Cuentos de valores

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Lee la lectura y realiza las actividades LOS DOS LOBOS Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Ésta era entre dos lobos... "Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino. El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto". El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: "¿Y qué lobo ganará?" El anciano Cherokee simplemente respondió: "El que yo alimente". ESTO ES SABIDURÍA En la antigua Grecia (469 - 399 AC), Sócrates era un maestro reconocido por su sabiduría. Un día, el gran filósofo se encontró con un conocido, que le dijo muy excitado: "Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?" "Un momento" respondió Sócrates. "Antes de decirme nada me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple filtro". "¿Triple filtro?" "Eso es", continuó Sócrates. "Antes de contarme lo que sea sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme. El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?" "No, me acabo de enterar y..." "Bien", dijo Sócrates. "Conque no sabes si es cierto lo que quieres contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad." "¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?" "No. Todo lo contrario..."

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Lee la lectura y realiza las actividades

LOS DOS LOBOS

Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Ésta era

entre dos lobos...

"Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino.

El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto".

El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: "¿Y qué lobo ganará?"

El anciano Cherokee simplemente respondió: "El que yo alimente".

ESTO ES SABIDURÍA

En la antigua Grecia (469 - 399 AC), Sócrates era un maestro

reconocido por su sabiduría. Un día, el gran filósofo se

encontró con un conocido, que le dijo muy excitado:

"Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?"

"Un momento" respondió Sócrates. "Antes de decirme nada me

gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del

triple filtro".

"¿Triple filtro?"

"Eso es", continuó Sócrates. "Antes de contarme lo que sea

sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo

que vayas a decirme. El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás

completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?"

"No, me acabo de enterar y..."

"Bien", dijo Sócrates. "Conque no sabes si es cierto lo que quieres

contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad."

"¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?"

"No. Todo lo contrario..."

"Con que" le interrumpió Sócrates, "quieres contarme algo

malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar

la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la Utilidad.

¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?"

"No. No mucho"

"Por lo tanto" concluyó Sócrates, "si lo que quieres contarme

puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?"

Esto explica el por qué de la grandeza de Sócrates, y por qué se

le tenía en tanta estima.

TEMA: LA PRUDENCIA

CUENTOS DE VALORES

Los billetes del cielo

Había una vez un niño enfermo llamado Juan. Tenía una grave y rara enfermedad, y todos

los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque tampoco sabían decir cuánto. Pasaba

largos días en el hospital, entristecido por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que

pasaba por allí y comprobó su tristeza se acercó a decirle:

- ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños enfermos?

Juan negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento.

- Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de los papás o

cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los niños por haber estado

enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición.

- ¿Cuál? - preguntó interesado el niño.

- No puedes morirte sin haber llenado el saco.

- ¿El saco?

- Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el payaso mientras sacaba uno bajo

su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte de que tuviera uno por aquí. Tienes que

llenarlo de billetes para comprar tu entrada.

- ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero.

- No son billetes normales, chico. Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un

papelito en el que debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa

todos los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo.

- ¿De verdad?

- ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y no sabemos

si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes morirte antes de llenarlo,

sería una pena terrible!

El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Juan quedó pensativo,

mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía maravilloso, y no perdía

nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su mamá a verle, él mostró la mejor de sus

sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello

la hacía feliz. Después, cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”.

Y lo echó al saco.

A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba! ¡Un auténtico

billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el niño se llenó de ilusión,

y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que sabía que alegraba a los doctores y

enfermeras, y se preocupó por acompañar a otros niños que se sentían más solos. Incluso

contó chistes a su hermanito y tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de

aquellas cosas, echó su papelito al saco.

Y así, cada día, el niñó despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes de cielo, y

conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había dado cuenta de que no

servía el truco de juntar los billetes en el saco de cualquier manera: cada noche el ángel los

colocaba de la forma en que menos ocupaban. Y Juan se veía obligado a seguir haciendo

buenas obras a toda velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse

demasiado enfermo...

Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Juan, que se había convertido

en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y servicial, terminó curando del

todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su alegría y su actitud tenían que haberle curado a

la fuerza; otros estaban convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que

dedicaban horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y

algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado mucho

durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento experimental para él.

El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto ya muchas

veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su saco gris para que lo que

parecía una vida que se apaga, fueran los mejores días de toda una vida, durase lo que

durase.

Enseñanza:

La ilusión por hacer el bien hasta el final mejora la actitud vital, y es fuente

de esperanza y salud para quienes sufren enfermedades graves, sea cual

sea el desenlace.

La princesa de fuego

Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes

falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con

quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores

y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas

enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y

sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado.

A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se

explicó diciendo:

- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y

también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se

llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.

El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó

tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven

de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos.

Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la

arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que

ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil

de lo importante.

Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la

piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante.

Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros.

Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola

prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a

llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".

Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y

como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin

de sus días

Enseñanza : El amor de verdad es la mayor fuerza para cambiar el mundo

desde dentro empezando por nosotros mismos.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán

El hada y la sombra

Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra,

antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso

custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban

dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques,

muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a

través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación

posible para todos.

El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje,

pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel

mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún

más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles,

caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed.

Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a

medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el

mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el

final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra

respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y éso

es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser

duro".

Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el

monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en

un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del

Guardián por el resto de sus días...

La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los

seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme

y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo,

queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la

tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el

lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.

Enseñanza : La lealtad y el compromiso mantenidos ante las adversidades

son las bases últimas de la amistad y el amor.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

El pintor, el dragon y el titan

Hubo una vez un pintor que en uno de sus viajes quedó tan perdido por el mundo que fue a

dar a la guarida de un dragón. Éste, nada más verle, rugió feroz por haberle molestado en su

cueva.

- ¡Nadie se atreve a entrar aquí y salir vivo!

El pintor se disculpó y trató de explicarle que se había perdido. Le aseguró que se

marcharía sin volver a molestarle, pero el dragón seguía empeñado en aplastarle.

- Escucha dragón. No tienes por qué matarme, igual puedo servirte de ayuda.

- ¡Qué tonterías dices enano! ¿cómo podrías ayudarme tú, que eres tan débil y pequeñajo?

¿Sabes hacer algo, aunque sólo sea bailar? ¡ja, ja,ja,ja!

- Soy un gran pintor. Veo que tus escamas están un poco descoloridas y, ciertamente, creo

que con una buena mano de pintura podría ayudarte a dar mucho más miedo y tener un

aspecto mucho más moderno...

El dragón se quedó pensativo, y al poco decidió perdonar la vida al pintor si se dedicaba

como esclavo suyo a pintarle y decorarle a su gusto.

El pintor cumplió con su papel, dejando al dragón con un aspecto increíble. Al dragón le

gustó tanto, que a menudo le pedía al pintor nuevos cambios y retoques, al tiempo que le

trataba mucho mejor, casi como a un amigo. Pero por mucho que el pintor se lo pidiera, no

estaba dispuesto a dejarle libre, y le llevaba con él a todas partes.

En uno de sus viajes el pintor y el dragón llegaron a una gran montaña. Estaban

recorriéndola cuando se dieron cuenta de que la montaña se movía... y comenzó a rugir con

un ruido tal que dejó al dragón medio muerto de miedo. Aquella montaña era en realidad un

gigantesco titán, que se sintió tan enfandado y ofendido por la presencia del dragón, que

aseguró que no pararía hasta aplastarlo.

El dragón, asustado por el tamaño del titán, se disculpó y trató de explicarle que había

llegado allí por error, pero el titán estaba decidido a acabar con él.

- Pero escucha, gran titán, soy un dragón y puedo serte muy útil- terminó diciendo.

- ¿Tú, dragón enano? ¿Ayudarme a mí? ¿Pero sabes hacer algo útil? ¡ja, ja, ja, ja!

- Soy un dragón, y echo fuego por mi boca. Podría asar tu comida y calentar tu cama antes

de dormir...

El titán, igual que había hecho antes el dragón, aceptó la propuesta, quedándose al dragón

como su esclavo, tratándolo como si fuera una cerilla o un mechero. Una noche, cuando el

titán dormía, el dragón miró entristecido y avergonzado al pintor.

- Ahora que me ha ocurrido a mí, me he dado cuenta de lo que te hice... Perdóname, no debí

abusar de mi fuerza y mi tamaño.

Y cortando sus cadenas, añadió:

- ¡Corre, escapa! El titán duerme y eres tan pequeño que no puede ni verte.

El pintor se sintió feliz de haber quedado libre, pero viendo que el dragón, a quien había

tomado mucho cariño, había comprendido su injusticia, se quedó por allí cerca pensando un

plan para liberarle.

A la mañana siguiente. Cuando el titán despertó, descubrió al dragón tumbado a su lado,

muerto, con la cabeza cortada. Rugió y rugió y rugió furioso, pensando que habría sido cosa

de su primo, el titán más malvado que conocía, y se marchó rápidamente en su busca,

decidido a romperle la cabezota en mil pedazos.

Cuando se hubo marchado el titán, el pintor despertó al dragón, que aún dormía

tranquilamente en el mismo sitio. Al despertar, el dragón encontró al otro dragón de la

cabeza cortada, que no eran más que unas rocas que el pequeño artista había pintado para

que parecieran un dragón muerto. Y al mirarse a sí mismo, el dragón comprobó que apenas

se le podía ver, pues mientras dormía el pintor había decorado sus escamas de forma que

parecía una verde pradera de flores y hierba.

