Crónica de mí mismo

7

Click here to load reader

description

Fragmentos del Epistolario del poeta estadounidense Walt Whitman.

Transcript of Crónica de mí mismo

  • traduccin de laura naranjo gutirrez y carmen torres garca

    CRNICA DE M MISMOWALT WHITMAN

  • 7

    PRLOGO

    Walt Whitman no escriba cartas para la posteridad, sino para sus amigos, sus amantes, sus familiares y, ocasionalmente, para sus contados editores. Estaba convencido de que las cartas eran parte de la vida presente y no de los archivos y los museos futu-ros. Es cierto que, como poeta, ansi y persigui la fama, pero sus cartas no las escriba el poeta, sino el hombre. Crea firmemente que una correspondencia era un espacio comn y compartido en el que se creaban e intensificaban todo tipo de lazos emocionales y amorosos. Por supuesto, jams pens que una carta fuera el lugar apropiado para discutir sobre literatura, y, por tanto, muy pocas veces lo hizo. Para Whitman, las cartas eran, ante todo, sutiles mecanismos de relacin, a travs de los cuales amar y ser amado, cuidar y ser cuidado. Por todo ello, en su correspon-dencia encontramos a un hombre inmerso en los vaivenes de la existencia y en la cotidianidad del corazn. Quien busque xtasis creativos o secretas explicaciones para entender cmo Whitman, sin apenas preparacin cultural, dej de ser un periodista corrien-te y se convirti en un autor revolucionario que alter con sus inesperados ladridos literarios todo el lenguaje potico de nues-tro tiempo, no los encontrar aqu. Tampoco visiones csmicas ni homricos elogios de las masas democrticas, como los que se encuentran en otros de sus textos. Aqu nicamente se halla la vida, rehecha o relatada en un lenguaje sencillo y cercano, que, a diferencia de su obra potica, Whitman poda compartir con quienes lo rodeaban y compartan su da a da.

    De la inmensa correspondencia de Whitman, casi tres mil car-tas editadas en seis volmenes y todas ellas inditas hasta ahora en castellano, hemos seleccionado algo ms de un centenar que abarcan desde su primera juventud hasta los das inmediatamente

  • 8

    1840-1841

    previos a su muerte. De su lectura emerge una bella e inslita autobiografa. Sin duda, es un retrato parcial, que puede y debe completarse con otros escritos de orden personal que Whitman dispers por toda su obra. Pero lo cierto es que en estas cartas surge una de las muchas voces de Whitman, una voz descono-cida hasta ahora por los lectores en nuestra lengua, que permite entender mejor la complejidad de un hombre que supo confun-dir sistemticamente a sus bigrafos gracias a la insospechada profundidad y fertilidad de su propia experiencia vital.

    Los editores

    En 1830, tras cumplir once aos, Walt Whitman dej la escuela y empe-z a trabajar como aprendiz en diversos lugares: despachos de abogados, imprentas, peridicos Ms tarde, al cumplir los diecisiete, comenz a impartir clases en pequeas escuelas, saltando de una localidad a otra. Al ao siguiente, en 1837, fund su propio peridico, The Long Is-lander, que consigui vender un par de aos despus para volver a la do-cencia, esta vez en Woodbury, una diminuta poblacin de Long Island.

    De esta ltima poca datan las primeras cartas que se conservan de Whitman, todas ellas dirigidas a Paul Leech, del que poco sabemos, sal-vo que era contable y activista, cercano al Partido Demcrata. En buena parte de las mismas, el profesor de escuela se burla de los ciudadanos de Woodbury, criticando, por ejemplo, su incapacidad para apreciar una buena comida en la mesa y, por supuesto, cualquier tipo de alimento intelectual. Faltan an quince aos para que Whitman, a travs de su poesa, elevara a los ciudadanos de Woodbury es decir, a los hombres y mujeres de las clases medias y bajas de Estados Unidos a la altura pica de los hroes homricos. De momento, en estas cartas se aprecia, antes bien, la difcil y dolorosa bsqueda de una identidad propia que pudiera ser compatible con la indolencia de quienes lo rodean.

