Conciencias Libres n 23

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    EL ESTADO GARANTA DE TODAS LAS EXPLOTACIONES. (M. Bakunin)

    N 23 ENERO 2013

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    HEREJIAS?(CONTINUACIN

    Porque aquello tan truculento de las heladas regiones, ni es libertario ni es comunista,como algunos pretendan. Es simplemente, una modalidad de colectivismo. De Estado,

    pues ni siquiera se parece al colectivismo de los viejos anarquistas espaoles. Un

    muchacho que se ha pasado por aquellas tierras, que a ellas fue delegado entusiasta,

    vuelve desencantado. Poco falt para que aquellos excelentes y, al decir de algunos,

    modelos revolucionarios, fusilaran materialmente su entusiasmo. Y a tenor de su

    desencanto, digo yo de aquel extrao comunismo con que algunos se llenan la boca,

    esto:

    Yo siempre cre que para asegurar el bienestar de los hombres no se necesitaban ni la

    propiedad privada, ni el capitalismo, ni sus consiguientes instituciones autoritarias; que

    bastaba simplemente, con: la tierra, sus primeras materias, inteligencia, trabajo y

    libertad de iniciativa y de experimentacin para organizar la produccin y el consumo.

    Ahora bien, dado que el gobierno ruso ha andado o anda an negociando emprstitos

    de dinero, como vulgar banquero arruinado por sus despilfarros, con los gobiernos de

    la burguesa europea, quiere decrseme que especie de socialismo es aquel

    comunismo suyo que necesita tan primordialmente del Capital para reconstruir la

    riqueza de la nacin?No quedan all inteligencias tcnicas ni brazos de buena

    voluntad que les ayuden a utilizar las primeras materias? Si el trabajador es all pagado

    mitad en especies mitad en dinero segn sus mritos, cmo se compagina esto, que

    es una especie de colectivismo, con el comunismo y en qu deja de ser igual, en cuanto

    a resultados, este rgimen de salariado del que cresase haber derribado all para

    siempre?

    Si el gobierno ruso necesita, para que funcione bien su nacionalizacin de la riqueza, que no es

    lo mismo que socializacin, del Capital y del Salariado, no dice esto bien claramente que, a

    semejanza de cualquier gobierno burgus, el Estado sedicente socialista es incapaz de

    organizar aquella vida comunista que tiene por base aquello tan liberal de: de cada uno

    segn sus fuerzas y a cada uno segn sus necesidades No veo, por este lado, el comunismo

    ruso; pero veo muy bien un Estado, mejor dicho, un gobierno, un partido, un grupo de

    hombres, que adueados de toda la riqueza, mediante una polica mercenaria y un ejrcito

    que les ha dado el poder, dicen a unos ciudadanos de tercera que creen que ya no hay clases.

    Como si un Chitcherin regodendose en Gnova y un antropfago de los campos rusos no

    dijeren lo contrario, esto: trabaja militarmente como yo te ordene y por el salario que

    merezcas, y si no obedeces te racionar el pan y para no morirte de hambre tendrs que

    comerte a tus hijos. Francamente, me parece demasiado cambiazo esta burla. No se le ocurre

    ms que aun socialista de Estado. O a un burgus disfrazado de comunista.

    Aquel uno de tantos me objetar: el gobierno ruso no puede hacer ms porque la masa obrera

    rusa no comprende el trabajo sin una retribucin individual; por esto ha tenido que organizar

    el trabajo militarmente y mantener, en parte, el rgimen del salariado Con lo cual se

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    demuestra que esta masa obrera rusa que en el campo slo quera las tierras de los seores

    para trocar sus productos por dineros y no para que se los requisaran para el ejrcito, y en la

    industria no trabaja sino en fuerza de rublos, no es an comunista; es individualista a lo

    capitalista, es gananciosa al modo de cada uno para s, es egosta como un burgus, no

    altruista como un comunista, es decir, o no estaba ni intelectual ni moralmente preparada

    para hacer una transformacin social en sentido verdaderamente comunista o el partido

    socialista que detenta el poder no ha sabido hacerla evolucionar en este sentido.

    Probablemente son las dos cosas a la vez, y, puntualizando un tanto ms, dir que ni la masa

    obrera estaba preparada para actuar el comunismo ni lo ha querido nunca este Estado

    socialista que indebidamente se llama comunista.

