Cuadernillo Bibliográfico teórico de la Cátedra de EAN. Autor: Silvia ...
Transcript of Cuadernillo Bibliográfico teórico de la Cátedra de EAN. Autor: Silvia ...
CUADERNILLO BIBLIOGRÁFICO.
CÁTEDRA DE EDUCACIÓN EN NUTRICIÓN.
ESCUELA DE NUTRICIÓN.
U.B.A.
AUTOR: Prof. Lic. Silvia N. Lema
Lema, Silvia Noemí Cuadernillo bibliográfico Cátedra de Educación en Nutrición. - 1a ed. - C.A.B.A.: Lema S, 2015. E-Book. ISBN 978-987-33-6944-5 1. Educación Alimentaria y Nutricional. I. Título CDD 613.207 Fecha de catalogación: 03/03/2015
CONTENIDOS:
1. LA OBSERVACIÓN EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA‐APRENDIZAJE
2. ¿CÓMO APRENDEMOS LOS SERES HUMANOS?
3. ¿CÓMO NOS COMUNICAMOS?
4. LA CONSEJERÍA NUTRICIONAL
LA OBSERVACIÓN EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE.
FUNCION DEL NUTRICIONISTA COMO EDUCADOR
Los Licenciados en Nutrición somos agentes de salud y como tales, agentes de cambio: es nuestra responsabilidad social favorecer cambios tendientes a promover, conservar y restablecer la salud. Todo cambio supone un aprendizaje: el reconocimiento de una conducta inadecuada y su posterior modificación. Desde ese punto de vista, podemos decir que nuestro papel permanente como profesionales de la salud es el de educadores.
Partiendo de la posición ideológica de que todo proceso de aprendizaje es un proceso de intercambio que habilita una posibilidad de enriquecimiento y crecimiento tanto para el educador como para quien aprende, convendremos en afirmar que nuestro papel como educadores en Nutrición es la de facilitadores de ese proceso, donde observaremos detenidamente la situación para detectar si existe o no una situación problemática o de riesgo para la salud en lo que hace a las prácticas alimentarias, y en caso de encontrar tal situación, identificaremos cuáles son los componentes educativos de tal situación (es decir, cuáles aspectos de esa situación son modificables mediante un proceso educativo) para diseñar las intervenciones educativas que consideremos pertinentes.
En toda acción de Educación Alimentaria Nutricional (EAN) es preciso tener presente que el aprendizaje es un proceso individual; nadie puede aprender por otro. Por lo tanto, es imprescindible el protagonismo de quien aprende.
Siendo así y en virtud de que nuestro rol como educadores es ‐como dijéramos‐ el de facilitadores de ese proceso, resulta obvio concluir que es necesario conocer previamente al individuo o grupo de individuos con quienes ejerceremos la intervención educativa, a los fines de adecuarnos a su realidad y sus necesidades. En este sentido, la observación es una herramienta indispensable para el reconocimiento de la realidad sobre la cual hemos de operar. CARACTERISTICAS GENERALES DE LA OBSERVACION
La observación es una técnica para la recolección de datos, que nos permite de manera sistemática acercarnos a una realidad para conocerla y analizarla. Dicha realidad puede ser muy diversa y es a partir de la observación que establecemos una relación de conocimiento con ella.
Cuando uno observa lo hace con todos los sentidos, aunque los privilegiados sean nuestros sentidos distales (vista y oído). A diferencia de ver y oír, mirar y escuchar exigen una gran atención, implican un detenimiento, una aproximación al detalle.
Estamos medianamente acostumbrados a mirar. No estamos habituados a escuchar,
considerando que nuestra cultura tiene una fuerte tendencia verborrágica, a diferencia de las culturas orientales en las que se tiende a escuchar con mayor atención.
La observación puede ser participante (el observador interactúa con las personas involucradas en la/s actividad/es observadas) o no participante. La tarea específica de un
observador no participante es mirar, escuchar y anotar en silencio, sin interactuar. El registro escrito que el observador realiza se llama crónica.
Cuando observamos algo, le estamos necesariamente atribuyendo un sentido. Un mismo hecho puede adquirir distintas significaciones de acuerdo a cada observador; todos disponemos de un sistema perceptivo, pero además tenemos una subjetividad, lo que supone una ideología, un universo afectivo, toda una variedad de preconceptos y prejuicios, opiniones, representaciones, fantasías.
La función del observador es, de todos modos, objetivante. El bagaje teórico‐técnico más
una actitud honesta, brindarán una cierta distancia que en alguna medida ‘descontaminará’ al objeto de la subjetividad del observador. Esta función objetivante se va construyendo y desarrollando con el entrenamiento y la reflexión en torno a la práctica.
El objetivo de la práctica de observación es fundamentalmente poder trabajar esa distancia necesaria para hacer un diagnóstico de situación y a partir de él, diseñar una intervención.
Es importante destacar que siempre en el registro se realiza un recorte subjetivo
inevitable, que se pone en evidencia cuando se coteja la crónica propia con las de otros observadores. Esta comparación es necesaria no para ver quién tiene la verdad sobre lo que se observó, sino para ver dónde se produjeron los vacíos en la crónica propia, qué es aquello que sucedió y uno no registró, dónde ha puesto uno el énfasis al registrar, qué cosas se pasaron por alto, etc. a los fines de adecuar cada vez más la mirada al objeto. LA OBSERVACION
La consigna de observación es registrar todo lo que ocurre en el espacio observado (aula, taller, supermercado, patio de comidas, centro de salud, etc.).
El contacto y las impresiones iniciales son importantes. El observador debe dejarse
‘penetrar’ por el ambiente, sentirlo, mirarlo en su conjunto, recorriendo paredes, piso, mobiliario, personas, caras, ubicaciones, etc. para poder describir esas sensaciones personales con el sentido que para él hayan tenido.
Para ello el observador va simultáneamente: • captando y registrando los hechos (lo ‘objetivo’) • sintiendo y viviendo su propia implicación en la escena observada (lo ‘subjetivo’), que
debe ser registrado de manera diferenciada a lo objetivo.
Los hechos se registran tal como se presentan en forma espontánea y se van consignando por escrito. La calidad de un registro de observación está dada por:
‐ la descripción, de la manera más clara y completa posible, de los fenómenos que se observan en la situación, de manera que la información sirva para reconstruirla y poder ser comprendida y analizada; ‐ el registro (en forma independiente) de las impresiones subjetivas, la resonancia que en el observador tiene lo que se observa y sus puntos de vista.
Es importante señalar los datos del entorno: la ubicación en la institución o situación observada, espacios próximos, características del espacio propio, ambientación y distribución, personas que interactúan, cantidad, identificación de ellas (por nombres, iniciales o números), situación particular, género, condiciones bajo las cuales se realiza la observación, etc.
Antes de la transcripción de lo observado es conveniente incluir un plano o diagrama de
la ubicación espacial de los participantes y de los observadores así como de objetos, muebles, etc. que sean significativos o útiles como referentes. Es fundamental registrar la situación con una mirada abarcadora del conjunto, no focalizando la atención en algún sector particular de la situación. RECOMENDACIONES GENERALES Acerca de la Institución
El cuidado de la relación interinstitucional es de suma importancia. La relación se establece desde el rol de alumno de la Carrera de Licenciatura en Nutrición; por ello es necesario cuidar el mantenimiento de una relación respetuosa de las características y normas de trabajo propias de cada institución.
Es de fundamental importancia que la institución y/o personas que accedan a ser
observadas tengan absolutamente claro desde el inicio de la relación que se trata de una experiencia de aprendizaje para los alumnos de la Licenciatura y que no implica devolución alguna por parte de los mismos ni de la Escuela de Nutrición sobre la actividad observada.
Es igualmente importante señalar en la introducción del informe a entregar los datos
relativos a la institución y/o el profesional o persona/s a cargo que permitan contextualizar la situación observada.
