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  • 7/29/2019 Cuadernos del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 07 La transicin haitiana: entre los peligros y la esperanza

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    Castor, Suzy. La transicin haitiana: entre los peligros y la esperanza.En publicacin:Cuadernos del Pensamiento Crtico Latinoamericano no. 7. Buenos Aires : CLACSO,Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Abril 2008

    Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/cuadernos/castor/castor.pdf

    Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de Amrica Latina y el Caribe de la Red CLACSOhttp://www.biblioteca.clacso.edu.ar/

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    LA TRANSICIN HAITIANA:

    ENTRE LOS PELIGROS Y LA ESPERANZA*

    SUZY CASTOR

    Sociloga haitiana. Doctora en Historia. Doctora en Historia de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM).Directora del Centro de Formacin e Investigacin econmico-social para el Desarrollo

    (CRESFED-Hait).

    Tres fines de siglo turbulentos han marcado etapas importantes en la historia de Hait. Pese a su alejamiento en eltiempo y las contradicciones y objetivos diversos que los han caracterizado desde el siglo XVII, tres comienzos de siglose encuentran entrelazados con la presencia de tropas extranjeras que desempearon un papel importante en laevolucin del proceso histrico de Hait.

    A fines del siglo XVIII la sublevacin general de los esclavos en 1789 puso en marcha una de las revoluciones ms

    complejas de los tiempos modernos con sus caractersticas racial, antiesclavista, anticolonial y social, con repercusionesexcepcionales en tres continentes. Despus de una lucha titnica contra 60.000 veteranos de las conquistasnapolenicas, los ex esclavos sacuden el yugo colonial en 1804, a principio del siglo XIX, y proclaman la independencia.La revolucin se basaba en un consenso sobre la abolicin de la esclavitud, la consolidacin de la independencia y laconstruccin de un nuevo pas, el cual no exclua de ninguna manera intereses mltiples y contradicciones en la nacientesociedad. La coexistencia se impona frente a los peligros que representaban las metrpolis colonialistas, racistas yesclavistas.

    Una gran coherencia era necesaria para afrontar de manera simultnea las tareas de defensa de la libertad, de laindependencia, del desarrollo y de la integracin de una nacin en gestacin. A fines del siglo XIX, en la repblicaoligrquica consolidada durante dicho siglo, el sistema poscolonial empieza a dar signos de agotamiento. Se enfrenta alas dificultades de crecimiento y busca, en medio de muchas contradicciones, consolidar un Estado capaz de asegurar lamodernidad exigida por la segunda revolucin industrial en el campo internacional. La falta de hegemona y las

    limitaciones estructurales y sistmicas constituan factores de freno al desarrollo econmico y de la sociedad toda. Estacrisis se manifest con acuidad a principios del siglo XX en un momento en que el imperialismo naciente lleva a losEstados Unidos a considerar a toda Amrica Latina como su zona de expansin natural y al Caribe como su patiotrasero. As, en 1915, el desembarco de los marines estadounidenses inicia la ocupacin ms larga (1915-1934)de la zona Caribe-Centroamrica. La crisis de hegemona se resuelve de facto y la modernidad buscada se traduce en elorden establecido por el ocupante, a partir de un reacomodo del poder poltico con el ejrcito, recin creado, comocolumna vertebral.

    Este modelo, despus de tres decenios de funcionamiento, entr en crisis. Para mantener el statu quo, la dictaduraduvalierista de carcter personalista y oscurantista implement un sistema de poder basado en la violenciainstitucionalizada y el terrorismo de Estado. Con el refuerzo de los mecanismos tradicionales de control, Duvalierformaliz la crisis, segn la expresin de Michel-Rolph Trouillot.

    Por ltimo, a finales del siglo XX, la larga y tenaz lucha del pueblo haitiano desemboc en 1986 en la extensin deun movimiento antidictatorial sin precedentes que obliga a los aliados nacionales e internacionales del rgimen a deponera Jean Claude Duvalier para salvaguardar sus intereses. Esta nueva etapa abri una larga transicin que cubre el findel siglo XX y el naciente siglo XXI. Una vez ms, la misma se desarrolla con la presencia de una fuerza multinacional enel pas.

