Cuento los ocho caminos
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“LOS OCHO CAMINOS”
Me llamo Malala y soy una joven pakistaní. Me gusta aprender muchas cosas e ir al
colegio. Mi empeño en conseguir que todos, niños y niñas, podamos ir a la escuela ha
cambiado el sentido de mi vida. Tanto es así que un día se me ocurrió pensar en qué
pasaría si todos estuviésemos comunicados, conectados. Una vez mi padre me habló
de un lugar llamado “Los ocho caminos”.
- Debes recorrerlos todos- afirmó. Solo así encontrarás lo que buscas.
Aquello me hizo pensar… ¿Pero qué era lo que estaba buscando? ¡Tenía que
averiguarlo! Así que me fui a ese lugar. Nada más llegar me adentre en el Camino de la
Alegría.
“EL CAMINO DE LA ALEGRÍA” (Alegría- Tristeza. Infantil)
Hacía muy buen tiempo y los campos estaban llenos de flores. El aire era fresco y
agradable. De pronto, me encontré con mis mejores amigas: Moniba, Shazia y Rida.
Decidimos merendar junto al río. Ellas me dijeron que querían acompañarme en mi
recorrido por “Los ocho caminos”.
- Quiero averiguar qué estoy buscando- les dije.
- Fantástico, pues te acompañamos- respondieron sin dudarlo.
Así que eso me hizo sentirme muy feliz. Jugamos al escondite, al pilla pilla y a trepar
por los árboles. Luego seguimos caminando, pues ya empezaba a anochecer. De
pronto, tropezamos y nos caímos a la vez. Dos piedras misteriosas se habían cruzado
en nuestro camino. ¡No sabíamos de dónde habían salido! El caso es que mis amigas y
yo nos miramos extrañadas. En ese instante, las piedras se transformaron. Eran dos
hermanos que acudían a nuestra escuela. Sus ojos estaban tristes y enrojecidos de
tanto llorar.
- Nos hemos perdido y no sabemos regresar a casa- dijo uno de los niños
apenado.
- No os preocupéis, os ayudaremos- les dije.
Enseguida les indicamos el camino de vuelta. Los hermanos se pusieron tan contentos
que como muestra de agradecimiento nos regalaron dos besos que guardamos en la
mochila de Moniba, que era la que llevaba menos peso. Así los hermanos se unieron al
Camino de la Alegría y continuamos caminando más contentas que al principio.
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“EL CAMINO DE LA VERDAD” (Verdad- Mentira. 1º Ciclo)
Mis amigas y yo seguíamos caminando con entusiasmo, pues todavía quedaba mucho por
andar. De repente, el viaje comenzó a hacerse muy duro. Una larga cuesta empinada nos hizo
detenernos a beber agua. Durante ese tiempo aprovechamos para hablar de lo apasionante
que estaba resultando el viaje. Rida nos contó que tenía algo de miedo pero que se sentía
protegida con nosotras. De pronto, todo se oscureció y dos barreras aparecieron frente a
nosotras. Ambas estaban cerradas y nos impedían seguir el camino. Las dos dijeron a la vez:
- Dad la vuelta, por aquí no llegaréis a ninguna parte. Más adelante el camino está
cortado.
- Déjanos seguir- dijo Moniba- juntas no nos pasará nada.
- Queremos seguir el Camino de la Verdad.
Hablamos con una gran fuerza interior que salió de nuestro corazón. En ese momento, las
barreras se transformaron en dos hombres que nos dijeron:
-Sois honestas y sinceras, sin embargo nosotros os hemos mentido y estamos arrepentidos.
-Caminad con nosotras- les pedí. Seguro que también estáis buscando algo.
Los hombres decidieron unirse y seguir el Camino de la Verdad. Así continuamos el viaje bajo
una luz cálida y agradable que lo iluminaba todo.
“EL CAMINO DE LA AMISTAD” (Amistad- Enemistad. 2º Ciclo)
El Camino de la Amistad se veía precioso. Estaba pintado de rojo y los pájaros cantores nos
acompañaban con sus bellas melodías. Moniba, Sahzia, Rida y yo éramos tan amigas que este
camino lo estábamos disfrutando más que cualquier otro. De pronto, sin saber por qué un
viento gélido nos golpeó fuertemente en la cara. Junto a nosotras aparecieron dos fantasmas.