Se sugieren algunos datos posibles: • características generales, tipo de organización, actividad a la que se dedica, ubicación
geográfica, pertenencia al sector público o privado, antigüedad de la institución, descripción de la población que alberga, cantidad aproximada de personas que pertenecen a ella, clima de trabajo, etc;
• si se tratara de una actividad educativa es conveniente indagar y señalar las características del proyecto: cómo surgió, cómo lo diseñaron, cómo y quiénes lo llevan adelante, etc.
• Si se trata de un mercado o patio de comidas es conveniente señalar características de la zona geográfica en la que se encuentra, nivel socioeconómico promedio de los habitantes de la zona y de los asistentes al lugar, qué tan accesible se encuentra en cuanto a medios de locomoción disponibles en la zona y todo otro dato que se considere importante para describir las características del lugar.
• Si se trata de un comedor escolar o comunitario es necesario consignar si se encuentra afectado a algún Programa Social, emprendimiento de autogestión, privado u otros; características de los mismos (financiamiento, planificación, destinatarios, ejecutores, etc.)
• Si se trata de un Centro de Salud, consignar hospital de referencia, características del personal que trabaja, la población que asiste, aspectos físicos, recursos, ubicación geográfica, etc.
Consignas para la presentación en el espacio a observar
Los observadores se presentarán como alumnos de la Carrera de Licenciatura en Nutrición, llevarán una carta de presentación de la Escuela de Nutrición que deberá ser firmada por algún responsable de la actividad y/o institución observada y luego incorporada al informe a entregar y solicitarán la autorización correspondiente para ingresar a efectuar la práctica.
Ante el o los individuos observados reiterarán la presentación, aclarando que se trata de
una instancia de aprendizaje, que no podrán interactuar con ellos ni entre los observadores y dejando claro que no habrá devolución de datos. Luego se ubicarán en el espacio a observar (en lugares distantes entre sí para tener distintas perspectivas) y se limitarán a anotar en su registro aquello que ven y perciben, absteniéndose de interactuar con los individuos observados o interferir en el desarrollo de la actividad. Toda charla o comentario informal con los actores naturales de la situación debe ser incluido en el registro. Aclaraciones importantes
Esta es para muchos la primer experiencia en la práctica de una observación. Se trata de una ‘observación ingenua’, dado que no hay entrenamiento previo. En este sentido, es preciso comprometerse con la tarea sabiendo que no se exige de ustedes más de lo que pueden. El entrenamiento que deviene de la práctica constante de observación en el campo profesional posibilita el pasaje de la observación ingenua a la ‘observación crítica’.
Las crónicas no son todas iguales. Dos personas observando una misma situación no tendrán de ella la misma versión. Como dijimos, cada uno observa desde su propia subjetividad, es decir su propia historia y experiencia de vida y su propio estilo para decodificar y otorgarle sentido a la realidad. Por ello es importante recalcar que CADA OBSERVACION ES VALIDA, y es importante ser fiel al material propio, sin corregirlo en función de lo observado por otro compañero; así como también es importante poder sostener la propia posición frente a un hecho y al mismo tiempo conservar la apertura necesaria para ‐en una reflexión posterior‐, reconocer un error y rectificarlo.
Es por ello que es sumamente rico y necesario que las observaciones sean hechas en equipos de por lo menos dos personas observando una misma situación, con señalamiento de las diferencias en el registro y posterior análisis sobre ellas.
La experiencia de observar una situación es inevitablemente movilizadora. Es muy probable que se sientan nerviosos, tensos, asustados, ansiosos, durante la experiencia. Si esas sensaciones son tan fuertes que obstaculizan la tarea, una manera posible de sentirse mejor es registrarlas por escrito (columna de sensaciones). Esto permite por un lado
distenderse y por otro, enriquecer la comprensión posterior del registro, que estará siempre teñido de la subjetividad del observador.
No es conveniente utilizar grabadores durante la experiencia dado que interfiere en el desarrollo de la actividad observada (y de hecho la presencia de observadores ya lo hará), suele ser persecutorio para quienes son observados y fundamentalmente porque la grabación registrará material denotativo en tanto que el sentido de esta observación es el registro de todo lo connotativo que acontece en la situación observada.
La planificación previa de una observación (o de cualquier otra estrategia diagnóstica) es fundamental. Se debe analizar la relevancia y pertinencia de la situación a observar; enumerar la información que inicialmente se considera valiosa para el diagnóstico. También debe tenerse en cuenta qué tiempo se dedicará a la observación, según la situación que se ha decidido observar. Por ejemplo, si se realiza la observación en un comedor, la actividad debe terminar luego que todos los comensales se han retirado y se ha levantado el servicio, pues de otro modo estaríamos interfiriendo con la actividad y desestimando información potencialmente útil. Acerca del registro
El registro se hará en hoja en forma apaisada, según el siguiente modelo: Hs. Descripción de los Descripción de Hipótesis hechos sensaciones del iniciales observador
El registro estará conformado por cuatro columnas: la primera para indicar cada tanto la hora y el transcurso del tiempo en relación a los sucesos observados; la segunda (la más espaciosa) para la descripción de la situación según la secuencia natural en que se va desarrollando; la tercera para las sensaciones y percepciones del observador (por ej: “tengo miedo de no poder registrar datos importantes”, los participantes me miran y me siento avergonzado¨): esta información permitirá a posteriori analizar de qué manera cada observador fue implicándose en la situación observada; la cuarta columna incluye las primeras hipótesis o conjeturas que aparecen mientras se registra (por ejemplo: “comunicación radial”, “liderazgo tipo autoritario”, “riesgo de contaminación cruzada”, etc.). ANALISIS INTERPRETATIVO
Una vez registrada la crónica es necesario tomar distancia de la misma, ya que mientras se toma nota uno está impregnado por los acontecimientos del campo observado. Una vez tomada esa distancia, se intentará una lectura global de lo ocurrido. Esto obliga al observador a ubicarse frente a la situación como un todo, contrarrestando la tendencia natural que tenemos a enfocar una parte del todo sin tomar en cuenta el contexto.
Se tratará entonces de comprender el significado que tiene la situación observada para
sus actores dentro de ese mundo vivido cotidianamente por ellos.
El siguiente paso será el de la interpretación, es decir: de adjudicación de nuevos significados y sentidos a los datos y a los significados que los actores manejan naturalmente. Estos nuevos significados no son atribuidos caprichosamente sino basándose en conceptos teóricos. Por ejemplo, el tipo de liderazgo que se considera haber observado debe basarse en la bibliografía correspondiente.
Es importante señalar que nos manejamos con hipótesis, es decir: con suposiciones o
proposiciones que afirman o niegan la existencia de algo hasta tanto se demuestre, confirme o refute. Hablamos de hipótesis interpretativas no generalizables, que no tienen valor universal, sino singular para el caso que se analiza. Deben tener una base real empírica (los datos de la realidad) y una base teórica (una serie de conceptos desde los cuales se miran los hechos y se analizan).
No debe confundirse hipótesis con sensaciones, descripción o enumeración de hechos. Tampoco debe confundirse análisis con evaluación (emisión de juicios de valor).
Se entiende por ANALISIS a la separación de las partes de un todo con el objeto de conocer sus principios, elementos y fundamentalmente su significado.
El análisis interpretativo de la crónica no significa hacer una síntesis de conceptos teóricos, sino seleccionar del marco teórico los conceptos que se consideran pertinentes y adecuados en función de los datos recogidos y de las hipótesis formuladas (durante y/o después de la observación).
Finalmente pueden incluirse conclusiones, nuevas hipótesis, una interpretación general de lo observado y propuestas alternativas de acción y transformación de la situación observada. ITEMS ORIENTADORES PARA EL REGISTRO La crónica se registrará teniendo en cuenta los siguientes ítems: Encabezamiento • Fecha • Horario • Lugar • Duración • Ambito • Cantidad y características de los destinatarios Espacio físico • Dimensiones • Iluminación • Ubicación • Grado de exposición a las interrupciones o interferencias de situaciones ajenas a la
actividad
• Ambientación: ¿observa signos de deterioro del lugar o por el contrario, es un espacio cuidado? ¿hay carteles o leyendas con mensajes institucionales? ¿cómo son? ¿son respetados aparentemente?
