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CONSEJO EDITORIAL

Dr. José Alejandro Salcedo Aquino

Presidente

Dr. Mario Camacho Cardona

FES ACATLÁN. UNAM

Dra. Ana María Cardero García

FES ACATLÁN. UNAM

Lic. Francisco Casanova Álvarez

FES ACATLÁN. UNAM

Dr. Gabino Eduardo Castrejón García

FES ACATLÁN. UNAM

Dr. Sergio Chapa Vergara

CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DE ESTUDIOS AVANZADOS, IPN

Mtra. María del Rosario Dosal Gómez

FES ACATLÁN. UNAM

Dr. Héctor Fix Fierro

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS, UNAM

Dra. Alicia Gojman Goldberg

FES ACATLÁN. UNAM

Mtra. María Isabel Hernández Guerra

FES ACATLÁN. UNAM

Arq. Agustín Hernández Navarro

FACULTAD DE ARQUITECTURA, UNAM

Dr. Pedro Irigoyen Reyes

FES ACATLÁN. UNAM

Dr. Octavio Islas Carmona

TECNOLÓGICO DE MONTERREY, CEM

Dra. Yolanda G. López Franco

FES ACATLÁN. UNAM

Dra. Elizabeth Guadalupe Luna Traill

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS, UNAM

Dr. Roberto Meli Piralla

INSTITUTO DE INGENIERÍA, UNAM

Dr. Dieter Rall

CENTRO DE ENSEÑANZA DE LENGUAS EXTRANJERAS, UNAM

Dr. Antonio Ruezga Barba

FES ACATLÁN. UNAM

Dr. Carlos Tello Macías

FACULTAD DE ECONOMÍA, UNAM

Dra. María Teresa Uriarte Castañeda

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS, UNAM

Dr. Diego Valadés

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS, UNAM

Ing. José Pedro Agustín Valera Negrete

FES ACATLÁN. UNAM

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Universidad Nacional Autónoma de MéxicoFacultad de Estudios Superiores Acatlán

México 2012

TERCERA ÉPOCA ENERO-ABRIL DE 2012

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Lic. Ariadna Uribe OrtizEDITORA

Guillermo Alejandro Caballero OteroDISEÑO GRÁFICO Y FORMACIÓN

Portada: PíxelPor: Guillermo Alejandro Caballero Otero

Traducciones realizadas por: Guisella Yépez BallesterosResponsable del Departamento de Traducciones del Centro de Enseñanza de Idiomas.

MULTIDISCIPLINA. REVISTA DE LA FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ACATLÁN.Año 4, No. 11 (enero-abril 2012) es una publicación cuatrimestral, editada por la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, con domicilio en el Edificio de Gobierno, Planta Baja, cubículo 112 de la Avenida Alcanfores y San Juan Totoltepec S/N, Colonia Santa Cruz Acatlán, C.P. 53150, Naucalpan, Estado de México. Teléfono 56-23-16-09, 56-23-15-94 y 95. Correo electrónico: [email protected]

Editora Responsable: Lic. Ariadna Uribe Ortiz. Certificado de Reserva de Derechos al Uso ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor número 04-2008-111212225300-102. Número de Certificado de Licitud de Título y Contenido ante la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación: 15396. ISSN en trámite.

Impresa en ARVE Impresos Gráficos/Arturo Ramírez Vega. Avenida Zomeyucan Nº 23, Colonia San Antonio Zomeyucan, C.P. 53750, Naucalpan, Estado de México. Teléfono: 5312-2018, Fax: 2166-7685.

Este número se terminó de imprimir en octubre de 2012, con un tiraje de 1,000 ejemplares, impresión tipo offset, dos por dos tintas, con papel bond de 105 g para los interiores y papel couché brillante de 300 g para los forros.

La responsabilidad de los artículos publicados en Multidisciplina recae, de manera exclusiva, en sus autores y su contenido no refleja necesariamente el criterio de los árbitros, el editor ni la institución. Se autoriza la reproducción de los artículos (no así de las imágenes) con la condición de citar la fuente y se respeten los derechos de autor.

Correspondencia: Multidisciplina. Edificio de Gobierno, Planta Baja, cubículo 112 de la Av. Alcanfores

y San Juan Totoltepec S/N, Colonia Santa Cruz Acatlán, C.P. 53150, Naucalpan, Estado de México.

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COMITÉ EDITORIAL

Dr. Darío Rivera Vargas

Presidente

Mtro. Adalberto López López

Dr. Eduardo Torres Espinosa

Dr. Enrique García y Moisés

Mtra. María Cristina Hernández Morales

Lic. Luis Felipe Estrada Carreón

Lic. Evangelina Guadalupe Guerrero Sepúlveda

Mtro. J. Arturo Salcedo Mena

Lic. Ariadna Uribe Ortiz

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Contenido

Jurídicas

La responsabilidad patrimonial del EstadoGabino Eduardo Castrejón García

Humanidades

Espacios y sombras entre la Filosofía y la LiteraturaAlberto Constante

Vestido y desnudez. Categorías culturales en el descubrimiento de AméricaVirginia Medina Ávila

La herbolaria en la Nueva España y su empleo en la botica del Colegio de Vizcaínas 1775-1780Norma Balderas Sánchez

Intervención pedagógica, campo profesional e Identidad pedagógicaMaría del Rocío Ávila Santana

Desacuerdo legítimo y enunciados objetivosMaría Esperanza Rodríguez Zaragoza

Matemáticas e Ingeniería

Desarrollo de predictor de píxel adaptativo para mapas de bitsJavier Garduño Cimental

Letrillas

The Social Construction of Age. Adult Foreign Language LearnersYolanda G. López Franco

Obstáculos al crecimiento fiscal. Peso fuerte y disciplina fiscalEnrique García y Moisés

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La revista Multidisciplina surgió en el año de 1980 y en aquel entonces, el editorial su primer número -primera época- señalaba que el objetivo de la publicación era “contribuir al esfuerzo que la comunidad académica realiza cotidianamente para conocer e interpretar los problemas sociales y de la ciencia en general, como una forma de resolver la carencia de medios de difusión impresos que hagan llegar a una población amplia las ideas generadas en nuestra casa de estudio.” Hoy, 32 años después, seguimos trabajando en la consecución de aquella ambiciosa meta: hacer llegar a una población cada vez mayor las ideas generadas por la comunidad académica y científica. En este tenor, desde el primer número de la tercera época nos hemos dado a la tarea de publicar cada ejemplar de nuestra revista a través de la página web http://www.acatlan.unam.mx/multidisciplina/ para uso y alcance de los in-ternautas. Es para el Comité Editorial, un gusto comunicar a nuestros lectores que gracias al trabajo conjunto de dos áreas de nuestra Facultad -el Centro de Información y Documentación y el Departa-mento de Estudios de Imagen Institucional-, se ha logrado digitalizar la primera y la segunda épocas de esta revista, las cuales ya se pueden consultar en nuestra página web. En los primeros ejemplares, participaron profesores que hoy son connotados miembros de la comunidad científico - intelectual de la Universidad Nacional Autónoma de México, como Óscar de la Borbolla, Ana María Cardero C., Francisco Casanova Álvarez, Alicia Gojman Goldberg, Soledad Loaeza, Ana María Rivadeo, Antonio Ruezga Barba, y Héctor Subirats Silvestre, entre otrosz.

En este número, en la sección de Ciencias Jurídicas, el doctor Gabino Eduardo Castrejón García, forja conceptos en relación con la responsabilidad objetiva y directa del Estado, también conocida como responsabilidad patrimonial, a partir de los criterios jurisprudenciales emitidos por las Salas y el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados de Circuito.

En el espacio dedicado a las Humanidades, el profesor Alberto Constante, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, diserta sobre la literatura infantil y señala que el término es un “atropello”, pues aborda temas que a todos los seres humanos atañen (a infantes y no infantes), además de que esta vertiente de la literatura parte de una idea de lo que se cree es o debe ser un niño. La doctora Virginia Medina Ávila aborda los conceptos de vestido y desnudez desde el punto de vista semiótico, en el contexto histórico del descubrimiento del Nuevo Mundo. Norma Balderas Sánchez, a partir del estudio de recetarios escritos entre 1775 y 1780, trata de explicar cómo funcionaba una botica virreinal, en particular la del Colegio de Vizcaínas. La maestra María del Rocío Ávila Santana, describe las experiencias que alumnos universitarios tuvieron al realizar prácticas profesionales en esta disciplina, en un intento de construir la identidad de la profesión desde la recuperación de la memoria colectiva. La maestra María Esperanza Rodríguez Zaragoza, analiza el tratamiento y determinación de la verdad desde una perspectiva de la filosofía del lenguaje, colindando en los campos metafísico y epistemológico.

En Matemáticas e Ingeniería, el licenciado Javier Garduño Cimental, presenta el desarrollo por métodos heurísticos de un algoritmo predictor de pixel, el cual, aplicado a un mapa de bits, permite aumentar su tasa de compresión si ésta es una compresión sin pérdida.

Por último, en la sección Letrillas, se presentan dos reseñas de trabajos de investigación: la doctora Yolan-da G. López Franco, quien es miembro del Consejo Editorial de esta revista, se refiere a The Social Construc-tion of Age. Adult Foreign Language Learners, de la autoría de Patricia Andrew; y el doctor Enrique García y Moisés presenta Obstáculos al crecimiento: peso fuerte y disciplina fiscal, obra de Arturo Huerta González.

Comité Editorial de la Revista Multidisciplina

Tercera Época

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6 núm. 11, 2012, pp. 6-21

Resumen:

La responsabilidad patrimonial del Estado es una Institución relativamente nueva en nuestro sistema constitucional, que deviene de reconocer al Estado como sujeto jurídico de derechos y obligaciones

ante los gobernados.

Las tesis jurisprudenciales que han venido emitiendo sobre la materia los tribunales de la Fede-ración nos permiten tener una visión más clara sobre la responsabilidad objetiva y directa del Estado, como también se le conoce a la responsabilidad patrimonial.

Los objetivos fundamentales de éste trabajo son: la conceptualización de la responsabilidad patrimo-nial del Estado regulada en el marco constitucional y leyes secundarias; las consecuencias y repercusiones legales de una actuación irregular por parte de los Órganos del Estado; los procedimientos para el reclamo de la indemnización; los límites de la indemnización; y, la importancia política, social, económica y jurídica de dicha institución. Lo anterior partiendo de los criterios jurisprudenciales emitidos por las Salas y el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los Tribunales Colegiados de Circuito.

La responsabilidad patrimonial del Estado

Legitimate disagreement and objective sentences

Gabino Eduardo Castrejón Garcí[email protected]

Palabras clave:

Responsabilidad patrimonial, Estado, tesis, jurisprudencia

Abstract:

From a philosophical perspective, the question about the objectivity in sentences poses questions of epistemic nature, metaphysical, and of language philosophy; in which the contact point is how we es-tablish the truth of what we express through them. The process for determining the truth has the prelu-de of the problems of how we fix the meaning or ter-minology and sentences; which is linked to the way in which the subject explains and relates himself to the world through language. For that, in this text, the aforementioned will be analyzed from a language philosophy perspective, bordering in the metaphy-sical and epistemological fields. A detailed analysis

is made about what happens in disagreements, ta-king as its axis, discriminating when there really is disagreement and when disagreement is lost. In the midst of this analysis, we can see some of the condi-tions that the sentences, in which the disagreement is based, have to follow to be qualified as objective. The proposal is that only those disagreements that are distinguished as legitimate disagreements, are the ones that are based on sentences that convey factual states, that is, objective sentences.

Keywords:

Patrimonial Responsibility, State, Thesis, Ju-risprudence.

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO

Mediante la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federa-ción de fecha 14 de Junio de 2002, se adiciona un segundo párrafo al artículo 113 de la Constitución General de la República, que da origen a lo que ahora

conocemos como la responsabilidad patrimonial del Estado o también llamada la respon-sabilidad objetiva y directa del Estado.

Hasta antes de esta reforma constitucional existía lo que durante mucho tiempo fue aplicable, pero que revestía ineficacia, que era la responsabilidad civil.

¿En qué consistía la responsabilidad civil? La responsabilidad de esta naturaleza se deri-vaba de conductas irregulares en las que incurrían los servidores públicos y que ocasionaban algún daño o perjuicio a los particulares. En este supuesto el particular tenía la posibilidad y el derecho subjetivo de percibir una indemnización por parte de aquel servidor público que hubiere incurrido en la hipótesis de conducta mencionada mediante juicio previo se-guido ante los Tribunales competentes. Desde luego la normatividad aplicable a este tipo de responsabilidad era de naturaleza eminentemente civil, tanto en lo sustantivo como en lo adjetivo, motivo por el cual el procedimiento en su momento se conformaba en las tres instancias básicas, es decir la que se seguía ante el fuero común, la de alzada, y, en su caso, la del Juicio de Garantías.

El problema no era fundamentalmente la materia que regulaba el procedimiento de responsabilidad civil, sino los efectos de las sentencias que se dictaran sobre el asunto en concreto.

Si durante el procedimiento se lograba acreditar los extremos de la acción de respon-sabilidad civil, se podría dictar una sentencia favorable al particular en la que se conde-nara al pago de una indemnización por parte del servidor público demandado. Hasta ese momento no se tenía mayor problema, ya que existía un juicio previo, se acreditaban los extremos de la acción, se obtenía sentencia favorable en la que se condenaba al pago de una indemnización y se cuantificaba el monto de ésta mediante incidente.

Pero es precisamente en este momento cuando empezaban los problemas jurídicos, prácticos, económicos para el actor particular, ya que el problema no era obtener una sentencia favorable, sino el de ejecutarla. ¿Qué sucedía? Cuando operaba la responsabi-lidad civil quien respondía directamente de los daños y perjuicios que se causaran con la actividad administrativa irregular era directamente el servidor público, quien debía de responder hasta el monto del patrimonio con que contara; el Estado tenía una responsa-bilidad subsidiaria, es decir que si el servidor público no cubría con sus bienes la totalidad de la indemnización, el Estado debería de cubrir las diferencias restantes y posteriormente hacerlas efectivas al servidor público.

Era evidente que como se encontraba regulada esta figura, la institución por sí misma era ineficaz por una simple razón: en la mayoría de los casos el servidor público condenado

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Gabino Eduardo Castrejón García

al pago o cambiaba de adscripción, o simplemente se sustraía al ejercicio de la acción de eje-cución de la sentencia cambiando de domicilio, siendo prácticamente imposible su localiza-ción, o lo que en la mayoría de los casos sucedía, es decir, que el servidor público no contaba con recursos para cubrir la indemnización. Podría pensarse que tal problemática se resolvía fácilmente ya que el Estado en su caso respondería al cumplimiento de tal obligación; sin embargo, el particular tenía que seguir un camino tortuoso, para en su caso, obtener el pago de la indemnización por parte del Estado, ya que en primera instancia tendría que ejecutarse al particular, demostrar su insolvencia, para después realizar aquellas diligencias tendientes a obtener la indemnización por parte del órgano del Estado al que estuviere adscrito el ser-vidor público. Por ello, la responsabilidad civil se convirtió en una institución ineficaz que desalentaba a intentar el ejercicio de las acciones respectivas.

A través de los diversos reclamos de la sociedad, de las barras y colegios de abogados, investi-gadores y académicos, el legislador efectúa una reforma muy importante en nuestra Constitución General de la República e implementa la responsabilidad patrimonial del Estado, también conoci-da como la responsabilidad objetiva y directa del Estado. Dicha institución se encuentra contenida en el párrafo segundo del artículo 113 que establece:

“La responsabilidad del Estado por los daños que, con motivo de su actividad administrativa irregular, cause en los bienes o derechos de los particulares, será objetiva y directa. Los particulares tendrán derecho a una indemnización conforme a la bases, límites y procedimientos que establece la leyes.”.

A su vez se expide mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 31 de Diciembre de 2004 la Ley reglamentaria respectiva, es decir, la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado. Cabe hacer la observación que el legislador se tar-dó más de un año en expedir las reglas de aplicación, con lo que la reforma constitucional se encontraba vigente, pero carecía de eficacia jurídica.

Esta institución tiene relevancia ya que en primer lugar se reconoce la responsabilidad obje-tiva y directa del Estado en el ejercicio de sus funciones y reconoce que los servidores públi-cos son los entes operativos que realizan la función pública; en segundo lugar se reconoce que el servidor público encarna a la persona moral denominada Estado, por lo que éste debía de asumir la responsabilidad derivada de las actuaciones irregulares que realizaran los servidores públicos en el ejercicio de sus funciones y que causaran un daño o perjuicio a los gobernados.

En primer lugar es importante definir qué se entiende por responsabilidad patrimonial del Estado. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha señalado:

Registro No. 169424,Localización: Novena Época,Instancia: Pleno,Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO

XXVII, Junio de 2008,Página: 722,Tesis: P./J. 42/2008 Jurisprudencia,Materia(s): Constitucional.

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO OBJETIVA Y DIRECTA. SU SIG-NIFICADO EN TÉRMINOS DEL SEGUNDO PÁRRAFO DEL ARTÍCULO 113 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.

Del segundo párrafo del numeral citado se advierte el establecimiento a nivel constitucional de la figura de la responsabilidad del Estado por los daños que con motivo de su actividad admi-nistrativa irregular cause a los particulares en sus bienes o derechos, la cual será objetiva y directa; y el derecho de los particulares a recibir una indemnización conforme a las bases, límites y procedi-mientos que establezcan las leyes. A la luz del proceso legislativo de la adición al artículo 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se advierte que la “responsabilidad directa” significa que cuando en el ejercicio de sus funciones el Estado genere daños a los particulares en sus bienes o derechos, éstos podrán demandarla directamente, sin tener que demostrar la ilicitud o el dolo del servidor que causó el daño reclamado, sino únicamente la irregularidad de su actuación, y sin tener que demandar previamente a dicho servidor; mientras que la “responsabilidad objetiva” es aquella en la que el particular no tiene el deber de soportar los daños patrimoniales causados por una actividad irregular del Estado, entendida ésta como los actos de la administración realizados de manera ilegal o anormal, es decir, sin atender a las condiciones normativas o a los parámetros creados por la propia administración.

Acción de inconstitucionalidad 4/2004. Diputados integrantes de la Tercera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. 7 de febrero de 2008. Unanimidad de diez votos. Ausente y Ponente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano; en su ausencia hizo suyo el asunto Mariano Azuela Güitrón. Secretario: Eduardo Delgado Durán.

El Tribunal Pleno, el doce de mayo en curso, aprobó, con el número 42/2008, la tesis jurispru-dencial que antecede. México, Distrito Federal, a doce de mayo de dos mil ocho.

Los elementos de la responsabilidad patrimonial son fundamentalmente los siguientes: a) que la conducta irregular sea generada por una persona física que ostente el carácter de servidor público; b) que la conducta se desarrolló en el ejercicio de las funciones en-comendadas por la Ley a dicho servidor público; c) que exista una relación causal entre la conducta y el gobernado que le ocasione a éste un daño o perjuicio que no tendría por qué soportar; y, las conductas irregulares a que se refiere dicha normatividad se constri-ñen únicamente a la actividad administrativa.

De lo anterior es importante establecer cuál es la naturaleza jurídica de la responsa-bilidad patrimonial del Estado. Sobre el particular, las tesis jurisprudenciales nos señalan:

Registro No. 168864Localización: Novena ÉpocaInstancia: Tribunales Colegiados de CircuitoFuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta

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Gabino Eduardo Castrejón García

XXVIII, Septiembre de 2008Página: 1363Tesis: I.4o.C.144 CTesis AisladaMateria(s): Civil

NATURALEZA DE LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO

(Interpretación del artículo 1927 del Código Civil para el Distrito Federal, conforme al texto constitucional).

El régimen de responsabilidad patrimonial en el Distrito Federal es de carácter objetivo y directo. Aún cuando el artículo 1927 del Código Civil para el Distrito Federal prevé que la responsabilidad del Estado por los daños y perjuicios ocasionados por sus servidores públicos, con motivo del ejercicio de las atribuciones que les estén encomendadas, es solidaria y subsidiaria, lo cierto es que al respecto debe tenerse en cuenta que el artículo 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone, que: “La responsabilidad del Estado por los daños que, con motivo de su actividad administrativa irregular, cause en los bienes o derechos de los particulares, será objetiva y directa.” Al existir incompatibilidad entre ambos preceptos, el conflicto de normas se resuelve sobre la base del principio de jerarquía y, por ende, debe acatarse la norma superior, según la cual, la responsabilidad del Estado, por los daños que se causen a los particulares, con motivo de la actividad administrativa irregular, es objetiva y directa. En conformidad con la reforma del artículo 113 constitucional, publicada en el Diario Oficial de la Federación el catorce de junio de dos mil dos, el legislador estableció un régimen en el que la responsabilidad patrimonial del Estado es objetiva y directa, lo que implica que el órgano estatal debe reconocer su responsabilidad por la afectación ocasionada a los particulares, con motivo de la actividad irregular de alguno de sus servidores públicos, en ejercicio de sus funciones, e indemnizarlos cuando se le haya acreditado la realidad de los daños resentidos en el patrimonio de los afectados, independientemente de la falta o culpabilidad de sus agentes. Incluso en la reforma de mérito, el legislador estimó necesario conceder a la Federación y entidades federativas, un tiempo prudente para expedir y reformar las leyes reglamentarias correspondientes, a fin de adecuarse a este nuevo régimen de responsabilidad estatal, tal como se advierte de su artículo transitorio único. Dicho mandato, se vio reflejado en la reforma del treinta y uno de diciembre de dos mil cuatro, donde se derogó el artículo 1927 del Código Civil Federal (cuyo contenido es el mismo que el actual artículo 1927 del Código Civil para el Distrito Federal). Asimismo, se emitió la nueva Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, en la que se adoptó el régimen de responsabilidad directa y objetiva del órgano estatal. Esta nueva concepción se aparta de la denominada responsabilidad indirecta o de hecho ajeno, prevista en el artículo 1927 del Código Civil para el Distrito Federal, en la que se prevé que el Estado está obligado solidaria o subsidiariamente con el agente que generó la afectación o daño en el patrimonio del particular, para lo cual, habrá de demostrarse la ilicitud en la actuación del servidor público, es decir, su culpabilidad, así como su insolvencia, para que el Estado pueda responder del daño. De esta manera, la noción de responsabilidad subjetiva ya fue superada con la reforma constitucional al artículo 113, en la cual no es determinante, para los efectos de configuración de la responsabilidad del Estado, el que los particulares demuestren el actuar ilícito de los servidores públicos, con lo que se deja a un lado la tradicional teoría de la culpa. Asimismo, se opta por reconocer la responsabilidad directa del Estado, esto es, la posibilidad de que la víctima demande precisamente al Estado, por ser éste el único obligado a cubrir la totalidad de la indemnización, sin perjuicio del derecho que tenga de repetir en contra del funcionario o funcionarios responsables. Bajo este sistema no es necesario haber determinado previamente en un procedimiento la responsabilidad del servidor público, ni tampoco se requiere acreditar la insolvencia de éste para poder demandar al órgano estatal. De ahí

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que si el artículo 1927 del Código Civil para el Distrito Federal prevé un régimen de responsabilidad distinto al contenido en el precepto constitucional, es inconcuso que este último debe prevalecer, sobre la norma de menor jerarquía.

CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo directo 733/2007. Amado Nicasio Granados. 17 de enero de 2008. Unanimidad de votos. Ponente: Mauro Miguel Reyes Zapata. Secretaria: María del Carmen Amaya Alcántara.

Registro No. 169428,Localización: Novena Época, Instancia: Pleno,Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,XXVII, Junio de 2008,Página: 719Tesis: P./J. 43/2008, Jurisprudencia.Materia(s): Constitucional

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO. DIFERENCIA ENTRE RESPON-SABILIDAD OBJETIVA Y SUBJETIVA.

La adición al artículo 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pu-blicada en el Diario Oficial de la Federación el 14 de junio de 2002, tuvo por objeto establecer la responsabilidad patrimonial del Estado por los daños causados en los bienes y derechos de los ciuda-danos, otorgándole las características de directa y objetiva. La diferencia entre la responsabilidad objetiva y la subjetiva radica en que mientras ésta implica negligencia, dolo o intencionalidad en la realización del daño, aquélla se apoya en la teoría del riesgo, donde hay ausencia de intencio-nalidad dolosa. Por otra parte, del contenido del proceso legislativo que dio origen a la adición indicada, se advierte que en un primer momento el Constituyente consideró la posibilidad de im-plantar un sistema de responsabilidad patrimonial objetiva amplia, que implicaba que bastaba la existencia de cualquier daño en los bienes o en los derechos de los particulares, para que procediera la indemnización correspondiente, pero posteriormente decidió restringir esa primera amplitud a fin de centrar la calidad objetiva de la responsabilidad patrimonial del Estado a los actos realiza-dos de manera irregular, debiendo entender que la misma está desvinculada sustancialmente de la negligencia, dolo o intencionalidad, propios de la responsabilidad subjetiva e indirecta, regulada por las disposiciones del derecho civil. Así, cuando el artículo 113 constitucional alude a que la responsabilidad patrimonial objetiva del Estado surge si éste causa un daño al particular “con mo-tivo de su actividad administrativa irregular”, abandona toda intención de contemplar los daños causados por la actividad regular del Estado, así como cualquier elemento vinculado con el dolo en la actuación del servidor público, a fin de centrarse en los actos propios de la administración que son realizados de manera anormal o ilegal, es decir, sin atender a las condiciones normativas o a los parámetros creados por la propia administración.

Acción de inconstitucionalidad 4/2004. Diputados integrantes de la Tercera Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. 7 de febrero de 2008. Unanimidad de diez votos. Ausente y Ponente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano; en su ausencia hizo suyo el asunto Mariano Azuela Güitrón. Secretario: Eduardo Delgado Durán.

El Tribunal Pleno, el doce de mayo en curso, aprobó, con el número 43/2008, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a doce de mayo de dos mil ocho.

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Gabino Eduardo Castrejón García

La responsabilidad patrimonial es objetiva y directa, esto es, que es el Estado quien responde en forma directa por los daños y perjuicios que se ocasionen a los particulares por la actuación administrativa irregular en la que incurran los servidores públicos en el ejercicio de su función. Consideramos que la reforma constitucional es importante pero insuficiente, ya que se limita la responsabilidad patrimonial del estado únicamente a la esfera administrativa, sin considerar que también pueden causarse daños y perjuicios en el ámbito legislativo y jurisdiccional. El artículo 1° de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado establece:

“ARTÍCULO 1.- La presente Ley es reglamentaria del segundo párrafo del artículo 113 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y sus disposiciones son de orden público e interés general; tiene por objeto fijar las bases y procedimientos para reconocer el derecho a la indemnización a quienes, sin obligación jurídica de soportarlo, sufran daños en cualquiera de sus bienes y derechos como consecuencia de la actividad administrativa irregular del Estado. La res-ponsabilidad extracontractual a cargo del Estado es objetiva y directa, y la indemnización deberá ajustarse a los términos y condiciones señalados en esta Ley y en las demás disposiciones legales a que la misma hace referencia.

Para los efectos de esta Ley, se entenderá por actividad administrativa irregular, aquella que cause daño a los bienes y derechos de los particulares que no tengan la obligación jurídica de soportar, en virtud de no existir fundamento legal o causa jurídica de justificación para legitimar el daño de que se trate.”

Si bien el artículo 2° del propio cuerpo de leyes incluye como sujetos de la Ley de la materia a diversos Órganos del Estado al señalar:

“ARTÍCULO 2.- Son sujetos de esta Ley, los entes públicos federales. Para los efectos de la misma, se entenderá por entes públicos federales, salvo mención expresa en contrario, a los Poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo de la Federación, organismos constitucionales autónomos, depen-dencias, entidades de la Administración Pública Federal, la Procuraduría General de la República, los Tribunales Federales Administrativos y cualquier otro ente público de carácter federal.

Los preceptos contenidos en el Capítulo II y demás disposiciones de esta Ley serán aplicables, en lo conducente, para cumplimentar los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aceptadas estas últimas por el Estado Mexicano, en cuanto se refieran a pago de indemnizaciones.

La aceptación y cumplimiento de las recomendaciones a que se refiere el párrafo anterior, en su caso, deberá llevarse a cabo por el ente público federal que haya sido declarado responsable; lo mismo deberá observarse para el cumplimiento de los fallos jurisdiccionales de reparación. Será la Secretaría de Relaciones Exteriores el conducto para informar de los cumplimientos respectivos, tanto a la Comisión como a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, según corresponda.”;

En este sentido, también lo es que los actos y omisiones que podrían ser consideradas como irregulares se circunscriben únicamente a la esfera administrativa. Tan es así que en forma expresa el artículo 3 de la Ley de la materia señala:

“ARTÍCULO 3.- Se exceptúan de la obligación de indemnizar, de acuerdo con esta Ley, además de los casos fortuitos y de fuerza mayor, los daños y perjuicios que no sean consecuencia de la actividad administrativa irregular del Estado, así como aquellos que se deriven de hechos o circunstancias que no se hubieran podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la

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ciencia o de la técnica existentes en el momento de su acaecimiento y en aquellos casos en los que el solicitante de la indemnización sea el único causante del daño.”

Es importante resaltar que por lo que hace a las disposiciones de esta Ley, las mis-mas son aplicables para cumplimentar fallos provenientes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuando éstas sean aceptadas por el Estado Mexicano, en lo que respecta al pago de indemnizaciones.

Si analizamos con detenimiento el texto del artículo 3 de la Ley de la materia anteriormente señalado, las causales de excepción para que se aplique o se actualice la responsabilidad patri-monial del Estado son tan amplias, que pueden ser susceptibles de que se haga nugatoria la acción respectiva. En efecto, se habla de casos fortuitos y de fuerza mayor, de hechos o circunstan-cias que no se hubieran podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de su acaecimiento y en aquellos casos en los que el solicitante de la indemnización sea el único causante del daño.

Por lo que hace al caso fortuito y fuerza mayor nos tenemos que remitir a la doctrina civilista, la que nos señala que caso fortuito se considera “Acontecimiento que no ha podido ser previsto, pero que, aunque lo hubiera sido, no habría podido evitarse” 1; así mismo fuerza mayor se define como “Acontecimiento ajeno a la conducta del deudor y producido al margen de la misma con fuerza incontrastable, liberando al obligado de la responsabilidad del incum-plimiento de la obligación” 2.

Los conceptos anteriores se confirman por el propio legislador cuando enfáticamente señala que los hechos susceptibles de ser considerados como irregulares y atribuibles al Estado no se hubieran podido prever o evitar, tomando en cuenta los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en su momento. Es evidente que tales circunstancias de excepción tendrán que ser probadas por el Estado en el procedimiento de reclamación correspondiente; en otro orden de ideas, la carga de la prueba en estos casos corre a cargo del Estado, quien tendrá desde luego que acreditar los extremos de las mismas.

Es importante señalar que también existe la excepción relacionada a que los hechos sean imputados al sujeto activo de la acción de indemnización; esto es, que quien reclame la indemnización sea el causante directo e inmediato de los hechos materia de la misma.

Cabe hacer la observación que el obtener una sentencia o resolución favorables por la vía jurisdiccional o administrativa, no necesariamente le otorga al beneficiario de estas el derecho de ejercitar la acción de indemnización, sino que deberá en su caso, acreditar los extremos de la misma en términos del artículo 21 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado. En efecto el artículo 20 señala:

1 De Pina Rafael, “Diccionario de Derecho”, Editorial Porrúa, S.A. México 1998, p. 143. 2 Idem, p. 281

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“ARTÍCULO 20.- La nulidad o anulabilidad de actos administrativos por la vía administra-tiva, o por la vía jurisdiccional contencioso-administrativa, no presupone por sí misma derecho a la indemnización”.

En nuestra opinión, si un órgano administrativo o jurisdiccional declara la nulidad lisa y llana de un acto administrativo existe una presunción de ilegalidad en la actuación admi-nistrativa, más no crea derechos para ejercitar necesariamente la acción de indemnización, ya que para ello deberán de acreditarse la causación de daños y perjuicios al particular que tengan relación directa con el acto administrativo declarado nulo; sin embargo si la nulidad deviene de las hipótesis contenidas en el artículo 6 fracciones I, II y III de la Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo, la acción de indemnización que deberá de intentarse será precisamente la que regula dicho precepto legal. Por su parte el artículo 21 en lo conducente establece:

“ARTÍCULO 21.- El daño que se cause al patrimonio de los particulares por la actividad administrativa irregular, deberá acreditarse tomando en consideración los siguientes criterios:

a) En los casos en que la causa o causas productoras del daño sean identificables, la relación causa-efecto entre la lesión patrimonial y la acción administrativa irregular imputable al Estado deberá probarse fehacientemente, y

b) En su defecto, la causalidad única o concurrencia de hechos y condiciones causales, así como la participación de otros agentes en la generación de la lesión reclamada, deberá probarse a través de la identificación precisa de los hechos que produjeron el resultado final, examinando rigurosamente las condiciones o circunstancias originales o sobrevenidas que hayan podido atenuar o agravar la lesión patrimonial reclamada.”.

Como podemos apreciar es indispensable que se pruebe la relación causal entre el agente generador del acto administrativo irregular y los daños y perjuicios que se hubieren ocasionado al particular; lo anterior es entendible, ya que pueden existir variables ajenas al agente generador o propiamente a los hechos o circunstancias que se consideran como irregulares, que ocasionen el efecto negativo, por lo que los extremos de la acción deben de ser acreditados fehacientemente, es decir la relación causal directa entre el acto y el efecto dañino que provoca.

Las reglas sobre la carga de la prueba en la acción de indemnización se encuentran previstas en el artículo 22 de la Ley de la materia al señalar:

“ARTÍCULO 22.- La responsabilidad del Estado deberá probarla el reclamante que con-sidere lesionado su patrimonio, por no tener la obligación jurídica de soportarlo. Por su parte, al Estado corresponderá probar, en su caso, la participación de terceros o del propio reclamante en la producción de los daños y perjuicios irrogados al mismo, que los daños no son consecuencia de la actividad administrativa irregular del Estado; que los daños derivan de hechos o circuns-tancias imprevisibles o inevitables según los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de su acaecimiento, o bien, la existencia de la fuerza mayor que lo exonere de la responsabilidad patrimonial.”

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Consideramos pertinente detenernos un poco para analizar la parte que textualmente señala el precepto antes mencionado en lo que se refiere a la frase “por no tener la obligación jurídica de soportarlo”; esto quiere decir que existen actos administrativos que por su ejecu-ción, efectivamente producen daños y perjuicios al gobernado, pero que son perfectamen-te legales y ajustados a derecho. Efectivamente pueden existir actos administrativos que se emitan en uso de las facultades de la autoridad y que provoquen en el gobernado molestia o incluso daños y perjuicios en su patrimonio, es decir que afecten su esfera jurídica; pero dicho actos se emiten en uso de las facultades que la ley otorga a la autoridad y que en la mayoría de las veces son provocados por conductas antijurídicas del gobernado, como es el caso de la clausura y el decomiso. En la primera se deriva por facultades de verificación de la autoridad y en la que procede la sanción por violar la normatividad aplicable al caso concreto; la segunda también puede derivar de actos de verificación en donde se detecta que los bienes decomisados fueron utilizados para realizar conductas ilícitas. En ambos casos, desde luego existe pérdida o menoscabo en el patrimonio de los gobernados, pero tal circunstancia en primer lugar es por causa imputable al propio particular, que tie-ne como consecuencia directa la coacción administrativa para hacer cumplir las normas (coercitividad) y, en su caso aplicar las sanciones que establezca la ley. Por lo tanto la res-ponsabilidad patrimonial del Estado se actualiza cuando el gobernado jurídicamente no debe de ser afectado en su esfera jurídica (soportar) por los efectos de actos administrativos irregulares, es decir contrarios a derecho.

Por lo que hace al procedimiento que se deberá seguir en el ejercicio de la acción de indemnización, advertimos confusión en la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado. Efectivamente los artículos 18 y 19 de la Ley de la materia tienen inconsisten-cias o confusiones por lo que hace a la forma que se debe de seguir en el procedimiento. El artículo 18 establece:

“ARTÍCULO 18.- La parte interesada podrá presentar su reclamación ante el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa conforme a lo establecido en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.

Los particulares en su demanda, deberán señalar, en su caso, el o los servidores públicos involucrados en la actividad administrativa que se considere irregular.

Si iniciado el procedimiento de responsabilidad patrimonial del Estado, se encontrare pendiente alguno de los procedimientos por los que el particular haya impugnado el acto de autoridad que se reputa como dañoso, el procedimiento de responsabilidad patrimonial del Estado se suspenderá hasta en tanto en los otros procedimientos, la autoridad competente no haya dictado una resolución que cause estado.”

Como podemos observar, el primer párrafo nos remite la presentación de la reclama-ción a las reglas contenidas en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo, que en dicha normatividad están reguladas de los artículos 12 al 18; sin embargo en el párrafo segundo se habla de “demanda”, por lo que si consideramos que la demanda es la forma

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por escrito mediante la cual una persona realiza ante el Órgano competente la petición de su pretensión, estaríamos en el supuesto de un procedimiento jurisdiccional propiamente dicho, por lo que lo técnica-jurídicamente apropiado sería ajustarse a la Ley Contencioso Administrativa. Por otra parte el artículo 19 de la Ley de la materia a la letra dice:

ARTÍCULO 19.- El procedimiento de responsabilidad patrimonial deberá ajustarse, ade-más de lo dispuesto por esta Ley, a lo dispuesto por el Código Fiscal de la Federación, en la vía jurisdiccional.”

Debemos de entender que las reglas procesales a que se refiere este precepto son las de la Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo, misma que fue publicada con posterioridad y que derogó el sistema contencioso administrativo en el Código Fiscal de la Federación; en esta norma se hace énfasis a la vía jurisdiccional. En tales condiciones y al ser el único órgano competente para conocer de la acción de indemnización derivada de la responsabilidad patrimonial del Estado, consideramos que el escrito de reclamación deberá ajustarse a las reglas de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo y el proce-dimiento propiamente dicho en todas sus etapas, ajustarse a la Ley Federal de Procedimien-to Contencioso Administrativo. Tal situación desde luego es confusa y puede prestarse a errores que contenga la reclamación y que sean susceptibles de retardar el procedimiento; lo anterior puede ser justificable pero innecesario. Es justificable porque en la especie no se trata de que se declare la nulidad o anulabilidad de un acto administrativo, que es el objeto de las sentencias que se dicten en términos estrictos de la Ley Federal de Procedimiento Con-tencioso Administrativo, sino el de declarar la procedencia de una indemnización por actos irregulares de la Administración Pública. Por lo tanto es menester tomar en cuenta esta circunstancia procesal en el momento de ejercitar la acción, esto es, realizar la reclamación conforme a la Ley Federal de Procedimiento Administrativo y las etapas subsiguientes hasta antes de la resolución que emita el Tribunal Administrativo Federal seguirlas en términos de la Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo.

En relación al procedimiento es importante señalar que al ser los daños y perjuicios instituciones de naturaleza civil, es susceptible que su reclamo sea por esta vía, ante los tribunales del fuero común o federales competentes, por lo que, si el particular afectado decide intentar esta vía, y después intenta la vía administrativa, el procedimiento de ésta se suspenderá hasta en tanto no se resuelva la primera. Con lo que se puede concluir que la vía de reclamo es opcional, es decir la civil o administrativa, pero nunca se podrán intentar las dos vía en forma simultánea.

Por lo que hace a las indemnizaciones, es pertinente señalar dos aspectos primordiales: ,su cálculo y su pago.

Conforme a los artículos 13 y 14 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado el cálculo de las indemnizaciones se establece en la siguiente forma:

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“ARTÍCULO 13.- El monto de la indemnización por daños y perjuicios materiales se cal-culará de acuerdo con los criterios establecidos por la Ley de Expropiación, el Código Fiscal de la Federación, la Ley General de Bienes Nacionales y demás disposiciones aplicables, debiéndose tomar en consideración los valores comerciales o de mercado.”

“ARTÍCULO 14.- Los montos de las indemnizaciones se calcularán de la siguiente forma:

I. En el caso de daños personales:

a) Corresponderá una indemnización con base en los dictámenes médicos correspondientes, conforme a lo dispuesto para riesgos de trabajo en la Ley Federal del Trabajo, y

b) Además de la indemnización prevista en el inciso anterior, el reclamante o causahabiente tendrá derecho a que se le cubran los gastos médicos que en su caso se eroguen, de conformidad con la propia Ley Federal del Trabajo disponga para riesgos de trabajo.

II. En el caso de daño moral, la autoridad administrativa o jurisdiccional, en su caso, cal-culará el monto de la indemnización de acuerdo con los criterios establecidos en el Código Civil Federal, debiendo tomar en consideración los dictámenes periciales ofrecidos por el reclamante.

La indemnización por daño moral que el Estado esté obligado a cubrir no excederá del equivalente a 20,000 veces el salario mínimo general diario vigente en el Distrito Federal, por cada reclamante afectado, y

III. En el caso de muerte, el cálculo de la indemnización se hará de acuerdo a lo dispuesto en el Código Civil Federal en su artículo 1915.”

