Cuento de Literatura Lázarillo De Tormes

8/17/2019 Cuento de Literatura Lázarillo De Tormes

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honra cría las artes&.

'(ui!n piensa que el soldado que es primero delescala tiene m)s aborrecido el vivir* +o por cierto;mas el deseo de alaban a le hace ponerse alpeligro; y así en las artes y letras es lo mismo.Predica muy bien el presentado y es hombre que

desea mucho el provecho de las )nimas; maspregunten a su merced si le pesa cuando le dicen#$- h, qu! maravillosamente lo ha hecho vuestrareverencia/&. 0ustó muy ruinmente el señor don1ulano, y dio el sayete de armas al truh)n, porquele loaba de haber llevado muy buenas lan as# 'qu!hiciera si fuera verdad*

Y todo va de esta manera# que, confesando yo noser m)s santo que mis vecinos, de esta nonada,que en este grosero estilo escribo, no me pesar)que hayan parte y se huelguen con ello todos losque en ella alg n gusto hallaren, y vean que viveun hombre con tantas fortunas, peligros yadversidades.

2uplico a vuestra merced reciba el pobre servicio


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de mí, tomóle el parto y parióme allí. 8e maneraque con verdad me puedo decir nacido en el río.

Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mipadre ciertas sangrías mal hechas en los costalesde los que allí a moler venían, por lo cual fuepreso, y confesó y no negó, y padeció persecución

por justicia. 9spero en 8ios que est) en la gloria,pues el 9vangelio los llama bienaventurados. 9neste tiempo se hi o cierta armada contra moros,entre los cuales fue mi padre :que a la sa ónestaba desterrado por el desastre ya dicho , concargo de acemilero de un caballero que all) fue. Ycon su señor, como leal criado, feneció su vida.

7i viuda madre, como sin marido y sin abrigo seviese, determinó arrimarse a los buenos por seruno de ellos, y vínose a vivir a la ciudad y alquilóuna casilla y metióse a guisar de comer a ciertosestudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mo os decaballos del comendador de la 7agdalena, demanera que fue frecuentando las caballeri as.

9lla y un hombre moreno de aquellos que las


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bestias curaban vinieron en conocimiento. espondió !l riendo#


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=-?ideputa/

Yo, aunque bien mochacho, not! aquella palabrade mi hermanico, y dije entre mí# $-4u)ntos debede haber en el mundo que huyen de otros porqueno se ven a sí mismos/&.

(uiso nuestra fortuna que la conversación del@aide, que así se llamaba, llegó a oídos delmayordomo, y, hecha pesquisa, hallóse que lamitad por medio de la cebada, que para las bestiasle daban, hurtaba, y salvados, leña, almoha as,mandiles, y las mantas y s)banas de los caballoshacía perdidas; y, cuando otra cosa no tenía, lasbestias desherraba, y con todo esto acudía a mimadre para criar a mi hermanico. +o nosmaravillemos de un cl!rigo ni fraile, porque el unohurta de los pobres y el otro de casa para susdevotas y para ayuda de otro tanto, cuando a unpobre esclavo el amor le animaba a esto.

Y probósele cuanto digo, y a n m)s; porque a mícon amena as me preguntaban, y, como niño,respondía y descubría cuanto sabía con miedo#


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5elves, y que ella confiaba en 8ios no saldría peorhombre que mi padre, y que le rogaba me tratase

bien y mirase por mí, pues era hu!rfano.


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=%) aro, llega el oído a este toro y oir)s gran ruido

dentro de !l.

Yo simplemente llegu!, creyendo ser así. Y comosintió que tenía la cabe a par de la piedra, afirmórecio la mano y diome una gran calaba ada en el

diablo del toro, que m)s de tres días me duró eldolor de la cornada, y díjome#

=+ecio, aprende, que el mo o del ciego un puntoha de saber m)s que el diablo.

Y rió mucho la burla.

Parecióme que en aquel instante despert! de lasimple a en que, como niño, dormido estaba. 8ijeentre mí# $Aerdad dice !ste, que me cumple avivarel ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo mesepa valer&.

4omen amos nuestro camino, y en muy pocosdías me mostró jerigon a. Y, como me viese debuen ingenio, holg)base mucho y decía#


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=Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avisos

para vivir muchos te mostrar!.

Y fue así, que, despu!s de 8ios, !ste me dio la vida,y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrerade vivir.

?uelgo de contar a vuestra merced estas niñerías,para mostrar cu)nta virtud sea saber los hombressubir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos,cu)nto vicio.

Pues, tornando al bueno de mi ciego y contandosus cosas, vuestra merced sepa que, desde que8ios crió el mundo, ninguno formó m)s astuto nisaga . 9n su oficio era un )guila# ciento y tantasoraciones sabía de coro; un tono bajo, reposado ymuy sonable, que hacía resonar la iglesia dondere aba; un rostro humilde y devoto, que, con muybuen continente, ponía cuando re aba, sin hacergestos ni visajes con boca ni ojos, como otrossuelen hacer.


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6llende de esto, tenía otras mil formas y maneraspara sacar el dinero. 8ecía saber oraciones para

muchos y diversos efectos# para mujeres que noparían; para las que estaban de parto; para las queeran malcasadas, que sus maridos las quisiesenbien. 9chaba pronósticos a las preñadas# si traíanhijo o hija. Pues en caso de medicina decía que

5aleno no supo la mitad que !l para muelas,desmayos, males de madre. 1inalmente, nadie ledecía padecer alguna pasión, que luego no ledecía#

=?aced esto, har!is esto otro, cosed tal yerba,tomad tal raí .

4on esto and)base todo el mundo tras !l,especialmente mujeres, que cuanto les decíacreían. 8e !stas sacaba !l grandes provechos conlas artes que digo, y ganaba m)s en un mes quecien ciegos en un año.

7as tambi!n quiero que sepa vuestra merced que,con todo lo que adquiría y tenía, jam)s tanavariento ni me quino hombre no vi; tanto, que


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me mataba a mí de hambre, y así no medemediaba de lo necesario. 8igo verdad# si con mi

sutile a y buenas mañas no me supiera remediar,muchas veces me finara de hambre; mas, con todosu saber y aviso, le contaminaba de tal suerte quesiempre, o las m)s veces, me cabía lo m)s y mejor.Para esto le hacía burlas endiabladas, de las cuales

contar! algunas, aunque no todas a mi salvo.


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cha a, sino la endiablada falta que el mal ciego mefaltaba.

"odo lo que podía sisar y hurtar traía en mediasblancas, y, cuando le mandaban re ar y le dabanblancas, como !l carecía de vista, no había el quese la daba amagado con ella, cuando yo la tenía

lan ada en la boca y la media aparejada, que, porpresto que !l echaba la mano, ya iba de mi cambioaniquilada en la mitad del justo precio.(uej)baseme el mal ciego, porque al tiento luegoconocía y sentía que no era blanca entera, y decía#

='(u! diablo es esto, que, despu!s que comigoest)s, no me dan sino medias blancas, y de antesuna blanca y un maravedí hartas veces mepagaban* 9n ti debe estar esta desdicha.

"ambi!n !l abreviaba el re ar y la mitad de laoración no acababa, porque me tenía mandadoque, en y!ndose el que la mandaba re ar, le tirasepor cabo del capu . Yo así lo hacía. %uego !ltornaba a dar voces diciendo#


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='7andan re ar tal y tal oración* =como suelendecir.

Bsaba poner cabe sí un jarrillo de vino cuandocomíamos, y yo muy de presto le asía y daba unpar de besos callados y torn)bale a su lugar. 7asduróme poco, que en los tragos conocía la falta, y,

por reservar su vino a salvo, nunca despu!sdesamparaba el jarro, antes lo tenía por el asaasido. 7as no había piedra im)n que así trajese así como yo con una paja larga de centeno quepara aquel menester tenía hecha, la cual,meti!ndola en la boca del jarro, chupando el vino,lo dejaba a buenas noches. 7as, como fuese eltraidor tan astuto, pienso que me sintió, y dendeen adelante mudó propósito y asentaba su jarroentre las piernas y atap)bale con la mano, y asíbebía seguro.

Yo, como estaba hecho al vino, moría por !l, yviendo que aquel remedio de la paja no meaprovechaba ni valía, acord! en el suelo del jarrohacerle una fuentecilla y agujero sutil, y,delicadamente, con una muy delgada tortilla de


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cera, taparlo; y, al tiempo de comer, fingiendohaber frío, entr)bame entre las piernas del triste

ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre queteníamos, y, al calor de ella luego derretida la cera,por ser muy poca, comen aba la fuentecilla adestilarme en la boca, la cual yo de tal maneraponía, que maldita la gota se perdía. 4uando el

pobreto iba a beber, no hallaba nada. 9spant)base,maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, nosabiendo qu! podía ser.

=+o dir!is, tío, que os lo bebo yo =decía=, pues nole quit)is de la mano.

"antas vueltas y tientos dio al jarro, que halló lafuente y cayó en la burla; mas así lo disimuló comosi no lo hubiera sentido.

Y luego otro día, teniendo yo re umando mi jarrocomo solía, no pensando el daño que me estabaaparejado ni que el mal ciego me sentía, sent!mecomo solía; estando recibiendo aquellos dulcestragos, mi cara puesta hacia el cielo, un pococerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor,


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sintió el desesperado ciego que agora teníatiempo de tomar de mí vengan a, y con toda su

fuer a, al ando con dos manos aquel dulce yamargo jarro, le dejó caer sobre mi boca,ayud)ndose, como digo, con todo su poder, demanera que el pobre %) aro, que de nada de estose guardaba, antes, como otras veces, estaba

descuidado y go oso, verdaderamente me parecióque el cielo, con todo lo que en !l hay, me habíacaído encima.

1ue tal el golpecillo, que me desatinó y sacó desentido, y el jarra o tan grande, que los peda osde !l se me metieron por la cara, rompi!ndomelapor muchas partes, y me quebró los dientes, sin loscuales hasta hoy día me qued!.

8esde aquella hora quise mal al mal ciego, y,aunque me quería y regalaba y me curaba, bien vique se había holgado del cruel castigo. %avómecon vino las roturas que con los peda os del jarrome había hecho, y, sonri!ndose, decía#

='(u! te parece %) aro* %o que te enfermó te sana


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y da salud =y otros donaires que a mi gusto no loeran.

Ya que estuve medio bueno de mi negra trepa ycardenales, considerando que, a pocos golpestales, el cruel ciego ahorraría de mí, quise yoahorrar de !l; mas no lo hice tan presto, por

hacello m)s a mi salvo y provecho. Y aunque yoquisiera asentar mi cora ón y perdonalle el jarra o,no daba lugar el maltratamiento que el mal ciegodende allí adelante me hacía, que sin causa nira ón me hería, d)ndome coscorrones yrepel)ndome.

