CONOCIMIENTOS Y PRÁCTICAS POLÍTICAS: … · (TOMO II) POR Xochitl Leyva ... Capítulo 3 SURear,...
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CONOCIMIENTOS Y PRCTICAS POLTICAS: REFLEXIONES DESDE NUESTRAS
PRCTICAS DE CONOCIMIENTO SITUADO (TOMO II)
POR
Xochitl Leyva, Rosalva Ada Hernndez, Jorge Alonso, Mariano Bez, Axel Khler, Arturo Escobar, Esteban Krotz, Marcio D'Olne Campos, Eduardo Restrepo,
Jos Antonio Flores, Diana Reartes, Mara Bertely, Sergio Mendizbal, Jaqolbe Lucrecia Garca, Hctor Nahuelpn, Gunther Dietz,
Laura S. Mateos, Morna Macleod, ngela Ixquic Duarte, Lina Rosa Berro, Mara Jos Araya, Sabine Masson, Virginia Vargas, Aura Cumes,
Juan Ricardo Aparicio, Mario Blaser, Jenny Pearce, Joanne Rappaport, Shannon Speed, Mariana Mora, Charles R. Hale, Mara Isabel Casas,
Michal Osterweil, Dana Powell, Gilberto Valds, Rafael Sandoval, Roco Salcido, Mnica Gallegos, Martn Gonzlez, Roco Martnez,
Joo Pacheco de Oliveira, Mercedes Olivera, Sylvia Marcos, Rodrigo Montoya, Mara Lugones y Walter Mignolo
Presentacin Arturo Escobar Prlogo de Boaventura de Sousa Santos
Chiapas, Ciudad de Mxico, Ciudad de Guatemala y Lima CIESAS, UNICACH, PDTG-UNMSM
2011
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NDICE GENERAL TOMO I Presentacin Arturo Escobar Introduccin Prcticas de conocimiento situado en un mundo globalizado Xochitl Leyva Solano Prlogo Boaventura de Sousa Santos 6 Primera parte Genealogas del conocimiento antropolgico y prcticas polticas Captulo 1 En el Sur y del Sur: sobre condiciones de produccin y genealogas de la antropologa acadmica en Amrica Latina Esteban Krotz 22 Captulo 2 Por una antropologa tropical. Ciencia, subjetividad, tica y responsabilidad social Mariano Bez Landa 62 Captulo 3 SURear, NORTEar y ORIENTar: puntos de vista desde los hemisferios, la hegemona y los indgenas Marcio D'Olne Campos 97 Captulo 4 Red de Antropologas del Mundo: intervenciones en la imaginacin terica y poltica de la prctica antropolgica Eduardo Restrepo y Arturo Escobar 133 Segunda parte Investigacin participativa entre lenguas, culturas y subjetividades Captulo 5 Por una lingstica crtica en Mxico: reflexiones, acciones y prospecciones Jos Antonio Flores Farfn 165 Captulo 6 Subjetividad y trabajo de campo en la investigacin socioantropolgica sobre sexualidad y prevencin de VIH/SIDA Diana L. Reartes 204
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Captulo 7 De la antropologa convencional a una praxis comprometida. Colaboracin entre indgenas y no indgenas en un proyecto educativo para construir un mundo alterno desde Chiapas, Mxico Mara Bertely Busquets 237 Captulo 8 Del encantamiento a la colisin. Interculturalidad y espiritualidad en una investigacin democrtica y participativa Jaqolbe Lucrecia Ximena Garca y Sergio Mendizbal 278 Captulo 9 Los desafos de un dilogo epistmico intercultural: pueblo mapuche, conocimientos y universidad Hctor Nahuelpn 315 Captulo 10 Entre culturas, entre saberes, entre poderes: la etnografa reflexiva en el acompaamiento de procesos de interculturalidad educativa Gunther Dietz y Laura Selene Mateos Corts 347 TOMO II Tercera Parte Descentrar los trminos del debate: feminismos, gnero y epistemologas indgenas Captulo 11 Hacia una antropologa socialmente comprometida desde una perspectiva dialgica y feminista Rosalva Ada Hernndez Castillo 7 Captulo 12 Gnero, anlisis situado y epistemologas indgenas: descentrar los trminos del debate Morna Macleod 41 Captulo 13 Saberes en dilogo: mujeres indgenas y acadmicas en la construccin del conocimiento ngela Ixquic Duarte Bastian y Lina Rosa Berro Palomo 80 Captulo 14 La antropologa social desde la investigacin participativa junto a las parteras del COMPITCH Mara Jos Araya 118 Captulo 15 Transformar la investigacin desde las prcticas feministas poscoloniales. De vuelta a mi experiencia etnogrfica y activista con Tzome Ixuk Sabine Masson 150
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Captulo 16 Itinerario de los otros saberes Virginia Vargas Valente 183 Cuarta parte Insurreccin de saberes e investigacin crticamente comprometida Captulo 17 La presencia subalterna en la investigacin social: reflexiones a partir de una experiencia de trabajo Aura Cumes 215 Captulo 18 La ciudad letrada y la insurreccin de saberes subyugados en Amrica Latina Juan Ricardo Aparicio y Mario Blaser 249 Captulo 19 Avanzamos porque estamos perdidos. Reflexiones crticas sobre la coproduccin de conocimiento Jenny Pearce 291 Captulo 20 Ms all de la observacin participante: la etnografa colaborativa como innovacin terica Joanne Rappaport 327 Captulo 21 Acerca de nuestras experiencias de co-teorizacin Axel Khler 370 Captulo 22 Forjado en el dilogo: hacia una investigacin activista crticamente comprometida Shannon Speed 408 Captulo 23 Reflexiones desde el zapatismo: la produccin de conocimientos en una investigacin dialgica de compromiso social Mariana Mora 444 Captulo 24 Entre el mapeo participativo y la geopiratera: las contradicciones (a veces constructivas) de la antropologa comprometida Charles R. Hale 482 Captulo 25 Fronteras borrosas: reconocer las prcticas de conocimiento en el estudio de los movimientos sociales Mara Isabel Casas, Michal Osterweil y Dana Powell 513
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Captulo 26 Reflexiones tico-polticas desde los talleres de paradigmas emancipatorios Gilberto Valds Gutirrez 550 Captulo 27 Academia versus activismo? Repensarnos desde y para la prctica terico-poltica Xochitl Leyva Solano 591 Reflexiones para proseguir el debate Jorge Alonso, Rafael Sandoval, Roco Salcido, Mnica Gallegos, Martn Gonzlez y Roco Martnez Moreno (Seminario sobre Movimientos Sociales, Sujetos y Prcticas) 630 Y re-abrir las prcticas de conocimiento Tradiciones etnogrficas y construccin de conocimientos en antropologa Joo Pacheco de Oliveira 693 Cuando la cultura se convierte en poltica Rodrigo Montoya Rojas 719 Investigar colectivamente para conocer y transformar Mercedes Olivera Bustamante 743 En sus propios trminos: reflexiones para una epistemologa decolonial Sylvia Marcos 772 Hacia metodologas de la decolonialidad Mara Lugones 790 El problema del siglo XXI es el de la lnea epistmica Walter Mignolo 816 Acerca de los(as) co-autores(as) 842
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Tercera Parte
Descentrar los trminos del debate: feminismos, gnero
y epistemologas indgenas
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Captulo 11
Hacia una antropologa socialmente comprometida desde una perspectiva dialgica y feminista1
Rosalva Ada Hernndez Castillo
En este captulo quiero presentar algunas ideas en torno a los retos metodolgicos y
polticos que implica la prctica de una antropologa feminista socialmente
comprometida en el contexto latinoamericano contemporneo. En mi experiencia como
acadmica y como activista que ha trabajado durante ms de dos dcadas a favor de los
derechos de las mujeres en contextos de diversidad cultural me ha tocado enfrentar
tanto las descalificaciones de la academia positivista como la desconfianza de los
activismos antiacademicistas. Las reflexiones que aqu presento se proponen responder
a estas dos posturas reivindicando la riqueza epistemolgica que conlleva el hacer
investigacin en alianza o colaboracin con movimientos sociales y, a la vez, planteando
que la investigacin social puede contribuir al desarrollo del pensamiento crtico y a la
desestabilizacin de los discursos del poder, contribuyendo as a la lucha de los
movimientos que trabajan por la justicia social.
Las reflexiones que aqu quiero presentar son producto no slo de mi propio
trabajo, sino de las enseanzas aprendidas de maestros y colegas latinoamericanos
como Orlando Fals Borda, Mercedes Olivera, Carlos Guzmn Bckler, Sylvia Marcos,
Armando Bartra, por mencionar slo algunos, que desde la dcada de 1960 vienen
trabajando desde una antropologa socialmente comprometida, cuestionando con su
prctica acadmica la falsa dicotoma entre neutralidad y compromiso. Parafraseando a
1 Este captulo se escribi gracias al apoyo del proyecto Globalizacin, derechos indgenas y justicia desde una perspectiva de gnero y de poder: una perspectiva comparativa (Proyecto Conacyt U51240-S, responsables: Mara Teresa Sierra y Rosalva Ada Hernndez Castillo).