A pesar que en la fracción II se establece un máximo para la indemnización por daño moral, equivalente a 20,000 veces el salario mínimo general diario vigente en el Distrito Federal, los criterios jurisprudenciales han decretado su inconstitucionalidad. En efecto, los Tribunales Federales sobre el particular han establecido los siguientes criterios:

Registro No. 166301.Localización: Novena Época.Instancia: Primera Sala,Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,XXX, Septiembre de 2009,Página: 454,Tesis: 1a. CLIV/2009.Tesis Aislada.Materia(s): Constitucional, Administrativa

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO. EL ARTÍCULO 14, FRACCIÓN II, SEGUNDO PÁRRAFO, DE LA LEY FEDERAL RELATIVA, AL ESTABLECER UN TOPE MÁXIMO PARA LAS INDEMNIZACIONES POR DAÑO MORAL, VIOLA EL ARTÍCULO 113 SEGUNDO PÁRRAFO DE LA CONSTITUCIÓN GENERAL DE LA REPÚBLICA.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que el artículo 113, segundo párrafo, de la Constitución Federal prevé un derecho sustantivo a ser indemnizado por los daños generados por la actividad administrativa irregular del Estado (A.R. 903/2008). Las autoridades estatales, incluido el legislador, tienen la obligación genérica de no restringir arbitraria y despro-porcionadamente su ámbito o extensión material al regularlo y de desplegar sus potestades públicas

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con el objetivo de garantizarlo. Por su parte, el artículo 14 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado establece las reglas conforme a las cuales deben calcularse los montos de las indemnizaciones que el Estado debe pagar cuando genera daños a los particulares, y en su fracción II señala dos reglas respecto al daño moral: 1) la autoridad administrativa o jurisdiccional debe calcular la indemnización conforme a los criterios establecidos en el Código Civil Federal, toman-do en consideración los dictámenes periciales ofrecidos por el reclamante y 2) dicha indemnización no debe exceder del equivalente a veinte mil veces el salario mínimo general diario vigente en el Distrito Federal por cada reclamante afectado. De acuerdo con los criterios con que esta Corte eva-lúa si existe una restricción injustificada a los derechos constitucionales, se concluye que el referido tope es inconstitucional porque, aunque sea una medida que puede relacionarse con la consecución de un objetivo admisible constitucionalmente, no es instrumentalmente adecuada para alcanzarlo. La existencia de límites a las indemnizaciones a los perjudicados por daños morales causados por el Estado es un objetivo sin duda cubierto por el artículo 113 constitucional, que precisa que los par-ticulares tienen derecho a las mismas conforme a las bases, límites y procedimientos que establezcan las leyes. La voluntad de evitar tanto reclamos injustificados como indemnizaciones excesivas, subrayada en la exposición de motivos de la Ley, alude igualmente a la legítima voluntad de que las medidas compensatorias se apliquen a los casos que justamente lo ameritan. Sin embargo, la fijación del tope máximo no constituye una medida adecuada porque ni garantiza por sí misma que los abusos no se den ni resulta necesaria para evitarlos. Las previsiones legales generales -en particular las que imponen requisitos de fondo y forma al tipo de reclamos que pueden elevarse- permiten depurar adecuadamente las peticiones de los justiciables, y el establecimiento de crite-rios individualizadores que vinculan a la autoridad aplicadora, ofrece suficientes garantías contra la fijación de indemnizaciones desproporcionadas. El tope máximo previsto por el precepto legal examinado es una medida no suficientemente ajustada a los fines que pretende conseguir que en algunos casos puede ocasionar limitaciones irrazonables al derecho a ser indemnizado. Además, el mismo contraviene a las obligaciones internacionales suscritas por el Estado mexicano y podría plantear problemas para cumplir con lo dispuesto por la Corte Interamericana y con las recomen-daciones de la Comisión Interamericana en materia de reparación del daño, ya que el segundo párrafo del artículo 2 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado dispone que el cumplimiento de indemnizaciones ordenadas por estos órganos se rige por lo establecido en el Capítulo II de la misma, sección en la que se encuentra el artículo 14.

Amparo en revisión 75/2009. Blanca Delia Rentería Torres y otra. 18 de marzo de 2009. Mayoría de cuatro votos. Disidente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Francisca María Pou Giménez

Registro No. 166300,Localización: Novena Época,Instancia: Primera Sala,Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,XXX, Septiembre de 2009,Página: 456Tesis: 1a. CLVI/2009,Tesis Aislada.Materia(s): Administrativa

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO. LA FIJACIÓN DE UN TOPE MÁXIMO PARA LOS MONTOS INDEMNIZATORIOS POR DAÑO MORAL, AL OCA-SIONAR QUE EN CIERTOS CASOS SEAN LOS PARTICULARES QUIENES ASUMAN

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LOS COSTOS Y RIESGOS DERIVADOS DE LA ACTIVIDAD ESTATAL, CONTRAVIENE LOS OBJETIVOS GENERALES DE LA LEY FEDERAL RELATIVA Y CREA INCENTI-VOS CONTRARIOS AL MANTENIMIENTO DE LA ADECUADA CALIDAD DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS.

El establecimiento de un tope máximo a las indemnizaciones a que puede ser condenado el Estado por daño moral, establecido en la fracción II del artículo 14 de la Ley Federal de Responsabi-lidad Patrimonial del Estado, no es en sí mismo una garantía contra los reclamos injustificados y las indemnizaciones excesivas -abusos contra los cuales deben actuar suficientemente otras reglas del régimen de responsabilidad- y puede entrar incluso en tensión con los objetivos destacados por la exposición de motivos de dicha ley: cumplir con un imperativo de justicia, fortalecer el Estado de Derecho, elevar la calidad de los servicios públicos, profundizar o restablecer la confianza que el Estado merece a los gobernados y aumentar la respetabilidad del derecho como instrumento de solución de conflictos. La exposición de motivos reconduce todos estos fines a dos, derivados del segundo párrafo del artículo 113 constitucional: 1) el principio de que quien ocasione un daño que no hay obligación de soportar, debe repararlo y 2) el principio de solidaridad social, que insta a repartir las cargas de la convivencia social entre los integrantes de la sociedad. Estos fines se logran si la indemnización obedece al principio de reparación integral del daño, en los términos del artículo 12 de la Ley, pues el particular obtiene una compensación que se corresponde con el daño resentido y el Estado interioriza los costos de su actuación irregular. Ambos resultados favo-recen los objetivos generales relacionados con la justicia y el mejoramiento de los servicios públicos. Sin embargo, si el cálculo del monto está disciplinado, no sólo por la entidad del daño y el grado de responsabilidad del sujeto que lo causa (en los términos del artículo 1916 del Código Civil Federal), sino también por el tope monetario máximo establecido en la fracción II del artículo 14 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado, habrá daños desiguales que serán tratados de la misma manera. En esta categoría de casos, los particulares deberán asumir el costo que supere el tope máximo, lo cual no sólo impedirá la reparación integral de la violación sufrida en sus derechos, sino que le permitirá al Estado no asumir parte de las consecuencias de los daños que causa, dejándolo sin los incentivos necesarios para adoptar medidas que eliminen o aminoren la mala calidad de los servicios públicos.

Amparo en revisión 75/2009. Blanca Delia Rentería Torres y otra. 18 de marzo de 2009. Mayoría de cuatro votos.

Disidente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Fran-cisca María Pou Giménez.

En caso de muerte, las reglas se remiten fundamentalmente al párrafo segundo del artículo 1915 del Código Civil Federal que establece:

“ARTÍCULO 1915.- Cuando el daño se cause a las personas y produzca la muerte, inca-pacidad total permanente, parcial permanente, total temporal o parcial temporal, el grado de la reparación se determinará atendiendo a lo dispuesto por la Ley Federal del Trabajo. Para calcular la indemnización que corresponda se tomará como base el cuádruplo del salario mínimo diario más alto que esté en vigor en el Distrito Federal y se extenderá al número de días que, para cada una de las incapacidades mencionadas, señala la Ley Federal del Trabajo. En caso de muerte la indemnización corresponderá a los herederos de la víctima......”.

Es de advertir que en el caso de muerte se nos remite a las disposiciones de la Ley Federal del Trabajo.

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El siguiente punto es el del pago. En este aspecto debemos de partir de la base de que conforme al artículo 126 de la Constitución General de la República no puede realizarse pago que no esté presupuestado, es decir que se contemple en el Presupuesto de Egresos de la Federación o en Ley posterior. La ley de la materia es congruente con este principio constitucional en virtud de que los artículos 5, 6 y 7 de la Ley de la materia regulan los principios presupuestales del pago. Dichos dispositivos legales establecen:

“ARTÍCULO 5.- Los entes públicos federales cubrirán las indemnizaciones derivadas de respon-sabilidad patrimonial que se determinen conforme a esta Ley, con cargo a sus respectivos presupuestos.

Los pagos de las indemnizaciones derivadas de responsabilidad patrimonial se realizarán conforme a la disponibilidad presupuestaria del ejercicio fiscal correspondiente, sin afectar el cum-plimiento de los objetivos de los programas que se aprueben en el Presupuesto de Egresos de la Federación.

En la fijación de los montos de las partidas presupuestales deberán preverse las indemnizacio-nes que no hayan podido ser pagadas en el ejercicio inmediato anterior, según lo dispuesto en los artículos 8 y 11 de la presente Ley.”

“ARTÍCULO 6.- Los entes públicos federales, tomando en cuenta la disponibilidad de recur-sos para el ejercicio fiscal correspondiente, incluirán en sus respectivos anteproyectos de presupuesto los recursos para cubrir las erogaciones derivadas de responsabilidad patrimonial conforme al orden establecido en el registro de indemnizaciones a que se refiere el artículo 16 de la presente Ley.

La suma total de los recursos comprendidos en los respectivos presupuestos aprobados de los entes públicos federales, no podrá exceder del equivalente al 0.3 al millar del gasto programable del Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal correspondiente.”

“ARTÍCULO 7.- El Ejecutivo Federal, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en los términos de la Ley de Presupuesto, Contabilidad y Gasto Público Federal, deberá autorizar el traspaso de los montos presupuestales aprobados a las diferentes dependencias o en-tidades de la Administración Pública Federal para responsabilidad patrimonial, cuando por la naturaleza de la actividad administrativa de las mismas, sea pertinente y se justifique ante las autoridades competentes.

En el caso de las entidades no sujetas o sujetas parcialmente a control presupuestal, los traspa-sos correspondientes deberán ser aprobados por los órganos de gobierno respectivos.”

En tales circunstancias es indiscutible que para la eficacia plena de la normatividad que nos ocupa, se requiere voluntad política del Estado, a través de sus Órganos, con el objeto de contar con partidas presupuestales para responder en su oportunidad a las obligaciones derivadas de las indemnizaciones a que estuviere sujeto, ya que de lo contrario sería ineficaz la institución creada para tales efectos.

Finalmente, es importante resaltar dos aspectos en la responsabilidad patrimonial del Estado: la primera consiste en que ésta puede ser vía eminentemente administrativa, es decir que la reclamación se realice ante la propia autoridad generadora de la actuación irregular; y la segunda que puede ser vía jurisdiccional ante el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa. La primera sujetándose a las reglas procesales de la Ley Federal

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de Procedimiento Administrativo; y, la segunda sujetándose en cuanto a su reclamo a la Ley adjetiva procesal administrativa y en cuanto a procedimiento jurisdiccional a las reglas de la Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo. El artículo 24 de la ley de la materia a la letra dice:

“ARTÍCULO 24.- Las resoluciones de la autoridad administrativa que nieguen la indemni-zación, o que, por su monto, no satisfagan al interesado podrán impugnarse mediante recurso de revisión en vía administrativa o bien, directamente por vía jurisdiccional ante el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa.”

En cuanto a la prescripción de la acción de indemnización el artículo 25 de la Ley de la materia establece:

“ARTÍCULO 25.- El derecho a reclamar indemnización prescribe en un año, mismo que se computará a partir del día siguiente a aquel en que se hubiera producido la lesión patrimonial, o a partir del momento en que hubiesen cesado sus efectos lesivos, si fuesen de carácter continuo. Cuando existan daños de carácter físico o psíquico a las personas, el plazo de prescripción será de dos años.

Los plazos de prescripción previstos en este artículo, se interrumpirán al iniciarse el procedi-miento de reclamación, a través de los cuales se impugne la legalidad de los actos administrativos que probablemente produjeron los daños o perjuicios.”

La intención fundamentalmente de este análisis es dar a conocer la existencia de la institución con el objeto de que los gobernados tengan presente que, por lo menos, ya se encuentra regulado el derecho subjetivo de reclamar al Estado el pago de una indemnización por las conductas irregulares en que incurran los servidores públicos en perjuicio de los particulares, que claro está, cumpliendo y acreditando con los requisitos y extremos de la acción. Es un avance importante ya que existe la posibilidad de que no queden impunes los actos de autoridad; sin embargo consideramos que la plena y verdadera eficacia de esta institución dependerá del perfeccionamiento de su normatividad reguladora, específicamente de la Ley reglamentaria de la materia, sólo puede ser esto, habiendo conciencia social de la existencia de esta institución y desde luego la voluntad política de los Órganos competentes para adecuar el sistema de normas aplicable a la responsabilidad patrimonial del Estado.

GABINO EDUARDO CASTREJÓN GARCÍA es Licenciado en Derecho por la FES Acatlán, con Especialidad en Derecho Constitucional y Administrativo, Maestría y Doctorado en Derecho por la UNAM. Ha publicado 16 obras en materia de Derecho Administrativo, Derecho Fiscal, Derecho Constitucional, Propiedad Industrial y Responsabilidad de Servidores Públicos. Socio Director de la firma Castrejón y Asociados, S.C., especializada en asesoría a diferentes entidades y dependencias de la Administración Pública Federal. Es profesor de la Licenciatura y el Posgrado en Derecho en la FES Acatlán, donde actualmente se desempeña como Jefe de la División de Ciencias Jurídicas. Es integrante del Consejo Editorial de la Revista Multidisciplina.

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22 núm. 11, 2012, pp. 22-34

Espacios y sombras entre la filosofía y la literaturaGaps and shadows between Philosophy and Literature

Alberto [email protected]

Resumen:

En este artículo se quiere señalar que la literatura denominada infantil ha sido un atropello, por no decir un engaño. Que es cierto que existen clasificaciones para orientarse frente al fenómeno literario,

pero que la obra literaria es un mundo en sí mismo y que nos ofrece una serie de variantes que propician esa pluralidad de sentidos en que se transforma la obra misma. Que la llamada literatura infantil trata de temas que a todos los seres humanos nos tocan y que los “infantes” no están alejados de ellos, que la literatura no puede ni debe tener temas vedados, que éstos nacen de una idea previa de niño que he-mos inventado y que seguimos considerando como “el que no habla”; la literatura es eso, simplemente literatura.

Palabras clave:

Literatura infantil, mal, transgresión, libro álbum.

Abstract:

This article pretends to point out the fact that the so called Children Literature has been an outrage, not to say a fallacy. That it is true that there are classifications to turn to for orien-tation in the literary phenomenon, but that the literary work is another world in itself, and that it provides us with a series of variants that en-courage that sense of plurality in which the work

develops. That the so called Children Literature is about subjects that concern all human beings, and that “infants” are not left out of them; that literature cannot, and neither should it try to have reserved subjects. That these come from a previous conception of a child that we ourselves have created, and will always see as “the one who does not speak.” Literature is just that, literature.

Keywords:

Children Literature, Bad, Infringement, Album.

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADOESPACIOS Y SOMBRAS ENTRE LA FILOSOFÍA Y LA LITERATURA

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La literatura…es la infancia por fin recuperadaGeorges Bataille

Bataille señaló que “La literatura… es la infancia por fin recuperada”1 y lo escribió en un libro subversivo: La literatura y el mal2. He de decir que me conmovió la frase porque decir que la literatura es la infancia “al fin” recuperada nos mete de

lleno a interrogarnos sobre qué es lo que “al fin” queda recuperado, qué es lo que “al fin” se vuelve, se rescata, se recobra y se reintegra a ese recinto de infancia, a ese escandaloso espacio donde la infancia se agita desmesurada e inquietante. Ahí mismo, Bataille agregaba que “La literatura es lo esencial o no es nada”3. La infancia al fin recuperada tiene que ver con aquello que en El erotismo4 exponía como que la infancia tiene ese nexo con el mal, con la irrupción, con la transgresión, justo porque algo de ella siempre se muestra en lo obsceno. La obscenidad que se nos revela en el erotismo se da por la violencia y el exceso, y por lo que del orden de lo infantil se juega en ello. Para Bataille la vivencia de lo que es sólo, se transmite por medio de las sensaciones, ese plus de erotismo que únicamente se produce a través de los orificios corporales y los órganos de los sentidos: una sensación salvífica, como cuando se era pequeño, la obscenidad nombra la experiencia corporal con un sentir perverso, ahí retornan las humedades de la infancia, y la forma de explorar y descubrir el cuerpo, la sensación escandalosa de un cuerpo vivo, agudamente vivo, con la misma solazada intensidad5. Por ello el erotismo en ocasiones se acerca a la experiencia que Freud llamara lo Unheimlich, -lo ominoso, lo familiar arcaico que retorna sin ser convocado-.

La infancia al fin recuperada quiere decir que la literatura es la expresión de una forma aguda del mal y ese mal nos habla de la infancia, nuestra propia infancia, nuestra pasión por la literatura.

Recuperar ese mal en el erotismo infantil no es una mala propuesta, es quizá la única por la cual podamos comprender ese mundo en el que el pequeño está inserto con mucho menos rubor y con menos mito. Desde luego que Bataille perturbó mi mundo porque con esa frase no pude más que volverme a embarcar en las aventuras que tuve con Julio Verne, y leer mi gozo dentro de ese reino espontáneo de la infancia, volverme a la vivencia del erotis-mo que implica romper con los límites del individuo y el acercamiento a la muerte, por ello leer a Verne fue como lanzarme en un globo aerostático acompañado del Dr. Fergusson; leer tembloroso un mensaje dentro de una botella y saber que había sido lanzada por Harry Grant, capitán del bergantín Britannia, naufragado hacía tiempo y acompañar a los hijos del capitán en una expedición de rescate con un único dato: latitud 37º; o darle la vuelta al mundo en 80 días amparado por Phileas Fogg y su ayudante Passpartout. Apenas si vuelvo a esa imagen en la que lo único que importaba era el instante, el aquí y el ahora, tocado por

1 Georges Bataille, La literatura y el mal, Ed., Taurus, Madrid, 1977, p. 202 Ídem.3 Ibídem, p. 19.4 Georges Bataille, El erotismo, ed., Tusquets, Barcelona, 2007, passim.5 La presencia del mal está justificada como preocupación del presente y como impulso de la infancia.

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el erotismo como una vía que manifiesta al inconsciente, quizá ese silencio en el que faltan las palabras porque no pueden ser dichas y se hallan en el orden del goce.

Sin duda fue con Jim Hawkins y John Silver en la Hispaniola con quienes pude descubrir La isla del tesoro; con Legrand en El escarabajo de oro de Poe y con Gulliver llegar al mundo de Lilliput. O en esos viajes iniciáticos como El señor de los anillos, Los primeros hombres en la luna, Viaje al centro de la tierra donde siempre hubo quien me diera lecciones de abismo, de vacío, frente a las fuerzas indomables de lo oculto. Y así como sólo hay paraísos, si éstos están perdidos irremisiblemente, todo empieza como deben comenzar los relatos de aventura: con antiguos manuscritos hallados en un olvi-dado rincón de un desván, en un cofre olvidado, en esa pasión que nos lleva a sentir el indomable universo del instante, sin pasado ni futuro, el puro gozo del instante, donde la identidad muere ahogada en el tumulto del futuro.

Me emociona recordar aún ese pequeño estremecimiento que sentía cuando montado en el imaginario Pequod navegaba por los siete mares del techo de mi casa para atrapar a la ballena Moby Dick, siempre al lado de Queequeg, el arponero polinesio: “De piel oscura y amarillenta, cubierta de recuadros negros”6. Un arponero que tenía la cabeza afeitada y su cara llena de tatuajes negros que le invadían cuerpo, brazos, espalda y piernas y que era una cartografía de su mundo periclitado. Pero, sin duda, la pasión de Ahab me marcó para siempre, esa incansable, tiránica, terrible sed de venganza impostergable, me enseñó lo que Hegel vendría a confirmar después: “Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión”7, y lo que Bataille confirmaría para siempre: “La literatura no es inocente”8. ¿Qué es lo que leemos cuando cruzamos ese mar de aventuras que nos arrastran como en una enorme ola en medio de alta mar? ¿Qué se nos abre de cara a esos imposibles que se llaman dolor, muerte, sangre, llanto, odio? Hay algo de radical intensidad en estos relatos. “La humanidad persigue dos fines -nos dice Bataille-, uno de los cuales, negativo, es conservar la vida (evitar la muerte) y el otro, positivo, es incrementar su intensidad. Estos dos fines no son contradictorios. Pero la intensidad jamás se ha aumen-tado sin peligro; la intensidad deseada por la mayoría (o el cuerpo social) está subordinada a la preocupación por mantener la vida y sus obras”9. Cuando se habla de literatura estamos en un territorio de sombras, de intensidades, de contradicciones que no siempre juegan al unísono y que nos ponen en el abismo. Por ello, cuando se habla de literatura infantil tiene lugar en este espacio un cuestionamiento que abre a la compresión de lo que es atravesado, por lo que de clasificación perniciosa tiene ya en sí misma eso que se denomina “literatura infantil”. ¿Ficción? Recordemos que la ficción para Foucault consiste “no en hacer ver lo invisible, sino en hacer ver hasta qué punto es invisible la invisibilidad de lo visible”10.

La pura enunciación de esta forma que se ha dado en llamar “literatura infantil” nos plantea un problema, porque ¿Qué es el lenguaje? ¿Qué es un signo? Lo mudo en el mundo,

6 Herman Melville, Moby-Dick: or, The Whale, Penguin Classics Deluxe Edition, New York, 1995, p. 129. 7 Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Colección Filosofía, Los esenciales de la Filosofía, ed. Tecnos, Madrid, tomo 2: p. 2.8 Georges Bataille, La literatura y el mal, op., cit., p. 19.9 Ibídem., p. 62.10 Michel Foucault, “La pensée du dehors”, en Dits et Écrits, tomo I, Gallimard, 1994, p. 524.

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en nuestros gestos, en todo el blasón enigmático de nuestras conductas, en nuestros sueños y en nuestras enfermedades, todo esto ¿habla?, ¿cuál es su lenguaje, según cuál gramática?

¿Es todo significativo o qué sí y para quién y de acuerdo con qué reglas? ¿Qué relación hay entre el lenguaje y el ser y se dirige siempre al ser el lenguaje, cuando menos aquel que habla verdaderamente? ¿Qué es pues este lenguaje que no dice nada, que no se calla jamás y que se llama “literatura”? Si sólo pensamos que esta literatura es texto, el texto es lo dicho, el enunciado y su organización. Pero, además, un texto no puede existir aisladamente pues necesita ser insertado en contextos culturales determinados y en circunstancias específicas, de lo contrario carecería de sentido. Un texto sólo puede ser parte de un discurso que prevé las condiciones de producción del texto mismo y las condiciones de su consumo: los discursos literarios y los no literarios requieren no sólo de dos modos distintos de ser escritos, sino que además están destinados a ser leídos de maneras diferentes. No habría que olvidar que el lenguaje lleva en sí mismo su principio interior de proliferación. Si hablamos de literatura infantil podemos decir acaso, como decía Foucault de la literatura misma: ¿cuál es el espacio propio de este pensamiento y qué lenguaje puede él darse? ¿Será acaso de gran ayuda decir, por analogía, que habría que encontrar, para lo transgresivo, un lenguaje que fuese para él lo que la dialéctica ha sido para la contradicción?, o aún más, la posibilidad de tal pensamiento ¿no nos llega, en efecto, en un lenguaje que justamente nos lo sustrae como pensamiento y lo lleva de nuevo hasta la imposibilidad misma del lenguaje; hasta ese límite en donde se plantea el problema del ser del lenguaje?11

Hay un libro que me asombró: Greta la loca, de Geert De Kockere y Carll Cneut. La historia es relativamente breve, Ana Sancho en una reseña señala que el autor del libro “ha creado una historia a partir del cuadro de Brueghel. En ella nos cuenta la vida del personaje de Greta la loca y su entrada en la boca del infierno, representado a la izquierda en el cua-dro, en busca del diablo. Greta, que de niña era conocida con el nombre de Margarita, va enloqueciendo ya desde la infancia, se va convirtiendo en un ser violento, cruel, rechazado por los demás, y su propia locura le llevará al suicidio”12 ¿Es esto literatura infantil? Alberto Urdiales, otro comentarista, ha señalado que “Pero al pasar las páginas se hace evidente que la historia no es infantil”13. ¿Qué es lo que nos alarma? ¿La locura?, ¿la agresividad?, el horror?, ¿lo demoniaco? ¿el suicidio? ¿no son estos temas de literatura, de literatura infantil?

Al hablar de filosofía y literatura es probable que pensamos en cierta literatura. Nadie puede dudar de que existen profundas reflexiones sobre la función de la literatura en la conformación de las subjetividades, en cómo se construye un discurso, en las formas de integración a una sociedad o, como diría Lacan, el discurso del Gran Otro.

Todo esto lo quiero dar por supuesto, porque la partición de los géneros en la literatura no tiene nada de literario y sí mucho de mercadológico. Esto ha hecho que se den preferencias y que los estatutos en la literatura cambien. Lejos de evitar esas rupturas, esas estratificaciones,

11 Michel Foucault, “Préface à la transgression”, en Dits et Écrits, tomo I, Gallimard, 1994, p. 24112 Geert De Kockere y Carll Cneut, Greta la loca, Ed., Barbara Fiore, Bélgica, 2006. La reseña de Ana Sancho se puede ver en http://revista-babar.com/wp/?p=589 , última vez que se vio 12 febrero 2012. 13 Alberto Urdiales Valente, en http://barbara-fiore.com/index.php/libros-archivos/greta-la-loca/ visto por última vez el 5 de febrero 2012

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se ha escogido desatender a ese núcleo específico de discurso que enuncia aquello que Platón rechazó cuando obligó a la posteridad a superar la imagen en pos del concepto. Fue él, sin duda quien nos dejó ahítos por la imagen. Si bien Platón en el Timeo nos había dicho que la visión es el mayor don de la humanidad, también nos advierte contra las ilusiones de nuestros imperfectos ojos14: los auténticos filósofos no son meros “espectadores superficiales”. Hay algo en todo esto de inmarcesible pues seguimos con la vieja inquietud que Platón e incluso los viejos mitos de Narciso, Orfeo y Medusa expresan sobre el poder maléfico de la mirada. Recuérdese a Argos, todo ojos, que recibía el sobrenombre de Panoptes, fue destruido por Pan cuya música excepcional y maravillosa le indujo al sueño. Y qué decir de la existencia de múltiples amuletos apotropaicos y de otros instrumentos para desactivar el mal de ojo (baskanos opthalmos) que cruza nuestra compresión del mundo griego en torno al temor de ser visto. Esa tristemente célebre hostilidad de Platón sobre las artes miméticas, prohibidas en el República15, ha sido, a qué dudarlo, un peso sobre el debate actual que se da de la retórica visual sobre la lógica y la razón. Y, sin embargo, las dudas sobre ese órgano quedan como refugio de la mente para poder establecer que la retórica visual de nuestros días tiene que ver también con este filósofo. Pues en el Timeo distinguía entre la creación del sentido de la vista, que agrupaba junto a la creación de la inteligencia humana y del alma, y la del resto de los sentidos, que colocaba junto al ser material del hombre16. La verdad se encarnaba en el Eidos que era como una forma visible despojada de su color17. El ojo humano, señalaba, es capaz de percibir la luz porque comparte una cualidad análoga con la fuente de la luz, el sol. Y aunque la analogía con el “ojo de la mente” ronda a su lado, Platón dudará de nuestra capacidad para mirar el sol de las ideas18.

En nuestros días y pensando en la llamada “literatura infantil” no podemos seguir sumándonos a la condena de los científicos sociales que, como Giovanni Sartori, piensan que la progresiva sustitución de la cultura escrita por la visual implica pasar de una demo-cracia reflexiva a una cuestionable democracia de la emoción. Esta crítica es preocupante y cuestionable si ella se eleva a una crítica y rechazo generalizada de las imágenes. Peor aún, si se califica a la imagen, sin más, como una forma de irracionalidad. Sobre todo cuando esto puede implicar calificar como irracional a nuestra presente civilización que bien se puede caracterizar por ser una civilización de la imagen. Más aún, el psicoanálisis se ha extendido acerca de la pulsión escópica, de ese irresistible apetito de ver que es tan característico del ser humano, no en vano San Agustín hablaba de la concupiscentia oculorum19.

Por estas razones prefiero hablar de la literatura, de esa literatura que se nos presenta como un espacio propicio donde las acciones humanas descubren una dimensión inesperada en lo imaginario: nuestros terrores, nuestros miedos, las zonas oscuras de nuestra existencia pobladas de fantasmas y habitadas por fantasías, la razonada locura, la línea siempre frágil de ese lado sombrío de lo no dicho, el sueño y la vigilia, las medias verdades, acaso sólo sospechas

14 Platón, Timeo, 47b15 Cfr., Iris Murdoch, The Fire and the Sun: Why Plato Banished the Artist, Oxford, 1977.16 Platón, Timeo 61d-68e17 Cfr, Eric Havelock, A preface to Plato, p. 274, donde se puede advertir la elevación platónica de la forma sobre el color18 Platón, Fedón, 99e.19 San Agustín, “Las Confesiones”, en Obras de San Agustín (ed. bilingüe), BAC, Madrid, 1955, Tomo II, X, pp. 20, 29.

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de una mentira que se queda en el aire, la sombra de eso que llamamos realidad todo lo que instaura ahí el sentido implícito del mundo. Pero no aquél donde reside la serenidad morosa de lo habitual, sino su anverso: el de una verdad que, aunque intolerable, debe ser dicha en la belleza de la forma. Porque ¿Cómo se cuenta el terror? ¿Cómo se habla de la angustia? Y más allá: ¿Cómo se narra el miedo?¿De qué modo se puede transmitir a un otro esa experiencia que bordea el territorio de lo indecible, de lo intransmisible, donde falla la palabra, donde la pala-bra se muestra en el límite de lo decible?, ¿y un sentimiento que, como nos señaló Heidegger, es pura incertidumbre pero siempre es incertidumbre ante las cosas, ante las situaciones, ante lo concreto que me rodea, es decir, miedo ante lo que siempre está ahí, delante de mi?

El enigma para nosotros en la literatura, como si tuviéramos que remontar la trama de una partida de ajedrez, radica en descifrar el entramado de un discurso que se traba en su magia, pero lo tenemos que llevar a cabo con sumo cuidado. Jordi Vilanova nos dice que “La palabra que representa, que denomina el objeto, está llena de trampas: manipulación, sofisma, engaño. ¿Es preferible definir con precisión cualquier cosa o todo lo que diremos serán aproximaciones dando vueltas al objeto sin más posibilidades que la de bordearlo? ¿Qué gama de colores percibe el ojo humano y cuántos de estos tienen nombre?”20 Y parafra-seando a Borges podríamos decir que mientras los diccionarios tengan un número limitado de palabras, el nexo con el mundo siempre resulta negativo a la palabra. Es conveniente saber las limitaciones del lenguaje para no empobrecer nuestra mirada sobre el mundo21. Ya lo de-cía el Cratilo que “Los nombres no son las cosas”22. Ese mundo sorprendente y excepcional, ese mundo en el que nuestro ser se debate y por el que somos, siempre superará nuestras posibilidades expresivas reducidas a un simple mecanismo de nombrar las cosas. Virginia Wolf en Orlando escribía: “La conversación más corriente es a menudo la más poética, y la más poética es justamente la que no puede ser escrita. Por estas razones dejamos aquí un gran espacio vacío, que puede ser considerado como una indicación que este espacio está lleno a rebosar”.23 ¿No es esto lo que ahora sucede con la literatura “infantil”? Acaso esos vacíos de la palabra no son llenados por la imagen de nuestro mundo visual? Román Gubern nos comenta que “la percepción visual es un fenómeno cognitivo y emocional a la vez, activado por un potentísimo procesador fisiológico de información luminosa. Percibir es una operación neurofisiológica, psicológica y semántica de desciframiento cognitivo, de investidura de sentido del objeto percibido, que transportado volátilmente por su luz refle-jada hacia el aparato ocular, para su perceptor pasa de ser una mera forma a constituirse en conocimiento”24.

Navegamos en la literatura como en un mar, donde las olas se suceden y se estructuran con una suerte rítmica, pero siempre está la sorpresa, lo real maravilloso, la maravilla de las maravillas como decía Heidegger: el asombro. En la terquedad de la perfección de la forma literaria, un escritor se sitúa en el mundo, aun cuando sus enconadas elecciones puedan

20 Jordi Vilanova, “En los límites de la palabra”, en http://www.jorvilanova.galeon.com/aficiones612889.html última vez visto 7 febrero 2012.21 Platón, Cratilo, 439a-440b22 Platón, Cratilo 385a23 Citado en Jordi Vilanova, “En los límites de la palabra”, dirección citada.24 Román Gubern, Del bisonte a la realidad virtual, la escena y el laberinto, ed. Anagrama, Barcelona, 1996, p. 14.

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silenciarlo o destruirlo. Habría que señalar, como lo ha apuntado maravillosamente Josep María Castellet: El lector tiene que ser también creador, justo lo que caracteriza a la literatura contemporánea es el hecho de que se vive “la hora del lector”25.

Filosofar y construir un discurso literario consisten en tener una astucia de lectura, como diría Gracián, disponerse a leer de un modo particular, levantar la piel de lo escrito para ver hasta dónde llegan las raíces de las palabras y de qué humus se alimentan. No hay lectura inocente, esto es, filosóficamente imparcial ni literariamente neutral: hay que tomarse realmente en serio lo del pecado original y aceptar que la inocencia de quien puso por vez primera a cada cosa su nombre se ha perdido sin apelación posible, ¿sin apelación posible? Vuelvo sobre la mal llamada literatura infantil y me inquieta porque es ahí donde se intenta repetir el acto adánico y nombrar por primera vez a cada cosa. Este suceso sorprendente por el que por medio de la ficción intentamos recrear ese instante en el que sentimos nuestra “infancia perdida”, como decía Greene, y lograr al fin la “infancia recuperada” como escribió Bataille.

No se trata de estratificar la literatura, de hecho, ya nos había dicho Maurice Blanchot, escribir es provocar la aparición de ese lugar que llamamos imaginación a través del lenguaje. Si lo pensamos por un momento dentro de la literatura siempre se están abriendo dos vertientes: una de ella, la más claramente visionaria, se estremece por entero en ese campo de lo imaginario que el movimiento sin meta del lenguaje despliega ante el lector. La otra vertiente, dedicada a la reflexión, es como una fotografía que recoge y repite ese campo tal y como ha aparecido ya en la literatura, en el arte, en un cierto pensamiento que busca el saber en lo negativo abstracto, en lo impensable. Pero en esta parte la reflexión se realiza también como una descripción que convierte en superficie, en la exterioridad del lenguaje, la profundidad, mostrándola como errante continuidad sin fin. La naturaleza permanente de la interrogación encuentra su voz en esa enrancia y se convierte en expresión. Condenada a volverse una y otra vez sobre sí misma, a recomenzar siempre, a encontrarse sólo en su propio despliegue, esa obra sin fin es una obra en la que se muestra el movimiento infinito de la misma literatura.

¿Qué es lo que se lee en eso que se llama literatura “para niños”? Estoy convencido que en los relatos que en apariencia van dirigidos a los niños, siempre existe una trampa: argüimos su lectura pero sabemos del gozo que nos deparan esas maravillas que se salvan de la lingüística, la hermenéutica, la semiología y otros saberes. Hablamos aquí de la memoria narrativa, de libros que han traspasado el umbral de aquellas narraciones en las que dejamos colgadas tantas palabras que o no entendíamos o, es cierto, nos dejaban un sabor a aventura por la ignorancia que presuponía y que en el título ya se nos quedaban interrogantes indescifrables. Les doy un ejemplo: cuando leí Veinte mil leguas de viaje submarino siempre creí que eran “lenguas” y no leguas. Sólo el tiempo iluminó mi ignorancia sobre la N faltante aunque no corrigió mi viaje en el Nautilius. Hubo que esperar más tiempo para pensar en los niños como niños.

25 Cfr. Josep María Castellet, La hora del lector, Seix Barral, Barcelona, 1987.

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La literatura llamada infantil, al menos en mi caso, siempre fue un signo de aventura y de fascinación pues ¿quién no ha quedado cautivado con esa pericia de la inteligencia de El Principito?, la sola dedicatoria nos llama la atención:

A LEÓN WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueron suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes (Pero pocas lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LEON WERTHCUANDO ERA NIÑO26

¿Es esto literatura para niños? Todo lo que hemos citado ¿es literatura para niños o literatura para adultos que leen los niños, o simplemente literatura? A lo largo de toda la Edad Media y parte del Renacimiento los libros que leían los poquísimos niños que aprendían a leer eran bestiarios, abecedarios o silabarios pero que en realidad se habían escrito pensando en lectores adultos. Con el legado de la modernidad el panorama cambió, esas luces de la razón que penetraban todo el conocimiento eran tan brillantes que la escritura se abría más sobre la fantasía y, como un relámpago, ella iluminaba con nuevos destellos los mitos, las leyendas y los cuentos, propios de la trasmisión oral, que habían recopilado el saber de la cultura popular, por parte de las viejas generaciones a las generaciones infantiles. Fue aquí donde destacan autores como Perrault quien escribe para la posteridad una serie de cuentos que llevaban el nombre de “Cuentos de la mamá Gansa” y en ellos se encontraban: Caperucita Roja, La Bella durmiente, La Cenicienta, Pulgarcito y El gato con botas, entre otros, y que no eran más que recopilación de tradiciones orales, y siempre con una moraleja. Edificar una educación sentimental fue tan importante como fundamentar el Estado-Nación. Ya en el siglo XVIII ocurren dos acontecimientos trascendentes para la que hoy se conoce como literatura Infantil, la publicación de Los viajes de Gulliver y Robinson Crusoe, claros ejemplos de críticas sociales y de la blanquitud (a la que hace referencia Bolívar Echeverría) y que, sin embargo son, hoy en día, dos temas sobre los que borda la literatura llamada infantil: relatos de aventuras, espacios amplios como el mar donde la imaginación no tiene límites y se encuentra sin orillas y el calor de mundos imaginados, inexplorados y diferentes.

El siglo XIX hizo irrumpir en el mundo el significante llamado niño. El movimiento romántico, en tanto reacción contra el espíritu racional y crítico de la Ilustración y el Cla-sicismo, fue sin duda el gran acelerador de la infancia en la medida en que le construyó una identidad de la que históricamente carecía. La dotó de independencia y autonomía respecto del universo de los adultos con lo que se creó un estereotipo en adelante siempre aceptado. El niño fue, desde entonces, la imagen de la inocencia, de lo asexuado, de la pureza, de lo inmaculado, sin la menor huella de corrupción. Códigos morales y estéticos, atravesaban

26 Antoine de Saint Exupéry, Le petit prince, ed., Folio, París, 2000, p.1.

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el mundo apenas dotado de identidad del niño. La fotografía fue a todas luces un transporte eficaz en esta nueva imagen, en este nuevo mito y la literatura tomó el camino de un nuevo discurso que encauzaba a su descubrimiento como a su cimentación: un niño, una madre, un padre, una familia, un despliegue de ámbitos se descubrían: vestuarios, juguetes, mobiliarios, así como asociaciones protectoras de la niñez. La literatura también ofreció, entonces, ese otro camino: la denuncia, algo que quedó plasmado en el Oliver Twist de Dickens.

La literatura se abría a espacios antes no descubiertos, pues a partir de entonces se dan muchos autores que editan sus obras con una extraordinaria aceptación entre el público más joven: los cuentos (Hans Christian Andersen, Condesa de Ségur, los hermanos Grimm y Oscar Wilde) y las novelas (Lewis Carroll, Robert L. Stevenson, Kipling y Collodi, entre otras) propiciaron un contexto diferente para la instauración de un nuevo genero literario destinado al lector más joven en el siglo XX en cuyas tramas se jugó siempre una moral determinada. Pero si pensamos en la relativización de los géneros y no en una determinada literatura, ella es como “un archipiélago – dice Argullol, en el cual hay diversas islas de expre-sión con su autonomía, pero la unidad de fondo es la unidad de este archipiélago literario en el cual converge lo que acostumbramos a llamar narrativa…”27 de ahí que con el tiempo esta literatura tuvo que alterar estas morales y la narrativa llamada “infantil” parece más ya una alternativa a la propia literatura para adultos.

Porque un escritor, como un filósofo, se sitúa en una doble dimensión del arte: en la de la captación de los signos de su tiempo, así como en lo de tratar de penetrar en las interrogantes esenciales del hombre que van más allá de su tiempo. Baudelaire decía que hay que ir por el lado de lo efímero, fragmentario y contingente y, por otro, hacia lo eterno e inmutable. No se puede abordar el anacronismo más que como un tema de filosofía o de literatura, pero ni el filósofo ni el escritor pueden ser –dice Argullol- anacrónicos28.

