CONCURSO DE RELATOS

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Sonia y las 3 maravillas El cuadro favorito de Sonia era uno con flores y una niña en medio. Cada vez que pasaba al lado suya lo miraba, lo tocaba y sonreía. Ese día, fue al colegio, se compró la comida por el camino y llegó a su casa. Cuando pasó por al lado del cuadro, lo miró, miró la ventana que había al lado del cuadro y dijo, mirando hacia el cielo - ¡Me gustaría entrar en el cuadro y estar allí con Lavanda! [Lavanda era como llamaba a la niña de su cuadro], en el campo con las ovejitas y las flores y que pasara lo que yo pensara, ¡aunque fuera arriesgado!-. Al día siguiente los padres de Sonia se fueron por viaje de negocios y dejaron al cuidado de Sonia a sus 5 hermanos mayores. Sonia estaba enfadada porque no se llevaba bien con ninguno de sus hermanos, excepto con una, que esa sí le caía bien. Cuando los padres de Sonia se fueron, Bruno, el más mayor, se fue con sus amigos y le dijo a Lía, la segunda más mayor, que se encargara de todo, que él tenia planes muy importantes. Bruno era mentiroso por naturaleza, así que Lía le preguntó, que cuáles eran los planes tan importantes que tenía que hacer. Bruno se quedó pensando en qué trola podía soltar y escapar de una vez de allí. 1

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Relato de Paula

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Sonia y las 3 maravillas

El cuadro favorito de Sonia era uno con flores y una niña en medio. Cada vez que pasaba al lado suya lo miraba, lo tocaba y sonreía. Ese día, fue al colegio, se compró la comida por el camino y llegó a su casa. Cuando pasó por al lado del cuadro, lo miró, miró la ventana que había al lado del cuadro y dijo, mirando hacia el cielo - ¡Me gustaría entrar en el cuadro y estar allí con Lavanda! [Lavanda era como llamaba a la niña de su cuadro], en el campo con las ovejitas y las flores y que pasara lo que yo pensara, ¡aunque fuera arriesgado!-.

Al día siguiente los padres de Sonia se fueron por viaje de negocios y dejaron al cuidado de Sonia a sus 5 hermanos mayores. Sonia estaba enfadada porque no se llevaba bien con ninguno de sus hermanos, excepto con una, que esa sí le caía bien.

Cuando los padres de Sonia se fueron, Bruno, el más mayor, se fue con sus amigos y le dijo a Lía, la segunda más mayor, que se encargara de todo, que él tenia planes muy importantes. Bruno era mentiroso por naturaleza, así que Lía le preguntó, que cuáles eran los planes tan importantes que tenía que hacer. Bruno se quedó pensando en qué trola podía soltar y escapar de una vez de allí. Entonces dijo: -Pues…..esto….vamos a….digo mis amigos y yo….íbamos a salvar a los unicornios de los leones y luego…, nos íbamos a…..la biblioteca a estudiar-. Por supuesto, Lía no se creyó nada de lo que estaba diciendo, así que le cogió de la oreja y le metió en la casa, le sentó en una silla del salón, le puso una fregona en la mano y le cerró la puerta con el pestillo.

Mientras se reía por lo de Bruno, Sonia se fue donde estaba su cuadro, lo miró, lo tocó, y cuando lo tocó, la mano lo traspasó. Sonia la alejó rápidamente del cuadro. Al poco rato, la volvió a meter, y

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tuvo una gran idea. Se fue escaleras arriba, entró en su cuarto y cogió una mochila vieja y desgastada pero que aún servía de su desván. Escaleras abajo fue a la cocina, cogió una manzana, galletas, zumos y latas de conservas, después se fue a el baño y cogió un bote de crema para sarpullidos y todo tipo de heridas o infecciones [o al menos eso era lo que ponía en la caja de la crema], cogió otro bote de crema para el sol y yodo. Bajó al salón y sin que le descubriera Bruno, cogió su pistola de agua y su MP4. ¡Todo iba bien! Bruno no le veía. No le vio Leo, su otro hermano, que estaba en la escalera con el Whatsapp. Se iba a ir ya cuando se chocó con algo. Ella seguía andando pero, ni se movía ella, ni se movía la cosa esa con la que se había chocado. Entonces miró para arriba y... ¡HORROR! era Bruno que la había visto.

