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Crónicas de SAN JUAN DE LA PEÑA Diciembre 2018, nº 26 REAL HERMANDAD DE SAN JUAN DE LA PEÑA

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Crónicas de SAN JUAN DE LA PEÑA

Diciembre 2018, nº 26

REAL HERMANDAD DE SAN JUAN DE LA PEÑA

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Sumario

4 34 36Edita: Real Hermandad de San Juan de la PeñaDirección: Plaza del Seminario, 8. 22700 Jaca (HUESCA)Coordinación: Carlos Mª Lapeña

Diseño y realización: Actualidad Media S.L.Fotografías: Real Hermandad de San Juan de la Peña e Ivan Escribano, Lookme.Depósito Legal: Z-3273-2000

Carta del Hermano Mayor Félix Longás

Acto y ceremonia de Reinhumación de los restos óseos del Linaje Real de los Reyes de Aragón

enterrados en San Juan de la Peña

Los Reyes de Aragón regresan a San Juan de la Peña

Conferencias

Cartografía de Aragón

El Panteón Real Medieval de San Juan de La Peña

Entrevista a Juan Pinto

Excursión de primavera, Visita a Poblet

Recepción de nuevos hermanos

Ruta de los Sitios

Concurso de dibujo 2017

Cena de Navidad con el Caballero Armando Serrano Martínez

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Carta del Hermano Mayor Félix Longás

Queridas damas y caballeros, tenéis en vuestras manos el nº 26 de nuestras “Crónicas” que hacen referencia a un año, el 2018, en el que hemos visto realizados una parte importante de los objetivos de la Real Hermandad de San Juan de la Peña.

El principal ha sido la vuelta de los “Restos de Linaje Real” a nuestro Monasterio, del que salieron en 1985. Han vuelto a sus tumbas en un espacio dignificado. Nuestra tarea ha sido la de impulsar esta realidad, aunando a nues-tro interés la acción del Gobierno de Aragón y la colaboración económica de Ibercaja. Los actos que recordamos en este número tuvieron una importante repercusión mediática. Desde la Hermandad vamos a seguir trabajando para conseguir su completa identificación y también estamos solicitando un Plan Director de excavaciones para el Monasterio y un plan de mantenimiento recurrente.

También en este 2018, hemos puesto en marcha la comunicación por correo electrónico, en la que llevabais varios capítulos insistiendo. Esto lo estamos haciendo de forma que nadie se quede descolgado de la Hermandad por cuestiones de tecnología.

Quiero agradeceros el interés que habéis demostrado para que nuestra Virgen del Pilar tuviera un manto de nuestra Hermandad. En la contraportada de esta revista podéis comprobar lo bonito que es. Su entrega fue un acto sencillo y emotivo que presidió el Sr. Arzobispo, D. Vicente Jiménez.

Como veis, la Hermandad se mantiene muy viva con un buen tono y vuestra respuesta nos anima al Consejo Rector a continuar acrecentando nuestro compromiso. Siento que la lejanía física no os permita participar a mu-chos como os gustaría, somos 535 miembros de toda la geografía española y algunos con residencia en el extran-jero. Por ello, por segundo año, he querido dirigirme personalmente a cada Dama y a cada Caballero, teneros en mi cabeza unos minutos felicitándoos las Navidades y mostrando mis mejores deseos para vosotros en el próximo Año Nuevo.

Pero junto a estos deseos sinceros, quiero compartir una reflexión sobre el sentido que los miembros de la Her-mandad me gustaría que tuvieseis para este Año Nuevo, para 2019. Por supuesto nos vamos a desear, de corazón, un año feliz, pero para que lo sea realmente debemos de cambiar de actitud, ¿pero de verdad estamos dispuestos a cambiar? “Año nuevo, vida nueva”, decimos, ¿y qué hacemos para que así sea? Este año 2018 nos ha llenado de incertidumbre en muchos frentes, los cambios de gobierno en España, Italia…, estos días el conflicto de los chalecos amarillos, aquí tan cerca, en Francia, o situaciones internas enquistadas como ocurre con nuestra querida Cataluña, con la inmigración... la lista podría ser muy larga.

Estos días tengo muy presente una frase que oí recientemente: “El mundo no va mal por la maldad de los ma-los, sino por la apatía de los buenos”. Decía Cicerón que “lo que siembres, será lo que recojas”, pero queremos las mejores condiciones para nosotros y los nuestros, dejando que otros siembren en nuestro lugar.

El sentido que me gustaría tuviese este Año Nuevo es una especie de revolución de los buenos, que nos llevara a una mayor implicación y participación en todos los círculos sociales en que vivimos, para hacer más presente la sociedad civil, no solo desde las reivindicaciones políticas, que también, sino desde el lenguaje que mejor se entien-de, el de nuestros actos.

Como cristianos, como miembros de la Hermandad, comprometidos con nuestra sociedad, hagamos nuestra la oración de FL Ulibarri que cito de forma abreviada: “Vosotros sois mis manos para construir un mundo nuevo de fraternidad, libertad y justicias, vosotros sois mis labios…, mis pies..., mi pasión para hacerme creíble en vuestras casas y ciudades y lograr que los niños y adultos vivan como hermanos…” No tengáis miedo, salid, derramar por doquier ternura y vida.., marchad con alegría. Yo os acompaño todos los días.”

Termino, deseándoos que tengáis un Año Nuevo, “nuevo” y que la semilla que sembréis dé los frutos que nos abran las puertas de un futuro de hermandad que Dios quiso para nosotros. Un fraternal abrazo a todos.

Félix Longás. Hermano Mayor

AÑO NUEVO

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Crónicas de San Juan de la Peña

ACTO Y CEREMONIA DE REINHUMACIÓN DE LOS RESTOS ÓSEOS DEL LINAJE REAL DE LOS REYES DE ARAGÓN ENTERRADOS EN SAN JUAN DE LA PEÑA

El 24 de junio de este año, en una ceremonia conjunta del Gobierno de Aragón y la Real Hermandad, fueron devueltos a sus tumbas los restos óseos del Linaje Real de los

tres primeros Reyes de Aragón (Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I) que habían elegido el Monaste-rio de San Juan de la Peña para su enterramiento. Los restos habían salido del Monasterio en 1985 para un análisis y estudio de identificación.

Dadas las reducidas dimensiones del espa-cio donde se hallan ubicadas las tumbas, bajo la peña, la ceremonia oficial tuvo lugar en el Pan-teón de Nobles, con presencia de representantes de las más significativas instituciones aragonesas. Estuvo presidida por el presidente de Aragón,

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Crónicas de San Juan de la Peña

Javier Lambán, y contó con la participación destaca-da del Hermano Mayor de la Real Hermandad, Félix Longás, quienes pronunciaron sendas alocuciones. También pronunció unas palabras el presidente de la Fundación Ibercaja, Amado Franco, que ha financiado buena parte del coste de los estudios de realizados hasta ahora. En el acto, el Obispo de Jaca, Julián Ruiz Martorell, rezó un solemne responso en sufragio de las almas de los Reyes y

Nobles de Aragón, cuyos restos reposan en aquel venerable lugar. Los restos óseos, contenidos en su urna y sobre unas en su andas, fueron portados por miembros de la Real Hermandad en procesión desde la entrada del Monasterio hasta el Panteón de Nobles y desde allí hasta el Panteón Real. Fi-nalmente, fueron depositados en sus tumbas por el presidente de Aragón, el Hermano Mayor y dos miembros de la Hermandad.

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Del acto y ceremonia de la reinhumación se levantó un acta, cuya reproducción figura en esta revista, para dar fe del acontecimiento y que fue firmada por D. Javier Lamban Montañés, presi-dente de Aragón; por D. Félix Longás Lafuente, Hermano Mayor de la Hermandad; por D. Julián Ruiz Martorell Obispo de Jaca; por los miembros del Consejo Rector de la Hermandad: D. Anto-nio Laguarta Laguarta (Teniente de Hermano Ma-yor), D. Carlos M.ª Lapeña Aragüés (Canciller); D. Francisco Javier Salinas Puértolas (Tesorero);

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Crónicas de San Juan de la Peña

Doña Manuela Canals Perat (Consejera) y D. José Luis Solano Rozas (Guarda de San Juan de la Peña); por D. Manuel Ramón Ipas (alcalde de Jaca); por Doña Carmen Sánchez Pérez (delegada del Gobier-no de España en Aragón); por D. Ángel Dolado Pé-rez, Justicia de Aragón; por Doña Mª Teresa Pérez Esteban, consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón; y por D. Amado Franco Lahoz, presidente de la Fundación Ibercaja. Quere-mos también mostrar desde estas líneas nuestro agra-decimiento al Gobierno de Aragón por el interés de-mostrado y por la sensibilidad que en todo momento ha tenido en relación con esta Real Hermandad.

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Crónicas de San Juan de la Peña

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Querido presidente de Aragón, autoridades, invitados e invitadas y Damas y Caballeros de la Real Hermandad de San Juan de la Peña.

Hoy es un día grande para nuestra Hermandad porque en él celebramos nuestra festividad tributando solemne culto a San Juan Bautista y porque hoy vamos a cumplir, junto a los representantes de todos los aragoneses, con la voluntad de nuestros antepasados, reyes, nobles, monjes y guerreros, que aquí quisieron descansar, conscientemente, para siempre.

El conseguir la vuelta de sus restos, que salieron en el año 1985 y poder realizar su reinhumación, es una misión que la Hermandad hizo suya cuando vio que los años pasaban y nues-tros antepasados reposaban en cajas de cartón en las estanterías de almacenes de museos y de laboratorios, sin avanzar en el fin para el cual salieron, hacer un estudio que los identificara.

La última inhumación que aquí se celebró fue la de uno de los aragoneses más ilustres que hemos tenido, la del Con-de Aranda en 1798, que está, allí en ese sepulcro, junto a la puerta de la Iglesia. También el Conde quiso yacer aquí, ha-ciendo un largo recorrido hasta este Monasterio. Seguro que hoy todos cuantos reinhumamos están muy contentos de que sus restos vuelvan a reunirse y permanecer juntos al amparo de la roca del Monte Pano, en el Monasterio, porque ese era su deseo. Nosotros, todos, creo que compartimos esta alegría, aunque el fin de la exhumación no se haya podido alcanzar en su totalidad.

Queremos agradecer el interés con el que han trabajado todos los equipos de análisis y estudio en las dos fases que ha tenido, así como la implicación del Departamento de Cultura y la colaboración de Ibercaja, desde los inicios en el 2007, que como siempre comprometida con Aragón, ha aportado la financiación necesaria.