Ambos huyeron tan rápido como pudieron, y el dragón, agradecido por haberle salvado,

prometió a su amigo el pintor no volver a utilizar su fuerza y su tamaño para abusar de

nadie, y que los utilizaría siempre para ayudar a quienes más lo necesitaran.

Enseñanza: por muy grande o fuerte que alguien sea siempre habrá

alguien mas fuerte que puede hacer lo mismo.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

La silla

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Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener miles de amigos.

Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo

de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo:

- Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Mario.

Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías.

Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos

eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió:

- Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento.

La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada.

- Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas

al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del

resto de compañeros.

Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio.

Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con

su silla.

- No os mováis, vais a ver algo alucinante.

Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se cayó. Todos se echaron

unas buenas risas.

- Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo.

Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no

se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de

caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó

en el aire...

Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a

Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras

muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y

disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres

verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para

enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros,

y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas

que nos pasan.

Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial

escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas

veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la

vida.

Enseñanza : No todos los que nos rodean son amigos de verdad los

verdaderos amigos son los que nos quieren y se preocupan por nosotros

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

El jardín de las estatuas

Hace mucho tiempo, existía un lugar mágico que guardaba grandes maravillas y tesoros del

mundo. No era un lugar oculto, ni escondido, y cualquiera podía tratar de acceder y

disfrutar sus delicias. Bastaba cumplir un requisito: ser una buena persona. Ni siquiera

heroica o extraordinaria: sólo buena persona.

Allá fueron a buscar fortuna Alí y Benaisa, dos jóvenes amigos. Alí fue el primero en

probar suerte, pues cada persona debía afrontar sus pruebas en solitario. Pronto se encontró

en medio de un bello jardín, adornado por cientos de estatuas tan reales, que daba la

sensación de que en cualquier momento podrían echar a andar. O a llorar, pues su gesto era

más bien triste y melancólico. Pero Alí no quiso distraerse de su objetivo, y conteniendo

sus ganas de seguir junto a las estatuas, siguió caminando hasta llegar a la entrada de un

gran bosque. Esta estaba custodiada por dos estatuas de piedra gris muy distintas de las

demás: una tenía el gesto enfadado, y la otra claramente alegre. Junto a la entrada se podía

leer una inscripción: “La bondad de tu carácter deberás a las piedras contar”.

Así que Alí se estiró, aclaró la gargante y dijo en alta voz:

- Soy Alí. Una buena persona. A nadie he hecho ningún mal y nadie tiene queja de mí.

Tras un silencio eterno, la estatua de gesto alegre comenzó a cobrar vida, y bajándose de su

pedestal, dijo amablemente:

- Excelente, tu bondad es perfecta para este sitio. Está lleno de estatuas como tú: ¡a nadie

hacen mal, y nadie tiene queja de ellas!

Y en el mismo instante, Alí sintió cómo todo su cuerpo se paralizaba completamente. Ni

siquiera los ojos podía mover. Pero seguía viendo, oyendo y sintiendo. Lo justo para

comprender que se había convertido en una más de las estatuas que adornaban el jardín.

Poco después era Benaisa quien disfrutaba de las maravillas del jardín. Pero al contrario

que a su amigo, la visión de aquellas estatuas, y sus ojos tristes e inmóviles, le conmovieron

hasta el punto de acercarse a tocarlas una por una, acariciándolas, con la secreta esperanza

de que estuvieras vivas. Al tocarlas, sintió el calor de la vida, y ya no pudo apartar de su

cabeza la idea de que todas seguían vivas, presas de alguna horrible maldición. Se

preguntaba por sus vidas, y por cómo habrían acabado allí, y corrió varias veces a la fuente

para llevar un poco de agua con el que mojar sus labios. Y entonces vio a Alí, tan inmóvil y

triste como los demás. Benaisa, olvidando para qué había ido allí, hizo cuanto pudo por

liberar a su amigo, y a muchos otros, sin ningún éxito. Finalmente, vencido por el

desánimo, se acercó a las estatuas que custodiaban la entrada al gran bosque. Leyó la

inscripción, pero sin hacer caso de la misma, habló en voz alta:

Otro día defenderé mis buenas obras. Pero hoy tengo un amigo atrapado por una maldición,

y muchas otras personas junto a él, y quisiera pedir su ayuda para salvarlos...

Cuando terminó, la estatua de gesto enfadado cobró vida entre gruñidos y quejas. Y sin

perder su aire enojado, dijo:

- ¡Qué mala suerte! Aquí tenemos alguien que no es una estatua. Habrá que dejarle

pasar...¡y encima se llevará una de nuestras estatuas! ¿Cuál eliges?

