rase una vez una familia que se mudaba muy a menudo de ciudad,porque el padre era militar y lo cambiaban de destino una vez al ao. Eso provocaba que no conservara a susamigos y a Crstal eso no le gustaba nada.

Cratal era la hija de once aos y tena un hermano de ocho aos llamado Csar. Era una nia muy introvertida, a la que le gustaba mucho leer y tener fantasas en mundos imaginarios.

Una tarde de lluvia,Crstal estaba como casi siempre leyendo en su habitacin y,de repente, oy unos golpecitos en la ventana.Una voz profunda la llamaba.Llena de curiosidad sac su cabeza para ver quin la llamaba,cuando,sin saber cmo,se encontr a lomos de un gran dragn de escamas azules.

El dragn le dijo que se agarrara fuertey Crstal, sin temor alguno,pas las manos por su cuello,sonriendo al notar las suaves escamas que lo recubran. El dragn le dijo que la iba a llevar a su cueva para ensearle algo maravilloso.Volarondurante un buen rato y aterrizaron en un gran saliente que era la entrada de su cueva.

Crstal,a regaadientes, se baj y sigui al dragn dentro de la cueva. El animal resopl contra la pared y con su aliento,encendi las antorchas que colgaban de la pared que iluminaron la enorme cueva.

Crstal parpade por la intensa luz repentina y oy como unas risas,antes de notar cosquillas en las piernas. Dos pequeos dragones saltaban a su alrededor y parecian invitarla a jugar.

El dragn,con voz suave, les dijo: -estaos quietos,pequeos, y ellos se fueron al fondo de la cueva,aunque no tardaron en volver a alborotarse.

Crstal le pregunt en ese momento al dragn por qu la haba llevado all. Este le contest que l tambin tena que mudarse junto con su familia muy a menudo,por culpa de los humanos que talaban los bosques y de la contaminacin.

Cuando la devolvi a su habitacin,Crstal comprendi que no slo eran ella y su familia los que sufran las complicaciones y problemas de mudarse a menudo y decidi apartir de ese momento hacer ms amigos. Aunque luego no volviera a verlos siempre podran escribirse y hablar por telfonoy as ser ms feliz y disfrutar ms de la vida.Y,en silencio,agradeci al dragn que le hubera enseado aquella leccin.

FIN.

Victoria Mosquera Barbosa 2 ESO