Y si alguno le decía por qu! me trataba tan mal,luego contaba el cuento del jarro, diciendo#

='Pensar!is que este mi mo o es alg n inocente*Pues oíd si el demonio ensayara otra tal ha aña.

2antigu)ndose los que lo oían, decían#

=-7irad qui!n pensara de un muchacho tanpequeño tal ruindad/


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Y reían mucho el artificio y decíanle#

=-4astigadlo, castigadlo, que de 8ios lo habr!is/

Y !l, con aquello, nunca otra cosa hacía.

Y en esto yo siempre le llevaba por los peorescaminos, y adrede, por hacerle mal y daño; si habíapiedras, por ellas; si lodo, por lo m)s alto; que,aunque yo no iba por lo m)s enjuto, holg)bame amí de quebrar un ojo por quebrar dos al queninguno tenía. 4on esto, siempre con el cabo altodel tiento me atentaba el colodrillo, el cual siempretraía lleno de tolondrones y pelado de sus manos.Y, aunque yo juraba no hacerlo con malicia, sinopor no hallar mejor camino, no me aprovechaba nime creía, mas tal era el sentido y el grandísimoentendimiento del traidor.

Y porque vea vuestra merced a cu)nto se e3tendíael ingenio de este astuto ciego, contar! un caso demuchos que con !l me acaecieron, en el cual meparece dio bien a entender su gran astucia.


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4uando salimos de 2alamanca, su motivo fue venira tierra de "oledo, porque decía ser la gente m)s

rica, aunque no muy limosnera. 6rrim)base a esterefr)n# $7)s da el duro que el desnudo&. Y vinimosa este camino por los mejores lugares. 8ondehallaba buena acogida y ganancia, deteníamonos;donde no, a tercero día hacíamos 2an 0uan.

6caeció que, llegando a un lugar que llaman6lmoro3 al tiempo que cogían las uvas, unvendimiador le dio un racimo de ellas en limosna.Y como suelen ir los cestos maltratados, y tambi!nporque la uva en aquel tiempo est) muy madura,desgran)basele el racimo en la mano. Para echarloen el fardel, torn)base mosto, y lo que a !l sellegaba. 6cordó de hacer un banquete, así por nopoder llevarlo, como por contentarme, que aqueldía me había dado muchos rodilla os y golpes.2ent)monos en un valladar y dijo#

=6gora quiero yo usar contigo de una liberalidad, yes que ambos comamos este racimo de uvas y quehayas de !l tanta parte como yo. Partillo hemos deesta manera# t picar)s una ve y yo otra, con tal


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que me prometas no tomar cada ve m)s de unauva. Yo har! lo mismo hasta que lo acabemos, y de

esta suerte no habr) engaño.

?echo así el concierto, comen amos; mas luego alsegundo lance, el traidor mudó propósito, ycomen ó a tomar de dos en dos, considerando

que yo debería hacer lo mismo. 4omo vi que !lquebraba la postura, no me content! ir a la parcon !l, mas a n pasaba adelante# dos a dos y tres atres y como podía las comía. 6cabado el racimo,estuvo un poco con el escobajo en la mano, y,meneando la cabe a, dijo#

=%) aro, engañado me has. 0urar! yo a 8ios quehas t comido las uvas tres a tres.

=+o comí =dije yo=; mas 'por qu! sospech)is eso*

>espondió el sagacísimo ciego#

='2abes en qu! veo que las comiste tres a tres* 9nque comía yo dos a dos y callabas.


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6 lo cual yo no respondí. Yendo que íbamos asípor debajo de unos soportales, en 9scalona

adonde a la sa ón est)bamos, en casa de unapatero había muchas sogas y otras cosas que deesparto se hacen, y parte de ellas dieron a mi amoen la cabe a. 9l cual, al ando la mano, tocó enellas, y viendo lo que era díjome#

=6nda presto, muchacho; salgamos de entre tanmal manjar, que ahoga sin comerlo.

Yo, que bien descuidado iba de aquello, mir! loque era y, como no vi sino sogas y cinchas, que noera cosa de comer, díjele#

="ío, 'por qu! decís eso*

>espondióme#

=4alla, sobrino; seg n las mañas que llevas, losabr)s y ver)s cómo digo verdad.

Y así pasamos adelante por el mismo portal yllegamos a un mesón, a la puerta del cual había


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muchos cuernos en la pared, donde ataban losrecueros sus bestias, y como iba tentando si era allí

el mesón adonde !l re aba cada día por lamesonera la oración de la emparedada, asió de uncuerno, y con un gran suspiro dijo#

=- h, mala cosa, peor que tienes la hechura/ -8e

cu)ntos eres deseado poner tu nombre sobrecabe a ajena y de cu)n pocos tenerte ni aun oír tunombre por ninguna vía/

4omo le oí lo que decía, dije#

="ío, 'qu! es eso que decís*

=4alla, sobrino, que alg n día te dar) !ste que enla mano tengo alguna mala comida y cena.

=+o le comer! yo =dije= y no me la dar).

= Yo te digo verdad; si no, verlo has, si vives.

Y así pasamos adelante hasta la puerta del mesón,adonde pluguiere a 8ios nunca all) lleg)ramos,


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seg n lo que me sucedió en !l.

9ra todo lo m)s que re aba por mesoneras y porbodegoneras y turroneras y rameras y así porsemejantes mujercillas, que por hombre casi nuncale vi decir oración.

>eíme entre mí y, aunque muchacho, not! muchola discreta consideración del ciego.

7as, por no ser prolijo, dejo de contar muchascosas, así graciosas como de notar, que con estemi primer amo me acaecieron, y quiero decir eldespidiente y, con !l, acabar.

9st)bamos en 9scalona, villa del duque de ella, enun mesón, y diome un peda o de longani a que leasase. Ya que la longani a había pringado ycomídose las pringadas, sacó un maravedí de labolsa y mandó que fuese por !l de vino a lataberna. P some el demonio el aparejo delante losojos, el cual, como suelen decir, hace al ladrón, yfue que había cabe el fuego un nabo pequeño,larguillo y ruinoso, y tal que, por no ser para la olla,


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debió ser echado allí. Y como al presente nadieestuviese, sino !l y yo solos, como me vi con

apetito goloso, habi!ndoseme puesto dentro elsabroso olor de la longani a, del cual solamentesabía que había de go ar, no mirando qu! mepodría suceder, pospuesto todo el temor porcumplir con el deseo, en tanto que el ciego sacaba

de la bolsa el dinero, saqu! la longani a y muypresto metí el sobredicho nabo en el asador, elcual, mi amo, d)ndome el dinero para el vino,tomó y comen ó a dar vueltas al fuego, queriendoasar al que, de ser cocido, por sus dem!ritos habíaescapado. Yo fui por el vino, con el cual no tard!en despachar la longani a y, cuando vine, hall! alpecador del ciego que tenía entre dos rebanadasapretado el nabo, al cual a n no había conocidopor no haberlo tentado con la mano. 4omotomase las rebanadas y mordiese en ellaspensando tambi!n llevar parte de la longani a,hallóse en frío con el frío nabo. 6lteróse y dijo#

='(u! es esto, %a arillo*

=-%acerado de mí/ =dije yo=. '2i quer!is a mí echar


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algo* 'Yo no vengo de traer el vino* 6lgunoestaba ahí y por burlar haría esto.

=+o, no =dijo !l=, que yo no he dejado el asador dela mano; no es posible.

Yo torn! a jurar y perjurar que estaba libre de

aquel trueco y cambio; mas poco me aprovechó,pues a las astucias del maldito ciego nada se leescondía. %evantóse y asióme por la cabe a yllegóse a olerme. Y como debió sentir el huelgo, auso de buen podenco, por mejor satisfacerse de laverdad, y con la gran agonía que llevaba,asi!ndome con las manos, abríame la boca m)s desu derecho y desatentadamente metía la nari . %acual !l tenía luenga y afilada, y a aquella sa ón,con el enojo, se había aumentado un palmo; con elpico de la cual me llegó a la golilla.

Y con esto, y con el gran miedo que tenía, y con labrevedad del tiempo, la negra longani a a n nohabía hecho asiento en el estómago; y lo m)sprincipal# con el destiento de la cumplidísima nari ,medio cuasi ahog)ndome, todas estas cosas se


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juntaron y fueron causa que el hecho y golosina semanifestase y lo suyo fuese vuelto a su dueño. 8e

manera que, antes que el mal ciego sacase de miboca su trompa, tal alteración sintió mi estómago,que le dio con el hurto en ella, de suerte que sunari y la negra mal mascada longani a a untiempo salieron de mi boca.

- h gran 8ios, qui!n estuviera aquella horasepultado, que muerto ya lo estaba/ 1ue tal elcoraje del perverso ciego, que, si al ruido noacudieran, pienso no me dejara con la vida.2ac)ronme de entre sus manos, dej)ndoselasllenas de aquellos pocos cabellos que tenía,arañada la cara y rascuñado el pescue o y lagarganta. Y esto bien lo merecía, pues por sumaldad me venían tantas persecuciones.

4ontaba el mal ciego a todos cuantos allí seallegaban mis desastres, y d)bales cuenta una yotra ve , así de la del jarro como de la del racimo,y agora de lo presente. 9ra la risa de todos tangrande, que toda la gente que por la calle pasabaentraba a ver la fiesta; mas con tanta gracia y


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donaire contaba el ciego mis ha añas, que, aunqueyo estaba tan maltratado y llorando, me parecía

que hacía sinjusticia en no reírselas.

Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vinouna cobardía y flojedad que hice, por que memaldecía, y fue no dejalle sin narices, pues tan

buen tiempo tuve para ello, que la meitad delcamino estaba andado; que con sólo apretar losdientes se me quedaran en casa, y, con ser deaquel malvado, por ventura lo retuviera mejor miestómago que retuvo la longani a, y, nopareciendo ellas, pudiera negar la demanda.-Pluguiera a 8ios que lo hubiera hecho, que esofuera así que así/

?ici!ronnos amigos la mesonera y los que allíestaban, y, con el vino que para beber le habíatraído, lav)ronme la cara y la garganta. 2obre locual discantaba el mal ciego donaires, diciendo#

=Por verdad, m)s vino me gasta este mo o enlavatorios al cabo del año, que yo bebo en dos. 6lo menos, %) aro, eres en m)s cargo al vino que a


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tu padre, porque !l una ve te engendró, mas elvino mil te ha dado la vida.

Y luego contaba cu)ntas veces me habíadescalabrado y harpado la cara, y con vino luegosanaba.

