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nº 8

Edita:El Guincho–Ecologistas en Acción

Consejo de redacción:José Ramón Betancort Mesa

Dora CastilloKlaus GuttenbergerGinés Díaz Pallarés

Natalia Jiménez MarsáJorge Marsá

Ezequiel NavíoMario Alberto Perdomo

Ramón Pérez NizDirección:

Blas Cabrera Felipe, s/n.Oficinas de Cultura y Deportes, 1º

Arrecife de LanzaroteApartado de Correos 365-35500

Tel. 81 54 32 - Fax 81 54 30Diseño y maquetación:

Jorge MarsáImprime:Bouncopy

Depósito Legal:M-43758-1996

Impreso en papel reciclado y ecológicoSe permite la reproducción citando el origen

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Abril 2000

I N D I C E

EL GUINCHOLa misma insostenibilidad de siempre................................................. 5El litoral de Arrecife: una hermosa tarta para unos pocos....... 8

NATALIA JIMÉNEZ MARSÁCarta de una ballena canaria a Joaquín Araújo .............................. 15

ENRIC TELLONovedades sociopolíticas en Baleares.................................................. 18

BELÉN BALANYÁMás allá de Seattle: la lucha contra la OMC ..................................... 24

ANTONIO ESTEVANEl nuevo desarrollismo ecológico ........................................................... 32

ÁNGEL FERNÁNDEZ BENÉITEZParaísos naturales y artificiales................................................................ 46

Carpeta: Energía nuclear en MarruecosGREENPEACE¿Energía nuclear? No, gracias .................................................................. 56

JOSÉ NARANJOEnergía nuclear en Marruecos: Tan Tan es sólo el comienzo ... 62

COLECTIVO SURESTEPateras, tomates, pescados y nucleares.............................................. 68

JORGE MARSÁConstrucción y medio ambiente ............................................................. 86

FÉLIX HORMIGAMito y realidad del Puerto del Arrecife ............................................... 92

FERNANDO GÓMEZ AGUILERALa Marina de Arrecife .................................................................................... 108

CIUDADANOS POR ARRECIFEArrecife: algunos criterios para construir la ciudad ..................... 118

JOSEP MARÍA MONTANEREl modelo Curitiba: movilidad y espacios verdes .......................... 126

JORGE MARSÁUna alternativa irracional: el automóvil ............................................. 132

MARIO ALBERTO PERDOMOLa ‘ecotasa’ que ha de llegar .................................................................... 136

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Rebajas

El precio de Cuadernos delGuincho ha bajado. Además,espectacularmente, de 900 a 300pesetas. En estos tiempos en losque la inflación está contínuamen-te en la palestra, esta revista pasaa costar un tercio de lo que costa-ba anteriormente.

Estamos convencidos, como nopuede ser de otra manera, de labondad de que una iniciativacomo la de Cuadernos delGuincho haya podido producirseen Lanzarote. Ahora, además, elprecio ya no será un inconvenientepara que cualquiera pueda acce-der a esta revista. Pensamos queesta rebaja debe beneficiar espe-cialmente a los más jóvenes y con-tribuir a acercarnos a ellos.

Es evidente, para nosotros almenos, que los milagros no exis-ten; así que esta bajada del preciode la publicación tiene explicación.Mejor dicho, tiene tres explicacio-nes: la primera, y la más impor-tante, el generoso apoyo econó-mico que la Fundación César

Manrique nos ha concedido; lasegunda, la aportación de patroci-nadores y subscriptores de apoyo;y la tercera, la aparición deBouncopy, la imprenta que hadecidido contribuir al esfuerzohaciéndonos un precio de auténti-co favor. Así que aquí están lostres culpables directos de la buenanueva.

No obstante, hemos decididomanterner el precio del patrocinioy de las subscripciones, que consi-deramos un apoyo a la existenciade esta revista y que continuaránsiendo un pilar importante paraque continúe editándose. En con-secuencia, el patrocinio de cual-quier empresa o institución y lassubscripciones de cualquier perso-na seguirán siendo bienvenidas. Esmás, las necesitamos. La continui-dad del proyecto pasa, también,por esta contribución de la socie-dad lanzaroteña.

Apoyo que creemos debe conce-derse a la existencia de cualquiervoz medianamente sensata quetrate de encontrar eco en la socie-dad insular. Porque la riqueza cul-tural y política de una comunidadse mide mucho más por la canti-dad de voces que la componen,por muy discrepantes que sean,que por el hecho de que éstas sepongan de acuerdo. La diversidades, también en este campo, unobjetivo mucho más conveniente yapropiado que la uniformidadpara la construcción del futuro decualquier sociedad.

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La mismainsostenibilidad de siempre

El Guincho

A medida que se acerca el 2003,año en que la UNESCO efectuaráuna revisión de la gestión medio-ambiental que se ha realizado enesta Isla tras de su catalogacióncomo Reserva de la Biosfera, nues-tra administración insular irá incre-mentando su habitual campañapropagandística “Lanzarote, elejemplo a seguir en el desarrollosostenible”. Pero la triste realidades que si durante los siete añosque han transcurrido desde ladeclaración no se ha hecho abso-lutamente nada, poco se puedeesperar de los tres años que res-tan, y una vez más tendremos queconformarnos con la habitualretahíla de falsedades, mentiras ymanipulaciones en que se ha con-vertido el día a día de la gestiónambiental lanzaroteña.

Porque si hasta ahora, la únicaactuación realizada de todas laspropuestas en el documento“Lanzarote en la Biosfera” iniciadoen 1997 ha sido la falsa moratoriaturística (la sociedad insular sigueesperando que se diga cuántascamas turísticas hay y cuántas seestán construyendo), del resto delos 27 programas (transporte, resi-duos, energía, agua, educaciónambiental, restauración del medioterrestre y marino, desarrollo de laagricultura y de la pesca, patrimo-nio cultural, etc., etc.) pues prácti-camente nada de nada.

Igual o peor está la situación enuno de los aspectos prioritarios enla gestión de las Reservas de laBiosfera: la conservación de la bio-diversidad y como consecuenciadirecta, la protección del territorio.La irregularidades urbanísticassiguen campando a sus anchaspor doquier, mientras los ayunta-mientos y el Cabildo Insular con-

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tinúan sin efectuar el más mínimocontrol a los que la ley les obliga.Por tanto, las áreas naturales (lasmenos antropizadas) y las áreasrurales agrícolas siguen degradán-dose o directamente desaparecien-do (instalaciones militares enFamara, camping en Papagayo,urbanizaciones en Caldera Roja–Playa Blanca–, karting por elaeropuerto, escombrera deArrecife o más recientemente lasobras para instalar una depurado-ra en zona protegida por el PIOTen Mña. Mina). Todos estas actua-ciones han colonizado territoriosbien conservados, producido gra-ves impactos ambientales y, porsupuesto, su incidencia en la bio-diversidad de la zona ha sido muynegativa.

Pero es que los proyectos de estaíndole no sólo continúan (camposde golf, puertos deportivos, planesparciales...) sino que se multiplicany buen ejemplo es el último desa-guisado aparecido recientementeen prensa: un centro comercial yresidencial en el islote del Francésal “estilo Miami”, privando a laciudadanía de un área que deberíaser para disfrute público y para elmantenimiento de la rica biodiver-sidad de la zona. Lo surrealista deesta historia es que al mismotiempo que desde buena parte dela clase política se está intentadovender lo beneficioso que seríapara la capital insular este proyec-to, desde la Consejería de PolíticaTerritorial y Medio Ambiente selanza una propuesta para declararla marina de Arrecife como espa-cio protegido bajo la catalogaciónde Sitio de Interés Científico.

La declaración de territorios prote-gidos es algo que a los conserva-cionistas nos suena muy bien,

pero esa teórica benevolencia cadadía es menor en buena parte delos Espacios Naturales Protegidosde Canarias, puesto que dichacatalogación no ha servido prácti-camente para nada. Quizás la pro-puesta de declaración para prote-ger el litoral de Arrecife, lanzadadesde la Consejería de PolíticaTerritorial y Medio Ambiente delGobierno de Canarias, pueda ser-vir para disminuir los terroríficosproyectos que amenazan esteenclave único, como sirvió parafrenar en un principio los planesespeculativos que planeaban sobrealgunos de nuestros espacios pro-tegidos (Los Ajaches, Risco deFamara, el Jable de Famara, etc.).Pero desde 1987, año en que salióla primera ley de Espacios Natu-rales, y tras ese primer frenazo a la presión urbanística, la evoluciónque han padecido dichas áreasprotegidas ha sido, sin duda, apeor.

En este sentido traemos una vezmás a estas páginas editoriales lasituación del Parque Natural de losVolcanes. Nuestro colectivo ha ele-gido esta área para realizar unanálisis pormenorizado de susituación, ya que al ser una zonade altísima relevancia paisajística ygeomorfológica (exactamenteigual al Parque Nacional deTimanfaya), de relativamentepobre biodiversidad, de difícilacceso, con poca población en suinterior y que posee una de lasmás altas categorías de protecciónde la ley canaria de EspaciosProtegidos, parecía evidente queéste debería ser uno de los espa-cios de más fácil protección enesta Isla. Pero nada que ver, por elcontrario el resultado de este aná-lisis es desastroso, y no sólo es un

La misma insostenibilidad

Exigir de unavez por todasque se empiecea cumplir lo quela legislaciónobliga respectoa nuestrosespaciosprotegidos

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lugar donde se vienen desarrollan-do gravísimos impactos, sino quelas amenazas sobre el mismo, enforma de proyectos, son inclusopeores. Pero además, buena partede los impactos cometidos comode los planificados son responsabi-lidad de las administraciones que

deberían velar por su protección:Cabildo Insular, Ayuntamientos deYaiza y Tinajo, incluso el mismísi-mo Ministerio de MedioAmbiente. El siguiente cuadroresume la gran mayoría de losimpactos que hemos identificadoen pleno Parque Natural:

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No obstante, esta situación no esexclusiva de este Parque Natural,al contrario, se puede extrapolarsin dificultad a la práctica totali-dad de las áreas naturales quetenemos en esta Isla (estén prote-gidas o no), donde a día de hoyno se ha llevado a cabo actuaciónalguna de mejora de las condicio-nes ambientales de nuestro terri-torio, mientras los impactosambientales continúan aumentan-do sin descanso. Si El Guincho-Ecologistas en Acción ha elegidoeste espacio para la realización del

estudio (que se presentará a laopinión pública en breve) ha sidocon el único objetivo de exigir deuna vez por todas que se empiecea cumplir lo que la legislaciónobliga respecto a nuestros espa-cios protegidos (periódicas reunio-nes del Patronato Insular deEspacios Naturales, nombramientode un director-conservador o laredacción del Plan Rector de Uso yGestión). Pero sobre todo que seempiece a gestionar con criterio,medios y rigor nuestro cada vezmás deteriorado territorio insular.

Impactos Fase Incidencia

Antiguas canteras abandonadas . . . . . . . . . . . . . . . . ejecutado graveExtracciones de piedra por Janubio . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose graveVertedero por Janubio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose muy graveCampo de tiro en Mña. Bermeja . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose muy graveProyecto de mirador en Los Clicos . . . . . . . . . . . . . . . proyecto muy graveAmpliación suelo urbano de El Golfo . . . . . . . . . . . . proyecto muy graveDesmonte y zanja en El Golfo . . . . . . . . . . . . . . . . . . ejecutado leveCaza furtiva de pardelas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose muy graveExtracciones de olivina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose graveConcierto en Las Lapas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose graveExcursiones turísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose leveExtracciones de piedra en Mña. Colorada . . . . . . . . . paralizado muy graveExtracciones de piedra en Las Nueces . . . . . . . . . . . . paralizado muy graveExtracciones de rofe en Mña. Santa Catalina . . . . . . . paralizado muy graveProliferación de flora alóctona . . . . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose leveCentro de interpretación de Timanfaya . . . . . . . . . . . ejecutado graveProyecto de parking para Timanfaya . . . . . . . . . . . . . proyecto muy graveAcampada en Playa de Las Malvas . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose levePlayas de acumulación de basuras . . . . . . . . . . . . . . desarrollándose leveConstrucción de carretera a Teneza y extracciones . . . ejecutado muy graveInfracciones urbanísticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ejecutado muy grave

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El litoral de Arrecife: una hermosa tarta...para unos pocos

El Guincho

Recientemente ha retomado fuer-za el debate sobre la Marina capi-talina por las intervenciones pre-vistas en ella, más concretamenteen las dos zonas con bolsas desuelo: el Islote del Francés y eltramo que va desde el Casinohasta el Arrecife Gran Hotel. Elintento de la iniciativa privada porintervenir en la franja litoral capi-talina no es nuevo, y ya desdehace años se vienen dando diver-sas tentativas que no han cuajadopor diferentes causas, las principa-les son la falta de acumulación decapital y el acuerdo empresarial derepartirse la tarta, consecuenciadirecta del débil papel de testafe-rros que ha jugado la burguesíacapitalina en la planificacióneconómica.

Las cuestiones claves que defi-nirían el problema son si toda lagama de intervenciones realizadasy previstas se hacen por el bien detodos o están sometidas a intere-ses monetaristas particulares, qué

papel han jugado las institucionesy sus representantes políticos–para lo cual se hace necesariorescatar de la memoria sus distin-tas posturas y su evolución– y,ante el discurso del poder y losderroteros que han tomado losacontecimientos, especialmente suprobable declaración como espa-cio protegido, qué alternativasdebemos esgrimir.

1. Antecedentes deactuacionesRetrocedamos en el tiempo. Enjulio de 1988, ante el cambio deuso del Islote del Francés dado porel Ayuntamiento y que impedía suurbanización, su propietario sejacta de declarar que “El Islote essuelo urbano lo quiera o no elayuntamiento”(clasificado comourbano en los respectivos PlanesGenerales de 1968 y 1973, hechoque se consolida mediante acuer-do urbanístico entre ambas partesel 28 de mayo del 87), o bien “Esuna pena que Arrecife se vaya aquedar ajeno a las cuantiosas ren-tas que genera la actividad turísti-ca”1 y que su valor expropiatorioes de unos 3.000 millones, curio-samente el mismo que poseeahora. El pleito jurídico entreambas partes se inicia, dándole elTribunal Superior de Justicia deCanarias la razón inicial a los pro-pietarios en 1994, fecha en la quese anuncia para la zona el proyec-to de acuario por parte de unosempresarios japoneses.

En noviembre de 1994 la grietamercantilista se abre por el otroextremo, pues dos empresas loca-les –Hormiconsa y el GrupoMarcial– adquieren el Gran Hotelpor unos 300 millones2. En octu-bre de 1995, el PIL presenta unalujosa maqueta de intervención

El litoral de Arrecife

La mareaespeculativa delsuelo rústico setraslada al restodel suelourbano y lorevaloriza

1. Lancelot Nº 270, 30-07-1988,págs. 30-31.

2. Emblemático edificio de la lle-gada del turismo, el cual cierrasus puertas en el año 1990 y seincendia a los pocos días de seradquirido tras subasta previa. Elcoste de su compra varía ligera-mente en función de las fuentesescritas consultadas.

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para esta área, y cuyo título–Centro Internacional de Arrecife–destila ligeras dosis de mesianis-mo: Palacio de Congresos para1.400 personas, restaurantes ycafeterías, viviendas y oficinas delujo, y aparcamiento para más de200 vehículos3. Por cierto, dichamaqueta era muy parecidxa a laactual propuesta que este partidorechaza ahora en el Islote.

Durante 1996, al amparo de lainminente tramitación del PlanEspecial del Puerto de Arrecife(PEPA), se intenta una segunda eindirecta vía de penetración cuyoúnico objetivo era rellenar todaesta laguna para urbanizar: ubicarun puerto deportivo entre el islotede La Fermina y el frente Casino-Gran Hotel, a todas luces inviablepor la escasa profundidad de susaguas. Esto explicaría el porqué delos movimientos en su periferia, sehacía necesario adquirir el Casinoy el Gran Hotel, ubicar un grancentro comercial con aparcamien-tos subterráneos entre ambasconstrucciones (parque IslasCanarias), y dejar que las obrascontempladas desde hace añospara el Islote de La Fermina sedeterioran por dejación, de talforma que perdiera sentido cual-quier intervención para recuperarsu significado inicial. Las manifes-taciones públicas en contra deestas actuaciones por parte de unpoderoso grupo empresarial, saca-ron a la luz que todos querían latarta... en exclusiva.

En el transcurso del año 97 tienelugar la aprobación del PEPA ensus diferentes fases, siendo elcolectivo Ciudadanos por Arrecifequién, a través de las correspon-dientes alegaciones, da cuerpo ala primera visión social claramente

alternativa, visión que es plasmadadocumentalmente en los tres pri-meros números de Cuadernos delGuincho4.

2. El desorden se vertebraSi, como hemos visto hasta ahora,las ideas y proyectos de interven-ciones presentan un notabledesorden, a partir de 1998 vatomando cuerpo y solidez la verte-bración de los intereses especula-tivos. Para ello se dan una serie decircunstancias favorables, algunasde ellas nuevas;

- La población residente insularalcanza unos parámetros (100.000personas) que el gran capital defi-ne como “masa crítica” o tamañopoblacional óptimo de consumi-dores para sacar beneficios a lasgrandes superficies comerciales.

- La marea especulativa del sueloturístico se traslada al resto delsuelo urbano y lo revaloriza.

- La existencia de una bolsa decapital insular que se agrupa enun intento de no perder comba enel asunto, hecho que tiene,además, un espejo político: elPacto por Lanzarote. Porque sea-mos claros, este pacto que algu-nos auguraban como el salvadorde la Isla, surge de la confluenciade grandes expectativas económi-cas que se inician con el repartode las camas turísticas concedidaspor la mal llamada Moratoria delCabildo. Y en el que la AutoridadPortuaria es sólo un trozo, eso sí,importante.

Con estos vigorosos eslabones, lostentáculos de la especulación cre-cen en número y aumentan supresión, entrando con intensidaden escena las mejoras estéticas y elpoder mediático, siendo éste parti-cularmente virulento contra cual-

El Guincho

El Pacto porLanzarote surge

de laconfluencia de

grandesexpectativas

económicas quese inician con el

reparto de lascamas turísticasconcedidas porla mal llamada

Moratoria

3. Lancelot Nº 640 y 641 (octubrede 1995).

4. “El Arrecife que queremos”, Nº 1, pp. 14-17; “Una visión

alternativa de la Marina”, Nº 2,pp. 66-81; “Arrecife, el reto deuna ciudad”, Nº 3, pp. 14-19.

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quier asomo de reacción social.

El primer paso lo da en abril de1998 el Plan de InfraestructurasTurísticas (PIT) al aprobar unos2.000 millones de pesetas deinversión para Lanzarote, siendo–qué curioso– las obras emblemá-ticas los aledaños del Gran Hotel(Playa del Reducto y Punta delCamello) y del Islote del Francés(obras en el Charco de San Ginés),actuaciones que en la práctica sonla avanzadilla que prepare el terre-no a la intervención urbanística ycomercial.

A finales de dicho año, coincidien-do con el bicentenario de la ciu-dad, se produce el segundointento de alternativa. La Funda-ción César Manrique presenta laexposición denominada “Tres pro-puestas para pensar la ciudad”,proyecto en el que se contemplala interpretación de tres arquitec-tos para intervenir en este litoral.

Tras los correspondientes halagosde rigor a esta exposición, elpoder sigue su bien distinto cami-no. Así, el visto bueno de la clasepolítica dirigente se comienza avertebrar a principios de este añocon su masivo viaje a Miami (invi-tados por los propietarios delIslote del Francés) para ver lasexcelencias de una novedosa inter-vención que piensan copiar aquí, ycon la aprobación del Plan deUtilización del Puerto de Arrecife(PUPA..., ¡qué nombre tan ade-cuado!) por parte de la AutoridadPortuaria. Tras ensalzar las bonda-des de las intervenciones en eselugar, el rechazo público por partede ciudadanos particulares y espe-cialmente el acto organizado porel Foro Lanzarote el 22 de febrero(en el que participan 3 de loscolectivos que han elaborado pro-

puestas no especulativas para laMarina: Ciudadanos por Arrecife,Fundación César Manrique yWWF/Adena Canarias), provocanun rápido e inesperado recule dela clase política con este tema. Laselecciones están cerca y no escuestión de perder votos o que se los lleve otro, pero el temaseguirá andando, esta vez bajobambalinas.

Tres cosas parecen quedar clarasde lo dicho. Primero, en todos loscasos los proyectos tienen simila-res objetivos: centros comerciales yaparcamientos donde los usuariossean simples consumidores y,sobre todo, una gran especulacióninmobiliaria. También nos pareceque hay, más que una débil líneaentre la clase política dirigente ylos intereses privados de algunos,una insultante connivencia entreambos. Y tercero, leyes y másleyes que conforman una tela dearaña destinada a la confusión y,en último término, reflejan bien suincapacidad o bien la escasavoluntad política por abordar solu-ciones para... ¡todos!.

3. La esencia y la apariencia de las cosas. Los argumentos a debate.Las estrategias de intervención delpoder en esta Isla, como en otroslares, no son nuevas, y se sueleniniciar con la política de tierrasquemadas que ya se ha aplicadoen otras situaciones (por ejemplo,Papagayo o Famara). Dejar que sedeteriore para que cualquieractuación, por nefasta que sea, sevea como un mal menor.

De todas formas, la especulaciónnecesita encubrir sus intencionescon adornos y cantinelas repetiti-vas, destacando los siguientes:

- La recuperación paisajística y

El litoral de Arrecife

Más que unadébil líneaentre la clasepolíticadirigente y losinteresesprivados dealgunos, hayuna insultanteconnivenciaentre ambos

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estética de la zona mencionadapara el disfrute de la población.

- Su regeneración ecológica.

- Generar puestos de trabajo.

- Habría que indemnizar a los pro-pietarios con 2.500 millones si nose deja edificar a los propietarios,millones que –según declaracionesde la propia alcaldesa–, habría que“restar de las inversiones en losbarrios periféricos y pobres deArrecife”.

- Solucionar asuntos graves comoel tráfico rodado mediante losaparcamientos.

En fin, toda una amplia gama derecursos encantadora de serpien-tes. Pero nosotros afirmamos queesa hermosa cáscara de las apa-riencias está hueca por dentro ynuestros argumentos alternativosson:

1.- En las cuestiones estéticas noentramos, pues es un asunto tanvolátil como la moda.

2.- En la recuperación ecológica,las intervenciones ya realizadaspor el PIT se están cargando lafranja intermareal, origen de lavida marina de la zona en la medi-da en que es el sustrato donde sesustenta la seba marina y el deso-ve de los peces. Si quieren haceruna limpia y nítida piscina, nosparece bien que lo hagan comoahora, pero que sepan que no vaa haber vida en ella.

3.- Con ese dinero hay otras prio-ridades como mantener limpio elmuelle de Naos, reducir drástica-mente la contaminación al hacerfuncionar correctamente los emi-sarios submarinos (casi se podríadecir que terrestres, en especial enel caso del Francés y Punta delCamello) y recuperar la dinámica

de las corrientes marinas paraimpedir la colmatación de sus fon-dos y el estancamiento de susaguas.

4.- En el asunto de los aparca-mientos, la solución propuesta deaparcamientos en el Islote delFrancés y en los aledaños del GranHotel, lo que hacen es agravar elproblema pues la capital sería unauténtico embudo de coches.Ante esto, nos preguntamos quéha hecho el Cabildo con los 600millones para su tan cacareadoPlan de Transporte Insular y porqué no ha contemplado la adqui-sición de suelo en la periferia, porejemplo entre Las Salinas y elbarrio de San Francisco Javier.

5.- Estas intervenciones no estánpensadas para el disfrute de lapoblación, es para un consumogenerador de rápidas gananciasque se quedarán en unas pocasmanos. ¿O acaso nos hemos olvi-dado que hasta hace poco elpoder económico y mediáticoensalzaba la buena nueva de lallegada de las grandes superficies?

6.- En lo referente al trabajo, deesos lugares donde si se hacenbien las cosas y no se matan a lasciudades por amor, porque no haytres ecologistas del sector duroque se oponen a todo, ya vemosen la práctica cómo nos llega elresultado: multitud de trabajado-res en paro o en condiciones pre-carias de trabajo. Así, que noscuenten otra historia. Mientras enla ciudad de Las Palmas, máximoejemplo de este nefasto tipo deoperaciones sobre el litoral, estánteniendo que desandar el camino,aquí, en la patria del desarrollosostenible, hacemos oídos sordosde la historia y seguimos adelante.

El Guincho

En larecuperaciónecológica, las

intervencionesya realizadaspor el PIT se

están cargandola franja

intermareal,origen de la

vida marina dela zona

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7.- Opciones con proyectos, esbo-zos y opiniones cualificadas al res-pecto hay y muy interesantes: larecuperación de la memoriareciente de la actividad pesquera ytodas sus industrias y actividadesderivadas (carpintería de ribera,fábricas conserveras y de salazón,salinas..), o la multitud de edificiosdeclarados –o susceptibles deserlo– como Bien de InterésCultural, por lo que abogamos poruna protección conjunta de laMarina y no aislada como hastaahora.

4. Sus valores naturales y losinstrumentos de protecciónSi bien son trabajos y publicacio-nes recientes las que recopilan ysistematizan la importancia deeste litoral, ya desde finales delsiglo XIX es obligado enclave devisita para los naturalistas de laépoca.

Estamos ante unos bajíos costeroscaracterizados por una alta varie-dad de microhábitats en sus fon-dos (pedregosos, jables, fangos,cespitosos) y su escasa profundi-dad, lo que se traduce en unamayor incidencia del sol y, en con-secuencia, una mayor productivi-dad de la biomasa vegetal, primereslabón en la amplia red de la bio-diversidad, caso de los alevines delos peces de interés comercial.

Con el auge de las salinas amediados de este recién pasadosiglo, se multiplican por la activi-dad humana los diferentes hábi-tats (distintas alturas de agua yconcentraciones salinas) y por lotanto las posibilidades para lavida.

No por casualidad, en 1984, lazona es designada por el entoncesConsejo de Europa como la

Important Bird Área (IBA) número005, en virtud de ser uno de losprincipales espacios receptores delimícolas migradores, pequeñasaves que recalan aquí –entre losmeses de agosto y marzo– en susviajes entre los bordes del Ártico ytoda el África subsahariana

Recordar –y lamentar– que en1997 fue rechazada por elGobierno de Canarias una pro-puesta del Patronato Insular deEspacios Protegidos (a iniciativa dela Universidad de La Laguna) paradeclarar la zona como Lugar deInterés Comunitario (LIC), tipologíade espacio que pasaría a ser pro-tegido a nivel europeo mediante laRed Natura 2000 y que podría ser-vir para facilitar grandes subven-ciones para expropiar la zona, losmismos dineros que la clase políti-ca que votó en contra ahora echade menos.

Pero, sin lugar a dudas, lo quedota de importancia y significadonatural a esta Marina es el ampliolegado de la actividad pesquera delos roncotes en el caladeroSahariano, en la Costa, y todo supatrimonio humano, industrial yarquitectónico derivado. Enterraresta memoria supone una lobo-tomía a la historia de los deshere-dados, una vergüenza sin prece-dentes.

Recientemente se ha incoado, porparte de la Consejería de PolíticaTerritorial y Medio Ambiente,expediente de declaración comoSitio de Interés Científico (SIC),una de las siete figuras de protec-ción de espacios consideradas pordicho estamento. Si bien conside-ramos el hecho como novedoso einteresante, hemos de ponerlo encuarentena por dos razones:

El litoral de Arrecife

Con el auge delas salinas amediados deeste reciénpasado siglo, semultiplican porla actividadhumana losdiferenteshabitats y lasposibilidadespara la vida

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1) La experiencia nos ha demostra-do que, trece años después de ladeclaración de los espacios prote-gidos de Canarias, en la práctica nisiquiera se ha hecho lo mínimo,realizar el documento de planea-miento en que se zonifique elespacio y se asignen los diferentesusos.

2) Pensamos que existen otrasfiguras de protección más idóneas,tal es el caso de un ParqueMarítimo Terrestre o una ReservaNatural Especial. En este sentido,recordar que un SIC tiene comofinalidad proteger especies concre-tas y que la gestión debe ser com-partida entre el Cabildo y sus pro-pietarios, aspectos que podrían serun coladero para acciones pocogratificantes.

De todas formas, insistimos enque va a ser el sentido común elque le dará validez o no a sudeclaración.

5. Consideraciones finales Si bien el acto del día 22 de febre-ro nos resultó gratificante, cree-mos que se transmitió –segura-mente sin quererlo– una idea queno compartimos: el culpable detoda esta chapuza es el presidentede la Autoridad Portuaria.Pensamos que buscar un cabezade turco es desviar la atención dela esencia del problema, pues nin-guna persona por sí sola es capaz.

Insistimos, detrás hay todo unbeneplácito empresarial que tienesu reflejo político y mediático. Ytambien repetimos que la esenciade los defensores de este interven-cionismo feroz esconde una ope-ración inmobiliaria y comercial agran escala, fundamentado enque la población insular ha creci-do lo suficiente –la masa crítica

que recoge el PUPA– como paraque estos centros sean rentables,máxime cuando en la conurbaciónCosta Teguise-San Bartolomé-Tías-Puerto del Carmen se concentra el80% de la población y Arrecife seubica estratégicamente en el cen-tro de su perímetro costero.

En cuanto al papel de determina-da prensa, ya hemos visto cómosu lenguaje sugerente cambiacuando, en el pleno ejercicio de lademocracia, hay personas y colec-tivos que expresan y defiendenposturas alternativas a las oficiales.Sus respuestas van desde el silen-cio hasta la manida frase de ¡nodejan hacer nada!, pero que sepa-mos nosotros no tenemos lapotestad legal para dar o denegarautorizaciones.

Sin embargo, en los últimos yrecientes tiempos aparece unavieja y peligrosa modalidad querefleja la esencia de su actitud;nadie que no sea político tienederecho a opinar, y si no que sepresenten a las elecciones, mensa-je que nos retrotrae a cuando ElIlustrísimo habitó 40 años entrenosotros.

El Guincho

Lo que dota deimportancia y

significadonatural a esta

Marina es elamplio legadode la actividad

pesquera de losroncotes en el

caladeroSahariano, en la

Costa

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La planificación territorial: ¿un simulacro? 1

Ésta, que en origen debía asignar usos al sueloen función de su capacidad y calidad y de lasnecesidades sociales (criterios susceptibles deser establecidos desde el punto de vista cientí-fico y técnico), se ha convertido actualmenteen un simple discurso ideológico: la máspoderosa herramienta de especulación urbana.Sólo a modo de ejemplo, el llamado urbanis-mo concertado (que mejor sería llamarlo urba-nismo a la carta) ha convertido cualquierintento de racionalidad en papel mojado:basta que un propietario esté dispuesto anegociar con la administración local, cediendoparte de su terreno a viviendas sociales, paraque resulte inútil cualquier discurso acerca delo inadecuado...

Las leyes como única solución. Por suparte, la legislación ha contribuido también ala esclerosis del planeamiento, sustituyendo lafunción innovadora de éste por la formulaciónde mecanismos normativos: ya no se argu-menta una decisión con criterios científicos otécnicos, simplemente se justifica con leyes. Yasí se construye un tejido tan complejo de pla-nes, subplanes, directrices y reglamentos que,indirectamente, su transgresión queda ama-blemente facilitada. Eso sí, todos estos planesresultan muy útiles para montar exposicionesllenas de mapas rebosantes de colores, dondepolíticos y técnicos disfrazados de feriantesexpresan las excelencias de lo que va a ocurrirsi ganan las elecciones porque, casualmente,la mayor parte de esas presentaciones se utili-zan a modo de voladores que anuncian la lle-gada de la fiesta electoral. En definitiva, el sis-tema resulta cómodo desde todas las perspec-tivas: es más barato hacer un plan que cum-plirlo; su redacción se ajusta perfectamente alos cuatro años que dura un mandato, y la

capacidad de olvidar de la sociedad es de talcalibre que nadie se acordará luego de pedircuentas sobre el grado de cumplimiento de unplan: antes de que ello suceda, ya se estarápensando en cambiarlo. Esta es otra de lasventajas de este sistema, pues, cuando intere-se, se cambia la ley sin experimentar el másmínimo sonrojo...

Sobre los técnicos. Y qué decir de los técni-cos en este estado de cosas. Empieza a ser fre-cuente que, para algunas administraciones, elmejor técnico haya dejado de ser el más con-veniente. El primero quedará relegado a oscu-ras oficinas de la administración, a las que seirá vaciando de contenido, porque resultamolesto que plantee argumentos científicos ydificultades a decisiones que nacen de oscurasintenciones. Por su parte, el técnico convenien-te será ese dócil intérprete capaz de traducirhábilmente un deseo político en argumenta-ción técnica: ¡Cuántas decisiones sobre el terri-torio se disfrazan de argumentos pseudo-téc-nicos para que cuelen!...

Epílogo. Lo que nació de un planteamientocientífico, al considerar que los aspectosambientales debían estar incorporados en elplaneamiento como una cuestión esencial, hoyse está convirtiendo en un mero trámite, ensimple bálsamo tranquilizador de conciencias:por una parte, basta que cada epígrafe estérelleno de un texto (da igual lo que diga) paraque así se cumpla con la norma y, por otra, seespera que maquille convenientemente el plany justifique que sus determinaciones no gene-ran impacto...

En definitiva, se podría concluir que planifica-ción territorial sí, pero no convertida en unsimulacro, pues cuando la planificación dejade ser utilizada como discurso ideológico esevidente que puede mejorar una situación previa.

1.. Extracto de un excelente artículo de Emma Pérez Chacón-Espino publicado el 13-12-99 en el diario La Provincia, ycuyo contenido guarda estrecha consonancia con las edito-riales de El Guincho de este número de Cuadernos.

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Carta de una ballenacanaria a Joaquín Araújo

Natalia Jiménez Marsá

Señor Araújo:

Soy miembro del servicio de lim-pieza del Gobierno de Canarias.Una mañana, recogiendo las basu-ras de una playa, encontré unmensaje en una botella. Me sor-prendió que el mensaje estuvieradirigido a usted, pero me dejóestupefacta leer la firma: Una ba-llena canaria. Yo, como compren-derá, me quede tan asombradacomo usted debe estarlo ahora,pero como no pude dilucidar si loque leía era obra de un gracioso ola misiva real de un cetáceo, decidítranscribirle la carta tal y comoestáaba escrita:

Querido señor Joaquín Araújo:

Me dirijo a usted para expresarlemi consternación, porque le consi-deraba un aliado y veo con pesarque ni usted es capaz de com-prender lo delicado de nuestrasituación. Imagínese que ustedvive tranquilamente en su casacon su familia y empiezan a mero-dear por los alrededores, sin pre-vio, aviso seres desconocidos quellegan en ruidosos y malolientesvehículos. Como alguien les hacobrado una entrada, se creen conderecho a observar cómo desarro-lla su vida cotidiana. Se aproxi-man, con cara de bobos, trope-zando con los parterres de las flo-res de su jardín, miran a través delos cristales de sus ventanas, lehacen fotos mientras come o seducha y se van dejando su basura.Todo esto sin que usted puedahacer nada por evitarlo y otrossaquen provecho.

La cosa no parecería tan grave alfin y al cabo son sucios, pero noviolentos, me dirá usted si nofuera porque cada día lo hace unnúmero mayor de gente. Ahora,

Natalia Jiménez Marsá

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para mas INRI, hay una organiza-ción a mayor escala. Para queusted se ponga en nuestro lugar,vuelva a imaginarse que su casa esuna parada de una ruta organiza-da y vienen a visitarle autobusesenteros de atolondrados turistas,que sueltan en su jardín pisándolotodo.

No crea que le exagero ni unapizca ya que, viendo la curiosidadque despertamos, los que hanvisto el negocio dedican 60 barcosenteramente a visitarnos, con dossalidas diarias en invierno y tres enverano. A esto hay que sumar losbarcos particulares que desde loscuatro puertos deportivos querodean nuestra casa se acercan amirarnos.Y eso sin contar con losdos Fast-ferries de línea regularque nos atruenan los oídos y nosarroyan en cuanto nos descuida-mos. Todo este interés desmedidopor nosotros nos ha llevado aldesgraciado récord de ser elsegundo lugar del mundo enobservación de ballenas, alcanzan-do la esquizofrénica cifra de unmillón de visitantes anuales.

Por eso me quedé tan sorprendidacuando una corriente marina nostrajo su artículo del diario El Paísllamado “Ballenas a la vista”. Yo,que le consideraba a usted unapersona preocupada por la natu-raleza, no podía creer lo que esta-ba leyendo: la publicidad queusted nos hacia aumentaría nues-tros problemas.

Mientras se lo leía en voz alta a mihermana, no paró de lamentarse,y fueron acercándose parientes yvecinos que no paraban de hacercomentarios indignados, arman-dose un revuelo de mil demonios.Unos decían: sería en tiempo desus abuelos cuando fuera inmensa

la solemnidad del océano porque,en la actualidad, el océano es unlugar estruendoso, abarrotado detráfico, lleno de basuras, de plásti-cos, de latas, de ruedas de cochesy con sabor a petróleo, que notiene nada de solemne y nos pro-duce más estrés que el que debetener un taxista conduciendo porlas calles atascadas de Madrid.

Otro dijo: a él le fascina la chis-peante alegría que resbala sobrenuestras lisas pieles, pero yo lediría que nuestras pieles ya no sontan lisas, porque están llenas decicatrices por los golpes que nospropinan los barcos.

Cuando leímos que contemplar alos cetáceos en libertad es ya unespectáculo solicitado y practicadopor un gran número de personas.Tantas que, a su eslora, florecennegocios turísticos de considera-ción, que conviene regular paraque no sea el placer de unos, ago-bio e interferencia para los mer-mados cetáceos. Se comentó: esenegocio, sólo en nuestro casa(entre Tenerife y la Gomera),asciende a unos diez mil millonesde pesetas anuales, de las cualesnada repercute en nuestro benefi-cio, sino todo lo contrario.

Sería menos hipócrita y más cari-tativo darles un par de crías decada familia para que las criaranen cautividad, les enseñarannumeritos de circo y las observa-ran sin restricciones. Se sacrifi-carían para que los demás pudie-ran vivir en paz.

No estamos mermados; estamosen una situación desesperada, dijootra voz. Un calderón esperanza-do dijo: lancemos un mensaje desocorro. Otro respondió: y quiénnos va a escuchar cuando hasta el

Carta de una ballena

Yo, que leconsideraba austed unapersonapreocupada porla naturaleza,no podía creerlo que estabaleyendo:...

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señor Araújo nos trata con estaincomprensión y ligereza.

Acordaos, dijo un delfín escéptico,de que el Gobierno de Canariassacó un decreto regulando lasobservaciones. Pusieron dos bar-cos de vigilancia para hacerlocumplir, pero el tráfico no bajó.Estábamos ilusionados pensandoque las multas que pusieran a losbarcos que se acercaran demasia-do nos ayudarían, pero despuéssupimos que las multas se nego-ciaron y nunca se han cobrado. Sí,y encima, ahora, se está estudian-do sacar un decreto más suave ymenos restrictivo. Ya sólo quedaun barco de vigilancia, y el trasie-go de visitas continúa en aumen-to, dijo, con voz grave, un cal-derón.

Porque si no se pueden prohibirtodas las visitas, por lo menos, lasque no quedara más remedio querecibir, que fueran en barcos devela más silenciosos y limpios, dijouna anciana. Una joven embaraza-da le respondió: nunca tendrán encuenta que ésta es nuestra casa yno queremos emigrar. Ellos, quetanto se preocupan de sus crías,sin embargo, pasan de la materni-dad que tenemos aquí instalada,que es muy importante para noso-tros, los delfines mulares. Y paranosotros, corearon, los calderones.

Éstas y muchas cosas más, queprefiero, por decoro, no repetirle,se dijeron aquella tarde, hasta queel desánimo y la desesperanzaante la llegada de un nuevo barconos fueron dispersando. Por todoello, señor Araújo, le mando estacarta. Para que se haga cargo denuestra situación y le ayude areflexionar. No puedo dejar dedecirle que, con su publicidad ybellas palabras, nos ha hecho un

flaco favor. En este caso hubiéra-mos agradecido el silencio.

Esperando que su vida sea másreposada que la nuestra, se despi-de de usted afectuosamente.

Una ballena canaria.

Bueno señor Araújo, éstas eran laspalabras exactas de esta misteriosaballena que, como ya le dije, yodudé en un principio en mandarle.Pero viendo su correcto estilo, labuena educación que revelaban yla gravedad de sus problemas,decidí enviársela, finalmente, espe-rando que le sea de provecho.

Le saluda atentamente.

Natalia Jiménez Marsá

Natalia Jiménez Marsá

...la publicidadque usted nos

hacíaaumentaría

nuestrosproblemas

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Novedades sociopolíticas en BalearesEnric Tello

Las Islas Baleares son testigo de dos novedades políticas y socialesrecientes que conviene reseñar. La primera es la emergencia en laconsciencia pública de la íntima conexión entre los problemaseconómicos, ambientales y sociales de un modelo de desarrolloinsostenible que nos conduce hacia un callejón sin salida. El cam-bio de ese modelo y la reorientación de la economía hacia unamayor sostenibilidad ecológica ya están en el centro de la discusiónpolítica en Formentera, Eivissa, Menorca y Mallorca.De momento no lo está en ninguna otra comunidad autónoma delEstado español, donde las percepciones y los comportamientosfluctúan aún entre la mera defensa a ultranza de la economía “real-mente existente”, como si fuera la única posible –Doñana, Nerva oItoiz son algunos ejemplos emblemáticos de esa actitud reactivaante el desafío ambiental–, y el tanteo de actitudes algo más adap-tativas, mediante fórmulas que pretenden alcanzar sobre el papelalgún tipo de compatibilidad entre el “crecimiento económico”, la“preservación ambiental” y la “cohesión social”.Para hacer “compatibles” las tres cosas se propicia la búsqueda desucesivos compromisos (trade-offs) en los que cada parte ceda porlo menos un poco. Las administraciones públicas se erigen así enárbitros de una “puesta al día” de las empresas que, simultánea-mente, permita convertir el desafío ecológico en nuevas oportuni-dades de negocio. Una parte del mundo empresarial se ve obligadoa incluir en sus costes o inversiones nuevos gastos de reparación

Emerge en laconscienciapública laíntima conexiónentre losproblemaseconómicos,ambientales ysociales de unmodelo dedesarrolloinsostenible

Este artículo fue publicado, comoeditorial, en el número 75 de larevista Mientras tanto.