    Continuar objetando el uno de tantos: una nacin no puede ser libertaria ni igualitaria

    aisladamente. Qu iba a hacer el gobierno de los supuestos sovietsy yo aado este supuesto

    porque no hay tal sovietismo, pues lo mat la mala intencin gubernamental que no quera

    este germen de organizacin comunista libertaria- , que iba a hacer el gobierno de la

    revolucin combatido por todos los gobiernos burgueses que le arman contrarevoluciones y leniegan emprstitos de dinero porque no puede devolver a los extranjeros la propiedad privada

    de que se ha incautado?

    Yo no s lo que poda haber hecho el gobierno de Lenin ni lo que poda haber hecho el

    proletariado ruso; no siendo comunistas no podan hacer ms que amalgamas colectivistas-

    capitalistas y salir del paso con remiendos, componendas, transacciones y oportunismos de

    ocasin; pero s se una cosa: que con la tierra, `primeras materias, instrumentos adecuados,

    inteligencia, trabajo y libertad, una nacin puede intentar hacer comunismo con probalidades

    de dar a las dems un modesto y honesto ejemplo de libertad y de igualdad, aunque no

    obtuviere de momento para sus individuos aquel mximo de bienestar material que les

    facilitara el intercambio con las dems naciones. (En la apartada y aislada Groenlandia hay

    tribus de esquimales que, sin medios apenas de vida, han dado este modesto ejemplo de

    comunismo, y alguna hasta de anarquismo, y una nacin como la inmensa Rusia, granero de

    Europa y depsito de primeras materias, no ha podido dar este ejemplo? A ver, a ver si

    tendremos que confesar que el obrero que todo loproduce oh vacuidad de los tpicos! No

    sabe como producir en cuanto ha eliminado al cochino burgus que le explota), pero que con

    la propiedad de la riqueza en manos de un gobierno, sin inteligencia en las masas, ni buena

    voluntad para echarse a trabajar y producir estos millones de burcratas, policas y soldados

    rusos, sin una mentalidad y una tica, sobre todo una tica, comunistas, y por aadidura con el

    salariado, que es lo mismo que decir sin libertad, se pueden hacer tantas revoluciones y tantos

    ensayos de gubernamentalismo obrero como quieran los pueblos y sus malos pastores, pero

    nunca obtendrn la libertad y la igualdad deseadas y sealadas por el comunismo.

    Vale esto la pena de una hecatombe para los que no queramos ms telas de Penlope? Es un

    edificio sin cimientos ni seso fundamentalmente comunista, o es una de tantas etapas

    conmocionales por las cuales la humanidad atraviesa y camina lentamente, caticamente,

    como ciego sin lazarillo, hacia un fin que tal vez todos desconozcamos? Avergualo Vargas, que

    yo ya tengo averiguado una cosa: que hay mucho comunismo sin comunistas por estos

    mundos revolucionarios, como hay mucho republicanismo sin republicanos en el campo de la

    democracia y mucho cristianismo sin cristianos en el campo religioso; que las predicaciones

    que ahora se estilan para exaltar al respetable no conseguirn hacerme confundir la magnesiacon la gimnasia, y que a mi testarudez de viejo anarquista me atengo, es decir, que antes de la

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    accin es el verbo, digan lo que quieran el entusiasmo y la impaciencia de los cndidos que se

    suman como rebaos a la primera revolucin poltica que les sale al paso.

    Capital, salariado, nacionalizacin, dictadura, partido rivalizando por el poder, diplomticos,

    ejrcito, polica, burocracia, crceles, ejecuciones, miserias, hambres, todo, todo resucitado,

    todo calco, todo burgus, lo odiadamente burgus, con mscara comunista. He aqu a donde

    ha llevado y nos llevar la ignorancia de los ms y la granujera de los menos. La historia se

    repite. Las crticas a prioride los comunistas anarquistas se han confirmado. El hecho ruso nos

    dice claramente que tenamos razn. En fin, vivamos para ver abrazos de ciertos socialismos y

    capitalismos nauseabundos, como antes lo vimos de repblicas y monarquas. Esta pobre

    humanidad no da ms de s. Paciencia y sigamos propagando, que no es buen comunista el que

    no ve la revolucin y el porvenir a travs del inters de los dems y del de sus hijos. Y

    digamos, remedando, mi reino no es de este tiempo.

