CUARTAS MORADAS DEL CASTILLO INTERIOR, por Fr. Miguel Márquez
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CUARTAS MORADAS
El SILBO DEL PASTOR: ¡Déjate amar!
Audio en: http://www.ivoox.com/iv-moradas-fr-miguel-2013-02-10_md_1802216_1.mp3
Comenzamos escuchando la invocación al Espíritu Santo, para entrar también en el
sentir de la Santa que pide luz al Espíritu para saber entender y expresarse en lo
dificultoso de este territorio de las cuartas moradas. Como ella, nos ponemos bajo la
corriente del ES.
Canción de Taizé: VENI, SANCTE SPIRITUS
Repaso breve por las moradas que vamos atravesando (siempre volver a empezar)
Primeras: ENTRA
Segundas: LEVÁNTATE: PERSEVERA
Terceras: SÍGUEME
Cuartas: EL SILBO DEL PASTOR
Quintas: GUSANO DE SEDA
Resuena todavía, de las TERCERAS moradas:
- Humildad, humildad…
- Sígueme
- No almas concertadas: razones, egoísmo, obediencia humilde: En silencio y
esperanza procurar vivir siempre. Él tendrá cuidado de sus almas.
- En todas las moradas mirar al prójimo
Estas cuartas moradas son como un descanso en el trayecto. Comienzo de la vida
mística, gracias sobrenaturales…
Palabras o ideas clave de esta morada para comentar:
1. Otro ritmo es posible: descanso
Dejarle y dejarse a sí 4 M 3,8
2. Aprender a amar: amarle y dejarse amar
3. Ensancha el espacio de tu tienda
Dilata las estrechuras; hacerte capacidad
4. El silbo del pastor
¿Qué susurra el pastor hoy a tu oído?
1. OTRO RITMO ES POSIBLE
¿Es posible la calma en la prisa, la unidad en la acción, la serenidad en el conflicto?
¿Es posible reconsiderar nuestra manera de andar por la vida o es del todo imposible
pensar en acompasar nuestra velocidad a otro ritmo no mecánico, no impuesto desde
fuera? ¿Qué creéis? ¿Estamos condenados a la inercia, determinados a entrar en
dinámicas implacables?
Dejamos un momento la pregunta… silencio. Calma.
Ni te lo plantees, dicen algunos, acabarás nervioso y desesperado y te durará el
propósito hasta doblar la esquina.
Persevera, dicen algunos, prueba a hacer experiencia. Vuelve a intentarlo. No
te rindas, pequeños logros hacen costumbre.
Sin una gracia, sin abrirte a un don, no cambia el ser humano por dentro, sólo
su maquillaje.
Entre la ascética y la mística es oportuna esta cuestión: Entre la tarea del buscador y
el Don de Dios. Entre el esfuerzo y las gracias místicas. Todo es importante, todo es
valioso… en su lugar.
La Santa ha comenzado a invocar al Espíritu Santo. Porque son difíciles estas cosas
del espíritu.
Dios quiere tomar la iniciativa, quiere ser dueño de mi existencia, a pesar de mis
resistencias.
No hay técnicas milagrosas, trucos, artimañas infalibles… La Santa propone
recursos y ejercicios prácticos, pero la clave es el DON de Dios.
Nos planteamos qué hacer, preguntamos QUÉ HAY QUE HACER PARA
CONSEGUIRLO: Aprenda a entrar en la mística en diez días. Curso fácil, asímil de
misticismo acelerado. Máster en recursos espirituales para momentos de crisis. Una
conversación entre maestro y discípulo: ¿qué haces? pregunta el maestro al discípulo
que estaba en silencio… quiero alcanzar la iluminación, respondió. Al rato el maestro
estaba puliendo una teja. ¿Qué haces? preguntó el discípulo. Estoy sacando brillo a esta
teja. Pero eso es imposible, dijo el discípulo. Pues de la misma forma es imposible que
por la práctica tú alcances la iluminación… Un dicho que perdura hasta hoy entre los
maestros de oriente: MA-SEN, pulir una teja.
En una antigua película, Sugata Sanshiró, la leyenda del gran yudo de Akira Kurosawa,
el aprendiz de yudo pasa la noche en el estanque helado, creyendo así impresionar a su
maestro y demostrarle que ha aprendido sus enseñanzas. A la mañana, con las primeras
luces descubre que ha vencido la prueba y ve a su alrededor las flores de loto que se
abren con el amanecer, y comprende que la gracia no es el esfuerzo en sí, sino el don
mismo que ya está irradiando alrededor, pero que la aceleración interior no deja
percibir.