Benaisa dirigió entonces la vista hacia su amigo, que al momento recuperó el movimiento y

corrió a abrazarse con él. Mientras, los árboles del bosque se abrían para dejar ver un

mundo de maravillas y felicidad.

Cuando un feliz Benaisa se disponía a cruzar la puerta, el propio Alí lo detuvo. Y echando

la vista atrás, hacia todas las demás estatuas, Alí dijo decidio:

Espera, Benaisa. No volveré a comportarme como una estatua nunca más. Hagamos algo

por estas personas.

Y así, los dos amigos terminaron encontrando la forma de liberar de su encierro en vida a

todas las estatuas del jardín, de las que surgieron cientos de personas ilusionadas por tener

una segunda oportunidad para demostrar que nunca más serían como estatuas, y que en

adelante dejarían de no hacer mal ni tener enemigos, para hacer mucho bien y saber

rodearse de amigos.

Enseñanza: Quien no hace mal a nadie aun esta muy lejos de ser

bueno.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

Las felices mamàs del pantano

Estaban doña hipopótamo, la señora cocodrilo y la minúscula mamá mosquito hablando

animadamente de lo buenos que eran sus niños con todos los habitantes del pantano. Tan

bien hablaban de ellos, que varios que pasaban por allí quisieron ver sus mejores acciones.

Y, al día siguiente, Hipopotamín, Cocodrilucho y Mosquitejo se dedicaron a mostrar a

todos cuán buenos podían llegar a ser.

El pequeño hipopótamo decidió llevar agua a todos los animales enfermos de la zona, que

estaban heridos o no tenían fuerzas para llegar hasta la laguna para beber. Su gesto fue

milagroso para muchos, pues aquel año era muy seco, y estaban tan lejos de la laguna que

pensaban que no aguantarían hasta las lluvias. Por su parte, el cocodrilo pasó todo el día

vigilando la orilla y actuando de socorrista, evitando que se ahogaran un buen puñado de

animales despistados que se mostraron sinceramente agradecidos y sorprendidos de ser

salvados por un cocodrilo. Todos felicitaron a Hipopotamín y Cocodrilucho, y se

preguntaban qué podría hacer el pequeño mosquito que fuera comparable con tan bellas

acciones.

El mismo Mosquitejo pensaba que no podría igualar por sí mismo a sus enormes amigos.

Pero en lugar de rendirse, dedicó el día a hablar con unos y con otros, a visitar amigos de

aquí y allá, y se presentó por la noche con todo un ejército de animales formado por monos,

hormigas, leones, elefantes, serpientes, búfalos, escorpiones, jirafas... cuyo objetivo era,

durante un único día, dedicarse por entero a mejorar la vida de la laguna. Y tal fue su

trabajo y su buen espíritu, que un día bastó para renovar por completo aquel lugar y

resolver la mayoría de los problemas, quedando todos los habitantes del pantano

verdaderamente encantados.

Y ya nadie dudó de Mosquitejo, que había mostrado ser tan bueno que incluso era capaz de

conseguir que los demás fueran aún mejores.

Idea y enseñanza principal

La bondad tiene un nivel aún más alto que más allá de uno mismo, y lleva a liderar a los

demás a hacer el bien, y está al alcance de cualquiera

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

Juanita la lagartija

Juanija Lagartija vivía entre unas piedras en el campo. Como a todas las lagartijas, le

encantaba tomar tranquilamente el sol sobre una gran roca plana. Allí se quedaba tan a

gustito, que más de una vez había llegado a dormirse, y eso fue lo que pasó el día que

perdió su rabito: unos niños la atraparon, y Juanija sólo pudo soltarse perdiendo su rabo y

corriendo a esconderse.

Asustada oyó como aquellos niños reían al ver cómo seguía moviéndose el rabito sin la

lagartija, y terminaban tirándolo al campo después de un ratito. La lagartija comenzó

entonces a buscarlo por toda la zona, dispuesta a recuperarlo como fuera para volver a

colocarlo en su sitio. Pero aquel campo era muy grande, y por mucho que buscaba, no

encontraba ni rastro de su rabito. Juanija dejó todo para poder buscarlo, olvidando su casa,

sus juegos y sus amigos, pero pasaban los días y los meses, y Juanija seguía buscando,

preguntando a cuantos encontraba en su camino.

Un día, uno aquellos a quienes preguntó respondió extrañado "¿Y para qué quieres tener

dos rabos?". Juanija se dio la vuelta y descubrió que después de tanto tiempo le había

crecido un nuevo rabito, incluso más fuerte y divertido que el anterior. Entonces

comprendió que había sido una totería dedicar tanto tiempo a lo que ya no tenía remedio, y

decidió darse la vuelta y volver a casa.