    *Conferencia brindada en el Seminario Internacional Las Dinmicas de la Construccin Democrtica en Hait, Amrica Latina y elCaribe organizado porLa Fundacin por la Europa de los Ciudadanos, CLACSO y la Fundacin Grard Pierre-Charles inauguradaesta ltima en el marco de este evento acadmico (26 al 28 de Septiembre de 2007- Puerto Prncipe, Hait). Publicada en la RevistaOSAL Ao VIII, N 23, abril (Buenos Aires, CLACSO).

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    LA TRANSICIN: DEL CONSENSO A LA POLARIZACIN

    En este proceso de ya 22 aos, se ponen al desnudo, como jams quizs en nuestra historia, las contradicciones yantagonismos que atraviesan la sociedad haitiana. La crisis no resuelta desde principios del siglo XX, los 20 aos desolucin impuesta de la ocupacin estadounidense y los 30 aos de un poder absoluto llegan a expresarse en formadramtica. Marcan la vida del pueblo con consecuencias no slo polticas sino tambin econmicas, sociales, culturales,psicolgicas e incluso en las pautas de comportamiento de la poblacin.

    La transicin post duvalierista tuvo un costo enorme para el pas. En sus expresiones pluridimensionales, se puedendistinguir cuatro fases que marcaron este proceso histrico.

    - De la cada de los Duvalier en 1986 a la eleccin de Jean Bertrand Aristide en 1990, los militares, herederos delrgimen, trataron de reconstituir un duvalierismo sin Duvalier. Las luchas reivindicativas y la movilizacin del pueblo y dela sociedad civil en general contra el neoduvalierismo crearon antagonismos crecientes. Los militares reprimieron pero

    fueron incapaces de dominar al movimiento democrtico y popular que, en combates difciles, marcados por avances yretrocesos, lleg a romper el empate en las elecciones del 16 de diciembre de 1990, derrotando al ejrcito y al sectorduvalierista.

    - La segunda fase comprende el gobierno de Aristide, de diciembre de 1990 a septiembre 1991, fruto del granmovimiento social. Por primera vez desde la ocupacin norteamericana, el ejrcito ya no es fuente de poder y la clasepoltica tradicional est desplazada. Los excluidos entran en escena por la va real: el sueo de participacin poltica seconquista con la legitimidad popular y constitucional en elecciones crebles. La crisis de hegemona parece hallarformalmente una salida. Durante estos 7 meses se realizan algunos progresos desde el punto de vista legal pero muypoco en lo que respecta a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Sin embargo, la sensacin no larealidad de acceso a la ciudadana y a la soberana represent un potencial que podra haberse convertido en unapalanca para avanzar en la construccin de una nacin por fin integrada. La experiencia revel rpidamente ser una

    ilusin con el violento golpe de Estado militar realizado por un ejrcito cada vez ms gangsterizado. Pese a la brutalrepresin, la resistencia popular se reforz. En plena poca de posguerra fra, el ejrcito perdi sus aliados tradicionales.Tropas estadounidenses procedieron a reponer en el poder al presidente constitucional.

    - La tercera fase corresponde al restablecimiento en el poder de Jean Bertrand Aristide y de la Fanmi Lavalas (octubre de1994- febrero de 2004). El regreso del sacerdote de los pobres trajo nuevas ilusiones y oportunidades pero tambinrupturas, derivas y perversiones. La disolucin de hecho del ejrcito constituy uno de los avances significativos de estaetapa. Sin embargo, el contenido populista del discurso presidencial y la ausencia de proyecto afectaron la legitimidad delrgimen. Al pretender poner el aparato de Estado al servicio de un hombre, el gobierno desemboc en la reproduccin detodos los viejos esquemas del pasado: abusos de poder, corrupcin, clientelismo, autoritarismo, y acentu lasdeformaciones econmicas y sociales del sistema. La desinstitucionalizacin rompi todos los diques de contencin en elseno de la sociedad y del poder, y condujo a una desagregacin social creciente, a una situacin socioeconmica cadavez ms deteriorada y a la desarticulacin de la sociedad. Se asisti a la incapacidad de gestin del poder Lavalas, JeanBertrand Aristide-Ren Prval-Jean Bertrand Aristide, con un juego de alianzas cada vez ms reducido, una disminucincreciente de la capacidad de movilizacin, una perversin sistemtica de grandes sectores ayer entusiastas. Esto tuvograves consecuencias que se reflejaron en la desilusin y la desesperacin de amplias capas de la poblacin.

