Construyendo territorios sustentables · Ph.D. de la Universidad de California, ... suerte bloquean...

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© 2016 www.sustentabilidades.usach.cl Sustentabilidad(es) vol 7, núm. 14: 107 120 107 Artículo original | Original article Construyendo territorios sustentables [Building Sustainable Territories] Andrés Yurjevic Marshall Ph.D. de la Universidad de California, Berkeley y director del Centro Latinoamericano de Desarrollo Sustentable (CLADES) Contacto | Contact: [email protected] Abstract: This article is the Epilogue to the book Miradas, Voices, and Latin American Images, published by UNIVA, Catholic University of Mexico, and CLADES, the Latin American Center for Sustainable Development, published by Pandora Impresores in 2016. The author, after confirming the expansion of Latin American civil society, offers this approach. But to familiarize the reader with the past and present history of the region, he makes a series of trips in search of his grandparents: Asian, Indian, Black and White, as well as novel, poetry, travel chronicle and cinema Latin American. Keywords: sustainable territories, competitive economies, human capacities . Resumen: El presente artículo constituye el Epílogo del libro Miradas, Voces, e Imágenes Latinoamericanas, publicado por la UNIVA, Universidad Católica de México, y CLADES, el Centro Latinoamericano de Desarrollo Sustentable, publicado por Pandora Impresores en 2016. El autor luego de constatar la expansión de la sociedad civil latinoamericana, entrega este planteamiento. Pero para familiarizar al lector con la historia pasada y presente de la región, hace un conjunto de viajes en busca de sus abuelos: asiático, indígena, negro y blanco, así como por la novela, la poesía, la crónica de viajes y el cine latinoamericano. Palabras clave: territorios sustentables, economías competitivas, capacidades humanas . Recibido | Recibed: 21 de mayo de 2016 Aceptado | Accepted: 14 de septiembre de 2016 Este artículo puede ser citado como | This article must be cited as: Yurjevic, A. (2016) Construyendo territorios sustentables, Sustentabilidad(es), vol 7, núm.14: 107 120.

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© 2016 www.sustentabilidades.usach.cl

Sustentabilidad(es) vol 7, núm. 14: 107 – 120

107

Artículo original | Original article

Construyendo territorios sustentables

[Building Sustainable Territories]

Andrés Yurjevic Marshall

Ph.D. de la Universidad de California, Berkeley y director del Centro Latinoamericano de Desarrollo

Sustentable (CLADES)

Contacto | Contact: [email protected]

Abstract: This article is the Epilogue to the book Miradas, Voices, and Latin American Images, published by

UNIVA, Catholic University of Mexico, and CLADES, the Latin American Center for Sustainable

Development, published by Pandora Impresores in 2016. The author, after confirming the expansion of Latin

American civil society, offers this approach. But to familiarize the reader with the past and present history of

the region, he makes a series of trips in search of his grandparents: Asian, Indian, Black and White, as well as

novel, poetry, travel chronicle and cinema Latin American.

Keywords: sustainable territories, competitive economies, human capacities

.

Resumen: El presente artículo constituye el Epílogo del libro Miradas, Voces, e Imágenes Latinoamericanas,

publicado por la UNIVA, Universidad Católica de México, y CLADES, el Centro Latinoamericano de

Desarrollo Sustentable, publicado por Pandora Impresores en 2016. El autor luego de constatar la expansión

de la sociedad civil latinoamericana, entrega este planteamiento. Pero para familiarizar al lector con la historia

pasada y presente de la región, hace un conjunto de viajes en busca de sus abuelos: asiático, indígena, negro y

blanco, así como por la novela, la poesía, la crónica de viajes y el cine latinoamericano.

Palabras clave: territorios sustentables, economías competitivas, capacidades humanas

.

Recibido | Recibed: 21 de mayo de 2016

Aceptado | Accepted: 14 de septiembre de 2016

Este artículo puede ser citado como | This article must be cited as: Yurjevic, A. (2016) Construyendo territorios sustentables,

Sustentabilidad(es), vol 7, núm.14: 107 – 120.

