios que la cultura es unsector que ha funcionado en el mercado sin grandes inversiones estatales. As, se pregunta elautor, porqu ahora apoyar desde el sector pblico a las industrias culturales? Para Melo, se debe

    hacer una distincin entre lo que es rentable y lo que no lo es; lo que en verdad merece serapoyado y lo que no. Recurdese que en estos estudios, entre ms cerca se est del sector culturaldirectamente protegido por el derecho de autor, menos significado econmico se encuentra. Elpeso de actividades de los medios de comunicacin y la publicidad, tiende a inflar las estadsticastotales, incluyendo algunas veces actividades que realmente se alejan bastante de lo que puedecaber en una definicin cualquiera de lo que es cultura. Otras actividades con serias dificultadespara desarrollarse en un mercado, estaran siendo escondidas por estas cifras globales.

    Dentro de la misma lnea argumental, J. Farchy y D. Sagot-Duvauroux (1994: 15 y 148) dicenque si el argumento para financiar el sector cultural es que es un sector rentable, nada demuestra apriori que la inversin estatal en otros sectores alternativos no sea aun ms rentable en tminos decrecimiento y de empleo. Visto de otra forma, si se demuestra que la cultura es un poco menos

    rentable que otro sector cualquiera o que genera menos empleos, sera un argumento suficientepara quitarle el apoyo o subvencin. Qu pasara, se preguntan los autores, si se sustenta lanecesidad de un subsidio a travs de un argumento como el democrtico o uno social, aunque noexista rentabilidad econmica?

    Para estos autores, aun si las ventajas econmicas de la cultura son una realidad, es poco probableque sean ms importantes que las de todo el resto de sectores econmicos. El gasto cultural de lospoderes pblicos, como problema comn de todas las vertientes que han relacionado cultura yeconoma, no puede justificarse, para ellos, sino por el valor intrnseco de la cultura. Ese valorintrnseco debe ser encontrado dentro de una relacin ms amplia, que ubique a la cultura comoun componente indispensable no solo del crecimiento, sino del desarrollo. Como se ve, aldemostrar una fuerte correlacin entre cultura, crecimiento y empleo, no se est agotando el tema

    de la economa de la cultura, sino que apenas se est introduciendo.

    3. Hacia una visin ms amplia: cultura y desarrollo

    Si bien, despus de lo visto anteriormente, se puede afirmar que una de las mltiplesconsecuencias de la globalizacin es el crecimiento de las industrias culturales como un todo, noes claro hasta el momento si el desarrollo es otra de esas consecuencias. Pero, para responder esapregunta, se debe saber a qu se hace referencia al hablar de desarrollo.

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    Entregar una definicin de desarrollo puede esconder el proceso largo en la historia que hizoposible llegar hasta ella. Este proceso, segn Germn Rey (2000), se puede comprender a travsuna serie de desplazamientos. El primer desplazamiento es el que va desde la visin deldesarrollo como un proceso lineal y progresivo hacia uno flexible y discontinuo, que incorporediversas tensiones, que permita varios desarrollos. El segundo desplazamiento es el que va desdeun nico modelo de desarrollo impuesto, hasta varias posibilidades de desarrollo que incorporen

    mltiples actores que participen en su definicin. El tercer desplazamiento, es el que prefiere elreconocimiento por encima del conocimiento. No se trata ya de que el poltico conozcalinealmente a su sujeto del desarrollo. Por el contrario, en la medida en que es un concepto hechopor todos los actores sociales, estos se deben reconocer mutuamente en sus diferencias(nacionalidad, etnia, gnro, sexualidad, etc.). Por lo anterior, el ltimo desplazamiento hace queel desarrollo deje de ser un concepto puramente econmico, que haga errneamente equivalentesdesarrollo y crecimiento econmico, para poder incorporar todo el abanico de disciplinas yrealidades en la construccin de un concepto ms complejo.

    Rey hace un recuento de lo que puede ser un concepto amplio y vigente del desarrollo, basndoseen los textos de las Naciones Unidas y especialmente del PNUD. En primer lugar, el desarrollohumano es sinnimo de progreso de la vida y el bienestar humanos. Segundo, el desarrollo

    humano est correlacionado con la posibilidad de las personas para aumentar y dar el mejor de losusos a sus capacidades en cualquier terreno, ya sea el cultural, econmico, poltico, etc. Tercero,el desarrollo tiene que ver con la libertad de las personas para poder vivir como les gustarahacerlo (libertades materiales, de acceso a la educacin y a la habitacin, a la vida en sociedad),en una palabra libertad de desarrollar su civilidad. Por ltimo, el desarrollo debe permitir quetodos los sujetos tengan igual acceso a sus beneficios.

    La cultura, y especialmente las industrias culturales, tienen un papel protagnico en el alcance deldesarrollo tal y como atrs se concibe. Por una parte, por su aporte a la economa, al empleo y albienestar material. Pero ante todo, segn Rey, porque las industrias culturales participan en laconstruccin de las indentidades sociales tanto como en la promocin de un tejido consistente deproduccin simblica y apropiacin cultural. En ellas se representan imgenes del propio

    desarrollo, se escenifican dramaturgias de la modernizacin, se movilizan aspiraciones ydemandas colectivas de amplios sectores de la sociedad. Desde esta perspectiva la construccindel desarrollo tiene una dimensin cultural inherente.

    Ahora bien, permite la globalizacin llegar a ese concepto de desarrollo? Y, msespecficamente, ayuda la globalizacin a alcanzar la dimensin cultural del desarrollo? Sobreeste tema ha habido una larga discusin, sobre todo en el seno de la sociologa. Diana Crane(2003) identifica cuatro grandes aproximaciones en el campo de la globalizacin cultural. Laprimera, que ella llama la teora del imperialismo cultural, afirma que existe un imperialismocultural que va desde los pases ricos hasta los ms pobres y perifricos, el cual no sera ms queuna extensin de un imperialismo econmico posibilitado por la globalizacin. Lasorganizaciones econmicas multinacionales y transnacionales seran un actor clave en esta

    explicacin pues, a travs del control de los mercados y de sus productos, los pases ms ricos, yen particular Estados Unidos, estaran imponiendo un estilo de vida, creencias, valores, en suma,una cultura ajena, a la de los pases perifricos. Esta visin encuentra un lmite en la medida enque el concepto de imperialismo supone un grado de control por la fuerza que va del rico alpobre, o del podroso al dbil, lo cual en ningn caso es vlido en lo que concierne a los mercadosculturales. Adems la globalizacin es un sistema de equilibrio de fuerzas y tensiones, dondetodos los actores estn en interdependencia. Aunque, es verdad, conflictiva.