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ambiental, como depuradoras y sistemas de control. A la vez, otrasempresas pueden ampliar su facturación vendiendo esos mismosdispositivos. Pero en la base de esas respuestas adaptativas subya-ce una visión equivocada –o quizá interesadamente equívoca– de lasituación real: que las demandas ecológicas, económicas y socialesde nuestro tiempo responden a problemas separados que es posible“armonizar” en alguna solución de compromiso. En ese plantea-miento, la raíz íntima que une las tres dimensiones permanece sindesvelar, lo que suele propiciar la búsqueda de fórmulas autocon-tradictorias, como la del “crecimiento sostenible”.La trabazón entre los problemas económicos, ecológicos y socialessólo comienza a salir a la luz allí donde aparecen con claridad loslímites del modelo depredador que los origina, y donde se percibenlos síntomas de su agotamiento económico. Sólo entonces seempieza a cuestionar de verdad el modelo de desarrollo y a buscaralternativas reales. Cuando se produce esa percepción social de loslímites económico-ecológicos, el medio ambiente deja de conside-rarse un problema “sectorial” para convertirse en una cuestión ciu-dadana de primer orden. Eso es lo que empieza a ocurrir ante la opi-nión pública en las islas Baleares (y quizá en alguna de las islasCanarias, como Lanzarote). No es casualidad que se trate de eco-nomías insulares con recursos perceptiblemente escasos y abruma-doramente dependientes de un turismo de masas que está destru-yendo la gallina de los huevos de oro.El turismo de sol y playa, que ha sembrado tantas primeras líneasde costa con apartamentos infectos, tiene un futuro económico cadavez más incierto. A su devastación paisajística y ambiental se lesuma ahora la presión creciente de una nueva oleada, supuesta-mente de mayor “calidad”, que intenta colonizar el interior conresidencias de baja densidad y campos de golf –cuyo impactoecológico y territorial es mayor aún que los bloques de cemento–mientras instala cada vez más puertos deportivos para que esosturistas ricos aparquen sus lanchas motoras con las que acceder arincones todavía “vírgenes” (que dejan de serlo rápidamente). Trasel sensato objetivo de la “desestacionalización” turística se escon-de la amenaza real de las flying communities, integradas por exqui-sitos ejecutivos y profesionales norteuropeos, que viven a caballode Frankfurt, Londres, París o Bruselas y la costa mediterránea. Elde Palma de Mallorca ya es, de largo, el mayor aeropuerto deEspaña y el que registra mayor tránsito. El consumo eléctrico sedispara, llevando hasta sus límites a un sistema de generación obso-

Enric Tello

No escasualidad que

se trate deeconomías

insulares conrecursos escasosy dependientes

de un turismode masas que

estádestruyendo la

gallina de loshuevos de oro

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leto basado aún en el carbón. El agua escasea y su calidad se dete-riora por la sobreexplotación de acuíferos y unos vertidos que supe-ran ampliamente la capacidad de las precarias instalaciones dedepuración. El infarto de los residuos y el conflicto de la incinera-ción están al orden del día. El infarto circulatorio y la presión paraconstruir más autopistas, también.L’illa de la calma la está perdiendo a marchas forzadas. La soste-nibilidad es el problema, y el horizonte para cualquier solución.Cabe pensar, claro está, que la relevancia adquirida por la cuestiónambiental en la política diaria es el mero resultado de haber traspa-sado tantos límites. Pero la traducción de los deterioros ambienta-les en respuestas culturales y políticas es más compleja. EnMallorca, Menorca, Eivissa y Formentera (como también enLanzarote) aún queda bastante por consevar. Bastante más, porejemplo, que en la mayor parte de la costa catalana, levantina ymurciana. La reacción social que dice “basta” –“ni una cama más”,como en Lanzarote–, y reclama cambios en profundidad, surgetanto de la consciencia de lo perdido como de la valoración de loque aún se puede salvar. Es una reacción socioecológica, que sólopuede generarse y fructificar mediante la labor culturalmentemediadora de determinados grupos humanos y de colectivos ciuda-danos que traducen la percepción del deterioro, y la esperanza desalvar lo que queda, en respuestas sociales efectivas.Las nutridas manifestaciones convocadas en 1998 y 1999 por elGrup d’Ornitologia Balear (GOB), las asociaciones de vecinos yotras entidades ciudadanas en favor de una moratoria urbanística enMallorca (30.000 personas), Menorca (5.000) y Eivissa (11.000), olos tímidos gestos hacia la reconversión a otro modelo turístico mássostenible iniciados por el ayuntamiento de Calvià con su Agenda21 Local –pionera en todo el Estado español–, dan testimonio deese fermento social sin el cual no puede entenderse bien la segun-da novedad política de este verano de 1999: la aparición de una“izquierda plural” capaz de coger el toro por los cuernos para des-bancar al Partido Popular del parlamento y del gobierno balear y,con él, a las poderosas familias de siempre.Un acuerdo de reparto de papeles con el pequeño partido de centro-derecha Unió Mallorquina –por el que UM gobierna con el partidonacionalista de centro-izquierda, PSM, el Consell Insular deMallorca y, a cambio de sus votos en el parlamento autónomo, per-miten un gobierno balear de “izquierda plural”– ha abierto el cami-no a un Pacto de Progreso entre el PSOE, el PSM y Esquerra

Novedades en Baleares

Una nuevaoleada intentacolonizar elinterior conresidencias debaja densidad ycampos de golfmientras instalacada vez máspuertosdeportivos

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Unida, que incluye por primera vez a los Verdes de Mallorca (quese presentaron en coalición con EU) y Eivissa (que concurrieroncon una candidatura unitaria de progreso). El pacto también inclu-ye a los consejos insulares de Menorca, donde l’Entesssa del’Esquerra (entre el PSOE, PSM y EU-Esquerra Menorquica) tie-nen mayoría absoluta, y el de Eivissa y Formentera, donde lo tieneel Pacte de Progrés (entre PSOE, PSM, Esquerra Unida, el Verds yla Coordinadora d’Organitzacions Progressistes). El pacto ha gene-rado tanto entusiasmo democrático entre la ciudadanía progresistade las islas como desconcierto en los grandes medios de comunica-ción del Estado que, como El País, han destacado el descaro dehaber desalojado del gobierno al partido más votado y han subra-yado la variopinta policromía de las fuerzas políticas que lo hansuscrito, dando a entender que tal colección de advenedizos nopodrá responder a los complejos desafíos de la comunidad balear.La reticencia de los poderes fácticos refleja dos cosas bastante sig-nificativas. En primer lugar, la irritación por la pérdida de influen-cia de las grandes familias, que no sólo controlaban el corruptogobierno del PP sino también a la pacata y desorientada oposicióndel PSOE balear anterior a su reciente renovación. Una buena lim-pieza democrática del Estado, hasta los bajos fondos, no es preci-samente de su agrado (incluso si se produce sólo en un pequeñacomunidad autónoma). Pero también expresa su ceguera, o sudesazón, ante la traslación del nexo entre economía y medioambiente al centro de la discusión política.Renovación democrática y reorientación sostenibilista son precisa-mente los dos ingredientes cuya sinergia explica el imprevistorevés de los poderes fácticos en esta comunidad autónoma. Laentrada en escena del Pacto de Progreso y las prioridades que haestablecido, son bien claras: paralización de campos de golf y de lasmaniobras urbanísticas especulativas que suelen esconder; limita-ción de los puertos deportivos y creación de reservas marinas pro-tegidas –por ejemplo, al noreste de la bahía de Palma–; declaraciónde Parque Natural de la sierra de Tramuntana de Mallorca; protec-ción de Ses Salines d’Eivissa; moratoria en la construcción de auto-pistas y relanzamiento del tren y el tranvía; pacificación del tráficoen las ciudades; impulso a la reducción y reciclaje de basuras y alahorro del agua.Pero el ejemplo más revelador es, por su novedad, el debate sobrela ecotasa turística. Los propios empresarios de Menorca han pedi-do al nuevo Consejo de Turismo balear la aplicación de una ecota-

Enric Tello

La reacciónsocial que dice‘basta’ -’ni una

cama más’,como en

Lanzarote-surge tanto dela conscienciade lo perdido

como de lo queaún se puede

salvar

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sa turística que se cobrará en las llegadas al aeropuerto y sobre elalquiler de coches. Su importe se destinará íntegramente a medidasde protección ambiental, dentro del programa de la UNESCO queha declarado a esta isla Reserva de la Biosfera. Inmediatamente, laecotasa se ha convertido en una prioridad política para toda lacomunidad balear, pese a la reticencia de los hoteleros de Eivissa yMallorca. En un debate con el presidente de los empresarios turís-ticos mallorquines publicado en la prensa balear, el director gene-ral de Greenpeace, Xavier Pastor, presentaba explícitamente la eco-tasa turística como un instrumento para detener el crecimientoconstante en la afluencia de turistas y reducir el consumo de recur-sos por cada plaza turística ofrecida (agua, suelo, energía, etc.).El nuevo presidente de la comunidad, Francesc Antich, se ha decla-rado favorable a la idea y ha iniciado los estudios jurídicos para laaplicación de una ecotasa de mil quinientas pesetas por viaje turís-tico en el año 2001. El eco ha resonado en el otro archipiélago: enLanzarote, siete ayuntamientos y el propio Cabildo han propuestouna ecotasa de diez euros por turista destinados a la protecciónambiental de su isla (que también es Reserva de la Biosfera). Es laprimera vez que ocurre algo así en las fronteras del Estado español.Mientras en Baleares y Canarias ya se habla de frenar el creci-miento y reorientar el modelo de desarrollo, en otras partes aún pre-dominan las fórmulas retóricas de un “crecimiento sostenible”autocontradictorio o, lisa y llanamente, el rechazo a cualquier cues-tionamiento de la economía “realmente existente”.En esos otros contextos, los esfuerzos ecologistas chocan aún conimportantes barreras a la percepción social de la insostenibilidadeconómico-ecológica de sus respectivos modelos de producción yconsumo. Eso parece subrayar la importancia de la difuminacióncolectiva de los límites territoriales concretos, especialmente cuan-do el perímetro de las identidades comunitarias y las fronteras polí-ticas no coinciden con los de sistemas naturales claros y definidos.Los límites de las cuencas hidrográficas se cruzan con los del sis-tema de ciudades, los flujos de actividad económica y movilidad depersonas, o con las diversas estructuras agrarias, ganaderas y fores-tales, sin que coincidan con los ámbitos políticos de decisión, etc.La vida social se desarrolla en un entorno cultural e identitario delímites naturales difusos, mientras la espiral consumista devorarecursos y territorios sin confrontarse realmente con el deterioro delos sistemas naturales que la sustentan. A diferencia de realidadesinsulares, como las de Baleares o Canarias, la Península Ibérica aún

Novedades en Baleares

Hay quesubrayar elpapel mediadordesarrollado enBaleares por losgruposecologistas yciudadanospara convertirla relación conel medio en untema central

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parece demasiado extensa territorialmente, y demasiado diversaeconómicamente, para facilitar esa percepción.Pero más allá de los hechos económicos y ecológicos en bruto, hayque subrayar el papel mediador desarrollado en Baleares por losgrupos ecologistas y ciudadanos que están convirtiendo la relacióncon el medio ambiente en un tema central. Ha sido su pacientelabor de muchos años la que ha permitido trabar en ámbitos terri-toriales coherentes las demandas y propuestas socioecológicas queahora emergen a la consciencia pública. Y ha sido la renovación dela cúpula local del PSOE, por el voto de las bases en las primarias,la que ha catalizado una dinámica política de renovación democrá-tica que ha enlazado sinérgicamente con la cultura de la sostenibi-lidad. El contraste de todo eso con el resto del país parece sugerirque el mayor tapón al cambio sociopolítico es la incapacidad delPSOE para regenerarse saliendo de la ciénaga del felipismo.De repente, un desconocido llamado Francesch Antic empieza aromper los patéticos moldes a los que nos tienen acostumbrados losbarones del PSOE, hablando con elogioso respeto de las demásfuerzas políticas, asumiendo en la práctica un discurso de “izquier-da plural”, sin hegemonías ni hipotecas previas, y afirmando conorgullo que su gobierno está formado por gente corriente que, trascumplir una tarea, aspira a volver a su vida privada de siempre.Automáticamente Esquerra Unida, dirigida por un EberhardGrosske que ha liderado desde el parlamento la denuncia de lacorrupción, encuentra su lugar en esa izquierda plural. Los Verdes,que con Joan Buades habían desarrollado desde Eivissa incansablesdenuncias de los trapicheos del PP y la insostenible deriva de laeconomía balear, han asumido, con Margalida Rosselló, la gestiónde una Conselleria de Medio Ambiente balear ahora notablementeprotagonista. La presidenta del Consejo Insular de Menorca, JoanaBarceló, y la de Eivissa y Formentera, Pilar Costa, conectan con esediscurso ecologista de izquierdas que no quiere dejar escapar laoportunidad de cambiar de rumbo la realidad.En Baleares, la gente está descubriendo de pronto que hay tareasdemasiado importantes y cotidianas para que la política siga siendoese cansino espectáculo de vacías peleas mediáticas, sazonado demezquinos intereses personales, que nos tiene tan hartos. Espe-remos que dure. Mientras tanto, tienen nuestra simpatía y apoyo.

Enric Tello

La renovaciónde la cúpula del

PSOE en lasprimarias ha

catalizado unadinámica derenovación

democráticaque ha

enlazado con lacultura de la

sostenibilidad

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Más allá de Seattle: la lucha contra la OMCBelén Balanyá

La reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) enSeattle, en la que se pretendía decidir el contenido de la próximaronda de negociaciones comerciales multilaterales, la llamadaRonda del Milenio, acabó sin una mera declaración de intenciones,además de hacer correr ríos de tinta. La resistencia de los paísesperiféricos a ampliar el ámbito de competencias de la OMC, a fir-mar acuerdos que benefician principalmente a las multinacionalesdel Norte y a aceptar procesos de negociación de los que eranexcluidos, junto con las protestas de miles de manifestantes en lascalles de Seattle, han conseguido cuestionar ante la opinión públi-ca la legitimidad de dicha institución. Pero Seattle ha sido sólo laprimera batalla. Las negociaciones se retoman en Ginebra en enerodel 2000, y es crucial que los movimientos sociales sigan su luchacon más fuerza que nunca.Uno de los éxitos de Seattle ha sido el poner en el ojo público a laOMC, de la que hace apenas dos semanas la gran mayoría ignora-ba incluso su existencia. Esta gran desconocida, que ve ahora cues-tionada su legitimidad, nació en enero de 1995, y está dotada depoderes sobre cuestiones que afectan a miles de millones de perso-nas. Con 135 miembros, la OMC, basada en la defensa del librecomercio, tiene un mandato mucho más extenso que su predecesor,el GATT, e incluye cualquier norma o práctica (como regulaciones

Las masivasprotestas en lascalles de Seattlehan tenido otraimportantefunción: apoyar larebelión dentrode la OMC

Belén Balanyá es miembro deEcologistas en Acción y delMovimiento AntiMaastricht

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ambientales y laborales) que se considera restrinja de algún modoel libre intercambio de bienes y servicios. Las masivas protestas en las calles de Seattle, acompañadas demodo simultáneo (aunque sin cobertura mediática) por muchasotras manifestaciones en los sitios más dispares del mundo, hantenido otra importante función, apoyar la rebelión dentro de laOMC. A pesar de su pretendida naturaleza democrática, debido a latoma de decisiones por consenso, los procesos de negociación en laOMC (y anteriormente en el GATT) han estado siempre dominadospor los bloques más poderosos, el llamado Quad, que incluye aEstados Unidos, la Unión Europea, Japón y Canadá. Los paísesperiféricos, por su escasez de recursos humanos y financieros y,sobre todo, por las presiones bilaterales de los miembros más fuer-tes, han aceptado hasta ahora acuerdos que van en contra de susintereses. Estos países llevan mucho tiempo denunciando la natu-raleza antidemocrática de las negociaciones, en especial la llamadatécnica de las “green rooms” (salas verdes)1: Estados Unidos y laUnión Europea llegan a un acuerdo, que “venden” a un grupo limi-tado de países, a los que el director general de la OMC invita a reu-nirse en privado y, a continuación, dicho trato se impone al resto delos países, que no han tomado parte en las negociaciones. Seattle hasido la primera vez en la historia en que los países periféricos handicho basta; y han confirmado en varias declaraciones que hanencontrado parte de la fuerza para resistir en las continuas protes-tas en las calles de Seattle, que les han hecho ver que los gobiernosde los países del Norte no cuentan con el apoyo de sus habitantes.Un factor menos importante para el fracaso del lanzamiento de laRonda del Milenio, aunque el más destacado por los medios decomunicación, ha sido el desacuerdo entre Estados Unidos y laUnión Europea. Desacuerdo que por sí solo no habría significado elfracaso de las negociaciones ya que, en lo esencial, la mayor libe-ralización en los sectores en los que sus grandes multinacionalesson más competitivas estaban plenamente de acuerdo. Sin embar-go, atendiendo a cómo los medios de comunicación convenciona-les han cubierto aquí el tema, la Unión Europea ha llevado a caboun gran ejercicio de relaciones públicas. Pascal Lamy, Comisarioeuropeo de comercio, ha llegado a decir que “los manifestantespiden exactamente lo mismo que la UE”, lo que es un insulto nosólo para las miles de personas que se reunieron en Seattle, sinotambién para los muchos miles más en todo el mundo que no acu-dieron allí y que, sin embargo, llevan mucho tiempo confrontando

Belén Balanyá

Los procesos denegociación en

la OMC hanestado siempredominados por

los bloques máspoderosos

1. Llamadas así por la decoraciónde la habitación que usaba para

tal fin Arthur Dunkel, director delGATT de 1980 a 1993.

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a los negociadores con sus críticas a la agenda mundial de librecomercio, basadas en un análisis serio, argumentado y documenta-do. La Unión Europea sigue callando el hecho de que su principalinterlocutor para fijar su agenda no han sido ellos, “los manifestan-tes”, sino las grandes multinacionales europeas.No es algo nuevo la participación directa de los grandes grupos depresión empresariales en el diseño de las políticas internacionalesde comercio e inversiones de la Unión Europea aunque, en su cam-paña por la Ronda del Milenio, la Comisión haya refrescado estosvínculos, estimulando la creación de redes empresariales que leindiquen las prioridades por las debía luchar en Seattle. Un claroejemplo es la Red de Inversiones (Investment Network, IN) –for-mada por unas 50 multinacionales entre las que se incluyen Fiat,ICI, Daimler-Benz, British Petroleum o Rhône-Poulenc– creadapara identificar las prioridades de la industria europea de cara a unacuerdo de inversiones dentro de la OMC. Lo mismo ocurre en el sector servicios –muy codiciado por laindustria ya que representa el 60% de los flujos de inversión direc-ta extranjera mundial– con la creación, a instancias de la ComisiónEuropea, de la Red Europea de Servicios (European ServicesNetwork, ESN), también formada por las grandes empresas euro-peas del ramo, y de la que se espera juegue un papel muy activo enlas negociaciones para una mayor liberalización del sector. SirLeon Brittan, anterior comisario europeo de comercio, fue muyfranco en la primera reunión de la red: “Sois la fuerza motora delsistema de consultas que hemos creado; mi puerta está abierta paracualquier tema que os preocupe.” Pascal Lamy, sucesor de Brittan, ha demostrado estar a la altura desu predecesor, y así lo demostró en la primera oportunidad. Durantela reunión anual del Diálogo Comercial Transatlántico (TABD,Transatlantic Business Dialogue) que tuvo lugar en Berlín los días29 y 30 de octubre, Lamy se dirigió a los más de 100 líderes empre-sariales que participan en esta estructura, creada en 1995 por elgobierno de Estados Unidos y la Comisión Europea con la misiónde identificar los obstáculos al comercio y elaborar posicionescomunes en la OMC. Lamy les aseguró que “la nueva Comisión osva a apoyar tanto como la anterior”, y prometió que “haremos loque tengamos que hacer, y será más fácil si vosotros establecéis lasprioridades”. También les animó a colaborar en el esfuerzo paraconvencer a la opinión pública de las ventajas de la globalización:“creo que la industria tiene que hablar, y argumentar que la libera-

Más allá de Seattle

Seattle ha sidola primera vezen la historia enque los paísesperiféricos handicho basta

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lización del comercio, como la globalización en general, es buenapara nuestra gente”.Son al fin esas prioridades, determinadas por los mayores benefi-ciarios, las que fijaron la agenda de la UE, no las reivindicacionesde los movimientos sociales. Aun así, la Unión Europea se ha mar-cado un tanto al lograr que durante la cumbre de Seattle la infor-mación se centrara en un aspecto parcial de su agenda: agricultura,y las “concesiones” de dotar a los países menos “desarrollados” deun libre acceso de sus exportaciones al Norte y de incluir en laOMC los derechos laborales y medioambientales. Pero la Comisiónhabía propuesto también, entre otras cosas, la iniciación de nego-ciaciones sobre acuerdos de inversiones, contratación pública ypolítica de competencia, presentando estas normas como algo nece-sario para la obtención de un ‘campo de juego nivelado’. Pero larealidad es que la competencia igualitaria entre multinacionalesgigantes y pequeños productores locales en los países del Sur con-ducirá a la extinción masiva de los últimos, con la consecuenteagravación de la crisis social.Bajo el lenguaje de un acuerdo de inversiones “favorable al desa-rrollo”, el objetivo primordial de la Comisión es lograr normas vin-culantes sobre inversiones que ‘encierren’ la desregulación que hatenido lugar durante los últimos años y comprometan a los gobier-nos a desmontar gradualmente aquellos obstáculos que aún ‘discri-minen’ a las multinacionales. En su esencia es algo tan peligrosocomo lo que pretendía ser el Acuerdo Multilateral de Inversiones(AMI) de la OCDE, que tantas ampollas levantó, y podría conver-tir en normas internacionales las controvertidas medidas que amenudo impone el Fondo Monetario Internacional por medio desus Programas de Ajustes Estructurales. El objetivo de un acuerdo sobre política de competencia no es limi-tar la concentración empresarial a escala mundial. Por el contrario,como explica Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, laUE confía en desmantelar los obstáculos que encuentran las empre-sas del Norte en los ‘mercados emergentes’ como, por ejemplo, laspolíticas que dan derechos de importación o distribución a lasempresas locales.Respecto al tema de la contratación pública, la UE confía en pre-venir que los gobiernos del Sur den preferencia a ciudadanos oempresas locales a la hora de optar a contratos con el sector públi-co (como la construcción o equipamiento de hospitales, escuelas,infraestructura, etc.). Traer la contratación pública bajo el régimen

Belén Balanyá

Para la UniónEuropea su

principalinterlocutor no

han sido losmanifestantes,

sino las grandesmultinacionales

europeas

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de la OMC, con su principio de ‘tratamiento nacional’, significaríaque las empresas extranjeras deben disfrutar de las mismas (omejores) oportunidades para lograr los contratos que las locales. Enla mayoría de los países periféricos, en los que el estado es el prin-cipal agente económico, la contratación pública es uno de los pocosmodos de guiar el desarrollo económico, al permitir que se desa-rrolle la industria local. La Unión Europea era consciente mucho antes de Seattle de la opo-sición a sus pretensiones por parte de numerosos grupos y movi-mientos sociales que representan a sectores muy diversos de lasociedad. Tras el fracaso de las negociaciones del AMI, laComisión afirmó haber aprendido la lección e inició un proceso deacercamiento a la ‘sociedad civil’. Pero un documento filtradoreveló el proceso paralelo y cualitativamente distinto que sosteníacon las grandes empresas, y confirmó a la mayoría de los gruposque no pasaba de ser un montaje para embaucarlos y así legitimarsu postura. Sin embargo, la Comisión no ha cejado en su intento deseducir a sus críticos. Incluso se ha apropiado del concepto de mul-tifuncionalidad de la agricultura, pretendiendo que promueve unaagricultura sostenible y de calidad, cuando fomenta un modelo deproducción que favorece una vez más a las grandes explotaciones,principales beneficiarias de sus ayudas, a la par que deterioran lacalidad de los alimentos.De nuevo un documento filtrado, el “Documento de TrabajoComún” de 29 de noviembre, sacó a la luz que la zanahoria “verde”con la que tentaba a parte de la oposición ecologista –el respeto alprincipio de precaución y las medidas de protección ambiental–eran poco más que palabras huecas. A pesar de la buena imagenque le hayan podido crear estas intenciones declaradas, el docu-mento revelaba que a la hora de negociar, la Unión Europea estabadispuesta a ‘renunciar’ a estos temas a los que califica de ‘suaves’–cediendo incluso a la presión de Estados Unidos para crear ungrupo de biotecnología en la OMC que haría más fácil la entrada alos mercados europeos de los productos modificados genéticamen-te– y centrarse en sus verdaderos objetivos, los puramente econó-micos: las nuevas áreas propuestas que garantizarían el mayoracceso posible a los mercados mundiales de sus grandes multina-cionales.El presentar como razón de las protestas llevadas a cabo en Seattlela inclusión de temas ambientales y sociales en la agenda ha sidotambién un ejercicio de relaciones públicas llevado a cabo con

Más allá de Seattle

La competenciaigualitaria entremultinacionalesy pequeñosproductoreslocales en lospaíses del Surconducirá a laextinciónmasiva de losúltimos

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maestría. Bien sabían la Comisión Europea, y los gobiernos de losestados miembros, que no era este el objetivo de la mayoría de losoponentes a la Ronda del Milenio, sino el rechazo absoluto a laOMC y, cuando menos, a la expansión de su ámbito de competen-cias y a una mayor liberalización en cualquiera de las áreas a nego-ciar. Tampoco tras el fracaso de la cumbre ha habido un reconoci-miento de estos hechos; por el contrario, la batería de las relacionespúblicas no ha hecho más que empezar.De cara a la galería no cabe duda que van a explotar las “solucio-nes” reformistas con el fin de restañar la credibilidad de la OMC.Ya hemos podido escuchar numerosas declaraciones de intencionespara hacer de ella un foro más democrático, que dé cabida tanto alas opiniones de los países más desfavorecidos como a la “sociedadcivil”. Pero de puertas a dentro empieza ahora la batalla real. Elcacareado fracaso de las negociaciones no es tal ya que, aunque demomento se ha bloqueado la entrada de nuevas áreas en las mismas(tales como inversiones, contratación pública o política de compe-tencia), en enero dará comienzo en la sede de la OMC, en Ginebra,la reapertura de las negociaciones sobre los temas que ya acordaronen 1994: agricultura, servicios y derechos de propiedad intelectual.Negociaciones que no van a tener tanta publicidad como la cumbrede Seattle, llevadas a cabo por burócratas de la OMC y los paísesmiembros, y que no se concentrarán en pocos días, sino en un pro-ceso continuo y muy extenso en el tiempo.Es ahora cuando los países que se rebelaron en Seattle van a estarsometidos a mayor presión, con la desventaja de que la duración delas negociaciones hace más fácil minar su determinación. Por todoello es necesario que los movimientos sociales que se oponen a laOMC realicen un mayor esfuerzo y mantengan la presión a lo largode todo el proceso. Seattle ha abierto un hueco, ha confirmado lahabilidad para bloquear iniciativas de gran alcance, como ocurriócon el AMI, pero queda mucho por hacer.Un paso necesario es desenmascar el montaje que presenta las rei-vindicaciones de los que se oponen a la OMC como meramentereformistas. No se cuestiona a la OMC en abstracto, sino como unapieza clave de los procesos de globalización económica, cuyasdevastadoras consecuencias sociales y ecológicas se plasman enmayor medida en el Sur, pero también en el Norte, donde la libera-lización, privatización y flexibilización continuas traen mayor pre-cariedad, incertidumbre y exclusión. A diferencia del prometido‘efecto goteo’ del crecimiento económico basado en el comercio

Belén Balanyá

La UE esperaevitar que losgobiernos del

Sur denpreferencia aciudadanos o

empresaslocales para

optar acontratos con el

sector público

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internacional, la brecha mundial entre ricos y pobres sigueensanchándose. El Informe de Comercio y Desarrollo de 1997 de laConferencia de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo(CNUCD) llegaba a la conclusión de que la globalización, en suforma actual, es responsable del aumento espectacular de las desi-gualdades mundiales. En 1965, la renta media personal de los paí-ses del G-7 era 20 veces mayor que la de los siete países más pobresdel mundo. En 1995, la diferencia era 39 veces mayor. Las desi-gualdades y polarización de las rentas también crecen dentro de unmismo país: la cuota de riqueza embolsada por el 20% más rico dela población ha aumentado en la mayoría de los países desde pri-meros de los 80. Sin embargo, la Unión Europea y demás bloques poderosos se nie-gan a reconsiderar el actual modelo de globalización económica.Su promoción contínua de la liberalización del comercio y lasinversiones internacionales, a pesar de la creciente miseria social yde la destrucción ecológica, es indefendible. Pero sus políticassiguen estando guiadas por los ‘intereses ofensivos’ del capitaltransnacional. No se trata de ninguna conspiración, y la imagen delos estados desvalidos y debilitados que siguen ciegamente lasórdenes de las multinacionales no es correcta. Es cierto que la glo-balización económica ha aumentado el poder negociador de lasgrandes empresas y sus grupos de presión, pero esto, en sí mismoes resultado de un conjunto de políticas promovidas por los gobier-nos. Los privilegios de estos grupos en el sistema de la OMC sonel resultado predecible de la ideología económica neoliberal quesigue dominando la mayoría de los gobiernos.

Más allá de Seattle

A diferencia delprometido‘efecto goteo’del crecimientobasado en elcomerciointernacional, labrecha mundialentre ricos ypobres sigueensanchándose

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La cuestión del Estado del bienestar es un ejemplo de lacreación de un falso debate por miedo a decir las cosaspor su nombre. La derecha no se atreve a confesar susintenciones. Ni la izquierda a reconocer su derrota. Elinterés, por ambas partes, de disimular el estado real delas relaciones de fuerzas hace que se encuentren en unpunto: presentar la crisis del Estado del bienestar como unproblema estrictamente técnico y económico. De estemodo, el problema de fondo de la sociedad europea con-temporánea –que afecta a lo esencial: el respeto a la dig-nidad del ciudadano– se convierte en una cuestión decontabilidad. No salen las cuentas: éste es el argumentoque nadie rebate. Y, sin embargo, del mismo modo que elEstado del bienestar fue el fruto de un pacto político, sudesmantelamiento es una decisión política.La renta por habitante de los ciudadanos de cualquier paísde la comunidad es hoy más alta que en los años cincuen-ta. Entonces el Estado del bienestar fue posible porque laderecha entendió que tenía que hacer concesiones paraque la clase obrera no se dejara arrastrar por la ilusióncomunista. Conquistada la hegemonía económica, políticay cultural, desaparecida cualquier amenaza, por lo menosa corto plazo, para la estabilidad de un sistema que haencontrado en el movimiento permanente su equilibrio, laderecha no ve razones para mantener este pacto político.Es hora de recoger beneficios. No quiere ser ella quien lorompa por los posibles efectos electorales. Y lo planteacomo una cuestión estrictamente técnica. La izquierda –que ha dejado de ser alternativa sin querer saber muybien qué ha pasado– no está en condiciones de imponerpolíticamente el pacto. Para no reconocer su derrota seadhiere al argumento técnico. Más todavía: su celo le llevaa diseñar ideologías de recambio para justificar el desman-telamiento del Estado del bienestar: por ejemplo, la llama-da tercera vía.

Josep Ramoneda

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C I TA

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El nuevo desarrollismo ecológicoAntonio Estevan

Desde hace años, la perspectiva ecológica ha pasado a formar partedel mundo de lo políticamente correcto, mientras que las posicio-nes explícitamente antiecológicas se encuentran en vías de francaextinción, al menos en los países que ya han sido desarrollados. Lainstalación de un nuevo concepto de amplio alcance en la esfera delo políticamente correcto, sobre todo si se produce tras un violentorechazo inicial, puede sugerir que se ha producido una cierta bata-lla ideológica y que la nueva posición la ha ganado. Sin embargo,los hechos no confirman este cambio. El medio ambiente, la pro-tección de la naturaleza, el equilibrio ecológico y demás elementosclave del vocabulario ecológico están en todos los discursos y entodos los programas políticos. Pero otra cosa muy distinta son lossignificados que estos conceptos han ido adoptando, y cómo se hanido produciendo sus correspondientes evoluciones semánticas.Precisamente uno de los aspectos más contradictorios de la evolu-ción social registrada en este último cuarto de siglo es la conjun-ción de una creciente conciencia ecológica con un comportamientocrecientemente antiecológico, tanto en el plano individual comocolectivo. Los datos disponibles –algunos se ofrecerán más adelan-te– lo indican claramente. Los daños infringidos a la Naturaleza,tanto en los países que ya han sido desarrollados como en los queestán siéndolo en la actualidad, no hacen más que aumentar, tantoen términos agregados como si se calculan por persona, y ello pese

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Los elementosclave delvocabularioecológico estánen todos losdiscursos. Perootra cosa muydistinta son lossignificados queestos conceptoshan idoadoptanto

Artículo publicado en el nº 33 de la revista Archipiélago.

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a la contínua predicación ecológica y a los esfuerzos tecnológicosque se han venido realizando para ocultar o suavizar la destrucción.Interrogarse sobre las causas de esta peculiar evolución sigue sien-do un ejercicio interesante, más ahora que se están desvaneciendolas posibilidades de que los hechos cambien de modo sustancial acorto o medio plazo en la evolución del conflicto ecológico. Latarea que ahora se abre es la de intentar desentrañar las razones porlas que, en menos de quince años, se han esfumado las esperanzasde que el imperativo ecológico forzara una profunda transforma-ción en el modo de producción del capitalismo industrial.

La búsqueda de señales alentadoras¿Es posible identificar algunas señales fehacientes de la apariciónde cambios estructurales en el modo de producción industrial capi-talista en las últimas décadas, como cabría esperar de la profundi-dad de la crisis y de su ya largo período de gestación a la vista detodos, con un reconocimiento generalizado de la importancia y lagravedad del problema? Con el mismo entusiasmo con que en sumomento algunos núcleos de reflexión del movimiento ecologistase lanzaron a buscar las claves teóricas de la inexorable reestructu-ración ecológica del sistema capitalista, en los ámbitos más institu-cionalizados del pensamiento ecológico se han realizado en los últi-mos años notables esfuerzos para responder a esta pregunta, inten-tado hallar pruebas de que la nueva gran transformación ya estabaen marcha.El principal producto de estos esfuerzos se condensa, de modo máso menos explícito, en torno a la tesis de la “desmaterialización dela economía”, que significa esencialmente que cada vez se producemás valor económico por unidad de recursos naturales consumidos.Si se sigue avanzando en esta línea, el crecimiento económicopodrá continuar indefinidamente, al ir haciéndose cada vez másindependiente de los recursos naturales, y menos destructivo deéstos. De este modo, el equilibrio ecológico podrá ser preservadosin necesidad de detener el crecimiento económico. Y no sólo eso,sino que, además, cuanto mayor sea el crecimiento económico,mayores recursos económicos y tecnológicos se podrán liberar paradesmaterializar aún más la economía. A este círculo virtuoso se leviene llamando últimamente “desarrollo sostenible”.La más reciente y ampliamente celebrada aportación en este senti-do es el informe “Factor 4”, producido en colaboración con dos delas instituciones más prestigiosas del ambientalismo internacional:el Rocky Mountain Institute de Snowmass (Colorado, EE UU) y el

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Antonio Estevan

Uno de losaspectos más

contradictoriosde este tiempo

es la conjunciónde una

crecienteconciencia

ecológica con uncomportamientocrecientemente

antiecológico

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Club de Roma. La tesis básica de este informe es llamativa: la apli-cación de nuevas tecnologías permitiría, a grandes rasgos, producirel doble de los principales bienes y servicios de valor económico,utilizando la mitad de los recursos naturales que hoy en día se apli-can a ello: la eficiencia ecológica se multiplicaría por cuatro, que-dando sobreentendido que de este modo se superaría la crisis ecoló-gica global. De ahí el título del libro, que, por cierto, acepta deentrada la reconfortante idea de que es necesario duplicar la pro-ducción de bienes y servicios en el seno del mercado, no escapan-do de esta necesidad, en muchos casos, ni siquiera los países que yahan sido desarrollados.Los estudiosos de la economía ecológica saben bien que nada detodo esto es esencialmente nuevo. La idea de que la crisis ecológi-ca puede tener una solución básicamente tecnológica ha acom-pañado desde su nacimiento al movimiento ecologista, unas vecesdesde dentro del propio movimiento, y otras, las más, desde fueradel mismo, en forma de crítica a las percepciones negativas del eco-logismo sobre los límites del modo de producción industrial.

El consumo de energía como indicador ecológico globalPero lo interesante no es ver si estos planteamientos son nuevos,sino si son ciertos, al menos en la forma que adoptan aquí y ahora.¿Es verdad que la economía se está desmaterializando? ¿Existenpruebas que demuestren que el capitalismo industrial ha comenza-do a reestructurarse, aunque sea de modo incipiente, reduciendo lapresión sobre los recursos naturales mientras continúa su creci-miento, y abriendo así la vía para la superación histórica de la cri-sis ecológica? Es sabido que el consumo de energía es uno de losindicadores predilectos de quienes trabajan en torno a los proble-mas ecológicos. Existen buenas razones para esta preferencia. Enprimer lugar, el consumo de energía es un indicador sintético, estoes, resume en sí mismo una gran variedad de efectos ambientales,algunos de ellos muy graves. No sólo está directamente asociado ala emisión de CO2 y la consiguiente alteración del clima, sino tam-bién al desarrollo del transporte –con sus múltiples secuelas terri-toriales y de contaminación–, al incremento de los procesos indus-triales, a la artificialización de la agricultura y a los procesos deurbanización.Por otra parte, es un indicador globalmente benigno o prudente.Los efectos ambientales negativos de un incremento del consumode energía se amplifican cuando la energía se utiliza en la mayoríade las aplicaciones. Si se duplica el consumo de energía en trans-

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Desarrollismo ecológico

Si en 1986 elconsumoenergético deun habitante dela OCDE era 5,2veces superioral de uno defuera de esteclub, en 1995 larelación era yade 6,1 veces

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porte, los restantes efectos ambientales (ocupación de suelo, conta-minación, ruido, fragmentación de ecosistemas por las infraestruc-turas, y un largo etc.) se ven mucho más que duplicados. En algu-nos sectores esta relación es exponencial. De modo que si se usa elconsumo de energía como un indicador genérico del deterioroecológico, se estarán obteniendo valoraciones muy inclinadas dellado de la prudencia.Si el consumo de energía puede ser considerado como un termó-metro sintético y prudente del deterioro ecológico, debería ser unade las variables en las que antes comenzasen a apreciarse los efec-tos de la desmaterialización de la economía y, en general, de lareestructuración “ecológica” del modo de producción industrial. Dehecho, la reducción del consumo energético que siguió a las crisisde los precios energéticos de 1973 y 1981 fue uno de los datosesgrimidos con más insistencia en los trabajos en favor de las tesisde la desmaterialización de la economía y el optimismo ecológicohistórico, elaborados en los años 80 y comienzos de los 90.Ahora ya ha pasado algo más de tiempo y comienzan a estar dis-ponibles algunas series históricas de datos representativas de la“vuelta a la normalidad” de la economía, tras haberse superadocumplidamente las crisis de precios energéticos citadas y los desór-denes de toda clase que ocasionaron en la economía internacional.Del examen de la evolución de los consumos energéticos entre1986 y 1995, según los datos oficiales de la Agencia Internacionalde la Energía, es posible extraer algunas conclusiones de interés:– El consumo mundial de energía aumentó un 15,6% entre 1986 y1995, pero el reparto de este crecimiento estuvo lejos de estar equi-librado entre las diferentes regiones mundiales: mientras en los“países ricos” (OCDE) el aumento fue del 20,9%, en los restantesel incremento fue del 10,1%.– El consumo de energía por persona se mantuvo globalmente esta-ble entre 1986 y 1995, pero esa media en equilibrio lo que en rea-lidad significa es que en los países de la OCDE el consumo por per-sona aumentó en un 10,7%, alcanzando en 1995 el índice de 5,5Tep/Habitante, mientras que en el resto del mundo se redujo en un6,4%, quedando por debajo de 0,9 Tep/Hab.– En 1986, los países de la OCDE representaban un 16,5% de lapoblación mundial y consumían el 50,6% de la energía. En 1995, lapoblación de la OCDE representaba el 15,5% del total mundial,pero su participación en el consumo global de energía había subidoal 52,9%. En una sola década, los países ricos se apoderaron de otro

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Antonio Estevan

La economíaeuropea está

mucho másinternacionali-

zada que lanorteamericana;buena parte de

sus consumosmateriales y

energéticos seproducen fuera

de sus fronteras

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2,3% de la tarta energética mundial que, por supuesto, ya veníaestando muy mal repartida. Si en 1986 el consumo energético de unhabitante de la OCDE era 5,2 veces superior al de uno de fuera deeste club, en 1995 la relación era ya de 6,1 veces.– Interesa, por último, puntualizar que entre los países ajenos a laOCDE se encuentran todos los que están siendo desarrollados en elPacífico Asiático, cuyos incrementos de consumo energético en ladécada fueron los mayores del planeta, oscilando entre el 52% deChina y el 172% de Tailandia. Imagine el lector lo que pasó enÁfrica, Latinoamérica, bloque ex soviético, etc., para llegar conestos sumandos a una media de 10,1% de incremento global fuerade la OCDE.El panorama arriba descrito no parece muy acorde con los efectosenergéticos que cabría esperar de una proceso de desmaterializa-ción tecnológica de las economías desarrolladas. Donde sí se está“desmaterializando” la economía es en las zonas más desfavoreci-das del planeta, por razones que, por su pura obscenidad, es prefe-rible no entrar a detallar.

El comportamiento energético del núcleo del capitalismo industrialPuede ser ilustrativo examinar ahora con cierto detenimiento lo queestá ocurriendo dentro de la tríada Estados Unidos-Japón-Europa.Todos los grandes países industrializados, excepto Alemania,aumentaron sensiblemente su consumo energético entre 1986 y1995. Si Alemania no lo hizo, fue debido a la reunificación: paramantener la coherencia de las series, entre 1986 y 1990 hay quesumar los datos de las dos antiguas Alemanias de la guerra fría.Entre 1986 y 1990 el consumo de energía aumentó en la RFA,mientra caía rápidamente en la RDA, ya sumida en una crisis ter-minal. Con el rápido desmantelamiento de la obsoleta industria deAlemania Oriental a partir de la reunificación, el consumo alemánde energía cayó sensiblemente entre 1991 y 1995. De modo que labrillante comparación ecológica que ofrece Alemania entre elcomienzo y el fin de la década analizada resulta de sumar los efec-tos del declive de la industria oriental antes de la reunificación y deldesmantelamiento posterior de la misma.El siguiente paso es comparar los consumos por persona en cadauno de estos países. Ahora las cosas parecen algo distintas, almenos en una primera lectura: el consumo por persona en EE UU(8,45 Tep/Hab.) y Canadá (9,98 Tep/Hab.) es disparatado y,además, en EE UU sigue creciendo sensiblemente. Japón arranca

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Desarrollismo ecológico

Los bajosimpactosecológicoseuropeos noson más queuna versiónecológica de lacontabilidadcreativa

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de cifras relativamente prudentes (3,2 Tep/Hab. en 1986), perocrece a toda velocidad (33,7% en la década), de modo que, siendoel sexto de la lista en 1986 (sólo por delante de Italia), se ha situa-do en tercer lugar en 1995, con 4,3 Tep/Hab. Los países europeosaparecen ahora como algo más sensatos: su consumo absoluto (entorno a los 4 Tep/Hab.) no es comparable al de los norteamericanos,ni su crecimiento es comparable al de Japón.