Yurjevic, A. Construyendo territorios sustentables

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Reflexión inicial

América Latina se encuentra, como nunca

antes, frente a un ciudadano empoderado

al que se le ha expandido su autoestima,

evidenciándosele que posee el derecho a

plantearse el tipo de sociedad en la que

quisiera vivir. Estas gentes captan que el

tiempo en que debían ser súbditos de un

cacique local, que los transformaba en

piezas desechables de una maquinaria de

poder que buscaba perpetuarse, se ha

comenzado a agotar. Saben que poseen

voz y han aprendido a actuar

colectivamente. En México, el pueblo ha

marchado por las calles contra la

narcoviolencia, cuestionando la capacidad

del Estado para garantizarle su seguridad;

en Guatemala, un movimiento social

diverso ha logrado que el presidente

dimita y sea enjuiciado por corrupción; en

Brasil, la ciudadanía se moviliza

masivamente denunciado la corrupción

política y empresarial; en Perú, las

comunidades indígenas abandonadas a su

suerte bloquean caminos a las faenas de

las grandes empresas extractivas, en

defensa de sus territorios, cultura y acceso

al agua; en Argentina, la movilización

social ha apuntado contra la impunidad y

la corrupción pública; y en Chile, la gente

demanda educación de calidad y gratuita,

y se rechaza la deshonestidad política.

Curiosamente, estas movilizaciones

ocurren en la etapa final de un ciclo

económico que alejó a una importante

cantidad de gentes de la pobreza, quienes

pasaron a tener una vida más digna, a la

espera de que llegue el día en que

formarán parte en plenitud de la clase

media. No hay que olvidar que entre el

2000 y el 2012, América Latina expandió

su producto interno bruto en un 80%,

reduciendo el número de pobres en un

30%, y aumentando en un 50% los

participantes del sector medio. En toda

América Latina, la misma gente que

valora la experiencia social vivida

recientemente, se manifiesta en contra de

la sociedad política por considerarla

inepta y corrupta.

Por lo que podemos observar las

demandas sociales actuales son muy

variadas. Están las que exigen respuestas

a las necesidades básicas insatisfechas;

las que piden el fin de la discriminación

en todas sus formas; lasque demandan el

término de la violencia y la corrupción; y

las que denuncian a las grandes empresas

Yurjevic, A. Construyendo territorios sustentables

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sea por eludir la competencia y coludirse

fijando precios, o porque les han

arrebatado a comunidades campesinas y

pescadoras sus recursos naturales. Esto

hace que en las movilizaciones sociales

converjan aspiraciones étnicas, sociales,

ambientales, éticas, de género, y por la

paz y la igualdad. Ninguno de los motivos

enumerados es nuevo, lo que sucede

ahora es que se han convertido en factores

activadores de una población cada vez

más consciente de sus derechos, que

comprende que para progresar el enfoque

de desarrollo económico debe ser cada

vez más cercano a las personas y a las

comunidades, para invitarlas a integrarse

con sus motivaciones, capacidades y

recursos.

A la protesta social se suman los

impactos de una situación económica que

se deteriora rápidamente, y el regreso a

las divisas caras. La nueva estrategia de

crecimiento económico tiene que

reindustrializar América Latina para que

salga al mundo con exportaciones no

tradicionales. Pero, ahora habrá que

hacerlo en el contexto del desafío

planetario del cambio climático, y de una

conciencia ecológica que discrimina a

favor de productos ambientalmente

compatibles. Ello obliga a que las

innovaciones se hagan fundadas en

conocimientos y tecnologías que emitan

cada vez menos gases de efecto

invernadero, y no deterioren el ambiente.

Por tanto, ha llegado el momento de

educar a la población en esta nueva

perspectiva, para que la sociedad civil, el

Estado y el mercado aborden esta tarea de

manera consensuada. Si los ciudadanos

comienzan a buscar estilos de vida

propios de una ciudadanía consciente,

muy posiblemente se pondrá en

movimiento una energía renovadora

nacida al interior de las comunidades, que

además de traerles bienestar les permitirá

confrontar la violencia que las tiene

secuestradas.