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    Una segunda aproximacin que mira el proceso de globalizacin de la cultural, es la que Cranellama la teora de los flujos culturales. Esta asegura que los flujos de transmisin culturales notienen un solo centro ni van en una sola direccin; en otras palabras, los receptores tambin sonemisores. En un proceso que tiene poca coherencia, los flujos determinaran que la globalizacincrea ms hibridacin cultural que homogenizacin de la misma.

    Una tercera aproximacin, la teora de la recepcin, afirma que los pblicos en diferentes pases,de diferentes razas, credos y cultura, responden activa y no pasivamente a los mensajes de lacultura global. Es decir, cada grupo interpreta estos mensajes de una manera innovadora ydiferenciada; por lo tanto, bajo esta perspectiva, las culturas locales y la identidad no estarandisminudas por la globalizacin de la cultura. Los crticos de esta posicin subrayan que lasvoces de las audiencias tienen poco peso comparadas con la de los conglomerados culturales,quienes tratan a sus receptores como una masa indiferenciada.

    Una cuarta y ltima aproximacin, propuesta por Crane, pretende ver el proceso de globalizacincultural como una relacin de fuerzas compleja entre naciones, estados, pblicos y empresariosculturales. Esta relacin se hace por medio de competencia y negociacin entre los participantes.Bajo este enfoque la globalizacin cultural es un proceso pendular entre equilibrios y conflictos.

    Cada uno de estos cuatro modelos aporta algo a una concepcin compleja de la globalizacincultural y su relacin con el desarrollo. En otras palabras, ninguno es totalmente cierto o falso.Tienen ms o menos validez dependiendo del subsector cultural al que se apliquen, o al pas quese est mirando. El modelo del imperialismo cultural, que fue el modelo dominante hasta hacepoco, puede ser repensado como un modelo de imperialismo meditico, segn Crane, en el quepor razones econmicas ms que polticas, los mensajes culturales son dominados por unos pocosoferentes. Efectivamente, la globalizacin del comercio de contenidos a nivel mundial, permiteque aquellos pases con un mercado interno de gran tamao desarrollen ventajas competitivasmucho mayores a las de otros pases.

    Existe una razn econmica para ello (McFadyen et al., 2000). En la medida en que el costo de

    produccin en las industrias culturales, especialmente en la audiovisual, no se incrementa enfuncin del nmero de consumidores, se generan gigantescas economas de escala cuando elmercado interno es lo suficientemente grande. Dado que las distancias idiomticas y culturalesgeneran una especie de barrera natural al comercio de contenidos, la industria que ms sedesarrollar ser aquella cuyo mercado interno, en trminos econmicos, es mayor. Y por lotanto, aquella que puede dominar el comercio internacional de contenidos culturales. Este es elcaso del audiovisual en los Estados Unidos o, en cierta medida, el del Brasil y Mxico en el casode la televisin, por citar dos ejemplos regionales.

    Si se quiere, los tres modelos restantes sirven para relativizar la contundencia de las conclusionesque da el modelo del imperialismo meditico. El modelo de flujos culturales ayuda a entender lacomplejidad de relaciones que las culturas regionales establecen con las globales. Esto es

    especialmente relevante en pases en desarrollo que exportan o devuelven cada vez ms mensajesculturales a pases desarrollados. El tercer enfoque, el del receptor, ayuda a entender la actitud delos pblicos frente a la cultura global, en la medida en que sta remodela y no destruye lasidentidades locales. El ltimo modelo, el de la relacin de fuerzas, reconoce el papel de cadaactor (medios globales, pblico y gobierno) dentro de un proceso de negociacin difcil.Especialmente, ste rescata el papel del sector pblico y de los consumidores culturales en laresistencia y defensa de sus valores e identidades. Es un enfoque que subraya el papel de lopoltico en una perspectiva amplia, que incluya a la poltica cultural y al pblico, en el alcance deun modelo de desarrollo construido y no impuesto, tal y como lo expresamos al principio de esta

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    parte. Estas tres visiones, en suma, rescatan la posibilidad de los actores otros a losconglomerados mediticos tengan un papel importante en la determinacin de su entorno cultural.

    Despus de haber visto la perspectiva sociolgica que examina la globalizacin y su impactosobre la cultura, se puede volver a hacer la pregunta de si esta primera contribuye o no aldesarrollo y a su dimensin cultural. La respuesta es ambigua, como lo muestra el anlisis de

    Crane. La presencia de un imperialismo meditico no es muy acorde al desarrollo tal y como lohabamos definido, pues, al estar dominada la circulacin internacional de contenidos, se estaralimitando la capacidad de las personas para desarrollar una civilidad, una identidad y un modelode vida propios. Pero tambin sabemos que los pblicos no son pasivos, ellos utilizan los canalespara devolver mensajes, se expresan polticamente, negocian, reinterpretan, etc. Esta ambigedadhace reinventar la pregunta original. Resulta ms atinado preguntarse cules son las condicionesbsicas para que la globalizacin cree desarrollo adems de crecimiento. Diversos autores dentrodel continente sugieren diversas respuestas. A continuacin presentamos dos argumentos que lasreagrupan.

    La primera condicin es que la globalizacin vaya de la mano con la equidad. Algunos autores(Hopenhayn, 2001; Prieto de Pedro, en Convenio Andrs Bello 2001 y 2002; Achugar, 2003)

    abogan por que la globalizacin y sus efectos sobre la cultura no pongan en riesgo la equidadcomo parte fundamental del desarrollo. El concepto de equidad comporta varios matices, aunquetodos apunten a lo mismo. Para Hopenhayn, la democracia cultural o equidad simblica, es elncleo de la democracia en su sentido ms general. Esta primera es la garanta que tienen losactores sociales y culturales de constituir una voz pblica, de ser interlocutores en el dilogopoltico y de formar parte del intercambio simblico que define cada vez ms el lugar de cadacual en la negociacin poltica. Y al hablar de equidad simblica nos colocamos en el mbito dela economa poltica, en la medida en que un mejor acceso a activos simblicos hoy (informacin,educacin, nuevas formas de consumir y procesar la informacin y adquirir conocimientos)significa mayores capacidades productivas para el maana. En otras palabras, una mejordistribucin de los activos de produccin, circulacin y consumo en la industria cultural generauna relacin ms justa de competencia econmica, sobre todo en una economa donde el

    componente conocimiento-informacin hace la principal diferencia (en Convenio Andrs Bello,2001: 71-72).

