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Construyendo familias modelos Por: Miguel A. Bardales

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Construyendo familias modelos

Por: Miguel A. Bardales

Serie: Construyendo una familia modelo

CONTENIDO:

Lo mejor es vivir en armonía

Una familia radical

El principio de la sumisión I

El principio de la sumisión II

Esposos y esposas

El misterio de la familia

Una familia modelo sabe hablar

Una familia modelo práctica la corrección

Una familia modelo siempre está limpia

Una familia modelo es de carne y hueso

Serie: Construyendo una familia modelo

INTRODUCCIÓN

Después de pastorear por varios años, he llegado a la conclusión que una de las tareas más importantes consiste en edificar familias modelos. Y quiero aclarar que al pensar en “familias modelos” estoy refiriéndome a algo más importante y difícil que simplemente formar “familias felices”.

Las “familias felices” se logran con buenas relaciones, buena educación, tranquilidad económica y buena salud; pero las “familias modelos”, aunque puedan carecer de alguno de estos ingredientes, siempre cumplirán un ministerio que las hará trascender y traer el reino de Dios a la tierra.

Y precisamente, mirando los tiempos que nos han tocado vivir, queda claro que la iglesia necesita con urgencia salir del círculo vicioso del egocentrismo, y descubrir que estamos aquí para ser luz y sal. Esta responsabilidad nos obliga a edificar familias que sean modelo para otras; no familias perfectas que se aíslen para no contaminarse, no familias religiosos que repriman las tentaciones aunque por dentro hiervan de pasiones, no familias exitosas que se esfuerzan por competir y ganar. Nuestros tiempos demandan que las familias cristianas se transformen en familias modelos.

Y la única forma de ser modelo pasa por imponer la armonía, vivir radicalmente la fe, sujetarse al Espíritu Santo, quien es el único que puede ayudarnos a someternos los unos a los otros. Es que las familias modelos son un misterio, que debe revelarse en estos últimos tiempos, para que el mundo crea en el evangelio de Jesús.

Y aquí está la característica más importante de una familia modelo: no vive encerrada en sí misma, vive para cumplir un ministerio. Por eso cultiva la comunicación, práctica la corrección, y cuida el no contaminarse con el mundo.

¿Existirán familias modelos? No solo existen, son familias de carne y hueso, son personas como tú y yo, con una sola virtud: confían en Dios más allá de sus fuerzas. La confianza en Dios es su fortaleza y el secreto de su felicidad.

Si estás por comenzar a estudiar estas lecciones, prepara tu mente y corazón, porque si quieres edificar una familia modelo, tendrás que esforzarte mucho y realizar grandes sacrificios; pero por más grande que sea el precio, el resultado será el regalo más grande que hombre o mujer puedan imaginar.

¡Animo, nos toca edificar familias modelos!

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TEMA 1: LO MEJOR ES VIVIR EN ARMONÍA

“Mas vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia”

Proverbios 17: 1

Comenzamos una serie sobre la familia que durará diez sesiones. El titulo general es “Construyendo una familia modelo” y durante las conferencias vamos a descubrir lo que tenemos que hacer para que la familia a la que pertenecemos se convierta en una familia modelo. La idea es clara: no basta con ser una familia feliz, tenemos que levantar familias modelos que ayuden a todos los que están alrededor.

El primer tema nos plantea una verdad esencial: cuando contrastamos el avance tecnológico que el mundo ha experimentado contra la pobreza y carencia afectiva que la mayoría de personas experimentan, la conclusión es lógica: lo mejor es vivir en armonía. En muchos hogares se cambian aparatos viejos por otros más modernos, celulares antiguos por celulares con cámaras y acceso a internet, televisores LCD, muebles y mucho más pero nada de eso contribuye a fortalecer la unión familiar; a penas maquilla la carencia, soledad y resentimiento en que muchos viven. Por eso, a pesar de todo lo moderno, hoy sigue siendo más importante vivir en armonía que otra cosa. Razón tenía Salomón cuando escribió:

“Mas vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia” Proverbios 17:1

Me gustaría pedirles que escriban este verso en alguna tarjeta que pudieran guardar en la billetera o cartera, y echarle una mirada de cuando en cuando, hasta que se grabe en el corazón. Sería mejor memorizar el versículo y repetirlo al comenzar el día, al despedirse y saludar a nuestros seres queridos, al desayunar, almorzar y cenar; recordarlo mientras hablamos por teléfono. La idea es que apliquen a sus vidas la enseñanza: lo más importante es vivir en armonía. Al leer el proverbio, reflexionó sobre cuatro realidades:

1. La armonía o la discordia no dependen del destino sino de una elección personal, ¿Qué prefieres, vivir en armonía o discordia?

2. Vivir en armonía puede ser costoso, puedes pasar una temporada comiendo pan duro.

3. Si no estás en armonía, no vale ser optimista… o hacer banquete

4. La discordia puede tener varios motivos, pero si la sientes es porque está en tu

corazón. ¿Cómo puedes vivir con un corazón amargado, resentido o herido?

Al considerar cada una de estas verdades, una pregunta surge naturalmente: ¿Cómo lograr armonía en la vida? o, para considerar las palabras de Pedro “Vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes” (1 Pedro 3: 8) ¿Cómo hacer realidad el cuadro que Pedro soñó?

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¿Será la armonía una simple ilusión?

Hogares llenos de armonía, esa sería la solución a los problemas del mundo. Hogares donde se respire armonía serían espacios para formar jóvenes emprendedores. Hogares que sean modelos de armonía serían como faros para orientar a los que no encuentran rumbo, ¿qué significa vivir en armonía? ¿qué se tiene que hacer para cultivar la armonía en el hogar?

A pesar de la incredulidad de algunos, la verdad sigue siendo la misma: lo más importante es vivir en armonía y para ello hay algunas cosas que debemos hacer, o por lo menos entender:

1. Vivir en armonía es tu obligación.

Después de años como pastor, soy consciente que en algunos hogares el cansancio y la resignación han ocupado el lugar que le correspondía al amor y la felicidad. En esos hogares se ha renunciado al esfuerzo de construir la armonía; esposo y esposa, hijos e hijas han renunciado a la tarea para conformarse con la indiferencia, tranquilos hasta que no se metan con ellos, agazapados en defender su territorio, respirando una atmósfera insípida.

A ellos y a nosotros, Dios nos dice que sólo hay dos clases de personas: los que provocan peleas y los que arreglan conflictos, así de extremista.

Salomón escribió “El que es iracundo provoca contiendas; el que es paciente las apacigua” Proverbios 15:18 enseñándonos que sólo tenemos dos opciones: o contribuimos a edificar hogares llenos de armonía, o participamos del conflicto y agrandamos las diferencias. Imagino que algunos estarán pensando que ellos no están en uno ni en otro bando, que sencillamente se han cansado de buscar la armonía y ahora están indiferentes ¡mentira del diablo! O estamos luchando por hogares en armonía, o estamos trabajando para que reviente la guerra.

Si eres parte de una familia, si vives con otras personas, si compartes el techo con alguien más, entonces tu obligación es vivir en armonía.

2. Para lograr armonía tienes que tomar la iniciativa.

“El que perdona la ofensa cultiva el amor…” (Proverbio 17: 9).

“… vale más retirarse que comenzar una pelea” (Proverbio 17: 14).

Hay formas de tomar la iniciativa: Puedes perdonar (para que sea iniciativa no debes esperar que te pidan perdón), o puedes retirarte para no agrandar el conflicto (lo que no significa tirar la puerta, levantarse como loco y salir corriendo, gritar y tirarse a la cama para llorar desconsoladamente sino respirar, y explicar con calma que lo mejor es dejar de hablar y pedir por favor un tiempo de silencio). Tomar la iniciativa también es regalar un gesto amigable, tomar la iniciativa al saludar, sonreír y dejar de fruncir el ceño, contar hasta 100, salir de la conversación cuando se asoma el ciclo de conflicto.

3. Si quieres lograr armonía empieza a ser Cristo–céntrico.

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La pregunta clave es: ¿Qué haría Jesús? Y evidentemente, la respuesta es: “Jamás respondió a los que lo insultaban; en medio de sus padecimientos nunca amenazó con vengarse, sino que lo dejó todo en las manos del que juzga justamente: Dios” (1 Pedro 2: 23). Hay un poder que se desata cuando en vez de reaccionar en tu sentido, te preguntas lo qué haría Jesús. Si haces la pregunta, el Espíritu Santo pondrá en tu interior la fuerza para imitar al Señor y poner la otra mejilla, caminar la segunda milla, perdonar a los que ofenden y amar por encima de todo a los que parecen no merecerlo.

Imitar a Jesús, seguir sus pisadas, preguntarse lo qué haría, eso es ser Cristo céntrico. No se trata de doctrina o conocimiento bíblico sino de aplicar a la vida diaria los principios de fe. digo esto porque algunos se creen cristianos porque saben algo de la Biblia, y desde su posición de conocimiento, juzgan, critican y corrigen sin darse cuenta que saber de la Biblia no significa nada porque el diablo también sabe de la Biblia, y probablemente más que nosotros. La clave es vivir la palabra, es decir, ser Cristo céntricos.

4. Si quieres vivir armonía debes Examinarte a ti mismo.

• Ojo: No dice que examines a tu prójimo.

• Debes examinarte completamente (palabras, pensamientos, intenciones, acciones), o sea todo tu ser… Te sorprenderás al encontrar fallas que debes corregir y la paciencia de Dios lista a cubrirlas… Entonces, milagrosamente, desde la renovada convicción de tu humildad, podrás abrazar a los demás, sentir lo mismo que su corazón y disfrutar del pan duro, que te pone en la posición correcta para construir una maravilla.

Para vivir en armonía debes: dar y pedir perdón, recibir amor y gracia, comprender el propósito de la vida; y sobre todo examinarte completamente.

Sólo después de hacer este camino, estarás en condición de mirar al interior de tu familia, y los encontrarás maravillosos, casi perfectos, y sentirás que estás en el paraíso, y lo más importante: tendrás un corazón sano.

Examinar el corazón, confesar los pecados, arrepentirse individualmente, recibir la gracia, experimentar su amor… ¿Puedes criticar? ¡Yo no! ¡Mil veces, no!

Así que la armonía viene después del auto-examen porque, piénsalo bien, ¿quién puede lanzar la primera piedra?

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TEMA 2: UNA FAMILIA RADICAL

“Pero si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor”

Josué 24:15

Nos hemos fijado el objetivo de levantar familias modelos. No nos basta con ser familias contentas y felices, queremos ser familias modelos para todas las personas que nos rodean; nuestra inspiración no tiene nada que ver con el protagonismo de los políticos o artistas, más bien es una reacción a la terrible situación en que miles de hogares se encuentran en el día de hoy, y a nuestra responsabilidad de cumplir la Gran Comisión. A más corrupción y desesperanza nos toca levantarnos como faros en medio de la oscuridad.

Ahora bien, ya sabemos que para ser familias modelos debemos vivir en armonía, ahora vamos a descubrir que una familia modelo tiene que ser radical.

La historia de Josué es un relato de la vida real: tiene valentía y esfuerzo, victorias y fracasos, milagros y dificultades; pero sobre todo es la historia de una familia que eligió ser radical, ese fue su último testimonio y es el inicio de nuestra reflexión.

1. Solo tenemos dos opciones

Josué plantea la vida en términos extremos (con el Señor o con los ídolos), y antes de acusarlo de simplista, tenemos que recordar algunas declaraciones similares:

• “No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no

tiene el amor del Padre” 1 Juan 2:15

• “Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la

oscuridad” 1 Tesalonicenses 5:5

• “El que no está de mi parte, está contra mí; y el que conmigo no recoge,

esparce” Lucas 11:23

• “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!”

Apocalipsis 3:15

• “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este

mundo, yo no soy de este mundo” Juan 8:23

Definitivamente, para Dios sólo hay dos opciones: o estás con él, o contra él; o vivimos la vida que Él planeó, o vivimos la vida que el diablo ofrece; o formamos hogares completamente cristianos, o tenemos hogares bajo el control del diablo; o somos radicales, o mejor no somos nada.

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La radicalidad de Josué colisionó con los intereses y proyectos de sus contemporáneos. Ellos habían luchado bajo sus órdenes, pero ahora querían disfrutar la vida, construir casas, organizar fiestas, fortalecer empresas, enriquecerse y progresar. Esto no tiene nada de malo, pero la pregunta es cómo hacerlo. Josué pensaba que sólo habían dos formas: a la manera de Dios y a la manera del diablo. Josué era radical, ¿lo somos nosotros?

Todos tenemos sueños para nuestras familias: que nuestros hijos lleguen a triunfar en la vida, que en nuestra vejez podamos disfrutar de tranquilidad y sosiego, que el dinero no falte y que cada uno alcance comodidad. Esto es bueno y necesario, pero la pregunta es cómo pensamos lograrlo, a la manera de Dios o a la manera del diablo.

Para Josué sólo habían dos opciones: Dios o el diablo. Para nosotros, en cambio, parecería que hay tres opciones: A la manera de Dios, a la manera del diablo, o a nuestra manera: ni muy, muy, ni tan, tan.

En estos días de confusión, ser radicales suena a fanatismo, y la secta “Pare de sufrir” amasa millones de dólares porque exacerba el fanatismo y superstición de la gente. El fanático no piensa, es irresponsable y flojo, por eso se convierte en víctima del diablo; es alguien que quiere respuestas simples y atajos rápidos para encontrar tesoros, por eso es engañado. El radical, en cambio, piensa, asume responsabilidades y se esfuerza valerosamente porque está convencido que Dios es la verdad, se esfuerza por mantener el rumbo porque sabe que la bendición viene después de la obediencia y madurez, y asume su responsabilidad de hacer evidente que Dios dice la verdad y da testimonio de la bondad del Señor.