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Douglas Dowd, podra decir que me siento heredera de una tradicin acadmica que ha
asumido que la alternativa no es entre neutralidad y posicionamiento poltico. [Que] No
estar comprometido no implica ser neutral, sino estar comprometido de manera
consciente o no con el status quo (cit. en Berreman 1968).
Reivindicar la pertinencia de la investigacin-accin resulta especialmente
importante en esta era de reformas estructurales que imponen nuevas lgicas
neoliberales en los espacios de investigacin y descalifican como ideolgica cualquier
produccin acadmica que no responda a las necesidades del capital y del Estado. En el
actual contexto de fortalecimiento de gobiernos neoliberales y militaristas en varias
regiones de Amrica Latina, se vuelve urgente confrontar las perspectivas que
reivindican la neutralidad de las ciencias sociales y asumir un papel ms activo frente a
los discursos que justifican la violencia y la militarizacin en nombre de la democracia y
la lucha contra el narcotrfico.
Si algo nos ha aportado la crtica al funcionalismo, y la recuperacin que la
antropologa latinoamericana ha hecho de la economa poltica, ha sido el desarrollo de
un nuevo tipo de estudios etnogrficos que nos muestran que es imposible entender los
procesos locales, econmicos, polticos o culturales si no los contextualizamos en el
marco del capitalismo transnacional, la geopoltica y los discursos globales
hegemnicos. Estos distintos niveles de realidad estn interconectados entre regiones,
pases y poblaciones. Lo local y lo global han dejado de ser espacios separados para
convertirse en formas distintas de acercarnos a los procesos sociales. Considero que
esta perspectiva nos puede servir tambin para reflexionar sobre el papel de las ciencias
sociales en lo que Ahkil Gupta y James Ferguson (1997) llaman la red de articulaciones
jerrquicas que unen los distintos niveles de realidad. Es sobre este tema que quisiera
centrar este captulo: por un lado, reflexionar sobre lo que implica el re-planteamiento de
nuestras prcticas locales de investigacin desde perspectivas dialgicas y
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colaborativas como un medio para descolonizar la antropologa y, por otro, reivindicar
las posibilidades polticas del pensamiento crtico desde las ciencias sociales para la
deconstruccin y el desenmascaramiento de los discursos globales de muerte, como los
que caracterizan al militarismo norteamericano y las polticas de seguridad nacional en
las Amricas.
Desde nuestras prcticas locales: hacia una antropologa dialgica crtica Ha corrido mucha tinta desde que Karl Marx cuestionara el carcter exclusivamente
reflexivo de la filosofa al sealar, en la onceava tesis de Feuerbach, que los filsofos se
han dedicado slo a entender el mundo y que de lo que se trata es de transformarlo. La
interrogante conocimiento para qu y para quines? ha estado en el centro del
debate de las ciencias sociales y ha venido a cuestionar peridicamente el mito de la
neutralidad positivista. En 1938 el socilogo norteamericano Robert Lynd (1938)
cuestion en su clsico libro Knowledge for What? la inutilidad de unas ciencias sociales
que construyen sus problemas de investigacin en respuesta slo a las preocupaciones
tericas que surgen del desarrollo de la disciplina, sin considerar las problemticas y las
necesidades de los actores sociales con quienes se trabaja. En medio de la guerra fra,
Wright Mills se atrevi a sealar que: En el mundo de hoy no basta con ser acadmicos;
uno debe estar lo suficientemente preocupado por el mundo y tener la suficiente rabia
para gritar. No basta con entender el mundo, uno debe intentar cambiarlo (1956: 84).
En Amrica Latina, los antroplogos crticos, los tericos de la dependencia, los
promotores de la investigacin co-participativa y de la investigacin-accin dedicaron
muchos de sus escritos de las dcadas de 1960 y 1970 a reflexionar sobre la necesidad
de descolonizar las ciencias sociales y sobre los usos del conocimiento en pos de la
justicia social (al respecto, vanse, por ejemplo, las genealogas reconstruidas por
Joanne Rappaport y Mariana Mora en este libro).
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En 1971, algunos de esos intelectuales firmaron la llamada Declaracin de
Barbados, en la que establecan un compromiso pblico con las luchas de liberacin de
los pueblos indios del continente y con la descolonizacin de las ciencias sociales. Casi
cuatro dcadas despus, seguimos luchando contra los fantasmas de unas ciencias
sociales positivistas, que se declaran apolticas y que a partir de un discurso de
neutralidad descalifican con el trmino de trabajo social cualquier intento de vincular la
reflexin acadmica con el activismo, a la vez que ocultan sus propios compromisos
polticos con el status quo (vase Gross y Plattner 2002).
Ante estas descalificaciones, que muchas veces se hacen desde los espacios
donde se deciden el apoyo y el financiamiento a la investigacin, es necesario una vez
ms demostrar que el pensamiento crtico no est reido con la rigurosidad acadmica,
y que construir una agenda de investigacin en dilogo con los actores sociales con
quienes trabajamos ms que desvirtuar el conocimiento antropolgico lo potencia y
permite trascender el limitado mundo de la academia.
Aunque estos debates parecen repetirse cclicamente en las ciencias sociales,
los argumentos tericos y polticos, aunque se parezcan, no son los mismos. Los
cambios en las conceptualizaciones sobre el poder y sobre la existencia de una verdad
histrica marcan importantes diferencias entre los antroplogos marxistas que
promovan la investigacin-accin en la dcada de 1960 y quienes seguimos
reivindicando la necesidad de una investigacin colabotativa, pero a partir de reconocer
la parcialidad de nuestra perspectiva, la multiplicidad de posiciones de sujeto que
marcan las identidades de los actores sociales y sus relaciones de subordinacin, y las
limitaciones de nuestros conocimientos situados.
Retomando la propuesta de Donna Haraway (1991) considero que es necesario
darle un nuevo sentido al concepto de objetividad a partir del reconocimiento del
contexto histrico y poltico desde donde construimos nuestro conocimiento. En su
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anlisis feminista de la ciencia patriarcal esta autora nos habla de un conocimiento
situado (situated knowledge) que reconoce el contexto histrico y social desde el cual se
est percibiendo la realidad, pero que a la vez no renuncia a la posibilidad de conocer ni
relativiza el valor tico y explicativo de cualquier conocimiento:
La alternativa al relativismo son los conocimientos parciales, localizables y crticos, que
admiten la posibilidad de conecciones llamadas solidaridad en la poltica y
conversaciones compartidas en la epistemologa [...]. El relativismo es el perfecto espejo
gemelo de la totalizacin, ambos son trucos divinos que prometen, al mismo tiempo y
en su totalidad, la visin desde todas las posiciones y desde ningn lugar, mitos comunes
en la retrica que rodea a la ciencia. Pero es precisamente en la poltica y en la
epistemologa de las perspectivas parciales donde se encuentra la posibilidad de una
bsqueda objetiva, sostenida y racional (Haraway 1991: 329, traducccin ma).
De manera ms reciente, a partir del concepto de objetividad posicionada, varios
autores han reivindicado los aportes epistemolgicos de la antropologa activista (vase
Naples 2003, Hale 2008, Speed 2008, Leyva en este libro), definindola como aquella
que se desarrolla en alineacin o vinculacin con un grupo de gente organizada en
lucha, y a partir de relaciones de colaboracin con ese grupo en la produccin del
conocimiento, lo cual, argumentan, proporciona una perspectiva privilegiada desde
dentro y cierta innovacin terica que no se lograra si uno se posicionara como un
observador externo y distante.
La principal ruptura que encuentro entre nuestros posicionamientos ante una
antropologa socialmente comprometida o activista y los de nuestros maestros en la
dcada de 1970 es la renuncia a asumir que nos corresponde a nosotros(as) como
acadmicos comprometidos con las luchas sociales concientizar a los sectores
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populares o asumir que tenemos una verdad histrica que compartir. Reconocer estas
diferencias no implica negar el camino andado hasta ahora; es importante conocer y
recuperar las experiencias de las dcadas pasadas y no pretender descubrir el hilo
negro al hablar una vez ms de investigacin participativa y de descolonizacin de la
teora.
Desde la dcada de 1960 las propuestas pedaggicas y polticas del brasileo
Paulo Freire inspiraron a toda una generacin de cientficos sociales que desarrollaron
una serie de estrategias metodolgicas para recuperar el conocimiento de los sectores
populares, promover los procesos de concientizacin poltica y, a travs de esos
procesos, lograr la transformacin social. En el caso de Mxico estas ideas dieron origen
a una serie de proyectos de investigacin que se vincularon con organizaciones
indgenas y campesinas, con la intencin de construir un puente entre los intereses
acadmicos del investigador y las necesidades concretas de estos sectores. La llamada
investigacin-accin o investigacin co-participativa se populariz durante la dcada de
1970 y es considerada por muchos como uno de los principales aportes de Amrica
Latina a las ciencias sociales del mundo. La formacin de la Red de Investigacin
Participativa, encabezada por Orlando Fals Borda, Francisco Vio Grossi y Carlos
Rodrguez Brandao, se propuso la integracin del pueblo con los investigadores, para
conocer y transformar su realidad y as lograr su liberacin (Hall 1983: 19).