    - La cuarta fase comprende la salida de la transicin (marzo 2004-febrero 2011). Muchos se preguntan si el nuevoperodo abierto con la salida de Jean Bertrand Aristide del poder no podra considerarse como la ltima etapa de latransicin. El gobierno interino de Alexandre Boniface-Grard Latortue tena como objetivo poner en marcha y hacerfuncionar el aparato del Estado completamente destruido, realizar las reformas indispensables para reforzar lainstitucionalidad y combatir la inseguridad de manera que el prximo gobierno, con toda la legitimidad que le conferiranlas elecciones, encontrase un camino allanado para poner al pas en los rieles de la modernidad y de la justicia social. No

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    cumpli con su misin. Sin embargo, pese a irregularidades evidentes que hay que deplorar, en las elecciones de

    febrero de 2006 lleg a instalar con toda legitimidad al presidente Ren Prval y al Parlamento.El actual gobierno Prval-Alexis tiene que cumplir la agenda no realizada por el gobierno interino. La poblacincansada espera entrar en la etapa de construccin, habiendo brindado un perodo de gracia de ya ms dedos aos al nuevo gobierno que est gobernando, de manera indita, sin oposicin.

    ELEMENTOS BSICOS PARA LA COMPRENSIN DEL PROCESO

    No se pueden explicar las dificultades encontradas sin referirse a algunos factores que constituyen el teln de fondodel transcurso de esta transicin.

    En primer lugar habra que referirse a la acentuacin del deterioro socioeconmico. Son conocidos los ndices quehacen de Hait el pas ms subdesarrollado del continente, el modelo amenazante a no seguir: alrededor del 56% de lapoblacin por debajo de la lnea de pobreza absoluta; una esperanza de vida de 58,1 aos; 39% de analfabetismo; 49%

    de nios sin escolarizacin; 75% de la poblacin sin acceso a agua potable. En el medio rural, solamente el 13,1% de loshabitantes llega a satisfacer adecuadamente sus necesidades de alimentos. De hecho, tal situacin resulta de laextensin del sistema de exclusin de las mayoras y de la debilidad estructural del aparato productivo, que se manifiestaen el carcter arcaico de la estructura agraria, la desestructuracin del mundo rural y la expulsin del campesino hacialas ciudades o al exterior como boat people, sin el crecimiento concomitante de otro sector econmico. Si el sectoragroindustrial no ha podido desarrollarse, tampoco se ha logrado promover la industria maquiladora, la actividad turstica,la artesana o la produccin agrcola orientada hacia el mercado interno o hacia el exterior.

    En la ltima dcada del poder Lavalas, nuevos factores facilitaron la circulacin monetaria y permitieron lasupervivencia del pas: la ayuda internacional bilateral o multilateral, remesas de divisas de los emigrados, trfico dedrogas, contrabando y especulaciones de toda clase. Sin embargo, una realidad se impone cada vez ms: el pas noproduce, mientras aumenta el consumo.