¿Están ofreciendo los grandes países europeos el buen ejemploecológico que tanto necesita el mundo? Ya se explicaron anterior-mente las peculiares bases de la evolución alemana, pero hay otrosfactores de fondo que añaden algo más de luz al conjunto de la evo-lución europea.

La contabilidad ecológica creativa de la Unión EuropeaEl World Resources Institute de Washington, El Wuppertal Institutede Alemania y otras instituciones de investigación de los PaísesBajos y Japón han terminado recientemente una investigación con-junta de gran interés1. Han seguido la pista a los flujos físicos sobrelos que descansa la economía de cada uno de estos países, contabi-lizando no sólo los flujos que se producen dentro de sus fronteras,sino también los que vienen incorporados en los productos impor-tados, y descontando, según los mismos criterios, los flujos asocia-dos a los productos exportados.Como unidad de medida de los flujos físicos, este trabajo utiliza elconcepto de RTM o Requerimiento Total de Materiales de un deter-minado sistema económico nacional, en el que se incluyen tanto losmateriales –energéticos y no energéticos– directamente incorpora-dos a la producción como los que quedan “escondidos” en forma deresiduos, escombros, escorias, etc., y los que quedan irreversible-

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CONSUMO DE ENERGÍA PER CÁPITA EN LOS PAÍSES DEL G-7 (TEP/HAB.)AÑO 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 95/86EE UU 7,79 7,99 8,25 8,34 8,27 8,17 8,19 8,28 8,36 8,45 8,5%CANADÁ 9,92 9,99 10,59 10,71 10,43 9,65 9,71 9,89 10,00 9,98 0,6%JAPÓN 3,23 3,30 3,48 3,59 3,67 3,84 3,86 4.00 4,19 4,31 33,7%ALEMANIA 3,72 4,71 4,71 4,54 4,56 4,49 4,45 4,37 4,25 4,24 -10,3%ITALIA 2,79 2,93 2,97 3,08 3,04 3,12 3,13 3,03 3,01 3,21 14,9%FRANCIA 3,80 3,83 3,75 3,86 3,96 4,15 4,14 4,09 3,99 4,09 7,7%UK 3,97 4,02 4,03 4,13 4,12 4,19 4,07 4,17 4,22 4,26 7,4%Fuente: elaboración propia sobre datos de AIE, 1997.

1. World Resources Institute,Resource Flows: the MaterialBasis of Industrial Economics,

Washington, 1997

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mente alterados en las diversas fases de la producción (suelos per-didos por erosión, materiales removidos y desechados en laminería, etc.). Los resultados de esta investigación indican que elRTM por persona de los dos países europeos analizados (Alemaniay los Países Bajos) era en 1993 de 86 y 84 Tm., respectivamente.Estados Unidos presentaba también un total de 84 Tm. Pero,además, el componente de combustibles fósiles del RTM era enAlemania sensiblemente superior al de Estados Unidos. La grandiferencia de las economías europeas con la norteamericana es lade la fracción de RTM que se produce fuera del país: mientras enEstados Unidos, país altamente autosuficiente en materias primas,esta fracción no alcanza el 10 por ciento del total, en Alemaniasupera el 35%, y en los Países Bajos llega hasta el 70%.Lo menos que se puede decir de los resultados de esta investigación–cuya completa interpretación requiere, obviamente, numerosasmatizaciones– es que comienzan a poner en su sitio a la ecológicaEuropa. Resulta que, dado que la economía europea está muchomás internacionalizada que la norteamericana, buena parte de susconsumos materiales y energéticos se producen fuera de sus fron-teras, de modo que no aparecen en sus estadísticas internas. Losbajos impactos ecológicos europeos no son, en realidad, más queuna versión ecológica de la contabilidad creativa que tan de modase puso en Europa para la preparación del examen de Maastricht.

La partida de Kyoto vista desde debajo de la mesaAhora es el momento de recordar Kyoto. Resulta que más que unacumbre del clima lo que se organizó en Kyoto fue una cumbre detahures y jugadores de ventaja, bien provistos de cartas marcadas yases en la manga, y hasta en los calcetines. Es interesante analizarsobre todo la posición de la UE, que se convirtió en el eje de lacumbre, con su propuesta global de reducción del 15% de las emi-siones en el año 2010.En pleno proceso de la dura convergencia de Maastricht, y con laaún más dura convergencia post-Maastricht a la vista, la UE nece-sitaba desesperadamente maquillar su imagen política, para cam-biar la penosa opinión que el proyecto de unificación estaba y estásuscitando en un número cada vez mayor de ciudadanos. Para ello,Kyoto le brindaba una oportunidad única de presentarse como lídermundial de la noble causa ecológica frente a Estados Unidos yJapón, lo que constituiría un motivo de gran orgullo para los ciu-dadanos europeos, siempre recelosos de los norteamericanos ytemerosos de los asiáticos. Pero, por supuesto, había que conse-

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Más que unacumbre delclima lo que seorganizó enKyoto fue unacumbre detahures yjugadores deventaja

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guirlo sin que le costase ni un céntimo a la industria europea, ymenos aún a las haciendas públicas estatales, que pedían limosna alas puertas de Maastricht.Para preparar su posición, la Comisión Europea echó bien suscuentas y se percató de que en 1990, año que se tomaba como refe-rencia para el cómputo de la reducción de emisiones, Alemaniaestaba recién reunificada, pero la industria de Alemania Orientaltodavía no había sido desmantelada. Además, las últimas amplia-ciones habían incorporado a Austria, Finlandia y Suecia, que cuen-tan con grandes recursos hidroeléctricos (no emisores de CO2) yque contribuyen también a estabilizar las medias europeas de emi-siones. Sumando estos efectos “ecológicos” de la geopolítica euro-pea, resulta que las emisiones políticamente computables de la UEeran a mediados de la década actual similares, en orden de magni-tud, a las de 1990. Con estos ases en la manga, la UE tenía un buenmargen de maniobra para hacer una apuesta fuerte en la primeramano del juego. Sabiendo que EE UU jamás aceptaría reduccionessustanciales y que Japón siempre tomaría como referencia la posi-ción americana, la delegación europea jugó de salida el farol del15%, con la garantía de que cualquier resultado del juego le resul-taría beneficioso: si no había acuerdo, obtendría una gran gananciade imagen institucional y manos libres en la política energética. Si,como finalmente ocurrió, se llegaba a un acuerdo de mínimos, laganancia de imagen se mantendría, a cambio de retoques irrelevan-tes en la política energética: las mejoras tecnológicas y las opera-ciones de deslocalización ya programadas en diferentes sectoresproductivos, así como la progresiva implantación del gas naturalcomo fuente energética básica en el ámbito industrial y doméstico,podrían ofrecer por sí solas las mínimas reducciones de emisionesen Europa acordadas en Kyoto.La delegación americana, por su parte, iba a Kyoto con un objetivomuy claro: que no se hablara de los niveles absolutos de emisión,que en su caso son obviamente indefendibles, sino de porcentajesde cambio. Sin duda lo consiguió, con la inestimable ayuda delfarol europeo, que concentró toda la atención de los medios decomunicación en los famosos porcentajes, ocultando el hecho clavede las diferencias internacionales en los consumos por persona.Además, el juego de buenos (el equipo presidencial) y malos (elsenado y los lobbies industriales) escenografiado en la cumbre tam-bién en el ámbito doméstico norteamericano ofreció el impagableresultado añadido del reforzamiento de la imagen ecológica del

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La consolidaciónde los principios

ecológicos hadespertado elinterés de los

gobiernos haciael debate

ecológico comopotencialfuente de

imagen

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gobierno de Washington, que alcanzó su climax con la teatral apa-rición del ecologista vicepresidente Gore en el escenario de Kyoto.Por último, al gobierno de Japón, consciente de la crisis económi-ca que se le viene encima como consecuencia de la extrema corrup-ción y la deriva mafiosa de su sistema de conglomerados político-financiero-industriales, los problemas ecológicos le traen, ahoratodavía más que nunca, que ya es decir, estrictamente sin cuidado.El hecho de que la cumbre se celebrara en casa le obligó a mante-ner posiciones diplomáticamente correctas, pero voluntariamentedesdibujadas y eclécticas en el plano ecológico: las consecuenciasde la crisis ya conducirán por sí solas a una cierta reducción de lasemisiones y, en todo caso, si los compromisos no se cumplen, nopasará nada, especialmente para un país ubicado en el escenario delPacífico Asiático, en el que los incrementos de emisiones van a serespectaculares.

La real-politik ecológica: oportunismo político y manipulación del lenguajeComparando los hechos arriba descritos con la imagen de la cum-bre de Kyoto ofrecida por los medios de comunicación, comienzana aparecer los elementos sustanciales del tratamiento que está reci-biendo la crisis ecológica en el mundo industrializado en este finaldel siglo, esto es, de la real-politik que se practica en los temasmedioambientales.La consolidación de los principios ecológicos en el mundo de laterminología políticamente correcta ha despertado el interés de losgobiernos hacia el debate ecológico como potencial fuente de ima-gen, rentabilizable ya sea en términos electorales en territorionacional, o en términos propiamente geopolíticos en la política debloques, como en el caso de la actitud de la Unión Europea en lacumbre de Kyoto.La construcción de vocabularios políticamente correctos desem-peña un papel central en la política-espectáculo que predomina enel mundo institucional actual. Ésta es una regla prácticamente uni-versal de la que no tenía por qué escapar el conflicto ecológico.Para facilitar el tránsito de un conflicto desde el mundo de los pro-blemas sociales (crisis ecológica, discriminaciones por género,raza, etc.) hacia el mundo de las soluciones de la política-espectá-culo (política “ambiental”, política “de igualdad”, etc.), es necesa-ria una reelaboración conceptual de los mismos que puede encon-trar un gran apoyo en la renovación del lenguaje. Sin salir delcampo de la energía, es posible encontrar un magnífico ejemplo de

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La construcciónde vocabulariospolíticamentecorrectosdesempeña unpapel central enla política-espectáculo quepredomina en elmundoinstitucionalactual

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estos procesos de renovación terminológica en las sucesivas deno-minaciones que se les ha ido asignando a las fuentes de energía noconvencionales.Cuando, en los inicios del movimiento ecologista, comenzó a pres-tarse atención a las energías eólica y solar, se las solía denominarcomo “energías libres”. El adjetivo “libres” tenía un claro signifi-cado político que resultaba inadmisible desde la perspectiva insti-tucional, de manera que esta denominación no llegó nunca a serincorporada plenamente al lenguaje institucional. En su lugar, lasinstituciones utilizaron inicialmente la denominación de “energíaslimpias”, que resultaba muy adecuada en un momento en el que losproblemas ambientales se identificaban casi exclusivamente con lacontaminación.No obstante, aunque el adjetivo “limpias” era suficientementeaséptico (¿cómo no iba a serlo?) desde el punto de vista político,también ponía demasiado en evidencia a las energías “sucias”. Enconsecuencia, pronto comenzó a ser sustituido por el de “energíasalternativas”, expresión generada inicialmente también en el senodel movimiento ecologista, pero que tenía una lectura aceptable-mente positiva desde el punto de vista institucional: el adjetivo“alternativas” tenía un claro sentido tecnológico, muy adecuado enlos tiempos de la reconversión industrial y de la entrada en trombade las “nuevas tecnologías” y, además, permitía situar bajo sumanto a la energía nuclear de fusión.En los años 90, la prioridad pasó a ser la de mostrar a la sociedad–siempre necesitada de noticias positivas– los avances ya logradosen la introducción de fuentes de energía “ecológicas”, y los ambi-ciosos programas que se iban a abordar en el futuro en este terreno.Misteriosamente, las “energías alternativas” comenzaron a serdenominadas como “energías renovables”. El adjetivo “renova-bles” permitía computar la energía hidroeléctrica entre las fuentesde energía amigas del medio ambiente. Primero se empezó con lasminicentrales, y actualmente la energía hidroeléctrica convencionalya se incluye en los anuarios de energías renovables. Construirgrandes embalses vuelve a tener sentido ecológico. Incluso la inci-neración de residuos ha comenzado a computarse oficialmente enestos últimos años dentro del capítulo de las energías “renovables”.Nadie puede discutir que la generación de residuos se renuevaconstantemente.Ahora ya se pueden ofrecer a la opinión pública europea objetivostan loables como el de alcanzar el 12% de energías renovables en

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La políticaecológica actual

consiste enmodificar lapercepciónsocial de la

crisis a travésdel sistema de

medios decomunicación

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el 2010 en el conjunto de la Unión. El público puede pensar que porfin las instituciones van a apoyar masivamente las energías solar yla eólica: de eso se trata, de que el público tenga cosas agradablesen las que pensar. En realidad, en este porcentaje se suman: lahidroeléctrica de siempre como reglón principal; la nueva “valori-zación energética de los residuos” (esto es, la incineración); unpoco de eólica, que resulta muy llamativa mediáticamente por laespectacularidad de los molinos; y de solar casi lo mismo que antes,o sea nada, porque sigue siendo la que menos abunda en los paísesdel Norte y la más difícil de centralizar.“Renovables” tampoco parece que vaya a ser el apellido definitivopara las energías presentadas como “amigas del medio ambiente”.Comienza a escucharse últimamente el calificativo de “energíassostenibles”, definidas según la noción de sostenibilidad del famo-so “Informe Brundtland”. Este adjetivo permite nuevas licencias“ecológicas” de grueso calibre, como la de incluir como sosteniblenada menos que al carbón, cuyas reservas son virtualmente inago-tables y, por tanto, se dice que son “sostenibles” para las genera-ciones futuras. Claro que para ello es preciso inventar nuevos“sumideros” de carbono (las repoblaciones forestales, los cultivosenergéticos, el placton oceánico, o lo que sea) o, incluso, negar la“certidumbre” del efecto invernadero o, todavía más, afirmar quesus efectos pueden acabar siendo globalmente beneficiosos.

La coherencia y la eficiencia de la real-politik ecológicaAsí se está ventilando actualmente la política ecológica, tanto en elplano global como en el nacional o local. Si las condiciones natu-rales de producción se degradan en unos países o territorios, ya seapor el agotamiento del sustrato de recursos o por la negativa de lapoblación a aceptar mayores umbrales de deterioro ambiental, larespuesta más inmediata es la de deslocalizar la producción máscontaminante y más devoradora de recursos hacia otros lugares enlos que todavía queda espacio ecológico y en los que su propiapoblación no está en condiciones de apropiarse de él. Esto es lo quese ha venido haciendo en Europa en los últimos veinte años, y asíse explican los indicadores ecológicos relativamente moderados yestables de los grandes países europeos.La globalización económica, que es una imposición de los gobier-nos de los países del Norte sobre sus propios trabajadores y sobreel conjunto de los países del Sur en el marco de la geopolítica glo-bal, resulta de gran ayuda en este sentido. Impone la liberalizaciónde cualquier clase de comercio o de cualesquiera factores producti-

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Los costesecológicos noviajan asociadosa los productoso materiasprimas cuandoéstos sonexportadosdesde los paísespobres

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vos, excepción hecha, claro está, del factor trabajo, o sea de lagente, que no es autorizada a moverse de donde está. Tampoco losimpactos ambientales se “liberalizan”: los costes ecológicos no via-jan asociados a los productos o a las materias primas cuando éstosson exportados desde los países pobres que soportan el deterioroambiental ocasionado por su producción hacia los países ricos queestán en condiciones de pagarlos.Aunque adquiera formas distintas a aquellas con las que se presen-ta en los países del Sur, en los países ya desarrollados también con-tinúa el proceso de deterioro ambiental. En ellos, la política ecoló-gica actual consiste básicamente en modificar la percepción socialde la crisis a través del sistema de medios de comunicación. Así segenera, por un lado, la ilusión de que se están produciendo mejorasque en la realidad son inexistentes y, por otro, se oculta el estadoreal del medio ambiente a la población. De este modo se reduce el“impacto ambiental”, entendido como la valoración social de losdaños ambientales, y se anula su posible proyección institucional através de los mecanismos de representación política. En suma, blo-queando los cambios institucionales mediante el control de losresortes mediáticos y políticos, se elude la incorporación de loscostes ecológicos al sistema de producción.Con estos mecanismos políticos y mediáticos, el sistema producti-vo puede seguir operando como si la crisis ecológica simplementeno existiera. Lo que resulta realmente preocupante, y deja escasomargen para el optimismo, es que este comportamiento presentauna sólida lógica interna. No cabe explicarlo como la consecuenciade conductas deliberadamente egoístas o malvadas de unospequeños círculos dirigentes, sino como la reacción lógica y prede-cible del sistema de producción industrial capitalista en su conjun-to, en el marco de las condiciones políticas e institucionales que sehan ido instaurando en el mundo en las últimas décadas, tanto en elplano global como en los planos nacionales.En un marco de liberalización generalizada de los flujos de bienes,servicios y capitales, es mucho más eficiente explotar unas condi-ciones naturales de producción favorables, en lugares tan alejadoscomo sea necesario de los lugares de consumo, que hacer frente aldeterioro de esas mismas condiciones en los países en los que se haacumulado la capacidad de compra de bienes, pero en los que ya noquedan ni los recursos naturales ni la tolerancia ecológica de lasociedad que serían necesarias para seguir sustentando una produc-ción creciente con un elevado margen de beneficio.

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Desde la lógicacapitalista es

mucho máseconómicoocultar un

problema oalterar su

aspecto a travésde los medios

de comunicaciónque abordarlo

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Igualmente, desde la lógica capitalista de la competencia generali-zada por la búsqueda del beneficio inmediato, para los grupos deintereses afectados por problemas ecológicos es mucho más econó-mico y eficiente ocultar un problema o alterar su aspecto a travésde los medios de comunicación que abordarlo en toda su profundi-dad económica: el bloqueo de los mecanismos sociales y políticosde reacción al deterioro ecológico que así se logra, con la colabo-ración activa de los gobiernos, es más conveniente que la amorti-zación precipitada de gigantescas inversiones para reconstruir lossistemas productivos en términos ecológicamente más compatibles.Los gobiernos o, más genéricamente, las clases políticas, tambiénse benefician de este interesado enfoque del tratamiento de la crisisecológica. Reelaborando los conceptos, la terminología y las polí-ticas sectoriales (residuos, agua, transporte, energía, etc.) paraexportar u ocultar el proceso de deterioro ambiental, consiguen cre-dibilidad institucional y rentabilidad ecológico-electoral a cortoplazo, aunque a largo plazo, los procesos de degradación no sólo nose frenan sino que se aceleran. Pero serán otros equipos y persona-jes políticos distintos de los actuales los que tendrán que responderde ello en su día. El sistema de selección de la clase política ya pro-mocionará en su momento a los que sean capaces de inventar lasmejores justificaciones mediáticas para las situaciones que sevayan presentando.

Conclusión: degradación de la democracia y deterioro ecológicoIndudablemente, el desalentador panorama de abusos y manipula-ciones de la política ecológica arriba descrito no se podría tener enpie si existieran mecanismos de democracia política realmente ope-rativos y con capacidad de incidencia social. Pero la poca o mucharepresentatividad democrática que se consiguió implantar en algu-nos países a lo largo del siglo XX está desapareciendo rápidamen-te. Los diversos complejos de intereses particulares, tanto empresa-riales como corporativos (clases políticas, clases científico-acadé-micas, clases profesionales, etc.), tienden de modo natural a ocuparel vacío de poder que van dejando los mecanismos democráticosnacionales, debilitados, cuando no anulados, en el proceso de glo-balización económica.La democracia política, social y ecológica son conceptos entrelaza-dos, si es que no son lo mismo. El deterioro de la democracia polí-tica avanza tan deprisa como lo hacen el deterioro ecológico ysocial, y viceversa. En estas condiciones sería muy ingenuo esperaruna reconversión ecológica del capitalismo industrial. El error que

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El deterioro dela democraciapolítica avanzatan deprisacomo lo hacenel deterioroecológico ysocial, yviceversa

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arrastra desde su nacimiento el movimiento ecologista, o al menosuna buena parte de él, es el de no haber comprendido que la con-frontación ecológica no es una cuestión de técnicas productivas, yni siquiera de comportamientos individuales, sino un aspecto másy sólo relativamente nuevo en sus aspectos esenciales, de la eternaconfrontación social. Al hacerse los recursos naturales más escasos,la confrontación social por la apropiación de la riqueza y el poderse recrudece en el terreno de la Naturaleza, en lugar de seguircentrándose esencialmente en el ámbito de lo político-institucionaly lo económico-monetario.No hay ni habrá solución real a los problemas ecológicos fuera deun contexto plenamente democrático. En la medida en que es másque probable que los contenidos reales de la democracia se siganeclipsando globalmente durante un período incierto, pero presumi-blemente largo, no cabe esperar un tratamiento efectivo de la crisisecológica del planeta en un horizonte previsible. En algún momen-to del siglo XXI se conocerá el desenlace de la crisis ecológica dela civilización urbano-industrial, en unos términos imprevisiblespero probablemente dramáticos y sobre cuyos detalles resulta inú-til especular.

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La confrontaciónecológica no esuna cuestión de

técnicasproductivas ni decomportamientos

individuales,sino un aspecto

más de laeterna

confrontaciónsocial

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Paraísos naturales y artificialesÁngel Fernández Benéitez

Los paraísos suelen dejar de serlo al cabo de habitarlos un tiempo;pero una vez perdidos constituyen para quien consiguió habitar unode ellos una referencia constante a lo largo de toda la vida. Sinduda, su recuerdo provocará una nostalgia difícil de soportar. Igualda que los paraísos se materialicen como lugar geográfico o comofruto de una relación con otros seres humanos, incluida la que pro-porciona el vínculo idílico que llamamos amor; éste es el origen delos dos famosos paraísos de Milton: The lost paradise y Paradiseregained, ambos provocados por las experiencias matrimoniales desu autor. Por supuesto, hablo de paraísos verificables.A lo largo de la historia de la Literatura nos encontramos con unlargo catálogo de paraísos de toda índole. Podemos empezar por elque se llamó Edén, fraguado quizá como mito aclaratorio de lamismísima humanidad del hombre, cuando éste asume su capaci-dad de prever el futuro al saltarse la norma que rige dicho paraíso:la inocencia; a la vez que adquiere con dicha capacidad la angustiaque tal previsión conlleva. Es el prototipo de paraíso inhabitable,no sólo por ideal, sino por imposible, pues exigiría al hombre pres-cindir de su propia naturaleza: la curiosidad, la previsión, la adap-tación al terreno, en fin, su inteligencia creadora. Así es que esteparaíso lo pierde el hombre tan pronto cobra su carta de naturalezacomo animal escasamente programado por instintos y dueño de esepoder intelectivo creador o sentimental, igual me da, que le hacedivisar lo que le espera al fondo en el paisaje de su existencia y, ala vez, aclimatarse a la dureza del terreno que pisa.

Los paraísosutópicosplanteanproblemasgraves desolucionar porregla generalcuando saltandel papel a larealidad

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Circunstancias diferentes, aunque con ciertos puntos en común conel anterior, concurren en el paraíso islámico. Para alcanzar éste seexige al hombre la entrega incondicional y absoluta de su vida, lanormal, la de diario. Sólo así conseguirá la otra, ésa en que loshombres pueden disfrutar de las extraordinarias huríes. Queda ensuspenso qué seráficos seres dispensarán placeres propios de susexo a las señoras, si es que ellas pudieran alcanzar tal estado feliz;y, aún más en entredicho, si nos referimos a aquellos y aquellas queno cuenten con una sexualidad ortodoxa. En fin, es ése un paraísoa posteriori y resulta un incentivo para los pueblos semitas quetendían a considerar el Seol una glera inhóspita de lo más prosaicaque quepa imaginar: cascajo en el cascajo, polvo en el polvo, muer-te en la muerte. Estos paraísos de índole religiosa expresan la nece-sidad de recompensa que siente el hombre al tener que renunciar ala vida propia en aras de otros motivos ideales, considerados másaltos, a la vista de una nada posible y amenazante en que se desva-necerá para siempre su ser.Parece, pues, que la constante de los paraísos asociados a religio-nes se traduce en la necesidad de que el hombre entregue su ser ose anule del modo que sea. Mientras habitó el paraíso, Adán vivióen una animalidad soberana que anulaba todo proyecto. Por lodemás, el paraíso cristiano de ultratumba, cada vez más en entredi-cho, y el paraíso musulmán ofrecen sus benignísimas sensacionescon reserva del derecho de admisión para los muertos o para hom-bres muy particulares cuyos servicios a la causa de la divinidadhayan superado con mucho los de los mortales corrientes.Durante la Antigüedad Clásica inventaron los poetas un locus amo-enus idílico y paradisiaco con muy pocos elementos constructivos.Se trataba de paraísos menos inhabitables y mucho más humanos;me atrevo a decir humanísticos. El lugar volvió a ponerse de modaen el Renacimiento, así que los poetas de la época dieron en plati-car con pastores y pastoras que, enamorados, entonaban cancionesy más canciones a la sombra de árboles de tupida fronda, tumbadossobre la alfombra verde de amenísimos prados, salpicados de flo-recillas y climatizados por riachuelos que discurrían como espejosentre la espesura; era también imprescindible que los pájaros consus arpadas lenguas envolvieran de armonía el paraje, perfecto depor sí. Lo malo es que estos pastores y pastoras andaban poco satis-fechos de amor, así que aquel marco incomparable sólo les servíapara llorar a gusto y entregarse al autocompadecimiento. Estosparaísos bucólicos no respondían, desde luego, a una íntima sensa-

Ángel Fernández Benéitez

Los psicólogoshablan de la

duraciónlimitada de

estos paraísosque, como otros

productos denuestra

civilización,presentan fecha

de caducidad

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ción de plenitud y felicidad; por eso, es preferible considerarloslugares idílicos simplemente existentes sólo en tanto que el poetanecesita un paisaje de fondo para contar una historia de amor. Debede ser porque el amor exige una enajenación tal que incluso atañea los elementos que circundan a los amantes y, por eso, el paisajese percibe como ideal y extraño a la realidad, aunque se funda-mente en ella misma; pero es éste otro tema. La ventaja de estosnuevos paraísos radicaba fundamentalmente en su posibilidad deser, frente a los paraísos asociados a la religión. Esa factibilidadpermitió diseñar jardines reales que ofrecían a cuantos podían pa-sear por ellos las sensaciones esenciales que pueden constituir cual-quier paraíso a medida del hombre.Después está el paraíso de la infancia, que casi nunca lo es hastaque no se alcanza la madurez y se valora lo perdido. Por cierto, elmenoscabo habido resulta ser simplemente un déficit de la inocen-cia necesaria para valorar la inocencia. Quien es capaz de valorar lainocencia como tal tiene necesariamente que haberla perdido.Inocencia en sentido etimológico roza el significado de desconoci-miento y desde el desconocimiendo no hay posibilidad de valorarnada. Por tanto, si los niños viven en un paraíso –yo no lo creo–,eso ocurre porque ignoran que lo que viene después, es decir, al tér-mino de la infancia. Ese nuevo estado dominado por el conoci-miento queda mucho muy lejos de lo que entendemos por un paraí-so. En fin, el paraíso de la infancia, en todo caso, podríamos acep-tarlo como un paraíso relativo, pues se establece siempre desde unpunto de referencia mucho más crudo: el agobio de la madurez, suescepticismo recalcitrante, el desengaño profundo, etc.Los paraísos utópicos plantean problemas graves de solucionar porregla general cuando saltan del papel a la realidad. En primer lugar,casi siempre exigen transiciones sangrientas alejadísimas de lo queentendemos por paraíso: revoluciones, guerras, depuraciones...; ensegundo lugar, suelen terminar con una sensación de escaso rendi-miento, cuando no dejan a su paso ruina económica y exterminio.Eso en el caso de que den la impresión de que pueden llevarse a lapráctica y alguien, con ayuda siempre de otros menos tarambanas,decida acometer semejante empresa. Pensemos en las consecuen-cias de un paraíso como el nacionalsocialista y en el paraíso comu-nista, desmantelado poco a poco desde hace diez años más omenos. Como los otros paraísos, éstos exigen también o un altogrado de desconocimiento para quienes vayan a ocupar los sectoresmás bajos y menos gratos del orden social; o, por el contrario, un

Paraísos naturales y artificiales

Los paraísos delsiglo XX hanalcanzado ungrado deelaboraciónmuy complejo,pues vanasociados a lacultura demasas como erainevitable

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insuperable nivel de renuncia a la naturaleza del hombre mismo.Esos parecen, al menos, dos de los pilares básicos en que se cons-truye el orden social en El mundo feliz de Aldous Husley. La ena-jenación sea por métodos de selección genética, sea por la ingestióndel soma se impone a los habitantes de aquel elíseo de bienaventu-rados sujetos a orden estricto,Los paraísos salvajes al estilo de Defoe en su Robinson Crusoe sonel sueño del hombre cuando se topa con el desprestigio del mundooccidental. Ocurre también en el del Candide de Voltaire. Estosapacibles parajes o esas felices sociedades responden más a unreproche dedicado a la nuestra, que al verdadero deseo de alcanzar,fuera de ella, conceptos como el de la excelencia o la felicidad enla praxis misma. Sin embargo, en ambos siguen vigentes los ele-mentos básicos que parecen constituir todos estos paraísos: renun-cia a algo genuinamente humano (en el caso Defoe, se prescindesólo en principio del progreso y de la compañía, pero se vuelve aellos para enfrentarse a la naturaleza amenazante), y ese estado degracia en que se estriba la inocencia (Cándido es un perfecto inge-nuo, es decir, un nonato para el grupo, para la sociedad, para lahumanidad, al menos occidental).Uno de los paraísos más insistentemente cantados por la literaturade todos los tiempos resulta ser el paraíso del amor. No está cons-tituido por un lugar, sino por un estado que resulta de una relaciónentre dos, casi nunca tres o más personas. Los más hermosos paraí-sos del amor han acabado muy mal, casi siempre porque los pro-pios constructores del paraíso se alejan peligrosamente de la reali-dad, la minusvaloran o la rechazan abiertamente. Construyen parasí un mundo paralelo que se resume en un repertorio amplio perofinito de caricias, miradas y situaciones que conducen a más cari-cias y a más miradas. Es, sin embargo, un paraíso muy visitado,porque se basa en uno de los factores más importantes de la propianaturaleza del individuo humano; me refiero a su libido. No obs-tante, la misma literatura que construye estos paraísos, los des-miente. Pienso en infinidad de ejemplos hermosísimos: desdeRomeo y Julieta a la novela de Cohen, Bella del señor, pasando porAna Karenina y todas esas heroínas del didáctico siglo XIX.Además, los psicólogos, sobre todo los americanos, hablan de laduración limitada de estos paraísos que, como otros productos denuestra civilización, presentan fecha de caducidad generalmente alos cuatro o cinco años de haberse producido el encuentro de losamantes y, por tanto, de la fundación del estado paradisiaco.

Ángel Fernández Benéitez

Una vez hemosdiseñado un

paraíso a partirde un lugar

real, llega elmomento deconvertir lanaturaleza

existente endicho paraíso.Se precisa una

fortísimainversión y

generalmentese paga un alto

precio

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Los paraísos del siglos XX han alcanzado un grado de elaboraciónmuy complejo, pues van asociados a la cultura de masas como erainevitable. Encuentro tres tipos de paraísos. En primer lugar, elparaíso funcional del american way of life, fruto del Positivismodel siglo XIX y del Neopositivismo del siglo XX . Fue un paraísoun poco peliculero y ñoño, pero, al menos en apariencia, ofrecía asus usuarios el confort que la industria americana les proporciona-ba a cambio sólo de un comodísimo trabajo (casi siempre asociadoa la publicidad) en que se alcanzaba el éxito laboral, sin necesidadpor ello de sacrificar las relaciones amorosas, familiares, vecinales,etc. Una bonita casa con perro y jardín, una familia encantadora enla que se comía pastel de manzana a diario y el pavo por el día deAcción de Gracias podían constituir los elementos esenciales paraasegurar la felicidad a cualquiera. El problema surgía en los ale-daños de ese sector de viviendas prefabricadas con porche, cuandoel adolescente afroamericano quería ingresar en ese mundo y no leera dado hacerlo, porque ese paraíso tenía reservado el derecho deadmisión. No obstante, para que un anglosajón ingresara en talparaíso debía rechazar básicamente su capacidad para plantearseproblemas existenciales y, sobre todo, indisponerse con su íntimaangustia, prescindiendo de ella por completo. Por ello, tal vez, lospersonajes cinematofráficos en que se encarnaba el perfecto habi-tante de este paraíso tenían algo de simples, de tontorrones y unabondad que en pocos seres humanos de verdad hemos sido capacesde divisar. Se ve que a algunos intelectuales, como TennesseeWilliams, aquel paraíso no le parecía tan maravilloso como elHollywood más benigno nos quiso pintar.El segundo paraíso se vendió en su día con rasgos ya señaladosaquí para otros paraísos. En primer lugar, ofrecía una huida de lasociedad rechazada y un premio a la inteligencia que había sidocapaz de darse cuenta de los males de la sociedad. La huida teníanecesariamente que ser hacia mundos no definibles territorialmen-te, en los que el hombre no estuviera sujeto a condicionamientoalguno. La Filosofía había estimado un repertorio grande de posi-bilidades para la confección de paraísos. Esos espacios sólo podíanofrecerlos las artes y las drogas. El ejercicio de ambas había sidoexclusivo de la elite dirigente, pero ahora había que vulgarizarlospara darles rentabilidad económica. Así nos encontramos con elArte Pop y la parafernalia que arrastra tras de sí, y así se difundetambién el patrón de ser excepcional que consume drogas, uniónperfecta de lo uno y lo otro. Algo parecido había ocurrido ya a prin-cipios de siglo con el LSD y lo más egregio de la intelectualidad del

Paraísos naturales y artificiales

El paraíso seconvierte así enun negocio quehay querentabilizar atoda costa

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momento. Sin embargo, por aquel entonces el mundo artístico nose presentaba, como he dicho, de observadores inexpertos. Frutode una difusión concertada de drogas, rebeldía y sofisticaciónhemos podido ver que el mundo se ha llenado de artistas en poten-cia y de seres que fueron humanos destrozados por el uso de esoque llaman estupefacientes. Si Aldous Huxley y Robert Gravesalcanzaron el conocimiento del paraíso gracias a sustancias comoel citado LSD o de hongos alucinógenos, lo cierto es que el opio enoriente y la heroína en occidente no ha producido, vistos desdefuera, a seres que den la impresión de habitar un paraíso. Corre elrumor insistente, incluso, de que dichas sustancias fueron utilizadasen determinados momentos por el poder establecido para disolverfocos críticos que amenazaban la estabilidad del sistema.El último paraíso roza la perfección en todos los sentidos. Es unparaíso multitudinario; se desarrolla en muchos lugares; está alalcance de muchos bolsillos; no tiene efectos secundarios; consti-tuye el premio al trabajo bien hecho, pero a la vez ofrece el bien porexcelencia de nuestro días: el ocio; ofrece parajes de belleza nosólo espectacular, sino extraordinaria; para colmo, en estos paraísosno está presente en apariencia la muerte, porque escasamente cono-cemos a las personas con que compartimos el lugar idílico y no haytiempo para el envejecimiento; esto es una consecuencia del plazobreve en que disfrutamos dicho paraíso, lo cual además es una ven-taja pues no nos da tiempo a reconocer la vulgaridad de los ele-mentos que lo integran. Estoy hablando de los paraísos turísticos.Es fundamental contar con una geografía propicia a la invencióndel paraíso. Por ejemplo, se ha de poder construir un jardín, tengaéste la estética que sea. Sirve el jardín japonés, el italiano, el inglésy, especialmente, el jardín aparentemente salvaje. El jardín enraízacon elementos tomados de otros paraísos: el Edén, el locus amoe-nus... Si ese jardín está a la orilla del mar o de un lago, es decir,junto al agua, dicho elemento añade otro de un interés excepcio-nal; bien sea por lo espectacular del mar: oleaje, fondos hermosísi-mos, calma...; bien por la carga simbólica que el hombre ha unidoa las aguas desde los orígenes de su literatura.Puede ocurrir que otros paisajes menos idílicos resulten atractivos;sin embargo, han de ir avalados por una carga literaria o artísticaimprescindible; pienso en Florencia, Venecia, París, Granada oLanzarote. En todos estos casos, el fenómeno literario o artísticoprecede a la conversión del lugar en un foco del turismo interna-cional de masas. Sobra explicar los cuatro casos primeros, de sobra

Ángel Fernández Benéitez

El visitantepercibe sólo el

decorado idílicoque se le ofreceporque no tiene

tiemposuficiente para

percibir nadamás

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conectados a la Historia del Arte y la Literatura. El caso deLanzarote es especial, porque es más nuevo.El atractivo del paisaje lanzaroteño se basa en la adjetivación queen su día recibió: lunar; y además en un fenómeno artístico que sedio en el territorio: la intervención estética en el paisaje por partedel hombre, llevada a cabo por César Manrique. Por tanto, desdeambos conceptos, arte y literatura, se constituía el atractivo de unpasiaje, al que se asociaban otros conceptos como: lugar retirado,vida sencilla, jardín extraño y minimalista, volcanes espectacularesy mar, mucho mar..., agua, mucho agua. Añadamos a todos estosfactores una tradición literaria que ya había hecho de las islasCanarias desde la Antigüedad un paraíso afortunado.Una vez que hemos diseñado un paraíso a partir de un lugar realllega el momento de convertir la naturaleza existente en dichoparaíso. Se precisa una fortísima inversión y generalmente se pagaun alto precio. El peligro de los paraísos del turismo de masas radica en la necesi-dad de infraestructuras y estructuras que exigen dar hospitalidad asus visitantes. El paraíso se convierte así en un negocio que hay querentabilizar a toda costa. Instituciones e individuos, autóctonos oforáneos, ponen en juego todos los recursos a su mano para que larepartición de los beneficios que produce el paraíso alcance atodos; por descontado siempre a unos más que a otros y siempre enrelación con la inversión que cada cual realizó en su día. El interésentra en conflicto con esa Arcadia feliz y artificial, cuando la eco-nomía impone su necesidad de expansión constante y cuando losusos y costumbres del paraíso alcanzan a la población que estabaantes y que no visita el lugar para consumir paraíso.Por eso, estos paraísos turísticos tienen dos dimensiones: de unlado, la vertiente paradisiaca de la que disfruta fundamentalmenteel huésped; de otro, la vertiente industrial de la que se beneficianmuchos y, en conjunto, el grupo social que habitaba el paraíso antesde serlo. El visitante percibe sólo el decorado idílico que se le ofre-ce porque no tiene tiempo suficiente para percibir nada más: suestancia en dicho paraíso es breve y rara vez supera los diez o quin-ce días. Además, contrasta el ocio en que vive su estancia con eltrabajo rutinario y los problemas que invaden su vulgar existenciaen otro lugar. El paraíso lo libera de esos problemas momentánea-mente y esa sensación de libertad se añade a la contemplación delespectáculo natural o artificial que le ofrece el paraíso. La ausenciade preocupaciones y la sensación de libertad lo prepara para otros

Paraísos naturales y artificiales

La vidacotidianaconvierte elparaíso enterritorio

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encuentros humanos con gentes que se hallan en situación seme-jante. Sin la ansiedad provocada por el trabajo, las rutinas y lasobligaciones surge más fácilmente la amistad, cuando no el amor.Así el círculo del paraíso se completa: se ha conseguido la felicidaddurante quince días y a escaso precio, si se la compara con el pre-cio de un frigorífico o de un buen abrigo. Añadamos a esto algo queya hemos mencionado antes; el tiempo breve en que se viven estosparaísos impide, por regla general, contemplar la evolución denuestros compañeros de trabajo, de nuestros vecinos, sus proble-mas, su deterioro físico, sus enfermedades, su muerte. En los paraí-sos no existe la muerte. Puede ocurrir por casualidad, pero en elcaso de producirse se ignora.Para quienes viven el paraíso como lugar de trabajo, las ventajas dedicho lugar decrecen considerablemente. La costumbre emborrona,a menudo, la magnificencia del paisaje, sus atractivos. Están pre-sentes los problemas de la vida diaria: la hipoteca, el seguro delcoche, la evolución escolar del niño, la precariedad del empleo, lasrelaciones de vecindad, etc. La vida cotidiana convierte el paraísoen territorio, en hábitat en el que la existencia discurre sin enajena-ción y con la imprescindible necesidad de previsión. Ello anula elelemento básico de cualquier paraíso, incluso de los paraísos artifi-ciales al alcance de cualquiera: la inocencia, es decir el desconoci-miento; y conlleva, por otro lado, la angustia de la lucha existencialy del futuro, así que desaparece también el segundo pilar emocio-nal de cualquier paraíso. En fin, baste recordar que uno de losaspectos a que se condenó a los expulsados del Edén fue precisa-mente el trabajo.El deseo de felicidad del hombre construye paraísos en la tierra ysu miedo al vacío en que le sume la muerte adorna tales paraísoscon los aspectos más gratos que le ofrecieron los efímeros momen-tos felices de su existencia e incluso llega a transportarlos a unavida ultraterrena. Parece que cuanto más desgraciada sea la vida delhombre, mayor relieve alcanzará el paraíso que fabrique. Me temoque los movimientos de masas típicos del pasado siglo produjeronla más espectacular de las vulgarizaciones de cuantos paraísosfabricaron los hombres.Quizá los humanos, en medio de ese marasmo resacoso de tantoparaíso, sepan abrir el camino hacia el que definitivamente nosofrezca la dosis de felicidad a la que decididos aspiramos. Presientoque ese viaje exigirá un regreso hacia dentro.

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Parece quecuanto más

desgraciada seala vida del

hombre, mayorrelieve

alcanzará elparaíso que

fabrique

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ENERGÍA NUCLEAREN MARRUECOS

La utilización de la energía nuclear para la genera-ción de electricidad constituye una de los mayoreserrores tecnológicos del siglo XX y una de las peoresherencias que recibirán las próximas generaciones. Yes que las consecuencias de este error van a perdu-rar durante muchos miles de años.

En Canarias nos hemos sentido a salvo de esta agre-sión durante muchos años. Hemos sido ajenos tam-bién a las tradicionales luchas antinucleares delmovimiento ecologista. Pero la instalación de unapequeña central en Marruecos y el proyecto de otrade mayor tamaño nos colocan frente a frente conlos peligros de una temeraria apuesta energética.

La preocupación por las consecuencias que pudieratener para el Archipiélago y sus habitantes ha surgi-do entre quienes nos movemos en los cauces alter-nativos. Pero también entre sectores muy importan-tes del poder, especialmente del poder económico. Y

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es que la principal industria de Canarias, el turismo,puede sufrir las graves consecuencias de tener nucle-ares enfrente.

Nosotros hemos preferido ampliar las perspectivasdesde las que abordamos este asunto. Para empezar,nos ha parecido conveniente iniciar la carpeta conun artículo de Greenpeace dedicado a las conse-cuencias generales de la energía nuclear y resaltar lospeligros de la más cercana políticamente: las nuclea-res de la Península, las nuestras.

Después, un artículo sobre las centrales que se pre-tende instalar en Marruecos. Cuadernos del Guinchose lo solicitó a José Naranjo; queremos que seentienda como nuestro pequeño homenaje a quienconsideramos el responsable de que este problemaacabara calando en la opinión pública canaria.