Y también a nuestro presidente de Aragón, a quien acudi-mos, recién iniciada esta legislatura, temerosos, una vez más, de las consecuencias que sobre los restos podía tener el paso del tiempo. Encontramos en él una persona que a la vez que ejercía sus tareas de Gobierno, unía en su interior la vocación de historiador, y no dudó en hacer suya la culminación de este proyecto que todavía no ha terminado.

Porque hemos cubierto una fase muy importante, su re-greso, pero nos quedan pasos por andar, la Hermandad de San Juan de la Peña seguirá insistiendo y trabajando para con-seguir tres objetivos:

Que se termine la identificación de todos los restos y po-damos concluir así, en lo posible, su pertenencia a los tres pri-meros Reyes de Aragón, Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I. Para ello es se han tomado unas pequeñas muestras de cada pieza y a su finalización con éxito, nos va a ayudar el avance de las nuevas técnicas de investigación, como también lo ha-rán en la consecución de nuestro segundo objetivo.

Este Monasterio, en el que estamos, era muchísimo más grande que lo que hoy vemos; pueden observar en la roca los so-portes de las crujías y tejados, y también se puede contemplar su extensión en los grabados antiguos. Debajo de donde estamos, y también de la carretera, queda mucho por excavar y con las téc-nicas modernas, cuando la economía lo permita, tenemos la obli-gación de hacerlo, porque estamos en la Cuna de nuestro Reino.

La tercera obligación es con este maravilloso entorno. De-bemos de cuidar, proteger y mejorar para nuestros hijos este Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, para que ellos, como nosotros hoy, puedan impregnarse de todas las sensaciones que nos ofrece esta exultante naturaleza de la que formamos parte en este momento.

Desde la Hermandad queremos compartir con todos ustedes. y con todos los aragoneses lo que este Monasterio supone, como centro que fue de acogida, de espiritualidad y como cuna de nues-tro Reino y señal de identidad de lo aragonés que será siempre.

Termino con una frase de mi predecesor, como Hermano Mayor, Emilio Eiroa, que decía que el Monasterio Viejo estaba asentado en roca firme, como deben de estar los mejores valo-res de los aragoneses, el diálogo, el respeto por la diferencia y el trabajar conjuntamente siempre por mejorar Aragón, y tam-bién tenemos el Monasterio Alto o Nuevo, al lado del Balcón del Pirineo, asomado al valle y abierto a Europa, mirando al futuro con ilusión, que es el Aragón que todos queremos.

San Juan de la Peña siempre ha sido un lugar de encuentro entre culturas y de ello nos dejaron signos los peregrinos que hacían el Camino de Santiago, un lugar para soñar nuevas metas.

Por eso quisieron morar aquí nuestros primeros Reyes y por eso hoy, desde el respeto y compromiso con su regreso, invitamos, desde la Hermandad de San Juan de la Peña, a todos los aragoneses, hombres y mujeres, a conocer en pro-fundidad nuestras raíces, nuestra realidad histórica, para par-tiendo de ella, pensando en grande y mirando lejos, aunar ideas en la construcción del Aragón que todos queremos y sumando esfuerzos con las otras comunidades conseguir una España y una Europa en la que estén presentes los mejores valores de nuestra cultura y tradición.

Discurso del Hermano Mayor Félix Longás (24.06.2018)

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Crónicas de San Juan de la Peña

Hermano Mayor de San Juan de la Peña, delegada del Gobierno, Justicia, consejeros, director general, represen-tantes de las Cortes de Aragón, miembros de la Hermandad, autoridades civiles, militares, autoridades religiosas, queridas amigas, queridos amigos, alcalde de Jaca, Corporación Mu-nicipal de Jaca:

La historia por sí misma no explica nunca una Comu-nidad, no define nunca los perfiles de un Estado, no define nunca los perfiles de un país, ni mucho menos determina en exclusividad el presente y el futuro de ese país, pero las so-ciedades que prescinden del nutriente ético, cultural y moral que aporta la historia a la hora de pensarse a sí mismas, y a la hora de proyectarse hacia el futuro, se equivocan rotunda-mente. Al menos esa es mi opinión. Los aragoneses, a través de nuestros representantes en las Cortes, quisimos que en el Estatuto se reflejara nuestra condición de nacionalidad his-tórica. Hay otras comunidades autónomas de España que se reclaman de esa misma condición. Pero yo me atrevo a decir que ninguna tiene tantos títulos para ello como la Co-munidad Autónoma de Aragón. Ninguna al sur, ninguna al oeste y, por supuesto, ninguna al este. Esto, entiendo, que lo tenemos que tener absolutamente claro los aragoneses; y, si alguna vez tenemos alguna duda, no tenemos sino que viajar a San Juan de la Peña y hacer una visita por todos y cada uno de los espacios de este lugar sagrado. Creo que aquí cualquier aragonés se reencuentra con sus orígenes. Pero, es importante que desde todos los ámbitos, desde las autoridades civiles, que yo en este momento me atrevo a representar, a una institución como la Hermandad, ninguno debemos dejar de asumir la función primordial de mantener vivo aquel legado, de difundirlo, de hacérselo llegar a los ara-goneses que viven en todos y cada uno de los rincones de la Comunidad, y hacerlo con seriedad, hacerlo con honestidad, como se ha hecho este estudio de los restos óseos del Linaje Real, porque solo de esa forma la historia se convierte en productora de convivencia y de democracia, y no en factor de enfrentamientos.

Como presidente del Gobierno de Aragón tengo la sen-sación de haber vivido esta mañana el momento más impor-tante de mi mandato. Y como de bien nacidos es ser agra-decido, quisiera serlo en primer lugar con la Hermandad de San Juan de la Peña, en la persona de mi buen amigo Félix Longás, el Hermano Mayor; quisiera agradecérselo, por esa colaboración fundamental para la exposición, a la Funda-

ción Ibercaja, compañera de tantos proyectos importantes para la Comunidad; quisiera agradecérselo personalmente a todos cuantos han colaborado para que llegara este momen-to, y desde luego a la Universidad de Zaragoza, merced a cuyo convenio con el Gobierno ha sido posible este trabajo de investigación, tan exitoso, que no ha concluido todavía, que nos ha dado excelentes noticias, pero que estoy conven-cido de que en el futuro nos las dará más y en mayor medida.

Por lo demás, queridas amigas, queridos amigos, creo que hay pocos lugares en el mundo tan evocadores como este en el que nos encontramos: un paisaje tan majestuoso, tan imponente, unos muros donde las resonancias históricas rebotan de manera absolutamente virtuosa. Creo que somos unos afortunados por saber que aquí, justamente aquí, arran-có la historia del Reino de Aragón. Este es un lugar al que el viejo profesor Mirce Eliade llamaría lugar hierofánico, es decir, aquel lugar donde los hombres y las mujeres entienden que de manera primordial se manifiesta lo sagrado; este es un lugar telúrico, aquel lugar que los hombres y las mujeres entienden que les permite relacionarse con la tierra, que les permite relacionarse con las profundidades de la tierra, que es lo que lespermite relacionarse con lo mejor de sí mismos. Por eso no es extraño que una dinastía, empeñada en fundar un pequeño Estado, allá por el siglo XI, en el Pirineo Central, lo eligiera como lugar de referencia, lo eligiera como símbolo; y no es de extrañar que, además, se propusieran ser enterrados en ese lugar. Es verdad que algunos siglos después, hombres muy importante de la historia de España, como el Conde de Aranda, el ilustrado más importante que dio Aragón a la España del siglo XVIII, decidiera enterrarse aquí (por cierto, querido Félix, al año que viene se cumple el tercer centenario

Discurso del presidente Javier Lambán en el acto de reinhumación del Linaje de Aragón en San Juan de la Peña (24.06.2018)

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del nacimiento del Conde de Aranda, querido Félix y querido Martín Llanas, por lo que a Épila se refiere); pero hoy nos reúne aquí, fundamentalmente, la reinhumación de los restos del Linaje Real. Yo, con la cierta audacia que me concede el hecho de ser historiador, pero de la época contemporánea, me atrevo a decir que asistimos a la inhumación de un Li-naje que, con el paso del tiempo, se acabaría convirtiendo en uno de los más importantes de Europa; un Linaje, que arranca del matrimonio entre la condesa aragonesa Drogoto Galíndez y García Sánchez, rey de Pamplona, uno de cuyos tataranietos, Ramiro I, se convirtió en el primer rey de Ara-gón; un linaje, que tuvo en su segundo rey a Sacho Ramírez, que tras una visita al Papa en 1068 (otra efeméride, este año se cumple el 950 de aquella importantísima visita), convirtió a la Iglesia aragonesa al rito romano, lo cual en aquellos mo-mentos era todo un signo de europeización; un linaje, que tuvo como tercer rey a Pedro I, conquistador de la ciudad de Huesca; un linaje que cien años después, por matrimonio con un conde catalán, daría lugar a la Corona de Aragón y algunos siglos después a la Monarquía de los Austrias, a la Monarquía de los siglos XVI y XVII, precisamente fundada por un tal Fernando II el Católico, que también entroncaba a través de su bisabuelo con los viejos reyes que aquí están enterrados. Por tanto, insisto, acabamos de inhumar los res-tos de los fundadores de una de las monarquías más impor-tantes de Europa, de uno los linajes más esplendentes que ha conocido la historia europea hasta el siglo XVII. Y creo que hemos cumplido con nuestra obligación tratando de que vol-vieran a su lugar de origen; creo que cumplimos con nuestra obligación cada vez que desde los poderes públicos, y desde fundamentalmente desde la Hermandad (gracias otra vez por vuestra dedicación) nos dedicamos a que el Monasterio esté en perfecto estado de revista, y aún habremos de hacer más esfuerzos, porque, queridas amigas, queridos amigos, venir aquí es darse uno de bruces con sus orígenes; venir aquí es un acto de reconocimiento a los fundadores; venir aquí es un ejercicio de autoestima incomparable, es una manera, segura-mente inimitable, seguramente singular, de adquirir compro-misos con elpresente y con el futuro del país.