La efervescencia poltica generada por estas nuevas metodologas coincidi con
el surgimiento de un movimiento indgena y campesino en el mbito continental que
cuestionaba los proyectos nacionales latinoamericanos que, a la vez que los excluan
econmica y polticamente, les negaban el derecho a sus identidades culturales. Estas
nuevas voces vinieron a problematizar la relacin entre los antroplogos y sus objetos
de estudio y en varios encuentros indgenas continentales denunciaron el uso de la
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antropologa para la dominacin y el control de los pueblos indgenas (vase Bonfil
Batalla 1981).
Las voces de estos nuevos actores sociales influyeron en la politizacin de
muchos de los cientficos sociales latinoamericanos que se encontraban en contacto con
esta cambiante realidad. Algunos decidieron renunciar al trabajo acadmico y vincularse
como participantes o asesores de las organizaciones indgenas, campesinas y
populares. Otros optaron por crear espacios independientes de investigacin para
desarrollar un nuevo tipo de ciencias sociales comprometidas, ms en dilogo con los
actores sociales, como fue el caso en Mxico del Instituto de Asesora Antropolgica
para la Regin Maya (Inaremac), dirigido por Andrs Aubry, del Instituto de Estudios
para el Desarrollo Rural Maya, coordinado por Armando Bartra, y del Centro de
Informacin y Anlisis para la Mujer Centroamricana (CIAM), fundado por Mercedes
Olivera.
En Chiapas, estado donde viv y trabaj durante quince aos, la investigacin co-
participativa fue popularizada por algunos investigadores independientes vinculados con
organizaciones no gubernamentales y con la Iglesia catlica cuyo trabajo pastoral en
esta zona estaba guiado por la teologa de la liberacin. La investigacin-accin
consista en rescatar el conocimiento que los sectores populares tenan de su realidad
social, apoyar su sistematizacin y promover la concientizacin. A pesar de que este
modelo de investigacin se propona transformar las relaciones jerrquicas entre el
investigador y el investigado, la premisa terica heredada del marxismo de que el
intelectual poda despertar la conciencia de los oprimidos parta de una perspectiva
paternalista de los sectores populares y de su conocimiento, que era considerado como
distorsionado por una falsa conciencia.
sta fue parte de la herencia que nos toc reproducir y eventualmente confrontar
a quienes en los ltimos aos hemos optado, desde el feminismo, por una investigacin
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ms colaborativa. Muchas antroplogas feministas nos propusimos, desde instituciones
acadmicas u organizaciones independientes, retomar la idea de apoyar desde la
investigacin los procesos de empoderamiento y concientizacin de las mujeres de
sectores populares. Sin embargo, una reflexin crtica nos ha llevado a algunas a
reconocer que estbamos reproduciendo algunas de las perspectivas etnocntricas del
marxismo. Sin embargo, el materialismo histrico en la actualidad no es un mtodo
infalible, sino un anlisis de gnero que surge de una tradicin intelectual occidental y
que la mayora de las veces es poco sensible a las diferencias culturales.
La propuesta que hemos venido trabajando, junto con otras compaeras
acadmicas y activistas que se reivindican como feministas rurales, parte de un
cuestionamiento a las perspectivas homogeneizadoras y generalizadoras del patriarcado
y de los intereses de las mujeres que han caracterizado a un sector importante del
feminismo anglosajn y europeo. Rechazar la idea de un sujeto colectivo preexistente,
las mujeres, y considerar cualquier colectividad como el producto de alianzas entre
diferentes presentan el reto de construir una agenda poltica a partir del dilogo y la
negociacin. En esta tarea la investigacin tiene mucho que aportar al conocimiento y
reconocimiento de las especificidades culturales e histricas de los sujetos sociales.
En ese sentido me atrevo a retomar el concepto de antropologa dialgica
desarrollado por Dennis Tedlock (1991), referido a una nueva forma de hacer etnografa
en la que el dilogo es fundamental para la elaboracin del texto, y en la que se propone
que el investigador se incluya y se reconozca como parte de este dilogo que se
establece con los investigados. Llevando esta propuesta ms all de las estrategias
textuales, consideramos que tambin se puede aplicar a una nueva manera de
relacionarnos con los actores sociales. Retomando a Faye Harrison, nos preguntamos:
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Por qu concebir las relaciones dialgicas como estrategias textuales y no como
colaboraciones concretas? Por qu se considera la descentralizacin de la autoridad
(dispersal authority) como un estilo narrativo en vez de una estrategia de
empoderamiento para la gente con la que trabajamos? [...] y por qu la nocin de crtica
cultural se limita a otorgarles a los acadmicos el privilegio de un conocimiento
intercultural? (1991: 5, traduccin ma).
La antropologa dialgica crtica que proponemos, a diferencia de la investigacin
co-participativa no se plantea transformar la realidad con base en un mtodo o teora
considerada infalible, sino reflexionar y deconstruir junto con las actoras sociales con
quienes trabajamos problemticas de una realidad social compartida. A partir de estos
dilogos, se pretende elaborar de manera conjunta una agenda de investigacin que
haga nuestro conocimiento relevante para los movimientos o actores sociales con
quienes colaboramos (vase Masson en este libro, Duarte y Berro en este libro, y
Macleod en este libro)
La investigacin co-participativa vea el compromiso de los cientficos sociales
con sus objetos-sujetos de estudio como una decisin fcil: slo haba que tomar partido
con el pueblo o con los marginados en contra de los explotadores. Sin embargo, en la
medida en que nuestros anlisis del poder se vuelven ms complejos, nos vemos
forzadas a rechazar las representaciones homogeneizadoras y armnicas de los
subalternos al reconocer los diferentes niveles de desigualdad que atraviesan los
colectivos sociales. Las ciencias sociales comprometidas enfrentan nuevos dilemas
ticos y metodolgicos. Si admitimos que nuestras representaciones y anlisis de los
pueblos indgenas, de los migrantes, de las mujeres, de las minoras religiosas, por
mencionar algunos pueden tener implicaciones polticas para estos grupos es
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importante reconocer las tonalidades de gris que existen entre los blancos y los negros
que los anlisis del pasado enfatizaban.
Al renunciar a las certezas que el marxismo daba a la investigacin co-
participativa de las dcadas de 1970 y 1980, enfrentamos nuevos retos para el
desarrollo de una investigacin socialmente comprometida. Es comn que los y las
actoras sociales con quienes trabajamos, que en nuestro caso son mujeres, busquen en
la relacin de colaboracin respuestas infalibles sobre los problemas que enfrentan ms
que cuestionamientos crticos sobre la realidad compartida.
Hemos perdido la aparente claridad que daba la concepcin de la diferencia
entre dominantes y dominados a partir de un solo eje de subordinacin: la clase. Ver la
pluralidad de relaciones de subordinacin destruye cualquier perspectiva de colectivos
homogneos y a la vez problematiza el reconocimiento del inters colectivo que el
investigador debe apoyar. Sin embargo, reconocer estos retos debe llevar, ms que a
una desmovilizacin poltica, a buscar formas creativas de producir conocimiento y de
plantear estrategias de lucha.
En el siguiente apartado quisiera compartir dos experiencias distintas de
investigacin colaborativa con mujeres en las que la construccin dialgica del
conocimiento fue uno de los principales objetivos y retos de las investigadoras/activistas
y activistas/investigadoras que participamos en dichos proyectos.
Los retos de una antropologa dialgica y feminista
Para la antropologa feminista, el vnculo entre la produccin de conocimiento y el
compromiso poltico con la transformacin social ha sido desde sus orgenes un eje
articulador de sus propuestas tericas y metodolgicas (vase Moore 1996). Por esta
misma razn las feministas han hecho aportes importantes a la crtica de las redes de
poder que legitiman y reproducen el positivismo cientificista, aportes que no siempre han
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sido reconocidos por la antropologa crtica contempornea ni por los tericos
posmodernos.2
En el caso de la antropologa feminista latinoamericana estas crticas no se han
dado exclusivamente en el mbito terico y acadmico, sino que han ido acompaadas
por prcticas polticas y metodolgicas que han llevado estos debates a los mbitos de
la lucha poltica, a los talleres de educacin popular y a los espacios de organizacin
colectiva de los que muchas de nosotras somos parte.
sa ha sido mi experiencia como acadmica feminista vinculada con un centro
pblico de investigacin y posgrado y a la vez colaboradora y/o partcipe en distintos
esfuerzos colectivos que trabajan por la construccin de una vida ms justa para las
mujeres. El anlisis crtico de la ciudadana, del proyecto nacional mexicano, de los
espacios de justicia, de las polticas de desarrollo por mencionar algunos de los temas
abordados en mis trabajos han sido no slo problemas de investigacin acadmica,
sino tambin preocupaciones que he podido compartir con mis compaeras de
organizacin y/o con otras mujeres con quienes he establecido dilogos polticos.
