CUADERNILLO SOBRE CATEQUESIS Nº8

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Catequesis 8 57 La catequesis con adultos Instituto Superior de Ciencias Catequéticas. San Pío X José María Pérez Terminamos esta serie de artículos sobre las principales etapas de la catequesis hablando de la más importante, la catequesis con adultos. Pero, ¿es de verdad la catequesis con adultos la más importante? Si hacemos caso a los documentos eclesiales esto es así, podemos encontrar algunos ejemplos: “Continuando la serie de destinatarios de la catequesis, no puedo menos de poner de relieve ahora una de las preocupaciones más constantes de los Padres del Sínodo, impuesta con vigor y urgencia por las experiencias que se están dando en el mundo entero: se trata del problema central de la catequesis de adultos. Esta es la forma principal de la catequesis porque está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada” (Catechesi Tradendae 43) “La catequesis de adultos, al ir dirigida a personas capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada como la forma principal de catequesis, a la que todas las demás, siempre cier- tamente necesarias, de alguna manera se ordenan. Esto implica que la catequesis de las otras edades debe tenerla como punto de referencia, y articularse con ella en un proyecto catequético coherente de pastoral diocesana” (Directorio General de la catequesis 59) “Esta prioridad no puede limitarse a la dedicación de la catequesis de niños. En el servicio a cualquiera de las etapas de la vida del hombre, la Iglesia deberá conceder una atención prioritaria a la acción catequética. Particularmente, en nuestras circunstancias, la catequesis de adultos constituye una ne- cesidad de primer orden” (Catequesis de la comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España hoy, Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, n. 37) Esta es la teoría, ¿y la práctica? ¿Es la catequesis con adultos una prioridad en nuestra pastoral cate- quética? LUCES Y SOMBRAS DE LA CATEQUESIS CON ADULTOS Quizás la primera sensación que tengamos es que en estos momentos casi todas las fuerzas de la ca- tequesis se centran en los niños. Quizás sea verdad pero tampoco podemos decir que sea inexistente, ya que con la etiqueta de catequesis con adultos se engloban una serie de actividades realizadas en parroquias, centros escolares, movimientos, grupos, etc. Así por ejemplo es catequesis con adultos Andrey Shadrin.Shutterstock

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La catequesis de adultos

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Catequesis 8

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La catequesis con adultosInstituto Superior de Ciencias Catequéticas. San Pío XJosé María Pérez

Terminamos esta serie de artículos sobre las principales etapas de la catequesis hablando de la más importante, la catequesis con adultos. Pero, ¿es de verdad la catequesis con adultos la más importante? Si hacemos caso a los documentos eclesiales esto es así, podemos encontrar algunos ejemplos:

“Continuando la serie de destinatarios de la catequesis, no puedo menos de poner de relieve ahora una de las preocupaciones más constantes de los Padres del Sínodo, impuesta con vigor y urgencia por las experiencias que se están dando en el mundo entero: se trata del problema central de la catequesis de adultos. Esta es la forma principal de la catequesis porque está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada” (Catechesi Tradendae 43)

“La catequesis de adultos, al ir dirigida a personas capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada como la forma principal de catequesis, a la que todas las demás, siempre cier-tamente necesarias, de alguna manera se ordenan. Esto implica que la catequesis de las otras edades debe tenerla como punto de referencia, y articularse con ella en un proyecto catequético coherente de pastoral diocesana” (Directorio General de la catequesis 59)

“Esta prioridad no puede limitarse a la dedicación de la catequesis de niños. En el servicio a cualquiera de las etapas de la vida del hombre, la Iglesia deberá conceder una atención prioritaria a la acción catequética. Particularmente, en nuestras circunstancias, la catequesis de adultos constituye una ne-cesidad de primer orden” (Catequesis de la comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España hoy, Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, n. 37)

Esta es la teoría, ¿y la práctica? ¿Es la catequesis con adultos una prioridad en nuestra pastoral cate-quética?