Quizá fue Maurice Sendak quien vino a rescatar una zona oscura de la literatura para adultos, que pretendía ser para niños, sólo pensando verdaderamente en ellos: en 2004 comentó a Bill Moyers que si había hecho algo, “había sido dejar que los niños se expresaran como son, en forma descortés y afectuosa”29. Explicó que los niños pequeños no han aprendido todavía la forma “correcta” de comunicar sus pensamientos y emo-ciones, y algunas veces “la forma correcta es completamente incorrecta”30. Sus dibujos se convirtieron en una suerte de combinatoria alquímica con la narración porque desde entonces, muchos libros ya no pueden leerse sin las ilustraciones. Como se señala en American Masters: “He saw in book illustration the opportunity to expand the imaginary world of the reader. While many illustrators had concentrated on clarifying the images in the text, Sendak believed that an illustration should add to the mystery of the work”31. Bajo esta

27 Michael Pfeiffer, El destino de la literatura, Ed. Acantilado, Barcelona, 1999, p. 18.28 Ibídem., p. 25.29 http://www.encontrandodulcinea.com/articulos/2009/Octubre/Maurice-Sendak--Maduraci-n-de-un-autor-infantil-.html visto el día 2 de enero 2012.30 Ídem.31 http://www.pbs.org/wnet/americanmasters/episodes/maurice-sendak/about-maurice-sendak/701/ “Vio en la ilustración de libros la oportunidad de ampliar el mundo imaginario del lector. Mientras que muchos ilustradores se había concentrado en la aclaración de las

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premisa, muy pronto, el mundo del protagonista en estos libros sólo se comprendió por las ilustraciones que lo acompañaron… Creo que lo que hay en ese conjunto de imagen y texto es esa dimensión del juego: Porque el juego es una potencialidad del niño que es básica para la capacidad de crear y usar símbolos; de alguna manera, cuando el niño se enfrenta a estos libros, lo motivan a crear y a ser espontáneo, estos libros tienen un rol movilizador de efectos subjetivos; el libro que se llamará libro-álbum se torna en una zona de espacio de tránsito, una suerte de tercer zona, que se ubica entre el mundo interno y el externo. Y entonces el niño es ese ser del que podemos afirmar, como lo hizo en su tiempo Freud: un perverso polimorfo32.

Si en lugar de “clarificar las imágenes del texto”, la ilustración “debe añadir misterio a la obra”, resulta que estamos ante los límites de la palabra, ante el escenario en el que la imagen cobra presencia y se construye desde lo no dicho por la palabra. Quizá por ello, Sendak, puso en camino una pléyade de extrañamente grotescos personajes que parecían atractivos en sus imperfecciones. Cuando Sendak escribió Where the Wild Things Are (Donde viven los Monstruos) nos cuenta las aventuras de Max, un niño que una tarde, mientras juega disfrazado de lobo, es castigado por su madre a no salir de su habitación. Allí encuentra un profundo bosque que crece y crece hasta convertirse en una selva que lo lleva a una tierra maravillosa habitada por grotescos monstruos, llamados las “cosas salvajes”. Esta narración no es nueva, tiene todos los elementos que componen aquella “leyenda del pintor chino retenido en pala-cio por el emperador, quien para escapar pintó con exactitud un paisaje de su provincia natal, se introdujo en él y se perdió en el horizonte”33, o esa otra leyenda popular de México: “La mulata de Córdova”34 que apresada por ser hechicera va pintando lentamente, con las indica-ciones del celador, un barco. Cuando el barco está listo ella le pregunta que qué es lo que falta, a lo que el celador contesta que falta quien navegue. La mulata desaparece entonces. Hay algo de curiosa premonición de la realidad virtual a la que todos ahora nos acercamos. Como quiera que sea, lo que podemos advertir es que en todas estas narraciones, siguen existiendo los motivos principales que fueron rescatados para los niños: aventuras, sucesos, lances, viajes, emoción, amistad, tristeza, separación, ausencia, muerte, … un mundo que se recorta de los acontecimientos del mundo adulto, con sus propios espacios, su propio lenguaje, con las mismas fábulas de siempre, al fin y al cabo, pero con imagen, con el inmenso acompañamien-to de eso que dice lo que callan las palabras. Quizá aún hoy no acabamos de comprender que la estética ha cambiado como también lo que significa ser niño.35

imágenes en el texto, Sendak cree que una ilustración puede añadir misterio a la obra”.32 Como se sabe, la referencia a la sexualidad infantil tiene aquí un sentido no genital, es decir alude a la obtención de placer de los niños por satisfacción de órganos que se van transformando en zonas erógenas predominantes a lo largo del desarrollo psicosexual del individuo. Esto es la sexuación que se forma por un recorrido pulsional a partir del nacimiento y hasta la adultez. La perversidad proviene de que para Freud la obtención de placer se produce a partir de satisfacciones de pulsiones parciales. En definitiva, un niño cuenta con tantas posibilidades como zonas capaces de proporcionarle placer.33 Roman Gubern, Del bisonte a la realidad virtual, op., cit., p. 65.34 Cuentos de espantos y aparecidos, Editorial Piedra Santa, Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina (CERLALC) y UNESCO. Guatemala, 2003.35 Comparto con Eduardo Huchin la opinión que cuelga de su excepcional blog cuando nos narra la aventura de leer esta narrativa: “Me siento como el adolescente que se esconde a ver pornografía, pero a la inversa. Porque aun cuando puede hacerse en lugares públicos, una lectura no deja de ser íntima, de ser egoísta, de tener un poco de ese ensimismamiento que en la pubertad te lleva al porno. Y los libros infantiles son un placer todavía más perverso, pues no dan puntos para el currículo ni sirven para las clases de la universidad, ni tampoco son buenos para impresionar a nadie” http://tediosfera.wordpress.com/2009/02/28/la-infancia-recuperada/

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El corazón y la botella de Oliver Jeffers, un relato que nos quita el aliento porque en sus quince hojas plenas de ilustraciones del mismo Jeffers ilumina lo dicho con lo visto tan detenidamente que una no es posible sin la otra. Jeffers nos narra un hecho insólito por el dolor que encierra: una pequeña pierde a su padre y la muerte queda representada por un sillón vacío. La pequeña para no volver a sufrir encierra su corazón en una botella. A cambio de no volver a sentir ese dolor sin orillas, la imaginación, la curiosidad y el asombro ante el mundo se encierran también. El juego que hacen las ilustraciones acompasa la escritura: lo que el padre narra no tiene nada que ver con la imaginación de la niña. Me atrevería a pensar que Jeffers sabe perfectamente que las preguntas de los niños son mundos perplejos que no se agotan en las simplificaciones de la explicación. A sus 33 años, en una entrevista para La Jor-nada decía: “No elegí escribir para niños; caí por accidente. Siempre me ha fascinado la unión del dibujo y la palabra, y contar historias; hacerlo para los niños es la mejor plataforma para unirlo todo”36. Los niños son “expertos en detectar agujeros en los cuentos”. Igual Anthony Browne que apuntó: “los niños son mucho más visuales que los adultos y perciben detalles ocultos en mis libros mucho más rápido que sus maestros o padres”37.

Las narraciones de Browne, que es considerado uno de los grandes exponentes del género de los “libros-álbum” o picture books está en la misma tesitura que Jeffers. Sus libros son obras en las que el peso de la narración se vincula de igual forma al texto y a las ilustraciones.Historias simples que irradian situaciones vitales, pero que se prestan al juego de las interpretaciones. Browne ya había dicho que “Lo que me fascina de estos libros es esa tentadora brecha o espacio abierto entre el texto y los dibujos, el hueco que puede ir llenando la imaginación del lector”38. Tal vez de lo que se trata es de usar múltiples detalles del fondo para relatar partes de la historia que las palabras no cuentan. Es una suerte de cambio en nuestra “alfabetización visual”. Porque Anthony Browne ha reclamado que muchas veces se enseña que las ilustraciones son para los niños pequeños, que al madurar deben dejar atrás las imágenes y pasar a las palabras. Pero, el contrasentido es latente, ¿no vivimos una cultura visual? Sin duda seguimos siendo víctimas del dictum platónico.

Hoy casi todos los ilustradores comparten algunos rasgos en común, como el hecho de escribir sus propias historias y entender cómo funciona la mecánica de los “libros-álbum”. Todos ellos combinan, además, el uso de papel y lápices con la computadora y producen dibujos con una suerte de estética retro, que conjugan con un espíritu moderno.

Pero no todos incursionan en el álbum-libro, hay quienes siguen las pautas ya clásicas como en ¡A la cama monstruito! de Mario Ramos, donde sólo se baraja el maleable mundo del niño cuando dice: “tienes cara de plátano”, efectivamente él ve la cara de esa persona como un plátano, así la narrativa se hace plástica porque aquí, al contrario de los cuentos que he narrado, la imagen sí dice lo que se narra: al niño siempre se le ve como un monstruo, pequeño, pero monstruo, como le dicen sus padres, pero en la última página cuando el niño le dice a su Padre: “buenas noches Papá monstruo”, el monstruo es el padre.

36 Oliver Jeffers, Entrevista, Periódico “La Jornada”, entrevista concedida a Ericka Montaño Garfias (Enviada), 1 de diciembre de 2008, México.37 Anthony Browne. Entrevista. Revista “Babar”: http//www.mundofree.com/babar/entrevistas/browne.htm 38 Ídem.

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADOESPACIOS Y SOMBRAS ENTRE LA FILOSOFÍA Y LA LITERATURA

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Al parecer García Ponce tenía razón cuando escribió: “Sólo dentro del arte, en la ver-dad estética, nuestras vidas adquieren sentido y vencen al tiempo y a la muerte”39. El arte no es ya en la actualidad la inquietud del tiempo, la potencia destructora del puro cambio; está unido a lo eterno, es lo eterno presente que a través de vicisitudes y por medio de la metamorfosis, mantiene y recrea sin cesar la forma en que se ha expresado un día, la actua-lidad perenne del mundo.

Ese espacio móvil y dúctil, plural y dinámico, contradictorio y múltiple que es la vida vivida en sus espejeantes sentidos. La vida que inventa nuevas realidades y que crea nuevas experiencias a partir de una sola y única realidad y experiencia: la literaria; pero, a la vez, en uno solo: dando prioridad a la mirada que ha captado el signo literario sobre la realidad vertiginosa y vulgar del mundo exterior.

Mientras que la literatura del siglo XX y comienzos del XXI ha venido dando cuenta de la quiebra de un orden intelectual y moral fijo y establecido, a la vez que se ha hecho portadora de una suerte de retórica nihilista y desesperada y a la que muchos tienden a ver como producto de ciertas filosofías. La literatura para niños, sea en los cuentos infantiles, en los libro-álbum o en la novela gráfica, el discurso es otro: Quizá lo único que estos hechos nos expresan es que la literatura aparece como una dimensión diferente a la razón.

Posiblemente cuando algunos temas de la vida común son tan universales, la imagen apunta a lo que las palabras ya no dicen. Este es el caso de una novela gráfica como Emigrantes de Shaun Tan que nos narra la misma historia de todas las emigraciones de todos los tiempos y de todos los lugares: la emigración guarda la pérdida, la exclusión, el duelo, lo insepulto, la elaboración de las esperanzas y, muchas veces, el reencuentro, el dolor o la muerte. Así como en este relato podemos pensar que en lo que se denomina literatura infantil son también relatos y su argumentación nunca abandona el terreno de lo concreto, del detalle, aguzados por un estilo que compulsa y combina, observa y define, refuta y exalta. No hay secretos ni cosas prohibidas. Abundan los guiños de una ironía y una precisión que despejan lugares comunes y malentendidos: demuestra, por ejemplo, que los que emigran pierden un mundo, pero que esas vidas no se reducen a la anécdota o la peripecia, aunque las incluya, sino a una especie de energía dispendiosa de acontecer que se vuelve escritura, forma literaria.

Decía al principio que filosofar y construir un discurso literario consisten en disponerse a leer de un modo particular, en levantar la piel de lo escrito para ver hasta dónde llegan las raíces de las palabras y de qué humus se alimentan. Me parece que lo que estos escritores-ilus-tradores han encontrado en las raíces de las palabras es otra gramática del mundo, un mundo sostenido por imágenes, en donde el niño no es un mito sino un ser que se abre a una zona de sombras y luces, un ser capaz de ser atravesado con retóricas de libertad, o una realidad que se escribe de otra manera: con nuevos tintes, en el que se apuesta por un espacio con futuro, quizá el habitado por las libertades.

39 Juan García Ponce, El reino Milenario, ed. Difusión Cultural, UNAM, México, 1992, p. 108.

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Referencias bibliográficas:

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entrevistas/browne.htm • CASTELLET, Josep María, La hora del lector, Seix Barral, Barcelona, 1987.• FOUCAULT, Michel, “La pensée du dehors”, en Dits et Écrits, tomo I, Gallimard, 1994.• FOUCAULT, Michel, “Préface à la transgression”, en Dits et Écrits, tomo I, Gallimard, 1994.• GARCÍA PONCE, Juan, El reino Milenario, ed. Difusión Cultural, UNAM, México,

1992, p. 108.• GUBERN, Román, Del bisonte a la realidad virtual, la escena y el laberinto, ed. Anagrama,

Barcelona, 1996.• HAVELOCK, Eric, “A preface to Plato”, Vol. 1 A History of the Greek Mind, Belknap Press

of Harvard University Press, Cambridge, MA: 1963• HEGEL, Georg Wilhelm Friedrich, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal,

Colección Filosofía, Los esenciales de la Filosofía, ed. Tecnos, Madrid.• HUCHIN, Eduardo, en http://tediosfera.wordpress.com/2009/02/28/la-infancia-recuperada/• JEFFERS, Oliver, Entrevista, Periódico “La Jornada”, entrevista concedida a Ericka

Montaño Garfias (Enviada), 1 de diciembre de 2008, México• KOCKERE DE, Geert y Carll CNEUT, Greta la loca, Ed., Barbara Fiore, Bélgica, 2006.

La reseña de Ana Sancho se puede ver en http://revistababar.com/wp/?p=589 , última vez que se vio 12 febrero 2012.

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• MURDOCH, Iris, The Fire and the Sun: Why Plato Banished the Artist, Oxford, 1977.• PFEIFFER, Michael, El destino de la literatura, Ed. Acantilado, Barcelona,1999.• Platón, Timeo• Platón, Fedón.• SAINT EXUPÉRY DE, Antoine, Le petit prince, ed., Folio, París, 2000.• SAN AGUSTÍN, “Las Confesiones”, en Obras de San Agustín (ed. bilingüe), BAC,

Madrid, 1955, Tomo II.• SENDAK, Maurice en http://www.encontrandodulcinea.com/articulos/2009/Octubre/

Maurice-Sendak--Maduraci-n-de-un-autor-infantil-.html visto el día 2 de enero 2012.• SENDAK, Maurice en http://www.pbs.org/wnet/americanmasters/episodes/maurice-

sendak/about-maurice-sendak/701/• URDIALES VALENTE, Alberto, en http://barbara-fiore.com/index.php/libros-archivos/

greta-la-loca/ visto por última vez el 5 de febrero 2012• VILANOVA, Jordi, “En los límites de la palabra”, en http://www.jorvilanova.galeon.com/

aficiones612889.html última vez visto 7 febrero 2012.

ALBERTO CONSTANTE, es profesor investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Tiene en prensa La modernidad en llamas (metáforas sobre Nietzsche).

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35núm. 11, 2012, pp. 35-46

Resumen:

El artículo aborda los conceptos de vestido y la desnudez desde el punto de vista semiótico, en el contexto histórico del descubrimiento del Nuevo Mundo. Parte de la relación histórica “salvaje-civili-

zado” donde sobresale la reflexión de la “otredad” en el proceso de la construcción mutua de identidades culturales divergentes; esto es, la identidad del europeo “civilizado”, como auto representación del mundo occidental, “cultura civilizada”; frente a la identidad del nativo americano “salvaje”.

Vestido y desnudez. Categorías culturales en el descubrimiento de América

Costume and nudity. Cultural categories in the discovering of America.

Virginia Medina Á[email protected]

Palabras clave:

Vestido, desnudez, civilizado, salvaje, descu-brimiento de América, otredad.

Abstract:

The following article approaches the con-cepts of costume and nudity from the semiotic viewpoint in the historical context of the disco-vering of the New World. It begins with the his-toric “civilised-uncivilised” relationship where

the foreignism stands out in the process of the mutual construction of divergent cultural iden-tities; that is, the identity of the “civilised” Eu-ropean vs. the “uncivilised” savage native-Ame-rican.

Keywords:

Costume, Nudity, Civilised, Discovery of Ame-rica, Foreignism.

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En el descubrimiento de América lo que según Tzvetan Todorov, “anuncia y funda nuestra identidad presente (...) marca el comienzo de la era moderna (...) Desde 1492 estamos en una época que, como dijo Las Casas refiriéndose a la navegación

de Colón, es ‘tan nueva y tan nunca’ (...) vista ni oída”1. O lo que Carlos Fuentes llamó la Imaginación de América, inacabada e inabarcable, el europeo quiso captar y comprender el Nuevo Mundo, lo cual significó incluirlo en las categorías de lo conocido, de su “universo símbólico”2: universo imaginario que quiso adaptar a la otra realidad que descubre y nombra como una forma de apropiación.

Todo ello se ve plasmado en las crónicas del descubrimiento y la conquista que nos brindan las claves de la representación del mundo con la que los cronistas nombraban lo que veían. Tal como lo hiciera Cristóbal Colón en sus Diarios de viaje, transcritos por Fray Bartolomé de las Casas; además de Guillermo Coma, Diego Álvarez Chanca, Miguel de Cuneo, Pedro Mártir de Anglería, Luis de Santángel, Hernando Colón, Simón Verde, Martín Fernández de Enciso y Gonzalo Fernández de Oviedo, por sólo mencionar aquellos a quienes referimos en este espacio, proporcionan la nueva Imago Mundi.

Así, tenemos que Cristóbal Colón en la carta a Santángel, escrita en 1493, cuenta por qué nombró San Salvador a la isla de Guanahaní; y así a todas las islas del Caribe:

“Isla de Santa María de la Concepción, Fernandina, La Isabel, Isla Juana (…) Cabo Hermoso, porque le pareció muy bello, Cabo de Palmas, porque estaba lleno de palmeras. Cabo Alto y Bajo, porque subía y bajaba notablemente la marea. Cabo de Padre e Hijo, porque tenía dos farallones y uno estaba más alto que otro.”

Cristóbal Colón gran “bautizador”, estaba convencido de que al ponerle nombre a la tierra recientemente descubierta y reconocida, en cierta forma la poseía.

Y en este descubrir lo otro, también se descubre a los otros. A quienes pasarán por el tamiz de su estructura cognitiva. ¿Cómo explicar lo que ven, oyen, huelen, sienten; si no es a través de lo conocido?

Aquellos seres que se les presentan con su lenguaje corporal, expresión del gesto, la teatralidad, todo ello es, en el comportamiento externo, expresión de la interioridad o de la totalidad del ser, todo aunado a su vestimenta. Y es precisamente en el ámbito de la apariencia externa –el vestido, en el caso de Europa; y la desnudez, en el caso de América— donde se manifiesta de manera contundente esta oposición de dos mundos: Desnudez vs. Vestido, Salvaje vs. Civilizado.3

1 Tzvetan Todorov. La Conquista de América. La cuestión del otro. México: Siglo XXI editores, 1987, p.15.2 Hábito y cotidianidad construyen el “universo simbólico” que origina un principio de representación binario, donde lo propio se con-trapone a lo ajeno y lo habitual a lo extraño. La representación del mundo se presenta como un fenómeno que manifiesta el universo de significaciones construidas colectivamente. Esto se convierte en un problema cuando el reconocimiento de la diferencia permite crear las pautas para legitimar inclusive la violencia contra el otro. La dimensión más violenta de la evangelización en América fue la que se dirigió contra el universo simbólico del mundo indígena. Por su parte, Ernest Cassirer señala: “El hombre no puede escapar de su propio logro, no le queda más remedio que adoptar las condiciones de su propia vida; ya no vive solamente en un puro universo físico sino e un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana. Todo progreso en pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red... se ha vuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en sím-bolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial”. Ernst Cassirer. Antropología filosófica. México: Fondo de Cultura Económica, 1968, p. 26

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El europeo vestirá a los indios, al paisaje y nombrará las cosas que no conocía; y de esta manera, trasladará de Europa a América, su universo simbólico.

Los españoles y después de ellos, el resto de los europeos que poco después pasaron por nuestra América, contemplaron el Nuevo Mundo, como lo señala Lewis Hanke4, con “antiparras medievales”, y en su equipaje trajeron todas las ideas y leyendas que con tanta profusión, habían generado en esa época. Colón mismo captó los rasgos singulares del paisaje americano a través de su visión, muy particular. Cuando compara los adornos de ciertas indias, por ejemplo, con los que usan “las dueñas de Castilla”, revela más bien su propio horizonte cultural y mental.

Casi todas las armas de todos estos aventureros descubridores y colonizadores, eran: su indomable valor y su poderosa voluntad. Esa generación heroica se componía de hombres temporal, espacial y espiritualmente fronterizos. Vivieron en la línea divisoria entre el medievo y la edad moderna; entre lo conocido y lo desconocido; entre culturas y creencias. En un choque o encuentro que conmovió la tierra.

Aunque fuertemente imbuidos por las tradiciones de la Edad Media, los hombres que acompañaban a Colón eran hombres de acción que encarnaban el espíritu individualista del Renacimiento: vivían, pues, en la tensión resultante de sus supersticiones medievales y de su espíritu moderno, de la misión histórica de europeizar prácticamente el Nuevo Mundo.

Colón llega a una tierra donde quiere imponer categorías europeas. Europa, colonizadora por excelencia, no acepta las categorías o valores de los indígenas. Cada cual colocaba al otro bajo su propia cultura, para decirlo con palabras de Lévi-Strauss, bárbaro o salvaje, es siempre aquél a quien otro le califica como tal.

“Eran llamados ‘dioses venidos del cielo’, y a los negros se les llamaba ‘dioses ensuciados’. Al error de los conquistadores que, en su mayoría, consideraban y trataban a los indios como animales; correspondía el error de los indios quienes, tan paradójicamente, veían en el conquistador a un dios, situación trágica, que no obstante --como lo señalara Lévi-Strauss—, para el indígena resultó menos penosa en la medida en que había sido víctima de un error más honorable”.5

Porque veamos, la primera mención que hace Colón de los indios es muy ilustrativa, porque a Colón le sorprende la falta de ropa –la cual a su vez simboliza su cultura-.

3 “Las colonias de Europa, primero en América y luego en Africa, le aportaron mano de obra, productos agrícolas, y recursos minerales. Igualmente, le presentaron a Europa una variedad de culturas en contraposición a las cuales Europa se concibió a sí misma como el patrón de la humanidad –como portadora de una religión, una razón y una civilización superiores encarnadas por los europeos. A medida que la noción española de “pureza de sangre” dio paso en las Américas a distinciones entre razas superiores e inferiores, esta superioridad se plasmó en distinciones biológicas que han sido fundamentales para la auto-definición de los europeos y siguen presentes en los racismos contemporáneos”. Fernando Coronil. “Naturaleza del poscolonialismo: del eurocentrismo al globocentrismo”, p. 93. En: Edgardo Lander (editor). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, Argentina: UNESCO/ Ediciones FACE/ UCV, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, 2000.Pero podemos ir más allá en este proceso de dominación: “Incluso las civilizaciones de México y del Perú eran meramente naturales: al acercarse el espíritu, la llegada de la incomparable civilización europea, no podían menos que desaparecer.” En: Ibídem, p. 20.4 Lewis Hanke, escritor norteamericano y profesor universitario, especializado en el estudio de la conquista y la colonización española en América. Destaca sobre todo, su obra: La lucha por la justicia en la conquista de América. Traducción de Ramón Iglesia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Suramericana, 1949. 5 Urs Bitterli. Los ‘salvajes’ y los ‘civilizados’. El encuentro de Europa y Ultramar. México: Fondo de Cultura Económica, Obras de la Historia, 1982. p. 102

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Diario de Viajes de Colón, transcrito por Fray Bartolomé de las Casas:

Viernes 12 de octubre, 1492.

Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llevaron a una isleta de los lacayos, que se llamava en lengua de indios Guanahaní. Luego vieron gente desnuda, y el almirante salió a tierra en la barca armada (…).6

Fue tal el desconcierto de Cristóbal Colón al ver gente desnuda, que ordenó llegar a tierra firme en la “barca armada”. Este pasaje es descrito en forma novelada por Stephen Marlowe, en palabras del almirante de la siguiente manera:

Quedamos paralizados, todos escrutando el follaje (refulgante por el sol, misterioso, ajeno). Algo se mueve ahí nuevamente, a hurtadillas, y de pronto ahí los tenemos, no ya en la espesura sino avanzando hacia nosotros.

--¡Ballesteros al frente –ordena Martín Alonso, pero yo alzo mi mano y deniego con la cabeza.

Los nativos del archipiélago indio no son más de una decena y no sólo están desarma-dos, exceptuando unas pocas lanzas pequeñas de aspecto inofensivo y puntas confeccionadas con huesos de pez, sino que van desnudos.

(...), todo su universo, toda su concepción de universo trastrocada de un momento a otro, y para siempre... y todavía inocentes, parapetados tras un ingenuo deslumbramiento nos sonríen.7

Más adelante, Fray Bartolomé de Las Casas continúa con las siguientes descripciones de Colón:

“Esto que se sigue son palabras formales del Almirante en su libro de su primera nave-gación y descubrimiento d´estas Indias. ‘Yo’, dize él ‘porque nos tuviesen mucha amistad, porque cognoscí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra sancta fe con amor que no fuerza, les di a algunos d´ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho plazer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estávamos, nadando, y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocavan por otras cosas que nos les dáva-mos, como cuentecillas de vidrio y cascaveles. (...) Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mugeres, aunque no vide más que una farto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide más de XXX años, muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos cuasi como sedas de cola de cavallos e cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. D´ellos se pintan de prieto, y d´ ellos son de la color de los canarios (de las islas Canarias), ni negros ni blancos, y d´ellos se pintan de blanco y d´ellos de colorado y d´ellos de lo que fallan; y d´ellos se pintan las caras, y d´ellos todo el cuerpo, y d´ellos solo los ojos, y d´ellos solo el nariz. Ellos no traen armas ni las cognoscen, porque les amostré espadas y las tomavan por el filo y se cortavan con ignorancia. (...) Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos.8

6 Consuelo Varela. Cristóbal Colón. Los cuatro viajes. Madrid, España: Alianza Editorial. El libro de bolsillo, no. 1149, 1984. p. 61 (las negritas son nuestras).7 Stephen Marlowe. Memorias de Cristóbal Colón. Madrid, España: Mondadori, 1987, pp. 236-237.8 Ibídem, pp. 62-63 (las negritas son nuestras).

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Los indios físicamente desnudos, también son, para los ojos de Colón, seres despo-jados de esa identidad cultural de vestirse; que se caracterizan, en cierta forma, “por la ausencia de costumbres, ritos, religión (lo que tiene cierta lógica, puesto que, para un hombre como Colón, los seres humanos se visten después de su expulsión del paraíso, que a su vez es el origen de su identidad cultural).”9

El vestido de los indios de América, bastante escueto por lo general, sólo ofrece interés para las relaciones entre los conquistadores y los nativos, por cuanto que entraban en él ciertos elementos codiciados por los europeos como objetos de valor, y contenía, además, algunas piezas que los propios europeos emplearon para su vestido:

Lunes, 22 de Octubre.

Toda esta noche y oy estuve aquí aguardando si el rey de aquí o otras personas traerían oro o otra cosa de sustancia, y vinieron muchos d´esta gente, semejantes a los otros de las otras islas, así desnudos y así pintados, d´ellos de blanco, d´ellos de colorado, d´ellos de prieto y así de muchas maneras. Traían azagayas y algunos ovillos de algodón a resgatar, el cual trocavan aquí con algunos marineros por pedazos de vicrio, de tazas quebradas, y por pedazos d´escudillas de barro. Algunos d ellos traían algunos pedazos de oro colgados a la nariz, el cual de buena gana davan por un cascabel d´estos de pie de gavilano y por cuentecillas de vicrio, mas es tan poco que no es nada, que es verdad que cualquier cosa que se les dé. Ellos también tenían a gran maravilla nuestra venida y creían que éramos venidos del cielo (…).10

El indio no se vestía movido por un sentimiento de pudor, como los pueblos cristianos de Europa, sino que consideraba el vestido como adorno de su cuerpo y como medio para protegerse de las inclemencias y las agresiones del medio o para defenderse de las picaduras de los insectos. El ocultamiento de las partes “pudendas” como el taparrabos, representaba para los europeos, ya un paso de avance:

Estas mujeres llevan las piernas fajadas desde la pantorrilla hasta la rodilla con algodón hilado, para que parezcan gruezas, a cuyo adorno llaman coiro, y lo tienen por gran gentileza; y se lo aprietan de tal manera que si por algún motivo se les afloja, aquella parte de la pierna parece muy delgada. Esto mismo acostumbran en Jamaica los hombres y las mujeres, y aun se fajan los brazos hasta el sobaco, a guisa de brazaletes, que antiguamente se usaban entre nosotros. Son estas mujeres desmedidamente gruesas, tanto que alguna tenía un brazo y aun más de gordura; por lo demás son bien proporcionadas (…) Todas llevan el pelo largo y suelto por las espaldas, y no cubren cosa alguna de su cuerpo.11

(…) un pañizuelo entre las piernas o una bellota u otro fruto suspendido en un hilo y que oscilaba en el mismo lugar del cuerpo, a manera de rabo, para espantar a los insectos, era el único vestido de muchas indias. Y las muchachas llevaban encima, casi siempre, todavía menos prendas que las mujeres casadas.12

El traje de Eva antes del pecado original, la pintura con algunas materias colorantes, el tatuaje, un cinturón, las conocidas cintas o vendas para cubrirse las pantorrillas usadas por

9 Tzvetan Todorov. Op. Cit., pp. 44-4510 Consuelo Varela. Op. Cit., p. 7811 Hernando Colón. Vida del Almirante Don Cristóbal Colón. México: Fondo de Cultura Económica, Biblioteca Americana, 1984. p. 20912 George Friederici. El carácter del descubrimiento y la conquista de América. Tomo I. México: Fondo de Cultura Económica, 1987. p. 183

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las mujeres caribes o tupís son cosas admiradas por los europeos. Lo mismo que el culto a sus muertos a quienes sí vestían y llenaban de ornamentos:

“Los mejores vestidos y adornados eran los muertos. Cuando los misioneros se empeñaban en vestir a los hurones, éstos les dijeron lisa y llanamente que el vestirse era más propio de muertos que de vivos. Pronto se convencieron de ello los europeos desenterradores de tesoros y profanadores de tumbas. Las muchas indias ya núbiles, llenas de vida y ardor, andaban desnudas como sus madres las habían traído al mundo; en cambio los fríos y rígidos muertos yacían en la tumba cubiertos con todos los adornos, la pompa y las prendas de vestir que sus deudos hubieran podido conseguir. En la zona de colonización de los españoles y portugueses, la codicia de los conquistadores veíase tentada irresistiblemente por las joyas encerradas en las tumbas, por los valiosos adornos con que se enterraba a los muertos: diademas de piedras preciosas, los collares y prendedores de oro, las perlas y otras gemas, los adornos de oro, plata y piedras preciosas que exoneraban las orejas, las narices y los labios de los cadáveres. En cambio las telas de los vestidos tenían escasa importancia y eran desdeñados.”13

Cierto es que también el indio desnudo pasaba por una criatura sucia. A los ojos del europeo su piel era tosca, áspera, curtida por el sol y aparecía arañada y ensangrentada, muchas veces, por las espinas de las zarzas y las ramas punzantes de la selva; su cuerpo aparecía cubierto de barro o de polvos según que viviera y cazara en lugares húmedos y pantanosos o en sitios arenosos y secos. La abigarrada pintura de colores oleaginosos con que se cubría y que constituía, a un tiempo, un adorno y una protección contra las inclemencias del tiempo, las picaduras de los insectos y un talismán contra los espíritus malos, se disolvía rápidamente y contribuía, mezclada con el sudor del cuerpo, a que se adhiriera a éste, como una costra, el polvo y el lodo. Pero esta “suciedad” sólo duraba unas cuantas horas: los niños y las niñas a quienes sus madres –como ocurría en todas partes de América— sumergían en un baño frío casi inmediatamente después de nacer, y no dejaban desde entonces hasta el final de su vida, a menos que cayeran enfermos de una dolencia grave, de bañarse varias veces al día.

Por otro lado, como podemos constatar, al juzgar por las cartas y crónicas de la época, dentro de las cosas que más llamaron la atención de los descubridores, luego conquistado-res; fueron las relativas al oro, a la desnudez de los nativos y a la oportunidad que había de convertirlos al cristianismo.

Al encontrar que esos indios estaban en estado “puro” o tribal, que no usaban el hierro para sus armas y que estaban desnudos; son vistos como buenos vasallos. El tomar como esclavos a seres desnudos está ampliamente justificado, porque son “inferiores”, sin reglas (porque no hay más ley que la europea).

Esto les “obliga” a evangelizarlos: “derecho de gentes” (salvar infieles). Porque estar en estado natural, es formar parte de la naturaleza; mientras no estén evangelizados, igual a vestidos; no son gentes o cristianos; serán “gentes sin razón”: desnudos.

13 Ibíd.

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Otro referente que también cruzó el Atlántico, fue el “hombre salvaje”, ser mitológico que, aunque representa el Caos anterior a la Creación, logró sobrevivir en el Medievo cristiano y en la América recién descubierta. Siempre desnudo, con pelambre propio y llevando o apoyándose en un bastón –como el de la baraja-. Ese extraño ser es una mezcla de hombre, bestia y criatura mística; se le utilizó tradicionalmente como soporte de escudos de armas o bien como guardián de palacios, pues se suponía que inspiraba terror. Este ser viene a contrastar con el aspecto de esos salvajes trasatlánticos, cuya falta absoluta o relativa de vello, obligatoriamente hacía pensar a los europeos que los indios por ser lampiños tenían que ser también débiles e impotentes. Del bíblico Sansón en adelante (Misopogón el Cid), había sido asociado con el pelo y su fuerza; y los vellos a la idea de vigor físico. Era un hecho que entre los europeos “civilizados”, el pelambre se asociaba con la gallardía corporal y en concreto con la potencia viril.

Por su parte, el cronista Guillermo Coma, al describir a los indios, hace mención de la falta de vello, además del aspecto que tenían las mujeres y de la forma en que éstas danzaban con una actitud que él mismo no acaba de descifrar si lo hacen con “malicia” o sin recato:

“Sus cuerpos, de color rojizo, guardan armonía y belleza de miembros. Sus uñas son hermosas y pulidas; sus dientes, blancos como el marfil; sus ojos, garzos con motas de colores; su pelo, negruzco, suelto y largo; su cabeza achatada y su frente, ancha. No les crece la barba por tener el pelo ralo. Viven hasta una edad muy avanzada, y en los viejos rara vez se encuen-tran canas. El mismo porte y estatura tienen las mujeres; se colorean con pinturas y se tiznan con unciones sin moderación. Es el tinte una tierra que se cría en la isla, que me inclino a pensar que sea la ‘rúbrica’: este es el común afeite de todas. Si se contempla de lejos sus caras untadas con ese pigmento, se diría que están ensangrentadas y con la piel arañada. Por la mañana, al quebrar el alba, se lavan con esmero en el río próximo con agua clara, no se sabe bien si por superstición o para hermosearse. Son de ademanes muelles y de andares lascivos; juegan con los nuestros y coquetean sin recato, con tal que no se trata de nada vergonzoso, pues se ofenden si se abusa de las bromas. Bailan de la siguiente manera: muchas, cuyo cabello ciñen diademas y mitras, salen al tiempo de un mismo sitio, ya emprendiendo una carrera, ya con movimientos reposados. Las laminillas que llevan metidas en sus dedos causan, al chocar entre sí, un repiqueteo no desagradable. A este son y con voz no discorde y cántico no desabrido, hacen ‘dispuestas a mostrar su flexibilidad, una danza muy muelle y dislocada con contorsiones sinuosas’ en un orden bellísimo, entrelazándose a veces en una cadena variada e inextricable sin que ninguna sobresalga de las demás ‘con gran admiración de quienes las contemplan’, tras agitarse con descaro en el baile y fatigarse con movimientos desvergonzados aceleran el ritmo al mismo compás y terminan esa danza prolongada con un giro.”14

También con asombro por la falta de vello en los indios, los describe el relator que acompañó en sus viajes a Colón, el doctor Álvarez Chanca, además de rematar con su interés por el oro:

“La diferencia destos a los otros indios en el ábito es que los de Caribe tienen el cavello muy largo, los otros son tresquilados e fechas cien mil diferencias en las cabezas cruzes, e de otras pinturas en diversas maneras, cada uno como se le antoja, lo cual se hazen con cañas

14 Juan Gil y Consuelo Varela. Cartas de particulares a Colón y Relaciones coetáneas. Madrid, Alianza Universidad, No. 398, 1984. p. 210 (las negritas son nuestras).

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agudas. Todos, ansí los de Caribe como los otros, es gente sin barvas, que por maravilla hallares ombre que las tenga. Estos caribes que allí tomaron venían tiznados los ojos e las cejas, lo cual parece que hazen por gala, e con aquello parecían más espantables. (…) Toda esta gente, como dicho tengo, andan como nacieron, salvo las mugeres d´esta isla traen cubiertas sus vergüenzas, d´ellas con ropa de algodón que les ciñen las caderas, otras con yervas e fojas de árboles. Sus galas d´ellos e d´ellas es pintarse, unos de negro, otros de blanco e colorado, de tantos visajes que en verlos es bien cosa de reir; (...) En conclusión, que todo lo que allá en nuestra España quieren hazer en la cabeza de un loco, acá el mejor d´ellos vos lo terná en mucha merced. Aquí estamos en comarca de muchas minas de oro…”.15

Otros elementos de la apariencia externa de los indios que atrae la atención de los europeos fueron los adornos de plumas, tal como la pintura en el cuerpo. Martín Fernández de Enciso, en Santa María admira los multicolores paños de algodón, que “cosa de ver”; pero sobre todo los estupendos tejidos de plumas, más bellos que cualquier artefacto europeo:

(...) unas como diademas grandes que se ponen las señoras en la cabeza, que les llega fasta a la cintura, como los cabos de la mitra de los obispos, y ésta es tan bien obradas, que es maravilla de ver la diversidad de los colores e la obra e artes dellas, e como son las colores naturales e proprias, parecen tanto bien, que ninguna obra artificial de las que acá obran es tan buena ni tan agradable a la vista.”16

La ornamentación con plumas y la descripción de las aves con referencia a las especies europeas como el vederol seguirán siendo, a la mirada de los europeos, un atributo proverbial del semidesnudo salvaje americano. Simón Verde también describe estos adornos:

Encontraron también en esta isla en las casa de estos ‘cambalos’, que así se llaman acá, muchos papagayos, grandes y hermosos; sus plumas son verdes, rojas y negras y de otros colores, tienen la cola larga como la tiene el verderol. Medí uno de ellos y encontré que de la cabeza a la cola, es decir, hasta el final, tenía un brazo y un cuarto de longitud. Tienen un pico infinito y casi todo blanco, y patas negras, la voz gruesa y villana. Estos se dice que los tienen para coger sus plumas con las que hacen algunos penachos y otros adornos muy bellos.17

Por su parte, Miguel de Cuneo trata de brindar una explicación de uso de la pintura en el cuerpo:

“En aquellos países hay muchos mosquitos que les causan gran fastidio; por esta razón los indios, untándose el cuerpo con aquellos frutos que tiñen de rojo y de negro, remedian quizá su molestia; pero nosotros no encontramos mejor remedio que estar en el agua.”18

Detrás de la pintura está el indio. Ésta es su unción con la naturaleza. La de ellos, no es máscara: es ser, no parecer. Es verdad que se pintan el cuerpo de negro, de rojo y de otros colores, pero el Almirante desde los primeros momentos que los vio, supo: “que lo hacen

15 Ibídem, p.p. 162-163 (las negritas son nuestras).16 Antonello Gerbi. La naturaleza de las Indias Nuevas. México: Fondo de Cultura Económica, 1978. p. 10517 Juan Gil y Consuelo Varela. Op. Cit., p. 21018 Ibídem, p. 252

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por el sol, que no les haga tanto mal” (cfr. 13 de enero de 1493). Primer intento de una explicación racionalista de los ritos y costumbres de esos “salvajes” y primera alu-sión a su delicada constitución, que será luego uno de los más frecuentes argumentos de Fray Bartolomé de las Casas para tratar de dignificarlos.