Pero el problema nuclear debe ponerse en relacióncon otros que conforman nuestras relaciones conMarruecos y que, en muchas ocasiones, ponen derelieve el cinismo con que abordamos asuntos comoel que nos ocupa. Una gran preocupación por loque hacen enfrente y una ausencia total de ella porlo que hacemos en casa. Esta cuestión es la quetrata de ilustrar el artítulo del Colectivo Sureste quecierra nuestra carpeta.

El tiempo ha terminado por dar claramente la razóna quienes se dedicaron a luchar contra el uso de laenergía nuclear. Así que, a pesar de la caradura dealgunos, esa lucha es legítima y necesaria en cual-quier lugar donde la industria nuclear trate de insta-lar alguno de sus envenenados reactores.

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¿Energía nuclear? No, graciasGreenpeace*

La energía nuclear es uno de los errores tecnológicos, ecológicos,sociales y económicos más graves de nuestro tiempo. Catástrofescomo la de la central nuclear de Chernóbil y la mera existencia delos residuos radiactivos son prueba palpable de todo ello. Laenergía nuclear es, además, innecesaria, porque ya existen otrosrecursos energéticos limpios con un potencial y un desarrollo tec-nológico tal –eficiencia energética y energías renovables– quehacen posible abandonar fácilmente la energía nuclear en el mundo.Lograrlo es tan sólo un problema de voluntad política; nada tieneque ver con cuestiones técnicas.

1. Una energía en decliveLa energía nuclear se vendió como la gran panacea en los años cin-cuenta. Pues bien, ya en los años 70 comenzó a declinar en EE UU:120 proyectos para la construcción de centrales nucleares fueroncancelados por motivos puramente económicos, es decir, a causa desu falta de rentabilidad. Si bien las medidas de seguridad handemostrado no ser, en absoluto, suficientes, lo cierto es que sureforzamiento y, por lo tanto, el encarecimiento de las centralesnucleares a partir, especialmente, del accidente de Three MileIsland, comenzó a demostrar la imposibilidad económica de la uti-lización de esta energía. Y ello a pesar de que aún no se tenían muyen cuenta los enormes costes provocados por los residuos y por elpropio desmantelamiento de las centrales tras su vida útil.

En laactualidad, nien América delNorte ni enEuropaOccidental seestáconstruyendoningún reactor

*Este artículo ha sido redactadopor el Consejo de Redacción deCuadernos del Guincho a partirde los textos de Greenpeace sobreenergía nuclear.

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Posteriormente, hemos presenciado la cancelación de programas deenergía atómica por todo el mundo. En la actualidad, ni en Américadel Norte ni en Europa Occidental se está construyendo ningúnreactor. Ni siquiera en Francia, el país más nuclearizado, donderecientemente se ha decidido no construir los dos últimos reactoresencargados. En la próxima década es de prever que este declive seacentuará, a medida que la verdad sobre los costes económicos ymedioambientales de la energía nuclear salga a la luz. Los acciden-tes y la información auguran escasa vida a este tipo de energía.

2. Un tremendo coste añadido: el cierreUno de los problemas más ignorados de cuantos van asociados a lascentrales nucleares es el que atañe a su desmantelamiento. Ésta fueuna de las cuestiones que el lobby nuclear eludió en sus análisis derentabilidad –y, obviamente, en su propaganda–, evitando todareferencia a la vida útil real de las centrales y a lo que podía espe-rarse al finalizar su período de funcionamiento. Por el contrario, sepublicitó que las centrales nucleares tendrían una vida del mismoorden que las centrales térmicas clásicas –de unos 30 ó 40 años– yque su desmantelamiento no presentaría problemas técnicos oeconómicos importantes.En España afrontamos ahora el desmantelamiento de Vandellós-I–sirva como ejemplo–, y así, sale a la luz el rotundo fracaso de laenergía nuclear. Su elevado coste económico y las cuestiones tec-nológicas no resueltas que pesan sobre este proceso, que generaráimportantes cantidades de residuos radiactivos, demuestran la afir-mación anterior. Ya se sabe con certeza que, en la mayoría de loscasos, desmantelar una central nuclear costará tanto o más que loque se gastó en construirla. De hecho, los cálculos sobre los costesdel desmantelamiento de Vandellós-I van creciendo en cada nuevaaproximación. A finales de 1998, el propio Ministerio de Industriaelevaba el coste total a más de 110.000 millones de pesetas, canti-dad que no recaerá sobre la compañía eléctrica que fabricó la cen-tral, sino que pagaremos todos a través de la factura de la luz.

3. La gran amenaza: los residuos radiactivosEntre los numerosos problemas que provoca la energía nuclear, hayuno, el de los residuos que, en realidad, nadie sabe cómo solucio-nar y que, como el anterior, la industria se quita de encima, tras-ladándolo al conjunto de la sociedad. En sus ya 50 años de exis-tencia, a la industria nuclear –tanto civil como militar– no se le haocurrido ninguna solución válida para resolver tan trascendentalasunto. Los residuos radiactivos constituyen una herencia absurda,

Greenpeace

Desmantelaruna central

nuclear costarátanto o más quelo que se gastóen construirla.El desmantela-

miento deVandellós-1 va a

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un legado letal que la industria nuclear va a ceder irresponsable-mente a las generaciones venideras. Especialmente absurda si setiene en cuenta, por ejemplo, que la vida técnica de una centralnuclear es de 25 años, y que durante ese tiempo generará residuosaltamente peligrosos que permanecerán radiactivos durante cientosde miles de años más.Desesperada por el enorme volumen de los residuos radiactivos yel elevado coste de su gestión, la industria nuclear ha tratado desdesus orígenes de librarse de este problema de diversas formas, peroprocurando sobre todo aplicar las medidas más baratas, aunqueéstas resulten especialmente perjudiciales para el medio ambiente.Así pues, durante muchos años estuvo vertiendo al mar sus dese-chos, hasta que en 1993 se consiguió, al fin, la prohibición de losvertidos radiactivos al mar. Eliminada esta vía, quiere ahora librar-se del problema de sus residuos construyendo cementerios nuclea-res en formaciones geológicas profundas.Lo cierto es que la industria nuclear, por una parte, no puede ofre-cer ninguna garantía de que la roca que aloje los residuos puedacontener la radiactividad que éstos emitan y, por otra, admite quetodas las barreras construidas por el hombre para este tipo de alma-cenamiento fallarán en un lapso de tiempo muy inferior al períodoen el que los residuos nucleares se mantendrán peligrosamenteactivos. Si a ello añadimos la seria oposición social que produceeste tipo de almacenamientos, entenderemos por qué la industrianuclear se ha planteado en numerosas ocasiones la idea de transfe-rir esos desechos a países del Tercer Mundo –en otras ocasiones sebuscan ‘terceros mundos’ dentro de cada país–. Y así, las comuni-dades pobres, poco cohesionadas socialmente, con bajo nivel socio-económico y cultural son a menudo las víctimas propiciatorias, altener, en principio, menor capacidad para oponerse a los planes dela industria para albergar un cementerio nuclear en su territorio.La comunidad científica nunca ha encontrado un nivel de radiaciónque considere razonablemente seguro. Por el contrario, la radiobio-logía ha demostrado que ninguna dosis es inocua, que cualquierapuede provocar daños en la salud. Y 50 años después del comien-zo de la era atómica, y cuando ya han pasado más de 40 desde quese pusiera en marcha la primera central nuclear de tipo comercial,los problemas que plantean los residuos radiactivos continúan sinestar resueltos. Pues bien, el primer paso que hay que dar para solu-cionar el problema de los residuos radiactivos es dejar de agravar-lo, es decir, dejar de producir más residuos radiactivos.

¿Nucleares? No, gracias

La radiobiologíaha demostradoque ningunadosis deradiación esinocua, quecualquierapuede provocardaños en lasalud

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4. Una energía peligrosaResultaría increíble para muchos escuchar los argumentos en favorde la energía nuclear y su seguridad que la industria y el poder hanestado repitiendo durante los últimos cincuenta años y, en la mismamedida, las sistemáticas descalificaciones del movimiento ecolo-gista y antinuclear. Las centrales nucleares, se decía, eran seguras;los posibles accidentes que temían los ecologistas eran inconcebi-bles, producto tan sólo de su visión catastrofista. Sin embargo, el26 de abril de 1986 tuvo lugar el más grave de los accidentes ocu-rridos hasta la fecha, una catástrofe sin precedentes en la historia dela industrialización: la fusión del núcleo del reactor nº 4 de la cen-tral nuclear de Chernóbil, en Ucrania, que provocó el lanzamientoa la atmósfera de toneladas de material altamente radiactivo. Laradiactividad desprendida fue equivalente a 200 veces la que seliberó en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.Como consecuencia de este accidente, y según datos oficiales, másde 400.000 personas se han visto forzadas a dejar sus hogares.Otros muchos centenares de miles no han sido evacuadas por faltade presupuesto, en tanto que nueve millones de personas siguenviviendo en zonas altamente contaminadas. Además, una superficiede unos 160.000 km2 (una cuarta parte de la extensión de España,o el equivalente a tres veces Bélgica) ha quedado contaminada demanera irreversible con altísimos niveles de radioactividad. Pero elpeligro no ha pasado: más de 100 toneladas de combustible nu-clear y más de 400 kilos de plutonio permanecen aún en el interiorde las ruinas del reactor accidentado. Para confinarlo y evitar laliberación de más radiactividad se construyó una estructura deacero y hormigón de 50 metros de altura: el sarcófago. Construidode manera apresura, y en condiciones muy difíciles, se encuentra enunas condiciones lamentables y deja escapar radiactividad de formacontinuada por sus 200 m2 de grietas. Pero este problema es insig-nificante si lo comparamos con la radiactividad que se liberaría sialgunas secciones del sarcófago se derrumbaran.Los efectos de la catástrofe de Chernóbil todavía se sienten portodo el continente europeo. Los daños a la salud pública causadospor la radiactividad que actualmente se conocen parecen constituirúnicamente la punta del iceberg de este angustioso problema, yaque muchas enfermedades pueden tardar décadas o incluso genera-ciones en manifestarse. La Organización Mundial de la Salud cal-cula que se producirán, sólo en el territorio de la antigua UniónSoviética, más de 500.000 muertes en los próximos 10-15 años.

Greenpeace

Después deChernóbil,la

OrganizaciónMundial de laSalud calcula

que seproducirán, sólo

en el territoriode la antiguaURRS, más de

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Las consecuencias ecológicas, sanitarias y económicas de unacatástrofe como la de Chernóbil son muy elevadas, con seguridad,incalculables. Además, el accidente demostró que la energía nu-clear es una amenaza que no conoce fronteras, pues la radiactividadliberada contaminó lugares situados a miles de kilómetros de lacentral siniestrada. Igualmente, sabemos que los reactores que fun-cionan en Occidente tampoco son seguros. El accidente más gravetras el de Chernóbil ocurrió en 1979, en la central de Three MileIsland (Harrisburg, EE UU), donde también se produjo la fusión delnúcleo del reactor. En España, en 1989, nos libramos por muy pocode una tragedia similar en Tarragona, a causa del accidente acaeci-do en la central Vandellós-I que obligó a su cierre definitivo.

5. Una energía innecesariaTodo el drama que hemos tratado de resumir en el apartado anteriortiene un objetivo: obtener energía. Ahora bien, la energía nuclearsólo proporciona un 5% de la energía primaria que se consume enel mundo. ¿Por ese 5% estamos poniendo a la Tierra y a quieneshabitamos en ella en semejante peligro? La respuesta es sí. Yademás, teniendo en cuenta que la mayor parte de la energía queproducimos se despilfarra, cuando está ampliamente demostradoque, con la tecnología actual, podemos ahorrar más de un 50% dela energía que se consume en la actualidad en los países ricos, sinque disminuya la calidad ni la cantidad de los servicios que laenergía nos proporciona. No necesitamos más y más kilovatios-hora, necesitamos aprovecharlos mejor. En España, en concreto,tenemos un clarísimo exceso de potencia eléctrica instalada; muchamás energía de la que podemos consumir.La renuncia a utilizar la fisión nuclear como fuente de energía eseconómicamente viable –sencillo, incluso–. Basta con encaminarsehacia un modelo energético basado en la eficiencia, el ahorro y ladiversificación de las fuentes de energía. La protección desmedidaque los estados otorgan a la industria nuclear y las generosas sub-venciones que se conceden a las investigaciones sobre energíanuclear –frente a las estrecheces de las energías alternativas–,sumadas al poder político del lobby nuclear, constituyen las únicasrazones de que se prolongue la vigencia de un modelo energéticocaduco y temerario, que permite a unos pocos obtener grandesbeneficios a corto plazo a costa de grandes perjuicios para las per-sonas y la naturaleza a corto y también a largo plazo.

6. Punto finalLa necesidad de poner el punto final a las centrales nucleares pare-

¿Nucleares? No, gracias

Un modeloenergéticocaduco ytemerario, quepermite a unospocos obtenergrandesbeneficios acorto plazo acosta degrandesprejuicios paralas personas yla naturaleza

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ce de sentido común. No obstante, la industria nuclear ha conse-guido generalizar la idea de que para que un país disfrute de un altonivel de vida debe tener centrales nucleares. Sin embargo, loshechos demuestran lo contrario: muchos países con un alto nivel devida han rechazado voluntariamente el uso de la energía nuclearcomo recurso energético: Austria, Dinamarca, Italia, Luxemburgo,Noruega, Nueva Zelanda, Australia, etc. Y también podemosencontrar países sumamente pobres que han decidido embarcarseen ruinosos programas de energía nuclear: India, Pakistán, Coreadel Norte, Ucrania, China, Brasil, México, etc.La energía nuclear no es un síntoma de desarrollo económico ypuede abandonarse sin grandes problemas. Italia lo hizo en 1987,tras un referéndum en el que se decidió cerrar sus cuatro centralesnucleares. Austria, en el mismo año, y tras una consulta popular,decidió no poner en marcha su única central nuclear y reconvertir-la para su utilización con gas. Dinamarca, el país con mayor nivelde vida de toda la Unión Europea, tiene prohibido por ley utilizarla energía nuclear como recurso energético. Suecia, que decidió enreferéndum cerrar sus 12 centrales nucleares en el año 2010, ya haestablecido un plan basado en la eficiencia energética y las energíasrenovables para reconvertir su sistema energético. En EstadosUnidos, país pionero de la energía nuclear, hace más de 20 años queno se proyecta una central nuclear. En Alemania, Reino Unido,Bélgica, Suiza, Finlandia, Canadá... hace muchos años que existeuna moratoria en la construcción de centrales nucleares. EnFrancia, el país pronuclear por excelencia, el último estudio com-parativo –1997– del Ministerio de Industria sobre los costes degeneración de energía demostró claramente que la energía nuclearno es rentable.Si para otros asuntos tanto se recurre a lo que sucede en nuestroentorno político, en éste la cuestión está clara: España podría pres-cindir perfectamente de todas sus centrales nucleares en un plazode tiempo muy breve. Lo único que hace falta es voluntad políticapara hacerlo. No es un problema técnico: sólo es cuestión de apli-car una planificación racional y aprovechar el enorme potencialexistente en el ahorro y la eficiencia energética y en las energíaslimpias.

Greenpeace

España podríaprescindir

perfectamentede todas sus

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La energía nuclear en Marruecos: Tan Tan es sólo el comienzoJosé Naranjo

Fue a principios de diciembre de 1998. El primer ministro marro-quí, Abderramán El Youssufi, se trasladaba hasta China acompaña-do de una amplia delegación de su país. El objetivo genérico deaquella visita era ampliar las relaciones comerciales y de amistadentre ambos países; sin embargo, entre los acuerdos pesqueros, tec-nológicos e industriales firmados aquel mes de diciembre en Pekín,destacaba uno: la construcción de la primera planta nuclear delnorte de África.El acuerdo chino-marroquí era explícito. El reactor, de 10 mega-watios de potencia, sería instalado en la localidad marroquí de TanTan, a unos escasos doscientos kilómetros de Canarias. Su funciónsería producir la energía suficiente para desalar agua de mar parausos agrícolas, dada la situación de sequía en el sur marroquí. Elreactor, un NHR-10, es de tecnología china y muy similar a otrosusados ampliamente en los países de la órbita de la ex URSS y enlas propias ex repúblicas soviéticas.Este acuerdo bilateral se inscribe dentro de un ambicioso plan de laOrganización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), unorganismo dependiente de las Naciones Unidas creado para velarpor la seguridad de los proyectos nucleares que, en la práctica, seha convertido en un ente promotor de los mismos. Dicho plan, alen-tado por Jurgen Kuppitz, incluye sembrar todo el Magreb de

El plan incluyesembrar todo elMagreb depequeñosreactores parala obtención deagua desaladacon finesagrícolas

José Naranjo es periodista del dia-rio de Las Palmas Canarias7.

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pequeños reactores del tipo NHR-10 para la obtención de aguadesalada con fines agrícolas. Entre los países incluidos en el estu-dio estaban Libia, Egipto, Túnez y el propio Marruecos, donde suprincipal valedor había sido el propio rey Hassán II, padre delactual monarca alauí.La energía nuclear vive momentos difíciles. Lejos quedan ya losaños cincuenta y sesenta, cuando este modelo de producciónenergética vivió su época dorada de auge y expansión. El mundodesarrollado se volcaba entonces hacia los logros de una energíaque se presentaba como panacea limpia, barata y segura. Sinembargo, accidentes como los de Three Miles Island (EE UU),Vandellós (España) y, sobre todo, la catástrofe de Chernóbyl(Ucrania) han hecho de la nuclear una opción cuestionada en todoel mundo. La energía atómica, que se estrenó aniquilando a milesde personas en Hiroshima y Nagasaki (Japón) durante la II GuerraMundial, se ha ganado con todo merecimiento odios y recelos. Setrata de una energía intrínsecamente peligrosa, como ha vuelto aponer de manifiesto recientemente el accidente en la planta de pro-cesamiento de uranio de Tokaimura (Japón) y las palabras envol-ventes del lobby nuclear sobre las ventajas ecológicas de lo nucle-ar suenan más a cantos de cisne desesperados.Por todo ello, la OIEA, por cuyos pasillos se entremezclan los ecosde los arrumacos de hombres de gobierno y ejecutivos de empresasenergéticas, ha dado su espaldarazo al programa que pretendeextender la energía nuclear a los países en vías de desarrollo, comoMarruecos. Así, en 1997, nace en su seno el llamado INDAG(Grupo Asesor Internacional sobre Desalación Nuclear), enfocadodirectamente hacia el Tercer Mundo. Es en este contexto dondedebe enmarcarse la ayuda y el respaldo internacional encontradopor Marruecos para sus planes nucleares.Sin embargo, Hassán II guardaba varias balas en la recámara. Uninforme de la embajada estadounidense en Rabat elaborado ennoviembre de 1992 ya alertaba sobre el creciente interés deMarruecos por acceder a la energía nuclear. Seis años antes, en1986, nacía en la capital alauí el Centre National de l’Energie, desSciencies et Techniques Nucleaires (CNESTEN). Poco después, elgobierno marroquí se hace con su primer reactor experimental, elTriga Mark II, comprado a la empresa estadounidense GeneralAtomics y que será instalado en el Centro de Maamora, situado aunos 20 kilometros de la capital marroquí sobre 14.000 metros cua-drados de terreno. En él se encontrará, además del citado reactor,

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El papel jugadopor Europa y

por España hasido de claro

apoyo a losproyectos de

nuclearizaciónmarroquí

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edificios destinados a los laboratorios de producción de isótopos,de análisis nucleares y los módulos de protección radiológica, apli-caciones y residuos.Sin embargo, el citado informe de la Embajada estadounidensetambién hacía referencia a la posibilidad y el interés mostrado porMarruecos de contar con un gran reactor nuclear para el año 2010.Posteriormente, el propio gobierno de Marruecos ha confirmadoque existe un estudio de viabilidad en el que va a tomar parte laOIEA para la construcción de una central nuclear de al menos 600megawatios de potencia entre las ciudades de Essaouira y Safi, enel sur de Marruecos. Esta central, que podría englobarse dentro delos llamados Small and Medium Reactors (SMR), sólo se explicapara la producción de energía eléctrica. En este punto es donde entra en juego la autopista de interconexióneléctrica Marruecos-España, el llamado Cable de Tarifa, porque esprecisamente por esta ciudad gaditana por donde penetra en laPenínsula Ibérica. Allí, un grupo de jóvenes entusiastas ha conse-guido reunir en torno a la Plataforma contra el Cable a cientos deciudadanos opositores a este proyecto, que se hizo realidad, final-mente, en 1997.Las administraciones española y marroquí argumentaron desde elcomienzo que el Cable sería unidireccional, es decir, que serviríapara trasladar al país norteafricano energía eléctrica producida enEspaña. Sin embargo, la Plataforma defendió contra viento y mareasus tesis de que este cable escondía la construcción de centralesnucleares en Marruecos que servirían para que la electricidad pro-ducida en dichas plantas llegara hasta España vía cable. El tiempoles ha dado la razón. Tanto un ex director general de Industria yEnergía como el actual consejero andaluz de Medio Ambiente hanadmitido que el cable permite que la electricidad fluya en ambasdirecciones. Marruecos quiere tener centrales nucleares para expor-tar la electricidad producida, máxime si se tiene en cuenta que en laactualidad Endesa construye en suelo marroquí tres centrales tér-micas de ciclo combinado.Lo que fue una sospecha a mediados de los años noventa, se con-virtió en realidad a comienzos de 1999, cuando el Ministerio deIndustria y Energía (MINER) concedió a la Office Nationale deElectricité (ONE), el operador eléctrico marroquí, la condición deagente externo. En otras palabras, España autorizaba a la ONE acomprar y vender energía en el mercado español.Otras cuestiones bien distintas son las del acceso a la materia prima

La energía nuclear en Marruecos

Se trataría deun nuevo paísque se sumaríaal club nuclearcon todo elhorizonte deventas ynegocio queello supone

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y el valor geopolítico que tiene la energía nuclear en sí misma. Enla naturaleza, el uranio, principal alimento de las centrales nuclea-res, se encuentra asociado a los fosfatos, un mineral con ampliapresencia en el Sáhara Occidental, concretamente en las minas deFox Bu Cráa. Además, contar con la tecnología necesaria parafabricar armamento nuclear es, aún hoy, un factor notable de dese-quilibrio político. No debe olvidarse que el Sáhara Occidental, ocu-pado por Marruecos, es el último territorio del mundo sujeto a unproceso de descolonización, tras la independencia lograda haceescasos meses, no sin baño de sangre, por Timor Oriental.El papel jugado por Europa y, más concretamente, por España hasido de claro apoyo a los proyectos de nuclearización marroquí. Enprimer lugar, la condición del país magrebí como aliado occidentalen una zona inestable y próxima a Europa hacen que las pretensio-nes marroquíes tengan siempre una fuerza inusitada y que susdiplomáticos y representantes tengan un extraño poder de convic-ción. No hay más que observar con detenimiento las actuales nego-ciaciones sobre el Tratado de Pesca para percatarse de su fuerza. La Unión Europea ha financiado con fondos REGIS el cable deconexión eléctrica y España ha destinado varios millones de pese-tas a los proyectos nucleares de desalación de agua de mar.Evidentemente, ambas cuestiones están relacionadas.A los países europeos y al lobby nuclear, que agrupa a las empre-sas multinacionales del sector, les interesa que Marruecos cuentecon sus centrales. En primer lugar, porque se trataría de un nuevopaís que se sumaría al club con todo el horizonte de ventas y nego-cio que ello supone; en segundo lugar, el reino alauí arrastraría conlos costes sociales y desventajas medioambientales que supone lapresencia de plantas nucleares, mientras que Europa podría contarcon una fuente de electricidad añadida.Esta postura es notablemente hipócrita si se tiene en cuenta el futu-ro de la energía nuclear en los países desarrollados. Tan soloFrancia, y cada vez más cuestionada, apuesta por esta opción; elresto de los países europeos ha emprendido ya el camino del des-mantelamiento a medio plazo de sus centrales, estando aprobadasen la mayoría de los países moratorias a la construcción de nuevasplantas. La fuerte contestación ecologista y la constatación de quelas centrales y las plantas de procesamiento de uranio van apareja-das a altos índices de cáncer y leucemia en zonas próximas hanhecho retroceder o frenarse a los proyectos nucleares. Endosar loscostes y aprovecharse de los beneficios es, desde la óptica capita-

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El reino alauíarrastraría con

los costessociales y

desventajasmedioambien-

tales de lasplantas

nucleares,mientras que

Europa contaríacon otra fuentede electricidad

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lista, un negocio redondo, pero, enfocado desde la ética, estamosante un hecho reprobable. Otro aspecto que podría destacarse de la construcción de plantasnucleares en Marruecos es que los proyectos hasta ahora apuntadosse asientan sobre zonas sísmicamente inestables. La falla TransAgadir-Nekor, que recorre el país de noreste a suroeste, ha provo-cado sucesos en el pasado dignos de recordar, como el terremoto deAgadir de 1960, que causó la destrucción de amplios sectores de laciudad y que dejó tras de sí miles de muertos, como recogen lascrónicas periodísticas de la época. Aunque la construcción de plan-tas atómicas siempre debe realizarse con la previsión de movi-mientos telúricos, parece un riesgo añadido e innecesario tentar a lasuerte de esa manera.Hasta hace bien poco, Canarias no parecía haber despertado anteeste peligroso sueño nuclear que surgía a las puertas de casa. Sinembargo, de la última reunión entre la Plataforma Antinuclear deCanarias y el presidente canario, Román Rodríguez, salió la pro-mesa de ofrecer a Rabat tecnología limpia alternativa a la nuclearpara la desalación de agua de mar. Desde el primer momento, elInstituto Tecnológico de Canarias (ITC) había presentado tal posi-bilidad a Marruecos. De hecho, una delegación del ITC llegó a des-plazarse al país magrebí para iniciar un estudio que diera a conocerlos recursos y demandas de energía en cinco provincias marroquíes,Essaouira, Agadir, Tiznit, Guelmim y Tan Tan, así como averiguarsu potencial eólico.Pero la postura oficial canaria, preocupada por los proyectosmarroquíes, adolece de una grave incoherencia. Si bien elGobierno, en boca de su presidente, rechaza la instalación de reac-tores nucleares junto a Canarias, el grupo parlamentario deCoalición Canaria acaba de respaldar al Partido Popular en surechazo al cierre de las centrales españolas en el plazo de quinceaños, tal y como defendía el PSOE. No parece de recibo alarmarsepor el riesgo nuclear y, unos días más tarde, dar su voto a quienespretenden mantener las centrales españolas más allá de lo que seríasu vida útil y segura.La energía nuclear es intrínsecamente peligrosa. No existe instala-ción totalmente a salvo de accidentes y fugas por mucha experien-cia que tenga el país o el personal asignado. El ejemplo de la plan-ta de procesamiento de uranio de Tokaimura ha sido, en este senti-do, revelador. Además, aún nadie ha podido solucionar la cuestiónde los residuos que toda planta nuclear genera y que permanecen

La energía nuclear en Marruecos

Entre los paísesdesarrollados,tan sólo Francia,y cada vez máscuestionada,apuesta por laopción nuclear

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radiactivos durante millones de años, como una herencia envene-nada a las futuras generaciones.Cuando las investigaciones en torno a las energías limpias que usancomo fuentes el sol o el viento están empezando a cuajar en reali-dades concretas y rentables, parece un paso atrás impulsar modelosenergéticos de los que se ha comprobado su peligrosidad y sus cos-tes sociales. Sin embargo, el mundo “civilizado” parece empeñadoen seguir promocionando un modelo energético caduco allí dondelas consecuencias de un posible desastre vendrían amortiguadas porla distancia.Finalmente, sería bueno destacar una cuestión relacionada tambiéncon la energía nuclear. En los puertos canarios hacen escala desde1998 grandes barcos de contenedores que llevan a bordo uranio,cobalto y óxido de uranio, el combustible nuclear por excelencia.Tras un acuerdo firmado entre la Autoridad Portuaria de LasPalmas y la naviera SAECS, el Puerto de la Luz es punto de esca-la de los barcos que transportan estos materiales radiactivos entrelas minas sudafricanas y los puertos belgas, desde donde partenhacia centrales de ese país y francesas. El acuerdo sigue en pie y losbuques siguen pasando por las Islas. Si uno de esos barcos sufre undía un incendio o se hunde, las consecuencias podrían ser nefastas.

José Naranjo

El Gobiernocanario rechaza

la instalación,pero CC acaba

de respaldar alPP en su

rechazo al cierrede las centralesespañolas en elplazo de quince

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Pateras, tomates, pescados y nuclearesColectivo Sureste

1. IntroducciónLa alarma causada ante la futura instalación de centrales nuclearesen Marruecos se ha convertido en eje de la actividad pública de losecologistas canarios y de otros colectivos ciudadanos –bien es cier-to que después de meses de denuncia solitaria en el Canarias7 porel periodista José Naranjo–. La oposición al uso militar o civil de laenergía nuclear en cualquier lugar es y ha sido inequívoca por partede quienes firmamos este artículo. Nadie tiene derecho a utilizaruna tecnología cuyos inmensos peligros no han sido nunca exage-rados, más bien al contrario, siguen infravalorándose. No obstante,provoca una irónica sonrisa ver cómo se oponen a las nuclearesmarroquíes los discípulos de quienes insultaban a los ecologistashace veinte o treinta años, preguntándoles si querían alumbrarsecon velas y volver a las cavernas; o aquellos que se niegan a apo-yar en el Parlamento un acta de defunción para la energía nuclearen España. Cinismo es el término apropiado para muchas de lascosas que estamos viendo.Pero las nucleares son sólo uno de los motivos por los queMarruecos se encuentra contínuamente en los medios de comuni-cación canarios en los últimos tiempos; otros son los que destaca eltítulo de este artículo. Pero la cantidad de noticias no garantiza, nimucho menos, la calidad de la información. Además, la tendenciaa la simplificación en los medios de comunicación, propia de la

Provoca unairónica sonrisaver cómo seoponen a lasnuclearesmarroquíes losdiscípulos dequienesinsultaban a losecologistas haceveinte o treintaaños

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sociedad del espectáculo, deja mucho espacio para la demagogia y,en ocasiones, contribuye más a confundir que a aclarar las situa-ciones. Así que nos parece necesario tratar el problema de las cen-trales nucleares marroquíes junto a otras cuestiones claves que ilus-tran nuestras actuales relaciones con Marruecos, asunto éste delque, en realidad, queremos hablar. Los problemas reseñados en el título (Pateras, tomates...) debenenmarcarse en un contexto general para comprenderlos mejor. Esmás, las cuestiones enunciadas son ya una evidencia de que el asun-to a tratar se inscribe en la lucha por unos recursos escasos. Haceya tiempo que la vieja división del mundo en bloques militares, elEste y el Oeste, ha desaparecido. Ahora el gran desafío al que nosenfrentamos es la abismal diferencia entre la riqueza y, por lo tanto,la salud, que media entre pobres y ricos. Tan sólo el deterioromedioambiental puede generar tanta inquietud hoy en día. Peroestos dos problemas son, en el fondo, parte de la misma realidad.Puede decirse que la inmensa pobreza que asola buena parte delplaneta constituye el principal componente del desastre medioam-biental que vamos construyendo. Son los inmensos residuos de losricos, y el destrozo causado en muchos ecosistemas por la imperio-sa necesidad de sobrevivir de los pobres, las dos caras de unamisma moneda: el capitalismo. Un sistema que provoca, a la vez,tres consecuencias: una riqueza como nunca se había conocido,para tanta gente como nunca se vio; una pobreza como nunca sehabía conocido, para tanta gente como nunca se vio; y un destrozodel entorno natural igualmente desconocido y desproporcionado.¿Cuán grande es, realmente, el abismo que media entre ricos ypobres y qué está ocurriendo con él? A grandes rasgos, puede decir-se que la relación entre la renta per cápita de la nación industrialmás rica, Suiza, pongamos por caso, y la del país no industrializa-do más pobre, Mozambique, es de 400 a 1. Hace doscientos cin-cuenta años, esta relación entre la nación más rica y la más pobreera quizás de 5 a 1, y la diferencia entre Europa y, por ejemplo, eleste o el sur de Asia (China o India) oscilaba entre 1,5 y 2 a 1.¿Sigue ahondándose hoy este abismo? En los extremos, la respues-ta es claramente afirmativa. Por esta razón, los ricos tenemos laclara obligación de contribuir a que los pobres salgan de la miseria.En caso contrario, harán lo que sea con tal de apoderarse de cuan-to necesitan para sobrevivir. Ya estamos comprobando lo difícil queresulta impedirles la entrada a nuestro jardín del edén, pues lariqueza constituye un imán irresistible y la pobreza da alas; no

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La relaciónentre la renta

per cápita de lanación

industrial másrica, Suiza, y la

del país noindustrializado

más pobre,Mozambique, es

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puede aislarse, como a algunos les gustaría. De modo que nuestrapaz y prosperidad dependen del bienestar de los demás.

2. PaterasDesde hace casi una década, Marruecos se ha convertido en el prin-cipal país exportador de mano de obra a Europa. Este proceso va acontinuar y, probablemente, su flujo se incrementará en el futuro.Precisamente, éste es el problema por el que más se habla deMarruecos en Canarias: la arribada de pateras. Hecho éste quedemuestra la falsedad de aquel proverbio romano: pecunia nonolet, el dinero no huele. Pero el dinero sí huele, hasta el punto deque su olor atrae a personas desde muy lejos. Y es que Canariasforma parte de ese mundo rico al que pretenden acceder multitudde personas que viven en el de los pobres, pues los canarios somosya quince veces más ricos que los marroquíes, y esa desigualdad nohace sino aumentar.En Canarias surgen brotes de clara xenofobia y se escuchan opi-niones para todos los gustos: ley de residencia, refuerzos policialespara impedir la entrada, persecución de las mafias marroquíes deltráfico de inmigrantes, necesidad de que Marruecos se desarrolleeconómicamente, solicitudes de mano de obra marroquí para aten-der a la agricultura del Archipiélago, etc. Porque hacer, lo que sedice hacer, sólo una cosa: perseguirles denodadamente para cazar-los e impedirles la entrada al hipermercado ‘Islas Canarias’, unintento inútil a largo plazo de mantener reservado el derecho deadmisión.La afluencia de inmigrantes se ha mezclado recientemente en losmedios de comunicación con la necesidad de sangre joven para elmantenimiento de nuestras pensiones. En este sentido, los intentosde confundir a la opinión pública europea son deplorables. Resultaque el problema es que no les salen las cuentas, cuando las cuentasson bien sencillas: somos una sociedad más envejecida que hacedos o tres décadas pero muchísimo más rica, así que dinero no falta.Se trata, por consiguiente, de un problema de índole política. Si lacreación del Estado del bienestar fue fruto de un pacto político, sudesmantelamiento es, igualmente, una medida política, no técnica.Otra cosa es que nadie se atreva a decir públicamente lo que se pre-tende hacer.Los inmigrantes van a constituir, se quiera o no, una parte funda-mental de esta sociedad en un futuro bien próximo. Además, loscanarios no van a poder esgrimir de la misma manera que alemaneso franceses sus diferencias con una emigración que viene de los

Pateras, tomates...

Desde hace casiuna década,Marruecos se haconvertido en elprincipal paísexportador demano de obra aEuropa

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mismos lugares de donde llegaron los primeros pobladores a estasIslas. En la península va a pasar algo parecido: los evidentes com-ponentes árabes de la cultura española muestran una cierta cercaníacon quienes llegan. Y aunque estas peculiaridades deberían ayudara generalizar posturas más solidarias, no es esto, desgraciadamen-te, lo que está pasando. El Ejido ha dado nombre a la última caceríacontra los emigrantes, a la vez que constituye un nuevo paso en lavergüenza que produce ver al gobierno español apoyando a unalcalde racista. También aquí las actitudes racistas del Alcalde deLa Oliva fueron generosamente recompensadas por el PP.La figura del emigrante está poniendo en cuestión, además, el esta-do de derecho en Europa. Son la prueba palpable de que no existeigualdad jurídica para quienes se encuentran en el mismo suelo,hasta el punto de que han vuelto a existir los campos de concentra-ción Europa, o de internamiento; lugares donde la arbitrariedadadministrativa ha sustituido a los derechos de la persona. Estasituación se agrava ante el hecho de que, incluso cuando se autori-za su estancia, el inmigrante puede estar seguro de que será tratadode forma discriminatoria. El inmigrado, convertido en la figuraemblemática de la relación Norte-Sur, tiene un estatus incierto: sele busca y se le rechaza. En el fondo, nos gustaría que fuera nóma-da, que desapareciera cuando ya no tiene utilidad. De hecho, así seestá planteando desde el Gobierno español el futuro de la inmigra-ción: contratos temporales para realizar trabajos concretos y tratarde evitar a toda costa la integración.Esta situación, que va tomando cuerpo en nuestra sociedad, no estáencontrando reflejo, más que mínimamente, en los movimientossociales alternativos de Canarias. Existe una asignatura pendiente:dedicar una atención preferente a los sectores más pobres de nues-tras Islas: los ‘sin’. Los ‘sin papeles’, los ‘sin techo’, los ‘sin traba-jo’, gentes que en muchos casos han venido de fuera –en Lanzarote,desde luego, la mayoría de los más necesitados son foráneos–. Larealidad es que hay que participar en la lucha o en el socorro de losmás necesitados entre los que comparten nuestra casa. Y eso ape-nas se está haciendo en Canarias. No es cuestión, como se dicehabitualmente, de ser tolerantes, hay que ir más allá. La toleranciaes, con frecuencia, una relación desigual, en la cual alguien tieneasignada una posición inferior. Tolerar es un acto de poder, ser tole-rado una aceptación de la debilidad. Nuestro objetivo debería con-sistir en ir más allá de la tolerancia, en llegar al respeto mutuo.Sin embargo, si uno atiende a lo que se publica, parecería que los

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Incluso cuandose autoriza su

estancia, elinmigrante

puede estarseguro de que

será tratado deforma

discriminatoria

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canarios nos hemos convertido en el paradigma del respeto mutuo.Resulta difícil encontrar a alguien que no defienda que la mejorsolución a esta cuestión es que los marroquíes puedan alcanzar eldesarrollo económico suficiente en su territorio para que no se veanobligados a venir al nuestro. Ahora bien, con las declaraciones debuenas intenciones, lo mejor que puede hacerse es contrastarlas conla actuaciones reales. Es decir, fiarse de lo que se hace mucho másque de lo que se dice.

3. TomatesComencemos, pues, por la agricultura, el sector determinante de laeconomía marroquí, donde las ayudas serán fundamentales para eldesarrollo de aquel país. Al contrario de lo que se dice, a la hora dela verdad, se intenta impedir ese desarrollo en el momento en quese muestra competitivo con el nuestro, con el de los ricos. Cómo, sino, valorar la guerra declarada contra el tomate marroquí: “El por-tavoz y asesor jurídico de FEDEX, Roberto Goiriz, adelantó ayerque solicitarán al Gobierno español que ‘denuncie ante laOrganización Mundial de Comercio (OMC) la competencia desle-al (dumping) laboral y social de Marruecos’. Marruecos posee unmargen comercial superior al 30% frente a los productos españoles,como consecuencia de los menores costes que soporta al pagar‘salarios de miseria’ y no garantizar ni las coberturas sociales ni lassanitarias”.* Cuando los ricos, normalmente adalides del libre comercio mun-dial, ven una peseta en peligro por la competencia de los pobres sevuelven decididamente proteccionistas. Y además ciegos: ¿cómo,desde un sector agrícola masivamente subvencionado por los fon-dos de la Unión Europea, puede hablarse de competencia desleal?No dudan, pues, en competir lealmente con el tomate marroquí detres maneras, todas ellas muy solidarias: las subvenciones europe-as, el proteccionismo y la importación de jornaleros marroquíes alos que poder pagar aquí esos ‘salarios de miseria’.En este punto, se juntan a veces, a la hora de analizar algunosaspectos de la globalización económica, el cinismo de determina-dos empresarios con las orejeras ideológicas de muchos radicales.Aun admitiendo los serios problemas que genera la libre circula-ción de capitales a nivel mundial, resulta mucho más discutible esageneralizada indignación contra los sueldos de miseria y las pési-mas condiciones sociales de los trabajadores del Tercer Mundo, queacceden a puestos de trabajo en las nuevas industrias dedicadas a laexportación. Parece difícil encajar que el crecimiento económico

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Al contrario delo que se dice, ala hora de laverdad, seintenta impedirel desarrollo deMarruecos en elmomento enque se muestracompetitivo conel nuestro

*Canarias7, 26 de enero de 2000.

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de países del Sur, basado en las exportaciones, también beneficia alos sectores populares que acceden a las fábricas. Estas mejoras nose han producido, desde luego, porque gente bienintencionada deOccidente haya hecho algo por ayudar a aquellas regiones, pues laayuda exterior, que nunca es muy grande, ha disminuido última-mente a un nivel prácticamente nulo. Tampoco son el resultado delas políticas benevolentes de los gobiernos nacionales, tan insensi-bles y corruptos como siempre sino, de manera indirecta e invo-luntaria, de las acciones de multinacionales desalmadas y empresa-rios locales rapaces, cuyo único interés era aprovechar las oportu-nidades de beneficio ofrecidas por la mano de obra barata. Por supuesto, la imagen de niños fabricando nuestro calzado depor-tivo en el Sudeste asiático hace que nos sintamos culpables. Pero,si reconocemos que las ventajas de las industrias establecidas en elprimer mundo son todavía formidables, tenemos que asumir que laúnica razón de que se pueda competir con ellas desde los paísespobres es la capacidad de éstos para ofrecer mano de obra barata alos empresarios. Y si les negamos esa capacidad, les estamosnegando la posibilidad de proseguir un crecimiento económico queresulta vital para los trabajadores de esas naciones. Aliviar nuestramala conciencia podría condenar a la miseria más absoluta amuchas gentes en el Sur.En la lucha contra las consecuencias de la globalización económi-ca se están incrustando con demasiada frecuencia las esquirlas delos viejos prejuicios ideológicos –de la falsa consciencia, por decir-lo con palabras de Marx–, tanto de quienes esperan el advenimien-to de la revolución como de aquellos que todo lo encomiendan a los‘vicios privados’, al mercado. Aunque, a tenor de la historias pasa-das, parece excesivo aspirar a que algunos abandonen su identifi-cación con una doctrina por mucho que haya sido desmentida porlos acontecimientos. Hace falta, como siempre, analizar de verdadla realidad, y no tratar de encorsetarla, como sea, en las ideas pre-concebidas. Entre otras, por dos razones muy importantes: la pri-mera, porque la globalización está siendo utilizada por el poderpara diluir sus responsabilidades en la ‘revolución capitalista’ delas dos últimas décadas. Las medidas tomadas –el intento de limi-tar el estado del bienestar, por ejemplo– no son imputables a losmercados globales, son elecciones de carácter político. Y la segun-da razón, porque nos parece absolutamente contraproducentesumergirnos en discursos victimistas que tratan de convencernos denuestra impotencia ante la economía mundial. Son multitud los

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la globalizaciónestá siendo

utilizada por elpoder para

diluir susresponsabili-

dades en la‘revolución

capitalista’ delas dos últimas

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ejemplos –Seattle ha sido el último precisamente– que indican quenuestras posibilidades de actuación, unas veces más importantesotras menos, son ciertas.

