CRO14DIC - La Dama Azul · Vaticano no la ha reconocido aún como santa ... trenes fantasma y mucho...

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JAVIER SIERRA

ólo 24 horas antes de ser nom-brado secretario de Comerciodel futuro Gobierno de BarackObama, Bill Richardson (demó-

crata, 61 años) firmó uno de los documentosmás insólitos de su carrera. Ocurrió el pasado 2de diciembre, cuando casi nadie sabía que lequedaban unas horas como gobernador deNuevo México. A las 11 de la mañana, con unasonrisa de oreja a oreja, entró en la room 400del Capitolio de Santa Fe para rubricar su últi-ma disposición frente a una delegación de con-cejales sorianos. Se habían desplazado a 10.000kilómetros de casa para hermanar su pueblo de3.400 habitantes, Ágreda, con el Estado de Nue-vo México, inspirados —y eso es lo extraordina-rio del caso— por una vieja leyenda común, tanincreíble como desconocida. Una que, por esosavatares del destino, conozco muy bien. No envano, la reconstruí en detalle para mi última no-vela, La dama azul.

La mujer que da título a mi obra y que hainspirado el hermanamiento se llamó real-mente María Coronel y Arana, nació enÁgreda (Soria) en 1602, y pasó toda su vidaen aquel pueblo situado en las faldas delMoncayo. La mayor parte de sus 63 añostranscurrieron en un convento de clausuraque todavía se conserva en las afueras. Consólo 16 ingresó como novicia, cambiando sunombre por el de sor María de Jesús. Y yadesde aquellos momentos comenzó a expe-rimentar toda suerte de episodios extáticos ysobrenaturales. «Conocimiento de las cosasdivinas», dijeron. Sus hermanas de comuni-dad la veían levitar a menudo e incluso en-trar en trance en las misas, dándole una fa-ma que no buscó.

UNA RARA HABILIDADDe todas aquellas «exterioridades», como sorMaría de Jesús las llamó en sus escritos, sólouna ha sido la responsable del viaje a NuevoMéxico de esa delegación de Ágreda, encabe-zada por su alcalde Jesús Manuel Alonso. Alparecer, entre 1620 y 1631, la monja hizo nomenos de 500 visitas a Nuevo México graciasal don de la bilocación. Una rarísima habilidadque, se dice, le permitía estar en dos sitios a lavez. Lo curioso es que aquellas bilocacionesdejaron todo un reguero de documentos y tex-tos históricos. El más valioso fue el que redac-tó fray Alonso de Benavides, primer padre cus-todio de Nuevo México, que en 1629 actuó co-mo obispo provisional de la región y levantóacta de cómo, en efecto, una mujer joven yblanca, cubierta por un manto azul, predicó enlas orillas del Río Grande mucho antes que susmisioneros.

En un curioso informe de 109 páginas, Be-navides mostró su estupefacción por la doci-lidad con la que los nativos habían acudidoen masa a convertirse. «Preguntando a los

indios que nos dijesen la causa por la quecon tanto afecto nos pedían el bautismo», es-cribió, «respondieron que una mujer comoaquella que allí teníamos pintada (que eraun retrato de la madre Luisa de Carrión) lespredicaba a cada uno de ellos en su lenguapara que los enseñasen y bautizasen». Aque-lla visitante de rasgos dulces y cabeza cu-bierta por el llamativo manto celeste típicode las concepcionistas fue pronto conocidacomo la «dama azul».

Tropecé con el legajo de Benavides en

1994 en la Universidad de Albuquerque. JohnKessel, profesor emérito de su Facultad deHistoria, me lo dejó muy claro: «El memorialde Benavides es un documento de un valorhistórico inestimable para Nuevo México.Fue el primer texto impreso que habló de es-tas regiones y el primero que, cuatro añosdespués de su publicación en Madrid en 1634,identificó a esa “dama azul” evanescente conla joven mística sor María de Jesús».

Pocos recuerdan ya que aquel padre Bena-vides, nacido en las Azores, se obsesionó tan-to con el prodigio de la bilocación que tras suestancia en Nuevo México no dudó en viajarhasta Ágreda en la primavera de 1631 sólopara entrevistarse con aquella monja. SorMaría de Jesús lo reconoció en el acto, comosi lo hubiera visto antes en América, demos-

trando que tenía un conocimiento de NuevoMéxico y sus gentes superior incluso al suyo.

Me contagié de la estupefacción de Bena-vides y decidí seguir de cerca su «memoriahistórica» en América y en España. Llevomás de tres lustros haciéndolo. Por suertehoy, casi 400 años después, su recuerdo estámás que presente en Ágreda. Da nombre asu calle principal, y en el convento que ellamisma fundó en 1633 aún se conservan susropas azules, sus más de 300 cartas inter-cambiadas con Felipe IV y hasta su cuerpoincorrupto preservado en una urna. Pero loque sorprende de veras es que en Nuevo Mé-xico su presencia también siga viva. Sobretodo en Isleta Pueblo, un depauperado asen-tamiento indígena a unos 30 kilómetros alsur de Albuquerque que, además de un pu-ñado de casinos de baja estofa, alberga unade las primeras misiones franciscanas deNorteamérica.