Eran unos gigantes negros y feos que despedían un olor tan desagradable que me resulta
imposible describirlo con palabras.
Uno de ellos se descubrió la cara. Era Mulan, un familiar lejano al que apenas había visto un
par de veces en mi vida. Nunca le había caído muy bien por mi defensa de los derechos de las
niñas a ir a la escuela. Él no estaba a favor de esta idea.
-Soy el fantasma de la enemistad- nos dijo con voz tenebrosa.
- No nos das ningún miedo, es más, no nos gustan los enemigos. ¿No será mejor que seamos
amigos?- pregunté.
De repente, el segundo fantasma descubrió su cara y dijo…
- Yo soy primo de Mulan y no nos gustan las niñas que van a la escuela- afirmó.
- No hacemos daño a nadie. Solo queremos aprender y tener el mismo derecho a ir a la
escuela que vosotros.
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Las cuatro amigas se dieron la mano y sonrieron. De pronto, una bella melodía sonó con
intensidad. Enseguida el negro manto de los fantasmas se derritió como la mantequilla. La
enemistad de los muchachos despareció y continuamos juntos el camino de la amistad que los
uniría para siempre.
EL CAMINO DEL DIÁLOGO. (Diálogo-Intolerancia 3º ciclo)
Por el Camino del Diálogo llegamos a un pequeño parque que había a la entrada de un pueblo
llamado Után. Solo había un par de niños jugando a la pelota pero ni rastro de las niñas. Eso
nos llamó la atención y nos pusimos a mirar a nuestro alrededor. A lo lejos vimos una taberna
en la que una niña más pequeña que nosotras se encontraba sentada frente a la puerta. Estaba
aburrida, sin saber qué hacer. Decidimos acercarnos a ella. Pero justo antes de cruzar la calle
surgieron, como de la nada, dos hombres barbudos vestidos con ropa de colores oscuros.
Ambos llevaban gorro y la boca tapada. ¡Eran talibanes! ¡Terroristas! Lejos de correr, gritar o
escapar las cuatro nos quedamos situadas frente a ellos con la intención de dialogar…
- ¿Dónde creéis que vais?- preguntó uno de los hombres enseñando una gigantesca
metralleta.
- Al otro lado de la calle- respondimos con valentía.
Y sin más nos dispararon.
Solo nos dio tiempo a cerrar los ojos y cuando los abrimos vimos a los talibanes tendidos en el
suelo. Pero, ¿y los disparos? ¿Qué había pasado? La niña de la taberna los había empujado. Los
talibanes se tropezaron y los disparos se marcharon al cielo y nunca más volvieron. De pronto,
los terroristas abrieron los ojos y extendieron sus manos. Mis amigas y yo nos acercamos a
ayudarlos.
- Gracias, niña- me dijo uno de ellos. ¿Cómo te llamas?
- Yo soy Malala- respondí.
- ¿Podréis perdonarnos?- preguntó el hombre apenado. Ni siquiera os dimos la
oportunidad de hablar y de poder explicaros.
- La intolerancia y la violencia generada por ella no llevan a ninguna parte- afirmó
Moniba.
- Lo sabemos y por eso queremos acompañaros en vuestro camino. Un camino donde el
diálogo no deja sitio a la intolerancia.
Y así, todos, incluida la niña de la taberna nos marchamos caminando y hablando durante largo
rato.
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EL CAMINO DE LA SOLIDARIDAD (Solidaridad-Egoísmo 4º ESO)
Por el Camino de la Solidaridad llegamos a una fuente. ¡Qué ganas de beber algo de agua
fresca! Pero nos llevamos un gran disgusto al ver que la fuente estaba seca. ¿Qué íbamos a
hacer? Necesitábamos agua y también comida, pues casi no nos quedaba nada. A lo lejos
vimos un mercado. Nos apresuramos en llegar hasta él.
- Moniba, ¿cuántas monedas te quedan?- le pregunté
- Ninguna- respondió apenada.
- Shazia, Rida…¿a vosotros os queda alguna?
- Tampoco, Malala- dijeron ambas a la vez.
Teníamos un gran problema, a mí tampoco me quedaba dinero. Al llegar al mercado dos
vigilantes custodiaban la entrada.