¿Eres radical? Tenemos dificultades en aceptar esta palabra, nos parece peligrosa e innecesaria. Hoy en día los cristianos se resisten a ser radicales porque les suena a fanatismo y especialmente, porque tienen la sensación que siéndolo van a perder.

Desde el comienzo de la creación, cuando el paraíso era una maravilla y el hombre señoreaba sobre todo, el proyecto del diablo fue echar por tierra la importancia de ser radicales. Él se acercó a Eva para decirle “no seas radical porque vas a perder el ser igual a Dios, conociendo el bien y el mal” ¡Aquí está! El diablo nos ha vendido la mentira de que ser radicales es igual a ser perdedores. Bajo esta premisa, algunos padres piensan que sus hijos deben experimentar los pecados porque si no van a estar en desventaja con respecto a los demás amigos: que experimenten con las discotecas, también con el alcohol, y después cómo le dices que no experimenten con las drogas y el sexo sin compromiso.

El diablo dice: “No seas radical porque vas a perder” ¿Qué vas a perder? ¿Oportunidades para hacer negocios y tener buenas relaciones? ¿Amistades que pueden hacerte sentir importante? ¿Qué vas a perder? El diablo grita fuerte, como callejón, creyendo que de tanto gritar, vamos a terminar creyéndole, y vaya que muchos le han creído.

Ser cristiano y no ser radical es lo mismo que nada, es como estar en el equipo del diablo y jugar para él sin darse cuenta, es como hacerse autogol, es como ir en

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sentido contrario y en vez de avanzar, perder terreno. Parafraseando a Jesús: “Solo los radicales recibirán la tierra por heredad”.

Permítanme un resumen:

• Solo has dos opciones: Estás con Dios o estás contra Él.

• Ser cristiano es sinónimo de ser radical.

• Algunos confunden radicalismo con fanatismo.

• El fanático no piensa, es irresponsable y facilista.

• El radical piensa, asume responsabilidades y se esfuerza.

• El diablo nos ha hecho creer que si somos radicales, vamos a perder.

Tal vez la idea de perder tiene vigencia porque no sabemos bien en qué consiste un verdadero hogar cristiano.

2. Un hogar cristiano:

La gente no sabe qué es un hogar cristiano, muchos cristianos no saben qué es un hogar cristiano; el diablo ha trabajado fuertemente para confundir y sembrar mentiras. Hoy quiero enseñarle lo que es un verdadero hogar cristiano:

• Un hogar cristiano no vive de prohibiciones, sino de libertad.

La moralidad que se basa en “No hagas esto o aquello” no es cristiana, es simplemente religiosa. La moralidad cristiana no se basa en prohibiciones sino en libertad. Jesús logró para nosotros verdadera libertad, no para esclavizarnos a tradiciones y costumbres sino para disfrutar de una vida auténtica.

• Un hogar cristiano no es conformista sino progresista.

El diablo ha corrido la mentira de que los cristianos somos conformistas, pero los cristianos somos las personas con más ansías de progresar que existe: la grandeza de los Estados Unidos no puede explicarse sin los fundamentos de la fe; la educación para mujeres no hubiera sido posible sin la influencia y trabajo de los primeros misioneros cristianos; la música más bella tiene inspiración cristiana. Los cristianos no se conforman, progresan. Los religiosos si buscan conformar a la gente, por eso Carlos Marx decía que la religión era el opio de los pueblos. La religión si, la fe cristiana es motor de progreso y adelanto.

• Un hogar cristiano tiene duración eterna.

Cuantas veces he visto como los hogares desaparecen después de que el patriarca deja de existir. Los hogares cristianos se mantendrán por toda la eternidad.

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• Un hogar cristiano no vive la alegría del momento, vive en una felicidad a

prueba de dificultades.

Aquí está un milagro: un hogar cristiano no se desanima porque tiene fe, por eso siempre interpreta que las pruebas son temporales mientras que las promesas son eternas. La felicidad de un hogar cristiano va más allá de lo que dura la quincena, se mantiene y florece en medio de los apremios porque nunca pierde la esperanza.

Así que un hogar cristiano vive en libertad, progresa sostenidamente, se mantiene por la eternidad y se sobrepone al dolor ¡Un hogar cristiano es una maravilla! Sí, pero sólo si es radical.

¿Qué significa ser radical? El profeta dijo: “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo duce por amargo!” Isaías 5:20 enseñándonos que ser radical consiste en llamar a lo malo, malo siempre, y llamar a lo bueno, bueno siempre. No hay ética circunstancial sino ética cristiana.

Quiero invitarte a construir un hogar cristiano, radical en su obediencia a Dios, no religioso sino libre y auténtico, no conformista sino progresista y próspero, no disfrutando el momento sino manteniendo la alegría a pesar de las batallas que se tenga que enfrentar. Un verdadero hogar cristiano tendrá el valor de vivir contra corriente, convencido de que finalmente recibirá las promesas.

Para tener un hogar cristiano hay que comenzar con una decisión, y continuar con esfuerzo y empeño. ¿Estás listo a levantarte para formar un verdadero hogar cristiano?

TEMA 3: EL PRINCIPIO DE LA SUMISIÓN

“No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo” Efesios 5:18-21

Estamos estudiando cómo construir hogares modelos porque creemos que no basta con tener hogares felices. La sociedad necesita ver modelos auténticos, cercanos y abiertos a testificar y compartir los secretos de familias cuyos integrantes alcanzan plenitud y éxito. La tarea que nos hemos impuesto es difícil porque implica preferir la armonía antes que la loca carrera por los bienes materiales, y porque significa que hemos de edificar hogares radicales, dispuestos a vivir según los principios de Dios antes que las exigencias de la sociedad.

Y hablando de los principios de Dios, hoy quiero compartir el principio básico para todo hogar: el principio de la sumisión. Según el criterio divino, un hogar modelo se cultiva

Serie: Construyendo una familia modelo en la práctica de la sumisión. Sé que esta palabra despierta sospecha entre las damas (el machismo de nuestra sociedad ha influenciado en la iglesia al punto que hoy es fácil escuchar un sermón sobre la sujeción de la mujer hacia su esposo, antes que alguna enseñanza sobre la igualdad de los géneros o el rol importante que la mujer tiene en el plan de Dios), pero aclaro que estoy hablando de “mutua sumisión”, no solo de la mujer hacia el hombre, o de los hijos hacia los padres; estoy pensando en la sumisión que el hombre debe manifestar ante su esposa e hijos, de la sumisión que la esposa debe expresar ante su esposo e hijos, de la sumisión que los hijos deben expresarse entre sí como hermanos y de la que deben expresar ante sus padres. Para que quede claro: un hogar modelo práctica el principio de la mutua sumisión. A esto se refirió Pablo cuando dijo “sométanse unos a otros”, reconociendo que el problema más antiguo de la humanidad es la convivencia los unos con los otros (por ejemplo, ese fue el problema de Caín y Abel).

Encuentro que nos cuesta vivir con otras personas por dos razones:

• Primero, porque somos diferentes (aunque pensándolo bien, casi nunca se

emparejan dos personas semejantes sino diferentes).

• Segundo, porque somos complicados. Algunos sienten orgullo al definirse como

personalidades complejas, difíciles e incomprensibles (así me hizo Dios, así soy yo y

que me aguanten, ¿por qué no me tienen paciencia?, etc.). No se dan cuenta que

los complejos, dificultades y misterios son expresión de la naturaleza pecaminosa

que todos poseemos. Al principio, cuando no había pecado, tampoco habían

problemas (qué me voy a vestir, dónde vamos a comer, a quién vamos a visitar,

etc.), los problemas surgieron después de la llegada del pecado, y ahora que el

pecado abunda, abundan las personas complicadas, difíciles e incomprensibles ¡es

difícil convivir con los demás cuando ya resulta difícil vivir conmigo mismo!

Por estas razones, Dios piensa que la base para un hogar tiene que ser la mutua sumisión. No hay otra explicación al pasaje que estamos considerando: la antesala a las instrucciones de la vida en familia es la frase “sométanse los unos a los otros…” y es tan clara que el mensaje tendría que terminar aquí, sin embargo iré al contrario de la lógica para dedicar esta y la próxima sesión a explicar el principio de la mutua sumisión. Hoy quiero referirme a lo que no es, y en el siguiente tema hablaré de lo que sí es. Para practicar la mutua sumisión:

1. No debes ser impulsivo, más bien tienes que pensar en los demás.

“En realidad me temo que cuando vaya a verlos no los encuentre como quisiera… Temo que haya peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes, insultos y alborotos” 2 Corintios 12:12

El apóstol expresó una preocupación que sigue teniendo vigencia: que nuestra iglesia no sea lo que parece, que nuestros hogares no sean lo que exhibimos por fuera. Iglesias que predican amor pero se muerden entre sí, hogares que aparentan llevarse bien y se hunden en críticas, desconfianzas y amarguras. El apóstol no sólo

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sintió temor de encontrarse cara a cara con esa monstruosidad, también describió el caos: peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes, insultos y alborotos. ¿Cómo se llega a una situación así? La respuesta es cuando actúas impulsivamente, sin pensar en los demás.

Aquí hay dos extremos: eres impulsivo o eres pensante. Eres impulsivo cuando estás centrado en ti mismo, eres pensante cuando tus actos y decisiones consideran los sentimientos y situaciones de los demás. Eres impulsivo cuando sólo piensas en ti (en cómo manejas tu tiempo, cómo gastas tu dinero, como vistes, cuando entras y sales de casa, qué comes, qué miras en la TV, etc.) y sin darte cuenta te vuelves egocéntrico. Una persona egocéntrica, que solo piensa en sí misma, es como si no pensara, como si actuara por instinto, más cercano a la conducta de un animal que a la conducta de un ser superior. En cambio, eres pensante cuando utilizas tu inteligencia y capacidad para comprender y considerar los sentimientos de las personas que te rodean: ¿Qué están sintiendo en este momento? ¿Por qué se sienten así? ¿Cómo puedo ayudar para que se sientan mejor? ¿Qué esperan de mí? Estas son las preguntas que una persona inteligente debe esforzarse por responder. Cuando tomas tiempo para responderlas, dejarás de ser impulsivo y te convertirás en una amorosa influencia para toda tu familia.

2. No debes ser individualista, más bien tienes que ser parte del equipo.

“Mas valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse? Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!” Eclesiastés 4:9-12

¿Quién vale más: tú, él, ella, quién? Cuando nos comparamos con los demás, la tendencia es a cerrarnos. Cada uno es un individuo, único, diferente, especial y valioso; nadie quiere ser un robot y nadie espera que todos sean iguales entre sí. El esposo protesta porque ella quiere que ahora se parezca a su papá, los hijos se rebelan cuando sienten que tratamos de encasillarlos en moldes (tienes que ser como tu abuelito, tienes que ser como tu papá, etc.), la esposa sufre cuando sugerimos que cocine igual que mamá ¡Cada uno sabe que es único, diferente y especial!

Es verdad que somos individuos, pero no deberíamos ser individualistas. El hogar no es buen lugar para ser individualista, el hogar es un equipo que tiene un proyecto mayor: alcanzar el éxito de la familia. Veamos algunos ejemplos:

• El ejército está compuesto por individuos, pero estos no deben ser

individualistas.

• El equipo de fútbol está compuesto por once jugadores, pero de qué vale que

uno juegue bien si el equipo pierde.

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• En un coro hay voces distintas que hacen armonía, no cantan igual, cantan en

armonía y si alguno levanta la voz, hace requiebros y disfuerzos los demás van a

pensar que está loco.

En el ejército, equipo de fútbol, coro de la iglesia o en tu hogar lo más importante es jugar en equipo, de eso depende el éxito. Jugar en equipo significa ponerse de acuerdo con los demás, y ponerse de acuerdo implica opinar, discutir, intercambiar ideas y plantear dudas; pero una vez que llega la hora de entrar en acción, también es el momento para olvidarse de los criterios y opiniones personales, olvidarse de las posiciones individuales y actuar como un equipo que se mantiene unido hasta el final, que logra la victoria en unidad o muere en el intento. La unidad de una familia depende de que no seas individualista. No estoy pidiéndote que dejes de opinar, pero digo que todo tiene su momento: hay tiempo para discutir y hay tiempo para dejar de discutir y trabajar en equipo. Solo los hogares unidos logran superar las dificultares y remontarse hasta el triunfo total.

Esto me lleva a una verdad importante: Para que no seas individualista, tienes que escuchar y aceptar la opinión de los demás en vez de ser terco u obstinado. Cuántas veces luchamos y estropeamos el ambiente del hogar por pura terquedad, insistiendo en que las cosas se hagan como piensas y molestándote cuando no te hacen caso, ¿qué es más importante: que te den la razón o que la unidad se fortalezca? ¡Tienes que jugar para tu equipo, de lo contrario terminarás haciéndote autogol!

3. No debes ser agresivo, más bien tienes que ser amigable.

“La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu… El corazón del justo medita sus respuestas, pero la boca del malvado rebosa de maldad” Proverbios 15:4 y 28

Vivimos una contradicción: por un lado es la época de las comunicaciones, y por otro lado está de moda ser agresivo con los demás: los presidentes se lanzan insultos, los políticos se han olvidado de las buenas formas y cultivan el machetazo, en las casas, esposos y esposas levantan la voz para lanzarse terribles adjetivos, y qué decir del modo de hablar de los jóvenes donde mentarse la madre e insultarse es casi de buen gusto. Hoy somos más agresivos que antes.