LUCES Y SOMBRAS DE LA CATEQUESIS CON ADULTOS

Quizás la primera sensación que tengamos es que en estos momentos casi todas las fuerzas de la ca-tequesis se centran en los niños. Quizás sea verdad pero tampoco podemos decir que sea inexistente, ya que con la etiqueta de catequesis con adultos se engloban una serie de actividades realizadas en parroquias, centros escolares, movimientos, grupos, etc. Así por ejemplo es catequesis con adultos

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reuniones de padres, grupos de refl exión, cursos prematrimonia-les, itinerarios catecumenales, ciclos de conferencias, progra-mas de radio, círculos bíblicos, grupos de vida ascendente, etc. Es ilusionante que muchas per-sonas que se acercan a nues-tros ámbitos demanden forma-ción, que muchas personas que se apartaron de la fe hace años vuelvan de nuevo a interesarse por ella, que adultos pidan los sacramentos de iniciación, que en algunas parroquias y en mu-chos movimientos los grupos de adultos sean prioritarios, que todavía mínimamente se reali-cen experiencias de diálogo con personas no creyentes o en bús-queda, que muchos tengan un especial interés por los estudios bíblicos…

Si esto es ilusionante, la realidad más habitual es que la cateque-sis con adultos sea la gran olvi-dada. Hoy muchas de nuestras parroquias, colegios, centros pastorales no tienen este tipo de catequesis por desinterés de los posibles destinarios y porque nuestras estructuras eclesiales están más pensadas para una Iglesia de cristiandad que para una Iglesia misionera donde hay que saber motivar y atraer a las personas.

En algunos lugares sí que se hace de forma bien preparada, interesante e interpelante para los adultos pero en otros ámbi-tos no se obtienen los resultados apetecidos por diversos motivos. Siguiendo a Emilio Alberich indi-co algunos puntos problemáticos y motivos de preocupación: la superfi cialidad y la improvisa-ción con iniciativas no bien pre-paradas; la falta de perspectiva misionera, sólo hay catequesis con adultos para las personas que ya practican, con escasa atención a los alejados; el perfi l mayoritario de los que participan en estas actividades son en Es-paña: mujer, clase media y más

de 50 años; en algunas de estas catequesis se tratan a los destinatarios como niños sin tratar temas importantes con un estilo clerical y paternalista; el mensaje de estas catequesis aparece en muchas ocasiones lejano a la vida y la cultura de las personas.

CATEQUESIS DE ADULTOS: UN AUTÉNTICO RETO

A pesar de toda esta problemática hay que apostar en la Iglesia seriamente por esta catequesis. Sin embargo, aquí nos encontramos con un problema bastante impor-tante. ¿Qué objetivos nos proponemos al hacer catequesis con adultos? Algunas prácticas pueden llevar a metas no apropiadas como: utilizar la catequesis de adultos para la adaptación e integración de las personas en la institu-ción eclesial, o bien, para suplir la falta de sacerdotes o vocaciones consagradas, o por último, ser utilizada para absorber o neutralizar las voces incómodas, las instancias críticas. En el fondo, en ciertos ámbitos eclesiales, ¿no se tiene cierto miedo a los adultos?

El gran catequeta francés Joseph Colomb decía en su clá-sico manual de Catequética lo siguiente: “¿Hay que ir más lejos, hasta el inconsciente y decir que acaso haya en al-gunos cierto miedo a que el conocimiento más total del misterio cristiano, de extenderse en la masa de los fi eles, haría más delicado el gobierno de la comunidad cristiana? Nada tendría de extraño este modo de pensar, si es cierto que el problema de la enseñanza religiosa de los adultos

Es ilusionante que muchas personas que se acercan a nuestros ámbitos demanden formación, que muchas

personas que se apartaron de la fe hace años vuelvan de nuevo a

interesarse por ella, que adultos pidan los sacramentos de iniciación... pero la

realidad más habitual es que la catequesis de adultos sea la gran

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está íntimamente ligado al de la promoción de los laicos, que se sabe plantea y planteará múltiples problemas. Lo cierto es que enton-ces tropezaría con un temor muy antiguo de un pensamiento más consciente, más lúcido, capaz de crítica”.