Educador/coordinador de la actividad (si la situación observada es una intervención pedagógica) • Capacidad para convocar la atención y el entusiasmo de quienes lo escuchan. • Características del vínculo que establece con quienes lo escuchan: formal, informal,
amable, coercitivo, etc. • Características del lenguaje utilizado: grado de adaptación al destinatario, actitud
corporal, lenguaje gestual. • ¿Promueve la participación de quienes aprenden? ¿Escucha a todos por igual o focaliza su
atención en algunos? ¿Responde a las preguntas? ¿Dirige su mirada a todos en general o sólo a cierto sector? ¿Sus actitudes frente a las personas que están aprendiendo son de apertura o de obturación a la participación?
Desarrollo de la actividad (en una situación pedagógica) • ¿Cómo y quién inició la actividad? ¿El coordinador propuso alguna actividad grupal
inicial? ¿Hizo alguna introducción al tema? • Contenidos desplegados: grado de adaptación a quien los recibe, nivel de adecuación en
su secuencia, redundancia o no de conceptos y su efecto. • ¿Cómo y quién cerró la actividad? ¿Hubo síntesis final? ¿Se hizo algún tipo de evaluación
sobre el tema desarrollado? • ¿Cómo fue el manejo de los tiempos por parte del coordinador? • ¿Cómo fue la reacción del coordinador frente a situaciones de conflicto en los
destinatarios de su actividad? Experiencias de aprendizaje y recursos (ídem anterior) • Material didáctico: adecuación al espacio físico, al tema y a los destinatarios. • Recursos audiovisuales: ¿cuáles se utilizaron y cómo?, grado de aprovechamiento y
adecuación, etc. • Experiencias de aprendizaje utilizadas. Capacidad del coordinador en la implementación
de las mismas. Actitud frente a la respuesta de los destinatarios a las actividades propuestas.
Destinatarios de la intervención pedagógica • Nivel de compromiso con la actividad: ¿están allí por obligación o espontáneamente?
¿Intervienen en la actividad? ¿lo hacen espontáneamente o inducidos por el coordinador? ¿hacen preguntas pertinentes? ¿aceptan correcciones a sus errores? ¿utilizan correctamente los términos? ¿incorporan inmediatamente las correcciones que les hace el coordinador o los compañeros? ¿proponen actividades referidas al tema?
• Características socioculturales de los destinatarios. • Clima social: ameno, rígido, afectuoso, hostil, placentero. • Actitud corporal de los destinatarios: ¿se los ve distendidos o incómodos? • Aspectos de la dinámica grupal: existencia o no de subgrupos, competencia entre
compañeros o con el coordinador; movimientos en el lugar: ¿son espontáneos? ¿son necesarios? ¿son tolerados por el coordinador y los demás participantes? ¿hay murmullos
o silencio mientras alguien hace uso de la palabra? ¿cómo reaccionan ante las propuestas del coordinador? ¿cómo se organizan para resolver alguna tarea propuesta por el coordinador?
OBSERVANDO UN LOCAL DE EXPENDIO DE ALIMENTOS O COMIDAS
Es importante determinar anticipadamente qué sectores se van a observar y cómo distribuirlos entre los observadores. La distribución espacial de los observadores será establecida a razón de 1 observador por cada 1 o 2 sectores (ej.: línea de cajas, góndolas de productos enlatados, góndola de productos refrigerados y / o congelados, verdulería, mostrador, espacio de elaboración de comidas o de almacenamiento de alimentos, etc.). Esta distribución se establecerá antes de comenzar la observación. Cada observador describirá en su crónica individual las características de los sectores que le tocó observar y cuánto tiempo estuvo en cada uno y por qué. La distribución de sectores debe cubrir la totalidad de lo observable.
Cada observador deberá registrar en su crónica: a) conductas de los consumidores (tendencia de compra: qué alimentos y productos alimenticios se compran más, cómo compra la gente según edad, sexo, nivel socioeconómico y otras características observables, ¿ cómo manipula los alimentos y productos alimenticios?, ¿en qué orden va adquiriendo los mismos [observar si lo hace teniendo en cuenta la cadena de frío de los alimentos y productos]?, ¿lee rótulos?, etc.; b) conductas de los repositores, promotores de productos (si los hay), vendedor y manipuladores de alimentos y productos alimenticios (en relación al cuidado de los mismos, la higiene [propia, del lugar y de los productos y alimentos] y todo lo que puedan justificar como material observable relevante para un diagnóstico; c) presencia y contenido de carteles informativos, distribución espacial de góndolas, productos, elementos, personal, y todo aquello que les parezca de relevancia (justificando su inclusión). INSTRUCTIVO PARA LA ENTREGA DEL INFORME
El informe de la observación formará parte del diagnóstico de situación de la población asignada para el trabajo de programación que se desarrollará durante el año. Este informe incluirá los siguientes elementos:
1) Introducción: se efectuará de manera conjunta entre los integrantes del equipo y constará de un relato breve que consigne qué tipo de situación fue observada, características generales de la institución y población observada y cómo se conectaron con ella, cómo fueron recibidos por la institución/profesional, dificultades que hayan aparecido durante la realización de todo el trabajo y otros datos que se consideren necesarios para la comprensión de la lectura de los registros y no hayan sido incluidos en el cuerpo principal del diagnóstico de situación.
Algunos ejes sugeridos para la descripción institucional incluyen ubicación geográfica y accesibilidad, características generales de la organización, actividad principal a la que se dedica, pertenencia al sector público o privado, antigüedad de la institución, población que asiste, financiamiento, aspectos físicos, recursos generales que dispone, si es subsidiada o no, etc.
2) Plano o diagrama del espacio observado con indicación de la ubicación de los actores de la situación y de los observadores.
3) Crónicas individuales de cada observador (con nombre y apellido, con el formato
propuesto por la cátedra, pasados en limpio con letra clara) seguidas de un breve comentario individual sobre la experiencia (cómo se sintieron, dificultades individuales que tuvieron que sortear, reflexión sobre el registro propio en cuanto a aspectos que deban ser más atendidos o corregidos en lo sucesivo, utilidad personal de la experiencia, qué aprendieron de sí mismos a partir de ella, aspectos relacionados con el trabajo en equipo).
4) Análisis interpretativo de la situación observada: será realizado grupalmente por el
equipo completo. Incluirá también una conclusión diagnóstica: enunciación de problemas detectados y su clasificación según componentes, nivel de gravedad y población involucrada / detección de otros grupos poblacionales distintos del asignado que deberían ser objetivo de intervenciones educativas en EAN. Esta conclusión diagnóstica formará parte del cuerpo del diagnóstico de situación.
5) Cartas de presentación firmadas por el/los responsables de la actividad observada.
Los 5 puntos descriptos se incluirán en un anexo del Trabajo de Programación Educativa,
en tanto que en el cuerpo del mismo sólo se incluirá la información recabada y analizada aclarando que se obtuvo mediante observación no participante. BIBLIOGRAFÍA
• FAO (1996). “Introducción Guía metodológica de comunicación social en nutrición”. Capítulo 1. (Disponible en www.rlc.fao.org).
• FAO (1996). “Estableciendo el diagnóstico educativo”. En: FAO. Guía metodológica de comunicación social en nutrición. (Disponible en www.rlc.fao.org).
• Olivares, S. (2001). “Intervenciones educativas en alimentación y nutrición. Un enfoque municipal”. En: FAO. “Guía para la gestión municipal de programas de seguridad alimentaria y nutrición.” (Disponible en www.rlc.fao.org)
¿CÓMO APRENDEMOS LOS SERES HUMANOS?