=Yo te digo =dijo= que, si hombre en el mundo hade ser bienaventurado con vino, que ser)s t .

Y reían mucho los que me lavaban con esto,aunque yo renegaba. 7as el pronóstico del ciegono salió mentiroso, y despu!s ac) muchas vecesme acuerdo de aquel hombre, que sin duda debíatener espíritu de profecía, y me pesa de lossinsabores que le hice, aunque bien se lo pagu!,considerando lo que aquel día me dijo salirme tanverdadero como adelante vuestra merced oir).

Aisto esto y las malas burlas que el ciego burlabade mí, determin! de todo en todo dejalle, y, comolo traía pensado y lo tenía en voluntad, con estepostrer juego que me hi o afirm!lo m)s. Y fue asíque luego otro día salimos por la villa a pedir


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limosna, y había llovido mucho la noche antes; yporque el día tambi!n llovía, y andaba re ando

debajo de unos portales que en aquel pueblohabía, donde no nos mojamos, mas como la nochese venía y el llover no cesaba, díjome el ciego#

=%) aro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la

noche m)s cierra, m)s recia. 6coj)monos a laposada con tiempo.

Para ir all) habíamos de pasar un arroyo, que conla mucha agua iba grande. Yo le dije#

="ío, el arroyo va muy ancho; mas si quer!is, yoveo por donde travesemos m)s aína sin mojarnos,porque se estrecha allí mucho y, saltando,pasaremos a pie enjuto.

Parecióle buen consejo y dijo#

=8iscreto eres, por esto te quiero bien; ll!vame aese lugar donde el arroyo se ensangosta, queagora es invierno y sabe mal el agua, y m)s llevarlos pies mojados.


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Yo que vi el aparejo a mi deseo, saqu!le de bajo

de los portales y llev!lo derecho de un pilar oposte de piedra que en la pla a estaba, sobre elcual y sobre otros cargaban saledi os de aquellascasas, y dígole#

="ío, !ste es el paso m)s angosto que en el arroyohay.

4omo llovía recio y el triste se mojaba, y con lapriesa que llev)bamos de salir del agua, queencima de nos caía, y, lo m)s principal, porque8ios le cegó aquella hora el entendimiento :fuepor darme de !l vengan a , creyóse de mí, y dijo#

=Ponme bien derecho y salta t el arroyo.

Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doyun salto y póngome detr)s del poste, como quienespera tope de toro, y díjele#

=-2us, saltad todo lo que pod)is, porque deis deeste cabo del agua/


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6un apenas lo había acabado de decir, cuando se

abalan a el pobre ciego como cabrón y de toda sufuer a arremete, tomando un paso atr)s de lacorrida para hacer mayor salto, y da con la cabe aen el poste, que sonó tan recio como si diera conuna gran calaba a, y cayó luego para atr)s medio

muerto y hendida la cabe a.='4ómo, y olisteis la longani a y no el poste*- led/ - led/ =le dije yo.

Y dej!le en poder de mucha gente que lo habíaido a socorrer, y tomo la puerta de la villa en lospies de un trote, y, antes de que la noche viniese,di comigo en "orrijos. +o supe m)s lo que 8ios de!l hi o ni cur! de saberlo.

"ratado segundo4ómo %) aro se asentó con un cl!rigo, y de lascosas que con !l pasó

tro día, no pareci!ndome estar allí seguro, fuimea un lugar que llaman 7aqueda, adonde me


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toparon mis pecados con un cl!rigo, que, llegandoa pedir limosna, me preguntó si sabía ayudar a

misa. Yo dije que sí, como era verdad; que, aunquemaltratado, mil cosas buenas me mostró elpecador del ciego, y una de ellas fue !sta.1inalmente, el cl!rigo me recibió por suyo.

9scap! del trueno y di en el rel)mpago, porque erael ciego para con !ste un 6lejandro 7agno, conser la misma avaricia, como he contado. +o digom)s, sino que toda la lacería del mundo estabaencerrada en !ste# no s! si de su cosecha era o lohabía anejado con el h)bito de clerecía.


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vista de ello me consolara.

2olamente había una horca de cebollas, y tras lallave, en una c)mara en lo alto de la casa. 8e !stastenía yo de ración una para cada cuatro días, y,cuando le pedía la llave para ir por ella, si algunoestaba presente, echaba mano al falsopeto y con

gran continencia la desataba y me la dabadiciendo#

="oma y vu!lvela luego, y no hag)is sino golosinar.

4omo si debajo de ella estuvieran todas lasconservas de Aalencia, con no haber en la dichac)mara, como dije, maldita la otra cosa que lascebollas colgadas de un clavo. %as cuales !l teníatan bien por cuenta, que, si por malos de mispecados me desmandara a m)s de mi tasa, mecostara caro. 1inalmente, yo me finaba de hambre.

Pues ya que conmigo tenía poca caridad, consigousaba m)s. 4inco blancas de carne era su ordinariopara comer y cenar. Aerdad es que partía conmigodel caldo, que de la carne -tan blanco el ojo/, sino


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un poco de pan, y -pluguiera a 8ios que medemediara/

%os s)bados cómense en esta tierra cabe as decarnero, y envi)bame por una, que costaba tresmaravedís. 6qu!lla le cocía, y comía los ojos y lalengua y el cogote y sesos y la carne que en las

quijadas tenía, y d)bame todos los huesos roídos,y d)bamelos en el plato, diciendo#

="oma, come, triunfa, que para ti es el mundo.7ejor vida tienes que el papa.

$-"al te la d! 8ios/& =decía yo paso entre mí.

6 cabo de tres semanas que estuve con !l vine atanta flaque a, que no me podía tener en laspiernas de pura hambre. Aime claramente ir a lasepultura, si 8ios y mi saber no me remediaran.Para usar de mis mañas no tenía aparejo, por notener en qu! dalle salto. Y, aunque algo hubiera,no podía cegalle, como hacía al que 8ios perdone:si de aquella calaba ada feneció , que todavía,aunque astuto, con faltalle aquel preciado sentido,


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no me sentía; mas estotro, ninguno hay que tanaguda vista tuviese como !l tenía.

4uando al ofertorio est)bamos, ninguna blanca enla concha caía, que no era de !l registrada# el unojo tenía en la gente y el otro en mis manos.Cail)banle los ojos en el casco como si fueran de

a ogue. 4uantas blancas ofrecían tenía por cuenta,y, acabado el ofrecer, luego me quitaba la conchay la ponía sobre el altar.

+o era yo señor de asirle una blanca todo eltiempo que con !l viví, o, por mejor decir, morí. 8ela taberna nunca le traje una blanca de vino; masaquel poco que de la ofrenda había metido en suarca compasaba de tal forma que le duraba todala semana

Y por ocultar su gran me quindad, decíame#

=7ira, mo o, los sacerdotes han de ser muytemplados en su comer y beber, y por esto yo nome desmando como otros.


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viendo el 2eñor mi rabiosa y continua muerte,pienso que holgaba de matarlos por darme a mí

vida. 7as de lo que al presente padecía, remediono hallaba; que, si el día que enterr)bamos yovivía, los días que no había muerto, por quedarbien ve ado de la hartura, tornando a mi cotidianahambre, m)s lo sentía. 8e manera que en nada

hallaba descanso, salvo en la muerte, que yotambi!n para mí, como para los otros deseabaalgunas veces; mas no la veía, aunque estabasiempre en mí.

Pens! muchas veces irme de aquel me quino amo;mas por dos cosas lo dejaba# la primera, por no meatrever a mis piernas, por temer de la flaque a quede pura hambre me venía; y la otra, consideraba ydecía# $Yo he tenido dos amos# el primero traíamemuerto de hambre y, dej)ndole, top! con esteotro, que me tiene ya con ella en la sepultura; puessi de !ste desisto y doy en otro m)s bajo, 'qu!ser), sino fenecer*&. 4on esto no me osabamenear, porque tenía por fe que todos los gradoshabía de hallar m)s ruines. Y a abajar otro punto,no sonara %) aro ni se oyera en el mundo.


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Pues estando en tal aflicción, cual plega al 2eñor

librar de ella a todo fiel cristiano, y sin saber darmeconsejo, vi!ndome ir de mal en peor, un día que elcuitado, ruin y lacerado de mi amo había ido fueradel lugar, llegóse acaso a mi puerta un calderero,el cual yo creo que fue )ngel enviado a mí por la

mano de 8ios en aquel h)bito. Preguntóme sitenía algo que adobar.

$9n mí teníades bien que hacer, y no haríadespoco, si me remedi)sedes& =dije paso, que no meoyó.

7as, como no era tiempo de gastarlo en decirgracias, alumbrado por el 9spíritu 2anto, le dije#

="ío, una llave de este arca he perdido, y temo miseñor me a ote. Por vuestra vida, ve)is si en !sasque tra!is hay alguna que le haga, que yo os lopagar!.

4omen ó a probar el ang!lico calderero una y otrade un gran sartal que de ellas traía, y yo ayudalle


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con mis flacas oraciones. 4uando no me cato, veoen figura de panes, como dicen, la cara de 8ios

dentro del arca , y, abierto, díjele#

=Yo no tengo dineros que daros por la llave; mastomad de ahí el pago.


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estuve con ello aquel día y otro go oso; mas noestaba en mi dicha que me durase mucho aquel

descanso, porque luego, al tercero día, me vino laterciana derecha. Y fue que veo a deshora al queme mataba de hambre sobre nuestro arca ,volviendo y revolviendo, contando y tornando acontar los panes. Yo disimulaba, y en mi secreta

oración y devociones y plegarias decía# $-2an 0uany ci!gale/&

8espu!s que estuvo un gran rato echando lacuenta, por días y dedos contando, dijo#

=2i no tuviera a tan buen recaudo esta arca, yodijera que me habían tomado de ella panes; perode hoy m)s, sólo por cerrar la puerta a lasospecha, quiero tener buena cuenta con ellos#nueve quedan y un peda o.

$-+uevas malas te d! 8ios/& =dije yo entre mí.

Parecióme con lo que dijo pasarme el cora ón consaeta de montero y comen óme el estómago aescarbar de hambre, vi!ndose puesto en la dieta


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pasada. 1ue fuera de casa. Yo, por consolarme,abro el arca y, como vi el pan, comenc!lo de

adorar, no osando recebillo. 4ont!los, si a dicha ellacerado se errara, y hall! su cuenta m)s verdaderaque yo quisiera. %o m)s que yo pude hacer fue daren ellos mil besos, y, lo m)s delicado que yo pude,del partido partí un poco al pelo que !l estaba, y

con aqu!l pas! aquel día, no tan alegre como elpasado.