    La desintegracin econmica se vuelve general y golpea a todos los sectores sociales, beneficiando slo a ciertos

    crculos, cada vez ms reducidos. Importantes sectores de la burguesa tradicional estn desplazados; la clase media, yamuy reducida, est aplastada y las condiciones de vida de los sectores populares se tornan cada vez ms infrahumanas.Cabe destacar el aumento de los ingresos fiscales y el equilibrio macroeconmico sealadospor el Fondo MonetarioInternacional como ndices muy positivos de crecimiento durante los dos ltimos aos. Sin embargo, estos no se hantraducido en un impulso significativo a proyectos de inversin pblica, ni en las condiciones de vida de la poblacin queasiste cotidianamente a su empobrecimiento. Esta situacin contiene en s misma una violencia que podra estallar encualquier momento.

    Al mismo tiempo, en relacin a las etapas anteriores, esta transicin ofrece mayor complejidad y novedades. Enefecto, la multiplicidad de los actores que entran en el escenario, o por lo menos que adquieren cierta visibilidad,complica la vida poltica tradicional. El campesinado, que desde la ocupacin de EE.UU. haba sido excluido delescenario poltico; la poblacin de los nuevos barrios marginales, surgidos en los ltimos aos; las clases medias; loshabitantes de las provincias se enfrentan a los actores tradicionales debilitados, que son minora. La Iglesia catlica, bajoel empuje de la petite glise, de las comunidades eclesisticas de base, se haba convertido, al final de la dictadura, enlugar de reivindicacin y de accin democrtica. En los primeros aos de la transicin retrocedi en su toma deposiciones. Tiene que enfrentarse adems a la fuerte competencia de los cultos reformados. Se divide y se debilita. Elejrcito, columna vertebral del sistema, derrotado polticamente desde 1990, sobre todo despus de su absurdo golpe deEstado en 1991 contra un presidente democrticamente elegido, fue disuelto en 1994 y desapareci del escenariopoltico. Y, por ltimo, el actor internacional adquiri una dimensin aplastante en su influencia en las tomas de decisinpolticas, lo que hace desaparecer la misma nocin de soberana nacional.

    LOS EXCLUIDOS RECLAMAN SU PARTICIPACIN

    En Hait se codean dos mundos, dos modos de vida, articulados sin embargo entre s en la dinmica de

    funcionamiento del sistema social. La existencia de uno se explica por la presencia del otro. Sin embargo, por vez

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    primera, los excluidos pretenden su inclusin no slo social sino tambin poltica. Esta pretensin, muy novedosa en el

    panorama poltico, dificulta sobremanera la transicin.Las dos reivindicaciones que atraviesan esta poca, dignificar al hombre y cambiar el Estado, aunque utilizadas demanera confusa, acarrean un contenido claro. Por una parte, el respeto de la dignidad del hombre y el derecho a laciudadana para todos y, por la otra, la exigencia de un sistema poltico donde las reglas del juego y las leyes seanrespetadas y de una nueva institucionalidad que permita la realizacin de un proyecto nacional y favorezca laparticipacin real de todas las capas sociales.

    Los sectores de la burguesa y la clase poltica tradicional no llegan a vislumbrar las mutaciones que se estnoperando en el seno de la sociedad. En este contexto de una permanente y casi unnime contestacin, los mtodos decontencin, de cooptacin, de dominio y aun de represin de la elite dominante pierden su eficacia. Frente a lasdemandas de estos nuevos actores colectivos, el rgimen poltico se debilita y pone al desnudo su incapacidad degobernar, de responder a las exigencias de participacin y de bienestar de la poblacin, as como de mantener lacohesin social y su propia legitimidad.

    La marcada polarizacin de esta etapa que nace de las contradicciones y confrontaciones que sacuden esasociedad de carencia se caracteriza por una lucha poltica sumamente aguda que no deja de ser pacfica y est marcadapor la prioridad de lo poltico. Sin embargo, los incontables asesinatos polticos o de carcter colectivo, el constantedesplazamiento interno de poblacin, la emigracin masiva de boat people o de profesionales explican la granpolarizacin social que caracteriza al pas.