La historia del desarrollo latinoamericano

ha dejado su marca negativa en el Estado

y el mercado, pero -también- en las

comunidades y en las personas, las cuales

han acumulado vicios y debilidades que

hay que superar. Al funcionamiento del

Estado lo condicionan la corrupción

funcionaria, judicial y policial, las leyes y

las disposiciones injustas, su incapacidad

para controlar los excesos del mercado y

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proveer servicios sociales adecuados, así

como su precariedad financiera. Al

mercado capitalista lo dominan

oligopolios que abusan de los

consumidores, y condena a una mera

subsistencia a las empresas de menor

tamaño, inhibiéndoles toda posibilidad de

expansión a estas importantes

proveedoras de empleos. Las

comunidades al verse carentes del capital

social requerido no pueden gestionar bien

sus iniciativas de bien común, ni luchar

con posibilidades de éxito contra los

poderes como el del narcotráfico y bandas

delictuales que operan en sus territorios.

Y, las personas, al no sentirse en dominio

de sus capacidades, no logran organizar el

mundo en que viven para enfrentar con

éxito sus vidas. Tampoco adquieren el

capital humano que les permite competir

en el mercado del trabajo, o emprender

proyectos económicos independientes.

Desde mediados del siglo pasado hasta

hoy día, la discusión sobre la mirada al

desarrollo ha girado en torno a dos ejes.

Los neoliberales, por ejemplo, desde la

década de los ochentas hasta principios de

los años 2000, lograron que las

estrategias de desarrollo se construyeran

desde la pregunta ordenadora: ¿Cuánto

mercado queremos? El mercado fue

considerado “la marea que levantaría a

todos los barcos”,1 lo que no sólo resultó

ser falso, sino que hizo más ricos a los

ricos. Esto no podía ser de otra manera en

países en los cuales la propiedad de las

grandes empresas está en manos de un

grupo pequeño de personas, hábiles para

navegar en las inestabilidades

económicas, y expertas en usar

mecanismos y prácticas que les permitan

eludir sus obligaciones fiscales. Cuando

la pregunta neoliberal clásica ha

comenzado a desmoronarse, han surgido

desde las bases conservadoras

reformulaciones como: “Todo el mercado

posible, y todo el gobierno necesario”,2

que intentan salvar lo fundamental de la

premisa neoliberal, pero aceptando

indirectamente las limitaciones del

mercado auto-regulado. En los años 60 y

70, y en especial a partir de los 2005 en

adelante, los sectores progresistas han

levantado la pregunta opuesta: ¿Cuánto

Estado queremos? A este enfoque

1 Expresión usada por el neoliberalismo, para

señalar que el libre mercado beneficia a todas las

empresas. 2 Lema del presidente colombiano Juan Manuel

Santos.

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concurren las más diversas tendencias,

desde las que estuvieron histórica e

ideológicamente comprometidas con el

estatismo y la propiedad social, hasta las

que sabiendo que el mercado requiere de

políticas correctoras para su

funcionamiento, sólo le asignan un rol en

su logro a la política pública. Finalmente,

podemos observar que ha emergido una

tercera mirada, que nace de la inquietud

que subyace en los discursos sociales, y

que se ha fortalecido en los últimos años,

la que podríamos formular en los

siguientes términos: ¿Cuánta sociedad

queremos? Es evidente que la sociedad

sabe que requiere del Estado y del

mercado, que sin ellos su desarrollo sería

una vana ilusión, pero intuye que si estas

instituciones carecen de un sentido social

claro, los intereses creados terminan

desviándolas de sus propósitos. De aquí

que el desafío actual consiste en

transformar a la sociedad civil en el eje de

la prosperidad buscada. Ello supone una

aproximación territorial al desarrollo, que

aproveche creativamente la efervescencia

cultural y social existente, que ayude a

que la gente cuente con esa capacidad de

gestión que permite armonizar la vida

afectiva con la vida social y la vida

económica.