La última vez que visité Isleta fue en juliodel año pasado. En aquel escenario, hacía378 años exactos, fray Juan de Salas, respon-sable de su primitiva iglesia de adobe y ma-dera, vio llegar a varios centenares de indiosjumanos que aseguraban haber sido envia-dos a convertirse por la misteriosa damaazul. Su bautismo masivo se hizo célebre, en-tre otras cosas porque los indios llevabanconsigo cruces y rosarios «muy españoles»que, al parecer, les habían sido entregadospor su visitante. «Yo no he sido capaz de en-contrar aún ninguno de ellos», me reconocíael padre Hilaire Valiquette, actual párroco deIsleta. «Aunque de haber existido es proba-ble que desaparecieran durante las revueltasindígenas de 1680 contra los españoles». Va-liquette es, además de franciscano, antropó-logo y lingüista. Lleva cinco años investigan-

do en Isleta y es el único de cuantos he entre-vistado que pone en duda las bilocaciones.

—Como verá —dice— no tenemos ningúnretrato de sor María de Jesús en el altar. ElVaticano no la ha reconocido aún como santapero la huella que dejaron sus presuntas visi-tas sobrenaturales a la región fue tremenda.

—¿Presuntas? ¿Es que usted no se las cree?Valiquette se encoge de hombros, se atusa

el hábito marrón y sonríe.—Creo que fueron parte de la propaganda

franciscana de la época para que el rey invir-tiese más dinero en estas tierras.

Su escepticismo contrasta con las trazasdejadas por la madre en todo el Estado. A sólo350 kilómetros de allí, junto al asentamientominero de Silver City, se levanta un cerro co-nocido como The Kneeling Nun, la monja

arrodillada. Un pico rocoso esculpido a capri-cho por el viento que hoy presenta un perfilque evoca a una mujer rezando. «Para los in-dios se trata de otra marca de la dama azul»,me contaba hace años el profesor Clark Cola-han, de la Walla Walla University. «Debe sa-ber que en la vecina Texas otras leyendas vin-culan la flor oficial del Estado, el bonete azul,con el paso de la monja. Su presencia en elfolklore indígena es importantísima».

John Kessel coincide en que sor María deJesús fue fundamental para la región: «El in-forme en el que Benavides habló por primeravez de sus bilocaciones y que el rey Felipe IVordenó publicar en 1630 es un texto singularporque da crédito político al milagro».

—¿Y usted se cree el milagro?—Desde luego, no seré yo quien lo niegue.

CAUSA DE BEATIFICACIÓNTal vez como justo contraste, en España las co-sas se ven de forma distinta. La bilocación pare-ce un tema tabú entre los expertos y promoto-res de su causa de beatificación, como lo fue pa-ra la propia sor María de Jesús. Durante los in-terrogatorios a los que la sometió el Santo Ofi-cio en 1635 y 1650 se desmarcó del prodigio.Afirmó que quizás confundió bilocaciones consimples visiones, considerándolas meras debili-dades «de juventud». Y aunque lo cierto es quesus problemas con la Inquisición nunca se de-bieron a sus vuelos a Nuevo México sino a la re-dacción de Mística Ciudad de Dios, basada enla vida de la virgen, el tema de sus viajes a Amé-rica se evita en instancias eclesiásticas.

En la misma Ágreda, el hermanamientocon Nuevo México mereció la abstención delgrupo de la oposición (PP) en el pleno delAyuntamiento, en parte por fundarse sobre

esas bilocaciones. Aunque saben que su Mís-tica Ciudad de Dios inspiró a cineastas comoMel Gibson —quien utilizó información de lamonja de Ágreda para el guión de La pasiónde Cristo— temen que una publicidad desme-dida de sus vuelos no sea del todo buena.

Justo lo contrario de lo que se opina enNuevo México. Allí, en un encuentro infor-mal, Michael Cerletti, secretario del Departa-mento de Turismo del Estado, me reconocía:«Nuestro territorio debe parte de su atractivoa lo sobrenatural. Aquí tenemos historias deaccidentes de ovnis durante la Guerra Fría,trenes fantasma y mucho más. La historia dela dama azul encaja con nuestra idiosincrasiay con el lema oficial de nuestro Estado: Landof Enchantment. Tierra de encantamiento».

El propio Bill Richardson, de madre espa-ñola, me lo resumía a la perfección al final delacto de hermanamiento: «Somos latinos. Dementalidad mágica. Y estas historias nos gus-tan a todos». Qué gran verdad.

Javier Sierra, periodista y escritor, es autor de «Ladama azul» (Planeta).

CUENTAN QUE EL DON DE LA BILOCACIÓN LEPERMITÍA ESTAR EN SU CONVENTO DE SORIA Y ENNUEVO MÉXICO A LA VEZ. 400 AÑOS DESPUÉS, SUPUEBLO Y EL ESTADO DE EEUU SE HAN HERMANADO.JAVIER SIERRA, QUIEN LA HIZO «BEST-SELLER»,SIGUE LOS PASOS DE SOR MARÍA JESÚS DE ÁGREDA

PESE A QUE NUNCA SALIÓ DE SU CONVENTO ENÁGREDA, DICEN QUE GRACIAS A LA BILOCACIÓNHIZO NO MENOS DE 500 VISITAS A NUEVO MÉXICO

MISTERIO / TRAS LAS HUELLAS DE LA DAMA AZUL

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LA MONJA QUEESTABA EN DOSSITIOS A LA VEZ

Javier Sierrra junto a la urna donde se conserva el cuerpo incorrupto de «la dama azul», en el convento que fundó enÁgreda (Soria). / EVA SÁNCHEZ

EL MUNDO / AÑO XX, NÚMERO 687 CRÓNICA DOMINGO 14 DE DICIEMBRE DE 200810