Una primera experiencia: la investigacin-accin en Chiapas
Una de mis primeras experiencias en la construccin de puentes entre el trabajo
acadmico y el activismo poltico tuvo lugar en la dcada de 1990 en el estado de
Chiapas, cuando era integrante de una organizacin feminista que trabajaba en contra
de todas las formas de violencia contra las mujeres (vase Hernndez 2002a). Durante
esos aos de efervescencia organizativa y movimientos campesinos e indgenas, me
toc vivir en carne propia la represin estatal y la criminalizacin de los movimientos
sociales al sufrir varias amigas y amigos mos la represin y la violencia sexual por parte
2 Para un anlisis de la investigacin-accin desde la academia feminista vase Lykes y Couquillon (2007). Para una reflexin sobre la investigacin-accin en Amrica Latina y las metodologas feministas de las mujeres radicales de color en los Estados Unidos vase Mora (2008).
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de fuerzas gubernamentales. Estas experiencias me llevaron a participar en la formacin
de un movimiento amplio de mujeres en contra de la violencia del Estado y de la
violencia sexual y domstica que posteriormente se convertira en una organizacin
feminista, el Colectivo de Encuentro entre Mujeres (Colem), de la que fui integrante
durante diez aos. Mi experiencia en el Colem de cuestionamiento y lucha contra la
violencia patriarcal y mi trabajo como antroploga en el Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropologa Social (CIESAS) en el anlisis sobre el racismo y el
colonialismo interno hacia los pueblos indgenas me llev a buscar marcos analticos
que consideraran la interseccionalidad de clase, raza y gnero, y que reflexionaran
sobre la necesidad de alianzas polticas y en torno a la construccin de una poltica de la
solidaridad entre los(as) diversos(as).
Tratando de contribuir desde mi formacin antropolgica al trabajo asistencial y
organizativo que promova el Colem les propuse a mis compaeras de organizacin
desarrollar una investigacin colaborativa para explorar las posibilidades y las
limitaciones del derecho nacional y de los sistemas normativos indgenas frente a la
violencia sexual y domstica. Conjuntando tres formaciones disciplinarias (derecho,
pedagoga y antropologa), un equipo de integrantes del Colem que trabajbamos en
nuestro Centro de Apoyo de Mujeres y Menores (CAMM) realizamos una serie de
talleres en los que compartimos con mujeres indgenas bilinges conocimientos bsicos
sobre la manera en que el derecho positivo enfrenta la violencia sexual y domstica, a la
vez que ellas nos compartieron sus experiencias y conocimientos en ese mbito ante la
costumbre jurdica y las autoridades comunitarias.
A partir de la utilizacin de las herramientas de la educacin popular, planeamos
los talleres no como un espacio tradicional de formacin de defensoras populares, sino
como un espacio de discusin en el que tanto las participantes indgenas como las
integrantes del CAMM compartiramos conocimientos para buscar de manera conjunta
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las herramientas ms idneas para el trabajo de defensa legal. A partir de las
propuestas metodolgicas de investigacin-accin desarrolladas sobre todo en el Cono
Sur, bajo la influencia de la propuesta pedaggica de Paulo Freire, nos propusimos que
los talleres cumplieran la doble funcin de alimentar la investigacin y aportar a la
formacin de defensoras populares que pudieran moverse indistintamente entre los
organismos de imparticin de justicia de sus comunidades y los estatales y nacionales.
Las participantes en los talleres fueron todas mujeres organizadas o lderes
naturales que tenan contacto previo con el Colem y que haban expresado su inters en
reflexionar y capacitarse sobre sus derechos. El grupo estuvo integrado por doce
mujeres, seis de las cuales eran maestras bilinges, procedentes de los municipios de
Chiln, Jitotol, Simojovel y Tila, hablantes de tsotsil, tseltal y chol; las otras seis eran
integrantes de cooperativas artesanales, dos del municipio de Zinacantn, dos de
Amatenango del Valle y dos migrantes a la ciudad de San Cristbal de Las Casas,
originarias de Tenejapa y Chamula.
En ningn momento consideramos que las experiencias de estas mujeres seran
representativas del sentir y pensar de las mujeres indgenas; todas ellas eran mujeres
jvenes que, de una manera u otra, haban confrontado los roles de gnero
prevalecientes en sus comunidades. A travs de sus trabajos como maestras o
artesanas haban tenido contacto con otras mujeres organizadas, indgenas y mestizas,
y sus percepciones y discursos estaban marcados por sus permanentes cruces de
fronteras culturales. Todas ellas participaban en organizaciones indgenas ms amplias
con reivindicaciones culturales y polticas, como son la Unin de Maestros por la Nueva
Educacin para Mxico (UNEM) y la Asamblea Nacional Indgena Plural por la
Autonoma (ANIPA), y dos de ellas son originarias de comunidades que se encontraban
integradas a las nuevas regiones autnomas, creadas a partir del levantamiento
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zapatista.3 Si de algo eran representativas sus experiencias era de un sector minoritario
de mujeres que est desempeando un papel muy activo en las organizaciones
indgenas y replanteando la manera en que se entienden los roles de gnero.
Los retos que enfrentamos en la realizacin de los talleres fueron ms grandes
de lo que imaginbamos al proponer inicialmente un espacio de intercambio de
conocimientos. Respecto a las integrantes del CAMM, nuestras formaciones
profesionales y experiencias de trabajo marcaban profundamente nuestras
concepciones sobre lo que este intercambio implicaba y nuestras percepciones sobre la
ley y el derecho consuetudinario. Las abogadas, a pesar de su perspectiva crtica del
derecho, producto de su militancia feminista, seguan considerando la legalidad como
una herramienta fundamental para la construccin de una vida ms justa para las
mujeres indgenas y mestizas. Sus percepciones sobre los llamados usos y
costumbres estaban marcadas por sus apreciaciones sobre lo que es un sistema
normativo, aprendidas en sus estudios universitarios. Para la pedagoga, con aos de
experiencia en la educacin popular con mujeres, la prioridad era acompaar la reflexin
de las talleristas sobre las desigualdades entre hombres y mujeres y, en la medida de lo
posible, contribuir a la formacin de una conciencia de gnero. Reconocer la
especificidad cultural de las mujeres indgenas era slo un paso para encontrar las
similitudes que podan unir a todas las mujeres en un frente comn.
Por su parte, las antroplogas nos debatamos entre un relativismo cultural que
trataba de romper con los discursos generalizadores sobre la mujer y entender las
lgicas culturales que marcaban sus relaciones de gnero y sus sistemas normativos
3 La UNEM es una organizacin independiente fundada en 1994 por promotores de educacin de la zona bajo influencia zapatista, que ocuparon el lugar de los profesores oficiales de la Secretara de Educacin Pblica (SEP) expulsados de las comunidades por sus ausentismos e incumplimiento con los compromisos comunitarios. La ANIPA es una organizacin independiente de carcter nacional, que tiene sus orgenes en Chiapas en la dcada de 1980. Se trata de la primera organizacin indgena mexicana que hizo de la autonoma el eje central de su lucha. Una descripcin de qu es y cmo funciona la autonoma zapatista en Chiapas puede encontrarse en Cerda (2006) y Mora (2008).
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y la militancia feminista que nos llevaba a reconocer las similitudes entre las
instituciones patriarcales indgenas y las mestizas. El principal reto fue conciliar nuestros
distintos nfasis en el derecho, el gnero y la cultura, y tratar de analizar crticamente
nuestras propias conceptualizaciones. El segundo reto consisti en deshacernos de la
idea de la existencia de una falsa conciencia, que a veces subyace en la concepcin
de la educacin popular como herramienta concientizadora, y aprender a escuchar y
entender las experiencias y percepciones de las mujeres participantes.
Las mujeres indgenas, por su parte, enfrentaban el problema prctico de poder
asistir a los talleres por la inseguridad que se viva en los caminos de sus comunidades,
muchos de stos militarizados o bajo el control de grupos paramilitares, como era el
caso de Paz y Justicia en el municipio chol de Tila.4 Aquellas que venan de zonas bajo
influencia zapatista tuvieron que suspender su participacin en algunos talleres por las
diversas alertas rojas decretadas por el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional
(EZLN).5 El otro reto consista en asumir el compromiso que implicaba la defensa de
otras mujeres en comunidades en las que meterse en problemas ajenos est muy mal
visto, casi como llevar chisme o crear conflicto. Algunas de ellas fueron cuestionadas
por sus padres cuando trataron de explicarles su inters en conocer la ley, por los
peligros a los que se exponan si se metan en problemas con el gobierno (CAMM 2001:
35).