No sólo se trata de insultos, se trata de la actitud con que vivimos: desconfiando de los demás, listos a reaccionar por cualquier cosa que altere nuestra inestable tranquilidad; se trata también de nuestros pensamientos e intenciones: ¿Alguna vez tuviste la intención o por lo menos pensaste separarte y mandar todo a la porra, porque todo te resultaba insoportable? Hoy somos más agresivos que antes.

Pero no sólo somos agresivos. Nuestra agresividad enferma a los demás, enferma el espíritu de los demás, los altera y deprime. Por eso tantas personas usan antidepresivos, estimulantes, pastillas para ayudarles a dormir, etc. La agresividad del ser humano no está llevando a la locura, el mundo está en crisis y la solución, aunque te parezca simple, comienza cuando pasas de agresivo a amigable.

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Salomón, más sabio que todos nosotros, fue más allá de ser amigable para sugerirnos que debemos brindar consuelo. La única manera de brindar consuelo consiste en estar al lado de las personas que amamos, no para criticarlas o juzgarlas, sino para ayudarlas cualquiera que sea su situación. La persona que brinda consuelo siempre será alguien que medita antes de responder, y por lo tanto será una persona sabia. Necesitamos hombres que consuelen a sus seres queridos, comprendiéndolos y meditando sus respuestas antes de hablar; necesitamos madres que consuelen; necesitamos hijos que consuelen a sus padres ¡Necesitamos cambiar nuestros hogares!

• Conclusión:

¿Quién puede practicar el principio de la mutua sumisión? ¿Se han visto reflejados en algún punto? Nadie puede practicar la mutua sumisión a menos que sea lleno del Espíritu Santo. La llenura del Espíritu tiene dos aspectos: la experiencia sobrenatural y soberana en la que Dios nos concede la visita de su Espíritu, y la búsqueda y cuidado de un estilo de vida que se renueva día tras día.

Muchos piensan que sólo tienen que esperar la visita del Espíritu y entonces serán casi ángeles, no quieren entender que deben tener un estilo de vida caracterizado por el afecto que regalan a los demás, que cultive la adoración en familia, que los lleve a tener presente a Dios no sólo en el templo sino en la vida diaria. Solo si invitas a Dios a tu hogar, y le das lugar para que gobierne podrás someterte a los demás sin la sensación de que vas a perder.

¿Eres un cristiano fiel? Para que tu respuesta sea afirmativa tendrías que vivir en armonía con tu familia, y me temo que algunos tienen voces para cantar en el templo y voces para gritar en la casa, tienen gestos de adoración en el templo y gestos obscenos en casa, tienen rostros angelicales y completa atención en la iglesia y descuido y abandono en casa. ¿Estás feliz con ser una persona complicada? Tendrías que arrepentirte de esa pecaminosa forma de ser y someterte a la transformación que el Espíritu quiere hacer en ti, él quiere darte gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio, y mucho amor para que llenes tu casa con el fruto del Espíritu. Ahora sí, la única manera de vivir bien es siendo llenos del Espíritu, y la única manera de ser lleno del Espíritu es vaciándote de tu carnalidad y pidiéndole que tome el control de todo tu ser.

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TEMA 4: PRINCIPIO DE LA SUMISIÓN II

“No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu. Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo” Efesios 5:18-21

En la sesión anterior tocamos un tema espinoso: el principio de la sumisión. Lo hicimos en el marco de nuestra serie “Construyendo una familia modelo”1 y cuidándonos de quitar sospechas y conceptos equivocados, señalando que la mutua sumisión es la solución divina al mayor problema de la humanidad. A los seres humanos nos cuesta convivir con otras personas porque no sabemos someternos los unos a los otros. La primera parte fue dedicada a ver lo que no es, hoy quiero compartir algunas ideas para aclarar en qué consiste este asunto de someternos los unos a los otros; digo “aclarar” porque en el fondo de cada corazón late una pregunta rebelde: ¿Por qué tenemos que someternos?

Si vivir es casi sinónimo de luchar, tal vez someterse sea una opción errada, suicida y fuera de toda lógica. Tal vez sucede con los humanos lo mismo que sucede en el reino animal: Triunfa el más fuerte, el que se impone y somete a la camada; tal vez unos nacieron para someterse y otros para someter, ¿Por qué tenemos que someternos? En el fondo de toda persona late el mismo espíritu rebelde que surgió en Adán y Eva; ellos no debieron rebelarse, pero lo hicieron, ellos debieron permanecer sometidos a Dios, pero eligieron rebelarse, independizarse y hacer su propio camino. Nosotros deberíamos someternos los unos a los otros, pero nos parece imposible, ¿por qué? Debemos practicar la mutua sumisión porque:

1. Todos somos iguales

“Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús” Gálatas 3:28

Ahora sabemos que todos somos iguales, semejantes y con los mismos derechos, pero no tenemos claro que es más importante: mi realización personal o el bien común. En teoría, sabemos que todos somos iguales, pero en la práctica parecería que más importante es lograr el éxito personal aunque eso signifique olvidarse, dar la espalda, superar y dejar atrás a los que nos rodean. En vez de ser solidarios, hoy somos egoístas.

Decimos que somos iguales, pero hacemos diferencias. Nos sentimos diferentes y superiores a los demás. Probablemente dirás que no, pero si prestas atención, lograrás encontrar en tus hijos gestos o palabras de desprecio hacia los “pobres o pitucos”, “cholos o blanquitos”, “serranos o negros”, “humildes o creídos”; estos

1 Recuerde que hasta aquí hemos visto que para ser una familia modelo debemos: (1) Preferir la armonía antes que

los bienes materiales, (2) Tener el valor para constituirnos en familias radicales y (3) La solución a todos los

problemas de relaciones humanas es la mutua sumisión.

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gestos y palabras están presentes en tus hijos porque también están presentes en ti. Sentimos cosas como “yo soy más inteligente”, “yo soy más bonita”, “yo tengo más plata”, “mis papis me quieren más”, “ellos nunca estarán a mi altura”, “tengo más unción que el pastor”, etc. ignorando que todo lo bueno que tienes, no es tuyo sino que lo recibiste, “Por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”2. No hay motivo para jactarse, todo lo bueno que tienes viene de Dios, es un regalo inmerecido que te convierte en deudor antes que rico, en siervo antes que dueño.

Hay que reconocer la verdad sobre nosotros mismos: “Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación…”3 En otras palabras: Nadie es perfecto, todos necesitamos ayuda. Pero hay más: Desde esta perspectiva, el peor defecto consiste en juzgar a los demás “No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará”4 . Dios enfáticamente, nos prohíbe juzgar porque todos somos iguales; y si somos iguales, entonces el propio Jesús añade: “con la misma medida con que miden a otros, se les medirá a ustedes” es decir, someterse los unos a los otros implica escuchar, comprender, atender, ser pacientes y jamás rechazar a los demás.

2. Someterse significa estar dispuesto a sufrir por los demás

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se delita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” 1 Corintios 13:4-7

¿Cómo pueden pedirme sufrir por los demás? Algunos sienten que esto es injusto, mientras otros creen que ya bastante han sufrido; unos sienten que deben hacerse respetar, otros sienten que son víctimas de los demás. Unos tienen facha de gladiadores, otros son como enclenques sirvientes que aceptan todo.

Escuchamos la palabra “sufrir” y pensamos en dolor, maltrato, tortura y cosas similares. Estamos equivocados. Para Dios, sufrir por amor no es sinónimo de maltrato o tortura sino de establecer límites y controles sobre mi yo, de auto limitarme y auto controlarme, o como dijo Pablo “Mas bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado”5. Por ejemplo, sufrir significa ponernos límites a la hora de hablar. Pablo tocó este tema cuando, escribiéndoles a los corintios, anotó: “En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres… Si alguien que está sentado recibe revelación, el que esté hablando que ceda la palabra… y los espíritus de los profetas están

2 1 Corintios 15:10

3 Romanos 12:3

4 Lucas 6:37-38

5 1 Corintios 9:27

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sujetos a los profetas”6 y es que el problema en Corinto era que unos cuantos dominaban la conversación, creían que siempre tenían la razón, que por ser espirituales tenían el derecho de hablar y los otros tenían la obligación de escuchar; casi me parece escucharlos “Dios me ha dado una palabra, ¡tienes que escucharme!” “Perdón, tengo algo importante que decir”, “Antes de que hables, tienes que escucharme” “¡No me quieren escuchar! ¡Orgullosos, necios, que el juicio de Dios caiga sobre ustedes!” y si lo que hacían en la iglesia, también lo hacían en casa: “¡Déjame hablar!”, “Primero escúchame, después habla”, “Que culpa tengo de tener buenas ideas”, etc. ¡Tienes que estar dispuesto a sufrir, eso significa dispuestos a escuchar antes que hablar, oír antes que gritar, auto limitarte antes que hablar hasta desesperar a los demás!

Así que sufrir significa ponerse límites en tu forma de hablar, en tu forma de gastar el dinero, en las horas que dedicas a ver fútbol o distraerte, etc. Ponerse límites uno mismo, ese es el camino para ser paciente, tolerante y humilde, y esto no es sino verdadero amor.

Una cosa más: ¿Cuál es el límite para sufrir? ¿Hasta dónde tengo que sufrir por los demás? No se trata de llenar la iglesia de mujeres sufridas, hijos sometidos y padres que tienen que ir a la comisaría para denunciar el maltrato psicológico al que son sometidos, ¿cuál es el límite para sufrir?

¡Miremos a Pablo y Pedro! En la carta a los gálatas se cuenta la ocasión en que ambos tuvieron un choque: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar… Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”7, Pablo pudo callar ante la autoridad y experiencia de Pedro, pudo hacerse de la vista gorda y llevar la fiesta en paz, pudo sufrir para no hacer un escándalo, y estoy seguro que lo hubiese hecho si se trataba de él, pero hay un límite para sufrir: la lealtad con Cristo.

Sufrir no significa ser neutral, indiferente o cómplice ante los intentos por alejarte del Señor ¡Tienes que ser militante! ¡Tienes que tener vocación de mártir! Pero a la vez, tienes que ser paciente, controlado, atento. Como dijo John Wesley: En lo esencial, unidad. En lo no esencial, libertad. En todo, amor.

3. Los que se someten son los que tienen una vida completamente

gobernada por Cristo

“Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce… Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente” 1 Juan 4:7 y 12

6 1 Corintios 14:29-33 detrás de las instrucciones se encuentra el problema de dominar la conversación, de

centralizar la conversación en unos cuantos sin respetar ni querer escuchar a los demás. 7 Gálatas 1:11 y 14

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Practicar la mutua sumisión no es señal de ser un gentleman o una lady, someterse tampoco es señal de poco carácter o debilidad; es la señal de que tu vida está completamente gobernada por Cristo: te hieren en una mejilla, pones la otra; son abusivos contigo, aceptas el desafío y continúas sirviendo; atropellan tus derechos, y continúas mostrando amor8.

Someterse es un asunto de principios. Dios lo quiere, y yo lo práctico. Dios dice “Sométanse los unos a los otros” y yo arrojo mi lista de reclamos e inclino la cerviz, listo a someterme a todos y cada uno de los miembros de mi familia.

¿Quieres ser un campeón? ¿Quieres ser una reina? Todos queremos ser los primeros, pero para serlo tenemos que seguir las instrucciones de Jesús: “Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo: ¿Entienden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes”9. El camino para ser los primeros pasa por lavar los pies de los demás, por someterse y servir a los demás ¡tenemos que hacerlo!

4. Someterse es la señal de estar llenos del Espíritu

Algunos dicen que la señal del bautismo del Espíritu es hablar en lenguas, otros piensan que son las risas, caídas o temblores ¿Cuál es la señal de que estás bautizado en el Espíritu Santo? Sin lugar a dudas, cuando tenemos esta experiencia sublime suceden señales externas, impresionantes, atemorizantes y para quienes las han vivido, sublimes. Pero digan lo que digan, las señales pasan y la carne retorna.

Más que señales, hay que tener evidencias. La evidencia mayor consiste en someterse los unos a los otros. Un creyente que tiene la llenura del Espíritu no tendrá problema alguno en someterse a los demás. Un creyente que se rebela, cuestiona, lucha, discute, explota, reniega, etc. aunque grite que tiene la unción, está vacío. ¡Someterse es la señal del Espíritu Santo!

Pablo nos plantea una verdad revolucionaria: Para tener un hogar modelo tenemos que someternos los unos a los otros. Someternos unos a otros es una tarea imposible de alcanzar con fuerzas humanas, quien lo intente, sólo conseguirá fracasar. Para someterse, hay que estar llenos del Espíritu, y para estar llenos hay que vaciar la carne (confesar), suplicar y tener fe. No hay otra opción: Necesitas ser lleno del Espíritu Santo, quien viene sin medida y con plenitud, a tomar el control, hacer cambios y transformarte en un siervo: siervo en tu casa, siervo en tu trabajo, siervo en la iglesia.

8 Mateo 5:38-44

9 Juan 13:12-15

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TEMA 5: ESPOSAS Y ESPOSOS

“Sométanse los unos a los otros, por reverencia a Cristo.

Esposas, sujétense a sus propios esposos como al Señor; porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así que, como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo.

Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella, para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia” Efesios 5:21-29

Hemos tomado dos sesiones para comprender el secreto para tener buenas relaciones humanas: practicar la mutua sumisión. Y aunque la palabra “sumisión” suene a debilidad, hemos aprendido que no tiene nada que ver con una actitud servil o timorata. Según Dios, someterse los unos a los otros, va directamente contra la tendencia impulsiva, agresiva e individualista con que solemos acercarnos a otras personas. Someterse los unos a los otros es la solución a todos los problemas de relaciones humanas porque todos somos iguales en imperfección y necesitamos ayuda de los demás. Además, practicar la sumisión es la verdadera marca de aquellos que están gobernados por Cristo en tanto que la señal inequívoca de la plenitud del Espíritu Santo es la actitud humilde del creyente, que renuncia a imaginar que es más de lo que realmente es y se dispone a vivir en armonía los unos con los otros.

El principio bíblico de las relaciones humanas ha quedado claro: Tenemos que someternos los unos a los otros. El problema aparece cuando vamos de la teoría a la práctica. Con el principio “someteos los unos a los otros” sucede igual como con la ley de la gravedad, pocos la comprenden pero todos aprenden a respetarla a fuerza de caídas y moretones. El principio de la mutua sumisión es el marco en el que debemos vivir con los demás, pero no todos comprenden qué significa en la vida diaria.

Por esta razón, el apóstol Pablo comenzará a mostrarnos diversas aplicaciones del principio de la mutua sumisión en el diario vivir. En el pasaje que hoy leemos puede notarse que eso fue lo que Pablo tuvo en mente, no la teoría sino la vida práctica; es decir, lo que tiene una aplicación inmediata a nuestra situación. Así que ahora tenemos que ir más allá de escuchar para salir a practicar lo escucharemos.

Antes de continuar, necesito hacer una aclaración: lo que vas a escuchar y leer, está ahí para que lo practiques, no para que discutas si te parece correcta o no, si la comprendes o te parece propia de otro tiempo y otra cultura. Esta es una enseñanza práctica, y la única manera de saber si funciona o no –valga la redundancia– es poniéndola en práctica. Necesitas dejar tus prejuicios a un lado. Muchas veces perdemos bendiciones por adelantar juicios, por encerrarnos en opiniones personales,

Serie: Construyendo una familia modelo por defender ideas que sólo valen porque las sentimos nuestras aunque carezcan de poder para resolver conflictos y traer armonía y felicidad al hogar. A partir de este momento necesito que escuches con los oídos y el corazón, que escuches de principio a fin, que escuches reservando tus críticas para el final, tal vez estés a punto de descubrir que hay un camino para construir el hogar modelo con el que siempre soñaste.

Volviendo al tema: ¿Qué significa “someterse los unos a los otros” en la vida diaria? El apóstol Pablo, inspirado por Dios, responde: Depende… de quién eres. Someterse no es lo mismo para todos, es diferente en cada caso, someterse es diferente para el esposo y la esposa, para los padres e hijos, para los hermanos entre sí. Para comprender lo que significa someterse en la vida diaria debemos analizar caso por caso, debemos aceptar que:

1. Esposa y Esposo son diferentes

“… en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios” 1 Corintios 11:11-12

La Biblia no tiene contradicciones. Por un lado declara la igualdad del hombre y mujer “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús” Gálatas 3:28, pero también reconoce que son diferentes. Somos iguales en valor, derechos y promesas, pero somos diferentes en naturaleza, funcionamiento y psicología.

Detalles como los bolsillos en la ropa del hombre y mujer, pasando por la forma de asumir tareas, o la facilidad para ubicarse geográficamente, o la habilidad para recordar detalles de conversaciones pasadas, hasta la facilidad para reconocer emociones ajenas a partir de pequeños indicios, o la firmeza para empujar y llegar a metas son evidencias de que esposo y esposa son diferentes.

Ahora bien, comprender que somos diferentes es básico a la hora de poner en práctica el principio de la mutua sumisión. Dios dice que esposa y esposo deben someterse mutuamente, pero no dice que deben hacer lo mismo, no dice que someterse sea igual para ella o para él; Dios dice todo lo contrario: someterse, en el caso de las damas, es una cosa completamente diferente a lo que someterse, en el caso de los hombres, significa. Aquí está el error: La esposa, después de escuchar las dos últimas lecciones, le dice a su esposo: “Esposo, el pastor dice que tienes que someterte, eso significa que a partir de ahora tienes que sujetarte a mí y obedecerme en todo” ¿Cuántos esposos van a estar de acuerdo con esto? Pero también sucede al revés, el esposo va donde su esposa, y le dice: “Esposa, el pastor dice que tienes que sujetarte, eso significa que a partir de ahora tienes que decirme “mi señor” y obedecer todo lo que te ordene” ¿Cuántas esposas van a estar contentas con esto? Así que la pregunta se vuelve urgente: ¿Qué significa someterse?

2. Para ellas es: sujetarse; para ellos: amar

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El apóstol, explicando lo que significa poner en práctica el principio de la mutua sumisión, escribió “Esposas, sujétense a sus propios esposos como al Señor…” y “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia…” Utilizó dos verbos diferentes: a las esposas les dedicó el verbo sujetar, y a los esposos les dedicó el verbo amar. No olvidemos que estos dos frases están subordinadas a la frase principal “sométanse los unos a los otros”, por lo que el significado de los verbos está enmarcado en el principio de la mutua sumisión. Sujetar y amar no significan lo que dice el diccionario sino lo que enseña la Biblia en su contexto.

La perfección de la Palabra es sorprendente. En la frase principal, el verbo

υποτασσωυποτασσωυποτασσωυποτασσω está en pasivo, como diciéndonos que si queremos una vida ejemplar debemos someternos los unos a los otros. En otras palabras, Dios nos invita a someternos los unos a los otros. Ojo, es una invitación, no una orden. En cambio,

cuando llegamos a los otros verbos υυυυποτασσεσθεποτασσεσθεποτασσεσθεποτασσεσθε y αγαπααγαπααγαπααγαπατετετετε, están en imperativo, convirtiéndose en órdenes que deben cumplirse sin chistar.

Las esposas tienen que sujetarse, los esposos tienen que amar. Sujetarse y amar son respectivamente, las instrucciones que esposas y esposos han recibido de parte del Señor. En otras palabras, la misión secreta que Dios le dio al agente 87 es amar, mientras que la 99 tiene que sujetarse. Dios está mostrándonos como debe ser el trato entre él y ella: el esposo tiene que amar a su esposa, la esposa tiene que sujetarse a su esposo.

¿Por qué a la mujer le dice “sujétate” y al hombre “ama”? Antes que grites: ¡No es justo! Permíteme explicarte que ambas órdenes van contra la esencia de la naturaleza pecaminosa. En ambos casos, Dios pide que “te despojes de tu vieja naturaleza, que está viciada conforme a los deseos engañosos, y te vistas de la nueva naturaleza, creada en justicia, santidad y verdad” Efesios 4:22-24. En ambos casos implica un esfuerzo intenso ¡Es difícil para una mujer sujetarse! ¡Es difícil para un hombre amar!

¿Qué significa sujetarse? El apóstol Pedro aclaró: “Así mismo, esposas, sujétense a sus esposos, de modo que si alguno de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por la palabra” 1 Pedro 3:1 ¿Qué significa amar? Pablo puso las cosas bien claras cuando escribió: “Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con ellas” Colosenses 4:19. Sujetarse y amar no tienen que ver con quién es el jefe o quién tiene autoridad, quién manda y quien obedece; tienen que ver con la forma como esposa y esposo se tratan entre sí.

• Para ellas: Sujetarse es (mirando al esposo, que no ayuda cuando debe, que no

habla porque prefiere ver televisión, que se olvida de las fechas y detalles, que

no escucha consejos y se mete en problemas que luego generan más

dificultades, que todo lo quiere resolver en los momentos íntimos, que no tiene

una fe muy grande y habla muy poco) respetar en vez de juzgar, admirar en vez

de maldecir, cubrir en vez de condenar, ayudar en vez de sacar en cara, callar

en vez de aclarar. Es que un hombre está incompleto sin su esposa, y se siente

terrible si ella lo juzga, maldice, condena, saca en cara para aclarar todos sus

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errores. Un hombre necesita que su esposa se sujete, de lo contrario será

infeliz, se volverá taciturno, amargado y horrible.

• Para ellos: amar es (mirando a la esposa, que nunca puede ser comprendida

porque dice una cosa que debemos entender cómo otra cosa, que recuerda

detalles que nosotros no recordamos, que espera que la sorprendan cuando lo

más fácil es hacer la rutina de siempre, que rehúye la intimidad y dice que

siempre está cansada, que llora y siempre está buscando conversar de

sentimientos y necesidades) cuidar en vez de exigir, elevar en vez de

comprender, galantear en vez de cumplir responsabilidades, agradecer en vez

de tratarla como si fuera su obligación, hablar en vez de suponer. Es que la

esposa es el regalo que Dios nos dio, ella es la criatura más maravillosa de todo

el universo, es un misterio que nunca podrá ser comprendido porque es fuerte

pero está llena de delicadeza, porque es más sabia que nosotros aunque Dios

no le dio el control. Una esposa que no se sienta amada, cumplirá con sus

deberes pero irá marchitándose y convirtiéndose en una persona infeliz y

amargada.

Conclusión:

Propongo una semana en que tú, como esposa, admires, respetes, cubras y ayudes sin palabras a tu esposo, ¿qué podría pasar? Propongo una semana en que tú, como esposo, cuides, eleves, galantees, agradezcas y hables con tu esposa, ¿qué podría pasar?

No hay manera de cumplir con este reto si primero no le entregas tu vida al Señor. Todo el cambio maravilloso que puede suceder en tu hogar comenzará cuando vengas ante Jesús, y en una oración sincera, le digas: “Señor, hoy te entrego toda mi vida, te reconozco como Señor y Salvador y te pido que tomes el control de toda mi vida” ¿Quieres hacerlo?

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Tema 6: El misterio de la familia

“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegaran a ser un solo cuerpo. Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y la iglesia. En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo” Efesios 5:31-33

Hasta aquí nos hemos concentrado en buscar verdades que nos ayuden a construir una familia modelo. No se trata de creernos superiores que los demás, pero el mundo tal como está, necesita hogares que sean referentes de cómo se debe vivir, de lo que se tiene que hacer para que las personas encuentren el camino a la felicidad. Para construir una familia modelo, según lo estudiado, tenemos:

1. Que priorizar la armonía en vez de ir detrás de los bienes materiales.

2. Que ser radicales en cuanto a los principios cristianos.

3. Que practicar la mutua sumisión.

4. Los esposos tienen que amar a sus esposas.

5. Las esposas tienen que sujetarse a sus esposos.

Los verbos “amar” y “sujetarse” abarcan la totalidad de la vida matrimonial. Pero a los hombres les resulta difícil amar a sus esposas como ellas quieren, prefieren “amarlas a su manera” y hacer caso omiso a la protesta y tristeza de sus compañeras ¡Cuánta razón tenía Pablo cuando dijo: amen a sus esposas como a sí mismos! Pero las esposas tienen el mismo problema con sujetarse, les parece que es una palabra desfasada y machista, residuo de épocas en que los derechos de las mujeres estaban subestimados, y por eso –amando a sus esposos– caen en el error de ignorar lo que ellos desean y hacen caso omiso a la molestia de sus compañeros ¡Cuánta razón tuvo Pablo cuando dijo: respeten a sus esposos!

El pasaje de hoy nos habla de estas dificultades: el hombre debe dejar a su padre y madre para unirse a su esposa, juntos deberán luchar ante las dificultades, juntos tendrán que formar hijos que se conviertan en hombres y mujeres de bien, juntos irán por la vida, conociéndose y comprendiéndose más y más, hasta llegar a ser como una sola persona. Un solo cuerpo, una sola mente, las mismas metas y objetivos, las mismas alegrías y valores. Emocionado e inspirado por todo esto, Pablo dice que el matrimonio es un misterio, y sorprendentemente hace un paralelo entre la relación del esposo/esposa con la relación entre Cristo/iglesia.

¿De qué manera la relación de los esposos es un misterio? Pablo utilizó una palabra

conocida en aquellos días µυστηριονµυστηριονµυστηριονµυστηριον, reservada en las religiones paganas sólo para

los iniciados, que debían prometer cerrar los labios µιωµιωµιωµιω y mantener el secreto. En la época de Pablo, los misterios eran secretos a los que se podía acceder a través de ritos y ceremonias de iniciación. En la actualidad esa idea persiste, por eso el diccionario dice que “misterioso” es lo secreto y oculto, y todavía hoy sirve como gancho que los

Serie: Construyendo una familia modelo masones, rosacruces y demás movimientos pseudo-filosóficos usan para captar curiosos, a los que hacen esclavos del esoterismo y ocultismo diabólico. Pero si misterio, según el diccionario es lo que permanece oculto y secreto; según Pablo, es lo que Dios reveló a sus hijos, para que ellos lo compartan con todo el mundo.

“Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios…” Daniel 2:28

“Anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos” Colosenses 1:26

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó. Ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” 1 Corintios 2:9

Si misterio es lo que Dios hace evidente en aquellos que creen en él, ¿de qué manera la relación matrimonial es un misterio revelado por Dios? El pasaje dice: “Esposas, respeten a sus esposos; esposos, amen a sus esposas; porque ustedes son una sola carne. A propósito, esta unión es un misterio, aunque más misteriosa es la unión entre Cristo y su iglesia”. Pablo dice que la unión entre esposa y esposo es un misterio. Veamos qué significa.