Por lo demás este ejercicio de autoestima, este cuidado exquisito de San Juan de la Peña, este acto que acabamos de celebrar hoy, no deja de tener ventajas en el orden práctico. Yo les señalaría, al menos, dos. Tiene ventajas en el orden económico. Durante siglos, el progreso se hizo a costa del Patrimonio; es decir, las sociedades avanzaron, crearon em-pleo, crearon riqueza, a costa de derribar, a costa de echar por tierra el patrimonio heredado de nuestros antepasados. Pues bien, esa tendencia se ha invertido y en este momento, el patrimonio cultural genera riqueza, el patrimonio cultural genera empleo, la explotación sostenible del patrimonio cul-tural está fomentando en Aragón uno de los sectores más provisorios desde el punto de vista del empleo, y además en el medio rural, que es el que más necesitado está de ello. De ahí, por ejemplo, proyectos, como el que en este mo-mento el Gobierno de Aragón trata de impulsar de la ruta

de los panteones reales, que acabará teniendo muchos pan-teones incluidos en ella: permítanme en todo caso señalar como primero de ellos, este, el de San Juan de la Peña,como segundo el panteón de San Pedro el Viejo, donde reposan los restos de Ramiro II y de Alfonso I el Batallador, o el panteón de Santa María de Sijena, donde en su día, aunque ya no, estuvieron los restos de Pedro II. Y otro resultado práctico de incalculables consecuencias positivas para el fu-turo de la Comunidad, tiene lugar en el terreno político. Ha sido una feliz coincidencia, en mi opinión, que este acto de reinhumación coincida con la celebración del cuadragésimo aniversario de la Constitución española, y también de la pues-ta en marcha de la recuperación de las instituciones del auto-gobierno aragonés, después de más de dos siglos de ausencia de las mismas. El autogobierno, queridos amigos, a Aragón le ha sentado de maravilla, tanto en el orden material como en el orden cultural y en el orden político. El Aragón de 2018 nada tiene que ver con el Aragón de 1978, entre otras cosas por el excelente resultado que a la Comunidad le ha dado la puesta en marcha de su autogobierno. Pero soy de los que piensan que una comunidad política para ser realmente efi-caz en el desempeño de sus funciones, para generar bienes-tar y riqueza para todos y cada uno de sus habitantes, ha de ser algo más que el ordenamiento jurídico que le otorga una constitución o un estatuto. Es verdad que sin una arquitectu-ra institucional que organice adecuadamente la participación de los ciudadanos y la gestión de sus asuntos públicos, sin un elenco amplio de derechos que cada ciudadano le pueda exigir a la Comunidad, y de obligaciones que la Comunidad le pueda exigir a los ciudadanos, una Comunidad política es ab-solutamente inservible. Pero, solo eso, en mi opinión, no sir-ve. Solo eso no le otorga a la Comunidad los vínculos de sen-timiento, los vínculos de pertenencia, que la hace realmente eficaz y que compromete a cada uno de sus individuos con el bienestar y con el interés general. Yo tengo absolutamente claro que, en general, pero en Aragón en particular, hay dos elementos fundamentales para establecer esos vínculos de pertenencia, esos vínculos de autoestima. Uno de ellos es el paisaje, el patrimonio natural, este que nos rodea aquí esta magnífica mañana de fin de la primavera. Y otro de ellos es, sin ningún tipo de duda, la Historia, el patrimonio cultural, el patrimonio que heredamos de nuestros antepasados, que cuando se recupera por la vía de la verdad, sin exageracio-nes ni tergiversaciones, cuando se recupera ateniéndose a la ciencia y a la academia, produce para la Comunidad, pro-duce para sus gentes resultados absolutamente espléndidos. Tan importante es para mí, en definitiva, el acto que acaba-mos de celebrar esta mañana.

En el siglo XI, queridas amigas, queridos amigos, Ara-gón empezaba a respirar con pulmón de gigante, con un pulmón cuya respiración empezaba a oírse y se oiría lue-go con mucha más fuerza en toda Europa. En el siglo XXI, Aragón quiere volver a respirar con fuerzas de gi-gante, y el acto de esta mañana nos pone en ese camino.

Muchas gracias.

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La Real Hermandad de San Juan de la Peña vivió el pasado domingo 24 de junio una nueva jornada de convivencia para celebrar su tradi-cional festividad en honor a San

Juan Bautista. Este año fue, además, una celebra-ción muy especial ya que se llevó a cabo la reinhu-mación de los restos de Linaje Real en su Panteón del Monasterio Viejo de San Juan de la Peña.

El emblemático monumento se engalanó para recibir a cerca de 300 personas entre miembros

de la hermandad, invitados y los 25 futuros nuevos Caballeros, Damas, Infantes e Infantas de la Real Hermandad. En esta ocasión, y con motivo del acto de rinhumación, hubo una importante presencia institucional que encabezó el presidente de Aragón, Javier Lambán, acompañado por alguno de sus con-sejeros como María Victoria Broto, Joaquín Olona o José Luis Soro, y el director general de Cultura y Patrimonio, Nacho Escuín.

Todos los invitados fueron recibidos a las puer-tas del monasterio por el Hermano Mayor de la

Los Reyes de Aragón regresan a San Juan de la Peña

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Foto de familia.

Hermandad, Félix Longás, en un día en el que el tiempo acompañó en el Pirineo aragonés.

Una vez en el interior, se celebró la tradicio-nal Eucaristía en la Iglesia del Monasterio Viejo, tras la procesión de la Junta Rectora de la Her-mandad en la que se portó el estandarte. La misa fue presidida por el obispo de Jaca, Julián Ruiz Martorell, a los que acompañaron un grupo de sacerdotes amigos de la Hermandad. La Euca-ristía tuvo su nota musical con la actuación de la polifónica Miguel Fleta.

El acto litúrgico terminó con la ofrenda del Hermano Mayor a San Juan Bautista, uno de los momentos más emotivos y esperados por los asis-tentes. Félix Longás hizo, además, una petición, pidiendo su amparo y bendición para todos los miembros de la Real Hermandad.

Una vez finalizada la Eucaristía, se procedió a los actos de reinhumación del linaje real de la Casa de Aragón. Los restos de los monarcas aragoneses fueron exhumados de sus tumbas para la elabo-ración de un importante estudio antropológico y

Los Reyes de Aragón regresan a San Juan de la Peña

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genético. Y más de 30 años después, los restos de Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I regresaron al panteón real de San Juan de la Peña.

El presidente de Aragón, Javier Lambán, afirmó que este 24 de junio fue “uno de los momentos más importantes de mi mandato” y reivindicó el “poten-cial histórico” de Aragón, lo que la convierte en “la Comunidad histórica con más títulos para reivindi-carse como tal, pese a que otras también lo hagan”.

A su juicio, “es el nutriente moral y cultural de una comunidad política por excelencia” e invitó a “sentir orgullo de esta historia para sentirse tam-bién orgulloso de nuestro presente y que, en el caso de Aragón, si el siglo XI empezó a respirar a pulmón de gigante, en el siglo XXI queremos volver a hacerlo”.

Lambán defendió la necesidad de mantener “vivo” el legado histórico y de hacerlo “con serie-dad y honestidad”. Porque a su juicio, “contar la historia de forma rigurosa, y no tergiversada, favo-rece la convivencia pacífica y democrática y no ser fuente de conflictos”.

El presidente aragonés también destacó el po-der evocador de San Juan de la Peña, un lugar “te-lúrico” donde nace el Reino de Aragón y de donde partirá la Ruta de los Panteones Reales, que tam-bién incluirá, en una primera instancia, a San Pedro el Viejo y el Monasterio de Sijena.

La jornada incluyó la inauguración de una ex-posición permanente en el espacio de la antigua masadería, antesala del Panteón, sobre la forma-ción de la dinastía de los Reyes de Aragón y los

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panteones reales, y describiendo la investigación antropológica, genética y forense llevada a cabo entre 2007 y 2011, y retomada ahora por el Go-bierno de Aragón.

Lambán explicó que el Gobierno de Aragón ha decidido devolver los restos de San Juan a su lu-gar de origen, garantizando la posibilidad de con-tinuar con la investigación en el futuro a través de un Banco de Muestras. El linaje real vuelve a San Juan, espacio espiritual clave para la continuidad de la dinastía real del recién nacido Reino de Ara-gón. “La reinhumación hace que el continente que es el panteón, adquiera la importancia que merece al acoger el contenido que le dio sentido”, indicó.

Minutos más tarde, se llevó a cabo la habitual in-vestidura de los nuevos Caballeros, Damas, Infan-tes e Infantas de la Real Hermandad en el Claustro del Monasterio, en la que, después del juramento en grupo, fueron pasando, uno a uno, para reci-bir la imposición de la medalla y de la capa-hábito. Para finalizar el acto, todos los asistentes entona-ron el Himno de la Real Hermandad. Uno de los momentos emotivos del día.

Terminados los actos en el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, los invitados se tras-ladaron al Monasterio Nuevo, en la pradera de San Indalecio, donde se celebró el tradicional al-muerzo de Hermandad donde los asistentes dis-frutaron de las delicias gastronómicas de la tie-rra. Al finalizar la comida, la Ronda de Boltaña deleitó a los presentes y puse el broche perfecto a una intensa jornada.

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Crónicas de San Juan de la Peña

Aunque el 24 fue el día grande de la Real Her-mandad, la jornada anterior, el sábado 23, la orga-nización celebró el Capítulo General en su sede social para, posteriormente, disfrutar del tradicio-nal concierto, con entrada libre, en el Palacio de Congresos de Jaca, a las 20.00 horas. En esta oca-sión fue un concierto lírico y de baile, denominado “Renacer”, en el que intervinieron el barítono Luis Romero, la soprano Olga Panasyuk y los bailarines Miguel Ángel Berna y Manuel Adamo, todos ellos acompañados por el pianista Eliberto Sánchez.

Asimismo, dentro de las XIV Jornadas de Es-tudio sobre San Juan de la Peña, en los siguientes tres sábados se sucedieron diversas charlas que

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Crónicas de San Juan de la Peña

tuvieron lugar en el “Salón de Ciento” del Ayun-tamiento de Jaca, a las 20.00 horas y que versaron sobre San Juan de la Peña.

Abrió el ciclo de conferencias, el día 30 de ju-nio, el presidente de la Asociación Sancho Ramí-rez de Jaca, Juan Carlos Moreno, quien pronunció la ponencia “Defensa del Monasterio de San Juan de la Peña y violencia de guerra”. El día 7 de ju-lio, la licenciada en Historia del Arte Marisancho Menjón Ruiz habló de “Los Panteones Reales de Aragón”. Cerró el ciclo de conferencias, Fernando Soteras Escartín, coronel del Ejército y doctor en Historia, con su conferencia “La ciudad y fortaleza de Panno: de la leyenda a la realidad”.