A pesar de todas estas limitaciones, logramos trabajar juntas durante un ao, con
reuniones mensuales de dos o tres das, hasta que distintas razones, relacionadas con
los problemas polticos regionales, impidieron que las mujeres se siguieran trasladando
a San Cristbal y decidimos suspender los ltimos talleres, substituyndolos por visitas
4 Para un anlisis del impacto de la militarizacin y la paramilitarizacin en la vida cotidiana de las mujeres indgenas de Chiapas vase Hernndez (2002b). 5 Alerta Roja es el trmino militar usado por el EZLN para decretar estado de emergencia en momentos de tensin militar o de movilizacin de tropas del Ejrcito Federal.
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nuestras a sus regiones de trabajo. La investigacin nos plante el reto de deconstruir y
analizar las premisas que subyacen en el derecho positivo y el derecho indgena como
prcticas y discursos sociales que reflejan la desigualdad de los gneros, y una vez
reconocidas sus limitaciones y sus especificidades histricas, explorar las posibilidades
reales que brindan para la construccin de una mejor vida para las mujeres.
Ya desde ese entonces, varias de las integrantes del equipo habamos
empezado a sentirnos incmodas con los estilos didcticos de los talleres feministas y
plantebamos la necesidad de hacer de dichos talleres un espacio de dilogo en el que
tanto las mujeres indgenas como las integrantes del CAMM pudiramos reflexionar
crticamente sobre la justicia comunitaria y la justicia del Estado, y en los que nos
atreviramos a cuestionar nuestras certezas. La resistencia a dar soluciones definitivas
a la problemtica que se discuta caus en algunos momentos desencanto por parte de
las mujeres participantes.
Nuestra idea no era presentar el derecho nacional simplemente como una
herramienta de control y dominacin estatal, ni tampoco reivindicarlo como la panacea
contra la opresin tnica y genrica. Tampoco nos proponamos satanizar el llamado
derecho indgena, ni idealizarlo como espacio de resistencia cultural. Nuestra propuesta
era explorar las posibilidades y las limitaciones de ambos espacios legales de cara a los
problemas especficos de las mujeres indgenas con el propsito de buscar alternativas
ms acordes al contexto cultural y social en que nuestra organizacin desarrollaba su
trabajo en contra de la violencia sexual y domstica.
Evidentemente, no era fcil llegar con dudas a los espacios colectivos de
construccin de conocimiento, era mucho ms cmodo pretender que tenamos
verdades que compartir y asumir el papel de capacitadoras y/o despertadoras de
conciencias. Esta posicin nos daba una cierta legitimidad y poder en los espacios
colectivos, que difcilmente otorga la incertidumbre. Sin embargo, esta experiencia y
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otras posteriores nos han enseado que estar abiertas a descentrar y desestabilizar
nuestras propias visiones del mundo y nuestras estrategias de lucha puede resultar ms
productivo para la construccin de un proyecto comn y nos puede permitir encontrar
caminos que no imaginbamos cuando considerbamos que tenamos en la mano todas
las cartografas epistemolgicas para una agenda emancipadora. Por ejemplo, la
manera en que las mujeres indgenas develaron a lo largo de este proyecto colaborativo
las redes de poder que se entretejen en los distintos niveles de imparticin de justicia y
sus propuestas de reinventar la tradicin bajo nuevos trminos dieron algunas pistas
para redefinir el debate entre el relativismo cultural y el universalismo. A travs de los
testimonios vertidos en los talleres y en las entrevistas realizadas en el marco de la
investigacin, as como en los documentos producto de los congresos, los encuentros y
los foros, qued de manifiesto un concepto de cultura dinmico y cambiante. A
diferencia de los crticos liberales del multiculturalismo, las mujeres indgenas de
Chiapas no rechazan su cultura en nombre de la igualdad, sino que reivindican el
derecho a una cultura propia a la vez que luchan por la construccin de relaciones de
equidad en el interior de sus propias familias, comunidades y organizaciones.6
Una segunda experiencia: La investigacin feminista dialgica sobre mujeres indgenas, justicia comunitaria y justicia penal En la propuesta de investigacin feminista dialgica que hemos venido desarrollando
con algunas de las autoras de este libro, nuestro objetivo ha sido crear, a partir de la
investigacin y del trabajo organizativo, un espacio de dilogo con otras mujeres en que
6 En otros trabajos he analizado la manera en que las teorizaciones surgidas del movimiento de mujeres indgenas en Mxico nos pueden ayudar a replantear la tensin entre el universalismo feminista y el relativismo cultural (Hernndez 2003). Las mujeres indgenas en Mxico han reivindicado en paralelo frente al Estado el derecho a la diferencia cultural y frente a sus comunidades el derecho a cambiar aquellas costumbres y tradiciones que consideran injustas. En diversos documentos generados en estos nuevos espacios de discusin, las mujeres indgenas han reivindicado sus derechos de ciudadana nacional y han retomado la demanda del movimiento indgena nacional de mantener y recuperar sus tradiciones, pero lo han hecho a partir de un discurso que plantea la posibilidad de cambiar permaneciendo y de permanecer cambiando.
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se puedan discutir y analizar las diferentes concepciones y experiencias de
subordinacin y resistencia. Estas bsquedas metodolgicas y polticas encuentran un
eco en lo que Boaventura de Sousa Santos ha llamado la ecologa de saberes (2008),
que implica no un rechazo per se al conocimiento cientfico occidental, sino una apertura
a otras formas de conocimiento para construir de manera colectiva mejores estrategias
de transformacin y convivencia social.
En esta ecologa de saberes feministas han sido fundamentales los aportes de
las intelectuales indgenas que desde la academia o desde el activismo poltico estn
desarrollando sus propias teorizaciones en torno a los derechos colectivos de sus
pueblos y a los derechos de las mujeres. En muchos casos estas teorizaciones se
presentan en forma de memorias de encuentros, manifiestos polticos, autobiografas, y
en otros se sistematizan apropindose o reformulando los discursos tericos, pero en
ambos casos se trata de perspectivas que han abierto nuevos espacios de reflexin para
la academia feminista.
Desde estas teorizaciones las mujeres indgenas estn intentando combinar las
demandas polticas y culturales de sus pueblos con sus propias demandas de gnero. A
partir de estos dilogos interculturales las mujeres indgenas estn replanteando las
conceptualizaciones sobre los derechos de las mujeres desde perspectivas ms
holsticas de las relaciones entre hombres y mujeres y entre los seres humanos y la
naturaleza. Voces cmo las del Grupo de Mujeres Mayas Kaqla (2000, 2004), Calixta
Gabriel (2004), Martha Snchez (2005), Margarita Gutirrez (1999), Aura Cumes
(2007a, 2007b), Tarcila Rivera (2008), Emma Chirix (2003), por mencionar slo algunas,
han sido fundamentales para contestar las representaciones y victimizaciones que
desde la academia o desde las polticas pblicas se estn haciendo de las mujeres
indgenas.
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No existe una postura homognea de las mujeres indgenas frente al
feminismo. Algunas han optado por apropiarse el trmino y darle un nuevo sentido,
construyendo una agenda feminista indgena que incorpora sus luchas especficas
contra el racismo y el colonialismo (vanse por ejemplo los documentos del Grupo de
Mujeres Mayas Kaqla, o algunos escritos de Martha Snchez de la Coordinadora
Guerrerense de Mujeres Indgenas) y otras han optado por rechazar el trmino y hablar
ms bien de las luchas de las mujeres indgenas como una parte sustancial de las
luchas de sus pueblos (vase, por ejemplo, la Memoria de la Primera Cumbre de
Mujeres Indgenas de Amrica 2003). Apropindose o rechazando el concepto de
feminismo, las mujeres indgenas organizadas han enriquecido las agendas polticas
feministas latinoamericanas forzndonos a reflexionar sobre la necesidad de construir
una poltica de la solidaridad que parta del establecimiento de alianzas que reconozcan
y respeten la diversidad de intereses de las mujeres. Estas teorizaciones de las propias
mujeres indgenas han sido fundamentales para el desarrollo de la investigacin en la
que actualmente me encuentro trabajando en el marco de un nuevo proyecto colectivo
intitulado Globalizacin, derechos indgenas y justicia desde una perspectiva de gnero
y poder.7
Despus de haber trabajado durante varios aos en torno a los retos y los
dilemas que implica la justicia comunitaria, tuve que reconocer que a pesar de que tanto
el derecho positivo como el llamado derecho indgena reproducen y refuerzan las
desigualdades de gnero el racismo institucionalizado que sigue caracterizando a los
espacios de justicia estatal aade un nuevo eje de exclusin para las mujeres
7 Este nuevo proyecto est siendo coordinado por Teresa Sierra, Rachel Sieder y por la autora de este captulo, todas investigadoras del CIESAS. En l participan estudiantes de doctorado y posdoctorantes de distintas instituciones. Ellos son: Alejandro Cerda, Ixkic Duarte Bastian, Morna Macleod, Mariana Mora, Juan Carlos Martnez, Manuel Buenrostro, Adriana Terven, Claudia Chvez y Liliana Vianey. El proyecto conjunta intereses de la antropologa jurdica, la ciencia poltica y los estudios de gnero para abordar la compleja relacin entre polticas estatales multiculturales, reformas judiciales en materia indgena y su impacto en el campo de la justicia y de los movimientos indgenas.