  • 11

    a abraham paul leech1

    Woodbury, N. Y., 30 de julio de 18402

    Amigo mo:

    Me siento con muy pocos nimos para escribir algo que porte el sello de la alegra. Tal vez fuese mejor entonces no escribir nada, y supongo que no debera hacerlo, de no ser por la esperan-za de recibir respuesta. Tengo el convencimiento de que, cuando el Seor cre el mundo, agot todo el material bueno y se vio obligado a dar forma a Woodbury y sus habitantes con desechos, con restos y sobras, pues en tus viajes pocas veces encontrars raza menos sofisticada que la que puebla estos lares. Se levantan por la maana y trabajan como mulos durante todo el da, sin in-terrupcin alguna para el disfrute o el esparcimiento, salvo para el desayuno y el almuerzo. Viven a base de cerdo en salazn y de pepinos y, como exquisitez, a veces obsequian a sus visitas con torta de centeno y suero de leche. No es sta razn suficiente para mandarlos a la perdicin sin vitico, sin sacramentos, sin uncin? Si Chesterfield se viera obligado a vivir aqu diez horas, se lo llevaran los demonios: he odo la palabra gracias, pero slo una vez desde que comenz mi estancia en este purgatorio terrenal. Ahora es la temporada de lo que llaman la fiesta del

    1 Hace tan slo unos aos, la Biblioteca del Congreso adquiri mediante subasta las cartas de Whitman ms antiguas que existan hasta la fecha, todas iban dirigidas a Abraham Paul Leech. Es posible que ambos se conocieran en 1839, cuando Whitman estuvo en Jamaica, donde, al parecer, haba un grupo de jvenes, todos ms o menos de la misma edad y que rehuan a los granjeros y trabajadores un tanto impasibles de la zona (N. de las T.).2 Respetamos el modo de consignar fecha y lugar de escritura, al igual que los encabezamien-tos y las despedidas y distintas firmas que utiliza Walt Whitman (N. de las T.).

  • 12 13

    arndano. Tuve el grandsimo honor de ser invitado a uno de estos refinados divertimentos, as que fui. Cada uno portaba un balde de lata, una cesta, un cuenco grande o una bolsa de pudin. Sin duda fue divertido, pero me cost dos libras mortales de car-ne, adems de numerosos desgarros en la ropa, que me consta que an siguen prendidos de zarzas y arbustos. Y qu calor! Y, para colmo, nuestro almuerzo, nuestro almuerzo campestre! La guinda del pastel! Adivina lo que nos pusieron: un cuenco roto medio lleno de patatas fras; tres o cuatro huesos pobremente re-vestidos de jamn grasiento y medio echado a perder; una tarta enorme, hecha de manzanas verdes, melaza y una costra de tri-go sarraceno; seis rbanos y una escudilla de judas hervidas!! Y todo esto hubo que regarlo con una bebida que ellos llama-ban switchell3, un bebistrajo del demonio que, hasta donde pude descubrir, se compona de agua, vinagre y azcar moreno. Nues-tra conversacin, adems, fue digna de orse, pues consisti en esencia, como podrs imaginar, en etreos destellos de ingenio, fragmentos de poesa homrica e italiana, disquisiciones sobre la ciencia y las artes, citas de los ms doctos escritores y consejos sobre el modo ms rpido de hacer mantequilla. Tim Hewlett prometi robarle un beso a Patty Strong; Patty modestamente declin el honor. El resultado fue una ria en la que Patty le dej la cara marcada a Tim con sus largas uas y en la que el copete de aquella vigorosa damisela perdi buena parte de sus proporcio-nes. La batalla qued en tablas. Al trmino de este espectculo, hicimos acopio de nuestras fuerzas, recogimos los cuencos, cestas y bolsas de pudin antes mencionados y volvimos a casa, sintin-dome, por mi parte, particular y peculiarmente apalullado4 por tanta diversin.