    IIILa crtica es fcil, el arte difcil me canturrear un sindicalista malhumurado porque

    no apechugo con el destartalado revolucionarismo de porrazo a lo tun-tun y salga lo

    que saliere Ciertamente, pero hay que apechugar con la crtica y escucharla con

    paciencia, pues in ella an andaramos revueltos con el oso de las cavernas. Es

    descontentadiza, lo s, gruona a veces como la ma, pero estimula el espritu de

    iniciativa. Matarla es matar el progreso.

    Disgregaciones aparte, veamos, pues, como andamos de artistas y factores de

    reconstruccin. En la presente hora confieso ingenuamente que no acierto a verlos ni

    entre los colectivistas-estadistas, ni entre los comunistas-anarquistas, ni entre lossindicalistas revolucionarios.

    Con candil se puede ir buscando al hombre nuevo y no se topar ms que con

    hombres hijos de su tiempo y de su medio burgus. Ni terica ni moralmente. Por

    encima de todas las ideologas que decimos sustentar, flota y dirige y domina una

    mentalidad tan embrollada y una tica tan oscurecida, tan propia hechura de nuestro

    medio social, que veo muy difcil desprenderse del tironazo que nos da

    imposibilitndonos ver claro para sentir y actuar el porvenir anhelado.

    Pongamos esto en solfa preguntona: Aqu tenemos el sindicalista partidario del

    sabotaje, del holgazanear en el taller, hasta el hurto de mercancas, pensando en comoimpondr al patrono mayor jornal y menos horas de trabajo, es decir, todos estos

    medios de lucha sugeridos por la presente necesidad de vencer al patronato.

    Conseguir un da con ellos vencerle colectivamente. No es dudoso el triunfo ms o

    menos lejano. Pero dgaseme: no habr adquirido tambin al par de esta victoria

    hbitos de destruccin, de holganza, de parasitismo, de egosmo individual, de clculo

    mercantil, hbitos completamente reidos con la actuacin de una sociedad comunista

    que requiere trabajo asiduo, previsin, desinters, iniciativa, sabidura, etc.?

    Y este anarquista que slo suea con matar al vil burgus y volarle su propiedad, no

    adquiere asimismo el hbito de lo violento, de lo brutal, el desprecio a la vida,, un

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    ningn amor al prjimo?No resultar un completo soldado para un ejrcito rojo, pero

    un mal operador Para el taller comunista? El caso Casanellas, aviador en el ejrcito rojo

    ruso, es muy tpico.

    Y este socialista autoritario que slo anhela imponer la jefatura de su partido, no

    adquiere igualmente el hbito de mandar, de imponer su ley, de despreciar el parecerajeno, de no tener en cuenta que hay a su lado otros seres que pueden tener ideas e

    iniciativas tal vez mejores? No contribuye a formar para maana sbditos y amos?

    La suma de todos estos hbitos, puede da, no ya hoy, ni siquiera maana, el hombre

    nuevo de la nueva sociedad? Imposible de todo punto. Tendramos que ser ngeles y

    el medio hace de nosotros demonios, y perdnemese la figura religiosa, que hasta en

    el modo de expresar el pensamiento surge el tirn del medio. Santos requerir el

    comunismo y la revolucin le entregar los mortales defectuosos de la sociedad actual.

    (continuar)

    Jos Prat

    PSICOLOGIA DE LA REVOLUCIN (XII)

    DEFINICIONES, MTODO, AXIOMAS

    (XVII)

    En apoyo de este resumen, me limitar

    a reproducir los siguientes prrafos del

    Diccionario de Bergier, revisado,

    aumentado y anotado por monseor

    Doney, obispo de Montauban y Toms

    Gouset, arzobispo de Reims.

    Segn los telogos, la Ley es la

    voluntad de Dios notificada las

    criaturas inteligentes, por la cual

    les impone una obligacin, es

    decir, les coloca en la necesidad de

    hacer o de evitar tal accin, so pena de

    ser castigados.

    Segn esta definicin, sin la nocin de

    un Dios y de una providencia, no hay

    ms ley ni obligacin moral

    propiamente dicha.

    Por eso llamamos leyes, por analoga,

    a las voluntades de los hombres que

    tienen autoridad para recompensarnos

    y castigarnos; pero tal autoridad sera

    nula e ilegtima si no viniera de Dios.

    Juan Jacobo Rousseau, Kant, el

    mismo Espinosa, M.M. Causin,

    Juan Reynaud, Julio Simn, todos

    los eclcticos, los espiritualistas,

    los socialistas, los pantestas,

    incluso Augusto Comte, que niega a

    Dios y forja el ser humanitario, no

    hablan de otra manera.