    Para Prieto de Pedro, la equidad pasa por el derecho a la cultura, que ha de ser interpretado comoun derecho a la plenitud de dimensiones de la cultura, la dimensin universal y las demsdimensiones comunitarias y societarias que circunscriben su existencia (estatal o nacional,regional, de las comunidades tnicas, de los grupos sociales); o, dicho de otra forma,nicamente se satisface su plenitud en un contexto de pluralismo cultural () como un derecho agozar de todos los mbitos de la cultura, como a poder acceder a todos los medios a travs de losque se manifiestan dichos mbitos (en Convenio Andrs Bello, 2001: 223-224).

    Resumiendo, podemos decir que la condicin de equidad requiere:

    Promocin del acceso democrtico y la redistribucin de activos simblicos (educacin,capacitacin en el uso de bienes y servicios culturales y sus soportes, etc.)

    Promocin del acceso democrtico y la redistribucin de activos culturales materiales(patrimonio, artes, libro, audiovisuales, nuevas tecnologas, infraestructura, etc.)

    Promocin del acceso a la diversidad de contenidos culturales producidos por minoras nonecesariamente reconocidos por el mercado (etnias, grupos urbanos alternativos, asociacionesregionales, pases perifricos, etc.)

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    Pero la condicin de equidad no debe, segn estos y otros autores (Canclini y Moneta, 1999;Hopenhayn, 2002; Kalmanovitz en Convenio Andrs Bello, 2001), otorgar carta blanca al estadopara disponer de la voluntad de los cuidadanos. As, la libertad debe ser el requisitocomplementario para que la globalizacin de la cultura se traduzca en desarrollo. En este sentido,se busca respetar la soberana del individuo en la medida en que esta permite dos cosas: por unaparte, el desarrollo de prcticas de consumo cultural como un lugar en donde se reconstruye lo

    pblico, las identidades culturales y la civilidad, y, consecuentemente, la expansin de unarenovada concepcin de la ciudadana; y, por otra parte, permite el crecimiento de la industriacultural, la generacin de empleos y de bienestar.

    A medida que se expande el papel del consumo individual, tanto material como simblico, en lavida de la sociedad, el sentido de pertenencia se desplaza del eje Estado-Nacin hacia una grandispersin en la produccin de sentido y la interaccin de sujetos. La idea republicana deciudadana reaparece, pero no en el horizonte de la participacin poltica, sino en una granvariedad de prcticas culturales, sean asociativas o comunicativas, que no necesariamenteconcurren en lo pblico-estatal. (Hopenhayn, 2002).

    En suma, la condicin de libertad supone:

    Permitir y fomentar el desarrollo de la industria cultural como promotora de crecimientoeconmico y formacin de ciudadana.

    Reconocimiento de las prioridades e intereses de productores y consumidores (etnias,asociaciones, gremios productivos, empresarios, regiones, etc.) en el diseo y formulacin dela poltica cultural.

    Segn lo visto, la globalizacin de la cultura puede representar al tiempo una amenaza y unaoportunidad para el desarrollo. De la capacidad que tenga la poltica cultural de guardar el difcilequilibrio entre las condiciones de equidad y libertad, depende tambin el que la globalizacin nosea solamente un factor del crecimiento econmico sino tambin del desarrollo, tal y como loconcebimos ms atrs. Desde un punto de vista ms pragmtico, esta disyuntiva reformula lapregunta que desde antes economistas, investigadores y estado ya se hacan. Hasta dnde debe

    llegar el estado al intervenir en el sector cultural? La segunda parte de este texto expone algunostemas centrales de poltica econmica y social para el sector cultural, basados en un anlisis tcitode las particularidades sectoriales de algunas industrias culturales y de los aspectosinternacionales en los que se ven comprometidas.

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    Segunda parte - Temas de poltica

    La disyuntiva del desarrollo tiene una traduccin en la prctica. Trascendiendo el anlisis delsector cultural como un bloque generador de crecimiento y empleo, encontramos que no todas lasactividades culturales participan de igual forma en ello. Efectivamente, los mercados culturalesdistan de ser perfectos y la poltica cultural debe atender y subsanar las imperfecciones de estos

    mercados tratando, sin embargo, de que se afecte en mnima medida la productividad del sector,la soberana del consumidor y las negociaciones internacionales de librecambio, e incluyendo, ala vez, a los actores partcipes del mercado en la formulacin de esta poltica. Por lo tanto, laaccin estatal no es una tarea simple.

    Las produccin cultural ms tradicional subsiste difcilmente en la medida en que poco se invierteen crear los mecanismos para acercarla a las dinmicas del mercado. Paradjicamente, quiz, eneste ltimo punto est la clave para no verlas desaparecer o convertirse en objetos de museo. Almargen de la tradicin comercializada (vallenato, reggae, hamacas y sombreros) siempre quedaun terreno de cuestionamiento y evolucin de lo que ha sido nuestra identidad, el cualdifcilmente podra existir por fuera de la economa. Subestimar la capacidad de estasmanifestaciones para recrearse en la modernidad sera la mejor forma de archivarlas en el pasado.

    Sigue sin embargo pendiente la creacin de los mejores mecanismos para integrarlas lo msarmoniosamente posible a la economa.

    En la produccin de sectores como el editorial, fonogrfico y, sobre todo, el audiovisual, dentrodel continente, encontramos que la globalizacin de los intercambios comerciales y de lasinversiones ha generado un proceso de concentracin de esta actividad en grandes conglomeradostransnacionales. Efectivamente, los procesos de produccin industrial cultural se caracterizan porgenerar economas de escala en grandes mercados internos, protegidos por barreras culturales.Esto quiere decir que, aunque la inversin inicial de producir un bien cultural sea muy alta, noexisten costos adicionales porque ms y ms gente disfrute de ese bien (una pelcula, un CD demsica, un libro). Esto hace que los pases con mercados internos grandes desarrollen ventajascompetitivas nicas con las que los pases pequeos y con menos poder adquisitivo no pueden

    competir. Esta imperfeccin de los mercados internacionales genera una alta concentracin de laproduccin en grandes empresas que, al fusionarse, aumentan su capacidad de mercado. Otroproblema importante para el desarrollo y crecimiento del sector cultural, se encuentra en los altosniveles de piratera que se presentan en sectores como el editorial, fonogrfico, televisin paga,etc.