Si queremos que la catequesis de adultos sea lo que debe ser una verdadera catequesis en la línea de la renovación catequética de ins-piración conciliar, que sea “con adultos” que suscite creyentes adultos en una Iglesia adul-ta y que sea para el “hombre de hoy”, es de-cir repensada en las coordenadas religiosas y culturales del mundo actual.

MOTIVAR Y CONVENCER, CLAVES PARA HACER CATEQUESIS CON ADULTOS

Uno de los puntos fundamentales para tra-bajar con adultos es la motivación y la capa-cidad de convicción para participar en estas iniciativas. No solamente tienen que estar motivados los destinatarios, sino que tam-bién lo tienen que estar los agentes de esta catequesis. Si el obispo y los sacerdotes, por ejemplo, no están animados para que la ca-tequesis con adultos sea una urgencia en los planes pastorales diocesanos o parroquiales es muy difícil que se realice con éxito.

Voy a indicar a continuación algunos consejos que nos ayuden a refl exionar sobre este tema de la motivación:

El adulto se siente motivado a emprender ini-ciativas que le resulten necesarias y útiles; y tiene que ser una utilidad inmediata. No le entusiasma mucho la perspectiva lejana (en-riquecerse intelectualmente, formar la men-te, completar un programa…).

Lo que estimula a un adulto es solucionar un problema concreto, piensa en sus problemas. A veces nos sorprendemos del abandono de algunos adultos de ciertos programas de for-mación, quizás la causa sea que los progra-mas realizados por los agentes no responden a las necesidades de los destinatarios. De ahí la gran importancia de las encuestas y eva-luaciones de las diferentes prácticas.

Los adultos que están más formados de-sean más formación…, y formación de más calidad.

Cuando los procesos formativos se alargan se va perdiendo fuerza y validez. Es, por lo tanto necesario, un proceso de revisión para hacer de nuevo atractivos esos con-tenidos.

A veces, los adultos no te cuentan las ver-daderas motivaciones por las que acuden a las diferentes actividades. Por ejemplo, una demanda de formación puede encu-brir el deseo de encontrarse con otros cre-yentes para compartir una experiencia de vida.

¿De qué manera podemos motivar a los adultos? Debemos inculcar la idea de que la formación permanente es esencial en la vida y que por lo tanto nuestra propia for-mación es siempre una tarea abierta:

Porque las rápidas transformaciones de la sociedad actual, el fenómeno de la globa-lización, la situación de complejidad hacen necesaria más que nunca la formación.

Porque crece por todas partes el fenómeno de la obsolescencia (envejecimiento pre-maturo de los conocimientos y capacida-des) a causa del enorme desarrollo cultu-ral y tecnológico.

Porque se acentúa la crisis de la función educativa y evangelizadora de los adultos en relación con las generaciones jóvenes. Los adultos deberán formarse para dar respuestas a las demandas y situaciones de las nuevas generaciones.

Por la necesidad de afrontar las diferen-tes etapas, períodos o fases de la vida del adulto, las crisis, la incidencia de aconte-cimientos signifi cativos o cruciales en la vida del adulto, unos que son previsibles y otros que no lo son.

Por la urgencia de madurar en la fe no so-lamente en aspectos nocionales sino que

Uno de los puntos fundamentales para trabajar con adultos es la motivación y la capacidad de convicción para participar en

estas iniciativas

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ligiosa porque están más ocupados en otros aspectos más interesantes: búsqueda de pareja, cuidado de los hijos, tiempo libre, cuidado personal, deporte… Están muy poco presentes en el voluntariado pastoral. Su pre-sencia en centros eclesiales es más bien esporádica y ocasional, pueden ser la preparación del matrimonio, la iniciación sacramental de los hijos, algún acontecimien-to familiar…

Estamos en una etapa de vacío pastoral… ¿Cómo intere-sar a estas personas? Una posible opción sería la de tra-tar y abordar temas y contenidos más cercanos a estos adultos como: el redescubrimiento y profundización de la fe, de cara a las decisiones de la vida; la visión cristia-na del amor y la familia; visión cristiana de la profesión y el compromiso en el mundo.