Pero de vuelta a sus rocas, precisamente encontró su rabito al lado del camino. Estaba seco

y polvoriento, y tenía un aspecto muy feo. Alegre, después de haber dedicado tanto tiempo

a buscarlo, Juanija cargó con él y siguió su camino. Se cruzó entonces con un sapo, que

sorprendido le dijo:

- ¿Por qué cargas con un rabo tan horrible y viejo, teniendo uno tan bonito?

- He estado meses buscándolo - respondió la lagartija.

- ¿De verdad has estado meses buscando algo tan feo y sucio? -siguió el sapo.

- Bueno - se, excusó Juanija- antes no era tan feo...

- Mmm, pero ahora sí lo es, ¿no?... ¡qué raras sois las lagartijas! -dijo el sapo antes de

largarse dando saltos

El sapo tenía razón. Juanija seguía pensando en su rabito como si fuera el de siempre, pero

la verdad es que ahora daba un poco de asco. Entonces la lagartija comprendió todo, y

decidió dejarlo allí abandonado, dejando con él todas sus preocupaciones del pasado; y sólo

se llevó de allí un montón de ilusiones para el futuro.

Enseñanza: el futuro puede ser mejor de lo que ya ha pasado pero si no dejamos de

mirar atrás no podemos verlo.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

LOS MALOS VECINOS

Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por

delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante.

Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó:

- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando

descaradamente!

Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la

puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando

recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había

supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no

sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero

no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para

hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su

vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y

sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en

cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.

Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de

aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de

bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los

cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó

las casas de los dos vecinos...

Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo

habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio,

comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un

día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo

había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en

lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo

había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...

Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de

gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

LA INVITACION PARA EL GRAN BAILE

Un príncipe terriblemente desordenado nunca hace caso a sus padres cuando le piden orden.

La princesa del reino vecino, de la que está enamorado en secreto, organiza un gran baile e

invita a todos los príncipes de los alredores. El príncipe está emocionado y lo prepara todo

con esmero, pero el día del baile no encuentra la invitación entre el desorden de su cuarto.

La busca desesperado y no la encuentra, y al final decide ordenar todo su cuarto,

encontrando la invitación justo encima de la mesa. Para cuando llega al baile ya se

marchaban todos y se vuelve muy triste y habiendo aprendido la lección. Pero tuvo suerte,

y como no encontró novio, la princesa repitió el baile poco después, y como esta vez tuvo

todo ordenado, no perdió la invitación y pudo conocer a la princesa, que también se

enamoró de él.

Autor: Pedro Pablo Sacristan

EL GENIO CHAPUZAs

Hubo una vez un genio, de esos que salía de lámparas maravillosas concediendo deseos,

que se hizo tristemente famoso por sus chapuzas. Cada vez que alguien frotaba la lámpara,

y el salía a responder "¿Qué deseas?", surgía una gran nube de humo y volaban cientos de

cosas por los aires. Y si alguno de sus amos quedaba con ganas de pedir un deseo, al

concedérselo, el regalo salía entre una nube de porquería y cubierto de polvo.

Tantas y tan penosas eran sus chapuzas, que nadie deseaba tener un genio así. Su lámpara

terminó sirviendo sólo para dar patadas, como un bote cualquiera, y el genio estuvo años

sin salir, triste y deprimido. Hasta que un niño solitario encontró la lámpara y pudo

escuchar los lamentos del genio. Entonces decidió hacerse su amigo, y su único deseo fue

poder entrar y salir de la lámpara para estar con él. Éste se mostró encantado, pero en

cuanto el niño puso el pie en la lámpara, comprendió el problema de aquel genio chapuzas.

No es que fuera un mal genio, ¡es que no podía ser más desordenado! Todo estaba tirado

por cualquier sitio, sin importar si se trataba de joyas o libros, barcos, o camellos, y se

notaba que no había pasado un plumero en años. Como era un genio, tenía de todo, y como

la lámpara también era pequeña, estaba todo tan apretujado que era normal que saltara por

los aires en cuanto se movía la lámpara y el genio trataba de conseguir algo.

El niño se llevó las manos a la cabeza, y el genio se excusó diciendo que el trabajo de un

genio era muy importante y no tenía tiempo para esas cosas, Pero su amigo, que recordaba

los buenos consejos de su madre, le explicó que cuanto más importante fuese su trabajo,

más orden debía guardar con todas sus cosas, y juntos se dedicaron a dar un buen repaso a

la lámpara. Les llevó unos cuantos días, pero al terminar, todo estaba reluciente y cada cosa

tenía su sitio especial. Resultaba facilísimo encontrar cualquier regalo y cogerlo sin romper

nada.