    La distribucin de la cultura, por otra parte, tambin es un espacio en el que el mercado esimperfecto. Se ha verificado que la distribucin de los bienes y servicios culturales, tambinconcentrada en pocos actores con grandes capitales y presencia en el mercado (cadenas delibreras y grandes superficies de venta de productos culturales, distribuidores cinematogrficosencadenados con los grandes productores, etc.), es un tema que en la mayora de los pases serevela como clave para el desarrollo de una oferta plural y diversa de la cultura industrializada.

    Este es un problema relevante especialmente para la produccin independiente que encuentrarpidamente un lmite en el pequeo tamao de los mercados nacionales. Se encuentran hastaahora tmidos esfuerzos por desarrollar estrategias de ventas y mercadeo ms agresivas y debsqueda de mercados externos.

    Por ltimo, la escasa cobertura y calidad de la educacin, sobre todo en la mayora de los paseslatinoamericanos, ha reducido el tamao de la demanda cultural. Esto es especialmente pertinentepara sectores como el editorial y las nuevas tecnologas, los cuales no obstante son capitalesdentro de la dinmica del desarrollo. Efectivamente, los flujos de la oferta y demanda cultural de

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    calidad estn ntimamente correlacionados con el nivel de educacin de la poblacin. Por esto, laformacin debe tener un lugar privilegiado en las polticas.

    Los aspectos internacionales de integracin hemisfrica y liberalizacin de los flujos deintercambio y capitales, presentan un desafo no siempre abordado por el sector cultural. En lasinstancias de integracin y negociacin (MERCOSUR, Grupo Andino, ALCA, TLCAN, entre

    otros) el sector de las industrias culturales es normalmente dejado de lado o es sujeto deexcepciones que, en todo caso, no corresponden todava a marcos de discusin apropiados paradefender estrategias sectoriales que sirvan para enfrentar la liberalizacin de los flujoscomerciales y de capitales. En instancias de cooperacin internacional, por otra parte, s se haavanzado un poco ms. La cooperacin internacional, bajo la forma de coproduccin ycodistribucin de productos y servicios culturales, de reconocimiento e intercambio de saberes yestrategias de mercado, ha demostrado ser un elemento esencial para el desarrollo de laproduccin cultural diversa y para la extensin de los mercados nacionales.

    A partir de estas evidencias generales podemos proponer algunos ejes de poltica cultural. Estosson el resultado de los anlisis hechos por estudios que miran a la vez el sector cultural desde susespecificidades y como un bloque productivo.

    Formulacin de polticas

    En buena parte de los anlisis consultados se insiste en que la poltica cultural debe renovarsu papel en dos sentidos. Por una parte, ampliar la visin de lo que es la cultura, de tal formaque la poltica abarque y reconozca plenamente las formas de expresin cultural que secanalizan a travs de las industrias culturales. Lo anterior conservando, sin embargo, un celoespecial por las actividades que siguen existiendo en el margen de la cultura mercantil o,mejor, propendiendo porque se integren exitosamente en los circuitos econmicos sin borrarsus aspectos identitarios (patrimonio intangible y artesanas, entre otros).

    En segundo trmino, el estado debe tomar en cuenta a todos los actores de la cadena de valor

    de las industrias culturales en el proceso de diseo y formulacin de polticas para el sector,pues son ellos los que mejor pueden generar un diagnstico sobre los problemas sustancialesque se les presentan. Esta es una tarea compleja en la medida en que estos actores sonheterogneos. Expertos de las distintas manifestaciones culturales deben velar porque lainversin en la innovacin de contenidos no falte en los programas gubernamentales. Aunquenecesaria para el desarrollo de una cultura propositiva desde el punto de vista de la creacin,la innovacin puede llegar a ser excluyente (pinsese en la msica o en el teatroexperimental, en reinterpretaciones del arte o el patrimonio tradicionales, etc.) Por lo anteriores necesario que otros actores aporten el elemento democrtico de la inversin estatal.Estamos hablando de los creadores, las PYMES y las grandes empresas mediticas, losdifusores culturales y, con un papel privilegiado, el pblico de la cultura. Estamos hablandotambin de las creadores cuyas expresiones no encajan necesariamente en las dinmicas

    industriales o en criterios de innovacin ms elitistas. En este ltimo grupo caben losartesanos, los creadores de etnias minoritarias, las audiencias populares en los carnavales yfestivales.

    Finalmente, un problema generalmente identificado por los especialistas es el gran dficit deinformacin pertinente para la formulacin de polticas para las industrias culturales. Losestados deben apoyar la recopilacin y anlisis de dicha informacin en cuando menos dosdirecciones. Por una parte, la recopilacin de informacin estadstica, de manera anualizada,sobre los indicadores econmicos bsicos de las industrias (aporte al PIB, empleo,

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    produccin, ventas, pagos por derechos de autor, exportaciones e importaciones y piratera).Por otra parte, los anlisis y recomendaciones que se derivan de dicha informacin(estructuras de mercado, marco legal, estrategias sectoriales, pero tambin impacto social,formas de consumo, etc.) Este ltimo aspecto es central pues el estudio y la medicin delimpacto social de las polticas y actividades del sector cultural dan la perspectivacomplementaria del aspecto econmico. Si hablamos de la cultura como generadora de

    desarrollo, los anlisis econmicos se quedaran cortos para explicar en qu medida y en qudireccin la cultura est cambiando la sociedad. El apoyo estatal al anlisis del impacto socialde las manifestaciones culturales es un elemento fundamental en la definicin de los criteriosuna poltica cultural que propenda por el desarrollo.

    Financiacin estatal

    Los subsidios en la industria editorial, como medida de financiacin indirecta, estncobijados en buena parte de pases a travs de una Ley del Libro, la cual reconoce la funcinnecesaria de este bien en el desarrollo. Estas leyes permiten generalmente y con salvedades:a) exencin de cualquier tipo de tasas arancelarias a la importacin de capital fijo y variablepara la industria de produccin editorial; b) la importacin y exportacin de producto final

    (libros) est igualmente exenta de todo gravamen; c) exencin del impuesto a la renta paraempresas editoriales por un plazo de tiempo determinado; d)exencin de impuestos de renta ycomplementarios para los ingresos recibidos en pagos por derecho de autor; e) exencin delimpuesto a las ventas para el libro. Los autores afirman que es importante mantener estalegislacin donde exista, ya que ha demostrado sus bondades, y evaluar los beneficios de suimplementacin en donde haga falta.