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Crónicas de San Juan de la Peña

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IMPOSICIÓN DE INSIGNIAS

D. ANDRéS ALbERto bEAMoNtE GARGALLo

D. JoSé ANtoNio DoMiNGo FRANCo D. JAviER FERRER DUFoL

D. ANtoNio GALtiER MARtí Dª. iRENE GARCíA SáEz-bENito

iNFANtES

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Crónicas de San Juan de la PeñaCrónicas de San Juan de la Peña

IMPOSICIÓN DE INSIGNIAS

D. iSMAEL JoRCANo PéREz Dª. bEAtRiz LóPEz PALACíN

Dª. MARíA AMoR GUERRERo SUS yD. MiGUEL áNGEL LUqUiN CASAÑAL

D. JoSé LEto MELERo CRESPo

D. FRANCiSCo JAviER MUÑoz SáNCHEz D. JUAN MARíA PEMáN GAvíN

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IMPOSICIÓN DE INSIGNIAS

D. FRANCiSCo JAviER RUiz DE GoPEGUi DRoNDA D. ALbERto MARíA SáNCHEz GRACiA

Dª. EvA MARíA GASCóN bELtRáN y D. HUGo SANtAbáRbARA MoRERA

Dª. ESPERANzA bARRERAS MoNtAÑéS y D. JoSé viLLAR DEL SAz MARtíNEz

Dª. MARíA ANGéLiCA DE toRRES oLSoN y D. iGNACio SoLANiLLA GARíN

Dª. LoURDES viDAL AGULLo y D. AUGUSto FRANCiSCo SoLER CoRtéS

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Crónicas de San Juan de la Peña

D. FRANCiSCo JAviER LAMbáN MoNtAÑéS, PRESiDENtE DE ARAGóN, FiRMANDo EN EL LibRo DE oRo DE LA REAL HERMANDAD

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Conferencias

En el anterior número de Crónicas de San Juan de la Peña (N.º 25 enero 2018) mostraba un sucinto esbozo de lo que iba a ser mi fu-tura conferencia en las XIV Jorna-

das de Estudio sobre San Juan de la Peña. En aquel artículo presentaba por un lado, la importancia que tenían los recintos defensivos en los monasterios como aislamiento del pecaminoso mundo exterior, a la vez que suponía ser una discreta protección de incursiones de incómodos bandoleros, forajidos e indeseadas alimañas que rapiñaran sus huertos y depredaran sus granjas; en la segunda parte, ya ciñéndome a nuestro monasterio, me paré en la ineficacia de los mismos ante las exasperantes y bruscas intervenciones de guerra, que siempre in-tentaron expoliar su cambiante patrimonio y que en una ocasión llegaron a quemar uno de sus em-blemáticos monasterios. Con todo esto, y mirando al complejo monástico, desde la perspectiva que nos aporta su visión desde el presente, llegamos a la conclusión de que la peor agresión que sufrió nuestro querido cenobio fue la de la exclaustra-ción, con la polémica y cuestionable (por sus re-sultados) desamortización de Mendizabal. Ambos monasterios dan fe de ello.

No voy a repetir por haberse tratado de una forma clara lo de los muros exteriores, conocidos en parte, del Monasterio Nuevo y por todo lo con-trario los del Viejo, que permanecen pendientes de un futuro estudio arqueológico y me voy a dete-ner a comentar superficialmente sobre el trajín que llevaron sus “alhajas”, que podríamos llamar con más acierto con la denominación de “Material Li-túrgico”, en los distintos momentos comentados en que la violencia guerrera se señoreó en los plá-cidos y ascéticos rezos monacales. Tampoco voy a pararme en comentar las posesiones personales que debieron de tener los monjes en su ajuar, tales como relojes de pared, de mesa o bolsillo, meda-

llones, camafeos y anillos, pinjantes, sedas, tapi-ces y oropeles, entre otros elementos como pla-tos, cubiertos y copas de algún valor. Todos estos elementos no figuraban en los listados de bienes monacales porque solían llevarlos encima (los re-lojes grandes no, evidentemente) en las veces que se vieron obligados a abandonar las estancias de San Juan.

Nuestros cenobitas benedictinos tenían nume-rosos elementos que habitualmente usaban en la Liturgia y otros que suponían ser unos de sus más preciados bienes. Podríamos empezar comentan-do lo de la polémica presencia del “Santo Cáliz”1, que se vería acompañado de una siempre varia-ble y renovable lista de cálices y cruces, copones, hostieros y copas, patenas, hisopos y acetres, na-vetas e incensarios, piezas con figuras de santos y portapaces2, vinajeras y cucharillas, calderillas3 y manecillas4, candeleros y candelabros, atriles y otros materiales en telas preciosas. Esta lista es-taría incompleta si no nombráramos las urnas de san Indalecio y de san Voto y san Félix y una lista eternamente cambiante de otras reliquias de santos conservadas en diferentes estuches cubiertos en al-gunos casos de materiales preciosos, entre las que

Violencia de guerra en el Monasterio de San Juan de la Peña

Juan Carlos MorenoCaballero de la Hermandad y presidente de la Asociación Sancho Ramírez de Jaca

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Crónicas de San Juan de la Peña

habría que nombrar una canilla de san Lorenzo, una costilla de san Bartolomé apóstol, un hueso del espinazo del Evangelista san Mateo, parte del cuello de santa Águeda, un dedo de san Benito, dos astillas del Lignum Crucis, un fragmento de la túnica de Cristo, dos vasitos con leche pura de los pechos de la Virgen, varios pedacitos de vestidos de la Virgen, una piedra del Santo Sepulcro y dos Piedras del pesebre de Belén.

Con este enorme listado de elementos precio-sos se puede hacer uno idea que, en las dos veces que el monasterio le tocó sufrir la furia de las ar-mas, los monjes se tomaran muchas molestias para transportarlas a paraderos seguros en la guerra de Sucesión o, como se hizo durante la invasión fran-cesa, de ocultarlos en un lugar secreto que, desgra-ciadamente, con el paso del tiempo dejó de serlo.

Como ya dijimos, los enfrentamientos que se produjeron a principios del siglo XVIII entre los partidarios del archiduque Carlos y los del duque de Anjou llegaron hasta nuestras tierras y los mon-jes, en una inteligente maniobra, decidieron bajar

a la ciudad de Jaca todo lo que poseían que pudiera ser atractivo en la depredación bélica. Numerosos autores han hecho diversos comentarios de que las “alhajas” se llevaron a la ciudadela y recientes inves-tigaciones han demostrado que los jurados consis-toriales de Jaca también pasaron a ser celosos guar-dianes de parte del reluciente patrimonio pinatense, como una cruz sobredorada de gran tamaño, seis candelabros, dos lámparas y un arca de Sacramento entre otros enseres. Al finalizar esta contienda, feliz-mente, todo volvió a su lugar de origen.

En cambio, la dominación napoleónica trajo consigo otros parámetros, que obligaron a tomar otras decisiones y que por desgracia no terminaron del todo bien.

Se puede comenzar recordando que la ciudad de Jaca y su ciudadela capitularon honrosamente en el mes de marzo de 1809, por lo que, los monjes, a la vista de los hechos y en su insegura fragilidad, decidieron abandonar el monasterio y desperdigar-se por los pueblos de la zona, llevándose encima todo lo que podían acarrear, que no sería mucho al decir verdad y comprobar lo comentado con ante-rioridad. Ante tan adversa perspectiva, decidieron “esconder” toda la plata de gran valor en el interior de un altar del monasterio Viejo5. El cenobio, ya vacío, fue refugio de los guerrilleros de Miguel Sa-rasa y los franceses no tardaron en detectarlo, por lo que su pusieron manos a la obra e iniciaron los ataques correspondientes, que se finalizaron con la toma, quema y destrucción del monasterio Alto. Tras esto, se tomaron muchas molestias en buscar infructuosamente durante varios días en el Viejo toda la plata que sabían que los monjes huidos no habían podido acarrear en su dispersión. Aburri-dos en sus pesquisas decidieron cambiar de táctica y le encomendaron al cheso afrancesado Domingo Brun, que se encargara de interrogar y presionar a los monjes más débiles para ver si le decían don-

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Crónicas de San Juan de la Peña

de se encontraba el tesoro. No tardaron mucho en llegar a saberlo y a primeros de enero del año siguiente bajaban toda la plata a Jaca siendo cuida-dosamente depositada en la capilla de la Trinidad. Allí fue convenientemente inventariada para ser posteriormente transportada a Zaragoza elaboran-do un detallado listado de sus piezas medianas: seis candeleros grandes, un incensario, una calderilla, dos remates de cetros de plata, que entre todos suponían ser 1 arroba, 16 libras y 3 onzas, algo así como 17 kilogramos en nuestro sistema actual de pesas; y las menores que eran figuras de cuerpos de santos, lámparas, cálices, fuentes, cruces, vinajeras, patenas, candeleros, portapaz, hostieros e hisopo, llegando estas últimas a sumar 6 arrobas, 14 libras y 2 onzas, unos 77 kg. Vamos, 94 kilos de plata

que pasaron por el crisol de la fundición corres-pondiente y así poder utilizarse los lingotes en la financiación de la consabida guerra.

El hecho de que se fundieran los metales pre-ciosos era un uso muy común desde el mundo an-tiguo, porque cuando se realizaba un saqueo pos-terior a una batalla o el fin de un asedio, se ponía en marcha esta tarea para poder hacer un mejor reparto de la expoliación para que nunca se pu-dieran reconocer las piezas incautadas y que nadie pudiera reclamar nada en el caso de que cambiaran las tornas.

Finalmente hay que añadir que las piezas ma-yores (urnas de san Voto y san Félix) fueron res-petadas ante el temor de posibles complicaciones derivadas del enfado popular.

1 Según dicen el “Santo Cáliz” salió del monasterio tras solicitarlo el rey Martín I.2 Portapaz: Placa de metal precioso con alguna imagen o signos en relieve que, en las misas solemnes, se besaba en la ceremonia de la paz.3 Calderilla: Caldera pequeña para llevar el agua bendita.4 Manecilla: Broche con el que se cierran los libros de devoción.5 Algunos autores dicen que seguramente fue bajo el altar del Panteón Real y otros opinan que fue en el de la capilla de San Victorián.