En otro momento, a su regreso de su primer viaje, el Almirante –sabedor de la importancia de la apariencia externa— después de mandar el informe por delante, con un correo preparó a los nativos para presentarlos ante la corte española, esto es, los presentó vestidos:

(...) el Almirante compró ropas adecuadas para su rango y formó una comitiva con algunos de sus oficiales, criados alquilados y seis de los sufridos indios. Estos últimos iban vestidos a su manera (grandes plumas y adornos de oro y huesos de pescado) y portaban jaulas con loros. La noticia se difundió y, sin duda, todo el que pudo se congregó a lo largo del camino, para admirar a esos extraños y bien parecidos hombres, que tan distintos eran de los integrantes de cualquier comitiva europea.19

Pero, ¿cómo era la apariencia de los españoles? Ante los asombrados ojos de los indígenas antillanos, se les presentó una especie de seres provenientes del mar, hombres dioses, a lo mejor demonios, acorazados, barbudos, tonantes y humeantes, con el rostro pálido. Vestidos de colores oscuros, que predominaban entonces en el vestuario masculino, “que consistía en camisa y capa hasta la cintura, gorra adornada a veces con plumas o prendedores y en ocasiones una capucha.”20

Arcabuz reluciente, o calzas “muy picadas, a la moda, y muchos papos de tafetán y enforros de seda y telas de brocado (Gonzalo Fernández de Oviedo criticaría este atuendo: ‘Esas calzas y zapatos acuchillados no valen nada para tierras tan emboscadas y espesas de árboles y espinos como son las Indias, donde tantos ríos se han de nadar y tantas ciénegas y pantanos se han de pasar’.21), garboso talle, una barba peinada, ‘estos jubones y calzas muy cortados, e aquellos papos a la soldadesca…; estos zapatos de seda y carmesí que veo usar a hombres que no tienen qué comer, y que son ridículamente inútiles en una tierra que es toda bosques y montes y corrientes de agua, todas junglas espinosas y pantanos”.22

El encuentro tenía, para ambas partes, tanto el atractivo como la amenazadora atmósfera de lo nuevo y sorprendente. De lado de los indígenas, la reacción era, por lo general, de tímido retraimiento ante la aparición de los europeos; pero a menudo también iban al encuentro de los extranjeros con curiosidad franca y abierta, amén de un derroche de generosidad y hospitalidad, y sólo en casos excepcionales el com-portamiento fue hostil.

19 Samuel Eliot Morison. Cristóbal Colón, Marino. México: Editorial Diana, 1966. p. 9620 Luis Weckmann. La herencia medieval de México II. México: El Colegio de México, 1984. p. 72921 Antonello Gerbi. Op. Cit., p. 38222 Ibídem, p. 582

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Los españoles observaron con asombro su airosa, su casi completa desnudez y notaron con gran interés que algunos llevaban suspendidos de la nariz colgantes de oro puro. La inocencia y la generosidad de esa especie de niños –“le invitaban a uno a compartir cual-quier cosa que poseían y muestran tanto amor como si sus corazones estuvieran preñados de él, escribió Colón— su desconocimiento del dinero y del hierro, aunado a su desnudez, sugerían a cualquier europeo “educado, civilizado” que esas gentes eran los continuadores de la Edad de Oro.

A este respecto, Pedro Mártir de Anglería, considerado el primer historiador del Nuevo Mundo, escribió: “Parecen vivir en ese mundo dorado del que tanto hablan los antiguos escritores, donde los hombres vivían sencilla e ingenuamente, sin la coacción de las leyes, sin querellas, sin jueces, ni papeleo, contentos tan sólo con satisfacer sus necesidades naturales.”23

Por su parte Fernández de Oviedo, está pronto a reconocer la virtud y el pudor incluso entre los indios, si bien en una ocasión dice que andan desnudos sin “vergüenza” porque no saben qué cosa es “vergüenza”. Lo que representa, el encuentro con la Edad de oro, de la primigenia inocencia y beatitud entre los desnudos salvajes de las Indias.

En la Europa del siglo XV y concretamente en España, la moda de 1492, requería que las mujeres fuesen vestidas con pesadas telas de la cabeza a los pies, de modo que una comu-nidad en la que las nativas llevaban menos que un traje de baño, o más concretamente, un bikini por toda vestimenta, constituía realmente una novedad, además de evocar un estado de inocencia análogo al de Adán y Eva antes de la caída en la tentación.

Por otro lado, el clima en el nuevo continente fue para Cristóbal Colón, como el mayo del viejo continente. Además que la belleza del paisaje induce al Almirante a llamarlo Jar-dín. Donde cantan no sólo los ruiseñores, sino otros mil pajarillos y lentamente se menean al aire muchas especies de palmeras. Los naturales están quizá exentos del pecado original, son puros como el primer momento de Adán. Las ideas medievales de Cristóbal Colón y otros cronistas desencadenaron una nueva mitología.

O como dice Plinio el viejo en su Historia natural, obra que influyó definitivamente en el Almirante: “si las perlas, nacen del rocío que cae en las ostras”, Colón tendrá la certeza que aquí habrá muchísimas perlas en las Indias, puesto que el rocío es aquí copioso.

Y sigue el Almirante con su recuento de lo que más llama su atención como la existen-cia de oro aderezado con la presencia de seres mitológicos. Porque después de todo, él tiene la misión de ampliar la riqueza de sus patrocinadores, los reyes de España.

En Jamaica el oro se recoge en pedazos del tamaño de habas. En la provincia de Aván hay hombres con cola. Otra isla, del lado de levante, está poblada sólo de hembras, las infaltables Amazonas (6 y 13 de enero, 1493). Del océano salen tres sirenas, “bien alto del

23 Samuel Eliot Morison. Op. Cit., p. 68

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mar”, pero no tan hermosas como las hacen los pintores, ya que “en alguna manera tenían forma de hombre en la cara”.

Las criaturas de los antiguos mitos invaden las tierras y los mares recién descubiertos. La realidad se transfigura ya en confusa alucinada visión. Y el Almirante tiene prisa de volver para anunciar a sus soberanos y al mundo, con fórmula de hiperbólico orgullo que parecería modesta: “había hallado lo que buscaba” (9 de enero de 1493).

Este éxito extraordinario se debió, entre otros, a un rasgo específico de la civilización occidental (capacidad de los europeos para “entender” a los otros), que durante mucho tiempo se había tomado como rasgo humano general, lo cual hacía que su florecimiento entre los otros se volviera entonces prueba de superioridad natural.

Una sociedad en la que las personas cedían de un modo fácil, rápido, espontáneo y abierto a los impulsos y a los sentimientos. Una sociedad en la que los sentimientos actuaban de manera más libre y, por lo tanto también, de una forma para los europeos, desordenada, anár-quica. No podía ser comprendida por otra en la que las formas de comportamiento aparecen cargadas de todo tipo de tabúes, diversos grados de sentimientos, de vergüenza y escrúpulos.

En este su primer viaje, Colón encuentra el Paraíso: La Utopía. El paraíso siempre buscado (el ocio, las vacaciones eternas). Sin embargo, Colón busca oro, no paraísos; tiene que dejar el placer frente a lo utilitario y empieza a construir fuertes, como es el caso de La Navidad.

De esta manera, Colón viste el paisaje, y de paso viste a los indios. Empieza a destruir la Utopía. El paraíso siempre buscado y jamás tolerado; porque no es utilitario. Se enfrentan así: Desnudez vs. Vestido, pero también Ilusión vs. Realidad. Como quería Colón, los coloni-zados adoptaron sus costumbres y se vistieron.

Nota: No me queda más que agradecer bastante a los dictaminadores quienes con sus acertadas recomendaciones hicieron que este trabajo mejorara de manera sustancial.

Referencias bibliográficas:

• BITTERLI, Urs. Los “salvajes” y los “civilizados”. El encuentro de Europa y Ultramar. México: Fondo de Cultura Económica, Obras de Historia, 1982.

• CASSIRER, Ernst. Antropología filosófica. México: Fondo de Cultura Económica, 1968.• COLÓN, Hernando. Vida del Almirante Don Cristóbal Colón. México: Fondo de Cultura

Económica, Biblioteca Americana, 1984.• FRIEDERICI, George. El carácter del descubrimiento y la conquista de América. Tomo I.

México: Fondo de Cultura Económica, 1987.• GERBI, Antonello. La naturaleza de las Indias Nuevas. México: Fondo de Cultura

Económica, 1978.• GIL, Juan y VARELA, Consuelo. Cartas de particulares a Colón y Relaciones coetáneas.

Madrid, Alianza Universidad, No. 398, 1984.• HANKE, Lewis. La lucha por la justicia en la conquista de América. Traducción de Ramón

Iglesia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Suramericana, 1949.

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• LANDER, Edgardo (editor). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, Argentina: UNESCO/ Ediciones FACE/ UCV, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, 2000.

• MARLOWE, Stephen. Memorias de Cristóbal Colón. Madrid, España: Mondadori, 1987.• MORISON, Samuel Eliot. Cristóbal Colón, Marino. México: Editorial Diana, 1966.• TODOROV, Tzvetan. La conquista de América. La cuestión del otro. México: Editorial Siglo XXI,

1987.• VARELA, Consuelo. Cristóbal Colón. Los cuatro viajes. Madrid, España: Alianza Editorial.

El libro de bolsillo, no. 1149, 1984.• WECKMANN, Luis. La herencia medieval de México II. México: El Colegio de México, 1984.

VIRGINIA MEDINA ÁVILA es profesora e investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Acat-lán. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; Maestra en Letras Mexicanas y Doctora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ambos grados obtenidos con mención honorifica. Especialista en el estudio de los Fenómenos de la Comunicación Social, con énfasis en Semiótica aplicada, Comunicación Estratégica y Mar-keting Político. Autora de Imagina la Radio. Guiones para su historia y coautora del CD-Rom Escritores del cine mexicano sonoro 1931-2000, así como del texto Nuestra es la voz, de todos la palabra. Historia de la radiodifusión mexicana 1921-2007.

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47núm. 11, 2012, pp. 47-59

La herbolaria en la Nueva España y su empleo en la botica del Colegio de Vizcaínas 1775-1780

Herbalism in New Spain (Mexico) and its use in the Colegio de Vizcaínas pharmacy 1775–1780

Norma Balderas Sánchez [email protected]

Resumen:

El conocimiento de las plantas medicinales ha sido un factor indispensable que ha ayudado al hombre a combatir las enfermedades y los embates del clima desde hace muchos siglos atrás. En el caso

particular de la Nueva España, su medicina estuvo enriquecida tanto por los saberes anatómicos y bo-tánicos de sus primeros pobladores mesoamericanos, como por la herbolaria y las teorías humorales que trajeron consigo los europeos durante la conquista. No obstante, es hasta el último tercio del siglo XVIII, que aún se sabe sobre el menosprecio de los conocimientos indígenas en el mencionado campo, por la comunidad académica. En este sentido, el siguiente texto buscará desentrañar cómo funcionaba una botica virreinal, antes que la Cátedra de Botánica se estableciera y nuevas ideas transformaran la percepción de los novohispanos sobre sus recursos naturales. Para lograrlo se recurrirá al micro universo que fue el Colegio de Vizcaínas y el objeto de estudio son los recetarios que los médicos escribieron de 1775 a 1780, respecto a cuáles eran las medicinas que sus pacientes deberían tomar.

Palabras clave:

Nueva España, herbolaria, botica, Colegio de Vizcaínas.

Abstract:

The awareness of medicinal plants has been a major factor which has helped mankind both fight disease, and withstand the weather’s battering for many centuries. Particularly New Spain’s medicine was enhanced by the botanical and anatomical understanding provided by the first Mesoamerican settlers as well as by herbalism and the humoral theories that Europeans brought with them du-ring the conquest. Nevertheless, it was not until the last third of the XVIII century that the unde-restimation of the indigenous knowledge in the aforementioned field raised the Academic Com-munity’s interest. That is why this text intends to disentangle the way pharmacies worked during the

viceroyalty period before the Cátedra de Botánica (Botanics Professorship) was established and even before new ideas transformed the New Spainers’ perception of their natural resources. In order to attain this goal we will turn to the micro universe of the Colegio de Vizcaínas (Vizcaínas College) and the subject of study are the prescription pads wri-tten by doctors from 1775 to 1780, used for writing prescriptions to their patients.

Keywords:

New Spain, Herbalism, Pharmacy, Vizcainas College

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Hoy en día cuando se tiene algún dolor o malestar en el cuerpo, es común que se recurra en primera instancia al típico té que ha sido recomendado generación tras generación, dejando para después al antibiótico recetado por el médico de cabe-

cera. Esto puede suponer que las razones que anteponen a los remedios populares por sobre los medicamentos procesados, divergen entre los agentes químicos que contiene la aludida bebida, en conjunción con la fe ciega con la que el pueblo ha dotado a sus componentes y los ha calificado como benéficos.

Sin embargo, para comprobar la verdad científica detrás de la tradición, los investiga-dores más modernos se han dedicado a la ardua tarea de analizar cuáles son las propiedades naturales responsables de dichos efectos; sorprendiendo indudablemente los avances que se han logrado, gracias a la consulta de los viejos textos medicinales que una vez fueron desdeñados por su supuesta “superchería”. Motivo por el cual es de trascendental impor-tancia volver la mirada y reformular todo aquello que se daba por sentado; empleando como objeto de estudio, para esta ocasión, al Colegio de Vizcaínas, primera institución novohispana en ofrecer una educación laica a sus estudiantes y que hasta la fecha continúa con su labor académica. Las obras que se refieren a sus fundadores y a las niñas que ahí se instruían son abundantes, pero poco o casi nada se sabe sobre cómo y con qué eran tratadas las enfermedades que sus habitantes adquirían, resultando de ahí un entrañable micro universo provisto de toda una idiosincrasia y una serie de costumbres que por su singularidad es necesario rescatar.

Antes de abordar el estilo de vida que llevaban las alumnas, es importante conocer sobre el entorno general en el que se desarrollaba la sociedad de su tiempo y sus propios antecedentes con respecto a la medicina. Por lo que durante las primeras páginas el lector podrá encontrar un breve resumen de las diferentes prácticas curativas que se emplearon en el territorio a través de los años, para posteriormente entrar de lleno a lo concerniente con la botica de la mencionada institución.

La temporalidad en la que se basó este artículo se debe, en primera instancia, a que ya mucho se ha referido sobre los cambios que se dieron en la medicina, gracias a la Expedición Botánica de 1786; pero es imposible notar claramente las diferencias que se originaron, si antes no se tiene un punto de comparación como lo es el presente caso. Pues tal y como explica Hipólito Villarroel en el texto Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, hasta finales del siglo XVIII, varios recursos naturales oriundos del territorio, todavía eran desperdiciados a comparación de las “rancias, hediondas y desconocidas [hierbas medicinales] a que nos sujetamos por los recetarios y farmacopeas de los médicos, sacados de los oráculos.”1

Queda abierta la invitación para que los investigadores visiten el archivo Vizcaínas; donde además de existir información relativa a la educación femenina en el instituto y en otros colegios novohispanos, también se cuenta con toda una serie de textos referentes a la historia de los vascos en México. Disponiéndose asimismo, con una sección de fotografías y partituras musicales del colegio, que esperan por ser analizadas.

1 Hipólito Villarroel, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, México, Porrúa, 1999, p. 220.

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La herbolaria mesoamericana: entre ciencia y magia

Para hablar sobre las plantas y remedios que los antiguos mesoamericanos emplearon para tratar a sus enfermos, se debe tener en cuenta que muchos de sus documentos han desaparecido por el “peligro” que en su momento llegaron a representar durante la con-quista espiritual del territorio. Algunos de los vestigios que han quedado son los murales de Tepantitla y los frescos de Bonampak2 por ejemplo, o los compendios que se crearon posteriormente a la llegada de los españoles.

Desgraciadamente y como suele acontecer en el oficio del historiador, estos documen-tos no pueden asegurarse totalmente representantes de las tradiciones precolombinas por el simple hecho que su fecha de elaboración y los términos que emplearon ya denotan la intervención europea. Aún así, y gracias al valioso trabajo de varios estudiosos, se han podi-do identificar las características principales de la medicina indígena y bajo qué parámetros clasificaban a las plantas que ellos manipulaban.

La enfermedad para los nahuas podía ser producto de una deidad que estaba molesta por el quebrantamiento consciente o inconsciente de alguna prescripción religiosa por el hombre, la acción de un brujo o la influencia del calendario. Sin embargo, también enten-dían que el hombre era capaz de repercutir en su vida a través de sus acciones; razón por la cual en sus remedios, lo mágico y el conocimiento empírico iban tomados de la mano.

Era considerado buen médico aquel que tenía un amplio conocimiento de las plantas y las distintas partes del cuerpo, mientras que el mal médico era “inhábil, en lugar de sanar empeora a los enfermos con el brebaje que les da. Y aún a las veces usa hechicerías o supers-ticiones por dar a entender que hacen buenas curas.”3 Aquellos que estaban predestinados a dedicarse a la medicina4 podían llegar a ella a razón del día de su nacimiento,5 el tener algún defecto físico y/o la simple herencia del oficio que practicaban sus padres.6

Para la venta, preparación y dispensación de los remedios y medicamentos intervenía otro personaje que recibía el nombre de Panamacani o Panamacac, del cual existían dos variantes: “Los Papini, quienes utilizaban plantas narcóticas para conocer el diagnóstico y encontrar el tratamiento del paciente y los Tepatiani que conocían las propiedades y secre-tos de las plantas con fines curativos y mágicos.”7

2 Para conocer sobre las plantas que en los murales se representan, véase a Xavier Lozoya, Los señores de las plantas. Herbolaria y medicina en Mesoamérica, México, Pangéa Editores, 1990, pp. 25-33.3 Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España. Tomo 2, México, Editorial Patria, 2ª edición 1989, p. 597.4 Entre los mexicas, Titici o Tlámatica era como se llamaba a los médicos que atendían los problemas “generales” de salud. Mientras que para sanar una fractura o luxación se debía recurrir con el Tepoztecpahtiani. Por su parte al cirujano se le denominaba Texoxotlaticitl y a los sangradores se les llamaba Tezoctectezoani. Existiendo también el especialista en ojos conocido como Texpatiani, el que curaba los males en el oído, Tenacazpatiani, y el responsable del cuidado de los dientes, Tlancopinaliztli. La evolución de la farmacia en México, México, UNAM: Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, 2001, p. 17.5 Para el pueblo mexica, el tiempo podía ser contabilizado a través de dos calendarios distintos, el Xihuitl y el Tonalpohualli. Este último en particular, era empleado para adivinar el futuro. Cada vez que un niño nacía, era costumbre que se le llevara con el Tonalpouhque, quien pronosticaba el porvenir del infante a través de su fecha de alumbramiento. Eduardo Matos Moctezuma, Tenochtitlan, México, F.C.E., 2006, p.149.6 María del Carmen Anzores y Bolaños, La medicina tradicional en México. Proceso histórico, sincretismo y conflictos, México, UNAM, 1983, pp. 49-50.7 “Los Panamacac conocían varias formas farmacéuticas semejantes a las actuales: los zumos Pascatl, extraídos de hojas, raíces y flores frescas, las infusiones y cocimientos de las mismas partes, jarabes, aceites, emulsiones, polvos, pastas, ungüentos, emplastos y pociones.” Juan Francisco Sánchez Ruiz y Valentín Islas Pérez, La evolución de la farmacia en México, México, UNAM: Facultad de Estudios Superiores

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La clasificación botánica tenía tres grandes órdenes naturales que eran: las plantas leñosas, mentales o flores y las plantas medicinales, dándose también la identificación de plantas por familias como la de los frutos agrios y la de los frutos dulces, entre muchas otras,8 llamándose Ticiámatl o Amochpatli, los libros que contenían dichos saberes.9

Las invocaciones y los conjuros fueron otros de los elementos propios de sus métodos curativos junto con las mandas, las extracciones y las famosas limpias. La mezcla entre lo sobrenatural y los efectos químicos que las hierbas provocaban en el hombre ocasionó que posteriormente los españoles vieran con malos ojos a estas prácticas y se les persi-guiera por brujería. Pero de eso se hablará más adelante cuando se toque lo concerniente al Protomedicato.

El mestizaje de la herbolaria. Chalchiuhtlicue y Dios Padre

Entre las cosas que más impresionaron a los europeos cuando llegaron a América es-tuvo la increíble riqueza tanto vegetal como animal que había en el territorio. Personajes como Cristóbal Colón y Hernán Cortés fueron de los primeros en alabar el variado conoci-miento que tenían los aborígenes sobre sus recursos naturales, tal y como se puede apreciar en la descripción que hizo el conquistador sobre la zona comercial de México-Tenochtitlan:

“Hay calle de herbolarios, donde hay todas las raíces y hierbas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casa como de boticarios donde se venden las medicinas hechas. Así potables como ungüentos y emplastos… Venden mucha leña y carbón y hierbas de comer y medicinales…”10

La necesidad de curar sus cuerpos maltrechos y cansados por las batallas y el clima obligó a los españoles a recurrir en un principio a los médicos indígenas, ya que sus hombres se en-frentaban ante enfermedades y plantas que en sus vidas habían conocido. Más la incapacidad por adaptar ciertas prácticas al entorno y la búsqueda por cumplir otro tipo de exigencias impulsó a Cortés a solicitarle a su majestad en 1524, el envío de una cantidad considerable de plantas originarias del Viejo Mundo.

Con el arribo de la medicina oficial europea, la teoría de los humores de Hipócrates y la de los “contrarios” de Galeno,11 el tratamiento mesoamericano de la salud fue transfor-mado considerablemente. Los principios galénicos dieron origen a la clasificación de los medicamentos en tres grupos.12

1. Sustancias que actúan por sus cualidades elementales de calor, frío, humedad y sequedad.

2. Medicamentos que combinan más de una cualidad elemental u otros temperamentos.

Zaragoza, 2001, p. 17.8 Lozoya, op. cit., p.38.9 Sánchez Ruíz, loc. cit.10 Hernán Cortés, Cartas de relación, México, Porrúa, Colección Sepan Cuantos, 2005, p.78.11 Para Hipócrates, en el cuerpo existían cuatro sustancias diferentes: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la negra. Éstas a su vez estaban relacionadas con los cuatro elementos principales: tierra, fuego, agua y aire. Cualquier desequilibrio entre ellos podía causar en el hombre enfermedad y/o afectar su estado de ánimo. Por lo que según la teoría de los contrarios, para nivelar el calor y la humedad, se debía recurrir al frío y a la sequedad.12 José Sanfilippo B., “La aculturación de las plantas medicinales mexicanas a la medicina europea” en La investigación científica de la herbola-rias medicinal mexicana, México, Secretaría de Salud, 1993, p. 40.

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3. Medicamentos con efectos específicos bien conocidos como los purgantes, vomitorios, diaforéticos, eméticos, etc.

Y para la consulta sobre productos medicinales de origen animal, vegetal y mineral, el médico medieval consultado por excelencia hasta el siglo XIX fue Pedanius Dioscórides Anazarbeo con su Materia Médica.

La resignificación de los recursos naturales y el nacimiento de una nueva medicina ocurrieron en 1565 cuando se publicó la Primera parte de las cosas que traen de las Indias Occidentales, del médico sevillano Nicolás Monardes. En su libro, el investigador analiza las plantas novohispanas desde sus elementos curativos, con una explicación científica de los efectos humorales de cada planta.

Cinco años después, la primera expedición científica emprendida por iniciativa de la Corona Española tuvo lugar. Su encargado, Francisco Hernández se dio a la copiosa tarea de reunir un sin número de plantas y terminó por rematar la resignificación de conceptos que había iniciado Monardes desde España.13

Por otro lado, los indígenas también aportaron su granito de arena a través de los textos producidos en el Colegio de Tlatelolco, donde aprendieron y adaptaron las recetas medicinales extranjeras.14 Los mismos informantes de Sahagún, durante la conformación de la Historia general de las cosas de la Nueva España van dando evidencias de un proceso de culturización que apenas comenzaba.

Será hasta el siglo XVIII con el cambio de dinastía, que los Borbones se interesen por conocer mejor sus territorios y propiedades para una óptima explotación; iniciándose así en 1787 la Real Expedición Botánica que incluía una cátedra. Además, para todos aquellos alumnos que estaban estudiando medicina, se volvió obligatorio que asistiesen al recién construido Real Jardín Botánico de la Ciudad de México, para que de esa forma sus conocimientos se vieran enriquecidos por la experiencia y aprovechasen mejor las cualidades curativas de las plantas oriundas de la Nueva España.15

No obstante, antes de explorar cómo es que funcionaba una botica durante el último tercio del siglo dieciocho, es importante que el lector conozca las condiciones en las que los farmacéuticos vivían hasta antes de 1788. Según explica Aceves Pastrana, los estudios sobre botánica anteriores a la fecha mencionada, no estaban relacionados con una profesión en específico. Esto quiere decir que no existía el puesto de botánico, ni tampoco se contaba

13 Ídem.,p. 49.14 “Con el fin de evadir la represión, los indios (también) cambiaron los nombres de muchas de sus plantas para confundir a frailes y sa-cerdotes que los acusaban ante el Tribunal del Santo Oficio por considerarlos herejes y practicantes de brujería. La nomenclatura botánica se llenó entonces de términos cristianos referidos a antiguas yerbas medicinales aztecas cuyo uso se había prohibido. Así surgieron nuevos nombres de plantas tales como “codo de fraile” (antes yoyotli), “purga de ánimas” (antes mecapatli), “palo santo” (antes motlalcuahuitl), etc.” No obstante algunas otras quedaron prohibidas definitivamente por la fuerte carga mágico-religiosa con la que los indígenas las habían clasificado. Xavier Lozoya, La herbolaria en México, México, CONACULTA, 1999, p.20.15 “Conviene destacar que los dos de los pilares fundamentales de la formación de los farmacéuticos eran la botánica y la química. La primera especialmente en la parte dedicada a la materia médica, siendo los simples de origen vegetal los más usados en las preparaciones farmacéuticas; y la segunda como herramienta indispensable en la elaboración de los diferentes remedios minerales o en las preparaciones de carácter mixto.” Patricia Aceves Pastrana, “La renovación de la farmacia en la Nueva España a finales del periodo colonial” en Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 2004, vol. 70, p. 128.

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con una enseñanza institucionalizada sobre las facultades benéficas de las hierbas. Fue a través de la inauguración del Jardín Botánico y la difusión de sus descubrimientos que el despotismo ilustrado buscó, entre otras cosas, debilitar el modelo gremial de los médicos y mejorar las condiciones sanitarias.16

Por otro lado en la Nueva España, a diferencia de la Península, los cirujanos y boticarios nunca pudieron ser reconocidos como protocirujanos y protofarmacéuticos, y los médicos se mantuvieron al frente del Protomedicato17. Mientras que en 1780 en España, el tribunal de dicha institución quedó dividido en tres audiencias: de cirugía, medicina y farmacia.18

Evidentemente muchas fueron las personas que no pudieron ser validadas por las autoridades, ya sea por la falta de conocimiento y capacidad en el campo de la medicina,19 como por la imposibilidad de los más humildes por reunir todos los requisitos que se les pedían, lo que nos lleva a entender el por qué es tan sencillo encontrar en los registros del Archivo General de la Nación (AGN), varios casos contra médicos y curanderos que habitaban en regiones alejadas y que huían del ojo vigilante del Protomedicato.20

El Colegio de San Ignacio de Loyola (Vizcaínas) y su botica

Refiriéndonos ahora a la institución que nos atañe, en noviembre de 1732, el rector de la cofradía de Aránzazu, Doctor Juan José Eguiara y Eguren, responsable también de la creación de la “Biblioteca Mexicana” en la Real y Pontificia Universidad de México, mandó a votación la conformación de un colegio para la instrucción de la mujer.21 La respuesta afirmativa no se hizo esperar, sin embargo, para que el proyecto se consumara, antes los vascos tuvieron que enfrentarse a la autoridad papal que deseaba la injerencia en la naciente institución.

Durante aquel periodo es importante aclarar, que la Corona española se encontraba en un proceso de centralización y simultáneamente requería de más fondos que le llegaran a sus arcas, por lo que la idea de tener un organismo más bajo el poder de la Iglesia no era de su conveniencia. Razón por la cual el monarca dio su voto a favor por la autonomía del colegio tras largos años de espera. De esta forma en 1767 se abrieron las puertas de Vizcaínas para las hijas de la comunidad vasco-navarra y para aquellas mujeres que habían enviudado

16 Patricia Aceves Pastrana, Química, botánica y farmacia en la Nueva España a finales del siglo XVIII, México, Universidad Autónoma Metropo-litana, Unidad Xochimilco, 1993, p. 75.17 El Protomedicato fue el organismo responsable de evaluar a cada uno de los pasantes y vigilar, entre otras tantas funciones, que ninguna persona que no hubiera sido examinada por él pudiera ejercer. Los requerimientos para ser farmacéutico, previamente a la conformación de la cátedra de botánica, eran: ser español, presentar la fe de bautismo, llevar una vida recta y de buenas costumbres, tener una constancia de limpieza de sangre en donde se autentificara que cuatro generaciones atrás no había existido familiar musulmán o judío, constancia de haber practicado la farmacia con un profesor aprobado por el Protomedicato, saber latín y tener al menos 25 años. Además que se debía aprobar un examen teórico-práctico y pagar setenta pesos. Sánchez Ruíz, op. cit., p. 29.18 Aceves, op. cit., p.45.19 Para llevar a cabo los exámenes se reunían a tres protomédicos y a un maestro farmacéutico como sinodal. La primera parte de las prue-bas estaba dedicada a la lectura de varios pasajes en latín de la Pharmacopoeia matritensis, para pasar consecutivamente a un examen teórico en el que el aspirante debía denotar su capacidad argumentativa. Finalizando la inspección con una práctica en la botica del sinodal, en la que el objetivo era demostrar el conocimiento en los pesos y medidas para realizar las preparaciones requeridas y explicar sus utilidades. Aceves, op. cit., p. 128.20 El castigo por medicar sin licencia podía variar entre el destierro y la condena de muerte. Motivo por el cual algunas de las plantas que llegaban a recetar los curanderos adquirían grandes precios por lo difícil que era conseguirlas. De igual manera otro aspecto que perjudicó a la herbolaria indígena fue la prolífica difusión de las hierbas europeas que en cualquier lugar eran cultivadas. Xavier Lozoya, Plantas, medicina y poder. Breve historia de la herbolaria mexicana, México, Editorial Pax México, 1997, p. 89.21 Elisa Luque Alcaide, La cofradía de Aránzazu de México (1681-1799), España, Ediciones Eunate, 1995, p. 92.

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y no tenían lo suficiente para sostenerse. Los gastos para el mantenimiento de las mismas y del edificio correrían a cargo de las limosnas recibidas y del dinero de la cofradía, siendo ésta última la que tendría el control absoluto de las decisiones administrativas; tales como la elección de la rectora y los capellanes.22

La estructura de una familia amplia fue la organización que se implantó para mantener un equilibrio entre las alumnas. Ellas eran divididas en viviendas con nueve niñas cada una, más una superior que fungía como una madre para sus compañeras.23 Los siguientes pelda-ños en la escalera administrativa eran la secretaria, la vicerrectora y la rectora. Cumpliendo esta última con la función de entrevistarse cada mes con la junta menor para discutir todo lo concerniente a la institución y a sus observaciones con respecto al rendimiento de las muchachas. Pero conforme la demografía fue aumentando, más puestos se tuvieron que crear como la prefecta de coro y la celadora de la escoleta de música.24

Volviendo ahora a las cuestiones de salud, días después de la inauguración del colegio, el 27 de septiembre de 1767, José Corteseros fue nombrado médico de las colegialas, con un sueldo anual de doscientos pesos.25 Éste se entregaba en tres exhibiciones de sesenta y seis pesos y seis reales durante el mes de octubre y las otras dos restantes al siguiente año, por sesenta y seis pesos y cinco reales en junio y sesenta y seis pesos y seis reales en febrero.26 De la misma forma se contrató como cirujano a Domingo Rusi,27 y se encomendó a Fran-cisco Besartia, dueño de la botica situada en el Puente del Espíritu Santo, la provisión de medicinas.28 Con todo, para el año de 1778 Vizcaínas atravesó por serios problemas econó-micos que repercutieron en los gastos de la capilla, reparos de la fábrica material, médicos y botica. Estando la atención médica en el segundo lugar como el gasto más fuerte para los cofrades y el gasto del culto en primera instancia.

Además, también se sabe por los registros que de 1775 a 1780, los cargos de médi-co y cirujano variaron constantemente entre Domingo Russ,29 Manuel Antonio Moreno y Francisco Camarena. El único que permaneció en su puesto fue el sangrador Antonio José

22 Ídem.23 Esta maestra debía educar a sus pupilas en la religión y en la formación moral. La preparación de alimentos y el aseo de estas pequeñas “casas” era responsabilidad de sus propias inquilinas, quienes no tenían permitido tener sirvienta alguna que las auxiliara. Sólo las más pequeñas quedaban exentas del trabajo pues, el estudio era en lo que se debían concentrar.Ídem., p. 280.24 Pronto la popularidad de San Ignacio de Loyola atrajo a señoritas que pagaban anualmente 120 pesos para poder entrar. En 1790 se ubicaron en la planta baja escuelas públicas y gratuitas para todo tipo de mujeres. Además que también existieron las nombradas porcio-nistas, quienes respondían por su instrucción a través de la venta de sus bordados, trabajos de flores, etc. Sin olvidarnos por supuesto de las jóvenes pensionadas que estaban a cargo de sus respectivos benefactores. Ídem.25 Enrique de Olavarría y Ferrari, El Real colegio de San Ignacio de Loyola, vulgarmente, Colegio de las Vizcaínas, en la actualidad, Colegio de la Paz: reseña histórica, México, 1889, p.84.26 Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas “José María Basagoiti Noriega” (en adelante AHCV), Estante 15, Tabla 1, Volumen 7, (en adelante E-, T-, V-).Pago del médico y el cirujano 1776.27 Apreciado por los miembros de la comunidad vascongada, Domingo Russi fue médico del virrey Bucareli y del arzobispo Alonso Núñez de Haro. Antes de radicar en la Nueva España ocupó el cargo de cirujano de la Armada de España, para después jubilarse de dicho puesto por su mayor interés en la cirugía.Ya estando en América, participó junto con otros cirujanos en la primera iniciativa que Antonio Arroyo, administrador del Hospital Real de Indios, presentó al marqués de Cruillas para crear una cátedra de anatomía en dicho hospital. En 1778, envió a la RSBAP una memoria sobre cómo le salvó la vida a unos mineros que sufrían afectaciones por el azogue, gracias al empleo de la balneoterapia y el oro fulminante. Además, Russi tiene entre otros textos las obras tituladas Memorias sobre la descripción de las virtudes de la planta llamada Ynmortal y Exposición sobre el origen, análisis, chimica del Pulque y del licor Chinquirito o aguardiente. Josefina María Cristina Torales Pacheco, Ilustrados en la Nueva España: los socios de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, México, Universidad Iberoamericana, 2001, pp. 299-301.28 Olavarría y Ferrari, loc. cit.29 Aparentemente se trata del mismo Domingo Russi que fue contratado como cirujano en 1767.

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Álvarez, quien percibía cincuenta pesos anuales bajo un sistema parecido al de los antes mencionados.30

Por otra parte y con base en la Constitución no. XX de San Ignacio de Loyola, la clau-sura de las niñas debió cuidarse a tal grado que se requería de un permiso especial para que cualquier otra persona ajena a la institución pudiera entrar. Por lo que, cuando alguna de las jovencitas caía enferma, la rectora debía expedir un permiso para que el médico, cirujano ó barbero del colegio entrara al edificio para cumplir su tarea.

No obstante, todo aquel que recibía el pase debía estar acompañado por dos ayudantes de las porteras hasta que él o los aludidos se fueran; y cuando la consulta requería de más tiempo, la rectora asignaba a dos colegialas de bastante edad, y confianza, para que vigilasen a los visitantes y estos no establecieran conversación con nadie ni recorrieran sin supervisión los recintos.

Por lo demás, el cuidado de las convalecientes recaía en una enfermera que podía contar con cuatro o más asistentes, según considerase necesario la rectora. Necesitándose la firma de la enfermera o de cualquiera de sus auxiliares para que el tesorero pudiera otorgar el dinero que se requería para la compra de las medicinas.31

Ahora, una botica común en la Nueva España estaba conformada por cuatro habitaciones, en donde el primer cuarto servía para la venta de los medicamentos. Los frascos en los que se conservaban las medicinas, se distribuían en los anaqueles que llenaban la habitación, haciendo uso también de la parte posterior del mostrador para guardar las plantas y botes de porcelana rotulados en latín, para su futura compra por los pobladores.

El segundo departamento, mejor conocido como “Rebotica”, era el almacén que alber-gaba las sustancias ya preparadas, siendo el tercero, el “Obrador” o “Pieza de las Hornillas”, el sitio en el que se ubicaban el alambique, la prensa y los demás aparatos necesarios para producir cocimientos, extractos, destilación de agua y fabricación de jarabes, junto con los medicamentos oficiales y galénicos.32 La última sala, nombrada “Pieza de Yerbas” fue, como su nombre lo indica, donde se resguardaban las flores, hojas, raíces y frutos que el farmacéutico empleaba para su trabajo.33

Los recetarios y sus particularidades

Para llevar a cabo un registro sobre de cuáles medicamentos necesitaba surtirse la botica y cuántas mujeres habían sido atendidas durante el año, cada 8 de julio el boticario empezaba un nuevo libro de recetas para las medicinas. Estos cuadernos se caracterizaban por estar escritos enteramente en latín, a excepción del nombre del paciente. Además, se tomaba nota sobre cuáles eran las cantidades que el convaleciente debía tomar, pero nunca se hacía especificación alguna sobre qué mal se estaba tratando. Motivo por el cual

30 AHCV, E-15, T-1, V-7, Pago del médico, el cirujano y el sangrador, 1778.31 Ídem., pp. 64-67.32 Sánchez Ruíz, op. cit., p. 32.33 En su obra Pharmacopoeia matritensis, Dioscórides dedica los primeros capítulos para explicar las maneras más idóneas para seleccio-nar los miembros del reino vegetal y animal que se usarán en pro de la salud, junto con cuáles son sus principales atributos en cuestiones médicas. Más adelante un cuadro de medidas con las que debe regirse el interesado y el correcto modo en el que deben ser aprovechados

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se presentan a continuación las memorias sobre qué contenía la botica de Vizcaínas durante 1775 a 1780, para posteriormente mencionar cuáles son algunos de los probables padeci-mientos que requerían la presencia de los polvos y aguas que aparecen en las listas.34

Para lograrlo se recurrió al Florilegio Medicinal de Juan de Esteyneffer, jesuita que se dedicó a reunir en un solo libro las diferentes plantas y tratamientos que son benéficos para el hombre.35 Por lo que es factible que el médico de Vizcaínas recurriera a este texto para el ejercicio de su profesión.36

Cordialero

Agua de la reinaAgua de la vida de las mus.Sal tártaraVomitoriosXp. PreparadoCreta blancaAgua de LiliaOjos de cangrejoCuerno de c.Polvos de diarrhodonPolvos de rosaSal prunelaPolvos de molleja de galloPolvos de víboraPolvos de castorEspermaDiacathalicon

Az[eite].

De lomb[rice]s.De castorDe zorra, o vulpiDe almacigaRosado De ajenjosDe 7 floresDe manzanillaDe adormiderasDe almen[dra]s dul[ce]sDe almen[dra]s amar[ga]sDe espicaDe rudaDe membrillo

Polvos o ungüentos

Ungüento rosadoUngüento de marciatonJuberaAtheaOsorioManzanasArthanitaNervino AgripaMaca. de asarPulpa de cañastófilaSumo de rosasde agrasB[alza]mo negroAceite de asuferasDe yema de huevoDe alcaparrasDe eneldo

Jarabes

Jarabes de amapolaDe clavel De culantrilloDe 5 raícesDe adormiderasDe manzanas De coral violadoMiel rosadaDe corteza de naranjaMiel virgen

Memoria de los medicamentos que contiene el botiquín

sus instrumentales de trabajo también pueden ser consultados. Dioscorides, Farmacopea matritense en castellano, trad. por D. Cosme Martínez, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1823, pp.3-8 y 95-104. 34 Las divisiones que aquí aparecen corresponden a la separación original con la que el médico clasificó los medicamentos con los que contaba la botica. Las abreviaturas fueron desatadas, a excepción de aquellas que se desconocen.35 Su compendio fue publicado en 1712 y debido a su popularidad como guía médica se editó cuatro veces más durante el siglo XVIII y otra vez en los siglos XIX y XX. Para mayor información sobre los libros que empleaban los médicos durante la Colonia, se recomienda la consulta del cuadro que aparece al final del artículo “La renovación de la farmacia en la Nueva España…”, ya anteriormente citado.36 AHCV, E-3, T-1, V-8 a 12, Recetario del Colegio de las Vizcaínas de 1775 a 1780.

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Como el lector puede observar, cada una de las divisiones que aparecen en el recuadro corresponde al tipo de presentación en el que venían los medicamentos. En los dos primeras se tienen al “cordialero” y los “polvos o ungüentos”. El primero era el nombre que recibía un mueble especial propio de las boticas. Estos solían tener pequeñas divisiones para el almacena-miento de diminutos recipientes de vidrio llamados “cordiales”. Etimológicamente, el término cordial, proviene de cor, cordis, corazón37. Los remedios que eran clasificados bajo este nombre se creían que estaban dirigidos a fortalecer el corazón y la mayoría de ellos tendían a ser sustan-cias aromáticas o licores alcohólicos. Una de sus excepciones es el polvo de diarrhodon, aquí enunciado. Este polvo cordial contenía esencialmente rosas rojas, que podían ser combinadas con otras plantas dependiendo de la enfermedad que se quería combatir.