4. PescadosEn este punto los argumentos se repiten, aunque con un añadidoimportante: a las buenas intenciones de los occidentales, respecto alos salarios de los obreros del Tercer Mundo, tenemos que añadir lapreocupación por su medio ambiente. Como nosotros tenemosexperiencia, no podemos por menos que ofrecérsela. ¿Cómo con-seguimos los occidentales nuestro impresionante desarrollo?¿Cuáles fueron las características fundacionales de la RevoluciónIndustrial? En resumen, dos: unos ‘salarios de miseria’, y las con-siguientes penosas condiciones sociales para el proletariado euro-peo; y el destrozo de nuestro medio ambiente para extraer cualquierrecurso que se nos pusiera a tiro. Efectivamente, partiendo de ahínos hicimos ricos; luego ya pudimos repartir un poco la riqueza, yasí fue llegando, aunque desigualmente, a la mayoría.Como decíamos, ahora la cuestión principal pasa a ser el desarrollodel Tercer Mundo, para lo cual vamos a impedir que cometan losmismos errores que cometimos nosotros y, en consecuencia, tam-poco puedan obtener los mismos beneficios que nosotros obtuvi-mos. Entre otras cosas porque, como la crisis ecológica pone derelieve, en este planeta no existen recursos para que todos podamosser ricos, y mucho menos después de haber sometido a la Tierra alas consecuencias de la Revolución Industrial occidental. Así que,si siempre habrá ricos y pobres, como sostiene la derecha, muchomejor, evidentemente, que los ricos sigamos siendo nosotros.Siempre habrá tiempo de hacer caridad.Con la pesca vuelve a suceder lo mismo: todas las plegarias por elnecesario desarrollo marroquí se tornan lanzas cuando nuestrosvecinos de enfrente deciden que una buena parte de la riqueza queproducen sus peces debe revertir en su país en vez de en el nuestro.Y entonces nos parece indignante que pretendan ir montando suflota pesquera y descargando en sus puertos los recursos que seextraen de sus costas.Nuevamente vuelve a surgir la caradura de tantos occidentales,relacionada en este caso con la conservación de los recursos natu-rales frente a la rapiña a que los someten los pobladores del TercerMundo. El ejemplo más paradójico, por su divulgación, es nuestrapreocupación por la selva amazónica, el pulmón verde del planeta–después de que los europeos acabaran con la increíble masa fores-

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En Canarias notenemos ningúnproblema pornegociar conMarruecos a lavez quereconocemos alos saharauiscomo legítimospropietarios delbanco pesquero

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tal de su continente– que hay que conservar. Sin embargo, cuandose trata de efectuar ‘paradas biológicas’, o de contener, sin más, lascapturas en el banco sahariano, ponemos el grito en el cielo y sedesvanecen, como por encanto, las anteriores preocupaciones eco-logistas. No queda más remedio que reconocer que todos los pro-blemas que podamos encontrar en la conservación del banco cana-rio-sahariano deben achacarse, básicamente, a la rapiña de las flo-tas pesqueras de Occidente, entre las cuales la española ha tenidouna actuación estelar. La aportación canaria a esta labor ha sido, ysigue siendo, más que significativa.En este terreno, conviene hacer una matización fundamental, puesa veces parece que va difuminándose con el paso del tiempo quiénes el titular de la propiedad del banco. En Canarias no tenemosningún problema por negociar con Marruecos a la vez que recono-cemos a los saharauis como legítimos propietarios. Es una más delas contradicciones del asunto que tratamos. Una cosa son los prin-cipios y otra, muy diferente, los negocios.

5. NuclearesLa Revolución Industrial supuso, en resumen, un importante incre-mento en la cantidad de energía utilizada hasta entonces por elhombre. El proceso ha culminado en el siglo XX con la explosiónde la movilidad en las sociedades desarrolladas. Los automóviles,primero, y los aviones, después, son el emblema de las economíasricas, y las máquinas encargadas de despilfarrar los combustiblesfósiles sobre los que se sustenta esta sociedad. Este proceso supuso el paulatino abandono de las energías renova-bles utilizadas hasta entonces –la fuerza del viento o del agua y,sobre todo, de la energía de los animales y del propio hombre– y susustitución por combustibles fósiles –primero, el carbón, después,el petróleo–. Más tarde, en la década de los cincuenta, se comenzóa abogar por los usos civiles de la energía que había visto la luz enHiroshima y Nagasaki. Se ofertaba entonces como la panaceaenergética: una energía limpia y eterna. Hoy sabemos que, aunquela radiación no se vea, es la forma más peligrosa que el hombre haencontrado de transformar una materia en energía. Con el agravan-te, además, de que la duración de las reservas de uranio será tanescasa como la de las del petróleo. En resumen, era una estafa alargo plazo que produjo enormes beneficios a corto. Justo el tiem-po en el que se miden las cuentas de resultados de las empresas yse valora a sus gerentes.La distancia hizo que Canarias permaneciera alejada de la polémi-

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La energíanuclear era una

estafa a largoplazo que

produjoenormes

beneficios acorto

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ca sobre la energía nuclear y sus riesgos. Y los riesgos no sonpocos. Ya no se puede defender que la seguridad de las centralesnucleares es suficiente. A pesar de que durante muchísimos años sededicaron enormes sumas de dinero a la propaganda en favor deeste tipo de energía, afirmando que los riesgos eran mínimos, hoyes sabido que los errores en este asunto se pagan demasiado caros.Harrisburg, Tsuruga, Chernóbil, Vandellós, Greifwald y tantosotros nombres que hoy son de dominio público, todos ellos vincu-lados a diferentes errores (en la construcción, en el control, en elmantenimiento, por no hablar del problema de los residuos, quesigue siendo el más complicado y difícil de los que tienen en jaquea la industria nuclear), han enseñado mucho a la opinión públicadurante los últimos veinte años. Desde Harrisburg sabemos que nisiquiera la mejor tecnología del Imperio impide el peligro de laindustria nuclear. Desde Chernóbil sabemos que tampoco el tipo deigualitarismo unido a la industrialización acelerada al que se llamó‘socialismo’ evita la tragedia, sino más bien al contrario. DesdeGreifwald sabemos que la ignorancia y la chapuza juntas multipli-can el número de cánceres. Y desde Vandellós sabemos que elmovimiento ecologista y antinuclear del país tenía razón desdehace muchos años.Estos errores han concienciado a las poblaciones mejor informa-das. Son ya varios los países europeos que se han visto obligados aponer fin al uso de la energía nuclear en su territorio: Suecia,Dinamarca, Alemania, Suiza, Austria... Esto hace que en una socie-dad democrática y de mercado resulte ya imposible venderle anadie una central nuclear. Sin embargo, la industria del Norte dis-pone de muchas otras sociedades de mercado, donde sí puedenimponerse los productos que nosotros rechazamos por el peligroque acarrean. Y los muy democráticos gobiernos del Norte sub-vencionan gustosos estas actividades: comerciales para unos; cri-minales para otros. Esto, ni más ni menos, es lo que está ocurrien-do enfrente de casa, en Marruecos.Las especiales características de Canarias –perteneciente al mundode los ricos, pero situada junto al mundo de los pobres– producenla paradoja de que instituciones que nos gobiernan –la ComisiónEuropea y el Gobierno español– avalen y subvencionen la instala-ción de centrales nucleares que ponen en peligro nuestro territorio.No parece muy difícil imaginar las catastróficas consecuencias quepara Canarias tendría un escape o un accidente en una centralnuclear situada a doscientos kilómetros de distancia. La mera exis-

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La industria delNorte disponede muchas otrassociedades demercado, dondesí puedenimponerse losproductos quenosotrosrechazamos porel peligro queacarrean

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tencia de esa posibilidad ya puede tener consecuencias terriblespara una comunidad que vive básicamente del turismo. Y teniendoen cuenta la dirección tanto de la corriente oceánica como de losvientos dominantes resulta imposible creer en los milagros. Elpolvo que llega con cada siroco es un recordatorio de lo que podríaocurrir si la arena del desierto estuviera contaminada por la radio-actividad.Como se ve, compartimos el rechazo mayoritario sobre la instala-ción de centrales nucleares en Marruecos. No obstante, convienerecalcar que los principales perjudicados por esas instalacionesserían los marroquíes y que la solidaridad con ellos debe ser uncomponente fundamental en esta batalla; también, que es absoluta-mente impresentable que quienes –CC y PP– han votado en contrade poner fin en quince años a la energía nuclear en España venganahora a protestar porque las instalaciones de enfrente van a poneren peligro su industria turística.Pero el cinismo va mucho más allá de un par de partidos políticosy una votación parlamentaria. Es verdad que la peligrosidad de losresiduos de la energía nuclear es enorme y su increíble duración losmultiplica. Ahora bien, tampoco podemos olvidar la peligrosidadde los residuos de nuestra energía: el cambio climático que se estáproduciendo es debido a nuestro desaforado consumo energético, ysus consecuencias pueden ser dramáticas. Especialmente en ciertasáreas geográficas: islas, zonas costeras, áreas próximas a los desier-tos, etc. Es decir, en Canarias y en Marruecos.Sin embargo, la diferencia aquí es de envergadura: Marruecos noha contribuido a crear ese cambio climático que va a sufrir; noso-tros, sí. Y si en el pasado nuestra contribución no fue de las mássignificativas, hace años que sí lo es. Si admitimos la premisa –opi-nable– de que todas las emisiones del transporte aéreo que trae a losturistas deben ser imputadas al lugar donde se van a alojar,Canarias es hoy una de las regiones de la Unión Europea que con-tribuye de manera importante a emitir gases de efecto invernaderoy que más ha incrementado en esta década sus emisiones. El ridí-culo objetivo de la Unión Europea de disminuir sus emisiones enun 8% con respecto a las de 1990, o el vergonzoso de España deaumentarlas un 15%, se revelarían de imposible cumplimiento enCanarias, cuyos incrementos con respecto al año 1990 deben andarya próximos al 100%. Aceptando la premisa descrita, puede decir-se que Lanzarote provoca más emisiones de efecto invernadero porhabitante que los territorios más industrializados de Alemania.

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Los peligros delos residuos y

las emisiones dela energía queutilizamos los

canarios sonmuy superiores

a los queproducirán las

centralesnucleares

marroquíes

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En resumen, los peligros de los residuos y las consecuencias de lacantidad de energía que utilizamos los canarios son muy superioresa los que pueden producirse a partir de la instalación de las centra-les nucleares marroquíes. Con el agravante, además, de que noso-tros estamos consumiendo esa energía para actividades que ya nopodemos considerar de primera necesidad. Nuestras necesidadesbásicas están más que cubiertas, las de los marroquíes no. Y es quehablar de energía no significa lo mismo en el Norte que en el Sur.Para entender la diferencia, pensemos que en China 400 millonesde personas no tienen luz eléctrica, un número superior al de lapoblación de Europa Occidental; o que en todo el mundo existen2.000 millones de personas que no saben qué es la electricidad y,por lo tanto, no disponen de servicios que a nosotros nos parecen,por habituales, imprescindibles para la vida.Así que dos cosas deben estar claras: nosotros tenemos que dismi-nuir la cantidad de energía que consumimos para contribuir a paliarlas justificadísimas necesidades energéticas de países comoMarruecos. Ahora bien, esas necesidades no tienen que ser cubier-tas, desde luego, de la forma más peligrosa, que también es la máscara. De otra manera, no tienen que crecer como lo hicimos losoccidentales: creándole un problema de incalculables consecuen-cias al conjunto de la vida en el planeta durante los próximos milesde años.

6. Energías renovablesMarruecos debe acometer la resolución de sus necesidades energé-ticas recurriendo a las energías renovables. Y desde Canarias se ledebe ofrecer apoyo técnico y soluciones. Esta es la única propues-ta válida que podemos hacer quienes llevamos años defendiendo eluso generalizado de energías no contaminantes. Pero, ¿y la inmen-sa mayoría, aquellos que continúan diciendo que las energías alter-nativas no pueden suponer más que una parte insignificante denuestro consumo energético? Pues, sin embargo, para Marruecos síven claro lo que no ven para Canarias.En los países industrializados se estima que las energías renovablessuponen del orden del 5% de la energía primaria consumida. Si seconsiderara toda la energía hidráulica como renovable, este nivel departicipación se situaría en el entorno del 10%. En el TercerMundo, la participación global de las energías renovables en elesquema de abastecimiento energético es mayor que en los paísesricos; no es fácil dar una cifra, pero es posible que se sitúe de formaglobal en valores cercanos al 20% del consumo de energía prima-

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Tenemos quedisminuir lacantidad deenergía queconsumimospara contribuira paliar lasjustificadísimasnecesidadesenergéticas depaíses comoMarruecos

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ria. Podemos añadir, para entender la moto que nos venden, que laUnión Europea calcula que las energías renovables supondrán en elaño 2010 el 12% de su consumo (¡con la energía hidráulica inclui-da!) y, también, que el consumo de energías renovables en Canariasno debe llegar hoy ni a la mitad de ese escuálido 5% de los paísesindustrializados.No obstante, nos parece que, efectivamente, Marruecos y Canariasdeben encaminar sus esfuerzos hacia una auténtica “estrategiasolar”, o sea, a convertir los combustibles fósiles en energías alter-nativas. En primer lugar, porque resulta ineludible disminuir lacontaminación que produce nuestro sistema energético, evitar elcalentamiento de la Tierra –o la posible glaciación, según opinio-nes recientes– que, como decíamos, tendría consecuencias funestaspara ambos territorios. En segundo lugar, porque es una irraciona-lidad económica que un país tan pobre como Marruecos se desan-gre económicamente al acudir a la más cara de las maneras de obte-ner electricidad que la tecnología de hoy permite. No podemosolvidar, además, que buena parte de la deuda del Tercer Mundotiene su origen en la subida de los precios del petróleo; con losaños, un par de centrales pueden convertirse en el carísimo muertoque dejaron un par de brillantes multinacionales occidentales con lacorrupta colaboración del poder político. En tercer lugar, porque lasenergías renovables utilizan una tecnología que, como ha demos-trado España, está más al alcance de países con escaso desarrollotecnológico. Y por último, porque tanto Marruecos como Canariasson territorios con unas notables posibilidades para el aprovecha-miento de las energías renovables; no nos falta el sol ni una de susmanifestaciones básicas: el viento.Con todo, no puede limitarse la cuestión al intercambio de la ofer-ta francesa de energía nuclear por la oferta canaria de energíasrenovables. Se trata de transformar el papel tecnológicamente pasi-vo de Marruecos y buscar una colaboración real. Los canariosdebemos contribuir a paliar las dificultados científicas y técnicas deMarruecos. Además, como la parte pudiente de la pareja, debemoscorrer con los gastos de la investigación, y ser conscientes de ladiferencia que supone aplicar la tecnología en un país pobre. No setrata de desarrollar una tecnología para venderla posteriormente,sino de crear una tecnología de propiedad compartida, y que debeser apropiada para que en Marruecos pueda gestionarse desde laspequeñas o medianas empresas locales, aprovechando entonces elbajo precio de la mano de obra. El riesgo de acabar dando carta de

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Marruecos yCanarias deben

encaminar susesfuerzos hacia

una auténtica“estrategia

solar”, o sea, aconvertir los

combustiblesfósiles enenergías

alternativas

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naturaleza a un competidor tiene que contrarrestarse con la obliga-ción de cooperar con nuestros vecinos próximos del mundo pobre–Marruecos, el Sahara y Mauritania–. No obstante, es muy proba-ble que una política de este tipo produzca beneficios tangibles alargo plazo; claros, aunque no vengan en papel moneda.

7. DictaduraTodo lo escrito hasta aquí parece ser unidireccional: las responsa-bilidades canarias, españolas o europeas con respecto a la situaciónde Marruecos. Es decir, la lista de agravios de una víctima delimperialismo. Y ésta es realmente una parte fundamental de lasituación. Pero sólo una parte, porque, desgraciadamente, en esteterreno también las costras ideológicas nos están acostumbrando ano ver el bosque. Aunque las responsabilidades no pueden afectara todos por igual, la historia dista de ser un simple asunto de bue-nos, los de la colonia, y malos, los de la metrópoli, que es en lo quelo suelen convertir los amigos de lo ‘políticamente correcto’, insta-lados en su ‘cultura de la queja’. Sin embargo, no conviene obviarfacetas fundamentales de la realidad: lo que ocurre en Marruecos,en este caso.La historia política reciente ha sido realmente negra, tan negracomo la de la España de Franco. Los casi cuarenta años de dicta-dura de Hassan II comenzaron cinco años después de la indepen-dencia, en 1961. Astuto y poco escrupuloso, supo sortear tanto alejército como a las fuerzas políticas, manejando indistintamente laincorporación de algunos opositores al régimen, por cooptación,junto con técnicas represivas de una particular ferocidad y eficacia,tanto contra políticos y sindicalistas como contra militares.Ejecuciones sumarias, torturas, encarcelamientos y desaparicioneshan jalonado la historia del régimen de Hassan II.Hace un par de días, como quien dice, tras las elecciones legislati-vas de 1997, el rey planteaba una apertura del régimen y entregabael gobierno a un opositor socialista, Abderramán Yussufi, queincorporaba al gobierno, junto a ministros designados por Hassan,a representantes de las fuerzas políticas de la izquierda marroquí.Algunos gestos evidentemente aperturistas en esta etapa inicial–referentes a detenciones, muertos y desapariciones–, así como unacierta liberalización informativa hacen concebir esperanzas de quese estén produciendo algunas mejoras en la situación política delpaís. El optimismo con que los occidentales han recibido al nuevorey no parecen compartirlo los saharauis, que continúan sometidosa una feroz represión. Además, el peso de las enormes desigualda-

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La historiapolítica recientede Marruecosha sidorealmentenegra, tannegra como lade la España deFranco

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des económicas y las dificultades que a este respecto añade la polí-tica económica impuesta por el Fondo Monetario Internacional nocontribuyen a aclarar mucho el futuro de una población cuyas nece-sidades son bien urgentes.Un factor relativamente reciente y de hondo calado en la políticamarroquí proviene de los temores a que esas tremendas desigual-dades consigan que los más necesitados acaben inclinándose por unislamismo radical, que aparezca como la única oposición creíbledespués de la incorporación de la izquierda (socialistas y comunis-tas) al bloque del poder. El temor a que ésto acabe ocurriendoesconde la realidad de que ya ha ocurrido. Las elecciones de 1997fueron totalmente manipuladas, como todas en Marruecos, paraimpedir la constitución de una coalición islamista. Las irregulari-dades beneficiaron a todo el resto de los participantes. De hecho,dos de los elegidos, miembros de la USFP (socialistas), reconocíanque los resultados reales habían sido favorables a los candidatosislamistas. Por supuesto, el silencio de Occidente y de sus muydemocráticos medios de comunicación fue casi generalizado.Esta situación no deja de ser una variante de la que afecta a lamayoría de los países árabes. Desde luego, el miedo al islamismoradical está jugando un papel muy importante en el Magreb, cola-borando a engordar un fenómeno ya conocido con anterioridad: apesar de la unidad de su cultura y de su religión, los tres principa-les países del Magreb –Argelia, Marruecos y Túnez– están muchomás enfrentados entre sí que con los países europeos. Dos razonespueden ayudar a entender este fenómeno: en primer lugar, el sub-desarrollo necesita mucho más de las mercancías de los ricos delNorte mediterráneo y sus mercados de trabajo, para que sea posibleel crecimiento de los países del Sur, que de la colaboración interre-gional. En segundo lugar, los respectivos procesos de formación dela identidad nacional, hasta un preocupante nivel de chovinismo,parecen necesitar buscar más las diferencias con los próximos quepreocuparse por los más lejanos.En esta situación, los aspectos militares juegan papeles nada des-preciables, además de contribuir a agudizar la pobreza de estascomunidades. Difícilmente podrá avanzar la sociedad marroquí sinliberarse de su ingente presupuesto de defensa. En consecuencia,las necesidades económicas de Marruecos irían en la dirección con-traria de la política militarista que provocó la anexión del Sáhara.Sin embargo, no hay ningún indicio de que la apertura marroquícontemple el abandono del territorio saharaui, y pueda liberarse de

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En Marruecos,como en el

conjunto deÁfrica, los más

ricos sonsiempre los

jefes de estadoy sus ministros

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los gastos militares para centrar sus esfuerzos en la miseria gene-ralizada que sufre la población. Tampoco de que esa carga puedaser aligerada por la renuncia de España a territorios que son tanmarroquíes como español el Peñón de Gibraltar: Ceuta, Melilla yotros pequeños enclaves –que parte de tu territorio continúe enmanos de la potencia colonial no deja de ser un estímulo para losgastos militares–. Pues bien, la conjugación del chovinismo nacio-nalista y los aspectos militares en el Magreb y en el Sáhara contri-buyen también a explicar la apuesta marroquí por la tecnologíanuclear (no olvidemos las noticias sobre los trabajos nucleares delos argelinos publicados por El País en agosto de 1998). Durantemucho tiempo, el poder nuclear se convirtió para occidentales ysoviéticos en bandera tecnológica y orgullo nacional. Hoy ese orgu-llo estúpido y suicida se reproduce en la India y Pakistán. Losmarroquíes pueden estar buscando dos cosas: alimentar ese orgullonacional que, en ocasiones, puede ser un factor necesario para elcrecimiento económico –Inglaterra, EE UU, Alemania y Japón sonejemplos que pueden tenerse en cuenta–; y, después, la bombanuclear. Fue el mismo hombre que se construyó veinte suntuosospalacios reales a lo largo de su país el que decidió impulsar estaalternativa. Así que aires de grandeza y sueños megalómanos nofaltan en esta historia.

8. DesigualdadPara entender cuál es el nivel de riqueza de la sociedad marroquípodemos empezar por una comparación. Marruecos forma parte deun entorno cuyos resultados económicos en la segunda mitad delsiglo han sido sorprendentes. En 1960 las siete economías árabesmás prósperas tenían una renta media de 1.521 dólares, superior alos 1.456 que correspondían a los siete países más pujantes del esteasiático: Taiwan, Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Tailandia,Malasia e Indonesia. Treinta años después, y con la riada de lospetrodólares por medio, en 1991, los países árabes se habían que-dado muy atrás: 3.342 frente a 8.000 dólares. Pues bien, frente aesos 3.342 dólares, en Marruecos, sin petróleo, la renta per cápitase estimaba en 1.030 dólares.Esta enorme pobreza se contrasta, además, con dos cuestiones: laprimera, la euforia inicial que acompañó a todos los procesos dedescolonización. La independencia parecía presagiar, así se anun-ciaba, el fin de la explotación, el momento de la recompensa a tan-tas penurias. Y la segunda, la inmensa riqueza y la ineficacia parael resto de la sociedad, de los privilegiados marroquíes. En

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Lasinstituciones yla cultura son elcomponentemás importantepara eldesarrollo; eldinero vieneluego

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Marruecos, como en el conjunto de África, los más ricos son siem-pre los jefes de estado y sus ministros. El paradigma aquí ha sido ellatrocinio cometido por Hassan II. El mes de enero pasado, el líderdel movimiento islamista Justicia y Espiritualidad pedía al nuevorey que repatriara la fortuna que su padre había depositado en elextranjero, evaluada en la escalofriante cifra de 8,5 billones depesetas –aproximadamente un 60% del Producto Nacional Bruto deMarruecos–. Entre las propiedades descritas podemos encontrarcolecciones privadas de coches antiguos, de caballos de carreras, decaballos de raza pura sangre, etc. En suma, muy edificante en unpaís con la renta que hemos reseñado.Este expolio de un jefe de estado a su propio país –fenómeno bas-tante habitual– nos da la pauta para resaltar un criterio básico que,cuando hablamos de la pobreza, no siempre se tiene lo suficiente-mente en cuenta: no es la ausencia de dinero lo que frena el desa-rrollo. El impedimento fundamental es la falta de preparación cul-tural y tecnológica de la sociedad, la ausencia de conocimientos yla falta de pericia. Dicho de otro modo, la falta de habilidad parausar el dinero. Las instituciones y la cultura son el componente másimportante para el desarrollo; el dinero viene luego. Y así queda demanifiesto el drama que supone para Marruecos que el 60% de supoblación sea analfabeta. Este hecho contribuye también a explicarque Marruecos ocupe el puesto número 125 en la clasificaciónsobre desarrollo humano de las Naciones Unidas en 1998. Desde su independencia, Marruecos se ha deslizado hacia unaestrategia basaba fundamentalmente en la agricultura, a la que se haido añadiendo el desarrollo de pequeñas y medianas industrias.Puede decirse que la estructura económica, aunque en proceso decambio, continúa siendo una mezcla de feudalismo y capitalismomercantil. No obstante, su progresiva integración en el espacioeconómico mediterráneo está precipitando una cierta moderniza-ción de sus industrias y de su agricultura. Todo parece indicar queeste país se encuentra en un momento crucial. El objetivo marroquíes integrarse dependientemente en el espacio económico europeo lomás rápidamente posible, razón por la cual no muestra ningúninterés por la dimensión magrebí. Marruecos va a necesitar eseespacio para competir con la pesca y la agricultura española, paraseguir ofreciendo su mano de obra, bien exportándola, bien utili-zando sus ‘salarios de miseria’ en suelo propio. Puede encontraralgún apoyo ocasional no despreciable, pues Europa acabará sien-do consciente de la necesidad real de un cierto desarrollo marroquí

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Y así queda demanifiesto el

drama quesupone para

Marruecos queel 60% de su

población seaanalfabeta

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si quiere controlar las problemáticas consecuencias de tanta pobre-za en su flanco sur.Pero los avances serán mínimos mientras no se afronten con clari-dad los dos problemas básicos a los que nos referíamos: las caren-cias culturales y las desmesuradas desigualdades. Sin afrontar estosproblemas difícilmente podrá la población marroquí resolver eldesafío que plantea su propio futuro. Porque la historia nos enseñaque la cura más eficaz contra la pobreza reside en sus propias víc-timas. La ayuda exterior nunca ha sido más que un ligero alivio,cuando no un serio contratiempo, que llega a desalentar los esfuer-zos propios y propiciar complejos de inferioridad que paralizan laactividad. Como dice un proverbio africano: “la mano que recibesiempre está por debajo de la mano que da”.

9. ConclusiónEl cinismo y la irresponsabilidad son dos componentes básicos delcomportamiento de la sociedad canaria con respecto a Marruecosen todos sus conflictos fundamentales: la inmigración, el conflictopesquero, el desarrollo de la agricultura marroquí y la construcciónde centrales nucleares. Las críticas que se hacen a Marruecos,obviando nuestros comportamientos propios, suelen ser impresen-tables. Pero debe resaltarse, especialmente, que las peores conse-cuencias de nuestro comportamiento son aquellas que van dirigidasa impedir que Marruecos alcance un desarrollo económico que lepermita competir ya con nosotros en el terreno agrícola y pesqueroy, en el turístico, mañana. Defender un puesto de trabajo a cambiode otro en una región quince veces más pobre que la nuestra nodebería resultar tan sencillo de explicar como lo está siendo.El desarrollo económico es una imperiosa necesidad paraMarruecos y, sobre todo, para los sectores más débiles de su pobla-ción. Y mientras no puedan desarrollarse allí, seguirán llegandopateras aquí. No podemos olvidar que la exportación de mano deobra ha sido en muchas ocasiones un componente fundamental deldesarrollo económico. Tener que recordar esto en Canarias muestrahasta que punto la amnesia se convierte en un componente funda-mental de la cultura de masas.En el mundo de hoy, el principal problema que afrontamos es la tre-menda desigualdad económica entre el Norte y el Sur. En el mundode hoy, el primer problema ecológico es la extrema pobreza demiles de millones de personas en el Sur. En el mundo de hoy, desi-gualdad y escasez de recursos pueden traducirse por necesidadesenergéticas. La energía, su uso y la forma de obtenerla van a cons-

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La exportaciónde mano deobra ha sido enmuchasocasiones uncomponentefundamentaldel desarrolloeconómico

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tituir el gran reto de la civilización en las próximas décadas.¿Llegaremos a tiempo de evitar las peores consecuencias del efec-to invernadero? No es ésta una posición apocalíptica; sino merorealismo.Por lo que a la energía nuclear se refiere, nuestro impresentablecomportamiento energético no puede servir, en ningún caso, de jus-tificación para someter al pueblo marroquí a los tremendos y cier-tos peligros que supone la energía nuclear. Peligros que no son lite-ratura, como demuestran varias décadas de accidentes; publicadosunos, escondidos otros. La alternativa nuclear es impresentabletambién por sus desproporcionados costes; quizá una clase dirigen-te ineficaz y ávida de dinero explique una opción apoyada por unapoderosa industria. El sector dedicado a las energías renovables nodispone, hasta la fecha, de capacidad para corromper voluntades.A pesar de todo, es razonable que los canarios tratemos de evitar laparte del peligro que nos afecta. Pero no ignorando los peligros quenosotros mismos causamos, que deberían ser, lógicamente, los pri-meros que tendríamos que afrontar. El comportamiento delGobierno de Canarias, de Coalición Canaria y el Partido Popular,recibiendo a la Plataforma Antinuclear después de haber votado encontra del desmantelamiento de la energía nuclear en el parlamen-to español es una muestra de ese cinismo al que nos hemos referi-do, una muestra del camino que tenemos evitar. Las responsabili-dades de los canarios deben impedir que nuestra lucha contra laindustria nuclear y su instalación en Marruecos pueda limitarse adenunciar lo que pasa allí olvidándonos de lo que ocurre aquí.

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Nuestroimpresentable

comportamien-to energético

no puede servirde justificaciónpara someter al

pueblomarroquí a lospeligros de la

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Construcción y medio ambienteJorge Marsá

La preocupación por la arquitectura parece una constante en lasociedad lanzaroteña, en la que abundan las discusiones sobre laidoneidad de muchos de los edificios que se construyen en la Isla.No obstante, casi todas las intervenciones sobre este debate se limi-tan siempre a un ámbito que podemos llamar, quizá, estético. Lamayor parte de los problemas que se detectan y, por tanto, se dis-cuten pueden enmarcarse en tres apartados:El primer lugar en las preocupaciones sobre la arquitectura loocupa la cuestión de la altura y la densidad de las edificaciones.Hemos asumido como parte fundamental del ‘modelo conejero’ elque las construcciones se levanten lo menos posible del suelo yque, cuanto más separadas estén unas de otras, mejor. Estos crite-rios promueven una forma de construir que devora el territorioinsular, necesita de mayores infraestructuras, potencia la utilizacióndel transporte motorizado privado y dificultan la convivencia ciu-dadana, al desperdigar a los vecinos. En una isla colmatada nopodemos permitirnos que la casa terrera continúe siendo el modeloy el sueño de cada uno de nosotros. Lo que no creaba problemas enuna sociedad con una baja densidad demográfica y una pobrezageneralizada, se torna imposible al aumentar la población y con-vertirse en mayoritario el sector que ha tenido acceso a la riqueza.El segundo apartado tiene que ver con la obsesión por la identidadque tiñe la mayor parte de las argumentaciones de muchas gentes

No podemospermitirnos quela casa terreracontinúe siendoel modelo y elsueño de cadauno de nosotros

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de la Isla. La fidelidad de las nuevas construcciones a las formas dela arquitectura anterior, se convierte en un rasero fundamental paramedir la conveniencia de los edificios recientes. En algunosmomentos se llega a la exageración de proponer modelos cons-tructivos tradicionales que definirían hasta el lugar y la forma de lasventanas de cualquier casa que fuera a levantarse. Evidentemente,esos modelos no tienen nada que ver con la austeridad de la arqui-tectura tradicional lanzaroteña. De hecho, no han servido más quepara cosificar una construcción turística y residencial absolutamen-te estandarizada, carente de personalidad y, además, completamen-te alejada de los criterios tradicionales de construcción. Bien escierto que si esta arquitectura no destaca por sus virtudes, tampocosus defectos estéticos resultan tan llamativos.Y el último de los motivos fundamentales de preocupación a losque me refería es la batalla por blanquear la Isla. Resulta obvio queéste es el menos preocupante de los problemas que se plantean,tanto si se está a favor de la generalización del blanco en la edifi-cación lanzaroteña, como si no. Aunque sí puede decirse que estamedida contribuye notablemente a esa estandarización de la cons-trucción en Lanzarote, que hace que muchos de nuestros visitantesno sepan distinguir entre los diferentes lugares o pueblos de la Islapor los que transitan.Se habla menos, aunque en ocasiones se hace, de la calidad de laconstrucción, de la solidez de nuestras edificaciones. No se haconstruido muy bien en Lanzarote durante las últimas dos décadas,pero se ha construido de pena en las dos explosiones de la cons-trucción que han tenido lugar en cada uno de esos decenios. Esdecir, nos encontramos en un momento en que la calidad de nues-tra construcción es pésima. Ingenuamente, ya lo denunciaba el añopasado el Decano del Colegio de Arquitectos de Lanzarote, comosi estos profesionales no tuvieran su cuota de responsabilidad enese significativo descenso de la calidad constructiva, como si sepudiera achacar exclusivamente a las empresas constructoras. Almargen de las inevitables responsabilidades, lo cierto es que el ver-tiginoso ritmo al que se construye, y la urgencia por poner enexplotación los dinerales invertidos, hace imposible construir conuna mínima calidad. Dentro de pocos años seremos conscientes dela importancia de esta cuestión, cuando el parque alojativo comien-ce a mostrar la falta de profesionalidad con la que se edificó.Pues bien, este conjunto de preocupaciones ha contribuido a alum-brar una arquitectura que va desde esa estandarización carente de

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La malaarquitectura es

una realidadgeneralizada en

Lanzarote

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personalidad, que inunda nuestras zonas turísticas y núcleos resi-denciales, hasta el generalizado horror que producen las construc-ciones que se han levantado en Arrecife en los últimos decenios. Dehecho, las referencias a las excepciones, a los poco edificios conuna cierta personalidad e interés, se repiten sin cesar: en el ámbitoturístico, nada desde el Hotel Salinas; en Arrecife, la Escuela dePesca; y por el resto del territorio, algunas de las intervenciones deCésar Manrique y... Y poco más. Que se puedan añadir a estos tresejemplos otra media docena –que se puede–, en un territorio dondese ha construido en los últimos veinte años a un ritmo frenético, noevita que pueda afirmarse que la mala arquitectura es una realidadgeneralizada en Lanzarote.Además, esto ha ocurrido, o se ha generalizado, en una época en laque la arquitectura, tanto la buena como la del espectáculo, se haconvertido en muchas ciudades españolas en un innegable foco deatención que, en bastantes ocasiones, se ha plasmado en obraspúblicas emblemáticas en muchas de las ciudades del país. En estesentido, resulta llamativo que no podamos hablar de ninguna obrapública con un mínimo interés en nuestra capital. La nueva sede delCabildo de Lanzarote, una de las peores muestras de arquitecturaque pueda uno imaginar, y el edificio del Ayuntamiento deArrecife, un ejemplo de esa arquitectura sin personalidad y falsa-mente tradicionalista, ponen de relieve que la sensibilidad arqui-tectónica de esas corporaciones, y de quienes las han dirigido enestos años, no va a pasar, desde luego, a los libros de historia.Ahora bien, una opinión como la expresada hasta ahora no se des-marca del tradicional cauce por el que transcurre aquí el debatesobre los edificios. Porque lo verdaderamente increíble es que, enuna isla en la que encontramos el desarrollo sostenible hasta en lasopa, ni siquiera se mencionen las consecuencias ambientales de laconstrucción, ni se tengan en cuenta a la hora de diseñar y construirnuestras viviendas y los alojamientos para los turistas. Y el proble-ma no es baladí. Sirvan un par de ejemplos para darnos cuenta dela magnitud del asunto en cuestión: el 40% del flujo total de mate-rias primas de la economía mundial se destina a los edificios. Porlo que respecta a la energía, y si incluimos la utilizada en su cons-trucción, los edificios consumen como mínimo el 40% de la energíamundial y, por lo tanto, son responsables de una cantidad parecidadel conjunto de la contaminación.Los datos anteriores muestran a las claras la necesidad de crearalternativas a los modos en los que construimos nuestros edificios.

Construcción y medio ambiente

El incrementode lasinstalaciones deaireacondicionado yde losradiadores queutilizamos enenero y febrero,revelan elfracaso de laarquitecturalanzaroteña

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O lo que es lo mismo: la arquitectura bioclimática debe considerar-se una necesidad imperiosa si queremos afrontar la crisis ecológicaglobal y local que hemos contribuido a provocar.En Lanzarote, los componentes bioclimáticos de la arquitecturaestán fuera hasta del debate. Si pensamos en el principal compo-nente de la crisis ecológica, el energético, resulta inconcebible que,en un lugar con las temperaturas de las que presumimos, pueda lla-marse “biohotel” a un edificio que necesita consumir energía fósilpara calentarse o enfriarse. Qué pensaría el suizo Peter Zumthor,uno de los grandes arquitectos europeos, quien el verano pasadodeclaraba: “Me han pedido que construya un hotel en el desierto deUtah y yo odio el aire acondicionado. Así que me propongo hacer-lo de forma que el edificio mantenga un ambiente frío sin necesi-dad de máquinas”. Esto, en las extremas condiciones del desiertode Utah. Mientras, en el suave clima lanzaroteño, el incremento delas instalaciones de aire acondicionado y de los radiadores que uti-lizamos a veces en enero y febrero para no pelarnos de frío en nues-tras casas, revelan el fracaso de la arquitectura lanzaroteña.Los más elementales criterios del diseño bioclimático, algunos delos cuales se pueden encontrar en la arquitectura tradicional, hansido completamente ignorados aquí. Ni siquiera algo tan sencillo,pero tan importante en este sentido, como la orientación de los edi-ficios, es tenido en cuenta. Hablamos, resumiendo y simplificando,de la importancia de la fachada Sur: la que proporciona más caloren invierno y menos en verano, frente a las orientaciones Este uOeste. Pero olvidamos igualmente otras cuestiones fundamentales:la masa y la inercia térmica de las viviendas –todos hemos experi-mentado cómo antiguas construcciones de gruesos muros se man-tienen más frescas en verano y más cálidas en invierno que muchosedificios recientes–; la colocación y el tamaño de las ventanas; lasprotecciones contra el soleamiento; la necesidad de una correctaventilación que pueda refrigerar el edificio, etc.Esta ignorancia de los criterios bioclimáticos reduce, por supuesto,el confort de los lugares en los que vivimos o de los que vivimos.Pero los problemas van bastante más allá del confort: la salud se veafectada por los edificios que habitamos. Las consecuencias delaire acondicionado comienzan a ser conocidas, pero no las de losmúltiples compuestos orgánicos volátiles que se filtran procedentesde muchos materiales utilizados en la construcción: pegamentospara las moquetas, chapas marinas y aglomerados, pinturas, etc.Es más conocida la defensa de la utilización de los materiales loca-

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No podemoscontinuar

entendiendo elplaneamientocomo la mera

concreción de laampliación del

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les que suelen hacer quienes defienden la arquitectura bioclimática.Sin embargo, algunas formas de utilizar dichos materiales carecende sentido. Por ejemplo, ¿lo tiene el hecho de que dediquemosbuena parte de nuestra más llamativa piedra basáltica a cumplircometidos meramente decorativos? Porque hasta los muros queseparan los jardines de las zonas turísticas se construyen con blo-ques, que después se adornan con esa piedra negra tan demandada.Los recursos geológicos de esta Isla son importantes, pero es claroque debe abordarse con racionalidad la manera más eficiente deextraerlos y de utilizarlos. Conviene, por otra parte, alejarse de loscriterios utilizados habitualmente por la industria de la construc-ción a la hora de decidir qué materiales resultan más adecuados.Algunos de los despreciados por esta industria continúan siendo demayor utilidad que los más artificiales sustitutos utilizados. La tie-rra prensada, sin ir más lejos, es el material del que están hechos losedificios en los que vive cerca del 40% de la población mundial.Con él pueden construirse hasta cinco plantas en el Yemen, queaguatan muchos siglos con un mantenimiento adecuado.Las escombreras que asoman por toda la Isla ponen de relieve laurgencia de abordar el reciclado y reutilización de las construccio-nes existentes. Y sobre todo, anuncian la necesidad de pensarmucho mejor cómo se diseñan y producen nuestros edificios, por-que una de sus características básicas es su larga duración –quizáhoy no tanta como debiera–. Esta duración debería acrecentar losesfuerzos de los diseñadores por hacerlos más flexibles, más utili-zables en circunstancias cambiantes. De otra forma, inflexibles yresistentes por fuera, flexibles y maleables por dentro.Existen, desde luego, toda una serie de materiales o elementosconstructivos que sólo pueden venir de fuera de la Isla. Pero tam-bién deberían analizarse las implicaciones ecológicas de su pro-ducción y su transporte. Entre estos elementos podemos destacar, aprimera vista, el material utilizado en buena parte de la carpinteríade nuestros edificios: el aluminio. Un producto que devora energíaen su fabricación como ningún otro de los utilizados en la cons-trucción, con la excepción de algunos plásticos.Nos limitamos a trazar una mínima pincelada de por donde podríatranscurrir el debate sobre la construcción en Lanzarote o, almenos, de aspectos claves que no pueden ser relegados por lascuestiones estéticas. Aspectos que afectan también al planeamien-to urbanístico y que, en consecuencia, deberían formar parte de lasnormas urbanísticas municipales e insulares. Además, no podemos

Construcción y medio ambiente

Es importanteque losprofesionalesdel diseño y laconstruccióncomiencen apreocuparse porsus edificiosdespués dehaberentregado laobra

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continuar entendiendo el planeamiento como la mera concreción dela ampliación del espacio edificable, especialmente si pretendemosdetener el crecimiento turístico en la Isla. Nos referíamos antes, porejemplo, a un problema crucial para construir teniendo en cuenta,de verdad, la relación con el entorno y su conservación: el solea-miento. Pues bien, la clave de cómo incidirá el sol en nuestras cons-trucciones hay que buscarla, en buena parte, en un estadio previo asu diseño: en el trazado urbanístico. Si en ese trazado no se ha teni-do en cuenta la orientación más conveniente, resultará muy com-plicado resolver después el adecuado soleamiento del edificio.No deberíamos terminar el esbozo de estas ideas elementales sindestacar la importancia de que los profesionales del diseño y laconstrucción comiencen a preocuparse por el funcionamiento desus edificios después de haber entregado la obra. Las evaluacionesposteriores a la ocupación de los edificios –actividad hoy esporádi-ca– deben generalizarse para que los implicados se sientan respon-sables de la duración de sus construcciones y del confort de quie-nes habitan en ellas.El ambiente, nuestro entorno, y su crisis deben pasar al primerplano cuando abordamos las cuestiones que nos preocupan sobre laforma en que construimos y usamos nuestras edificaciones. Lapolémica fundamental no debe ser la que a veces tiene lugar enLanzarote, entre ‘modernos’ y ‘tradicionalistas’. La crisis ecológi-ca ha puesto de relieve el fracaso de la pretensión universalista delmovimiento moderno, con sus maestros a la cabeza: Mies van derRohe y Le Corbusier. Pero la más elemental racionalidad nos llevaa la conclusión de que pretender resolver los problemas de cons-trucción de un mundo de 6.000 millones de personas con las viejastécnicas constructivas y sus diseños no deja de ser una absurdaingenuidad. Una arquitectura medioambientalmente responsable ennuestros días tendrá que responder al contexto actual, que es muchomás complejo que el de los constructores tradicionales.Sólo pretendemos que estas líneas cumplan el papel de recordato-rio de una cuestión a la que no se ha concedido la importancia quemerece. Porque pensamos que es imprescindible resituar el debatesobre la arquitectura, para dar cabida a las cuestiones ambientales,si queremos paliar las consecuencias del insostenible desarrollolanzaroteño.