Nuestra responsabilidad social como Lic. en Nutrición es la de favorecer cambios
tendientes a promover, conservar y restablecer la salud. Todo cambio supone un aprendizaje: el reconocimiento de una conducta inadecuada y su posterior modificación. Desde ese punto de vista, podemos decir que nuestro papel permanente como profesionales de la salud es el de educadores. Abordar el tema del aprendizaje significa internarse en un proceso en el cual nos encontramos inmersos a lo largo de toda la vida: tomar la primera bocanada de aire al nacer constituye nuestro primer aprendizaje, y de allí en más la vida y la cultura nos imponen contundentemente la necesidad de seguir aprendiendo. Aprendemos a vivir, y también aprendemos a morir. La formación de los individuos persigue el crecimiento de cada sujeto y de los grupos a los que pertenece con el desarrollo de su capacidad de pensar, crear y recrear la realidad en la que está situado asumiendo un rol activo en las decisiones que afectan su vida cotidiana.
Durante muchos años se consideraron al aprendizaje y la enseñanza como un único fenómeno, externo al individuo y ‐por ello‐ en muchos casos extraño a él. El deseo, la motivación, la satisfacción por aprender no eran incluidos en esta concepción, configurando una ‘puesta en escena’ de la enseñanza muy particular, con determinados argumentos (contenidos establecidos unilateralmente desde el educador), actores (rol docente/rol alumno) con parlamentos propios (‘docente dice/alumno repite’), y estableciendo modalidades comunicacionales y vinculares determinadas (docente habla y ordena/alumno escucha y obedece). Hoy sabemos que el aprendizaje es un proceso interno, intrínseco al individuo a quien tiene por protagonista, correspondiendo a la enseñanza el papel de estimulación y acompañamiento del sujeto en el desarrollo pleno de sus potenciales. Conceptualizaciones acerca del proceso de aprendizaje Toda metodología de enseñanza se apoya en una ideología acerca del aprendizaje. La Escuela ‘conductista’ o ‘empirista’ se basa en la Teoría de los Reflejos Condicionados de Pavlov y el movimiento de psicología conductista representado por Burrhus Skinner, que explica la conducta de los individuos como un conjunto de respuestas fisiológicas condicionadas por el entorno.
En el ámbito de la Pedagogía, el conductismo considera al sujeto que aprende como un ser pasivo, sin conocimientos ni elementos previos, que sólo aprende cuando alguien le enseña; su concepción del proceso de enseñanza‐aprendizaje se apoya en la aplicación de estímulos adecuados para lograr la respuesta esperada. Cuando la respuesta obtenida no es la esperada, es decir se incurre en un error, se considera que la asociación establecida entre el estímulo y la respuesta ha sido incorrecta por lo cual debe borrarse esta experiencia mediante la corrección.
Esta ideología supone a los actores de este proceso en una relación de dependencia: el alumno no sabe y por lo tanto depende del docente, depositario de todo el saber, entendido éste como un conjunto de conceptos que se trasvasan para ser repetidos. A partir de la Teoría del Desarrollo propuesta por Jean Piaget, se desarrolla en el ámbito pedagógico una concepción diferente del aprendizaje, llamada ‘constructivismo’. Piaget dice: “En el principio está la estructura”. Esto significa que cada uno de nosotros posee una estructura organizada de conocimientos y adquisiciones, un ‘esquema referencial’ sobre el cual se inserta cada nuevo conocimiento, adquisición o aprendizaje. Nadie parte de cero, de modo tal que no existe un proceso lineal de estímulo‐respuesta, sino un proceso espiralado de asimilación de los nuevos estímulos al esquema referencial con acomodación del mismo a cada nuevo estímulo, provocándose de esta manera nuevas respuestas. El sujeto no es pasivo: posee la capacidad de otorgar sentidos lógicos y psicológicos a las situaciones que observa y a las experiencias que transita, estableciendo relaciones entre las nuevas informaciones y aquéllas previamente adquiridas. El papel de la enseñanza es en este caso el de ofrecer estímulos lo suficientemente perturbadores como para desafiar a nuestros esquemas referenciales ‐es decir: provocar un conflicto ‐, desestabilizando el equilibrio previo. Esto significa, ofrecer a quien aprende un nivel de dificultad lo suficientemente elevado como para que resulte novedoso y de interés, pero a la vez no tan alejado de sus posibilidades de comprensión que genere frustración y conduzca a quien aprende a abandonar el intento. Ese conflicto será motor de un movimiento de búsqueda a través de hipótesis y estrategias tendientes a resolverlo, logrando un equilibrio superador del estado en el que comenzó el circuito. Desde este punto de vista, el aprendizaje es concebido como un proceso espiralado que reconoce momentos de avance y momentos de retroceso volviendo sobre alguna idea o conducta anterior y en el cual cada adquisición (o vuelta de espiral) contiene a la anterior a la vez que la supera. En este proceso espiralado, el sujeto va construyendo sus propios conocimientos, produciendo saber al tiempo que es este nuevo saber lo modifica y enriquece. Desde esta concepción, los errores, fallas o dificultades tienen un sentido, una lógica y juegan un papel en la construcción de todo tipo de conocimiento. Si logramos que los sujetos reflexionen y analicen sus errores para desentrañar su causalidad, podremos ir consolidando una forma de trabajo que desarrolle el aprender a aprender. Nuestra función como formadores es la de estimular a quien aprende a indagar la realidad, y a reconocer su propio estilo de aprender y hacer las cosas.
Los actores de este proceso (educador/aprendices) ya no se encuentran en una relación de dependencia sino de cooperación, donde el educador tiene la función de
facilitador del proceso ofreciendo estímulos e instrumentos a quienes aprenden, y aprendiendo de ellos nuevas modalidades, estrategias y significaciones en el abordaje del objeto de conocimiento.
Esto es lo que permite hablar del aprendizaje como un proceso individual de carácter social (nadie puede aprender por otro, pero es la presencia del otro la que posibilita y enriquece el aprendizaje). Y donde la relación establecida con el medio es de carácter dialéctico: aprendemos en virtud de un contexto que a su vez se ve modificado por nuestros aprendizajes. Esto es lo que hace a E. Pichón Rivière definir al aprendizaje como un “apropiarse instrumentalmente de la realidad para transformarla y transformarse”. Toda persona que aprende comienza un proceso de desestructuración de esquemas y estructuras que resultan inadecuadas para dar respuesta a la situación problemática que enfrenta. Es así que naturalmente tengamos resistencia ante el ofrecimiento de emprender nuevos aprendizajes ya que el esfuerzo y energía que demanda es mucha y la desestructuración de un esquema conocido y que ha funcionado, no es fácil de lograr. De este modo, es crucial en los procesos de formación la participación de los individuos, los que se forman, en la determinación de los problemas y necesidades a los cuáles responderá la capacitación. Al iniciar un aprendizaje, todos partimos consciente o inconscientemente de supuestos sobre el objeto a conocer, y a partir de esas hipótesis previas, se comienza un proceso de deconstrucción y reconstrucción a través de aproximaciones sucesivas. Toda persona que aprende reconstruye las estructuras y esquemas que componen su sistema de valoración, pensamiento y acción. En la construcción de saberes también se ponen en juego los afectos, sensaciones y sentimientos de quien aprende. Ante las dificultades o los errores, cada uno reacciona de diferente manera según la historia personal y la manera en que cada uno se percibe a sí mismo. Es común la aparición de sentimientos de angustia y ansiedad frente a lo nuevo y al error. Y en este punto entra en juego lo que podría llamarse la biografía educativa de cada uno: si esos sentimientos no fueron contenidos en experiencias anteriores, pueden afectar fuertemente la autoestima y obturar la posibilidad de enfrentar nuevos aprendizajes y desafíos. En una situación de aprendizaje no puede dejarse de lado la consideración de los grupos y su influencia. La situación grupal puede potenciar las oportunidades para el aprendizaje a través del intercambio de estrategias y experiencias. Pero también puede obturar las posibilidades individuales. Si las relaciones de competencia se exacerban y no hay tolerancia a las diferencias –de tiempos, formas, modalidades y puntos de vista ante la situación de aprendizaje‐, el despliegue personal de los integrantes del grupo puede obstaculizarse. El formador debe tener en cuenta la situación y el contexto de aprendizaje.
