Cristología en Puebla

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LECTURA DIRIGIDA 2º Informe 1 2º Informe de Lectura dirigida Documento de Puebla: las Cristologías dentro de la Cristología del Documento. 1. Presentación de estructura y de las directrices del documento. Puebla presenta dentro de su declaración dos ejes que articulan su cristología, y que a parecer de varios autores 1 , y por la estructuración del mismo documento ha sido un ejercicio de tensión entre el magisterio y varias corrientes latinoamericanas, especialmente la teología de la liberación 2 . Estos ejes son: La estructura histórico – salvífica, propia de las corrientes latinoamericanas de teología, y que van en continuidad con la fuerza que propagaba Medellín en su discurso y declaración en el documento, especialmente al crear una teología a partir de los presupuestos de realidad latinoamericanos. De allí que surja la preocupación de una teología de la liberación. Es una visión ascendente de la Cristología, y como ha hecho comentario el Cardenal Pablo Muñoz Vega, en su comentario sobre la dimensión histórica de la Cristología de Puebla “... invierten el orden en la búsqueda teológica y en lugar de partir “desde arriba”, desde los pasajes bíblicos que nos revelan la filiación divina de Jesucristo como Verbo eterno de Dios, prefieren partir “desde abajo”, desde los datos que una moderna investigación histórico – crítica puede darnos sobre Jesús – Hombre”. 3 Cabe hacer mención de que dentro del documento de Puebla en sus primeros números de su declaración cristológica hace mención a la situación latinoamericana, cosa que en los documentos de trabajo anteriores a esta publicación se había omitido; olvidando, de alguna 1 SOBRINO, Jon “Reflexiones sobre el Documento de Puebla” Fe y Solidaridad (junio 1979), 1- 9. ARIAS, Maximino “Cristología del Documento de Puebla”, Teología y Vida 2 (1980), 129 – 148. 2 Respecto a esto cabe hacer notar que la mayoría de las críticas aparecidas son de teólogos que han hecho ver puntos que no se hicieron presentes como la base histórica y bíblica en los documentos preliminares, y que luego en el documento final sí aparece. Pero también se dio la tensión inversa al omitir, por parte de algunos obispos palabras tales como “liberación”, “Jesucristo liberador”, las cuales sí estuvieron presentes en Medellín. 3 MUÑOZ VEGA, Pablo Card. “La Declaración Cristológica de la Conferencia de Puebla”, Documentación CELAM (mayo – agosto 1979) 963 – 973. Cristian Ahumada mayo de 2002

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LECTURA DIRIGIDA 2º Informe 1

2º Informe de Lectura dirigida

Documento de Puebla: las Cristologías dentro de la Cristología del Documento.

1. Presentación de estructura y de las directrices del documento.

Puebla presenta dentro de su declaración dos ejes que articulan su cristología, y que a parecer de varios autores1, y por la estructuración del mismo documento ha sido un ejercicio de tensión entre el magisterio y varias corrientes latinoamericanas, especialmente la teología de la liberación2.

Estos ejes son:

La estructura histórico – salvífica, propia de las corrientes latinoamericanas de teología, y que van en continuidad con la fuerza que propagaba Medellín en su discurso y declaración en el documento, especialmente al crear una teología a partir de los presupuestos de realidad latinoamericanos. De allí que surja la preocupación de una teología de la liberación. Es una visión ascendente de la Cristología, y como ha hecho comentario el Cardenal Pablo Muñoz Vega, en su comentario sobre la dimensión histórica de la Cristología de Puebla “... invierten el orden en la búsqueda teológica y en lugar de partir “desde arriba”, desde los pasajes bíblicos que nos revelan la filiación divina de Jesucristo como Verbo eterno de Dios, prefieren partir “desde abajo”, desde los datos que una moderna investigación histórico – crítica puede darnos sobre Jesús – Hombre”.3

Cabe hacer mención de que dentro del documento de Puebla en sus primeros números de su declaración cristológica hace mención a la situación latinoamericana, cosa que en los documentos de trabajo anteriores a esta publicación se había omitido; olvidando, de alguna forma la metodología aplicada en Medellín, fue hasta el documento final que se hace esta mención4. Además esta situación hace pensar en que el hincapié fue más bien puesto en hablar de esta parte del documento como una declaración de fe latinoamericana, antes que de una teología, lo cual es un paso correcto a la hora de presentar la experiencia del pueblo y de la Iglesia en América, pero que, presentando una cuota de sospecha, presenta también, la corriente del pensamiento propio de los teólogos de América Latina, de ahí que es en esta parte que se hable de Reino, de evangelización