    3 Switchel o switchell: bebida hecha de melaza, miel o sirope de arce a la que se aada agua y ron y que se aderezaba normalmente con vinagre y jengibre (N. de las T.).4 Apabullado. En ingls kewrious, en lugar de curious, en clara alusin fontica a la pro-nunciacin empleada por los lugareos (N. de las T.).

    Te estoy muy agradecido por el peridico que me enviaste. Es-cribe pronto. Mndame algo divertido, pues me estoy convirtien-do en una triste suerte de perro; estoy harto de ir consumindome pulgada a pulgada y de pasar la mayor parte de mi corta exis-tencia aqu, en esta madriguera de osos, en este agujero perdido de la mano de Dios, entre mamarrachos y pueblerinos, cabe- zas de chorlito y muchachas bastas de caras curtidas, cros sucios y poco agraciados con gargantas chillonas y modales groseros y pateadores de cenagales, rodeado de la repugnante arrogancia que trae aparejada la ignorancia y la vulgaridad. Cuando se nos obliga a rebajarnos y formar parte de los ms groseros y rui-nes de la raza humana, no es de extraar que las fuentes de la benevolencia se sequen en nuestros corazones y que se marchi-ten nuestras amables y cariosas inclinaciones. La vida es, en el mejor de los casos, una carretera inhspita y, ahora mismo, me hallo en una de las partes del trayecto ms pedregosas, agrestes, estriles, accidentadas y descorazonadoras del camino. Sin em-bargo, dicen que el Tiempo es el Gran Mdico que cura todos los males de la mente y el cuerpo. Ruego a las parcas que me liberen de esta rabia lo antes posible.

    W. W.

  • 14 15

    a abraham paul leech

    Campos del Purgatorio, Woodbury, N. Y.,19 de agosto de 1840

    Has odo decir alguna vez a la gente que la tierra es el cielo o el infierno del hombre, segn su manera de actuar o de qu lado se site, del bien o del mal? Yo creo en esa mxima; o, en todo caso, la creo a medias, como dijo el otro al enterarse de que su esposa haba tenido gemelos. Que esta morada terrenal es un lugar de tormento para mi pobre ser se me hace dolorosamente evidente cada da de mi triste existencia. No hay otro lugar en el mundo donde la monotona penda de las ramas de cada rbol, donde la estupidez corone cada colina y donde cada diez yardas pueda verse la desesperacin plcidamente sentada en una va-lla, tal y como ocurre en este maldito Woodbury. Woodbury! Qu nombre tan apropiado! Si me viera obligado a soportar su intolerable insipidez durante todo un ao, sin esperanza de ali-vio, sera capaz de enterrarme5, a m y a cualquiera que albergase un nfimo deseo de compaa inteligente. No cabe duda de que, dentro de pocas semanas, me habr convertido en una de esas agradables criaturas de las que se dice que son todo piel y hue-sos. Amigo mo, no puedes hacerte una idea de la hrrida mo-notona de este sitio. Hacer dinero, trabajar, trabajar, trabajar Los nicos usos que se les dan a los animales de Woodbury son la cra de patos, el acarreo de estircol y el consumo de cerdo. Y como este tipo de distracciones nunca me ha divertido dema-siado, no te costar imaginarte lo interesante de mi situacin.

    5 Whitman hace aqu un juego de palabras con la forma condicional (would) del verbo ente-rrar (bury), que se lee exactamente como Woodbury (N. de las T.).