1. La unión entre esposos es un misterio

Ya no recuerdo cuántas bodas he celebrado, pero no importa cuánto tiempo pase, siempre será maravilloso el momento en que novio y novia prometen vivir juntos el resto de sus vidas. Ese es un momento mágico. Es como si fuera el más importante de toda la vida. Sin duda alguna, la unión entre esposos es un misterio. Sin embargo, hay un aspecto poco valorado en la vida matrimonial. Enfatizamos que la unión de la pareja se expresa en compañerismo, empatía, pasión y proyecto común, pero no comprendemos la importancia que tiene la unión espiritual de los conyugues.

Hay tres niveles de unión:

• Unión física

• Unión emocional

• Unión espiritual

La psicología enseña que la unión física es importante para la vida en pareja; también enseña que la unión emocional es necesaria para que el matrimonio se conserve en el tiempo. La unión física y emocional hace que la vida sea buena. Pero la psicología no dice nada de la unión espiritual, que si se cultiva hace que la vida matrimonial sea la experiencia más significativa y plena tanto para el esposo como para la esposa. La unión del esposo y esposa no sólo es sexual, emocional o psicológica, también es unión espiritual. El matrimonio es un misterio en tanto que tiene un aspecto espiritual, que le da sentido a los esposos y que hace que la

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felicidad pueda ser una realidad. La vida de una pareja también debe darse en el mundo espiritual.

Estoy hablando del lado espiritual del matrimonio, y algunos están pensando en lo poco que esta enseñanza puede ayudar en la vida diaria. Piensan que los problemas que viven no se resolverán con oraciones y actitudes espirituales sino cuando el esposo deje de hacer las cosas que hace, y la esposa deje de ser como piedra en el zapato. Ellos, los que piensan que lo espiritual es sinónimo de golpearse el pecho o caminar sobre las nubes, no comprenden que el matrimonio es una institución en la que Dios tiene enorme interés porque es su creación. Desde el principio de la historia, y hasta hoy, el Señor desea participar en la formación de cada familia. Allí, donde hombre y mujer se enamoran, Dios está presente; mientras ella experimenta los cambios de la maternidad, Dios forma los huesitos, el corazón, y todo lo que su hijo tendrá; y cuando el pequeño logra articular silabas y extendiendo sus brazos, dice por primera vez ¡papá! Él también está presente. Dios estableció que el hombre y la mujer dieran forma a la familia.

El aspecto espiritual del matrimonio está ilustrado en pasajes como “Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor” Proverbios 18:22; “Los hijos son herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa” Salmo 127:3; y la contundente declaración del hombre más sabio de su época: “Si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” Salmo 127:1

Lo cierto es que Dios tiene mucho que ver con la felicidad de una familia. Si él tiene el control, es completamente seguro que ese hogar prosperará en todo sentido. Si él solo es un bombero, al que se llama cuando la crisis explota, ese hogar tendrá altibajos y sus integrantes sufrirán traumas y heridas innecesarias. Si él está ausente, sucederá con esa familia lo que la historia ilustra: decadencia, inmoralidad, desgracia y vergüenza.

¿Qué lugar tiene Dios en tu familia? Antes de responder, quiero plantear algunas declaraciones radicales. Mi intención no es preguntarte si estás de acuerdo o no, estoy provocándote para que evalúes la realidad de tu familia hoy.

• Edificar una familia sin la dirección del Señor es imposible.

“Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican” Salmo 127:1

• Cuando Dios participa en el hogar, este no se romperá jamás.

“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” Mateo 19:6

• Para tener una familia feliz se necesita tener comunión con Dios.

El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob… Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios” Salmo 46:7 y 10

• En un hogar, la persona más importante es Dios.

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“… vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo” Isaías 6:1

En un hogar, ¡la persona más importante es Dios! Por eso muchos hogares no logran plena realización, tienen todo pero olvidan, ignoran, desplazan del primer lugar a Dios. La única manera segura de formar hogares modelos es dándole el primer lugar, pero no de palabra sino en hechos y verdad.

2. La unión espiritual es más importante de lo que pensamos.

Hay dos pasajes que debemos considerar, el primero le pertenece a Salomón y forma parte de su libro de reflexiones, el segundo le pertenece a Jesús y tiene una inmensa promesa:

“Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! Eclesiastés 4:12 Comprendamos: Una persona que no encuentra pareja terminará vencido por la propia soledad, dos personas que se unen para formar una vida común podrán ayudarse, pero deberán enfrentar mil combates y en algún momento el cansancio los vencerá. Uno, dos, ¡hay otra opción! La tercera persona en un matrimonio puede ser Dios, quien al aportar su presencia y fuerza, hará de aquella pareja un matrimonio vencedor.

“Les aseguro –respondió Jesús– que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna Marcos 10:30 Comprendamos: Jesús está diciendo que es difícil darle el primer lugar porque tenemos muchos amores (familia, casa, trabajo, negocios, etc.) y que la única manera de darle el primer lugar es pasándolos a un segundo plano (eso puede sonar duro y radical), pero cuando –como Abraham en el monte Moriah– sacrificamos (ponemos en segundo lugar a nuestra familia), él nos devuelve un amor cien veces más fuerte que el amor humano. Parece duro, pero la promesa es clara: al amar a Dios con todas nuestras fuerzas, nuestra familia no pierde sino que recibe un amor cien veces superior. Si amar con amor humano es hermoso, amar con el amor de Dios no puede explicarse, es lo más maravilloso y sublime.

Nadie se sorprende ante la declaración: La unión familiar es importante, pero de qué clase de unión estamos hablando, ¿unión física, emocional o unión espiritual? La unión espiritual es más importante de lo que pensamos, y haríamos bien en cultivarla.

3. Para tener unión espiritual hay que tener fe auténtica

Si hay un lugar, en el que sin lugar a dudas, somos auténticos, sin máscaras ni poses, ese lugar es el hogar. Allí, la hermosa chica que provoca suspiros, anda desaliñada, con ruleros y pantuflas; allí, el gerente que toma decisiones importantes, juega como niño y hace muecas con sus hijos; allí, la señora que siempre tiene la palabra correcta, levanta la voz y a ratos se parece a doña

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Clorinda. En el hogar somos como somos, pero cómo es nuestra fe dentro de las paredes de casa.

Pablo escribió de Timoteo: “Deseo verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” 2 Timoteo 1:4-5 Una fe auténtica, esa es la manera de fortalecer la unión espiritual, ¿cómo tener una fe auténtica?

• Congregándonos

“Yo me alegro cuando me dicen: Vamos a la casa del Señor” Salmo 122:1

• Orando juntos

“Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo” Mateo 18:19

• Testificando a la familia

“Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” Deuteronomio 6:7

• Dando buen ejemplo

“Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras, en la enseñanza mostrando integridad, seriedad” Tito 2:7

La clave es recordar cada día el mover amoroso de Dios, recordar es el apoyo para proyectarse a vivir por fe. Guardar el domingo, orar juntos, compartir lo que Dios hace y dar ejemplo de temor a Dios son formas prácticas de evidenciar una fe auténtica. Esa es nuestra tarea y la garantía de que la obra que Dios comenzó al salvarnos, continuará con nuestros hijos y en los hijos de nuestros hijos, hasta la tercera o cuarta generación.

Dios es bueno, merece toda nuestra dedicación. Dios es bueno, no merece un cristianismo de apariencia, ¿por qué fingimos la fe? Tal vez hoy sea la ocasión perfecta para pedir perdón y consagrarnos completamente al Señor, tal vez hoy sea el día para que quites ídolos y pongas en el trono de tu vida al único que merece estar allí: Dios, nuestro Todopoderoso Señor.

Serie: Construyendo una familia modelo

TEMA 7: UNA FAMILIA MODELO SABE HABLAR

“Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se

alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de

él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; que

juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en

amistad en la casa de Dios” Salmo 55:12-14

El pasaje de hoy es un breve relato de la vida real. David nos descubre su corazón y

comparte con nosotros una amarga, triste y frustrante experiencia. No menciona el

nombre de su agresor, tal vez por respeto a los demás, pero lo llama “amigo, íntimo,

familiar” y con ese detalle basta para imaginar que se refería a una persona cercana, a

uno de los que hoy llamaríamos “seres amados”10. Sin embargo la nota trágica no está

en la cercanía sino en la calidad de relación que tenían. David dice que con esa persona

compartía secretos, amistad y risas; en otras palabras, creía tener una comunicación

fluida y significativa. Aquí está la razón de su tristeza: parecía que tenían una buena

comunicación, que se comprendían, pero todo era un disfraz que escondía hipocresía.

Parecía amistad, pero en realidad era odio encubierto y resentimiento guardado de

uno que se llamaba pariente, pero que en realidad era enemigo asolapado.

La historia de David está lejos de ser una fantasía. Le sucedió a él y probablemente a

muchos de nosotros. A quién no le ha tocado sufrir el dolor de descubrir que una

persona cercana, un amigo, hermano, hijo, pariente o familiar de pronto se convierte

en enemigo. Es que el dolor que provoca la traición de alguien a quien amas es

terrible; la tristeza que sobreviene al ver que tus palabras son interpretadas

caprichosamente es inmensa ¡qué sensación de amargura y decepción!

David nos plantea los riesgos de una comunicación superficial, y de paso nos hace

sentir que no solo necesitamos hablar, necesitamos conocernos y comprendernos

mutuamente; es que el mundo está lleno de voces, sonidos y mensajes, pero hoy más

que nunca antes en la historia, las personas se sienten incomprendidas. Sucede con

nosotros lo que sucedió en tiempos de la torre de babel “… ninguno entiende el habla

de su compañero”11.

En medio de esta triste realidad, debemos asumir el tema 7 de nuestra serie: Una

familia modelo sabe hablar. La gente cree que hablar sólo es expresar ideas, pero en

una familia la comunicación es más que información, tiene que ser comprensión.

Comprendiéndonos los unos a los otros podemos ayudarnos, apoyarnos y salir

adelante. Necesitamos comunicarnos bien.

10

La referencia señala a Ahitofel, amigo y consejero de David, respetado como hombre sabio. Ahitofel

traicionó al rey David y colaboró con la rebelión de Absalón (ver 1 Samuel 16:23). 11

Génesis 11:7

Serie: Construyendo una familia modelo

1. Dificultades para comunicarnos

La incoherencia al hablar:

Santiago, pastor de la primera iglesia cristiana, escribió: “De una misma boca salen

bendición y maldición…” reconociendo la incoherencia de nuestras palabras.

Alguien ha dicho que los latinos dicen una cosa mientras piensan otra cosa, y

finalmente hacen otra cosa, queriendo decir que muchas veces caemos en

contradicción. Si nos preguntan qué sentimos por nuestra familia, respondemos

convencidos: ¡amor!, pero si hemos de guiarnos por la forma como hablamos con

ellos, por la displicencia o escasez con que nos comunicamos, parecería que lo que

llamamos amor, está más cerca de la indiferencia o fastidio.

Por eso, la frase de Santiago termina con “… Hermanos míos, esto no debe ser así”

Santiago 3:10

La imposibilidad de comprender a los otros:

El viejo apóstol Pablo se preguntó: “… ¿Quién de los hombres sabe las cosas del

hombre, sino es espíritu del hombre que está en él?...” 1 Corintios 2:11

admitiendo que es absolutamente imposible comprender a los demás. Podemos

tener una idea aproximada, pero jamás podremos conocer plenamente a los

demás.

Si es difícil comprendernos a nosotros mismos, resulta más difícil comprender a los

demás. Frases como “yo te conozco”, “sé lo que estás pensando”, “tú estás de ida,

yo estoy de regreso” sólo revelan una actitud de superioridad, y en vez de

establecer puentes provocan corazones y labios cerrados ¡Quién va desear

comunicarse con uno que cree que se las sabe todas!

2. Formas de hablar

“Vuestra conversación sea siempre agradable, con su pizca de sal, sabiendo cómo

tratar con cada uno” Colosenses 4:6

Creo que la primera dificultad al comunicarnos aparece cuando interpretamos

literalmente. Las palabras no deben ser tomadas literalmente porque no

hablamos usando un diccionario sino la mente y el corazón. El significado de las

palabras depende del diccionario, del momento y de las experiencias. Significado,

circunstancia y experiencias, esos son los ingredientes que conforman los mensajes

que andamos regando por uno y otro lado.

La gente escucha pero no siempre coincide con el significado que nosotros le

damos a las palabras; peor aún, no siempre están al tanto de las circunstancias que

Serie: Construyendo una familia modelo

estamos viviendo, y mucho menos de la historia que cargamos sobre nuestros

hombros. Sin embargo, a pesar de todo, tenemos que mejorar nuestra forma de

hablar.

En un hogar modelo, el papá no hablará por hablar, la mamá no hablará para

renegar y los hijos no hablaran solo para despedirse. En un hogar modelo:

En de discutir tenemos que concordar.

En vez de criticar tenemos que enseñar.

En vez de condenar tenemos que liberar.

En vez de ofrecer tenemos que prometer.

En vez de adular tenemos que bendecir.

Está claro: En vez de hablar tenemos que descubrir el corazón. Los miembros de

una familia no pueden hablar como lo hacen en el trabajo o cuando juegan un

partido de fútbol. La comunicación tiene el propósito de mostrar el corazón, y para

eso las palabras tienen que buscar la concordia, edificar en la enseñanza, liberar,

prometer y bendecir.

3. ¿Cómo comprendernos mutuamente?

“El Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno. Confiamos en el

Señor de que ustedes cumplen y seguirán cumpliendo lo que les hemos enseñado.