La edad madura (entre los 35-55 años)

En esta etapa de la vida aumentan las responsabili-dades. Según palabras de Erikson el reto mayor es la fecundidad, es decir, la capacidad de estar en relación vital con los demás, más allá de la familia y los amigos; sentirse responsable del futuro y del mundo en que se tendrá que vivir. Esto lleva a una mayor preocupación por el bien de los demás y el compromiso por mejorar el mundo.

Pero es una época problemática, responsable de varias generaciones (hijos, padres), en una época crítica (crisis

hoy se subraya el carácter global y existencial de la actitud de fe y la continuidad de un proceso de maduración, humana y cristiana, que debe acompañar al adulto hacia la meta de una fe persona-lizada y autónoma.

LA CATEQUESIS CON ADULTOS Y SUS ETAPAS

Por la dimensión de este artícu-lo no podemos llegar a hablar de las interesantes teorías de psicólogos como Erik Erikson y Daniel Levinson desde la psico-logía general y de James Fowler y Fritz Oser en el campo de la psicología religiosa. Pero si que nos van a servir para poder ha-cer una clasifi cación por etapas de la larga andadura de la vida del adulto. Como ya hemos di-cho en muchas ocasiones para realizar una buena catequesis es necesario conocer a los destina-tarios y, por supuesto, no es lo mismo la catequesis que se da a un joven adulto recién casado que a una persona de la tercera o cuarta edad.

El joven adulto (hasta los 35 años)

Es una etapa en la vida donde se deben afrontar varios retos im-portantes: crear relaciones pri-vilegiadas, defi nir el propio ideal de vida, adquirir autonomía. En el ámbito religioso faltan convic-ciones claras y en muchas oca-siones, se está al margen de la institución religiosa.

Es la época de toma de decisio-nes y el rechazo de cualquier im-posición. Algunos se refugian en nuevos movimientos espirituales o en grupos religiosos muy es-tructurados caracterizados por la rigidez institucional, las convic-ciones simples y el tono emotivo.

Pero en general, es tiempo de alejamiento. No quieren ser tra-tados como niños y tienen me-nos tiempo para la práctica re-

Estamos en una etapa de vacío pastoral... ¿cómo interesar a estas

personas? Una posible opción sería la de abordar temas más

cercanos, como el redescubrimiento y profundización de la fe, la visión

cristiana del amor y la familia, la visión cristiana de la profesión y el

compromiso en el mundo

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profundizar la fe; prepararse a la muerte; participar en la vida de la comunidad.

Algunas características generales del adulto y su aprendizaje

Para realizar una buena catequesis de adultos será de buena ayuda conocer las posibilidades de aprendizaje. Los estudios psicológicos nos han ayudado a dar res-puesta a esta pregunta.

El debilitamiento del oído y de la vista y la paulatina pérdida de memoria. A la hora de hablar debemos te-ner en cuenta que una persona puede perder mucha comprensión y esto puede provocar frustración y aisla-miento.

El joven mira el tiempo hacia adelante, mientras que el adulto sobre todo después de los 50 años mira lo que “queda hasta morir”. El tiempo pasa más de prisa. Lo valora más y desea obtener resultados inmediatos.

Cuanto más mayor hay que dar más tiempo para apren-der. Las respuestas son más lentas, pero no quiere de-cir que sean peores. En términos generales, los adultos participan voluntariamente en las iniciativas formativas, esto tiene un efecto positivo ya que están más moti-

de los 40) y en una situación de autoridad cuestionada y de identi-dad incierta. Surgen en la vida las “grandes cuestiones” con el posi-ble resurgir del interés religioso. Se da en esta época un posible retorno a lo religioso. A partir de los 50 años personas que “ya han criado a los hijos” tienen una ma-yor disponibilidad para acudir a cursos, catequesis y animar algún grupo de catequesis. Destacan varios temas signifi cativos: la cri-sis de la edad mediana; el sentido de la vida; la sabiduría cristiana; la lectura cristiana de la vida, el compromiso en el mundo, etc.