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indgenas que por alguna u otra razn deben enfrentarse como demandantes o como
acusadas a la justicia estatal. Con esta preocupacin en mente le propuse a mi equipo
de investigacin que paralelamente al anlisis del impacto que los procesos
organizativos de las mujeres indgenas estn teniendo en el replanteamiento de la
justicia comunitaria, yo pudiera hacerme cargo del anlisis de la experiencia de mujeres
indgenas ante la justicia del Estado, y ms especficamente ante la justicia penal.
Ante la coyuntura poltica vivida, nos percatamos de que paralelamente a la
poltica de apropiacin del multiculturalismo como forma de gobernanza (vase
Hernndez, Sierra y Paz 2004) estamos siendo testigos de un proceso de militarizacin
de las regiones indgenas, de criminalizacin de la disidencia y de utilizacin de la
violencia de gnero como herramienta contrainsurgente. En este contexto consideramos
que una investigacin que se preocupe por el anlisis de la justicia en regiones
indgenas debe integrar a las reflexiones esta doble dinmica de
apropiacin/criminalizacin.
La experiencia de las mujeres indgenas presas es tal vez un espacio privilegiado
para analizar las contradicciones que existen entre la retrica del reconocimiento y los
espacios reales de justicia del Estado. La criminalidad se encuentra permeada por las
diferencias de gnero y tnicas. Para quienes estamos interesadas en la problemtica
de la justicia y la equidad desde la experiencia de las mujeres indgenas es importante
preguntarse cmo afecta en la construccin social del delito la vulnerabilidad que
padecen las mujeres indgenas debido a su pobreza, marginacin, monolingismo y
analfabetismo. Y tambin en qu sentido el racismo estructural marca, asimismo, la
manera en que se construye la criminalidad en casos de indgenas presas.
Tratar de desarrollar esta nueva investigacin a partir de metodologas
colaborativas implicaba nuevos retos para m, pues ya no se trataba de trabajar con
mujeres organizadas que luchan por la justicia social, ni de acompaar procesos
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organizativos de los que yo he sido parte. Una opcin hubiera sido acercarme a alguna
organizacin de derechos humanos o de derechos de las mujeres que quisiera hacer
suya la propuesta de nuestro equipo de investigacin. Sin embargo, los caminos de la
colaboracin llegaron, como veremos en seguida, por otras vas.
Uno de los principales obstculos que encontr fue la reticencia de las
autoridades penitenciarias para otorgar permisos de investigacin dentro de los Centros
de Readaptacin Social del pas. Sin embargo, una parte importante de los programas
de readaptacin y reinsercin dirigidos a los internos e internas son programas de corte
educativo y cultural, en los que participan universidades, como la Universidad Autnoma
de la Ciudad de Mxico (UACM), la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM),
u organismos paraestatales creados especficamente para la promocin de los
programas culturales y laborales dentro de instituciones penitenciarias, como el
Patronato para la Readaptacin Social y la Reincorporacin Social del estado de
Morelos.
A travs de algunas redes personales logr ir como invitada a uno de estos
talleres que se desarrollan en el Centro de Readaptacin Social (Cereso) Femenil de
Atlacholoaya, Morelos. El Taller Mujer Escribir Cambia tu Vida, bajo la coordinacin de
la escritora Elena de Hoyos, se vena desarrollando por ms de un ao con la
participacin de entre diez y doce internas que estaban interesadas en aprender a
escribir literariamente. La mayora de las participantes eran mujeres presas con algn
grado de escolaridad que iba desde la primaria terminada hasta estudios universitarios y
ninguna de ellas era indgena. Al presentarme y explicarles mi inters por conocer y
escribir las historias de vida de mujeres indgenas presas surgi la iniciativa por parte de
ellas de que yo les enseara la metodologa de elaboracin de historias de vida y ellas
pudieran ser quienes entrevistaran y escribieran las historias de sus compaeras
indgenas presas.
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Este fue el inicio de un nuevo espacio de dilogo y construccin colectiva de
conocimiento que me ha planteado nuevos retos como acadmica y como activista.
El Taller de Historias de Vida, en el que participan diez escritoras, todas ellas internas
en el Cereso de Atlacholoaya, tiene de manera formal el objetivo de capacitar a las
participantes en la tcnica de elaboracin de historias de vida como un recurso
literario y de reflexin sobre las desigualdades de gnero.8 En el marco del Taller
que se realiza semanalmente desde hace ocho meses, cada una de las participantes
est trabajando en su propio proyecto de elaboracin de una historia de vida de
alguna compaera indgena presa. Una vez al mes, las compaeras cuya historia se
est sistematizando asisten al taller a escuchar los avances, comentar o cuestionar
las representaciones que sobre sus vidas estn haciendo las integrantes del Taller.
Este proceso colectivo ha permitido crear nuevos lazos de solidaridad entre las
mujeres indgenas y no indgenas, y ha abierto un espacio para reflexionar en torno al
racismo y las exclusiones de la sociedad mexicana que se ven reproducidas en el
interior del espacio penitenciario.
Las participantes indgenas y no indgenas comienzan a elaborar sus propias
teorizaciones y reflexiones. stas se van integrando en las narrativas biogrficas, que
adquieren as formas hbridas y novedosas que van ms all de las meras historias
de vida. Con el objetivo de socializar este conocimiento, las participantes han
empezado a escribir una columna en la gaceta mensual Y Ahora Qu?, editada
dentro del mismo penal y financiada por el Patronato Morelos. En el artculo de
presentacin del Taller, una de las internas describa la importancia de este espacio
para construir puentes entre mujeres diversas dentro del penal sealando:
8 Tomado del Programa del Taller de Historias de Vida, coordinado por Rosalva Ada Hernndez y registrado ante la Subsecretara de Readaptacin Social del estado de Morelos.
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Considero importante el Taller de Historias de Vida porque me abre la puerta a un
mundo desconocido, el cual debe atenderse para eliminar las desigualdades que se
viven en el pas principalmente. Por otra parte, es un medio para sensibilizar
corazones y crear una hermandad entre mujeres de diferentes clases sociales. En mi
pequeo espacio del rea femenil, donde habitan diversas mentes, costumbres y
convicciones de mujeres, es interesante tomar el reto de unir nuestras voces y
plasmar historias de vida, liberarlas de este lugar y conseguir que el exterior conozca
y reflexione sobre la realidad que aqu se vive. Este taller har posible la unin entre
mujeres que buscan un fin comn. Es un medio para ayudarnos entre nosotras siendo
las portavoces de historias reales. En lo personal, me permite vivir una experiencia
nueva en el mundo de la escritura y sentirme orgullosa de apoyar a quienes han
guardado silencio por mucho tiempo, con mi escritura ser portavoz de aquellas que
se atrevan a contar su historia. Para las mujeres analfabetas este taller est siendo un
medio para liberar su historia, desahogarse con un odo dispuesto a escucharlas y
recuperar el valor de ser mujer que la sociedad les arrebat (cit. en Hernndez 2009:
s.n.).
En este contexto los dilogos interculturales se dan no slo entre la
investigadora y las internas, sino entre las mismas internas que tienen trayectorias de
vida muy distintas, formas contrastantes de experimentar las desigualdades de gnero y
experiencias diferentes ante la justicia del Estado. Reflexionar sobre las similitudes y las
diferencias ha sido una parte central de los talleres:
Este Taller, en lo personal siento que me ayuda a conocer mejor a las compaeras,
conocer las ideas de unas y otras, nos ensea a expresarnos mejor y espero que
tambin a hermanarnos. Creo que esto me est ayudando a ser una mejor persona, a
expresar mis pensamientos y sentimientos y a sensibilizarme con mis compaeras. Para
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las mujeres indgenas que no saben leer y escribir, nuestro trabajo est siendo una forma
de dar a conocer su historia y, de paso, la nuestra, una forma de ayuda mutua (cit. en
Hernndez 2009: s.n.).