7as, como la hambre creciese, mayormente quetenía el estómago hecho a m)s pan aquellos dos otres días ya dichos, moría mala muerte; tanto, queotra cosa no hacía, en vi!ndome solo, sino abrir ycerrar el arca y contemplar en aquella cara de 8ios,que así dicen los niños. 7as el mismo 8ios, quesocorre a los afligidos, vi!ndome en tal estrecho,trajo a mi memoria un pequeño remedio, que,considerando entre mí, dije# $9ste arquetón esviejo y grande y roto por algunas partes, aunquepequeños agujeros. Pu!dese pensar que ratones,entrando en !l, hacen daño a este pan. 2acarloentero no es cosa conveniente, porque ver) la faltael que en tanta me hace vivir. 9sto bien se sufre&.


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Y comien o a desmigajar el pan sobre unos no

muy costosos manteles que allí estaban, y tomouno y dejo otro, de manera que, en cada cual, detres o cuatro desmigaj! su poco. 8espu!s, comoquien toma gragea, lo comí y algo me consol!.7as !l, como viniese a comer y abriese el arca, vio

el mal pesar y sin duda creyó ser ratones los que eldaño habían hecho, porque estaba muy al propiocontrahecho de como ellos lo suelen hacer. 7irótodo el arca de un cabo a otro y viole ciertosagujeros por do sospechaba habían entrado.%lamóme, diciendo#

=-%) aro, mira, mira, qu! persecución ha venidoaquesta noche por nuestro pan/

Yo híceme muy maravillado, pregunt)ndole qu!sería.

='(u! ha de ser* =dijo !l=. >atones, que no dejancosa a vida.

Pusímosnos a comer, y quiso 8ios que aun en esto


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me fue bien# que me cupo m)s pan que la laceríaque me solía dar, porque rayó con un cuchillo todo

lo que pensó ser ratonado, diciendo#

=4ómete eso, que el ratón cosa limpia es.

Y así, aquel día, añadiendo la ración del trabajo de

mis manos, o de mis uñas por mejor decir,acabamos de comer, aunque yo nunca empe aba.

Y luego me vino otro sobresalto, que fue verleandar solícito quitando clavos de las paredes ybuscando tablillas, con las cuales clavó y cerrótodos los agujeros de la vieja arca.

$- h 2eñor mío =dije yo entonces=, a cu)ntamiseria y fortuna y desastres estamos puestos losnacidos, y cu)n poco duran los placeres de estanuestra trabajosa vida/ ?eme aquí, que pensabacon este pobre y triste remedio remediar y pasarmi lacería, y estaba ya cuanto que alegre y debuena ventura. 7as no quiso mi desdicha,despertando a este lacerado de mi amo yponi!ndole m)s diligencia de la que !l de suyo se


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tenía :pues los míseros por la mayor parte nuncade aqu!lla carecen , agora, cerrando los agujeros

del arca, cerrase la puerta a mi consuelo y laabriese a mis trabajos&.

6sí lamentaba yo, en tanto que mi solícitocarpintero, con muchos clavos y tablillas, dio fin a

sus obras, diciendo#=6gora, donos traidores ratones, convi!neosmudar propósito, que en esta casa mala medraten!is.

8e que salió de su casa, voy a ver la obra, y hall!que no dejó en la triste y vieja arca agujero ni aunpor donde le pudiese entrar un mosquito. 6brocon mi desaprovechada llave, sin esperan a desacar provecho, y vi los dos o tres panescomen ados, los que mi amo creyó ser ratonados,y de ellos todavía saqu! alguna lacería, toc)ndolosmuy ligeramente, a uso de esgrimidor diestro.4omo la necesidad sea tan gran maestra,vi!ndome con tanta siempre, noche y día estabapensando la manera que tendría en sustentar el


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vivir. Y pienso, para hallar estos negros remedios,que me era lu la hambre, pues dicen que el

ingenio con ella se avisa, y al contrario con lahartura, y así era por cierto en mí.

Pues estando una noche desvelado en estepensamiento, pensando cómo me podría valer y

aprovecharme del arca , sentí que mi amo dormía,porque lo mostraba con roncar y en unosresoplidos grandes que daba cuando estabadurmiendo. %evant!me muy quedito, y, habiendoen el día pensado lo que había de hacer y dejadoun cuchillo viejo que por allí andaba en parte do lehallase, voyme al triste arca , y, por do habíamirado tener menos defensa, le acometí con elcuchillo, que a manera de barreno de !l us!. Ycomo la antiquísima arca, por ser de tantos años,la hallase sin fuer a y cora ón, antes muy blanda ycarcomida, luego se me rindió y consintió en sucostado, por mi remedio, un buen agujero. 9stohecho, abro muy paso la llagada arca, y, al tiento,del pan que hall! partido, hice seg n de yuso est)escrito. Y con aquello alg n tanto consolado,tornando a cerrar, me volví a mis pajas, en las


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cuales repos! y dormí un poco, lo cual yo hacíamal, y ech)balo al no comer. Y así sería, porque

cierto, en aquel tiempo, no me debían de quitar elsueño los cuidados del rey de 1rancia.

tro día fue por el señor mi amo visto el daño, asídel pan como del agujero que yo había hecho, y

comen ó a dar a los diablos los ratones y decir#='(u! diremos a esto* -+unca haber sentidoratones en esta casa, sino agora/

Y sin duda debía de decir verdad, porque, si casahabía de haber en el reino justamente de ellosprivilegiada, aqu!lla de ra ón había de ser, porqueno suelen morar donde no hay qu! comer. "orna abuscar clavos por la casa y por las paredes, ytablillas a atap)rselos. Aenida la noche y su reposo,luego yo era puesto en pie con mi aparejo y,cuantos !l tapaba de día, destapaba yo de noche.

9n tal manera fue y tal prisa nos dimos, que sinduda por esto se debió decir# $donde una puertase cierra, otra se abre&. 1inalmente, parecíamos


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tener a destajo la tela de Pen!lope, pues, cuanto !ltejía de día rompía yo de noche. 4a en pocos días

y noches pusimos la pobre despensa de tal formaque, quien quisiera propiamente de ella hablar,m)s cora as viejas de otro tiempo, que no arca , lallamara, seg n la clava ón y tachuelas sobre sítenía.

8e que vio no aprovecharle nada su remedio, dijo#

=9ste arca est) tan maltratado y es de madera tanvieja y flaca, que no habr) ratón a quien sedefienda. Y va ya tal que, si andamos m)s con !l,nos dejar) sin guarda. Y aun lo peor, que, aunquehace poca, todavía har) falta faltando, y mepondr) en costa de tres o cuatro reales. 9l mejorremedio que hallo, pues el de hasta aquí noaprovecha# armar! por de dentro a estos ratonesmalditos.

%uego buscó prestada una ratonera, y con corte asde queso que a los vecinos pedía, contino el gatoestaba armado dentro del arca. %o cual era para mísingular au3ilio, porque, puesto caso que yo no


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había menester muchas salsas para comer, todavíame holgaba con las corte as del queso que de la

ratonera sacaba, y sin esto no perdonaba elratonar del bodigo.

4omo hallase el pan ratonado y el queso comido yno cayese el ratón que lo comía, d)base al diablo,

preguntaba a los vecinos qu! podría ser comer elqueso y sacarlo de la ratonera y no caer ni quedardentro el ratón, y hallar caída la trampilla del gato.

6cordaron los vecinos no ser el ratón el que estedaño hacía, porque no fuera menos de haber caídoalguna ve . 8íjole un vecino#

=9n vuestra casa yo me acuerdo que solía andaruna culebra, y !sta debe de ser sin duda. Y llevara ón, que como es larga, tiene lugar de tomar elcebo, y, aunque la coja la trampilla encima, comono entre toda dentro, tórnase a salir.

4uadró a todos lo que aqu!l dijo y alteró mucho ami amo, y dende en adelante no dormía tan asueño suelto, que cualquier gusano de la madera


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que de noche sonase, pensaba ser la culebra quele roía el arca. %uego era puesto en pie, y con un

garrote que a la cabecera, desde que aquello ledijeron, ponía, daba en la pecadora del arcagrandes garrota os, pensando espantar la culebra.6 los vecinos despertaba con el estruendo quehacía, y a mí no me dejaba dormir. Dbase a mis

pajas y trastorn)balas, y a mí con ellas, pensandoque se iba para mí y se envolvía en mis pajas o enmi sayo; porque le decían que de noche acaecía aestos animales, buscando calor, irse a las cunasdonde est)n criaturas, y a n mordellas y hacerlespeligrar.

Yo las m)s veces hacía del dormido, y en lamañana, decíame !l#

='9sta noche, mo o, no sentiste nada* Pues tras laculebra anduve, y aun pienso se ha de ir para ti a lacama, que son muy frías y buscan calor.

=-Plega a 8ios que no me muerda =decía yo=, queharto miedo le tengo/


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8e esta manera andaba tan elevado y levantadodel sueño, que, mi fe, la culebra :o culebro por

mejor decir no osaba roer de noche ni levantarseal arca; mas de día, mientras estaba en la iglesia opor el lugar, hacía mis saltos. %os cuales dañosviendo !l, y el poco remedio que les podía poner,andaba de noche, como digo, hecho trasgo.

Yo hube miedo que con aquellas diligencias no metopase con la llave, que debajo de las pajas tenía, yparecióme lo m)s seguro metella de noche en laboca, porque ya, desde que viví con el ciego, latenía tan hecha bolsa que me acaeció tener en elladoce o quince maravedís, todo en medias blancas,sin que me estorbase el comer, porque de otramanera no era señor de una blanca que el malditociego no cayese con ella, no dejando costura niremiendo que no me buscaba muy a menudo.

Pues, así como digo, metía cada noche la llave enla boca y dormía sin recelo que el brujo de mi amocayese con ella; mas cuando la desdicha ha devenir, por dem)s es diligencia. (uisieron mishados, o por mejor decir mis pecados, que, una


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noche que estaba durmiendo, la llave se me pusoen la boca, que abierta debía tener, de tal manera

y postura que el aire y resoplo, que yo durmiendoechaba, salía por lo hueco de la llave, que decañuto era, y silbaba, seg n mi desastre quiso,muy recio, de tal manera que el sobresaltado demi amo lo oyó, y creyó sin duda ser el silbo de la

culebra, y cierto lo debía parecer.%evantóse muy paso con su garrote en la mano, y,al tiento y sonido de la culebra, se llegó a mí conmucha quietud, por no ser sentido de la culebra. Y,como cerca se vio, pensó que allí en las pajas, doyo estaba echado, al calor mío se había venido.%evantando bien el palo, pensando tenerla debajoy darle tal garrota o que la matase, con toda sufuer a me descargó en la cabe a un tan gran golpeque sin ning n sentido y muy mal descalabradome dejó.