Una proposición

Considerando el despertar social que ha

estremecido América Latina, ha llegado

el momento de privilegiar una estrategia

de desarrollo que sea tan próxima a las

gentes como sea posible, con el fin de

movilizarles toda su capacidad creativa.

Hay que hacerlo profundizando la

democracia y abordando armónicamente

sus tres mayores desafíos: la igualdad

social, la competitividad económica y la

sustentabilidad ambiental, pero de manera

tal que además signifique una renovación

de la política y un combate a las tres

lacras sociales que a su amparo han

proliferado: la corrupción, la violencia y

la impunidad. Ello permitirá que desde la

base social se inicie un proceso de a

renovación ética significativo.

Por lo dicho, nos parece que la tarea

central de América Latina consiste en:

“Construir territorios sustentables guiados

por gobiernos ciudadanos, dotados de

economías competitivas, con

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comunidades movilizadas por la

expansión de las capacidades humanas de

sus gentes para gestionar y enriquecer las

fuentes de bienestar.”

Los tres ejes del desarrollo a potenciar

Primer eje. Construir territorios

sustentables conducidos por gobiernos

ciudadanos dotados de economías

competitivas.

El territorio no es sólo un concepto

geográfico, sino que además posee una

dimensión psicosocial, histórica,

económica, ambiental y cultural. En cada

uno de ellos, los actores sociales

comparten una cultura local que les

permite dialogar, y construir acuerdos

durables que redunden en escenarios

compartidos de desarrollo. Estas

conversaciones son indispensables para

revalorar los patrimonios ecológicos

como una fuente fundamental de

bienestar, de la cual hay que hacer un

buen uso respetando sus dinámicas y

fragilidades. Al plantearnos el desarrollo

desde los territorios también somos

consecuentes con la necesidad de que sea

cercano a gente y, por tanto, inclusivo.

Para avanzar en el diseño de territorios

sustentables, los países deben promover

amplias y profundas reformas

descentralizadoras que efectivamente

permitan contar con autoridades elegidas

por el voto popular. Parte integral de este

esfuerzo lo constituye la creación de

mecanismos institucionales que facilitan

los compromisos formales entre la

autoridad central y las autoridades

locales, para impulsar proyectos claves

para cada territorio. Estos proyectos

estratégicos deben potenciar los caminos

diseñados localmente para superar los

males sociales graves, y construir una

economía competitiva.

El nuevo estilo de desarrollo obliga a

pensar el presente con una visión de

futuro. Esto exige una nueva comprensión

del tiempo, ya que ese concepto que nos

muestra caminando de espaldas al futuro

viendo desplegarse al pasado ante

nuestros ojos, nos daña por ser limitante;

ahora hay que anticiparse a los hechos

mirando hacia adelante, ampliando el

ángulo y el zoom de nuestra mirada para

percibir lo que no habíamos visto, y

anticiparnos a lo que vendrá. Por ejemplo,

nuestra perniciosa propensión a

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sobrevalorar el presente nos impulsa a

vivir con más de lo que disponemos,

hipotecando el futuro de otras

generaciones, o a luchar sólo por intereses

personales, subvalorando la importancia

de los intereses colectivos.