Que el Señor los lleve a amar como Dios ama, y a perseverar como Cristo

perseveró” 2 Tesalonicenses 3:3-5

Estamos frente a una pregunta que miles se han planteado. Es una pregunta

trágica porque muchos han perdido la esperanza de encontrar respuesta, se han

conformado a soportar las complicaciones del carácter de los demás. Algunas veces

estallan, pero cuando la cólera pasa, vuelven a resignarse, imaginando que una

familia donde todos se comprenden es algo que sucederá cuando lleguemos al

cielo. Como creyente y pastor estoy obligado a decirles que es posible tener

familias que se comprendan.

Cuando el Señor toma control de un hogar, cuando sus integrantes practican el

principio de la mutua sumisión, cuando en verdad son llenos del Espíritu, la

comprensión es algo maravillosamente natural. La Palabra de Dios enseña que la

comprensión viene cuando:

Tenemos confianza unos con otros.

Cultivamos la paciencia.

Serie: Construyendo una familia modelo

Practicamos la verdad.

Te exiges amar más allá del límite.

Tienes que confiar en tus seres amados. Si desconfías, la comunicación será

imposible. A veces desconfiamos porque nos han fallado mucho, pero dónde

queda el perdón, para qué sirve el amor. Hay que ser realistas: nadie podrá borrar

lo que te hicieron, pero si lo decides (es una facultad de tu voluntad) puedes volver

a confiar. Pruébalo, si retrocedes, vuelve a probar. Si quieres comprender y que te

comprendan, tienes que confiar.

Para comprender a tus seres amados también necesitas paciencia. Sin paciencia

sólo tendrás desencuentros, pleitos y arrebatos. La paciencia es el marco en el que

suceden milagros. La persona que está a tu lado, que ahora es como un muerto

viviente, puede resucitar si tienes paciencia. Dios obra cuando sus hijos muestran

paciencia, jamás en la intolerancia y prepotencia.

Pero no puede haber comprensión lejos de la verdad. La verdad es imprescindible,

sin ella todo es ilusión. La verdad es necesaria. No importa lo dramática o terrible

que sea, la verdad no puede faltar en una comunicación eficaz. La verdad no puede

convivir con secretos, islas o puertas cerradas. La verdad es política de puertas

abiertas. El que dice la verdad no tiene secretos con sus seres amados. Aquí es

importante señalar que se trata de secretos personales no de secretos de terceras

personas. No puedes guardar secretos personales, pero no debes andar contando

los secretos de los demás. Muchas veces buscamos esos secretos, pero en realidad

son un pretexto para mantenernos escondidos. Revela tu corazón, revela todo tu

ser, esa es la única manera de ser comprendido.

Y finalmente, para comprendernos mutuamente precisamos de amor. El amor es la

facultad de permanecer juntos hagan lo que hagan. Tus seres amados necesitan

que extiendas una garantía eterna: estaré contigo pase lo que pase. Esa es la

promesa del matrimonio y esa es la condición de una familia modelo: permanecer

juntos por amor. El amor es sufrido, todo lo soporta. Si el amor no funciona, el

hogar se desarma. Pero el amor no es cariño sino garantía de que estaremos

juntos en las buenas y malas, en los aciertos y fracasos, en las victorias y las

derrotas. Nada puede contra el amor, el amor es invencible.

Una palabra final:

Para comprender a los demás necesitas levantar la vista y descubrir que Dios te

comprende completamente. Sabe que no eres perfecto, que tienes cosas ocultas y por

eso ofrece lo que necesitas: libertad, paz y perdón.

Serie: Construyendo una familia modelo

“Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y

cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis

trajines y descansos te son familiares… examíname, oh Dios, y sondea

mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si

voy por mal camino y guíame por el camino eterno” Salmo 132

Nadie puede darte lo que Dios te ofrece, nadie puede competir con El, pero no basta

con saberlo, ahora tienes que recibir su amor. Recibir lo que tiene para ti. Recibir es un

acto de fe, pero no es una fe ciega, es fe en Jesucristo, el que murió por ti. Es una fe

cierta, segura y efectiva. Entrégale tu vida y recibe amor, gozo, paz, paciencia y

felicidad.

TEMA 8: UNA FAMILIA MODELO PRACTICA LA CORRECCIÓN

“Si alguno de ustedes tiene un hijo terco y rebelde, que no obedece a

su padre ni a su madre aunque lo corrijan, hay que hacer lo siguiente:

Juntos el padre y la madre llevarán a su hijo hasta la entrada de la

ciudad donde vivan. Allí es donde se reúnen siempre los líderes de la

ciudad. Entonces les dirán a los líderes: Nuestro hijo es muy terco y

rebelde. No nos obedece. Para colmo, ¡es un glotón y un borracho!

Dicho esto, todos los que vivan en esa ciudad matarán a pedradas a

ese hijo rebelde. Así no habrá maldad en Israel, pues todos tendrán

miedo de hacer lo malo” Deuteronomio 21:18-21 BLA

Estamos frente a un verbo verdaderamente antiguo, apareció en los albores de la

historia, y su uso ha quedado registrado por los egipcios, asirios, persas y hebreos. Su

significado original tiene que ver con poner una estaca y atar al animal para que

aprenda a quedarse en su lugar correcto; fonéticamente suena “yaser” y tal vez de allí

provenga nuestro verbo “yacer” que podría ser el fin último de la corrección. Según el

diccionario significa poner orden en la vida de las personas, poner en el lugar que les

corresponde, en lo que cada uno debe hacer12.

1. La corrección tiene dos elementos: consejo y castigo.

“El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las

reprensiones” Proverbios 13:1

12

Westermann Jenni, Diccionario Teológico manual del Antiguo Testamento, Ed. Cristiandad, tomo I,

páginas 1016-1021

Serie: Construyendo una familia modelo

Comienza en forma de consejo, y sigue un camino: enseñanza, instrucción,

exhortación, pasa a la advertencia, firmeza, amenaza y llega hasta la censura “He

escuchado una reprensión que me deshonra, y mi inteligencia me obliga a

responder” Job 20:3. Ojo: nunca debe llegar al insulto porque eso sería expresión

de ira ciega, que solo busca satisfacer su indignación y no restaurar, que es el fin

supremo de aconsejar.

“Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para

destruirlo” Proverbios 19:18

La psicología dice que no debemos golpear a los chicos porque eso ofende su

dignidad, y estoy de acuerdo con lo que dicen. El castigo físico no se aplica para

destruir la vida de nadie sino para enmendar una rama que está torciéndose; por

eso tiene un tiempo (lo que Salomón expresa como tener esperanza). Los padres

deben prepararse para castigar a sus hijos cuando llegue el momento para hacerlo,

y también deben tener claro que hay límites que no se deben cruzar: no se puede

castigar con locura, tampoco con maldad, se tiene que castigar con amor y dolor,

¿cómo distingues uno de otro? Cuando el castigo es la única opción, aplicarlo se

convierte en una dolorosa tarea. Algunos confunden este dolor con la vergüenza

que sienten por lo crueles y desalmados que son. Un dolor es por amor, el otro

viene por vergüenza. No hay que confundirlos. Uno trae cambio de conducta, el

otro produce mayor rebeldía y hace que el hijo se curta y planee peores hazañas.

Tanto la corrección a través de palabras, como la corrección que toma forma de

castigo tienen un solo propósito: No se corrige para descargar la ira, tampoco se

corrige para hacer sufrir al que falló, se corrige para que el futuro sea maravilloso

“Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio” Proverbios 19:20;

“Si no aprecias la disciplina, te esperan la pobreza y la deshonra; si aceptas que se

te corrija, recibirás grandes honores” Proverbios 13:18

• Se corrige al niño, “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no

se apartará del él” Proverbios 22:6

• Se corrige al joven, “La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la

disciplina la corrige” Proverbios 22:15

• Se corrige a los cristianos, “Porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a

todo el que recibe como hijo” Hebreos 12:6

• Al único que no se corrige es a Dios, “¿Corregirá al Todopoderoso quien contra

él contiende?... Entonces Job respondió: ¿qué puedo responderte, si soy tan

indigno? ¡Me tapo la boca con la mano!” Job 40:2-3

2. En todo hogar cristiano se tiene que cultivar la disciplina

Serie: Construyendo una familia modelo

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina

y amonestación del Señor” Efesios 6:4

Perdónenme, pero hay muchos hogares que se llaman cristianos y no tienen idea

de lo que significa aplicar disciplina. Los padres, ocupados y llenos de

responsabilidades, actúan con un sentimiento de culpa porque no pueden dar más

tiempo a sus hijos. Presos del sistema en que vivir bien termina siendo sinónimo de

comodidad material, se concentran en ofrecer cosas materiales, satisfaciendo los

gustitos, esforzándose por mantenerse a la altura de lo que otros padres ofrecen a

sus hijos, y suponiendo que eso los convierte en buenos padres. La verdad es que

para ser buenos padres tenemos que cultivar la disciplina cristiana.

La Biblia sugiere que la falta de disciplina en el hogar genera un ambiente tenso,

donde la calma ha cedido al stress, donde la tranquilidad ha sido reemplazada por

una atmósfera a punto de quebrarse en conflictos, peleas, gritos y amenazas

¡Cuántas parejas pelean por cómo criar a los hijos! ¡Cuántas esposas están

resentidas porque no logran ponerse de acuerdo con ellos en la forma cómo

educaran a sus niños! ¡La falta de disciplina en el hogar genera stress! “Disciplina a

tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones” Proverbios 29:17

En vez de disciplinar, engreímos. El engreimiento no es amor, es malacrianza y en

vez de hacer bien, hace daño “Si amas a tu hijo, corrígelo; si no lo amas, no lo

castigues” Proverbios 13:24. Nos cuesta disciplinar y castigar porque fallamos en

aconsejar y ministrar. Nos resulta más fácil engreír, nos alegra ver cómo disfrutan

nuestros hijos a las muestras de nuestro “amor engreídor”, cerramos los ojos al

terrible daño que ocasionamos. Engreír a una niña es malo, la convertirá en una

mujer que manipulará y sufrirá mucho; pero engreír a un muchacho es casi un

crimen de lesa humanidad, es castrar el carácter de un líder y condenarlo a fracasar

él y sus próximas generaciones.

3. El ejemplo supremo de la disciplina es Dios

“Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones.

Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido”

Proverbios 3:11-12

El ejemplo supremo de la disciplina es Dios, quien como Padre expresa su amor

para con nosotros a través de gestos de disciplina.

Es preciso entender este detalle porque sucede con nosotros lo que sucede con

nuestros hijos: Ellos fallan porque no se dan cuenta qué significan los silencios,

palabras firmes, ceños fruncidos, recuerdos y anotaciones que los padres hacen

cuando los chicos se portan mal. En vez de darse cuenta, viven tranquilos,

creyendo que pueden seguir haciendo de las suyas, hasta que cruzan el límite y

Serie: Construyendo una familia modelo

revienta la bomba nuclear. Entonces, ellos se sorprenden y reaccionan como si no

comprendieran nada; algunos hasta se molestan y amenazan con irse de la casa.

Al igual que nosotros, pero en grado perfecto, nuestro Padre va aplicando diversos

grados de disciplina a nuestra vida, gestos que tienen el propósito de llamar

nuestra atención, llevarnos a reaccionar, ponernos en la posición correcta para

recibir todas las bendiciones que ha preparado de antemano para que gocemos de

una vida plena y abundante.

Dios –si es que es tu padre– no dejará que seas un hijo engreído, que solo piensa

en sí mismo, te rodeará de gestos de su disciplina: negocios que no se concretan,

trabajos que no salen, dificultades que te fastidian, visitas inesperadas, oposición

en el trabajo, enfermedades, crisis económicas, desempleo, oportunidades

perdidas, muerte de seres amados, crisis, golpes, accidentes, etc. En fin, cosas que

te harán la vida difícil.

Y qué hacemos nosotros: En vez de levantar los ojos y hacer un examen para

revisar lo que no le está gustando, insistimos en pedir que haga realidad nuestros

sueños, en mantener nuestros planes e insistimos que conteste nuestras oraciones.

Como nuestros hijos, ignoramos neciamente que no se trata de que él satisfaga

nuestros deseos sino que nosotros, tu yo, hagamos su voluntad.

Entonces, cuando llegamos al límite, él nos castiga y en el colmo de la necedad,

algunos se molestan con Dios, le echan la culpa al pastor y hasta se cambian de

iglesia porque no los comprenden.

4. El secreto es amar la disciplina

“Quien ama la corrección, también ama el conocimiento ¡hay que ser tonto para

no aprender del castigo!” Proverbios 12:1

Permítanme dirigirme a todos los que son hijos: Chicos y chicas hay mil tentaciones

que buscaran seducirlos, extraviarlos y hacerlos fracasar. Sus padres lo saben, por

eso tienen la responsabilidad de corregirlos. Es difícil encontrar una persona a

quien le guste ser corregido; pero los consejos, enseñanzas, advertencias, censuras

y hasta los correazos son necesarios; y créanlo por favor, son una muestra de

verdadero amor. Hoy quiero pedirles una locura: Quiero que se acerquen a sus

padres para decirles “Papá y mamá he comprendido que necesito ser corregido;

gracias por hacerlo”, ¿pueden hacerlo?

Amados padres: Dios les ha dado una tremenda responsabilidad. No importa qué

edad tienen tus hijos, tampoco importa cómo viven sus amigos, mucho menos si

ellos lo comprenden o no, tu deber es corregir a tus hijos; por favor, no los engrías,

corrígelos. Si no lo haces, ellos van a sufrir y ya no podrás hacer nada para evitarlo.