4omo sintió que me había dado, seg n yo debíahacer gran sentimiento con el fiero golpe, contaba!l que se había llegado a mí y, d)ndome grandesvoces, llam)ndome, procuró recordarme. 7as,


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como me tocase con las manos, tentó la muchasangre que se me iba, y conoció el daño que me

había hecho. Y con mucha prisa fue a buscarlumbre y, llegando con ella, hallóme quejando,todavía con mi llave en la boca, que nunca ladesampar!, la mitad fuera, bien de aquella maneraque debía estar al tiempo que silbaba con ella.

9spantado el matador de culebras qu! podría seraquella llave, miróla sac)ndomela del todo de laboca, y vio lo que era, porque en las guardas nadade la suya diferenciaba. 1ue luego a proballa, y conella probó el maleficio. 8ebió de decir el cruelca ador# $9l ratón y culebra que me daban guerray me comían mi hacienda he hallado&.

8e lo que sucedió en aquellos tres días siguientesninguna fe dar!, porque los tuve en el vientre de laballena, mas, de cómo esto que he contado oí,despu!s que en mí torn!, decir a mi amo, el cual acuantos allí venían lo contaba por e3tenso.

6 cabo de tres días yo torn! en mi sentido, y vimeechado en mis pajas, la cabe a toda emplastada y


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poco en poco, a los quince días me levant! yestuve sin peligro :mas no sin hambre y medio

sano.

%uego otro día que fui levantado, el señor mi amome tomó por la mano y sacóme la puerta fuera y,puesto en la calle, díjome#

=%) aro, de hoy m)s eres tuyo y no mío. Cuscaamo y vete con 8ios, que yo no quiero en micompañía tan diligente servidor. +o es posible sinoque hayas sido mo o de ciego.

Y santigu)ndose de mí, como si yo estuvieraendemoniado, tórnase a meter en casa y cierra supuerta.

"ratado tercero4ómo %) aro se asentó con un escudero y de loque le acaeció con !l

8e esta manera me fue for ado sacar fuer as deflaque a, y poco a poco, con ayuda de las buenasgentes, di conmigo en esta insigne ciudad de


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"oledo, adonde, con la merced de 8ios, dende aquince días se me cerró la herida. Y, mientras

estaba malo, siempre me daban alguna limosna;mas, despu!s que estuve sano, todos me decían#

=" , bellaco y gallofero eres. Cusca, busca un buenamo a quien sirvas.

$'Y adónde se hallar) !se =decía yo entre mí=, si8ios agora de nuevo, como crió el mundo, no lecriase*&

6ndando así discurriendo de puerta en puerta, conharto poco remedio, porque ya la caridad se subióal cielo, topóme 8ios con un escudero que iba porla calle, con ra onable vestido, bien peinado, supaso y comp)s en orden. 7iróme, y yo a !l, ydíjome#

=7uchacho, 'buscas amo*

Yo le dije#

=2í, señor.


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=Pues vente tras mí =me respondió=, que 8ios te ha

hecho merced en topar conmigo; alguna buenaoración re aste hoy.

Y seguíle, dando gracias a 8ios por lo que le oí, ytambi!n que me parecía, seg n su h)bito y

continente, ser el que yo había menester.9ra de mañana cuando !ste mi tercero amo top!, yllevóme tras sí gran parte de la ciudad. Pas)bamospor las pla as do se vendía pan y otras provisiones.Yo pensaba, y aun deseaba, que allí me queríacargar de lo que se vendía, porque !sta era propiahora cuando se suele proveer de lo necesario, masmuy a tendido paso pasaba por estas cosas.

$Por ventura no lo ve aquí a su contento =decíayo=, y querr) que lo compremos en otro cabo&.

8e esta manera anduvimos hasta que dio las once.9ntonces se entró en la iglesia mayor, y yo tras !l, ymuy devotamente le vi oír misa y los otros oficiosdivinos, hasta que todo fue acabado y la gente ida.


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9ntonces salimos de la iglesia. 6 buen pasotendido comen amos a ir por una calle abajo. Yo

iba el m)s alegre del mundo en ver que no noshabíamos ocupado en buscar de comer. Cienconsider! que debía ser hombre, mi nuevo amo,que se proveía en junto, y que ya la comida estaríaa punto y tal como yo la deseaba y aun la había

menester.9n este tiempo dio el reloj la una despu!s demediodía, y llegamos a una casa, ante la cual miamo se paró, y yo con !l, y, derribando el cabo dela capa sobre el lado i quierdo, sacó una llave de lamanga y abrió su puerta y entramos en casa, lacual tenía la entrada oscura y lóbrega, de talmanera que parece que ponía temor a los que enella entraban, aunque dentro de ella estaba unpatio pequeño y ra onables c)maras.

8esque fuimos entrados, quita de sobre sí su capay, preguntando si tenía las manos limpias, lasacudimos y doblamos y, muy limpiamentesoplando un poyo que allí estaba, la puso en !l. Yhecho esto, sentóse cabo de ella, pregunt)ndome


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muy por e3tenso de dónde era y cómo habíavenido a aquella ciudad. Y yo le di m)s larga

cuenta que quisiera, porque me parecía m)sconveniente hora de mandar poner la mesa yescudillar la olla que de lo que me pedía. 4on todoeso, yo le satisfice de mi persona lo mejor quementir supe, diciendo mis bienes y callando lo

dem)s, porque me parecía no ser para en c)mara.9sto hecho, estuvo así un poco, y yo luego vi malaseñal por ser ya casi las dos y no verle m)s alientode comer que a un muerto. 8espu!s de esto,consideraba aquel tener cerrada la puerta con llaveni sentir arriba ni abajo pasos de viva persona porla casa. "odo lo que yo había visto eran paredes,sin ver en ella silleta, ni tajo, ni banco, ni mesa, niaun tal arca como el de marras. 1inalmente, ellaparecía casa encantada. 9stando así, díjome#

=" , mo o, 'has comido*

=+o, señor =dije yo=, que a n no eran dadas lasocho cuando con vuestra merced encontr!.

=Pues, aunque de mañana, yo había almor ado, y,


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cuando así como algo, h)gote saber que hasta lanoche me estoy así. Por eso, p)sate como

pudieres, que despu!s cenaremos.

Auestra merced crea, cuando esto le oí, que estuveen poco de caer de mi estado, no tanto de hambrecomo por conocer de todo en todo la fortuna

serme adversa. 6llí se me representaron de nuevomis fatigas y torn! a llorar mis trabajos; allí se mevino a la memoria la consideración que hacíacuando me pensaba ir del cl!rigo, diciendo que,aunque aquel era desventurado y mísero, porventura toparía con otro peor. 1inalmente, allí llor!mi trabajosa vida pasada y mi cercana muertevenidera. Y con todo disimulando lo mejor quepude, le dije#

=2eñor, mo o soy que no me fatigo mucho porcomer, bendito 8ios. 8e eso me podr! yo alabarentre todos mis iguales por de mejor garganta, yasí fui yo loado de ella hasta hoy día de los amosque yo he tenido.

=Airtud es !sa =dijo !l=, y por eso te querr! yo m)s,


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porque el hartar es de los puercos y el comerregladamente es de los hombres de bien.

$-Cien te he entendido/ =dije yo entre mí=. -7alditatanta medicina y bondad como aquestos mis amosque yo hallo hallan en la hambre/&

P seme a un cabo del portal y saqu! unospeda os de pan del seno, que me habían quedadode los de por 8ios.


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=+o s! yo eso =le dije=; mas a mí no me pone ascoel sabor de ello.

=6sí plega a 8ios =dijo el pobre de mi amo.

Y, llev)ndolo a la boca, comen ó a dar en !l tanfieros bocados como yo en lo otro.

=-2abrosísimo pan est) =dijo=, por 8ios/

Y como le sentí de qu! pie cojeaba, dime prisa,porque le vi en disposición, si acababa antes queyo, se comediría a ayudarme a lo que me quedase.Y con esto acabamos casi a una. Y mi amocomen ó a sacudir con las manos unas pocas demigajas, y bien menudas, que en los pechos se lehabían quedado. Y entró en una camareta que allíestaba, y sacó un jarro desbocado y no muy nuevo,y, desque hubo bebido, convidóme con !l. Yo, porhacer del continente, dije#

=2eñor, no bebo vino.

=6gua es =me respondió=. Cien puedes beber.


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9ntonces tom! el jarro y bebí, no mucho, porque

de sed no era mi congoja.

6sí estuvimos hasta la noche, hablando en cosasque me preguntaba, a las cuales yo le respondí lomejor que supe. 9n este tiempo metióme en la

c)mara donde estaba el jarro de que bebimos, ydíjome#

=7o o, p)rate allí, y ver)s cómo hacemos estacama, para que la sepas hacer de aquí adelante.

P seme de un cabo y !l de otro, e hicimos la negracama, en la cual no había mucho que hacer,porque ella tenía sobre unos bancos un cañi o,sobre el cual estaba tendida la ropa, que, por noestar muy continuada a lavarse, no parecíacolchón, aunque servía de !l, con harta menos lanaque era menester. 6qu!l tendimos, haciendocuenta de ablandalle, lo cual era imposible, porquede lo duro mal se puede hacer blando. 9l diablodel enjalma maldita la cosa tenía dentro de sí, que,puesto sobre el cañi o, todas las cañas se


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señalaban y parecían a lo proprio entrecuesto deflaquísimo puerco. Y sobre aquel hambriento

colchón, un alfamar del mismo jae , del cual elcolor yo no pude alcan ar.

?echa la cama, y la noche venida, díjome#

=%) aro, ya es tarde, y de aquí a la pla a hay grantrecho. "ambi!n en esta ciudad andan muchosladrones, que, siendo de noche, capean. Pasemoscomo podamos, y mañana, venido el día, 8ios har)merced; porque yo, por estar solo, no estoyproveído, antes he comido estos días por all)fuera. 7as agora hacerlo hemos de otra manera.

=2eñor, de mí =dije yo= ninguna pena tenga vuestramerced, que bien s! pasar una noche y a n m)s, sies menester, sin comer.

=Aivir)s m)s y m)s sano =me respondió=, porque,como decíamos hoy, no hay tal cosa en el mundopara vivir mucho que comer poco.

$2i por esa vía es =dije entre mí=, nunca yo morir!,


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que siempre he guardado esa regla por fuer a, ya n espero, en mi desdicha, tenella toda mi vida&.