    El arcasmo del sistema y la incapacidad del Estado para cumplir con sus funciones nacionales promueven, demanera cada vez ms evidente, la bsqueda de una solucin a una crisis total. Esta, precisamente por su carcterhistrico-estructural y su grado de madurez, dificulta toda tentativa de recomposicin. En efecto, se da, por una parte, ladifcil renovacin del sistema socioeconmico y poltico por parte de la vieja oligarqua y la muy reciente clase poltica.Por la otra, pese a las luchas sociales renovadas, con avances notorios y retrocesos no menos considerables, elmovimiento social, potente en su esencia pero dbil en lo organizativo y en sus manifestaciones, carente de recursos, sinel motor de partidos polticos y agrupaciones estructuradas de la sociedad civil, no llega todava a dar el paso para una

    nueva estructura capaz de brindar una solucin. Ningn sector social o poltico llega todava a consolidar una direccinpoltica y econmica capaz de llevar adelante un proyecto nacional ni tampoco de resolver la cuestin de la hegemona.

    EL PESO DEL FACTOR INTERNACIONAL: LA MINUSTAH

    Cabe referirse de manera particular al peso del factor externo. La comunidad internacional ha adquirido tal presenciay fuerza en cada etapa de esta transicin que se ha convertido en un actor ya imprescindible en el panorama haitiano. Escierto que hoy la cooperacin entre los pases del Norte y del Sur se desarrolla en un mundo cada vez ms determinadopor una lgica unipolar. Pero en Hait hay que reconocer que sta asume otra dimensin, ya que la influenciainternacional es sobredeterminante en las decisiones nacionales al asegurar con la ayuda externa casi el 68% delpresupuesto nacional, adems de la presencia de 7.200 soldados, 1.500 policas y un nmero incontable de expertosciviles.

    La resolucin 1529 de febrero de 2004 adoptada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas acord, paraestabilizar Hait, el despliegue inmediato de una fuerza rpida interina seguida de una fuerza multinacional para aseguraruna intervencin a largo plazo. Esta misin internacional de mantenimiento de la paz, la MINUSTAH, era la sextadesplegada en Hait en el lapso de un decenio. Teniendo en cuenta que el problema de la seguridad en Hait constituyeuna amenaza para la paz y la seguridad internacional as como para la estabilidad en el Caribe, se considera prioritarioel objetivo de asegurar un contexto de seguridad capaz de contribuir a la normalizacin de la vida pblica, alrestablecimiento del Estado de derecho y al apoyo del proceso constitucional y poltico promoviendo los principios degobiernos democrticos y el desarrollo de las instituciones.

    No hay duda alguna de que la presencia de esta misin de estabilizacin tiene un contenido diferente de lastradicionales intervenciones militares en el continente y en Hait durante el siglo XX. Esta fuerza de paz, en el momentode su entrada en escena, haba ejercido un poder de contencin que impidi por lo menos el caos programado por el

    derrotado rgimen anarcopopulista de Jean Bertrand Aristide.

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    De todas maneras, cualquiera sea su signo, es claro que la realidad del peso de la presencia militar no solamente

    condiciona nuestro presente sino que tambin, al mismo tiempo, orienta el futuro a mediano plazo. En el marco de esteencuadramiento supranacional es necesario reconocer una gran disminucin de la capacidad de los principalesprotagonistas nacionales y del ejercicio de la soberana. Pese a ello, de vez en cuando se elevan voces que hablan de lanecesidad de una verdadera ocupacin en forma clsica o la puesta bajo tutela sin tapujos alegando la incapacidad delos haitianos.

    Es interesante sealar que por primera vez los pases de Amrica Latina se han comprometido militarmente en unpapel importante en el continente. Esto, sin embargo, corresponde a una tendencia general de las Naciones Unidas. Detodas maneras, para asegurar lo ms pronto posible el regreso a la normalidad, la presencia de la MINUSTAH tiene quecontribuir principalmente al establecimiento de la seguridad y a la profesionalizacin de la polica.