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La polémicafundamental nodebe ser la que

a veces tienelugar en

Lanzarote entre‘modernos’ y

‘tradicionalistas’

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Mito y realidad del Puerto del ArrecifeFélix Hormiga

El antiguo Elguinaguaria gozaba de una belleza apetecible para elasentamiento y para la visita. Una diversidad de entrantes y rinco-nes náuticos lo hacían agradable a la vista y a la curiosidad. ElPuerto del Arrecife, gracias al ciclo de la marea, tenía dos rostros,el de la pleamar con sus posibilidades de entradas hasta casi tocarel firme y el de la bajamar, un laberinto de cristalinas aguas deste-llando bajo el sol y haciendo refucilar la plata viva de la ingentecantidad de peces. Islotes, isleos, rocas, amarillas y negras ensena-das y tierra bermeja poblada de vegetación del salitre, iban dandotestimonio de cómo sería la tierra interior.Circundada por la corriente dinámica del jable que toca los caseríosde Argana de Arriba y Argana de Abajo y por erosionadas mon-tañas, Elguinaguaria dormitaba un sueño placentero arrullado porel ir y venir de las olas y por los alisios. Casi los únicos registrossonoros de la Isla, si descartamos, no por carecer de importanciasino por todo lo contrario, la voz intermitente de los volcanes quedieron origen y forma a los terrenos canarios, conformando su re-lieve, la naturaleza de sus campos y la idiosincrasia de sus gentes.Territorio sobre el mar, cabalgando sobre un amplio piélago que hasido testigo del paso de civilizaciones, Lanzarote, igual que el restode las Canarias, se acomoda entre siglos y entre avatares que lo lle-van a participar de los comportamientos sociales, culturales einvestigativos, desde lo más remoto de la historia hasta nuestros

En Arrecife lassalinas llegan atener tantoprotagonismoterritorial quecasi podríadecirse que elmismo era unmunicipiolíquido

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días. Y juega Arrecife un papel de relevante importancia en todo elproceso, pues ha sido a partir de su creación como espacio admi-nistrativo y con una cierta autonomía, allá por 1779, desde dondese relanza la idea de progreso y desarrollo, pues la entrada del inci-piente puerto en el tablero de juego insular va a suponer el iniciode la modernidad. Las fuerzas y las inquietudes de los pobladoresdel Puerto del Arrecife inaugurarán nuevos modelos de comercio ycomunicación que, con el paso del tiempo, aprovechará cada unode los estatus y oportunidades económicas que se van dando cita enla región. Para los viejos modelos bastaba poseer la tierra y el podersobre quienes la trabajaban, pura estrategia de señores, militares yeclesiásticos. El nuevo modelo iba a pivotar sobre la importanciade la comunicación, el puerto y todos los supuestos del comercio.De esta forma Arrecife aprovecha las plusvalías de las exportacio-nes agrícolas y la presencia en la pequeña urbe de una importantecantidad de extranjeros dedicados al comercio. Y poco a poco vatrocando ganancias y dedicándolas a lo que sería una de las fuentesmás estables de la riqueza: la flota pesquera, que llega a convertir-se en la más numerosa e importante del Archipiélago. La flotarequiere de todo un entramado de talleres de reparación, carpin-terías de ribera, fundidores, herreros, ferreteros, veleros, toneleros,comercios de avituallamiento y una amplia industria salinera. EnArrecife las salinas llegan a tener tanto protagonismo territorial quecasi podría decirse que el mismo era un municipio líquido. Las sali-nas ocupaban casi todo el frente litoral y también se adentraban enlas tierras de interior, póngase por caso las que existían en La Vega,por la calle Triana, las que prácticamente fronteraban con el cuar-tel y las que vecinaban con la factoría Afersa, hoy Garavilla.Los años cincuenta de este siglo van a ser testigos de un creci-miento de la riqueza de la Isla a partir de una mejor adecuación dela flota y el descubrimiento de nuevos enclaves pesqueros, comofue el caso del pesquero de corvina denominado “Corea”, en aguasde Arguin al norte de Mauritania, un espacio marítimo de pocofondo y gran cantidad de alimentación para los peces. Esta zona vaa posibilitar un salto cuantitativo importante en las capturas, de lasque se beneficiaría toda la flota y las factorías, especialmente lasfrancesas enclavadas en Port-Etienne, actual Noaudhibou que, gra-cias a su banco pesquero, se convierte en la capital económica deMauritania. En 1951, la flota lanzaroteña, en sus diversas cate-gorías, tonelajes y esloras, alcanza una cifra cercana a las trescien-tas embarcaciones y emplea directamente a una buena cantidad depescadores. Cada uno de estos puestos de trabajo se multiplica por

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En 1951, la flotalanzaroteña, en

sus diversascategorías,tonelajes y

esloras, alcanzauna cifra

cercana a lastrescientas

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cinco en las industrias derivadas y vinculadas a la pesca (salinas,factorías, talleres, etc.). Es una época en la que Arrecife se dota deuna sonoridad singular, aquí y allá se puede escuchar el incesantetráfago de la actividad. El ajetreo de las acciones de talleres y lostransportes dota al Puerto de una banda sonora que manifiesta lossíntomas de una buena economía. Se escuchan las sirenas de lasfactorías y una riada de gente ocupa las calles. La flota alcanza unaexcelente categoría y los marineros son los guerreros que traen lacomida al poblado. Las radas del litoral son improvisados astillerosy en cada una de ellas funciona, a modo de parvulario, el espaciode los juegos en los que los chiquillos aprenderán su oficio futuro.Esta bonanza económica empuja hacia una mayor actividad a loscomercios y a la administración. Los dineros van a permitir,además, que una importante cantidad de familias vayan designan-do nuevos destinos a sus hijos. Ahora la escuela y la formaciónempiezan a ser importantes y las esperanzas de huir de la angustiapor medio de los hijos hacen que muchos pescadores deseen parasus vástagos otras profesiones menos sacrificadas, más pegadas a latierra y a la casa. Casi se podría decir que manejaban una informa-ción premonitoria acerca de los cambios y lo perecedero de la acti-vidad en el banco canario-africano. A la creación de los nuevospuestos de trabajo iba a ayudar el crecimiento del comercio, de laactividad bancaria y las ampliaciones de plantilla de la administra-ción pública, así como la presencia in crescendo de la actividadhotelera.Al inicio de los años sesenta la realidad turística se va imponiendo.Es tanta la fe que se tiene en este sector que logra derivar dinerosde la pesca hacia esta actividad. Todo ello, evidentemente, en detri-mento de la adecuación y modernización de la flota artesanal que,con el paso del tiempo, va a tener una presencia práctica y real-mente testimonial.La época milagrosa de Arrecife es el resultado de su adecuaciónpara los nuevos tiempos. Los dos factores importantes son el aguay la mayor tranquilidad económica europea. Este último va a favo-recer el inicio de los grandes traslados turísticos, lo que se ha dadoen llamar turismo de masas. El Norte, ya suavizadas las huellas delos conflictos bélicos y recuperada su economía, se dispone atomarse su tiempo de descanso en climas más benignos y en luga-res donde su dinero tenga una buena capacidad adquisitiva.Arrecife, pese a no ser el municipio donde se asientan las instala-ciones hoteleras importantes vería reforzada su capacidad adminis-

Mito y realidad de Arrecife

El Norte sedispone atomarse sutiempo dedescanso enclimas másbenignos y enlugares dondesu dinero tengauna buenacapacidadadquisitiva

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trativa y comercial y aportaría la mayor parte de la mano de obra.Hay que tener en cuenta que con anterioridad a este procesoArrecife había recibido a un número importante de pobladores delos espacios rurales y que sus barrios de autoconstrucción eran elresultado de esta inmigración que sucumbió a los atractivos defuturo que les ofrecía la actividad económica en la capital. El nortede la Isla se asentó en Arrecife dando forma a Altavista, gente delsudoeste ocupó territorio en La Vega, marineros de distintos luga-res habitaron Valterra, la costa de los Charcos dio vecinos a LosAlonso, el centro comenzó a edificar San Francisco Javier, y así fuesurgiendo la red periférica de Arrecife. Toda esta población, tras lacaída de las factorías y la disminución de la actividad pesquera ibaa conformar el primer contingente de trabajadores en las nuevasinstalaciones turísticas. Las empresas transportistas que hacían losacarretos de hielo y sal para la flota comenzaron a cargar materia-les de construcción, bloques, hierro, cemento, rofe, arena, jable,agua, etc. La carretera hacia el suroeste, donde se instalarían las pri-meras bases del turismo en Lanzarote, comenzaría a ser la más fre-cuentada por el parque móvil insular y pronto se manifestarían físi-camente los resultados de toda la fiebre edificadora. Está de másdecir que tal actividad era motivo de orgullo para los insulares. Sedecía que no íbamos a caer en los errores de masificación de otroslugares canarios, pero ya se sabe: “por la boca muere el pez”. Elpoder económico no entiende de reservas ni de fondos para el futu-ro, todo cuanto puede traducirse en dinero hay que traducirlo,semejando al proverbio africano que dice que “todo cuanto caminasobre la tierra puede ser cazado”.Arrecife, denominado el patito feo de Lanzarote, va perdiendo pro-tagonismo a todos los niveles, ya que la mayoría del resto de losmunicipios de la Isla, al ser el destino del turismo, en breve tiempoven engrosar sus erarios sin que, por otro lado, tengan que aguan-tar el peso de toda la administración del Estado que provoca colap-sos viarios y hacen complicada la convivencia ciudadana. Además,todas las instalaciones nodrizas se radican en las afueras de la capi-tal, que sin un plan claro ni tiempo para establecer los criterios, seve de golpe con todas sus entradas convertidas en zonas industria-les, ayudando al afeamiento del municipio.Desde el principio de la historia, Arrecife, por su situación territo-rial, las características orográficas y la cercanía con Teguise, anti-gua y primera capital de la Isla, iba a estar destinada a una utilidadque la iría dotando de determinadas infraestructuras, especialmen-

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Se decía que noíbamos a caeren los errores

de masificaciónde otros lugares

canarios, peroya se sabe: ‘por

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te las portuarias, que más tarde serían empleadas para abordarautónomamente el futuro.Las primeras referencias del uso del Arrecife se remiten al momen-to en que tiene lugar la presencia de Jean Bethencourt en la histo-ria de la Isla. Se trata de la noticia que nos informa que Jean deBethencourt remitió desde Sevilla una fragata con víveres y gentede socorro, que llegó a Rubicón la víspera de Pentescostés de1402; cuyo buque habiendo salido para España algunos mesesdespués, lo efectuó del Puerto del Arrecife. Otras noticias se tienende la temprana utilización y uso del Arrecife, sin embargo, ningu-na de ellas ratifica el establecimiento o asentamiento de población.No cabe duda de que el asentamiento de Arrecife se opera al uní-sono que el adecuamiento de sus posibilidades portuarias y que,como éstas, sufre las ralentizaciones pertinentes. Póngase comoejemplo que cuando el puerto de Arrecife y Naos son declaradospuertos de refugio, los únicos con los que se dotó a la provincia,gracias al Real Decreto de 15 de diciembre de 1852, tendría quepasar algún tiempo para que las zonas se dotaran de las infraes-tructuras necesarias para dar cobijo a las embarcaciones. Sinembargo, es totalmente veraz la dependencia del crecimiento deArrecife, como pueblo, de los logros de los recintos navales. De talmodo parece válida la afirmación de Agustín de la Hoz cuando diceque Arrecife nace primero puerto y luego ciudad, aunque los dosconceptos se funden en uno solo, ya que no se conoce nacimiento,desarrollo y crecimiento de ninguna población sin que éstos noestén condicionados por alguna presencia de poder, ya sea econó-mica, político-administrativa o clerical. Teguise obtuvo su creci-miento a partir de la presencia de los distintos poderes en su urbeque convocaban al asentamiento, y como alcaldía única (antiguoCabildo) manejaba las ganancias de la fuerza del trabajo en toda laIsla. Está claro que nadie en su sano juicio se avecina en un lugarque carece de perspectivas, el mismo Camelot es resultado de laconjunción de poder de los señores y sus tierras, simbolizado porexcalibur que, mágica o no, es una espada, por tanto la representa-ción del poder de las armas.El año en que los puertos del Arrecife reciben el tratamiento derefugio es el mismo en el que se logra en Canarias la división endistritos, con capitales en Santa Cruz de Tenerife y en Las Palmasde Gran Canaria. Evento que fue celebrado en las Islas Orientalescon gran fiesta. Los lanzaroteños fletaron una embarcación queprofusamente adornada entró en el puerto de Las Palmas y fueron

Mito y realidad de Arrecife

No cabe dudade que elasentamientode Arrecife seopera alunísono que eladecuamientode susposibilidadesportuarias

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recibidos con gran alegría para luego asistir a una gran celebraciónen el Gabinete Literario, lugar donde iba a confluir la gente de losdistintos lugares de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. Es elmismo año en que el censo arroja una cifra para Arrecife por arri-ba del 73% de analfabetos y que demuestra que los destinos de estaciudad estaban siendo diseñados, desde sus inicios, con la primerapedanía en 1799, prácticamente por un grupo familiar y afectivoque a lo largo de la historia fue acaparando los empleos públicos.Caso de Lorenzo Cabrera, descendientes y afines.La procuración de determinados logros por parte de Arrecife, espe-cialmente los derivados del traslado desde Teguise del Juzgado de1ª instancia y de algunas representaciones militares, iban a crearuna fisura que determinaría la prograncanariedad de Teguise y laprotinerfeñidad de Arrecife, justificada (entre comillas) esta últimapor la presencia de propietarios y comerciantes tinerfeños en elpuerto que, además, accedían al poder con gran rapidez, puesmuchos de ellos apenas con tres años de residencia ya ostentabanempleos públicos. Si algo justifica esta situación es lo competentede estos propietarios y sus claros objetivos e intereses, frente a unabsentismo marcado probablemente por el analfabetismo, los com-plejos derivados de éste y la convulsión que es propia de los nue-vos asentamientos, por no nombrar determinados intereses entrefamilias que preferían la abstención al enfrentamiento. El caso esque en Arrecife un pro-tinerfeño lograba en muy poco tiempoempleo público y un pro-grancanario como mínimo necesitaba unadécada para ser deseado por los electores. De ahí que la división dela Provincia en distritos supusiera para las facciones pro-GranCanaria motivo de gran alegría y celebración.Las secuelas de la afinidad con Tenerife, marcadas en Arrecife porlos tinerfeños en el poder, modelarían los gustos por la isla picuday los disgustos por la isla redonda, hasta hace bien poco. Siemprese ha dicho que se es más afín a quien no te provoca represión oindiferencia que al otro que, por lejano, no actúa de este modo entu destino, pero no es el caso de Arrecife respecto a las relacionescon Gran Canaria y Tenerife, pues no hay que olvidar que desde losintereses de Tenerife se coartó descaradamente el desarrollo denuestra Isla; póngase por ejemplo las cuestiones portuarias y las depesca y los intereses de los armadores tinerfeños por subyugar yevitar el despegue de la incipiente economía arrecifeña derivada delos mismos conceptos. Así que, tanto de Las Palmas de GranCanaria más recientemente como de Santa Cruz de Tenerife con

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Las secuelas dela afinidad con

Tenerife,marcadas en

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poder,modelarían los

gustos por laisla picuda y losdisgustos por la

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anterioridad, siempre ha sufrido un cierto abandono, cercano, per-donen que use la palabra, al desprecio, no ya sólo Arrecife, sinoglobalmente Lanzarote. Hasta hace muy poco se podían medir laspreferencias de los arrecifeños por Tenerife respecto a GranCanaria, afortunadamente en la actualidad ha dejado de existir demanera manifiesta esta actitud y se puede contemplar una acepta-ción más equilibrada. Evidentemente este tipo de comportamientoanterior ha sido el resultado de una presencia de poder e influenciaque ha sobrepasado la capacidad de percepción de la realidad de lapoblación en general, en detrimento del apaisajemiento cultural ysocial de la globalidad canaria, o sea la percepción de la realidadarchipielágica y sus distintos componentes territoriales, económi-cos y socioculturales.Una de las pruebas del abandono de la periferia por parte de lasIslas principales es la creación de las Jornadas de Estudios sobreLanzarote y Fuerteventura que, a iniciativa de la isla majorera, seinstauran en 1984. A lo largo de la historia de estas jornadas, queya llevan celebrada la edición novena, se ha podido constatar lanecesidad de investigar y ahondar sobre la documentación de estasdos islas que hasta ese momento no requerían el interés de unnúmero significante de investigadores. Y, lo que es más importan-te, las jornadas han venido a demostrar que sin los conocimientossobre una parcela de Canarias no puede enarbolarse ningún tipo deconocimiento global. Así y todo, todavía subyacen comportamien-tos investigativos que condicionan el estudio del cuerpo general deCanarias, póngase por ejemplo las ediciones enciclopédicas, anto-logías y obras generales sobre Canarias que nacen mermadas deinformación y representación de las islas periféricas y sus procesosnaturales, económicos, geográficos, históricos, sociales, culturales,creativos, etc. La realidad territorial canaria se proyecta tambiénfraccionada en los medios de comunicación impresos, pudiéndoseobservar cómo la información o noticia apenas conserva los pará-metros de importancia al compartimentarse por localidades y nopor su naturaleza o contenido.Regresando al origen de la realidad arrecifeña hay que volver adecir que nace como futuro al concebirse como perspectiva econó-mica. Que el resultado de su puesta en escena es la creencia de estarparticipando en un nuevo modelo económico, ya obsoleto el deTeguise, pero todavía con la capacidad de apadrinar al nuevo vás-tago, pues no hay que olvidar que quien ocupa la primera alcaldíapedánea es hijo del alcalde mayor de la Isla. Lo que está ocurrien-

Mito y realidad de Arrecife

Los últimosaños hanarrojado enmanos de laciudadaníaestableceropiniones ycriterios acercade laintervención enel territorio

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do, en definitiva, es la premonición por parte de una familia acercade las interesantes posibilidades que puede ofrecer la zona portua-ria. Y, efectivamente, se la reparten. Padres e hijos, primos, yernos,cuñados, concuños, forman un núcleo de poder y reparto delempleo público que va turnándose en los diferentes cargos. Asíquien fue alcalde un año, luego será síndico o fiel de fechos, paravolver luego a ser alcalde. Los clanes se afianzan y juegan sus car-tas a tenor de sus más cerrados intereses. El comportamiento decontrol de los empleos públicos por determinadas familias se man-tiene hasta hace muy poco tiempo, véase la correlación de apellidosimplicados en las tribunas de decisión. Sólo en los últimos años seha venido efectuando un flujo de entrada a estos puestos por des-cendientes de asalariados. Estimándose que, en breve, las oportuni-dades de participar en la vida pública y en el empleo, a través de lapolítica y de la contratación son una realidad que dirá más de lademocracia que cualquier carta magna. Al Puerto del Arrecife esteproceso le ha costado tanto tiempo como el que tiene de vida. Porende, a partir de esta norma de naturalidad y de desarrollo de losempleos y representación electoral por capacidades y formación,Arrecife tendrá la oportunidad de ser parte de todos y cada uno delos ciudadanos y no un predio familiar condenado a ser sólo prote-gido, arropado y defendido por los dueños, pues ¿qué provechotiene para los demás?La oportunidad planteada hoy mismo sobre la mesa es de una valíasin igual a lo largo de la historia de este puerto. Los últimos añoshan arrojado en manos de la ciudadanía establecer opiniones y cri-terios acerca de la intervención en el territorio. En el inventario devoces se recogen, además de las de los políticos electos y los car-gos técnicos, las de los vecinos, ya sea como individuos o comocolectivos. El porqué de esta situación habrá que vincularlo a cier-to divorcio entre los políticos y sus electores, ya que ha de supo-nerse que se elige a los representantes por la afinidad de los admi-nistrados con sus programas y no para, tras ser elegidos, comenzara articular cómo defenderse de ellos y sus decisiones. Y si recaye-se en manos exclusivas de los políticos el diseño de la ciudad, supo-niéndoles a los políticos su capacidad para ello sólo por el hecho departicipar en las planchas electorales, no cabría duda de que eladministrado debe aprender rápidamente a defenderse de la ciudad.Los electos deben plantearse seriamente que se pueden provocarprocesos irreversibles en un territorio si antes no se racionaliza,midiendo los impactos y las zonas de incertidumbres que ocasionandeterminadas acciones que no han sido suficientemente debatidas y

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No seestablecen los

criterios conuna sola

medida, con unsolo

pensamiento oidea, la ciudad

no es la privadainterpretación

de un edil o untécnico

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expuestas a un mayor campo de criterios, opiniones y estudios. Nose establecen los criterios con una sola medida, con un solo pensa-miento o idea. La ciudad no es la privada interpretación de un edilo un técnico, es un complejo entramado de intereses colectivos,donde cada casa es una célula viva que palpita vinculada a unentorno que ha sido provocado por la naturaleza, el tiempo y la his-toria. Lo ideal, contemplado sólo desde una perspectiva, puederesultar monstruoso. Y me voy a permitir acudir a la literatura conla finalidad de ilustrar este pensamiento. Se trata de un texto deItalo Calvino que puede encontrarse en su libro “Las ciudades invi-sibles”:

“Llamados a dictar las normas para la fundación de Perinzia, losastrónomos establecieron el lugar y el día según la posición de lasestrellas, trazaron las líneas cruzadas de las calles principales orien-tadas una como el curso del sol y la otra como el eje en torno al cualgiran los cielos, dividieron el mapa según las doce casas del zodíacode manera que cada templo y cada barrio recibiese el justo influjo delas constelaciones oportunas, fijaron el punto de los muros donde seabrirían las puertas previendo que cada una encuadrase un eclipse deluna en los próximos mil años. Perinzia —aseguraron— reflejaría laarmonía del firmamento; la razón de la naturaleza y la gracia de losdioses daría forma a los destinos de los habitantes.Siguiendo con exactitud los cálculos de los astrónomos, fue edifica-da Perinzia; gentes diversas vinieron a poblarla; la primera genera-ción de los nacidos en Perinzia empezó a crecer entre sus muros, yaquéllos a su vez llegaron a la edad de casarse y tener hijos.En las calles y plazas de Perinzia hoy encuentras lisiados, enanos,jorobados, obesos, mujeres barbudas. Pero lo peor no se ve; gritosguturales suben desde los sótanos y los graneros, donde las familiasesconden a los hijos de tres cabezas o seis piernas.Los astrónomos de Perinzia se encuentran frente a una difícil opción:o admitir que todos sus cálculos están equivocados y sus cifran noconsiguen describir el cielo, o revelar que el orden de los dioses esexactamente el que se refleja en la ciudad de los monstruos.”

Personalmente creo y me remito a lo que ya dije: lo ideal, desde unasola perspectiva puede ser monstruoso. De ahí asumo que la ciudadno la hacen los arquitectos, ni los estamentos religiosos, ni lasmujeres y los hombres solos. La ciudad es un diseño paulatino delterritorio, los sueños, ambiciones, intereses y esperanzas de uncolectivo que se renueva cada segundo del día. De ahí la aparienciade que las ciudades se hacen solas, pues somos incapaces de medirlos segundos que las pensamos. O puede que, como escribe Italo

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La ciudad es undiseñopaulatino delterritorio, lossueños,ambiciones,intereses yesperanzas deun colectivoque se renuevacada segundodel día

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Calvino, el orden de nuestros dioses se refleje en el Arrecife quehemos heredado. Visto lo cual tendremos que aprender lecciones deateísmo o no dejar sólo en manos de los intérpretes del cielo laforma de nuestra ciudad.Hace escasamente cuarenta años teníamos una ciudad que cons-tructivamente mostraba una línea armónica que, pese a su sobrie-dad, poseía un gran saldo identitario. Si partiendo de ésta, con lasadecuaciones sanitarias pertinentes, hubiéramos ampliado la zonahabitacional nueva, sin derribar lo antiguo, evidentemente, sóloreestructurándolo para las actividades que requieren los distintospresentes, especialmente los comerciales, tendríamos hoy una ciu-dad de gran rentabilidad económica. Pero, me van a permitir elsímil, nos hemos arrancados los dientes sanos para colocarnos unadentadura postiza. Y los dientes postizos son una solución dramá-tica y última y, entre otras cosas, no transmiten información al cuer-po. De la misma manera, los desaciertos constructivos no se vincu-lan al territorio ni a la dinámica global de una ciudad.El Arrecife de los años cuarenta y cincuenta de este siglo guardabaen su ampliación los nexos con el anterior Arrecife, fabricando unamisma memoria y querencia. Así, una persona nacida en 1940-50al alcanzar la madurez compartía la misma memoria del territorioedificado que otra persona nacida en 1912. No se trataba exclusi-vamente de un estatismo constructivo, ya que sí existen entreambas fechas diferencias demográficas, por lo que se deduce que elproceso consistía en la inexistencia de abismos entre los modelosde edificación. Referencias que podemos encontrar ya fosilizadasen las fotografías, donde se puede observar cómo una calle guarda-ba el mismo ritmo constructivo aunque existieran diferencias deobras y tiempos.Crecer desde el reposo parece ser la clave que evite la distorsión delpaisaje constructivo y natural. No cabe duda de que cuando el cre-cimiento vegetativo queda relegado a un plano insignificante en elcrecimiento demográfico de un pueblo, se están dando patrones deconstrucción demasiados rápidos que terminarán por instaurar unnuevo modelo de sociedad que deja a un lado una parte importantede la memoria y la cultura que emana de ésta, perdiéndose en eltrance gran parte de la tradición y las costumbres. Como Arrecifenació y creció sin que se afianzaran o radicaran en su seno los espa-cios de congregación cultural o que, por lo menos, perduraran, y lamayoría de las sociedades existentes, que no son muchas, han per-dido los patrones de enriquecimiento cultural, el último crecimien-

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Haceescasamente

cuarenta añosteníamos una

ciudad queconstructi-

vamentemostraba una

línea armónicaque, pese a su

sobriedad,poseía un gran

saldoidentitario

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to o explosión demográfica campea sin canales de distribución delas claves que ayudan a entender y traducir este territorio. Por loque hay que desgañitarse y encenderse de pasión para convencercoloquialmente a alguien acerca de cuáles pueden ser las más ópti-mas intervenciones para el beneficio de todos y, especialmente, delmismo territorio.Póngase por ejemplo, la intervención en el puente naciente delCharco de San Ginés. En su obra se traiciona el sentido y utilidaddel puente. Por lo visto habría que explicar que dicha obra tenía dosfunciones: pasar por debajo y pasar por arriba. El puente tocado esel segundo, probablemente porque el primero con pasarela demadera no era suficientemente fuerte para el paso de transportespesados. La obra reciente baja la cota del puente para transformar-lo en una utilidad meramente peatonal y homologadora del planohorizontal de la obra global. Aquí se malentiende también el con-cepto de globalidad por el de unificación o uniformación. La glo-balidad no es como una partitura musical en cuya composición sóloexiste una nota mantenida con el mismo tono, sino que busca ele-mentos de luminosidad y atractivo. Para no darle más vueltas: laobra actual del puente es como de jardincito japonés y no respetalas armonías surgidas del movimiento del espacio y el uso. A unaparte de la población la obra le parece un gran disparate, aunque seargumente que fue diseñada por Manrique, a otra parte de la pobla-ción la cuestión no le interesa. Indagando cuál de las dos partespudiera tener peso en la determinación, encontramos que la pobla-ción que se opone y critica la obra es justamente la más afín al terri-torio, por naturaleza de nacimiento o por antigüedad de residencia.Sin embargo, no está, esta parte, negada a la intervención sino queaduce que pudiera haberse respetado la altura del puente, quitar lazona central de hormigón (pues ya no está destinada a soportarpesos importantes) y aligerarla (construida en madera) para aumen-tar la altura en el hueco, permitiendo de esta manera mejor entradade las embarcaciones por su agua.Los que alegan la defensa de este supuesto diseño de Manrique nose han parado a pensar más allá y habría que reclamarles la cons-trucción de las compuertas que también habían sido pensadas porel artista, en detrimento de la biodiversidad del espacio que, conellas, estaría condenado a convertirse en un estanque y perder sucapacidad de comedero para la avifauna del entorno, perdiéndosetambién la belleza natural de los aspectos plásticos del Charco,resultado del flujo de las mareas. Por otro lado, y si sirve de infor-

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Crecer desde elreposo pareceser la clave queevite ladistorsión delpaisajeconstructivo ynatural

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mación, Manrique me comentó personalmente que lo ideal erahacer desaparecer la totalidad del puente y sus accesos, con lo que,siempre según él, se podría observar sin interrupción la totalidad dela lámina acuática. En su momento no compartí con él la idea y hoysigo pensando de igual manera; además quitar el puente suponeacudir a una teoría que contradice el uso lógico del espacio, pues alo largo de la historia los caminos más cortos para llegar a un lugarhan preponderado sobre los más largos que te conducen al mismo.Y la existencia del puente en cuestión no enturbia la belleza delespacio, por el contrario, hace que el paseante pueda involucrarseen ella y, anímicamente, disponer de una posición elevada convier-te al paseante en una presencia positiva, pues visualiza y compren-de con mayor exactitud el espacio que debe proteger y su perte-nencia al mismo.Lo que es curioso es la facilidad y rapidez con la que se actúa endeterminados casos y lo lento que resulta resolver otros, póngasepor ejemplo el tiempo que se empleó para que el consistorio enten-diera lo desafortunado de la ridícula línea de parterre que dividíahasta hace poco la calle Quiroga-Constitución, restando las posibi-lidades de amplitud para el paseo y actividad de la zona. Ya queestamos en este punto me gustaría plantear una pregunta: ¿le haencontrado alguien alguna utilidad a la pérgola? La pregunta sobrela mezquina fuente no la planteo. Lo que me sorprende es que sehaya preferido esa salida a la ofertada por parte de la ciudadaníaacerca de una más generosa arbolación. Tengo otra pregunta: ¿hande ser infalibles los gobernantes? Si fuera así, no habría que con-vocar elecciones, sólo bastaría con que se conformaran en gremiossacerdotales de una religión que a través de su particular pentes-costés los dote de una gracia divina indiscutible. Porque a estasalturas se empieza a sospechar que el mero hecho de ser elegidos,como ya dije a lo largo de estas palabras, sería suficiente para sertocados por la gracia de los aciertos y los gobernantes que lleguenal poder posteriormente no juzgarán ni rectificarán los errorescometidos, pues, aunque sean de diferente ideología, temeráncometer apostasía y condenarse para siempre en su también parti-cular infierno.Cuando afirmo que los tiempos han cambiado lo hago por dos razo-nes, la primera porque ha de ser así, pues de lo contrario estaríamosnegándonos a una multitud de patrones de evidencia, desde elcalendario hasta la percepción real de una sociedad distinta a la delpasado, y la segunda, porque pese al recio control que se sigue ejer-

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La poblaciónque se opone y

critica la obradel puente esjustamente la

más afín alterritorio

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ciendo desde determinadas clases (familias adineradas o secular-mente colocadas en las esferas de poder) para evitar la incorpora-ción de una amplitud de voces en la opinión y el establecimiento denuevos criterios de intervención, necesitamos la oportunidad deesgrimir las herramientas que requieren las actuales situaciones. Arrecife se mece entre una realidad, a veces lacerante, y una ficciónque la deja convertida en paisaje pictórico en el que aparentemen-te no se puede intervenir. Los pinceles de la desidia están siempreprestos al trabajo. La paleta del abandono o de la incredulidad tam-bién cuelga cercana a la pintura. Y, pese, a que algunos experimen-tos han resultado beneficiosos al cuadro, no parece que empuje a,de una vez por todas, acometer las mejoras que hagan comulgar alespacio con la gente. Se tiene miedo a la intervención y se tienemiedo también a que las ideas no sean de la clase gobernante y sucorte de asesores artísticos. Un pánico atroz a tener que aceptar lasideas de otros, aunque este otros no sea una sola persona sino laopinión de un colectivo. En esta Isla, para determinadas gentes, loscolectivos tienen nombre y apellidos y prepondera más esta ideaque los resultados que pudieran obtenerse de admitir las opinionesque tales colectivos expresan. Así se niega y se anula la buenacapacidad transformadora de un grupo de voces, pues alguien, pun-tualmente, se ocupará de señalar con pelos y señales quién estádetrás de ellas, sea cierto o no, sólo basta para la descalificación lainteresada y urdida sospecha.Los diferentes espacios públicos que conforman una ciudad no sonbienes nullius, sino que definen a los vecinos como propietarios delos mismos, a la totalidad de los vecinos y no exclusivamente a losconcejos representantes. Cuando los cargos públicos políticos noconvocan a los vecinos para que éstos opinen y participen en laintervención del territorio y la ciudad se están vulnerando los dere-chos de la propiedad común y, lo que es peor, las conductasdemocráticas.A finales de los años sesenta de este siglo Lanzarote inicia un pro-ceso de remozamiento y reconstrucción en el que la participaciónde los lanzaroteños es crucial. Las ideas de Manrique, respecto a laedificación, son rápidamente asumidas y la arquitectura insular semanifiesta con un patrón constructivo que va a suponer la imagende Lanzarote. Los bocetos de Manrique, basados en la arquitecturamodular doméstica, son copiados en las autoconstrucciones y en lasrestauraciones de viviendas, homologándose de esta manera el pai-saje habitacional de la Isla. Techos planos combinados con techos

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Lo curioso es lafacilidad yrapidez con laque se actúa endeterminadoscasos y lo lentoque resultaresolver otros

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de dos y cuatro aguas, chimeneas, muros, aljibes, hornos, carpin-tería, color, entorno ajardinado, etc., son los elementos que prontovan a significar un ejemplo de equilibrio entre las obras y la natu-raleza. La Isla comienza a ser elogiada por los visitantes y el mode-lo adquiere capacidad de exportación. Sin embargo, Arrecife siguióexpuesta a la desaparición de sus señas porteñas edificativas. Larevolución sólo ha afectado a los campos, a los espacios agrícolasy a los pequeños enclaves costeros que podían soportar la traslaciónhacia su suelo de la arquitectura de interior. El porqué de queArrecife no fuera transformado de igual manera (basándose en supropia arquitectura de ciudad) no se ha logrado entender. Así nosencontramos que el nuevo modelo lanzaroteño no encuentra lugaren la capital, cuando curiosamente las antiguas casonas porteñastenían muchas cosas en común con la arquitectura señorial delinterior. Tampoco arraigaron otros modelos canarios, como el neo-canario, arquitectura proyectada por el Mando Económico (GarcíaEscámez) basada en los dibujos, pinturas y las pautas constructivasde Néstor Martín Fernández de la Torre (El Pueblo Canario, elParador de Bandama, en Gran Canaria), en Lanzarote, entre otrosejemplos, el Parador de Arrecife; el Hospital Insular; la casa delmédico de Haría; la casa del médico de Uga; la casa de donBienvenido, en el Islote; la casa de D. Segundo Perdomo en la calleLeón y Castillo de Arrecife, la casa de D. Isidro López, en la calleQuiroga-Constitución y la plaza de la iglesia de San Ginés, Labarriada del Carmen, estas tres últimas también en Arrecife.En Arrecife la construcción del antiguo edificio del Cabildo sesomete a lo que podríamos llamar la búsqueda de una referencia, yde hecho la obra siguió las pautas marcadas por los edificios de dosplantas que antes existían en la calle, tanto en cornisa como enritmo, las mismas que se aplicarían a la ya mencionada casa de donSegundo Perdomo. Pero más tarde ya nadie buscaría las referenciasconstructivas, lo que va a suponer, junto con el derribo de las anti-guas edificaciones, la desaparición casi total de los referentesarquitectónicos del viejo puerto.Falta en Lanzarote un debate serio sobre si la arquitectura exporta-ble de la Isla pudiera ser útil para el remozamiento y los criteriosde intervención en Arrecife, no construyendo en la capital casas decampo, sino practicando la misma teoría que en manos deManrique consistió en rediseñar una arquitectura basada en unmodelo preexistente. Evidentemente nos enfrentaríamos a todo unproceso de investigación y estudio que, tal vez, podría aportarnos

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Se tiene miedoa la

intervención yse tiene miedotambién a que

las ideas nosean de la clase

gobernante y sucorte deasesores

artísticos

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vías o pautas practicables. Para ello debe darse salida a la experi-mentación, cuando el proceso investigativo nos aporte una maque-tación válida. Sin embargo, no parece que esta idea quiera ser abor-dable, pues, sin manifestarme respecto al tan hablado proyecto delIslote del Francés, sí percibo que ni en este caso se tiene fe en lasposibilidades de diseño basadas en la antigua arquitectura delPuerto del Arrecife y se prefiere (por lo menos claramente por partede los inversores) importar arquitectura o formulaciones espacialesde Miami. Así tenemos, contradictoriamente, que la única isla delas Canarias que ha sido capaz de exportar su modelo constructivotiene ahora que importar otro modelo para resolver una zona que enArrecife es de una importancia crucial como zona intérprete de latotalidad de la ciudad. Respecto a esta obra se han escuchado diver-sos comentarios; me quedo con el de uno de los consejeros delCabildo, que hizo el viaje a Miami invitado por los inversores paraver in situ el milagro, y que grosso modo venía a decir que debeconsultarse a la población de Arrecife la conveniencia de esta obra,porque son las personas que viven en este territorio y las más afec-tadas por la intervención. Sin duda, un hermoso comentario puesentrega a manos de los ciudadanos la capacidad motora de supervi-sar y generar los cambios. Y una actitud democrática coherente,pues ninguno de los gobernantes en la campaña electoral habíaadvertido o se había arrogado ninguna idea acerca de una interven-ción tan importante en el suelo municipal.No hay dudas acerca de que cada día más los ciudadanos o los resi-dentes en un territorio deben ser convocados para compartir lasideas y los proyectos que inciden en su hábitat. Sólo de esta mane-ra se puede practicar la democracia y si bien es cierto que tal pro-ceso ralentiza determinadas actuaciones, por lo menos los nivelesde aciertos superarán a los de descontentos. Y comienza a tenersentido las convocatorias electorales.Los ciudadanos, por otro lado, han de entender que sus ideas y susopiniones tendrán que congregarse en torno a la mayor representa-ción y el estudio de las posibilidades más acordes con el interéscomún, pues sólo así se puede entender el proceso, ya que una vozsola o parcial tiene el mismo sentido que la que se denuncia cuan-do ésta emana desde el poder establecido en el negociado de inte-reses particulares y sospechosos de las instituciones. Un ejemplode esto último es el oscurantismo en torno al uso de la zona porteñade Arrecife, por parte de la Autoridad Portuaria, que no ve en ellasino la especulación, a nivel de agiotaje, de una zona que significa

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Falta un debateserio sobre si laarquitecturaexportable de laIsla pudiera serútil para elremozamiento ylos criterios deintervención enArrecife

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para la ciudad la salvaguarda de su identidad marítima. LaAutoridad Portuaria, tanto en la redacción del PEPA, como en la delPUPA (que por cierto tenía que haber sido anterior al PEPA, noreconociendo semejante falta), jamás atendió las opiniones y lasalternativas de los colectivos de ciudadanos de Lanzarote, dejandoinutilizada la exposición pública de los documentos, o sea: mos-trando la más vil de las enmascaradas y exponiendo de esta formasu aptitud antidemocrática. El PEPA no se ajusta al PUPA, sino locontrario, es decir: el carro delante de los bueyes. Es algo así comodarle a un alumno las contestaciones correctas antes del cuestiona-rio de examen. Sin entrar a valorar más allá de lo dicho tan rocam-bolesca aventura, los ciudadanos de Arrecife han de saber que estaagencia gubernamental está dispuesta a diseñar los espacios maríti-mos de Arrecife, especialmente el tramo desde el Islote del Francéshasta el Reducto, sin consultar o tener en cuenta la opinión de losresidentes, definiendo como muelle hasta el parque de las islasCanarias, o sea entrando a diseñar hasta el firme de la ciudad. Estazona, la mencionan como “Área de oportunidades puerto/ciudad,con bolsas de suelo localizadas tanto en el interior como contiguasa las zonas de servicio, o susceptibles de creación mediante relle-no para fines hosteleros, comerciales y de ocio”. Es decir: laAutoridad Portuaria se arroga el derecho a intervenir y diseñar elfrente de la ciudad, alterando la forma natural del contorno maríti-mo, sin atender a las opiniones de los ciudadanos. Mayor ejemplode oscuridad será difícil de encontrar. Y es lamentable que estospatrones de comportamientos sucedan en la Isla, más ahora que lapoblación comienza a creer en la viabilidad de la participacióncolectiva en el futuro de la ciudad. La Autoridad Portuaria debeentender que no sólo se está jugando la honestidad de su gestión,sino que llega más allá: se está jugando la credibilidad democráti-ca de todo el ente gubernativo canario.En definitiva, parece que naveguemos entre dos mares. Por un ladotendemos a creer que cada vez más las acciones ciudadanas sontenidas en cuenta a la hora de intervenir en los espacios y, por otro,el carnaval de alegorías democráticas es celebrado impunementecada vez que se tiene ocasión para ello. Algo no funciona bien,“algo huele a podrido en Dinamarca”, diría ilustrativamenteShakespeare.

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La AutoridadPortuaria se

arroga elderecho a

intervenir ydiseñar el

frente de laciudad,

alterando laforma naturaldel contornomarítimo, sinatender a las

opiniones de losciudadanos

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La Marina de ArrecifeFernando Gómez Aguilera*

“Marco Polo describe un puente, piedrapor piedra.–Pero ¿cuál es la piedra que sostiene elpuente? –pregunta Kublai Jan.–El puente no está sostenido por esta pie-dra o por aquélla –responde Marco–, sinopor la línea del arco que ellas forman. Kublai permanece silencioso, reflexionan-do. Después añade:–¿Por qué me hablas de las piedras? Loúnico que me importa es el arco.Polo responde: –Sin piedras no hay arco.”

Italo Calvino, Las ciudades invisibles.

La cita de Italo Calvino elegida para encabezar esta intervención noes azarosa. Sus palabras quieren servir de umbral a algunas consi-deraciones previas sobre la oportunidad de subrayar la pluralidadque debe concurrir en el ejercicio democrático. Diversidad de losagentes de la democracia y, por tanto, de las visiones de la realidad,imprescindible para configurar el orden colectivo que garanticetanto la convivencia civilizada como la justicia social y, en defini-tiva, la calidad de las decisiones públicas. La construcción del espacio público está estrechamente vinculadaal respeto escrupuloso de los principios democráticos. En pocoslugares como en el espacio público se manifiesta la necesidad departicipación de los ciudadanos a la hora de definir y decidir losusos y los acondicionamientos de las áreas comunitarias en que sedesarrolla su vida cotidiana. Por ello, quizá no sea ocioso comen-zar subrayando un principio que, aun teniendo carácter de obvie-dad, no deja de ser arrinconado por algunos administradores salidosde las urnas: la vigencia, sin amputaciones, de los principiosdemocráticos y de la participación ciudadana, que legitiman elderecho de opinión y de acción de todos los ciudadanos y colecti-vos que libremente deciden concurrir al debate sobre la ciudad.