La ciudad y fortaleza de Panno: de la leyenda a la realidad

Fernando Soteras Escartín

San Juan de la Peña engloba una gran can-tidad de hechos y vestigios, que a lo lar-go de la Historia han ido conformando una realidad compacta, y a la vez diversa e interesante. Una realidad cuyo punto

de partida nunca ha estado del todo bien identifica-do debido, en gran parte, a su convergencia en una época, la Alta Edad Media, caracterizada por su des-concertante carencia de noticias fidedignas, que se ha prestado a toda clase de manipulaciones y fantasías.

Los datos con los que hemos contado hasta la fecha, en la mayoría de las veces, se han incluido dentro de la mitología y las leyendas propias del en-torno y directamente relacionadas, tanto en lo reli-gioso como en lo político, con la génesis del con-texto de San Juan de la Peña y sus monasterios, así como del primigenio Condado de Aragón.

Conferencias

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Crónicas de San Juan de la Peña

Poitiers, en el 732, donde perecieron los goberna-dores (walíes) árabes Al-Samh2 y Al-Gafiqi3 res-pectivamente, derivaron en sendas revueltas de las autoridades locales no musulmanas de ciertas ciuda-des y territorios (como Asturias, Cantabria, Álava, Pamplona y el Alto Aragón) justificadas en parte por la mala gestión y presión fiscal de los prime-ros y de sus inmediatos sucesores. La zona que nos ocupa, La Montaña, conformó, durante un perío-do próximo a los doce años -período comprendido entre las revueltas antes mencionadas-, una espe-cie de Neocondado heredero de la auctoritas y la potestas de los antiguos gobernantes visigodos de Osca. En un entorno que englobaba los altos va-lles pirenaicos, el Canal de Berdún y el Sodoruel, y como centro estratégico en la Sierra de Oroel, los entonces huidos cristianos de Osca, apoyados por los seniores locci de dichos entornos, estructuraron una serie de fortificaciones y posiciones defensivas con centro en el monte Panno (el actual San Juan de la Peña, donde se edificó una ciudad y un castillo), desde donde gestionó ese espacio y la consiguiente resistencia a las autoridades musulmanas de Wasqa.

Partimos, entonces, de una época calificada de oscura, y ante el hecho incuestionable de la escasez de datos, lo que nos conduce a una referencia inicial en cuanto a su posible estudio, y es la de no caer en el error -como mencionaba en su momento el pro-pio Jerónimo Zurita-, en intentar rellenar la Historia existente con rodeos, circunloquios o paráfrasis lar-gas de aquello que no existe o no se ha recogido. Lo anterior, sin embargo, no debe impedir al investi-gador histórico en intentar buscar siempre armonía en el relato final, es decir, que cada uno de los datos obtenidos forme un todo coherente y comprensible con el que se puedan explicar, a ojos de un ciudada-no del siglo XXI, aquella realidad.

El actual acceso a nuevas fuentes primarias, como las provenientes del lado árabe y franco (merovingio y carolingio), además de nuevos estudios críticos y relecturas del resto de fuentes cristianas y mozárabes relacionadas con los acontecimientos inmediatamen-te posteriores a la conquista musulmana de la Penín-sula Ibérica a comienzos del siglo VIII, han facilitado -mediante su adecuada confrontación y discrimina-ción-, la identificación, estudio y posterior valoración de un hecho1, considerado inicialmente y hasta la fe-cha como leyenda y de difícil encastre cronológico, como es la existencia de la ciudad y fortaleza de Pan-no en el actual entorno de San Juan de la Peña, entre el año 722 y el 733.

Sabemos, que tras la conquista musulmana de la Península y la consiguiente caída del Reino visi-godo de Toledo, las diferentes autoridades que go-bernaban las ciudades, territorios y provincias del anterior -más allá de alguna resistencia puntual-, se aprestaron a pactar con los anteriores. Una de las últimas resistencias conocidas fue la protagonizada por los habitantes de Osca (Huesca) quienes sopor-taron un asedio de siete años (desde el 713 al 720), alcanzando finalmente una capitulación beneficiosa. Esta última, sin embargo, llevaba implícita la salida de las élites locales, hasta ese momento gobernan-tes de dicha ciudad, hacia el Norte de las Sierras de Guara y Santo Domingo como espacio identificado para su futura gestión -La Montaña-; un entorno sin control musulmán efectivo aunque bajo soberanía de las nuevas autoridades de la Osca musulmana (Wasqa), quienes materializarán la anterior a través del pago del correspondiente tributo anual.

Los acontecimientos derivados de la derrota musulmana de Tolosa, en el año 721, y de la de

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Conferencias

1 Recientemente, una investigación, de tipo historiográfico, y que ha sido presentada por parte del autor, en formato de tesis doctoral y sometida a Tribunal el pasado 29 de julio de 2018 en la Universidad de Navarra, ha proyectado algo de luz sobre dicho asunto.2 Al-Samh ibn Malik al-Khawlani.3 Abu Said Abd ar-Rahman ibn Abd Allah al-Gafiqi.4 Vispares o viscares, denominación de los habitantes de la antigua Vescitania.5 Abd al-Málik ibn Qatan al-Fihrí.6 Entendida como la acumulación de fallos inherentes a una organización compleja, como es el Ejército, a la propia condición humana y a otras circunstancias resultado del azar.7 Debido a que el factor clave pasó a ser el repentino cambio de la situación y la escasez de tiempo disponible.

Marisancho Menjón

Panteones reales de Aragón presentados en Jaca

Tuve en Jaca ocasión, por primera vez, de hablar sobre los Panteones Reales de Aragón y de su impor-tancia. Pude presentar, en el salón de actos del Ayuntamiento, los ras-

gos básicos del contenido que tendrá la exposición que el Gobierno de Aragón está organizando para

Aun sin terminar dicho sistema defensivo en su totalidad, y por conocimiento de las autoridades musulmanas de la capital Qurtuba (Córdoba), se organizó una operación que debía reducir los levan-tamientos de vascones y vispares4 en el Pirineo Oc-cidental y Central, alrededor de Banbiluna (Pamplo-na) y Panno respectivamente, y volverlos a poner bajo autoridad musulmana una vez más. La persona encargada de dirigir dicha campaña militar sería el propio walí Abdelmelic ben Cotan6.

Finalmente, aun no resolviendo los musulmanes con éxito el asedio de Banbiluna ni consumar una campaña de profundidad y éxito en el Suroeste del Ducado de Guiana (Aquitana), pudieron devastar la zona pirenaica, eso sí, a costa de grandes pérdidas y sin obtener gran botín.

La fricción6 y el estrés7 fueron, sin lugar a duda, las razones del desastre del lado musulmán. Mien-tras que del lado cristiano el resultado de la ante-

rior fue la total destrucción de la ciudad y fortaleza de Panno -hasta sus cimientos-, el cautiverio de sus supervivientes, y la eliminación de las defensas tanto en la Canal de Berdún como del Sodoruel, aunque no del interior de los valles pirenaicos don-de se resistió con dureza dichas actuaciones.

El recuerdo de dichas acciones, en parte debido a la falta de vestigios y a su consideración como derrota por ambos bandos, fue difuminado y re-legado entre las fuentes tanto musulmanas como mozárabes y cristianas, dando lugar al origen de ciertos mitos y leyendas, así como al equívoco en su copia y trascripción a lo largo de los años.

En definitiva, un hecho histórico de relevan-cia en cuanto a los orígenes tanto de San Juan de la Peña como del Condado de Aragón, que bien pudiera ser el preámbulo de los hechos conoci-dos que sobre ambas realidades, a día de hoy, conocemos.

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este próximo mes de diciembre en Zaragoza, en la Sala de la Corona del Edificio Pignatelli. Una ex-posición que forma parte de un programa que eng-loba más actividades y que ha sido concebido para potenciar el conocimiento y estudio de nuestros Panteones Reales, y la visita presencial a los lugares que los albergan: aparte de la reinhumación de los restos reales que se llevó a cabo en San Juan de la Peña el pasado 24 de junio, y de los esfuerzos por recuperar el patrimonio de Sijena ilegalmente vendi-do en los años 80 y 90, se ha iniciado una campaña de rehabilitación de la cabecera del templo de San Pedro el Viejo, se ha elaborado el plan director del Monasterio de Sijena y se ha elaborado una serie de rutas turísticas que tienen como jalones principales los enclaves donde se hallan los Panteones.

La exposición, que fue el tema en el que centré mi intervención pues es el que conozco con ma-yor profundidad, hará hincapié en la singularidad de que Aragón conserve cuatro Panteones Reales en otros tantos monasterios que, como tales, ad-quirieron una primerísima importancia en nuestra historia medieval: San Juan de la Peña, Monteara-gón, San Pedro el Viejo y Sijena, que albergaron los restos de los reyes aragoneses hasta Pedro II (con la excepción del padre de este último, Alfon-so II, que ordenó ser sepultado en Poblet). Junto a los panteones que podemos llamar propiamente reales, se encuentran dos interesantísimos enclaves más, que fueron panteones de linaje: San Victorián, que la historia, casi legendaria, sitúa como lugar de enterramiento de Íñigo Arista y de Gonzalo de So-brarbe, y Santa Cruz de la Serós, que albergó los restos de la condesa Doña Sancha, increíble mujer que tanto colaboró en las tareas de gobierno del reino junto a su hermano el rey Sancho Ramírez.

Será en estos seis monasterios en los que se centre el protagonismo de la exposición, que pro-curará transmitir al visitante la imagen de lo que fueron y lo que son: qué significaron en nuestra historia, la importancia que tuvieron en el acon-tecer de siglos pasados, el patrimonio que ateso-raron y su relación con la casa real aragonesa. Los veremos en su plenitud, con elementos de su pa-trimonio en su contexto; y sabremos cómo se des-envolvían en ellos las ceremonias destinadas a pre-servar la memoria de un linaje, el de los Aragón, para cuyos miembros estos lugares, sus panteones, eran mucho más que un símbolo. Hablaremos de la liturgia funeraria, de las exequias reales, de ritua-les y ajuares con los que estos grandes personajes fueron enterrados. Y haremos referencia, asimis-mo, a miembros de la familia que a menudo no son tenidos en cuenta, especialmente mujeres que fueron reinas muy lejos de casa.

Dos de estos panteones (San Juan de la Peña y Sijena) se nos mostrarán tal como fueron en sus “buenos tiempos” por medio de la realidad virtual, que nos ofrecerá su imagen, inmersiva, en época medieval y en el periodo anterior a la guerra civil, respectivamente. Asimismo, habrá un espacio dedicado a los grandes panteones gó-ticos (Poblet y Santes Creus), a la importancia que tuvieron los franciscanos para algunos de los monarcas aragoneses de la época de la Coro-na, y a la expansión de esta última, que trajo la lejanía de otros reyes, como Alfonso V (que fue enterrado en Nápoles) y Fernando el Católico (cuyos restos reposan en Granada). Confiamos en que sea una exposición útil, amena, atractiva y que nos ayude a valorar mejor nuestro rico pa-trimonio y nuestra historia.