Y acostóse en la cama, poniendo por cabecera lascal as y el jubón, y mandóme echar a sus pies, locual yo hice; mas, maldito el sueño que yo dormí,porque las cañas y mis salidos huesos en toda la

noche dejaron de rifar y encenderse; que con mistrabajos, males y hambre, pienso que en mi cuerpono había libra de carne, y tambi!n, como aquel díano había comido casi nada, rabiaba de hambre, lacual con el sueño no tenía amistad. 7aldíjeme milveces :8ios me lo perdone , y a mi ruin fortuna, allílo m)s de la noche, y lo peor, no os)ndomerevolver por no despertalle, pedí a 8ios muchasveces la muerte.

%a mañana venida, levant)monos, y comien a alimpiar y sacudir sus cal as y jubón y sayo y capa.-Y yo que le servía de pelillo/ Y vísteseme muy a suplacer de espacio. 9ch!le aguamanos, peinóse yp sose su espada en el talabarte, y, al tiempo quela ponía, díjome#


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=- h, si supieses, mo o, qu! pie a es !sta/ +o haymarco de oro en el mundo por que yo la diese;

mas así, ninguna de cuantas 6ntonio hi o noacertó a ponelle los aceros tan prestos como !stalos tiene.

Y sacóla de la vaina y tentóla con los dedos,

diciendo#='%a ves aquí* Yo me obligo con ella cercenar uncopo de lana.

Y yo dije entre mí# $Y yo con mis dientes, aunqueno son de acero, un pan de cuatro libras&.

"ornóla a meter y ciñósela, y un sartal de cuentasgruesas del talabarte. Y con un paso sosegado y elcuerpo derecho, haciendo con !l y con la cabe amuy gentiles meneos, echando el cabo de la capasobre el hombro y a veces so el bra o, y poniendola mano derecha en el costado, salió por la puerta,diciendo#

=%) aro, mira por la casa en tanto que voy a oír


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misa, y ha la cama y ve por la vasija de agua al río,que aquí bajo est), y cierra la puerta con llave, no

nos hurten algo, y ponla aquí al quicio porque, siyo viniere en tanto, pueda entrar.

Y s bese por la calle arriba con tan gentilsemblante y continente, que quien no le conociera

pensara ser muy cercano pariente al conde de6rcos, o, al menos, camarero que le daba de vestir.

$-Cendito se)is Aos, 2eñor =qued! yo diciendo=que dais la enfermedad y pon!is el remedio/'(ui!n encontrar) a aquel mi señor que no piense,seg n el contento de sí lleva, haber anoche biencenado y dormido en buena cama, y, aunqueagora es de mañana, no le cuenten por muy bienalmor ado* -5randes secretos son, 2eñor, los quevos hac!is y las gentes ignoran/ '6 qui!n noengañar) aquella buena disposición y ra onablecapa y sayo* 'Y qui!n pensar) que aquel gentilhombre se pasó ayer todo el día sin comer conaquel mendrugo de pan que su criado %) aro trajoun día y una noche en el arca de su seno, do no sele podía pegar mucha limpie a, y hoy, lav)ndose


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las manos y cara, a falta de paño de manos, sehacía servir de la halda del sayo* +adie por cierto

lo sospechar). - h 2eñor, y cu)ntos de aqu!stosdeb!is Aos tener por el mundo derramados, quepadecen por la negra que llaman honra, lo que porAos no sufrir)n/&

6sí estaba yo a la puerta, mirando y considerandoestas cosas y otras muchas, hasta que el señor miamo traspuso la larga y angosta calle. Y, como lo vitrasponer, torn!me a entrar en casa y en un credola anduve toda, alto y bajo, sin hacer represa, nihallar en qu!. ?ago la negra dura cama y tomo el jarro y doy comigo en el río, donde en una huertavi a mi amo en gran recuesta con dos rebo adasmujeres, al parecer de las que en aquel lugar nohacen falta, antes muchas tienen por estilo de irsea las mañanicas del verano a refrescar y almor arsin llevar qu!, por aquellas frescas riberas, conconfian a que no ha de faltar qui!n se lo d!, seg nlas tienen puestas en esta costumbre aquelloshidalgos del lugar.

Y como digo, !l estaba entre ellas hecho un


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7acías, dici!ndoles m)s dul uras que vidioescribió. Pero, como sintieron de !l que estaba

bien enternecido, no se les hi o de vergEen apedirle de almor ar con el acostumbrado pago.


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mandó, y tórnome a mi menester. 4on baja yenferma vo y inclinadas mis manos en los senos,

puesto 8ios ante mis ojos y la lengua en sunombre, comien o a pedir pan por las puertas ycasas m)s grandes que me parecía. 7as como yoeste oficio le hubiese mamado en la leche :quierodecir que con el gran maestro, el ciego, lo

aprendí , tan suficiente discípulo salí, que, aunqueen este pueblo no había caridad, ni el año fuesemuy abundante, tan buena maña me di, que, antesque el reloj diese las cuatro, ya yo tenía otrastantas libras de pan ensiladas en el cuerpo, y m)sde otras dos en las mangas y senos. Aolvíme a laposada y, al pasar por la tripería, pedí a una deaquellas mujeres, y diome un peda o de uña devaca con otras pocas de tripas cocidas.

4uando llegu! a casa, ya el bueno de mi amoestaba en ella, doblada su capa y puesta en elpoyo, y !l pase)ndose por el patio. 4omo entr!,vínose para mí. Pens! que me quería reñir por latardan a; mas mejor lo hi o 8ios. Preguntóme dóvenía. Yo le dije#


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=2eñor, hasta que dio las dos estuve aquí, y de quevi que vuestra merced no venía, fuime por esa

ciudad a encomendarme a las buenas gentes, yhanme dado esto que veis.

7ostr!le el pan y las tripas, que en un cabo de lahalda traía, a lo cual !l mostró buen semblante, y

dijo#=Pues, esperado te he a comer, y, de que vi que noviniste, comí. 7as t haces como hombre de bienen eso, que m)s vale pedillo por 8ios que nohurtallo. Y así


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(uiso 8ios cumplir mi deseo, y aun pienso que elsuyo; porque como comenc! a comer y !l se

andaba paseando, llegóse a mí y díjome#

=8ígote, %) aro, que tienes en comer la mejorgracia que en mi vida vi a hombre, y que nadie telo ver) hacer que no le pongas gana, aunque no la

tenga.$%a muy buena que t tienes =dije yo entre mí= tehace parecer la mía hermosa&.

4on todo, parecióme ayudarle, pues se ayudaba yme abría camino para ello, y díjele#

=2eñor, el buen aparejo hace buen artífice. 9stepan est) sabrosísimo, y esta uña de vaca tan biencocida y sa onada que no habr) a quien noconvide con su sabor.

='Bña de vaca es*

=2í, señor.


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=8ígote que es el mejor bocado del mundo, y queno hay fais)n que así me sepa.

=Pues pruebe, señor, y ver) qu! tal est).

Póngole en las uñas la otra, y tres o cutro raciones de pan de lo m)s blanco. Y

asentóseme al lado y comien a a comer comoaqu!l que lo había gana, royendo cada huesecillode aqu!llos mejor que un galgo suyo lo hiciera.

=4on almodrote =decía= es !ste singular manjar.

$-4on mejor salsa lo comes t /& =respondí yo paso.

=Por 8ios, que me ha sabido como si hoy nohubiera comido bocado.

$-6sí me vengan los buenos años como es ello/&=dije yo entre mí.

Pidióme el jarro del agua y díselo como lo habíatraído. 9s señal que, pues no le faltaba el agua, queno le había a mi amo sobrado la comida. Cebimos,


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y muy contentos nos fuimos a dormir, como lanoche pasada.

Y por evitar prolijidad, de esta manera estuvimosocho o die días, y!ndose el pecador en la mañanacon aquel contento y paso contado a papar airepor las calles, teniendo en el pobre %) aro una

cabe a de lobo.4ontemplaba yo muchas veces mi desastre, que,escapando de los amos ruines que había tenido ybuscando mejoría, viniese a topar con quien nosólo no me mantuviese, mas a quien yo había demantener. 4on todo, le quería bien, con ver que notenía ni podía m)s, y antes le había l)stima queenemistad. Y muchas veces, por llevar a la posadacon que !l lo pasase, yo lo pasaba mal. Porque unamañana, levant)ndose el triste en camisa, subió alo alto de la casa a hacer sus menesteres y, entanto yo, por salir de sospecha, desenvolvíle el jubón y las cal as, que a la cabecera dejó, y hall!una bolsilla de terciopelo raso, hecha ciendobleces y sin maldita la blanca ni señal que lahubiese tenido mucho tiempo.


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perseguirme no era satisfecha, que en aquellatrabajada y vergon osa vivienda no durase. Y fue,

como el año en esta tierra fuese est!ril de pan,acordaron el 6yuntamiento que todos los pobrese3tranjeros se fuesen de la ciudad, con pregón queel que de allí adelante topasen fuese punido cona otes. Y así, ejecutando la ley, desde a cuatro días

que el pregón se dio, vi llevar una procesión depobres a otando por las 4uatro 4alles. %o cual mepuso tan gran espanto que nunca os!desmandarme a demandar.

6quí viera, quien vello pudiera, la abstinencia demi casa y la triste a y silencio de los moradores,tanto que nos acaeció estar dos o tres días sincomer bocado ni hablar palabra. 6 mí di!ronme lavida unas mujercillas hilanderas de algodón, quehacían bonetes y vivían par de nosotros, con lascuales yo tuve vecindad y conocimiento. (ue, de lalacería que les traían, me daban alguna cosilla, conla cual muy pasado me pasaba.

Y no tenía tanta l)stima de mí como del lastimadode mi amo, que en ocho días maldito el bocado


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que comió. 6 lo menos en casa bien los estuvimossin comer. +o s! yo cómo o dónde andaba y qu!

comía. -Y velle venir a mediodía la calle abajo conestirado cuerpo, m)s largo que galgo de buenacasta/ Y por lo que toca a su negra que dicenhonra, tomaba una paja, de las que aun asa nohabía en casa, y salía a la puerta escarbando los

que nada entre sí tenían, quej)ndose todavía deaquel mal solar, diciendo#

=7alo est) de ver, que la desdicha de esta viviendalo hace. 4omo ves, es lóbrega, triste, oscura.7ientras aquí estuvi!remos, hemos de padecer. Yadeseo se acabe este mes por salir de ella.