1 SOBRINO, Jon “Reflexiones sobre el Documento de Puebla” Fe y Solidaridad (junio 1979), 1- 9. ARIAS, Maximino “Cristología del Documento de Puebla”, Teología y Vida 2 (1980), 129 – 148.2 Respecto a esto cabe hacer notar que la mayoría de las críticas aparecidas son de teólogos que han hecho ver puntos que no se hicieron presentes como la base histórica y bíblica en los documentos preliminares, y que luego en el documento final sí aparece. Pero también se dio la tensión inversa al omitir, por parte de algunos obispos palabras tales como “liberación”, “Jesucristo liberador”, las cuales sí estuvieron presentes en Medellín.3 MUÑOZ VEGA, Pablo Card. “La Declaración Cristológica de la Conferencia de Puebla”, Documentación CELAM (mayo – agosto 1979) 963 – 973.4 Maximino Arias en su documento hace mención a la génesis del documento y realiza una detallada presentación de su redacción.

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(término que no se aplica más en la declaración), de cambio social, de liberador y doctrina liberadora5.

Pero además de la sabida teología de la liberación en su nota política, también está la línea de una teología de la liberación, con un respeto por la cultura, tomando el valor de la historia de América Latina como un horizonte de reflexión válido para hacer teología, y en que las clases populares también tienen algo que decir porque son portadores de la riqueza ancestral de una cultura anterior a la llegada de la evangelización.

La estructura tradicional europea, que trata de salvar una excesiva dimensión ascendente y que busque armonizar toda la cristología, de ahí que sea de gran énfasis el discurso que da Juan Pablo II, ya que trata de corregir una tendencia presente en la teología latinoamericana y que tuvo carta de ciudadanía gracias a Medellín.

El Papa advierte contra relecturas que escamotean la verdad sobre Jesucristo, p.e. Cristo sería solamente un "profeta", un anunciador del Reino y del amor de Dios; se concibe a Jesús como político, el subversivo de Nazaret; se aduce como causa de su muerte el desenlace de un conflicto político y se calla la voluntad de entrega del Señor y aún la conciencia de su misión redentora (misión de servidor de Yahveh).

El Papa también dice que Jesús rechaza inequívocamente el recurso a la violencia. Su mensaje de conversión es para todos. La salvación es integral por un amor transformante, pacificador, de perdón y reconciliación (muy exigente para los que quieren servir a los hermanos más pequeños, a los pobres, a los necesitados, a los marginados). Desde esta fe en Cristo, desde el seno de su Iglesia, somos capaces de transformar los corazones, humanizar los sistemas y estructuras. Abramos las puertas a Cristo.

El Documento de Puebla refleja esta intención del Papa, en que se ha pretendido corregir una serie de excesos dada la situación de convulsión latinoamericana imperante y los regímenes militares de la época.

Puebla presenta una estructura bastante histórica, pero a juicio de Sobrino de una inspiración profundamente doctrinal, dando la impresión de completar todo el periplo del “descenso – ascenso” de Jesús, que es Hijo de Dios encarnado en la historia, que luego es glorificado por el Padre, y que tiene un sentido y un significado para el pueblo latinoamericano, y que se puede reflejar de la siguiente manera6:

5 CELAM, La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina, Puebla: Conclusiones de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano. P.S.S.P. 1979. nn. 170 – 179. 6 Cf. ARIAS, M. Opus Cit., 145 - 148

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170 – 181 Introducción “La Verdad sobre Jesucristo en la situación actual del Continente Latinoamericano”

a) La Confesión de fe del pueblo latinoamericanob) Los problemas Cristológicosc) La predicación de los obispos

182 – 189 Creación en Jesucristo, Revelación del designio de Dios, Pecado, Promesa y Cumplimiento en la Encarnación

a) Creación, Revelación y Realizaciónb) Pecado y la Situación de Esclavitudc) La Promesa, la alianza, realización históricad) La Encarnación

190 –197 Vida de Jesús: predicación, hechos, historia, seguimiento. Muerte y Resurrección. Exaltación.

a) Vida de Jesús: palabras, hechos, historiab) El Misterio Pascual.

198 – 208 La Alianza Nueva de Jesucristo se hace presente por el Espíritu Santo enviado.

a) Jesucristo Envía su Espíritu de filiación.b) El Espíritu es Espíritu de Verdad, Vida, Amor y Libertad.c) El Espíritu de unidad y de diversidad

209 – 210 La plenitud no se logra en esta vida peregrina. La Iglesia, como Cristo, caminan hacia el encuentro con el Padre

a) Consumación del Designio de Dios

211 – 219 El ideal de la existencia humana vista a través de la revelación trinitaria

a) Comunión y Participación

Puebla entonces va a ser un documento en tensión, pero que presenta su armonía, tratando de conjugar la dimensión histórico – salvífica con la dimensión de salvación trascendental, en otras palabras Puebla trata de unir en su declaración Cristológica la experiencia de predicación de Jesús del Reino de la liberación de los pobres y oprimidos, con la experiencia de predicación de la Iglesia del perdón de los pecados y la conversión de los pecadores. Y desde allí, en esta situación vital, poder dar luces y respuestas, además de nuevos desafíos a una Iglesia en que se vive una nueva experiencia de Jesús cercano y presente en el pobre.