Cultura, sociedad, educación Dice Jerome Bruner: “La característica más distintiva del hombre es que su desarrollo como individuo depende de la historia de su especie; no de la historia reflejada en los genes y cromosomas sino, especialmente, de la reflejada en la cultura externa al organismo, cultura de una envergadura mayor de lo que puede asimilar cualquier individuo. Forzosamente, por tanto, el desarrollo del pensamiento es siempre un desarrollo ayudado desde el exterior”. La cultura tiene entre sus funciones la de incorporar al individuo dentro de sí misma, de tal manera que haga suyos los logros acumulados por los que le precedieron. Las sociedades mal llamadas “primitivas” logran este proceso de culturización a través de la imitación e interacción con los modelos dentro de la estructura cotidiana. En las sociedades complejas, los conocimientos y destrezas a transmitir son de tal magnitud que es preciso un contexto para su enseñanza distinto a aquel en el cual surgen y se aplican, realizándose la transmisión fundamentalmente a través de la palabra, en un ámbito disociado o escindido de aquél en el cual se aplicarán estos conocimientos y preparando al estudiante para las abstracciones necesarias en la formulación de ideas complejas. Es esta disociación la que hace que Bruner considere al proceso educativo como un proceso ‘desnaturalizador’, en el sentido de que desarrolla un sistema de organización cognoscitiva que separa los conceptos de la acción que ellos representan y de sus contextos afectivos. Uno de los resultados de esta desnaturalización es la memorización ritual y el hecho de que con frecuencia lo que se imparte en el sistema formal de educación no tiene demasiado que ver con la vida real de quien aprende. Es por ello que Bruner habla de la ‘personalización del conocimiento’, refiriéndose a la necesidad e importancia de ser capaces de llegar a través de las materias de estudio a los sentimientos, fantasías y valores del individuo. Si tal personalización se logra, el deseo de aprender se constituye en un motivo intrínseco cuyo origen y recompensa derivan de su ejercicio. Hay otro autor llamado David Ausubel que utiliza el concepto de estructura cognoscitiva para designar el conocimiento de un tema determinado y su organización clara y estable. “Ausubel sostiene que la estructura cognoscitiva de una persona es el factor que decide acerca de la significación del material nuevo y de su adquisición y retención. Antes de presentar con eficacia un material nuevo debemos incrementar la estabilidad y claridad de los conocimientos que ya tiene el alumno.”1 (la cursiva y la negrita es nuestra).
La situación de aprendizaje debe dar lugar a la construcción de conceptos, procedimientos y valores que tengan un sentido para los sujetos en relación con sus experiencias anteriores y a la estructuración social de esos aprendizajes. La experiencia vital del adulto es el punto de partida. Cuando la situación de aprendizaje toma en cuenta las estructuras cognoscitivas previas y logra que la persona las relacione con los nuevos 1 Joyce B; Weil M. “Modelos de enseñanza”. Ed. Anaya.1985. Madrid.
conceptos de manera que pueda darles un sentido lógico y psicológico y aplicarlos a su vida cotidiana, se produce lo que Ausubel llama “aprendizaje significativo”.
Tanto Ausubel como Albert Bandura representan la corriente conocida como
“aprendizaje social”, por su reconocimiento de la influencia que tiene en nuestros aprendizajes el contexto histórico‐social y nuestros grupos de pertenencia y la observación e imitación de modelos culturales.
El aprendizaje en el marco de la educación permanente adquiere en muchas
oportunidades las características de un aprendizaje incidental. El aprendizaje está inscripto en las experiencias cotidianas y desde la formación se busca estructurar situaciones que se integran a la misma. Por ejemplo, se aprende participando activamente de un proyecto y organizando situaciones de capacitación que permitan la puesta en marcha del mismo. En este sentido, se distinguen radicalmente de los procesos de formación del sistema educativo formal que anticipan y prevén con mayor precisión contenidos y secuencia de actividades. Desde esta perspectiva, adquieren otra significación las situaciones de vida cotidiana y el contexto en el que actúa los individuos: se rescata la potencialidad educativa de la trama social. Para que una intervención educativa en Salud produzca estos efectos, es imprescindible conocer al destinatario de la intervención y ofrecerle la oportunidad de comprometerse y participar en el proceso desde el inicio conociendo sus necesidades y expectativas y, mediante una observación e investigación atenta, establecer un diagnóstico ajustado que identifique cuál o cuáles son los problemas o situaciones de riesgo y qué aspectos son modificables a través de una intervención educativa. Un diagnóstico ajustado no se detiene únicamente en las situaciones problemáticas, sino que debe detectar también –y fundamentalmente‐ cuáles son los recursos, los saberes, las aptitudes que el o los individuos involucrados poseen: es decir, no debe detenerse exclusivamente en lo que falta, sino darle también importancia a lo que se tiene. Recordemos que nadie parte de cero (‘en el principio está la estructura’): nuestro verdadero desafío está en poder detectar experiencias, saberes y vivencias positivas que puedan servir de piedra de toque para el inicio del cambio. Iluminar ante los ojos de un individuo en situación de aprendizaje aquello que posee, sabe y puede, le permitirá sentirse menos vulnerable y con más herramientas para encarar un proceso de crecimiento que fortalecerá su proyecto individual y su inserción social. BIBLIOGRAFIA • PALACIOS J (1988): “J.S.Bruner: Una teoría de la Educación”. Revista trimestral de estudios
e investigación en infancia y aprendizaje. Buenos Aires. Publicaciones CEFYL. • ARAUJO, JB; OLIVEIRA E (1975): “Tecnología educacional”. Cap. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7. Brasil.
Ed. Vozes. • HARF R; KACHSCOVSKY M. (1988): “De Piaget a la práctica y de la práctica a Piaget” sobre
el texto ‘Investigación en enseñanza de las ciencias en la Universidad de Cornell:
esquemas teóricos, cuestiones centrales y abordes metodológicos’ de Moreira, MA y Novak, JD.
• Listovsky G (1995): “Proceso de aprendizaje y enseñanza”. Mimeo de la Cátedra de Educación en Nutrición, Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina, UBA.
• F.A.O (1996): Guía Metodológica de Comunicación Social en Nutrición. Ginebra. • Longo E (1997): Programación en E.A.N. Mimeo de la Cátedra de Educación en Nutrición,
Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina, UBA. • Lema S (1995): La observación en el proceso de enseñanza‐aprendizaje. Mimeo de la
Cátedra de Educación en Nutrición, Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina, UBA. • Bandura A (1986). Social Foundations of Thought and Action: a social cognitive theory. EEUU.
Ed. Prentice‐Hall.
¿CÓMO NOS COMUNICAMOS?
Conceptos fundamentales:
Etimológicamente “comunicación” proviene del latín “comunis”: al comunicarme
intento establecer una ‘comunidad’ con alguien, compartir una idea, un sentimiento, una
actitud. En otras palabras, la comunicación es un intercambio de información de índoles
muy diversas en el marco de una relación o interacción entre comunicantes.
Hay implícitos entonces por lo menos cuatro elementos: una fuente o emisor
(individuo, organismo, etc.), un mensaje (verbal, gráfico, una señal, un signo, etc.) que se
transmite a través de un canal (el papel en el caso del mensaje escrito, el aire en el del
mensaje verbal, etc.) y un receptor o destino (otro individuo, organismo o grupo, etc.). Estos
cuatro elementos fueron descriptos en 1948 en el esquema básico de Shannon.