Sonia puso cara de buena e inocente y dijo: - ¡Hola!… ¿cómo estás? Yo bien, sólo que tengo algo de prisa y necesitaría que te quitaras ¿sabes? – Bruno estaba con los brazos cruzados y con cara de pocos amigos, al final dijo: -¡Ajá!… ¡vale! y… ¿dónde se supone que te vas, jovencita?, porque me parece que vas equipada como para salir, ¿o me equivoco? Sonia no sabía qué hacer, así que siguió el ejemplo de su hermano y mintió descaradamente: - Pues para tu información, señor Bruno, me voy a casa de la abuela. Bruno se quedo de piedra, porque la abuela estaba en América, participando en: ¡Los mayores también son personas!, esos concursos típicos de gente rica, y la abuela es muy rica y le encanta ese programa. Ahora mismo estaría como en la ronda de los mejores, pero nadie veía ese programa, porque:

- 1º, esos programas ,suelen tener musiquitas horribles que se te pegan a la cabeza,

- 2º, esos programas duran 5 horas y nadie aguanta ni siquiera las 2 primeras horas.

Así que le dijo: - ¡Aja!, vale, y ¿cómo te crees que vas a llegar hasta la abuela, si esta en América? Sonia se quedo pensando, hasta que dijo: -Yo…, bueno…, je, je…, es que… ¡es que tú no te enteras de nada, Bruno! ¡No voy a visitar a la abuela, voy a recoger al huerto las peras!-

Bruno se quedo mirándola hasta que dijo: - ¡Vale!, me fío por esta vez, pero te estaré vigilando…-

Sonia corrió otra vez escaleras arriba, pero de pronto, alguien le puso la zancadilla y se cayó de boca. Ese alguien era…Leo. Leo le preguntó

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que a dónde iba y Sonia le dijo que iba a ayudar a Lía en el desván y también le dijo que si le daba otra zancadilla lo iba a pasar muy mal. Leo se creyó por completo lo que le dijo, así que le dejó paso, y siguió con el móvil.

Por fin se pudo ir tranquilamente hacia donde estaba su cuadro. Tiró la mochila dentro de él y se metió luego ella. Anduvo por un pasillo oscuro hasta que vio un puntito a lo lejos de luz, corrió hacia él y cuando entró, vio a Lavanda allí sentada, con las ovejitas pastando alrededor y muchas, muchísimas flores. Sonia se acercó con cautela y se sentó al lado de Lavanda, Lavanda. No se daba cuenta de que allí había una niña más o menos de su edad mirándola, porque cuando se ponía a hacer coronas de flores, se olvidaba del mundo. Hasta que Sonia no le dijo - ¡Hola!-, Lavanda no quitó ojo de su corona. Cuando Sonia le dijo hola, Lavanda se asustó y después empezó a reírse como una tonta y dijo: -¡Hola a ti también Sonia! Lo siento, pero es que cuando me pongo a hacer coronas de flores… ¡Me olvido de todo! ¡Fíjate si me olvido de todo!, que, una vez que me puse a hacer una corona con flores de loto (que son las más difíciles de ensartar con el hilo), me pasé 4 días, 3 noches, 5 horas, 3 minutos y 24 segundos, me olvidé de comer, dormir, y, ¡fíjate que hubo un minuto que me olvidé de respirar!.

Sonia se había quedado paralizada, por lo que le pasó a Lavanda, y porque ella supiera su nombre. Entonces le preguntó: -¿Tú, como sabes mi nombre?