    En el sector cinematogrfico, se justifican especialmente los subsidios en la medida en que laproduccin y la distribucin acarrean costos considerables, no recuperables por pases con unmercado interno limitado. Los subsidios se destinan normalmente a travs de un fondo para elsector, financiado de diversas formas en funcin del pas: directamente de los dinerospblicos; a travs de un impuesto que recae desigualmente entre productores, distribuidores,

    exhibidores y pblico; a travs de un impuesto a la explotacin nacional de audiovisualesextranjeros, entre otros. Aunque la razn de ser de los fondos y su funcionamiento parecenser claros, se debe analizar qu estructura de financiacin es ms viable en el contexto deliberalizacin del comercio interamericano y mundial, eficiencia de los mercados y recortespresupuestales a nivel estatal.

    En el conjunto de industrias culturales, permitir la viabilidad financiera de las PYMES, comoportadoras de diversidad e innovacin, es central (productores, distribuidores, asociaciones,minoras etnicas, etc.) Para ello, algunos textos hacen dos propuestas que pueden sercomplementarias: a) subsidiar o cofinanciar directamente las empresas nacientes en funcinde la proporcin de contenidos de creadores independientes que estas atiendan o de sualcance democrtico; b) aprovechar los canales de prstamos flexibles (tasas de inters

    moderadas y plazos ms largos) para PYMES all donde existan, o crearlos donde falten. Elgobierno puede tambin actuar como garante de los prstamos hechos a los actores queasumen ms riesgo por parte de instituciones financieras regulares.

    Uno de los problemas identificados en varios sectores, es la falta de infraestructura y su pocademocratizacin en lo que concierne a las industrias culturales (salas de cine en regionesapartadas, bibliotecas pblicas informatizadas, telecomunicaciones e Internet, entre otros). Esfuncin del estado financiar o cofinanciar la construccin y ampliacin de dichainfraestructura con criterios de calidad y de equidad.

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    quien centralice estas actividades; se trata, ms bien, de formar estos espacios y que despussean apropiados por los actores comprometidos.

    Por otra parte, como ya se anot, existe una correlacin muy fuerte entre una mayordistribucin de los contenidos de las industrias culturales y la cooperacin internacional.Especficamente, la cofinanciacin internacional es traducible casi siempre en codistribucin

    en los mercados externos. De esta menera, la poltica debe apoyar la organizacin de estossistemas que se revelan especialmente importantes en la medida en que los subsidios estatalestienen un lmite de presupuesto y alcance. Condicin agudizada por la liberalizacincomercial internacional y las reformas estructurales.

    Finalmente, se debe crear un sistema de informacin efectivo y claro al cual puedan recurrirtodos los actores de la cadena de valor. Muchas veces las PYMES culturales tienen grandescostos de transaccin en la medida en que carecen de una estructura bsica organizacinempresarial. Una oficina o, menos costoso aun, una pgina en Internet que contengainformacin jurdica, elementos bsicos de gestin de recursos financieros pblicos yprivados, de otras empresas involucradas en la cadena de su sector, etc., recortaraenormemente dichos costos de transaccin y sera un soporte invaluable para el desempeo

    econmico de las empresas culturales.

    Educacin y nuevas tecnologas

    Uno de los principales problemas, sobre todo en Amrica Latina, tiene que ver con el escasogrado de educacin de la poblacin. Este determina dos cosas: la primera es que el nivel deconsumo cultural tiende a ser mucho ms bajo y limitado, afectando directamente eldesarrollo del sector cultural. La segunda, y tal vez ms decisiva, tiene que ver con el hechode que una poblacin que no est educada y formada adecuadamente tendr un uso de susactivos culturales necesariamente limitado. Es decir que, en la medida en que la brechaeducacional no sea atendida, los pases estarn condenados a ser actores pasivos ms quecreativos en su cultura. Por eso es necesario recalcar que la educacin es un aspecto crucial

    de la poltica.

    El apoyo a la formacin y educacin que el estado debe proveer, en cuanto al sector cultural,tiene dos ejes principales. En primer lugar, es necesario generar y apoyar un sistema deformacin y asesora para empresarios y gestores culturales. La formacin de los empresariosdebe cubrir temas de produccin, administracin, nuevas tecnologas, mercadeo y gestin,entre otras carencias ampliamente identificadas. Los gestores, por su parte, deben tener lacapacidad de abordar vas tradicionales de distribucin y promocin nacionales y en elexterior, e identificar otras nuevas, como radios independientes o comunitarias, circuitos dedifusin de la creacin artesanal, valorizacin del patrimonio material e inmaterial a travs desu difusin e interaccin con las industrias culturales, internet, festivales alternativos, etc. quehan funcionado ya en casos piloto a lo largo de la regin.

    Un segundo eje es el de la educacin primaria y secundaria y la superior. Esta tiene efectospositivos en cuando mnimo dos direcciones atenientes a la cultura: en primer lugar, estdemostrado que la demanda por un mayor nivel de bienes y servicios culturales es unafuncin positiva de la educacin y del ingreso que esta genera. Por otra parte, y tal vez msdeterminante, la educacin genera las competencias para apropiar no solo los contenidosculturales de una manera crtica sino para utilizar creativamente los medios de produccin decontenidos.

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    Por ltimo, el apoyo a la apropiacin de las nuevas tecnologas tiene un papel preponderante.All se juega el futuro de la industria pues, en primer lugar, es un elemento privilegiado parala produccin independiente, en la medida en que reducen drsticamente los costos yaumentan la capacidad de innovacin. En segundo trmino, de la capacidad de los gestores yempresarios de sacar el mximo beneficio de estas (reduccin de costos, nuevos canales deintercambio y difusin, distribucin y ventas, etc.) depende la sustentablidad de la industria

    en el largo plazo. Por eso la capacitacin (creadores, empresarios, gestores) debe poner elacento en este tema. Por ltimo, la tecnologa debe estar a la mano de cualquier nio dentrodel sistema educativo pues ya es un lugar comn decir que all se definen las capacidadesproductivas en una economa que se desplaza cada vez ms al sector del conocimiento, y este,a su vez, transita crecientemente por redes tecnolgicas.