Serie: Construyendo una familia modelo

Así que hoy quiero pedirles un gesto de amor: Quiero que te acerques a tus hijos y

les digas “Hijos los amo con todo mí ser, quiero que lleguen a ser las personas

más felices de la tierra y por eso les prometo que me esforzaré en corregirlos con

la dirección del Señor”, ¿pueden hacerlo?

Ahora quiero dirigirme a todos los que son hijos de Dios: El Señor te ama, te ama

tanto que al observar cómo vives, le duele el corazón; te ama tanto, que al ver que

no lo sigues como debieras, que eres egoísta y no te esfuerzas en obedecerle y

servirle, con el dolor de su corazón, te disciplina. Sí, mi querido hermano, las

dificultades que atraviesas, el cansancio que sientes, los problemas que sufres son

gestos del amor de Dios, quien te disciplina y seguirá haciéndolo hasta que cambies

o tenga que castigarte con severidad. Quiero pedirte el gesto de un buen hijo:

Quiero que te acerques al Padre celestial y le digas “Amado Padre, ahora

comprendo que las cosas no están como deberían estar porque estás

corrigiéndome. Perdóname por no darme cuenta, por vivir como si fuera el

centro del universo en vez de someterme a tu voluntad. Hoy, te prometo cambiar

de verdad, demostrarte que soy un hijo obediente, que agradecido y convencido,

usaré todas mis energías para agradarte en todo”, ¿puedes hacerlo?

TEMA 9: UN HOGAR MODELO SIEMPRE DEBE ESTAR LIMPIO

“En una casa grande no hay sólo utensilios de oro y plata, también los

hay de madera y de barro, unos para usos nobles, otros para usos

bajos. Si uno quiere ser un utensilio para usos nobles, consagrado y

útil a su dueño, disponible para toda obra buena, tiene que limpiarse

bien de todo eso” 2 Timoteo 2:20-21 NBE

Seguimos con la serie construyendo una familia modelo, y hoy vamos a abordar una

verdad evidente, casi elemental y sin embargo muy descuidada: Un hogar modelo

siempre debe estar limpio. No me refiero a la limpieza del lugar donde vivimos, tarea

que algunos detestan porque malogra sus planes de dormir un poquito más, me

refiero a la limpieza del alma. Si es importante que vivamos en un ambiente limpio,

ordenado y cómodo; más importante es que hagamos algo para mantener limpia el

alma de los que forman nuestra familia.

En un mundo en el que campea la maldad, es urgente asumir la tarea de limpiar los

hogares. Eso significa reconocer que a pesar de todos los esfuerzos que hacemos para

conservar los valores y principios en casa, cada vez que nuestros niños, jóvenes y

adultos salen son bombardeados intensamente con inmoralidad. No toleramos la

suciedad en casa, pero qué hacemos frente a la basura que los medios arrojan en

medio de la sala, o qué hacemos frente a la basura que el internet lanza contra todos

Serie: Construyendo una familia modelo los que navegamos por el ciberespacio, o qué hacemos con la basura que profesores o

compañeros arrojan sin respetar los principios bajo los que vivimos. No toleramos que

la casa este sucia, pero parece que muchos cristianos opinan que la suciedad del alma

es algo privado.

¿La suciedad del alma es algo privado? ¿Tenemos derecho a luchar contra esa clase de

suciedad? ¿Podemos meternos en la vida de los otros para limpiar sus almas?

Ignoramos esta suciedad porque da vergüenza, porque no somos nadie para juzgar a

otras personas, y porque entendemos mal aquella frase que Jesús pronunció cuando le

trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. El evangelio dice que

mientras las voces se multiplicaban acusando, “… el Señor se incorporó y les dijo:

Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”13, queriendo

decir que no debemos acusar, ni juzgar o condenar. Pero eso que está claro, no anula

la tarea de limpiar tanto lo de dentro como lo exterior “…Limpia primero por dentro el

vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera”.14

En otras palabras: todos tenemos la tarea de mantener limpio nuestro hogar. Pero

para ser coherente con la enseñanza bíblica, debo añadir que la limpieza del hogar es

una responsabilidad que los padres deben cumplir. Esa era la costumbre diaria de Job,

así lo resalta el texto sagrado: “una vez terminado el ciclo de banquetes, Job se

aseguraba de que sus hijos se purificaran… Para Job ésta era una costumbre

cotidiana”15. Pero no solo Dios enseña que los padres tienen que asegurarse de que

sus hijos estén limpios, también nosotros disfrutamos de esa tarea. ¿Recuerdas el

primer baño de cada uno de tus hijos? ¡Cómo olvidarlo! No hay padre o madre que no

haya disfrutado de la hermosa sensación de sostener a sus hijos mientras limpiaba

delicadamente el cuerpecito de su heredero.

¿Qué significa limpiar el hogar? La respuesta vendrá después de repasar cuáles son las

responsabilidades de los padres, y después de reconocer que en la actualidad existe un

desbalance en las familias. Entonces entenderemos que para tener hogares limpios

sólo hay una opción que tomar.

1. Los padres son:

Esta semana tuve dos reuniones importantes: la primera fue con algunos padres

del grupo de adolescentes en la que tuvimos que hacer un diagnóstico de sus hijos,

la otra fue una charla que tuve que presentar sobre educación cristiana o

educación secular. Ambos eventos me hicieron recordar que los primeros diez

capítulos de Proverbios enfatizan lo que los padres deben hacer con sus hijos. Esta

sección, que ahora no podemos leer por la tiranía del tiempo, enseña cuáles son las

13

Juan 8:2-11 14

Mateo 23:26 15

Job 1:5

Serie: Construyendo una familia modelo

responsabilidades que los padres debemos asumir. Comienza con “Hijo mío,

escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu

madre…”16, termina con “el hijo sabio es la alegría de su padre; el hijo necio es el

pesar de su madre”17, y haciendo un resumen nos enseña que los padres son:

• Proveedores

• Protectores

• Educadores

• Ejemplos

• Amigos

Lamentablemente, la realidad nos muestra que los padres han reducido su tarea a

ser básicamente proveedores. Eso no es suficiente, también tenemos que ser

protectores, educadores, ejemplos y los amigos más cercanos. El estilo de vida que

la mayoría de padres tiene, los lleva a creer que casi todo se soluciona con dinero,

por eso trabajar se convierte en la principal ocupación, y porque trabajar es

importante, dejamos a nuestros hijos en manos de personas que no conocemos. Y

cuando por fin estamos con ellos, elegimos descansar porque mañana tenemos

que volver a la tarea más importante de la vida: trabajar. Desplazamos a Dios,

desplazamos a nuestros hijos y ponemos el trabajo en primer lugar. Obviamente no

lo decimos, lo negamos, pero en la práctica es evidente que no tenemos tiempo ni

fuerzas para proteger, educar, dar ejemplo y ser amigos de nuestros hijos, y mucho

menos energía para servir a Dios. Por ejemplo, la elección del colegio se determina

por la infraestructura, relaciones y costo, y casi nunca valoramos si nuestros hijos

recibirán principios bíblicos, si tendrán maestros cristianos, si sus compañeros

afirmaran su identidad cristiana o se burlaran por no hacer las cosas que otros

niños hacen.

Podría tomar otros ejemplos: hoy son las empleadas de hogar las que conversan y

pasan más tiempo con los niños, hoy compramos celulares y computadores para

estar mejor comunicados, pero casi nunca los usamos para hablar con nuestra

familia, los usamos para seguir contactados con la oficina, y ellos los usan para

estar en contacto… no sabemos con quién.

Los padres no solo tenemos que alimentar, también tenemos que proteger,

abrigar, consolar, vigilar y mantener limpios a nuestros hijos. Así que cumplimos

bien con un aspecto de nuestra responsabilidad, pero descuidamos otras tareas

igual de importantes. Por eso, en los hogares existe un desbalance.

16

Proverbios 1:8 17

Proverbios 10:1

Serie: Construyendo una familia modelo

2. Existe un desbalance en el hogar

“¿Quién puede afirmar: Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado? Pesas

falsas y medidas engañosas: ¡Vaya pareja que el Señor detesta!” Prov. 20:9-10

La vida es tan intensa que resulta difícil hacer una evaluación de cómo vamos. En

vez de evaluar (pesar, medir), seguimos corriendo, apurados y concentrados en no

perder ritmo. No queremos aceptar que hay desbalance en nuestras vidas.

El mundo está mal, y parece que no podemos hacer nada para cambiarlo, pero qué

estamos haciendo para cuidar a nuestros hijos de la maldad que crece minuto a

minuto. Permítanme compartir tres debilidades que los padres cometemos hoy:

Ausencia afectiva: No tenemos tiempo, y el que tenemos lo usamos mal, para

engreír en vez de amar. Es difícil estar en la vida de nuestros hijos porque andamos

tan cansados, que al llegar a casa sólo deseamos descansar o distraernos con la

televisión. Si los chicos esperan algo, tratamos de cumplir con desgano, sin fuerzas,

huyendo a la primera oportunidad y volver a los brazos de la televisión y quedarnos

adormecidos, mientras los chicos vuelan en sus pensamientos e imaginan que en

otro lugar existen personas que si podrán comprenderlos, amarlos y estar con

ellos.

Tolerancia a lo incorrecto: Estamos tan ocupados como para evaluar la

consecuencia de que ahora los dibujos animados presenten personajes

homosexuales. Lo que antes era imposible de aceptar, ahora lo tomamos como

normal. Estamos tan distantes de los chicos que no nos hemos dado el trabajo de

escuchar la letra del reggaetón que escuchan con tanta pasión; pensamos que el

único problema es el ritmo, pero pregunto qué podría pasar si te repiten una y otra

vez que tienes que pegarte frenéticamente a una mujer. Nos alegramos cuando

son hinchas del mismo equipo del que fueron hinchas tu abuelo, tu padre y tú

mismo, pero nos hacemos de la vista gorda cuando se unen a la masa para gritar

obscenidades. Toleramos letras ofensivas, ídolos de barro, mentiras, rebeldías,

relaciones pre-matrimoniales. Somos la generación de padres más tolerantes que

ha existido en la historia, y por eso el mundo está como está.

Independencia sin madurez: Nos juntamos con otros padres y orgullosamente les

decimos que nuestros hijos son independientes, que saben hacer sus cosas solos,

que no sufren de papitis ni mamitis, pero ¿estás seguro que son maduros? El

problema de hoy es que independizamos a nuestros hijos antes de que sean

maduros. No saben distinguir entro lo bueno y lo malo, pero como si fueran

adultos, les concedemos espacios de libertad sin supervisión: el internet es un

inmenso peligro, es como un barrio bravo en el que puedes encontrarte con

cualquier hampón. Permitimos que nuestros hijos naveguen solos por el internet,

Serie: Construyendo una familia modelo

ni siquiera les pedimos la clave de su e-mail, menos estamos enterados qué grupos

frecuentan, quienes son sus amigos y qué hablan con ellos. Sucede con nosotros lo

mismo que sucedió con los padres de la caperucita roja: cómo van a pedirle a una

niña que se interne en el bosque, cómo le van a pedir que no hable con ningún

extraño, como van a creer que ella podía distinguir al lobo de su abuela ¡ellos

nunca debieron enviarla sola, debieron ir con ella! Primero es la madurez, después

viene la independencia.

¿Conoces, en carne propia, alguna de estas debilidades? Eso significa que hay un

desbalance en tu hogar, que hay cosas que no están bien, y que ha llegado el

momento de hacer una limpieza general.

3. ¿Cómo limpiar el hogar?

“Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de

tierra, purificada siete veces” Salmo 12:6

“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” Salmo 119:9

“Y entrando los sacerdotes dentro de la casa… sacaron toda la inmundicia que

hallaron…” 2 Crónicas 29:16

¿Cómo limpiar el hogar? Cuando la maldad llegó a un nivel insoportable porque la

respiramos en las narices, cuando hemos perdido la perspectiva y nosotros mismos

sufrimos espasmos de confusión, cuando tus hijos se convencen de que lo malo es

bueno y se entregan a una vida sin temor a Dios. Ya no es tiempo de tibiezas sino

de un cambio frontal, dramático, heroico, audaz, que abra camino en medio de la

tempestad y lleve a tu amada familia a buen puerto.

Tal vez, cuando tengas que hacer ese giro dramático ellos se asusten y hasta

protesten. También es posible que hayan escuchado los cantos de sirena que el

mundo utiliza para seducir a los adolescentes y jóvenes, y hasta es probable que

tengas que atarlos como Ulises para que no se entreguen al mar. Sin embargo, el

timón está en tus manos y ha llegado la hora de hacer un cambio audaz ¡La única

opción es convertirse!

Convertirse significa: Proteger, educar, comunicarte con tus hijos. Cuídalos con

quién se relacionan, qué hablan, qué piensan, qué miran, qué admiran, por dónde

van sus gustos y atracciones. Abre la boca y diles que la verdad está por encima de

la mentira, que la humildad es mejor que el orgullo, que la solidaridad y el respeto

son mejores que el egoísmo y los gestos de superioridad ¡tienen que escucharte!

Tienes que llegar al alma de los chicos. Si te rechazan, tienes que persistir

¡Conquístalos, son tuyos! Ellos te aman, y tal vez no lo digan porque están

resentidos, porque cuando te esperaban ilusionados solo encontraron un padre

Serie: Construyendo una familia modelo

cansado o una madre preocupada porque él no llegaba. Si hoy parece que perdiste

la oportunidad, considera que te aman y que si te esfuerzas y persistes, y vuelves a

persistir, despertarás el amor que sienten por ti y encontrarás un alma sedienta de

alimentarse de tu corazón.