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2. Antecedentes Doctrinales del Documento.

2.1. Discurso inaugural del Papa.

Está claro que el discurso del Papa fue uno de los puntos que más ha influido dentro de la redacción de la declaración de la verdad sobre Jesucristo, cuida de no caer en reduccionismos sobre la verdad de Jesucristo, llevándolo a relecturas ya sea como profeta o como un revolucionario político, cuidando de llevar celosamente el anuncio de la Buena Noticia que es el Evangelio, ante la historia y ante el mundo.

Podemos ver con claridad dos aspectos que están en la cristología implícita de Juan Pablo II en su discurso.

Por una parte, y en respuesta a los hechos dados por la fuerza que fue adquiriendo la teología de la liberación y su método de hacer teología (como lo presenta Clodovis Boff, en sus tres mediaciones), corriendo el peligro de poder transformar a Cristo en bandera de lucha frente a una situación crítica en la vivencia de los pueblos latinoamericanos, es una llamada de atención a ajustarse a la recta doctrina que mana de la tradición de la Iglesia. De ahí que se inicie el discurso con un llamado a los Pastores Latinoamericanos con un reclamo de una celosa y cuidadosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo.

Pero por otro lado no deja abandonada la inspiración de Medellín, sino que la corrige y trata de darle un nuevo vigor ante una nueva comprensión del evangelio y del anuncio de Jesucristo en el mundo. “La perspectiva de su misión es mucho más profunda. Consiste en la salvación integral por un amor transformante, pacificador, de perdón y reconciliación. No cabe duda, por otra parte, que todo esto es muy exigente para la actitud del cristiano que quiere servir de verdad a los hermanos más pequeños, a los pobres, a los necesitados, a los marginados; en una `palabra, a todos los que reflejan en sus vidas el rostro doliente del Señor” (I, 4. Discurso del Papa, en el Palafoxiano, 28 de enero de 1979). Pero también, dentro de este contexto en la tercera parte aparece el compromiso con los débiles y despojados de este mundo7

7 “No es, pues, por oportunismo ni por afán de novedad que la Iglesia, «experta en humanidad» (Pablo VI, Discurso a la ONU, 5 de octubre de 1965), es defensora de los derechos humanos. Es por un auténtico compromiso evangélico, el cual, como sucedió con Cristo, es, sobre todo, compromiso con los más necesitados.

Fiel a este compromiso, la Iglesia quiere mantenerse libre frente a los opuestos sistemas, para optar sólo por el hombre. Cualesquiera sean las miserias o sufrimientos que aflijan al hombre, Cristo está al lado de los pobres; no a través de la violencia, de los juegos de poder, de los sistemas políticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre, camino hacia un futuro mejor. (..)Cristo no permaneció indiferente frente a este vasto y exigente imperativo de la moral social. Tampoco podría hacerlo la Iglesia. En el espíritu de la Iglesia, que es el espíritu de Cristo, y apoyados en su doctrina amplia y sólida, volvamos al trabajo en este campo.Hay que subrayar aquí nuevamente que la solicitud de la Iglesia mira al hombre en su integridad.” (JUAN PABLO II, Discurso Inaugural en el Palafoxiano, III, 2 – 3.)

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Según Sobrino, Juan Pablo II quiere equilibrar esto dos puntos en su discurso inaugural, pero cuando se quiere ver esto reflejado en la declaración de Puebla, esta segunda parte no aparece con la fuerza que aparece en su discurso, ya que no fue recogida con toda su intensidad. La fuerza entonces del documento, siguiendo la línea del Papa fue más bien llevada hacia lo doctrinal, tratando de mantener el equilibrio que se da en una sana doctrina predicada a los hombres, y no tanto el testimonio evangélico que hace la Iglesia ante el mundo.

Es también claro que la influencia que ejerció este discurso aparece de forma explícita e implícita en la estructura general de la declaración.

2.2. La Corriente de la Teología de la Liberación

(Hago entrega de los textos en que aparece una clara fuerza de la presencia de la reflexión teológica Latinoamericana)

Es sabido que en nuestro contexto las mediaciones son a partir de la experiencia histórica y cultural. Ello se ve trasparentado en algunas declaraciones de Puebla, sin embargo, no deja, de ser cierto que en este contexto la “potencia” del mensaje se deja llevar por la reconciliación, y más bien por un tema más bien soteriológico trascendental que por la necesidad concreta de la búsqueda del progreso y de la promoción humana.

