cuento de relajación gusanito
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Transcript of cuento de relajación gusanito
Os mando un cuento que escribí hace unos años a partir de un curso de
relajación que realicé, y que está basado en la técnica de la sofrología. Por
supuesto está adaptado a los niños y las niñas de Educación Infantil y lo he
llevado a la práctica tanto con grupos numerosos, como con grupos más
reducidos pero de niños de diferentes edades, obteniendo muy buenos
resultados en ambos casos. Claro está que la actitud y las ganas del docente
van a condicionar el éxito de esta actividad. Os aconsejo que se realice en un
lugar tranquilo, a ser posible sobre colchonetas donde los pequeños podrán
permanecer tumbados y que se acompañe de música suave que induzca a
relajarse.
EL GUSANITO DEL JARDÍN
Este es el cuento de un gusanito que vive en una hojita de col, verde y blanca.
Esta col está en un jardín muy hermoso, lleno de flores y árboles frutales y el
Sol calienta durante todo el día a la hoja y al gusanito.
Con ayuda de nuestra imaginación, y del hada Campanilla, nos vamos a
transformar en el gusanito. Tomamos aire muy despacio con la nariz y, con los
ojos cerrados, vamos notando como caen sobre nuestra cabeza y nuestra cara
los polvos mágicos que nos ha echado Campanilla. Estad muy atentos porque
estos polvos son muy suaves y caen de una forma muy delicada: unas motitas
han caído en nuestra frente y nos causan una agradable sensación. Otros
pocos se han posado en nuestros ojos, que continúan cerrados durante todo el
cuento, ya que el hada Campanilla no permite que nadie la vea y desaparece
cuando los niños abren los ojos. Solo nos permite verla dentro de nuestra
cabeza, con ayuda del tesoro de la imaginación que todos tenemos dentro.
Las motitas de polvo mágico siguen cayendo sobre nuestra nariz, nuestras
mejillas, nuestros labios, e incluso alguno se ha colado dentro de nuestra
lengua ¿notáis que suaves son?
La magia del hada Campanilla ha comenzado a hacer efecto y sentimos como
nuestro cuerpo se va volviendo blando y suave como el cuerpo del gusanito.
Nos estamos transformando poco a poco en él,, notamos como nuestra cara
está floja y nuestro cuello también, porque las motitas de magia siguen
cayendo y se han posado en nuestro cuello, por delante y por detrás.
Continúan cayendo por nuestros hombros, nuestros brazos, nuestras manos,
en las puntas de los dedos…
Ya somos el gusanito del jardín, estamos tumbados en nuestra hojita de col y
sentimos como el calor del sol nos va calentando la espalda. Comienza desde
el cuello y esa agradable sensación de calor va bajando poco a poco por la
espalda, por el pecho, por el “culete”, por la tripa y por lo que antes eran
nuestras piernas hasta llegar a las puntas de los dedos de los pies.
¡Qué bien se está tumbado en la hojita de col, con el Sol calentando nuestro
blando cuerpo de gusano! Disfrutamos de esta sensación e intentamos
escuchar el canto de los pajaritos del jardín, notamos la suave brisa del aire y
percibimos el olor dulce y delicado de las frutas y las flores que se encuentran
a nuestro alrededor. Vamos a respirar de forma muy profunda para percibir
mejor los olores: tomamos aire por la nariz, sintiendo cómo se hincha nuestra
tripa blanda de gusano y soltamos el aire por nuestra boca (repetir).
¡Qué bien se está siendo un gusano de jardín! Somos el gusano más listo y
guapo del jardín y nos encanta estar aquí. Pero ya es hora de ir
convirtiéndonos de nuevo en niños y niñas de colegio, porque él efecto de la
magia del hada Campanilla se está acabando, aunque seguiremos
sintiéndonos así de bien durante todo el día.
Notamos como, sin abrir los ojos, volvemos a tener dedos en los pies y los
movemos suavemente. También han aparecido de nuevo los dedos de
nuestras manos, que también movemos. Vamos moviendo las partes del
cuerpo que van despertando de la magia: movemos los pies, las manos, la cara
(boca, nariz, frente)… estiramos suavemente los pies, estiramos los brazos,
movemos la cabeza… ahora nos estiramos con energía nos acariciamos el
cuello, la cara… y antes de abrir los ojos, nos despedimos del hada
Campanilla. Ahora, cuando cada uno lo desee, abrimos los ojos para
comprobar que ningún niño se ha quedado convertido en gusano.