Lavanda, divertida, la miró y le dijo: - Sonia, esa pregunta es tan tonta como preguntar si te llamas de una manera o de otra. ¡Claro que me sé tú nombre! Cada vez que miras el cuadro, yo te veo a ti. Hoy era la lluvia de estrellas aquí y pedí el deseo de que vinieras, porque desde la primera vez que te vi, me caíste tan bien como una hermana. Hablando de hermanos… ¿tú tienes alguno?-

Sonia le respondió: -¿Qué si tengo?, pues ¡hija mía!, ¡tú no sabes nada!, yo tengo 5 hermanos, es decir, 2 hermanas y 3 hermanos. Y te aseguro que todos son unos pesados-.

Lavanda se rió y luego le dijo: -¡Vale!, ¿y cómo pudiste llegar aquí?, pensaba que sólo mi deseo no funcionaría-. Sonia le respondió: - Porque yo también pedí venir. ¿Y cómo lo conseguí? Pues con muchísimo esfuerzo y porque mis padres se han ido de viaje de negocios y me dejaron al cargo de mis hermanos, así que siguiendo el

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ejemplo de mi hermano Bruno, mentí, y escape de mis hermanos y hermanas-.

Mientras bromeaban, jugaban y charlaban, no se daban cuenta de que el cielo se estaba volviendo de un color rojizo mezclado con gris. Al poco rato, se dieron cuenta, las ovejas se fueron cada una para un lado y en ese momento vino un viento muy fuerte, que se llevó todas las coronas de flores y 3 árboles.

Sonia y Lavanda se asustaron y se quedaron en estado de shock hasta que Lavanda dijo: -¡Corre, conozco una cueva cerca de aquí que nos servirá para resguardarnos de la lluvia, el viento y todo lo demás! Sonia no se lo pensó 2 veces. Cogió su mochila, algunas coronas de flores que quedaban allí y se largaron pitando. Cuando llegaron a la cueva, Sonia no podía creer lo que veía. Dentro de la cueva había una casa entera con escaleras, terraza y garaje. Lavanda le confesó que esa era su casa desde que en el pueblo, este viento se llevó la suya. Sonia se sentó en el sofá, sacó una manzana de su mochila y le dijo a Lavanda: - ¡Cuéntame todo lo que ha sucedido, Lavanda! Entonces Lavanda también se sentó, pero antes, fue a la cocina y cogió otra manzana: - ¡Verás!…Es que, desde hace tiempo, tenemos este viento tan extraño. No sabemos de dónde viene, pero lo que sabemos es que siempre viene en el momento que menos lo esperamos. El otro día vino cuando estaba en el campo con las ovejas, como hoy, pero aún no me había hecho esta casa. Yo tardo en llegar al pueblo unos 30 minutos aproximadamente, así que, mientras iba, como mi casa no era muy resistente porque es muy antigua, cuando llegué estaba en el suelo. ¡Al menos no se rompió casi nada!, cogí lo que pude y le pregunte a mi amigo Mat, el camionero, que si podía llevar las cosas más pesadas, como el fregadero y el sofá, y me instalé en una cueva cerca de la montaña, que es ésta, para que si volvía el viento L.M.I. [eso significa: lo más incómodo] pudiera tardar menos en llegar a la casa, porque de aquí a la montaña sólo son 3 minutos-.

- ¡Hablando de otra cosa!…¡Menos mal que no se ha roto la corona de flores!. Me llevó tanto tiempo como te dije antes, porque esa corona sí que vale. ¡Fíjate si vale!, que hasta el señor Chuclín, el más rico de el pueblo, me la ha querido comprar por 1.000 euros!-.

Sonia estaba muy intrigada con la historia que le había contado su amiga, entonces le dijo: - ¡Lavanda, prepara la mochila que nos vamos!-. Lavanda se le quedó mirándola como si estuviera loca: - Sonia, ¿te has caído al venir? Porque con esa idea lo parece. ¿Salir ahora? ¿Con el frío que hace y la lluvia que está cayendo?-. Sonia le dijo entonces: - ¡Pues no me he caído!. Hay algo que se llama abrigo

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para el frío y hay otro algo que se llama paraguas para la lluvia-. Lavanda subió escaleras arriba hacia el armario, cogió 2 chaquetones, 2 pares de guantes y 2 bufandas. Luego fue al perchero y cogió 2 paraguas y 2 botas de agua, bajó, se prepararon, y salieron.