    LA SEGURIDAD Y EL INDISPENSABLE DESARME

    En coordinacin con las fuerzas de la Polica Nacional Haitiana (PNH), la MINUSTAH debe llegar a desarrollar unaestrategia eficaz para combatir la inseguridad y llegar al desarme. Esta problemtica se ha convertido en uno de lospuntos ms importantes en la actual coyuntura. No nos referimos a una situacin de inseguridad, caracterstica de la vidaurbana contempornea, ni al problema crnico del pequeo bandidismo debido en gran parte a la miseria y el deteriorodel pas. Consideramos aqu ms bien una situacin que empez desde septiembre 2004, circunscrita primero a PuertoPrncipe y que ya se extiende a las principales ciudades de provincia.

    Los actores son diversos. Primero estn los chimres partidarios de Jean Bertrand Aristide. Han evolucionado haciauna estructura propia y ocupan las principales zonas de tugurios y ciertas partes de la zona metropolitana,transformndolas, durante mucho tiempo, en zonas fuera de ley. A ellos se agregaron otros actores con mviles noprecisados en los que se entrecruzan intereses a la vez econmicos, polticos y mafiosos. Aqu hay que mencionar demanera especial los delincuentes condenados por la justicia de EE.UU. y en menor medida canadiense, los cualessistemticamente, al salir de prisin, son deportados hacia Hait, su pas de origen. Es intil subrayar las consecuencias

    de estas presencias en un pas que sufre la ausencia de infraestructura para la recepcin de estos criminales, a menudopeligrosos y muy sofisticados en sus mtodos.

    En el transcurso de estos cuatro aos estos grupos se han consolidado, introduciendo nuevas formas de inseguridadtales como el secuestro, hasta entonces desconocido en Hait. La impotencia y desesperacin que agobian a ampliascapas de la poblacin crean un crculo vicioso; aumentan el sentimiento de inseguridad abriendo ms camino a lossecuestradores al cerrar un crculo de psicosis: violencia-inseguridad-impunidad- violencia. La MINUSTAH, al revelar suincapacidad para combatir de manera eficaz esta inseguridad, llev al cuestionamiento de la pertinencia de su presenciaen el pas y alimenta la sensacin de tarea no cumplida.

    La segunda tarea de la MINUSTAH, considerada tambin una prioridad, se refiere a la urgente estructuracin yprofesionalizacin de una polica nacional al servicio de la sociedad. Es evidente que, mientras la polica nacional nollegue a asumir verdaderamente su papel, ser difcil para la nacin recuperar su plena y entera responsabilidad de lacosa pblica y programar la retirada de las fuerzas militares de la MINUSTAH.

    No corresponde narrar aqu la historia de la PNH, surgida despus de la disolucin del ejrcito por Jean BertrandAristide en 1994. Una vez disuelto el ejrcito, la constitucin de la polica goz de una gran popularidad y de un apoyoentusiasta de los jvenes y de la poblacin en general. La formacin de una polica profesional al servicio de la poblacinfue un intento fallido en 1995 y conllev en su evolucin las vicisitudes y taras de su gnesis. Rpidamente dicha policafue pervertida, por una parte, por la sobrepolitizacin a partir del poder y, por otra, por la lucha mafiosa que se libr paracontrolarla. El reclutamiento favoreci las esferas de influencia existentes y consolid otras provenientes de lasestructuras del antiguo ejrcito y de los nuevos gobernantes.

    As, despus del 29 de febrero de 2004, se explica el verdadero derrumbe de esta institucin como consecuencia dela politizacin, la corrupcin, la desinstitucionalizacin y la presencia de grupos mafiosos. Una de las prioridades de estemomento fue la profesionalizacin de la PNH. La opacidad con la cual el gobierno interino y la MINUSTAH realizaron lareforma no hizo avanzar ni la reestructuracin ni la depuracin que el pas esperaba.