Así, el genio volvió a ser admirado y respetado por todos, y aprendió que nada grande puede llegar a conseguirse sin tener orden y limpieza con cada cosa pequeña. Autor.. Pedro Pablo Sacristan

Una vaca en la cafeteria

Curro Churretes era un camarero muy divertido y vivaracho que tenía su propia cafetería. Y

era además muy afortunado, porque en uno de los viajes al pueblo de sus padres, descubrió

que una de las vacas jóvenes, de las últimas que habían nacido, era tan especial que en

lugar de dar leche al ordeñarla, servía directamente café con leche. Pensando en hacerse

rico, Curro se llevó la vaca directamente a la ciudad. Y a pesar de que su esposa le decía

que primero debería preparar la cafetería para poder meter la vaca, Curro estaba tan ansioso

e impaciente que no pudo esperar, y allí se fue con la vaca, directamente a la cafetería.

El resultado fue espectacular: la vaca salió en los periódicos y televisiones, y de todas

partes venían clientes a probar su delicioso café con leche recién ordeñado. Pero después de

ese tirón inicial tan de moda, resultó que el hecho de tener una vaca en medio de una

cafetería no era nada cómodo: todos los días la vaca rompía 20 ó 30 tazas con los meneos

de su cola, la cafetería olía como un establo, el heno que comía la vaca se desperdigaba por

todas partes, y había tan poco sitio que siempre había alguien que se acercaba tanto a la

vaca que terminaba por pisar alguna boñiga... Así que fue perdiendo clientes, y para colmo,

vino la policía con una inspección y le pusieron una multa tan gorda, que Curro estuvo a

punto de tener que cerrar la cafeteria.

Y así fue como Curro Curretes se dio cuenta de que tenía que haber sido más paciente y

ordenado, y esperar a que todo estuviera preparado para poder servir sus cafés con leche

recién ordeñados. Pero como era un tipo con suerte, cuando llevó la vaca al pueblo mientras

hacían la obra en la cafetería, descubrió que una de las gallinas ponía huevos de chocolate.

Esta vez sí supo ser paciente y esperar a que todo estuviera preparado para tener una

cafetería con vaca, gallina, café con leche, chocolate y churros, y su local tuvo tanto éxito

que llegó a ser el sitio más famoso de toda la ciudad.

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

El bicho mas raro del mundo

En cierta ocasión, sucedió que varios investigadores estaban en la selva tratando de estudiar

al bicho más raro del mundo. Nadie lo había visto y sólo se sabía de su exitencia por

algunos restos y su sonido característico, parecido al ladrido de un perro con dolor de

muelas "guuuuuuuuhhh....ay!", y todos querían ser los primeros en fotografiarlo y

estudiarlo. El "bicho" era un animal nocturno, así que durante el día los científicos se

entretenían con otros estudios o hablando unos con otros. De entre todos ellos, llamaba la

atención Sir Walter Tickishmikicks: era un señor muy formal y agradable, con un pequeño

bigotito y un gran sombrero de explorador, pero que todos los días, antes de merendar,

dedicaba una hora sentado en su mesa a colocar todos sus objetos y aparatos con meticulosa

precisión: el cuaderno de notas, justo al borde, en al lado derecho de la mesa, un poco más

allá de la grabadora y junto a los 5 lápices: negro, rojo, azul, verde y amarillo, siempre en

ese mismo orden; la lámpara hacia el final de la mesa, al lado de la cámara fotográfica, en

la izquierda... y así todas las cosas, hasta el más pequeño de los detalles. Todos pensaban

divertidos que aquel hombrecillo era el mejor ejemplo de la famosa obsesión de los ingleses

por el orden.

Muchas noches estuvieron en aquella zona los investigadores antes de que apareciera el

bicho, y algunos dudaban hasta de su existencia, hasta que finalmente apareció. Fue de

repente, mientras todo estaba en silencio, cuando a sólo unos metros de los investigadores

escucharon alto y claro su gruñido de perro con dolor de muelas. Duró un instante, porque

el revuelo de los investigadores buscando sus cámaras y cuadernos asustó al animal, que

huyó rápidamente sin dar tiempo a ser visto o estudiado con detalle.

A la mañana siguiente, todos comprobaron sus hallazgos: algunos habían conseguido

grabar su gruñido, otros anotar su forma de moverse y los más afortunados incluso

fotografiar una parte de la cola o las patas. Todos se felicitaban por sus logros, pero cuando

vieron los trabajos de Sir Walter, no salían de su asombro: ¡él solo había conseguido varias

fotos al completo, además de grabar su gruñido y hacer anotaciones a todo color sobre el

animal! ¡ y todas eran perfectas!