Para convertirte, primero tienes que arrepentirte. El arrepentimiento es un

cambio heroico, dramático, audaz y efectivo. Hoy quiero llamar a los hombres que

son padres, quiero pedirles que sean sinceros delante de Dios y le permitan al

Espíritu Santo evaluar lo que han hecho con su familia, ¿será que hay motivos para

arrepentirse? David, después de equivocarse, dijo: “Crea en mi, oh Dios, un

corazón limpio… No me alejes de tu presencia… Devuélveme el gozo de la salvación

y concédeme un espíritu obediente” Salmo 51

Hombre, quiero pedirte que te pongas a cuenta con el Señor, que vengas al frente

y esperes un milagro que limpie tu hogar con la sangre de Jesús.

TEMA 10: UNA FAMILIA DE CARNE Y HUESO

Hace un tiempo atrás estuve en Brasil, en un viaje de tres etapas: primero participé

como consultor para varias agencias misioneras, después visité varias iglesias en Sao

Paulo y conocí de cerca el trabajo que desarrolla Juventud con una misión (JUCUM),

finalmente me encontré con mi buen amigo Ely y compartí la palabra en el aniversario

de su iglesia; mientras disfrutaba de las bendiciones del compañerismo y cada día

recibía revelaciones sobre el reino, tuve la certeza de que se avecinaba una lluvia

suave, menuda y persistente de bendiciones. Pero no todo fue bendición y

prosperidad, mi esposa y equipo pastoral –mientras yo estaba por llegar al tercer

cielo– me alertaron de crisis y desierto.

¿Lluvia de bendición o presagio de tormenta? Para mí no hubo contradicción porque la

vida de los creyentes, y en especial, la vida de las iglesias están marcadas por

bendición y tropiezo, ¿sabes por qué? porque somos de carne y hueso.

Precisamente, reconocer que somos de carne y hueso, es el último pensamiento con

que asumimos el desafío de construir familias modelos. Una familia modelo siempre

será una familia de carne y hueso. Algunos creen que los cristianos debemos tener

hogares perfectos, pero eso no es verdad; otros piensan que somos una especie de

angelitos que saltan de una nube a otra, eso tampoco es verdad; y también hay

quienes creen que somos santos que caminamos sobre calles de oro y mar de cristal.

Lamentablemente, tengo que decir que eso no es cierto porque las familias cristianas

Serie: Construyendo una familia modelo son familias de carne y hueso, familias reales, con bendición y tropiezo, y que sin

embargo conservan rasgos que las hacen ejemplo para los demás.

Esto fue lo que encontré al leer la segunda carta de Pablo a Timoteo. Aquí, el apóstol

nos abre la ventana para ver su círculo familiar y comprobar que ellos, como nosotros,

eran gente de carne y hueso.

Pablo y Timoteo tuvieron una relación familiar: él era como su padre, y Timoteo era

como su hijo. La familia de Pablo estaba compuesta por los que tenían su misma

sangre, y también por los que participaban en la misión evangelizadora. Para Pablo no

había diferencia. El pasaje en el que vamos a meditar nos muestra cómo era la familia

de Pablo, cómo se relacionaban y cuáles eran los problemas que enfrentaban:

“Mis familiares y yo hemos servido a Dios, y nadie puede acusarnos

de nada malo. Siempre que oro, ya sea de día o de noche, te

recuerdo y doy gracias a Dios por ti. Cada vez que me acuerdo de

cómo lloraste y te pusiste triste, me dan ganas de verte. ¡Cómo me

alegraría eso! Tu abuela Loida y tu madre Eunice confiaron

sinceramente en Dios; y cuando me acuerdo de ti, me siento seguro

de que también tú tienes esa misma confianza. Por eso te

recomiendo que no dejes de usar esa capacidad especial que Dios te

dio cuando puse mis manos sobre tu cabeza. Porque el Espíritu de

Dios no nos hace cobardes…” 2 Timoteo 1:3-7

¿Notas algo especial? Hemos usado la versión popular en vez de utilizar las versiones

más conocidas (RV y NVI). La versión popular tiene la virtud de quitarle formalidad y

añadirle frescura a las palabras del apóstol; las otras versiones, en cambio, conservan

detalles pero con un aire de discurso o enseñanza. La versión popular nos presenta una

carta, escrita desde la cotidianeidad de Pablo, como si estuviera tomando un café,

mirando por la ventana y pensando en los problemas y oportunidades que la vida le

presentaba.

Frases como “nadie puede acusarnos de nada malo”, “me acuerdo de cómo lloraste y

te pusiste triste”, “¡cómo me alegraría volver a verte!” o “el Espíritu de Dios no nos

hace cobardes” solo pudieron ser pronunciadas por gente de carne y hueso; es decir,

por personas como nosotros.

Esto significa que una familia cristiana, según testimonio de Pablo, no es una familia

perfecta porque sufre tropiezos y dificultades, porque tiene que persistir en medio de

oposición y crítica; y sin embargo una familia cristiana siempre será especial porque

cultiva la única virtud que merece ese calificativo, y porque además cumple una

misión, la única misión que trasciende el tiempo y tiene sentido de eternidad.

Serie: Construyendo una familia modelo Así que una familia cristiana, siendo de carne y hueso, tiene cuatro características que

estuvieron presentes en los días de Pablo, y que con toda seguridad, también están

presentes en los hogares de aquellos que hemos decidido seguir a Jesús. Veámoslas:

1. Una familia cristiana sufre tropiezos y dificultades.

El apóstol dice “nadie puede acusarnos de nada malo”, pero el tono de sus

palabras son una reacción porque en ese momento estaba recibiendo una lluvia de

acusaciones, amenazas y denuncias. Ante nuestros ojos aparece una terrible

verdad: las familias cristianas sufren tropiezos y dificultades.

Algunos sufren como consecuencia de sus propios errores, otros sufren como parte

del trato de Dios; mientras que otros sufren porque es imposible evitarlo. Sufrir

tropiezos y dificultades parece injusto y hasta innecesario, peor cuando viene

mezclado con calumnias e infamias. Lamentablemente, tengo una noticia: el

sufrimiento es parte de la vida. Eso fue lo que Jesús enseñó cuando dijo:

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de

ellos es el reino de los cielos… Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es

grande en los cielos…” Mateo 5:10 y 12.

Si las dificultades son parte de la vida, afirmar el rostro, tragar saliva y seguir

adelante es lo que todo cristiano debe hacer “Cuando se cumplió el tiempo en que

él había de ser recibido, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” Lucas 9:51. La clave es

aguantar, soportar, continuar porque las dificultades pasarán, porque después de

ellas vendrá el remanso, y porque la historia nos muestra que desde el principio y

hasta hoy, los cristianos que levantan generaciones son atacados, pero en medio

de la batalla, son más que vencedores.

2. Una familia cristiana persiste en vivir desde la dimensión espiritual.

Ante el recuerdo triste de su hijo, ¿qué hace Pablo? Ora, siempre ora. ¿En qué

puede ayudar la oración? Mientras otros usan la oración como último recurso,

después de haber agotado todas sus opciones, Pablo utilizó la oración como su

principal herramienta.

Para Pablo la vida debe vivirse desde la dimensión espiritual “Pelea la buena batalla

de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado…” 1

Timoteo 6:12. Por eso, si el cansancio asoma en tu alma, él dice que debes

renovarte; si las dificultades crecen, él dice que debes orar sin desmayar; y por eso

cuando el diablo levanta todo su poder contra nosotros, en vez de huir y ponernos

a buen recaudo, debemos trasmitir nuestra fe a las siguientes generaciones “Lo

que has oído decir de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que

sean idóneos para enseñar también a otros” 2 Timoteo 2:2.

Serie: Construyendo una familia modelo

En otras palabras, el deseo más profundo y valioso que padres cristianos pueden

tener es uno: que sus hijos hereden la fe que ellos recibieron. No estoy diciendo

que sea pecado desear éxito material o social, pero está claro que en el reino de

Dios el primero siempre será siervo, por eso los discípulos se molestaron cuando la

mamá de Jacobo y Juan solicitó el primer lugar para sus retoños. ¿Es malo desear

que nuestros hijos sean los primeros? Hay que ser más específicos: ¿primeros, en

qué? Si por primero entendemos éxito en este mundo terrenal, ¡está mal!, pero si

lo primero es servir a Dios, seamos como la mamá de Samuel: ella entregó su hijo

para servir al Señor.

No hay manera de vivir así, a menos que vivamos en la dimensión espiritual.

Algunos han caído en la idea que la vida cristiana es aplicar principios éticos y

reglas de urbanidad, que ser cristiano es casi sinónimo de buen ciudadano, buen

padre o buen vecino; pero la vida cristiana no está en las reglas que deban

cumplirse, tampoco está en algún manual de buen comportamiento. La vida

cristiana es una constante experiencia con Dios, una experiencia vital, real, cercana

y profunda con el Dios del universo “El que me ama, mi palabra guardará; y mi

Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada con él” Juan 14:23 ¡Dios

viviendo conmigo! ¡Qué maravilla!

3. Una familia cristiana sólo tiene una virtud.

Pablo dice “… me siento seguro de que también tú tienes esa misma confianza…”, y

señala la máxima virtud cristiana: Confianza en Dios. De cuando en cuando se

escucha hablar de las virtudes cristianas, ¿cuáles son? Es fácil hacer una lista:

buena educación, buena posición, buena conducta, pero no se necesita ser

cristiano para tener esas cualidades. Un cristiano destaca fundamentalmente

porque confía en Dios. La vida cristiana simplemente es confianza en Dios.

Confiar en Dios es lo que nos hace especiales. Otros confían en sus fuerzas y

capacidades, nosotros dudamos de ellas.

Confiar en Dios es la primera virtud cristiana. Para confiar en Dios se necesita ser

humilde, asequible, cercano y amoroso. Todo lo contrario sucede cuando confías

en ti mismo: te vuelves egocéntrico, crítico, distante y rebelde. La autoconfianza

nos empuja al orgullo, la confianza en Dios nos acerca a lo imposible.

Un hogar cristiano destaca por su confianza en Dios; esa confianza los lleva a

caminar sobre las aguas, a tomar una visión y empujarla hasta que se convierta en

realidad. La confianza en Dios nos hace destacar, brillar y triunfar.

“Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi

alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. Invocaré a Jehová, quien es

digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos” 2 Samuel 22:3-4

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4. Una familia cristiana sólo tiene una tarea que cumplir.

Pablo dijo “… el Espíritu de Dios no nos hace cobardes…” sin ánimo de resondrar.

La intención del apóstol fue animar a su hijo a cumplir su propósito de vida: ser un

conquistador.

Así como David tuvo que enfrentar un gigante, armado de unas cuantas piedras,

una honda y su corazón valiente; de la misma manera, nuestros hijos tendrán que

enfrentar a los gigantes del mundo armados de la Palabra de Dios, inspirados por el

Espíritu Santo y poseyendo corazones valientes.

La tarea que los padres deben cumplir consiste en sembrar valentía en el corazón

de sus hijos. Valentía para levantar el nombre del Señor, para soñar con nuevas

proezas para la causa de Dios, y para avivar el fuego de Dios en el lugar donde te ha

llamado.

¿Qué serán tus hijos cuándo sean grandes? Hay que prepararlos, educarlos,

cuidarlos; pero además hay que proveerles de valentía. La valentía surge cuando

conoces la historia, cuando ves proezas, y cuando participas de jornadas de

conquista.

Conclusión:

Una familia modelo es una familia de carne y hueso, es decir tendrá buenas y malas

experiencias, tendrá victorias y derrotas; pero reconociéndose humana, siempre

volverá a Dios para pedir perdón, fortaleza e instrucción.

En otras palabras, una familia cristiana no está aquí para hacer amistad con el mundo

sino para transformarlo; tampoco está aquí para sufrir como mártires sino para

sobreponerse y conquistar. Esto quiere decir que debemos tener un sentido de

trascendencia, de ir más allá del aquí y ahora, para pensar en función de la huella que

vamos dejando, porque el ejemplo que ahora damos, sin darnos cuenta, marca el

camino que otros harán. ¡Seamos responsables, valientes y humildes, vamos a

conquistar la tierra que Dios nos dio!

Serie: Construyendo una familia modelo

Palabras finales

Edificar familias modelos es el desafío más difícil, y sin embargo podría ser el

instrumento más poderoso para cumplir la Gran Comisión. Es que el mundo necesita

ver que el evangelio de Jesús sigue teniendo vigencia, y la mejor manera de hacerlo es

demostrando que hombres y mujeres, viejos y jóvenes, adultos y niños logran

integrarse en hogares que trascienden los valores materialistas, para encarnar el reino

de Dios.

Tengo la esperanza de que estos temas hayan despertado en cada uno de ustedes la

necesidad de transformar sus casas, de ir más allá de la tranquilidad emocional o

material, para convertir a sus familias en faros que derroten la oscuridad en que las

fuerzas del mal quieren envolvernos.

Si comprendiste las lecciones, si encontraste alguna respuesta a tu necesidad, ahora te

toca lo más importante: aportar con tu esfuerzo y sacrificio para que tu hogar sea una

familia modelo. Si comienzas este camino, ten la seguridad de contar con el respaldo

de nuestro buen Padre, Él te ayudará en la aventura más importante de tu vida.

Pastor Miguel A. Bardales