El políticoincapaz deintegrar ladiscrepancia enlos proyectosurbanos sobrelos que tieneque decidir noes útil paraconstruir laciudad

* Fernando Gómez Aguilera es director de Actividades Funda-cionales de la Fundación CésarManrique (FCM). Se reproduceaquí su intervención, en represen-tación de la FCM, en la mesaredonda sobre la Marina deArrecife convocada por el ForoLanzarote y celebrada en la Socie-dad Democracia el 22-2-2000.

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1. Democracia, política y sociedad civilSorprende escuchar concepciones reductoras y falseadoras de lademocracia y del papel de los ciudadanos, que debilitan el sistemade garantías públicas y lo usufructúan como un feudo aristocrático.En la mayoría de los casos, se trata de concepciones autoritarias,paternalistas y despóticas que menosprecian las dinámicas de par-ticipación y manifestación de las opiniones individuales o colecti-vas. Y además de sorprender, preocupan cuando provienen denuestros representantes políticos, sobre quienes recae la responsa-bilidad de garantizar las libertades públicas y, quizá también, depromover mecanismos y comportamientos que cualifiquen y enri-quezcan las práctica sociales. Esta circunstancia, ciertamente fuerade lugar y de tiempo, plantea el hecho paradójico de que debamosreclamar la protección del marco democrático quienes precisamen-te nos mostramos críticos con la situación actual de las democraciastanto en el contexto de la globalización como en el de las prácticaspolíticas de los estados, volcados cada vez más hacia las democra-cias representativas, en detrimento de la participación directa.Pero, sobre todo, bien es cierto, se sale al paso para proteger nues-tra condición de ciudadanos, de sujetos activos, protagonistas denuestro tiempo, esto es, para fortalecer el ámbito de participacióncolectiva, civil. La ciudad es patrimonio de los ciudadanos, por másque se conciba, en general, como espacio de la actividad comercial,de gestión de los intereses privados o, en el peor de los casos, de laexpansión política partidaria. No es lícito que la política tenga ten-taciones de secuestrar la vitalidad de la ciudadanía, el derecho aejercer activamente la condición de ciudadano. Y es, por el contra-rio, legítimo y deseable que el ciudadano reclame el derecho al con-flicto urbano, un derecho que, de inmediato, se vuelve hacia eladministrador público en clave de deber: su obligación democráti-ca de incorporar la discrepancia a su proceso de toma de decisio-nes, sin descalificarla ni negarle su legitimidad. Porque, no cabeduda de que el ciudadano es el protagonista de la política urbana.No lo son las aceras ni las calles ni los parques ni las plazas: losomos nosotros, que ocupamos el lugar central de la ciudad y de lademocracia. Y el ciudadano se hace ciudadano, adquiere todo susignificado, cuando interviene cotidianamente en la configuracióndel espacio público.Desde esta perspectiva, es necesario manifestar:• Que no son admisibles las interpretaciones sectarias de la demo-cracia, que vacían de contenido el papel activo del ciudadano.• Que se puede y se debe decir no.

Fernando Gómez Aguilera

En democraciano sólo se

participa através de la

representaciónpolítica. Se

reservantambién cauces

de participaciónactiva y directa,

en los que esnecesario

profundizar

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• Que la actuación urbanística debe estar precedida por el debate, laintegración de visiones y el consenso.• Que la urgencia política o partidaria no es el tiempo de la ciudadni de los ciudadanos.• Que autoritarismo y civismo se rechazan.• Que el político incapaz de integrar la discrepancia en los proyec-tos urbanos sobre los que tiene que decidir no es útil para construirla ciudad, porque no es capaz de representar la complejidad pluralde los intereses que entran en conflicto en el espacio público.• Que el principio de disponibilidad inversora no es suficiente parajustificar una actuación pública, aunque sea un factor de necesariaconcurrencia. Además de recursos económicos, se necesita caminarde la mano de una sólida cultura del proyecto, de una eficaz capa-cidad de gestión, y de una inequívoca voluntad de consenso políti-co y social. Es de pedir también altura de miras.Y, sobre todo, debe recordarse que “los políticos elegidos democrá-ticamente tienen la responsabilidad de la decisión de los proyectospúblicos; pero las organizaciones sociales tienen el derecho y eldeber de exigir que se tomen en cuenta, se debatan y se negociensus críticas, sus demandas y sus propuestas. En tanto que los técni-cos, los profesionales, tienen la obligación de elaborar análisis ypropuestas formalizadas y viables, de escuchar a los otros, y tam-bién de defender sus convicciones y sus proyectos” (Jordi Borja).

2. Participación ciudadanaEn relación con la participación ciudadana en la construcción delespacio público, conviene hacer referencia a una falacia burda einteresada, perturbadora para la convivencia civilizada. Destinada adesautorizar el activismo cívico, suele formularse en los siguientestérminos: quien quiera opinar e influir en el destino de las inver-siones públicas y en los proyectos dirigidos a transformar el entor-no urbano debe presentarse a las elecciones, porque de otro modono está legitimado, comportándose, además, como un políticoencubierto y cobarde que no muestra el color de su bandera. Unplanteamiento falso y demagógico, radicalmente antidemocrático,porque hace de la polis un coto, una finca privada propiedad de lapolítica institucionalizada. Es un discurso sectario que alambra el espacio público y lo blindacontra los ciudadanos; un discurso excluyente y autoritario, quevulnera los derechos fundamentales y las libertades públicas reco-gidas en la Constitución. ¿Deberán recordarse una vez más? ¿Seránecesario aún recurrir a la pedagogía democrática más elemental?:

La Marina de Arrecife

Debemostambién estarprecavidosfrente a losexcesos deidioma, a lainflación de lapalabra y aldiscurso huero

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• Derecho “a expresar y difundir libremente los pensamientos,ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otromedio de reproducción”. • Derecho “a reunión pacífica”.• Derecho “de asociación”. • Derecho “a la huelga”.• Derecho “a sindicarse”. Y, particularmente, se ha de mencionar el artículo 23 de la Consti-tución: “Los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asun-tos públicos, directamente o por medio de representantes, libre-mente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal”. Endemocracia, pues, no sólo se participa a través de la representaciónpolítica. Se reservan también cauces de participación activa ydirecta –menos de lo deseable–, en los que hay que profundizar.En efecto, pues como ha indicado Jordi Borja, “la producción deciudadanía y el rol de los gobiernos locales es un desafío políticono exclusivo de la clase política. La política no reduce su espacio alas instituciones, los partidos y las elecciones. Hay otro espacio, elde la sociedad civil, que es también político, en cuanto que seocupa de lo público, un espacio que es el que crean y ocupan todoslos organismos y formas de acción colectiva cuando van más alláde sus objetivos e intereses inmediatos y corporativos. Es el espa-cio de la participación ciudadana, que plantea demandas y pro-puestas y aun deberes y responsabilidades para criticar y ofreceralternativas”.

3. Construir la ciudadEl espacio público es un ámbito de ejercicio de derechos cívicosque pueden encauzarse a través de fórmulas diversas de participa-ción. Los movimientos ciudadanos han tenido su cuota de impor-tancia –reconocida por la historia urbana– en la configuración dedinámicas reivindicativas que han influido en la transformación delas ciudades contemporáneas: lucha por la vivienda, por los servi-cios urbanos básicos, por plazas y jardines, por centros culturales yequipamientos sociales, por el precio de los transportes, contra lacorrupción, el autoritarismo y la opacidad de las decisiones políti-cas municipales... Los movimientos urbanos, que gozaron de sumomento de esplendor en las décadas de los sesenta y de los seten-ta, incluyeron entre sus logros la paralización de actuaciones,además de políticas de consenso en proyectos específicos, que, através de la negociación, obligaron a los administradores a incor-porar sus reivindicaciones. La participación de los ciudadanos en la

Fernando Gómez Aguilera

El difrutecolectivo del

borde marítimoy la patrimonia-

lización de lasintervencionescon proyectos

contemporá-neos, sensibles

y coherentescon el tiempo y

con el lugar

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construcción de la ciudad es necesaria, por otra parte, para contro-lar que las actuaciones públicas no estén sometidas tan sólo a inte-reses privados.¿Cómo, entonces, construir la ciudad? Sin duda, facilitando caucesque posibiliten actuar de forma democrática, bajo el impulso deprocesos de participación y mecanismos de consenso, con la asis-tencia de equipos y propuestas técnicas cualificadas que exalten losvalores urbanos y geográficos del espacio de intervención, quecreen lugares fuertes en la ciudad –ámbitos de relación y de identi-ficación simbólica– y formulen respuestas integradoras, en las quese tengan en cuenta, al mismo tiempo, los elementos de continui-dad con el pasado y la cultura del proyecto moderno. Construir laciudad desde el diálogo, la planificación, la decisión y la voluntadpatrimonializadora. Construir la ciudad promoviendo propuestasurbanas que armonicen objetivos funcionales, sociales, sentimenta-les, ambientales y estéticos. Esto es, hacer ciudad como un produc-to integral y humano y no como un mosaico desencajado.Asistimos a una coyuntura favorable para intervenir en Arrecife:confluyen la necesidad de intervenir, la oportunidad política –esta-bilidad y acuerdo entre administraciones–, la capacidad inversora yla sensibilización social. No debe desaprovecharse la circunstancia,pero tampoco puede convertirse en un trágala para legitimar actua-ciones a cualquier precio, porque la ciudad ya no resiste más eldesastre. Es el momento, pues, de promover y exigir a los respon-sables políticos talante y comportamientos –metodologías de actua-ción pública– contemporáneos y plurales, que amparen proyectosde calidad. No obstante, a la hora de construir la ciudad, debemostambién estar precavidos frente a los excesos de idioma, a la infla-ción de la palabra y al discurso huero, convocados con la finalidadde emboscar el vaciamiento de la acción política pública. Sin duda, fortalecer el movimiento ciudadano es una garantía paralos procesos de construcción de la ciudad. La pluralidad es siempreun salvoconducto imprescindible.

4. La Marina de ArrecifeA la hora de plantear intervenciones en el litoral de Arrecife, hande considerarse tres ámbitos de reflexión:• Medioambiental y ecológico: aspectos relacionados con los valo-res naturales.• Cultural y patrimonial: cuestiones vinculadas a la memoria, la his-toria y la identidad colectiva.• Urbanístico: aspectos que conciernen a la actualización de la ciu-

La Marina de Arrecife

La inalterablevocación de laAutoridadPortuaria derellenar yprivatizarespacio enprimera línea yde promoveractividades quefavorezcan laespeculación

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dad y que afectan a la calidad de las intervenciones y a su aprove-chamiento social.Las actuaciones sobre el borde marítimo reclaman dar respuestassatisfactorias a esos tres aspectos. En este sentido, deben sostener-se en proyectos que garanticen los equilibrios ecológicos de losecosistemas marinos, que lean y continúen la memoria antropoló-gica de la ciudad y que, simultáneamente, garanticen, con actua-ciones urbanísticas y arquitectónicas, dos aspectos fundamentales:el disfrute colectivo del borde marítimo y la patrimonialización delas intervenciones con proyectos contemporáneos, sensibles ycoherentes con el tiempo y con el lugar. Para emprender actuaciones de transformación, recuperación yregeneración de una zona tan sensible de la ciudad, y en consonan-cia con lo que hemos señalado, han de salvarse diversos escollosque dificultan la generación de dinámicas y proyectos valiosos parael frente marítimo de Arrecife. Algunos de esos obstáculos son:• La inercia de la Administración, que promueve actuaciones inco-nexas y episódicas en el litoral, sin definir un plan global de actua-ción.• La insensibilidad y la carencia de políticas efectivas de control deresiduos diversos vertidos al mar. La Marina constituye uno de losenclaves más especiales y singulares del litoral canario, por subelleza orográfica y por la importancia biológica y ecológica de lazona. Así lo certifica la existencia de más de 200 especies de algasy fanerógamas, entre las que destaca la Zostera noltii, único lugarde Canarias donde se encuentra –desde hace años en franca rece-sión–, así como la existencia de una amplia representación de laflora intermareal del Archipiélago, incluidos varios endemismos.Es, asimismo, un área de gran variedad de hábitats intermareales ysubmareales, que dan lugar a la existencia de una rica población deinvertebrados, de peces y de aves, la mayoría de ellas catalogadascomo de interés especial en el Catálogo Nacional de EspeciesAmenazadas. Valores naturales hoy altamente degradados por lacontaminación de las aguas y la presión urbanística.• Autoridad Portuaria, con su inalterable vocación de rellenar y pri-vatizar espacio en primera línea, y de promover actividades quefavorecen la especulación, las actuaciones irreversibles en el lito-ral, los intereses particulares y la implantación de infraestructurasdeportivas, comerciales o turísticas que pueden comprometer el usoy el disfrute ciudadano del borde marítimo.• Las corporaciones locales que no manifiestan una voluntad clara

Fernando Gómez Aguilera

El PUPA esirrespetuoso

con la ciudad,con sus

habitantes, conla memoriacolectiva, y

también con elmar. Estamosante un plan

que hipoteca elfuturo de

Arrecife

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y unas formas explícitas para defender la Marina desde los intere-ses públicos, con una decidida conciencia de conservación delpatrimonio cultural reunido en esta área de la ciudad.• La precipitación inversionista.• Los malos proyectos, concebidos sin ambición urbana ni cívica,así como los malos administradores, desprovistos también de ambi-ción cívica y urbana.• Las apetencias especuladoras.• La apatía ciudadana y la desmovilización de la sociedad civil.En lo que concierne a los marcos legislativos y a planes directoreso urbanísticos que afectan a la Marina, la FCM manifiesta lassiguientes consideraciones:

Plan de Utilización de los Espacios Portuarios de Arrecife (PUPA)Se trata de un plan director agresivo y desarrollista que deja todaslas posibilidades abiertas para emprender sobre el litoral deArrecife operaciones sistemáticas de construcción y especulación.El PUPA es irrespetuoso con la ciudad, con sus habitantes, con lamemoria colectiva y, también, con el mar. Estamos ante un plan quehipoteca el futuro de Arrecife, generando un marco virtual deactuaciones comerciales, deportivas y urbanísticas incompatiblescon la conservación de los valores naturales, culturales y de usosocial público de la Marina. Deberían emprenderse, pues, todas lasacciones posibles encaminadas a restituirle a Arrecife la Marina, enla actualidad en manos de la Autoridad Portuaria.Es de lamentar que se hayan desatendido las alegaciones que, en sumomento, presentaron al antiguo Plan Especial del Puerto deArrecife (PEPA) los diversos agentes sociales y públicos, desapro-vechando la energía y las reflexiones provenientes de un rico deba-te iniciado tiempo atrás. Se han ignorado las propuestas planteadaspor la sociedad civil para el litoral, desde Ciudadanos por Arrecifea El Guincho, pasando por ADENA y por la propia FundaciónCésar Manrique. Por desgracia, se ha menospreciado a la opiniónpública y a la propia Administración local –que lo ha consentido–,ocultándose el contenido del PUPA hasta después de su aprobaciónpor un Consejo de Administración que lo votó sin siquiera conocerni debatir su contenido previamente. En definitiva, se ha represen-tado una comedia cuyo escenario se montó, para más escarnio, enla propia casa agraviada: Arrecife.Y el Ayuntamiento de Arrecife, ¿qué papel ha jugado, qué papeldesempeña? Juega ahora, en los medios de comunicación, la cartade la cara amable del postconsenso y de las alegaciones, pero, debe

La Marina de Arrecife

Se hamenospreciadoa la opiniónpública y a lapropiaAdministraciónlocal -que lo haconsentido-,ocultándose elcontenido delPUPA

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saberse, de las alegaciones no vinculantes. Se dice ahora que seprocurará el consenso con los ciudadanos para incorporar sus ale-gaciones.Y previamente, ¿qué hubo? ¿Por qué no se informó ymovilizó a la sociedad antes de aprobar el PUPA? ¿Por qué se dejóel futuro del litoral en manos de Autoridad Portuaria, que nomerecía ninguna confianza, sin aprovechar el consenso políticopara rescatar para la ciudad el frente litoral desde el Islote delFrancés hasta la Playa del Reducto? ¿Por qué no se negoció sudesafección como área desafectada antes de la aprobación? ¿Porqué se ha consentido que desde la Playa del Reducto al Charco y elIslote del Francés se haya considerado como área de servicio delPuerto? ¿Por qué se ha inhibido el Cabildo en un asunto tan decisi-vo para la ciudad y para Lanzarote? ¿Por qué el Consejo de laReserva de la Biosfera no fue informado con antelación de lasdirectrices que Autoridad Portuaria había trasladado al equiporedactor del Plan? Reflexionemos conjuntamente: ¿Es saludable leer en el PUPA queel Islote del Francés –proyectado como una especie de franquiciacomercial, descontextualizada, del no-gusto global que es sello deMiami– tenga calificación de zona de servicios por “la convenien-cia de asegurar la presencia de la Autoridad Portuaria en los pro-yectos puerto-ciudad que pudieran desarrollarse en el entorno delCharco de San Ginés y de la isla del Francés, que pueden afectarseriamente a las instalaciones portuarias”? ¿No se ponen al descu-bierto las verdaderas intenciones del PUPA cuando, escrito con elmejor lenguaje de una agresiva campaña de marketing comercial,en el texto del Plan oímos hablar de “una masa crítica imprescindi-ble para lanzar con posibilidades de éxito una operación de puestaen valor global del frente marítimo de Arrecife”? ¿De qué puestaen valor se habla? ¿Valor monetario? ¿Valor especulativo? ¿Valorde mercado? No cabe duda: es el lenguaje duro de los mercaderes,las intenciones del empresario voraz.La puesta en valor del litoral pasa por su conservación natural, porgarantizar su disfrute colectivo y por el diálogo con la memoria delArrecife que dio su nombre a la ciudad y le prestó también su alma.Ese valor, y no otro, es el valor que reclama la voz de los ciudada-nos, quienes, una vez más, piden, como el poeta, que no se con-funda valor y precio. Ese valor –natural y ecológico, cultural ypatrimonial, físico y espiritual– es el verdadero valor de la Marina,no la tasación y la plusvalía, el precio de mercado perseguido porAutoridad Portuaria, un organismo que se denomina a sí mismo con

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¿Por qué se hainhibido el

Cabildo en unasunto tan

decisivo para laciudad y para

Lanzarote?

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un nombre militar y antiguo, que nos aparta y atemoriza hasta ladesconfianza, como un enérgico general solo y poderoso:Autoridad Portuaria.

Declaración de la Marina como Sitio de Interés Científico (SIC)La incoación de expediente, por parte de la Consejería de PolíticaTerritorial y Medio Ambiente, para la declaración de la Marina deArrecife como Sitio de Interés Científico merece el reconocimien-to y el apoyo de la Fundación César Manrique, por su oportunidady porque contribuye a proteger y a restaurar un patrimonio naturalmarino único en Canarias.

Intervenciones episódicas proyectadas por la AdministraciónEn lo que concierne a diferentes actuaciones y proyectos urbanosconcretos, la FCM –y así lo ha manifestado a los distintos partidospolíticos cuando se le ha consultado– no es partidaria de que seemprendan intervenciones puntuales y fragmentarias en el frentemarítimo (Parque Nuevo, Parque Viejo, Islote de la Fermina, Islotedel Francés...). Se considera prioritario definir previamente un pro-tocolo básico de condiciones de actuación y avanzar en la redac-ción del planeamiento del borde marino que, pactado políticamen-te y consensuado con los diversos agentes sociales, cosa el litoral ycree tejido urbano. La FCM entiende que la franja litoral de la ciu-dad constituye una unidad urbana continua, necesitada de un pla-neamiento integral de intervención. En ese proyecto global deberían determinarse y jerarquizarse lasactuaciones estratégicas y las actuaciones a corto y medio plazo. Elprocedimiento de asignación de los proyectos debe ser, a juicio dela institución, el concurso público y el concurso restringido, pro-curándose la participación de jurados sólidos y equipos de urbanis-tas y arquitectos solventes que patrimonialicen las actuaciones ygaranticen intervenciones de calidad, sensibles con el lugar. Elmodelo de gestión del proyecto debe ser plural y participativo, ypor lo que se refiere a la FCM, está especificado en el ProyectoMarina de Arrecife que la institución promovió con ocasión de lacelebración del Bicentenario de la ciudad.

Los islotesLa FCM es partidaria de que los terrenos de los diferentes islotesdel frente urbano sean de uso público, compitiéndole alAyuntamiento gestionar su adquisición –cuando no sean de su pro-piedad–, en las mejores condiciones, para garantizar y hacer com-patible tanto su conservación como el disfrute ciudadano.

La Marina de Arrecife

La FCMentiende que lafranja litoral dela ciudadconstituye unaunidad urbanacontinua,necesitada de unplaneamientointegral deintervención

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AparcamientosLa FCM considera que la construcción de aparcamientos en el cen-tro de la ciudad no es una solución razonable a medio plazo.Manifiesta, en este sentido, que deberían explorarse otras alternati-vas a la habilitación de un aparcamiento en el Parque Nuevo.

5. Código de conductaFinalmente, como modelo para abordar actuaciones sobre el litoraly, en general, en la ciudad, tanto la Administración como la clasepolítica, los profesionales de la arquitectura y los mismos ciudada-nos pueden encontrar un término de referencia en el talante y elcódigo de actuación propuesto por Luis Fernández Galiano en suDiscurso contra el arte, que se reproduce para ya concluir:

“Un código vitruviano.He aquí, pues, este breve catecismo que, por querencia clásica y lejanaanalogía con los preceptos de Hipócrates, me atrevo a denominar códi-go vitruviano, y que se estructura siguiendo las tres categorías delromano, a las que acompañan un proemio y un colofón.Dice así:Antes de nada: El arquitecto construye para otros, nunca para sí; debebuscar el servicio, no el aplauso; por tanto, pondré siempre la arqui-tectura al servicio de la vida, y no la vida al servicio de la arquitectura.Primero: Construiré edificios sólidos y duraderos, concebidos pensan-do tanto en el hoy como en el mañana; usaré juiciosamente los mate-riales y la energía, teniendo en cuenta los intereses de las generacionesvenideras; emplearé con cautela y economía los caudales de mi clientepúblico o privado.Segundo: Proyectaré desde el estudio minucioso de las necesidades ydeseos de los usuarios; tendré en cuenta la posible utilidad del edificiopara el conjunto de la comunidad; entenderé la función inseparable delemplazamiento y su contexto urbano o natural.Tercero: Procuraré otorgar placer a los usuarios y transeúntes a travésde la belleza; respetaré los valores históricos o ambientales que con-fieren personalidad a ciudades y barrios; no impondré mis gustos conarrogancia a los clientes, los habitantes o el público.Y, finalmente: Si las circunstancias del encargo no permiten atenerse aeste código de conducta, me abstendré de construir; porque la dignidadde la persona es más respetable que la oportunidad del profesional; yporque la arquitectura nunca es tan importante como la vida.”

Así sea, en beneficio de la ciudad y del bienestar de sus ciudadanos.

Fernando Gómez Aguilera

La construcciónde aparcamien-tos en el centrode la ciudad noes una solución

razonable amedio plazo

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Arrecife: algunos criterios para construir la ciudadCiudadanos por Arrecife

La construcción de una ciudad es una tarea compleja y concierneno sólo a las instituciones públicas, sino a todos los agentes públi-cos y privados, individuales y colectivos que viven o transitan porArrecife. La ciudad está abocada a desarrollarse con arreglo al con-cepto de sostenibilidad, centrado en los seres humanos y sus nece-sidades de todo orden, siendo exquisita con el medio ambienteurbano. Debe tenerse en cuenta que aproximadamente el 80 % dela población europea –nuestro entorno político y cultural– vive enciudades, por lo que estos espacios se erigen en elementos clavepara propagar medidas entre la población que favorezcan un usomás racional de todos los recursos, naturales o no, disponibles.Además, en Arrecife reside casi el 50% de la población insular y es,a todas luces, una de las grandes asignaturas pendientes que tieneplanteadas la Isla.Por lo dicho, Arrecife necesita ser abordada desde una visión deconjunto y de futuro, como un todo, sin improvisaciones. La impro-visación y ese considerar la ciudad de una forma fragmentada y sinrelaciones entre sí ha sido, posiblemente, lo que más daño ha hechoa esta ciudad desde el punto de vista urbanístico, arquitectónico, deequipamientos, de prestación de servicios...La propuesta debería entroncar con la declaración de Lanzarotecomo Reserva de la Biosfera. Se trataría, en realidad, de un pro-

Arrecifenecesita serabordada desdeuna visión deconjunto y defuturo, como untodo, sinimprovisación

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yecto de redefinición y reconstrucción de la capitalidad insularatendiendo al concepto de desarrollo sostenible y a las nuevas fun-ciones que ha sido llamada a desempeñar con unos criterios de cali-dad, similares a otras urbes de nuestro entorno cultural que vienenabordando, muchas veces exitosamente, problemas similares conlos que ahora comienza a enfrentarse Arrecife. Esta propuestaadquiere la naturaleza de Plan Estratégico.Por otro lado, se acepta que Arrecife es el enclave en el que mayornúmero de problemas y con más gravedad se manifiestan, última-mente los relacionados con aspectos como convivencia, vertebra-ción social, cohesión... Pero nada de ello será posible sin un pro-fundo cambio en la cultura democrática que se registra en las insti-tuciones públicas y en sus principales actores: los partidos políti-cos. Lejos de esperar que la ciudad se transforme por sí misma, sehace preciso la participación de todos los agentes sociales y los ciu-dadanos al objeto de propiciar y alentar el citado cambio, comen-zando, cómo no, por la propia sociedad civil y los hábitos y con-ductas que rigen en cada uno de sus componentes: los ciudadanos. La participación pública y privada en la definición de la ciudad,previa a cualquier intervención, debe responder, al menos, a lossiguientes criterios generales y requisitos:1º. La concertación pública y privada. Toda iniciativa debe res-ponder al principio de participación ciudadana, evaluando la nece-sidad y la conveniencia de cada acción y buscando el consenso y laconcertación entre las esferas pública y privada, guiándose siemprepara que las iniciativas posteriores respondan al modelo de ciudadpreviamente pactado.2º. La descongestión del centro urbano. La ciudad tiende hacia lasaturación y el colapso automovilístico en su centro, por lo quedeben acometerse acciones que inviertan esa dinámica, desconges-tionándola y descentralizándola. Debe desecharse cualquier inter-vención que agrave esta tendencia.3º. La integración entre el centro y la periferia. La ciudad seencuentra fragmentada, inconexa y desintegrada entre el centro ylos barrios periféricos. Cualquier intervención debe tender a inte-grar el centro y la periferia, de cara a perfilar como un todo, aun-que diverso, la ciudad.4º. Atención preferente a la población más vulnerable. Debenganarse vías para el uso exclusivo del peatón y, dentro de este seg-mento, de la población más vulnerable: niños, ancianos y personas

Ciudadanos por Arrecife

La ciudad seencuentra

fragmentada,inconexa y

desintegradaentre el centro

y los barriosperiféricos

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con movilidad limitada, por las que puedan circular lentamente losautomóviles siempre dando preferencia al viandante. Ello requiereconsiderar el concepto de movilidad en sentido amplio, de formatal que las iniciativas protejan y den preferencia a la movilidad nomotorizada frente a la motorizada; dentro de la no motorizada a laspersonas más vulnerables –niños, ancianos, minusválidos, embara-zadas...– y dentro de la motorizada al transporte colectivo de carác-ter público frente al individual. 5º. La recuperación de zonas degradadas. Toda intervencióndebe atender al principio de recuperación, en lo posible, de zonasya degradadas de cara a la revalorización y puesta en uso de nue-vos activos urbanos, sin poner en riesgo de degradar zonas urbanaso naturales que están bien conservadas, pudiendo comprometer, porsu irreversibilidad, su adecuado aprovechamiento futuro.6º. Una ciudad integrada. Han de definirse los usos más adecua-dos de cada tramo de Arrecife, desde una visión de conjunto yteniendo en cuenta los intereses generales de la ciudad y sus habi-tantes, evitando compartimentarla, por ejemplo, encorsetando todael área educativa en un único espacio, asunto que no contradice elpunto anterior. Es decir, rehuyendo la ciudad especializada en suspartes.7º. El patrimonio histórico cultural. Debe protegerse, rehabilitar-se y ponerse en uso el patrimonio histórico y cultural de la ciudad.Consideramos incuestionable que los elementos aún existentesheredados de nuestros predecesores han de ser inventariados, cata-logados, preservados y puestos en uso como parte de nuestramemoria histórica, como elementos de reconciliación con la ciudady como legado a nuestros herederos. Poder leer el tránsito históricode la misma debe ser una prioridad. La conservación de las mani-festaciones culturales debe ampliarse a aspectos como el industrial(salinas, molinos, aljibes...), que aún presentes, han sido testigos yprotagonistas del devenir histórico de la ciudad, generadores deriqueza y elementos de supervivencia. 8º. Estudios de viabilidad y de impacto ambiental y social. Todaintervención en la ciudad por pequeña que sea, y, en especial, en sulitoral, debe conllevar estudios previos sobre su viabilidad econó-mica presente y futura, así como de impacto ambiental y social. 9º. Recuperación de espacios para uso público. A la rehabilita-ción de parques, creación de plazas y arbolado como elementos desombra y de reconciliación con el espacio en que vivimos, debesumarse la recuperación de aquellas zonas, hoy hipotecadas, para

Criterios para la ciudad

Todaintervencióndebe atender arecuperar zonasya degradadas,sin poner enriesgo dedegradar zonasurbanas onaturales queestán bienconservadas

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disfrute público (Islote del Francés, Islote de Fermina, Jardines delo que fue el Arrecife Gran Hotel, parcela del CCNA...), indagán-dose, en su caso, las vías de negociación o fórmulas de compensa-ción que hagan viable dicha recuperación.10º. Delimitación de la zona industrial. La ciudad se encuentracercada por zonas industriales que hacen de frontera e impiden sucrecimiento armónico, ordenado y cualificado. La delimitación yreubicación de estas zonas deberían ser una de las premisas básicaspara el buen desarrollo urbano, así como un plan integral de trata-miento de fachadas industriales. 11º. La dinamización económica y comercial. Aquellas iniciati-vas que tengan como meta la dinamización económica y comercialde Arrecife deben abordarse preferentemente fuera del centro histó-rico, al objeto de desconcentrar y descentralizar la ciudad, y con elfin de dinamizar ésta allí donde realmente se necesita. 12º. Optimización de infraestructuras culturales. La cultura,entendida en un sentido amplio, es un instrumento fundamentalpara la transformación y la evolución individual y colectiva. Ensentido estricto, han de optimizarse todas las infraestructuras yrecursos culturales para servir aquel propósito, en particular loscentros socioculturales existentes en cada uno de los barrios, quepodrían jugar un papel esencial en cuanto a elemento dinamizador,de encuentro y de convivencia en cada uno de ellos, desde la pers-pectiva de la autogestión de cada barrio.13º. Una ciudad multicultural. Por tradición histórica, Arrecife esuna ciudad diversa y multicultural, abierta al mundo, función quedebe ser potenciada expresamente para favorecer la integración y laconvivencia.14º. El carácter metropolitano de la ciudad. Por su ubicacióncentral entre Costa Teguise y Puerto del Carmen, por contener elpuerto y por su proximidad al aeropuerto, la ciudad genera un inci-piente desarrollo metropolitano que ha de estar presente en cual-quier política de futuro en relación con los espacios antes citados,afectando a cuatro municipios (Arrecife, Teguise, Tías y SanBartolomé) en particular en relación con la red viaria, transportespúblicos y el asentamiento de la población. 15º. Hacia la redefinición de la capitalidad insular. Por lo dichoen el punto anterior, y por el devenir que se detecta en la isla en losúltimos años, se hace preciso redefinir y actualizar las funcionesque debe realizar Arrecife en cuanto a capital insular, desde el

Ciudadanos por Arrecife

El objetivo de lasostenibilidad

global seencuentra hoy

más relacionadocon la equidad

que con eldesarrollo

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punto de vista político, administrativo, comercial, de comunicacio-nes exteriores y de convivencia.

IILos criterios antedichos precisan ponerse en relación con una seriede términos y de relaciones que permitan entender la complejidadde una ciudad desde una perspectiva de conjunto.1. Ciudad, calidad urbana y calidad de vida. Resolver los pro-blemas en el seno de la ciudad supone mejorar la habitabilidad y,con ella, la calidad de vida. La calidad de vida de los ciudadanosdepende de factores sociales y económicos y también de las condi-ciones ambientales y físico-espaciales.Para que se cubran las necesidades y aspiraciones de los ciudada-nos respecto a la habitabilidad de los barrios y la ciudad entera esaconsejable que se oriente el diseño, la gestión y el mantenimientode los sistemas urbanos de tal modo que se proteja la salud públi-ca, se fomente el contacto, el intercambio, la comunicación, laseguridad, se promueva la estabilidad, la cohesión social, la diver-sidad y las identidades culturales, y se preserven adecuadamentelos barrios, los espacios públicos y edificios con significado histó-rico y cultural. 2. Ciudad y sostenibilidad. El problema global estriba en que lospatrones de vida y de comportamiento propios de las ciudades delmundo desarrollado son tan exigentes en recursos y tan pródigos enresiduos, que su generalización al resto de la población planetariase revela hoy a todas luces insostenible. Por lo que el objetivo de lasostenibilidad global se encuentra hoy más relacionado con la equi-dad que con el desarrollo.3. La esencia de la ciudad. La ciudad es, sobre todo, contacto,regulación, intercambio y comunicación. Así que la esencia de laciudad es el contacto personal. La ciudad es, en consecuencia ysobre todo, de las personas que van a pie, puesto que facilita el con-tacto entre ellas. La estructura, la forma de producir la ciudad, elpaisaje urbano, su monumentalidad, la movilidad, incluso el mer-cado, son aspectos secundarios o parciales en relación con aquelloque es esencial a la ciudad, que es la interacción entre los ciudada-nos y sus actividades e instituciones.4. Ciudad y medioambiente. La mejora de la calidad ambientalincide de manera precisa en varios de los aspectos que conformanla calidad de vida de los ciudadanos, en primer lugar sobre el estrésambiental y, en concreto, sobre la contaminación atmosférica, el

Criterios para la ciudad

La ciudad es,sobre todo,contacto,regulación,intercambio ycomunicación.Así que laesencia de laciudad es elcontactopersonal

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ruido, la contaminación visual y la seguridad viaria; en segundolugar, permite aumentar las relaciones interpersonales, pues la calle(pasear) se convierte en un lugar idóneo para el contacto, el ocio yel tiempo libre para todos los ciudadanos sin importar su edad nicondición. El espacio público de calidad se revela también como unescenario para el desarrollo de diversos acontecimientos de partici-pación social. Los viajes a pie, en bicicleta o en transporte públicoson los medios que pueden reducir drásticamente el estrés ambien-tal provocado por los vehículos, lo cual potenciará el contacto y lacomunicación en el espacio público. 5. Ciudad y rehabilitación urbanística. Se han de añadir nuevasenergías para coser y recoser las periferias dispersas, delimitandode manera clara y precisa la frontera entre el campo y la ciudad. Laexplotación de los sistemas no ha de sobrepasar, en ningún caso, lacapacidad de carga de los sistemas periféricos, pues son la garantíade futuro de la propia ciudad. El reciclaje del tejido urbano y elrecosido de los pedazos desgarrados de la periferia es necesario quesea lento con el fin de encajar e interrelacionar los distintos com-ponentes que han de configurar la nueva-vieja ciudad en una flechatemporal dirigida al aumento de la complejidad. La mediocridadestética y la baja calidad del paisaje de la mayor parte de las reali-zaciones urbanas actuales no provocan en el ciudadano la necesa-ria apropiación del espacio cotidiano, tan conveniente para su esti-ma y conservación.6. Ciudad y prestación de servicios. Por otra parte la ciudad essuministradora de servicios de salud, de cultura, de educación, deocio y servicios deportivos. La diversidad y calidad de los equipa-mientos en un área urbana, por ejemplo un barrio, es una de lasrazones de peso y también una garantía para la permanencia de per-sonas con atributos distintos (renta, titulación, etc.). Del mismomodo, la diversidad y calidad de los equipamientos y serviciostiene un poder de atracción de gente diversa incluso en aquellosbarrios que, por un motivo u otro, hubieran entrado en crisis. Unplan de equipamientos y servicios de calidad constituye una de laspiezas fundamentales en los procesos de recuperación de losbarrios vulnerables.7. Ciudad y residuos. Considerar que una gestión de los residuossólidos urbanos (RSU) alcanza, o se aproxima, al grado de sosteni-ble –en las circunstancias ecológicas, económicas y sociales denuestro entorno cultural–, exige una evaluación que contemple elcumplimiento de una serie de requisitos, si no todos al menos los

Ciudadanos por Arrecife

Un plan deequipamientos

y servicios decalidad

constituye unade las piezas

fundamentalesen los procesos

de recuperaciónde los barrios

vulnerables

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más importantes, y pondere la importancia de cada uno de ellos.Cabe destacar, como algo ineludible, la existencia de un plan inte-gral de gestión que contemple los objetivos para la prevención, reu-tilización, reciclaje y disposición o destino final de los RSU.8. Ciudad y movilidad. La movilidad sostenible presenta comoobjetivo principal la reducción del impacto ambiental y social de lamovilidad motorizada existente, es decir, la búsqueda de la mejoraen la eficacia ambiental y social de los desplazamientos motoriza-dos que se realizan en las ciudades. Para la consecución de eseobjetivo la estrategia más directa es la sustitución de desplaza-mientos realizados en los medios de transporte de mayor impacto–singularmente el automóvil privado–, por desplazamientos entransporte colectivo. Si la accesibilidad sostenible formula comoobjetivo principal la reducción de la demanda de desplazamientosmotorizados, para ello se recurre a dos estrategias simultáneas einterrelacionadas. La primera es la reducción de los desplazamien-tos urbanos de larga distancia que requieren el concurso del motorpara su realización. Y la segunda es la creación de unas condicio-nes favorables para que se desarrollen los desplazamientos nomotorizados, andando o en bicicleta.Las dos estrategias no parecen suficientes para afrontar con vigor yurgencia el cambio de tendencias en la accesibilidad y reclaman laaplicación de una tercera: la moderación del tráfico en su doblefaceta de reducción del número y reducción de la velocidad de losvehículos.9. Ciudad y espacios verdes. En principio, la creación de un áreaverde, además de incrementar la habitabilidad urbana tiene un efec-to disuasorio de presión sobre los entornos naturales del resto de laIsla más frágiles y a los que las masas urbanas suelen acudir notanto como muestra de aprecio de lo naturaI como de huida de ladureza urbana. En este sentido, se trata de una práctica sostenibleque aligera de presión otras zonas, como los espacios naturales pro-tegidos, aspecto éste de crucial importancia en una Isla comoLanzarote dada su fragilidad y lo limitado de su territorio. Se reco-noce, generalmente, que el árbol es el elemento que mejor reconci-lia a las partes que integran la ciudad. Arrecife necesita la presen-cia de los árboles, por cuestiones medioambientales, estéticas, demicroclimas y de creación de espacios de sombra.10. Ciudad y participación social. Las cuestiones relacionadascon cierto orden sociopolítico son de vital importancia para quienesviven/utilizan la ciudad. Desde este punto de vista, los ciudadanos,

Criterios para la ciudad

La creación deunascondicionesfavorables paraque sedesarrollen losdesplazamien-tos nomotorizados,andando o enbicicleta

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que son quienes hacen las ciudades, desempeñan un papel trascen-dental. No sólo es responsabilidad del gobierno municipal o de lospartidos políticos definir y ejecutar planes de desarrollo urbano ensentido amplio, tarea imposible por otra parte sin la presencia de losciudadanos. En tal sentido, parece aconsejable trabajar en una doble dirección.De una parte, la propia sociedad civil y los ciudadanos deben esfor-zarse por conquistar parcelas de participación social y, de otra, lospoderes públicos deben facilitar el acceso de los ciudadanos y susorganizaciones a la información, el debate y la toma de decisiones.La constitución de un Consejo Municipal, donde estuvieran repre-sentadas las iniciativas públicas y privadas, podría ser el foro quedireccionara los anhelos antedichos.11. El gobierno de la ciudad. Resulta imposible repensar Arrecifesin realizar una incursión crítica, aunque sea somera, en la inesta-bilidad institucional y en la ausencia de un proyecto global de laciudad que se viene observando en los últimos años de parte dequienes han tenido y están teniendo responsabilidades públicas. Nose puede responsabilizar a la falta de continuidad de los últimosgobiernos de la ausencia de un proyecto de ciudad y, por lo tanto,de la carencia de políticas bien diseñadas orientadas a la construc-ción de la ciudad como un todo. En consecuencia, los partidos polí-ticos y su escasísima democracia interna, de una parte, y, de otra, lainhibición de la ciudadanía y sus organizaciones, han propiciadoesta situación de debilidad que tiene un reflejo inmediato en lo quehoy es Arrecife, sobre todo en lo relativo a sus enormes carencias.12. Observatorio Socioambiental Urbano. La medición en lapráctica de todos los aspectos aquí señalados podría evaluarse regu-lar y periódicamente a través de multitud de indicadores que refle-jasen si las políticas públicas avanzan o no hacia una ciudad soste-nible. En este sentido sería valioso crear en el seno del ConsejoMunicipal un Observatorio Socioambiental Urbano que mida regu-larmente aspectos como: nivel de contaminación atmosférica, deci-belios, número de árboles, malos olores, m2/zonas verdes x habi-tantes, superficie de calles peatonales, número de plazas de aparca-mientos fuera de las calles, transportes públicos ecológicos, red-bici, grado de limpieza en zonas públicas, reciclado de residuos...

Ciudadanos por Arrecife

Arrecifenecesita la

presencia de losárboles, por

cuestionesmedioambienta-les, estéticas, demicroclimas, de

creación deespacios de

sombra

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El modelo Curitiba: movilidad y espacios verdes

Josep María Montaner

En estos últimos años la ciudad brasileña de Curitiba, capital delestado de Paraná, se ha convertido en modelo de ciudad del futuro.Y ello se produce en el momento de máxima dispersión de losmodelos urbanos contemporáneos, cuando tanto el modelo clásicode ciudad compacta y cerrada como el moderno de ciudad ilimita-da, hecha de edificios autónomos, han entrado en crisis. En estecontexto, el ejemplo de Curitiba aporta una nueva referencia de laciudad contemporánea, entendida como ciudad ecológica, almismo tiempo que la cultura arquitectónica ha promovido otrasalternativas más neoliberales, como la “ciudad-collage” de ColinRowe o la “ciudad de la congestión” del holandés Rem Koolhaas.La consolidación del modelo ecológico de Curitiba ha sido posiblegracias a más de veinticinco años de desarrollo de un nuevo pro-yecto urbano, promovido por un amplio equipo multidisciplinar dearquitectos, urbanistas, ingenieros, economistas, abogados, soció-logos, historiadores y otros técnicos. En este sentido, la profundacontinuidad de este proceso urbano, realizado por etapas, constitu-ye un hecho singular en una América Latina que se desvela gene-ralmente como el laboratorio en el que lo más común es empezarsiempre de nuevo, abandonando los proyectos y los resultados pre-cedentes, sin acumular las certezas de la memoria.El amplio equipo técnico local ha estado encabezado por el arqui-

El 70% del totalde los viajes serealizan enguagua, cuyafrecuencia depaso es de 90segundos

Artículo publicado en el número17 de la revista Ecología Política,Barcelona, 1999.