Pues estando en esta afligida y hambrientapersecución, un día, no s! por cu)l dicha o ventura,en el pobre poder de mi amo entró un real, con elcual !l vino a casa tan ufano como si tuviera eltesoro de Aenecia, y con gesto muy alegre yrisueño me lo dio, diciendo#

="oma, %) aro, que 8ios ya va abriendo su mano.Ae a la pla a y merca pan y vino y carne#


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-quebremos el ojo al diablo/ Y m)s te hago saber,porque te huelgues# que he alquilado otra casa y

en !sta desastrada no hemos de estar m)s de encumpliendo el mes. -7aldita sea ella y el que enella puso la primera teja, que con mal en ella entr!/Por nuestro 2eñor, cuanto ha que en ella vivo, gotade vino ni bocado de carne no he comido, ni he

habido descanso ninguno; mas -tal vista tiene y taloscuridad y triste a/ Ae y ven presto y comamoshoy como condes.

"omo mi real y jarro y, a los pies d)ndoles prisa,comien o a subir mi calle encaminando mis pasospara la pla a, muy contento y alegre. 7as, 'qu! meaprovecha, si est) constituido en mi triste fortunaque ning n go o me venga sin o obra* Y así fue!ste, porque, yendo la calle arriba, echando micuenta en lo que le emplearía que fuese mejor ym)s provechosamente gastado, dando infinitasgracias a 8ios que a mi amo había hecho condinero, a deshora me vino al encuentro un muerto,que por la calle abajo muchos cl!rigos y gente queen unas andas traían. 6rrim!me a la pared pordarles lugar, y, desque el cuerpo pasó, venía luego


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a par del lecho una que debía ser su mujer deldifunto, cargada de luto, y con ella otras muchas

mujeres; la cual iba llorando a grandes voces ydiciendo#

=7arido y señor mío, 'adónde os me llevan* -6 lacasa triste y desdichada, a la casa lóbrega y oscura,

a la casa donde nunca comen ni beben/Yo, que aquello oí, juntóseme el cielo con la tierra,y dije#

$- h desdichado de mí, para mi casa llevan estemuerto/&

8ejo el camino que llevaba, y hendí por medio dela gente, y vuelvo por la calle abajo a todo el m)scorrer que pude para mi casa. Y entrando en ella,cierro a grande priesa, invocando el au3ilio y favorde mi amo, abra )ndome de !l, que me venga aayudar y a defender la entrada. 9l cual, algoalterado, pensando que fuese otra cosa, me dijo#

='(u! es eso, mo o* '(u! voces das* '(u! has*


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'Por qu! cierras la puerta con tal furia*

=- h señor =dije yo=, acuda aquí, que nos traen ac)un muerto/

='4ómo así* =respondió !l.

=6quí arriba lo encontr! y venía diciendo su mujer#$7arido y señor mío, 'adónde os llevan* -6 la casalóbrega y oscura, a la casa triste y desdichada, a lacasa donde nunca comen ni beben/&. 6c), señor,nos le traen.

Y ciertamente, cuando mi amo esto oyó, aunqueno tenía por qu! estar muy risueño, rió tanto quemuy gran rato estuvo sin poder hablar. 9n estetiempo tenía ya yo echada el aldaba a la puerta ypuesto el hombro en ella por m)s defensa. Pasó lagente con su muerto, y yo todavía me recelabaque nos le habían de meter en casa. Y, desque fueya m)s harto de reír que de comer, el bueno de miamo, díjome#

=Aerdad es, %) aro, seg n la viuda lo va diciendo,


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t tuviste ra ón de pensar lo que pensaste; mas,pues 8ios lo ha hecho mejor y pasan adelante,

abre, abre y ve por de comer.

=8ej)los, señor, acaben de pasar la calle =dije yo.

6l fin vino mi amo a la puerta de la calle, y )brela

esfor )ndome, que bien era menester, seg n elmiedo y alteración, y me torno a encaminar. 7as,aunque comimos bien aquel día, maldito el gustoyo tomaba en ello. +i en aquellos tres días torn!en mi color. Y mi amo, muy risueño todas las vecesque se le acordaba aquella mi consideración.

8e esta manera estuve con mi tercero y pobreamo, que fue este escudero, algunos días, y entodos deseando saber la intención de su venida yestada en esta tierra; porque, desde el primer díaque con !l asent!, le conocí ser e3tranjero, por elpoco conocimiento y trato que con los naturalesde ella tenía.

6l fin se cumplió mi deseo y supe lo que deseaba;porque, un día que habíamos comido


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ra onablemente y estaba algo contento, contómesu hacienda y díjome ser de 4astilla la Aieja, y que

había dejado su tierra no m)s de por no quitar elbonete a un caballero, su vecino.

=2eñor =dije yo=, si !l era lo que decía y tenía m)sque vos, 'no err)bades en no quit)rselo primero,

pues decís que !l tambi!n os lo quitaba*=2í es y sí tiene, y tambi!n me lo quitaba !l a mí;mas, de cuantas veces yo se le quitaba primero, nofuera malo comedirse !l alguna y ganarme por lamano.

=Par!ceme, señor =le dije yo=, que en eso nomirara, mayormente con mis mayores que yo yque tienen m)s.

=9res muchacho =me respondió= y no sientes lascosas de honra, en que el día de hoy est) todo elcaudal de los hombres de bien. Pues te hago saberque yo soy, como ves, un escudero; mas -vótote a8ios/, si al 4onde topo en la calle y no me quitamuy bien quitado del todo el bonete, que otra ve


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habla es caballero. Y así, de aqu!l de mi tierra queme atestaba de mantenimiento, nunca m)s le

quise sufrir, ni sufriría ni sufrir! a hombre delmundo, del rey abajo, que# $7ant!ngaos 8ios&,me diga.

$Pecador de mí =dije yo=, por eso tiene tan poco

cuidado de mantenerte, pues no sufres que nadiese lo ruegue&.

=7ayormente =dijo= que no soy tan pobre que notengo en mi tierra un solar de casas, que, a estarellas en pie y bien labradas, diecis!is leguas dedonde nací, en aquella 4ostanilla de Aalladolid,valdrían m)s de doscientas veces mil maravedís,seg n se podrían hacer grandes y buenas. Y tengoun palomar que, a no estar derribado como est),daría cada año m)s de doscientos palominos. Yotras cosas que me callo, que dej! por lo quetocaba a mi honra; y vine a esta ciudad pensandoque hallaría un buen asiento; mas no me hasucedido como pens!. 4anónigos y señores de laiglesia muchos hallo; mas es gente tan limitadaque no los sacar)n de su paso todo el mundo.


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4aballeros de media talla tambi!n me ruegan; masservir a !stos es gran trabajo, porque de hombre

os hab!is de convertir en malilla, y, si no, $andadcon 8ios& os dicen. Y las m)s veces son lospagamentos a largos pla os, y las m)s y las m)sciertas, comido por servido. Ya, cuando quierenreformar consciencia y satisfaceros vuestros

sudores, sois librado en la rec)mara, en un sudado jubón o raída capa o sayo. Ya, cuando asienta unhombre con un señor de título, todavía pasa sulacería. Pues por ventura 'no hay en mí habilidadpara servir y contentar a !stos* Por 8ios, si con !ltopase, muy gran su privado pienso que fuese, yque mil servicios le hiciese, porque yo sabríamentille tan bien como otro y agradalle a las milmaravillas. >eílle ya mucho sus donaires ycostumbres, aunque no fuesen las mejores delmundo; nunca decille cosa con que le pesase,aunque mucho le cumpliese; ser muy diligente ensu persona, en dicho y hecho; no me matar por nohacer bien las cosas que !l no había de ver, yponerme a reñir, donde !l lo oyese, con la gentede servicio, porque pareciese tener gran cuidadode lo que a !l tocaba. 2i riñese con alg n su criado,


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dar unos puntillos agudos para encenderle la ira yque pareciesen en favor del culpado; decirle bien

de lo que bien le estuviese y, por el contrario, sermalicioso, mofador, malsinar a los de casa, y a losde fuera pesquisar y procurar de saber vidas ajenaspara cont)rselas, y otras muchas galas de estacalidad que hoy día se usan en palacio y a los

señores de !l parecen bien; y no quieren ver en suscasas hombres virtuosos, antes los aborrecen ytienen en poco y llaman necios y que no sonpersonas de negocios, ni con quien el señor sepuede descuidar. Y con !stos los astutos usan,como digo, el día de hoy, de lo que yo usaría; masno quiere mi ventura que le halle.

8e esta manera lamentaba tan bien su adversafortuna mi amo, d)ndome relación de su personavalerosa.

Pues, estando en esto, entró por la puerta unhombre y una vieja. 9l hombre le pide el alquilerde la casa y la vieja el de la cama. ?acen cuenta, yde dos en dos meses le alcan aron lo que !l en unaño no alcan ara. Pienso que fueron doce o trece


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abren la puerta y entran a embargar la hacienda demi amo hasta ser pagados de su deuda.

6nduvieron toda la casa y hall)ronladesembara ada, como he contado, y dícenme#

='(u! es de la hacienda de tu amo, sus arcas ypaños de pared y alhajas de casa*

=+o s! yo eso =le respondí.

=2in duda =dicen ellos= esta noche lo deben dehaber al ado y llevado a alguna parte. 2eñoralguacil, prended a este mo o, que !l sabe dóndeest).

9n esto vino el alguacil y echóme mano por elcollar del jubón, diciendo#

=7uchacho, t eres preso, si no descubres losbienes de este tu amo.

Yo, como en otra tal no me hubiese visto :porqueasido del collar sí había sido muchas e infinitasveces, mas era mansamente de !l trabado, para


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que mostrase el camino al que no veía , yo hubemucho miedo y, llorando, prometíle de decir lo

que me preguntaban.

=Cien est) =dicen ellos=. Pues di todo lo que sabesy no hayas temor.

2entóse el escribano en un poyo para escribir elinventario, pregunt)ndome qu! tenía.

=2eñores =dije yo=, lo que este mi amo tiene, seg n!l me dijo, es un muy buen solar de casas y unpalomar derribado.

=Cien est) =dicen ellos=; por poco que eso valga,hay para nos entregar de la deuda. 'Y a qu! partede la ciudad tiene eso* =me preguntaron.

=9n su tierra =les respondí.

=Por 8ios, que est) bueno el negocio =dijeronellos=. 'Y adónde es su tierra*

=8e 4astilla la Aieja me dijo !l que era =le dije.


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>i!ronse mucho el alguacil y el escribano,

diciendo#

=Castante relación es !sta para cobrar vuestradeuda, aunque mejor fuese.

%as vecinas, que estaban presentes, dijeron#=2eñores, !ste es un niño inocente y ha pocos díasque est) con ese escudero y no sabe de !l m)sque vuestras mercedes; sino cuanto el pecadorcicose llega aquí a nuestra casa, y le damos de comerlo que podemos por amor de 8ios, y a las nochesse iba a dormir con !l.