    Bergier concede fcilmente que nuestra

    razn puede llegar hasta descubrir la

    utilidadde la ley; pero niega que pueda

    convertrnosla en deber, en lo que

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    estn de acuerdo la mayora de los

    filsofos.

    La razn, o la facultad de razonar,

    puede indicarnos lo que nos es ms

    ventajoso hacer o evitar; pero no nosimpone la necesidad de hacer lo que

    nos dicta. La ley puede intimarnos; pero

    por si misma no tiene fuerza de tal. Si

    Dios no nos hubiese ordenado seguirla,

    podramos resistirnos sin ser culpables.

    La luz que nos gua y la ley que nos

    obliga, no son una misma cosa.

    M. Gouset, en las notas que ha puesto

    al Diccionario, expone las ideas deBergier en estos trminos:

    Ninguna razn puramente filosfica

    puede establecer la distincin del bien

    y del mal. El filsofo que tiene la dicha

    de tener ideas justas y precisas sobre

    cuestin tan importante, queda, en

    todo, impotente para convencer del

    error, por su propia razn, al

    filsofo de ideas contrarias.

    Y ms abajo aade:

    Se puede preguntar si

    naturalmente y por s misma

    tiene la conciencia nociones del

    bien y del mal. Las observaciones que

    hemos hecho sobre los artculos

    Certeza, Evidencia, FE, Lenguaje, Razn,

    Relacin y Verdad, demuestran que

    esta nocin, como las otras, es

    transmitida al hombre por la tradicin,

    y que no puede encontrarla ms que en

    la sociedad. Pero la sociedad a su vez

    ha recibido de Dios quien se las ha

    enseado. Por consiguiente, una vez

    ms deducimos que dios es el autor de

    estas nociones, y que sobre Dios

    descansa su demostracin filosfica.

    Por eso la ciencia moral debe estar

    ntimamente unida a la idea de dios, es

    decir, a la revelacin

    Y como para justificar la observacin de

    Monseor Gouset vemos que losfilsofos, a lo menos los que admiten

    una moral superior al egosmo, como

    J.J. Rousseau, Kant, V.Cousin, J.Simn,

    J.Reynaud, L. Oudod, etc., etc., ligan las

    leyes de la moral a dios y a una

    revelacin histrica o psquica.

    En cuanto a los filsofos que niegan

    toda especie de revelacin o no la

    tienen en cuenta, tales como SaintLambert, DHolbach, Bentham, Hobbes,

    Hegel y los pantestas modernos, bajo

    el nombre de Ley Natural, o caen quien

    en el comunismo y el despotismo,

    quien en el egosmo, el utilitarismo, el

    organismo y el fatalismo, es decir, que

    con la libertad niegan la justicia.

    En esto estriba la ciencia de la

    Religin. Existe, ha sido dada, no

    como pretendan los antiguos

    incrdulos, con la intencin y el

    propsito premeditado de

    esclavizar la especie humana, por

    ms que sta haya sido su resultado,

    sino para juzgar una razn, una

    autoridad y una base a la justicia, sin la

    cual la sociedad no puede subsistir.

    Despus de lo dicho, concbese hasta

    que grado es indigno discutir como lo

    hacen los protestantes sobre la

    legitimidad de la Iglesia romana, sobre

    la certeza de su tradicin y la

    autenticidad de su doctrina, sobre la

    verdad de su dogma, la pureza de su

    disciplina, las variaciones de su historia,

    la verdad de las profecas y de los

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    milagros, la misin de Moiss, la

    cualidad del Mesas, etc.

    Concbese asimismo cunto hay de

    irracional y de hipcrita en la sociedad

    que proclamndose religiosa, pretende

    separar lo espiritual y lo temporal y

    separar la Iglesia del Estado.

    Tanto equivaldra proveer de muletas a

    un lisiado, para obligarle luego a

    llevarlas colgando de la espalda.

    XVIII

    Establecidos estos principios, se explica

    la teologa del movimiento de la

    historia.

    Este movimiento, que unos toman

    como un progreso, mientras que otros

    no lo aprecian ms que cual una

    agitacin irracional y estril, no es otra

    cosa, segn los inspirados, que el

    efecto de la lucha que desde luego se

    establece entre la naturaleza egosta y

    ms victoriosa de la ley, expresin

    revelada de la sociedad. Tal es, en el

    fondo, la filosofa de Bossuet en su por

    qu la Iglesia ha tomado el nombre de

    militante; su enemigo es el ngel de las

    tinieblas, personificacin del mal,

    autor principal de nuestra cada.