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nuestra Comunidad y hacer partícipe de él a todo el público que visitó la muestra, entre ellos los miembros de la Real Hermandad de San Juan de la Peña que el pasado día 2 de octubre realizaron una visita guiada a la muestra, y que se sumaron a los más de 5.000 visitantes de la exposición, en el mes de exhibición.

La colaboración con diferentes instituciones, administraciones y particulares fue fundamental para ofrecer esa muestra representativa de la evo-lución de la imagen de Aragón. Este era el ob-jetivo. Se pudo disponer de los fondos del Ar-chivo Histórico Provincial de Teruel (Gobierno de Aragón), de la Biblioteca de la Universidad de

Cartografía de Aragón

Aragón es muchas cosas, sus gen-tes, sus paisajes, su clima, su gastronomía, su cultura, su te-rritorio, su historia y se ha con-figurado administrativamente, a

través del tiempo, en diócesis, coras, reinos de taifas, condados, tenencias, comunidades de al-deas, ciudades, villas, sobrejunterías, cullidas, señoríos, estancos, merinados, bailíos, distritos del Santo Oficio, veredas, corregimientos, muni-cipios, provincias, partidos judiciales, concentra-ciones municipales, mancomunidades y comar-cas, todo ello con una gran riqueza toponímica, que se ha representado a través de los mapas y de la cartografía.

Los mapas, como representaciones gráficas que facilitan la comprensión espacial de las cosas, nos suelen mostrar el qué, pero es una aventura descubrir en un mapa, en este caso de Aragón, el porqué, el cómo o el cuándo. Los mapas se han utilizado de muchas formas y para muchos inte-reses, en función de quién los encargaba, quién los realizaba, con qué finalidad, destacando así diversos aspectos en cada uno de ellos.

El Gobierno de Aragón, a través de la Di-rección General de Ordenación del Territorio y del Instituto Geográfico de Aragón, planificó, organizó y gestionó la exposición “Aragón en el Mapa: la imagen de Aragón a través de la carto-grafía (siglos XV-XXI)” compuesta por 72 obras, entre atlas, mapas y documentos en diferentes soportes con la finalidad de reunir y poner en va-lor el rico patrimonio cartográfico que representa

Fernando López MartínDoctor en Geografía. Director del Instituto Geográfico de Aragón.

Caballero de la Real Hermandad de San Juan de la Peña. Asociación Sancho Ramírez de Jaca.

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Zaragoza, del Fondo Documental Histórico de las Cortes de Aragón, del Instituto Geográfico Nacional, de la Parroquia de Santa María y San Bartolomé de Borja, y del Servicio de Archivos y Bibliotecas de la Diputación de Zaragoza. Ade-más de las imágenes procedentes de manuscritos de la Biblioteca Nacional de España, de los mapas del fondo antiguo, y de los que se actualizaron y elaboraron especialmente para la exposición por el Instituto Geográfico de Aragón (Gobierno de Aragón) además de algunos ejemplares de la co-lección particular de Fernando López, director del citado Instituto.

Con estos fondos –incorporados en el catálo-go que se publicó de la exposición-, se consiguió, sin pretender en ningún momento realizar un es-tudio detallado y en profundidad de la cartogra-fía antigua de Aragón, ofrecer una visión de la evolución del territorio desde los primeros docu-mentos gráficos en los que se localizaban algunas referencias toponímicas hasta llegar a la revolu-ción de la cartografía digital en el siglo XXI dón-de se detallaban de forma precisa, los fenómenos y hechos geográficos existentes. Han sido poco más de 500 años en los que el territorio de Ara-gón se ha representado con diferentes intereses políticos, por diferentes escuelas de cartógrafos, geógrafos e impresores, con distintas orientacio-nes, escalas, sistemas de medidas, colores y otros aspectos que se han podido contemplar

La división cronológica propuesta en la ex-posición, nos llevó a los siglos XV y XVI repre-sentados por varias imágenes de mapas entre los que destacan las obras de Servet y Münster, que traducían e interpretaban la idea original de Pto-lomeo, y donde se referencia los términos “Arra-gon” y “Aragonia”.

La situación cambió sustancialmente en el siglo XVII cuando la representación de Aragón comenzó a visualizarse en mapas que cartografiaban el cua-drante nordeste de la península ibérica; todavía no se había establecido un límite administrativo entre territorios, aunque ya aparecían referencias toponí-micas a los diferentes reinos. Los cartógrafos france-ses, alemanes, holandeses y portugueses empezaron a detallar mejor los mapas e introdujeron las escalas gráficas y numéricas basadas en leguas hispánicas y millas germánicas. Son ejemplos de ello los mapas expuestos de Mercator, Kaerius o Tassin.

El gran avance en este siglo vino de la mano del cartógrafo portugués Juan Bautista Labaña al que se encargó la elaboración del mapa de Ara-gón. Este mapa exento fue el primero producido conforme a procedimientos científicos y el único que se realizó utilizando mediciones y estudios directos. Considerado una de las obras maestras de la cartografía española de los siglos XVII y XVIII.

Durante el siglo XVII los mapas de Hondius, Blaeu, Janssonius o Sanson, bajo la denomina-ción de Arragonia Regnum o Novissima Arrago-niae Regni Tabula, supusieron evoluciones y mo-dificaciones del trabajo original de Labaña.

El siglo XVIII continuó la herencia de Laba-ña pero aumentando la precisión cartográfica y el número de topónimos. Se hizo habitual la apa-rición de los límites de Aragón y de los corregi-mientos y obispados como divisiones administra-tivas dentro del territorio. Son muestra de ello los mapas expuestos de Wit, Jaillot, Fer o los Robert de Vaugondy.

Juan Bautista Labaña. Aragon. Parroquia de Santa María y San Bartolomé de Borja (Zaragoza)

Tomás Fermín de Lezaún. Aragón de Ioan Baptista Lavaña.Biblioteca de la Universidad de Zaragoza(Detalle del mismo mapa, donde aparece San Juan de la Peña)

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Hay que destacar en 1777 la aportación del aragonés Tomás Fermín de Lezaún a la cartogra-fía aragonesa con la edición revisada, corregida y aumentada del mapa de Aragón de Juan Bautista Labaña. Este magnífico ejemplar ofrece los límites de los corregimientos y 326 nuevas poblaciones, rectifica la toponimia de 122 y de varios ríos, y am-plia, además, la red de caminos.

El siglo XIX añadió a la cartografía diversos elementos entre ellos, la generalización en los ma-pas de las leyendas, y la aparición de las provincias a partir de 1833.

Las últimas décadas del siglo XX y el principio del siglo XXI, han aportado los mayores avances conocidos en el uso de las Tecnologías de la Infor-mación Geográfica, incorporando a las técnicas to-pográficas, las ya usadas fotografías aéreas, las imá-genes de satélite o los datos LIDAR, gestionados por los sistemas de información geográfica y las in-fraestructuras de datos espaciales. Todo ello, junto con el desarrollo del estado de las autonomías en España, llevó al desarrollo de unidades administra-tivas dedicadas a la gestión de la información geo-gráfica y de la producción cartográfica. En el caso de Aragón, el Instituto Geográfico de Aragón, es el encargado de realizar estas tareas, y avanza, no sólo en el mantenimiento y actualización de la car-tografía topográfica, como ya se ha señalado con anterioridad, sino que genera nuevas cartografías temáticas y formas de representar Aragón que per-

Francisco Magallón. Mapa de Aragón. Instituto Geográfico de Aragón

Mapa de relieve de Aragón – LIDAR. Instituto Geográfico de Aragón

“ Los mapas, como representaciones gráficas que facilitan la comprensión espacial de las cosas, nos suelen mostrar el qué, pero es una aventura descubrir en un mapa, en este caso de Aragón, el porqué, el cómo o el cuándo.

”siguen un mejor conocimiento del territorio y una mayor disponibilidad de información geográfica indispensable para la toma de decisiones. Prueba de ello, son nuestros mapas de Comarcas y Mu-nicipios de Aragón, Aragón en el espacio, Aragón desde satélite, Mapa de relieve de Aragón-LIDAR, Mapa de calidad del paisaje de Aragón, El grafo de Aragón, Aragón y su toponimia, Aragón de Película, muchos de ellos actualizados, otros ela-borados especialmente para formar parte de esta exposición.

Todas estas obras son el último eslabón, hasta la fecha, de las representaciones cartográficas de Aragón que esta exposición ha presentado y que han contribuido a dibujar nuestra realidad, cómo nos vieron, cómo quisieron vernos y cómo nos ve-mos, desde un lenguaje muy especial, como es el de los mapas.

El siglo XX trajo la mejora en las técnicas car-tográficas y unos mapas más precisos, gracias al papel de las diferentes instituciones encargadas de la cartografía, tanto en los ámbitos militares como civiles.

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E n el año 1985, en el contexto de la puesta en valor de los monas-terios aragoneses, tuvo lugar la primera excavación arqueológica del Panteón Real Medieval de San

Juan de la Peña. Fue dirigida por el arqueólogo Carlos Escó y por el antropólogo José Ignacio Lo-renzo1, y puso por primera vez ante nuestros ojos la realidad más tangible que un investigador puede tener: los restos óseos de la familia real del deno-minado Reino de Aragón.

Si bien el estudio documental del panteón ya concluía que aquel era el lugar de enterramiento de los tres primeros monarcas aragoneses del de-nominado Reino de Aragón, Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I, así como de varios de sus fami-liares, esposas e hijos, aquel primer contacto con los enterramientos reales ya reveló la presencia de múltiples interrogantes al respecto.

Frente a lo deseable, tumbas individualizadas e identificables, la excavación arqueológica mani-festó la presencia de al menos dieciocho tumbas excavadas en la propia roca, unas de forma rec-tangular y otras antropomorfas, que albergaban un

considerable número de esqueletos, la mayoría de ellas manipuladas, violadas y reaprovechadas a lo largo del tiempo. No obstante, se documentaron cuatro tumbas intactas, una de ellas con un paque-te óseo en sus pies, que exhibía la reutilización de las mismas para albergar nuevos cuerpos a lo largo del tiempo.