Este espacio se propone ser slo una parte de una colaboracin ms amplia que
incluya la produccin y la publicacin de los textos de las internas, as como la
contextualizacin de estas experiencias en el marco ms amplio de las polticas
estatales de criminalizacin de la pobreza y de la disidencia social.9
Como investigadora he podido traer a estos dilogos informacin ms precisa
sobre las formas especficas en que funciona la justicia del Estado; compartir datos
concretos sobre la violacin a sus derechos, los cuales ubico a partir de los testimonios
y de los expedientes judiciales cuando he tenido acceso a los mismos; canalizar
algunos de los casos a espacios de defensora jurdica solidarios e intentar darle
seguimiento. Compartir las historias de otras mujeres indgenas que estn luchando por
sus derechos en distintas regiones de Amrica Latina y sus producciones tericas ha
sido fundamental para alimentar nuestros espacios de reflexin. Reconozco las
limitaciones de este tipo de investigacin-activista, que no atenta ni desestabiliza al
sistema penitenciario, ni a sus efectos de poder sobre los cuerpos y mentes de las
mujeres presas. Parto de reconocer estas limitaciones y a partir de ellas tratar de
aportar para la transformacin de un sistema de justicia corrupto, sexista y racista, que
no slo afecta la vida de las mujeres presas, sino que es una amenaza latente para m y
para todas las mujeres que estamos fuera.
Ruth W. Gilmore, quien ha desarrollado una de las crticas ms contundentes al
sistema penitenciario norteamericano (2007), ha reprobado en uno de sus trabajos
recientes el activismo que lucha por mejorar las condiciones de vida en el ambiente 9 Como producto de esta investigacin se public un libro-video elaborado por las propias internas, vase Reynosa et al. (2010).
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penitenciario o por liberar a hombres y/o mujeres injustamente presos. Para ella este
tipo de activismo reformista no cuestiona de raz el problema. Al respecto seala:
Alguna investigacin comprometida ha limitado sus preguntas a cmo reducir las
prisiones, a cmo sacamos a algunas mujeres de la crcel. Y ha ignorado los hechos,
apoyados por la experiencia, de que las mujeres liberadas van a terminar otra vez en la
crcel o en otros espacios de confinamiento, o que sus argumentos a favor de liberar a
las mujeres pueden profundizar y ampliar la red en la que hombres y nios son
capturados y retenidos. Hay que empezar por deconstruir nuestras propias preguntas de
investigacin (Gilmore 2008: 51, traduccin ma).
Para Ruth W. Gilmore, el nico activismo que parece viable ante la situacin
penitenciaria es la promocin de la abolicin de las prisiones, propuesta que resulta
ahistrica e inviable en el Mxico contemporneo. Su crtica al reformismo podra
resultar desmovilizante en contextos en los que no existe el clima cultural ni poltico
para promover un movimiento anticarcelario, y donde el trabajo de hormiga dentro de las
crceles de acompaamiento de los procesos de reflexin crtica y de organizacin de
las internas o el de denuncia sobre las injusticias, el racismo y el sexismo del sistema
penitenciario puede contribuir de manera importante a mejorar las condiciones de vida
de miles de mujeres cuyos cuerpos y mentes pretenden controlar los Estados
neoliberales. Este trabajo de hormiga no tiene por qu contraponerse a anlisis crticos
ms sistmicos que nos permitan ubicar y denunciar el control y el encarcelamiento de
hombres y mujeres indgenas en el marco de polticas neoliberales ms amplias que
estn pauperizando a amplios sectores de la poblacin latinoamericana y criminalizando
la protesta social y la pobreza.
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Comentario final. Desde nuestras luchas globales y contra el dao colateral infligido al lenguaje La red de articulaciones jerrquicas entre las prcticas locales y los poderes globales en
que producimos nuestro conocimiento se encuentra en estos momentos hegemonizada
por poderes neoliberales y militaristas que en nombre de la lucha contra el narcotrfico y
en defensa de la democracia estn militarizando y controlando amplias regiones de
Amrica Latina. La pregunta de conocimiento para qu? se vuelve especialmente
relevante en este contexto en que el lenguaje, a travs de los medios de comunicacin,
se est convirtiendo en un arma fundamental para enmascarar la represin, el asesinato
y la impunidad. Se trata de una guerra que se est librando tambin en un rea en la
que nosotros y nosotras, como cientficos sociales, tenemos una amplia experiencia.
Todos los autores de este libro nos ganamos la vida escribiendo y contamos con las
armas suficientes para contrarrestar, aunque sea de forma limitada, los discursos
globales que tratan de convencer al mundo de que justicia significa castigo, que
democracia significa autoritarismo, que guerra significa prembulo de la paz, que
libertad significa sumisin. Se trata de los daos colaterales al lenguaje que John
Berger (2002) describe como una de las consecuencias de la reciente agresin militar de
los Estados Unidos a Irak y Afganistn.
En un ensayo publicado en lo ms lgido de la guerra contra Irak, Berger (2002)
sealaba que estamos ante una prdida de sentido de las palabras que conduce de
modo inevitable a una disminucin de la facultad de imaginar, ya que la imaginacin
debe contar con categoras slidas y precisas a fin de poder saltar entre ellas y por
encima de ellas. Los discursos sobre Libertad Absoluta, Justicia Infinita, Libertad
Duradera, Ejes del Mal van vaciando los conceptos de sentido y afectando las
posibilidades de imaginar. Estos daos colaterales afectan tambin la capacidad de
imaginar otros futuros posibles.
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Es ah donde los cientficos sociales comprometidos tenemos algo que aportar.
Es importante salir del reducido espacio de la academia y de los oscuros entramados de
la teora y recuperar la trinchera del lenguaje, creando puentes de comunicacin entre
nosotros(as) y la gente de a pie. Todo cientfico social es un periodista en potencia, y es
esta identidad, a veces olvidada, la que tenemos que recuperar en contextos como el
actual. A pesar de la censura y el control de los medios de comunicacin, existen
espacios independientes que no estn siendo ocupados por los especialistas del
lenguaje. Internet abre tambin una nueva trinchera de resistencia. La globalizacin
desde abajo es ya una realidad, y es la nica fuerza mundial que parece oponerse de
manera contundente a los efectos del capitalismo neoliberal y a sus manifestaciones
autoritarias y militaristas. Los cientficos sociales tenemos mucho que aportar a este
proceso de globalizacin desde abajo.
A pesar de que yo siempre he optado por priorizar el trabajo de investigacin
vinculado a procesos organizativos y a agendas polticas compartidas con los actores
sociales con quienes colaboro, considero que no es la nica manera de desarrollar una
antropologa socialmente comprometida. El desarrollo del pensamiento crtico es
fundamental para contrarrestar estos daos colaterales al lenguaje de los que nos
habla Berger. En ese sentido difiero de quienes han planteado que la crtica cultural
conlleva una falta de compromiso con las luchas concretas de los sectores subalternos,
ya que, aunque existe una identificacin con sus luchas, sta no se materializa en una
relacin de colaboracin ms concreta (Hale 2006). Considero que en Amrica Latina e
inclusive en los Estados Unidos, la crtica cultural ha desempeado un papel
fundamental para develar las redes de poder que se encuentran detrs de los discursos
nacionalistas, contrainsurgentes y militaristas.
Jemine Pierre (2008), quien ha analizado las jerarquas raciales en Ghana,
cuestiona las perspectivas limitadas de la investigacin activista sealando que el
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desarrollo y la difusin del pensamiento crtico en torno a los sistemas de desigualdad y
exclusin pueden ser una forma de activismo y no necesariamente se tiene uno que
vincular con un grupo organizado para ser lo suficientemente comprometido. Al
respecto seala:
Este tipo de activismo parte de la premisa de que el investigador y la comunidad en
lucha pueden tener una relacin igualitaria, mutuamente beneficiosa y transformativa.
Tambin se asume que los grupos marginalizados representados en este tipo de
investigacin, o que colaboran con el investigador, se encuentran organizados y
trabajando de manera consciente en contra de algn sistema o jerarqua de opresin.
Ms an, en muchos casos se asume que el grupo marginalizado es el que determina la
direccin del proyecto activista y en el proceso reestructura la agenda acadmica del
investigador. Cuando no se llenan todos estos requisitos, el investigador no se considera
polticamente comprometido o, peor an, su investigacin no se considera activista
(Pierre 2008: 117).
Frente a estas posturas, que terminan excluyendo o descalificando a gran parte
del pensamiento crtico en la academia, contrapongo una poltica instrumental que
puede contribuir desde la lucha ideolgica a la construccin de comunidad y a la
redefinicin de las identidades. Pierre pone el dedo en la llaga sobre una de las
limitaciones de ciertas definiciones de la investigacin-activista relacionada con la
deslegitimacin de quienes no realizan investigacin con grupos organizados por la
justicia social. El estudio de los grupos de poder, de las historias de resistencia, de las
lenguas minorizadas, aunque no se realice en dilogo con grupos organizados, puede
hacer importantes aportes para la deconstruccin y desestabilizacin de las redes de
poder que justifican o normalizan la desigualdad. Si nuestro propsito, como colectivo
en formacin, es que nuestras propuestas metodolgicas encuentren eco en una
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academia cada vez ms polarizada entre la neutralidad y el compromiso, es importante
que partamos del dilogo constructivo y de la creacin de espacios de interlocucin
abiertos, en los que se reconozcan las diferentes estrategias y caminos para la
formulacin de una antropologa socialmente comprometida que contribuya a la
construccin de una vida ms justa para hombres y mujeres en nuestras regiones de
estudio.