Este esquema se corresponde con lo que se conoce como “paradigma del telégrafo”,
en el cual la comunicación parecería ser algo lineal (primero uno, luego el otro y así
sucesivamente).
Sin embargo, la comunicación humana implica un proceso más amplio y complejo en el
que diferenciamos analíticamente ciertos aspectos:
• un emisor que encodifica su mensaje ‐es decir que coloca a la información, sentimiento o
actitud que desea compartir de una forma tal que pueda ser transmitida‐: a esta forma la
denominamos código;
• un receptor que decodifica ese mensaje: cuando la comunicación es eficaz el emisor
suscita en el receptor imágenes o ideas similares a las propias. En este caso el mensaje es
adecuadamente encodificado y decodificado por el emisor y el receptor,
respectivamente;
• un contexto en el cual se produce el acto comunicador y que lo condiciona por incluir
dimensiones socioculturales e históricas. Así, una misma palabra o un mismo gesto no
tienen igual significado cuando son emitidos en diferentes culturas o en diferentes
momentos históricos de una misma cultura;
• la existencia de perturbaciones o distorsiones en la comunicación originadas por lo que se
conoce como ruidos en la comunicación: éstos pueden ser físicos (ilegibilidad de un
mensaje escrito, obstáculos sonoros en la transmisión de un mensaje verbal, etc.), o
también sociales y/o psicológicos (la fuente puede carecer de información adecuada, el
mensaje puede encodificarse de manera incompleta, el ritmo o la redundancia pueden
ser inadecuados, el receptor puede encontrarse en una situación de estrés o distracción o
carecer de los elementos necesarios para una decodificación adecuada, etc.);
• las perturbaciones o distorsiones en la comunicación pueden corregirse gracias a un
proceso de retorno, retroalimentación o feed‐back en el cual ‐sólo en términos de
análisis‐ decimos que el receptor se convierte en un nuevo emisor y el antiguo emisor en
receptor; en realidad se trata de dos o más comunicantes involucrados en un sistema
dinámico y mutuamente modificante;
• para que la comunicación sea eficaz y adecuada es necesario que emisor y receptor
compartan un cierto campo de experiencia vital mínimo y común que incluya aspectos
relacionados al mensaje y al proceso de encodificación del mismo (por ejemplo:
compartir el mismo significado de las palabras que se usan):
• la comunicación se produce SIEMPRE entre sujetos, independientemente de su voluntad,
ya que lo que se dice, lo que se calla, los silencios, el lenguaje corporal, el uso que se le da
al espacio físico son todas conductas que comunican algo. La interpretación de esas
conductas dependerá –como hemos dicho‐ del contexto sociocultural, las características
individuales de las personas involucradas, el aquí y ahora en el que ese acto
comunicacional ocurre.
Esta última descripción se corresponde con el llamado “paradigma de la orquesta”, de
acuerdo al cual la comunicación es una construcción compartida de significados.
Algunos axiomas exploratorios de la comunicación enunciados por Watzlawick
1. No es posible no comunicarse
Toda conducta tiene valor de mensaje. Un pasajero en un tren recostado en su asiento
con los ojos cerrados está comunicando que no desea interactuar con nadie y este mensaje
es recibido por quienes lo rodean, cuya conducta responderá a la influencia particular que
tal mensaje haya tenido sobre ellos.
Dado que no hay nada que sea lo contrario de conducta (no hay no‐conducta), tampoco
es posible la no‐comunicación. En cambio sí es posible una comunicación no eficaz, que es
aquella que no logra suscitar en los involucrados significados similares o imágenes comunes;
y puede deberse a cualquiera de los ruidos que hemos mencionado o a la falta de feed‐back
o retroalimentación.
2. Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional tales que el
segundo clasifica al primero y es, por ende, una metacomunicación.
Una comunicación no sólo transmite información, sino que al mismo tiempo impone
conductas. Estas dos operaciones se conocen como los aspectos ‘referenciales’ o de
contenido del mensaje (es decir, los contenidos conceptuales, sea esta información
verdadera o falsa) y los aspectos ‘conativos’ que aluden a la relación entre los comunicantes.
Por ejemplo: una madre dice a su hijo “Se te está enfriando la comida”. Esta misma
información puede ser transmitida como una simple descripción de algo que efectivamente
está ocurriendo, como un pedido o como una amenaza. La diferencia entre uno u otro reside
en los aspectos relacionales de la comunicación y por lo tanto constituyen una ‘información
acerca de la información’ (metacomunicación).
La capacidad para metacomunicarse adecuadamente constituye una condición
indispensable para una comunicación eficaz y está íntimamente relacionada con el
complejo problema de la percepción de sí mismo y del otro.
Esta ‘información acerca de la información’ aparece en forma implícita en el acto
comunicacional a través de gestos, posturas corporales, emocionalidad en la emisión de la
voz, etc. y califican el contenido explícito de la información de tal suerte que pueden invertir
el sentido de la misma (efecto paradojal): una persona puede decirle a otra “No te quiero”
en un tono o con una gestualidad que signifique lo contrario.
3. La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de
comunicación entre los comunicantes.
A simple vista, una serie de comunicaciones puede entenderse como una secuencia
ininterrumpida de intercambios. Sin embargo, una misma conducta podría pensarse
simultáneamente como estímulo o respuesta de otra conducta posterior o previa,
respectivamente, según el momento a partir del cual se puntuara la secuencia.
En una discusión entre dos personas, la diferencia de puntuaciones entre ambos
comunicantes conduce en numerosas ocasiones a una escalada de reproches del estilo “yo
te dije porque vos me dijiste que yo te dije...”. Lo que resulta evidente es que la puntuación
organiza los hechos de la conducta y por lo tanto es vital en toda situación interaccional.
4. Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital
cuenta con una sintaxis lógica sumamente compleja y poderosa pero carece de una
semántica adecuada en el campo de la relación, mientras que el lenguaje analógico posee la
semántica pero no una sintaxis adecuada para la definición inequívoca de la naturaleza de
las relaciones.
El código digital en que se transmiten los mensajes corresponde a una serie de
símbolos significativos capaces de transmitir conceptos: la palabra (escrita o verbal) es un
elemento simbólico ‐gráfico o sonoro‐ que, en virtud de convenciones culturales que
determinan sus significados, permite evocar representaciones comunes a los individuos que
comparten ese código.
La comunicación analógica es todo lo que no sea comunicación verbal: postura y
movimientos corporales, gestos, expresión facial, inflexión de la voz, secuencia, ritmo,
cadencia de las palabras, uso del espacio y todos los indicadores comunicacionales que
inevitablemente aparecen en cualquier contexto en que tiene lugar una interacción y que la
connotan.
La comunicación digital posee una estructura compleja, con alta capacidad de
abstracción y sumamente precisa pautada por reglas que, estableciendo secuencias y
relaciones entre sus unidades, determinan relaciones lineales e inequívocas entre símbolos
y significados. Sin embargo, resulta insuficiente para brindar información acerca de los
aspectos relacionales de la comunicación. “Un gato es un bello animal” es un mensaje que,
en tanto quien lo recibe comparta el código (esto es, conozca el significado de las palabras) y
el que lo emite lo transmita de esta manera y no alterando de forma incomprensible el
orden de las palabras, será comprendido y evocará en quien recibe el mensaje la imagen de
uno o varios gatos (y no de cualquier otra cosa), y por lo tanto la idea que el emisor quiso
transmitir. Esto es lo que se llama ‘relación lineal e inequívoca entre símbolo y significado.
Sin embargo, sólo a partir de este texto no es posible conocer qué aspectos afectivos hay en
juego en la relación que el emisor pretende establecer con el receptor a través de este
mensaje.