Contar con una economía competitiva

exigirá centrar las inversiones en tres

ámbitos críticos, y lograr que los

territorios que tengan intereses

coincidentes desarrollen acciones

coordinadas. Los ámbitos a privilegiar

son: la innovación tecnológica que hace

posible aumentos de productividad

realizados con tecnologías

ambientalmente amigables; las políticas

de fomento sectorial que facilitan contar

con productos que tengan una demanda

interna y externa; y el fortalecimiento de

la capacidad de gestión que impulse una

constante modernización de los

emprendimientos. La acción colectiva con

otros territorios debe permitir acceder a

los mercados relevantes. Supongamos

que el diagnóstico para determinar las

ventajas competitivas de un territorio

privilegia la actividad agrícola ligada a la

pequeña propiedad campesina-indígena, a

la minería trasnacional y al turismo. El

primer desafío de la autoridad política

consistirá, entonces, en comprender cómo

los estímulos que crea la política

económica nacional pueden beneficiar a

esos sectores productivos. El segundo,

apoyarlos con estímulos locales para que

puedan efectivamente captarlos. Por

ejemplo, en el caso de la agricultura local

aprovechar la buena oportunidad para

inducir una transformación productiva de

base agroecológica que mejore su

productividad. Esto supone expandirle su

acceso a los mercados locales para que

venda directamente sus productos a los

consumidores, y facilitarle sus vínculos

con mercados internacionales para

rentabilizarla, lo cual a su vez requiere

respetar normas técnicas que cada día

serán más exigentes. El tercero,

identificar emprendimientos que deberían

ser incentivados para aprovechar la

demanda por servicios de esos sectores

productivos. En nuestro caso, muy

posiblemente sea la minería el sector más

dinámico para potenciar nuevos

emprendimientos, sin por ellos disminuir

la importancia de la agricultura orgánica

y del turismo. En un período en que la

minería aporta menos divisas, haría un

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gran servicio al desarrollo territorial si

parte de su demanda por servicios la

canaliza a nivel local. Y, el cuarto,

resolver los posibles conflictos por el

acceso a recursos compartidos como es,

por ejemplo, el uso del agua disponible.

En cuanto a trabajar oportunidades con

otros territorios para expandir la

economía, se pueden articular ofertas

turísticas que en lo posible dinamicen una

amplia base de servicios ofrecidos por

pequeños y medianos emprendimientos.

El turismo, también, puede ser un

incentivo para que la población local

eleve su nivel cultural, por los beneficios

económicos que le puede reportar.

La ausencia de una cultura ambiental

explica la existencia de políticas públicas

que entregan incentivos equivocados, o

de prácticas empresariales depredadoras,

o de conductas sociales oportunistas en el

trato de los bienes y espacios colectivos.

Hasta hace muy poco, el sentido común

parecía señalarles a las personas que el

medio natural poseía recursos ilimitados,

apreciación que facilitó que se le

extrajeran recursos sin intentar

comprende la naturaleza de esta fuente

proveedora. Se pensaba que los desechos

y la contaminación podían ser vertidos al

ambiente como un hecho inevitable, sin

que ello motivara preguntas sobre su

capacidad de reciclaje. Se asumía,

además, que los mecanismos de

regulación interna del sistema ecológico,

así como la estabilidad de las relaciones

entre ellos, estaban fuera del ámbito de la

preocupación ciudadana, pública o social.

Por eso no se desarrollaron criterios para

normar los impactos de los grandes

proyectos de inversión, o no se evaluó el

efecto de los incentivos gubernamentales,

o no se educó a la ciudadanía sobre los

alcances de algunas de sus conductas.

Afortunadamente se está verificando una

nueva forma de actuar en esta materia.

Muchas comunidades están tratando de

revertir los daños ocasionados por el

descuido a que fueron sometidos sus

recursos naturales, aprovechando el

conocimiento existe para restaurarles su

salud ecológica. Los organismos

internacionales se han comenzado a

movilizar por la salud del planeta,

impulsando iniciativas pro-naturaleza y

ayudando a los gobiernos a evaluar con

criterios ambientales sus políticas

económicas. Y, un número creciente de

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empresas ha asumido su responsabilidad

ambiental como un componente central

de su gestión, para competir con éxito en

el mercado internacional. Posiblemente

en un futuro cercano, todas estas energías

comenzarán a potenciarse mutuamente,

modificando el curso de las acciones

depredadoras y acelerando las acciones

colectivas restauradoras. Aquellos

pueblos que logren un cambio en su

percepción ambiental, serán quienes

primero se acoplen a esa parte lúcida de

la humanidad, que ya se encuentra

renovando los criterios con que toman sus

decisiones.

El segundo eje. Desarrollar las

capacidades humanas.