Fueron en la dirección en la que iba el viento y, cuando llevaban 2 horas caminando, divisaron a lo lejos un castillo negro, parecido al castillo del terror de la feria. Corrieron hacia él, llamaron a la puerta, nadie abría, llamaron otra vez, y tampoco abría nadie. Cuando ya llevaban 30 minutos llamando a la puerta, Lavanda se fue para atrás y Sonia le dijo: - ¡No te rindas ahora, Lavanda, casi entramos en el castillo! Y entonces Lavanda fue y le dijo: - ¿Y quién ha dicho que vaya a rendirme?-. Cogíó carrerilla, y ¡no veas!, derribó las puerta de una sola patada, y dijo: - ¡Hala!, ¡más fácil imposible!, ¿a qué esperas, a Navidad? ¡Vamos!, ¡entra ahí!, que yo voy detrás-.

Cuando entraron en el castillo, la puerta se cerró de golpe. Sonia se asustó, porque el sonido de la puerta retumbó en todo el castillo y sonó muy fuerte. Entonces miró para atrás y vio a Lavanda cerrando la puerta. Se puso las manos en las caderas y le dijo: - ¡Lavanda!, querida, ¿me puedes decir que narices estás haciendo?-. Lavanda le dijo: - Pues es obvio. Estoy cerrando la puerta para que no le entre el agua de la lluvia, quizás sea malo, pero tendría que ser un malo civilizado y tener un mecanismo para cerrar la puerta, aunque sea de golpe, para que no se le ensucie la alfombra roja y negra tan bonita que tiene aquí-. Sonia se le quedó mirando y al final dijo: - Deja de hacer tonterías si no quieres que te parta la nariz, y créeme, que cuando era bebé, le partí un brazo a mi hermano Leo-.

Siguieron su camino hasta que escucharon una voz con un tono muy maligno que decía: - ¡Buenas tardes chicas! ¡Os esperaba! Mi nombre es Contaminación, pero me llaman “El señor de las basuras”. Las niñas se rieron muchísimo y la extraña voz dijo: - ¡SILENCIO! ¡No es gracioso! Es el nombre de mi familia. Deberíais tener miedo. En fin, si queréis que vuestra tierra sea como antes, tendréis que traerme 3 objetos. Si no lo hacéis, moriréis todos por la contaminación… ¡JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA!- Entonces, Lavanda, para burlarse, le dijo: - ¡Eh, tú, voz maligna o como quiera que te llames!, ¿sabes que te ríes como mi tía Gertrudis la fina? La que se ríe como un pavito moviendo las plumas, ¡pues esa!-.

La voz, cada vez mas enfadada le dijo: - ¿A sí?, pues que sepas que mi voz es la más masculina de todo el mundo-. Sonia, en su defensa, dijo que a lo mejor, el que se equivocaba era él y que su voz era la más femenina de todo el mundo y 3 galaxias más.

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La voz dijo: - ¡SILENCIO! ¡Traedme las cosas o si no sufriréis la muerte! Os mando ahí un guardián-cocodrilo para echaros de aquí. Espero que no llevéis flores encima porque las odia y os las cogerá y las espachurrará-. En ese momento, salió un cocodrilo con uniforme de hierro y una cachiporra. En ese momento, Lavanda se dio cuenta de que llevaba la corona de flores ultra-especial en su mochila. El cocodrilo la olisqueó, la sacó de la mochila y dijo: - ¡Jo, jo, jo, flores!, ¡con lo que yo odio las flores! ¡Pues ya no va a ver más flores aquí! Cogió la corona, la iba a apoyar contra la cachiporra cuando Lavanda gritó: - ¡NO, DEJA MI CORONA DE FLORES EN PAZ PEDAZO IMBÉCIL CON PATAS!-. Le pegó un puñetazo, una patada y un mordisco, el guardia se cayó al suelo y se alejó corriendo y gritando. Lavanda cogió su corona del suelo, le quito el polvo y se la guardó en su mochila.