La comunicación analógica, en cambio, posee una multiplicidad de elementos que
dan cuenta de esos aspectos relacionales (“Un gesto vale más que cien palabras”)
enriqueciendo enormemente la comunicación, pero que se caracterizan por su alto grado de
ambigüedad (las lágrimas pueden deberse a alegría, tristeza, emoción, etc.). Siguiendo con el
ejemplo anterior, ‘Un gato es un bello animal’ puede ser enunciado con ternura (y según el
contexto de la conversación podemos pensar que el emisor está compartiendo un recuerdo
o intentando convencer al receptor que adquiera un gato como mascota) o con ironía (y en
ese caso la intención puede ser la de desalentar la adquisición de esta mascota, por
ejemplo).
La complementariedad de ambos códigos contribuye a enriquecer el acto
comunicacional cuando existe una coherencia de significación entre ellos.
Resumiendo:
La imposibilidad de no comunicarse hace que todas las situaciones en las que participan dos
o más personas sean interpersonales y comunicacionales; el aspecto relacional de tal
comunicación subraya aún más este argumento. La importancia pragmática, interpersonal
de los modos digital y analógico radica no sólo en su supuesto isomorfismo con los niveles
de contenido y de relación, sino también en la inevitable y significativa ambigüedad que
tanto el emisor como el receptor enfrentan al comunicarse. Los problemas de puntuación se
basan en el hecho de que la comunicación es un proceso dinámico de intercambio no sólo de
información sino de roles.
BIBLIOGRAFIA
• Watzlawick P, Bavelas JB, Jackson DD (1989): “Teoría de la comunicación humana”.
Barcelona. Editorial Herder.
• Romero R (1971): “La estructura de los pequeños grupos: las estructuras de comunicación
y liderazgo; su instrumentación en Educación para la Salud”. Publicación ‘Educación para
la Salud’, Serie 7 (Ciencias Sociales y Salud), N° 5.
CONSEJERÍA NUTRICIONAL
DEFINICIÓN DE CONSEJERÍA
La Consejería es un tipo de enfoque psicológico caracterizado por tener un abordaje centrado en la persona/paciente. El término es la traducción de la palabra en inglés counseling. . En español, la palabra que se acerca más al concepto de “consejería” es “orientación” o “asesoramiento”.
Es importante aclarar que la “orientación” implica más que una simple recomendación o un consejo. Cuando aconsejamos a las personas, lo hacemos para decirles qué es lo que nosotros pensamos que deben hacer. En cambio, cuando damos “orientación”, escuchamos y ayudamos a cada persona a decidir qué es lo mejor para ellas, a partir de varias alternativas o sugerencias y apoyándolas para que tengan la confianza necesaria para llevar a cabo su propia decisión. (OMS‐UNCEF 2009).
Los principales objetivos de la Consejería son (Nystul 2005): a) Propiciar el bienestar de las personas; b) Fortalecer su autoestima; c) Empoderarlas para que desarrollen autonomía; d) Orientarlas para que hagan aprendizajes significativos a partir de sus experiencias de
vida; e) Favorecer las habilidades de comunicación; f) Desarrollar la capacidad de identificar sus dificultades y sus recursos y a partir de ello,
tomar decisiones que mejoren su calidad de vida.
Podemos encontrar los orígenes de la Consejería en la segunda mitad del siglo XX, a partir de trabajos del psicólogo Carl Rogers (Rogers 1951), en el contexto del retorno de los soldados combatientes durante la Segunda Guerra Mundial y su necesidad de reinsertarse en la sociedad. Practicar la Consejería requiere la competencia del profesional y la personalización del proceso de cuidado de las personas. El profesional debe desarrollar habilidades y destrezas comunicacionales e interpersonales y la flexibilidad necesarias para adaptar su intervención a las características y necesidades de cada consultante.
CONCEPTOS CLAVE: • Consejería no es sinónimo de “aconsejar”, sino de “orientar” o
“asesorar”. • Se centra en las necesidades sentidas por la persona que consulta, sus
experiencias, su cultura, sus recursos y sus dificultades. • El profesional que realiza Consejería debe desarrollar habilidades
comunicacionales e interpersonales específicas que le permitan adaptarse a la singularidad de cada persona.
Para Nystul (2005) la Consejería es un arte y una ciencia. Es un arte porque requiere destrezas de ayuda que permitan al consejero(a) escuchar y comprender al consultante, darle apoyo, comunicar delicadeza y comprensión. Es una ciencia porque involucra teorías, investigaciones, pruebas estandarizadas y prácticas de Consejería que requieren objetividad. La Consejería puede aplicarse en diversos campos: la orientación profesional, la psicoterapia, la enfermería, los tratamientos clínicos y nutricionales. LA CONSEJERÍA NUTRICIONAL
Los métodos dietoterápicos pueden clasificarse en dos grandes categorías: los que centran en la patología y el profesional y los que se centran en el consultante y su entorno. La descripción es genérica y pura; en el caso del abordaje centrado en la patología/profesional responde al paradigma de “modelo médico hegemónico” (Menéndez 2005) y en el caso del centrado en el consultante, al “modelo humanista” (Rogers 1981).
Las personas en general y los profesionales en particular difícilmente respondemos a estilos puros de comportamiento. Vamos configurando nuestro propio estilo de comportamiento basándonos en nuestras experiencias vividas, los modelos que hemos tenido, el momento histórico‐social y personal en el cual nos desenvolvemos en el mundo.
La intención de clasificar los diferentes métodos dietoterápicos en estas dos categorías es la de ofrecer elementos para que puedan ser analizados, detectar sus ventajas y desventajas, qué aspectos de cada método es el adecuado para el consultante que se tiene delante de acuerdo no sólo a sus características generales sino también el momento por el cual está atravesando y de este modo ir detectando o configurando nuestro propio estilo de trabajo.
CONCEPTOS CLAVE:
• Existen dos grandes categorías de estilos dietoterápicos: los que responden al “modelo médico hegemónico” y los que responden al “modelo humanista”.
• Ningún estilo es perfecto. • Cada profesional configura su propio estilo con el devenir de la práctica.
El siguiente cuadro resume características comunes y diferencias entre métodos centrados en la patología y el profesional y aquéllos centrados en el consultante.
METODOS CENTRADOS EN LA PATOLOGÍA Y EL PROFESIONAL
MÉTODOS CENTRADOS EN EL CONSULTANTE Y SU ENTORNO
Otorgan información
Promueven la toma de conciencia sobre el cuidado de la salud
Basados en prescripciones pre‐estructuradas por el profesional de acuerdo a la patología, con listados de alimentos prohibidos/permitidos, listas de menús, cantidades diarias, etc.
Partiendo de los hábitos del consultante, el profesional lo orienta para ayudarle a realizar cambios de actitudes y elecciones alimentarias adecuadas a la patología y adaptadas a su vida cotidiana
El consultante tiene un papel pasivo, recibe instrucciones y el profesional “controla” el grado de cumplimiento. El consultante suele reaccionar faltando a consultas posteriores cuando no ha podido “hacer caso” a las prescripciones. El profesional pone acento en los resultados mensurables(parámetros clínicos, antropométricos) más que en los cambios de conducta
El consultante tiene un papel activo; se compromete con objetivos consensuados con el profesional, quien además de orientarlo le ayuda a detectar sus fortalezas y debilidades. La consulta es valorada como el momento en que profesional y consultante se encuentran para buscar juntos soluciones a las dificultades que se reflejan en los parámetros mensurables. Los cambios de conducta son valorados explícitamente, incluso cuando aún no haya repercusión en parámetros clínicos.
Promueve la dependencia del consultante con el profesional y el tratamiento al basarse en la “obediencia” del consultante, más que en su posibilidad de encontrar soluciones a sus dificultades con el tratamiento
Promueve la autonomía y el autocuidado responsable del consultante y su compromiso con el tratamiento como una elección para mejorar su calidad de vida
En cuanto a la Consejería Nutricional, podemos decir que es un proceso de relación
interpersonal facilitador de problemas alimentario‐nutricionales centrado en el cambio de conductas de riesgo, el fortalecimiento de la autoestima de las personas y el desarrollo de su autonomía.