    Incentivos a la demanda

    La dinmica del sector editorial, es impulsada en buena parte por las polticas de apoyo apartir de exenciones para los productores. Aunque las exenciones para el consumo puedenjugar un papel importante, en la medida en que el ingreso es un determinante importante de lademanda de libros, la mayora de analistas est de acuerdo en que el nudo de la poltica de

    apoyo al sector debera centrarse en la promocin de la lectura. En este sentido se recomiendainvertir los presupuestos pblicos para el libro, principalmente en la creacin de unainfraestructura de bibliotecas pblicas importante y con cobertura nacional, y para la dotacinde libros para estas mismas.

    Sin embargo, el fomento a la apropiacin de habilidades en la recepcin de contenidosculturales no sabra limitarse al libro. La industria cultural ha multiplicado los contenidosvaliosos y susceptibles de ser almacenados para las generaciones futuras. Cada vez ms esnecesario integrar en las bibliotecas los nuevos formatos donde el patrimonio de las industriasculturales se encierra (CD y MP3, videos, televisin, Internet, etc.). Esto, acompaado conequipos de personas disponibles para formar al pblico en la utilizacin y consulta de estosmedios debera dar un impulso a la recepcin crtica y masiva de lo que paralelamente existe

    en el mercado.

    Piratera y derechos de autor

    La defensa del derecho de autor se puede sustentar desde dos pticas: primero, esta nobeneficia a ningn agente de las industrias culturales (ni a los grandes ni a losindependientes), ms bien refuerza el alcance de la cultura producida en masa; segundo, es unrequerimiento insalvable dentro de las negociaciones de libre comercio dentro del continente.La poltica de defensa del derecho de autor debe encaminarse transversalmente en dosdirecciones. Se debe, en primer lugar, realizar campaas de educacin y sensibilizacin sobrela importancia del derecho de autor y los perjuicios de la piratera (prdidas econmicas parael creador y distribuidor, prdida de empleos legales, etc.). As mismo se debe capacitar a los

    organismos policivos nacionales para que identifiquen las violaciones a este derecho. Por otraparte, se debe generar y/o fortalecer una legislacin que sancione efectivamente este delito anivel de las naciones. Esto debe redundar en operativos para desincentivar la produccin ydistribucin de materiales piratas.

    Negociaciones de libre comercio

    Como apreciacin general, las industrias culturales no gozan de un marco de discusin propiodentro de la mayora de procesos de negociacin de libre comercio consultados. Entre tanto,

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    el tema de la cultura se aborda principalmente desde la ptica de la defensa de las identidadesy del patrimonio. Esto trae dos consecuencias principales: primero, que la negociacin de lostemas que estn fuera de la rbita de las artes y la cinematografa quedan solamente en manosdel sector privado, quienes dan prioridad al tema del respecto de los derechos de autor ycombate a la piratera (video, televisin paga, msica, etc). Como segunda consecuencia, noexiste una estrategia sectorial a defender. En este contexto se propone una estrategia de

    negociacin conjunta entre el gobierno y el sector privado que tome en cuenta lasparticularidades del sector de las industrias culturales en los siguientes sentidos.

    Por una parte, se deben seguir alimentando las alianzas de cooperacin cultural (estudios,cofinanciacin y codistribucin, etc.) en las que el MERCOSUR, por ejemplo, ha hechograndes avances. En segundo lugar, se deben armonizar las legislaciones nacionales con elobjetivo de facilitar la circulacin de bienes y servicios de las industrias culturales, lasestrategias de defensa del derecho de autor y lucha contra la piratera, entre otros. Tercero,analizar la conveniencia de excepciones a sectores vulnerables bajo los principios de NacinMs Favorecida y Tratamiento Nacional, como es el caso del audiovisual. Especficamente,se debe analizar la pertinencia de cuotas de pantalla, aranceles a la importacin de productosextranjeros de las industrias culturales y restricciones a la propiedad de las empresas

    nacionales de telecomunicacin; en cualquier caso, con objetivos especficos y plazosdefinidos.

    Cooperacin internacional

    El tema de la cooperacin internacional cobra especial importancia en el contexto de lasnegociaciones de libre cambio entre los pases del rea. Las recomendaciones van en lossiguientes sentidos. En primer lugar, el mbito de la cooperacin debe ampliarse para abarcar,adems de los asuntos de respeto de identidades nacionales y patrimonio, los aspectosrelacionados con las industrias culturales. En segundo lugar, la cooperacin debe desplazarsedel sesgo gubernamental (lo que ha mostrado escasos resultados) a la cooperacin que integreactores de la sociedad civil (empresarios culturales, asociaciones, ONG, etc.), lo cual ha

    probado positivos resultados. En esta direccin se incluyen los acuerdos de cofinanciacin ycodistribucin internacional en las industrias culturales. En el caso audiovisual ya se haprobado la trascendencia de estos acuerdos para organizar estrategias sectoriales, compartircostos y riesgos de la inversin en la produccin y ampliar mercados internacionalesfacilitando la distribucin. Por ltimo, se debe aprovechar los mltiples espacios decooperacin ofrecidos por organizaciones como el Convenio Andrs Bello o la AlianzaGlobal para la Diversidad Cultural, entre muchas otras, con el objetivo de subsanar lacarencia de estudios y anlisis sobre el sector de las industrias culturales, de realizar asesoraspara construir estrategias sectoriales de sustentabilidad de la produccin independiente,susceptibles de ser repetidas en otros pases, etc.

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    Conclusiones

    Los estudios ms recientes sobre la relacin entre economa y cultura proponen un verdaderodesafo para la poltica cultural. Esta ltima debe a la vez propender por el desarrollo ycrecimiento de las industrias culturales y velar porque la poblacin tenga acceso en condicionesde igualdad a la mayor variedad y calidad de contenidos culturales posible. En el contexto de

    integracin comercial regional y de formacin de oligopolios culturales, los estados se enfrentan ala disyuntiva entre intervencin en los mercados culturales y liberalizacin de los mismos para elensanchamiento de estos mercados.