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    Hoy el enderezamiento de la polica nacional, pese a la presencia de policas honestos, capaces y animados, con

    buen espritu de cuerpo, debe afrontar dificultades tales como el antagonismo militares-policas, los resabios decomportamientos del antiguo ejrcito, la existencia de cuadros corruptos, las rupturas de las cadenas de mando, ladisfuncin de la justicia haitiana, las carencias materiales, la lentitud de la depuracin, etctera. Desde la llegada delgobierno Prval-Alexis, se tomaron ciertas medidas para responder a la urgente estructuracin de la PNH. Hay queesperar los resultados.

    Frente a esta situacin, regresa de manera reiterada la cuestin de la reconstitucin del ejrcito. En estos tiemposde inseguridad, la poblacin, sufriendo de amnesia en relacin al comportamiento de los miembros de las FuerzasArmadas, las ve como las nicas capaces de asegurar el orden. Esta consideracin tan compleja gana ms y msterreno. Se ha olvidado rpidamente que el ejrcito en Hait tena de hecho un 10% de funciones militares y un 85% defunciones de polica. Es cierto que se impone estudiar en el seno de la PNH la presencia de unidades especializadaspara la vigilancia fronteriza, as como para combatir la gran delincuencia.

    Sin embargo, la reconstitucin del ejrcito, adems de sus implicaciones polticas y relativas a los derechos

    humanos, representara un regreso al pasado y una carga econmica tan pesada que no dejara de repercutir sobrecualquier proyecto de desarrollo nacional. De all la urgente necesidad de un acuerdo nacional sobre este tema. Con elfin de reforzar la seguridad pblica, se impone esa profesionalizacin de la polica, evitando los errores de un pasadotodava reciente.

    Desde su llegada al poder, el gobierno Prval-Alexis y gran parte de la opinin pblica haitiana consideran que unaredefinicin de la misin y de la orientacin de la MINUSTAH hubiese sido conveniente.

    Pese al peligro de retorno a bolsones de inseguridad y de no mans land1 en ciertos puntos de Puerto Prncipe, Haitno es un pas en guerra o en situacin de posconflicto. Sera importante cambiar este enfoque de la misin as comoreducir las fuerzas militares de la MINUSTAH y reemplazarlas por policas. Naturalmente este punto, ms all de lasconsideraciones haitianas, puede no entrar en la rutina de la propia estructura administrativa de las Naciones Unidas.

    En esta misma perspectiva, con las consideraciones de reconstruccin democrtica y de contribucin efectiva aldesarrollo econmico y social de Hait expresadas en la resolucin 1542 del 30 de abril de 2004, la presencia de las

    tropas tendra que desembocar en una operacin de solidaridad de amplia visin susceptible de acompaar a Hait,nacin pionera de la emancipacin continental, en su empresa de institucionalizacin y desarrollo duradero. Las sumasconsiderables dedicadas al mantenimiento de la paz tendran que orientarse en gran parte hacia la construccin de lanacin y hacia un apoyo y una ayuda estructurantes.

    LOS DESAFOS DEL NUEVO GOBIERNO PRVAL-ALEXIS

    El gobierno actual se enfrenta a un desafo gigantesco: realizar al mismo tiempo la modernizacin institucional delEstado y del sistema poltico, el desarrollo econmico, la justicia social y la ciudadana para todos en el contexto de lapresencia extranjera. El gobierno tiene que sortear los obstculos y crear las condiciones de la reconstruccindemocrtica, la satisfaccin de las necesidades de la poblacin y de la solucin de los problemas de la soberana, lainseguridad, la impunidad, la corrupcin, etctera.

    Con mucha angustia surge la siguiente pregunta: estar el gobierno a la altura de tal proyecto histrico? Despusde dos aos en el poder de este nuevo equipo gubernamental esta pregunta encierra muchas incertidumbres, pero a lavez permite conservar alguna esperanza frente al futuro.