La sorpresa más importante la constituyó una construcción artificial conformada por dos niveles de seis cajones numerados, que ya en este momen-to se interpretaron como un osario que contenía los restos óseos eliminados para realizar con pos-terioridad la Capilla Real, y tal vez, los restos de las tumbas que durante la excavación habían apareci-do totalmente vacías. Estos se atribuyen desde un primer momento a los primitivos enterramientos del Panteón Real Medieval.

EL PANTEÓN REAL MEDIEVAL DE SAN JUAN DE LA PEÑA

Por Belén Gimeno MartínezFacultativo Superior de Patrimonio

Cultural del Gobierno de Aragón

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Crónicas de San Juan de la Peña

Hay que decir que, a pesar de que las tumbas fueron saqueadas y sufrieron todo tipo de avata-res a lo largo del tiempo, en aquel momento se pudo recuperar en el proceso de excavación tres anillos de oro, uno de ellos infantil, y atribuibles por sus características a personajes de alto rango altomedieval.

Ante este hecho, los primeros trabajos realizados en aquel momento se centraron en la recuperación y documentación de los enterramientos, en un com-pleto inventario de los mismos y en una primera aproximación de los aspectos antropológicos.

Este primer proceso culminó con el depósito temporal de los restos óseos en dependencias del Gobierno de Aragón, para ser retomados en su in-vestigación treinta y tres años después.

Así, en el año 2007, un convenio firmado entre el Gobierno de Aragón, la Universidad de Zara-goza y la Cátedra de Medicina Legal y Forense e Ibercaja, dotaba de nuevo a esta investigación de los recursos necesarios para afrontar de nuevo los retos que presentaban los restos antropológicos excavados y exhumados en el panteón real medie-val de San Juan de la Peña.

Además de estos, la investigación se hacía ex-tensiva a los restos reales de los panteones de San Pedro el Viejo de Huesca, donde reposan Alfonso I y Ramiro II, y al Monasterio de las Benedictinas de Jaca, cuyo sarcófago alberga los restos óseos de Doña Sancha, Doña Urraca y Doña Teresa, her-manas de Ramiro I.

Con una visión marcadamente multidiscipli-nar gracias a los avances científicos que se habían

producido en los últimos años, se abordó toda la posible información que los restos óseos nos po-dían proporcionar, superando así los límites del estudio documental y comprobando la realidad de los mismos.

Así, se procedió a su estudio genético con la fina-lidad de determinar los parentescos existentes entre los restos de cada panteón y de los panteones entre sí, se trabajaron todos los aspectos antropológicos de las muestras, se realizaron estudios complemen-tarios de isótopos estables2 y de Carbono3 14 , se realizaron pruebas radiológicas y escáneres y uno de los aspectos más importantes, se creó una base de datos virtual a través de las virtopsias4 realizadas en la Mutua MAZ.

La importacia de este último hecho reside en la po-sibilidad de contar en un futuro con imágenes virtuales realizadas a través de tomografía computerizada que permitirán seguir trabajando con los huesos sin nece-sidad de seguir manipulándolos, garantizando así su conservación en sus lugares originales de descanso.

Mediante todas las pruebas anteriores, y en un lap-so de tiempo de cuatro años, la investigación pudo confirmar diferentes diagnósticos: por un lado, se confirmaban las identidades de Alfonso I y Ramiro II en San Pedro el Viejo de Huesca; se establecían las características de los enterramientos depositados en el Monasterio de las Benedictinas de Jaca, que constitutían un verdadero panteón femenino, con la presencia de las hermanas de Ramiro I y con una sor-presa fabulosa: la presencia de la madre de Ramiro I, Doña Sancha de Aybar; además de varios personajes femeninos, sin duda influyentes en la época al haber

Interior del Panteón el día de la reinhumación

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Crónicas de San Juan de la Peña

1 Los resultados de la primera intervención arqueológica de 1985 se encuentran publicados en Arqueología Aragonesa, II Campaña de excavaciones del Monasterio de San Juan de la Peña, 1985, pp. 141-1442 Los estudios de isótopos estables nos permiten conocer aspectos de la alimentación a través de su contenido en los huesos. Por ejemplo, sabemos que Ramiro II consumía mucho pescado debido a este tipo de análisis.3 El C14 nos permite establecer cronologías aproximadas de los restos óseos.4 Las virtopsias son autopsias alternativas realizadas con tecnología de escaneo e imagen. Ëstas permiten realizar autopsias sin nece-sidad de tocar el cadáver o los restos óseos.

tenido tenido el honor de ser enterradas junto a per-sonajes tan relevantes de la época.

Caso aparte ha resultado ser el Panteón Real de San Juan de la Peña, que ha demostrado revestir una complejidad en su estudio que aún no ha podido ser superada por las investigaciones actuales, si bien se conocen ya aspectos importantes del mismo.

Así, sabemos que las tumbas individualizadas lo-calizadas en el panteón serían anteriores en cronolo-gía a la de los primeros monarcas, situándose en un lapso de tiempo del siglo VIII-X. Esto nos llevaría a la época condal y a una práctica funeraria anterior en San Juan de la Peña previa a la de los monarcas aragoneses, que estos habrían respetado cuando de-cidieron que ese sería su lugar de descanso eterno.

¿Por qué? Probablemente se trataría de una es-tirpe condal guerrera cuya trascendencia fue respe-tada en sus enterramientos, e incluso acompañada en su descanso eterno en el mismo espacio físico por los monarcas y sus familiares.

Las características físicas de los mismos, analiza-das en el área antropológica del proyecto, muestra personajes de gran envergadura (algunos llegaron a alcanzar el 1,80 de estatura) potente desarrollo mus-cular y óseo y traumas compatibles con una vida militar. Por lo que respecta al área genética, estos parece compartir el haplotipo típico pirenaico.

Cabe destacar en uno de ellos, un personaje de avanzada edad, la presencia de una trepanación cra-neal, práctica quirúrgica llevada a cabo desde la pre-historia, consistente en agujerear la table craneal con el objetivo de eliminar la presión craneal producida por algún trauma. A este individuo le practicaron dos, con supervivencia de la primera y una corta su-pervivencia en el caso de la segunda. En cualquier caso, este hecho evidencia los cuidados practicados a personajes sin duda relevantes de la época.

Por otro lado, el mayor de los retos lo consti-tuía dar con los restos de los tres primeros monar-cas aragoneses. Parece una tarea bastante ardua, ya

que de encontrarse, estarían ubicados en los cajo-nes mencionados con anterioridad, y que contie-nen, después de un exhaustivo análisis antropoló-gico, más de setenta individuos en un estado de conservación muy complejo.

Ante la complejidad de este hecho y teniendo presente la falta de tiempo y de recursos científi-cos en este momento, se decidió elaborar una base de muestras óseas de cada uno de los individuos, con el objetivo de contar con ellas para una futura investigación que siga desentrañando los misterios del panteón real medieval.

Si podemos concluir que el panteón real medie-val constituye un verdadero panteón familiar, con presencia de adultos tanto masculinos como feme-ninos, niños, adolescentes y personas de avanzada edad, con una cronología de ocupación que, según los primeros resultados, podría ir desde la población condal del siglo VIII hasta los siglos XVI-XVII.

Solo el tiempo y los avances científicos podrán concluir si en ese osario de más de setenta indi-viduos se encuentran los primeros monarcas ara-goneses aunque, de momento, el proyecto ha ido confirmando las personalidades buscadas en esta compleja investigación.

Sea como fuere, lo cierto es que desde el 20 de junio de 2018, los restos reales descansan ya de for-ma eterna en el panteón real medieval, creándose las bases de datos y muestras para que no sea necesario volver a exhumarlos y manipularlos nunca más. Un completo proyecto museográfico que ha incluido la puesta a punto del panteón a través de su limpieza, iluminación y restitución de laudas, ha modificado y mejorado la sala que alberga el panteón real, con una exposición permanente que nos ayuda a com-prender el contexto histórico del mismo, su evolu-ción y el desarrollo de las investigaciones.

La historia del Panteón Real Medieval sigue abierta, pero ya podemos decir que la conocemos un poco mejor.

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Crónicas de San Juan de la Peña

PREGUNTA.- ¿Cómo llega a ser parte de la Hermandad?

RESPUESTA.- Respondiendo a sucesivas invi-taciones que, como General Comandante Militar de Zaragoza y Teruel, recibí por parte del siem-pre recordado Emilio Eiroa para asistir al solem-ne acto de la Real Hermandad de San Juan de la

Peña, que anualmente conmemora la natividad del Santo. De este modo, pude vivir, desde dentro, el solemne acto.

Este hecho me permitió interiorizar la profun-didad religiosa y el alto significado que suponía para todos los participantes, en especial, para los componentes de la Hermandad. Todo ello incre-

Juan Pinto es miembro de la Real Hermandad de San Juan de la Peña desde hace cinco años. Para Pinto, instituciones como la Hermandad sirven para aportar los instrumentos esenciales que permitirán lograr una sociedad más justa y equilibrada. A lo largo de su carrera ha sido Jefe de la Fuerza Logística terrestre 2 y Comandante Militar de zaragoza y teruel.

“Instituciones como nuestra Hermandad aportan los instrumentos esenciales para lograr una sociedad más justa y equilibrada”

JUAN PINTO,miembro de la Hermandad

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mentado por el incomparable marco del Monaste-rio Viejo. Fue al finalizar los actos, cuando Emilio, en un rasgo de generosidad, nos ofreció la posibi-lidad de formar parte de la Real Hermandad. Al siguiente año tuve el honor de ser investido Ca-ballero.

P.-¿Qué significa para usted formar parte de la Real Hermandad de San Juan de la Peña?

R.- La aceptación de este nombramiento lleva consigo la asunción de las normas y deberes que contemplan los Estatutos de la Hermandad. For-mar parte de San Juan de la Peña nos han brindado la oportunidad de compartir, con el restos de Her-manos, las obligaciones derivadas con una visión cristiana de la vida y participar de la honra de per-tenecer a tan ilustre Orden, lo que lo convierten en liviano deber.

P.-¿Cómo describiría el Monasterio de San Juan de la Peña?

R.- Tras el sinuoso ascenso por la carretera que desde Santa Cruz de Serós avanza hasta alcanzar la curva desde la que ya se contempla el perfil del Monasterio Viejo, esa grandeza pétrea que parece sumergida en las entrañas de la colosal piedra que lo engloba y protege al tiempo, realmente impre-siona.