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tecto, ingeniero y urbanista Jaime Lerner, nacido en Curitiba, encuya universidad estudió arquitectura, y de la que ha sido alcaldeen tres períodos: de 1971 a 1975, de 1979 a 1983 y de 1989 a 1993.Actualmente, es el gobernador del estado de Paraná, territorio alque todo su equipo ha trasladado de escala los métodos utilizadosen Curitiba. Se está pensando, incluso, en utilizar este éxito paraque Lerner se presente como candidato a la presidencia de Brasil.Toda la operación de Curitiba se ha basado en el trabajo técnico delIPPUC (Instituto de Pesquisa e Planeamiento Urbano de Curitiba)creado en 1965, capacitado equipo técnico que ha velado por lacoherencia y eficacia del urbanismo aplicado a la ciudad. El mode-lo Curitiba, instaurado desde casi el principio del período de creci-miento de la ciudad, ha servido para detener y superar una degra-dación medioambiental justo cuando ésta empezaba a iniciarse.El primer elemento que destaca del modelo de Curitiba es el elabo-rado sistema de transporte público, interpretado como columna ver-tebral del funcionamiento de la ciudad. Con los años, este sistemase ha ido perfeccionando y actualmente se basa en autobuses biar-ticulados que circulan por un carril propio y disponen de unas esta-ciones tubo. Con casi 2 millones de habitantes, cada día se trasla-dan en autobús 1.800.000 viajeros, que pueden recorrer la ciudadde punta a punta en veinte minutos y que pueden utilizar unos auto-buses cuya frecuencia de paso es de noventa segundos. Ello signi-fica que el 70% del total de los viajes se realizan en autobús. Elbuen funcionamiento del sistema se basa en el carril especial paraautobuses, con semáforos sincronizados, y en las paradas tubo, enlas que se dispone anticipadamente del billete y se embarca a laaltura del autobús de manera inmediata, cuando el biarticulado sedetiene y en la parada se extienden las pequeñas pasarelas deembarque. Todo ello permite que la línea de autobús funcione conla rapidez y eficacia de una línea de metro, cuando la inversión hasido cien veces menor que si se hubieran realizado las costosasinfraestructuras de un ferrocarril subterráneo. De manera aproxi-mada, si 1 kilómetro de una línea de autobuses cuesta 1, uno de unalínea de tranvías cuesta 10 y uno de una línea de metro cuesta 100.Lo que es más sorprendente de este novedoso sistema de transpor-te público tan eficaz, es que la propiedad de los autobuses biarticu-lados es privada –pertenecen a una decena de empresas privadasdistintas. Una eficaz gestión municipal desde la empresa concesio-naria pública URBS permite que el sistema de transporte público,gestionado municipalmente y realizado por empresas privadas, sea

Josep María Montaner

Se ha pasado enlos últimos 20

años de 0,5 m2

por habitante a50 m2 de área

verde porhabitante

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altamente rentable y aporte unas sustanciosas ganancias que sereinvierten en la ciudad.El sistema lineal de transporte tiene mucho que ver con la estructu-ra lineal moderna de la ciudad, similar a los clusters propuestos porlos arquitectos del Team X, que fue aplicado a la ciudad ya en losaños sesenta. Se trata de dos ejes lineales y curvos que, yendo deEste a Sur y de Norte a Oeste, funcionan tangencialmente al centrohistórico. Fue en 1974 cuando se potenció un esquema de vertica-lización del sector estructural de la ciudad, es decir, de aquellasavenidas que son atravesadas por las líneas principales de transpor-te público. El proyecto del urbanista Wilhelm consistía en una mez-cla del proyecto para la monumental Avenida Paulista en Sao Pauloy de las propuestas de clusters del Team X, como Tolouse-le-Mirailde Candilis, Josic y Woods.El segundo gran elemento de funcionamiento de la ciudad es el sis-tema de parques, que tienen la función orgánica de servir de drena-je de todo el territorio. La política de creación de áreas verdes enCuritiba ha sido tan intensa que se ha pasado en los últimos veinteaños de medio metro cuadrado por habitante a cincuenta metroscuadrados de área verde por habitante.Una parte importante de estos parques se ha situado en antiguascanteras y recintos industriales, lo cual ha permitido unas interven-ciones mínimas y graduales para irlos regenerando y haciéndolosutilizables por la ciudadanía. Dichos parques sirven para protegerlos ríos y preservar los fondos del valle, multiplicando por cien lasáreas verdes de la ciudad.Esta humanización de la ciudad ha sido emparejada a la peatonali-zación de la parte histórica. Fue realmente emblemática la rápidaacción llevada a cabo en el invierno de 1972, cuando un grupo deciudadanos, durante la noche, de manera organizada y, al mismotiempo, no prevista por las autoridades, destruyeron el asfalto de lacalle principal, con picos, perforadoras y palas mecánicas, consi-guiendo robar espacio al automóvil para convertirlo en la primeracalle peatonal.En este sentido, para la reconversión de Curitiba en capital ecoló-gica, ha sido necesario, entre otras cosas, que el centro histórico secuidara y revitalizara al máximo, restaurando sus edificios históri-cos, construyendo nuevos equipamientos públicos, reforzando susespacios públicos (parques, plazas y calles peatonales) y, en defini-tiva, rescatando su memoria histórica y cultural.

El modelo Curitiba

En el modeloCuritiba no hayningunanostalgiaruralista; todolo contrario,una opcióndecidida por lourbano y por lametrópolis

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A partir de 1978, un elemento complementario al sistema de trans-porte público, a la implantación de parques y a la peatonalizaciónde la ciudad histórica fue la creación de la red de “ciclovías” ocarriles bici. Dichas “ciclovías” sirven también para proteger áreasde posible degradación ambiental, creándose trechos paralelos a laslíneas de ferrocarril, a los ríos y a los arroyos.El logro social básico conseguido durante estos años ha sido el dela educación ambiental, promoviendo que una ciudad modestatransforme totalmente sus hábitos y que sus habitantes se conside-ren responsables de su funcionamiento. Con pocos medios y conmucha imaginación se ha conseguido que el 90% de los residuossean reciclados. Sólo con el reaprovechamiento del papel viejo, laciudad evita el corte de 1.200 árboles por día. En este sentido,Curitiba ha sido modélica en la difusión de nuevos hábitos colecti-vos, nuevos valores y nuevas percepciones relacionadas con lascuestiones ambientales. Su apuesta por la imaginación y el recicla-je ha sido clave; por ejemplo, conviertiendo los viejos autobuses enaulas y oficinas ambulantes, lugares móviles para el aprendizaje ypara la gestión democrática.A una ciudad relativamente nueva, carente de una larga historia yde una cultura consolidada, le ha sido necesaria la construcción deimportantes centros culturales que tengan la misión de ir avanzan-do en crear o enriquecer un substrato cultural. Para ello, se hanconstruido en los barrios periféricos una serie de bibliotecas –deno-minadas “faros del saber”– que intentan aglutinar la vida social yurbana. El objetivo ha sido el de entender la ciudad como lugar yescenario de encuentros.Dentro de esta transformación social de la ciudad ha sido clave lacreación de un nuevo eje peatonal –la rua 24 horas– en el cual, acualquier hora del día y de la noche, los habitantes de Curitiba dis-ponen de lugares de encuentro y de muy diversos negocios: tiendas,bares, restaurantes, farmacias, etc., para atender en cualquiermomento diversas necesidades.Por último, el elemento más importante y emblemático de estemodelo es la Universidad Libre del Medio Ambiente, situada enuno de los parques y realizada con una magnífica arquitectura reci-clada. Al pequeño edificio de la universidad se llega siguiendo unrecorrido peatonal a través del bosque, junto a un riachuelo, hastallegar al parque, realizado en una antigua cantera, y tras ascenderpor las rampas y escaleras de las estructuras de madera recicladaque conforman las aulas de la universidad.

Josep María Montaner

Curitiba seacerca más a laspropuestas del

despotismoilustrado que ala participación

directa de laciudadanía

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Todos los parques y edificios culturales se han realizado siguiendoel mismo modelo de gestión: el IPPUC es el órgano de planea-miento; URBS es el órgano ejecutivo, que contrata o construye lasobras; y existe una Fundaçao Cultural que da vida cultural y activi-dades a las obras terminadas.De todas formas, el modelo Curitiba, actualmente extendido a todoel estado de Paraná, es de un ecologismo desarrollista aunque pró-ximo a un desarrollo sostenible o de modernización ecológica. Losargumentos medioambientales constituyen el principal factor utili-zado para el desarrollo, el crecimiento y el enriquecimiento. En elmodelo no hay ninguna nostalgia ruralista; todo lo constrario, hayuna opción decidida por lo urbano y por la metrópolis. Detrás demuchas de las operaciones más emblemáticas, existen razoneseconómicas destacables. Así, la urbanización de las grandes aveni-das con los ejes de autobuses, junto a las propuesta de construccio-nes verticales y escalonadas, sirve para producir y obtener altasplusvalías con los solares urbanizados y susceptibles de construc-ciones de gran altura.También se ha criticado al municipio de Curitiba por haber cons-truido muchos parques, relativamente baratos de realizar y mante-ner, y poca vivienda social, que es más costosa de construcción ymantenimiento, menos representativa y publicitaria, pero más útilsocialmente. Fue precisamente después de la primera gestión delalcalde Lerner, con el nuevo prefecto Saul Raiz (1975-1978) cuan-do se inició una política de vivienda social en sustitución de unaparte de las favelas, una política habitacional que Lerner perfec-cionó en su segundo mandato, al volver de su actividad como pro-fesor visitante en la Universidad de Berkeley.De la misma manera, algunos parques han sido poblados de pabe-llones, invernaderos y teatros que tienen mucho más una funciónpropagandística para crear la imagen estereotipada de capital ecoló-gica, que un funcionamiento adecuado, real, eficaz y necesario.El modelo Curitiba se acerca más a las propuestas del despotismoilustrado que a la participación directa de la ciudadanía. Es un eco-logismo propuesto desde la administración, fomentado por un cultoy modernizador grupo de políticos y técnicos formados en los añossesenta en un cristianismo progresista y humanista de raíz france-sa. Se trata de un ecologismo propugnado por la administración abase de leyes, decretos y campañas públicas.Al mismo tiempo, se ha conseguido que sea una ciudad próspera yseductora, pero los problemas de miseria, degradación y creci-

El modelo Curitiba

Curitiba seconsolida comola antítesis deBrasilia, ciudadracionalista,hecha de nuevaplanta,configurada porlargas avenidasparaautomóviles,estandarizada yzonificada,repetitiva yfuncionalista

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miento informal se han expulsado a los municipios de alrededor, auna área metropolitana que queda fuera del radio benefactor y delcontrol municipal, pues el mismo éxito del modelo ha creado laafluencia de mano de obra a dichas periferias.En el panorama del urbanismo brasileño contemporáneo, Curitibase consolida como la antítesis de Brasilia, ciudad racionalista,hecha de nueva planta, configurada por largas avenidas paraautomóviles, estandarizada y zonificada, repetitiva y funcionalista.Brasilia ha sido superada por el modelo realista de Curitiba, quesaca el máximo partido de la realidad preexistente, revitaliza elcentro histórico, apuesta por la ciudad heterogénea y los barriosmultifuncionales, por las calles peatonales y el transporte colectivo,por la diversidad de los parques y equipamientos urbanos, por elmodelo de un desarrollo sostenible que se concilia con los interesesinmobiliarios e industriales. Y en contraste con las grandes capita-les que realizan obras faraónicas, el modelo Curitiba se basa en lainversión modesta de recursos y el alto grado de eficacia.

Josep María Montaner

En contrastecon las capitales

que realizanobras

faraónicas, elmodelo se basaen la inversión

modesta derecursos y el

alto grado deeficacia

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Una alternativairracional: el automóvil

Jorge Marsá

En este mismo número deCuadernos del Guincho se publicaun artículo referido a lo que suredactor denomina el modeloCuritiba. Y la principal característi-ca del modelo que representa estaciudad brasileña es un eficaz ybarato sistema de transportepúblico. Pues bien, en Lanzarotetambién tenemos nuestro modelo:97.000 habitantes y 80.000coches, o sea, el modeloCalifornia.

Éstos son los datos que proporcio-naba el último anuario queLancelot dedica al automóvil. Esarevista suavizaba la brutalidad delmodelo añadiendo, con razón,unos cincuenta mil turistas alnúmero de residentes. No obstan-te, algún californiano respondería,también con razón, que la canti-dad de turistas que visitan Califor-nia es una cifra muy respetable yque, por tanto, la comparación esbastante acertada sin necesidadde suavizarla. En cualquier caso, loque se pone de manifiesto es queun modelo de transporte sustenta-do en el automóvil privado no selo pueden permitir más que losrealmente ricos.

Y es que el coche, como se haescrito tantas veces, es una mara-villosa máquina que concede aquien la posee una increíble liber-tad de movimiento. Siempre, esosí, que sea privilegio de unospocos, si no, la increíble libertadde movimiento termina de repenteen el siguiente atasco. Da igual lascarreteras y aparcamientos que seconstruyan, el destino final essiempre el atasco: Los Ángeles esla palpable demostración de laexistencia del infierno urbano quecrea el automóvil. En Arrecife esta-mos viendo el comienzo de lo que

Da igual lascarreteras yaparcamientosque seconstruyan, eldestino final essiempre elatasco

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en otros lugares es conocido: nohay más solución que cambiar demodelo.

Pero volvamos a lo que quiero tra-tar: ¿cuál es el sistema de trans-porte más apropiado para unacomunidad? Una contestaciónmínimamente mesurada requeriráanalizar la cuestión desde los dife-rentes ámbitos implicados por lasconsecuencias de la forma en quenos desplazamos. Si tenemos encuenta la crisis ecológica, resultaráobvio que el automóvil es el peorsistema de transporte que pode-mos elegir, el que más energíagasta y, en consecuencia, el quemás contamina. A este respectoconviene no dejarse engañar porla publicidad de los fabricantes;automóvil y ecológico son térmi-nos contradictorios. No obstante,si ya hemos decido adquirir uno,la única receta posible es que elautomóvil menos dañino para elmedio ambiente es el menos dañi-no para nuestro bolsillo: el quenecesitó menos materia primapara su construcción y el quemenos energía consume, es decir,el más pequeño.

Continuando con la crisis ambien-tal, hay que resaltar que la exten-sión a escala planetaria de unmodelo basado en el uso de vehí-culos motorizados privadostendría trágicas consecuenciaspara la conservación de la Tierra.“Los 450 millones de automóvilesque se pueden estimar como par-que mundial en 1996 tendríanque ser multiplicados por cuatropara que todo el planeta dispusie-ra de la misma proporción decoches que los españoles, o porsiete si la motorización deseablefuera la de los estadounidenses [opor más de diez si se tomara

Lanzarote como modelo]. A nadiese le escapa que esas cifras deautomóviles, en el caso hipotéticode poder fabricarse, acabaríanvelozmente con los recursosenergéticos disponibles y pondríanen cuestión los mecanismos delclima, la biodiversidad, la disponi-bilidad de suelo fértil y sin conta-minar, etc.”*

Desde el punto de vista de lacomodidad del usuario, puededecirse que el automóvil privadosupone la mejor y más cómodaforma de transporte para quien loutiliza, siempre que su uso estérestringido a una minoría de lacomunidad: “el automóvil no estáhoy al alcance de dos de cada tresespañoles, ya sea por no contarcon carné de conducir, ya sea porno disponer del vehículo”*. Aúnasí, las desventajas de este mediode locomoción aparecieron yahace mucho tiempo. Además, estasolución implica que la mayoría dela población que no posee vehícu-lo privado disfruta de todas susdesventajas: contaminación;colapso de las vías por donde cir-cula el trasporte público; destrozoy fragmentación del territorio porla construcción de carreteras;colapso de las ciudades, ahogadaspor la presión de los automóvilessobre el espacio público (tenga-mos en cuenta que si cien perso-nas en una guagua requieren 40m2 de superficie vial, las mismaspersonas, cada una en unautomóvil, necesitarían 2.000 m2,es decir, cincuenta veces más); dis-persión de la propia ciudad(suburbios residenciales y comer-ciales), etc.

Si nos hemos referido a la eficaciade un sistema de transporte desdeel punto de vista ecológico o de la

Jorge Marsá

Tendríamos quemultiplicar por

10 los cochesexistentes para

que todo elplaneta

dispusiera de lamisma

motorizaciónque los

lanzaroteños

* Alfonso Sanz, “Los ‘sin coche’.Repercusiones ambientales y

sociales del automóvil”,Cuadernos del Guincho nº 4,

Lanzarote, 1998.

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comodidad de los usuarios, nopodemos dejar de tener en cuentala eficacia económica o, comoalgunos dicen ahora, la relacióncalidad/precio. Sin embargo, deje-mos el análisis del coste para elfinal y centrémonos antes en unadificultad evidente. Curitiba es unaciudad en la que se concentrandos millones de personas, mien-tras que Lanzarote es una isla enla que se dispersan 97.000 habi-tantes. En consecuencia, en estaIsla hace falta, y seguirá haciendofalta, el coche para moverse concomodidad. El transporte públicono puede atender razonablementea tanta dispersión.

Sin embargo, este argumento, quecasi todo el mundo repite, no estánada claro. Lo que la Estrategiatuvo el acierto de llamar la ‘conur-bación’, forma una franja litoral,de Puerto del Carmen a CostaTeguise, con Arrecife en el centro,en la que vive casi el 90% de lapoblación –incluyendo a los turis-tas– y es en esa franja donde seproducen las grandes necesidadesde transporte en la Isla y dondemás sencillo es resolverlas pormedio del transporte público. Enel resto del territorio, la mayorlejanía al núcleo central y la dis-persión agravan el problema, perono hacen imposible, ni muchomenos, que la solución pudiera sertambién el transporte público. Escuestión de echar números.

Otro argumento, que nos va acer-cando a los números, es que antetanta gente acostumbrada al vehí-culo privado, y sin el contrapesode los grandes atascos, el trans-porte público tendría que ser deuna calidad envidiable para susti-tuir al automóvil. Efectivamente,haría falta un servicio magnífico

para convencer a la población delas ventajas del cambio. ¿Quépodemos entender por un magní-fico servicio? ¿Frecuencias decinco minutos en la ‘conurbación’y de un máximo de quince encualquier núcleo de poblaciónrural, por pequeño que fuera;amén de un servicio muy capilari-zado para alcanzar todos esospequeños asentamientos? Se diráque un servicio así ya es harina deotro costal, es decir, que costaríaun dineral.

¿Pero cuánto? No sé exactamentecuánto dinero haría falta parasufragar un transporte públicomodélico. Pero hagamos cuentassencillas y echémosle un poco deimaginación. Imaginemos todoslos recursos y el personal delCabildo de Lanzarote: unas 1.300personas y todas las instalacionesy gastos que conllevan. ¿Si dedicá-ramos todos esos gastos a un ser-vicio de transporte público podríaser tan idílico como lo dibujába-mos? La respuesta es claramenteafirmativa. Con los 13.000 millo-nes de pesetas que sumaron lospresupuestos del Cabildo del pasa-do año se podrían hacer maravillaspara mantener un servicio detransporte público ejemplar.

Ahora bien, ¿quién desembolsaríaesa astronómica cifra cada año?Pues los lanzaroteños, obviamen-te. Además, veamos primero si estan desmesurada. ¿Cuánto gasta-mos ahora en automóviles? Elmismo número especial sobre elautomóvil del semanario Lancelotofrecía una cifra importante paraeste cometido. En un pequeñorecuadro, bajo el título “Gastos enel coche” se escribía: “Tomandocomo ejemplo un utilitario mediocon motor de gasolina que recorra

Una alternativa irracional

Si 100 personasen una guagarequieren 40m2

de superficievial, las mismaspersonas, cadauna en unautomóvil,necesitarían2.000m2, esdecir, 50 vecesmás.

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entre 10.000 y 15.000 kilómetrosal año, se obtendría un gasto totalal año de 579.000 pesetas”. Creoque el cálculo peca de optimista.En mi opinión, ése debe ser elcoste anual de un coche pequeño,no de uno medio; pero es igual,aceptemos esa cifra y redondeé-mosla un poco para facilitar losnúmeros. Los lanzaroteños gasta-mos cada año 600.000 pesetaspor cada uno de los 80.000coches que tenemos –datos delpasado año–, o sea, 48.000 millo-nes al año en la compra, utiliza-ción y mantenimiento de nuestroparque automovilístico. A estacifra tenemos que añadir otrosgastos inducidos por tal cantidadde vehículos: incremento de la redde carreteras y su mantenimiento,que no sería necesario en caso deutilización generalizada del trans-porte público; la atención sanitariaque requieren los accidentes deautomóvil (el gobierno calculabaya hace media docena de añosque cada muerto en accidente deautomóvil tenía un coste de 25millones de pesetas); las cifras des-tinadas a policía local o guardiacivil que se dedican a vigilar eldesmesurado tráfico; etc. Tambiéntendríamos que sumar lo gastadoen ese transporte público cuasiclandestino del que hoy disfruta-mos para saber lo que nos cuestamovernos.

No parece arriesgado, en absolu-to, concluir que la comunidad lan-zaroteña se gastó el pasado añounos 60.000 millones de pesetaspara resolver sus necesidades detransporte. O lo que es lo mismo,redondeando, esta vez a la baja,cada lanzaroteño (97.000) segastó en transporte 600.000 pese-tas. Así que repitamos la pregun-

ta: ¿es posible gastarse 13.000millones de pesetas en un traspor-te público de ensueño?

Tenemos un sistema de transporteque ecológicamente es un desas-tre, cómodo para una parte de lasociedad –si exceptuamos elnúcleo central de Arrecife– y alque más que caro, podríamos cali-ficar de aberración económica.Hasta tal punto que sería posibleestablecer un sistema suficiente-mente cómodo para quienesabandonaran el automóvil, infini-tamente mejor para los que no lousan y ecológicamente sostenible,sin llegar a gastar la cuarta departe de lo que nos cuesta ahora.

Para concluir, bien podríamoshacerlo con una pregunta que amuchos parecerá una ingenuaprovocación: ¿podría la sociedadlanzaroteña tomar la decisión deencaminarse hacia una Isla libre decoches? ¿Sería posible encontrarmejor argumento para ejemplificarel desarrollo sostenible y vendérse-lo –con un poco de honestidad,no como ahora– a nuestros visi-tantes? La respuesta debería serclaramente afirmativa: podemossostener una Isla libre de cochesademás de ahorrarnos unos45.000 millones de pesetas al año.Un chollo, vamos.

Si la mayoría continúa pensandoque esta salida no es más que unautopía imposible, ello demuestraque vivimos en un sistema quecarece de la más mínima racionali-dad económica, es decir, que care-ce justo de lo que más presume.

Jorge Marsá

Cadalanzaroteño se

gastó entransporte

600.000 pesetasel año pasado

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La ‘ecotasa’ que ha de llegar

Mario Alberto Perdomo

Tal y como se formuló pública-mente en su momento, la ecotasase planteó por voracidad fiscal:para recaudar fondos con los queadecentar el producto turístico“Lanzarote”. Frente a la avalanchaturística y la subsiguiente degrada-ción del territorio y de los recursosque alberga, se proponía penalizarel derecho de uso parcial y tempo-ral de ese mismo territorio. Se pro-ponía un peaje por transitar vaca-cionalmente por la Isla. Decimosse proponía porque con el mismoímpetu que saltó a los medios decomunicación, la propuesta decreación de una ecotasa seesfumó rápidamente. En su confi-guración inicial presentaba variosdefectos, deficiencias que no pue-den entenderse desligadas del par-tido político que propuso la ecota-sa, Coalición Canaria. Veámoslas.

No es una ecotasa. No se debeni se puede llamar ecotasa a uninstrumento racaudatorio que noes ni ecológico ni es una tasa.Tratándose en realidad de unimpuesto y tomado indebidamen-te de su versión anglosajona, el

inadecuado uso del término usur-pa su sentido real y lo vacía decontenido. Con la mal llamadaecotasa sucede lo mismo que conla denominada moratoria turística.

No aborda el fondo de la cues-tión. La ecotasa no pone freno alprogresivo deterioro del territorioderivado del fomento de su uso yconsumo. Es una medida queencubre la falta de voluntad de losnacionalistas por poner freno efec-tivo al crecimiento turístico o a lacontaminación. Tan sólo se lepone tarifa.

De verde, nada. Siendo su obje-tivo fundamental, como se dijohasta la saciedad, recaudar fondos–unos tres mil millones de pesetasanuales– con los que adecentar elproducto turístico “Lanzarote”,proponía penalizar el derecho deuso parcial y temporal del territo-rio. Se proponía un peaje portransitar vacacionalmente por laIsla, algo que nada tiene que vercon el uso sostenible de los recur-sos insulares.

Cobrar en vez de actuar. Antelos crecientes y cada vez más com-plejos problemas que se detectanen Lanzarote, y al objeto de nomolestar o irritar a los grandesintereses económicos con los quese ha aliado abiertamente,Coalición Canaria se planteócobrar a quienes causen o agravenlos problemas, en vez de reflexio-nar, proponer medidas efectivas yactuar con el fin de minimizarlos oerradicarlos. Es más fácil cobrarque pensar y actuar.

Primacía del presupuesto. Contales planteamientos, la acciónpolítica –en cuanto expresión deuna decidida voluntad por mejoraro transformar la realidad– queda

No se debe ni sepuede llamarecotasa a uninstrumentorecaudatorioque no esecológico ni esuna tasa

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subordinada al presupuesto.Aumenta así la funcionarizaciónde la iniciativa pública, que reco-noce implícitamente su escasavocación por preservar el patrimo-nio natural y cultural deLanzarote.

La patronal, en desacuerdo.Nada más comenzar a hablarse dela implantación de una ecotasa enLanzarote, trasladando a Canariasel debate suscitado en el seno delnuevo gobierno progresista balear,la gran patronal turística canariamanifestó su rechazo a la creaciónde un nuevo gravamen sobre laactividad turística. Ya existendemasiados impuestos, decía.

PP, PSOE y CC, en contra. Lascúpulas dirigentes de los tresgrandes partidos de Canariasexpresaron su oposición a la crea-ción de un nuevo impuesto, almenos tal y como se formuló.Todos rechazaron su implantacióngeneralizada en las Islas, aunqueunos apostaron porque su ámbitode aplicación fuera insular y otros,en todo caso, por incrementar lostipos del IGIC en vez de crear unanueva figura impositiva.

¿Sujeto pasivo? ¿Cómo recau-dar? Diversos problemas técnicosse sumaron al debate suscitado entorno a la ecotasa. Entre ellos,cuál sería el hecho impositivo–¿Cualquier tipo de impacto nega-tivo sobre el patrimonio natural ycultural?–, quién/quiénes sopor-taría/n el impuesto –¿Sólo losturistas? ¿También la poblaciónlocal?– o cómo se recaudaría elnuevo gravamen –¿Sobre las per-noctaciones? ¿En el momento deentrar o salir de la Isla?–.

Un gravamen autonómico.Otro de los problemas que se

plantearon hacía referencia a quela competencia para establecerimpuestos corresponde a laComunidad Autónoma y no a losCabildos. Como quiera que cadaIsla es un mundo, la manera desalvar oposiciones externas seríaque la Comunidad Autónomaestableciera un tributo insular deaplicación potestativa, y no obliga-toria, por parte de cada Isla.

II

Tal era el estado de la cuestióncuando, repentinamente, el deba-te acerca de la ecotasa desapare-ció de los medios de comunica-ción. ¿La razón? Los poderes polí-ticos y económicos plantearon lainconveniencia de reflexionar entorno a la introducción de unnuevo gravamen, al menos amedio plazo. Ello, sin embargo,no invalida la necesidad de seguirprofundizando en dicho debate.Inspiradas en tal necesidad, seaportan en las líneas que siguendiversos argumentos acerca de laconveniencia de implantar unnuevo impuesto turístico de apli-cación insular. Se elude expresa-mente denominarlo ecotasa paraevitar confusiones. Sólo puededenominarse ecológico a aquelimpuesto que persigue reorientarconductas nocivas en relación conel medio ambiente, aspecto ésteque no se ha planteado en ningúnmomento del debate. En el casoque nos ocupa, la denominadaecotasa lanzaroteña perseguíarecaudar con el fin, posterior, derealizar políticas correctoras.

Los siguientes son algunos crite-rios sobre los que, como mínimo,debería y podría armarse el nuevogravamen, además, por supuesto,de la necesaria concertación públi-co-privada.

Mario Alberto Perdomo

Nada hacepensar que los

ingresosobtenidos

vayan a seradministrados

con mayoreficiencia si los

actuales sondespilfarrados

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Un debate político. La conve-niencia o no de implantar unnuevo impuesto turístico es, porahora, un debate estrictamentepolítico y no técnico. Superadoese debate satisfactoriamente, yprevio informe del ConsejoConsultivo de Canarias, llegará elmomento de que los especialistasdeterminen cómo se arma técnica-mente el tributo: hecho imponi-ble, ámbito de aplicación, fórmularecaudatoria, sujeto pasivo...

Un requisito previo. La credibili-dad del nuevo impuesto pasa por-que tanto la ComunidadAutónoma como el Cabildo deLanzarote administren y gestionencon fundamento sus recursoseconómicos actuales. Nada hacepensar que los ingresos obtenidosa través de un nuevo impuestovayan a ser administrados conmayor eficiencia si los actuales sondespilfarrados. Es preciso gastar einvertir bien y sosteniblemente loque ya se recauda, lo cual ofreceuna poderosísima vertientepedagógica.

¿Síntoma de subdesarrollo? Elestablecimiento de un impuestoturístico no es, en absoluto, unsíntoma de subdesarrollo. Francia,los países nórdicos, Países Bajos oItalia los aplican con carácter local.En Italia se debate en estosmomentos la introducción de unimpuesto que grave la entrada deturistas en las ciudades másemblemáticas, desde el punto devista de su patrimonio cultural, ycon un único fin: contribuir a suconservación.

¿Incompatibilidad con la UE?La Unión Europea no tiene proble-ma alguno con los impuestosturísticos o las ecotasas. La únicacondición que exige es que no se

discrimine a los ciudadanos euro-peos ni que afecte a la libre circu-lación de personas.

Un impuesto autonómico. Elnuevo gravamen deberá ser unimpuesto de la ComunidadAutónoma, aprobado por elParlamento, de ámbito local y deaplicación potestativa, y no obliga-toria, en cada Isla.

Redistribución de la renta.Además de una finalidad recauda-toria, el nuevo impuesto turísticodeberá tener una clara intenciónde redistribuir la renta y la riquezamediante nuevas políticas localesde corte sostenible. Por otro lado,debe perseguir con su aplicaciónreorientar aquellas conductas queocasionen daño al patrimonionatural.

Un impuesto finalista. Técni-camente los impuestos no puedentener carácter finalista, es decir, nopueden afectarse a determinadosgastos. Este aspecto sólo puedeser salvado mediante un firme yriguroso compromiso político,estableciendo a tal fin mecanismosde supervisión y control.

Desclasificación de camas. Enuna primera fase –aproximada-mente diez años– podría estable-cerse una única finalidad delnuevo impuesto, que sería desti-nar lo recaudado a indemnizar alos propietarios de suelo turísticoclasificado dentro del Plan Insularde Ordenación del Territorio (PIOT)mediante justiprecio concertado.Ello permitiría rebajar extraordina-riamente el actual techo alojativofijado por el PIOT, que muy bienpodría quedar establecido definiti-vamente en el número de plazasactuales más las 10.000 acordadaspara los próximos diez años.

La ‘ecotasa’...

Destinar lorecaudado aindemnizar a lospropietarios desuelo turísticoclasificadodentro del PIOTmediantejustiprecioconcertado

138 nº 8

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Paquete de medidas. Ademásdel nuevo impuesto, el Cabildo ylos ayuntamientos podrían esta-blecer figuras complementarias omejorar las pre-existentes ya nocon fines recaudatorios, sinodisuasorios –corregir conductasnegativas–, de manera que se gra-ven espectacularmente las activi-dades nocivas para el medioambiente: extracciones de áridoscon fines turísticos, contaminaciónatmosférica y acústica, generaciónde residuos sólidos y líquidos con-taminantes, utilización indiscrimi-nada del vehículo privado... Seconsigue así atacar la deleznableidea de que tiene derecho a con-taminar quien tiene recursos parapagar.

Mejora ambiental. Como quieraque la conservación y mejora delpatrimonio natural y cultural nopuede esperar, es preciso destinarfondos a tales fines. Para ello, demanera complementaria, elCabildo podría destinar anualmen-te el 50% de los beneficios obteni-dos a través de la Red de Centrosde Arte, Cultura y Turismo –unos500 millones de pesetas–. Queda-rían expresamente excluidas aque-llas actividades relacionadas coninfraestructuras, turísticas o no.Las acciones a financiar estaríanfundamentadas en los datos queaporten los indicadores bío-físicosdel futuro Observatorio SocioAmbiental Insular, siendo pactadasen el seno de un Consejo Insularde la Reserva de la Biosfera másequilibrado en su representación.

Lanzarote en Canarias. Los fon-dos adicionales que se precisanpara otros fines sociales seobtendrían reclamando delGobierno canario que destine aLanzarote mayores dotaciones

económicas, vía PresupuestosGenerales de la ComunidadAutónoma, con arreglo al pesopoblacional y económico adquiri-do en el conjunto de Canarias.Lanzarote debería recibir, en parti-das nominadas, entre 1.500 y2.000 millones de pesetas anualesmás de las que ahora percibe.

¿Doble imposición? Un impues-to que grave las pernoctacionesno ocasiona problemas de dobleimposición. Se puede gravar la uti-lización de la cama turística, cosaque ya hace el IGIC, y la propiedadde la cama en sí, que podría ser elhecho imponible del nuevoimpuesto. En el primer caso, elsujeto pasivo sería el turista, en elsegundo, el empresario alojativo,que repercutiría el gravamen sobreel cliente. Sobre una misma mate-ria es posible crear más de unhecho imponible. Si se establecierasobre las entradas sería muchomás complejo discernir entre turis-tas y viajeros.

Algunas ventajas. El sistemaintegrado como el que se proponepermitiría corregir las externalida-des derivadas de la expansión dela industria turística en la Isla, jus-tificándose por ello la intervenciónpública. La acción generaría bene-ficios sociales además de revalori-zar y patrimonializar los recursosnaturales y culturales, eso sí, pen-sando siempre en mejorar la cali-dad de vida desde la perspectivade la sostenibilidad. De otro lado,genera inversión de utilidad públi-ca y empleo cualificado.

Mario Alberto Perdomo

Las acciones afinanciarestarían

fundamentadasen los datos

que aporten losindicadores

bío-físicos delfuturo

ObservatorioSocio Ambiental

Insular

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140 nº 8

FUNDACIÓN CÉSAR MANRIQUE

BODEGAS MOZAGA

SALA DE ARTE PUNTO DE ENCUENTRO

MEGACENTRO

SOCIEDAD DEMOCRACIA

QUESERÍA "EL FARO"

HARINERA LANZAROTEÑA

MUSEO DEL VINO "EL GRIFO"

JUAN BETANCORT LÓPEZ, S.L.

AYUNTAMIENTO DE TÍAS

ESTACIÓN SHELL DE ARRIETA

WWF/ADENA CANARIAS

LÍNEA

PATROCINADORES

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142 nº 8

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EDITORIALESNueva revista para LanzaroteEn defensa del RiscoSí al puerto deportivo... enNaos

IGNACIO RAMONETInformarse cuesta

CIUDADANOS POR ARRECIFEEl Arrecife que queremos

J.A. MARTÍNEZ VILLARLa militarización del Risco

ANTONIO BARREROFórmulas añejas en los nuevosproductos turísticos

CHRISTEL BURGHOFFEl lado negro del dinero

Carpeta:TindayaLUIS DÍAZ FERIATALDAHI. El territorio, un bienintergeneracional

MARÍA ANTONIA PERERABETANCORTTindaya: reflexiones sobre unamontaña agredida

CARLOS NOVALESTindaya, territorio de sueños

RICARDO SANTANA SANTANACrisis de la política y circoconejero

JUAN RAMÓN CAPELLALa problemáticamedioambiental: notas parauna cultura ecosocialista

HERMINIA FAJARDO FEOSáhara Occidental: futuro incierto

Ken Saro-Wiwa y el ecologismode los pobres de la Tierra

NATALIA JIMÉNEZ MARSÁEl cine que nos invade

LIBROSEstrategia Solar

EDITORIALESSegunda entregaEl Guincho, 10 añosEl PEPA: la Marina en entredichoA vueltas con El Risco

CARLOS NOVALESTindaya: el arte como pretexto

JORDI PALOUIndustria turística en el TercerMundo

JORGE MARSÁEl amargo sabor del éxito

Carpeta: ArrecifeJOSÉ RAMÓN BETANCORT MESAArrecife en Tipos de mi tierra

Mª DEL ROSARIO HERNÁNDEZArrecife: aprender a caminar

COLECTIVO FAYNA-ZONZAMASArrecife, 200 años

ENRIC TELLOCiudades sostenibles

CIUDADANOS POR ARRECIFEUna visión alternativa de laMarina

MANUEL LÓPEZ GONZÁLEZEvaluación económica delPuerto deportivo

RICARDO SANTANA SANTANAArrecife: entre la huida y ladesesperanza

CODAPatentar seres vivos

NATALIA JIMÉNEZ MARSÁNuestro ocio

GRUPO AGRICULTORES ECOLÓGICOSLa agricultura ecológica

GRUPO DE RESIDUOS Y RECICLAJEBoicot al PVC

LIBROSLa economía verdeLa cultura de la satisfacción

EDITORIALESCuatro años sin ReservaCabildo, una estrategia para laesperanzaEl legado de César ManriqueEl hombre que hizo visible elmundo submarino

RICARDO SANTANA SANTANACampistas, consumidores yconejeros

CIUDADANOS POR ARRECIFEArrecife, el reto de una ciudad

FERNANDO CEMBRANOS DÍAZBienestar, ecología yparticipación social

Carpeta: Reserva ydesarrollo sostenibleCOLECTIVO GIMARALLanzarote, Reserva de la Bios-fera. ¿Oportunidad o camelo?

ANA CARRASCOLanzarote como Reserva deBiosfera.

JOSÉ MANUEL NAREDOSobre el origen, uso y conte-nido del término "sostenible"

JORGE MARSÁ20 mandamientos para uncrecimiento insostenible

LUIS DÍAZ FERIAEl coqueto aerodinámico rocan-rol de color caramelo de ron

MIGUEL ÁNGEL MARTÍN ROSAGente, ¿cuánta gente?

REINHARD KÜHNLSociedad en transformación

ARANTXA RODRÍGUEZMujeres y el medio ambiente

Veredicto del Tribunal Interna-cional por los crímenes en Irak

EL EXTREMISTA INDISCRETOEl lagarto verde y la profecíade la homologación

LIBROSVivir mejor con menos

Cuadernosdel Guincho

Cuadernosdel Guincho

Cuadernosdel Guincho1 2 3

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144 nº 8

EDITORIALESCuadernos, un añoEstrategia, Competitividad yMarketingKioto: el clima al servicio de laeconomía

RAMIRO ARBELO¡Basta ya!

NATALIA JIMÉNEZUn final feliz para el Gran Hotel

LOUIS TURNER Y JOHN ASHLa horda dorada

DOMINGO CONCEPCIÓN GARCÍAHuelga en Medio Ambiente enLanzarote

Carpeta: IdentidadJORGE MARSÁEl pasar del tiempo

ANGEL FERNÁNDEZ BENÉITEZLa identidad reclamada

ERIC J. HOBSBAWMIdentidad

JULIO SANTIAGO OBESOIdentidad lanzaroteña

JORGE MARSÁEl supermercado de laidentidad

ELSA DE LA HOZ GONZÁLEZOtra foma de ver la identidad

MARIO ALBERTO PERDOMOMi identidad

ALFONSO SANZLos ‘sin coche’

RICARDO SANTANA SANTANAPeriodismo de investigación

NATALIA JIMÉNEZ MARSÁImaginemos el Lanzarote quenos gustaría

LIBROSEn paz con el planeta

Cuadernosdel Guincho 4

EDITORIALESNos conformamos con quecumplan la LeyConsenso político contra elmedio ambienteEl Guincho-Ecologistas enAcción: una nueva etapa

JORGE MARSÁUna obra imprescindible

EL GUINCHO-ECOLOGISTAS EN A.Historia de una farsa: la Moratoria turística

ROQUE CALERO PÉREZLa nuclearización de Marruecosy Canarias

Carpeta: BiodiversidadJOSÉ ANTONIO PASCUAL TRILLO8 preguntas para una situacióndesesperada

CARLOS J. MELIÁN, JOSÉ M.MONTOYA, MIGUEL A. RODRÍGUEZEl equilibrio de la naturalezaen medios insulares

DOMINGO CONCEPCIÓN GARCÍADossier Lanzarote

VANDANA SHIVAEl saber propio de las mujeresy la biodiversidad

EZEQUIEL NAVÍOEl comercio de vida silvestre:un mercado de alto riesgo

ÁNGEL FERNÁNDEZ BENÉITEZLa otra contaminación

JOAQUÍN SEMPERENecesidades y políticaecosocialista

FORO LANZAROTEManifiesto por la detención del crecimiento turístico

JORGE MARSÁEl nuevo aeropuerto: ¿sueño o pesadilla?

LIBROSCuadernos Worldwatch

Cuadernosdel Guincho 7

EDITORIALESPresentaciónEl aparcamiento de TimanfayaCatástrofe en Doñana

ANTONIO VERCHER NOGUERAReflexiones sobre poder ymedio ambiente

PABLO FRUTOS BETANCORTEl Poder Ambiental Insular y el miedo

CIUDADANOS POR ARRECIFEUn futuro para la Bahía deNaos

JOSÉ MANUEL NAREDOConfiguración y crisis del mitodel trabajo

Carpeta: La EstrategiaLanzarote en la BiosferaUna lectura crítica de la Estrategia

Población y convivencia

Cultura y patrimonio

La economía insular

El sistema urbanístico

La ecología insular

Los sectores ambientales clave

Sobre los fundamentosjurídicos de una estrategia dedesarrollo sostenible

Las conclusiones de El Guincho

ÁNGEL SÁNCHEZ¿Qué Canarias quiero?

ÁNGEL FERNÁNDEZ BENÉITEZSobre la utilidad de enseñar yla conveniencia de aprender

ROSA COBO BEDIALa democracia moderna y laexclusión de las mujeres

CIUDADANOS POR ARRECIFEOtra forma de construir ciudad

Cuadernosdel Guincho5/6