    Se evidencian algunos avances. En efecto, diversos documentos tratan de plantear las lneas de accin delgobierno, tales como el Document de Strategie Nationale pour la croissance et la reduction de la pauvret 2008-2010.Se puede sealar tambin la no utilizacin de la represin para combatir a los adversarios o como medio paramantenerse en el poder, arma poltica muy comn hasta hace poco, lo cual tiene un enorme impacto positivo en lapoblacin. Todava ms, el recurso a un gobierno plural, con ministros de otras formaciones polticas, aun cuando nollega todava a plasmarse en un equipo gubernamental coherente y a reflejarse en la realidad, muestra la bsqueda de

    1 Se denomina de este modo a las zonas sin control estatal.

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    un nuevo camino. Este hecho representa una ruptura con las actitudes tradicionales de nuestros gobernantes, aun

    cuando se manifiestan en el funcionamiento del gobierno los defectos del presidencialismo, que tiene gran resistencia ennuestro pas.La formacin de comisiones presidenciales sobre algunos problemas nacionales para incluir la participacin de la

    sociedad civil, pese a su indefinicin y su eventual duplicacin de los ministerios, tiende a incluir a importantes sectoresno estatales alrededor del gobierno. Ya han pasado dos aos de gobierno, estamos todava en un principio, y en unaespera.

    En efecto, grandes peligros se ciernen sobre este fin de transicin, sobre todo al considerar la voluntad polticaexistente en relacin con las capacidades reales de accin o la eficacia para abrir nuevos senderos. Es imposibleemprender la reconstruccin nacional y enfrentar la urgencia econmica en una situacin de atona. Sin embargo, staha durado ya demasiado tiempo durante estos dos aos. La poblacin no experiment mejoras en sus condiciones devida y, lo que es ms grave, asiste a su empobrecimiento acelerado. En diversas ocasiones el gobierno ha reiterado suincapacidad para resolver este problema. La multiplicacin de recriminaciones de toda clase y las protestas en contra de

    la caresta de la vida, si no son atendidas, pueden desembocar en la desestabilizacin del poder con consecuenciasgraves.

    En realidad, se ha recorrido un largo camino durante la transicin. Gracias a la conciencia de la gravedad de lasituacin nadie reclama la magia de una solucin inmediata pero s se exige el primer paso que d confianza paraemprender el camino por cierto largo hacia la solucin. Se puede adelantar que parece existir un acuerdo tcito eneste aspecto en el seno de todos los sectores sociales.

    Se exige la manifestacin de una direccin poltica que proyecte el cambio. Y all se manifiesta una ausencia que dapie a todos los interrogantes. La resolucin de la problemtica de la direccin poltica adquiere un peso insospechado enlas circunstancias actuales. El arcasmo del sistema poltico y la incapacidad del Estado para cumplir sus funcionesproyectan de manera evidente la necesidad de la modernizacin del Estado y del sistema poltico. Esto se debe nosolamente al papel que siempre ha tenido el Estado en la estructuracin de nuestra sociedad, sino tambin al hecho deque la salida de esta crisis pasa por el reforzamiento de las estructuras del Estado, la institucionalizacin, el

    funcionamiento de los partidos polticos, la organizacin de la sociedad civil, la existencia de la ciudadana para todos yla voluntad poltica necesaria para emprender las reformas indispensables para la construccin de la nacin. Si bien escierto que la institucionalizacin no puede constituir el nico elemento para promover el desarrollo, el Estado tiene queponer en marcha el cambio. Tiene que ser la locomotora y evitar que la comunidad internacional lo sustituya.

    Por ello el tema de la refundacin nacional se ha transformado en uno de los conceptos clave de este perodo. Pesea las interpretaciones o las posiciones muy diversas sobre las causas y la naturaleza de los problemas, as como sobrelas alternativas para resolver la problemtica del anacronismo social, econmico y poltico en una renovacin necesaria yurgente de las bases de las naciones, un acuerdo tcito parece existir en el seno de los sectores sociales.

    En este momento cargado de todos los peligros pero tambin de todas las esperanzas, el futuro depender de larespuesta a los desafos del presente.

    Bibliografa

    Castor, Suzy 2006 La difficile sortie dune longue transition en Shamsie, Yasmine y Thompson, Andrew S. (eds.) Haitifor a fragile state (Toronto: Wilfrid Laurier University Press).