Es una época con grandes posi-bilidades aunque estando siempre presente las difi cultades propias como la autosufi ciencia, el miedo a cambiar, las crisis…

La tercera edad

En esta fase emergen nuevos va-lores, posibilidades y virtudes: la sabiduría prevalece sobre las capacidades físicas. Es una épo-ca donde se necesita reforzar las relaciones con los demás. La dis-minución de las fuerzas físicas y la perspectiva de un fi nal cercano llevan a revisar el pasado. El reto consiste en la capacidad de re-conciliarse con el propio pasado y asumirlo adquiriendo la virtud de la sabiduría.

Desde el punto de vista pastoral esta etapa tiene muchas posibili-dades. En algunas personas po-seen hasta 20 años o más de bue-nas condiciones físicas en las que todavía se pueden hacer muchas cosas, entre ellas formarse y for-mar. Es lamentable como algunas personas desaprovechan las po-sibilidades que la vida les ofrece después de la jubilación laboral.

En el horizonte catequético sur-gen algunas tareas: proporcionar apoyo físico, emotivo, intelectual y espiritual; usar bien el tiempo a disposición; comprender y acep-tar las limitaciones de la edad;

En el horizonte catequético, la etapa de la tercera edad tiene muchas

posibilidades... proporcionar apoyo físico, emotivo, intelectual y

espiritual; usar bien el tiempo del que se dispone; comprender y aceptar las

limitaciones de la edad; profundizar en la fe; prepararse a la muerte,

participar en la vida de la comunidad

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vados a la hora de formarse, pero si pierden esta motivación abandonan de inmediato.

Los adultos tienen resistencia al cambio y “formarse es cambiar”. Algunos han adquirido sus conocimientos después de un gran esfuerzo personal o bien creen en ello desde hace muchos años y les resulta muy complicado cambiar. Hay personas que durante muchos años participan en la formación pero no cam-bian nada porque todo cambio les pro-duce inseguridad.

Los adultos, como hemos visto anterior-mente, buscarán la respuesta práctica a su problema. Esto les llevará en muchas ocasiones a preocuparse exclusivamen-te por el “saber hacer”, olvidándose del “ser”. En algunos casos será interesante reforzar las motivaciones o incluso cam-biar esas motivaciones.

Hay que tener en cuenta la experien-cia del adulto. Este pensamiento de J. Nowles nos ayuda a comprender mejor esta idea: “Cada vez que la experiencia de los adultos es ignorada o minusvalo-rada, ellos lo sienten como un rechazo, no sólo de su experiencia, sino de ellos mismos como personas”. No implicar a los adultos en su proceso de formación es un grave error. Hay que respetar su condición de adulto y por esto es capital la negociación y la corresponsabilidad. Una de las causas mayores de insatis-facción y abandono de los adultos en la catequesis de adultos es por esta razón. En muchas propuestas se da ya por he-cho el programa sin tener en cuenta la opinión de los adultos.

Los adultos saben esconder sus emocio-nes y sentimientos. Pero su emotividad sigue estando presente. El adulto puede pasar en momentos por sensaciones de amor-simpatía y al cabo de tiempo de cólera y frustración, de miedo e inse-guridad. El adulto también tiene mie-do al ridículo o al fracaso. También el adulto puede esconder sus verdaderas motivaciones a la hora de realizar su formación. Estos aspectos deben ser fundamentales para ver cuál debe ser el talante del animador y para la dinámica de relación del grupo.

ASPECTOS A TENER EN CUENTA A LA HORA DE PROGRAMAR LA CATEQUESIS DE ADULTOS

Si para la catequesis de niños o para la catequesis de confi rmación con adolescentes y jóvenes los ob-jetivos, los contenidos y la metodología están más o menos señalados en los materiales de la catequesis, en la de adultos estos aspectos de la programación no son tan claros. De ahí que es difícil encontrar manuales y materiales para la catequesis.