La paciencia de UNA GESTACIÓN… no se fuerza, no se violenta a mi capricho. La
paciencia todo lo alcanza… frente a la botonmanía. Todo al alcance un clic. Entrar a
la velocidad de un enter. Salir a la velocidad de paso de un dedo por la pantalla. Ya.
En este instante. Puntual. Sin espacio. Otra cosa más, sin silencio, sin intermedio, no
pausa. No pensar.
Recordamos aquellas palabras de Hermann Hesse en un libro, EL CAMINANTE:
Estáte quieto, estáte quieto… (Dice el árbol)
Cuando estamos tristes y apenas podemos soportar la vida, un árbol
puede hablarnos así: ¡Estate quieto! ¡Estate quieto! ¡Contempladme! La
vida no es fácil la vida no es difícil. Estos son pensamientos infantiles.
Deja que Dios hable dentro de ti y en seguida enmudecerán. Estás triste
porque tu camino te aparta de la madre y de la patria. Pero cada paso y
cada día te acerca más a la madre. La patria no está aquí ni allí. La
patria está en tu interior, o en ninguna parte. (Hesse, El Caminante)
La Santa habla de
Recogimiento activo, de donde provienen los contentos, que nacen de nuestro
natural.
Quietud, de donde nace gusto, que es natural y sobrenatural.
Dos fuentes con dos pilas que se hinchen de agua:
1º Arcaduces y artificio: de lejos
2º En el mismo nacimiento del agua, sin ruido.
Paz, quietud y suavidad
Cuando Él quiere
Es tiempo de dejarse atraer (en los brazos del amor)… DEJARLE Y DEJARSE A SÍ
(4 M 3, 8)
Acoger el don que él quiere regalar.
Ni por una cosa, ni por otra son mejores que los demás. La Santa siempre dispara
contra la mentira del creerse lo que uno no es. Siempre HUMILDAD.
2. APRENDER A AMAR: en medio de barahúnda y ríos caudalosos
Para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la
cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar,
eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está
el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear contentar en todo a Dios y
procurar en cuanto pudiéremos no le ofender y rogarle que vaya siempre adelante la
honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia católica. Estas son las señales del
amor, y no penséis que está la cosa en no pensar otra cosa, y que, si os divertís un
poco, va todo perdido. 4M 1, 7
Cuando aprieta la dispersión de mil formas, y está la persona en el arrabal del
castillo, con mil bestias fieras y ponzoñosas y mereciendo con este padecer… ni nos ha
de turbar, ni lo hemos de dejar, que es lo que pretende el demonio 4 M 1, 9
La Santa habla de muchos ríos caudalosos, aguas que se despeñan, muchos pajarillos
y silbos (en la parte superior de la cabeza). Cada uno piense en los pájaros, como
solemos decir, que tiene en su cabeza, en ocasiones simplemente distraen, otras son
negros cuervos sombríos, que desconciertan el alma 4M1, 10; con toda esta barahúnda
de ella no me estorba a la oración ni a lo que estoy diciendo, sino que el alma se está
muy entera en su quietud y amor y deseos y claro conocimiento. 1, 10.
Hace una oración pidiendo al Señor no nos atrapen acaben bloqueando el paso nuestras
miserias: ¡Llévanos, Señor, adonde no nos menosprecien estas miserias que parecen
algunas veces que están haciendo burla del alma! 1, 12
Frente a toda distracción e incomodidad del pensamiento, podríamos decir con San
Agustín, canta y camina. Procura no hacer caso. Dice la Santa con gracia: Dejemos
andar esta tarabilla de molino y molamos nuestra harina, no dejando de obrar la
voluntad y entendimiento 1, 13
3. ENSANCHA EL ESPACIO DE TU TIENDA
Vigila si has dejado dormir o morir las cosas que te despertaban a amar, desanda el
camino, desbroza la maleza, comienza por poca cosa, da un paso sólo, no quieras
ordenar todos los papeles, ni responder todos los correos, tan sólo responde uno esta
vez, un papel en su sitio, una carta pendiente… no mires al final de la calle… despereza
tus músculos y vete entrenando para emprender camino de nuevo, tras el largo invierno,
que el pastor está pronto para llamarte…
Is 54, 2-7: se nos dilata, ensancha el corazón
Salmo 118, 32: “Me dilataste el corazón” dice la Santa, 4M2, 5: el nacimiento de este
manantial no es del corazón, sino de un lugar profundo, del centro del alma. Veo
secretos en nosotros mismos que me traen espantada muchas veces; y ¡cuántos más
debe haber!