    Suponer que, a semejanza de lo

    ocurrido con el `progreso que se

    observa en las ciencias y en la

    industria, resultado de nuestraciencia acumulada, se verifica tambin

    en la justicia con absoluta

    independencia de la accin eficaz de la

    gracia, es proposicin de la que

    protesta con todas sus fuerzas la

    teologa, que la declara destructora de

    la religin, y por consiguiente de la

    moral y de la sociedad.

    Y no solamente la inmoralidadcontempornea parece dar razn a la

    teologa, sino que sobre este punto la

    filosofa desta piensa en el fondo como

    la Iglesia. Cree y ensea que la

    sociedad, como el cuerpo humano, est

    sujeta a la corrupcin y a la decadencia;

    que de vez en cuando tiene necesidad

    de restablecer sus costumbres; que

    esta regeneracin moral no puede

    tener efecto sino a condicin de

    renovar tambin el dogma. Qu es el

    dogma? La palabra interior, divina y

    providencial, que se deja sentir en las

    pocas fatdicas, para la regeneracin

    de las sociedades. Por esto vemos hoy

    claras inteligencias, almas generosas,

    convencidas de que la corrupcin

    ha llegado a su colmo, que el

    cristianismo est gastado como el

    paganismo en otras pocas,

    sostener que importa dirigir una

    splica a la divinidad implorandouna manifestacin del dogma. Venga a

    nos la revelacin, pero no en demasa!

    Hasta tal punto ha penetrado la

    conciencia de los hombres el sistema

    de la trascendencia salido de los

    conceptos fundamentales y de las

    primeras hiptesis de la razn,

    formulado en leyendas poticas y en

    maravillosas relaciones y mantenidopor la pobreza de espritu de los

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    filsofos!... Sabido es como, despus de

    haber derribado por medio de su

    Crtica de la razn pura todas las

    pretendidas demostraciones de la

    existencia de Dios, el incomparableKant acab de descubrirla en la razn

    prctica. Ta Descartes haba llegado

    antes que l al mismo resultado, y es

    maravilla ver los ltimos discpulos de

    este metafsico equilibrista

    desechar la autoridad de la

    Iglesia, la revelacin de Jess, la

    de Moiss, de Zoroastro, de los

    bracmanes, de los druidas y todoel sistema de las religiones, para

    afirmar en seguida, como hecho de

    psicologa positiva, la revelacin

    inmediata de Dios en las almas.

    Segn estos seores, Dios se nos

    manifiesta directamente por medio de

    la conciencia; lo que se llama sentido

    moral, es la propia inspeccin de la

    divinidad. Por el slo hecho de

    reconocer la obligacin de obedecer la

    justicia, soy, segn ellos, creyente,

    adorador del Ser Supremo y partidario

    de la religin natural.

    El deber! Basta con que pronuncie esta

    palabra, para afirmar que soy doble; yo,que estoy ligado con el deber por una

    parte, y el otro, es decir, Dios, que ha

    formado este lazo que se ha

    establecido en mi alma, que me domina

    por entero, que an cuando me

    imagino hacer un acto de

    autonoma, me conduce, sin que

    me d cuenta de ello, por su

    imperiosa sugestin.Precisa que nos tomen por nios

    grandes. La posesin divina, imaginada

    al desesperar de hallar la causa, por

    una escuela tmida, es la ltima

    boqueada de la supersticin

    trascendental. Ms an; es la frmula

    vedada de la verdadera filosofa, y

    `peor ser para quien se engae en

    ello.

    XIX

    Sistema de la revolucin.- El otro

    sistema, radicalmente opuesto, cuyo

    triunfo tiende a asegurar la revolucin

    es el de la Inmanencia, o sea el de la

    idoneidad de la justicia en la

    conciencia.

    Segn esta teora, el hombre, aunque

    originario de un estado de salvajismo

    completo, produce incesantemente,

    por el desarrollo espontneo de su

    naturaleza, la sociedad, solamente por

    un esfuerzo de abstraccin puede

    considerrsele en un estado de

    aislamiento y sin ms ley que el

    egosmo. Su conciencia no es doble,

    como ensean trascendentalistas; no

    revela por una parte la animalidad; lo

    que hay es que est paralizada. Parte

    integrante de una existencia colectiva,

    el hombre siente su dignidad en s

    mismo y en los dems, y as lleva en su

    corazn, por as decirlo, el principio de

    una moralidad superior a su individuo.