Enseguida corrieron a felicitarle como el mejor de todos ellos, comprendiendo que su

manía por el orden era la mejor foma de prepararse para trabajar a oscuras, y que gracias a

eso había podido utilizar la grabadora, la cámara, el cuaderno y los lápices en décimas de

segundo, sin necesidad de buscar dónde estaban. Por supuesto, los trabajos que hizo sobre

el "bicho más raro del mundo" hicieron famosísimo a Sir Walter, quien además de crear

una exitosa escuela para investigadores y científicos llamada OPI, "Orden Para Investigar",

tuvo el honor de poder dar nombre al animal. Y como todo aquello fue tan divertido y le

había gustado tanto, al recordar su característico gruñido, no dudó en llamarlo el animal

"Másguay".

Autor.. Pedro Pablo Sacristan

Por que educar con cuentos

La mayor ventaja educativa, sin duda ninguna, es la capacidad que tiene un cuento de

transmitir valores. Quizás no hayamos reparado conscientemente en ello, pero si lo

analizamos, la mayoría de los valores más firmemente arraigados en nuestra propia

personalidad llegaron a nosotros de la mano de algún cuento: los 3 cerditos, por ejemplo,

nos inculcaron la importancia de trabajar bien; la tortuga y la liebre nos mostraban que la

constancia y la modestia tenían su fruto; y la cigarra y la hormiga nos hicieron ver que era

más rentable trabajar que ser un holgazán.

Esto no es casualidad. Todas las historias, y los cuentos son una más, tienen un argumento

lógico que une las distintas partes, haciéndolas mucho más fáciles de recordar. De esta

forma, nuestra memoria almacena precisamente ese hilo argumental porque es el

pegamento de todos esos elementos, y por tanto la forma más sencilla de tener acceso al

resto de detalles de la historia. Y es precisamente la moraleja el mejor resumen de un

cuento, y por tanto lo que mejor retenemos del mismo. Así, por ejemplo, uno puede olvidar

detalles de lo que decían la cigarra y la hormiga, pero no olvida que una holgazaneaba

mientras la otra trabajaba para almacenar comida.

En segundo lugar, y muy relacionado con lo anterior, está la utilidad de los cuentos para

enseñar cosas nuevas. Precisamente por la facilidad con que se recuerda la historia

principal, y por su importancia como nexo de unión, el cuento permite acceder fácilmente a

los demás detalles. De hecho, las historias han sido utilizadas siempre para transmitir ideas

y conocimiento, empezando por la mismísima Biblia y el propio Jesús de Nazareth, cuyas

parábolas fueron una forma de enseñanza realmente reveladora. Yo mismo aún recuerdo el

caso de un compañero de clase en el colegio que siempre sacaba malas notas, que

sorprendió a todos con una nota excelente en un examen de historia de la primera guerra

mundial precisamente porque había estado viendo un par de películas sobre el asunto...

Pero además de ser

potentes herramientas de educación y enseñanza, los cuentos inventados y personalizados

antes de dormir permiten establecer un nexo fortísimo con los niños. Al ser inventados

y originales cada día, quien los cuenta debe dedicar toda su capacidad y atención, aunque

sólo sea durante ese momento; y eso es algo que los niños, acostumbrados a ser el centro de

atención de actos, pero no de pensamientos (muchos padres tienen demasiadas

preocupaciones como para aparcarlas totalmente, aunque sólo sea un rato) perciben con

gran agradecimiento y entusiasmo. Y al personalizarlos (yo siempre les dejo escoger los

personajes principales de la historia), los padres se obligan a escuchar y atender a sus hijos,

y los niños se sienten verdaderamente especiales. Esa carga emotiva tan grande es otro

importante factor que facilita la memorización y asimilación de lo enseñado en esos

cuentos. Yo mismo he podido comprobarlo las numerosas ocasiones en que mis hijos me

han sorprendido recordando detalles increíbles de cuentos que les había contado hacía ya

mucho tiempo y de los que no habíamos vuelto a comentar nada.

Finalmente, contar cuentos sin libros ni dibujos, con la habitación en penumbra y los niños

acostados, tal y como me gusta a mí hacerlo, es una ayuda muy eficaz para contrarrestar

la falta de atención que sufren muchos niños actualmente , provocada por vivir en un

mundo con tantos sobreestímulos visuales. Bajo la débil luz del pasillo, y con la

tranquilizadora presencia de sus padres, los niños abren sus oídos dispuestos a transportarse

al mundo del cuento, y sin darse cuenta, están aprendiendo a centrar su atención; no sólo

eso, además lo hacen utilizando el oído como sentido primario, muy al contrario de lo que

habrá sucedido durante el día. Yo suelo aprovechar esta situación para estimular aún más su

parte visual, pero en el aspecto creativo, que ante tantos estímulos tan perfectamente

fabricados, muchos no desarrollan debidamente; así que lleno los cuentos y sus personajes

de marcados y vivos colores, obligándoles a imaginar cada parte del cuento.