Las capacidades de una persona son las

que le permiten la práctica de su libertad

paradesempeñarse adecuadamente, es

decir, para organizar y transformar el

mundo que la rodea y poder obtener lo

que requiere o valora. También para

reencontrar nuestra sintonía con el mundo

cada vez que sufrimos un hecho que nos

resulta traumático. Aunque la naturaleza

nos ha hecho diferentes, todos tenemos

necesidad de disfrutar de nuestras

capacidades para poder vivir la vida con

un estado de ánimo que renueve nuestra

energía física, intelectual y afectiva. Son

potencialidades que al expandirse

adecuadamente empoderan a las personas

permitiéndoles llevar una vida digna. Son

las que hacen posible que ellas adquieran

el capital humano adecuado, y las

comunidades un capital social que las

dote de liderazgos que las vinculen al

mundo y sus redes. Son las que permiten

construir una familia funcional, así como

crear, innovar y perfeccionar las

organizaciones sociales, y construir junto

a otros satisfactores que resuelvan

adecuadamente sus necesidades, deseos y

aspiraciones. Los logros obtenidos

producto de un mejor funcionamiento

individual y colectivo, acrecientan el

anhelo de las personas por tener un mayor

protagonismo en sus vidas, y diseñar

estilos de vida que les aseguran un

bienestar continuo. Por esta razón, el

desarrollo hace pleno sentido cuando se le

asocia con las capacidades humanas,3 y

3VerWomen and Human Development.The

Capabilities Approach.Martha Nussbaum.

Cambridge Press University. 2000. La autora lista

10 capacidades humanas.

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116 Sustentabilidad(es), vol 7, núm. 14: 107 – 120.

también con el derecho que asiste a las

personas de tener las mismas

oportunidades para desarrollarlas.

Para poder apreciar los beneficios que

acarrea la expansión constante de las

capacidades humanas como meta del

desarrollo, intentaremos responder la

siguiente pregunta: ¿cómo se vería una

mujer latinoamericana que tuvo la

oportunidad de ensanchar armónicamente

sus capacidades humanas? Podríamos

decir que vivió con la tranquilidad

existencial de quien sabe que

posiblemente gozará de una vida

deduración y calidad razonable, por haber

contado con los conocimientos y saberes

requeridos y con un adecuado dominio de

las artes, debido a que cultivó su

intelecto, sentidos e imaginación. Se

sintió segura por haber podido sustentar

su vida con actividades laborales afines a

su vocación, lo cual le permitió

confrontar las discriminaciones que pudo

haber padecido. Le fue posible acceder a

la vida íntima anhelada, gracias a se vio

protegida del abuso en todas sus formas,

y no padeció bloqueos psicológicos por el

miedo o la ansiedad abrumadora. Gozó de

una convivencia social fundada en

valores, y pudo expandir su fe religiosa,

interactuando con otros. Sintió el deseo

de vivir con y para otros, porque cultivó

la amistad y aceptó la justicia. Jugó, rió y

disfrutó sus experiencias placenteras,

expresando también su rabia de manera

moderada. Experimentó la nostalgia y la

gratitud, viéndose a sí misma con la

capacidad para querer a otros. Se

involucró en múltiples tipos de

interacciones sociales que le fortalecieron

su autoestima. Ejerció la compasión y la

preocupación por el bienestar de los

animales y por la salud ambiental de su

entorno. Tuvo la motivación necesaria

para participar en la vida social o política

del país, y gracias a su formación cívica

ayudó a ensanchar los espacios de

libertad existentes. Contó con acceso a la

propiedad de los bienes que le eran

necesarios, contando con una vivienda (si

fue una habitante urbana) o un trozo de

tierra (si fue campesina) provistos de

servicios básicos como agua limpia,

electricidad y aire puro. Y, con la

libertad para moverse por el territorio de

su país.