    Desde que escrib la ltima lnea, he almorzado, pero no veo que me sienta mejor ni ms animado. Qu crees que he co-mido? Adivnalo. Ternera? No. Cordero? No. Empanada? No. Ensalada y champn helado? No, no y no. Te lo dir tal y como me lo han ido sirviendo, bueno, ms bien, soltndomelo en la mesa: primero, dos papas fras, con la piel y todo, una de ellas bastante agujereada, de un modo que me ha hecho preguntar-me si no la habra rodo un ratn o picoteado un pollo; segundo, tres almejas hervidas que, obviamente, haban visto das mejo-res; tercero, un trozo de pastel de melaza hecho con harina de alforfn; cuarto, un pegote de requesn mohoso que ola que echaba para atrs; quinto, y ltimo, dos rodajas alargadas de una misteriosa sustancia que, tras meditarlo con detenimiento, he llegado a la conclusin de que era pan; este ltimo sin duda le habra resultado de lo ms interesante a un grahamita6, o a cual-quiera interesado en el anlisis y estudio de la naturaleza del reino mineral. Qu me dices? No es ste un festn digno del mis-msimo Epicuro? Oh, t, que gozas de las cosas buenas, piensa en un banquete tan infernal como el que describo y da gracias al cielo por tu suerte! Imagnate adems este men diablico envuelto en un enorme papel de estraza y embutido en un balde de hojalata, y que ese balde, al estar desprovisto de mango o de asa, tenga que ser transportado por una cuerda de estopa! Y aho- ra imagina que me ves cargando con una cosa como la que acabo de describirte. Qu pinta tendra? Oh, dioses, no me azucis, dejad de llenar mi copa, o no respondo de mis actos! Oscuros y espantosos pensamientos acechan mi mente. La prxima vez que oigas hablar de m, probablemente me hayan procesado por asesinato o atraco, o, como poco, por asalto con agresin. Estoy convirtindome en un salvaje. No parece haber alivio.

    6 Seguidor de Sylvester Graham (1794-1851), nutricionista estadounidense que abogaba por la abstinencia y por el consumo de trigo integral (de ah la harina Graham o integral) (N. de las T.).

  • 16 17

    El destino se est ensaando conmigo. El demonio me tienta en cada esquina y, a menos que me enves una carta o Brenton me remita un buen puado de noticias, te juro que envenenar al pueblo entero o le prender fuego a esta vieja escuela y huir a la luz de las llamas.

    Supongo que los tuyos siguen como siempre y que Jamaica contina sita en la misma ubicacin que el pasado noviembre. Pero, por el amor de Dios, envame algo pronto, proporciname algn alimento mental. Te deseo toda la paz y felicidad del mun-do. Que el sol de la paz te caliente y que un roco de prosperidad envuelva tu camino. Que las parcas se entretengan cortando los hilos de otros y que unos dedos amables te protejan en la hora de tu muerte. Adis. Walter Whitman.

    a abraham paul leech

    Woodbury, N. Y., 26 de agosto de 1840

    Querido amado7:

    Movido por el sentimiento de la compasin y aguijoneado por los agudos pinchazos de la conciencia, te remito otra joya epistolar, pues la compasin me susurra al odo que, a estas al-turas, debes de haberte acostumbrado a la recepcin cuasi se-manal de estas inestimables exquisiteces y, por tanto, privarte de ese regalo sera algo as como enviar a un hambriento a la cama sin cenar. Adems, la conciencia me incita a hacer una confesin completa, que, por lo general, produce el mismo efecto en m que una buena dosis de calomelanos en alguien que se ha ati-borrado sin la menor moderacin, haciendo que un estmago limpio y unos sentimientos agradables ocupen el lugar de una panza sobrecargada y de unas tripas estruendosas. Disculpa la naturalidad de mi metfora.

    Hablar de naturalidad me recuerda las peculiaridades que distinguen a los habitantes, jvenes y viejos, de este pueblo tan buclico, cuna de la buena educacin. Por ejemplo, el otro da el cabeza de familia (por estos lares, las familias, compuestas por catorce o quince miembros, no renen entre todos ms que una cabeza) me deleit a la hora del almuerzo con un relato muy interesante acerca de lo mucho que haba padecido por culpa

    7 Referencia a la ceremonia del matrimonio en el Libro de Oracin Comn. El profesor Arthur Golden sugiere que estas palabras no suponen una expresin temprana del sentimiento C-lamo por parte de Whitman (The Correspondence of Walt Whitman [en adelante Corr.], ed. Edwin Haviland Miller, Nueva York, New York University Press, 1961-1977, seis volmenes, p. 353, nota). (sta y todas las notas en las que no se especifique lo contrario son del editor).