Sonia la miró y sintió un poco más de valor con lo que su amiga podía hacer sin su corona ultra-especial de flores. Al poco rato, mientras andaban, Sonia se acordó de que el malo o como se llamara, no le había dicho que era lo que había que buscar, así que tuvieron que volver al castillo. Cuando entraron, vieron que el cocodrilo se estaba levantando del suelo por el golpe. Lavanda le pegó un cabezazo en la barriga donde no tenía armadura y el cocodrilo volvió al suelo. Contenta y feliz, se dirigió donde estaba Sonia y gritó: - ¡EH, TÚ, EL QUE HABLA COMO MI TÍA GERTRUDIS! ¿QUÉ SE SUPONE QUE TENEMOS QUE BUSCAR?

La voz subnormal les dijo que tenían que buscar las 3 maravillas de este pueblo, de este bosque, y de este río. Se los mostró como en unas diapositivas y luego les mandó al guardián-cocodrilo otra vez. Cuando el cocodrilo vio a Lavanda, ésta le sonrió como un diablo y éste echó a correr.

Cuando se fueron, Sonia se puso a pensar en cuáles eran las 3 maravillas. Se sentaron en un banco para pensar y comer algo. Cogieron las galletas y 2 zumos y se pusieron a pensar y a meditar. Entonces Lavanda dijo: - El señor gritón como mi tía Gertrudis dijo que eran 3 maravillas y que una estaba en el pueblo, otra en el mar y otra en el bosque, ¿empezamos por el pueblo?-.

Sonia asintió y fueron al pueblo más cercano. Allí recorrieron calle por calle, casa por casa y hasta maceta por maceta. Cuando llevaban casi 2 horas buscando, Lavanda dijo: - Cuando vivía aquí, había una iglesia muy antigua que la iban a cerrar y a restaurar, o si no se podía restaurar, al vertedero directamente. Allí había una campana dorada que me gustaba mucho. Llena de enredaderas y un sonido muy

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bonito, no como el gallo pachucho del tío Mamerto que teníamos antes. Esa campana podría haber sido una de las maravillas-.

Sonia la miro incrédula y le dijo: - Lavanda, ¿es que no te das cuenta? La campana es la maravilla, vamos a por ella, ¿dónde dices que está?

Lavanda sonrió y señaló hacia atrás. Pero allí no había nada. Entonces no podía estar en otro sitio que en el vertedero. Corrieron hacia allí y cuando llegaron, se fueron a la sección de iglesias, buscaron y buscaron y cuando no podían más y estaban llenas de barro y tierra, divisaron algo brillante entre los escombros. Lo cogieron y…¡era la campana! Se la llevaron corriendo de allí antes de que alguien las viera y entonces se fueron directamente al bosque. Allí sí que no sabían que buscar. Se pusieron otra vez a pensar y a meditar hasta que, Sonia miró hacia arriba y vio un árbol enorme, tan alto, que no dejaba pasar los rayos de sol. Así que Sonia se puso a cavar como una loca hasta que encontró una semilla de ese árbol. Se veía muy bien que era de ese porque:

- 1º, estaba enterrada debajo del árbol, con lo cual tenía que ser de ese y

- 2º, era muy grande y Sonia había dado las semillas en la escuela a sí que sabia diferenciarlas.

Lavanda no se había dado cuenta de nada. Sonia le dijo que ya se podían ir hacia el mar. Lavanda pidió explicaciones y Sonia se lo contó todo por el camino. Cuando llegaron a la playa, se pusieron a buscar algo maravilloso hasta que Lavanda se remojó los pies porque hacía mucho calor y vio algo reflejado en el fondo de la orilla. Metió la mano, y como el agua era cristalina, se vio perfectamente: era una amatista tirada allí que con el tiempo se había pulido y ahora era como una esmeralda morada. Se la enseñó a Sonia y ésta, llena de felicidad se fue corriendo en dirección al castillo del señor que hablaba como la tía Gertrudis de Lavanda. Llamaron a la puerta y esta vez se abrió sola. Lavanda dijo: - Ahora queda más tétrico pero al menos no le entra polvo-.