Por ejemplo, para “resolver los vapores” que ocasionaban los dolores de cabeza, Estey-neffer recomendaba que se pusieran los “boses” recién sacados del carnero, o en crecimiento en leche y después se espolvoreara diarrhodon y aromático rosado, y a falta de ellos una pulpa de carnero “soassada” solamente, y sin vino. Para posteriormente colocarse esto en la cabeza o en la parte donde hubiere dolor.38

De rosado de omphanVioladoB[alza]mo de calabazaAg[ua] de toronjil alcamp[o]

De grama de varietaria

Yerbas

GordoloboManzanillaAdormidesSalvia r[ea]lRosaAjenjos o estafiatePimpinela Té de tilaCantueso VioletasParietariaF. de saucoCulantrilloCapitanejaRaíz de peoniaRaíz de Chicoria

Aguas

De hinojo De manzanilla De rosadaDe lantenDe todas cidrasDe sauco De cardo s[an]toDe borrajaDe amapolaDe pimpinelaDe chicoria

Emplastes varios

ChochosAgallasEneldoAlholvasLinazaOrozuzCalaguala PurgasEscorzoneraPol[vo]s de sándaloDe inciensoDe almacigaCantaridas Rasuras. De marfilRasuras de c. de c.

37 Jaume E. Mercant Ramírez, Historia de la farmacoterapia: siglos XVIII y XIX. La farmacia monástica de la Real Cartuja de Valldemossa, Tesis, Facultad de Medicina, UAB, p.176.38 De Esteyneffer, Juan, Florilegio Medicinal, (estudio prelim. María del Carmen Anzures Bolaños), México, Academia Nacio-nal de Medicina, 6ª ed. 1978, p. 253. (La Historia de la medicina en México. Colección de nuestros clásicos; 2).

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39 Ídem., p.216.40 Ídem., pp. 377 y 386.41 Ídem., p. 511.42 Ídem., p. IX:43 No hay que olvidar que el mismo Russi realizó investigaciones sobre determinadas plantas de origen americano, por lo que sería un error afirmar que él estaba en contra del uso de cualquiera de ellas. Véase cita 26.

Cabe mencionar que los polvos en general, podían ser administrados por vía tópica u oral; mientras que los ungüentos eran medicamentos compuestos, de consistencia blanda que únicamente se aplicaban por vía cutánea. Otro ejemplo de esto lo tenemos en el tratamiento para detener el flujo menstrual. Ahí el Florilegio exhorta a tomar en ayunas, medio o un tomín entero de polvo de la cáscara de un huevo, en agua de llantén o con cualquier otra bebida. Si por alguna razón no se podía adquirir el huevo, también éste podía ser reemplazado por polvo de la “costra” del árbol de las moras.39

Los aceites, por su parte, se empleaban ya fuera por vía cutánea o ingiriéndolos. En la tabla de la botica es posible identificar la predominancia de elementos vegetales en ellos, por encima de los de origen animal. En el caso del aceite de lombrices, dicho medicamento servía para aliviar las heridas ocasionadas en los nervios, mientras que el aceite de almendras dulces era empleado para la curación de llagas.40

Las yerbas, los jarabes, los emplastes y las aguas que restan en la recopilación son en su totalidad plantas o raíces, y algunas de sus aplicaciones prácticas fueron las que se presentan a continuación.

Para expulsar la flema de la garganta se podía elegir entre beber el jarabe de culantrillo, chupar una raíz de orozuz ó machacar una punta del mismo y sumergirla en el primer jarabe para después chuparla de cuando en cuando. Asimismo, para refrescar los pulmones, espalda y riñones, era necesario tomar una libra de enjundia de marrano, lavarla nueve veces en agua ordinaria y ya que estuviese bien escurrida, se mezclaba con cuatro onzas de rosas frescas. Se ponía al par por unos siete días y después se debía derretir muy suavemente sin quemarla, para que así caliente el paño se exprimiera y se guardara para su posterior uso.41

La incontinencia urinaria, por otro lado, era tratable con la molleja de gallo pero si el paciente se encontraba en la situación opuesta, entonces lo más indicado era usar la parietaria. La orina para Esteyneffer, era un buen medio para que el cuerpo se liberara de los humores perjudiciales, por lo que en algunas ocasiones era conveniente inducir una ligera purga para que el cuerpo se liberara de aquello que le estaba afectando.42

La fuerte presencia de plantas como las rosas, el ajenjo, el gordolobo y muchas otras más, nos dan muestra que la gran mayoría de los productos que aquí se encontraron son de origen europeo y asiático; nombrándose apenas unos cuantos representantes de la biodiversidad ame-ricana. Este detalle puede deberse tanto a las carencias que tenía para ese entonces la botica del colegio, como a la indisposición por parte de varios médicos por hacer uso de ciertos recursos de procedencia indígena, tal y como se ha venido explicando en páginas anteriores.43

Una notable preferencia por hacer uso de estos medicamentos en aguas y muy pocas veces como emplastes u otro tipo de presentación, es otro rasgo que también destaca al

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momento de leer las prescripciones. Ya que si bien es cierto que es gracias a los árabes que los españoles aprendieron el proceso de destilación; también existen investigadores que afir-man que en la medicina indígena se conocían estos y otros métodos para sacarle provecho a sus materias primas44. Lo que nos lleva a la inevitable pregunta de ¿hasta qué momento podemos hablar de un tipo u otro de medicina? Y ¿a partir de cuándo éstas se volvieron una sola?

Evidentemente desde el arribo de los españoles a tierras americanas, una serie de trans-formaciones comenzaron a tener lugar, pero lo complejo y lo interesante surge del rastreo de este camino que no obedece ordenanzas ni mandatos, dejándose guiar por sus propias convicciones. Pues como ya vimos en el presente trabajo, la preponderancia de las plantas e instrumental europeo en la instrucción “socialmente aceptada” del virreinato, no significó la desaparición total del conocimiento mesoamericano.

En todo caso a la situación a la que nos enfrentamos al momento de hablar sobre la ruta de la herbolaria en la Nueva España es, la de una fusión de dos mundos que traen consigo una ideología diferente a la del otro, pero que al unirse dan como resultado una nueva cultura. Una en donde Chalchiuhtlicue y Dios Padre conviven en un mismo lugar y tiempo, y la ciencia y la tradición se funden con el día a día.

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histórico, sincretismo y conflictos, México, UNAM, 1983.• BERNARDINO DE SAHAGÚN, Fray, Historia general de las cosas de la Nueva España.

Tomo 2, México, Editorial Patria, 2ª ed. 1989.

44 Véase cita 6.

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADOLA HERBOLARIA EN LA NUEVA ESPAÑA

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NORMA BALDERAS SÁNCHEZ es egresada de la licenciatura en Historia por la FES Acatlán, en la pre-especialidad en Colonia. Actualmente elabora de su tesis La idea de identidad en los espa-ñoles americanos del Ayuntamiento de la ciudad de México, 1808-1821. Miembro del Seminario Permanente de Paleografía de la misma institución y participante en el V Encuentro de Estu-diantes de Historiografía de México, con la ponencia Siembran cabezas y nacen cruces.

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60 núm. 11, 2012, pp. 60-76

Intervención pedagógica, campo profesional e identidad pedagógica

Pedagogical Intervention, Professional Field, and Pedagogical Identity

María del Rocío Ávila Santana [email protected]

Resumen:

En el presente trabajo sobre la intervención pedagógica, campo profesional e identidad pedagógica se abordará desde una perspectiva que incorpora el análisis de la identidad como proceso gradual

e inacabado, el pensamiento pedagógico a partir del rescate de las propuestas de los grandes teóri-cos, seguida de la descripción de las experiencias en las prácticas profesionales de los alumnos de la Licenciatura en Pedagogía en aras de construir la identidad de la profesión desde la recuperación de la memoria colectiva.

Palabras clave:

Práctica profesional, intervención pedagó-gica, campo profesional, identidad profesional, memoria individual y memoria colectiva.

Abstract:

This article about pedagogical interventions, professional field, and pedagogical identity will be approached from a perspective that incorpo-rates identity analysis as a gradual and unfini-shed process, the pedagogical thinking from the rescue of the great theorists’ proposals, followed

by a description of the experiences during the in-ternships of the students of the Degree Courses in Pedagogy in the name of building an identity in the profession from the recovery of collective memory.

Keywords:

Internship, Pedagogical Intervention, Profes-sional Field, Professional Identity, Individual Me-mory, and Collective Memory.

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La universidad sigue dejando huella a quien acude a sus aulas y no sólo a partir de la for-mación profesional, la incorporación del “espíritu” universitario dependerá de muchas circuns-

tancias personales y en especial, del grado de inserción, comunicabilidad, sensibilidad y apertura con que se participe en la vida comunitaria. Por eso es tan importante el tema de la identidad.

Ana Hirsch Adler

El presente trabajo sobre la intervención pedagógica, campo profesional e identidad pedagógica, se abordará desde una perspectiva que incorpora el análisis de la identidad como proceso gradual e inacabado, el pensamiento

pedagógico a partir del rescate de las propuestas de los grandes teóricos, seguida de la descripción de las experiencia en las prácticas profesionales de los alumnos co-rrespondientes al semestre 2011-2 en aras de construir la identidad de la profesión a partir de la recuperación de la memoria colectiva.

La construcción de la identidad y su concreción en el ámbito universitario

La identidad es un tema que ha sido abordado desde varias disciplinas del cono-cimiento, entre las que destaca la psicología, la sociología y antropología, pero este tema no se halla ajeno a las problemáticas del ámbito educativo, particularmente en la formación universitaria de especialistas en pedagogía.

El concepto de identidad remite a referentes individuales y colectivos, dado que los individuos pertenecen a distintas colectividades a lo largo de su vida. Es en el ámbito familiar donde los sujetos aprenden aquellas características que les permiten reconocerse como parte de ese colectivo, siendo también ese ámbito el que les permite desarrollar sus cualidades individuales, las cuales determinan su mismidad o lo que es lo mismo, el ser yo distinto de los otros1.

La vida escolar permite a los individuos acercarse a colectividades ajenas a la familia, las cuales brindan oportunidades de socialización. Dicha socialización abre espacios de interacción e identificaciones con otros individuos a partir de referentes simbólicos en los que el prestigio, la estigmatización o el reconocimiento por semejan-zas o diferencias entre sus miembros posibilita una afirmación y un reconocimiento propio y con los otros. No olvidemos que pueden darse estos procesos por voluntad propia o por presiones del entorno, situaciones que son perceptibles en mayor medida en la etapa adolescente.

La identidad posee muchas definiciones en dependencia del objeto de estudio; para los fines de este trabajo será entendida como los elementos que están presentes en la forma en que los miembros de un grupo se definen y son definidos por los otros, en un proceso de interacción continua2. En esta dimensión dinámica se plantean aspectos simbólicos, aspectos axiológicos y un ethos (formas dinámicas en las que

1 Santacruz Gómez, Georgina. Identidades y Estilos de Vida en Cozamaluapan Veracruz, Documento Interno de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México 1998, 9 p. 2 Giménez, Gilberto (1996) La identidad social o el retorno del sujeto en sociología en Identidad: análisis y teoría, simbolismo, sociedades complejas, nacio-nalismo y etnicidad. III Coloquio Paul Kirchhoff. UNAM, México, 13 p.

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se presenta una cultura), que brinda una visión del mundo que permite la inclusión y/o exclusión de sus miembros, así como la modificación de su reglamentación interna de acuerdo a sus circunstancias. En términos de la comunidad académica de pedagogos, dichos elementos identitarios posibilitan realizar un análisis sobre las determinaciones institucionales y curriculares a partir de las cuales se conforma la comunidad misma.

En el inicio de la vida universitaria, el alumno adquiere elementos identitarios en el momento en que es adscrito a un campus universitario. Antes que pertenecer a una carrera, el universitario adquiere un sentido de pertenencia a la universidad, el cual posibilita senti-mientos de identificación, con una colectividad institucionalizada, misma que le proveerá una experiencia escolar la cual acumulará durante su estadía en las aulas. Pertenecer a la universidad da a sus miembros un sentido de pertenencia a un territorio académico donde las afinidades, las diferencias, la reglamentación, y la experiencia vivida, proporcionan elementos para recuperar una trayectoria personal en la que constantemente es posible construir y re-construir la memoria individual y colectiva de esa historia compartida.

De acuerdo con el concepto vertido hasta ahora, la identidad posee una característica dinámica, la cual permite que los miembros pertenecientes a un colectivo posean simul-táneamente elementos de base y elementos dinámicos que les permiten la interacción con otros colectivos con los que es posible compartir elementos de semejanza; sin embargo, es posible hallar diferencias a partir de los referentes históricos de los propios sujetos, de las disciplinas que confluyen en la conformación de la colectividad universitaria y del espacio físico donde convergen nuevos núcleos universitarios entre los que destacan las ENEP’s, hoy transformadas en Facultades de Estudios Superiores.

Recientemente el Dr. Arturo Torres Barreto, en el libro “La UNAM por México” comentó en referencia a la FES Acatlán, que el espacio físico de nuestro campus, las polí-ticas educativas que dieron origen a este, así como los cambios en los planes de estudio en su trayectoria histórica y la participación de la colectividad académica son sólo algunos elementos que nos dan una identidad como otro tipo de universitarios3.

Respecto a la currícula universitaria, el Dr. Torres señala que los planes de estudio correspondientes a 1976 tenían como base un sentido de responsabilidad social y concien-cia crítica, en tanto que los siguientes planes de estudio -de 1984-, integraban el abordaje interdisciplinario. Para 2007 éstos asumen una visión instrumentalista que contrasta con una formación humanística integral. Lo anterior, sugiere que las transformaciones históricas de la currícula generan procesos de inclusión y exclusión de elementos identitarios en referen-cia a la construcción de las profesiones. Dentro de este marco referencial, los elementos de inclusión identitarios en los planes de estudio de 1976 y 1984 destacan: dotar de significado a los procesos educativos a partir de una visión integradora e interdisciplinaria, donde el giro humanista enfatiza sobre los aspectos éticos dirigidos al ejercicio de la profesión hacia el bienestar de otros. Los elementos excluyentes en los planes de estudios 2007 son aquellos

3 Torres Barreto, Arturo Tópicos de Identidad en La UNAM por México, UNAM, México, 2010, 138 p.

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relacionados con la formación crítica y la reflexión sobre la realidad a partir de diferentes enfoques teóricos, que contrastan con la racionalidad instrumental dándole énfasis a esta última por encima de la formación humanística e integral4.

La racionalidad instrumental utilitaria es un concepto en el que han sido sumergidas las áreas científicas desde su creación como elementos prácticos para la resolución de problemas desde la aparición de la modernidad. En este sentido, las ciencias tienen un fin práctico utilitario; sus campos profesionales están determinados por el mundo real y sus conflictos y por ende, las ciencias no tienen/no pueden tener un desarrollo por sí mismas sino sólo a partir de una perspectiva positivista de ciencia.

Bajo esta concepción se encuentra una forma de hacer pedagogía. A la disciplina se le extrae toda capacidad de construcción epistemológica, reduciendo su objeto de cono-cimiento a una práctica utilitaria en la que sólo es posible una verificación de conductas observables a partir de una lista de cotejo; más allá de ello, el objeto de conocimiento no tiene ninguna importancia.

En esta lógica instrumental, las especialidades en las que se pueda dividir la disciplina se reducen a campos ocupacionales en los que nada cambia lo dicho: el objeto de cono-cimiento no pasa por una lógica de construcción epistemológica sino que es concebido y utilizado para necesidades de mercado. En este sentido, la construcción de la identidad profesional incorpora un nuevo elemento como lo es la transversalidad 5, a partir de la cual, el tratamiento de los temas transversales posibilitan que la organización de una tarea parta de un tema específico, contextualizado y abierto a su análisis e interpretación por parte de los alumnos; pero también que dicho tema sea interpelado a lo real y de ello se deriven un conjunto de conocimientos interrelacionados que se correspondan con las más diversas áreas o sectores del aprendizaje, donde las relaciones entre los contenidos las establezcan los propios alumnos, asumiéndose el docente como un guía en dicho proceso.

Por todo lo anterior, la profesión responde predominantemente, a formas de organi-zación ocupacional donde subyacen las prácticas especializadas de instrumentalización técnica construidas desde y para la transversalidad de conocimientos y en menor medida a la reflexión sobre el dominio de conocimiento disciplinario.

Cabe señalar, que la formación técnica-instrumentalista, está destinada a propiciar el es-tudio de un área de conocimiento propio de una profesión, que se centra específicamente en aquellos conocimientos de índole técnico-profesionales ligados estrictamente a su ejercicio profesional, es decir, a la práctica, dejando al margen el tipo de conocimientos que permitan el desarrollo conceptual de una disciplina. Lo anterior justifica la inclinación de los planes de estudios sobre las prácticas de intervención profesional.

4 Ibidem, 139 p.5 Cabe señalar, que la transversalidad viene del latín trans que significa más allá de, al otro lado de y del verbo vertere, que significa hacer girar, dar vueltas. En este sentido transversalidad es convertir o transformar en.

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La identidad profesional del pedagogo (campo profesional, intervención profesional)

La identidad, además de ser una forma de identificación de los semejantes, sirve tam-bién para asumir una idea de sí mismo, a la vez que pertenecer a una comunidad. Pero esta identidad no está dada de manera permanente; es preciso reconocer su capacidad de transformación, la cual va moldeándose de acuerdo con las circunstancias de vida que el propio sujeto experimenta.

La construcción de la identidad es concebida desde un punto de vista progresivo que incluye el nacimiento, el reconocimiento de la corporeidad, la identificación de sí y la asunción de modelos de comportamiento y de roles sociales, que implican interacciones con semejantes y diferentes que crean y recrean la cultura cotidiana, pudiendo adoptar y/o recha-zar diversos puntos de vista, al ser un proceso activo incluye dimensiones de conflicto en las que los modelos o referentes de sentido se convierten en dimensiones sociales, la construc-ción de modelos ideales de sí, se orienta la dimensión psicológica y ésta puede presentarse de manera consciente y/o inconsciente. Según Giménez, cada uno percibe su identidad en la adopción del punto de vista de los otros y del grupo al que pertenece, pues es el resultado de una socialización y no una conciencia a priori; implica un proceso de interiorización de lo social que se proyecta de manera individual y colectiva6. Por ello, no es algo abstracto puesto que la identificación y la distinción permiten a un grupo establecer su cohesión y definir su posición frente a los otros.

Es así que la identidad es en última instancia una relación interaccional, un proceso tex-tual, un proceso semiótico. Los elementos interactivos e interactuantes de la identidad son:

• Identidad de sí y del otro

• Sentimiento de sí

• Imagen de sí

• La representación de sí

• La valoración de sí

• La continuidad de sí

• Sí intimo

• El sí ideal

• El sí vivido

Para configurar la identidad del pedagogo es necesario construir los elementos identitarios antes mencionados, para poder dar cuenta de las variaciones que se han dado en este proceso.

La identidad de sí y del otro en la pedagogía se construye a partir de la semejanza disciplinaria y de su diferencia con otras profesiones. El sentimiento de sí tiene que ver con el nivel de apreciación afectiva que se va formando durante el trayecto universitario y

6 Giménez, Op. Cit. 145 p

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADOINTERVENCIÓN PEDAGÓGICA, CAMPO PROFESIONAL E IDENTIDAD PEDAGÓGICA

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se refleja en la forma en que uno se ve o se imagina en lo futuro como profesional de la educación (imagen de sí). La forma en la que uno se describe a sí mismo (representación de sí) tiene mucho que ver con la valoración de sí, es decir la autovaloración que el sujeto da de su propia imagen y de su ser, lo que se construye a través de la interacción del sujeto educante con la comunidad disciplinaria y su integración con las comunidades laborales.

La forma en que uno se concibe como semejante a otro (continuidad de sí) nos posibi-lita el ejercicio de una práctica profesional en la que está incluido el sí interior o colectivo que no es otra cosa sino lo que se quisiera ser (sí ideal). Este último también implicará el rescate del sí vivido, que no es otra cosa sino el reconocimiento de la experiencia y la valoración positiva de ella. Lo anterior, implica reconocer tanto la trayectoria personal del sujeto educante como de aquellos que fueron sus formadores, los pedagogos que integran la riqueza de su experiencia y vida personal en su ejercicio profesional. La experiencia vivida del docente se anexa a la experiencia del pedagogo en formación creando lazos indisolubles en los que los valores y creencias con que se lleva a cabo la práctica profesional son tangibles desde el primer momento de acercamiento con su ejercicio profesional del pedagogo en formación.

Cuando el estudiante rescata los elementos identitarios antes descritos, tiene la posi-bilidad de cuestionar su utilidad y sentido para el momento presente. Considerando las complejidades que la posmodernidad y la globalización han traído consigo, para el caso de las profesiones destaca la inserción del paradigma racional técnico en las currícula, hemos sido testigos de un proceso de especialización intensiva en el que la fragmenta-ción del conocimiento responde a necesidades pragmáticas de facilidad de acceso que los profesionales de la educación han entendido como espacios de intervención en los que la heterogeneidad universitaria ha sido reducida a la homogeneidad y organización administrativa en la que el trabajo pedagógico se reduce a la resolución de problemas meramente técnicos-instrumentales.

Parafraseando a Kant (2008), la ontología que explica la constitución del ser, pregunta por el hombre. Al responder esto y trasladarlo al campo de las humanidades, podemos comenzar preguntando sobre el ser de nuestra disciplina:

¿Qué es un pedagogo?

¿Cuál es su objeto de estudio?

La pregunta por el ser ha implicado múltiples respuestas desde el renacimiento. Para Heidegger (1988), la explicación está dada por el estar ahí en su dimensión humana. El ser humano puede tener pensamientos abstractos; sin embargo, será a partir de la concientización de su presencia en el mundo real que pueda entenderse como un ser real.

Abordar el objeto de estudio de la pedagogía, plantea el problema de su cientificidad, su delimitación y su campo de autonomía de las demás disciplinas. Históricamente se ha

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venido considerando indistintamente a la pedagogía como filosofía, arte y técnica o ciencia; hoy, se habla de las “ciencias de la educación”.

Es necesario distinguir la disciplina de su objeto de estudio, es decir, la pedagogía de la educación. La pedagogía cuenta con un objeto de estudio (educabilidad del ser) común a otras disciplinas de las ciencias sociales. Consideramos que el principio delimitante de los campos científicos no es desvirtuado por el hecho de que éstos comparten un mismo objeto de estudio puesto que la delimitación epistemológica de cada disciplina está dada por la forma específica y exclusiva en que se enfoca un fenómeno, así como por los niveles, aspectos o cualidades que de él se abordan.

Con mucha razón plantea Max Weber (1997) que los campos de trabajo de las ciencias no están basados en las relaciones materiales de los objetos, sino en las relaciones conceptuales de los problemas. Justamente en este sentido importa precisar que las disciplinas científicas se constituyen en el momento en que construyen su objeto de estudio. Una ciencia se estable-ce cuando rompe con las prenociones que operan como obstáculo epistemológico, cuando construyen su objeto de estudio y comprueba o verifica los hechos científicos que establece. La tarea que desarrolla la ciencia es la transformación de la realidad; realidad de la naturaleza o realidad histórico-cultural.

La pedagogía como disciplina estudia al hombre en “situación educativa”, entendiendo que el hombre es un ser cuya existencia se caracteriza por la producción práctica de la realidad socio-histórica, por ello se abre el acceso tanto al hombre y a su comprensión como a la naturaleza, al conocimiento y al dominio de ella7.

En la construcción del objeto de conocimiento de la pedagogía es necesario destacar la especificidad de lo educativo y éste debe buscarse alrededor de los procesos de enseñan-za-aprendizaje en tanto síntesis de determinaciones psicológicas, sociales, institucionales e históricas. Dichas consideraciones tienen un alto valor para nuestra tarea, al orientarnos en la comprensión de las múltiples determinaciones que recaerá en el objeto de conocimiento de lo pedagógico. Una correcta adecuación a la especificidad y complejidad del fenómeno educativo exige un acercamiento interdisciplinario.

La interdisciplina al interior de la pedagogía emerge como la posibilidad de encuentro y de colaboración de distintas disciplinas, y permite romper con una visión unilateral que considere a lo educativo de forma aislada, independiente de las relaciones que establece históricamente con la sociedad.

Las propiedades del objeto de conocimiento de lo pedagógico dependen directamente de las condiciones de la relación dialéctica que mantiene con la totalidad social concreta. Sin embargo, en el campo pedagógico se asume un reduccionismo epistemológico al estudiar los hechos educativos desde una posición Durkhemiana, como por ejemplo: la intervención sociopedagógica y la intervención psicopedagógica entre otras, en donde prevalece una con-

7 Hoyos Medina, Carlos Ángel (2010) Epistemología y Objeto Pedagógico ¿Es la pedagogía una ciencia?, IISUE, Plaza y Valdés Editores, Tercera Edición, México, 13 p.

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cepción de ser humano de forma abstracta y aislada del contexto histórico social, ya que sólo da cuenta del enfoque racional técnico derivado de la tradición científica galileana, desde el cual podemos definir a la intervención como acción intencional de racionalidad técnica, que se contrapone con el objeto de pedagogía8 como objeto posible de construir acerca de lo que es propio de la pedagogía, en donde subyacen una concepción de práctica profesional dirigida al estudio del proceso de la educación en que la explicación- comprensión se da hacia las condiciones de posibilidad de conocimiento, de cómo se produce éste y cómo se puede superar desde el interior de sí mismo y en relación dialéctica a la alteridad de las formas de conocimiento.

Para ejemplificar lo anterior, recuperemos la experiencia en otro campo disciplinario: el de la psicología desde José Bleger, donde, para explicar el reduccionismo en dicha ciencia, lo llevó a desarrollar una concepción científica del conocimiento del hombre, entendiendo que las cualidades de un ser humano derivan siempre de su relación con el conjunto de relaciones, condiciones totales y reales. El conjunto de elementos, hechos, relaciones y condiciones consti-tuyen lo que se denomina situación que cubre siempre una fase o un cierto periodo de tiempo.

Por lo anterior, se asume que el enfoque de la intervención pedagógica como enfoque derivado de la racionalidad técnica, responde a la complejidad de los cambios sociales, donde las profesiones se han multiplicado atendiendo también a la necesidad de especializarse, pero más en el sentido de establecer espacios de intervención cada vez más fragmentados y sus-ceptibles de ser manejables como recortes de conocimiento y como unidades de aprendizaje de fácil acceso. En este sentido, el campo profesional del pedagogo obedece a un mercado segmentado que requiere de un profesional con conocimiento especializado a partir de la práctica ya predeterminada desde la lógica institucionalizada, en un contexto donde predo-mina la racionalidad técnica, que exige de los egresados de la universidad pública -entre los que se encuentran los pedagogos-, una formación flexible que aglutine la multidisciplina, la comprensión multicultural, el interés por el trabajo en equipo y el aprendizaje permanente, así como habilidades para hacer frente a su inserción en el mundo de trabajo internacional.

Todo lo anterior, responde a los requerimientos de un mercado laboral en la posmo-dernidad. Sin embargo, el carácter humanístico y social, tanto de la universidad como de la propia formación del pedagogo, nos obligan a reconocer que nuestra formación, además de atender a los requerimientos del mercado laboral, deberá atender los problemas educa-tivos de grupos vulnerables y con mayor marginación. El objeto de la pedagogía entonces, atiende a la dimensión humana en el desarrollo del ser.

En el mismo contexto posmoderno en que nos desenvolvemos, existe una muta-ción cultural 9 en la que se construye un modelo cultural de post renacimiento centrado en el sujeto, donde el hombre se concibe libre, autónomo y de interés colectivo, plantea-mientos que se incorporan a la conceptualización de la nueva sociología. Lo anterior sirve

8 Ibidem , 17 p.9 Suárez, Hugo José (2009) Tertulia Sociológica, Diálogos con Bajoit, Martucceli, Wieviorka,Lahire, Giménez, Hiernaux, Lalive d´ Epi-nay, Moulian, Portes. Instituto de Investigaciones Sociales,178 p.

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de referente para explicar la conformación de la estructura social en su mutación cultural y posibilita pensar que la formación profesional del pedagogo, deberá integrar la funda-mentación epistemológica y la transdisciplinaria en la solución de problemas educativos.

Elementos identitarios desde la Comunidad Científica

Thomas S. Kuhn (1969) plantea que una comunidad científica comparte menos reglas y más suposiciones respecto de sus componentes, dichas suposiciones implican la supuesta compatibilidad de modelos de conocimiento que los hacen como grupo; desde fuera la sociedad les mira y reconoce como especialistas en temas específicos aún cuando no hayan probado dicha sapiensa. De ahí que constituyan algunos elementos identitarios de una profesión, que probablemente comparten con profesionales ubicados en otras áreas de conocimiento.

Sin embargo, las formas prácticas en las que se establecen estas comunidades no siempre responden al modelo kuhniano. Con esto queremos decir que no existen modelos predo-minantes sobre las formas de crear conocimiento y de llevar a cabo la formación profesional por lo cual se crean vacíos sobre la identidad profesional como la identificación con el grupo de investigación que construye conocimiento sobre la disciplina, que además realiza su práctica de investigación de manera ajena a la comunidad escolar.

Otro vacío lo encontramos en la falta de instrumentos conceptuales para la cons-trucción del discurso teórico de la disciplina, que se refleja en los elementales momentos dialógicos que se dan en los procesos didácticos-áulicos, así como en el propio discurso de los docentes formadores y de los alumnos en formación. Ante la lógica racional instrumental que permea los procesos educativos, es en todos los ámbitos de la formación universitaria que encontramos vacíos conceptuales que van más allá del currículum formal y se inser-tan en el currículum oculto que es donde subyacen las bases de la identidad profesional del pedagogo.

Por ello, se hace necesario recuperar la categoría de práctica educativa en el pensamiento pedagógico de diferentes autores, como elemento identitario de la formación profesional del pedagogo en relación con la imagen de sí y la representación de sí, la valoración de sí y la continuidad de sí en su andamiaje histórico-conceptual.

La construcción de la práctica educativa se explica a través de la concepción del conocimiento, el nivel de estructuración científica y el nivel de paradigma social que la sustentan, así como su pertenencia a un proyecto político ideológico. La práctica educa-tiva como parte del objeto pedagógico establece la relación teoría y práctica. Abordar la relación teoría-práctica implica, en primer lugar, saber cómo se desarrolla esta relación en la producción de conocimientos (sobre el sujeto que conoce y sobre el objeto conocido) y qué teoría subyace implícita o explícitamente en dicha producción, en segundo lugar, esclarecer la relación que guarda con lo social.

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Es importante mencionar, que teoría y práctica han creado un vínculo indisoluble desde el modelo Galileano, desafortunadamente en el contexto posmoderno se ha inten-tado romper este vínculo casi exitosamente al dar primacía al ejercicio práctico de cual-quier profesión al plantear instrumentos de la ración instrumental como herramientas básicas para transformar la naturaleza, mejorar las condiciones de vida del ser humano, y cuando esto falla, incluso para resolver los conflictos que haya creado. En esta perspecti-va, se trata de resolver problemas no de hacer teorización para la solución de problemas, y puede caer en la mera especulación sobre lo teórico, de lo que se trata es crear modelos teórico-explicativos de los escenarios que actualmente vivimos en donde el profesional, con nuevas herramientas surgidas de ese proceso analítico pueda incidir positivamente en su entorno. Empero, dicho debate se ha presentado en la construcción del pensamiento pedagógico, para ello, recuperemos los planteamientos sobre la práctica educativa de los grandes pensadores de nuestra disciplina.

Johann Heinrich Pestalozzi, pedagogo suizo (1746-1827) planteaba una reforma pe-dagógica fundada en cinco principios, el de espontaneidad basado en la idea roussoniana de autodesarrollo; del método consistente en partir siempre en la enseñanza de los ejemplos más próximos al educando; el de intuición consistente en el cultivo de la espontaneidad infantil; el del equilibrio, que quiere armonizar las fuerzas físicas, morales y espirituales del niño en un todo basado en la idea de libertad, por último el de colectividad, que pone el énfasis en la necesidad de educar al individuo como ser social. En este sentido, la práctica educativa integra los cinco elementos anteriores en los que proceso educativo debe ir paralelo al desarrollo humano (sensitivo, intelectual y moral).

Celestin Freinet, pedagogo francés (1896-1966). Su objetivo es que el niño piense ha-ciendo y haga pensando, establece la relación escuela-vida. Para él, las técnicas deben desa-rrollar la capacidad creadora y la actividad de los niños que, por medio de ellas, opinan, discuten, manipulan, trabajan, investigan, critican la realidad desde una perspectiva de transformación social. La práctica educativa está dirigida hacia la creación del conocimiento por parte del sujeto desde las aulas y para la vida.

Paulo Freire (1921-1997) fue uno de los mayores y más significativos pedagogos del siglo XX. Con su principio del diálogo, enseñó un nuevo camino para la relación entre profesores y alumnos. La propuesta de Freire es la educación problematizadora que niega el sistema unidireccional propuesto por la educación bancaria, ya que da existencia a una comunicación dialógica, que orienta hacia la acción y la reflexión de los hombres sobre la realidad. La palabra tiene dos fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión. Ambas en relación dialéctica y establece la praxis del proceso transformador. La reflexión sin acción se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es activismo. La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres deben actuar en el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo. La teoría en sí misma es práctica.

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José Vasconcelos (1882-1959) Filósofo, abogado, escritor, político, historiador y educa-dor, Vasconcelos es una de las personalidades con mayor influencia en la conformación del México moderno, situado en la época de la Revolución Mexicana. La tesis central de Vas-concelos es que la ciencia es una parte de la filosofía, porque ésta existía antes de la ciencia y su campo de acción va más allá de lo que pretende la ciencia. Su visión científica-humanista está presente en su proyecto educativo, donde no rechaza el afán científico del positivismo, pero sí rescata e instituye en las universidades el estudio de las humanidades. En su filosofía como educador propone: sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad, mexicanizar el saber, es decir, hacer objeto de estudio la antropología y el medio natural del país, hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis humana, emplear el sentido del servicio y amor fraterno del ser humano como medio de ayuda a los más desprotegidos y valerse del industrialismo -como simple medio, nunca como un fin- para promover el progreso de la nación. La práctica educativa está fincada en una praxis social integrativa.

Jaime Torres Bodet (1902-1974), planteó una educación equilibrada entre los elemen-tos útiles para enfrentar la vida, la motivación al talento y el dominio de la virtud. Para él la educación debería ser más digna y coherente con las necesidades del país, más libre y más generosa con el desarrollo del individuo, a fin de que las cifras invertidas en su ejercicio se aprovecharan en favor de las nuevas generaciones. Para ello, es necesario fundir la teoría con la práctica, en obvia crítica a la ideologización educativa, y practicando con el alumno reglas útiles y sencillas, con base en fórmulas fáciles de aprender y de retener para elevar el nivel de la enseñanza. La práctica educativa tiene que ver con el uso de los conocimientos básicos como punta de lanza para realizar análisis más complejos que contrarrestan cualquier intento de avasallamiento intelectual.

Pablo Latapí Sarre(1927-2009), Doctor en Filosofía y experto en Investigación Educa-tiva. Para Latapí la educación es una práctica de transformación y por lo tanto la práctica debe generar cambios innovadores. Las innovaciones en educación deben ser validadas a través de la crítica de las comunidades científicas, deben ser difundidas entre las capas más amplias de la sociedad y deben ser aceptadas por quienes toman decisiones. La práctica educativa debe ser reflexiva.

Ángel Díaz Barriga, Doctor en Pedagogía, Universidad Autónoma de México (UNAM). Investigador Titular. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT Nivel III, autor de numerosas publicaciones, establece la relación de la escuela con la sociedad, le da gran énfasis al análisis de los fenómenos educativos en su determi-nación social y política. En el caso de sus estudios sobre la universidad rescata el trabajo transcidisplinario para entender la dinámica social de la profesión y su prácticas. La práctica educativa es señalada como una construcción socioeducativa bajo un enfoque transdisciplinario.

Alicia De Alba Ceballos, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, Universidad Autónoma de México (UNAM). Investigadora Titular C. Miembro del Sistema Nacional

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10 La recuperación de la práctica educativa a través del trabajo de diversos pedagogos nos permite dar cuenta de los proyectos políti-co-educativos en los que ha estado inserta.

de Investigadores del CONACYT, autora de numerosas publicaciones, plantea que la edu-cación es un proceso histórico con múltiples determinaciones tanto de carácter científico como de índole político social. Establece al campo curricular como eje fundamental de los procesos educativos, entonces la práctica educativa se orienta desde lo curricular en sus dife-rentes dimensiones (construcción epistemológica, pedagógica y socio-política)10.

Sin duda la diversidad de pensamiento de los autores previamente reseñados, nos plantea un panorama de gran riqueza conceptual. En este sentido, el objeto pedagógico se muestra construido a partir de diferentes contextos y surgidos a partir de diferentes influencias teóricas que respondían a una forma particular de vinculación epistemológica con el objeto educativo, por ello, en la reconstrucción de los procesos de identidad el pe-dagogo en relación con su objeto de estudio, se hace necesario un mayor acercamiento al pensamiento complejo del campo de estudio de la pedagogía. Aquí se recupera el quién soy a partir del qué he sido como elemento identitario de la profesión, que implica el reconocimiento del propio del sujeto y de las colectividades a las que se adscribe. Negar a los fundadores de la disciplina pedagógica es negar la propia profesión, tal vez esto explique de alguna forma la crisis del conocimiento disciplinario.

Elementos identitarios en el currículum formal y oculto

Conceptualizar una profesión requiere partir del análisis del desarrollo histórico de división social del trabajo, dado que las profesiones se han encaminado hacia la apropiación de tareas y conocimientos que anteriormente eran realizados en la cotidianidad interna de la familia, esto es una reivindicación del hacer cotidiano que de las profesiones tradicionales (medicina, abogacía y sacerdocio) surgen procesos que, a partir de grupos profesionales, controlan campos de conocimiento cada vez más especializados. Lo anterior, y consideran-do el elemento autonomía y responsabilidad profesional, requieren de ser desarrollado a partir del control social del grupo profesional de que se trate; existen dos formas generales que delimitan dicho control: el primero donde las instituciones profesionales inspeccionan todas las funciones de la profesión, estableciendo normas particulares de ingreso al grupo mediante la instrucción en específico a través de marcos axiológicos que el grupo establezca; los valores y normas constituyen mecanismos de control social que se internalizan, no sólo para el ejercicio individual sino institucional, más aún de su reconocimiento en el terreno de lo social, y segunda a través del ejercicio profesional supeditado por las exigencias del mercado laboral.

Las profesiones utilizan un conjunto de saberes y prácticas que se estructuran a través de conocimientos y prácticas profesionales que implican asumir una cosmovisión de la realidad y un proyecto político educativo, de ahí que De Alba (1991), establezca que el currículum es una síntesis de elementos culturales (conocimiento, valores, costumbres, creencias, hábitos) que conforman una propuesta político-educativa pensada e impulsada por diversos grupos y sectores sociales. Lo anterior, nos posibilita entender que el currículum formal integra un

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andamiaje conceptual y valorativo en torno al sentimiento de sí, la imagen de sí y la represen-tación de sí que construyen los constructos de la identidad profesional.

En el caso específico del currículum formal de la Licenciatura en Pedagogía, encontra-mos los constructos de la identidad profesional en el cumplimiento cabal de los requisitos y contenidos del plan de estudios, en el aprendizaje de herramientas técnico-instrumentales determinadas, por una parte, por las necesidades del mercado laboral, por la otra, los grupos colegiados que orientan las prácticas docentes y las prácticas profesionales (dependerá de su conocimiento sobre la construcción del objeto pedagógico y su experiencia profesio-nal la orientación de dichas prácticas). Asimismo, el análisis histórico de la profesión y su comprensión por los grupos colegiados determinarán la forma de acercarse y constituir una identidad propia o apropiada. Otro elemento identitario se encuentra en la articulación de los ejes teórico, metodológico y axiológico en la currícula donde se regulan a priori valores y actitudes que están dirigidos a la conformación del perfil de egreso.

Por otra parte, encontramos el elemento identitario de identidad de sí en el recono-cimiento cotidiano del docente-pedagogo contra el docente-no pedagogo, que se recons-tituye en la fase de formación profesional en donde el primer elemento identitario es el profesor responsable de la práctica con quien el estudiante se reconoce como un discípulo que sigue al maestro y pretende emularlo; empero, dependerá de la percepción y concep-tualización del propio alumno sobre el objeto pedagógico y de lo que es ser un pedagogo, cómo éste construya su relación identitaria con el docente-pedagogo, con la institución donde desarrolle su práctica y con la comunidad que reciba sus servicios. Esto determinará su integración y reconocimiento primero con sus compañeros de aula y luego como parte de un gremio profesional.