- ¿De dónde venís? Parecéis extranjeras- dijo uno de los vigilantes.
- Así es, venimos de muy lejos. Tenemos hambre y sed. Déjanos entrar, por favor- pidió
Rida.
- Supongo que traéis dinero- afirmó el otro vigilante.
Todas nos miramos sin saber qué decir.
- Sin dinero no podéis entrar en el mercado. Lo siento.
Y dicho esto nos echaron de malas maneras.
En ese instante, empezó a llover y nos resguardamos bajo el primer árbol que
encontramos. Moniba estaba tan hambrienta que se le ocurrió una idea…
- ¿Y si nos ponemos a cantar?
- ¿Cantar? ¿Con la que está cayendo, Moniba?- replicó Shazia.
- A mí me parece buena idea. Chicas vamos a cantar, a lo mejor mientras tanto se nos
ocurre algo - las animé.
A las cuatro nos encantaba Justin Bieber así que decidimos cantar las de su último disco.
La música es realmente mágica. Durante un rato nos olvidamos de todos nuestros
problemas. Incluso el hambre y la sed habían desparecido. Después de nuestro particular
concierto no podíamos parar de reír. Y creo que la risa también es mágica porque, de
pronto, llegaron los vigilantes del mercado y nos dijeron…
- Chicas, podéis pasar. Nos ha encantado vuestro concierto. Hemos sido egoístas al no
dejaros entrar teniendo en cuenta que venís de lejos y estáis hambrientas. Tomad
estas monedas y comprad lo que necesitéis.
Así entramos en el mercado y compramos agua y comida suficiente para el camino.
- Muchas gracias por vuestra ayuda- dijimos todas a la vez.
Después, los vigilantes quisieron continuar con nosotras el Camino de la Solidaridad, eso sí, al
ritmo de las canciones de Justin Bieber
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EL CAMINO DE LA LIBERTAD (LIBERTAD-OPRESIÓN 2º ESO)
Mientras avanzábamos por el Camino de la Libertad nos sentimos realmente libres.
Extendimos los brazos y empezamos a correr. ¡Era increíble! Aquella carrera no resultaba
agotadora. Incluso recorrimos varios kilómetros sin parar. Era como si el viento nos empujara,
casi podíamos volar. A mediodía decidimos parar a comer en un prado. Su hierba mullida
invitaba a tumbarse boca arriba. Así fue como empezamos a darle forma a las nubes…
- Mirad un elefante, ¿lo veis?- preguntó Rida.
- ¿Dónde? Yo veo un oso- afirmó Moniba.
- Pues a mí me parece un castillo- les dije convencida.
En ese instante, todas nos quedamos atónitas al ver que el castillo iba tomando forma hasta
hacerse real. Descendió de entre las nubes y se situó frente a nosotras. Sus puertas se abrieron
y de él salieron un elefante y un oso. Sus tamaños eran gigantescos.
No pudimos hacer nada para evitar que nos apresaran. Nos ataron las manos y nos encerraron
en una celda fría y gris. Aunque pudiera parecerlo Shazia, Moniba y yo no teníamos miedo.
Solo Rida parecía un poco asustada.
- Chicas, ¿qué vamos a hacer ahora?- preguntó intrigada.
- Tranquila, seguro que salir de aquí es más fácil de lo que imaginas- la tranquilizó
Moniba observando la puerta de la celda.
Enseguida aparecieron el elefante y el oso…
- No os liberaremos hasta que nos enseñéis a correr tan rápido como vosotras- dijeron los
animales.
- La fuerza que nos hizo correr está en nuestro interior- afirmé- Buscadla dentro de vosotros y
la hallaréis.
Y diciendo esta frase el elefante y el oso se transformaron en dos ancianos. Ambos estaban
avergonzados.
- Disculpad nuestra torpeza, niñas. El paso de los años nos ha trastornado. Queríamos correr
como cuando éramos jóvenes y os hemos secuestrado. Perdonad, por favor. Quedáis
liberadas.
-Siempre hemos sido libres- contestó Moniba- La puerta está abierta…
Y es que los ancianos habían olvidado cerrar con la llave.
Todos juntos salimos del castillo.
-¿Echamos una carrera?- les preguntó Shazia a los ancianos.
Los dos se miraron intrigados.