Desde ese momento, la mente te trae imagina-rias escenas de cómo pudo ser la cotidiana vida monástica en el siglo X, que se complementan y cobran vida en sus rincones, capilla, mausoleo y las columnas y hermosos capiteles tallados en la piedra milenaria. Todo ello conforma un magní-fico conjunto que desde su alta cota contempla el discurrir del río Aragón y los picos nevados de nuestro Pirineo.

P.- ¿Cuál cree que es el papel de la Real Her-mandad de San Juan de la Peña hoy en día?

R.- En esta época que nos ha correspondido vivir, priman los aspectos materiales, el hedonis-mo y, en general, la masiva pérdida de los valores que fueron la señal de identidad y guía de nuestros antepasados. Instituciones como nuestra Herman-dad, que cultivan y expanden los valores cristianos, normas de conducta que facilitan la pacífica convi-vencia y la promoción de actividades espirituales, sociales y culturales, aportan, desde la humildad de

nuestras capacidades, los instrumentos esenciales para lograr una sociedad más justa y equilibrada.

P.- ¿Qué le parece que exista una Hermandad como esta en Aragón?

R.-El profundo significado histórico que el Mo-nasterio de San Juan de la Peña tiene en la génesis y devenir del Reino de Aragón, el cobijo que pro-porciona al grandioso enterramiento de algunos de sus Reyes y generosa tierra en la que hunde sus raíces Aragón han supuesto ser imprescindibles elementos en la conformación de nuestra Patria, España.

A la par, el conjunto de los Monasterios Viejo y Nuevo y su extraordinario entorno natural, consti-tuyen un conjunto de singular belleza, mirador pri-vilegiado del Pirineo aragonés y navarro y excep-cional referente del patrimonio cultural, artístico y natural de Aragón. Suponen un inmejorable atrac-tivo turístico para Aragón, España y para cualquier visitante que, más allá de nuestras fronteras, nos quiera visitar.

Juan Pinto junto a su esposa, Dª. María Begoña Librada Romeo, tras recibir la insignia de la Hermandad

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El pasado 12 de mayo realizamos la ya tradicional excursión de pri-mavera de la Real Hermandad.Fue una jornada muy agrada-ble en la que visitamos primero

Montblanc, divididos en dos grupos y así pudimos conocer la localidad y algunas de las costumbres típicas de la zona, no exentos de la realidad política del momento pero sin que ello supusiera en ningún momento un problema para la visita, es más fue muy instructivo realizarla.

Después de un almuerzo que, como de costum-bre, sirvió para conocernos mejor entre los miem-bros de la Hermandad visitamos el Monasterio cis-terciense de Poblet.

Nos recibió el Abad al cual el Hermano Mayor, Felix Longas, agradeció la predisposición y la visita guiada que nos proporcionaron así mismo le invitó a visitarnos en San Juan.

A continuación en compañía de Fra Marc reali-zamos la visita guiada al Monasterio. Fue una visita

distinta a la esperada, quizás con menos explica-ción histórica de la prevista pero con más filosofía y aunque es imposible de explicar a través de estas líneas, lo que si podemos asegurar los que fuimos es que nos quedó muy claro donde está nuestro hogar.

Independientemente de donde está nuestro ho-gar, pudimos ver el monasterio en todo su esplendor. Desde la sacristía, el refectorio, el claustro central con visita desde las alturas, la sala capitular y por supuesto las tumbas de alabastro de nuestros reyes, los reyes del Reino de Aragón que descansan en este Monaste-rio: Alfonso II el Casto, Pedro IV el Ceremonioso o Fernando I de Antequera entre otros, a ambos lados del Ambón bajo una magnífica bóveda de crucería tenemos el Altar románico tras el cual está el magnífi-co retablo de Damián Forment también de alabastro presididos por una gran talla de Virgen con niño

Para finalizar la visita acompañamos a los monjes en la celebración de las Visperas, un buen momento de recogimiento previo a iniciar el camino de vuelta.

Excursión de primavera,

Visita a Poblet

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El pasado día 12 de junio tuvo lugar la recep-ción de los Caballeros y Damas que iban a ingresar como miembros de la Real Hermandad. En este tradicional acto, como es costumbre, se les infor-ma sobre la Hermandad, su significado, fines y ob-jetivos, sobre lo que representa el Monasterio de San Juan de la Peña y se preparan con ellos los ac-tos de la celebración anual que este año coincidió con el día de San Juan.

En esta ocasión fueron las Damas y Caballe-ros investidos, así como 4 Infantes. Después de la presentación de cada uno de ellos, el Hermano Mayor les dirigió unas palabras y lo hizo también el Teniente de Hermano Mayor, en su función de maestro de ceremonias.

Recepción de nuevos hermanos

Ruta de los SitiosEl 21 de mayo los caballeros y damas de la Real

Hermandad realizamos la visita a una parte de la “Ruta de los Sitios”. En ella contamos con guía ex-cepcional, el Presidente de Honor de la Asociación de los Sitios de Zaragoza y Caballero de la Herman-dad, D. Carlos Melus.

En el hall del Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, conocido popularmente como el “Hospital Provincial”, Carlos nos hizo una introduc-ción sobre los dos sitios de Zaragoza, el primero del 15-VI-1808 al 14-VIII-1808 y el segundo del 21-XII-1808 al 20-II-1809, explicándonos también la situa-ción de Zaragoza en ese momento que contaba con 46.000 habitantes y de las consecuencias que tuvie-ron Los Sitios para la ciudad y para los zaragozanos. Carlos, que estuvo acompañado por Gloria Andrés, relaciones públicas del Hospital, tuvo además la ama-bilidad de realizar un cuadernillo donde se explica con detalle la importancia de cada una de los lugares que íbamos a visitar y añadió también un plano de la Zaragoza de esas fechas.

Comenzamos con el hospital, que fue fundado en 1425 por Alonso V, “El Magnánimo” y que ocupaba entonces unos 100.000 metros cuadrados; en el inicio de la Guerra de La Independencia hay constancia de que llego a albergar a 2.111 enfermos que hubo que

trasladar a improvisados hospitales cuando lo bom-bardearon los franceses. El Hospital de Convalecien-tes que hoy podemos visitar fue fundado en 1683 por el Arzobispo, D. Diego de Castrillo, para atender a los enfermos que salían del Hospital de Nuestra Se-ñora de Gracia. En él visitamos la Iglesia, su cripta y su famosa farmacia; en ella estuvimos acompañados del Doctor, D. Ignacio Andrés que nos enseñó cómo funcionaban hace 200 años y también pudimos con-templar la antigua farmacia Ríos que fundada en 1850 en la plaza de España, fue trasladada aquí, en su tota-lidad para disfrute de todos.

Pasamos a la iglesia de Nuestra Señora del Portillo que tiene su origen en la reconquista y que resultó muy dañada en Los Sitios. A esas fechas había evolu-cionado al arte barroco y en 1827, D. José de Yarza Miñana acabó su fachada neoclásica. Estuvimos prin-cipalmente en la Capilla de la Anunciación, obra del arquitecto Ricardo Magdalena y en el Mausoleo de las Heroínas.

Terminamos la visita, deseosos de completarla otro día con la parte que ha quedado pendiente, en la Casa General de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que tuvieron sus inicios en Los Sitios y en cuyo edificio descansan sus fundado-res, la Beata Madre Rafols y el Venerable Padre Juan Bonal. Esta Casa siempre está abierta y dispuesta a ayudar a todo el que lo necesite. En ella fuimos aten-didos por la Madre Superiora.

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Crónicas de San Juan de la Peña

Concurso de dibujo 2018

Nuria Sabaté 6º. Ciclo de Primaria

La pasada primavera y como es tra-dicional se celebró el concurso de dibujo que, promovido por esta Hermandad, tiene como finalidad acercar a todos los escolares de

Aragón lo que es y significa el Monasterio de San Juan de la Peña, invitándolos a la realización de un dibujo que les ponga en contacto con la realidad del Monasterio.

En esta ocasión, el jurado acordó conceder el premio a la niña Nuria Sabaté Larripa, de 12 años,

perteneciente al Colegio Público bilingüe Monte Oroel, de Jaca.

El premio consiste en una visita al Monasterio para todos los niños que componen el curso al que pertenece la ganadora.

Por el interés que tiene el concurso para la difusión de todo lo relacionado con el Mo-nasterio, invitamos a todos los que lean esta revista a que, en la medida de sus posibilida-des, fomenten la participación en este tipo de eventos.

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Crónicas de San Juan de la PeñaCrónicas de San Juan de la PeñaCrónicas de San Juan de la Peña

El pasado día 24 de noviembre se celebró la cena de navidad. Esta cita tradicionalmente reúne a un buen número de miembros de la Hermandad en torno a la exposi-

ción de un tema que, en este caso, corrió a cargo del Caballero Armando Serrano Martínez, para quien el Hermano Mayor, Félix Longás, en su pre-sentación, tuvo palabras de especial agradecimien-to por sus múltiples atenciones a la Hermandad, tanto en la visita a Casa Ganaderos, como reciente-mente (el pasado día 19), como consecuencia de la visita a la exposición “Pasión por Zaragoza, el Rei-no de los sentidos”, de la que es Comisario, junto al que reconoció como su maestro y mejor mentor Domingo Buesa Conde, también Caballero de la Hermandad. Precisamente, por esa reciente visita a la exposición, la cena tenía un significado singular.

En una amplia y documentada disertación, alu-dió a la coincidencia de este año de distintas y sig-nificativas efemérides: 1.000 años de la Fundación de la Taifa de Zaragoza, 900 de la conquista de la ciudad por el Rey Alfonso I El Batallador, 800 años de la Fundación de Casa de Ganaderos (Institución anterior a la Mesta Castellana) y 700 años de que se erigiera la Archidiócesis de Zaragoza.

Durante su intervención analizó toda la com-plejidad y vicisitudes que comporta la concepción, diseño, gestión y ejecución de una exposición como esta, agradeciendo, especialmente, a la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, como promotora, y a Ibercaja, con la cesión de es-pacios, y el propio Ayuntamiento de Zaragoza, por su apoyo a la muestra.

Tras la cena y como es habitual, se abrió un ani-mado turno de preguntas que fueron respondidas por el conferenciante.

Cena de Navidad

Intervino, finalmente, Domingo Buesa Conde en torno a la importancia del Reino de Aragón y el orgullo que a todos los aragoneses debería produ-cir su historia, así como a la necesidad de hacerla patente; y con la entrega de un pequeño obsequio al conferenciante, concluyó el Hermano Mayor con unas palabras y la clausura del acto en la que se cantó el himno de la Real Hermandad.

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