La muestra pedagógica que se realiza al finalizar la práctica profesional del estudiante, ofrece posibilidades de observar los niveles de integración de la identidad profesional. En ellos se reproducen los saberes y las prácticas emanadas de los procesos de formación áuli-ca, como de los ámbitos institucionales con los que hayan tenido contacto (v. gr. Colegio de Pedagogos, investigadores educativos, docentes investigadores de la Unidad Multidis-ciplinaria de Investigación, así como aquellas donde realizaron directamente su práctica). Dependerá del acercamiento del alumno con diferentes ámbitos profesionales y su acerca-miento con el ámbito laboral, que el estudiante y futuro egresado de pedagogía se convierta en mero reproductor de los esquemas aprendidos en el aula o sea capaz de incorporar elementos innovadores para su ejercicio profesional fuera del ámbito universitario.

Por todo lo anterior, queda como tarea recuperar y documentar de forma colegiada los procesos identitarios que se generan desde la entrada del alumno a la universidad, en la formación profesional y en su acercamiento con el ejercicio profesional.

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11 Santacruz Op. Cit. 56 p.

Memoria individual y memoria colectiva: La construcción de la identidad desde las prácticas educativas de los sujetos

Desde el ámbito de la sociología se plantea el estudio de la memoria colectiva, la cual es generada por el recuerdo en grupos, que se complementa con una visión antropológica donde es fundamental la trasmisión del pasado al presente11. Empero, en los espacios educativos se rompe dicha transmisión ya que no hay el proceso de rescate de la memoria entre las generaciones, es decir, de las memorias pasadas con el presente, sólo se rescata la memoria inmediata que está ceñida por modas pedagógicas determinadas por el mercado de trabajo.

Antes había un rescate de los discursos de nuestros maestros y de sus maestros para conformar una memoria colectiva, sobre la cual se fincaba la construcción del perfil y ejercicio profesional, hoy en la construcción de la memoria es un proceso que se remite exclusivamente a la experiencia en las aulas, dando una imagen de obsolescencia de los procesos históricos del objeto pedagógico con un primitivo acercamiento a lo que hace el pedagogo en su ejercicio profesional.

La memoria también se forma con la historia del objeto pedagógico, para rescatar información con la cual construirla. En este sentido, la historia se constituye como un discurso que cumple con ciertas condiciones para su construcción (v.gr. la visión positi-vista a partir de la objetividad de los hechos). La historia general de la educación se ha orientado hacia el conocimiento de los hechos educativos, mientras que la memoria de los sujetos educativos es construida en la cotidianidad de los procesos escolares, va más hacia el recuerdo, el sentimiento y la recordación. En la memoria se hace evocación de los sucesos vividos en el pasado con todo el cúmulo de emociones y percepción que se rescatan del pasado en un discurso que se rescata en el presente.

La memoria está también determinada por el presente, en donde puede haber dos lecturas, una limitada por las creencias y aspiraciones del sujeto y, otra de corte conservador donde el pasado determina al presente, al ser versiones extremas se busca un justo medio. Hay un juego entre los constructos de la historia y la memoria donde se rescata la percep-ción de los sujetos con lo vivido.

Para construir la memoria colectiva de los alumnos respecto de su práctica profesional, les ha sido solicitada la entrega de ensayos, donde plasman las reflexiones de su experiencia en diversos ámbitos de práctica profesional. Desde la orientación curricular del Plan de Estudios de Pedagogía (2006), los campos profesionales que se atienden y atraviesan los ámbitos formales y no formales en las siguientes preespecialidades: Capacitación, Docencia, Educación Inclusiva, Gestión Educativa, Orientación Educativa y Pedagogía Social.

En este sentido, para recuperar lo vivido como parte de la memoria colectiva planteamos el siguiente compendio de experiencias vividas en las prácticas profesionales correspondientes

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al semestre 2011-2. Los puntos rescatados de dichas experiencias son: el trabajo con otros profesionales, aplicación de otras herramientas provenientes de otras disciplinas, acciones de significación, interacciones con los otros, aspectos que orientaron y determinaron su com-prensión acerca de su identidad profesional.

• Educación Ambiental: Los alumnos ubicados en esta área planteaban que trabajar con otros profesionales implicaba un reto y a la vez un crecimiento profesional. Aprender “con otros y entre nosotros” significó poner en juego todo el bagaje de conocimientos aprendidos durante la carrera e incluso la necesidad de buscar ma-yor información para poder comprender el entorno de inserción. Si bien su idea de pedagogía no ha cambiado, el vínculo hombre-naturaleza dado en su práctica, les permitió un desarrollo integral tanto con la comunidad y con ellos mismos como futuros profesionales.

• Educación para la salud (educación para la nutrición, educación sexual, educación para la salud mental): realización de actividades en una realidad concreta, trabajo comunitario, la identidad se encontró en la misma práctica, reconstrucción de va-lores sobre el cuidado de la salud, reconocimiento de nuevas prácticas emergentes.

• Educación a Distancia: reconocimiento de la interdisciplinariedad en el trabajo, autogestión, identificación de un contexto cambiante, uso de las TIC en la edu-cación, la investigación como base de la práctica profesional, identificación de un nuevo campo ocupacional del pedagogo.

• Educación Indígena: participación colectiva, reconocimiento de diferentes sabe-res, trabajo con otros profesionales, el análisis del cambio cultural, planeación de proyectos sociales, confrontación de la ética profesional en el trabajo con grupos vunerables, trabajo interdisciplinario.

• Educación para el trabajo: utilización de TIC en la capacitación laboral, trabajo con otros profesionales, identificación con otros pedagogos que trabajan en la ca-pacitación, discusión sobre la capacitación en relación con su sentido humanístico.

La memoria colectiva de los sujetos-alumnos, si bien describen procesos, interacciones, significados y sentidos en torno a la forma como contrastan sus saberes y prácticas académicas con otras, plantean que las prácticas vividas, generadas en los diferentes ámbitos profesionales, también dan cuenta de diferencias en la constitución de sus perfiles de egreso, que por una parte se presentan hacia la mera reproducción de conocimiento -limitado e instrumental-, y por el otro, los tornan en sujetos pensantes que utilizan las herramientas de la investigación y la interdisciplina para crear, innovar y proponer procesos alternos a lo ya instituido.

En este sentido, es necesario considerar que la identificación del sujeto-alumno con sus profesores y su gremio de pedagogos, permitirá al futuro pedagogo ser reproductor o transformador de la realidad educativa; en el nivel de la identificación con los otros y respecto de su madurez emocional, -dada por las experiencias con su entorno social y familiar- posibilitará el ser libre para un ejercicio profesional comprometido y de cara al análisis de los escenarios fácticos en los que se inserten laboralmente, o vivir con un ejercicio profesional carente de creatividad y propositividad, alineado al mercado.

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Por todo lo anterior, se plantean las siguientes conclusiones:

• Hay limitaciones en la construcción del objeto pedagógico, por la comunidad cientí-fica; sin embargo, la práctica profesional del pedagogo junto con su formación acadé-mica -orientada hacia la instrumentalización racional, donde subyace la intervención como paradigma dominante de las prácticas-, hacen necesario reconstruir el objeto pe-dagógico desde su recuperación histórica, como desde la memoria colectiva.

• La identidad del pedagogo es un concepto complejo y paradójico que a veces apunta a lo idéntico y a veces a lo diferente. Al ser una construcción progresiva imbrica al objeto de conocimiento en sus múltiples dimensiones.

• La integración sobre la construcción del objeto pedagógico y los elementos identi-tarios de la profesión, serán los ejes bajo los cuales ejerza su profesión, entienda la realidad e incida sobre ella. En este sentido, el futuro de la disciplina está sujeto a la formación de nuevas propuestas curriculares que integren los puntos anteriores respecto a los escenarios vigentes.

• La investigación educativa será prioritaria para generar nuevas explicaciones tendien-tes a un análisis situacional, donde la formación teórica y la experiencia adquirida y confrontada con esa teoría, se conviertan en los soportes para el desarrollo de la propia disciplina.

• En un planteamiento autogestionario, el vinculo teoría y práctica no implica un pro-ceso lineal, sino una retroalimentación constante de esos dos elementos, en los que hablar de uno siempre implica integrar al otro.

• Reconocer que en el acercamiento de los sujetos en formación a su campo laboral a través de una práctica, posibilitará reconceptualizar y actualizar los contenidos curri-culares y reconstruir su identidad de aquélla que los acercó a la universidad, respecto de aquélla construida en y la salida de las aulas.

• Será necesario considerar el planteamiento de una práctica pensada y planteada en su pertinencia con el objeto de estudio pedagógico, su abordaje interdisciplinario, su sus-tento en la investigación. Asimismo, deberá considerar los diversos perfiles estudianti-les, el análisis de los escenarios fácticos, así como la teoría previamente aprendida para su abordaje. De no ser así será una práctica carente de sustento.

• Será necesario integrar a la investigación educativa como base de la práctica profesio-nal, en el sentido de trabajar con un conocimiento en constante cambio.

• Volver a las preguntas filosóficas ¿Qué es pedagogía? ¿Qué es ser pedagogo?, ¿Cuál es el para qué de la educación? planteadas ante los nuevos contextos, para buscar las estra-tegias no sólo para la contribución del mercado, sino para la contribución de la propia disciplina, es decir consolidar los propios saberes y prácticas a partir de la construcción del objeto pedagógico.

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MARÍA DEL ROCÍO ÁVILA SANTANA cuenta con la Maestría en Tecnología Educativa ILCE/OEA, es Licenciada en Pedagogía por la FES Acatlán de la UNAM, Coordinadora de Investigación en Infraestructura Física Educativa en el Comité Administrador del Programa Federal de Cons-trucción de Escuelas (CAPFCE) del Gobierno Federal, ha desarrollado Proyectos de Investigación sobre Educación Médica en el British Medical Journal, Investigación sobre Ambientes de Apren-dizaje Obesogénicos en la Coordinación de Educación para la Salud del Estado de México, Líder y Coordinadora de Proyectos de Acreditación Institucional FIMPES. Es Profesora de asignatura definitivo “B” en la Licenciatura en Pedagogía y profesor interino en la Licenciatura en Perio-dismo y Comunicación Colectiva de la FES Acatlán.

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77núm. 11, 2012, pp. 77-96

Desacuerdo legítimo y enunciados objetivos

Legitimate disagreement and objective sentences

María Esperanza Rodríguez [email protected]

Resumen:

Desde una perspectiva filosófica, la pregunta por la objetividad de los enunciados, entraña cuestiones de índole epistémico, metafísico y de filosofía del lenguaje, cuyo punto de contacto es cómo establecemos

la verdad de aquello que expresamos a través de éstos. El proceso de determinación de verdad tiene como antesala la problemática de cómo fijamos el significado de términos y enunciados. Lo cual está ligado a la manera en que el sujeto se explica y relaciona con el mundo a través del lenguaje. Por ello, en el escrito, lo anterior se analizará desde una perspectiva de filosofía del lenguaje, colindando en los campos metafísico y epistemológico. Se hace un análisis detallado acerca de lo que ocurre en los desacuerdos, tomando como eje rector, el discernir cuándo realmente hay un desacuerdo y cuándo el desacuerdo se pierde. Haciendo este análisis, podemos vislumbrar algunas de las condiciones que los enunciados en los que el desacuerdo se basa, deben de cumplir para que puedan ser calificados como objetivos. La propuesta es que sólo aque-llos desacuerdos que sean caracterizados como desacuerdos legítimos, son los que se dan con base en enunciados que expresan estados factuales, esto es, enunciados objetivos.

Palabras clave:

Objetividad, lógica, filosofía del lenguaje, realismo, desacuerdo.

Abstract:

From a philosophical perspective, the question about the objectivity in sentences poses questions of epistemic nature, metaphysical, and of langua-ge philosophy; in which the contact point is how we establish the truth of what we express through them. The process for determining the truth has the prelude of the problems of how we fix the meaning or terminology and sentences; which is linked to the way in which the subject explains and relates him-self to the world through language. For that, in this text, the aforementioned will be analyzed from a language philosophy perspective, bordering in the metaphysical and epistemological fields. A detailed

analysis is made about what happens in disagree-ments, taking as its axis, discriminating when there really is disagreement and when disagreement is lost. In the midst of this analysis, we can see some of the conditions that the sentences, in which the disagreement is based, have to follow to be qua-lified as objective. The proposal is that only those disagreements that are distinguished as legitimate disagreements, are the ones that are based on sen-tences that convey factual states, that is, objective sentences.

Keywords:

Objectivity, logic, language philosophy, realism, disagreement.

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Gabino Eduardo Castrejón GarcíaMaría Esperanza Rodríguez Zaragoza

...often in philosophy, it is more instructive to travel than to get anywhere.

Crispin Wright

La cuestión de la verdad es un aspecto central en las investigaciones filosóficas, que puede abordarse desde una perspectiva metafísica, epistemológica, absoluta, relativa, lingüística, lógica, etc. El no discernir desde qué punto se aborda, provoca los con-

flictos y malentendidos más enraizados en la historia actual de la filosofía, específicamente algunas contraposiciones que se dan entre filosofía del lenguaje, lógica y metafísica.

Este artículo pretende enfocarse en el tratamiento de la verdad desde una perspectiva de filosofía del lenguaje y metafísica, ya que, como Wright sostiene, la verdad es una fun-ción del significado1, ya que en este último se fijan las condiciones para aquélla. Aunado a esto, mi perspectiva es que, a través de un análisis del lenguaje, podemos vislumbrar la naturaleza de la verdad; en tanto que el lenguaje es el vehículo que nos transporta hacia ella, y el puente que nos relaciona con el mundo. Ahora, el tratamiento de la verdad puede esclarecerse a través del análisis de problemáticas paralelas. Una de ellas es la pregunta por la objetividad, que surge en el análisis del proceso de determinación de verdad de enunciados. La pregunta por la objetividad de enunciados, específicamente aquellos involucrados en des-acuerdos, será el eje rector de este artículo. Cabe aclarar que, la noción de objetividad que se propone es la tiene que ver con cómo es el mundo2, y no con la objetividad entendida como una noción epistémica (acuerdo intersubjetivo). La noción de objetividad planteada aquí pretende ser independiente de los sujetos. Tal tarea nos simula un sinuoso camino, aparentemente. Actualmente, la mayoría de las investigaciones en filosofía han optado por bajar los brazos, debido a la complejidad del camino que la búsqueda por la objetividad plantea. Empero, tal complejidad sirve de motivación para esta investigación. Aunque no podamos ver con claridad, en primera instancia, si el objetivo es plausible o no, no por ello es una investigación estéril, ya que lo aportado en el “viaje”, como dice Wright, será un gran avance, ya que nos dará luz en partes intrincadas del camino.

Abordaremos el problema realizando una propuesta en la que se analice lo que pasa en los desacuerdos, ya que al estudiar los enunciados que dan pie a éstos, podremos vislumbrar condiciones para que éstos puedan ser calificados como objetivos. Para esto, se toman como base, principalmente, los textos de Lasersohn (2005), Kaplan (1989), Wright (1986) y McFarlane (2007). Como se verá, lo que se pretende es, a través del análisis de elementos epistemológicos, tratar de resolver una cuestión metafísica: cuando lo que decimos del mundo es tal cual el mundo es, esto es, cuando lo que decimos es verdadero. Como podrá intuirse, el análisis epistemológico se hace con base en teorías que pertenecen al ámbito de filosofía del lenguaje.

1 Cfr., Wright C., Saving the differences. Essays on Themes from Truth and Objectivity, Harvard University Press, Cambridge, Massa-chusetts, Inglaterra, 2003, p. 6.2 Por mundo se entiende aquello que es como es sin la intervención del sujeto; desde esta postura, el sujeto mismo está incluido en lo que se entiende como mundo. Podría decirse que mundo es, desde esta propuesta, aquello que es dado por naturaleza. Como puede percatarse el lector, esta noción de mundo trae como consecuencia que la noción de objetividad que de ella se desprende, sea apegada a un realismo fuerte, en el que el sujeto no intervine como creador de la realidad, sino que, se concibe a este como, parcialmente, parte de la misma.

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Ahora bien, ¿Por qué es importante analizar los desacuerdos? Primeramente, porque en ellos podemos acceder a enunciados que, en primera instancia, tienen ya un tópico (subject matter) determinado, es decir, siempre se discute sobre algo. Segundo, porque a través de los desacuerdos podemos indagar de modo más específico por la objetividad, al preguntarnos si aquello que sobre lo que se está en desacuerdo es algo que tiene que ver con cómo es el mundo, o si depende del punto de vista de los sujetos involucrados en él. Para poder trazar más nítidamente la línea entre estos dos campos, objetividad-subjetividad, en el artículo se analizarán desacuerdos que involucren juicios de gusto por parte de los sujetos. Así parale-lamente, como se dijo, se va desenmarañando la pregunta por la naturaleza de la verdad, ya que ésta tendrá que ver con cómo son las cosas en el mundo, de ahí que digamos que nuestra investigación también comprende el ámbito metafísico. Tercero, porque en el discurso del desacuerdo examinamos la relación sujeto-lenguaje-mundo, ya que, vemos que en el lenguaje se establecen las condiciones de verdad de las entidades lingüísticas (significado), y, luego, en un ámbito no-lingüístico, se constata si estas condiciones son satisfechas, ya sea por el sujeto o ya sea por el mundo (teoría de la correspondencia). Respecto a esto último, compartimos la postura de Wright de que lo verdadero es aquello que corresponde con los hechos, esto es, con cómo es el mundo. La intuición que se tiene es que la pregunta por la objetividad no debe resolverse con un círculo vicioso, esto es, que la respuesta no sea “esto es objetivo porque corresponde con hechos y corresponde con hechos porque es objetivo”.

Primero se analizarán algunas nociones en las que se fundamenta la investigación. En ellas primero se examinan los elementos que componen un desacuerdo. Después se establece la relación de la verdad con objetividad y subjetividad, esto se hace mediante el desarrollo de un modelo de determinación de verdad que será probado en enunciados objetivos y subjetivos. Luego, en la segunda sección del artículo, se conectan estas nociones con la condición de desacuerdo legítimo. En esta última se analiza lo que ocurre en los desacuerdos y se muestra cómo este análisis contribuye a complementar la determinación de un enunciado como objetivo o como subjetivo.

Pasemos, pues, a aclarar las nociones fundamentales que el lector tiene que tener en cuenta para entender de qué manera se abordará el problema, y cómo se está entendiendo el mismo.

A) Nociones fundamentales

1. Componentes elementales propios de los desacuerdos

En esta sección se establece qué componentes elementales deben presentarse para que pueda darse un desacuerdo, ya que, como se dijo, es a través del análisis de los desacuerdos donde encontraremos luz sobre la cuestión de la naturaleza de la verdad. Se postula que los desacuerdos presentan tres componentes elementales:

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3 Cabe aclarar que aquí no estamos analizando si el desacuerdo entre Fari y Joao es legítimo o no, sino que, en esta parte, sólo utilizamos el ejemplo, con la finalidad de instanciar lo dicho sobre los componentes del desacuerdo.

(i) Las partes disputantes. Éstas están conformadas por los agentes que están en desacuerdo. Cada uno de ellos sostiene un argumento contrario al del otro.

(ii) El argumento en disputa, que es lo que da pie al desacuerdo. Este argumento es representado por un enunciado asertivo, proferido por los agentes involucrados en el desacuerdo. Ahora bien, el enunciado expresa una proposición, la cual es entendida como una entidad estruc-turada; esto es, que a cada término del enunciado le corresponde un componente proposicional. Para que realmente haya un desacuerdo, los agentes deben proferir enunciados que expresen proposiciones que se contrapongan entre sí, es decir, en un desacuerdo están en conflicto un contenido (proposición p) y su negación (proposición –p). Se entiende proposición como un complejo, cuyos términos ingredientes se homogeneízan por composición lógica.

(iii) Los argumentos que sostienen el argumento en disputa (ii). Estos argumentos son los conjuntos de información y sistemas de creencias a los que tienen acceso los agentes para sostener el argumento en disputa. Estos argumentos también pueden ser representados como enunciados asertivos y, por ende, en proposiciones.

Por ejemplo, supongamos que Fari afirma lo siguiente:

1) ‘Jugar X-box es divertido.’

Y Joao le responde:

2) ‘¡Claro que no! Jugar X-box no es divertido.’

Como podemos ver, en principio, Fari y Joao están en desacuerdo3, ya que, tienen opiniones contrarias sobre el mismo asunto. Así, Fari y Joao serían el componente (i) del desacuerdo arriba planteado. Ahora bien, los enunciados 1 y 2 representan lo afirmado por cada uno de los sujetos, y, cada enunciado expresa una proposición que es contraria a la otra; esto sería el argumento en disputa, componente (ii). Por último (iii) serían los sistemas de creencias y conjuntos de información a los que cada sujeto tiene acceso, y, que le sirven para sostener sus argumentos 1 y 2.

Como puede verse, en los componentes i y iii podemos ubicar nociones y elementos de índole epistemológica, mientras que en el componente ii podemos ubicar nociones y elementos de índole metafísica. Esto se clarificará, más adelante, cuando se explique la dis-tinción entre desacuerdos legítimos y desacuerdos perdidos. Distinción en la cual el lector debe de tener presente los tres componentes arriba mencionados.

Pasemos pues, a establecer nociones fundamentales que nos servirán en el análisis de la verdad, particularmente en la determinación de verdad de elemento (ii).

2) Verdad y objetividad-subjetividad

En este apartado se desarrollan las nociones que fungen como el corazón de la pro-puesta, ya que, sostienen el proceso de determinación de verdad y lo relacionan con el aná-lisis de los desacuerdos. Se estudia cómo se determina la verdad de aquello que, a primera instancia, puede parecernos objetivo o subjetivo.

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Atendiendo a los componentes del desacuerdo, en esta sección nos concentraremos en (ii) el argumento en disputa, ya que es este el que se caracterizará como objetivo o subjetivo.

Lo objetivo es aquello cuyo ser y modo de ser no depende en nada del sujeto; como se apuntaba, se sostiene que el mundo, la realidad, es naturalmente como es. Su constitución y orden es independiente de la mente, esto es, en ello no encontramos ninguna influencia o construcción psicológica. Por ende, al corresponder lo que decimos con esta realidad, se caracterizará como objetivo.

Por su parte, lo subjetivo lo identificamos como aquello cuyo ser y modo de ser depende por completo del sujeto; es aquello que se sostiene en el punto de vista particular del sujeto, y no con base en cómo es el mundo.

Como podemos ver, tal clasificación responde al tipo de relación que establezcamos entre lenguaje-sujeto-mundo4, y somos nosotros, los sujetos cognoscentes, los que llevamos a cabo esta clasificación. Esto, en principio, parece claro, pero entraña la causa de muchos malentendidos, ya que, por un lado, si es una clasificación que nosotros llevamos a cabo, entonces podría parecer, a primera instancia algo subjetivo. La siguiente explicación pre-tende mostrar que no es así. Se ha dicho que lo objetivo y lo subjetivo se da de acuerdo a la relación que establezcamos entre el mundo, el lenguaje y nosotros, y lo que está detrás de dicha relación es el modo como determinamos la verdad, esto es, cuando decimos que algo es verdadero y cuándo decimos que no lo es.

Para explicar esto, se ha desarrollado un modelo a través del cual se puede ver la relación arriba planteada, dicho modelo sirve para entender cómo la pregunta por la objetividad se relaciona directamente con la pregunta sobre la verdad. El modelo lo he trabajado desde mi tesis de Maestría, la cual tiene como objetivo dar condiciones para mostrar la objetividad de las nociones lógicas; en este artículo, el modelo servirá para clarificar cómo podemos rastrear la objetividad de los enunciados, y, particularmente, de aquellos que intervienen en los desacuerdos.

3) Modelo de determinación de verdad

El proceso de determinación de verdad consta de dos niveles: el primero, que corres-ponde al lenguaje (tomando a este último como el vehículo del pensamiento), ya que, a través de éste es como discurrimos y conocemos; y, el segundo, un plano no-lingüístico, que tiene que ver con cómo son las cosas, ya sea con la realidad, el mundo, (el campo de los hechos5), o ya sea con cómo son las cosas para el sujeto. Es a través del lenguaje que el sujeto conoce el mundo, lo clasifica, lo encasilla, lo determina, esto no quiere decir que determine al mundo en sí. En este primer nivel lingüístico es en donde se establecen las condiciones

4 La explicación que doy a continuación la tomo del trabajo desarrollado en mi tesis de maestría.5 Como se anticipó, por realidad se entiende el mundo, que está conformado por hechos. No se limita la extensión del concepto ‘realidad’ a las cosas concretas, existentes en el mundo material, sino que podemos hablar de ‘realidades’ que carezcan de materialidad -en sentido literal-, por ejemplo, los números. Como se dijo, en el artículo se defiende lo que en filosofía contemporánea se ha denominado: un realismo fuerte.

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de verdad de lo afirmado, de lo dicho, de lo discurrido6. Aquí tenemos una identificación del significado con las condiciones de verdad, ya que es en éste donde se establecen tales condiciones. Ahora, en el segundo nivel, se muestra si estas condiciones se cumplen o no, si lo establecido en el nivel lingüístico corresponde o con la realidad (el mundo), o con lo que es de acuerdo al sujeto. El establecimiento de las condiciones de verdad requiere que sepamos el significado de la expresión (ver nota 5) en cuestión7. Para establecer las condiciones de verdad sabemos cuál es la proposición expresada por el enunciado. En el segundo nivel, se verifica si hay una correspondencia entre dicha proposición, ya sea con los hechos, o bien con cómo son las cosas para el sujeto, o si no existe tal correspondencia. En el primer caso, las condiciones de verdad establecidas se cumplen, ya que existe algo que corresponde a lo expresado en el enunciado; por ello podemos decir que lo expresado es verdadero. En el segundo caso, no hay correspondencia, por ello decimos que lo expresado es falso. Esto concuerda con la teoría minimalista de la verdad de Wright, la cual a grandes rasgos versa así:

“Es necesario y suficiente, para que un predicado sea verdadero, que satisfaga cada uno de los requerimientos siguientes:

• El afirmar una declaración es presentarla como verdadera.

• ‘S’ es verdadero si y sólo si es el caso que S.

• Los enunciados aptos para ser verdaderos tienen negaciones que son del mismo modo.

• La verdad es una cosa, la justificación otra.

• El ser verdadero, es corresponder a los hechos.

Respecto a condiciones de verdad, Wright sostiene:

I. Cualquier discurso asertórico permitirá la definición de sus enunciados a partir de un predicado que califique como verdadero a la luz de la propuesta minimalista de la verdad.

II. Ese discurso será considerado asertórico solo en el caso que sus enunciados ingredientes se sujeten a restricciones mínimas de sintaxis (negación, condicional, actitudes proposicionales) y de disciplina: su uso tiene que estar regido por estándares de garantía acordados.

Mientras más se satisfagan los estándares disciplinarios propios del discurso, más podrá titularse como verdadero.”8

Así, lo dicho hasta aquí, se esquematiza mediante el siguiente modelo:

6 Cabe aclarar que no nos limitamos a un tipo de lenguaje, sino que por “lenguaje” se entiende todo aquello que permite clasificar al mun-do, distinguir las cosas, desde afirmaciones, oraciones, formalizaciones lógicas, etiquetas mentales, etc. Por eso se sostiene que es a través del lenguaje como se discurre, esto es, “etiquetar” al mundo.7 En adelante, las expresiones que se tomarán como prototipo serán los enunciados asertivos. 8 Cfr. Wright C., 2003, Saving the differences. Essays on Themes from Truth and Objectivity, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, Inglaterra, p. 4-5.

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Ahora bien, lo que hace que algo sea objetivo o subjetivo, es la manera en que dicho proceso se lleva a cabo. A continuación aplicaremos el modelo de determinación de verdad a instancias de enunciados objetivos y subjetivos.

3.1) Determinación de enunciados objetivos

Un enunciado asertivo p es objetivamente verdadero si y sólo si el significado (lingüístico) de las palabras expresan la proposición p, y los hechos no-lingüísticos garantizan por sí mismos que p es verdadera. Esto es, que corresponda lo expresado en p con cómo es el mundo. Ana-licemos esto con mayor detalle.

Primero, el significado de un enunciado asertivo, está determinado cuando se cumple:

i) que los sujetos involucrados en una conversación (hablantes competentes del lenguaje en situaciones normales) saben lo que significan las palabras involucradas, saben gramática y saben cómo se combinan los significados de las palabras. Esto es, tienen el sig-nificado lingüístico de las expresiones involucradas en la conversación. Además, ven dichas expresiones dentro de un contexto determinado.

Podemos ver que (i) corresponde sólo al nivel del lenguaje, donde ubicamos el esta-blecimiento de las condiciones de verdad de los enunciados. En el caso de un enunciado objetivo, la proposición expresada tendrá que ver con cómo son las cosas en realidad, esto es, el contenido proposicional apuntará a hechos. Debido a que las proposiciones apuntan a hechos, debemos avanzar del plano del lenguaje, ya que la objetividad es independiente del mismo. Luego, para que por la proposición expresada en p sea verdadera, y el proceso de determinación de verdad se complete, además de (i) debe cumplirse lo siguiente:

ii) la verdad de las afirmaciones de enunciado estará determinada por la correspondencia con los hechos no lingüísticos que dicha afirmación indica.

Así, vemos cómo lo expresado por los enunciados será verdadero si y sólo si de hecho es el caso que en el mundo ocurre lo expresado por el enunciado; en cambio, si no es el caso que el hecho ocurra, entonces el enunciado será falso.

p: Portador de verdad (entidad del lenguaje)ej.: Enunciado asertivo

Nivel 1) LENGUAJE ↓

Establecimiento de las condiciones de verdadSignificado de p

Proposición

Nivel 2)Plano No Lingüístico

Cumplimiento o incumplimiento de las condiciones de verdad de p

Correspondencia conHechos-Sujeto

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Vemos aquí que la determinación de verdad es directa, ya que sólo se pasa de las con-diciones de verdad de las expresiones, al mundo, que ya está de antemano determinado. Así, la correspondencia con los hechos, el mundo, no depende de ningún punto de vista particular o intervención por parte de los sujetos, ya que se da de manera directa.

Ahora bien, siguiendo las condiciones de determinación arriba planteadas (i y ii), al representar en el modelo las expresiones objetivas que son verdaderas se obtiene lo siguiente:

9 El lector no debe perder de vista que nos referimos al enunciado p y no al argumento h, ya que podría haber confusión acerca de que lo dicho en h no está determinado, como sí lo está lo dicho en p. Otra objeción que puede hacerse a esto es que la validez lógica de h es posible desde un sistema de lógica clásica y no desde sistemas de lógicas no-clásicas. La postura que se toma es que las lógicas no-clásicas se desarrollan a partir de sistemas clásicos, incluso la mayoría de las nociones de aquéllas son fundamentadas en nociones de éstas. Por ello, la validez de la que se habla en el ejemplo tiene que ver con el razonamiento que lleva a cabo el sujeto de acuerdo con la forma en que el mundo está organizado, en cómo se dan las relaciones en el mismo, de manera natural, y no, con una noción que se limite sólo a un sistema de lógica clásica.

PEnunciado que contiene

nociones acerca del mundo ↓

Establecimiento de las condiciones de verdad.Significado de p

Proposición↓

Hecho no lingüísticoHecho en el mundo

Cumplimiento o incumplimiento de las condiciones de verdad de p

Veamos cómo se da este proceso a través de un ejemplo. Supongamos que el sujeto T hace la afirmación representada en el siguiente enunciado:

(p) ‘el argumento h es lógicamente válido’.

El argumento h que al que el sujeto T se refiere es el siguiente:

(h) s → n

q → l____________

(s V q) → (n V l)

De acuerdo a lo establecido, para que p sea verdadero es necesario que, primero T sepa lo que los términos ingredientes de p significan. Los términos que encontramos en p están determinados, esto es, su significado no es vago y no depende del punto de vista particular de T, ergo son acerca del mundo9. Se sostiene esto por la noción de lógicamente válido presente en el enunciado, que corresponden a cómo es el mundo. Esto tiene que ver con la relación de consecuencia lógica implícita en p: X es consecuencia lógica del conjunto K, si y sólo si en toda circunstancia, mundo posible o caso en que K sea verdadero, X también -necesidad lógica- es verdadero. Para corroborar esto podemos realizar la prueba de validez del argumento h. Así, podemos decir que p es verdadero.

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Otros ejemplos de enunciados objetivos serían los siguientes:

p1) la altura de la Torre Eiffel es de 324 metros10.

p2) la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta (dentro de un sistema euclidiano).

p3) la fuerza que ejerce una partícula puntual con masa m1 sobre otra con masa m2 es di-rectamente proporcional al producto de las masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa.

Todos estos enunciados expresan algo que se refiere a cómo es el mundo. Ahora, vea-mos qué pasa con enunciados que en principio nos parecen subjetivos.

3.2 Determinación de enunciados subjetivos

Un enunciado asertivo pe es objetivamente verdadero si y sólo si el significado (lingüís-tico) de las palabras expresan la proposición pe, y algo no-lingüísticos garantizan por sí mismos que p es verdadera. A diferencia del apartado anterior, no podemos decir con se-guridad que lo expresado en pe corresponda con un hecho, ya que no se tiene la seguridad de que cómo son las cosas para el sujeto sean hechos, pero sí de que sean algo. Por tanto, en este tipo de enunciados debe corresponder lo expresado en pe con cómo son las cosas para el sujeto. Examinemos esto mediante el siguiente ejemplo, en el que suponemos que el enunciado es subjetivo, ya que, en principio, no se refiere a cómo es el mundo en sí, sino a cómo es el mundo para el sujeto. Supongamos que el profesor Willo hace una afirmación que es representada en el siguiente enunciado:

(pe) ‘el pulque de jitomate es delicioso.’

Igual que en el caso anterior, primero deben establecerse las condiciones de verdad de la afirmación pe. Para ello debe cumplirse la condición i) anteriormente expuesta. De este modo, de acuerdo al modelo, podemos ver que el cumplimiento con el nivel lingüístico se da directamente, esto es:

10 Lo que es objetivo en este ejemplo es la altura de la torre Eiffel en sí mismo y no la medida de 324 metros, esto es, lo objetivo es la altura de la torre, mida ésta lo que mida. Este ejemplo se parece al que Saul Kripke cita en El Nombrar y la Necesidad, sobre el metro de la barra de París. Ver Kripke Saul, 2005, El Nombrar y la Necesidad, Universidad Nacional Autónoma de México, IIF, México, p.56-59.

pe: el pulque de jitomate es deliciosoEnunciado

↓Establecimiento de las condiciones de verdad

Significado de pe.Proposición

Se da directamente porque el profesor Willo sabe a lo que se está refiriendo cuando afirma pe. Aún cuando no sepamos exactamente lo que el profesor Willo quiere decir con “delicioso”, podemos entenderlo y podemos aseverar que él sí sabe determinadamente lo que quiere decir “delicioso”, así como también nosotros sabemos lo que es “lo delicioso”

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para nosotros. Así, aun cuando “delicioso” es un predicado de gusto personal (subjetivo), el significado del término, y, por ende el componente proposicional, se encuentra determina-do. Por tanto, el establecimiento de las condiciones de verdad de pe se da de modo directo. Ahora, para que pe sea verdadero necesita cumplir además de (i) lo siguiente:

ii) la verdad de las afirmaciones de enunciado está determinada por la correspondencia con elementos no lingüísticos que dicha afirmación indica.

Es en este paso en donde se da la diferencia entre objetividad y subjetividad, ya que, como vimos en el apartado anterior, lo que proveía de verdad a p eran los hechos dados en el mundo, en cambio, lo que provee de verdad a pe es cómo son las cosas para el sujeto. Debido a que pe es una afirmación de enunciado subjetiva, su verdad o falsedad depende completa-mente del sujeto, en nuestro caso, del gusto del profesor Willo. Es por esto, que respecto al segundo nivel del modelo del proceso de determinación de verdad tenemos lo siguiente:

Establecimiento de las condiciones de verdadSignificado de pe.

Proposición↓

Gusto del sujeto Cumplimiento o incumplimiento de las condiciones de verdad de pe.

Respecto a la condición ii, lo que cambia es que la verdad o falsedad de lo expresado en el enunciado se da de acuerdo a cómo son las cosas para el sujeto y no con base en cómo son las cosas en el campo de los hechos independientes de él. No obstante, sí podemos entender lo que el profesor Willo quiere decir con la afirmación de enunciado pe, ya que nosotros también sabemos lo que es delicioso, pero el problema es que dicha ‘delicia’ es para nosotros y no tenemos forma de decidir si es exactamente el mismo tipo de delicia que la del profesor.

De esta manera se ha mostrado la principal distinción entre objetividad y subjetividad, sirviéndonos del modelo de determinación de verdad. Ahora, nos resta ver cómo a través del análisis de los desacuerdos se refuerza esta distinción y se aluza la problemática sobre la naturaleza de la verdad.

B) Desacuerdo legítimo y desacuerdo perdido

Con base en los autores siguientes, se desarrollan las nociones que me sirven tanto para poder caracterizar la clasificación entre ambos tipos de desacuerdos, como para explicar cuándo, en un desacuerdo, hay una verdadera oposición entre los contenidos de los argumentos en disputa (ii)11: Crispin Wright (1986), David Kaplan (1989), Peter Lasersohn (2005) y McFarlane (2007). Antes se vio que lo que caracteriza a un enun-ciado objetivo es el modo como se determina su verdad, pues bien, en este apartado se añade a tal propiedad, la condición de que un enunciado objetivo es aquel que da pie a

11 En este apartado, el lector tiene que recordar los componentes de un desacuerdo: (i) agentes involucrados, (ii) argumento en disputa y (iii) argumentos que sostienen al argumento en disputa.

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desacuerdos legítimos12. Con ello se pretende completar el objetivo del artículo: mostrar la objetividad de cierto tipo de enunciados para dar luz sobre la naturaleza de la verdad.

Ahora bien, en el análisis de los desacuerdos, es dónde podemos indagar por la delimi-tación entre objetividad y subjetividad, ya que, como se verá, los enunciados que dan pie a desacuerdos legítimos (ii) expresan cómo son las cosas en realidad, es decir, cómo es el mundo independientemente del sujeto. En pocas palabras, sobre lo que se está en desacuerdo es sobre un aspecto de la realidad. De ahí que más arriba se mencionara que en el componente ii del desacuerdo, podríamos ubicar nociones y elementos de índole metafísica, esto es, términos que refieran directamente a individuos (objetos) sin que una interpretación por parte del sujeto sea necesaria; no obstante, esto no quiere decir que no exista tal interpretación.

La distinción entre un desacuerdo legítimo y uno que no o es, se hace mediante el análisis del argumento que da pie al desacuerdo (ii), y, para llevar a cabo esto, tenemos que analizar aquello que hace que tal argumento pueda sostenerse, esto es, las fuentes que dan pie al desacuerdo, que son sistemas de creencias y conjuntos de información por parte de los agentes que están involucrados en dicho desacuerdo (iii). Por lo general, cuando se da un desacuerdo es porque no compartimos la misma opinión, el mismo punto de vista, esto se debe a que diferimos con el otro en algún punto en nuestro sistema de creencias. Como veremos, esto corresponde a un estado epistémico y no metafísico.

En su propuesta, Wright pretende13 caracterizar la distinción entre enunciados genu-inos, enunciados declarativos cuyo valor de verdad (verdadero o falso) es conferido por las propiedades de un tópico -subject matter- real, idóneos para expresar conocimiento genui-no; y el resto de los enunciados declarativos que tienen la sintaxis de enunciados genuinos, pero que no remiten a cómo las cosas son respecto a un hecho dado. El interés principal de Wright es poder quitar cualquier tipo de contaminación subjetiva de los enunciados. Vemos que esto se empareja con su propuesta sobre la verdad y la correspondencia. Según él, la cuestión de la cognición es relacional, tiene que ver con cómo adquirimos creencias (de modo apropiado) y cómo las relacionamos de acuerdo al modo como las cosas son; esto último puede verse desde dos perspectivas: 1) como las cosas son de acuerdo a las opiniones del sujeto, y 2) como las cosas son de acuerdo a los hechos; tanto en 1 como en 2, encontramos tópicos, y, en ambos casos, siguiendo la teoría de la correspondencia, la verdad de lo que expresamos dependerá de cómo las cosas son ya sea en el sentido de 1 o de 2. Esta investigación es sobre el segundo modo: cuando lo que “decimos” (en sentido amplio) corresponde con la manera en que el mundo es. Respecto a esto, Wright nos sugiere que el conocimiento es una cuestión desapasionada, esto es, cuando conocemos la verdad de un enunciado factual, lo hacemos independientemente a nuestra respuesta emocional o afectiva que tengamos acerca del hecho. También nos dice que la verdad es coercitiva cuando

12 Para la explicación del desacuerdo se toman en cuenta principalmente los escritos de Wright (1986) y McFarlane (2007). Cabe aclarar que Wright no utiliza el término ‘desacuerdo legítimo’, en ninguno de los textos mencionados en la bibliografía, sin embargo, la noción de desacuerdo legítimo la utilizo para referirme a un desacuerdo basado en fuentes de diferencia de opinión objetivas (más adelante trataré este punto), esto es, desacuerdos en los que podemos asir objetividad. 13 En el tercer apartado de <<Inventing Logical Necessity>>, en J. Butterfield ed., Language, Mind and Logic, Cambridge University Press, 1986, p. 195-202.

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el enunciado expresa cuestiones de hecho, es decir, la verdad se da de modo forzado debido a que los hechos no cambian aún con la intervención o la no intervención del sujeto. Esto tiene que ver con la concepción minimalista de la verdad y de las condiciones de verdad expuesta por Wright.