    A nivel de la regin se han venido realizando estudios sobre el impacto econmico de lasindustrias protegidas por el derecho de autor. Sus resultados pueden resumirse as. Las industriasculturales tienen un peso considerable dentro del PIB (entre 1 y 7% en funcin del pas) y su tasade crecimiento suele ser mayor a la de la economa en general. Los sectores que tienen un pesoms significativo en este resultado son los de medios de comunicacin y, un poco ms lejos, eleditorial y fonogrfico, en pases con mercados internos importantes. Las actividades culturalesms tradicionales aportan relativamente poco a este ndice econmico. Del empleo cultural sepuede decir otro tanto, pues es anlogo al peso en la economa. El empleo cultural suele ser

    altamente calificado especialmente en labores de creacin y produccin y su retribucin es msalta que la del salario promedio en la economa; en las reas ms prximas a la distribucin, porel contrario, el empleo es menos calificado. Pese a todo lo anterior, el sector cultural sigue siendovisto como un demandante de recursos y por lo tanto la poltica econmica y comercial sueledejarlo de lado.

    Aunque el sector cultural aporta al crecimiento econmico y al empleo de forma considerable,este no es un argumento que automticamente sustente su importancia para el desarrollo,concebido desde un punto de vista complejo. El desarrollo tiene un importante componenteeconmico en la medida en que el crecimiento asegura el bienestar social, pero sera imposiblehoy en da desconocer que su definicin incorpora otros elementos como la capacidad de accesode la poblacin a estos beneficios, y la libertad de todo ser humano, sin exclusin, de participar en

    la construccin de la civilidad. La cultura, desde una definicin amplia, es generadora decrecimiento y empleo, pero tambin es un lugar de renovacin de lo pblico, de incorporacin dediferencias y de cuestionamiento de la identidad. De ah su importancia para el alcance deldesarrollo.

    Para que la cultura aporte efectivamente al desarrollo se presentan dos condiciones. Unacondicin de equidad. Esta condicin supone que los individuos tengan las mismas condicionesde acceso a los medios para la expresin y satisfaccin de sus necesidades, includas lasculturales. Supone, adems, que los individuos puedan acceder a toda la variedad y calidad deproductos y servicios que ofrece la cultura. Esto se pone en juego cuando grandes conglomeradosmediticos concentran las decisiones de lo que circula o no en el mercado cultural internacional ynacional. Por esto mismo se le presenta un verdadero desafo a la poltica estatal para establecer

    las condiciones necesarias para relativizar este sesgo. La segunda condicin es la de libertad. Estacondicin supone el respeto y el reconocimiento de las actitudes de un pblico no pasivo frente ala determinacin de sus preferencias culturales. Lo anterior quiere decir que el pblicoreinterpreta y recrea su entorno cultural en un contexto de globalizacin econmica, y terminatambin siendo un actor propositivo. Esto debe llevar al estado a apoyar las condicionesestablecidas por el pblico y los empresarios culturales para el crecimiento del sector. Todo loanterior supone la incorporacin de todos los actores de la cadena de valor de la industria culturalen la determinacin de polticas nacionales y de libre comercio internacional de la cultura.

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    Esta disyuntiva tiene una traduccin en la prctica. Efectivamente, los mercados culturales distande ser perfectos y la poltica cultural debe atender y subsanar las imperfecciones de estosmercados tratando, sin embargo, de que se afecte en mnima medida la productividad del sector,la soberana del consumidor y las negociaciones internacionales de librecambio, e incluyendo, ala vez, a los actores partcipes del mercado en la formulacin de esta poltica. Por lo tanto, laaccin estatal no es una tarea simple.

    Las imperfecciones de los mercados culturales varan sector a sector, pero hay coincidencias. Losprocesos de produccin industrial cultural, en primer lugar, se caracterizan por generar economasde escala en grandes mercados internos, protegidos por barreras culturales. Esto quiere decir que,aunque la inversin inicial de producir un bien sea muy alta, no existen costos adicionales porquems y ms gente disfrute de ese bien (una pelcula, un CD de msica, un libro). Esto hace que lospases con mercados internos grandes desarrollen ventajas competitivas nicas con las que lospases pequeos y con menos poder adquisitivo no pueden competir. Esta imperfeccin de losmercados internacionales genera una alta concentracin de la produccin en grandes empresasque, al fusionarse, aumentan su capacidad de mercado. Esta parece ser la razn ms importantepara justificar una poltica cultural de apoyo a la produccin cultural en pases en donde losproductores independientes no pueden generar ventajas competitivas dado un mercado interno

    pequeo. Y as ha sido entendido desde hace rato como se muestra en las polticas desarrolladassobre todo para el audiovisual.

    Las polticas de subsidio, sin embargo, deben ser hechas bajo criterios claros; criterios que debenreflejar las proridades de la poltica cultural en cuanto a diversidad, innovacin y accesodemocrtico a los bienes y servicios culturales, entre otros. Para esto se propone un sistema degestin eficiente e independiente de estos subsidios, en cuyos criterios de asignacin deben tomarparte todos los actores de la cadena que va desde el creador hasta el pblico, descentralizando elpoder del estado. De ah que este sistema deba guardar un doble equilibrio entre criterios dedemocratizacin de la oferta cultural e innovacin creativa, por una parte; y entre financiacinestatal y financiacin privada, por otra, lo cual es indispensable para la sustentabilidad de losactores de las industrias culturales. En este sentido es imprescindible ampliar los sistemas de

    descuento tributario para los agentes privados que invierten en empresas de la industria cultural.Las polticas que crean marcos legislativos de exencin tributaria a la produccin y al consumoson justificables para sectores que, por una parte, son claves para el desarrollo, como el editorial,o cuya produccin independiente, por otra parte, se hace especialmente costosa, como el cine.Otras medidas que apoyan la produccin, como cuotas de pantalla, restriccin a la propiedad delas empresas culturales, impuestos a la produccin extranjera, entre otros, enfrentan un grandebate bajo la lgica de los acuerdos de libre comercio en los que las barreras a los flujosinternacionales de inversin y comercio, tienden a desaparecer. Para esto se propone unificarcriterios entre sector pblico y sector privado para crear una estrategia sectorial de negociacin enla cultura, que tome en cuenta el sector de industrias culturales, el cual ha sido tradicionalmentedejado de lado. En todo caso, es urgente y est todava pendiente definir plazos y objetivosespecficos en dicha estrategia si se quiere mantener algn tipo de excepcin cultural en el marco

    internacional.