    Y este principio no lo recibe de fuera, le

    es ntimo, inmanente, constituye su

    esencia, la esencia de la sociedad

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    misma, es la propia forma del alma

    humana, que no hace ms que

    precisarse y perfeccionarse ms y ms

    por las relaciones siempre crecientes,

    que hace nacer de da en da la vidasocial.

    La justicia, en una palabra, es en

    nosotros como el amor, como las

    nociones de lo bello, de lo til, de

    lo verdadero, como todas

    nuestras potencias y facultades.

    Por eso niego, que deba hacerse una

    excepcin para la justicia, porque nadie

    atribuye el amor, el espritu deempresa, o la ambicin a Dios.

    La justicia es humana, en todo humana

    y nada ms que humana, y se falta a

    ella si se la relaciona de lejos o de cerca

    con un principio superior o anterior a la

    humanidad. Que la filosofa se ocupe

    tanto como quiera de la naturaleza de

    Dios y de sus atributos; pero lo quesostengo es que la nocin de Dios

    tiene tanto que hacer en nuestras

    constituciones jurdicas como en

    nuestros tratados de lgebra o de

    economa poltica. La teora de la

    Razn prctica subsiste por s misma;

    no supone ni requiere para nada la

    existencia de dios, ni la inmortalidad de

    las almas; ms an: sera una mentira situviera necesidad de semejantes

    apoyos.

    XX

    He resumido las dos hiptesis quesobre la ciencia de las costumbres se

    disputan el mundo. Mi intento no ha

    sido escribir un tratado de moral, y

    mucho menos una filosofa de la

    historia, sino simplemente de

    orientarnos.

    En virtud de qu somos honrados

    cuando lo somos, y porque dejamos de

    serlo cuando el egosmo nos domina?Qu es la justicia? Existe? Tiene su

    centro en el hombre? Podemos

    reconocerla y seguirla? Qu garantiza

    en nosotros su realidad, su necesidad y

    su supremaca bienhechora?

    Podremos sacrificarnos, sin la

    esperanza de volver a ser dichosos para

    toda la eternidad?

    Lo que equivale a preguntar: Est lajusticia con la Iglesia o con la

    Revolucin? No se le ocurri,

    Monseor, a vuestro Eugenio de

    Mirecourt el hacerme decir que el

    cristianismo era una majadera y un

    vejestorio que se cae por los suelos?

    Dios slo puede responder con sus

    rayos, a menos que deje a los hombres

    el que le enven por loco a Bicetre.No, Monseor; jams me expres sobre

    la religin cristiana, ni sobre ninguna

    otra, en trminos tan poco dignos; he

    respetado siempre la humanidad en sus

    actos, en sus instituciones, y hasta en

    sus prejuicios, idolatras y definiciones.

    Cmo no haba de respetarla en el

    cristianismo, monumento grandioso de

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    su virtud y de su genio, fenmeno el

    ms formidable de la historia.

    La religin es la enamorada

    mstica del espritu, la compaera

    de sus jvenes y libres amores.Como los guerreros de Homero, el

    espritu no vive slo en la tienda.

    Este Cupido necesita de una amorosa

    Psiquis. Jess, perdonando a la

    Magdalena, nos ha enseado la

    indulgencia para con las cortesanas.

    Pero llega un da en que el espritu,

    fatigado de su propia exuberancia,

    suea en unirse con lazo indisoluble ala ciencia, la severa matrona que

    algunos llaman sabidura. Por algunos

    instantes el espritu parece divorciarse

    de la Iglesia, para reconciliarse

    despus. Yo ser para ti la sabidura

    dcele la religin;-ser ms bella

    Inexorable destino! La naturaleza

    de las ideas, lo mismo que la de

    las cosas, no pueden adulterarse.Como la ninfa abandonada de

    Narciso, que a fuerza de languidez

    acab por desaparecer en el aire, la

    religin se transforma poco a poco en

    un impalpable fantasma.

    Hoy ya no es ms que un recuerdo que

    queda en el fondo del espritu, una

    impresin que an guarda el corazn

    del hombre de un sentimiento pasado.(Final)

    P.J.Proudhon

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