Recordemos que uno de los componentes del desacuerdo es aquello sobre lo que se está en desacuerdo, lo cual como se dijo, puede expresarse mediante un enunciado. Pues bien, supongamos que tenemos el enunciado p y queremos saber si lo expresado en el enunciado puede catalogarse como genuino. Para “ver” (en sentido amplio) lo expresado en p no se apela a planos lingüísticos privados. Esto es, nuestros sujetos involucrados comparten el mismo lenguaje, entienden las palabras integrantes del enunciado p. Punto fundamental de nuestro análisis es distinguir entre a) lo que se afirma o se niega en p, y b) el hecho al que p me remite. Aún no sabemos si lo que p refiere, tiene que ver con cómo las cosas son respecto a los sentidos 1 (sujeto), o 2 (mundo) antes expuestos; y, sólo si p tiene que ver con 2 (de acuerdo a como las cosas son en el campo de los hechos) podremos calificarlo como un enunciado genuino.

Luego, si surge un desacuerdo respecto a p, veremos que éste depende de las fuentes de diferencia de opinión, las cuáles las ubicamos en la información y creencias que poseen los disputantes en ese momento, esto es, en los estados de información. Lo que se entenderá aquí por estado de información es la suma total de información a la que un sujeto tiene acceso y posee (la sabe –creencia-) en un momento determinado. De los estados de infor-mación que se posean depende el que se asiente o se niegue algo, ya que de ahí provendrán las fuentes de diferencia de opinión en las que se basa el desacuerdo. Ahora bien, podemos tomar como componentes de un estado de información el lenguaje que comparten los dis-putantes, el vocabulario, el que compartan significados, información que haya obtenido de los demás, explicaciones, conjuntos de creencias, etc. Si se pone atención a esto, podemos ver que los estados de información son de un estatus epistémico, mientras que el enunciado genuino pertenece más bien a un estatus metafísico. La estrategia de Wright es caracterizar a los enunciados genuinos (objetivos) a partir de los estados de información de los sujetos. Como se dijo, en estos últimos encontramos las fuentes que dan pie a los desacuerdos. Ahora bien, podemos encontrar que la información puede ser “pública” o “privada”. Información “pública” sería aquella a la que todos tenemos acceso, por lo menos en principio. Ésta no depende únicamente del sujeto, por ejemplo: la información que recibimos del entorno. Por otro lado, está aquella información que sólo es accesible de modo privado por el sujeto que la posee. Esta información es “privada”. Por último, hay quien sostiene que existe información que no es accesible para nadie, pero que sin embargo existe, cosa que no trataremos aquí.14

Si el enunciado p es genuino, expresa cuestiones objetivas–factuales. Si p no es genui-no, entonces su rechazo o aceptación se deberá a factores no compartidos en los estados de información de los sujetos. Así, un enunciado genuino será aquel en el que los sujetos ra-cionales ideales no pueden estar en desacuerdo legítimo acerca de su aceptabilidad en ningún estado de información posible. Así, podremos saber si el enunciado en desacuerdo es genuino,

14 Para ampliar más al respecto ver Skidelsky Liza, <<La distinción doxástico-subdoxástico>>, Crítica, Revista Hispanoamericana de Filosofía, vol. 39, No. 115, abril 2007, p. 31-60.

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sólo si el desacuerdo se da con base en diferencias de opinión que no estén contaminadas de subjetividad, esto es, que no recaigan en el punto de vista particular de los sujetos involucrados.

Por ende, se deben analizar los estados de información de las partes disputantes, y, aquí es donde ubicamos las fuentes de diferencia de opinión que provocan el desacuerdo (iii). Al igual que el enunciado en desacuerdo (ii), estas últimas también son objetivas cuando son acerca de un estado factual, acerca de un hecho en el mundo; por otro lado, también pueden ser subjetivas, cuando el desacuerdo se basa en fuentes que dependen de algún punto de vista particular de los sujetos involucrados en él. Con base en esta dis-tinción se determinará si el enunciado en disputa es objetivo, esto se define en el rango de po sibles fuentes de diferencia de opinión factuales; así el desacuerdo será respecto a un estado factual15, y nos encontraremos ante un desacuerdo legítimo. En el tipo de fuentes de diferencia de opinión podemos identificar los tópicos -subject matters- de la disputa. Esto está relacionado con los estados de información de los sujetos disputantes. Si las fuentes de diferencia de opinión son fácticas, esto es, son respecto a un estado factual ubicado en los estados de información de los sujetos, entonces el desacuerdo calificará como legítimo. Por otro lado, si éstas no dependen de algún hecho, sino que se dan con base en algún tipo de información subjetiva, no hay desacuerdo, nos encontramos ante un desacuerdo per-dido. Ocurre siempre, en los desacuerdos legítimos, que una de las partes disputantes esté equivocada y otra esté en lo correcto. En el segundo caso, el desacuerdo se pierde porque lo que está en discusión son puntos de vista de los sujetos acerca de cómo son las cosas para ellos mismos, por tanto no existe algo en común en tal desacuerdo, incluso tampoco podría haber un acuerdo legítimo entre los sujetos.

A continuación se expone la clasificación que hace Wright sobre las fuentes de dif-erencia de opinión: error, ignorancia y prejuicio. Cabe señalar, que faltaría la fuente de vaguedad material, la cual no incluyo ya que el propósito del escrito es poder discernir entre enunciados objetivos y subjetivos.

Fuentes de diferencia de opinión

Error Material del lado de alguna de las partes que par-ticipan en el desacuerdo. Las partes están representadas por los sujetos T y W.

Se considera factual (material)cuando

El error es independiente de cualquier punto de vista acerca de la opinión en disputa. Tiene que ver con cualquier tipo de mal funcionamiento, perceptual, de recolección, intelectual, etc.

Ej. Error de cálculo Sujeto T: el resultado de 70 veces 7 es 490.Sujeto W: No, el resultado de 70x7 es 150.

No debe considerarse factual (material) cuando

La atribución del error está basada en el punto de vista de alguno de los sujetos partícipes del desacuerdo.

Ej. Sujeto T: El pulque de jitomate es delicioso.

Sujeto W: No, te equivocas, el pulque de jitomate no es delicioso, es asqueroso.

15 Cabe aclarar que el adjetivo que Wright le da a estas fuentes, es el de “material”. No tiene que ver completamente con la realidad empírica, sino que creo que por “material” entiende que las fuentes tienen que ser “objetivas” en el sentido en que no tiene que haber contaminación subjetiva.

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16 El estatus del enunciado está directamente relacionado con la información a la que tienen acceso los sujetos disputantes. Más precisa-mente, el estatus del enunciado obedece al estado de información en el que se encuentra cada uno de los sujetos integrantes de la disputa; recordemos que el estado de información es la suma total de información a la que tiene acceso un sujeto en un momento determinado. Los estados de información de un sujeto a otro varían, de ahí que la fuente de diferencia de opinión se dé cuando se ignora el estatus del enunciado debido a que los estados de información no son compartidos.

Fuentes de diferencia de opinión

Ignorancia Material del lado de alguna de las partes que participan en el desacuerdo.

Se considera factual (material) cuando

Es identificable de modo inde-pendiente de la visión subjetiva de la afirmación en disputa; cuando no se puede evitar que alguno de los sujetos integrantes del desacuerdo ignore el valor de verdad del enunciado. También tiene lugar cuando aquello que se ignora es el hecho al que apunta la afirmación en disputa.

Ej. T: La Tierra gira alrededor del sol.W: No, eres un ignorante, es el sol el que gira alrededor de la Tierra.

En este caso tenemos que el estatus del enunciado16 de T es ignorado por W y viceversa.

Aquí, qué astro gire alrededor de qué otro astro, no es una cuestión que se base en el punto de vista particular de T o W, el desacuerdo se da en base a que ambos ignoran las teorías que hacen verdaderas cada una de las opiniones discrepantes.

No debe considerarse factual (material) cuando

La atribución de ignorancia en el fondo dice que el sujeto no tiene cierta visión particular del enunciado.

Ej. W: Bach es malísimo, aburre y apesta. T: Bach es muy buen músico, sus composiciones son excelentes. Lo niegas porque eres un ignorante.

En este caso la ignorancia acha-cada por T depende de la visión subjetiva de la afirmación y no de una ignorancia material.Como hemos visto, el gusto es una cuestión subjetiva.

Se considera factual (material) cuando

Se está de acuerdo respecto al material y datos informativos vistos como evidencia del enunciado, pero no se está de acuerdo respecto a la fuerza de soporte que evidencia da al enunciado.

Ej. T: Para que el experimento tenga éxito, el agua tiene que

No debe considerarse factual (material) cuando

El cuerpo de evidencia, el ma-terial y los datos informativos, no son compartidos, ni siquiera una de las partes del desacuerdo muestra interés por saberlos.

Ej. GV: A los lógicos no les gusta la poesía ni la entienden, porque no está en números.

E: ¿Vas a clase?

Se considera factual (material) cuando

Prejuicio Material del lado de alguna de las partes que partici-pan en el desacuerdo.

En este caso, el que esto sea un error no depende del punto de vista de alguno de los sujetos que toman parte en el desacuerdo. También cuenta como error material cuando la lectura de un dato no se realiza correctamente.

En este caso el error que W atribuye a la parte disputante se basa en el particular punto de vista de W.

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Así pues, una de las condiciones que debe cumplir un desacuerdo para calificar como legítimo es que las fuentes de diferencia de opinión que dan pie a éste sean factuales, esto es, que las fuentes de la diferencia de opinión de las partes en disputa no dependan de factores subjetivos. Una vez que se haya mostrado esto, puede sostenerse que el enunciado que da pie al desacuerdo es genuino, objetivo. En un desacuerdo no es necesario ubicar todas las fuentes de diferencia de opinión arriba expuestas, basta con que encontremos una de ellas. Por último, si las partes en disputa logran llegar a un acuerdo, el acuerdo entre las partes debe también ser legítimo.

Ahora, someteremos a desacuerdo los enunciados cuya verdad determinamos usando el modelo de determinación de verdad. Con esto se quiere mostrar que el análisis de los

estar a 777°C para poder diluir el sólido. El número 7 es de buena suerte.

W: No, el sólido puede arrojar-se cuando el agua esté entre 770 y 780°C. La suerte no tiene que ver en esto.

T y W comparten el cuerpo de evidencia, sin embargo, T de manera irracional le asigna mayor fuerza de soporte a la creencia de que el éxito del ex-perimento depende del número de grados y no de la temperatu-ra establecida.

Aunque esta fuente no queda del todo clara, veamos otro ejemplo: supongamos que Pe-dro y Juan (ambos epistemólo-gos dedicados) están de acuerdo en que conocimiento es aquella creencia verdadera y justificada, pero difieren en lo que debe to-marse como garantía de éste; el primero de ellos es un empirista consagrado, el segundo es un racionalista aferrado, aun cuan-do ninguno tenga una garantía fundamentada. En este ejemplo podemos ver que lo que origina el desacuerdo son las diferentes teorías que cada uno acepta como válidas (empirismo y racionalismo); y, podemos ver que el origen del desacuerdo no radica en algo que dependa completamente del sujeto, sino que es algo externo a él, en nuestro caso, las diversas teorías que sostienen y el prejuicio con el cada uno se explica el mundo.

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enunciados en desacuerdo, contribuye a que fijemos si éstos son objetivos o subjetivos; y si es el primer caso, ahondar el proceso de determinación de verdad de los mismos.

1) Desacuerdo legítimo y afirmaciones de enunciado subjetivas

Primero analizaremos el caso del enunciado subjetivo (pe) ‘el pulque de jitomate es deli-cioso’. Veamos qué pasa cuando con base en este enunciado tenemos el siguiente desacuerdo:

Sujeto T: (pe) ‘El pulque de jitomate es delicioso.’

Sujeto W: (-pe) ‘No, el pulque de jitomate no es delicioso.’

Sabemos que el enunciado que pronuncia T es subjetivo porque, como se mostró mediante el modelo de determinación de verdad, la verdad de lo expresado depende del gusto del sujeto. Esto se debe a que la delicia adjudicada al pulque de jitomate no apunta a algún hecho que se dé de acuerdo a cómo las cosas son en realidad, en el campo de los he-chos, sino que apunta a cómo las cosas son de acuerdo a las opiniones del sujeto. También podemos pensar que tanto T como W comparten la misma información acerca de lo que es el pulque de jitomate, pero difieren respecto a la delicia del pulque, esto es, comparten, parcialmente, estados de información. Ahora, analizaremos pe (ii) a partir de las fuentes que detonan el desacuerdo (iii). Recordemos que el enunciado en disputa (ii), será genuino –objetivo- si las fuentes que provocan el desacuerdo son factuales (materiales), en el sentido arriba expuesto.

Por un lado, W no puede decir que T está en un error material porque la adjudicación del error se basa en el punto de vista particular de W. Tampoco puede decir que T se en-cuentra en ignorancia material respecto a la ‘delicia’ del pulque, ya que, por un lado, T tiene acceso a degustar el pulque de jitomate, y por otro, T no ignora el estatus del enunciado pe. Ahora, respecto a la fuente de prejuicio material nos encontramos que alguien puede pensar que T y W están de acuerdo respecto al material y datos informativos vistos como evidencia del enunciado, ambos toman y degustan el pulque. Lo que tenemos que ver es la posibilidad en que T y W difieran en la fuerza de soporte de pe, si este fuese el caso, en-tonces el desacuerdo respecto a pe tiene como fuente de diferencia de opinión un prejuicio material, y por tanto podemos decir que el desacuerdo sí apunta a un cierto estado factual. Podemos ver que nuestros sujetos no difieren respecto al peso que le dan a cualquier pieza de evidencia involucrada, ambos tienen acceso a la misma base de evidencia y ambos dan el mismo valor a la fuerza de soporte, a saber: cómo sabe el pulque de jitomate. Por otro lado, podemos pensar que no podemos encontrar fácilmente, en el desacuerdo planteado, si el gusto o el no gusto del pulque por parte de los sujetos se deban a un prejuicio. Necesitamos más información para ver en qué se basa el que T afirme pe y W lo niegue, para poder ubicar si existe prejuicio o no. En este caso la fuente de prejuicio material no es ubicable con la información que se tiene. El que no podamos establecer parámetros que fijen sin duda el significado de lo expresado, es un problema característico de los enunciados objetivos. No

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17 Lasersohn, P., 2005, <<Context Dependence, Disagreement, and Predicates of Personal Taste>>, Linguistics and Philosophy, 28, pp. 643-86.18 Basta con esta definición simple de consecuencia lógica. No es mi objetivo profundizar en el debate de si la definición de consecuencia lógica debe ser modal o formal, basta lo arriba dicho para poder ubicar el hecho al que nos remite esta noción.

obstante, tal problema no será tratado aquí17, ya que el propósito es mostrar cómo analizar los enunciados que provocan desacuerdos. Así, se ha mostrado que el desacuerdo entre T y W no puede ser calificado como desacuerdo legítimo, ya que las fuentes de diferencia de opinión que encontramos (error e ignorancia) no corresponden a un estado factual, sino que dependen del punto de vista particular de los sujetos involucrados, y no hay suficiente información para decidir sobre la de prejuicio. Por tanto, no podemos ubicar ninguna fuente de diferencia de opinión material en el desacuerdo. Así que podemos concluir des-acuerdos que se den con base en enunciados tipo pe, no serán legítimos, ya que no se dan respecto alguna cuestión factual (material); y, por ende, el enunciado en disputa no es genuino, objetivo.

2) Desacuerdo legítimo y afirmaciones de enunciado objetivas

Ahora veamos qué pasa cuando un desacuerdo se da con base en un enunciado, en principio, objetivo. Digo que es “en principio” objetivo, ya que, aunque lo hemos sometido al modelo de determinación de verdad, la cuestión es si éste da pie a un desacuerdo legíti-mo, para que así sea completamente objetivo. Aquí el sujeto T afirma:

(p) ‘el argumento h es lógicamente válido.’

Por su parte el sujeto W afirma:

(-p) ‘No, el argumento h no es lógicamente válido.’

Recordemos que por argumento h tomamos lo siguiente:

P1) s→n

P2) q→l

⊦----

C) (sVq) → (nVl)

Vemos que el argumento h consta de dos premisas y una conclusión que se deriva de ellas. Recordemos que la noción de consecuencia lógica implícita en h, es la noción semán-tica intuitiva: “X es consecuencia lógica del conjunto K, si y sólo si en toda circunstancia, mundo posible o caso en que K sea verdadero, X también -necesidad lógica- es verdadero.” Recordemos también que basta con que tomemos a los componentes X y K de dicha noción como portadores de verdad. Pues bien, podemos ver que la relación de consecuencia lógica está presente en el argumento h debido a que C es consecuencia lógica de las premisas P1 y P2, ya que siempre que éstas son verdaderas C también lo es -por necesidad lógica-. Dicho de otro modo, no es posible que algún argumento, con la misma forma que h, tenga en algún caso premisas verdaderas y conclusión falsa.18

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Para probar la objetividad del enunciado (p), necesitamos probar la objetividad de la noción de consecuencia lógica presente en el argumento h. Esto debido a que cuando un ar-gumento es lógicamente válido, es porque es un hecho que su conclusión se siga lógicamente de las premisas. Como puede apreciarse, aquí se hace patente el realismo que se sostiene en la investigación; en él se incluye la posibilidad de una realidad lógica, en la cual encontramos hechos lógicos. Pues bien, el lector no debe perder de vista que la objetividad de la noción de consecuencia lógica, se ubica en la forma del argumento h y no en los relata del mismo.

Ahora, para mostrar que el enunciado (p) califica como un enunciado genuino, esto es, objetivo, tenemos que lo que da pie a un desacuerdo respecto a éste es, o un error material, o ignorancia material, o un prejuicio material. Al hacer esto mostramos que la verdad de lo expresado en el enunciado (p) no depende de algún tipo de factor subjetivo, y que ésta es acerca de cuestiones de hecho, particularmente, al hecho al que apunta la relación de consecuencia lógica.

Siguiendo con nuestro ejemplo, supongamos que ambos sujetos, T y W, realizaron la prueba de validez del argumento h, y ambos sustentan sus afirmaciones en esto. Veamos el tipo de prueba que realizaron cada uno. La prueba de validez de T es la siguiente:

P1) s→n, P2) q→l ⊦ C) (s∨q) → (n∨l)1. ~s⋁n implicación material P1.2. (~s⋁n) ⋁ l Adición 1.3. ~s⋁(n ⋁ l) Asociación 2.4. (n ⋁ l) ⋁ ~ s Conmutación 3.5. ~q ⋁ l Implicación material P2.6. (~q⋁l)⋁ n Adición 5.7. ~q⋁(l⋁ n) Asociación 6.8. ~q⋁(n⋁l) Conmutación 7.9. (n ⋁ l) ⋁ ~q Conmutación 7.10. {(n ⋁ l) ⋁ ~s} ⋀ {(n ⋁ l) ⋁ ~q} Conjunción 4 y 9.11. (n ⋁ l) ⋁ (~s ⋀ ~q) Distribución 10.12. (n v l) v ~(s v q) Teorema de Morgan 11.13. ~(s ⋁q) ⋁ (n ⋁ l) Conmutación 12.14. (s∨q) → (n∨l) Implicación Material 13.

Por su lado W ha realizado la siguiente prueba:

P1) s→n, P2) q→l ⊦ C) (s∨q) → (n∨l) 1. ~ s∨n implicación material P1.2. ~q ∨ l implicación material P2.3. (~ s∨n) ∨ l adición 1.4. (~q∨l)∨ n adición 2.5. ~ s∨(n ∨ l) asociación 3.6. (n ∨ l) ∨ ~ s conmutación 5.

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7. ~q⋁(l⋁ n) asociación 4.8. (n ⋁ l) ∨ ~q conmutación 7.9. {(n ∨ l) ∨ ~s} ∨ {(n ∨ l) ∨ ~q} conjunción 6 y 8.10. (n ∨ l) ∨ (~s ∨ ~q) distribución 9.11. (n v l) v ~(s v ~q) Teorema de Morgan 10.12. ~(s ∨~q) ∨ (n ∨ l) conmutación 11.13. (s∨~q) ∨ (n∨l) implicación Mat. 12.14. No hay conclusión del argumento.

Lo que tenemos que hacer es indagar si, con base en las pruebas de validez, podemos encontrar algún tipo de error, ignorancia o prejuicio materiales. Podemos ver que en lo que difieren nuestros sujetos es en el resultado que obtienen al aplicar el teorema de Morgan en los renglones 12 y 11 respectivamente. Esto nos lleva a pensar que uno de nuestros sujetos debe estar equivocado, ya que, el teorema de Morgan no depende de la interpretación de los sujetos. Al ubicar la fuente de diferencia de opinión, lo que nos resta es verificar si esta diferencia se da con base en cuestiones factuales. Con base en lo que establece el teorema de Morgan podemos ver, claramente, que el sujeto W está equivocado, ya que aplicó incorrec-tamente la regla. Este error puede compararse con un error de cálculo, lo que lo provoca no es ningún tipo de vista particular del sujeto W, o algún tipo de factor subjetivo; luego, el error es material (factual), es acerca de cuestiones de hecho. Como se dijo, basta con ubicar que una sola de las fuentes de diferencia de opinión es factual, para decir que el enunciado respecto al cual se da el desacuerdo es genuino o no. Por tanto, en este caso podemos decir que el desacuerdo entre T y W califica como un desacuerdo legítimo, ya que una de las fuentes del mismo es factual: error material.

Ahora veamos un ejemplo respecto a cómo podemos ubicar ignorancia material en el desacuerdo sostenido en relación a (p). Sigamos con nuestro ejemplo, y supongamos que la prueba de validez sigue reforzando lo afirmado por T y W. Después de que ambos sujetos se dan cuenta de que aplican el Teorema de Morgan de modo diferente, sigue la discusión. Ahora bien, pensemos que el sujeto T tomó clases de lógica impartidas por especialistas en el tema; por otro lado, el sujeto W tuvo malos maestros de lógica y su formación en esta materia es deficiente. Para W 18 de las reglas son iguales a las que se manejan en lógica clásica, pero el Teorema de Morgan lo toman del siguiente modo:

Teorema de Morgan: ~p ⋀ ~q ≡ ~ (p v ~q)

Podemos ver que el sujeto W aplica correctamente esta regla cuando realiza la prue-ba de validez del ejercicio (pasos 10 y 11 de la prueba de W). Recordando a Wright, un desacuerdo con base en ignorancia material es aquel en el que es inevitable que alguno de los sujetos integrantes del desacuerdo ignore el valor de verdad del enunciado, esto es, que ignore lo que éste significa. En nuestro ejemplo, dadas las condiciones arriba expuestas, no podemos evitar que W ignore lo que realmente es el Teorema de Morgan. W cree que está

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aplicando la regla de sustitución correcta, de hecho lo hace correctamente, pero la regla aplicada no es la que corresponde al Teorema de Morgan. Esto último es, lo que W ignora. El que W ignore cómo es realmente el Teorema de Morgan no depende de algún factor subjetivo, como el punto de vista de W, su estado de ánimo, etc. La ignorancia de W radica en un factor ajeno a él, la mala enseñanza de los profesores. Por tanto, podemos decir que lo que da pie al desacuerdo es la ignorancia de W. Así ubicamos la fuente de ignorancia material en el desacuerdo planteado de enunciado p.

De este modo, se ha mostrado que al indagar por la naturaleza de las fuentes de diferencia de opinión que dan pie a un desacuerdo, podemos indagar por la naturaleza del enunciado en disputa. Con ello, se complementa lo establecido en el modelo de determinación de verdad, debido a que, analizando los enunciados en desacuerdo, damos luz sobre el carácter objetivo o subjetivo de éstos. Por lo anterior, se ha podido vislumbrar, en última instancia, la naturaleza de la verdad, ya que, lo objetivamente verdadero es dónde ésta se instancia.

Referencias bibliográficas:

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Hispanoamericana de Filosofía, vol. 39, No. 115, p. 31-60.• WRIGHT C., 1986, <<Inventing Logical Necessity>>, en J. Butterfield ed., Language,

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Press, Cambridge, Massachusetts, Inglaterra.• 1992, Truth and Objectivity, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, Inglaterra.

MARÍA ESPERANZA RODRÍGUEZ ZARAGOZA es Doctorante en el Programa de Maestría y Docto-rado en Filosofía de la Ciencia en la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestra en Filo-sofía en el área de Lógica, Filosofía del Lenguaje y Filosofía de la Mente por la FFyL de la UNAM. Licenciada en Filosofía por parte de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán UNAM. Profesora de la Licenciatura en Filosofía de la FES Acatlán de 2005 a la fecha. Responsable del Seminario de Investigación I Teorías Filosóficas “Filosofía de la Lógica”. Coordinadora del Seminario Per-manente de Investigación “Lógica en Acatlán” de 2007 a la fecha. Participación en el Proyecto PAPIME PE400709 y PAPIME PE400211.

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97núm. 11, 2012, pp. 97-118

Desarrollo de predictor de píxel adaptativo para mapas de bits

Development of adaptive pixel predictor for bitmaps

Javier Garduño [email protected]

Resumen:

Los mapas de bits, por naturaleza, consumen gran cantidad de espacio de almacenamiento. Si bien se han desarrollado muy diversos y sofisticados métodos de compresión para los mismos, han quedado

relegados los métodos destinados a una compresión sin pérdida de información. El resultado de este trabajo pretende paliar esta carencia.

Considerando que no es posible comprimir cualquier ráfaga de datos de un tamaño particular a uno más pequeño, y que un mapa de bits puede ser cualquier arreglo arbitrario de valores, se analizan algunos supuestos y principios asociados a las imágenes que pueden tener algún sentido para el obser-vador, de manera que sea posible conseguir que dicho subconjunto, el de las imágenes con sentido, sea el favorecido por algún algoritmo compresor.

El mecanismo ideado es un predictor de pixel, un algoritmo destinado a transformar los datos ori-ginales de un mapa de bits, sin que esto conlleve a una pérdida de información en los mismos. El resul-tado es un nuevo conjunto de datos con menor entropía que los datos originales, cualidad que favorece su compresión.

Palabras clave:

Algoritmo, compresión, imagen, matemáticas, predictor, mapa de bits, heurística, pixel.

Abstract:

Bitmaps, by nature, consume lots of storage space. While many have developed very sophis-ticated compression methods for them, those methods for lossless compression of information have been left behind. The result of this paper aims to fill this gap.

Whereas it is not possible to compress any data burst of a particular size to a smaller, and that a bitmap can be any arbitrary arrangement of va-lues, we analyze some assumptions and principles associated with the images that might make some

sense to the observer, so that it is possible to make this subset, the images with meaning, favored by any compressor algorithm.

The mechanism developed is a predictor of pixel, an algorithm designed to transform the ori-ginal data of a bitmap, without this leading to a loss of information therein. The result is a new set of data with less entropy than the original data, a quality that enhances their compression.

Keywords:

Algorithm, compression, image, mathematics, predictor, bitmap, heuristic, pixel.

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Introducción

Los mapas de bits consumen gran cantidad de espacio de almacenamiento. Por tal motivo, es ideal la compresión de la información que constituye dicha imagen.

Si bien existen muchos métodos de compresión, la mayoría de ellos están diseñados para realizar una reducción de tamaño con pérdida de información, quedando relegados los métodos que realizan la misma tarea sin pérdida de la misma.

Normalmente, estos últimos incluyen un proceso encargado de transformar la infor-mación a fin de facilitar el alcance de mejores tasas de compresión. Sin embargo, dichos procesos son en extremo simples.

Con la creación de este algoritmo se pretende llenar el nicho creado por las técnicas usadas tradicionalmente. El objetivo es encontrar una forma de transformar un mapa de bits (imagen) de forma que coadyuve a mejorar su compresión utilizando un algoritmo tradicional de compresión entrópica (Huffman)1, o similar.

Entendiendo la compresión

La compresión de datos hace referencia a la habilidad de reducir la cantidad de bits utiliza-dos en el almacenamiento de tales datos. Por tasa de compresión se hace referencia a la razón que existe entre el tamaño original de los datos y el tamaño de la versión comprimida de los mismos. Es decir:

Donde C es la tasa de compresión, D es el tamaño original de los datos, y d es el tama-ño de los datos comprimidos. Mayores valores de C son mejores.

En la teoría de la información, la información es tratada como una magnitud. Es cuantifi-cable, y para caracterizar la información de una secuencia de símbolos, que es la manera en que se almacena los datos de un mapa de bits, se utiliza la entropía.

La entropía y la no inyectividad de la compresión son conceptos de suma importancia en el desarrollo de este trabajo.

Entropía

Se refiere al grado de incertidumbre que existe en la aparición de símbolos en una secuencia de símbolos.

1 Huffman, D.A., A method for the construction of minimum-redundancy codes. En Resonance, vol 11 núm 2, pp 91–99, 2006.

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Definición formal de entropía2

La entropía medida en bits se define formalmente como:

Donde:

p(xi) es la probabilidad de que la variable discreta x se encuentre en el estado xi. El conjunto de todos los xi representa los n símbolos posibles que puede contener una cadena de símbolos.

No inyectividad de la compresión

Para todos los casos una secuencia de símbolos, como la que podría estar almacenando una imagen, se codifica como una secuencia de bits. Dicha secuencia ordenada se puede considerar un número de base 2. Teniendo esto en cuenta, podemos establecer la siguiente propiedad general:

Sea M el conjunto de todos los números de base n que se pueden escribir con m dígitos. Sea K el conjunto de todos los números de base n que pueden ser escritos con k dígitos.

Donde:

Para cada M existen exactamente m - 1 subconjuntos K. Llámese Tm al conjunto que contiene a dichos conjuntos K, quedando definido como:

Al ser disjuntos los conjuntos Ki, el conjunto Tm posee una cardinalidad:

2 Shannon, Claude E., A Mathematical Theory of Comunication, en The Bell System Technical Journal, vol 27, pp 379–423, 623–653, Julio - Octubre 1948.

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La cardinalidad de Tm no es otra cosa que la suma de la cardinalidad de cada uno de los subconjuntos Ki que lo constituyen.

Llamemos regla de compresión a la función C que, recibiendo como entrada un elemento de M, dé como resultado un elemento de Tm, tal que para cada elemento de Tm generado por C, exista uno y sólo un elemento de M que lo haya generado.

Por tal motivo, la función C no puede generar un elemento de Tm para todos y cada uno de los elementos de M. De lo que se concluye que no todo elemento de M puede ser asociado a un elemento de cualquier conjunto K de forma inyectiva. Además, nos muestra una relación inversa entre la razón de compresión y la fracción de datos que se pueden comprimir. En otras palabras, podemos decir lo siguiente:

Lema 1. No es posible que todos los datos de tamaño m se compriman a un tamaño menor k, siempre que sea utilizada la misma regla de compresión.

Lema 2. A mayor tasa de compresión, menor la cantidad de conjuntos de datos que pueden alcanzarla.

Obtención del predictor de pixel

En muchos casos, la información que posee un flujo de datos ha sido generada por un proceso no aleatorio. Esto convierte a dicho flujo de datos en algo potencialmente predecible. La predictibilidad de la información abre la posibilidad de reducir su entropía.

Con todo lo anterior presente, se pretende crear un predictor de pixel que cumpla las siguientes funciones:

• Explotar el orden y características intrínsecas que poseen las imágenes, con el fin de predecir su comportamiento, generando en el proceso un nuevo flujo de datos con menor entropía, facilitando así su compresión.

• Servir como método de discriminación, alentando la compresión del subconjunto de imágenes que tengan sentido para el observador, sobre las imágenes carentes de él.

Propósito del predictor de pixel

Su objetivo es transformar el conjunto de datos que constituyen un mapa de bits, de forma que la aplicación de un método de compresión resulte en un conjunto de datos más pequeño. La forma de conseguirlo es prediciendo el valor de los pixeles, almacenando sola-mente las diferencias que posea con respecto al valor real.

Se desea además que la compresión resultante sea “sin pérdida”. Para que todo ello resulte posible deben cumplirse las siguientes condiciones:

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Condición 1. El predictor debe realizar una transformación sin pérdida de información.

Condición 2. El predictor debe poseer inversa. Es decir, debe ser posible obtener los datos de la imagen original a partir del nuevo flujo de datos generado por el predictor.

Supuestos

Al hablarse de imagen, se hará referencia a un gráfico constituido por un solo canal de color. Para imágenes que contengan un número mayor de canales, como las imágenes en color, se utilizará el término imagen multicanal.

Imagen ideal

Una imagen ideal puede ser concebida como un campo escalar, donde el valor asociado a cada punto es su brillo correspondiente. Es una función donde su valor depende de la posición (x, y) considerada. Se puede expresar como:

Donde es un vector de coordenadas cartesianas (x, y) que representa cada punto de la imagen ideal. Un mapa de bits puede ser concebido como un muestreo de la función Φ donde cada muestra corresponde a un pixel.

Imágenes posibles e imágenes con sentido

Un mapa de bits puede ser cualquier arreglo de valores, pero no resulta interesante ni necesario tener la capacidad de comprimir todas las imágenes posibles. No todas las imágenes posibles tienen sentido para el observador. El propósito será, por tanto, encontrar un método que permita discriminar entre ambos tipos de imágenes: las que tienen “sentido” de las que no. De forma que el pequeño conjunto de imágenes con sentido sea el subconjunto de imáge-nes posibles que se compriman más.

La definición de imagen con sentido es vaga hasta ahora. La pregunta entonces es: ¿qué significa exactamente imagen con sentido? Es necesario definir el concepto de manera formal.

Para definir a una imagen con sentido, necesitamos conocer las características que debe tener una impresión visual, para que nuestro cerebro la interprete como información con significado relevante. Siguiendo principios muy elementales de la psicología del Gestalt, se nos dice que la percepción funciona a base de “recortes” en los cuales se posa la atención y llamamos “figuras”. Las zonas que circundan a los “recortes” o “figuras” son llamadas “fondo”. A esto se le conoce como Ley de figura-fondo3. Para que nuestro cerebro tome alguna sección de la imagen como figura es necesario que cumpla ciertas características, por

3 Köhler, Wolfgang, Psicología de la configuración, Ediciones Morata, 1967.

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ejemplo, que dicha sección posea un color similar, o que tenga un fuerte contraste con los elementos que se encuentran a su alrededor, o bien, poseer alguna clase de patrón que no posee el resto de la imagen.

En este caso particular, se aprovecharán estos principios como punto de partida para

definir las características que cumple una imagen con sentido.

Se puede decir lo siguiente:

Definición 1. Una imagen con sentido está conformada por grandes áreas de valor (color) similar.

Aquí se intenta hacer cumplir la Ley de figura-fondo, y en particular, uno de los rasgos característicos que hacen a la mente humana separar una figura de su fondo circundante: el contraste entre ellos. Asumimos que grandes áreas de color similar serán entendidas como la misma figura. Y que toda imagen con sentido está constituida de figuras.

Hasta aquí, el término grandes áreas es ambiguo. Pero veremos que no es necesario definirlo explícitamente. Los pixeles, como expresiones del componente más pequeño e indivisible de un mapa de bits, son por naturaleza de poco tamaño. Su fin no es representar ni ser percibidos individualmente como una estructura en el gráfico que conforman. Son, de hecho, el detalle más insignificante que una imagen puede contener.

En vista de lo anterior, podemos decir que:

Definición 2. Un área grande consiste en un conjunto arbitrario de pixeles adyacentes entre sí.

Siguiendo lo anterior, podemos deducir que dentro de un área grande, se cumple que:

Definición 3. El valor de un pixel tiende a ser igual al valor de un pixel adyacente.

De no ser el caso no se podría cumplir la definición 1, puesto que no se formarían grandes áreas de valor (color) similar.

Grandes áreas de color no implican, necesariamente, que todos los pixeles que las confor-man posean exactamente el mismo valor. Formulemos aquí, un supuesto un tanto aventurado, y fruto del sentido común:

Definición 4. Para áreas grandes del mismo color, los valores de los pixeles intermedios a otros dos colocados en posiciones arbitrarias, tienden a contener los valores intermedios a los de dichos pixeles arbitrarios.

Si los pixeles intermedios a otros dos no poseen sus valores también intermedios, se fomentarán diferencias más grandes entre pixeles adyacentes en el trayecto que va de un pixel arbitrario a otro. Lo cual, basándonos en la definición 3 es una situación más improbable, y por tanto, tendrá menor frecuencia de aparición. El comportamiento que

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fomenta la definición 3 es una transición suave en los valores, pues minimiza las diferencias de valor entre pixeles adyacentes.

Pixeles vecinos

Con esto en mente, se utilizarán los pixeles más próximos que sea posible para estimar el valor del pixel que se desea predecir.

Los pixeles vecinos a otro llamado c se han denominado de la siguiente manera:

γ (gamma), n (norte), δ (delta), o (oeste), e (este), α (alfa), s (sur) y β (beta).

Su configuración se encuentra esquematizada en la figura 1.

Figura 1: Pixeles vecinos. Donde los pixeles en gris son vecinos de c.

Disponer de todos los pixeles vecinos de c significa que conocemos el valor de cada uno de ellos, lo cual sería ideal al momento de realizar la predicción. Sin embargo, no es conveniente la idea de utilizar todos los pixeles vecinos de c. De ser el caso, no podríamos obtener la imagen original a partir de los datos del nuevo flujo de datos generado por el predictor.

Por tal motivo es indispensable que el algoritmo de predicción se base en datos que no necesiten al pixel por predecir para ser conocidos. Esto se consigue analizando de for-ma secuencial la imagen, utilizando solamente pixeles previamente conocidos. La forma tradicional para almacenar un mapa de bits es secuencial, de forma que se aprovecha una característica intrínseca a su naturaleza de esta manera.

El recorrido usual para ordenar los pixeles de un mapa de bits es el siguiente:

• El primer pixel es el situado en el extremo derecho de la línea superior de la imagen.

• El consecutivo de cualquier pixel será siempre el situado a su derecha, si es que existe. De no existir se optará por el situado en el extremo izquierdo de la línea inmediata-mente inferior. Si tampoco existe un pixel con esas características, se dice entonces que se ha alcanzado el último pixel.

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Figura 2: Orden de los pixeles en una imagen.

Usando la definición, los pixeles vecinos a c que pueden ser utilizados, de forma que del nuevo conjunto de datos se pueda obtener la imagen original, son: γ , n, δ y o.

Considerando que, en esencia, las imágenes pueden ser cualquier arreglo de valores, se ha optado por buscar un predictor adecuado utilizando técnicas estadísticas y heurísticas.

Plano simple

El concepto de plano simple sirve como base para obtener una primera aproximación al valor del pixel desconocido c.

Tomando dos pixeles arbitrarios de la imagen que pertenezcan a un área grande del mismo color, se tenderá a obtener una transición suave de valores en los pixeles intermedios.

Se deduce que:

Definición 5. La transición de valores tiene una dirección definida y una gradiente promedio, representada por:

Donde d es la distancia entre los pixeles c1 y c2.

Figura 3: Los pixeles c1 y c2 se encuentran a una distancia arbitraria d en una dirección arbitraria θ. Sus valores asociados se representan aquí por la tonalidad asignada a cada uno, y la transición de valores en los pixeles intermedios

como la línea degradada que los une.

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Esto es más fácil de observar si parametrizamos cada pixel con la triada ordenada (x, y, v), donde x e y se corresponden con las coordenadas cartesianas del pixel en el mapa de bits, y v con el valor (color) asociado a él. Esto convierte la imagen en una función v = f(x, y). Cada pixel se concibe como una muestra de dicha superficie.

Estimación del gradiente

La distancia mínima entre dos puntos cualesquiera de una imagen es la distancia entre dos pixeles vecinos. De forma que esta distancia constituye el incremento más pequeño en el plano (x, y) sobre el cual es posible medir una razón de cambio. En este caso, un cambio en v. De forma que los pixeles vecinos a un pixel c, se convierten en el recurso ideal para realizar una aproximación del gradiente de la imagen en ese punto.

Son necesarios al menos tres pixeles que no se encuentren sobre la misma recta, para calcular un gradiente. Los pixeles ideales para calcular dicho plano, por su cercanía a c, son: γ, n y o. Basta entonces calcular el plano correspondiente y medir su inclinación para así extrapolar el valor de c.

Definición 6. El plano común al que pertenecen los pixeles γ, n y o de un pixel c cual-quiera, es el plano simple de c.

Al igual que la imagen, el plano simple es una función v’ = g(x, y).

Los pixeles mencionados se encuentran posicionados de forma tal, que son los vértices de un paralelogramo. Esto resulta conveniente, pues convierte al cálculo del gradiente, y por tanto el de una primera estimación del valor de c, en una tarea sumamente sencilla; lo cual resulta recomendable.

El centro de este paralelogramo imaginario, punto que denominaremos p, es también el punto medio entre los pixeles o y n. Por la definición 4, sabemos que el valor estimado de la imagen en p no es otra cosa que el punto medio de los valores de o y n. Pero no sólo eso, es también el punto medio entre los valores de γ y c. De forma que la estimación de c resulta muy simple. Basta estimar el valor de la imagen en p con ayuda de o y n, y extrapolar el valor de c utilizando γ y el valor de p previamente calculado, de forma que el resultado sea el valor de v’ en las coordenadas de c.