    El tema de la produccin no agota en absoluto los aspectos problemticos de la industria cultural.Se ha verificado que la distribucin de los bienes y servicios culturales, tambin concentrada enpocos actores con grandes capitales y presencia en el mercado, es un tema que en la mayora delos pases se revela como clave para el desarrollo de una oferta plural y diversa de la culturaindustrializada. Es ah, adems, donde la poltica ha sido ms dbil. Para esto se propone unapoltica de creacin de espacios de alianzas estratgicas entre los actores de la cadena deproduccin y distribucin cultural y el pblico. Se ha probado que las figuras de cofinanciacin y

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    En suma, la evidencia de las dinmicas econmicas y sociales que se tejen en un sector culturalque tiende a intergarse en el hemisferio, permiten identificar grandes desafos y tambin grandesoportunidades. No es posible seguir limitando la accin estatal al tradicional apoyo de laproduccin y creacin. En cualquier caso, esta debe hacerse bajo compromisos y fines especficosdentro del contexto de liberalizacin de mercados. Las alternativas innovadoras, asociativas ycooperativas en la distribucin y alcance de pblicos deben convertirse en una prioridad de la

    poltica, en la que nuevos actores, empresarios y pblicos, estn llamados a participar. Es quizuna forma de guardar el difcil equilibrio entre crecimiento del sector cultural y desarrollo diversode los contenidos de la cultura en un contexto de necesaria, y en todo caso inevitable,globalizacin econmica.

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    Bibliografa

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    Bonet, Llus, Polticas de cooperacin e industrias culturales en el desarrollo euro-latinoamericano, Seminario Internacional previo a la 3 Cumbre de Jefes de Estado y deGobierno de Amrica Latina, el Caribe y la Unin Europea, Mxico, 2004.El texto analiza el estado de cosas de la relacin entre economa y cultura, y posteriomente haceun recuento crtico de las relaciones de cooperacin entre Europa y Amrica Latina,especialmente desde el sector audiovisual.

    Crane, Diana, Cultural globalization from the perspective of the sociology of culture, enProceedings of the international symposium of culture statistics, Montreal, UNESCO, 2002.La autora hace un recorrido por los paradigmas que desde la sociologa han abordado la relacinentre globalizacin y cultura, para proponer finalmente una visin conjunta.

    Diagnstico dos investimentos em cultura no Brasil, Belo Horizonte, Minstrio da Cultura,Fundaao Joao Pinheiro, 1998.Estudio estadstico del Ministerio de Cultura del Brasil que trata a profundidad tres temas: lainversin pblica en cultura en ese pas, la inversin privada y por ltimo la aportacin al PIB yal empleo de las industrias culturales desde una perspectiva estricta.

    Estudio sobre la importancia econmica de las industrias protegidas por el derecho de autor y

    los derechos conexos en los pases de MERCOSUR y Chile, Universidade Estadual de Campinas,Organizacin Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), 2001.Estudio estadstico y analtico sobre la economa de las industrias culturales en los pases delMERCOSUR y Chile. Contiene clculos de aporte al PIB, empleo y comercio exterior y clculos

    sectoriales, todo lo cual est acompaado por anlisis pas por pas.

    Farchy, Jolle y Dominique Sagot-Duvauroux,Economie des politiques culturelles, Pars, PressesUniversitaires de France, 1994.Los autores examinan crticamente los modelos tericos que desde la economa sustentan elapoyo estatal a la cultura. El anlisis se concentra especialmente en la cultura desde unaperspectiva tradicional.

    Garca Canclini, Nstor y Carlos Moneta (Coordinadores), Las industrias culturales en laintegracin latinoamericana, Buenos Aires, Eudeba, SELA, 1999.Libro que recopila textos de diferentes autores. Cada autor hace un anlisis de la situacin de unsector de las industrias culturales desde una perspectiva latinoamericana. Normalmente, cada

    texto lleva reflexiones en torno a polticas y a los temas de integracin en la regin.

    Guzmn Crdenas, Carlos E., Diagnstico de las industrias culturales y comunicacionales enVenezuela, Innovatec-Innovarum Inteligencia del Entorno, 2000(?).Compilacin de estadsticas disponibles sobre industrias culturales en Venezuela.

    Heilbrun, James y Charles M. Gray, The Economics of art and Culture, Cambridge, Art Books,2001.

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    Texto a la vez terico y bsico sobre la visin estadounidense de la economa de la cultura. En unprincipio expone los argumentos econmicos para subsidiar la cultura para despus analizar elsistema de poltica cultural de este pas.

    Hopenhayn, Martn, El reto de las identidades y la multiculturalidad en Revista PensarIberoamrica, OEI, 2002.

    El texto analiza el concepto de multiculturalidad como parte del desarrollo desde una perspectivalatinoamericana. Finalemente recoge unas recomendaciones de poltica.

    Impacto de la cultura en la economa chilena: participacin de algunas actividades culturales en

    el PIB y evaluacin de las Fuentes estadsticas disponibles, Bogot, Consejo Nacional de laCultura y las Artes de Chile, Universidad ARCIS, Convenio Andrs Bello, 2003.Estudio estadstico que calcula el impacto econmico de las industrias culturales en Chile enconjunto. Realiza posteriormente un anlisis de los resultados y, finalmente, recopila y analizaalgunas cifras sectoriales disponibles.

    Impacto econmico de las industrias culturales en Colombia, Bogot, Ministerio de Cultura deColombia, Convenio Andrs Bello, 2003.

    Estudio estadstico y analtico sobre el impacto econmico de las industrias culturales enColombia. El estudio calcula el impacto de este sector en el PIB, para luego abordar lainformacin sectorizadamente. Las cifras estn acompaadas por profundos anlisis. Finalmente,se recogen proposiciones de poltica articuladas en ejes temticos.

    InCorpore, El desarrollo cultural en Centroamrica y la participacin de las entidades culturalesen el proceso de integracin regional enRevista Pensar Iberoamrica, OEI, 2002.Artculo que elabora una recuento de la experiencia de la Asociacin InCorpore de Centroamricaa travs de los aos, destacando aciertos y problemas encontrados. Finalmente, se hace unasomera descripcin de los programas ejecutados.

    McFayden, Stuart, Colin Hoskins y Adam Finn, Cultural industries from an Economic/Business

    Research Perspective en Canadian Journal of Communication Vol. 25, No. 1, 2000.Balance de los estudios econmicos y estadsticos de estos autores sobre la efectividad de laspolticas audiovisuales en Canad. Se analiza, especficamente, la pertinencia economtrica decada medida.

    Nivn, Eduardo, Cultura e integracin econmica. Mxico a siete aos del Tratado de LibreComercio enRevista Pensar Iberoamrica, OEI, 2002.Recuento de la experiencia mexicana en