La Consejería Nutricional requiere que el profesional desarrolle dos grandes grupos de
habilidades, que irá utilizando a lo largo de cada encuentro de manera simultánea y espontánea:
1) Habilidades de escucha y aprendizaje 2) Habilidades para reforzar la confianza y dar apoyo
Habilidades de escucha y aprendizaje Dentro de este grupo se encuentran:
1. El uso de comunicación no verbal útil. Esto se refiere a: a. El uso del espacio: evitar los elementos que puedan generar barreras en la
comunicación como por ejemplo un escritorio entre los comunicantes; una puerta abierta que facilite la interrupción de la comunicación por interferencias externas o el ingreso de personas ajenas al proceso; etc.
b. El uso de elementos que constituyan una barrera en la comunicación como por ejemplo teléfonos, computadoras, planillas o historias clínicas que demanden demasiada atención por parte del profesional, etc.
c. El lenguaje corporal del profesional: la falta de contacto visual con el consultante; un contacto visual que denote asimetría (cuando el plano de visión del profesional se encuentra por encima del del consultante, en lugar de estar a la misma altura); gestos que puedan transmitir malestar o desinterés; etc.
d. El lenguaje paraverbal del profesional: el tono de voz, el ritmo en su discurso, las interrupciones del discurso del consultante, silencios prolongados o por el contrario, falta de silencios que no permitan al consultante pensar o le hagan sentirse acosado por las preguntas; etc.
2. El uso de preguntas abiertas: este tipo de pregunta favorece que el consultante se
explaye y explique lo que le sucede en lugar de responder simplemente “sí” o “no”. Un buen consejero debe saber utilizar este tipo de pregunta e intercalar las preguntas cerradas para temas muy puntuales o para confirmar si ha comprendido la información ofrecida por el consultante.
3. La devolución del comentario: reproducir alguna frase del consultante permite
demostrar interés, actuar como “espejo” ante el consultante y permitirle confirmar, repensar, ampliar o aclarar la información de sus mensajes.
4. Dar muestras de empatía: esto requiere que el consejero descifre las emociones y
sentimientos que el consultante siente (ansiedad, temor, preocupación, desconfianza, etc.) y lo demuestre mediante comentarios que hagan hincapié sobre ellos. Por ejemplo: “Entiendo que desconfíe de un nuevo tratamiento, habiendo hecho otros con los cuales no ha tenido éxito”.
5. Evitar el uso de palabras enjuiciadoras: los juicios de valor no ayudan al consultante a
expresarse con confianza, sino por el contrario le hacen sentirse evaluado. La función del consejero no es la de juzgar al consultante: es la de ayudarlo. Comentarios como “No está bien que saltee comidas” no favorecen una comunicación eficaz y confiable y hacen que el consultante se abstenga de ofrecer información.
Habilidades para reforzar la confianza y dar apoyo: Estas habilidades incluyen:
1. Escuchar: Escuchar no es simplemente “oír”, sino prestar atención a las palabras, a los mensajes que el consultante emite no sólo con su lenguaje verbal sino también con los gestos, conductas corporales, lenguaje paraverbal y el uso que hace del
espacio. Por ejemplo: una persona que evita el contacto visual, habla en un tono de voz muy bajo, se sienta en el borde de la silla y se aferra a sus pertenencias (cartera, abrigo, etc.) puede estar transmitiendo que no se siente cómodo o confiado ante el consejero.
2. Aceptar lo que la persona siente y piensa y elogiar sus conductas/creencias
saludables: Cada persona vive lo que le pasa de una manera singular y personal; no tiene sentido ni corresponde que el consejero minimice esos sentimientos con comentarios como “No se preocupe por eso; no es tan importante” pues de este modo el mensaje que el consultante recibe es que el consejero no está teniendo una actitud empática con él. Por otra parte, elogiar explícitamente las conductas y creencias que no atentan contra la salud ayuda al consultante a sentir confianza en sí mismo. A veces el simple hecho de haber asistido a la consulta es ya algo elogiable. En estos casos expresiones que incluyen juicios de valor positivos son útiles (“¡Qué bueno que haya decidido venir a consultar por este tema!”).
3. Dar ayuda práctica: esta habilidad se refiere a estar atento a lo que el consultante
pueda necesitar para sentirse cómodo durante la consulta. Por ejemplo, ayudarle a incorporarse si tiene dificultades para hacerlo; colocar una almohada en su espalda si está en cama para que pueda conversar con más comodidad; ayudar a una mamá sosteniendo a su bebé mientras se desviste para las mediciones antropométricas, etc.
4. Dar información pertinente y breve: esto significa no dar más información que la que el consultante pide o necesita verdaderamente a cada momento y hacerlo de manera clara y breve. Las consultas deben destinarse fundamentalmente a generar y sostener un vínculo confiable, detectar dificultades y buscar soluciones de manera conjunta y no a abrumar al consultante con información.
5. Usar lenguaje sencillo: debe evitarse utilizar tecnicismos que no sean de comprensión para el consultante. El papel del consejero y del Licenciado en Nutrición es el de “traducir” sus conocimientos científicos a palabras de comprensión sencilla y de aplicación práctica. Para ello, es imprescindible que el consejero escuche atentamente a su consultante para detectar de qué manera denomina las cosas que le suceden y poder así “sintonizar” con su lenguaje, sin perder rigor científico. En este punto, es conveniente hacer preguntas que permitan confirmar que la información que se ha dado ha sido adecuadamente comprendida.
6. Hacer una o dos sugerencias, sin dar órdenes: el papel del consejero es el de favorecer la construcción conjunta de soluciones a los problemas del consultante. De modo que se le pueden ofrecer una o dos sugerencias para que el consultante decida
cuál/es puede comprometerse a llevar a la práctica. Órdenes del tipo “En su caso es importante que haga las cuatro comidas; no saltee ninguna” son mucho menos eficaces que proponer “De acuerdo a lo que hemos visto, es conveniente que intente hacer cuatro comidas, ¿le parece posible?”. De este modo se puede lograr un “contrato” de cuidados basado en objetivos pequeños, alcanzables y progresivos de manera que el consultante pueda comprometerse con ellos y sentir satisfacción cuando los alcanza. Las largas prescripciones dietéticas no sólo confunden a las personas, sino que suelen ser poco sostenidas en el tiempo. Y el objetivo fundamental de la Consejería es que las personas puedan proponerse un sistema de auto‐cuidado sostenible en el tiempo.
En resumen, las habilidades de Consejería son:
HABILIDADES DE ESCUCHA Y APRENDIZAJE HABILIDADES PARA REFORZAR LA CONFIANZA Y DAR APOYO
• USAR COMUNICACIÓN NO VERBAL ÚTIL • HACER PREGUNTAS ABIERTAS • DEVOLVER EL COMENTARIO • DAR MUESTRAS DE EMPATÍA • EVITAR EL USO DE PALABRAS
ENJUICIADORAS
• ESCUCHAR • ACEPTAR Y ELOGIAR • DAR AYUDA PRÁCTICA • DAR INFORMACIÓN PERTINENTE Y
BREVE • USAR LENGUAJE SENCILLO • HACER UNA O DOS SUGERENCIAS POR
VEZ (NO DAR ÓRDENES)
BIBLIOGRAFÍA
• Menéndez, EL (2005). El Modelo Médico y la Salud de los Trabajadores. Salud colectiva [online]. vol.1, n.1, pp. 9‐32. ISSN 1851‐8265.
• Nystul, M. (2005). Introduction to counseling. Pearson Education. • Rogers, CR (1981). Psicoterapia centrada en el cliente. España. Ed. Paidós Ibérica. • Consejería en Hábitos Alimentarios. Manual para Nutricionistas y Multiplicadores de
Guías Alimentarias. Ministerio de Salud. Disponible en: http://www.msal.gov.ar/images/stories/bes/graficos/0000000188cnt‐a01.consejeria‐en‐habitos‐alimentarios.pdf