Yurjevic, A. Construyendo territorios sustentables

117 Sustentabilidad(es), vol 7, núm. 14: 107 – 120.

Evidentemente, que para lograr un

desarrollo personal como el señalado, es

necesario que en América Latina se siga

extendiendo y profundizando la

educación como un derecho social,

financiado con impuestos a quienes han

acumulado la riqueza. Hay que terminar

con todo tipo de práctica discriminatoria:

derogando disposiciones legales

excluyentes y ampliando el ordenamiento

jurídico con las libertades individuales

faltantes. Mejorar la distribución del

ingreso, equilibrando la relación entre el

capital y el trabajo, avanzando en la

equidad de género y étnica. Ensanchar el

capital social de las comunidades, que les

permite implementar sus iniciativas. Sólo

una sociedad dotada de una activa

participación social podrá (1) constituirse

como un colectivo que define

democráticamente cómo vivir, (2)

dialogar con las políticas públicas para

orientarlas con sus aspiraciones sociales,

ayudando en sus diseños y

complementándolas en sus

implementaciones, (3) convertirse en

consumidores organizados dispuestos a

interactuar de manera activa con el

mercado; (4) emprender acciones que

ayuden a prevenir que grupos de interés

presionen por beneficios inmerecidos,

arrinconando o corrompiendo al gobierno,

a las organizaciones políticas o a otros

poderes del Estado; y (5) ser la

contraparte que requieren los partidos

políticos al momento de levantar

programas de gobierno que interpreten

realmente las aspiraciones ciudadanas.

El tercer eje. Potenciar las fuentes del

bienestar humano

En el ser humano moderno existe una

confusión creciente entre la anhelada

meta del bienestar material individual, al

que se le asocia con el poder de compra

en el mercado, con la desdibujada meta

del bienestar humano, que es una

respuesta social armónica a sus múltiples

necesidades. La confusión se explica

porque no se tiene claro lo que este

concepto significa, ni el modo de

conseguirlo. Se trata en gran medida de

una ignorancia inducida por grupos

hábiles en manipular los deseos de las

personas y confundir sus aspiraciones.

Para avanzar hacia el bienestar humano

hay que abandonar la senda del

Yurjevic, A. Construyendo territorios sustentables

118 Sustentabilidad(es), vol 7, núm. 14: 107 – 120.

consumismo como vía de progreso. El

consumismo no es una expresión de la

libertad humana, ya que supone intereses

de terceros que nos alejan de la aspiración

de ser hombres verdaderos (homo

sapiens) o personas felices,

reduciéndonos a la condición de hombres

consumidores (homo consumens).4La

vida orientada por el consumo conduce a

contravalores desorientadores que inhiben

la formación del humus moral que

requiere la sociedad, que hace posible la

convivencia, la superación individual, la

renovación constante de la política, y la

ética en los negocios. Por tanto, la nueva

senda a recorrer es la del consumo

humano que responde a las múltiples y

complementarias necesidades que tienen

las personas, que son de carácter

biológico (comida, techo, abrigo),

psicobiológico (ocio, afecto), psicológico

(entendimiento, creatividad), psicosocial

(trabajo, hábitat sano), social

(participación, conducta ética),

socioespiritual (libertad) y espiritual

(consciencia religiosa). Quienes así lo

hacen desarrollan de manera más plena

4Idea planteada por la filósofa española Adela

Cortina en Ética del Consumo. Taurus. 2002.

sus capacidades biológicas, emocionales,

sociales, estéticas, intelectuales y

espirituales.

El bienestar integral nos obliga a centrar

la atención en aquellas fuentes que

contribuyan a este propósito, y que

permiten que las personas se nutran de

una diversidad de bienes y servicios y

cuenten con las indispensables relaciones

sociales. Las fuentes básicas de bienestar

humano son: 1) La sociedad, la cual opera

a través de múltiples mecanismos: a) La

familia, por ser el núcleo básico que

provee afectos, identidad, seguridad y que

aporta valores que permiten aprender a

buscarle sentido a la vida; b) La amistad,

porque expande y diversifica la provisión

de afectos que entrega la familia,

ensanchando las relaciones humanas.