Ahora bien, dentro del mensaje de Puebla se destaca en una manera peculiar la referencia a los rostros de Cristo en los Pobres8, pero también a su vez manifiesta

8 “La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela:

-rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; los niños vagos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar;

-rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación;

-rostros de indígenas y con frecuencia de afro americanos, que, viviendo marginados y en situaciones inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres;

-rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces, privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan;

-rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos;

-rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos;

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con fuerza el compromiso que debe adquirir la Iglesia a favor de los que están al margen del progreso y del bienestar.

Es llamativo, que a la hora de hablar de la experiencia liberadora de Cristo, más que centrada en el marco de la declaración de fe de los obispos, está mayoritariamente centrada en su actuar social, haciendo parecer que la palabra liberación, dentro de un contexto de integralidad soteriológica, se centre más bien a nivel de satisfacción de necesidades básicas. Nos recuerda también que las exigencias evangélicas debes estar acordes a las respuestas que se han de dar a las necesidades de América Latina: en que “El objeto primario de esta enseñanza social es la dignidad personal del hombre, imagen de Dios y la tutela de sus derechos inalienables (PP 14-21). La Iglesia ha ido explicitando sus enseñanzas en los diversos campos de la existencia, lo social, lo económico, lo político, lo cultural, según las necesidades. Por tanto, la finalidad de esta doctrina de la Iglesia -que aporta su visión propia del hombre y de la humanidad (PP 13)- es siempre la promoción de liberación integral de la persona humana, en su dimensión terrena y trascendente, contribuyendo así a la construcción del Reino último y definitivo, sin confundir, sin embargo, progreso terrestre y crecimiento del Reino de Cristo”.9

Además dentro de la línea de la teología de la liberación está el tema de la adhesión y compromiso por el Reino, de allí vemos que en algunos números se hace referencia a ello: “…la fe que es conversión del corazón, de la vida; entrega a Jesucristo; participación en su muerte para que su vida se manifieste en cada hombre. Esta fe que también denuncia lo que se opone a la construcción del Reino, implica rupturas necesarias y a veces dolorosas.”10 Y también en este otro texto:”…Los pastores de América Latina tenemos razones gravísimas para urgir la evangelización liberadora, no sólo porque es necesario recordar el pecado individual y social, sino también porque de Medellín para acá, la situación se ha agravado en la mayoría de nuestros países”11.

Sobrino, al comentar los textos en que se ha hablado de teología de la Liberación dice que el término liberación aparece evitado muchas veces en la declaración cristológica y por ello se le dan a Jesús los títulos de juez y de rey. Además la situación de pecado, como opositora a la vida se presenta como contraria a Dios, pero no se le ha visto como la que da la muerte.

-rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales;

-rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen.

Compartimos con nuestro pueblo otras angustias que brotan de la falta de respeto a su dignidad como ser humano, imagen y semejanza del Creador y a sus derechos inalienables como hijos de Dios.” (Documento de Puebla, nn 31 – 40)

9 Documento de Puebla, n 475.10 Documento de Puebla, n 358.11 Documento de Puebla, n 487.

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Además toda la reflexión en torno al equilibrio ha hecho que Puebla pierda fuerza en la denuncia, tal como lo había realizado Medellín. Ya que se ha partido de la universalidad y de la dogmática tradicional para equilibrar la tensión histórica, pero se ha dado una preponderancia a este punto. En palabras del teólogo vasco “haber comenzado por la carne de Jesús y no por la idea sobre Cristo”12

3. Puntos de convergencia.

Esto va en relación a que en las tensiones que se presentan con los dos ejes hay puntos de congruencia, y que pueden dar pistas para poder armonizar ambas teologías. Si bien es cierto que las limitantes están claras al no compatibilizar la experiencia latinoamericana con la “Tradición Ortodoxa”, en un camino más dinámico y comprometedor que lleve al seguimiento, se pueden dar trazos o líneas que ayuden en su realización.

Las líneas cristológicas que se destacan en el Documento de Puebla son:

va siempre unida a una confesión de fe eclesial. se relaciona con la fe del pueblo latinoamericano. tiene en cuenta las formas culturales del pueblo. tiene una fuerte dimensión histórica, espiritual y trinitaria. mantiene una dimensión liberadora, transformadora de la persona y de la

sociedad. tiene muy presente la presencia del Señor en los pobres.

12 SOBRINO, Jon. Op. Cit. p. 8

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