No quiero acabar sin remarcar las ventajas de personalizar los cuentos (a quien le parezca

difícil hacerlo cada día, aquí cuento cómo hacerlo de forma facilísima). Un cuento

personalizado es una herramienta increíblemente eficaz para "analizar" los

comportamientos de los niños durante ese día. Aprovechando la cercanía en el tiempo y

la frescura de sus recuerdos sobre lo acontecido, mediante el cuento podemos alabar lo que

hayan hecho bien, o censurar y tratar de cambiar aquello que no hicieron tan bien. En ese

momento tan emotivo, los niños están tan accesibles y dispuestos, que un cuento que

ejemplifique claramente la actitud a seguir será mucho más eficaz que varias horas de

sermones y buenas palabras.

TRUCOS PARA INVENTAR CUENTOS

1.- ASOCIACIONES ILÓGICAS

Busca dos palabras que no tengan afinidad, para que la imaginación se ponga en marcha y

busque una relación entre ellas. Coche-rueda no es una asociación ilógica, pero coche-

espinacas sí lo es.

¿qué tal un coche que en lugar de gasolina necesita espinacas? Su lucha por conseguir que

vendan verduras en las gasolineras prácticamente nos deja el cuento hecho

2.- Y SI FUERA...

Una variante de las asociaciones ilógicas es escoger un personaje al azar y convertirlo en

otro objeto. Por ejemplo, un perro que se convierte en calcetín. Seguro que ya estás

imaginando al niño de la casa diciendo que el calcetín le hace cosquillas y le da chupetones

en los pies.

Como ves, cuanto más ilógicas son las asociaciones, más loco y divertido es el cuento

3.- PALABRAS NUEVAS PARA OBJETOS NUEVOS

A partir de cualquier palabra con un prefijo se puede crear un objeto de propiedades

sorprendentes. ¿qué es un “antitomate”? ¿y una “hipercama”, o una “cofarola”? Tratando

de buscar sentido a un objeto modificado por un prefijo que aporta su significado propio, la

mente otorga características impensables y divertidas al objeto resultantes. Algunos prefijos

que se pueden utilizar son “a”, “anti” "des", "bi", "tri", "co”, “hiper”, “multi”, "dis", "semi",

"super", "micro", "mini", "maxi", etc.

4.- MÁQUINAS IMPOSIBLES

A los niños les encantan las máquinas que hacen cosas raras más propias de personas. Por

ejemplo, imagina que se rompe la máquina especial de dar besos y arropar a los niños antes

de dormir, y todos los papás del mundo tienen que volver a aprender a hacerlo ellos

mismos, o que la máquina de peinarse un día se levanta muy alegre y peina a mamá y a

papá los pelos de punta...

5.- LOS CUENTOS DE SIEMPRE AL REVÉS

Añadiendo pequeñas cosas que cambien el cuento habitual, o cambiando completamente la

historia con nuevos personajes y lugares.

¿qué tal si la madrastra de blancanieves no encontrara el espejo? ¿o si en lugar de una

madrastra, blancanieves, una manzana y los enanitos, habláramos del entrenador, un niño

futbolista, un balón pinchado y los amigos del niño? ¿o cambiando de época y lugar, para

que cenicienta pueda dejar de limpiar el metro y tomarse unas soñadas vacaciones en la

luna, donde pierde su teléfono móvil?

6.- PERSONAJES PROPUESTOS POR LOS NIÑOS

Al tener definido uno o varios personajes, la mente se fuerza a tener que buscar una historia

en la que encajen, de lo que pueden salir cosas muy locas. Además, tu hijo se identificará

con el que haya elegido, lo que puedes utilizar para enseñarle a él las cosas que aprenderá

su personaje.

¡¡Prepárate a pensar algo con un escenario, una rana y un ciempiés!! Tras la primera

sorpresa, terminas viendo sobre el escenario una carrera de ranas montando sobre ciempiés

salvajes, ¡a ver quién gana!

Otra variante es que el propio niño participe en la historia. En ese caso, estará muy atento,

pero hay que ser muy hábil manejando las cualidades y defectos que se muestren durante la

historia.

7.- PELÍCULAS

Las películas son una fuente inacabable de argumentos sorprendentes. Cualquier película o

serie que te gustase de niño (ET, Marco, Heidi, La abeja maya...) te dará ideas para contar

una bonita historia

8.- PERSONAJES CONOCIDOS CON UN TOQUE DISTINTO

Personajes muy conocidos por los niños, como pueden ser Caillou, Pocoyo, Bob Esponja o

todos los de Disney pueden ser muy útiles a la hora de crear un cuento creativo, ya que él

los reconoce perfectamente, por lo que cambiando algo de su carácter se conseguirá una

gran sorpresa. Por ejemplo, Aladdin podría vivir en la lámpara con el Genio, y estar tan

apretados que tendrían que compartirlo todo.