Aista mi inocencia, dej)ronme, d)ndome por libre.Y el alguacil y el escribano piden al hombre y a lamujer sus derechos. 2obre lo cual tuvieron grancontienda y ruido, porque ellos alegaron no serobligados a pagar, pues no había de qu! ni sehacía el embargo. %os otros decían que habíandejado de ir a otro negocio, que les importabam)s, por venir a aqu!l.


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1inalmente, despu!s de dadas muchas voces, al

cabo carga un porquerón con el viejo alfamar de lavieja, aunque no iba muy cargado, all) van todoscinco dando voces. +o s! en qu! paró. 4reo yoque el pecador alfamar pagara por todos. Y bien seempleaba, pues el tiempo que había de reposar y

descansar de los trabajos pasados, se andabaalquilando.

6sí, como he contado, me dejó mi pobre terceroamo, do acab! de conocer mi ruin dicha, pues,señal)ndose todo lo que podía contra mí, hacíamis negocios tan al rev!s, que los amos, quesuelen ser dejados de los mo os, en mí no fueseasí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí.

"ratado cuarto4ómo %) aro se asentó con un fraile de la 7erced,y de lo que le acaeció con !l

?ube de buscar el cuarto, y !ste fue un fraile de la7erced, que las mujercillas que digo meencaminaron, al cual ellas le llamaban pariente.


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5ran enemigo del coro y de comer en el convento,perdido por andar fuera, amicísimo de negocios

seglares y visitar, tanto que pienso que rompía !lm)s apatos que todo el convento.


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un par de dura nos, cada sendas peras verdiñales.6sí procuraba tenerlos propicios, porque

favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses atomar la bula. freci!ndosele a !l las gracias,inform)base de la suficiencia de ellos. 2i decíanque entendían, no hablaba palabra en latín por nodar trope ón; mas aprovech)base de un gentil y

bien cortado romance y desenvoltísima lengua. Ysi sabía que los dichos cl!rigos eran de losreverendos, digo que m)s con dineros que conletras y con reverendas se ordenan, hacíase entreellos un santo "om)s, y hablaba dos horas en latín,a lo menos que lo parecía, aunque no lo era.

4uando por bien no le tomaban las bulas, buscabacómo por mal se las tomasen. Y para aquello hacíamolestias al pueblo, y otras veces con mañososartificios. Y porque todos los que le veía hacer seríalargo de contar, dir! uno muy sutil y donoso, conel cual probar! bien su suficiencia.

9n un lugar de la 2agra de "oledo había predicadodos o tres días, haciendo sus acostumbradasdiligencias, y no le habían tomado bula ni, a mi ver,


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tenían intención de tom)rsela. 9staba dado aldiablo con aquello y, pensando qu! hacer, se

acordó de convidar al pueblo para otro día demañana despedir la bula.

Y esa noche, despu!s de cenar, pusi!ronse a jugarla colación !l y el alguacil. Y sobre el juego

vinieron a reñir y a haber malas palabras.


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alguacil de la posada a otra parte. Y así quedó miamo muy enojado. Y, despu!s que los hu!spedes y

vecinos le hubieron rogado que perdiese el enojoy se fuese a dormir, se fue y así nos echamostodos.

%a mañana venida, mi amo se fue a la iglesia y

mandó tañer a misa y al sermón para despedir labula. Y el pueblo se juntó, el cual andabamurmurando de las bulas, diciendo cómo eranfalsas y que el mismo alguacil, riñendo, lo habíadescubierto. 8e manera que, atr)s que tenían malagana de tomalla, con aquello del todo laaborrecieron.

9l señor comisario se subió al p lpito, y comien asu sermón y a animar la gente que no quedasensin tanto bien y indulgencia como la santa bulatraía.

9stando en lo mejor del sermón, entra por lapuerta de la iglesia el alguacil y, desque hi ooración, levantóse y, con vo alta y pausada,cuerdamente comen ó a decir#


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dicho. 4omo calló, mi amo le preguntó si queríadecir m)s que lo dijese. 9l alguacil dijo#

=?arto hay m)s que decir de vos y de vuestrafalsedad; mas por agora basta.

9l señor comisario se hincó de rodillas en el

p lpito y, puestas las manos y mirando al cielo,dijo así#

=2eñor 8ios, a quien ninguna cosa es escondida,antes todas manifiestas, y a quien nada esimposible, antes todo posible# t sabes la verdad ycu)n injustamente yo soy afrentado. 9n lo que a mítoca, yo le perdono, porque t , 2eñor, meperdones. +o mires a aqu!l, que no sabe lo quehace ni dice; mas la injuria a ti hecha te suplico, ypor justicia te pido no disimules. Porque algunoque est) aquí, que por ventura pensó tomaraquesta santa bula, y dando cr!dito a las falsaspalabras de aquel hombre, lo dejar) de hacer. Ypues es tanto perjuicio del prójimo, te suplico yo,2eñor, no lo disimules; mas luego muestra aquímilagro, y sea de esta manera# que, si es verdad lo


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que aqu!l dice y que yo traigo maldad y falsedad,este p lpito se hunda conmigo y meta siete

estados debajo de tierra, do !l ni yo jam)spare camos; y, si es verdad lo que yo digo y aqu!l,persuadido del demonio, por quitar y privar a losque est)n presentes de tan gran bien, dice maldad,tambi!n sea castigado y de todos conocida su

malicia.6penas había acabado su oración el devoto señormío, cuando el negro alguacil cae de su estado yda tan gran golpe en el suelo que la iglesia todahi o resonar, y comen ó a bramar y echarespumajos por la boca y torcella, y hacer visajescon el gesto, dando de pie y de mano,revolvi!ndose por aquel suelo a una parte y a otra.

9l estruendo y voces de la gente era tan grande,que no se oían unos a otros. 6lgunos estabanespantados y temerosos. Bnos decían# $9l 2eñor lesocorra y valga&. tros# $Cien se le emplea, pueslevantaba tan falso testimonio&.

1inalmente, algunos que allí estaban, y a mi


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parecer no sin harto temor, se llegaron y letrabaron de los bra os, con los cuales daba fuertes

puñadas a los que cerca de !l estaban. tros letiraban por las piernas y tuvieron reciamente,porque no había mula falsa en el mundo que tanrecias coces tirase. Y así le tuvieron un gran rato.Porque m)s de quince hombres estaban sobre !l y

a todos daba las manos llenas y, si se descuidaban,en los hocicos.

6 todo esto el señor mi amo estaba en el p lpitode rodillas, las manos y los ojos puestos en el cielo,transportado en la divina esencia, que el planto yruido y voces, que en la iglesia había, no eran partepara apartalle de su divina contemplación.

6quellos buenos hombres llegaron a !l y, dandovoces le despertaron y le suplicaron quisiesesocorrer a aquel pobre que estaba muriendo y queno mirase a las cosas pasadas ni a sus dichosmalos, pues ya dellos tenía el pago; mas, si en algopodría aprovechar para librarle del peligro y pasiónque padecía, por amor de 8ios lo hiciese, puesellos veían clara la culpa del culpado y la verdad y


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bondad suya, pues a su petición y vengan a el2eñor no alargó el castigo.

9l señor comisario, como quien despierta de undulce sueño, los miró y miró al delincuente y atodos los que alrededor estaban, y muypausadamente les dijo#

=Cuenos hombres, vosotros nunca habíades derogar por un hombre en quien 8ios tanseñaladamente se ha señalado; mas, pues


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"odos se hincaron de rodillas y delante del altar,con los cl!rigos, comen aban a cantar con vo baja

una letanía; y viniendo !l con la cru y aguabendita, despu!s de haber sobre !l cantado, elseñor mi amo, puestas las manos al cielo y los ojosque casi nada se le parecía, sino un poco deblanco, comien a una oración no menos larga que

devota, con la cual hi o llorar a toda la gente,como suelen hacer en los sermones de Pasión, depredicador y auditorio devoto, suplicando a+uestro 2eñor, pues no quería la muerte delpecador, sino su vida y arrepentimiento, que aqu!l,encaminado por el demonio y persuadido de lamuerte y pecado, le quisiese perdonar y dar vida ysalud, para que se arrepintiese y confesase suspecados.

Y esto hecho, mandó traer la bula y p sosela en lacabe a. Y luego el pecador del alguacil comen ópoco a poco a estar mejor y tornar en sí. Y desquefue bien vuelto en su acuerdo, echóse a los piesdel señor comisario y, demand)ndole perdón,confesó haber dicho aquello por la boca ymandamiento del demonio; lo uno, por hacer a !l


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daño y vengarse del enojo; lo otro, y m)s principal,porque el demonio recibía mucha pena del bien

que allí se hiciera en tomar la bula.

9l señor mi amo le perdonó, y fueron hechas lasamistades entre ellos. Y a tomar la bula hubo tantaprisa, que casi )nima viviente en el lugar no quedó

sin ella# marido y mujer, y hijos y hijas, mo os ymo as.

8ivulgóse la nueva de lo acaecido por los lugarescomarcanos y, cuando a ellos lleg)bamos, no eramenester sermón ni ir a la iglesia, que a la posadala venían a tomar, como si fueran peras que sedieran de balde. 8e manera que, en die o docelugares de aquellos alrededores donde fuimos,echó el señor mi amo otras tantas mil bulas sinpredicar sermón.

4uando !l hi o el ensayo, confieso mi pecado, quetambi!n fui de ello espantado, y creí que así era,como otros muchos; mas con ver despu!s la risa yburla que mi amo y el alguacil llevaban y hacíandel negocio, conocí cómo había sido industriado


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por el industrioso y inventivo de mi amo.

6caeciónos en otro lugar, el cual no quieronombrar por su honra, lo siguiente# y fue que miamo predicó dos o tres sermones, y dó a 8ios labula tomaban. Aisto por el astuto de mi amo loque pasaba, y que aunque decía se fiaban por un

año no aprovechaba, y que estaban tan rebeldesen tomarla, y que su trabajo era perdido, hi otocar las campanas para despedirse y, hecho susermón y despedido desde el p lpito, ya que sequería abajar, llamó al escribano y a mí, que ibacargado con unas alforjas, y hí onos llegar alprimer escalón, y tomó al alguacil las que en lasmanos llevaba, y las que yo tenía en las alforjasp solas junto a sus pies, y tornóse a poner en elp lpito con cara alegre, y arrojar desde allí de dieen die y de veinte en veinte de sus bulas haciatodas partes diciendo#

=?ermanos míos, tomad, tomad de las gracias que8ios os envía hasta vuestras casas, y no os duela,pues es obra tan pía la redención de los cautivoscristianos que est)n en tierra de moros, porque no


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renieguen nuestra santa fe y vayan a las penas delinfierno, siquiera a

Cuento de Literatura Lázarillo De Tormes

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