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Captulo 12
Gnero, anlisis situado y epistemologas indgenas: descentrar los trminos del debate10
Morna Macleod [email protected]
Introduccin
El debate reciente sobre la produccin de conocimiento, las relaciones horizontales y
participativas de investigacin y los otros saberes se ha dado principalmente desde la
academia y desde la antropologa.11 Argumento en este captulo, tomando el tema del
gnero como hilo conductor, que tambin se estn dando ricos procesos de produccin
de conocimiento fuera de la academia en espacios de interlocucin, debate y
negociaciones, en este caso entre mujeres indgenas y feministas en y fuera de la
cooperacin internacional. Estas interlocuciones a veces fluidas, con frecuencia con
tensiones han descentrado el debate en dos direcciones: una como anlisis situado de
mujeres indgenas y otra en torno a las epistemologas indgenas; ambas interlocuciones
en dilogo con o confrontando la modernidad. En algunos casos, estos dilogos se
han dado en el contexto de esfuerzos colaborativos y de bsqueda de relaciones ms
horizontales, en espacios marcados por asimetras de poder; en otros, se trata de
respuestas contestatarias de mujeres indgenas. En todos los casos, se descentra el
conocimiento autorizado en torno al gnero.
10 Este captulo se hizo gracias al proyecto Globalizacin, derechos indgenas y justicia desde una perspectiva de gnero y de poder: una perspectiva comparativa (Proyecto Conacyt U51240-S, responsables: Mara Teresa Sierra y Rosalva Ada Hernndez). Agradezco a Conacyt por este apoyo y a Aura Cumes y Rachel Sieder por sus aportes a este captulo. 11 Por ejemplo, se perfilan cuestionamientos y propuestas conceptuales-metodolgicas de investigacin colaborativa (Hernndez 2008b), investigacin activista crticamente comprometida (Speed 2008) e investigacin descolonizada (Hale 2004, 2008, Leyva y Speed 2008).
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En este captulo busco sistematizar estos ricos debates y complejos procesos de
conocimiento, poder y prcticas polticas. En la produccin de conocimiento fuera de la
academia, la investigacin como tal pierde su lugar de centralidad (aunque puede estar
presente) y otras actividades y espacios adquieren prioridad, como son, entre otros, los
encuentros nacionales e internacionales, los talleres y los procesos de formacin, las
negociaciones entre agencias, organizaciones y mujeres indgenas, la sistematizacin
de experiencias, los dilogos y los debates formales e informales. Con frecuencia, estos
conocimientos se plasman en diferentes productos: declaraciones, informes, folletos y
videos, libros de autora individual o colectiva adems de las tesis, artculos y libros
acadmicos, descentrando as el rgimen dominante de saber/poder de la ciudad
letrada (Aparicio y Blaser en este libro). A menudo la academia desconoce la
legitimidad de estos conocimientos por considerarlos no cientficos, contribuyendo as
a la produccin activa de lo no existente (Sousa Santos 2003):
Comienza a ser socialmente perceptible que la universidad, al especializarse en el
conocimiento cientfico y al considerarlo la nica forma de conocimiento vlido, contribuy
activamente a la descalificacin e inclusive a la destruccin de mucho conocimiento no
cientfico y, con eso, contribuy a la marginalizacin de los grupos sociales que
solamente disponan de esas formas de conocimiento. Es decir, que la injusticia social
contiene en su seno una injusticia cognitiva (Sousa Santos 2005: 69).
En ese sentido, la descolonizacin de la academia no slo pasa por la
investigacin colaborativa y en hacer accesible la produccin acadmica para los no
iniciados en los conceptos y las terminologas especializadas, sino tambin por el
reconocimiento del conocimiento producido en espacios otros y la incorporacin de
este conocimiento a los estudios cientficos. En esfuerzos emprendidos, como en este
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captulo, por sistematizar, reflexionar y teorizar sobre estos espacios de interlocucin y
produccin de conocimiento, la colaboracin no sucede en el momento de la
investigacin, sino en la participacin en algunos de los arriba mencionados espacios,
en la interlocucin con mujeres indgenas y en sus publicaciones es decir, al hablar con
y no por o sobre las mujeres indgenas, y al poner en dilogo las producciones
discursivas de diversas actoras, en este caso mujeres indgenas y feministas en o
acerca de la cooperacin internacional.
Descentrar el conocimiento autorizado tambin se consigue atendiendo al
imperativo moral de re-situarse como aprendices, y de entrar en un proceso y relacin
de aprendizaje basado en los saberes indgenas (McIsaac 2008 [2000]: 100, traduccin
ma). La siguiente reflexin parte de la produccin sobre gnero en la cooperacin
internacional y del pensamiento propio de mujeres indgenas en diferentes partes del
planeta, para aterrizar en el caso de Guatemala,12 donde la experiencia y la produccin
innovadora y desestabilizadora de conocimientos en torno al gnero ha sido
especialmente rica.
Para el abordaje de este tema, una prctica poltico-metodolgica crucial es
teorizar sobre la prctica y, ms an, profundizar en los discursos de mujeres indgenas
y no partir de marcos conceptuales y analticos preestablecidos. Teorizar sobre la
prctica es un precepto freiriano clave de la educacin popular que democratiza el saber
y la produccin de conocimiento al poner en el centro del debate las experiencias vividas
de las mujeres y los hombres, as como su capacidad de reflexionar sobre las mismas.
Evidentemente, no podemos despojarnos de nuestro bagaje conceptual, pero al optar
por la ruta metodolgica de tratar de entender lo que significa para las mujeres
indgenas la complementariedad o ese mundo ideado por nuestras abuelas y abuelos,
12 En Guatemala, a diferencia de pases como Mxico, la academia ha desempeado un papel marginal en este aspecto; en cambio, la accin poltica ha sido un terreno privilegiado para la produccin y la disputa de conocimientos (agradezco a Aura Cumes por esta reflexin).
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raz y verdad del tiempo y espacio (Ajxup 2000: 59) no calificarlo de entrada como un
discurso esencialista nos ayudar a abrirnos a otras formas de nombrar y concebir el
mundo. Esto no implica renunciar a nuestras genealogas tericas, pero s nos obliga a
analizar las limitaciones de las mismas para el abordaje de epistemologas indgenas y
nos invita a cuestionar los lmites del conocimiento autorizado.
Un ejemplo aleccionador de esta revisin terica es el trabajo de Elizabeth
McIsaac con indgenas inuit en Canad. Ella seala que su marco marxista fue til para
algunos aspectos de su estudio, pero no para otros. Y agrega:
Las prcticas comunales y sus correspondientes relaciones de produccin pueden
identificarse claramente desde la ptica del materialismo histrico, y se pueden hacer
afirmaciones consiguientes sobre conciencia y resistencia. Sin embargo, nociones como
la de la gente formando parte de la tierra y el amor como un principio ordenador para las
relaciones con el mundo natural estn situadas ms all de este marco. No se pueden
abordar adecuadamente estos principios dentro del discurso del materialismo histrico a
menos que sean relegados, primero, a la esfera de la ideologa, dado que los supuestos
filosficos no permiten que estos conceptos sean tomados como un sistema legtimo de
conocimiento (McIsaac 2008 [2000]: 99, traduccin ma).
Argumento en este captulo que la insurreccin de saberes subyugados (Aparicio
y Blaser en este libro) que se est dando en relacin con el rgimen dominante de
saber/poder no slo implica retos para la academia, sino tambin para otros espacios de
conocimiento autorizado, como son los feminismos, la cooperacin internacional y el
mbito del desarrollo.
Articular los anlisis situados de mujeres indgenas y los saberes otros o
epistemologas indgenas es interesarse con otras producciones o mejor dicho, con
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producciones otras del conocimiento que tienen como meta un proyecto distinto del
poder social, con una condicin social del conocimiento tambin distinta (Walsh 2005:
20-21), al mismo tiempo que se visibilizan las mltiples opresiones y resistencias de las
mujeres indgenas. Partir de sus anlisis y posicionamientos nos hace ver que el tema
del gnero es demasiado acotado, pues se encuentra aislado de otras dimensiones
identitarias y otras opresiones estructurales. (Re)pensar el gnero desde las diversas
realidades de las mujeres indgenas y/o en el marco de la ecologa de saberes (Sousa
Santos 2005) no slo desestabiliza a los regmenes autorizados de conocimiento y, por
ende, de poder sino que tambin dirige la reflexin sobre las prcticas polticas
necesarias para lograr estos desplazamientos.
El captulo est dividido en cinco partes. Primero sito los parmetros del debate
y desarrollo en trminos conceptuales desde dnde hablo. Luego, analizo brevemente
la agenda de gnero en la cooperacin, paso a sintetizar algunos posicionamientos