Figura 4: Posición relativa en el plano (x, y) de los pixeles vecinos de c, que conforman al plano simple, el punto p, y las rectas que los unen.

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Así, el valor estimado de c según el cálculo de plano simple es:

Donde cs es la estimación de c por el método de plano simple.

En la práctica, no es posible asignar todos los posibles valores de cs a c. Esto se debe a que los pixeles c sólo son capaces de almacenar un valor que se encuentre dentro de un rango previamente establecido, que está definido por la especificación del formato de mapa de bits utilizado. En los casos donde cs resulte un valor inválido para c, se seguirán las si-guientes directrices:

• Si el valor de cs es estrictamente mayor al límite superior del rango de c, entonces, cs tomará el valor de dicho límite superior.

• Si el valor de cs es estrictamente menor al límite inferior del rango de c, entonces, cs tomará el valor de dicho límite inferior.

Evaluación del método de plano simple

Si los supuestos en los que se basa la predicción de plano simple son correctos, su apli-cación a un conjunto de datos que no cumpla las características esperadas para una imagen con sentido resultará menos eficiente.

La imagen más alejada de la ideal imagen con sentido es un ruido blanco, ya que el valor de un pixel carece de relación alguna con el valor de uno adyacente.

Condiciones de prueba

Imágenes

El predictor de plano simple se puso a prueba con un conjunto de 132 imágenes debidamente seleccionadas.

El conjunto está formado enteramente por imágenes multicanal, siguiendo el modelo sRGB4, con profundidad de 8 bits por canal. Sin embargo, sólo es necesario analizar un solo canal de color. Con este propósito, se decidió convertir las imágenes a un modelo de escala de grises con profundidad de 8 bits, siguiendo la definición establecida por la Unión Internacional de Telecomunicaciones en su especificación ITU-R 7095. La información de corrección de gamma, de existir, ha sido descartada.

Como grupo de control, se han utilizado 31 imágenes de ruido en escala de grises de la misma profundidad de color.

4 Poynton, Charles, Frequently Asked Questions about Color, consultado en: http://www.poynton.com/PDFs/ColorFAQ.pdf, el 2010-08-14, 19975 International Telecommunications Union, Basic Parameter Values for the HDTV Standard for the Studio and for International Pro-gramme Exchange, 1990.

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Pixeles empleados

No todos los pixeles pertenecientes a una imagen se han utilizado en la prueba. La ra-zón es que no todo pixel de una imagen posee vecinos γ, n, δ y o a la vez. De forma que no se han tomado en cuenta los pixeles pertenecientes a la primera fila de la imagen, así como los de la primera y última columna. Es el procedimiento seguido en todas las pruebas.

Resultados

Distribución del error en la predicción

En el ruido, los errores se distribuyen en forma triangular. El número de pixeles posibles para cometer un error (por exceso o escasez, según el caso) se reduce de forma lineal al au-mentar el valor absoluto de dicho error. La distribución típica se puede observar en la figura 5.

Figura 5: Distribución típica de los errores de predicción por plano simple, cuando éste es aplicado al ruido

Es el comportamiento esperado en el caso de un predictor que de resultados sin rela-ción alguna con los valores a predecir.

Se intenta verificar si la distribución de los errores en la predicción aplicada al ruido y a las imágenes con sentido es simétrica. En ambos casos, se aplicó el mismo test estadístico de asimetría6, bajo las siguientes hipótesis:

H0: La distribución de los datos es simétrica.

H1: La distribución no es simétrica.

Para todas las imágenes de ruido analizadas se determina como verdadera la hipótesis H0. La tabla 1 muestra el promedio del coeficiente de sesgo y el valor-p de las pruebas, realizadas con una significancia del 0.05 a 31 diferentes imágenes de ruido.

6 Prueba definida en: Zwillinger, D. y Kokoska, S.. CRC Standard Probability and Statistics Tables and Formulae. Chapman & Hall: New York. 2000. Sección 2.2.24.1.

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Tabla 1: El promedio para los coeficientes del sesgo obtenido al analizar 31 imágenes de ruido. Asimismo, el promedio de los valores-p para las pruebas de sesgo del mismo conjunto.

En el caso de imágenes con sentido, el error se distribuye de forma diferente. Tal y como puede apreciarse en la figura 6, que es representativa de este comportamiento, se observa un patrón distinto.

Figura 6: Distribución típica de los errores de predicción por plano simple, cuando éste es aplicado a una imagen con sentido

Salvo contadas excepciones, las distribuciones del error para la predicción aplicada a imágenes con sentido, no pasan la prueba de simetría. A pesar de su apariencia, son esencialmente no-simétricas.

Ruido (errores en la predicción)

Coeficiente de sesgo Prueba de sesgo (valores-p)

Promedio 0.0001409 0.6856337

Imágenes con sentido (errores en la predicción)

Coeficiente de sesgo Prueba de sesgo (valores-p)

Promedio -0.0005462 0.0388129

Tabla 2: El promedio para los coeficientes de sesgo del error en la predicción obtenido al analizar imágenes con sentido. De igual manera, el promedio de los valores-p para la prueba de sesgo del mismo conjunto

Al no ser simétricas, no podemos asumir la distribución normal de los errores, pero es posible notar una diferencia estadísticamente significativa entre ambas poblaciones.

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Tabla 3: La dispersión por tipo de imagen (ruido e imagen con sentido) es claramente discernible, según los datos arrojados

La destacable diferencia entre las desviaciones estándar y la diferencia en la simetría de ambas poblaciones, son las pruebas más contundentes sobre la diferencia de comporta-miento del predictor entre ellas, así como de su eficacia al momento de intentar predecir el valor de los pixeles.

Entropía calculada

Se presenta el resumen del cálculo de la entropía por tipo de imagen:

7 Como se recordará, la profundidad de color de las imágenes empleadas en la prueba es de 8 bits. Por tanto, la entropía máxima medida en bits, es también 8.

Desviación estándar promedio del error en la predicción

Ruido Imágenes con sentido

118.9920367 8.6577798

Entropía del error en la predicción

Ruido Imágenes con sentido

Promedio 7.9992612 4.2026105Desviación estándar 0.0000655 0.8729370

Tabla 4: Entropía promedio del error y desviación estándar del error por tipo de imagen

Los datos revelan la entropía máxima que posee el error de predicción aplicado al ruido, acercándose al máximo teórico de 8.07. Se revela la profunda diferencia que existe entre ambos grupos de datos.

Se demuestra así, que el predictor de pixel por plano simple realiza una transformación de los datos que es distinguible de una transformación arbitraria, y además, que lo hace de la forma deseada y esperada.

Predicción de errores en cs

Resulta indudable que la predicción por plano simple contendrá errores, y es deseable averiguar si dichos errores son también predecibles. Se intentó predecir dicho error bus-cando heurísticamente correlaciones entre él y otras variables involucradas en el proceso. Evaluando con posterioridad su eficacia en la reducción de los errores.

Las variables elegidas para este análisis son las siguientes:

Error de predicción por plano simple (cs – c). El error de predicción por el método de plano simple. Es el valor que se busca minimizar.

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Diferencia con delta (δ - cs). La diferencia entre el valor del pixel δ y el valor de la predicción por plano simple. Se elige con la intención de encontrar alguna correlación entre el error y el pixel δ vecino de c.

Inclinación izquierda (p – o). Se llama de esta forma a la cantidad que cumple la siguiente igualdad:

Donde m es la derivada direccional del segmento de línea dirigido .

Inclinación derecha (p - γ). Se llama de esta forma a la cantidad que cumple la si-guiente igualdad:

Donde m es la derivada direccional del segmento de línea dirigido .

Las inclinaciones izquierda y derecha son una herramienta para categorizar al plano simple en función de su gradiente. Esto puede verse con más claridad en la figura 7.

Figura 7: Inclinación del plano simple. Esta puede ser izquierda o derecha, según se muestra en el presente esquema. La inclinación del plano simple no es una rotación. Las flechas circulares sólo existen para facilitar la comprensión del

esquema.

Distribución de pixeles y errores por tipo de inclinación

Al graficar la inclinación izquierda contra la inclinación derecha, asignando un color di-ferente según la magnitud del error en la predicción por plano simple, se obtiene una gráfica por imagen con características típicas. Un ejemplo de estas gráficas se presenta en la figura 8.

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Figura 8: Inclinación izquierda vs. inclinación derecha. La magnitud del error por pixel se denota de acuerdo al color mostrado en la escala

Para el total de las imágenes analizadas las gráficas evidencian una correlación entre la inclinación derecha y la magnitud del error, considerando que valores positivos de la incli-nación derecha muestran mayoría de puntos amarillos y rojos, asociados a errores positivos. Mientras que valores negativos de inclinación derecha muestran mayoría de puntos azules y verdes, asociados a errores negativos. Se evaluará la pertinencia de considerar dicha correla-ción real en función de su capacidad para reducir el error en la predicción final.

Es de notar que para el total de imágenes analizadas los gradientes se concentran en el centro, y en aquellos puntos donde el valor absoluto de las inclinaciones es muy similar, formando un patrón en forma de “X”.

La presencia del patrón en forma de “X”, se interpreta como una evidencia a favor de la validez de la definición 3.

Figura 9: Distribución típica de error vs. inclinación derecha utilizando predicción por plano simple aplicado a una imagen con sentido

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Analizando dicha correlación entre la inclinación derecha y el error de predicción para imágenes con sentido, se obtiene lo siguiente:

Coeficiente de correlación (promedio) Desviación estándar (promedio)

0.4799453 0.1155479

Tabla 5: Coeficiente de correlación promedio y desviación estándar promedio para todas las imágenes con sentido analizadas

En el total de las imágenes analizadas existe un coeficiente de correlación positiva, cercana a 0.5.

Con base en lo anterior, una corrección del valor predicho debe utilizar una razón positiva de la inclinación derecha. Sin embargo, se ha considerado irrelevante tomar a con-sideración la pendiente de una recta de regresión de los errores para establecer dicha razón por dos motivos: (1) resulta muy variable entre imágenes y, (2) es recomendable elegir un valor sencillo que favorezca la resolución rápida del problema en la computadora.

Análisis de propuestas

Plano simple secundario

En el intento de involucrar al pixel δ en el cálculo de la predicción, se intentó una nueva estrategia creando un segundo plano simple que involucre el valor de dicho pixel. La diferencia radica en los pixeles utilizados en su definición.

Definición 7: El plano común al que pertenecen los pixeles n, δ y o de un pixel c cualquiera, es el plano simple secundario de c. El análogo al punto p de este plano se le llamará q.

Resulta fácil descubrir que se cumplen todas y cada una de las relaciones entre los pixeles involucrados, si se realizan las sustituciones correspondientes, y al igual que con el plano simple, es posible efectuar una predicción con base en él.

Figura 10: Posición relativa en el plano (x, y) de los pixeles vecinos de c, que conforman al plano secundario, el punto q, y las rectas que los unen

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Tabla 6. Correspondencia de pixeles del plano simple, respecto al plano secundario. Aplicando la sustitución, es posible realizar cálculos homólogos.

Propuestas de corrección

Se eligió probar con diversos variantes del predictor. Su elección tiene el propósito de considerar la correlación del error y la inclinación derecha mencionada con anterioridad, así como incluir a un pixel no tomado en cuenta hasta ahora: el pixel δ, gracias a la utilización del plano simple secundario.

Corrección 1 a 1: Por cada unidad de incremento en la inclinación derecha se efectúa un decremento unitario en el valor de cs, y viceversa. Si p no es entero, se tomará el entero adyacente a p más cercano al valor de cs.

Corrección 1 a 1/2: Por cada unidad de incremento en la inclinación derecha se efectúa un decremento de 1/2 en el valor de cs, y viceversa. Cuando este valor no sea entero, se tomará el entero adyacente más cercano al valor de p.

Corrección 1 a 3/2: Por cada unidad de incremento en la inclinación derecha se efectúa un decremento de 3/2 en el valor de cs, y viceversa. Cuando este valor no sea entero, se tomará el entero adyacente más cercano al valor de cs.

Corrección 1 a 1 de plano secundario: Por cada unidad de incremento en la inclinación izquierda del plano secundario, se efectúa el incremento en una unidad en el valor de la pre-dicción por plano secundario. Cuando este valor no sea entero, se tomará el entero adyacente más lejano al valor de cs.

Corrección 1 a 1/2 de plano secundario: Por cada unidad de incremento en la in-clinación izquierda del plano secundario, se efectúa el incremento de un medio en el valor de la predicción por plano secundario. Cuando este valor no sea entero, se tomará el entero adyacente más lejano al valor de cs.

Asimismo, se utilizan también variantes que son el promedio de algunos de los métodos listados. En estos casos, si la predicción final no es entera, se tomará el entero adyacente más lejano al valor de cs.

Tabla de sustitución

Plano simple Plano secundario

γ nn δo op qc c

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Clasificación de pixeles

Para segmentar la eficiencia de las propuestas, se clasificó a los pixeles según el gradien-te del plano simple asociado a ellos.

Pixeles tipo X: Son aquellos que poseen un plano simple en el cual el valor absoluto de la inclinación derecha e izquierda es el mismo, o bien, difieren en una unidad.

Pixeles tipo U: Son los pixeles que tienen un plano simple donde el valor absoluto de la inclinación derecha es mayor al de la izquierda en más de una unidad.

Pixeles tipo L: Son los pixeles que tienen un plano simple donde el valor absoluto de la inclinación izquierda es mayor al de la derecha en más de una unidad.

Resultados

Se ha calculado la entropía promedio de cada método propuesto por cada uno de los tipos de pixel establecidos, obteniendo lo siguiente:

Entropías promedio

X U L

Plano simple 3.4137 5.1118 4.8439Plano simple (1 a 1) 3.4093 5.0333 4.9954Plano simple (1 a 3/2) 3.5735 5.5286 5.1672Plano simple (1 a 1/2) 3.3399 4.7924 4.8901Plano secundario 3.9641 5.1931 5.6941Promedio [Plano simple, Plano secundario] 3.5515 4.8677 5.1746Plano secundario (1 a 1/2) 3.8835 5.1272 5.5584Promedio [Plano simple(1 a 1/2), Plano secundario (1 a 1)] 3.5758 4.7834 5.2005

Promedio [Plano simple(1 a 1/2) Plano secundario (1 a 1/2)] 3.5460 4.7737 5.1439

Tabla 6: Entropías promedio por predictor y tipo de pixel.

De los datos anteriores podemos concluir que los mejores predictores por tipo de pixel son los siguientes:

Pixel tipo X. Predictor por plano simple con corrección 1 a 1/2. La predicción es ce, donde:

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADODESARROLLO DE PREDICTOR DE PÍXEL ADAPTATIVO PARA MAPAS DE BITS

Ma

te

tic

as

e In

ge

nie

ría

Si el valor de ce no es entero, se redondeará al entero más próximo a p.

Pixel tipo U. Predictor por promedio de plano simple con corrección 1 a 1/2 y plano secundario con corrección 1 a 1/2.

La predicción es ce donde:

Si el valor de ce no es entero, se redondea al entero más próximo a cs.

Donde:

Para los casos donde el pixel δ no está disponible, se aplica el mismo predictor que el usado para los pixeles tipo X.

Pixel tipo L: Predictor por plano simple. La predicción es ce, donde:

Se debe anotar que para todos los casos se ha establecido que:

Si el valor de ce es estrictamente mayor al límite superior del rango que puede almacenar un pixel, entonces, ce tomará el valor de dicho límite superior.

Si el valor de ce es estrictamente menor al límite inferior del rango que puede almacenar un pixel, entonces, ce tomará el valor de dicho límite inferior.

Implementación

Los resultados anteriores fueron implementados en una especificación para almacenar mapas de bits (SPB), la cual fue expresamente creada para tal propósito. Los detalles de dicha especificación no se exponen aquí, pero se puede indicar que es capaz de almacenar una versión comprimida de un mapa de bits, por medio del algoritmo Gzip. El mapa de bits se trata previamente con el predictor de pixel descrito con anterioridad. Es capaz de almacenar versiones en escala de grises con o sin canal alpha, e imágenes en modo de color sRGB, con o sin canal alpha.

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Gabino Eduardo Castrejón GarcíaJavier Garduño Cimental

Casos especiales

En el desarrollo del predictor de pixel precedente se han dejado a un lado de forma intencional aquellos casos atípicos donde el pixel por predecir, debido a su ubicación, ca-rece de uno o más de los pixeles adyacentes necesarios para realizar la predicción. La im-plementación del algoritmo sí los toma en cuenta, y se presentan los siguientes predictores auxiliares:

Valor por defecto. Aplica a la primera muestra de cada canal, cuando no existen mues-tras previas que puedan ser analizadas para obtener una predicción. Se establece como pre-dicción el valor medio del rango total de c.

Pixel anterior. Se utiliza para todas las muestras que forman parte de la primera fila del mapa de bits, excepto la primera muestra. Se establece como predicción el valor del pixel anterior.

Pixel superior. Se utiliza para todas las muestras que forman parte de la primera co-lumna del mapa de bits, excepto la primera muestra. Se establece como predicción el valor del pixel superior.

3 pixeles. Predicción utilizada para todas las muestras de la última columna del mapa de bits, siempre que no pertenezcan a la primera fila. Se establecen como predictores los mejores posibles para cada tipo de pixel (X, U o L) de acuerdo al análisis desarrollado con anteriori-dad, siempre que no hagan uso del pixel δ (que no está disponible en esos casos).

Pruebas

Se ha tomado una muestra de 33 imágenes diferentes a las utilizadas en el desarrollo del predictor, a las que se ha sometido a dos procesos de codificación:

• Codificación como imagen SPB (la descrita anteriormente).

• Codificación como variante de imagen SPB (SPBtest), que es idéntica a la codifica-ción SPB tradicional, excepto en el proceso de filtrado de pixeles, donde se utiliza el predictor de Paeth8 siempre que es posible. Dicho predictor es ampliamente usado en la compresión de imágenes por su reconocida eficiencia. Para el resto de pixeles se utilizan los mismos predictores que en la especificación SPB.

El tamaño resultante en bytes se muestra en la siguiente tabla:

8 Paeth, A. W., Image File Compression Made Easy. en Graphics Gems II. Academic Press, 1991.

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADODESARROLLO DE PREDICTOR DE PÍXEL ADAPTATIVO PARA MAPAS DE BITS

Ma

te

tic

as

e In

ge

nie

ría

Imagen SPBtest SPB SPB/SPBtest

0 6,399,819 6,151,637 0.9611 16,793,362 15,787,152 0.9402 2,518,255 2,399,356 0.9533 23,805,772 22,536,898 0.9474 16,791,644 15,556,930 0.9265 6,344,894 6,187,642 0.9756 8,023,638 7,715,144 0.9627 44,676,151 43,563,402 0.9758 16,984,991 15,886,171 0.9359 11,760,360 10,667,948 0.90710 6,540,183 6,157,838 0.94211 27,749,431 27,534,558 0.99212 14,210,413 13,256,127 0.93313 9,912,544 9,422,133 0.95114 19,399,412 18,176,219 0.93715 15,793,593 15,341,207 0.97116 6,202,777 6,219,708 1.00317 6,148,379 5,766,102 0.93818 7,128,750 6,845,181 0.96019 5,446,897 5,116,772 0.93920 6,469,015 6,130,908 0.94821 9,730,167 9,092,717 0.93422 5,540,647 5,295,561 0.95623 6,397,765 5,892,107 0.92124 11,977,202 10,663,550 0.89025 7,024,793 7,013,593 0.99826 4,751,957 4,431,724 0.93327 8,244,812 7,812,771 0.94828 27,094,664 25,811,650 0.95329 11,923,112 10,854,181 0.91030 22,616,283 20,997,765 0.92831 22,887,959 21,642,637 0.94632 928,870 1,040,294 1.120

Tabla 7: Tamaño en bytes de las imágenes comprimidas utilizando el predictor desarrollado en éste trabajo y el predictor Paeth, ampliamente usado en la industria.

Como es posible comprobar, a excepción de las imágenes 16 y 32, todas y cada una de ellas han generado un tamaño de archivo menor al conseguido utilizando el predictor de Paeth. Considerando que los mapas de bits son una muestra aleatoria de imágenes con sentido, está más allá de toda duda razonable que el predictor desarrollado aquí supera en desempeño al conocido como Paeth.

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Gabino Eduardo Castrejón GarcíaJavier Garduño Cimental

Conclusiones

El resultado de esta prueba corrobora los resultados previamente obtenidos en el pro-ceso de creación del predictor de mapa de bits: (1) el predictor genera un flujo de datos con menor entropía que la imagen con sentido original, (2) permite restaurar el flujo de datos original, (3) presenta un mejor desempeño en el tipo de imágenes analizadas que el predictor Paeth.

Referencias bibliográficas

• HUFFMAN, D.A., A method for the construction of minimum-redundancy codes. En Resonance, vol 11 núm 2, pp 91–99, 2006.

• SHANNON, Claude E., A Mathematical Theory of Comunication, en The Bell System Technical Journal, vol 27, pp 379–423, 623–653, Julio - Octubre 1948.

• KÖHLER, Wolfgang, Psicología de la configuración, Ediciones Morata, 1967.• PAETH, A. W., Image File Compression Made Easy. en Graphics Gems II. Academic Press,

1991.• POYNTON, Charles, Frequently Asked Questions about Color, consultado en: http://www.

poynton.com/PDFs/ColorFAQ.pdf, el 2010-08-14, 1997• International Telecommunications Union, Basic Parameter Values for the HDTV Standard

for the Studio and for International Programme Exchange, 1990.• ZWILLINGER, D. y Kokoska, S.. CRC Standard Probability and Statistics Tables and

Formulae. Chapman & Hall: New York. 2000.

JAVIER GARDUÑO CIMENTAL Estudió la Licenciatura en Matemáticas Aplicadas y Computación en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Es desarrollador web, webmaster, y asesor de la Dirección de la misma Facultad desde 2005. Desarrolla software de manera independiente. Ha im-partido cursos sobre temas afines, y ha fungido como ponente en la 1º Jornada para Webmasters de la UNAM.

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119núm. 11, 2012, pp. 119-122

T he Social Construction of Age. Adult Foreign Language Learners.

Andrew, Patricia. Bristol – Buffalo – Ontario: Multilingual Matters.

Second Language Acquisition: 63, 2012, 180 p.

T he Social Construction of Age surgió de la tesis doctoral de su autora, preparada

y defendida en la Universidad de Londres, Gran Bretaña. Representa una contribución original que se enmarca en un terreno trans-disciplinario que abarca a la sociolingüística —bajo el enfoque del construccionismo so-cial, como indica el propio título— a la lin-güística aplicada a la enseñanza de las lenguas extranjeras y dentro de ella, a su adquisición, así como a los estudios culturales.

La obra inicia con una introducción, que presenta el estudio de un modo tanto acadé-mico-científico como personal. Al abordar la identidad de edad, la Dra. Andrew partía de una doble experiencia: la de ser profesora de lengua inglesa en el Centro de Enseñanza de Idiomas de nuestra Facultad, donde los grupos están constituidos por estudiantes adultos, si-tuados en un rango muy amplio de edades, y la de volver a la universidad para emprender un doctorado cuando tenía alrededor de 60 años.

El trabajo está dividido en dos partes. La primera presenta las bases conceptuales sobre las que se fundamenta la investigación y lleva por título “Enmarcar la edad como social-mente construida”. Consta de tres capítulos (traduzco): “El factor de la edad y la adquisi-ción de segundas lenguas” —en realidad, de lenguas extranjeras—; “Enfoques actuales en el estudio de la edad” y “Ver la edad bajo una lente construccionista social”.

La segunda parte muestra los resultados del trabajo empírico realizado, cuyo nombre es “La construcción social de la edad en Mé-xico”. A su vez, se subdivide en tres capítu-los: “Construir la edad como adulto mayor”, “Construir la edad como adulto maduro” y, finalmente, “Construir la edad como joven adulto”. El libro se cierra con las considera-ciones finales, a las que siguen las referencias y el índice de autores y nociones.

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A medida que uno va leyendo, se va per-catando de la complejidad que encierra el tema abordado. Como la autora señala, estamos in-mersos en una serie de discursos, estereotipos y preconceptos en torno a la edad, que nos ocultan la mayor parte de los factores que es-tán realmente en juego cuando se construye la identidad de un individuo —para sí mismo y por parte de los demás— y, concretamente, su identidad de edad.

Al adentrarse en la parte teórica de la obra, descubrimos que se ha estudiado relativamente poco la influencia del factor etario en la ad-quisición de una lengua extranjera. General-mente la cuestión ha sido abordada desde la perspectiva de la psicolingüística cognitiva, que considera al individuo aislado, y el estudio se ha limitado a explorar la llamada “hipótesis del período crítico”, surgida en los años 1950. Dicha hipótesis sostiene que hay un lapso en el que el ser humano tiene la capacidad de ad-quirir con toda facilidad y eficacia su lengua materna, situado entre el nacimiento y la pu-bertad, luego del cual la plasticidad cerebral disminuye y la adquisición es defectuosa.

Esta hipótesis ha sido trasladada al terreno de las segundas lenguas y las lenguas extranje-ras, pero la autora muestra cómo hay numerosa evidencia que contradice la hipótesis, al menos parcialmente. En efecto, en la literatura cientí-fica se encuentran registrados numerosos casos en los que la adquisición ocurrió después de la pubertad y sin embargo, los aprendices lograron una competencia y una realización muy cerca-nas a las de los hablantes nativos de la lengua.

La Dra. Andrew discute este enfoque y en-cuentra que es insuficiente desde dos puntos de vista: en primer lugar, porque no se ha estudiado la adquisición en adultos de diferentes edades,

sino que sólo se opone a niños y adultos; y en segundo lugar, porque no se tiene en cuenta el hecho de que la lengua se adquiere en medio de la interacción social, no en el aislamiento.

¿Cómo dar cuenta, entonces, de la reali-dad que encontramos diariamente en nuestros salones de clase del Centro de Enseñanza de Idiomas de nuestra Facultad, en el que la auto-ra y yo misma trabajamos? Nuestros grupos de lengua extranjera, como decía yo en un princi-pio, se caracterizan por la heterogeneidad: no solamente los estudiantes provienen de las dife-rentes licenciaturas y posgrados que ofrece esta unidad multidisciplinaria, sino también de las otras dependencias universitarias. Pero además, por estar abiertos los cursos a la comunidad circunvecina, encontramos de igual manera hombres y mujeres de todas las ocupaciones, profesiones y edades. El rango de edad empieza desde los 16 años pero no tiene un límite últi-mo. Actualmente tengo en uno de mis grupos un estudiante que pasa de los 80 años.

Las herramientas teórico-metodológicas que la Dra. Andrew halló como idóneas para estudiar la influencia del factor de la edad en el aprendizaje de una lengua extranjera en México son las que proporciona el enfoque del construccionismo social que, en el campo de la psicopedagogía halla sus antecedentes en pensadores como Vygotski, Luria o Bakhtín. La lengua es adquirida en la interacción y pasa del terreno de lo interpersonal al de lo intraperso-nal, en un movimiento de afuera hacia adentro y nuevamente hacia afuera. El contexto con sus actores sociales, su época y el lugar específico que lo constituyen es decisivo, pues, en la ad-quisición de la lengua, ya sea materna, segun-da o extranjera. Quienes están aprendiendo una lengua en un salón de clase viven una experiencia

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADOLETRILLAS

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que va más allá de lo puramente lingüístico y desborda sobre lo que ocurre fuera de él, así como es influida por ello. En palabras de la au-tora: “Aprender una nueva lengua, como lo he observado, comprende experiencias vitales de naturaleza social” (p. XIII).

Pero ¿quién es el estudiante? No es una en-tidad teórica, como el autómata chomskiano. Es un ser humano complejo, al que hay que entender en su individualidad, pero también siempre dentro del marco de la interacción so-cial. Y al preguntar “¿quién es?”, se está hablan-do de su identidad. Como demuestra la Dra. Andrew en su brillante estudio, la identidad no es una y la misma para siempre. Se trata de un sistema dinámico, en donde distintas iden-tidades de un mismo individuo interactúan, se construyen, cambian, desde dentro y desde el entorno: la de edad es una de ellas, como también la de género, de profesión, de clase so-cial, de etnia. Se traslapan, se superponen o se destaca momentáneamente una de ellas sobre las demás, para más adelante subyacer mientras otra toma el primer plano. Y donde se mani-fiesta esta dinámica es en el discurso.

Aquí es donde el contexto social muestra su importancia decisiva. La edad se construye en la interacción, en el discurso y ambos están anclados en el aquí-ahora de la experiencia ac-tual, pero desbordan igualmente en el tiem-po, en las experiencias vividas y que se espera vivir. La autora señala que en las sociedades industrializadas occidentales contemporá-neas, al igual que en las que están en esa ten-dencia, como la mexicana, los conceptos clave de la edad y el envejecimiento se construyen y manifiestan en los discursos sociales que aso-cian la vejez con la decadencia, la enfermedad y la muerte, los que ella llama “discursos vie-

jistas”. Antes de la era industrial, la enferme-dad y la muerte se asociaban a los bebés y a los niños pequeños. Quien llegaba a adulto y, mejor aún, a viejo, era un sobreviviente, que ganaba en su devenir la sabiduría y el respeto de su comunidad.

En la actualidad, donde el principio de la productividad es el que priva, sólo tienen importancia y valor los jóvenes, por lo que los discursos predominantes trazan una línea de la vida que se inicia en un ascenso, llega a una cima y a partir de ahí, lo único que cabe esperar es la decadencia y la muerte. Pero ésta no es la única posibilidad real, ni el único discurso, ni la única alternativa. La construc-ción de la propia identidad etaria debe llevar a sentirse a gusto, cómodo con los cambios que se van produciendo a medida que transcurre la vida y a distinguir y aprovechar las nuevas posibilidades que van surgiendo, sin vivir en-focado en las pérdidas, ya que también hay ganancias y, sobre todo, transformaciones.

En el estudio que Patricia Andrew realizó con estudiantes de nuestros cursos de inglés, que van desde los 23 a los 69 años, se muestra cómo los discursos viejistas han sido internali-zados, de tal manera que las creencias y actitu-des, tanto dentro como fuera del salón de clase, los reflejan y tienen una influencia en la expe-riencia que significa aprender una lengua ex-tranjera en ese preciso momento de sus vidas.

Uno de los principales aprendizajes que la investigación dejó a su autora y a lo que táci-tamente nos compele la lectura de este libro es a crear conciencia, primero en nosotros mis-mos, como educadores, y luego en nuestros estudiantes e incluso más allá del contexto universitario, sobre lo nocivos que pueden ser esos discursos dominantes en la vida cotidiana

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de la gente, especialmente de la más vieja. La obra nos invita a no reforzar los prejuicios y estereotipos viejistas. Y luego nos estimula a estar alerta ante las manifestaciones de dichos discursos en nuestros materiales, actividades e interacciones grupales para eludirlos o poner-los en evidencia cuando surjan. Es necesario crear conciencia para contrarrestar en nuestros estudiantes la autoinvalidación, el autodespre-cio y la automarginación.

Finalmente, deseo resaltar que el rigor científico con el que se realizó el estudio no está peleado con el placer de la lectura. En efecto, la calidad del texto de la Dra. Andrew hace que las teorías más complejas se vuel-van diáfanas sin que pierdan su profundidad, que las vidas de los participantes en el estu-dio sean puestas en el papel con todo su dra-matismo o su sensibilidad, con sus logros y motivaciones. Los estudiantes entrevistados, observados en clase y cuyas bitácoras orales se analizaron no son “objetos de estudio”, sino personas en toda su riqueza, inmersas en un contexto social determinado.

Aunque se trata del producto de una in-vestigación académica de punta, The Social Construction of Age. Adult Foreign Language Learners, de la Dra. Patricia J. Andrew, es una obra que puede interesar no solamente a los sociolingüistas, a los lingüistas aplicados a la enseñanza de idiomas o a los expertos en es-tudios culturales, sino que el público general, el de a pie, también lo puede disfrutar. Invito, pues, a su lectura y a su disfrute.

Yolanda G. López Franco

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123núm. 11, 2012, pp. 123-126

Obstáculos al crecimiento fiscal. Peso fuerte y disciplina fiscal.

Huerta González, Arturo. México, UNAM – Facultad de Economía, 2011, 320p.

Hoy por hoy, no hay economista analí-tico que no haya reflexionado sobre la

relación entre la economía real y la economía financiera en nuestro país. En la Universidad Nacional Autónoma de México y en especial en la Facultad de Economía, estudiosos como el Dr. Arturo Huerta han investigado a fondo la relación entre peso (unidad monetaria) y la política fiscal que se viene aplicando en los úl-timos gobiernos por la Secretaria de Hacienda.

Ante el argumento que la disciplina fis-cal, en su vertiente impositiva, restricción de gasto público, contención salarial, control de la inflación y captación de capital externo ha permitido el blindaje de la economía ante los avatares externos, y que además eso ha posibi-litado el sostenimiento de un peso fuerte que ha sido inmune a las presiones devaluatorias y evitado las crisis recurrentes económicas que en antaño afectaban la economía nacional.

Se presume constantemente de la gran reserva internacional que garantiza el cumpli-miento de las obligaciones de deuda y apun-

tala el peso y da solidez al mercado financiero. Se afirma que existe una libre convertibilidad peso – dólar norteamericano y que el Banco Central sólo intervine de manera ocasional cuando se dan envestidas especulativas contra el peso, y en consecuencia la paridad peso - dólar es la correcta.

Es ahí donde Huerta centra su análisis, recordando primero que en México no hay memoria histórica, sobre todo para la clase gobernante, ya que es una constante que lo financiero se desmarca de lo productivo, lo cual ha generado crisis, ya que cuando no hay garantías del pago de sus ganancias, sencilla-mente se esfuman dejando al país hundido en la crisis. (p.62)

La crisis obliga al país a solicitar la ayuda de los organismos internacionales, lo cual fortale-ce la dependencia hacia ellos, el “rescate” viene, pero no para fortalecer la economía interna sino para garantizar el pago de las obligaciones finan-cieras, es en pocas palabras un círculo vicioso. (p. 67)

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Gabino Eduardo Castrejón GarcíaEnrique García y Moisés

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En cuanto a las reservas, estas no apoyan al aparato productivo, ni generan empleos o ser-vicios, sino que tienen como función respaldar la inversión financiera, además que las reservas internacionales “están invertidas en bonos del Tesoro de EUA.

“Las reservas internacionales están in-vertidas en bonos del Tesoro de EUA, donde obtienen un rendimiento de alrededor del 1%. Resulta un mal negocio tal política, ya que se favorece a la economía estadounidense (debido a que le permite contribuir al finan-ciamiento de su déficit fiscal y del sector exter-no), como a los inversionistas financieros, y a la banca de dicho país, al pagarles altas tasas de interés por la deuda externa, como por la co-locación de la deuda pública interna que ellos adquieren”. (p.71)

En otras palabras, funciona exactamente igual que la banca privada, tasas de ahorro bajas, y altas para los préstamos. Con el agra-vante que señala el Dr. Huerta que la econo-mía débil soporta a la fuerte, sobre todo en su sector externo desde hace tiempo ya poco competitivo y recurrentemente deficitario.

Otra de las tesis del autor, es que el peso está sobrepreciado, lo cual reduce los ingresos de las empresas, acentúa sus problemas finan-cieros, aumenta la cartera vencida, se restrin-gen más los créditos y tienden a aumentar los problemas a la banca. La alta tasa de interés ofrecida a la entrada de capitales para mante-ner tal política cambiaria, incrementa el costo de la deuda interna del sector público y pri-vado, y reduce la dinámica de acumulación, y recrudecen los problemas de insolvencia y de descapitalización del sector público, de las empresas y las familias. Se reduce la inflación a costa de no tener política económica para el

crecimiento, de acelerar las ventas de activos nacionales y recrudecer los problemas de so-breendeudamiento e insolvencia que tienden a desestabilizar al sistema bancario. (p.77)

Igualmente, la fortaleza del peso ha sido a costa de bajas tasas de crecimiento, de reza-gos de la esfera productiva, presiones sobre el sector externo, altas tasas de desempleo, dis-minución de salarios reales y de prestaciones laborales, así como mayor endeudamiento externo y venta de activos nacionales. Ello evidencia que la fortaleza del peso no refleja solidez de la economía, ya que la política en-caminada a lograr la estabilidad cambiaria, ha actuado contra las condiciones endógenas de acumulación, y crecimiento, y ha incremen-tado las presiones sobre las variables macro-económicas, lo que hace la reducción de la inflación y la estabilidad del tipo de cambio descansen en las variables externas, que lleva a la política económica a priorizar la entrada de capitales. (p.84)

Además de lo anterior, habría que agregar que una moneda sobrepreciada desestimula al sector exportador, estimula al importador y repercute en la balanza comercial volviéndola negativa. Ya que se importan mayor número de bienes de consumo, dejando de lado los bienes de capital. Y en menor medida impac-ta el turismo de los nacionales que lo realizan fuera de nuestras fronteras.

Volviendo a la crisis, dice Huerta, las au-toridades monetarias y hacendarias piensan que al mantener condiciones macroeconómi-cas de estabilidad, la economía va a estar pro-tegida frente a vulnerabilidades de los merca-dos financieros internacionales, y de la crisis que se presenta en otros países. (p.80, 82)

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LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADOLETRILLAS

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Esto no es así, ya que justamente sucede todo lo contrario, la estabilidad macroeconó-mica no garantiza que no se sea vulnerable a la crisis del sistema, como se demostró en 1994, que la supuesta estabilidad macroeconómica se pulverizó en días, el sistema financiero se convierte en un vaso comunicante de la crisis de las economías desarrolladas que impactan con mayor fuerza las economías de los países subdesarrollados.

Huerta, dice que se carece de una política económica que genere crecimiento y empleo, lo que nos lleva a depender del comportamien-to de las exportaciones petroleras, y no petro-leras, como de las remesas y de la entrada de capitales, y el problema es que ello no ha dina-mizado la economía, dado que tales recursos se reciclan al exterior, debido al gran crecimiento de las importaciones, que propicia la aprecia-ción de la moneda nacional, como la reduc-ción de los aranceles, y los fuertes rezagos de la esfera productiva nacional. (p.96)

Estamos de acuerdo, la política económica se ha centrado en el argumento de “finanzas sa-nas” que significa menos gasto productivo, so-cial, etcétera, y mayor recaudación impositiva, que por cierto es bastante imperfecta, a costa de los sujetos cautivos. La política económica no impulsa al aparato productivo, ni genera empleos, (aunque sobrevive el empleo infor-mal) como ya se ha afirmado. La economía nacional sigue sosteniéndose en el petróleo, las remesas, y por qué no decirlo, en actividades ilícitas que lavan dinero como el narcotráfico.

Otro punto es el control salarial: recu-rrir a la restricción de salarios es a costa de acentuar la mala distribución del ingreso, y de mantener restringido el mercado interno, por lo que la economía no tiene perspectivas

de crecimiento hacia adentro, ni hacia afuera, y menos en el contexto de recesión de la eco-nomía mundial. (p.197)

La medida de los topes salariales ha sido sistemática, bajo el supuesto que el incremento de los salarios ocasiona como efecto el incre-mento de la inflación, así que se le restringe lo cual ocasiona un decremento en el consu-mo básico, y no se diga en bienes intermedios, hace imposible el ahorro, la producción baja y el mercado se reduce, la inversión se desesti-mula y la economía entra así en una recesión.

Y qué decir de la entrada de capitales, ya no en forma de inversión directa, sino espe-culativa que se convierten en una piedra de toque de nuestra economía.

Huerta insiste sobre el punto anterior: Desde Carlos Salinas de Gortari, los gobier-nos se han preocupado más en financiar el déficit de comercio exterior a través de la en-trada de capitales, en vez de ajustarlo encaran-do los problemas que están detrás de dicho déficit, tales como la revisión de la apertura comercial, los rezagos productivos, y modifi-car la paridad cambiaria, para así reducir los requerimientos de entrada de capitales, y así frenar la venta de activos nacionales, y recupe-rar el manejo de la política económica a favor del crecimiento. (p.150)

Esto sería lo deseable, pero en la perspec-tiva de las condiciones actuales donde el sector financiero tiene un gran peso, parece difícil de lograr; uno de los activos que se trasladó a manos extranjeras fueron los bancos, para facilitar la extracción de la ganancia. El TLC, fue negociado de manera poco favorable para la nación y aunque en su época se sostuvo por los expertos comerciales que era poco prudente

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Gabino Eduardo Castrejón GarcíaEnrique García y Moisés

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atar por medio de un acuerdo una economía de escala desigual con otra desarrollada, se hizo y el precio lo seguimos pagando al ir perdiendo sectores que no han podido competir con otros más poderosos.

Necesitaríamos una política económica verdaderamente comprometida con objetivos propios por no decir nacionales, que recons-truyera los sectores perdidos e impulsara los competitivos, en otras palabras, que el Estado asumiera su papel de guía y no de simple es-pectador ante las fuerzas del mercado.

No acaba aquí la reseña del libro de Huerta, queda varios temas de abordar, pero se trata de dar una pequeña probadita para invitar al lector que lea el texto ya que le aclarará dudas sobre la realidad económica de nuestro país.

Enrique García y Moisés

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