-¡Vamos! No tenéis nada que perder- los animé.
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Así fue como todos corrimos por el Camino de la Libertad. Era como si el viento nos empujara,
casi podíamos volar.
EL CAMINO DE LA IGUALDAD. Igualdad- Marginación. 1º ESO
Ya solo nos quedaban dos caminos por recorrer. Con gran sorpresa descubrimos que el Camino
de la Igualdad nos llevaba a nuestra escuela. Al llegar, nos extrañó que las dos puertas de
entrada estuvieran cerradas, sin embargo se escuchaba un murmullo en su interior.
Llamamos al timbre pero nadie nos abrió. Al mirar a nuestro alrededor descubrimos que había
más niñas que no podían entrar.
De pronto, las dos puertas nos hablaron.
- Marchaos, para vosotras está cerrado. Las niñas no pueden ir a la escuela.
Shazia, Moniba, Rida y yo nos miramos indignadas.
- Por supuesto que podemos entrar, tenemos derecho a aprender como los demás-dijo
Rida.
- Para vosotras está cerrado- insistían las puertas.
- Las niñas tenemos derecho a ir a escuela- insistí- también queremos aprender.
Dejadnos demostrar al mundo que podemos transformar la realidad- afirmé.
Al decir estas palabras las puertas se abrieron y se transformaron en dos antiguos alumnos
de la escuela.
- Perdonad nuestro error. Hombres y mujeres tenemos derecho a la educación.
¿Podemos seguir el Camino de la Igualdad junto a vosotras?- preguntaron.
- Por supuesto- les respondí- pero antes iremos a la escuela. Hoy tenemos mucho que
aprender.
EL CAMINO DE LA JUSTICIA. Justicia-Injusticia 3º ESO
Las cuatro iniciamos el Camino de la Justica con gran ilusión. Estábamos llegando al final de
nuestro viaje por “Los ocho caminos”. Pronto descubriríamos lo que buscábamos. El camino de
la Justicia estaba resultando muy tranquilo hasta que, de repente, notamos que la tierra
empezó a temblar.
Fue una sacudida muy fuerte y aunque solo duró unos segundos aquel “mal trago” se nos hizo
eterno.
-¡Ha sido un terremoto!- exclamó Moniba.
Estábamos algo aturdidas. Miramos a nuestro alrededor y vimos que el camino estaba
destrozado y frente a nosotras dos árboles que nos impedían continuar nuestra andadura.
- ¡Vamos!- les dije- Ya falta muy poco. Tenemos que quitar estos árboles de aquí.
- Malala ya no podemos más- se lamentó Rida. Estamos agotadas.
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- Lo sé- pero no podemos abandonar ahora. Estamos a punto de conseguirlo- respondí.
- Malala tiene razón- dijo Moniba- debemos quitar los árboles del camino y seguir
adelante.
Las cuatro amigas se pusieron a trabajar en equipo. Pero los árboles eran demasiado pesados
para moverlos entre las cuatro.
- Es injusto- dijo Shazia. Estábamos a punto de llegar al final y ahora jamás podremos
conseguirlo.
- ¿Qué hacemos?- preguntó Rida.
- Podemos rezar- les dije- Si tenemos fe algo maravilloso puede pasar.
Comencé mis oraciones pero no pasó nada, aunque seguí rezando. Luego rezó Shazia y
tampoco. Después se unió Rida y tampoco sucedió nada. Por último Moniba también
decidió rezar.
Pasados unos segundos los dos árboles empezaron a moverse. Poco a poco se fueron
retirando del camino dejándonos el paso libre.
Esos árboles se convirtieron en dos ángeles que nos hablaron…
- Habéis rezado con fe a pesar de la situación injusta en la que os encontrabais. Venid
conmigo- nos dijeron.
Los dos ángeles nos guiaron hasta el final del camino. Mientras lo recorríamos sentíamos una
gran sensación de PAZ. La verdad, la justicia, la amistad, el diálogo, la igualdad, la libertad, la
solidaridad y la alegría también las sentíamos cada vez más cerca, tanto que casi podíamos
tocarlas. Pronto entendimos que todos los caminos llevaban a un mismo lugar y que por fin
habíamos encontrado lo que estábamos buscando. ¡Por fin habíamos encontrado a JESÚS!