Naturalmente somos difíciles para acoger lo diferente, lo nuevo… no aceptamos de
natural, sino por gracia. Este deseo de descubrir y dejarse descubrir, lleva al alma a
dejarse conducir más allá, sin querer buscarse a sí.
No procurar los gustos. ¿Por qué no hay que buscar los gustos?
1. Amar a Dios sin interés.
2. Es poca humildad creer que nos los da por nuestro servicio.
3. Que nuestro aparejo sea el deseo de padecer, por imitar al Señor.
4. Su Majestad no está obligado.
5. Él se da a quien quiere, como quiere, cuando quiere.
4. EL SILBO DEL PASTOR
Recordamos aquel reclamo del Esposo en el Cantar de los Cantares: Levántate, amada
mía, hermosa mía, ven a mí… Cantar de los Cantares 2, 8-10.
El Señor nos lleva al Tabor, para que descansemos… allí oímos con Él la voz
primigenia, fundante: Tú eres mi amado.
Nos trae a sí con su silbo amoroso. En algunos momentos de la vida, se hace
especialmente audible la llamada del Señor a recoger todas las dispersiones en su amor.
Una llamada a volver a casa, una casa que no está lejos de mí mismo.
La Santa dice que, a pesar de los muchos negocios, luego le tiran de dentro. Los
sentidos y cosas externas ceden a esta llamada desde el interior.
Al alma le toca DEJARSE ATRAER, no resistirse, en sencillez y pobreza espiritual.
Distinguir otros silbos, como canto de sirenas (Juan de la +), que nos atraen para
devorar nuestra libertad. Discernir los sonidos de los que nos dejamos llevar. Preparar el
oído atento para distinguir SU VOZ, en medio de tantas voces.
ORACIÓN
En la oración de hoy, dejamos silencio, sólo acompañado por el sonido de una fuente
que mana en el centro del escenario, recordando el manantial que brota del centro del
alma, invitando a la quietud de quien se sabe inundado de tanta gracia, tanta
misericordia.
Escuchamos la canción de Taizé: BONUM EST CONFIDERE, que se cantó en la
iglesia de Taizé cuando dieron la noticia de su muerte, en aquel momento
desconcertante. Invito a los presentes, por encima de todas las circunstancias que ahora
tocan vivir, sea lo que sea en lo que ahora estamos, a confiar en el Señor. Es bueno
confiar en Él. Confía, abandónate a Él.
Terminamos leyendo el poema de Lope de Vega, que nos recuerda los silbos amorosos
del pastor
Pastor que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño, Tú que hiciste cayado de ese leño, en que tiendes los brazos poderosos, vuelve los ojos a mi fe piadosos, pues te confieso por mi amor y dueño, y la palabra de seguirte empeño, tus dulces silbos y tus pies hermosos. Oye, pastor, pues por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres. Espera, pues, y escucha mis cuidados, pero ¿cómo te digo que me esperes, si estás para esperar los pies clavados? Podéis escuchar esta poesía en: http://www.ivoox.com/pastor-que-con-tus-silbos-amorosos_md_1802218_1.mp3
Posibilidad de leer en algún momento de la oración el siguiente texto de Hermann
Hesse, que habla de volver a la confianza fundamental, en los brazos de Dios:
Las hermosas aguas siguen bajando, blancas y azules, por la montaña parda, y cantan la
vieja canción, y el viejo arbusto está lleno de mirlos. Ninguna trompeta resuena desde la
lejanía, y la gran época consiste de nuevo en días y noches llenos de encantos, y en mañanas
y tardes, mediodías y crespúsculos, y el paciente corazón del mundo continúa latiendo.
Cuando nos tendemos sobre el prado con el oído pegado a la tierra, o nos asomamos al
agua desde el puente, o contemplamos largamente el cielo claro, podemos oír este corazón
grande y tranquilo de la madre, cuyos hijos somos nosotros. Un día llagará la paz con el
último agotamiento, y la maternal tierra me acogerá en sus brazos. No será el fin, sino un
renacimiento, será el baño y el sueño en que desaparece lo viejo y marchito y empieza a
respirar lo joven y nuevo. (H. Hesse, El Caminante, Barcelona, Ed. Bruguera 1984, 32-33).
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