En los años postconciliares muchos han sido los in-tentos para formar a los adultos. Desde las Con-ferencias Episcopales de diferentes países se han escrito voluminosos catecismos destinados a los adultos como el famoso Catecismo holandés (1966), el italiano (1981), el alemán (1985), “Esta es nues-tra fe” (1986) de la Conferencia Episcopal Española, “El libro de la fe” de la Conferencia Episcopal Belga o el “Catecismo de adultos” (1991) de los obispos franceses. A nivel universal, se inició en 1985 la pre-paración del Catecismo Universal de la Iglesia católi-ca que culminó con su publicación en 1992. A partir de allí algunas Conferencias Episcopales han elabo-rado nuevos catecismos de adultos, que siguiendo el Catecismo Universal, se adaptan a la realidad cultu-ral y social de los pueblos.

También grandes teólogos que han publicado libros de teología se sintieron llamados a hacer sus sínte-sis de fe en obras más asequibles al gran público. Aquí podemos destacar a “La esencia del Cristianis-mo” (L. Maldonado), “Curso fundamental sobre la fe” (K. Rahner), “Introducción al cristianismo” (J. Ratzinger), “Lo que nosotros creemos” (T. Schnei-der), “Credo” o “Ser cristiano” (H. Küng), “Introduc-ción a la fe” (W. Kasper), etc.

Todos estos loables esfuerzos se centraban en algo muy necesario la “inteligencia de la fe” pero como hemos repetido en muchas ocasiones la catequesis

Hay que tener en cuenta la experiencia del adulto. “Cada vez que la experiencia de los adultos

es ignorada o minusvalorada, ellos lo sienten como un rechazo, no sólo de su experiencia, sino de ellos mismos como personas” (J.

Nowles)

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no solamente se ocupa de lo intelectual sino que se debe ocupar de la madurez en la globalidad de la persona y para conseguirlo este esfuerzo debe ser mu-cho más amplio que solamente asimilar unos determinados contenidos.

A la hora de hacer una programación debemos tener en cuenta cuáles son los objetivos que nos planteamos. En defi -nitiva, la catequesis de adultos nos lleva a hacernos preguntas muy importantes que nos señalarán los objetivos: ¿qué tipo de creyente queremos en el futu-ro?, ¿qué modelo de comunidad? y ¿qué proyecto de Iglesia? Pero estas tres pre-guntas tienen que responderse en las situaciones concretas de cada lugar.

Para alcanzar esos objetivos se debe hacer una selección de contenidos ade-cuada que tendrá en cuenta lo siguien-te:

-Se seleccionarán en función de los ob-jetivos generales. Serán distintos en un proyecto de preparación al matrimo-nio o en un itinerario catecumenal, por ejemplo.

-Estos contenidos serán signifi cativos. El adulto siente la necesidad de que en la catequesis se traten los problemas reales de la vida para que se iluminen desde la fe.

-Que sean maduros. No una catequesis infantilizadora.

-Que los contenidos estén actualizados. El adulto no tolera que le oculten los problemas. Desea intervenir y opinar. Si se mantiene un carácter autoritario y dogmático pueden haber problemas.

-Que se sientan partícipes de la búsque-

da común. No dejarlo relegado al papel de simple destinatario. Fomentar la pedagogía de la creativi-dad.

-Que se atienda a la jerarquía de verdades. Hay que saber distinguir entre lo importante y lo secundario.

-Inculturada. Adaptada a la realidad concreta.

-Importancia del lenguaje con la primacía del lenguaje bíblico, utilización de lenguajes que se prestan a la comunicación de experiencias y el uso de los nuevos medios informáticos.

-En un ambiente de diálogo y la sincera aceptación del pluralismo. Hay que educar a los creyentes en este aspecto para que puedan dialogar con respeto ante personas que no comparten las propias convicciones.

