Conmemoran el misterio del anuncio del ángel a María y la encarnación del Verbo.

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El Angelus Domini no es una mera plegaria, sino un acto de fe y de reconocimiento al Dios salvador que se ha manifestado en los acontecimientos de la historia. Conmemoran el misterio del anuncio del ángel a María y la encarnación del Verbo. - PowerPoint PPT Presentation

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Conmemoran el misterio del anuncio del ángel a María y la encarnación del Verbo.

El Angelus Domini no es una mera plegaria, sino un acto de fe y de reconocimiento

al Dios salvador que se ha manifestado en los acontecimientos de la historia.

Se repetían tres veces cada día: a las 6 de la mañana, a las 12 (mediodía) y a las 6 de la tarde, al toque de Campana.

Traducciones halladas en un manuscrito inglés de 1576 (MSS. Hurlelan 2327) sugieren

que la Resurrección debía ser honrada en la mañana, la Pasión al mediodía y la Encarnación

en la tarde, pues son los momentos del día en que dichos grandes Misterios ocurrieron.

El mundo se paraba a las doce para alabar a la Virgen, para alabar a Nuestra Reina,

en el mayor homenaje que le hacen juntos, hombres y ángeles. Es muy conocido el cuadro de Jean-François Millet.

Todos interrumpían el trabajo, todos rezaban las tres Avemarías, tenían un recuerdo cariñoso para sus difuntos, oxigenaban el alma

con la oración más tierna a la Madre del Cielo.

La devoción deriva su nombre de la primera palabra del primer verso: “El Ángel del Señor anunció a María...”.

La estructura del Ángelus estaba constituida en un primer tiempo por tres avemarías,

más tarde se compuso, como se hace hoy, de tres avemarías alternando con tres antífonas, seguidas de un versículo y de una oración.

El Ángelus

V. El Ángel del Señor anunció a María,R. Y concibió por obra del Espíritu

Santo.Avemaría.

V. He aquí la esclava del Señor.R. Hágase en mi según tu palabra.

Avemaría.

V. Y el Verbo se hizo carne.R. Y habitó entre nosotros.

Avemaría.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro

Señor Jesucristo.Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los

que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo,

por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

R. Amén.

En 1742 Benedicto XIV estableció que los domingos se rezase el Ángelus de pie, originalmente se rezaba de rodillas y que en el tiempo pascual se sustituyera por la antífona Regina coeli que significa en latín “Reina del cielo” de origen

medieval 62.

Primero pareció que éste tañido, solamente se llevaba a cabo en viernes, pero la costumbre gradualmente se extendió a los otros días de la semana.

Regina Coeli

V. Alégrate, Reina del cielo; aleluya.

R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

V. Ha resucitado, según predijo; aleluya.

R. Ruega por nosotros a Dios; aleluya.

V. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Oh Dios que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre,

la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

R. Amén.

La costumbre de contemplar la página evangélica del anuncio del ángel Gabriel a María de Nazaret (Lc 1,2638) influyó

indudablemente en las comunidades cristianas de los primeros siglos en la comprensión y

celebración del misterio de la encarnación.

Dan fe de ello las aportaciones amplias y reflexivas de los padres,

tanto orientales como occidentales.

La práctica de decir tres avemarías cerca de la caída del sol,

se había generalizado a través de toda Europa durante la primera mitad del s.

XIV, y que fue recomendada e indulgenciada por el papa Juan XXII en 1318 y 1327.

Hay una vaga y no muy bien confirmada tradición que adscribe al para Gregorio IX, en 1239, ordenando que una campana fuera añadida a la salutación y

oraciones a Nuestra Señora.

Una vez que el Ave María llegó a serpara los laicos una oración diaria, tomó el lugar de las tres oraciones más elaboradas recitadas por los

monjes; como en el caso del Rosario,

en que ciento cincuenta salmos del Salterio fueron sustituidos por 150 Ave

Marías.

Un decreto franciscano del tiempo de San Buenaventura encontramos

que los laicos en general fueron animados

a rezar Ave Marías al toque de campana

en completas durante, o más probablemente después, del oficio de

los frailes.

Una especial justificación para éstos saludos

a Nuestra Señora, fue la creencia en que justo

a ésta hora, era saludada por el Ángel.

De ello, podemos concluir que el Ángelus se trata de una imitación de las oraciones nocturnas

de los monjes, y se le describe como una campana que sugiere al pueblo a decir sus oraciones

y a cesar sus actividades.

El obispo exhortaba a quienes escuchaban éste tañido, a decir tres Padrenuestros y tres Ave marías por la conservación de la paz, por lo que fue

llamada la “campana de la paz” La misma designación fue aplicada a las campanadas de la tarde en todo sitio.

La más antigua referencia se halla en las crónicas de la ciudad de tejas de Parma, en 1318,

siendo la campana municipal la que tañía en éste caso.

En concilios diocesanos precedentes -por ejemplo, Amalfi, 1597 57- y siguientes -Colonia, 1627 58- se estableció unir al Ángelus de la tarde el recuerdo de los

difuntos, con un toque especial de un sufragio.

Finalmente, Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “glorias al Padre...” en acción de gracias

por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.

Para la historia de la piedad mariana, podemos probablemente hablar de una nueva era

de esta oración del Ángelus después de la segunda guerra mundial, siguiendo con una práctica de Pío XI.

Pío XII favoreció la práctica del Ángelus al mediodía, al inaugurar la Radio Vaticana

el 11 de febrero de 1958, día del primer centenario de las apariciones de Lourdes,

con el rezo del Ángelus a mediodía, volvía a proponer esta oración a los fieles.

Finalmente, el papa Juan XXIII, cuando empezó a impartir la bendición apostólica los días de fiesta, decidió colocar antes de la bendición la oración del Ángelus, uso que adoptaron luego sus sucesores, hasta el punto de haberse convertido

en pocos años en una de las citas de oración tradicionales del obispo de Roma

con los fieles romanos y los peregrinos.

Consagremos el día entero a Dios y a la Virgen Santísima, paras santificar con esta breve oración nuestra actividades.

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