Facilita las actividades de entretención,

permite el encuentro afectivo entre

personas para formar pareja o familia,

ayuda a que se construyan sociedades

para emprender negocios, o comunidades

para abordar intereses culturales o

sociales; c) La comunidad, porque da una

pertenencia social a un espacio de

referencia mayor, donde las personas y

las familias suman sus esfuerzos y

Yurjevic, A. Construyendo territorios sustentables

119 Sustentabilidad(es), vol 7, núm. 14: 107 – 120.

recursos. Este espacio aporta identidad

social, expande las posibilidades de

compartir lo disponible o de enfrentar

grupalmente una necesidad. La

comunidad hace posible acceder a bienes

sociales y ayudas que provee el Estado,

como donaciones para iniciar actividades

generadoras de ingreso o contar con una

infraestructura comunitaria. Permite

defender bienes comunitarios amenazados

por intereses privados o por bandas

delictuales. Y, hace posible la ayuda

mutua para salir de apuros o contar con

información para conseguir trabajo, entre

tantos otros. También, permite

encontrarse con otros para responder a las

necesidades espirituales, formando

comunidades de fe. 2) El mercado,

porque provee una enorme cantidad de

bienes y servicios económicos de amplia

naturaleza. Hay un mercado capitalista

movilizado por el lucro, y otro de tipo

solidario impulsado por el legítimo deseo

de sus participantes de ganarse la vida

ofreciendo una multiplicidad de bienes,

algunos de los cuales resaltan por su valor

cultural, artesanal o ecológico. Además,

existe una amplia franja de negocios que

son administrados con un criterio que

combina -en distintas proporciones-

ambas motivaciones. 3) El Estado, que

entrega bienes y servicios públicos y

sociales. Son propios del primer grupo los

caminos, el alumbrado, la seguridad

pública, la democracia y la justicia; y

pertenecen al segundo tipo, la vivienda

social, la salud, la educación y los

subsidios monetarios. Además, es la

entidad que hace posible que existan las

reglas del juego que permiten que las

fuentes de bienestar puedan operen

sincronizadamente. Y, 4) El medio

ambiente, por ser una fuente proveedora

de servicios ecológicos fundamentales,

sin los cuales la vida se hace imposible.

Aporta -a modo de ejemplo- recursos

naturales renovables y no renovables,

servicios de reciclaje de desechos y

contaminantes, aire puro, paisajes, clima

y biodiversidad. Pero, también, hace

posible las actividades económicas

aportando materias primas y bellezas

paisajísticas que permiten múltiples

formas de turismo, una actividad

económica que puede captar recursos

externos para beneficio de las

comunidades locales.

Yurjevic, A. Construyendo territorios sustentables

120 Sustentabilidad(es), vol 7, núm. 14: 107 – 120.

Pero, hay que tener consciencia que no

basta con identificar dichas fuentes de

bienestar, también, hay que aprender a

relacionarse con ellas para manejarlas

adecuadamente y así obtener lo deseado.

Para ello, los aprendizajes y los

conocimientos, así como el uso de las

nuevas tecnologías de la información, son

vitales. Por ejemplo, para interactuar con

el Estado es indispensable construir

organizaciones capaces de hacerse

escuchar; para ingresar a una empresa,

hay que estudiar o capacitarse en una

institución especializada hasta lograr las

competencias demandadas; para recibir

los beneficios de la amistad, hay que

aprender a actuar con lealtad; para

construir una familia, hay que desarrollar

la capacidad de amar y saber administrar

los recursos disponibles; para formar

parte de organizaciones comunitarias, hay

que cultivar el compromiso social y la

solidaridad; para recibir los servicios

ecológicos, hay que cuidar y saber

intervenir los ecosistemas que proveen los

recursos naturales necesarios. Es verdad

que -en los tiempos modernos- hemos

sobredimensionado el aporte del mercado,

porque creemos que permite compensar

los posibles déficits en los servicios que

entregan las otras fuentes de bienestar.

Ello no constituye una práctica sana,

debido a que se trata de fuentes de

bienestar complementarias, entre las

cuales existe una sustitución imperfecta,

es decir, cada vez que una de ellas deja de

hacer su aporte, la vida humana se

empobrece.