Buscaron por todas partes al “Señor de las basuras”. Lavanda, harta ya de buscar, gritó: - ¡TÚ, VOZ SUBNORMAL! ¡MUÉSTRATE O AL MENOS SACA TU VOZ FEMENINAAA!-.

La voz dijo: - Bueno, no grites, estaba viendo mi cotillón de verano. Es el momento más importante de la temporada… ¡Cómo no sea algo importante…!-.

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Sonia le dijo que habían encontrado las 3 maravillas de aquellos lugares y entonces, las puso en el suelo. La voz se rió y dijo: - ¿Creéis que esas son las 3 maravillas? ¡Si queréis que lo demuestre, os lo diré de la lista!. Veamos…aquí dice, que una es la semilla de un “cachopicus”… vale, la tenéis; también dice, una amatista pulida, y por ultimo, una campana vieja. ¿También la tenéis? ¡Vaya!, lo tenéis todo. ¡Vale!, pues dejaré de hacer eso de los vientos.

Mientras hablaba, Lavanda se puso a fisgonear un poco sin que le viera y vio una tela roja de donde salía el sonido de la voz. Lavanda, que esperaba ver a un monstruo verde con babas, vio a un niño bajito, con gafas, con un micrófono delante y un montón de botones.

Lavanda le grito: - ¡Pero bueno!… ¿eres tú, Florencio? ¿Tú eres el que monta todo este lío? ¿Pero cuándo, dónde y por qué, y sobre todo por qué?-.

Sonia se acercó corriendo y le miró. El niño se puso como un tomate y dijo: - Ejem…esto….bueno…yo….no quería….en fin…je je…. ¡Que gracia!, ¡eres tú, Lavanda!, ¿cuánto tiempo verdad?-.

Sonia le preguntó que quién era ese y Lavanda le dijo que era un antiguo compañero suyo de clase muy pesado y que siempre gastaba bromas pesadas. Hasta que ella le metió un sapo disecado en el pupitre, no paró de hacer bromas. Sonia se rió y dijo:-¡Vale!, ¡me da igual para que quieres estas cosas!, porque ya se está haciendo tarde y será mejor que me vaya si no quiero que me pongan una castigo-.

Entonces, Florencio dijo: - ¡De aquí nadie se mueve hasta que no acabe con Lavanda!, si ella me humilló a mi…-.

En ese momento, Florencio se calló de golpe y tocó un botón que tenía delante. Entonces, otro guardián, no cocodrilo, vino hacia Lavanda, le ató las manos para que no pudiera moverse y, con un hacha, se iba acercando lentamente para causar más temor a Lavanda… Sonia sonrió malignamente, cogió su MP4 y se lo puso al guardián con la canción más ruidosa y este se tiró al suelo con las manos en los oídos. Sonia desató a Lavanda, cogió su MP4 y salieron pitando de allí. Florencio estaba boquiabierto y no se podía mover, pero literalmente. No se podía mover porque Sonia le había echado super-glú concentradísimo y se había quedado pegado a la silla.

Ya en el campo, Sonia se despidió de Lavanda y le prometió que iría a visitarla todas las semanas. Se fue por el pasillo negro y salió del cuadro.

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Cuando salió, se encontró a Lía cogiendo el abrigo y las botas para salir. Sonia le tocó la espalda y le dijo ¡Hola! Lía la abrazó y le dijo que ya iba a salir a buscarla y también le dijo que se diera una ducha, que olía peor que Bruno cuando salía de excursión. Sonia se sintió feliz de volver a estar en su casa y no tener que preocuparse de Florencio.

FIN

Paula Tapia Varona (5º)

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