-Las técnicas y metodologías que se empleen con la catequesis de adultos deben ser muy variadas y siempre en relación con los objetivos planteados. Aquí se pueden citar una gran variedad: conferencia/exposición, relación de síntesis o presentación, tiempo de preguntas, fórum, debate, discusión, mesa redonda, panel, intercambio de experiencias, método de casos, rol-playing, análisis de experiencias, demostración, brainstorming, lectura, trabajo sobre el texto, cineforum, video, visita, producción creativa, acción concreta…

Una última palabra sobre los catequistas de adultos. En el próximo y último número de esta serie de pliegos hablaremos de los catequistas con mayor profundidad, simplemente decir que el catequista que trabaja con adultos debe tener unas cualidades y actitudes distintas a otros catequistas. Regla fundamental es que no se debe adoptar una forma de intervención contraria al grupo. Ejemplos muy típicos pueden ser: actuar “contra” los participantes, “bajo” su dirección, o sustituyéndose a ellos, o bien “por encima” de ellos. El estilo de animación que mejor favorece la maduración de la fe es desde luego el de “trabajar con” los miembros del grupo. De ahí que es mejor hablar de catequesis CON adultos que catequesis de adultos.

A la hora de hacer una programación se tendrá en cuenta: ¿qué tipo de creyente queremos en

el futuro? ¿qué modelo de comunidad? ¿qué proyecto de Iglesia?

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Refl exiona, comenta y dialogaIndicar aquellos aspectos que han aparecido en este artículo con los que estás de acuerdo o en desacuerdo.

¿Cuál es la importancia que tú y tu comunidad de referencia da a la catequesis con adultos?

Describe y comenta alguna forma o modelo de catequesis con adultos que tú conoces.

Muchos de los problemas que tiene en estos momentos la catequesis con adultos se refi eren especialmente a la incapacidad práctica de convocar a adultos a la catequesis. Comenta esta afi rmación. ¿Conoces algunos proyectos de catequesis que utilicen exitosos métodos para convocar a los adultos?. ¿Cómo motivar a los adultos? ¿De qué manera podemos atraer a los adultos jóvenes que no vienen a nuestros entornos?

Catequesis de la tercera edad. Indica posibles temas, metodologías, actividades…

TEXTOS PARA COMENTAR

Un teólogo y un catequetaUn teólogo y un catequeta

“Nosotros partimos de la convicción de que el Cristianismo es una religión que solo puede ser verdaderamente comprendida y libremente aceptada por el adulto. En consecuencia, enseñamos a los adultos como a quienes pueden abrazar la fe cristiana y enseñamos a los niños como a quienes están en camino de ser adultos” (Gabriel Moran)Testimonio a mitad de la vidaTestimonio a mitad de la vida

«Me di cuenta de repente de que tenía 45 años. Era el momento de sopesar las esperanzas de la juventud con los logros de la madurez, porque estaba claro que para entonces ya había hecho todo lo que podría alguna vez hacer. Sentado en mi escritorio el día de mi 45 cumpleaños, me hice la menos original de las preguntas que uno se hace a sí mismo: ¿adónde ha ido a parar todo? Y una pregunta menos banal: ¿qué es lo que he vivido?». (Trevanian, El verano de Katya)

C

Oración de la tercera edad

Señor, aquí me tienes.Ya no huyo, no tengo tantísimo qué hacer,

ni planes, ni soberbia, ni importancia.Del trabajo, de la vida, jamás he de sentirme

jubilada…

En este atardecer estoy tranquila;me quedan muchas horas por delante para rumiar recuerdos, rezar lo que debí rezar en otro tiempo, escuchar en silencio tu mensaje, leer con calma tu Evangelio.

Vendrá la noche, y todo estará listo.Miro con compasión y con nostalgia mis

infi nitas tonterías; miro con lástima, incluso mis pecados; y en este atardecer, con el

gozo saltándome por dentro,voy desgranando mi rosario.

Así lo esperan todos mis hermanos:Que les borde, les teja, les regale;son frágiles mis ojos, Tú lo sabes;

pero, ¿Quien se resiste a tanta espera?

Estoy aquí mientras el sol se pone viendo el mundo pasar. Estoy envejeciendo, tratando de ser útil, de consumir las metas que aun me tienes propuestas. Tú me trajiste acá.

Tú aun me aceptas, me sueñas, me sostienes, me limitas. Acepta mis penúltimos

serviciosque acaso nadie entienda ni agradezca.

Pasará el tiempo, lo mejor vendrá,vendrás Tú para fi rmar mi vida

y darme el visto bueno.Me dirás: He dispuesto ya de ti,

Te diré: Allá voy, ¡no tengo miedo!